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Mar NegroLa región del Mar Negro es escenario de
una doble mutación: la apertura de la frontera este-oeste que oponía a Turquía, miembro de la Otan, con sus vecinos del
Pacto de Varsovia, En este nuevo contexto, es de prever que las dos
principales potencias del Mar Negro, Turquía y Rusia, continuarán controlando
la seguridad en la cuenca, y más aún cuando lo más probable es que el tema del acceso a los estrechos del Bósforo y
de los Dardanelos siga estando a la orden del día.
La cuestión del paso por los estrechos es la clave de los problemas del Mar
Negro, pues el transporte de las riquezas energéticas del Mar Caspio
constituye uno de los desafíos esenciales en esa región. El contrato
de explotación de los yacimientos petrolíferos azerabaiyanos firmado en septiembre de 1994 fue calificado de “contrato del siglo”. Vigente durante
un plazo de treinta años, prevé la extracción de 511 millones de
toneladas, la mitad de las cuales se destinará a la exportación. Las
inversiones previstas ascienden a 7.500 millones de dólares.
El 70% de los beneficios corresponderán a Azerbaiyán, en tanto que los
miembros del Consorcio, compuesto de compañías azerbaiyanas, rusas y
occidentales se repartirán el 21%. De las soluciones contempladas para el
trazado de los oleoductos, dos fueron rechazadas de plano, al oponerse Estados Unidos a la llamada ruta
“iraní” y Azerbaiyán a la que debía atravesar Armenia en línea recta.
Siguen compitiendo otras tres soluciones, de las cuales dos
conciernen directamente al Mar Negro.
La primera consiste en utilizar el oleoducto existente, aunque vetusto,
que une Azerbaiyán con Novorosiisk, el puerto ruso del Mar Negro. Interesante
en el plano comercial, esta solución satisface a los rusos, pero los turcos
son hostiles a ese itinerario por razones de seguridad y ligadas al medio ambiente, en particular para las
ciudades de Estambul y de Canakkale.
Otra solución sería construir un nuevo oleoducto que atravesara Grecia y
Turquía. Dos son las variantes. Según la primera, que parece tener más
aceptación, el oleoducto desembocaría en el puerto georgiano de Soupsa en el Mar Negro; de acuerdo con la segunda, se bifurcaría en Tiflis para rematar en
Ceyhan, puerto turco del Mediterráneo. Pese a ser muy costosa, esta solución
tendría sin embargo la ventaja de partir el pastel en dos y de evitar una
dependencia demasiado grande respecto de Rusia en el plano energético.
Queda la posibilidad de despachar el petróleo a través del Mar Negro, en
Burgas (Bulgaria) para que desemboque en el puerto griego de Alexandróupolis, lo que plantearía,
entre otros problemas, el del paso por el Mar Egeo, disputado entre Atenas y
Ankara. Otra dificultad es que esta fórmula deja al margen a Turquía y que su costo sumamente elevado no podrá
ser sufragado por la Unión Europea, que corre así el riesgo de que sus
relaciones con Ankara se deterioren aún más.
Ucrania intentará crear las condiciones inaceptables para la flota o intentar
conseguir más dinero de Rusia para la flota continúe en la base de Sevastopol. Las autoridades
ucranianas tienen ocupados sus servicios secretos con los incidentes que provocan e implican a mecánicos
rusos para comprometerlos y detenerlos provocando una campaña que causaría más adelante la revisión del acuerdo que rige a la flota del Mar
Negro.
El Ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Boris Tarasyuk, en una
entrevista dijo que Ucrania no preguntó si la flota rusa del Mar
Negro pueda ser basada en Crimea sino quisiera aceptar la revisión del
canon de arriendo. En detalle, el pago por el arriendo actual de la tierra y
las instalaciones es inadecuado a su costo real, dijo el ministro ucraniano.
Ucrania desea fijar la cantidad del pago por el arriendo que debe ser
fijado de acuerdo a los precios domésticos y mundiales.
Diversos factores influirán en la conclusión de este asunto, entre
otros la influencia de Estados Unidos, pero también la de potencias como
China, en particular frente a la cuestión del traslado del petróleo
kazako. Del petróleo a la cooperación regional, pasando por las rivalidades militares, el Mar Negro sigue siendo
en todo caso uno de los espacios geoestratégicos más sensibles del
planeta.