Y fue en tu mirada donde aterrizaron mis ideas, en tus ojos, tus
pestaas no s cmo describirlas; la verdad no lo s, pues es la
primera vez que me pongo a hablar de ellas. Sin hablar de ti; es
tan duro perder la inocencia cuando describes algo por vez primera.
por eso me sangraron los ojos la primera vez que te vi; me
despojaste del prepucio de la ignorancia. Mientras caigo en esa
desfloracin mental, el viento sopla obscenidades en cada briza
vespertina un silbido de monotona destila de mis labios. Mis ojos
estn abiertos, y yo caigo en un profundo sueo, brazos trasparentes
me acarician, y yo pierdo el control onrico. Es un lugar donde mi
cuerpo se alza sobre las nubes hechas de telaraas y t sigues
observndome; percibo mil sensaciones antes de encontrarlas. Es como
paladear la pasin liviana de tus muslos calientes, vaporosos como
las alas de un guila dos gatas indomables que me cabalgan una y
otra vez. Esa pasin liviana que arropa tu cuerpo e invade tu carne
de esta risa loca que dibuja mi lengua en tus pechos. Ese cuerpo
olmpico donde me vengo y t te vienes nos venimos y llegamos juntos
al unison. Te susurro algunas palabras mientras me miras en calma
el humo de nuestros cuerpos inunda nuestra cama y aun en medio de
mis lascivas palabras, tu silencio es ms sensual que el movimiento
de tus senos cuando me amas. y te balanceas en medio de mi incisiva
mirada. Mi piel acoge un sutil hedor de poeta; o tal vez, me
perfumo como lo hacen los literatos furtivos. Aun no s cuando
estallen mis gritos y me ahogue con esa dulce luna carnal que se
esconde en medio de tus piernas.
