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• EDITA: PUBLICACIONES Y EDICIONES DEL ALTO ARAGON, S.A. • Presidente del Consejo deAdministración: Antonio Calvo u Consejero Delegado- José , Maria Cosculluela • Gerente José María Pisa. a Director: Antonio Angulo - año de , Aloaraqon u Redactor jete: Javier Garcia Antón. Redactores: Santiago Benito, Alfredo Goñi, Luis Muñoz, Jesús Peleato y Luisa Ptieyo. • Jete de especiales: Carmen Laviña. Director Técnico: Artemio Echeverribar. Redacción, Administracion yTalleres. La Palma, 9.22001 Huesca. Apartado de Correos, 21. 22080 Huesca. Teléfonos 223993 y223654.. Télex 58633. ¡La chispade lanoticial «Juicio» televisivo a Shakespeare por apropiación de obras William Shakespeare, el más universal de los escritores en lengua inglesa, será sometido a un «juicio» televiviso acusado de haber conseguido la inmorta lidad con obras escritas pór Ed ward de Vere, un noble contem poráneo suyo. Algunos estudiosos de la obra shakesr riana han señalado que & V,e, decimoséptimo conu- ‘:le Oxford, es el autor de 37 obias teatrales y 154 sonetos que otros eruditos atribuyen al Lardo de Strafford-upon-Avon. Sin embargo, la acusación topieza con el inconveniente de que de Vere murió en 1604, doce años antes que Shakespeare, y muchas de las obras que se le atribuyen son posteriores. El juicio, presidido por tres auténticos jueces, se celebrará el próximo día 25 en el colegio de abogados de Londres y será gra bado’ por una compañía inde pendiente de televisión. Si alguna de las cadenas na cionales se decide a dquirir el programa, las 25.000 libras (43.000 dólares) que se piden por derechos de emisión irían destinadas a la reconstrucción del «Globe Thatre», donde se estrenaron muchas de las obras de Shakespeare, en su emplaza miento original en el sur de Lon dres. En venta, el edificio más alto del mundo El edificio más alto del mun do, la torre de 110 pisos que al berga en Chicago los almacenes «Sears», ha sido puesto en venta y se espera que alcance un pre cio «record» en la historia de los bienes inmobiliarios. Alunos expertos y la propia compañi’a propietaria del in mueble confían en que la opera ción, montada dentro de un plan general de restructuración de los almacenes, rebase los mil millones de dólares. La torre de «Sears» se ha con vertido en parte del paisaje ur bano de la ciudad, una de las más prósperas de los Estados Unidos. Marcele Haurat tiene ahora se tenta y siete años. Viuda por se gunda vez recientemente, decidió hacer realidad una vieja idea: dejar constancia de la figura de su mari do, Manuel Sender,hermano del ilustreescritor Ramón Sender. Con una memoria envidiable para fe chas y acontecimientos, Marcele Haurat explicaque conocióa su maridoen elverano de 1934, en el lado francés de Somport. Seisme ses después contraían matrimonio, «en Canfranc por el Juzgado y luego en la iglesia de SantaEn- gracia de Zaragoza». Tras el viaje de novios, se insta laron en Huesca, ciudad de la que Manuel Sender era alcalde desde 1932. A estos meses, que fueron «los más felices de mi vida»,si guieron momentos muy tristes. «Yo era muy joven y no cóm prendía muybien lo que pasaba, pero mi marido sí. Cuando el 2-2 de julio del 36vinieron a avisarlS dos policías,de partedel gober nador, para que abandonara el país y se fueraa Francia, Manuel preguntó por el destino de los concejales, y decidió quedarse porque para eso era el adminis trador de la ciudad». Detenido y llevado a prisión, era visitadopor Marcele cada dosdías. «La última vez que lo ví era el1 1 de agosto. Eldía 1310 fusilarona la una de la madrugada junto a Mariano Carderera, gran amigo suyo. Una semana después, re gresé a Franciacon mis padres. Veintiocho meses después me volví a casar con un primo leja no». Con él tuvo su única hija,Ma deleine. «Con Manuel no había mos pensado tenerhijos todavía porque éramos muy jóvenes». Macele Haurat tenía veinticinco años cuando enviudó deSender. Tras su marcha de Huesca, no había regresado - hasta el pasado agosto.«Yonacíen Hendaya, así que heconocido estepaísdesde los primeros meses de mi vida. Después, cuandomurió mi mari do, quedóparamí como un sue ño. No he pasadoni un solo día sin recordar esa vida que pasé aquí. Por eso queríaque queda se un recuerdode aquel tiempo, de mi juventud. Cuandoregresé a Hueacíhace unosmesesreco rrí las-calles por dondehabíapa sadø como si me hubiera mar ciTadola víspera». Marcele Hauratmantienecon tacto con la familia de su marido. Especialmente lo tuvo con su her mano, el escritorRamónSender, cuando éste vivió en Francia. «Luego, cuando se fue a Améri ca, no lo volví a ver, aunquenos seguimos escribiendo. Ahora tengo muybuenas relaciones con su segunaa mujer, una vasca que, como yo, vive en Biarritz». Marcele Hauratrecuerda a Ma nuel y a Ramón como «distintos físicamente y enel carácter. Para Ramón, muy inteligente e intere sante, la familia no tenía apenas importancia. En cambio,para mi marido si. Manueltenía un tem peramento generoso material mente y de corazón. Tenía mu cho cuidado con esta ciudad, que por entonces ya empezaba a desarrollarse poco a poco». La viudade Sender evoca con detalle los momentos de su vida que laligaron a lacapital altoarago nesa. Ahora, desdela tranquilidad de una vida retirada, con la con ciencia de que «soy muy vieja y me moriré, como todo el mun do», haquerido renovar esos lazos con estaciudad «quetiene la for tuna de tener un cielo tan lumi foso». Con plumaaje Historia de Un suicÍdio Por Eduardo G. RICO Un periodista conservador acaba de definir a Antonio Her nández Mancha como suicida. El de «Antoñito» parece, en efecto, un caso freudiano con dominio absoluto de una «pul sión de muerte». Otros dirían que el destino lo arrastra inexo rablemente hacia la nada. Pero nadie se detiene a reflexionar, al margen de la mitología, so bre las verdaderas causas de sus desgracias políticas sucesi vas. Hijo de papá, bien casado con una terrateniente, opositor y abogado del Estado, con sus días a lo Pérez L.ugín en «Los infames», sus condiciones bio gráficas no parecen uficientes para determinar una carrera política rápida y brillante. Con -una escasa experiencia en la pequeña política andaluza, en trar de golpe en el juego de la grande, sin cartas, poniéndose entero en la apuesta, no es re velar coraje —la «virtú» del se cretario florentino— sino obce cación y ceguera, cdmo dijo, caritativamente, un responsa ble de su propio partido. Emilio Romero, que conoce muy bien los entresijos de la de recha democrática, y que pre sentó en el «Club Siglo XXI» su último libro, «Así está España» (Plaza Janés), escribe, al refe rirse a esa derecha, que «el pro tagonismo de los políticos im pone siempre situaciones ocu rrentes o maléficas». (El libro de Romero ha salido pocos días antes de que se produjera la más esperpéntica de estas si tuaciones). Por eso se dice en los periódicos conservadores que Mancha se precipita hacia el suicidio definitivo. Así pen saban, y lo decían en voz baja, los asistentes a la convocatoria del que fue director de «Pue blo», entre los que figuraba una muy amplia representación del mapa político español, desde los sobrevivientes del antiguo régimen —Fernández Sordo, Solís, López Rodó— hasta los más genuinos exponentes del nuevo, Ricardo García Dam Marcele Haurat, viuda del alcalde oscense Manuel Sender «En Huesca pasé los añós más felices de mi vida» Luisa PUEYO HUESCA.—Marce/e Haurat, viuda delquefue alcal de deHuesca cuando estalló la Guerra Cipil, iI’fanuel Sender, ha querido que quede constancia de su recuer do a la figura de su marido. La placacolocada junto a la Josa comán del cementerio oscense tiene este desti no. Marce/e Haurat, queregresó a Francia,su país, tras la muerte desu esposo —fusilado pocos días des pués del comienzo dela contienda— tiene ahora la in tención deregresar más a menudo a esta tierra que ha sido para mí como un sueño, escenario de .los años másfeilces demi pida, yde momentos muy dolorosos. Marce/e Haurat;1] EL BORDILLO;0]

Marcele Haurat. Entrevista a la viuda de Manuel Sender Garcés en 1988

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Page 1: Marcele Haurat. Entrevista a la viuda de Manuel Sender Garcés en 1988

• EDITA: PUBLICACIONES Y EDICIONES DEL ALTO ARAGON, S.A.• Presidente del Consejo de Administración: Antonio Calvo u Consejero Delegado- José

, Maria Cosculluela • Gerente José María Pisa.

a Director: Antonio Angulo - año de ,Aloaraqonu Redactor jete: Javier Garcia Antón.

Redactores: Santiago Benito, Alfredo Goñi, Luis Muñoz, Jesús Peleato y Luisa Ptieyo.• Jete de especiales: Carmen Laviña.• Director Técnico: Artemio Echeverribar.• Redacción, Administracion y Talleres. La Palma, 9.22001 Huesca. Apartado de Correos, 21.

22080 Huesca. Teléfonos 223993 y 223654.. Télex 58633.

¡La chispade lanoticial«Juicio» televisivoa Shakespeare porapropiación de obras

William Shakespeare, el másuniversal de los escritores enlengua inglesa, será sometido aun «juicio» televiviso acusadode haber conseguido la inmortalidad con obras escritas pór Edward de Vere, un noble contemporáneo suyo.

Algunos estudiosos de la obrashakesr riana han señaladoque & V,e, decimoséptimoconu- ‘:le Oxford, es el autor de37 obias teatrales y 154 sonetosque otros eruditos atribuyen alLardo de Strafford-upon-Avon.

Sin embargo, la acusacióntopieza con el inconveniente deque de Vere murió en 1604, doceaños antes que Shakespeare, ymuchas de las obras que se leatribuyen son posteriores.

El juicio, presidido por tresauténticos jueces, se celebrará elpróximo día 25 en el colegio deabogados de Londres y será grabado’ por una compañía independiente de televisión.

Si alguna de las cadenas nacionales se decide a dquirir elprograma, las 25.000 libras(43.000 dólares) que se pidenpor derechos de emisión iríandestinadas a la reconstruccióndel «Globe Thatre», donde seestrenaron muchas de las obrasde Shakespeare, en su emplazamiento original en el sur de Londres.

En venta, el edificiomás alto del mundo

El edificio más alto del mundo, la torre de 110 pisos que alberga en Chicago los almacenes«Sears», ha sido puesto en ventay se espera que alcance un precio «record» en la historia de losbienes inmobiliarios.

Alunos expertos y la propiacompañi’a propietaria del inmueble confían en que la operación, montada dentro de unplan general de restructuraciónde los almacenes, rebase los milmillones de dólares.

La torre de «Sears» se ha convertido en parte del paisaje urbano de la ciudad, una de lasmás prósperas de los EstadosUnidos.

Unos le echan tragaderas, las de más allá ovarios, yotros le echan riñonera. Pues eso es lo queme ha pasado a mí.

El viernes por la tarde estaba tomando unacopa con los miembros de un sindicato independiente cuando al levantarme me trunqué en dos.No por lo que me habían dicho, evidentemente,sino porque mis suaves y pedrescosos riñones debieron de coger algo que no era suyo.

Ante la insistencia de los amigos para ir al servicio de urgencias, opté por irme a trabajar.Cuando llegaron las ocho y media de la noche meacordé que unos grandes amigos hacían un desfile de moda en piel en un conocido pub de Huescay hacia allí me encaminé con la sana aspiraciónde hacer fotografías del visón, el gato, el astracán y el zorro. Todos estaban presentes, rodeados de canapés y «champú». Me seguía partiendo en dos pero en menor medida ante tanta belleza acumulada.

El sábado amaneció en mi habitación. Los rayos de sol, que dejan pasar los periódicos que hepuesto en mi ventana a modo de persiana, me rozaban la nariz. Me daban en el ojo derecho y

Marcele Haurat tiene ahora setenta y siete años. Viuda por segunda vez recientemente, decidióhacer realidad una vieja idea: dejarconstancia de la figura de su marido, Manuel Sender, hermano delilustre escritor Ramón Sender. Conuna memoria envidiable para fechas y acontecimientos, MarceleHaurat explica que conoció a sumarido en el verano de 1934, en ellado francés de Somport. Seis meses después contraían matrimonio,«en Canfranc por el Juzgado yluego en la iglesia de Santa En-gracia de Zaragoza».

Tras el viaje de novios, se instalaron en Huesca, ciudad de la queManuel Sender era alcalde desde1932. A estos meses, que fueron«los más felices de mi vida», siguieron momentos muy tristes.«Yo era muy joven y no cómprendía muy bien lo que pasaba,pero mi marido sí. Cuando el 2-2de julio del 36 vinieron a avisarlSdos policías, de parte del gobernador, para que abandonara elpaís y se fuera a Francia, Manuelpreguntó por el destino de losconcejales, y decidió quedarseporque para eso era el administrador de la ciudad».

Detenido y llevado a prisión, eravisitado por Marcele cada dos días.«La última vez que lo ví era el1 1de agosto. El día 1310 fusilaron ala una de la madrugada junto aMariano Carderera, gran amigosuyo. Una semana después, regresé a Francia con mis padres.Veintiocho meses después mevolví a casar con un primo lejano». Con él tuvo su única hija, Madeleine. «Con Manuel no habíamos pensado tener hijos todavíaporque éramos muy jóvenes».Macele Haurat tenía veinticincoaños cuando enviudó de Sender.

Tras su marcha de Huesca, nohabía regresado - hasta el pasadoagosto. «Yo nací en Hendaya, asíque he conocido este país desdelos primeros meses de mi vida.Después, cuando murió mi marido, quedó para mí como un sueño. No he pasado ni un solo díasin recordar esa vida que paséaquí. Por eso quería que quedase un recuerdo de aquel tiempo,

de mi juventud. Cuando regreséa Hueacíhace unos meses recorrí las-calles por donde había pasadø como si me hubiera marciTado la víspera».

Marcele Haurat mantiene contacto con la familia de su marido.Especialmente lo tuvo con su hermano, el escritor Ramón Sender,cuando éste vivió en Francia.«Luego, cuando se fue a América, no lo volví a ver, aunque nosseguimos escribiendo. Ahoratengo muy buenas relaciones consu segunaa mujer, una vascaque, como yo, vive en Biarritz».

Marcele Haurat recuerda a Manuel y a Ramón como «distintosfísicamente y en el carácter. ParaRamón, muy inteligente e intere

sante, la familia no tenía apenasimportancia. En cambio, para mimarido si. Manuel tenía un temperamento generoso materialmente y de corazón. Tenía mucho cuidado con esta ciudad,que por entonces ya empezaba adesarrollarse poco a poco».

La viuda de Sender evoca condetalle los momentos de su vidaque la ligaron a la capital altoaragonesa. Ahora, desde la tranquilidadde una vida retirada, con la conciencia de que «soy muy vieja yme moriré, como todo el mundo», ha querido renovar esos lazoscon esta ciudad «que tiene la fortuna de tener un cielo tan lumifoso».

Con plumaajena

Historia deUn suicÍdio

Por Eduardo G. RICO

Un periodista conservadoracaba de definir a Antonio Hernández Mancha como suicida.El de «Antoñito» parece, enefecto, un caso freudiano condominio absoluto de una «pulsión de muerte». Otros diríanque el destino lo arrastra inexorablemente hacia la nada. Peronadie se detiene a reflexionar,al margen de la mitología, sobre las verdaderas causas desus desgracias políticas sucesivas.

Hijo de papá, bien casadocon una terrateniente, opository abogado del Estado, con susdías a lo Pérez L.ugín en «Losinfames», sus condiciones biográficas no parecen uficientespara determinar una carrerapolítica rápida y brillante. Con

-una escasa experiencia en lapequeña política andaluza, entrar de golpe en el juego de lagrande, sin cartas, poniéndoseentero en la apuesta, no es revelar coraje —la «virtú» del secretario florentino— sino obcecación y ceguera, cdmo dijo,caritativamente, un responsable de su propio partido.

Emilio Romero, que conocemuy bien los entresijos de la derecha democrática, y que presentó en el «Club Siglo XXI» suúltimo libro, «Así está España»(Plaza Janés), escribe, al referirse a esa derecha, que «el protagonismo de los políticos impone siempre situaciones ocurrentes o maléficas». (El librode Romero ha salido pocos díasantes de que se produjera lamás esperpéntica de estas situaciones). Por eso se dice enlos periódicos conservadoresque Mancha se precipita haciael suicidio definitivo. Así pensaban, y lo decían en voz baja,los asistentes a la convocatoriadel que fue director de «Pueblo», entre los que figuraba unamuy amplia representación delmapa político español, desdelos sobrevivientes del antiguorégimen —Fernández Sordo,Solís, López Rodó— hasta losmás genuinos exponentes delnuevo, Ricardo García Damborenea y Enrique Curiel, porcitar a dos políticos significativos. Emilio Romero es ponderado y transparente en este libro, y aconseja prudentementea la nueva derecha que si «esportadora de libertades, tendráque ser consecuente con ellas».

Si tiene razón Emilio Romero —y creemos que sí la tiene—cabe imaginarse que la irrupción de Fraga, impetuosa y desafiante como corresponde a sucarácter, ha provocado un deterioro, quizá irreversible, delesfuerzo encaminado a aquellasoldadura. Y sospechamos queSegurado también tiene razóncuando afirma que la derecha«nunca ha estado en una situación tan caótica y detestable».Parece que no es s6lo Mancha.Es la derecha la que quieretambién suicidarse.

Marcele Haurat, viuda del alcalde oscense Manuel Sender

«En Huesca pasé los añós más felices de mi vida»Luisa PUEYOHUESCA.— Marce/e Haurat, viuda del quefue alcalde de Huesca cuando estalló la Guerra Cipil, iI’fanuelSender, ha querido que quede constancia de su recuerdo a la figura de su marido. La placa colocada junto ala Josa comán del cementerio oscense tiene este desti

no. Marce/e Haurat, que regresó a Francia, su país,tras la muerte de su esposo —fusilado pocos días después del comienzo de la contienda— tiene ahora la intención de regresar más a menudo a esta tierra que hasido para mí como un sueño, escenario de .los añosmásfeilces de mi pida, yde momentos muy dolorosos.

Marce/e Haurat;1]

EL BORDILLO;0]

Cuestión de riñonesacompañaban suavemente el inigualable zureode las palomicas. Ya era de día y hacía apenasdos horas que me había quedado dormida por eldolor. Cada vuelta en la cama suponía un ¡ay! dedolor. Los riñones se me partían y yo pensaba enmi casa donde una bolsa de agua caliente llevadapor mi madre hubiera contribuido, sin duda, aaliviarme, la pertinaz molestia. Decidí quedarme en cama. Una compañera de trabajo vino ayerme y a preguntar si necesitaba algo. Cuandoabandonó mi casa me sentí sola. No podía ducharme porque no alcanzaba el grifo de la bañera. No podía vestirme porque era incapaz de flexionar una rodilla. No podía hacerme la comidaporque no podía mantenerme de pie. No podíaver la tele porque no aguantaba la silla ni el sofá,ni el cable de la antena llegaba hasta la cama. Estaba sola. Nadie me traería sin caldo de poiio.Nadie diría que me arropara. Nadie me traeríaunos tebeos. Nadie vendría a darme charla. Me

acordé que tenía que trabajar. Como pude me levanté. Me vestí, y me fui á la comida de hermandad de los electricistas. Mientras estuve sentadatodo fue bien, pero tuve que marcharme a cenar.Abandoné a mis contertulios a horas inhabituales para mí. Iba arrastrándome. Apenas me podía mantener de pie, si a ello se considera andardoblada como una escarpia. El domingo amaneció sombrío. En la casa hacía frío y no tenía nadapara comer. Me fumé dos paquetes de tabacomientras veía la tele y me tomaba analgésicosque no me hacían nada. No tenía teléfono. Misvecinas no estaban y la pierna izquierda comenzaba a paralizárseme. Me sentí desgraciada..Lloré, yen ayunas me fui a la cama. El lunes amanecí tan’ sumamente dolorida que decidí vçncer miresistencia e ir al médico. Una lumbalgia tuvo laculpa de todo. Pero en mí quedó la pregunta.¿Por qué una persona joven, llena de vida, tieneachaques más propios de octogenarios? La respuesta no la sé. Sólo entiendo que gracias a lamedicina y a mi cabezonería ando derecha, aunque la procesión vaya por dentro. -

Carmen LAVINA

Diario del AltoAragón - 02/11/1988. Página 24

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