Maquiavelo Redivivo

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Maquiavelo Redivivo

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  • ESTUDIOS

    MAQUIAVELO REDIVIVO

    Maquiavelo estaba muerto, pero su teoraapareca en unas reencarnaciones siemprereiteradas.

    ERNST CASSIRER

    Maquiavelo se ha convertido a causa de El Prncipe en la piedra de es-cndalo de la civilizacin, occidental, si no de la humanidad entera. Execradoy anatematizado su nombre, prohibida y perseguida la lectura de su libro, ter-giversado, y difamado su pensamiento, con todo, Maquiavelo no ha naufragado

    . en el mar de la deshonra y calumnia ni ha sido aplastado por el alud de voci'feraciones de moralistas y polticos, de historiadores y telogos. Cada genera-cin y cada perodo de la historia han vuelto porfiada y tenazmente a repen-sar sus ideas, a calibrar el alcance de las mismas y a valorar la moralidad desu enseanza poltica. Si en Florencia, antes de Maquiavelo, gelfos y gibelinosdisputaban hasta el odio y la. muerte "sobre las potestades imperiales y pontifi-cias, despus de l dos bandos irreconciliables discuten todava en todo el mun-do sobre la peligrosidad de El Principe. Parece que Maquiavelo vuelve a latierra una y otra vez para atizar el fuego de las disputas polticas y sealarrumbos a la ciencia poltica que l iniciara en la poca moderna.

    i. PERSONALIDAD DE MAQUIAVELO

    El conocimiento de la personalidad autntica de Maquiavelo tropieza to-dava con serias dificultades de orden subjetivo. Los prejuicios religiosos y laspasiones polticas, en el pasado, deformaron la personalidad de Maquiavelohasta, el grado de convertirla en una caricatura grotesca y risible. Hubo untiempo en que el nombre de Maquiavelo se convirti en la encarnacin delmal. Lo perverso, lo avieso, lo inicuo y todo el cmulo de disvalores morales

  • B. MANTILLA PINEDA

    no era demasiado mucho para expresar la esencia del maquiavelismo. Catli'eos y protestantes coincidieron, desde el punto de vista religioso, en el juiciomoral sobre la personalidad de Maquiavelo y la ndole de su pensamiento. Nose quedaron a la zaga, desde el punto de vista poltico, los monrquicos y re-publicanos. De este modo, la personalidad autntica de Maquiavelo qued em-borronada y manchada hasta el punto de volverse irreconocible.

    Existe en el presente una actitud desprevenida para conocer la persona-lidad autntica de Maquiavelo? Sus jueces de hoy son los socilogos y poli-tlogos, y no los telogos y polticos. Qu imagen de Maquiavelo es capazde suscitar la sociologa poltica o la ciencia poltica, si en verdad son dos dis-ciplinas distintas? Una hiptesis de trabajo a la cual podramos echar mano,como a un auxiliar pragmtico para el conocimiento explicativo de la perso-nalidad autntica de Maquiavelo, es la empleada recientemente (pero no deltodo desconocida) por algunos investigadores norteamericanos y orientada aexplicar lo que se ha llamado la personalidad bsica, teniendo en cuenta lasmotivaciones individuales en los diversos niveles del psiquismo. Para ello.dice Jean Meynaud en una brevsima referencia a dicha hiptesis ha deestudiar los diversos factores capaces de darle su configuracin (i).

    Nicols Maquiavelo naci en Florencia el 3 de mayo de 1469. Su padre,Bernardo, era un jurisconsulto y hombre de estudio, que desempe diversasfunciones de ndole financiera y judicial. Su madre, Bartolomea de Nelli, pro-ceda de una antigua familia de Florencia y era mujer inteligente y culta. Sele atribuyen unos Laudi que no lograron llegar hasta el presente. Los Machia-velli, una de las familias ms antiguas de Toscana, no pertenecan a la viejanobleza rural, sino a la burguesa. Estaban probablemente inscritos en el Artede los Notarios y Jueces anota Agustn Renaudet, corporacin rica, pocoamada del pequeo pueblo, pero cultivada y de espritu curioso. Gelfos des-de el siglo xiii, se vanagloriaban de haber dado a la repblica cincuenta prioresy doce gonfalonieros. Sentan poco afecto por los Mdicis. Girolamo Maquia-velo, exiliado bajo Cosme, haba intrigado contra l en las ciudades y lascortes de los prncipes; traicionado por un pequeo seor de Luniagiana y tra-do a Florencia, haba muerto en prisin (2).

    Aunque nada se sabe de la formacin intelectual de Maquiavelo en suniez y juventud, es fcil suponer la influencia familiar en lo que se refierea actitudes sociales, eleccin de profesin y directrices polticas en una pocay ciudad donde la cohesin y la tradicin de familia sealaban el papel social

    (1) JEAN MEYNAUD : Introduccin a la ciencia poltica, pg. 130, Tecnos, Madrid,1960. . .

    (2) AGUSTN RENAUDET: Maquiavelo, pg. 35, Tecnos, Madrid, 1956.

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    de los individuos. Factor esencial en la educacin de Maquiavelo es, induda-blemente, el humanismo; pero no el humanismo platonizante instituido porLorenzo de Mdicis, sino el humanismo de signo positivista de Coluccio Sa-lutati. Hay, sin embargo, algo abonable a los humanistas florentinos en gene?ral: la idea de la explicacin de la sociedad como un proceso meramente hu-mano desligado de fuerzas trascendentes. El Estado es, en consecuencia, unainstitucin creada por los hombres.' La educacin de Maquiavelo no fue en su aspecto formal distinta de la

    que reciban los jvenes de su mismo estamento social. Educacin saturada dehumanismo sin duda, teniendo como vrtebra el latn y el griego. No es se-guro que conociera el griego. Para su temperamento vala ms el espritu quela letra del humanismo. De su aficin a las bellas letras tenemos testimoniosabundantsimos en verso y prosa. Poemas satricos, comedias y crnicas nosmuestran que Maquiavelo pag tributo en s juventud al menos a la poesa.Y aun aspir a-figurar con honor en el Parnaso italiano. F. de Sanctis y F. Flo-ra hacen alusin a la presencia de Maquiavelo en Roma en 1515, cuandoapareci el Orlando Furioso-. Dicen que alab el poema, pero no ocult sudesagrado por haberlo omitido Ariosto en la larga lista de los poetas italianos,que formul en el ltimo canto (3). La inquietud potica le vena segura-mente por lnea materna. En lo que se refiere a su educacin profesional, no(alt el estudio de la jurisprudencia, pues descenda por lnea paterna de ju-risconsultos y polticos activos.

    Maquiavelo pertenece psicolgicamente al tipo ideado por William Jamesy denominado por l mismo tough mind. El retrato de Maquiavelo que se con-serva en el Palacio Viejo de Florencia' refleja un espritu superior dotado deinteligencia vivaz, fra, analtica y escptica. De Sanctis considera que su fiso-noma florentina tiene gran semejanza con Lorenzo de Mdicis. Es visibleen Maquiavelo dice De Sanctis el espritu incrdulo y burln de Lorenzo,impreso sobre la frente de la burguesa italiana en aquel tiempo. Tena tam-bin aquel sentido prctico, aquella inteligencia de los hombres y de las co-sas que hizo a Lorenzo eminente entre los prncipes, y que por lo general ha*llamos en los estadistas italianos de Venecia, de Florencia, de Roma, de Miln,de aples, cuando viva Fernando de Aragn, Alejandro VI, Ludovico elMoro y los embajadores venecianos escriban retratos tan vivos y sagaces delas cortes en que moraban. Exista el arte; faltaba la ciencia. Lorenzo era elartista, Maquiavelo deba ser el crtico (4).

    (3) FRANCESCO DE SANCTIS y FRANCESCO FLORA: Historia de la literatura italiana,volumen II, pg. 66, Losada, Buenos Aires, 1953.

    (4) dem, pg. 68. . . . . . . . . .

  • B. MANTILLA PINEDA

    Si el estilo es el hombre* Maquiavelo revela su carcter de manera excelsaa travs de todos sus escritos: desde sus stiras de pasatiempo hasta su obramaestra l Prncipe. Larga es la lista de los adjetivos con los cuales se tratade calificar sin lograrlo de modo exhaustivo al hombre Maquiavelo. Los msconocidos y divulgados son: observador, realista, pragmtico, crtico, irnicosatrico, burln, escptico, etctera. Su contemporneo y en algunos as-pectos mulo Guicciardini le censuraba por las costumbres plebeyas y fuerade la regla. En verdad Maquiavelo estaba por encima de las formas externas.Queda en claro entre tanto epteto su viril dignidad, su carcter templado y susincero patriotismo.

    Laf vida y la actividad de Maquiavelo se encuadran en un perodo de lahistoria de Occidente realmente luminoso. Se ha comparado este trayecto delRenacimiento con el siglo de Pericles, mirando hacia el pasado, y con el siglode Luis XIV, mirando hacia adelante. Es comparable tambin con el perodo^del idealismo alemn, que tiene como centro a Goethe. Ciertas condiciones eco-nmicas, sociales y culturales hicieron posible estos momentos histricos de pro-hferacin de hombres superiores y de floracin milagrosa del espritu. Floren-cia e Italia fueron en aquel entonces prdigas en personalidades sobresalien-tes en las ms variadas actividades, tanto espirituales como econmicas y so-ciales : la ciencia, el arte y la conduccin de las sociedades humanas. Lorenzo1

    de Mdicis, Savonarola, Leonardo da Vinci, Miguel ngel, Csar Borgia, Ale-jandro VI, Julio II y varios otros son hombres coetneos de poderosa energay de gran carcter y de ah que imprimieran a su momento histrico el sello-indeleble de su personalidad.

    Cmo eran Florencia e Italia en los das de Maquiavelo? Jacobo Burck-hardt, Funck Brentano y otros historiadores del Renacimiento han pintado convivos colores aquellos escenarios de historia poltica y de cultura. A continua-cin citamos las imgenes de Florencia e Italia renacentistas evocadas con en-tusiasmo y orgullo nacional por De Sanctis y Flora. Florencia era todava elcorazn de Italia; all an haba los rasgos de un pueblo, exista la imagen dela patria. La libertad an no quera morir. La idea gibelina y gelfa se habaextinguido, pero, en cambio, viva la idea republicana a la romana, efecto dla cultura clsica, que, robustecida por el amor tradicional del vivir libre y porlos recuerdos gloriosos del pasado, resista a los Mdicis. La prctica de la li-bertad y las luchas polticas mantenan firme el temple del nimo y volvanposible a Savonarola, Capponi, Miguel ngel, Ferruccio y la inmortal resisten-cia a los ejrcitos del Papa y del Imperio. La independencia, la gloria de lapatria y el amor de la libertad eran fuerzas morales, vueltas ms agudas y vi-vaces por el contraste con la corrupcin medicea (5).

    (5) dem, pg. 69.

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    Italia era en aquel tiempo el pas ms civilizado de Europa. A l dirigan,sus miradas como a un modelo digno de imitar Espaa, Francia, Inglaterra,.Holanda y Alemania. De Sanctis y Flora dicen que Italia tena an su orgullotradicional y miraba a Europa con los ojos de Dante y Petrarca, juzgando br-baras a todas las naciones transalpinas. Su modelo era el mundo griego y ro-mano, que trataba de asimilarse. Descollaba por cultura, por industrias, porriqueza, por obras de arte e ingenio: tena, sin disputa, el primado intelec-tual de Europa. Grande fue la consternacin entre los italianos cuando tuvie-ron a los extranjeros en la casa, pero se acostumbraron y coquetearon con ellos,,confiando en expulsarlos a todos mediante la superioridad del ingenio. Es unespectculo lleno de enseanzas ver, entre lansquenetes, suizos, alemanes, fran-ceses y espaoles, la alta y despreocupada carcajada de los literatos,, artistas,latinistas, cuentistas y bufones en las elegantes cortes italianas. Hasta en loscampamentos los sonetistas asediaban a los prncipes. Juan de Mdicis caa entrelos chistes de Pietro Aretino. Los extranjeros contemplaban atnitos las mara-villas de Florencia, de Venecia, de Roma y tantos milagros del ingenio; y susprncipes regalaban y cortejaban a los literatos, que con igual indiferencia ce-lebraban a Francisco I y a Carlos V. Italia era humillada y estudiada por susdevastadores, como Grecia lo fue por los romanos (6).

    Florencia era a la sazn el epicentro de la poltica italiana. Su riqueza yelevado grado de cultura la haban convertido, ya desde la Alta Edad Media,en el escenario de una intensa vida poltica que afectaba no slo a su propio,destino, sino tambin al de toda Italia y al de los pases comprometidos en laidea del Sacro Imperio Romano. Las rivalidades y luchas sangrientas y des>piadadas de gelfos y gibehnos la conmovieron profundamente y atrajeronsobre s tanto las iras santas de los Papas conio los odios profanos de los em-peradores. Las conmociones sociales, provocadas por las ambiciones de los gre-mios en colisin, eran apenas el sntoma externo de la transformacin interiorde la forma comunal de gobierno en seora, transformacin que al fin y a lapostre beneficiara a la familia de los Mdicis. Republicanismo y seoro re-sultaban as dos ideologas qu ocultaban los intereses en contraposicin dedos bandos hostiles entre s. En el fondo se agitaban los odios de familias ocastas o clanes. A las rivalidades intestinas de Florencia asistira primero Ma-quiavelo como espectador y luego como actor.

    Maquiaveld fue en su juventud testigo ocular de dos acontecimientos so-bresalientes de la vida poltica de su ciudad: La tirana civil de Lorenzo deMdicis y la restauracin de la repblica con el fraile Jernimo Savonarola.Maquiavelo dice Agustn Renaudet' creci bajo Lorenzo el Magnfico.

    (6) dem, pgs. 70-71.

  • B. MANTILLA PINEDA

    Tena veintitrs aos cuando Lorenzo, muri, todava joven, el 8 de abrilde 1492... 1 gobierno de Lorenzo el Magnfico es, sin ninguna duda, una-tirana. La palabra, pronunciada por los contemporneos, fue recogida por Guie-ciardini, que define exactamente los hombres y las cosas. No una tirana mi-litar, como las que prevalecen en Italia del Norte y cuyo ejemplo ms tpicolo constituye el gobierno de los Sforza en Miln. Una tirana civil, burguesa,de una familia de banqueros, convertida por el poder del dinero en dueadel Estado. Una tirana que evitaba la apariencia de ilegalidad, que afectabarespetar las formas republicanas y la Constitucin. Una tirana que evitabacuidadosamente el aparato militar: los Mdicis slo se endosarn la armaduradespus de 1530, cuando, por la gracia de Carlos V, se convierten en duquesde Florencia. En Lorenzo, como en Cosme, su abuelo, todo el arte de la po-ltica se reduce a multiplicar los consejos y magistraturas de hombres allega-dos a su casa, ligados al porvenir de su casa por todos los intereses, y a intro-ducir prudentemente en la Constitucin, con el asentimiento de los consejosy asambleas, ciertos retoques, pocos, s, pero esenciales, y que sin alterar elcarcter general, por lo menos aparentemente, facilitan los progresos insensi-bles y. decisivos del poder personal. Como las tiranas antiguas o las tiranasitalianas despus de la Edad Media, el rgimen presenta caracteres demag-gicos. Contra la rica burguesa que hasta 1434, fecha del triunfal retorno deCosme, dominaba la poltica de la ciudad, los Mdicis se apoyan en las clasespopulares, procurndose por diversos medios su favor: un sistema de contri-buciones, leve para los humildes y pesado para la vieja riqueza; una econo-ma que, cuidadosamente dirigida, asegura las subsistencias a bajo precio; lamultiplicacin de fiestas, el jolgorio de un constante carnaval. Nada, pues, queno se ajuste a las ms elementales mximas del despotismo (7).

    Dos aos despus de la muerte de Lorenzo el Magnfico, Carlos VIII deFrancia desciende a Italia. El nuevo seor de Florencia, Pedro de Mdicisanota Renaudet, incapaz de dominar las dificultades interiores, incapaz demaniobrar hbil y honradamente entre los peligros de la invasin francesa,huye el 8 de noviembre de 1494, ante el pueblo sublevado. Se verifica as laprediccin de Cosme el Antiguo: Conozco los humores de este lugar: notranscurrirn cincuenta aos sin que no seamos expulsados. Rpida y entu-sisticamente se restaura la repblica. Pero la joven repblica se abandona enseguida al gobierno del dominico Jernimo Savonarola: heredero de la tra-dicin de reforma asctica y monacal que desde la Edad Media vena pro-testando contra la decadencia del espritu cristiano en la Iglesia y en la so-ciedad, contra la invasin de la ambicin temporal en la Iglesia, la bsqueda

    (7) AGUSTN RENAUDET: Maquiavelo, pgs. 37-38.

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    de la riqueza y el poder; heredero de este espritu de apocalipsis que, desdeel siglo XIII, con la predicacin de Joaqun de Floro y la difusin del Evan-gelio eterno, profetizaban la renovacin del mundo, la venganza y la justiciadivinas, la victoria final de los santos. Durante cuatro aos Savonarola go-bierna Florencia e intenta fundar en la ciudad una repblica cristiana y puri-tana, la misma empresa que medio siglo ms tarde conseguira Calvino reali-zar en Ginebra. Ghoca con la indiferencia escptica de la burguesa, contra elodio de los partidarios que los Mdicis conservaban, contra la fuer: siempretemible del Papa y de la Santa Sede, que no volvi a verse debilitada porningn nuevo cisma y que impuso sus directrices a Florencia, ciudad gelfa.Despus de un proceso trgico e irrisorio, el 23 de mayo de 1498 Savonarolas ahorcado y quemado ante el Palacio de la Seora (8).

    Maquiavelo observ ambos acontecimientos polticos de su patria con finaintuicin y enriqueci su experiencia personal con la enseanza derivada delos mismos. Respecto del rgimen de Lorenzo l Magnfico y en general res-pecto de la dinasta medicea, Maquiavelo se mostr siempre cauteloso' y re-.servado. Donde mejor se pueden estudiar las relaciones de Maquiavelo con losMdicis es, sin duda, en la Istorie Fiorentine, compuesta en ocho libros. Elprimero da un resumen de la historia general de Italia. desde la invasin delos brbaros hasta cerca de 1434; los otros tratan de la historia de la ciudadde Florencia hasta 1492, ao de la muerte de Lorenzo de Mdicis. Comen-tando las Istorie Fiorentine ha dicho d. Feuter: Maquiavelo comenz fijn-dose libremente el punto de partida de su obra, no en 1434, es decir, al prin-cipio de la dominacin de los Mdicis, sino con el origen de la ciudad. Laintroduccin, que no deba servir sino de frontispicio a la relacin de los altoshechos de los Mdicis, ocupa cerca de la mitad del libro, olvidando su misinoficial: En los ltimos cinco libros, donde esto no poda hacerse ya, sali delpaso haciendo recaer el acento, contra su intencin primera, sobre la polticaexterior, cuyo examen hubiera conducido forzosamente a la glorificacin delos Mdicis... Los Mdicis tuvieron una racin exigua. Lo cierto es que l seabstuvo de censurarlos (9). Respecto de fray' Jernimo Savonarola le quedla conviccin ntima expresada en un aforismo pleno de verdad: Todos losprofetas armados vencen, pero los profetas inermes sucumben.

    Despus del fracaso de Savonarola, el profeta desarmado, Maquiavelo tuvola oportunidad de ingresar en la burocracia estatal en calidad de secretario de

    (8) dem, pgs. 49-50.(9) EDITORIAL FEUTER : Historia de la historiografa moderna, vol. I, pg. 82, Nova,

    Buenos Aires, 1953. . "

    .1 r

  • B. MANTILLA PINEDA

    la segunda Cancillera de la Repblica florentina. Durante catorce aos de ser-vicio a su patria pudo enterarse de manera prctica tanto de la estructura yfuncionamiento del Estado como de sus relaciones con los dems Estados. Noera l la cabeza del gobierno, pero conoca el tejido complicado de la polticamejor que Soderini, el titular del poder, y desempeaba su papel de secretariocon idoneidad, inters y aun pasin. Mas sobrevino lo que no era difcil pre-decir en tiempos turbulentos como aquellos del Renacimiento y de la vida po^ltica florentina. Los Mdicis recuperaron el poder una vez ms, la repblica,sucumba otra vez y se restableca con furor la continuidad del poder perso-nal. Ya no eran estadistas de la altura de Cosme o de Lorenzo el Magnficolos usufructuarios del poder, sino descendientes de aquellos cuya virt, es de-cir, el talento y la fuerza, les haba destacado en la vida pblica. Maquiavelotom a la fuerza el camino del confinamiento. Muy a su pesar se recluy ensu propiedad rural de San Caciano y ah medit profundamente sobre la na-turaleza y las formas del poder, sin perder de vista su objetivo exclusivo yobsesionante, a saber: la formacin de un Estado nacional italiano. A la vida,activa de funcionario pblico, ya que no de poltico, sobrevena para l la vida,contemplativa de pensador poltico innovador y revolucionario. Los Discursos-sobre la primera dcada de Tito Livio y El Prncipe son el fruto ptimo de-estudio y meditacin durante los aos largos y tediosos de su reclusin invo-luntaria.

    En los Discursos... y en El Prncipe us de modo oportuno y atinado su-preciosa y copiosa experiencia adquirida como funcionario de la repblica flo-rentina. Dos cancilleras dice Agustn Renaudet se repartan la correspon-dencia de la repblica florentina. La primera aseguraba las relaciones con Ios-pases extranjeros. Su jefe era el canciller o secretario de la repblica. Algunoshombres de alto valor e importancia en la historia poltica e intelectual de la;ciudad, Coluccio Salutati, Leonardo Bruni, Poggio Bracciolini, Cario Marsupi-ni, Benedetto Accolto, Bartolommeo Scala y Cristforo Landino, haban ocu-pado este puesto, que en principio nunca se pens en confiar a Maquiavelo^La segunda cancillera aseguraba las relaciones administrativas con los oficiales-y magistrados establecidos en las ciudades subditas. Desde el 14 de julio de-1498, Maquiavelo, sin abandonar la segunda cancillera, fue puesto a disposi-cin, como secretario, de los Diez de la Libertad y de la Paz, llamados co-rrientemente los Diez de la Autoridad Suprema, Dieci di balia. Estos magis-trados, renovados por eleccin cada seis meses, dirigan la administracin in-terior del territorio, organizaban la defensa militar y, bajo el control de e.Seora y del canciller, mantenan una correspondencia diaria con los embaja>

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    dores y oradores enviados al extranjero. Maquiavelo seguira de secretario dela. segunda cancillera y de los Diez hasta la cada de la repblica y la vueltade los Mdicis en septiembre de 1512 (10).

    2. EL PRNCIPE, LA OBRA MAESTRA DE MAQUIAVELO

    A El Prncipe debe Maquiavelo su fama y su infamia. Maquiavelo come-digrafo, autor de la Mandragora, o Maquiavelo historiador, autor de las htorieFiorentine, habra pasado casi inadvertido, como de hecho Maquiavelo poetapas inadvertido a su contemporneo Ariosto en el juicio de ios poetas italia-nos. Por El Prncipe Maquiavelo fue conocido velozmente en las cortes y'ce-nculos literarios, filosficos y polticos. Por El Prncipe tambin fue ora ensal-zado hasta los cielos por unos, ora hundido hasta los infiernos por otros; Nohay lengua culta sobre la tierra a la que no haya sido traducido, cmo no haybando o partido poltico en cuyo seno no se discutan sus ideas. Para los-ita-lianos del siglo Xix fue un programa poltico y un ideal transformado en rea-lidad.

    El Prncipe tuvo origen en las veladas de San Caciano. Era fruto de estu-dio y meditacin. Se form como una parte de los Discursos sobre la primeradcada de Tito Livio. Por eso, en el fondo, no existe contradiccin entre lasideas republicanas'de los Discursos... y la teora del principado nuevo de ElPrncipe. El eslabn que une a los dos libros es, sin duda, el captulo de losDiscursos... sobre la dictadura virtuosa. Es la misma- solucin de la1 polticaromana para los tiempos de peligro para la repblica. De la dictadura virtuosaal dspota ilustrado ciertamente slo hay un paso. La tesis de que El Prncipees parte desprendida de los Discursos... no es exttaa-entre los estudiosos deMaquiavelo. El conde Cario Sforza, por ejemplo, ha ensayado hace pocos aoscon xito relativo una refundicin de El Prncipe con los Discursos... (11).Desde este ngulo", que incluye a El Prncipe en una perspectiva mucho msamplia, se destaca en mayor grado la importancia de Maquiavelo para la cien-cia poltica. . ; ' . Los motivos qu impulsaron a Maquiavelo a escribir El Principe son sufi-cientemente conocidos, puesto que el mismo autor los ha expresado de maneraclara en su carta a Francesco' Vettori. Quera rehabilitarse ante los Mdicis,'ofre-cindole a uno de ellos, como de hecho ocurri, pero quera tarnbin dar expre-

    (10) A G U S T N R E N A U D E T : o p . c i t . , p g s . . 5 3 - 5 4 . . . .( n ) C o n d e O A R L O S F O R Z A : El pensamiento viv de Maquiavelo, p g s . 2 9 - 3 0 , L o -

    s a d a , B u e n o s A i r e s , 1 9 4 5 . - . :

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    sin. a su teora sobre el Estado nacional italiano. No es posible escribeFriedrich Meinecke negar la realidad de los motivos personales y actualesque le impulsaron a escribir la obra, pero, en sta se volc tambin, desd hprincipio, toda su filosofa poltica y todo su deseo de ver a Italia liberada delos brbaros (12). El hombre poltico que bulla dentro de l no quera per>manecr ocioso y al borde de la pobreza y menosprecio en el retiro de SanCaciano. Quera ms bien entrar de lleno en la palestra y probar fortuna ensu last chance.

    El plan trazado por Maquiavelo en El Prncipe es sencillo. Se refiere con-cretamente a la adquisicin, conservacin y prdida de los principados. Elnfasis recae sobre los principados nuevos. A esta clase pertenecera el Estadonacional italiano de sus sueos de gran visionario poltico. No obstante la ex-hortacin final, El Prncipe se ocupa de estados reales del presente a la luzde.la experiencia histrica, del testimonio y de la observacin directa. El tema,'le ofreca por dondequiera la realidad poltica del momento. No tena sino queobservar, comparar y concluir. Desde el captulo primero al decimocuarto serefiere a la adquisicin y conservacin de los principados; los captulos dci-moquinto al vigsimotercero se refieren a las cualidades y conducta de los prn-cipes ; los captulos vigsimocuarto y vigsimoquinto a las causas de la prdidade los principados, incluyendo la especulacin pseudofilosfica sobre la fortu-na, y el vigsimosexto, que se aparta, casi abruptamente del tenor general dela obra, contiene la famosa exhortacin a la liberacin de Italia. ] Es el des-ahogo de quien amaba a su patria ms que a su alma! Es el canto del galloque anuncia la alborada!

    Repblica y principado son en Maquiavelo dos formas de gobierno. Influidode manera perceptible por sus experiencias dentro del mbito italiano diceKarl Loewenstein, en el cual coexistan Ciudades-Estados republicanas y unneoabsolutismo postfeudal, Maquiavelo estableci que en un principado (mo-narqua) la soberana radicaba exclusivamente en el detentador del poder, bienpor derecho o por fuerza significativamente, el secretario del Estado florenti-no fue bastante ms consciente del elemento poder en la poltica que sus pre-decesores, mientras que la soberana en una repblica est distribuida en unamayora o una colectividad de personas que constituyen los detentadores delpoder. Distancindose del nominalismo cuantitativo de la vieja escuela, Ma-quiavelo no reconoce a la aristocracia como una forma especial y la adscribea la repblica (13).

    (12) FRIEDRICH MEINECKE : La idea de la razn de Estado en la Edad Moderna,pgina 43, Instituto de Estudios Polticos, Madrid, 1959.

    (13) KARL LOEWENSTEIN: Teora de la constitucin, pg. 44, Ediciones Ariel, Bar-celona, 1965.

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    Objeto principal y exclusivo de estudio de El Prncipe es la forma de go-bierno llamada principado (monarqua). As lo ha declarado expresamente suautor. Pasar aqu en silencio las Repblicas dice Maquiavelo, a causa de-que he discurrido ya largamente sobre ellas en otra obra; y no dirigir mis.miradas ms que hacia el Principado (14). Una vez determinado y circuns-crito el tema a la forma de gobierno cuyo detentador de poder es el prncipe;.Maquiavelo concentra todo su inters en los principados nuevos y su manera:de adquirirlos.

    Los principados nuevos se adquieren: 1) Por el valor. Es el caso de Fran>cisco Sforza, quien, de simple particular que era, lleg a ser duque de Miln..2)-Por la fortuna. Aqu es necesario tener en cuenta el sentido que Maquia-velo y en general el Renacimiento italiano asignaban a este trmino. Es el'caso de Csar Borgia, en quien finc Maquiavelo sus esperanzas de que fuera;el unificador de la nacin italiana. 3) Por ia maldad. Sirven de ejemplos Ag-teles para la antigedad clsica y Oliverot de Formo para la poca renacen-tista. 4) Por el favor de los ciudadanos. Maquiavelo llam civil a este prin-cipado. . - .

    La esencia o quintaesencia del maquiavelismo se encuentra en los captulos--decimoquinto a dcimooctavo de El Principe, en los cuales se refiere Maquia-velo a las cualidades y a la conducta de' los prncipes. Sobra advertir que el'lenguaje empleado aqu por Maquiavelo no es el del moralista.' sih el del po-ltico. En consecuencia, el criterio para juzgar las personas y los actos huma-nos no es el sumo bien, sino la suma necesidad poltica. La idea d esta nece-sidad tuvo origen precisamente en Maquiavelo y recibi luego expresin ydesarrollo tericos. Es la idea de la ragione di Stato. No es correcto, sin em-bargo, exagerar el sentido de esta idea en Maquiavelo. A pesar del neopaga-nismo y naturalismo que en materia moral se le achacan con fundamento en SU'crtica de la moral cristiana y en su expresa secularizacin de la moral y lapoltica, los valores morales y polticos usados por Maquiavelo son los mismos-valores de la civilizacin occidental. Por ejemplo, cuando recomienda al prn-cipe nuevo la circunspeccin en sus palabras y actos, invoca cinco virtudes o-valores: bondad, buena fe, integridad, humanidad y piedad (religiosidad). Igual-mente encontramos a travs de El Prncipe la referencia a la prudencia, la leal-tad, la moderacin, la nobleza, la veracidad y a sus correspondientes disvalores..En ningn momento denomina Maquiavelo bien al mal y virtud al vicio. Er-solamente por ragione di Stato, es decir, por la salud y conservacin del Es-tado, que el prncipe se ve abocado a la necesidad de obrar de cierta ma-

    (1.4) MAQUIAVELO: El Principe, pg. 11, Espasa Calpe, Argentina, 1943.

  • B. MANTILLA PINEDA

    era que choca en apariencia con la moral ordinaria. Por razn de Estado elprncipe tiene que hacer uso de la fuerza o violencia. . ,

    La moral y el Derecho justifican el homicidio en legtima .defensa o' enlestado de necesidad. El prncipe puede verse en anlogas circunstancias. Cuan-do le sea indispensable derramar la sangre de alguno dice Maquiavelo.no deber hacerlo nunca sin que para ello haya una conducente justificaciny un patente delito (15). La paz social es un valor, pero como en el casode la legtima defensa individual o del estado de necesidad, el prncipe tieneque decidir hacer la guerra para salvar al Estado. Una guerra es legtimadice Maquiavelo por el solo hecho de ser necesaria; y las guerras sonactos de humanidad cuando no hay ya experanzas ms. que en ellas (16).; Nos cierto que Maquiavelo exaltara incondicionalmente la fuerza bruta. La bruttacupida di regnare tiene el freno de la ley. Es menester, pues dice Ma-quiavelo, que" sepis que hay dos modos de defenderse: el uno con las le-yes y el otro con la fuerza. El primero es el que conviene a los hombres; elsegundo pertenece esencialmente a los animales; pero, como a menudo nobasta el primero, es preciso recurrir al segundo. Le es, pues, indispensable aun prncipe el saber hacer buen uso de uno y de otro enteramente juntos (17).

    Para conducir a los hombres y organizar el Estado slo existen dos mediosconocidos y empleados hasta el presente, a saber: la persuasin y la fuerza.La persuasin incluye la educacin y la legislacin. Ambas tratan de modelaral hombre y capacitarlo para la convivencia pacfica. Ambas, hasta cierto punto,Han morigerado los apetitos humanos, pero no han logrado del todo dominarel instinto de destruccin nsito en la condicin humana. De ah que la edu-cacin y la legislacin mismas admitan la fuerza para disciplinar la conductahumana. El Estado, mxima organizacin del poder entre los hombres, no po-dra prescindir de la fuerza para el cumplimiento de sus fines. Maquiavelo havisto claramente este aspecto de la misin del Estado. Y antes que l, Cosmede Mdicis, fundador de una dinasta de poder en la patria del republicanoMaquiavelo, se haba dado cuenta de que no se puede gobernar con Padre'nuestros o con escapularios. Para mantener el orden y la paz en el interior delEstado, y. para salvaguardar en el exterior la soberana del Estado, la fuerzaes' indispensable.

    Ahora s me. parece que es el momento de analizar el principio atribuidoa Maquiavelo de que el fin justifica los medios. La idea se encuentra expre-sada en El Prncipe. Maquiavelo' se refiere especficamente al fin supremo del

    (15) dem, pg. 82.(16) dem, pg. 126.(17) dem; pg. 84.

    16

  • MAQUIAVELO REDIVIVO

    Estado, que no es otro que su conservacin. En las acciones de todos loshombres, pero especialmente en las de los prncipes, contra las cuales no hayjuicio que implorar, se considera simplemente el fin que ellos llevan. Dediqe-se, pues, el prncipe a superar siempre las dificultades y a conservar su Esta*-do-a (i8). Estas son literalmente las palabras de Maquiavelo. Es el fin onto-lgico de permanecer en el ser lo que justifica el empleo de los medios ade-cuados para la consecucin de ese fin. El instinto de conservacin del Estadono es menos fuerte que el del individuo. Todo ser, escribira ms tarde BenitoSpinoza, tiende a permanecer en su ser.

    A diferencia de Platn, que escribi del Estado como debiera ser, Maquia-velo escribi del Estado tal como es. Y tuvo plena conciencia de esta dife-rencia entre lo axiolgico y lo ontolgico; entre la filosofa del Estado idealy la ciencia del Estado real. Conoca la distancia que hay entre saber cmoviven los hombres y cmo deberan vivir. Sus premisas antropolgicas son ro-tundas : los hombres son malos y generalmente son ingratos, volubles, disimu-lados, huyen de los peligros y ansian las ganancias. De esta concepcin delhombre, surge tambin su mtodo positivo y objetivo.

    El Prncipe no es un libro de moral. Es una monografa cientfica y tc-nica sobre los principados (monarquas). Describe cmo se conducen los prn-cipes. Y de esa conducta efectiva infiere, mediante la observacin y compa-Tacin de los hechos, mximas generales. Compara el arte de gobernar con elde curar. El mdico experto procede primero a diagnosticar la enfermedad,luego a pronosticar su desarrollo y consecuencias y finalmente a aplicar la te-raputica adecuada. Sucede lo mismo anota Maquiavelo con las cosas delEstado: si se conocen anticipadamente los males que pueden manifestarse, loque no es acordado ms que a un hombre sabio y bien prevenido, quedan cu-Tados bien pronto; pero cuando, por no haberlos conocido, les dejan tomarincremento de modo que llegan al conocimiento de todas las gentes, no hayya arbitrio alguno para remediarlos (19).

    En El Prncipe, como en todo libro imperecedero, conviene distinguir lo-vivo y lo muerto de su contenido. Lo vivo es la tesis de la poltica como unarelacin de poder y de la lucha a menudo cruenta por la consecucin del po-.der. La historia y la experiencia presente confirman esta tesis. Lo muerto estodo el conjunto abigarrado de hechos e ideas circunstanciales de que se sirviMaquiavelo para dar expresin a su tesis. Lo vivo del pensamiento de Ma-quiavelo contina hoy agitando a los hombres comprometidos en la conduc-

    (18) dem, pg. 87.\9) dem, pg. "19.

  • B. MANTILLA PINEDA

    cin y transformacin del Estado y a los politlogos obligados a interpretarcientficamente la conducta poltica tanto en el plano nacional como en el in^ternacional.

    B. MANTILLA PINEDA

    RESUME

    Machiavel s'est convert, grce son livre "Le Prince", en un vntablcscandale de la civilization occidentale. Bien que son nom ft maudit, la lec^ture de son livre sanctwnne et sa pense dforme, Machiavel ne s'est pos-laiss vamcre par le tumulte de vocifrations des moraltstes et des politiciens,-des histonens et des thologiciens. Chaqu gnraUon et chaqu pnode del'histoire a tou]ours repens ses idees, retnettant en questwn la portee de celles'-ci, tout en valuant la valeur morle de leur enseignement politique. II semble-bien que Machiavel retourne sur terre de temps en temps afn d'attiser le feudes disputes politiques et de signaler des objectifs a la science politique qu'ilavait initi

  • MAQUIAVELO REDIVIVO

    d'un Etat national italien. Ces quelques annes d'tude et de mditation ontdonn comme fruit les "Discours sur la premiere dcade de Tite Uve" etsurtout son chef d'oeuvre "Le Prince". Dans ce dernier il faut distinguer,comme dans tout Hvre imprissable, ce qui est mort et ce qui est vivant dansson contenu: ce qui est vivant dans la these de la politique en tant que rea*tion de pouvoir et lutte acharne parfois pour l'obtention de ce pouvoir. Lapart vivante de la pense de Machiavel continu a agiter les hommes engagsdans la conduite et la transformaron de l'Etat, ainsi que les politiciens obli-gs d'interprter scientifiquement la conduite politique sur le plan nationalcomme sur le plan international.

    S V MM A RY

    "The Prince" turned Machiavelli into the bone of contention of Westerncivilization. Although his ame 'ivas anathematized, his book forbidden andpersecuted, his ideas twisted, Machiavelli ivas never broken by the outburstof criticism from moralists and politicians, from historians and theologists.Each generation and each period of history goes back persistently to recon'sider his ideas and to assess the exact depth of his thinkmg and to revaluethe morality of his pohtical teachmg. It is as xf Machiavelli comes back toearth over and over agam to poke up the embers of pohtical discussion andto point out which course to take to political science 'which he in the Mo'dern Age had already initiated.

    It is difficult to get to know Machiavelli. His personality is always CO'ming up against serious difficulties of a subjective nature. Religious prejudicesand political passiom deformed his personality to such an extent that itbecame a caricature of his real personality. In order to get through to his realpersonality one 'would have to use the method adopted recently by someAmerican research scientists which they cali the basic personality. As Mey~naud says, "We must study the different factors that form his make-up".These factors tnclude the background into 'which Machiavelli ivas born, f'mily influences, education, the importance of Florence and Italy at that par'ticular time (Florence ivas the epicenter of Italy, and Italy ivas the mosbcivilized country in Europe). Machiavelli's Ufe and activity fit into a brilliantpart of the history of the West and he

  • B. MANTILLA PINEDA

    structure and ivorkings of the State and its relations with other States. Whenthe Mediis carne into power again and reestablished their personal power,Machiavelli shut himself away in his country residence in San Caciano andgave himself up to deep meditation on the nature and forms of power keepingone exclusive and obsessive objective in mind: to form a national ItalianState. To mark those years of study and meditation, "we have the "Reports onthe first decade of Tito Livio" and more important still, his masterpiece,"The Prince". In this "work, as in every everlastmg book, one must disim-guish the living from the dead. The living is in the thesis of politics as arelation of power and fighting nvhich is often bloody in order to attain thatpower. Machiavelli's Uve ideas continu to excite both the men who are in-volved in the running and transformation of the State, and the politicalscientists nvhose bustness it w to mterpret sdentifically all pohUcal behavxouron a national and international level.

    J.Q