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Ultimo retrato de MANUEL G. I'RAIIA (lnstantanea tomada sorpresival11 nl PII' All't .111"" 1 Prada, mientras su pndr 11'" ,,,,, 01 •• para pegar N.) HORASDELUCHA

Manuel González Prada - Nuestros Inmigrantes

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Seccion del celebre y vapuleante "Horas de Lucha" (1924), denunciando la "invasion negra" de misioneros religiosos en el Peru hasta la fecha de publicacion.

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Ultimo retrato de MANUEL G. I'RAIIA (lnstantanea tomada sorpresival11 nl PII' All't .111"" 1

Prada, mientras su pndr 11'" ,,,,, 01 •• para pegar rcool'~ N.)

HORASDELUCHA

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MANUEL G. PRADA

HORAS DE LUCHA

SEGUNDA EDICION

CALLAO Tip. "Lux"-ConstltucI6n U

1924

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NUESTROS INMI6RANTES

I

Gracias a la proteccion de gobiernos y a la indolencia 0 complicidad de gobernados, si­gue creciendo la invasion negra. Casi ningun vapor arriba del Sur 0 del Norte sin aportar al Callao una remesa de clerigos, frailes y monjas. Con las persecuciones religiosas en el pais mas lejano del nuestro, recrudece la invasion: cuando los demas sacuden el plu­mero, a nosotrQS nos llueven las moscas. Pa­d1'es y hermanas acuden a1 Peru,como zan­ganos a su colmena, salvo que afIuyan como V'endimjadores a su ma .

. Dos inn:li-grantes que vi~nen a ejercer una 'Pf'Ofesion -0 un ofi'cio, luchan oon 'grandes obst8.culos y muchas veces no logran arrai-

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-~GO-

HilI'; lo!:! quo s610 importan la lonsura. y un 110('0 Ull latin, no dejan de hallar nido espa­Cilll:lO uonde cobijarse ni terreno fertiI donde '080c11a1'. Efectivamente: el pedagogo extran··

j 1'0 cuenta por adversarios a los pedagogos nacionales; el medico, a los medicos; el co­

merciante, a los comerciantes; el artesano, a los artesanos; mas el clerigo y el fraile, cai­gan de donde cayeren, no despiertan rivali­dades ni provocan resistencias: en la corona llevan pasaporte y recomendaci6n, ej ecutoria de honradez y diploma de omnisciencia.

l Que parece Lima? un Mar Mue1'to en quit iglesias y monasterios asoman como islotes sin agua ni vegetaci6n. Donde se proyecta una calle, surge ya un plantel de J esuitas ; donde se traza una avenida, blanquea ya un edificio de Salesianos. Oonventos nacionalEs que por faIta de personal debieron clausurar­se legalmente, se repletan . de frailes extran­jeros, resurgen de sus ruinas y, como si obe­decieran lI. una voz de mando, se transforman en colegios. Asi 10. poblaci6n que tal vez en­cierra mas de cien edificios destinados al cul­to y a la ensefianza r~ligiosa, no posee una sola escuela municipal, digna de uri pueblo civilizado. El Concej 0 Departamental edifica hoy el Liceo de Guadalupe; mas va desple-

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gando tanta magnificencia en la erecci6n de la capilla que sin duda considera el Li­ceo como un accesorio y la capilla como 10 esencial.

A partir de 1895, vivimos baj 0 la ferula do gobiernos abierlamente clericales. Desde el Presidenle de la Republica hasta el Director de la Beneficencia y des de el miembro del Cuerpo Legislativo hasta el vocal de la Su­prema, toJos los funcionarios publicos hac en el papel de monaguillos. No satisfechos con besar la esposa de un obispo y seguir las pro­cesiones en las fiestas de tabla, los hombres publicos se esmeran en ceder propiedades y otorgar auxilios peouniarios 8. las congrega­ciones do centes. Basta que una asociaci6n de­penda de monjas 0 sacerdotes para merecer subvenciones de las Camaras, de los minis­terios y de las municipalidades. La protec­ci6n el favoritismo para todo 10 refe1'ente a , . la religi6n y las comunidades, ray a en 10 lfi-

verosimil. Cuando faltan decenas de soles pa­ra ayudar en algo a las compafiias de bombe­ros sobran centenas de libras esterlinas para obs~quiar regiamente a. una congregaci6n. A religiosas se concede hospitales, manicomio, >Instituto Sevilla, Taller de Santa Rosa, Careel de Santo Tomas, y se las deja fundar con e1

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JWUll)l'O de Buen Pastor una especie de Bas­Lillu matrimonial donde algunos desalmados consiguen inhumar vivas a. sus mujeres, des­pues de haberlas of en dido y explotado. Si con el fomento de las congregaciones docentes se va poniendo la instrucci6n publica en ma­nos de sacerdoles y monjas, con el estableci·· miento de las Prefecturas Apost6licas se abandona el Oriente del Peru a la exclusiva dominaci6n de frailes espafioles.

Y lque hacer? Masones y liberales contri·· buyen a fun dar obispados, decretan subven­ciones a las comunidades religiosas, desem­pefian sindicaturas de monasterios, apadri­nan inauguraciones de altares y, 10 peor de todo, educan a sus hij os en los Sagrados 00-razones, San Jose de Cluny, la Recoleta, Santo Domingo, San Agustin 0 los J esuitas. Bas8.n­dose en un liberalismo hip6crita, alegando una tolerancia casuistica, muchos incredulos y racionalistas proclaman que en el seno de Ia familia debe seguirse esta ma.xima: Al tra­tarse de religion, dejar hacer. De ahi que las muj eres· hagan, ordenando que sus hij as se instruyan en .escuelas de padres 0 de madres y prolUPiendo·que a sus casas.ingl'esen perio­mcas d:e tip.te me.dio liberal. Hay 'algo mas: con anuencia de los maridos, y a veces con-

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tra la vol un tad dol esposo mismo, las matI'o­nas se hallan militarmente organizadas en hermandades, congregaciones 0 colfradias, bajo Ia direccion (visible 0 invisible) de al­gun eclesiastico. Amazonas del fanatismo , si no cogen una lanza ni montan un caballo, las muj eres rebuscan dinero, ej ercen influencias, calumnian al herej e y viven listas para car­gar los tizones de Ia hoguera.

Asistimos, pues, a una recrudescencia de fanatismo agravada porIa incuria, debilidad o cobardia de padres y maridos. Mas que a hijas y esposas, debemos inculpar y escarne­cer a todos esos padres sin energias en el al­ma y a todos esos maridos sin virilidades en el cerebro: ellas pecan por ignorancia y de buena fe, ellos pOI' maId ad y bellaqueria. Nada tan comodo para el mal hombre como una mujer hipnotizada por el sacerdote, ador­mecida en el misticismo y rebajada ala con­dicion de ente rezador, sin rebelrlias, sin Yoli­ciones propias y hasta sin femenilidad. Hay quienes empujan a sus esposas hacia el abis­rno religioso, como si arrojarar:t una flor al torrente 0 echaran un mueble a In hoguera. Y. cos a bien triste, sobran desgraciadas que s~ resignan al destino del mueble 0 de Ia flor. En algunos matrimonios rige un convenio ta-

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cito: la muj er, a iglesias y sociedades pilluo­sas; el hombre, al garito, al lupanar 0 III ro­trete de su concubina.

Y, mientras el pmblo arroja la fe y tiende a emanciparse del sacerdote, las clases domi­nadoras regresan a la superstici6n y recla­man el yugo sacerdotal. A Lima debe mirar­sela como el gran foco de las prostituciones poli Licas y de las ill 0 j igangas religiosas, co­mo el inmenso pantano que inficiona el am­biente de la Republica. Si las clases domina­doras decayeron desde Ia guerra con Ohile, el decaimiento no prcsenta sefiales de cesar. Casi toda la fuerza superior del organismo se desperdicia en maquinaciones de politica sin vuelo, casi toda Ia sangre de las venas se malgasta en guerras de pretorianos y escara­muzas de bandidos. Mientras los indios de pu­nas y serranias siguen dormitando en su bar­barie colonial, los habitantes de la costa se pulen a medias, asimilandose 10 malo de la civilizacion. Muchos de esos grandes hom­bres que pontifiean en universidades y con­gresos 0 sefiorean en tribunales y ministe­rios, no Hevan plumas en la cabeza porque las guard an en el cerebro. Desgraciadamente, no se vislumbra hoy ni la posibilidad de que a una generaci6n nacida y crecida en el

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OIlJ'ohio d In derrota sucedan generaciones • II' nnluclu!';, viriles, capaces de iniciar una ,'( /tllc'ion: 10 que viene da muestras de valeI' I" 111.0 omo 10 que se va. Y l que hombres ob­Il'lIdl'Cmos de nifios educados por frailes y ('Irrigos? l Que beneficios lograremos en la ('nILma intensiva de una religion envejecida y moribunda?

LIl invasi6n negra amenaza engrosar de modo fw·midable. Ya somos el refugio de Ins f"lliles lanzados del Ecuador y Filipinas; '{ bi In e pulsi6n de las congregaciones se realiza ('n Francia, las naciones sudamericanas seT­vi ['an de inevitable reservorio a los expulsa­clos. El contingente frances vale la pena de inspirar serios lemores. La cuna de Voltaire y Victor Hugo, el cerebro y coraz6n del mun­'do, es tambien la hija mayor de la Iglesia y la calamidad religiosa del globo terraqueo. Pue­de asegurarse que sin el brazo, Ia inteligen­cia y el metalico del pueblo frances, el Oato­licismo habria muerto de consunciOn. Fran­cia abastece a las cinco partes dpl mundo, no solo de todas esas congregaciones--mas­culinas y femeninas-que drenan el oro al mismo tiempo que inoculan Ia superstici6n, sino de semanas Religiosas, Oruces: historias de Bernardette, agua de Lourdes, medallas,

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, detentes, cromos, rosarios. Cristos de yoso, Vir genes de terracotta y demas bondioserias grotescas. Pero, como a la vez sostiene y vul­gariza las ideas humanitarias y redentoras

, . &)' mereCla 19ualarse con el mortico1a que en el hrazo derecho nos inoculara el virus de 18. hidrofobia, mientras en el izquierdo nos in­yectara el suero antirrabico.

Gambetta, e1 grande hombre de lentejuelas y papier mache, decia: El anticle1'icalismo riO

debe convB1'tirse en articulo de exportaci6n. Lo que buenamente significa: para nosotro'l los franceses el librepensamiento, Y para vo­sotros los barbaros el Catolici.smo; para no­sotros PI educador laico, y para los vccinos e1 padre j esuita 0 el hermano cristiano; para nosotros la Cieneia, y para los demas el catecismo. Fundandose en doctrina tan ori­ginal, los republicanos Y ateos de Paris en­vian a las colonias francesas tantos mona­guillos como funcionarios; se enorgullecen de que en el Santo Sepulcro algunos frailes cos­mopolitas gorjeen un iQue Dieu sauve la Re­publique francaise! se lamentan porque, des­de hace unos diez anos, en el Cairo celebra'1/. la misa consular de Austria, con el fin de opo­nerse a la misa consular de Francia; y deben de extrafiar que la colonia francesa de Lims

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no fesl 'je yo. c1 14 <le Julio con un solemnc rro Ileum ell 10. iglcsio. <le Guadalupe. Ateos Y republico.nos <le somejante calibre suscitarian l'cclamncioncs <liplomaticas, si algun estado sudamericano expulsara las congregacio

nes

francesas 0 lralara de expropiar sus bienes. l. Cum pIe a la Francia de hoy proclamar

que el anticlericalismo no debe convertirse en articulo de exportaci6n? Civilizarse es adqui .. rir un alma francesa; pero no el alma de un Gambetta ni de un Casimir Perier, de un Dru­mont ni de un Deroulede, sino de un Anatole France 0 de un Guyau, de un Berthelot 0 de

un Claude Bernard.

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Segun Rochefort, en los clerigos hay tres cosas negras-la sotana, las unas Y la con­ciencia. No garantizamos que, pOI' fuera Y pOI' dentro, posean blancura de cisne los frailes hacinados hoy en los conventos de la Re-

publica. Los espafioles, dificllmente encerrarian

mucho saber y mucha educaci6n, siendo los detritus sociales recogidos en Filipnas, Cata-

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IIlUlL Y las Provincias Vascongadas. Pensan­uo en como se auasLece un convento, se mide cuanto vale una comunidad. Ouando escasea la sustancia prima para elaborar descalzos, sale de Lima una comision de padres con el fin de tirar Ill. red en Manila, Barcelona, Bil­bao, etceLera. Verdaderos pescadores de aguag turbias, los comisionados cogen en las red a­das a cuantos desperdicios humanos vaga~ mundean y roncan en los muelles a merodean y raslrojean en los campos. La pesca ofrece abundancia milagrosa en Ill. epoca de las quintas: ansiosos corren a morder el anzuelo divino cuanLos mozos desean evadir e1 ser. vieio miIitar. Acopiada la materia prima, co~ mienza la eZaboracion. Los padres toman a los mozos, les atusan, les embalan en e1 ha. bito, les consignan a la America del Sur y les enj aulan en un transatlantico. En Lima y Oeopa les someten al noviciado. Oon ense~ narles un ego te absolvo y un dominus vobis­cum, les tienen elaborados 0 listos para decir misa, predicar, dirigir conciencias, gobernar en las familias y servir de mentores a los presidentes de la Republica.

Dado el valor de la materia prima, no debe sorprendernos la caUdad del artefacto. Los sacerdotes ingleses, alemanes y franceses, por

1IIIIy hlll'dol:l () igllol'll.uLcs que sean, guardan 1111 1'('HLo d \ lovu.ci6n, no dejan de mostrar-, IloUll.,H"l:l· 10i:! padres espanoles, por muy

,"II.Ot! Y clvilizados que deseen manifes­IIII'HI, <Icscubrcll un sedimen~o sospechoso, ~o ""11111 de pllJ'eccr frailes. Un santo padre aflr­III;', qu en los seres mas humildes .ha~i~ un 111111110 de inLeligencia, como para slgmflCar: J'u/, ((qui paso Diosj en todo fraile espanol

III'Hil:!Le un rezago de ferocidad y groseria, "'llItO para revelar: pOl' aqui pasaron Torque­IIllldn y Sancho.

(1IlmOS 0. los sacerdoles operando en nues-1.1'/1 Hociedad. EI frances se muestra insinuan­[II , rnol so y cortesano, de modo que rara vez 1111 /1 <lnusa una impresi6n desagradable, aun­qll n viene adornado de maravilloso poder ex­Il'lwlivo. Beneficia oro en minas donde todos l"lIluron piedras, recoge trigo en campos don­d( los demas cosecharon abroj os. Barbero "f'lrAf,iftl, descanona bolsillos sin dejarlelt ~el0 !In moneda, vampiro de un orden serliflCo, , hupa sangre sin turbar el sueno del pacien­I.fI. nespabila el dinero, dulcemente, calIada­rr1rn fe, insensiblemente, compitiendo con las tmi(M busconas de Quevedo en el arte de sacar hnTM., sin dolor. Nadie explota como ella vnnngloria y vanidad, ingenitas en el alma

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tI,O los beatos: con su Louruo:; y su Bacr8-UUJUr haco dadivoso al Gran 'l'acuI10 pl'odigo al Caballero de la Tenaza. Oonside~'ando al pobro como una fruta que no arroja bu:;LallLe J ugo pOl' mas que se la exprima, gusta de o~erar en l~s gentes elevadas y ricas, sin pre­dICar una vlrtud severa ni renida con 10 mun­d~no. Hasta juzga con benevolencia los tro­p.lezos y, eaidas de peeadoras con traj e de se­aa. Segun la moral jesuitica, peear en una o~omana de brocatel ofende monos a Dios que ~lOl~r el sexto en una estera 0 eoleh6n de pa­J a. En resumen: el elerigo frances im pone un yugo suave, observa una moralidad relaliva y apunta mas a la bolsa que a las almas. .

El italiano diverge del frances en eleO'ir pOl' terreno de evol~eiones. las elases trab~j ado­ra~. No. funda heeos ill suena con estabIeeel' ~illversldades libres; pero tiende a monopo­~Jzar Ia dirocei6n de los planteles on que se ll1struyo al pueblo, senaladamonte las escue­las d.e arte~ y oficios. De una laudable tole­ranCla (qUlza mayor que la del frances) no se a~usta. ?on pecadillo mas 0 pecadillo menos, III se !lJ a mucho en la renta del pecador. 00-mo vlve en relaci6n intima con los ninos ahorra. el viaje a Oiteres. Sin embargo, ha; exeepclOnes. Oometeriamos una falta impel'''

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dOli/ hll', AI no admiraramos aqui el vigor y 10. /!I/lIIIIII'i/\ de algunos elerigos italianos que

/III /tHo, sos\.ienen el buen nombredelacor­IIIII'/ll'il'in y sabon imponer aquellas suavi­

Ifl/I argas que s6lo· resultan pesadas a los '111"VI' moses. Lima eonserva gratisimos re­IIIm'clos (quiza memorias vivientes) de mon-

I' 10l'P8 que entonaban duos al piano, mane­III 1 11m con blandura de silfide la mota de ve­lOllfitlf' y primaban en e1 arle de ajustar y /I rrojnr los lazos de un corse.

LOR sacerdoles alemanes, ing1eses, belgas, 1 11','II.CII'Il, no abundan mucho ni se caracteri­~/l1I pOI' ninguna peculiaridad. Algunos-y de 1I10do especial los ang10sajones-vienen, co­l(,l'lnn limosnas para 1a construcci6n de unll

'Irsia en Boston 0 en Tombuctu y luego to­Illon 01 vapor, sin que se hab1e mas de la ig1e-In, de los fondos ni de los co1ectores: son ra­

r nR g1obu1ares que penotran en una habita­('i~n, voltejean, funden 0 gasifican la pieza de mf'l.al que hallan a su paso y en seguida se vnn pOI' donde vinieron.

El fraile espanol domina ruda y brutal­mcmte, denunciando '1':1. cada momento 10 bajo elo BU extraooi6n y 10 nulo de su cultura. Ha­hln como si excitara bueyes 0 instruyera re­C11utas, acciona como si nadara 0 partiera un

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II 1 II, 110 come: engulle y se atiborra; no se I litO.: se repantiga 0 se tiende; al predicar,

fulmina excomuniones y arroja tizonazos; Ell mendigar, arrebata, arrancha el dinero y las especies, llevando 10. sordidez de su co­dicia hasta el punto de maldecir 0.1 rnoribun­do que no lega sus bienes a un testa de 10. comunidad. Testifica 10. supervivencia de 10. Espana medioeval, y constituye el amaIga­rna de gitano, inquisidor y torero. Al divisar­Ie, aguardamos que transforme el cerqui1lo elll. coleta, el habito en bandola, el crucifij 0

en espada: delante de un altar, debe de pa­recer un matador al frente de un berrendo. Lo repetimos: el clerigo extranj ero, POl' irre­gular que se manifieste, giro. en la 6rbita hu­mana; pero el fraile cla~ico, el fraile de olla y misa, el fraile importado de Filipinas, Cataluna y las Provincias Vascongadas, es algo que no pertenece a. nuestro perfodo geo-16gico, algo que no entra en ninguna clasi­ficaci6n zool6gica, algo viscoso y pungente que infunde repugnancia y mueve 9. nau­seas: basta decir que ese fraile viene tal vez del mundo morboso y an6malo donde flore­cen el placer solitario y el amor unisexual.

A los frailes desealzos no se les puede es­tudiar en Lima, donde salvan las apariencia~

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Y FlO cuhr!'n de un barniz humano: se Ie! nOlloce 1\ fondo en las montanas y poblacio· 1\('8 de 10. sierra, donde evolucionan con de­R(, lIvoHura y dan libre campo a sus instint05. 1 1~ llfnrdclndos en una jerga terrosa y mu­RI'i C'n to., cubiertos por enormes sombreros de P .in, con grandes crucifijos (no en el pecho Ai 110 en la boca del est6mago) blandi~do

flrl'lcomunales garrotes 0 terciandose 0.1 hom-111'0 un Winchester () un Mauser, march an ('on nire amenazante Y con'luistador. (f) Ha-

(1) Segun acaba de afi1'1l1ar en los diarios una ll4lrsona digna de credito: El sargento mayor Angel .'-Iomosa y 80 soldados pertenecientes a los gendar­,nCR de Lima fueron portadores de rios [wa'YIifes rrl­jones de rifles' Manlicher 11 tres rargas de municio­'tlUI que el presidente de la repub.lic,!, mand6 a los /railes de Ocopa. a fin de que perslguleran (J muert6 n. 10s librepensadores de Hu.ancftlfo.

Pero no se necesita recurrir a citaciones ajenas l)l\ra saber si los misioneros descalzos estiman el vnlor de un buen rifle.

En los ApuNTEs DE VIAJE del R. P. Fr. Gabriel Hnla (Lima-Imprenta de Ia Industria-Amazonas, Nllm. 7-1897) leemos:

"En un remanso que formaba la confluencia 11 los dos rios, habfa muchos lobos marinos, 10 qua lIlt. motivo a aue I"a~ta~emos unas 20 capl"Iulas d& Wincheater, siquiera por via de recreaci6n. (pag. 114) .

Hemos tirado todns al b1anro y de doce tiro~ so· Ilmente dos no han tocado al palo, los demas todo! II n hecho su agujero, quien mas arriba, quien mas ~hl\ io. Se Vf', 'Pues. que el pulsa no esta tan mal; ]' .1 Ue.:ale el callo de tener que apuntar contra algun

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!llull, Y s610 pronuncian interj ecciones grose­ras 0 incitaciones a1 odio y exterminio de li­berales; ej ecutan, y sus acciones implican ul­traj es a las personas 0 ataques a los bienes. Arrebatan cosechas, se apropian animales domesticos, maltratan hombres, secuestrall

salvaj, TJl'ocurndamos dirigir la vista al centro, "para dar Biqui ra a los pies 0 a la cabeza (pag 81.)

De modo que el Padre misionero no debe me­t rl3e entre eUos (se refiere a los cachivos) sino bien escoltado de soldados 0 gente con armas. Estos pue­den y deben obli~ar a dichos antrop6fagos, en nom­l:>re de la humamdad, a que dejen sus feroces cos­iaImbres y vivan como gente racional' de 10 contra­rio, exterminarlos. Mediante el terro~ y el castigo moderado, se veran obligados a recurrir a la pied ad del Padre misionero. (pag. 153.)

EUos (los chunchos) mienten como los cholos sin mudarse de colores; roban y destruyen sus casa~ e!ltre sf, c0n1:~ si fuesen u1~os verdaderos anarquistas: t~enen relaclOn .con los dJablos, peor que los lucife­rIa.nos, se prosbtuyen y empuercan, como si fuesen a~lmales .. " Esto es, un chllncho quiere decir 10 mlsmo que un hombre falso, traidor, ingrato, pe_ rezoso, tragador, vengativo e inconstante. ;, Y que haremos con unos seres semejantes? Lo que se hace en todo el mundo: supuesto que no quieren vivir. como hombres, sino como animales, tratarlos 10 mis­!ll<? que a estos, y. echa rles hala cuando se oponen lnJustamente a Ia VIda y al bien de los demas. (pags. 158 y 159.)

Despues de caminar cerca de una hora, Uega­mos a casa del Curaca Jose, en Inguiribeni. ., .. Le r~g~le p6lvora, municiones, fulminantes y otras cu­rIosldades, y Ie dije que si nos acompafia.ba hasta Chanchamayo 0 San Luis de Shuaro Ie rpgalpri~ euchillos, panuelos y otras cosas. Ei Be ofrecio de

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II illos, s()duccn muj eres. Sobran indicios pa­J'a inforir que los frailes mismos de Ocopa incondiaron su iglesia, con el doble prop6sito do granjoarse pingiies subvenciones y satis­facer una venganza, achacando el delito a los librepensadores de Huancayo. Mas, aun­que los religiosos no hubieran causado vo­luntariamente el incendio, dificilmente que­darian justificados y limpios de toda man­chao AI menos enemigo de In religi6n se IE' ocurre decir i que tropelias y abominaciones

muy buen agrado y nos sirve de ciceroneentodos los casos y caminos, explicandonos y ensefiandonos los cerros y quebradas, y hasta los huesos y caIav~ras de los que eUos han muerto en los combates (pags. 128 y 129.)

Todo 10 que tralamos nos 10 pedIa, incluso el Breviario y nuestro santo habito de religioso; y vien­do que yo tenfa otro companero, me dijo que se 10 dejase aIli, para formal' una capilla como en ~an Luis de Shuaro. Yo Ie dije que si se portaban ble!l­y venia much a gente, pod ria ser que mas t~rd~ ~ll­ciesemos alIi un pueblo. Parece que Ie gusto lIlI m­cierto ofrecimiento, y prosigue muy c?ntento en nuestra compania. .. Si este hombre suplera leer y escribir podrla ser tan f~tal como ~~ntos Atahual­pa: es preciso, pues, meJorarlo, ubh~a;lo 0 exte~­minarlo dado el caso de que asi conVlBlese a la Cl­

viIizaci6n y bien general de la sociedad." (pags. 129 y 130).

EI padre Sala fue misionero descalzo, empren­dio el viaje con auxilio pecuniario del gobierno y PUblICO su libro a expensas del Estado.

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1111 IlIlhf'hn cometido los padres, cuando en 1'II1'IIIos sufridos y timoratos surgen hombres fll\paces de llegar al extremo de quemar una. iglesia!

Mas l~s ~oci610gos nacionales olvidan quP el fIoreClmlento de las comunidades religio­sas coincide con el retroceso de las naciones que el Romanismo es una religion de venci~ dos y de esclavos, que si el Cristianismo ci­vilizo ayer a. los M,rbaros, el Catolicisrno bar­bariza hoy a. los civilizados. Anaternat.izan ]a inrnigracion asiatica y enmudecen ante la in­vasion clerical, sin comprender que el chino trab~jador, honrado y pacifico, e.ierce una funCIon social mas elevada que e1 frai]e hol­gaZan, mendicante y sedicioso. Los chinos, enfermos y ancianos, que pordiosean hoy en las calles de Lima, gastaron ayer su .iuven­tud y su fuerza en arar e1 campo. tender el riego y cuItivar la sementera. EIIos' nos mue­yen a la,stima, porque representan ]a victima del hacendado, el hombre convertido en ani­mal de labrimza, la carne de trapiche. Los frailes, sanos y roIIizos, que actualmente ocu­pan el primer lugar en la mesa de las fa­miIias, supieron conducirse con tanta pru­dencia que desde los primm'os anos ne su vi­da cosecharon sin sembrar, descansaron sin

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fatigarse y pecaron sin pagar. ElIos no me-~ recen amor ni respeto porque simbolizan III explotaci6n en nombre de Ia misericordia, Ia mentira bajo cap a de verdad, Ia ignorancia con presunciones de omnisciencia.

Al presenciaI' Ia ingerencia de una gran se­nora en Ia politica alemana, Bismarck pro­rrumpi6 con toda Ia insolencia de un palur­do atiborrado por una ingesti6n de cerveza y sauerkraut ,Fuera faldas! Con menos gro­seria pero con mas razon, los hombres de es­tado y los padres de familia deben repetir hoy, al divisar 1a formidable y arrolladorA. invasi6n que se precipita sobre nosotros i Fuera sotanas!

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