Manuel Reyes Mate

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  • 1Sobre la reconciliacin o de la memoria al perdn

    Reyes Mate

    1. El filsofo alemn Ernst Bloch deca que "cuando se acerca la salvacin, creceel peligro": nunca peligra tanto la vida del nufrago como cuando se aproxima a laorilla. Si pierde la tensin que le ha tenido a flote hasta ahora, si piensa que ya todo esthecho, si se abandona a la corriente, corre el peligro de que le fallen las pocas fuerzasque necesita para ponerse a salvo.

    Ese peligro se cierne, en este momento de esperanza, sobre el Pas Vasco. Elterrorismo ha alterado tan profundamente la convivencia, sembrando su geografa demuertos y "socializando el dolor" - por cierto, una de la frases ms despiadadas jamspronunciadas pues contraviene la tradicin humanitaria que habla de aliviar el dolor ode compadecerle- que ahora, cuando Eta ha dicho adis a las armas, acecha la tentacinde volver la espalda al pasado y de pasar pgina; de pagar con el precio del olvido o dela prisa la tranquilidad de una vida "normalizada", "pacificada".

    Si cayramos en esta tentacin, naufragaramos, precisamente cuando lasalvacin est al alcance de la mano. Estamos hablando de salvacin, esto es, de laposibilidad de un salto cualitativo en la forma de convivencia. Ese salto es posible sihacemos valer las reservas de sentido depositadas en la experiencia de tantosciudadanos de este pas en los aos de plomo.

    Dos caminos posibles se abren ante nosotros: o pasar pgina o enfrentarnos alpasado. Todo depende de cmo entendamos la violencia terrorista: si como una cuestinmeramente poltica, esto es, un atentado a la ley que prohbe matar y obliga al Estado aproteger la vida de los vivos; o como un asunto moral porque hay que responder deldao a las vctimas.

    Si fuera slo lo primero, bastara volver a la legalidad democrtica para que elproblema se resolviera. Entonces se podra pensar en pasar pgina ya que el castigo porel delito de matar por razones polticas podra negociarse, habida cuenta de que ya novolver a ocurrir. Otra cosa es si, adems del atentado a la ley, tenemos en cuenta eldao a las vctimas. En ese caso no hay manera de pasar pgina ni poner el contador acero porque ese dao o, mejor, esos daos siguen ah, aunque no se produzcan nuevos.

    Hubo un tiempo en que lo normal era, en caso del abandono de las armas, echaral olvido lo ocurrido, pero eso ya es imposible. Fue posible en la tregua de 1989, bajo elgobierno de Felipe Gonzlez o en la de 1998, en tiempos de Jos Mara Aznar, pero yano fue posible en la del 2006, siendo Presidente del Gobierno Jos Luis RodrguezZapatero. La diferencia? Que entre tanto las vctimas se haban hecho visibles.Mientras fueron invisibles lo decisivo era la vida de los vivos. Se entenda que el primery superior mandato de los polticos era conservar la vida de los vivos o, msexactamente, los bienes de los poseedores, siendo la vida y primero y ms general bien.

  • 2Karl Marx ya observ en La Cuestin Juda que los derechos humanos, tal ycomo se formulan en La declaracin del hombre y del ciudadano de 1789, acabansiendo una ideologa protectora de los que poseen. Todos los derechos ah formuladosse resumen en el de propiedad y seguridad, supremo principio de las sociedad burguesasegn el cual "toda la sociedad slo existe para garantizar a cada uno de sus miembrosla conservacin de su persona, de sus derechos y de su propiedad" (Bauer-Marx, 2008,xxxiv). Si la base de los derechos humanos consiste en garantizar la vida y hacienda delos miembros de una sociedad, nos podemos imaginar la desazn de cualquier polticoque tenga que lidiar con el terrorismo. Esa permanente amenaza de muerte es vividacomo un atentado a la razn de ser de la poltica, de ah el alivio que supone elabandono de la lucha armada. Eso lo saben los terroristas de ah que siempre manejen elolvido del crimen como un ingrediente natural de cualquier negociacin posterior alabandono de la violencia.

    Esto siempre ha sido siempre as, hasta antesdeayer, hasta que las vctimas sehan hecho visibles. No es fcil explicarse cmo ha ocurrido, pero estn ah. La primeraconsecuencia de esta aparicin es que la justicia ya no puede verse exclusivamentecomo castigo al culpable sino tambin y principalmente como reparacin de la vctima.La justicia no afecta slo a los vivos, tambin a los muertos. Al igual que enApocalipsis (6,9-10) las vctimas piden justicia por la sangre derramada. La injusticia noqueda saldada con la felicidad de la vctima. No es resentimiento o venganza lo quegua el bienaventurado en su demanda de justicia por los daos recibidos, sino lacompasin por los que vendrn despus. Para interrumpir una lgica histrica que seconstruye sobre vctimas, hay que enfrentarse a las vctimas pasadas.

    2. Estamos ante un cambio epocal en el tratamiento de la justicia que ya nopodr consistir nicamente en castigar al culpable sino tambin y principalmente enreparar a la vctimas. Aclaremos de entrada que son dos perspectivas no excluyentessino complementarias1. Ambas caen bajo el rtulo de justica y pertenecen, por tanto, almbito de la poltica. El trmino latino jus puede referirse al derecho y a la virtud de lajusticia. De justicia habla la filosofa prctica (la que se ocupa de la moral y de lapoltica) y tambin el derecho. Son dos mundos relacionados pero fundamentalmentediferentes.

    La razn de esta diversificacin del jus reside en el hecho de accininjusta produce muchos efectos dainos. El derecho se ocupa de alguno de ellos quedeclara delitos porque atentan contra valores que los ciudadanos quieren protegermediante leyes cuya inculcacin acarrea penas y castigos. El delito es una infraccin dela ley. Pero hay otros muchos efectos dainos que son injusticias aunque no vayan

    1 No podemos perder de vista la importancia que tiene para la vctima el hecho de que la ley, que expresael sentir de la sociedad, caiga sobre el culpable. Es una manera elocuente de decir al ofensor que con suaccin violenta humill y atent contra la dignidad de la vctima; una dignidad que ellos, los miembrosde la sociedad, reconocen y manifiestan en el gesto de castigar la accin del ofensor

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  • 3contra una ley penal. No van contra una ley positiva pero s contra principios morales o,en el lenguaje kantiano, contra la ley moral. Son inmoralidades que convierten al sujetoque las hace en culpable (aunque no en delincuente). Si hacer justicia. en el caso deldelito, consiste en hacer caer la autoridad de la ley, en el segundo caso hay que apelar aotra forma de justicia ya que no hay ley positiva que invocar. De esto tambin se ocupala justicia filosfica.

    Despus de la II Guerra Mundial y al tiempo que se desarrollan las sesiones delJuicio de Nrenberg (1945-46), el filsofo alemn Karl Jaspers escribe un libro tituladoEl problema de la culpa. Mientras el Tribunal internacional se ocupa de juzgar aalgunos de los grandes dirigentes nazis, el filsofo despliega un mapa deresponsabilidades que alcanza mucho ms que lo que se ventila en Nrenberg. Ademsde "culpa criminal", que consiste en infringir leyes, haba un universo deresponsabilidades que l llamaba "culpa poltica", "culpa moral", incluso "metafsica"2.La primera derivada de cmo sea uno gobernado; si el gobierno es criminal, cadaciudadano carga con las responsabilidades polticas del crimen. "La culpa moral" serefiere a cmo se comport cada cual ante la poltica criminal: si mir a otro lado, si sela jug por las vctimas, si se escud en la obediencia debida..."La culpa metafsica" serefera a la responsabilidad de todo ser humano respecto a cualquier sufrimiento oinjusticia. Si no hago lo que puedo, soy culpable. El filsofo Hegel llega a decir que"todo sufrimiento es culpable". No quiere decir que no haya inocentes que sufran sinoque algo habremos hecho mal todos si al final alguien sufre por una causa humana. Deestas tres culpas no habla el derecho, ni de ellos se ocupaba el Tribunal de Nrenberg,pero son injusticias que incumben a una concepcin moderna de la justicia. Hay, pues,delito, y, tambin, culpa.

    Conviene detenerse en este punto. La culpa es, en primer lugar, algo subjetivo,asunto de la propia conciencia. Llegar a sentirse culpable es la necesaria culminacin dela culpa; es el final de un proceso siempre difcil que necesita su tiempo y disponer decircunstancias favorables.

    Pero es tambin algo objetivo. Como dice Kepa Pikabea, autor de unaveintena de asesinatos, en el documental Al final del tnel: "las armas te dejan heridasque no cicatrizan nunca". Es la seal de Can de la que habla el Gnesis. Tras elasesinato de su hermano Abel, Dios maldice a Can. Abrumado por la enormidad delcastigo, replica Can: "ahora me arrojas de esta tierra. Oculto a tu rostro habr de andarfugitivo y errante por la tierra y cualquiera que me encuentre me matar". "No ser as",replica Yahv, " si alguien matara a Can, este sera siete veces vengado. Puso puesYahv a Can una seal para que nadie que le encontrase le matara". (Gn 4, 14-15). Esaseal, que no se puede borrar con el castigo y que le sobrevive, es la culpa. La culpa noes, por tanto, una mera creacin de la conciencia (o, como se suele decir, de laconciencia judeocristiana). Es una marca en el sujeto moral que la conciencia podr

    2 Karl Jaspers, 1998, La cuestin de la culpa, Tecnos, Madrid

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  • 4silenciar pero cuyas exigencias no quedan anuladas por la inconsciencia. Me parecediscutible la opinin de Karl Jaspers cuando dice que la culpa jurdica (la calificacin deuna accin como delito) o la poltica (las responsabilidades derivadas de pertenecer a unEstado criminal), son impuestas o vienen de fuera (por la fuerza del derecho, en un caso,por la voluntad de los vencedores, en la otra), mientras que la culpa moral o metafsicadependen de la conciencia del ofensor. La consecuencia de esto es que Hitler y suscmplicesse encuentran libres de culpa moral mientras no se percaten de ello(Jaspers, 1998, 82). Creo que el autor de tan notable ensayo confunde la culpabilidadcon la conciencia de culpa. Hitler es culpable moralmente aunque el crimen hayaborrado toda conciencia de culpa.

    Hay que decir, en tercer lugar, que la culpa es intersubjetiva. Si el delito se lastiene que ver con la ley, la culpa se ventila entre la vctima y el verdugo, entre el autordel dao y el daado. Y esa relacin le resulta fatal al verdugo porque si quisoimponerse a la vctima, acaba sta convirtindose en su destino. Hegel lo ve bien en "Elespritu del cristianismo y su destino" Dice ah que "el criminal pensaba habrselas conuna vida ajena, pero la que destruy fue la propia, pues la diferencia no se diferencia dela vida, ya que la vida descansa en la divinidad unida a s" (Hegel, 1978, 322), es decir,la vida nos vive y un atentado a la vida afecta a la vctima pero tambin al queatenta contra ella. Esa vida es divina, esto es, un valor supremo que nos anima de ahque quien atente contra otro, atenta contra la vida y, por tanto, contra uno mismo. Y msadelante: "en el momento en que el criminal siente la destruccin de su propia vida (alsufrir el castigo) o se reconoce como destruido (en la mala conciencia), comienza elefecto de su destino, y este sentimiento de la vida destruida tiene que transformarse enun anhelo por lo perdido. Lo que se siente como carencia (la vida destruida del otro), sereconoce como una parte de si mismo, como aquello que debiera haber estado en l y noest. Este hueco no es un no-ser, sino la vida reconocida y sentida como lo que no est"(Hegel, 1978, 323). Al cometer un crimen y privar al otro de su vida se produce uncambio imprevisto en el autor del crimen. Ms all de la razn por la que quisiera matar(robo o poltica) descubre que lo hecho le afecta y le altera en lo ms ntimo: en sumodo de vivir. Al quitar una vida se ha quitado la vida y la vida que le queda siente laprdida del otro como una carencia propia, por eso anhela esa vida perdida. La desea.Desea que estuviera ah y que ojal aquello no hubiera ocurrido.

    El paralelismo con la reaccin del Raskolnikof en Crimen y Castigo deDostoieuski es evidente. "Si mat, no fue para ayudar a mi madre. Tonteras! Si matno fue con el fin de agenciarme dinero y poder para convertirme en benefactor de lahumanidad. Yo mat sencillamente, mate para m, para mi solo...necesitaba saber, y loantes posible, si era yo un piojo como los dems o era una persona. Si sera capaz detrasponer el lmite o no sera capaz". Mata para demostrarse que l pertenece al grupode seres elegidos, como Napolen o Csar, que pueden matar en nombre de una idea ode un ideal superior, y sentirse a gusto. Pero no lo consigue. Tras el asesinato de la viejausurera se da cuenta de que no puede seguir adelante. Reconoce que su destino est

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  • 5ligado al de la vida arrebatada. En lugar de marcar el destino de los dems, siente que elsuyo depende de la vida asesinada.

    Vemos pues que la culpa afecta al sujeto del dao en un doble sentido: en primerlugar, propicia un cambio cualitativo en el ofensor que queda debilitado, alterado, igualque un corazn que ha sufrido un infarto. Ese debilitamiento afecta a la autonoma quela Ilustracin ha reconocido al sujeto racional y que le habilitaba para construir la ticay la poltica desde s mismo. La culpa le obliga a ponerse bajo la autoridad de lavctima: supeditacin del verdugo a la vctima en el sentido de que el crimen en lugar dedemostrar la superioridad del verdugo sobre su vctima lo que consigue es revelar alverdugo que su proyecto de vida est a expensas del crimen cometido y de la vctimadel crimen. El segundo cambio propiciado por la culpa en el ofensor se refiere a laresponsabilidad por la culpa. El ofensor tiene que cargar con todas las consecuenciasestn o no recogidas en el cdigo penal.

    3. Hay una relacin entre culpa y vctima, entre conciencia de culpa yvisibilizacin de la vctima. Si las vctimas, en efecto, no fueran visibles, es decir, nocomparecieran con su demanda de justicia, podramos pensar que con cumplir la penaestaba el crimen saldado.

    La verdad es que durante mucho tiempo las vctimas han sido invisibles y no porellas sino por polticas de la memoria. Pero las vctimas estaban ah y era visibles a losverdugos, como el espectro de Banquo en Mcbeth. Gracias a esas polticas de lamemoria hemos podido contar la historia a nuestra guisa. Todo ese montaje se vieneabajo tan pronto como las vctimas se hacen presente. Como bien reconoce un Macbethasustado: "si los osarios y las sepulturas nos devolvieses los muertos, nuestros monumentosseran festines de buitres", es decir, si los muertos se hacen presentes, adis con nuestrarepresentacin del pasado. En lugar del cartn piedra de nuestros monumentos, aparecera laculpa y el destino, esto es, el reconocimiento del dao causado a inocentes y la supeditacin denuestro proyecto vital a la vida arrebatada.

    Esta forma de entender la justicia queda reforzada si consideramos la forma en que lasvctimas se han hecho visibles. Rastreando la literatura sobre este particular, podemossentar la tesis de que la visibilizacin de las vctimas tiene que ver con Auschwitz, estoes, con la reflexin que se ha llevado a cabo desde el final de la II Guerra Mundial hastahoy sobre la significacin del holocausto judo3.

    Si Auschwitz es capaz de asumir ese valor simblico respeto a todas lasvictimas, no es porque las vctimas judas sea de primera y las dems de segunda, sinoporque es un acontecimiento singular y, al tiempo, ejemplar. Fue como un laboratoriodel mal donde se pusieron de manifiesto mecanismo ancestrales pero bien disimuladoscon los que se ha construido la historia que conocemos.

    3 Ver Vergs, F., 2010, La memoria encadenada. Cuestiones sobre la esclavitud, Anthropos, Barcelona,y las colaboraciones de Jean Amry, Claude Lanzmann etc en Les Temps Modernes, nr 635-636

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  • 6En qu consiste la singularidad? Es una quaestio disputata: Yo me quedo conla explicacin que da un eminente historiador judo francs, Vidal Naquet, cuando diceque el Holocausto fue un proyecto de olvido: nada deba quedar. Nada fsico debaquedar del pueblo judo para que la humanidad sin rastros fsicos olvidara lo quesignificaba culturalmente, es decir, olvidara la humanidad, la aportacin de este puebloa la civilizacin mundial. Un proyecto de olvido, por eso los cuerpos tenan que serdestruidos, quemados, los huesos triturados y las cenizas aventadas. Sin rastros fsicos,pensaban ellos, desaparecera su significacin metafsica. Este proyecto de olvido era undesafo a la memoria, de ah que no podamos ahora hablar de Auschwitz sin referirnos asu memoria. Lo que le hizo nico no fue que hubiera ms muertos, ni fueran msimportantes, sino porque era un proyecto radical y consecuente de olvido.

    Para llevar adelante este propsito no bastaba la decisin del verdugo. Haba quecontar con una meditada estrategia que inclua, en primer lugar, a la vctima, no en elsentido de que se sumara voluntariamente a la poltica de exterminio, sinointeriorizando que se lo mereca. Esa induccin es lo que pretenda la organizacinconcentracionaria (por ejemplo, mediante el uso del lenguaje: los cadveres eranleos, trapos, no cadveres; bichos, no personas); minar la autoridad moral de lavctima, hacindole parecer igual que el verdugo, por ejemplo, la confraternizacin de laignominia en aquel partido de ftbol entre oficiales nazis y Sonderkommandos. Levicapta lo que ah se juega al poner en boca de los verdugos estas palabras: "os hemos,abrazado, corrompido, arrastrado al polvo como nosotros. Tambin vosotros, comonosotros y como Can, habis matado a vuestro hermano. Venid, podemos jugarjuntos"(Levi 1989, 46). Los nazis saban cmo romper la resistencia moral de lavctimas. Elie Wiesel dej testimonio de ello cuando escribi que "los santos son losque mueren antes del final". Hay un lmite de tormento a partir del cual no hay santidad,dignidad o heroicidad posible. Y ese lmite fue sistemticamente superado en loscampos de exterminio.

    Haba, en segundo lugar, que tomar la iniciativa en la construccin de undiscurso explicativo; iniciativa, por tanto, en la batalla hermenutica. Tenemos que teneren cuenta que en todo crimen hay dos muertes: la fsica y la hermenutica. El asesino noslo mata sino que lucha por invisibilizar el crimen y, para lograrlo, nada ten eficazcomo privarle de significacin, es decir, presentarle como in-significante. A ello serefiere Walter Benjamin, al final de su Tesis Sexta: El don de encender en lo pasado lachispa de la esperanza slo le es dado al historiador perfectamente convencido de queni siquiera los muertos estarn seguros si el enemigo vence . Y ese enemigo no hacesado de vencer. Hay que conseguir que el asesinato no provoque emocin alguna,que se vea con absoluta naturalidad, que se pase de largo. Ese es el resultado de labatalla hermenutica que siempre da el autor de la muerte fsica. Ese ocultamiento de lasignificacin moral y poltica del crimen es la prueba de que el enemigo anda suelto. Elhistoriador formado en la escuela benjaminiana tiene que saberlo y estar preparado parahacerle frente.

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  • 7El hitlerismo ha mimado esta tarea. Ha sabido poner al servicio de lainvisibilizacin del genocidio judo los viejos mecanismos que la cultura occidental hamanejado para invisibilizar la violencia antisemita y los genocidios anteriores. Si no loconsigui del todo fue porque Hitler fue vencido, pero su batalla no ha sido en vano.Todava hoy vemos que sigue venciendo en los negacionistas y en cuntos hacenmemoria de ese pasado en un sentido histrico pero no moral4.

    La batalla hermenutica no es un invento nazi. Lo que en Auschwitz se pone demanifiesto es que el criminal tiene que actuar as. Ese es su valor ejemplar. Y que si nolo hemos descubierto antes ha sido por una constelacin de complicidades empeadasen disimular su importancia.

    Entre estas complicidades figura, en primer lugar, el sentimiento antisemita, tanexpandido en aquella Europa. Hitler poda contar con ellos. Tambin poda echar manodel prestigio del progreso, la gran palanca de la historia como nos explica Hegel. Elprogreso est engrasado con violencia y Hegel lo sabe. Su instinto filosfico le lleva, enun primer momento que le honra, a asombrarse por la brutalidad con la que el serhumano construya la historia: an cuando consideremos la historia como el ara ante elcual han sido sacrificadas la dicha de los pueblos, la sabidura de los Estados y la virtudde los individuos, siempre surge al pensamiento necesariamente la pregunta: a quien , aqu fin ltimo ha sido ofrecido este enorme sacrificio?5. La historia se ha construidosacrificando la dicha de los pueblos, la sabidura poltica y la virtud de los ciudadanos.Pero el asombro humanitario le dura dos pginas porque enseguida zanja el asunto: lasvctimas son el precio del progreso y como este es indiscutible, las vctimas son in-significantes. Qu le vamos a hacer!. La marcha del progreso aplasta a su pasomuchas flores inocentes"6. El precio del progreso no es barato pues consiste ensacrificar la dicha, la sabidura y la virtud. Bueno pues el hitlerismo reclama el beneficiodel progreso -de la violencia del progreso-porque el hitlerismo es progreso y no unaantigualla primitiva. Los nazis se presentaban como la vanguardia de su generacin.Nada, pues, excepcional en su violencia.

    Auschwitz, sin embargo, nos hace ver que progreso y barbarie pueden ir juntos.Y que lo que hay tras la invocacin del progreso es la invisibilizacin de las vctimasdel nazismo.

    4 Podramos decir que en Espaa el xito de esa batalla hermenutica es detectable en el TribunalSupremo que condena al juez-Baltasar Garzn- que quiere procesar al franquismo.

    5 Hegel, 1970, Werke II, 35 (traduccin de Jos Gaos en Hegel, 2005, Lecciones sobre filosofia de lahistoria universal, Alianza, Madrid, 144

    6 Hegel, 2005, Lecciones sobre la Filosofia de la Historia Universal (traduccin de Jos Gaos), Tecnos,Madrid, 168

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  • 84. Si Auschwitz es un proyecto de olvido es, por eso mismo, una cita de lamemoria. En la batalla hermenutica que acompaa al crimen contra la humanidadaparece la memoria de las vctimas como la estrategia alternativa al proyecto de olvidoque pretendan los nazis.

    Reconozcamos que esa estrategia es sorprendente. Cuando los campos fueronliberados, surgi el grito ahogado de los supervivientes: "nunca ms". No aoraban losviejos buenos tiempos, ni soaban con un mundo mejor, sino que lo vivido no volviera."Nunca ms". Y el re-medio para ese fin era la memoria de la barbarie, es decir, laexperiencia recibida. Ah nace el deber de memoria. Es una propuesta endeble, inclusopoco lgica. Los Aliados y los dirigentes judos no queran saber de ello. Pensaban enotros instrumentos para evitar la repeticin de la historia: el plan Marshall, unaconstitucin democrtica para Alemania, ms educacin... En cualquier caso, no mirarhacia atrs sino adelante. Entonces, por qu las vctimas recurren a la memoria? porqu fiarse tanto de la memoria y darle ese protagonismo, esa responsabilidad?. Pues poralgo que ellos saben muy bien: han vivido lo inimaginable, lo impensable (esaproduccin industrial de la muerte). Ahora bien, cuando lo impensable ocurre, seconvierte en lo que da que pensar. Este es el nervio de la memoria que no consiste enacordarse de lo mal que lo pasaron los judos, sino reconocer los lmites delconocimiento, es decir, que lo impensable ocurri, de ah que a la hora de pensar lofundamental para la convivencia (la tica, la poltica, la esttica), tengamos queremitirnos a lo que tuvo lugar y, sin embargo, escap al conocimiento.

    Quien atrapa lo que ocurri es la memoria y se lo entrega al conocimiento paraque se constituya sobre ello, para que reflexione sobre ello. Esto tiene importancia parala violencia: quien quiera combatirla no debe fiarse del todo a la razn, a la Ilustracin,sino que hay que ser realista y reconocer que hay violencias que se ocultan a la razn;ms an, a veces la razn es violenta. Goya deca que " los sueos de la razn producenmonstruos". Lo podemos interpretar en el sentido de que los monstruos aparecen cuandola razn duerme, pero tambin cuando la razn suea. Levinas llega a decir que lafilosofa occidental es una ideologa de la guerra.

    Lo que es importante sealar es que Auschwitz no slo rescata la significacinde las vctimas sino que, al mismo tiempo, propone un mtodo de construccin justa dela historia. Es el "nunca ms". Veamos cmo. Cuando los supervivientes son liberadosexpresan con un grito el significado de lo que han vivido. Ha sido tan extrema laexperiencia del campo que la humanidad no puede permitirse algo parecido. Eso nodebe volver a ocurrir. No salen acariciando la utopa de un futuro feliz, ni aorando losbuenos viejos tiempos, sino obsesionados con que la historia pueda repetirse. Y, paralograrlo, no les basta la razn ilustrada. Se fan de su propia experiencia, de tenersiempre presente lo vivido. Para que no se repita lo que nunca debi suceder, se deberecordar lo que sin embargo sucedi. Memoria de lo que nunca debi suceder yconstruccin del futuro sobre lo que s ha sucedido.

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  • 9El deber de memoria es un imperativo epistmico, exigido no por los dioses, nisiquiera por la razn, como el imperativo categrico kantiano. El deber de memoria esprevio a la racionalidad, es su a priori. Cuando decimos, en efecto, que Auschwitz eslo que nos da que pensar significa que fue impensado, es decir, que escap y escapa alconocimiento. Cuando el conocimiento echa mano de sus registros interpretativos y desus saberes adquiridos, resulta que no consigue explicar lo que el presente lleva consigo.Tampoco es capaz de explicar post festum lo que ocurri. No consigue ofrecer unaetiologa que explique lo que ocurri, a pesar de que algunas mentes privilegiadasadelantaron mucho lo que luego sobrevino. Pero lo impensado e impensable ocurri ycuando ocurre lo impensado, lo ocurrido se convierte en lo que da que pensar. La razntiene sus lmites y, lo que es peor, puede ser cmplice de la barbarie. Los sueos de larazn, efectivamente, han producido monstruos. Por eso la memoria de lo ocurrido debede servir de pauta al conocimiento racional. Esa es la leccin de Auschwitz.Detengmonos aqu.

    El deber de memoria se inscribe en nuestro modo de pensar una vez que hemostomado conciencia de los lmites del conocimiento y de su correspondiente pretensinde invisibilizar el sufrimiento. La memoria, al retrotraernos a lo que da que pensar, seaproxima a la figura del "acontecimiento" en la filosofa de Alain Badiou. Hayacontecimientos, dice este autor, tan cargados de significacin que no encajan enesquemas interpretativos previos sino que se convierten en lo que da que pensar.Imaginemos la Revolucin Francesa o , en otro orden de cosas, el envo de la bombaatmica sobre Hiroshima. Se puede decir que esos acontecimientos nacen innombrados.No hay esquema filosfico ni lingsticos en el que encajen sino que ellos mismosprovocan el quehacer filosfico. "Es la dimensin excesiva del acontecimiento y la tareaque el mismo propone a la poltica, lo que condicionan la filosofa", es decir, lo queobliga a pensar7. Este exceso se produce en acontecimientos histricos o incluso enexpresiones artsticas que nacen sin un lenguaje de acogida sino que obligan a crearlo.

    Hay un texto de Levi muy elocuente: el acontecimiento, dice, es algo quetrasciende la verdad y no slo porque es inefable (inexpresable), o porque no esreducible a trminos lgico-racionales. Hay algo ms: el acontecimiento es, desde undeterminado punto de vista, perfectamente inconmensurable. Es algo que no seidentifica con la idea de verdad, al menos en la versin racionalista con la que laexpresamos. " (Levi, 2010, xxiii). Distingue entre hechos, que pueden ser conocidos, yacontecimientos, que escapan al conocimiento. La memoria se refiere a la actualizacinde estos ltimos. Levi confirma a su manera la distincin benjaminiana entreErkenntnis y Wahrheit. Propio del conocimiento es el juicio o la intencionalidad, es

    7 Badiou, A., 1989, Manifeste pour la philosophie , Seuil, Paris, 66 .Valga la idea que tiene Badiou delacontecimiento aunque sorprende que lo ejemplifique con la revolucin de Jomeini. No parece que elentusiasmo que suscit el lder religioso iran en la izquierda francesa haya sido confirmado con loshechos. Al fin y al cabo lo que ha tenido lugar no ha sido ningn "acontecimiento" sino, en el mejor delos casos, una repeticin de lo mismo.

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    decir, la luz que proyecta el sujeto sobre el objeto. Las cosas son vistas con la misma luzque proyecta el sujeto. Se conoce conforme al modo de ser del sujeto cognoscente. Laverdad por su parte es revelacin, la presencia de lo ocultado. No es lo que nosotroshacemos presente sino lo que se os hace presente. Esa presencia tiene una dobleexigencia: nos invita a la acogida de algo que se nos da, de ah el conocimiento comoagradecimiento y se nos presenta como lo que da que pensar. Auschwitz es lo que daque pensar i.e. obliga a repensar todo a la luz de la experiencia de la barbarie con unadoble finalidad que se complementa: hacer justicia al pasado y evitar su repeticin. Sloevitaremos la repeticin de la barbarie si hacemos frente a los daos causados por lainjusticia pasada8. En uno y otro caso -en evitar la repeticin y en hacer justicia- loinadmisible es que la felicidad de unos (ayer, los nazis; hoy, nosotros) sea al precio dela infelicidad de otros (ayer, los judos; hoy, las vctimas de la violencia).

    Pues bien, como el deber de memoria se inscribe en nuestro modo de pensar, hayque concluir que eso vale a la hora de interpretar lo que ocurri en Auschwitz y lo queocurre en muchos otros acontecimientos. Nuestra generacin est marcada de por vidapor este descubrimiento que Tadeusz Borowski tan bien expresa: "no hay belleza si estbasada en el sufrimiento humano. No puede haber verdad que silencie el dolor ajeno.No puede llamarse bondad a lo que permite que otros sientan dolor" (Borowski, T., 2004,59). No podemos pensar, a partir de ahora, sin tener en cuenta la memoria, el deber dememoria, o, mejor, la aparicin de un Nuevo Imperativo Categrico, que consiste enrepensar todo a la luz de la barbarie o, mejor, desde la oscuridad de la barbarie.

    Aclaremos, por tanto, que memoria no es un recuerdo benevolente o compasivocon lo que les pas a los judos en los campos de exterminio. Es mucho ms que eso. Espensar y construir nuestro tiempo con una lgica distinta a aquella que llev a labarbarie.

    5. Adorno formula ese Nuevo Imperativo Categrico as: Hitler ha impuesto alos seres humanos en su estado de ausencia de libertad un nuevo imperativo categrico:orientar su pensamiento y su accin de modo que Auschwitz no se repita, que no vuela aocurrir nada semejante". Se trata, pues, de repensar los campos de la razn terica yprctica desde la experiencia de la barbarie.

    Esa perspectiva cambia, en primer lugar, la idea de razn. Como ya hemos visto,pasamos de una razn en la que la memoria es a posteriori9 a otra en la que es a priorien el sentido de que ella trae al presente lo impensado que da que pensar.

    8 Nada tiene que ver este deber de memoria con las polticas de la memoria del vencedor que obliga acultivar la propia mientras persigue la de los vencidos, como ocurri con el franquismo. El deber dememoria se refiere a la memoria de las vctimas.

    9 En Platn la memoria es un apriori del conocimiento. En el Menon hay tres tanteos interpretativos deesta tesis: desde decir que el alma inmortal lo sabe todo en su existencia mtica, hasta que donde esttodo sabido es en el lenguaje. En un caso y en otro el conocimiento humano es reconocimiento. Elexperimento con el esclavo es significativo. Scrates quiere demostrar su teora de la memoria

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    En segundo lugar, la idea de realidad que solemos confundir con facticidad peroque no puede ser as. La realidad, en efecto, son los hechos, por supuesto, pero tambinlos no-hechos. Lo que pudo ser y no consigui llegar a ser, eso tambin forma parte dela realidad. Esto tiene su importancia para el conocimiento porque si ste pretendeconocer la realidad tendr que hacerse cargo tambin de los vencidos de la historia, delo que fracas, de los sueos dormidos en los escombros de la historia. No es lo mismoconocer los hechos que los no-hechos10. De los hechos se encarga el conocimientocientfico que analiza e interpreta lo que hay; los no-hechos se nos revelan, salen alencuentro, nos asaltan. El arte sabe mucho de esta forma de conocimiento. Pensemos enChillida. Los vacos o huecos de sus grandes esculturas son como las ausencias de losno-hechos que se hacen presentes en la obra, formando parte del volumen artstico.Esos vacos materialmente son nada pero en la obra se convierten en un potenterevulsivo capaz de traer mundos extraos a la obra y de alterar con su nadera lacontundencia de los materiales usados (hierro forjado u hormign). Observamos, enefecto, cmo los hierros acusan esa presencia retorcindose o quebrndose,determinando as el presente y lo presente.

    Tambin altera, en tercer lugar, el planteamiento moral. Auschwitz debe serrecordado moralmente y no slo histricamente. La modernidad ha construido unafilosofa moral basada en la autonoma del sujeto, de ah la importancia de la buenaconciencia o de la dignidad. Para Kant lo grande de la humanidad consiste en sersiempre un fin y nunca un medio. Eso le da una dignidad incomparable porque elreconocimiento de mi dignidad me lleva a reconocerla en los dems, en reconocerlossujetos de un reino de fines. Tenemos que revisar ese planteamiento porque enAuschwitz no hubo dignidad, ni lugar para la buena conciencia. Levi nos recuerdan quese salvaron los peores. Fueron unos inmorales?. Como no podemos permitirnos esejuicios, tenemos que hacer un doble movimiento: suspender, en primer lugar, el juiciomoral sobre lo que ocurri dentro del campo y ser muy prudentes sobre "la zona gris",es decir, sobre la participacin material de los propios deportados en la consumacin delcrimen. No tenemos autoridad sobre ello. Y, en segundo lugar, a replantearnos el

    preguntando al esclavo. Mediante sabias preguntas el indocumentado esclavo acabar demostrandoque es un figura en matemticas.

    Digo que este caso la memoria es un a posteriori del conocimiento porque el conocimiento yaha tenido lugar y lo que hace la memoria es reconocerlo. Ese reconocimiento gracias a la memoria no esmera repeticin de lo ya sabido, sino que es una autntica creacin. Es el paso de un conocimientorecibido ("doxa") a otro, razonado ("episteme"). El puente es la memoria que est compuesta no depiedras sino de preguntas que despiertan o sacan a la luz las razones profundas que sustentan a lasopiniones (Lled, E., 1984, E. La memoria del logos, Taurus, Madrid, 197-201

    10 Dice Aristteles que "no hay ciencia de lo accidental" y mucho menos del no ser queen menos ser que el accidente (Aristteles, 1980, Metafsica, Austral, Madrid, 128-9

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    sentido moral, a nosotros , los que estamos fuera del campo. La nica tica posibleconsiste en responder a la pregunta que nos hace Levi con la pregunta que da ttulo a sulibro de memorias: "si esto es un hombre". En el Lager muere la tica de la dignidad ode la buena conciencia y nace la tica de la alteridad o de la responsabilidad. Ser buenoes hacerse cargo del otro, de la inhumanidad del otro. Nos podemos preguntar qudiferencia hay entre, por un lado, el imperativo kantiano que nos manda considerar alotro como fin y nunca como medio y, por otro, hacernos cargo de la inhumanidad delotro. Hay una diferencia pues en el primer caso es nuestra conciencia la que decidesobre lo bueno y lo malo al ser ella la que sentencia si lo que es bueno para nosotros esbueno para los dems, mientras que en el segundo caso la iniciativa est en el otro quenos interpela.

    El Nuevo Imperativo Categrico obliga, en cuarto lugar, a repensar cmo seconstruye la historia, es decir, el lugar de la violencia en la poltica. Auschwitz, que nosla representamos como la personificacin de la barbarie, no es, sin embargo, la negacindel progreso. Esto conviene tenerlo en cuenta porque domina en el hombre moderno laidea de que el progreso supone alejamiento de la barbarie de suerte que podemosidentificar civilidad o incluso moralidad o humanidad con progreso. Pues bien,Auschwitz desmiente ese supuesto y demuestra que el nazi poda tocar el piano por lanoche, leer poesa por la maana y torturar a medioda11. Benjamin seala en su TesisVIII esa afinidad entre progreso y fascismo. El fascismo es un artefacto moderno porquefunciona con las reglas del progreso: hace avanzar la historia, crea riquezas, multiplicael poder, desarrolla la ciencia, resuelve problemas enquistados..

    El progreso puede ser catastrfico. Auschwitz y el progreso coinciden en algotan definitivo como recurrir a las vctimas para construir la historia, en elsobreentendido de que alcanzar objetivos conlleva costes humanos y sociales. Esposible que los nazis lo hicieran apticamente y el poltico democrtico lo acepte conpesar, pero ni uno ni abandonarn sus proyecto por el mero hecho de que cuestevctimas. De ah la vecindad entre barbarie y progreso.

    Es cierto que el fascismo no agota todas las posibilidades del progreso. No setrata por tanto de demonizarle. Puede ser de otra manera si se decide a repensarcrticamente la relacin entre poltica y violencia; ms precisamente, la relacin entrepoltica democrtica y violencia. Adorno da una pista cuando dice que no es lo mismocolocar a la humanidad como el objetivo del progreso que al progreso como objetivo dela humanidad (Adorno, 1969, 31). En este segundo caso, las vctimas estn servidas silo pide el progreso. Slo en el supuesto de que el progreso fuera un medio al servicio dela humanizacin del mundo, podramos pensar en una lgica poltica que cuestionarasubstantivamente la violencia.

    11 G. Steiner se preguntaba precisamente "cmo tocar a Schubert por la noche, leer a Rilke por la maanay torturar a medioda?" en G. Steiner, 2000, Entretiens, 68, Editions du Flin, Paris, 68

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    Ahora bien qu significa polticamente colocar a la humanidad como objetivodel progreso? Quiz no haya mejor respuesta a esta pregunta que entender la humanidadcomo justicia. Es lo que , segn Freud y Tugendhat12, diferencia al ser humano delanimal. Si lo propio de la animalidad es el poder, el dominio del ms fuerte sobre elresto, lo caracterstica de la humanidad sera el "entre todos", "por igual". La justiciasera, segn Freud, lo propio de la humanidad. Se tratara entonces de recolocar lapoltica en clave de justicia.

    Pero para proseguir en este camino es obligado no perder de vista el contextoanamntico en el que nos encontramos. Pensar anamnticamente la justicia escomprenderla negativamente, esto es, como respuesta a la injusticia o injusticias que secometen sobre aquellos seres humanos sacrificados por la razn que sea. Estamos portanto abocados a una justicia que arranque de la memoria de la injusticia.

    6. Cmo se articula esa justicia negativa? Como respuesta a los daos que hansufrido las vctimas. Los daos son las preguntas y su objetivo construir una historia sinviolencia, lo que slo es posible si interrumpimos la lgica con la que se ha construidola historia. Hacer justicia a las vctimas es como desarmar la historia, es decir,desactivar los mecanismos que slo funcionando con el combustible del dao.

    Y es aqu, precisamente aqu, donde resulta capital el planteamiento de KarlJaspers. Lo que este autor vi con claridad es que el nuevo orden supona, por supuesto,un cambio de lgica. No se refera slo al cambio externo que tanto preocup a losPases Aliados vencedores (un cambio econmico con el Plan Marshall; un cambiopoltico, imponiendo a Alemania una nueva Ley Fundamental etc), sino tambin al"cambio interior" que conllevaba la elaboracin de la culpa en todas sus dimensiones ypor todos los afectados. Ni impunidad, ni contador a cero, por eso, si hablamos de unnuevo orden justo, hay que referirse al delito y a la culpa.

    La justicia referida al delito se consigue restituyendo la autoridad de la leyviolada y ese es el objetivo del castigo. Pero cmo se expresa la justicia en relacin a laculpa?. El nico camino es rastrear los daos materiales que causa el crimen y que setraducen en culpa.

    6.1. Ese desglose es importante puesto que nos permite tomar conciencia de lacomplejidad de una violencia que no mata por matar, para comer, por odio, porvenganza o porque est en guerra. Utiliza, ms bien, lo ms serio de la creacin, la vidahumana del otro, como un medio -como un "argumento"- al servicio de unos finespolticos, declarados por el actor de la violencia superiores a la existencia humana.Tambin nos debe permitir detectar las diferencias entre diferentes violencias polticas,por ejemplo, la nazi y la etarra. Ahora bien, pese a su incomparable diferencia, hay unpunto en comn que da idea de la trascendencia de la violencia poltica: se utiliza la

    12 Me permito remitir aqu a Reyes Mate, 2011, Tratado de la injusticia, Anthropos, Barcelona, 72

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    vida humana como medio para conseguir objetivos polticos. El terrorismo degrada alser humano, entronizando en su lugar ideas o ideales indiscutibles y tan superiores quepor ellos matan. La raza aria o el pueblo vasco emergen como el valor mximodestinado a destronar la humanizacin del mundo.

    Hay al menos tres tipos de daos: unos son personales; la violencia mata,amenaza, extorsiona, mutila a personas concretas. Son daos que afectan a personas,incluyendo en ello la victimacin de sus prximos, que piden justicia. Pero hay tambindaos polticos: la negacin de la ciudadana de la vctima. La bala que mata lleva unmensaje dirigido a la vctima: tu ests de ms en la sociedad por la que nosotrosmatamos. Y hay, en tercer lugar, daos sociales. En este caso la vctima es la sociedadque sufre los daos producidos por la violencia. Qu daos? la fractura y elempobrecimiento de la sociedad. La sociedad queda, en efecto, dividida entre quienesvaloran positivamente el asesinato y quienes le condenan; entre quienes le festejan y lelloran. Y, adems de dividida, empobrecida Se ha privado, en efecto, de hombresbuenos y justos, y se ha privado de lo mejor de los hombres malos porque han pasado aser delincuentes; se ha privado de los que han emprendido el camino del exilio exterioro interior, un dato este del exilio a tener en cuenta cuando se hable de acercamiento delos presos13

    Notemos que los sujetos del dao, aunque diferentes -es un caso son personas yen el otro, la sociedad- estn relacionados. Sin la vctima personal no habra vctimasocial, pero son diferentes de suerte que cuando hablemos de vctimas no tenemos quepensar slo en lo que habitualmente pensamos sino tambin en la sociedad como sujetodaado que pide justicia. Cada sujeto plantea exigencias de justicia propias: laspersonas, reparacin de lo reparable y memoria de lo irreparable; la sociedad, que sesuture la fractura y que se recupere lo perdido.

    Hay que resear finalmente el dao que la violencia poltica opera en el propioagente ofensor. Es Primo Levi quien dice que" destruir al hombre es difcil, casi tantocomo crearlo". No es fcil ni breve. El hombre est hecho para vivir. Para llegar a laconclusin de que el otro tiene que morir, hay que andar un largo camino o, mejor, hayque desandar y renunciar a valores y conquistas humanitarias que han costado mucho.Detrs de cada crimen hay una larga marcha atrs hacia la deshumanizacin. "Matar aun hombre es matar a un ser humano y no defender una doctrina" deca el humanista

    13 Cmo se acerca al exiliado? No hay mejor antdoto contra el patrioterismo, el abertzalismo, que lafigura del exiliado, es decir, la experiencia de quien es expulsado de una patria que confunde ciudadanacon valores inanimados como ser de la misma sangre, de la misma etnia o de la misma tierra y vuelve a sutierra consciente de que, aunque uno tenga su casa, es mucho ms que su casa. El exiliado sabe que unotiene su casa, es decir, nace en el seno de una comunidad que tiene una lengua y unas tradiciones y unosgustos muy determinados y determinantes; pero esa misma persona, enraizada en un tiempo y lugar, hahecho la experiencia de que uno es ms que su casa pues puede aprender otras lenguas, transterrarse ycambiar de costumbres o de religin. La experiencia del exiliado pone al descubierto los lmites delnacionalismo.

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    Castelio al tirano Calvino. Y no se mata impunemente a un ser humano porque esmucho lo que muere cuando se mata. Si algo revela el estudio del proyecto nazi deexterminio de judos, gitanos u homosexuales, es que la deshumanizacin alcanza al quetoma la decisin de matar y al que interviene en cualquiera de los momentos de suejecucin. Ese aspecto lo recoge bien el escritor Jorge Luis Borges en su relatoDeutsches Requiem. Aquel oficial nazi que va a ser ajusticiado reconoce que matabainocentes para matar la compasin que a veces renaca en l. La compasin, l no podapermitrsela. El precio del asesinato es la propia deshumanizacin. Este dao que elterror provoca en sus responsables no se borra ni con el abandono de las armas nisiquiera con el cumplimiento de la pena que el derecho penal prev para el delincuente.

    Todos estos daos -a la vctima, a la sociedad, a s mismo- sobreviven al adios alas armas y estn y siguen ah mientras no sean elaborados uno a uno. En El Proceso deKafka se cuenta la condena de un inocente, Josef K . Cuando le ejecutan, comentan susasesinos que muri "como un perro". Pero no era un perro porque su muerteignominiosa, se apresura a escribir el narrador, "fue como si la vergenza le hubierasobrevivido". La sangre del inocente persigue a sus asesinos llenndolos de vergenza,pero tambin a nosotros si no vemos en el asesinado a una vctima que pide justicia.

    6.2. Quien piense que la vida humana o su muerte no pueden ser medios oinstrumentos polticos, tiene que enfrentarse a esos daos en clave de justicia: i.e. tieneque reconocer que son daos injustos, inmerecidos. Son injusticias.

    Y la pregunta es cmo hacerles justicia?. Digamos que a los daos personalesmediante la reparacin de lo reparable y memoria de lo irreparable; a los daospolticos via reconocimiento del carcter ciudadano de las vctimas; a los daossociales cmo se hace justicia a una sociedad dividida y empobrecida por la violencia?

    El trmino reparacin implica el reconocimiento de daos infligidos a lasvctimas directas y a su entorno. Plantearse la reparacin significa hacer cargopersonalmente de esos daos (y no remitir la reparacin al Estado, como si no fuera conuno. Por supuesto que el Estado tiene un responsabilidad subsidiaria). Pero hay ms. Lamayora de los daos personales son irreparables. Podemos hablar de reparacin enrelacin a un coche, una casa, un trabajo, unos estudios, pero cmo reparar una vidaquitada, una pierna amputada, la angustia vivida, los sufrimientos de un secuestro o deuna simple amenaza?. Hay daos irreparable y esos no pueden ir al bal de los olvidos.Quien tiene que hacer memoria de estos daos irreparables es, en primer lugar, elvictimario, pero tambin la sociedad en su conjunto. Walter Benjamin, sin embargo,privilegia en su Tesis II la memoria de los descendientes de las vctimas, otorgando alos nietos el poder -es verdad que un "dbil" poder mesinico- de hacer justicia a losabuelos. La forma de justicia en esos casos es la memoria de lo irreparable, unamemoria que debe alcanzar a los victimarios y a la sociedad.

    El trmino reconocimiento se refiere a los daos polticos que causa la violencia.La accin terrorista contiene un mensaje para la vctima, a saber, que ella no cuenta paraesa sociedad por la que ellos, los violentos, luchan. Es, de hecho, una negacin de su

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    ciudadana. En la figura de la vctima se pone de manifiesto el carcter excluyente de laideologa del victimario. Hablar de reconocimiento en este contexto quiere decirreconocer su condicin de ciudadanos no slo jurdicamente, que siempre lo sern, sinosocialmente. El barrio y el pueblo tienen que expresar con gestos inequvocos esaciudadana. Y eso significa hacer desaparecer los nombre de los victimarios de calles yplazas porque no se lo merecen. Tambin reconocer la ejemplaridad de las vctimas enun punto: ellos, los hasta ahora tratados como superfluos, representan algo que la nuevasociedad no puede permitirse, a saber, construir una comunidad con exclusiones.

    El trmino reconciliacin apunta a los daos sociales que conlleva la violenciaterrorista. El crimen poltico no slo afecta al otro (al considerado superfluo) sinotambin al nosotros: queda daada la propia sociedad vasca porque el crimen la divide(entre quienes lloran y festejan la muerte) y la empobrece. Esa sociedad, en efecto,queda privada del victimario, que pasa a ser un delincuente (por no hablar de ladeshumanizacin que produce el crimen en quien lo comete), y de la vctima, porrazones obvias; pero tambin de muchos otros ciudadanos que emprenden del caminodel exilio exterior o interior; sin olvidar el fomento en los ms de la indiferencia ante elcrimen, una forma particularmente perversa de la inmoralidad social.

    Se trata pues de recuperar para la sociedad a la vctima y al victimario14. Estepunto debe ser bien entendido: es la sociedad en su conjunto la que, al haber sidodaada en su estructura, exige que hagamos frente a los daos causados por la violenciaterrorista. Son daos o injusticias causados a travs del dao digamos esencial a lavctima, pero son daos a la sociedad que comprometen al conjunto de la sociedad. Esasociedad as maltratada pide que se le haga justicia.

    Es de justicia reparar el dao social. Es, pues, de justicia recuperar para lasociedad a vctimas y victimarios porque su prdida es lo que ha hecho dao a esamisma sociedad.

    Cmo se recupera a la vctima? Hay en ella algo irrecuperable y la nica formade recuperacin es la memoria de lo irrecuperable. Pero, no obstante eso, podemoshacer mucho por su recuperacin. Me refiero a todo lo que cabe en el captulo delreconocimiento al que me he referido anteriormente.

    Cmo se recupera al victimario?. Aqu hay dos estrategias. La primera sigue lasenda del derecho penal que recurre al castigo y al cumplimiento de la pena para lograr

    14 Con este planteamiento nos alejamos de otras teoras de la reconciliacin que son inaceptables seaporque la confunden con "normalizacin", sea porque connota la idea de que vctimas y victimarios conequidistantes de un punto o consenso al que tienen que acercarse al precio de renunciar a algo propio. Noes eso.

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    la reinsercin. La segunda, que consiste en una nueva presencia del victimario en lasociedad, es resultado de "un cambio interior" que se logra si se elabora la culpa.

    Ya hemos visto cmo la culpa es un proceso subjetivo cuyo motor es la propiaconciencia. Lo que hay que precisar, en primer lugar, es que es un proceso que lleva sutiempo. Lady Macbeth se mofa de su hermano cuando a ste le asaltan los primerosremordimientos. Uno se los puede quita de encima con la facilidad con la que uno selimpia las manos. Pero al final de la obra vemos cmo ella, enloquecida por el peso dela culpa, se lava una y mil veces como si sintiera "ahora clavados sus crmenes en susmanos". Lleva su tiempo y tiene sus fases. Uno puede sentirse culpable de infringir laley pero no de la sangre derramada, como le ocurre al protagonista de Crimen y Castigoque se lamentar de "haber matado un principio pero no a una persona". Slo muchoms tarde reconocer que "no mat a la vieja sino a mi mismo". Y, an entonces, leestar vetada "la bendicin " del arrepentimiento

    Fundamental para la elaboracin de la culpa es la presencia de la vctima. Ellatiene el secreto del por qu la accin criminal no fue un acto grandioso, ni un actoheroico, ni la defensa de un ideal, ni un acto de liberacin, sino un acto culpable. Ella,su sufrimiento , es la respuesta a la naturaleza del acto. Bastara mirarse en ella parareconocerlo15.

    El segundo paso de este complejo proceso que arranca con la conciencia deculpa, es el arrepentimiento, es decir, que consiste en desear la vida negada. El criminalha llegado a esa conclusin porque no juzga vlidos los motivos del crimen y, sobretodo, porque ha hecho la experiencia en sus propias carnes que al matar al otro se hadestruido a s mismo. Como dice Raskolnikov a Sonia "a quien mat fue a mi mismoy no a la vieja. De esta manera me mat yo para siempre...".

    Notemos que hay una gran distancia entre reconocer el delito y arrepentirse.Para lo primero basta saber que ha infringido la ley y que es merecedor del corrientecastigo16; para lo segundo hay que adentrarse en el captulo del dao que hace al otro yque se hace as mismo. Ambos estn relacionados. No se trata de dar ms valor a la vidapropia que a la otra, sino de experimentar que la vida propia depende del otro. Si en unmomento pens demostrar la superioridad propia sobre la de la vctima, matando, lo queahora experimenta es la autoridad del otro. La herida que deja el crimen en uno mismoes la subordinacin de la vida propia a la de la vctima.

    15 La culpa puede sobrevivir al cumplimiento de la pena y tambin le puede condicionar. Alguien que sesepa culpable, en el sentido que aqu se dice, est en mejores condiciones para incorporarse a la sociedadque si pasa ms tiempo en prisin: "slo en eso reconoca su delito: en que no lo habasoportado y se haba entregado a la justicia", dice el narrador, 694

    16 En Crimen y Castigo Raskolnikov lo que reconoce es que no puso soportar el peso del crimen. Sereconoce culpable de no haber estado a la altura del ser extraordinario que quera ser

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    El tercer paso consiste en solicitar el perdn de la vctima que podra liberarle dela culpa. El perdn es gratuito, aunque no gratis. Es gratuito porque nadie puede obligara la vctima a concederle. El perdn es siempre un don, lo que no quiere decir que seaarbitrario, como dice Robert Antelme, un superviviente de los campos nazis y autor delimprescindible relato titulado La especie humana. Lo que la vctima no puede hacer,dice, es invocar la venganza para denegar el perdn. Lo inaceptable de la venganza,sigue diciendo, es confundir al criminal con el crimen, es decir, identificar de tal maneraal autor del crimen con su accin criminal que le neguemos la posibilidad de hacer otrasacciones buenas o de arrepentirse. El victimario que se sabe culpable es otra cosa que suaccin criminal. Gratuito, por tanto, porque es un don, aunque no puede escudarse en lavenganza para denegarlo porque eso sera rebajarse al nivel del antiguo criminal. Perono es gratis pues exige la conciencia de culpa y el arrepentimiento. El objetivo delperdn es la solicitud de una segunda oportunidad. El ofensor, que se sabe autor de unaaccin perversa pero capaz de otras acciones porque no se identifica totalmente con lohecho, demanda a la vctima la oportunidad de demostrar que puede comportarse de otramanera con ella.

    La reivindicacin del perdn como virtud poltica es un asunto harto polmico.Evoquemos al menos este triple debate. El primero se refiere a la naturaleza del perdn.Para Jacques Derrida "el perdn es de lo imperdonable". Decimos, s, que el perdn esun don, pero es incondicionado o exige ser demandado y que lo haga un sujetoarrepentido?. Derrida lleva tan lejos el carcter de don que slo merece el nombre deperdn el que perdona incondicionalmente17. Si el perdn est supeditado a algunacondicin, entonces ms que perdn hay contrato o, sencillamente, trato. Derrida aceptael perdn condicionado, como el que aqu manejamos, pero como un mal menor. Para ledemocracia en la que l suea -"la democracia por venir"- el perdn incondicionadoser condicin necesaria. Digamos que Derrida en esta arriesgada tesis se aferra alperdn qua don y lo lleva a sus ltimas consecuencias. Gracias a esa radicalidadsabemos hasta dnde puede llegar el perdn, aunque no haya que despreciar el perdncondicionado que, si es perdn, tiene necesariamente un grado irreductible de gratuidad.Nunca el pago en arrepentimiento, por ejemplo, podr satisfacer cumplidamente lo queel perdn tiene de gratuidad. Tiene razn Derrida en salvar la gratuidad del perdn, perono la tiene si piensa que ese punto de gratuidad est ausente en el caso de unarrepentido. El arrepentimiento no es billete para comprar el perdn. Ningnarrepentimiento se lo merece.

    17 Le sicle et le pardon. Entretien de Michen Wieviorka (con Jacques Derrida), en J. Derrida,2000, Foi et savoir, Seuil, 108, 117

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    La segunda reflexin va en direccin opuesta. Me refiero al peligro defrivolizacin cuando se pide perdn para cumplir un requisito burocrtico en vista amejorar la situacin carcelaria personal o, tambin, cuando se utiliza como armapoltica, tal y como ha ocurrido en muchas de las declaraciones surgidas con motivo delabandono de las armas por parte de Eta. El coordinador de Lokarri, organizador de laConferencia de Paz que precedi al alto el fuego, dice, por ejemplo, que "Eta debereconocer el dao causado, pero no pedir perdn". Una parte del clero guipuzcoano debase, afn al nacionalismo, precisa por su parte que "el perdn debe ser mutuo". Y paraacabar de rematar la faena no falta quien, desde el lado opuesto al nacionalismo,ridiculice lo del perdn como si fuera una vulgar "confesin". Esto de Eta, nos dicen, noes como una ria de colegio donde el vencido lo que tiene que decir es "me rindo" ysanseacab. Preguntan desafiantes qu es lo que aporta el perdn al dao causado. Hayque celebrar que Eta llegue a "reconocer el dao causado". Pero eso qu significa?. Eldao causado no es una pupa que se cure con una tirita. Son ms de 800 asesinatos, porno entrar en los amenazados y obligados al exilio exterior o interior. Reconocer el daoes reconocerse culpable de daos inconmensurables, como privar de la vida o de lalibertad a un ser inocente. Si uno es consecuente con ese reconocimiento no puedeevocar la estrategia del ventilador, ni esconderse tras la culpabilidad de los dems. Lasinceridad del reconocimiento de la propia culpa no es negociable.

    Finalmente, la tentacin de las simetras entre sufrimientos y la equidistanciarespecto a todos. Hay que decir de entrada que las vctimas se dan en todos los campos:entre republicanos y entre franquistas. Ha habido vctimas de Eta y del Gal y todasmerecen la misma consideracin. Quien ha entendido a una vctima entiende a todas.No puede ser que cada cual tenga sus vctimas. Quien entienda a las vctimas de Eta,deberan entender las del Gal y las de la Guerra Civil. Pero hay que huir de lassimetras: no todos los sufrimientos son iguales(el de los familiares de presos de Eta y elde los familiares de una vctima de Eta) ni todos los muertos son vctimas. JorgeSemprn cuenta en El largo viaje cmo, al da siguiente de la liberacin del campo deconcentracin de Bchenwald, algunos supervivientes deciden ir a Weimar, lapoblacin cerca y prohibida durante el tiempo de cautiverio. Al llegar andando l sientela necesidad de detenerse y visitar una casa de la entrada. Le recibe una seora, asustadaal ver a su exprisionero con su inconfundible pijama. Semprn pide que le ensee laprimera planta con excelentes vistas. La seora se siente alagada por el buen gusto delvisitante y le muestra con orgullo la sala de estar, tan confortable y apacible. PeroSemprn busca otra cosa: "seora", le dice, "al atardecer, cuando las llamasdesbordaban la chimenea del crematorio vean Vds las llamas?". La mujer alemanadescubre de repente las intenciones del visitante. Se sobresalta, retrocede llena demiedo, y le suelta a bocajarro: "mis dos hijos, mis dos hijos, han muerto en la guerra". Yescribe entonces Semprn algo que no deberemos olvidar: "me echa como pasto loscadveres de sus dos hijos, se protege tras los cuerpos inanimados de sus dos hijosmuertos en la guerra. Intenta hacerme creer que todos los sufrimientos son iguales, quetodas las muertes pesan lo mismo. Al peso de todos mis compaeros muertos, al peso desus cenizas, opone el peso de su propio sufrimiento. Pero no todas las muertes tienen el

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    mismo peso, por supuesto. Ningn cadver del ejrcito alemn pesar jams el peso enhumo de mis compaeros muertos" (Semprn, 2004,158). No todos los sufrimientos soniguales, aunque todos merecen nuestra solidaridad por lo dicho a propsito de la "culpametafsica". Tambin hay que distinguir entre vctimas del terrorismo y muertos oasesinados18. Finalmente hay que tener en cuenta la graduacin en el reconocimiento delas vctimas. Aunque vctimas hay en todos los campos o bandos, hay un tiempo okairos para cada reconocimiento. Digo esto porque en Alemania, por ejemplo, hahabido que esperar ms de medio siglo para poder empezar a hablar de los "alemanescomo vctimas". Sabamos que hubo muchos alemanes que fueron victimizados porsoldados de los ejrcitos aliados. Los relatos sobre violaciones, venganzas, asesinatos,torturas etc del ejrcito sovitico era bien conocidas, pero slo se pudo hablar de elloscuando la opinin pblica alemana haba interiorizado bien que los judos fueronvctimas y que fueron victimizados con la complicidad o la indiferencia de losalemanes. Lo mismo podra decirse a propsito de las vctimas de Eta.

    7. Conclusin

    A ese proceso que desencadena la memoria y que acaba en el perdn19,podramos llamarlo proceso de reconciliacin, si aspiramos a una superacin de lasituacin y, por tanto, a un " nuevo comienzo". El punto de partida es una situacinconflictiva en la que hay vctimas y victimarios que dan seales de querer salir de esasituacin. La vctima expresa esa voluntad hacindose visible y el victimario,abandonando la lucha armada. Lo que procede entonces es elaborar la experienciavivida por una y otra parte. La elaboracin de la vctima conlleva demanda de justicia,que es personal y social, como hemos visto. Hablamos de la justicia debida a personasconcretas, objetos del dao terrorista. Pero tambin hay un dao a la sociedad que clamajusticia.

    El victimario, por su parte, tiene que elaborar la suya a travs de un largoproceso cuyo primer paso es el reconocimiento de la culpa, culpa legal y sobre todomoral porque no slo ha infringido una ley sino que ha hecho dao al otro y a s mismo.

    18 Yoyes, asesinada por Eta, puede ser considerada una vctima del terrorismo?. Fue, desde luego,asesinato, pero no se la debera considerar vctima del terrorismo porque, aunque fuera inocente respectoal dao que se le causa, falta intencionalidad poltica en el crimen, es decir, quien la asesina no ve en ellaa un representante del sistema poltico contra el que lucha Eta (la democracia espaola). Laintencionalidad poltica del crimen es fundamental a la hora de definir el acto terrorista. Ella norepresentaba un sistema alternativo al de los matones. Fue ms bien un ajuste de cuentas.

    19 "El perdn es una forma de curacin de la memoria, la terminacin de su duelo; liberado el peso de ladeuda, la memoria es liberada para los grandes proyectos. El perdn da un futuro a la memoria", P.Ricoeur, 1995, Lo justo, Barcelona, Caparros, 195-6

    Luis Beltran

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    Este doble atentado afecta a su identidad. Si el matar pretendi demostrar lasuperioridad de sus ideas, imponindose al otro hasta matarle, ahora descubre quedepende de l.En ese proceso de elaboracin de la culpa muere un tipo de sujeto y naceotro. Muere el que se pensaba tan superior que se senta justificado para matar. Y naceotro que al asumir su culpa construye su identidad desde la autoridad de la vctima. El"cambio interior" ha tenido lugar y ese sujeto renovado est listo para hacerse presentecon voz propia en la nueva sociedad.

    Podemos pensar entonces en una nueva era poltica que nos convoca a todos: alas vctimas a las que reconocemos su ciudadana y, con ella, el rechazo a una sociedadcon exclusiones; a los victimarios que piden a las vctimas una segunda oportunidadporque reconocen que son ellas la puerta giratoria que da entrada a la ciudad; a todaaquella parte de la sociedad que consinti por activa o por pasiva y que se sabemoralmente culpable.

    Se lo debemos a la nuevas generaciones que nos estn esperando. A las mismasa las que se diriga Manuel Azaa en su discurso del 18 de julio del 1938, pidiendo"paz, piedad, perdn"20. Les/nos peda que optemos por vivir en paz, pero no a cualquierprecio, sino desde la compasin y el perdn. La compasin nos invita a fijarnos en elsufrimiento ajeno ms que en el nuestro. Y tambin habla de perdn porque quienrecurre a la muerte para resolver un conflicto en una sociedad democrtica, siembra elmundo de sufrimiento y queda marcado. Tengamos en cuenta que Azaa reconoce a losmuertos de la Guerra Civil la grandeza de hroes, algo difcil de admitir en el caso delos etarras que practicaban el tiro en la nuca sin exponerse lo ms mnimo. Pues bien,incluso esos, los hroes, son culpable y tienen que pedir perdn.

    Los culpables, cualquiera que sea su origen, andarn errantes hasta que pidan alas vctimas una segunda oportunidad para demostrarlas que pertenecen al mundo de loshumanos. La vctima tiene en sus manos el don de liberarse a s misma y de liberar alotro.

    Bibliografia

    Adorno, Th, 1969 "Fortschritt", en Adoro , Stichworte. Kritische Modell 2, Suhrkamp,Frankfurt, 29-51

    Antelme, R., 2010, Vengeance?, Hermann, Paris

    Borowski, T., 2004, Nuestro hogar es Auschwitz, Alba Editorial,

    20 Deca Azaa: " es obligacin moral sacar de la musa del escarmiento el mayor bien posible. Ycuando la antorcha pase a otras generaciones, piensen en los muertos y escuchen su leccin: esos hombreshan cado por un ideal grandioso y ahora que ya no tienen odio ni rencor, nos envan el mensaje de lapatria que dice a todos sus hijos: paz, piedad, perdn"

    Luis Beltran

    Luis Beltran

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    Derrida, J., 1996, "Le sicle et le pardon", entretien avec Michel Wieviorka, en Derrida, J.,1996, Foi et savoir, Seuil, Paris, 101-133

    Hegel, 1978, Escritos de juventud, FCE, Mxico

    Jaspers, K., 1987, Die Schuldfrage. Von der politischen Haftung Deutschlands , Serie Piper,Mnchen (Karl Jaspers, 1998, El problema de la culpa, Paidos, Barcelona)

    Marx,K-Brauer, B, La cuestin juda. Estudio introductorio de Reyes Mate, Anthropos,Barcelona

    Ricoeur, P., 1995,"Sanction, rhabilitation, pardon", en Ricoeur, P., 1995, Le Juste,Editions Esprit, Paris, 193-209

    Semprn, J., 2004, El largo viaje, Tusquets, Barcelona

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