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Marco Antonio Rodríguez*

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Publicación de la Facultad de Comunicación

Social de la Universidad Central del Ecuador

Dr. Fernando Sempértegui RECTOR

Dimitri Madrid Muñoz DECANO

COMITÉ EDITORIAL María Eugenia Garcés,

Subdecana y Presidenta del Consejo Editorial

Fabián Guerrero Obando Coordinador y

Director de La revista

Miembros: Gustavo Abad

Juan Pablo Castro Manuel Espinosa Fabián Guerrero

Imagen de la portada:

Fryda Guerrero

Diseño y diagramación Sonia Vega Burbano

Editorial

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Doble sentido

Expreso móvil

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Extramuros

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octubre 2020

Los criterios vertidos en los artículos son de estricta responsabilidad de sus autores. No reflejan necesaria-mente el pensamiento de La Revista.

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Todo empieza otra vez

Fabián Guerrero Obando La enfermedad les permitió a Moliére y a Proust crear algunas metáforas sobre la medicina, mientras que a otros les dio el material necesario para describir la enfermedad, como es el caso de Charlote Brontë, Chéjov, Dostoiesvki o Virginia Woolf. En algunos casos, la enfermedad impulsa a crear. El efecto degradante de las deformidades físicas impulsó a Byron y a Toulouse-Lautrec, por ejemplo, a com-pensarlas por medio de su obra artística. El convencimiento de que las horas de trabajo están contadas a veces ha hecho surgir una última chispa de intensa actividad, como en los casos de Beardley y klee. Otros, como Heine, Karen Bli-xen, Gide y Graham Greene, le han atribuido poderes terapéuticos a la actividad creadora como el medio para soportar los sufrimientos de la vida. En El naci-miento de la tragedia, Nietzsche sostiene que solamente el arte tiene el poder de alejar este sentimiento de disgusto que nos causa nuestra espantosa e inútil existencia, y adoptar concepciones con las que se pueda vivir. Flaubert era de la misma opinión: “la única manera de vivir aceptablemente es ahogándose en la literatura como si se tratase de una interminable orgía”. Samuel Johnson dijo no haber pasado un solo día sin que lo amenazara el dolor desde que una enfermedad contraída en la infancia lo dejó hecho un saco de tics y de estremecimientos. Esos dolores eran tan notorios que debió abandonar sus planes de convertirse en maestro de escuela; su comportamiento peculiar y sus movimientos grotescos causaban la hilaridad de sus inmisericordes dis-cípulos, quienes se reían de él a carcajadas. Llegó a la conclusión de que “la única finalidad de escribir es permitirles a los lectores disfrutar más de la vida, o soportarla mejor”. El doctor, víctima de una grave depresión periódica, obtuvo consuelo escribiendo: “el estar ocupado, Señor, y las penalidades, evitan la me-lancolía”.

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Al parecer, la influencia más determinante que ejerce la enfermedad sobre la obra literaria se determina cuando hace el carácter del artista más sereno y su nota predominante más profunda. Esto estaría corroborado si tan solo se con-siderara en el valor perdurable de las novelas de Charlotte Brontë y Chéjov o en la poesía de Keats. Si advertimos que algunas de las más grandes obras de arte han nacido del dolor, no podemos menos que reconocer que la enfermedad a veces enriquece al artista, a sus congéneres y a la posteridad. Existe una relación permanente entre la enfermedad y la creación artística. Una realidad muy antigua, ciertamente. Uno de los grandes motores no solo para quienes se han dedicado a la literatura, sino para los artistas en general. Mis-teriosa cinética de la enfermedad, el arte y la facultad creadora. Por eso, quizá el presente número de La Revista nos ayude a entender lo que nos sucede en estos días casi apocalípticos. A pensar en el dolor que sentimos, claro, pero también en el de los otros, en lo que están sintiendo, en nuestra propia angustia. Hacerse un lugar para recobrar las fuerzas, respirar aire fresco y seguir. Así, los textos de Marco Antonio Rodríguez, Carmen Váscones, Catalina Sojos, Sonia Manzano, Roque Rivas y Alejandro Campos Olivier, que honran las pá-ginas que siguen, son productos de nuestro tiempo. Formas artísticas y opor-tunas para contar el espanto que nos ha tocado vivir, cierto, pero también para recordarnos que la enfermedad puede ser una fuente de inspiración y que al dolor lo podemos transformar en arte. Justo en este momento en que todo ha acabado para siempre y que, como a cada instante, empieza otra vez.

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Todos mis cuentos Marco Antonio Rodríguez ......................................................................................... 7 Estados de cuarentena y cuerpos sintomáticos y asintomáticos Carmen Váscones ........................................................................................................... 13

Vida vivida

i vida es una averiguación perpetua. No he cesado de

buscar, consciente de que el final de toda búsqueda no es sino el punto de partida y el conocimiento del lugar por primera vez. ¿Por qué persevero en esta obstina-ción? No sabría decirlo con cer-teza. Creo que el tiempo tiene que ver con esta insistencia, porque el tiempo no es perceptible por ins-tantes, sino por pasiones, efusio-nes, rupturas, amores, olvidos; en suma, por ese viaje vertiginoso y voraz a través del alucinante cora-

zón humano que es mi fin, junto al de guardar silencio. Los dos hori-zontes que, creo, deben ser los de todo aprendiz de lector y escritor que es lo que procuro ser. Tiempo: aprendizaje sin finales. Ruta, rastreo, siembra y recolec-ción. Vida, amor y muerte. Y en mi punto de partida y de arribo: la pa-labra, hablada o escrita. Me refiero a mi vocación de maestro y al de escritor, ambas en inacabable aprendizaje. Algunas nociones in-feridas de este itinerario. Saber que se cumplen ciclos en la vida. No fundar amistades inútiles. No

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Todos mis cuentos

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apropiarse de nadie ni de nada. No ocupar demasiado espacio. Procu-rar no mentir, peor fingir. Salir a tiempo de las fiestas; lo propio de las tareas que enco-mienda la vida. El poder solo es servi-cio; salir de algún sueño cuando ha sido imposible cumplirlo —San-tayana persuade que el imposible no existe, que solo es aquello que demora un poco más de tiempo para lograrlo—. Me he aferrado muchas veces a este axioma, pero confieso que muchos sueños se han desvanecido, mu-chas puertas se han clausurado, muchas partidas me han enlutado. Nunca he tenido el valor de preferir una vida de urgencias económicas para dedicarme a leer y escribir a tiempo completo, que hubiera sido, quizás, mi ideal, por lo que mi vida no ha sido sino una más de las del infinito número de seres mortales que deambulamos por todo lado. Tampoco llegué a lector de oficio que ya hubiera sido bastante.

“Desde la mañana —decía Gastón Bachelard— delante de los libros acumulados sobre mi mesa, le

hago al dios de la lectura mi ple-garia de lector insaciable:

Nuestra hambre coti-diana dánosla hoy”.

Zarandea en mi memoria esta ple-garia y siento algo parecido a esa dislocadura que es contienda de saberes y sen-

saciones que pu-dieron ser. Pero la

vida vivida me ha ini-ciado en valores irrenun-

ciables que apaciguan esa desazón. Todo lo demás en mí son equívocos, vacilaciones, carencias. La dignidad Empecé a militar en la dignidad como la única enseña que enno-blece al ser humano desde tem-prano. Salvador de Madariaga cuenta que, en la época de la Re-pública en España, el capataz de un cacique se dedicaba a ir de puerta en puerta comprando votos. Todo iba bien hasta que se encon-tró con un jornalero que lo miró fi-

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Creo que el tiempo

tiene que ver con esta insistencia,

porque el tiempo no es perceptible por instantes,

sino por pasiones, efusiones, rupturas, amores,

olvidos; en suma, por ese viaje vertiginoso y voraz a través

del alucinante corazón humano que es mi fin, junto al de

guardar silencio

jamente: “En mi hambre mando yo”, le dijo, arrojando al suelo las monedas. Lección imborrable. Yo salía de mi adolescencia cuando inauguré amistad con Alberto Luna Tobar -por quien leí a Madariaga y a muchos autores más-, para luego constituirse en el pensador que con mayor generosidad ha co-mentado todos mis libros. Sabio y bueno Alberto, creo firmemente que fue su generosidad la que lo conminó a ser vigía luminoso de cuanto yo publicaba. No sé si, a partir de esa lección o antes, se me dio por no inclinarme ante ningún poder, ni terrestre ni celeste, pero mi pasión de buscar morirá conmigo y a lo mejor halle un poder superior al humano que todo lo pervierte. Por ese mismo período, conocí a un profesor de álgebra que también me señaló para siempre. Antítesis de Alberto, su otra cara, su envés, era un lec-tor impenitente, el demonio en per-sona. Educado en un medio profundamente católico, Horacio Viteri Karolis, así se llamaba mi profesor, era ateo y blasfemaba cada vez que abría la boca. Por él leí a Rimbaud y Mallarmé, a Ver-laine y Baudelaire, a Henry Bar-

busse y André Gide, a Lautrèa-mont, Hölderlin, Nerval, y, se diría en contraste, a Lao Tse y Nietzs-che, a nuestros escritores de los treinta, etc… Horacio me inició en el cuento. “Lea mucho, me decía, lea todo lo que llegue a sus manos, pero co-mience con Las mil y una noches, La Ilíada, La Odisea, El Rama-yana, La Biblia… Al oír este último título me confundía, dado su ra-bioso ateísmo, pero jamás me atreví a confesarle mi descon-cierto. Solo después develé las be-llas historias de amor, de locura y de muerte que hay en el “libro de los libros”. Horacio enfatizaba en que, si bien el cuento debe concluir pronto, es para poder extenderse. Ahora bien, cuando abres una ventana, no sabes si vas a recibir el golpe del sol o el de una tormenta. “Nunca escriba somníferos”, recal-caba, “usted no está para eso, pro-voque pesadillas, zarandee, humille al lector, dele contra el suelo, urda tormentos”. Y reía como el Rey de Burlas, aquel que más se rió del poder, concediendo a los esclavos libertad para que hi-

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cieran lo que quisieran contra sus amos y sus dioses, incluido él, du-rante tres días. “El poder del cuento es su extensión”, repetía Horacio —lo cual siempre fue dis-cutible por cierto, pero él era mi maestro—. “Además”, proseguía, “ninguna historia puede ser repe-tida y, sin embargo, jamás crea que se cuenta nada nuevo”. Y sentenciaba: “el cuento es el soneto de la na-rrativa”. “Nada de exu-berancias”, clamaba, “todo exacto, como un reloj Omega” —en ese tiempo los más precisos y afamados—, “si falla cualquiera de sus piezas, especialmente su corazón, el cuento muere”. El co-razón del cuento para Horacio era el cuento mismo. Recuerdos Almas en pena son los recuerdos. Causan espanto, pero también cu-riosidad que es lo mismo que la tristeza. Seres que se quedaron deambulando en un espacio di-fuso, entre esta vida y las otras po-sibles. Aunque también personas amadas de carne y hueso que se desprendieron de nosotros para

jamás volver. No existen los retor-nos, pero si nos empecinamos en reanudar el pasado, es preciso saber que toda vuelta acarrea los escombros del ayer y su olor es peor que el de la muerte. Jamás sucesos o imágenes completas, los recuerdos son fragmentos, eflu-vios. Fugaces y frágiles estampas

que infligen dolor o gozo, las dos sensaciones duran

menos que un soplo. Caricaturas de la muerte o de la ausen-cia: lamentables dibu-

jos del pretérito consumido, del pasado

que solo existe en alguna oque-dad, la más remota de nuestro ser. No obstante, a veces, hasta en los olvidadores contumaces, acaecen. Entonces, el tiempo deja de ser progresión y vuelve a ser lo que fue, y es, primitivamente: un pre-sente donde pasado y futuro se so-siegan y renuevan. En este punto se engendra mi palabra. Herencia Algo hay en los Rodríguez de des-varío, violencia y devoción en secos golpes de sangre y sensibi-lidad extrema, azarosa. Por allí se

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“ninguna historia puede ser repetida

y, sin embargo, jamás crea

que se cuenta nada nuevo”

sostiene que llevamos en nuestras venas levadura de artistas y arte-sanos (no hay diferencias entre ambas). Diego Rodríguez en el siglo XVI, escultor; Bernardo Rodrí-guez, pintor; Antonio Rodríguez, en los tramos iniciantes del siglo XIX, hasta que esa sangre se esparció en los Rodríguez Jurado, Araujo Rodríguez, Santos Rodríguez y más. Tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, tías, tíos, eran tallistas que amaban su oficio. De allí qui-zás nuestras propensiones. Tinie-blas y luz. Pasiones abisales. Fragilidad y temeridad. Necio afán de hallar otras realidades, dando el salto del jaguar a través del aro en-cendido de un circo. Osadía y con-dena. Guiño a la locura y a la muerte. Entrega y alejamiento. Todo o nada. Nunca espacios me-dios, siempre extremos. Todo esto circula en mi ser. Pido perdón a los contados Rodríguez que queda-mos por pluralizar: mis hijos Pau-lina y Marco, mi nieto Adrián, mis hermanos Mariana y Carlos, sus hijas mías. Y, por cierto, Liliana, mi compañera que me volvió a la vida. Por lo demás, nunca aprendí a es-cribir cuentos. Leí muchas teorías sobre cómo construirlos, partiendo

del Decálogo del perfecto cuen-tista de Horacio Quiroga. Quiroga cuenta en su credo lo que él hizo para escribir lo suyo. Nada más. ¿Habrá un escritor —uno solo— que se deba al decálogo de Qui-roga? Creo que no. Y a ningún otro. A medida que iba escribiendo cuentos, intuí que su secreto era su comienzo, pero, ¿y su final que debe ser un resplandor que ciegue de luz al lector y lo deje asido al desconcierto? ¿Cómo se hacen los cuentos? La pregunta queda allí sin otra respuesta que los cuentos que se van contando.

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Horacio Quiroga. Decálogo del perfecto cuentista.

Fui editor y prologuista de las obras incompletas de Jorge Enri-que Adoum. No hallábamos el tí-tulo, hasta que él, no yo, dio con el título Obras-In-completas. ¿Por qué cuento esto?, porque con Todos mis cuentos, que presento esta noche, cierro el ciclo de cuen-tista, pero seguiré es-cribiendo bajo el convencimiento de que los géneros literarios en nuestro siglo se han des-vanecido. ¿Saldrá algo parecido a una novela que ahora aglutina en-sayo, poesía, testimonio…? Quién

sabe. Solo sé que no puedo hacer otra cosa que seguir buscando. Condena y liberación. Temo más a

la locura que a la muerte. Cuando digo pública-mente esta verdad o cuando menciono que soy maníaco depre-sivo y alcohólico, la gente se asusta y se aparte o aleja. He vi-vido con muletas. Mis ansiolíticos y antidepresivos son esas muletas. Y el

tiempo sigue su marcha. Ya no in-giero licor, es decir, tomo con miedo, mi padre y madre el Miedo. De allí provengo.

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* Marco Antonio Rodríguez. Narrador y ensayista. Fue Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana durante dos periodos consecutivos: 2004-2008 y 2008-2012. Miembro de Número de la Academia Ecua-toriana de la Lengua y Correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española.

sta reflexión, es parte de algo que escribo, que he

escrito –mi escritura ha sido casi una cuarentena perpetua por eso de estar manchada por faltas orto-gráficas...– que estoy terminando. Trataré de sintetizar. Además, completará una obra inconclusa, en otro libro, que estoy revisando. A partir de eso, pensé en los gran-des, y en el peor de los peores: lo reconocerán. Me atrevo a pensar. Kafka: tuberculoso. Escritor de la máquina del dolor. Describe los dientes de acero de la civilización, gestando y matando y enfer-

mando. Dar un beso es la or-fandad del amor, conde-nado a muerte. Otra manera: ya no es el ro-

manticismo a la muerte, sino la es-vástica devorando como un prendedor enterrado en el cuerpo; el famoso tartamudeo a la melan-colía o tristeza y nacimiento del vampiro o la transición de la sangre no en el cuerpo de cristo. Ya la mujer arrastra la condena, mens-trúa, bruja y hembra, en el deber de ser una madre mitificada, y no

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Estados en cuarentena y cuerpos sintomáticos y asintomáticos

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sexualizada, para que sea pura. Escribe para no matar al nombre portador de su yo, que lo ayuda a aguantar el apartamiento. Doble esconderse: por tuberculoso y por judío. Qué más plantea el escrito en ese desentrampar la condena al dolor de existir y ser cazado por…

Hitler: el su-peryó para-noico, el man- damás mortí-fero del orden autoritario, el

dictador de la muerte, el diezma-dor de la libertad del prójimo. En-rolado en el ascenso al poder, el apartador o exterminador con su expansión, horror, y persecución para lograr el crimen perfecto; vio-lador de pactos, hace alianza con los dictadores en su monólogo con la muerte.

N i e t z s c h e : contagiado con sífilis muy joven y esa enferme-dad neuroló-gica degene-

rativa. Y él, trabajando el mito de la nada y descongelando la libertad, esa estatua vestida de paz o de

guerra, o de sexo mercancía, en esa época o en cualquier otra, hasta el presente, es un riesgo de contagio, y el antídoto, abstenerse o prevenir. Y si el otro está infec-tado o es portador, jodido, se aga-rra a Dionisio, y a la música del saber hasta romper la cuerda del silencio. Lo fundante en el nihilista es que deja un antídoto: no dejarse aplastar por la estatua de la cima; aléjate.

Kierkegaard: la virginidad como salva anti contagio. Tener sexo es peca-minoso, por

eso de mortífero y evadir ser atra-pado por la virgen al casorio, o do-mesticarse en un matrimonio que le quita la libertad de pensador. Huye del contagio. ¿Acaso ena-morarse es condenarse por culpa-bles ojos? ¿El amor enferma o te enjaula para que no seas de nada ni de nadie? Hay que diferenciar pasión y eros. ¿O ser capturado? Juega al seductor, leer su diario. Elige al escritor y al conflicto del vacío le chanta ansiedad. No sabe cómo enfrentar la pasión femenina de una mujer; se escurre entre la

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doncella y la migaja del ser ante el sentimiento opresivo del “vértigo de la libertad”. También se dice, que rompió con su padre, al elegir su ruta. “Lo uno o lo otro” ante esa pasión in-quisitiva. Su tesis existencialista también viene de su desarraigo ante sus nexos filiales. La orfan-dad de la infancia; hermanitos como estrella fugaz partiendo, mueren prontamente. Cómo tocar tema de la muerte cuando se es culpable de sobrevivirles o agarrarse al instante prolongán-dolo; y él sobrevive. Es mucho peso vivir otras vidas, no es ca-sual que use seudónimos. Da un zape a la sombra de los nexos muertos para no ocupar ningún puesto. Sólo sobreviven él y un hermano, que en el camino des-vanece su pista. Él, ante retahíla de sentido pésame en la infancia. Y sus padres engendrando. Des-cubrir la orfandad o el temor a fa-llar en esa paternidad en cuestión del padre, y de la que él no quiere saber ni hacerse cargo. Lo viril o la caída ante la muerte y la impotencia o frenarse ante la vida con una ella, elige la angus-tia y su temblor.

Sade: en mi tesis fue violado por su tío e inci-tado desde niño a lo “perverso polimorfo”, o

una práctica sin límites. No olvide-mos, viene de carrera militar con estrictez, y los prostíbulos son los lugares donde los hombres tienen que probarse la hombría o el relin-cho del macho en la fosita del ca-baret. La mujer virginal es signo de sana, salva y la posible elegida para matrimonio, y procrear y parir hijos, más aún si tiene dote; y su padre lo casa joven, él tenía 23 años. La lucha del Marqués lía entre el hombre reo del impulso, el escritor compulsivo, y eso de abrir el telón a la horca de la libertad. La pedofilia y la pederastia, han sido una práctica siempre sospe-chosa, condenable, de peligro y degradación para la infancia vulne-rable en manos indolentes y men-tes degradadas. Darle límite, es un proceso de reparación a la libertad de cada uno en la constitución hu-mana y de papel, donde se debate la anatomía de la vida y el goce putrefacto del desecho a desechar. ¿Cómo se hace un desechado y

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se queda en el pathos de la repul-sión? Andamos en este avatar entre lo inerte y la animación a existir distinto. Hay mucho que estudiar sobre este hombre genial. Sade, el escri-tor y el hombre al que le tenían miedo y pasó su vida encerrado por acusaciones y sus prácticas de escándalos. Y ese debatir de la carne sin espíritu o dentro de la paila la piel de zapa, habitó época donde bien y mal era cuna, nicho y fantasía sin redención. El presi-dio y sanatorio fue el lugar para el expulsado o condenado por des-bordar. Queda su extraordinaria y tan descarnada y despellejada es-critura. Rompe los espejos al de-senmarañar la alegoría, la alucinación y los abominables actos que no dejan de aparecer, de algún semejante, cualquier día. El escritor visibilizó de lo que somos capaz y más: delata, re-crea, deja ver los pespuntes de la historia solapada, la destapa. El ser está atrapado en la escena, sin ley; hay cuentos extraordinarios. No todo es repudio en su escritura del masoquismo primario. Era un genio exacerbado. En Sade, el bien y el mal no se diferencian.

Artaud: tuvo meningitis en la infancia, y fue contagiado de sífilis por uno de sus progeni-

tores. Vivía con constantes dolores de cabeza, secuelas múltiples dejan la enfermedad y la infesta-ción; antes de nacer ya es conde-nado en el vientre. Desgarra la verdad, es cruel el escenario hu-mano. Devela al cuerpo como el teatro de la crueldad de la vida y la muerte y desmadeja escenas de lo atroz. Cito a Artaud: Donde otros proponen obras / yo no pretendo más que mostrar mi espíritu. La nada no se puede revelar ¿Rebe-lión por cero?

Da Vinci: –mi favorito– el re-nacer dentro de sí, auscultando la mancha y lo inmaculado del

color de la naturaleza; el hijo bas-tardo. El que se impuso a oscuri-dad, soledad y silencio y pintó la cámara oscura del ojo proyec-tando el movimiento sin darle chance a la nada. Nació con poca perspectiva para el ruedo. Eso de

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dejarse notar sin lo legal de la exis-tencia en un ser, fue más allá. Sin embargo, aunque sin arraigo, se porta un ser. El apellido del abuelo con puesto de notario, lo excluye, margina, un padre sumiso engen-dra un hijo, alcanza apellidarlo, le da crédito, sólo que no tiene donde proyectarse en la huella ilegítima. Lo nota a temprana edad; hay un tío que lo ayuda a descubrir y de-sarrollar la curiosidad –siempre aparece un guardián protector o lo contrario–. En el pequeño pintor, algo de gesto sin saña lo acerca a él a no abandonarse en el estigma del po-brecito ilegítimo. El orgullo lo tra-baja y no deja que la infelicidad lo aplaste. Asienta la dependencia del cuerpo ilegítimo en un notar in-confundible en sus tratados. Hay que imponerse a contracorrientes. No ha de haber sido fácil erigirse entre los demás por su lastre en pequeña infancia. Sus huesos sa-queados y echados en la fosa común como los demás. Toda gue-rra, siempre un saqueo. Suspendo continuar la frase, al referirme al vegano Da Vinci; alguito más: la muerte no repara la vida, ni ella a él, el cuerpo siempre amenazante

adentro y afuera para quien se le cruza en el camino. Como eso de hacer coincidir Sófocles, al padre y al hijo, para cumplir al oráculo, el miedo acecha… En estos hombres hay una rebelión al nombre del padre y una sumi-sión al alma mater, sólo que, cada uno desenfrena o se asume omni-potente o ahonda en la débil carne propia y ajena, en el desencuentro con otro, con un uno, con un él, con una ella. Sólo queda para el ar-tista plasmar en papel, lienzo, es-cenario, la única coartada para resistir; esto es, sé tú, aunque no quieras. Eso sí, que no te aplaste el yo con su complejo de supremo, que no atente en ese intentar. Y Carmen: qué hace allí, hoy, aho-rita, mañana. Ha laborado el hilo del horror hasta reducirlo al ta-maño de un grano de arena; avanza en la clínica de la estruc-tura en movimiento; tradujo la grieta de la miseria; sabe que la herida, se limpia, desinfecta y cose. Y aún las venas abiertas de América Latina lloran aquí, allá y al otro lado de la tierra, junto con la tristeza y rabia de otros pueblos. Traducir el estado embarazoso de

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las repúblicas y sus polis y encon-trar en ese pozo la utopía aún. Discontinuar. Continuar o des-continuar trabajando en ese escar-bar el cuerpo del lenguaje asintomático y con síntoma, prisio-nero de fantasías, delirios, obse-siones o de lo que no ha sucedido y rebota. Ha desmenuzado las pa-labras papá y mamá. El amor es contagioso y culposo y baboso. Y sí, en la tierra y la expulsión del pa-raíso y el infierno en la lengua del síntoma. Fiscaliza la enfermedad del poder. La institución única es el cuerpo, y cada uno se responsabi-liza con su nombre a sostener. Infancia no debería ser problema para adulto, sólo que se tropiece con su fantasmita, proyectándolo en presente y choque y reclame o envidie o peor, porqué ayer tal día se perdió en el debes del abuelo y bisabuelo en tatarabuelo, saldar o soldar cuenta sin cuentero; o a reinventarse. Y yo: en estos cuatro meses que llevo en casa, apenas unas seis veces he salido. Se engendra otro libro: ENTONCES. En esta cuaren-tena ha habido múltiples tareas, so-

portes, tristezas, amigos, idos, his-torias inconcebibles vividas por el coronavirus. Días desgarrados ante la impotencia de cómo otras formas de ayudar, dando soporte, orien-tando, consejería; trabajar las fal-tas, los detalles y borradores de mis escritos; las tareas domésticas; estar al tanto de la desgracia en el mundo. A veces, sólo escuchar mú-sica, o pegarme al silencio de la pá-gina en blanco, tratar de andar en el jardín, leer, ver una película. Este encierro me hace recordar cuando pasé el cáncer: casi un año en cuarentena y atención y trata-miento, y demás. A veces los otros te miran como desahuciado, y hasta el estigma queda, porque eso de que parece que pendes es-pada de Damocles en una parte de tus células; la tirantés que exige la dieta, cuidarse, no comer tales y tales; o te mandan a que ordenes tus papeles, y no son los literarios, una puñado de registros contables. Escucho, y salta este presente, y nos pone en jaque, o nos deja al desnudo ante esta metamorfosis de pandemia, no se sabe qué día, un posible muerto, o quieren pen-sar por ti; cómo vas; sólo, replico: a cuidarnos y estar atentos.

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Lapsus, en este momento re-cuerdo que antes de ENTONCES (libro IX), en esta habitación de la escritura, engendré otro libro; había olvidado, el recuerdo se mo-lesta y me lo trae a colación: ES-QUEMA DE FICCIONES (libro XII) con el que cierro este largo camino de cuarenta y cuatro meses a cua-rentena, de cuarenta años de pa-labras en perpetuo movimiento, agitando la pasión de una escri-tura, que se eligió como una ella, para que la escritura no sea ni mandil ni camisa de fuerza ni ca-dena ni chantaje para su aparición y desaparición en el escenario de las letras. Luchar cada día el deseo de afir-mar al tocador de la vida sin ma-noseo ni manipulaciones. Andar precavido. Estos días, meses, se-gundos, minutos, la diacronía y sincronía se volvían insoportables. Inconsolable la tristeza al saber o no saber lo que pasaba en Gua-yaquil, Quito, Cuenca, Machala, Playas. Un día me senté en el piso, y un charco de mar se hizo alrededor mío. O eso de que nadie quiere hablar del tema, escuchar los desgarradores gritos: “dónde está el cuerpo”, ver las fundas ne-

gras, hileras de ataúdes, o que me cuente la vecina que su amiga, entró a buscar a su madre, que iba rompiendo fundas, hasta que dio, después de rajar más de cin-cuenta plásticos …y ella estaba viva; la sacó, en brazos, y se la trajo. En Playas el dengue y la pandemia se juntaron, no había al-cance, cómo decidir quién vive y no: los que estamos en los 60 no están en la lista, jóvenes, niños, hasta 60 o 65. Escuchar a una amiga: “he decidido si me toca eso, prefiero morirme en mi casa, no me sacan de aquí, para morir como una planta sin regar, ni loca”. Al amigo periodista le vacia-ron la cuenta, y muere, y no hay quien responda. Aquí en Playas, amigos muy queridos, los que no conozco y dan a conocer la letanía con sus seres, tantos médicos, en-fermeras, como ha pasado en tan-tas partes de la maqueta de este mundo de tierra y carne, también han fallecido. Otra vecina que atendía orgullosa su negocio de comida, JOA, en la noche, con si-llas y mesas en la vereda, ya lle-vaba curada del cáncer por más de siete años, se la tragó el abe-rrante coronavirus. Había días que sentía un torozón, me quitaba las

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ganas de comer, y me obligaba, me volvía madre de mí misma: “come porque si no se te bajan las defensas; pica ajo, raya cebolla, jengibre, haz comida concentrada, humidifica la casa; si siempre has estado alerta, qué te pasa, no bajes la guardia, sesentona, ponte pilas, cada uno se aferra a ver como cubrir el día”. De a poco en el último mes se van abriendo llamadas, que chat va y viene con bromas, rezos, recetas, menú: se desea saber del otro, sin tocar temas “profundos”, memes chéveres, atenta se reenvía el aliento como una filial de sobrevi-vientes, por Messenger con Roger y atenta a su corazón que en fe-brero nos puso en aprieto, y él se agarró a sus latidos, y yo, cua-drando y descuadrando el insom-nio, sueño y despertar; ella y yo, las innominadas y nominadas en la escritura cada día pasando el borrador en limpio, haciendo ta-reas, apoyando a conocidos, le-yendo, escribiendo. La vida es fragmentaria. Llevo este oficio más de cuarenta años. Y muchos inéditos espe-

rando, pero quiero contar de uno específicamente. Aclaro, entre lí-neas hay uno que se ha ido cons-truyendo en estos dos últimos meses de la cuarentena, lo llamo ENTONCES. Ya lo dije. A veces uno se repite, por si acaso. Sin proponérmelo avanzo en elipsis. Como estructura en movimiento en construcción. Algún día la muerte será perpetua. Este compendio, que abarca desde 1990-2020 si ese es el tér-mino que le cabe al Libro madre o matriz o materia para TIERRA HUÉRFANA tiene un cuerpo de doce textos poéticos con identidad propia cada uno dentro de (SERIE: UN SOLO DE MUJER)

GRITO DE GEA (Libro 0) ; SOLEDAD PAGANA (Libro I); POLIMORFO YO: ELLA Y ÉL O NADA (Libro II); CLEO-PATRA (Libro III); MARÍA (Libro IV); PACHA (Libro V); MANUELA (Libro VI); ALGUNOS ROSTROS (Libro VII); CARMEN O HIJA DE LA FICCIÓN (Libro VIII); ENTONCES (Libro IX); CARLOTITA (LIBRO X); LA ENFER-MEDAD (Libro XI); ESQUEMA DE FICCIONES (Libro XII)

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Vengo trabajando 40 años, como comentaba, esta propuesta que se fue haciendo. Me parece iró-nico que coincida con esta época, de tanto dolor, mundo desmoro-nándose, una moneda caníbal, estados quebrados, donde el timón de la paz, la libertad y la cercanía en lo humano, avienta a la incertidumbre, confrontaciones y deseo de renovar la mirada po-lítica, de economía. Ojalá, esto úl-timo, sea devolver al humano su faltante… Estados en el mundo deberían estar en cuarentena eterna para ver si así salen del limbo o cruzan los círculos de Dante y van esco-giendo el número del uno al 9, cuando se darán cuenta el 10 está echando raíces... Se necesita simultáneamente lo ambidiestro en los estados para equilibrar ese desajuste en la ba-lanza... Perfecto diez: agonía de uno den-tro del cero, prefiero impar.

Planteo un estado ambidiestro para equilibrar balanza. y qué decir de la ética, A quién fiscalizar, qué es estado de cuenta. Te das cuenta. Ya nadie come charlata-nería. Piensa breve, concreto y preciso. ¿Y el análisis, la interpre-tación y el punto de vista? Evidencias y cuenta los hechos. Banco de datos los estados dado segunda la secuencia y conse-cuencia y la secuencia borrada en el tramo de la rama. ¿Quién corta la guía de las historias? Chantal Maillard en una conferen-cia dada el 2 de marzo de este año, manda su rayo de epifanía, pienso seguir escarbando y arran-cando maleza en esa música de la primera persona, ella, Chantal, dice, “El yo y su perversa manera que tiene de habitarnos” A vaciarse del antropófago de la materia sonora Relátame otra vez lo que te pasó…

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* Carmen Váscones,. Samborondón, 1958, Psicóloga Clínica, Libros publicados: Muerte un Ensayo de Amores; Con/Fabulaciones, Memorial Aun Acantilado; Aguaje; Oasis de voces; Soledad Pagana; Ul-traje/Outrage; F(h)ilos de agua.

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Algunos dibujos de Carmen Váscones en estos tiempos de antes y en cuarentena.

Enero y basta de impases

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Febrero y ellos, Adriana y Santiago asesinados

Febrero y el vértigo del latido del corazón de Roger nos puso en apuros, salió invicto

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Febrero y Violeta Parra

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Marzo y fugaz eterno

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Mayo y jugando a instalar y desinstalar

Juguetito a de mini huellas, tracitos y garabatos despintados por puro juego con el tiempo.

Link del diario sin embargo, donde se editó texto de carmen váscones por pri-mera vez: https://www.sinembargo.mx/12-06-2020/3803760?fbclid=IwAR3J8Cqc-qbX7x-Ex2FLubzuAXXbPwoYth6AjTeGH1e3gpbcFejKv0l9jvE

* Carmen Váscones,. Samborondón, 1958, Psicóloga Clínica, Libros publicados: Muerte un Ensayo de Amores; Con/Fabulaciones, Memorial Aun Acantilado; Aguaje; Oasis de voces; Soledad Pagana; Ul-traje/Outrage; F(h)ilos de agua.

Y si quieren más intalaciones Aquí https://twitter.com/Carmen_Vascones

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Corona Catalina Sojos ..................................................................................................................... 29

scribo con los soles deteni-dos, la gota ciega del pre-

sente obliga a la somnolencia. Desentierro imágenes y, una vez más, la palabra cava fosos en la memoria. Así, recuerdo esos frag-mentos del libro publicado hace veinte años. Profético. .../ Algo me anunció la peste. ¿fue cuando la víbora se acercó dema-siado? o ¿quizá el mal olor que ha-bíamos adquirido? Supongo que se produjo en el instante que nos anegó el agua. ¡El gran desastre!

Los árboles se cubrieron, los pája-ros aparecían muertos y un lago putrefacto se alzaba entre los mon-tes. La casa temblaba y yo cons-truía senderos hacia ningún lado. Cuando el agua desapareció nos quedamos mirando estupefactas. Entonces coloqué rejas, alambres, espinas. Hoy, los demonios martirizan con el golpe de sus tambores; navego entre mi náusea y la certeza de haber asesinado en algún sitio el corazón.../

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La peste. Tan solo la palabra pro-voca un estremecimiento. No, no fue un cataclismo, un tsunami, un terremoto, algo visible; es la lucha frente al espejo. Apestados, amanecemos con el virus que nos corona y señala con su signo . Entonces vuelve la cábala .../ “en esta noche habrás de man-tenerte despierta/con el hueso sembrado en la costilla izquierda/ entenderás la muerte/ hay una luna inmensa clavada en tus pupi-las”.../ y el agua podrida .../ la mujer lleva sus manos en llaga viva/ toda el agua del mundo no bastará para limpiar su asco.../ La verborrea diaria de noticias nos anega. Afuera el paisaje se abre, esplendente. Alfonso Moreno y /... “mi vida una mariposa/ el vidrio de una ventana/ afuera el jardín la rosa/ la gracia de

la mañana.../ adentro... nada hay adentro/ que estoy afuera y no estoy/ y sobre el cristal me encuentro/ y tras el cris-tal me voy”.../ Alguien clama por un respirador, las carreras en los hospitales, los sonidos de la noche rugen; en la amazonía las tribus son extermina-das. La muerte roja de Poe, el príncipe próspero se equivoca, abre el sendero y se estrena el teatro de Wuhan. Las mascarillas en el alambre de una realidad sin adjetivos. Y así, clavados contra el piso. Con la cara en el suelo (Kafka sonríe) Sin embargo, la poesía estalla. Carbones encendidos, metáforas quemadas. Así. Con la pandemia a flor de piel, escribo desde adentro. Con todos los soles detenidos, en patios secos. Allá cuando niños jugamos a la estatua. Y nos quedamos alelados.

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* Catalina Sojos. Escritora y columnista ecuatoriana. Su obra también abarca la Literatura Infantil y ha recibido varios Premios a lo largo de su vida.

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Poemas de Sonia Manzano Vela Sonia Manzano Vela .................................................................................................... 33

EJECUCIÓN DEL PERFUME Este aroma Jamás podrá salir al aire que se hiera a sí mismo con el espolón que le ha brotado de los labios Doblegado por el peso de su peso y sobre el borde resignado de otro aroma inclinará cabeza Este aroma antes de que pueda formular su único y último deseo será ejecutado (de Carcoma con forma de paloma)

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Poemas de Sonia Manzano Vela

GUARDAPELO SIN PELO Llueve sobre mojado Chopin tiene fiebre y George Sand guarece su locura debajo de una chistera color verde Yo estoy fuerte con una salud que es un atentado a las románticas costumbres Solo las teclas tosen y George Sand escupe su aburrimiento rosado Toso a ritmo ternario Lo cual facilita que sueñe con un valse que no termina y que pasa bajo un arco de rosas próximo a desplomarse Hago esfuerzos para que arranque el piano Cuando viro por la primera esquina La música se destartala Y el piano se disuelve (de Carcoma con forma de paloma)

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MINIMUNDIAL EN CANCHA AJENA Uno tiene sus hinchas su torcida su banda chicha Uno tiene quien salga por sus fueros aunque en sus adentros ya no le entren más autogoles Uno tiene su barra bien organizada su hombre de la campana sus tontos útiles y fogosos su director técnico que pueda justificar técnicamente cualquier abultado marcador en contra Uno tiene quien grite por uno quien se parcialice con uno por más fauleadas que hayamos cometido por más posiciones adelantadas por más tiros penales que hayamos pasado por alto por lo alto del arco se entiende Por más que habiendo estado a las puertas de un gol coreado hayamos enviado a la pelota hacia un córner sin sentido Uno suda su camiseta por todo el tiempo reglamentario o en los minutos de descuento cuando ya se ha perdido toda noción de lo que estamos descontando

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Cuando el silbato del árbitro entra como un diente frío al cerebro destemplado uno comprende que todo ha terminado que todos han salido a través de largos túneles y que acá en el interior donde antes caía el color en serpentinas ha empezado a caer una tristeza pertinaz tristeza que es la que en definitiva termina por inclinar al marcador a favor indiscutible de la derrota (de Carcoma con forma de paloma)

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UNA SAMARITANA Una samaritana cubierta hasta los ojos de restricciones islámicas camina entre los humos de una ciudad humeante Lleva en uno de sus hombros un ánfora repleta de metáforas geniales En un cruce de trenes sin destino alguien le pide de beber y ella le da la espalda como clara señal de su indolencia ante el clamor del que muere ahogado en la sed de sus entrañas La samaritana avanza Y más allá de lo real maravilloso Y de la maravilla hecha una realidad abyecta vacía su ánfora en el ombligo ciego de su propia leyenda No le agrada a la samaritana cargar con el peso muerto de su ánfora vacía por eso la entierra bajo un árbol que canta sin palabras

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Ya sin nada que ofrecer al reseco vacío del silencio la samaritana apoya su cabeza sobre un muslo de arena aún humeante y se duerme para siempre Desde el cielo cuajado de palabras una estrella se bebe hasta la última gota que fluye del pezón más triste de la samaritana (de Espalda mordida por el humo)

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PALABRA DE MUJER Una mujer se va a lanzar desde lo más alto de su cerebro en llamas Tuvo que escoger entre ser devorada por angustias dementes o irse llevándose consigo la parte más difícil de sí misma Se ubica tras de sus espaldas Y se empuja hacia el vacío Desciende velozmente Su cuerpo va chocando Contra ángeles de vidrio ubicados sin remedio en los pisos impares de la noche Y no llega a estrellarse como estaba previsto no se convierte en polvo su cuerpo de por sí ya fragmentado La salva su palabra que se abre sensual y plena en el último instante

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Todo esto pasó así como lo cuento palabra de mujer palabra sagrada palabra consagrada a ser siempre mujer sin dejar de ser palabra (de Espalda mordida por el humo)

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LÁGRIMAS DE MANGO Hace ya algunas décadas en casa de mis padres había un árbol alto musculoso un frondoso viril y bello árbol que hacía suspirar a las acacias y temblar de amor a las gardenias Árbol que al llegar cada fin de año llenaba su copa burbujeante con un mareante licor olor a mango Así en cada inicio de diciembre cientos de pájaros minúsculos provenientes de cielos indistintos tomaban por asalto al árbol que más quise como para depredar con hambre incontenible la carne jugosa de sus mangos Cada noche de aquel tiempo pasado por la ventana de mi cuarto solía extenderse hasta mi cama la rama más florida de mi árbol para que yo la acariciara así como se acarician los cabellos del hijo que más nos necesita

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Yo era joven muy joven tan joven como lo eran mis hermanos y entre las cosas que solíamos hacer estaba la de chupar mangos como locos hasta que el vientre del alma nos dolía “La juventud se fue mi casa ya no está” ni mis padres tampoco primero se fue el árbol hace ya algo más de treinta años se colgó por decisión propia de la rama más triste de su tronco cuando en esta ya no había ni la sombra podrida de algún mango Cuando llega diciembre me asomo a una ventana que no es maldita sea que no es la de mi infancia y entonces creo ver el espectro borroso de mi árbol y alrededor de él danzando como indios pieles rojas con sus hachas levantadas de victoria a todos mis hermanos y es entonces que grito conmovida quiero carne de mango

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carne de mango maduro carne madura de mango Por favor pásenme un mango para que vuelva otra vez hasta mi boca el sabor ya lejano del pasado para que vuelva otra vez hasta mis ojos el recuerdo más dulce de mi vida hecho lágrima purísima de mango (inédito)

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ESCRIBO Escribo a cuenta gotas la poesía es la gota que taladra mi cráneo Escribo como puedo y cuando puedo haciendo acopio de palabras que he podido salvar de la insaciable voz que me depreda La voz que me depreda devora a dentelladas mi glotis de cristal mi lengua de ave bífida y mi manzana de Eva todavía olorosa a paraíso Escribo trepada en mi cabeza para así ver mejor al hombre que incendia el horizonte con un clavel mojado en gasolina Escribo guardando el equilibrio en una sola pierna acostada en la tapa de un gran piano de cola mientras un gato lame

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las teclas insonoras de mi cuerpo Escribo como puedo Y cuando puedo sentada en mis rodillas meciendo entre mis brazos una piedra que lacta de mi pecho el flujo lunar de la nostalgia Escribo a media luz viejos tangos del ayer Un gato de porcelana se acaba de romper en el cuenco entumecido de mis manos (inédito)

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OH, CAPITÁN (Oh, capitán, mi capitán…Walt Whitman) No mastico hojas de hierba de haberlo hecho hace tiempo hubiera escrito un demencial canto a mí misma Oh, capitán, mi capitán ese que surcó desiertos en búsqueda de un ojo de agua para dejarlo ciego ese que arrojó al océano una botella en llamas con un náufrago adentro Ahora que aún te queda una vela por arrear sopla en ella el viento del ocaso sopla con fuerza tus últimos alientos Es hora de que arribes a la tierra en la que nada duele porque todo lo que podría haber dolido ya ha sido cremado hasta las heces por los hornos indoloros de la Nad (inédito)

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HORAS – POEMA 6 Viene el último tren Y al igual que los trenes que han pasado También voy a perderlo Desde una ventanilla casi onírica un hombre me saluda me ofrece una copa surrealista repleta de visiones sensoriales Lo miro fijamente así como se mira a los rostros cuando pasan con dirección unívoca al misterio y le envío mi adiós más conmovido desde ese guante al que le sobran tres dedos amputados de tristeza El tren va pisoteando paisajes interiores mi cuerpo aún con vida se busca entre los fierros de la niebla (de Último regreso a Edén)

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CATEDRAL SALVAJE Asisto a misa en una catedral salvaje En el púlpito una sombra pederasta habla del amor en sus más cristianas acepciones Mientras lo hace maquina arteramente cómo llevar otra vez bajo su hábito al niño más hermoso de su coro La sombra mira con ojos celestiales A su grey que escucha embelesada su sermón preñado de excelencias retóricas Solo el niño que canta alabanzas a la virgen sabe que los ojos pederastas están inyectados con la sangre blanca y pegajosa que eyaculan los demonios (inédito)

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* Sonia Manzano Vela. De las pocas escritoras ecuatorianas que ha incursionado en la poesía, narrativa y ensayo con la misma solvencia. Ha obtenido varios reconocimientos por la calidad de su Obra.

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Periodismo en tiempos de pandemia Roque Rivas Zambrano .............................................................................................. 51

n octubre de 2019, cuando estallaron las protestas en

Latinoamérica, uno de los debates más fuertes giró en torno al papel de los medios de comunicación. Se planteó la necesidad de una

reinvención del oficio y de un ejer-cicio autocrítico sobre la forma tra-dicional de hacer periodismo. Nadie imaginó que los desafíos que traería consigo el 2020 serían más complejos. El año en curso

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Resumen La emergencia sanitaria por COVID-19 obligó a los medios a dar el salto hacia las plataformas digitales y puso a muchas empresas, sin un modelo susten-table, en jaque mate. Los más golpeados en este proceso son los periodistas y los trabajadores de la comunicación, que, sin contar con garantías ni pro-tecciones para realizar su trabajo, tienen que idearse nuevas formas de ejercer su oficio, sin morir en el intento, para continuar denunciando las redes de co-rrupción que operan en el país y que aprovecharon la pandemia para ex-pandirse. Abstract The health emergency caused by COVID-19 forced the media to make the leap to digital platforms and put many companies, without a sustainable model, in checkmate. The most affected in this process are the journalists and commu-nication workers, who, without any guarantees or protection to do their job, had to devise new ways to exercise their trade, without dying in the attempt, to continue denouncing the corruption networks operating in the country and who wanted to take advantage of the pandemic to expand. Palabras clave: Periodismo, Medios de comunicación, COVID-19, Pandemia, corrupción. Key words: Journalism, News, Media, COVID-19, Pandemia, corruption.

Periodismo en tiempos de pandemia

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tenía preparada una sorpresa: la pandemia, que vino para quedarse y para hacer tambalear la econo-mía y todas las rutinas estableci-das. El Coronavirus marca un nuevo ciclo, completamente in-cierto, en el que los efectos cola-terales también chocan de cara contra el periodismo. Luis González, del portal Repú-blica, explicaba en un webinar: “el oficio del periodista dio un cambio radical. De pronto, las redacciones de los medios de comunicación se quedaron vacías. Las videoconfe-rencias son lo normal y trabajar desde la casa ya no es una excep-ción”. Sin embargo, y aunque para él esto modifica la realidad, no cambia la escencia del oficio que es la de acercarse a los hechos para que la audiencia tenga mejo-res elementos en la toma de deci-siones. Según el periodista guatemalteco, es preciso recordar que los reporteros no son activis-tas, ni están para cambiar el mundo, sino para acercar a las personas a la realidad. Pero, ¿qué sucede cuando esa re-alidad es también desconocida para los propios periodistas? La pande-

mia del COVID-19 es, sin duda, una de las más devastadoras de este siglo. Se trata de una crisis sanita-ria, a gran escala, que incide en la población mundial. Su gravedad responde a que su evolución es im-predescible. Este factor acarrea consecuencias graves como la de-sestabilización, el estrés y la inme-diatez con la que se debe accionar. Todo esto repercute directamente en la imagen de las autoridades y las clasifica como capaces (o no) de ejercer correctamente sus funcio-nes. A decir de Ismael Crespo y An-tonio Garrido (2020), la crisis sanitaria que atravesamos es poco previsible y de difícil gestión. Esto provoca que haya mayor presión mediática y que el poder esté en constante peligro.

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“El escándalo es necesario para atacar la corrupción. Sin escándalo no es posible ob-tener por lo menos una san-ción moral de quienes incurren, desde puestos de privilegio, en la malversación de fondos públicos y en la defraudación del Estado”.

Juan Diego Restrepo, periodista y director

del portal verdad.Abierta.com.

El enemigo invisible El virus, que cambió la vida como la conocíamos, es el SARS-CoV-2, llamado así por su cápsula lipo-protéica, de forma esférica, rodeada de múltiples espículas que le dan aspecto de corona. Aunque no se sabe cuál es su ori-gen, las miradas de los expertos apuntan al murciélago, el único mamífero capaz de volar, ya que tiene antecedentes de ser cau-sante de otras epidemias con virus similares. Las autoridades chinas creen que todo se originó cuando alguién comió en un mercado de Wuhan, China, en el que se vendía mariscos y carne de animales sal-vajes, incluyendo a murciélagos y víboras. Desde los primeros repor-tes en esta ciudad, la expansión local -y posteriormente global- llegó a niveles alarmantes.

Según Escudero (2020), para el 11 de enero del 2020 el virus ya había cobrado la primera víctima mortal y, un mes después, el Centro de Control y Prevención de Enferme-dades de China tenía 72.314 casos reportados. El 30 de enero del 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 como “emergencia de salud pú-blica de alcance internacional” y, el 11 de marzo, con 37.364 casos re-portados fuera de China, se cata-logó oficialmente como pandemia. Por primera vez en la historia, se hizo un seguimiento a esta enfer-medad en “tiempo real” a través de plataformas digitales, con estadís-ticas y datos detallados día a día y minuto a minuto. Esto, que puede parecer la mayor ventaja, repre-senta un arma peligrosa, debido a la sobreinformación y la falta de ve-rificación de datos. Si bien no es la primera vez que la humanidad enfrenta una pande-mía, la actual sí es una emergen-cia que abarca el planeta entero y puede causar la demolición del sis-tema productivo, financiero, de tu-rismo, y más. La historia, con sus escasos registros por falta de una documentación masiva, como la

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OMS-Covid19-coronavirus.

que actualmente existe, da cuenta de varios antecedentes que, a

decir de Susana Tomasi (2020), son los siguientes:

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Pandemia

Fiebre amarilla

Gripe española

Gripe asiática

Gripe de Hong Kong

SIDA

Gripe porcina

Ébola

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1918/1919

1957/1958

1968/1969

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Características Los científicos consideran que se originó en África, con transmisión entre primates y humanos. El virus vector, que era una especie de mosquito, fue lle-vado al continente americano por barcos de comer-cio de esclavos. Esta pandemia es considerada la más devastadora de la historia. Un siglo después aún no se sabe cuál fue el origen de esta epidemia sin fronteras ni clases sociales. Algunos autores creen que se originó por una mu-tación en patos salvajes que se combinó con una cepa humana preexistente. Fue causada por el virus de la influenza A(H3N2) que consistía en dos genes de un virus de influenza aviar A. Apareció por primera vez en los Estados Unidos en septiembre de 1968. El gran número de muertes se dio en personas mayores de 65 años. El sida es causado por un virus de inmunodeficien-cia humana (VIH) que se originó en primates del África central y occidental a principios del siglo XX. La gripe porcina fue la segunda pandemia causada por el virus de la gripe H1N1, casi un siglo después de la gripe española. El virus es transmitido al ser humano por animales salvajes.

“Esta pandemia, causada por la enfermedad COVID-19, está dejando lecciones importantes para el periodismo. Éstos son los momentos en los que realmente vale la pena ser periodista”.

Martín Higueras, corresponsal en Perú del diario español Libertad Digital.

Pasaron casi cuatro años para que el COVID-19 hiciera su aparición causando: • Sufrimiento humano, debido a

problemas económicos al no poder trabajar.

• Reacciones de pánico, en la estructura social, debido al ais-lamiento y al miedo de contraer el virus y no curarse.

• Desorganización de la estruc-tura social y económica, con probabilidad de que los gobier-nos tomen medidas de tinte to-talitario

• Paralización del turismo, por las restricciones de tránsito entre los distintos países y a la cuarentena generalizada en el mundo.

• Limitaciones en importaciones de ciertos alimentos en los paí-ses más afectados.

El periodismo: necesario y complejo Según la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), la pandemia del COVID-19 es el acontecimiento con mayor cober-tura periodística de la historia. Nin-gún otro hecho tuvo la cantidad de horas, imágenes y líneas de texto dedicadas a testimoniar y analizar un fenómeno que afecta a todos los habitantes del planeta. Esto debido a que la información sobre cómo se contagia y se expande el virus se volvió clave, como también adquirió mayor transcedencia que todo lo

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Trabajadores descargan un camión lleno de víctimas del coronavirus en Quito (Stringer, Reuters).

que se difundiera fuera contextua-lizado, interpretado, analizado y je-rarquerizado para evitar los riesgos de la desinformación que, en este contexto, resulta letal. En este pa-norama, hacer periodismo se volvió tan relevante como complejo. Las redacciones de los medios tuvieron que aprender, de un día para otro, a trabajar de manera remota, con editores cordinando desde sus casas el trabajo que hacen fotógra-fos y reporteros desde las calles.

Los periodistas redoblaron esfuer-zos para ofrecer información ade-cuada a una sociedad ansiosa por recibir noticias. Según el informe que Adepa dio a conocer el 28 de marzo de 2020, a través de videoconferencia, el coronavirus obligó a las empresas periodísticas a enfrentarse a mu-chos obstáculos para operar. En el continente decenas de publicacio-nes discontinuaron sus ediciones, mientras que otras redujeron su frecuencia. Aunque el tráfico digital batió récords históricos, los ingre-sos cayeron casi un 50% de una semana a otra, en una industria que, antes de esta crisis, ya tenía serios problemas para alcanzar modelos sustentables. Los recla-mos de respeto a la propiedad in-telectual sobre los contenidos periodísticos en el mercado digital

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“En el caso de la curva que registra el comportamiento del número de casos de corrupción, lamentablemente, no se aplana -ni en mo-mentos de la emergencia sanitaria-, más bien sigue firme con una seria tendencia al alza en todos los niveles del Gobierno y, por su-puesto, en contubernio con malos actores del sector privado”.

Wilson Araque, profesor del Área de Gestión de la Universidad Andina Simón Bolívar.

Periodismo y el COVID-19. Ilustración de Maravillas Delgado, publicado en Cuadernos de periodistas.

son hoy más urgentes que antes. La libertad siempre se ve amena-zada ante el temor. Y este último suele abonar el terreno para que germinen tendencias autoritarias. En países con gobiernos intoleran-tes, el hostigamiento a medios y periodistas se incrementó. En China, un país con serias restric-ciones a la libertad de expresión, y donde surgió la pandemia, en una primera etapa se persiguió a las voces que advertían la gravedad de la epidemia, perdiendo, con esta política de ocultamiento, un tiempo valioso para toda la huma-nidad. Una crisis agravada Los riesgos de desinformación y de presión por parte de los gobiernos para que los medios informen sin que sus gestiones se vean empa-ñadas, apenas es la punta del ice-berg. El problema más grave es la condición en la que los reporteros deben trabajar. Recientemente, el diario The New York Times (2020) denunció que aproximadamente 36.000 trabajadores de compañías de noticias en los Estados Unidos fueron despedidos, suspendidos o se les redujo su salario. Algunas pu-

blicaciones que dependen de anun-cios cerraron. En Ecuador, durante la crisis sani-taria, no solo se evidenció que los periodistas no contaban con las garantías ni protecciones necesa-rias para ejercer su oficio, sino que, además, si la empresa para la que laboraban decidía prescindir de sus servicios, podían hacerlo sin contemplar sus derechos labo-rales. A principios de mayo, ape-nas dos meses después de haber iniciado la cuarentena en el país, Ecuavisa, una cadena televisiva que funciona a escala nacional, notoficó el despido a 80 trabajado-res. Según una noticia publicada por radio La Calle, este medio no solo lleva 53 años al aire y es una de las televisoras con mayor fac-turación por pautaje, sino que su presidente, Xavier Alvarado Roca, figura en la Superintendencia de Compañías como la persona que preside también Editores Naciona-les, Medired, la Televisora Nacional Telenacional, Inmobiliaria Alcor y el Proyecto Urbanístico Luces Del Río. A esta acción de despidos ma-sivos se sumaron otros medios de comunicación como El Universo, Canal Uno, La Hora, El Comercio

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y Medios Públicos de Ecuador, agravando más la situación de cientos de profesionales de la co-municación. El Universo, por ejem-plo, a través de un comunicado en el que le atribuía la medida a la cri-sis económica; las nuevas dinámi-cas de pautaje y la pandemia, separó de su nómina a 150 perso-nas, entre periodistas y otros em-pleados, además de cerrar todos los noticieros de Radio City, que estaba vinculada al diario. Le siguió Canal Uno, que despidió a 15 colabores vía telefónica. Los afectados denunciaron que no re-cibieron sus sueldos completos, ni

décimos, desde junio de 2019 y que la empresa no cumplió con las aportaciones al Instituto Ecuato-riano de Seguridad Social (IESS), dejándolos sin asistencia médica. Orlando Mena, camarógrafo des-pedido, dio su testimonio en un video que se difunfió a través de la red social de Twitter. En él cuenta que, cuando inició la cuarentena, los enviaron a casa porque el canal no contaba con vehículos suficien-tes para trabajar en las coberturas. Posteriormente, recibió una lla-mada de José Escudero, quien dijo ser representante legal de Canal Uno, para notificarle que ya no ne-cesitaban de su servicio. Mena le

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Plantón Diario La Hora, el 15 de julio de 2020.

contestó que si le pagaban su liqui-dación y todo lo que le adeudaban no tenía problema. Escudero no le dio ninguna respuesta, cerró el te-léfono y no volvió a contestar las llamadas. Para Mena, esta situa-ción fue angustiante, porque no sabía con certeza si era legal la manera en la que la empresa es-taba procediendo. No es el único caso. Historias como las de Or-lando se repiten en otros medios por docenas. En la pandemia, entre otras cosas, se emitieron nuevos acuerdos mi-nisteriales, que permiten a los em-pleadores adoptar alternativas laborales no presenciales y modi-ficar la relación laboral, con el ob-jeto de no incurrir en posibles despidos intempestivos ni violar los derechos de sus empleados. Sin embargo, existe un artículo en el que se contempla la terminación del contrato individual. El artículo 169 numeral 6 del Código de Tra-bajo, que prescribe:

“Causas para la terminación del con-trato individual. - El contrato individual de trabajo termina:(…) 6. Por caso fortuito o fuerza mayor que imposibiliten el trabajo, como in-

cendio, terremoto, tempestad, explo-sión, plagas del campo, guerra y, en general, cualquier otro acontecimiento extraordinario que los contratantes no pudieron prever o que previsto, no lo pudieron evitar (…)” El caso fortuito se encuentra definido en nuestro ordenamiento jurídico, así, el Código Civil determina: “Art. 30.- Se llama fuerza mayor o caso fortuito, el imprevisto al que no es posible resistir, como un naufragio, un terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejer-cidos por un funcionario público, etc” (Vinueza 2020).

Bajo esta definición normativa, se podría considerar que la pandemia, por su naturaleza imprevisible, es un caso de “fuerza mayor”, por lo que el artículo en mención se ha convertido en un recurso legal del cual se está abusando en tiempos de COVID-19 para vulnerar dere-chos laborales. En Ecuador, algu-nos empleadores se acogieron a él y han procedido a terminar los con-tratos con sus trabajadores. Para aplicar esta norma, a fin de despedir a los empleados durante la emergencia sanitaria, de acuerdo con el artículo referido, debe existir un primer requisito que

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es la imposibilidad de trabajar, lo que implica el cierre del estableci-miento por quiebra o porque su funcionamiento va en contra de las reglas establecidas para combatir el virus. Diario La Hora fue uno de los medios que se acogió a este artículo. El 1 de mayo, Día Interna-cional del Trabajo, 35 colaborado-res de la empresa Editorial Minotauro, editora del periódico, suscribieron una carta denun-ciando despidos masivos, injustifi-cados y sin liquidaciones. En el documento, que está dirigido a Lenin Moreno, presidente de la República; César Litardo, presi-dente de la Asamblea Nacional; Cristian Cruz, presidente del Con-sejo de Participación Ciudadana y Control Social y al Defensor del Pueblo, Freddy Carrión, los exco-laboradores afirmaron que se los despidió de forma “irregular”, bajo el amparo del artículo 169, nume-ral 6, del Código de Trabajo. En una publicación de Fundame-dios (2020) se recoge el testimonio de los colaboradores que relatan cómo, durante una reunión del per-sonal realizada en abril de 2020, Francisco Vivanco Arroyo y, su hermana, Gabriela Vivanco Salva-

dor, directivos del impreso, les aseguraron “que el diario no es-taba en condiciones de cerrar por-que tiene cuentas que cobrar, especialmente, el Consejo Nacio-nal Electoral (CNE)”. La factura im-paga por parte del Estado ecuatoriano ascendería a cerca USD 1 millón, de acuerdo con el exeditor general Alexis Serrano, quien se separó del medio este 28 de abril, según la nota.

Fundamedios se comunicó con una periodista de La Hora, quien prefirió no ser identificada. A ella le suspen-dieron la jornada laboral a mediados de marzo cuando le dijeron “que se dé un descanso”; en ese tiempo no obtuvo noticias de su empleador. El 14 de abril, casi un mes más tarde, re-cibió un correo electrónico en el que le informaban que ese tiempo de des-canso será tomado como vacaciones, sin antes haberle consultado al res-pecto. Lo más curioso para ella fue que la última semana de abril le pidie-ron que se reintegre al diario, pero ese mismo día recibió otro correo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) en el que le consultaron si quería afiliarse voluntariamente, lo cual daba cuenta que ya no estaba vinculada laboralmente a La Hora pese a que ese día se había presen-tado a trabajar como le habían solici-

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tado. La reportera, quien explica que su empleador le debe el sueldo desde febrero y tampoco está al día con las aportaciones (IESS) desde el año pa-sado, constató que su carta de liqui-dación de labores está subida al sitio web del Ministerio del Trabajo. Men-cionó a Fundamedios que le inquieta que sus empleadores no den una res-puesta clara al personal y no se tomen en cuenta sus derechos labo-rales (Fundamedios 2020).

El relato de esta reportera es el de muchos otros empleados que se enteraron por vía correo electró-nico del despido y que, además, al hacer el cálculo de lo que les co-rrespondía por sus años de trabajo resultaba una cantidad irrisoria. En uno de los registros visuales del plantón, un colaborador aseguró que, por 15 años de labor en la empresa, recibiría 1000 dólares, incluídos los sueldos de los últimos meses. Esto, que parece algo des-cabellado, es la realidad de quie-nes se sumaron a las listas del desempleo en medio de la pande-mia por COVID-19. Editorial Mino-tauro, en su comunicado final, afirmó que pararía sus actividades. Sin embargo, a pesar de que La Hora despidió a sus empleados, aún funciona en versión digital.

Por último, para completar el esce-nario, la ola de despidos que se dio en los medios de comunicación privados también se replicó en los medios públicos. El 19 de mayo de 2020, el presidente Lenín Moreno emitió el Decreto Ejecutivo 1059 que estableció 60 días para la ex-tinción de la Empresa Pública Me-dios Públicos EP. Bajo este paraguas, en el que se encuentra El Telégrafo, la Radio Pública y Ecuador TV, también está la plata-forma comunicacional estatal, in-cluyendo una docena de medios privados incautados, como TC y Gama TV. El gerente de los Me-dios Públicos, Édison Toro, anun-ció el 24 de julio, en una rueda de prensa virtual, que el primer paso sería la desvinculación de 500 per-sonas aproximadamente. Explicó que la nómina estaba compuesta por 618 trabajadores y se prescin-diría de un 80% de ella. Es así como los periodistas se convierten en otras víctimas visibles de la ca-tástrofe que atraviesa el país y el mundo, no solo por la falta de fuentes de trabajo sino porque, además, conforman las cifras de quienes se expusieron ejerciendo su oficio y perdieron la batalla con-tra el virus.

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Homenaje a los abatidos Ante las desafortunadas noticias de periodistas que perdieron la vida du-rante la pandemia, se creó la Cam-paña Emblema de Prensa (PEC, por sus siglas en inglés). Al menos 186 periodistas han muerto alrededor del mundo en lo que va de la emergencia sanitaria por de COVID19. La PEC ha comenzado una campaña para rendir homenaje a estos periodistas, que tu-vieron un papel importante que de-sempeñar en la lucha contra el coronavirus, al informar sobre su pro-pagación. La seguridad de los traba-jadores de los medios está constantemente en riesgo en esta cri-sis porque deben continuar sobre el terreno, visitando hospitales, entrevis-tando a funcionarios políticos, econo-

mistas, científicos, médicos, enferme-ras y pacientes. Algunos de ellos mu-rieron por falta de medidas de protección adecuadas al hacer su tra-bajo. Los registros del PEC indican que en abril, Ecuador encabezó la lista de los países con más muertos. Y, aunque no hay una estadística pre-cisa en el país sobre cuántos repor-teros están enfermos, según el portal de Wambra (2020), en un comuni-cado emitido y firmado por varios co-lectivos, periodistas y trabajadores de la comunicación, se establece que hasta el 12 de abril había al menos 9 fallecimientos, alrededor de 16 conta-gios y 18 personas en aislamiento. La mayoría tuvo dificultad para realizarse las pruebas. Para junio de 2020 la cifra de periodistas muertos por Covid19 en el país ascendió a 17.

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Más de cien periodistas fallecieron de COVID 19 en América Latina. SIP-PEC.

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Olmedo Méndez Tacuri

Víctor Hugo Peña

Manuel Adolfo Varas

Paúl Tobar

Luis Alberto Flores

Roberto Román

Carlos Loor

Omar Paredes

Omar Salvatierra

Augusto Itúrburu

Reportero de Radio Universal

Guayaquil

Coordinador de noticias del

canal Ecuavisa Guayaquil.

Periodistas y comentarista deportivo de

Radio Caravana

Coordinador de noticias de Canal Uno

Periodista y locutor de Radio

Estrella

Periodista de WQ Radio

Tramoyista y asistente de

servicios generales de Canal Uno

Conductor de

los diarios Extra y Expreso

Productor radial de la emisora

i99

Periodista de El Telégrafo

Según fuentes cercanas, se habría contagiado con COVID-19 en una rueda de prensa. Presentó síntomas por varios días, por eso fue al Hos-pital Mariana de Jesús, en el suburbio de Guayaquil, y le recetaron pa-racetamol. Méndez se pudo someter a la prueba el 24 de marzo, pero ya era tarde, falleció al día siguiente. Empezó a sentir síntomas y fue trasladado al Hospital del Guasmo. Allí le dijeron que su cuadro no era grave, por lo que no le practicaron la prueba y falleció en su casa. Falleció en una clínica de Guayaquil, el 30 de marzo de 2020, con sín-tomas de COVID-19. Varas fue internado el 27 de marzo y le realizaron una tomografía que reveló una neumonía. Un día antes de fallecer, se había sometido a la prueba, pero al momento de su deceso esos resul-tados eran desconocidos. Falleció el 2 de abril, en Guayaquil, a causa de un paro respiratorio. Tobar había estado internado en el hospital porque presentaba síntomas, sin embargo, hasta el momento de su deceso no se confirmó si tenía COVID-19. Falleció el 8 de abril con síntomas de COVID-19. Falleció el 8 de abril con síntomas de COVID-19. Falleció a fines de marzo con síntomas de COVID-19, pero no accedió a la prueba. Falleció el 6 de abril. Paredes habría experimentado síntomas de COVID-19, pero pese a la atención médica, falleció. Murió este 17 de abril, en Guayaquil. Luchó durante 20 días contra la COVID-19 y estuvo internado en el Hospital General del Norte IESS Los Ceibos. Murió el miércoles 15 de abril por COVID-19 en el hospital IESS de Los Ceibos, en Guayaquil. Su familia denunció en redes sociales la pérdida de objetos personales y también el robo de su cuenta bancaria.

Trabajadores de la comunicación que murieron a causa del COVID-19 EN ECUADOR

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) también rindió un ho-menaje similar al de la PEC, al conceder el Gran Premio Libertad de Prensa 2020 a periodistas y tra-bajadores de prensa fallecidos por COVID-19 en el mundo, entre los que constan los 17 comunicadores ecuatorianos. Alumbrando cucarachas Pese a la situación adversa en la que se ejerce el periodismo, la

pandemia confirmó que un oficio comprometido y responsable es más necesario que nunca. Su im-portancia radica en el tema de pre-vención y concientización a la población sobre las consecuencias que acarrea el no cumplir con las medidas establecidas para el con-trol del virus y se vuelve imprescin-dible porque actúa como un detector de actos de corrupción que, a juzgar por lo que ha suce-dido en los últimos meses, prolife-ran sin control en época de

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Ángel Sánchez

Rosendo Escobar

Cárdenas

Guido Castro Fernando

Asencio Baquerizo

Julio Rodríguez

Carlos Pangol

Javier Culcay Villena

Ex productor de Ecuavisa

Propietario de RVT Satelital

91.5 FM

Periodista de Radio Cristal

Colaborador de las radios

Náutica, Amor y Récord

Comentarista deportivo de Radio Centro

Periodista de Radio Centro

Periodista deportivo

Falleció el lunes 30 de marzo, en Guayaquil, debido al coronavirus. Su hijo se pronunció y dijo que a pesar de que el comunicador estaba esta-ble, sorpresivamente anunciaron la noticia de su deceso. Falleció la tarde del pasado 15 de abril, en Quevedo, provincia de Los Ríos. No pudo superar la afección respiratoria a sus 80 años. Falleció el pasado 30 de marzo con síntomas de la COVID-19, en Gua-yaquil. Su hija, Ivis Castro, confirmó que no se pudo someter a la prueba para confirmar un contagio, pero durante días estuvo con los síntomas de la enfermedad. Falleció el 24 de abril, en la provincia de Santa Elena, Costa de Ecuador, con COVID-19. Se sometió a la prueba, al presentar síntomas, y salió positiva. Falleció el 3 de julio a causa de la COVID-19, en la ciudad de Ambato, provincia de Tungurahua (a 158 kilómetros de Quito, capital del Ecuador). Falleció el 3 de julio a causa de la COVID-19, en la ciudad de Ambato, provincia de Tungurahua (a 158 kilómetros de Quito, capital del Ecuador). Falleció este viernes 24 de julio de 2020, tras perder la batalla contra la COVID-19

Fuente: Wambra /SIP/Fundamedios

emergencia, afectando a las po-blaciones más vulnerables. Para empezar, se definirá lo que es corrupción. Según la iniciativa CleanGovBiz de la OECD2, la co-rrupción es el abuso de un cargo público o privado para obtener be-neficios personales. En ella están incluidos actos que involucran coi-mas, malversación de fondos, ne-potismo, la captura del Estado o el rentismo. Generalmente, la corrup-ción no camina sola y se hace acompañar por otras prácticas igual de reprobables como la ma-nipulación de licitaciones, el fraude o el lavado de dinero (Oleas 2015). El Ecuador, que en junio se des-tacó por registrar la mayor tasa de mortalidad en el mundo provocada por la pandemia del Covid19, según un análisis del diario britá-nico Financial Times, también so-bresale por la curva de corrupción.

En el caso de la curva que registra el comportamiento del número de casos de corrupción, lamentablemente, no se aplana -ni en momentos de la emergencia sanitaria-, más bien sigue firme con una seria tendencia al alza en todos los niveles del gobierno y, por supuesto, en contubernio con malos actores del sector privado; lo cual, es un indicador “escalofriante” sobre el irrespeto al dolor humano sentido por todo un país que se de-bate en medio de la dura incertidum-bre que representa estar en una situación de aislamiento social obliga-torio. En definitiva, los corruptos sin-vergüenzas no sensibilizan que cada dólar robado quita, de a poco, la vida de cientos de seres humanos que, con esos recursos si no fueran sa-queados, mejorarían la posibilidad de acceder a atención médica, medici-nas, camas y equipos en el momento que lo requieran; pero, como los co-rruptos son unos desalmados, eso les importa es nada (Araque 2020).

El desastre empieza con el evi-dente recorte que el Gobierno hizo en la inversión social, espe-cialmente en educación y en salud. En un artículo publicado en la Barra Espaciadora se reco-gen los siguientes datos: según cifras del INEC, en el año 2000 Ecuador contaba con 10.304 mé-

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65La corrupción mata. Ilustración de Juan García, publi-cada en CONNECTAS.

dicos; en 2007, la cifra aumentó a 14.007; en 2013, el número de médicos subió a 26.000, y en 2018 esa cifra sumaba 39.908. A 2018, Ecuador contaba con 23 médicos por cada 10.000 habitan-tes, cuando en el 2000 eran ocho y en 2013 eran 16. No obstante, estos números no se compade-cen con el evidente debilitamiento del sistema de vigilancia epide-miológica. En el año 2000, el país contaba con 12,6 millones de ha-bitantes, en 2013 sumó 15,7 mi-llones y en 2018 alcanzó los 17 millones, convirtiéndose en el país más densamente poblado de todo el continente, con 66 habi-tantes por kilómetro cuadrado. Sin embargo, las concentraciones poblacionales se ubican, precisa-mente, en centros urbano-margi-nales donde los índices de salubridad y provisión de servi-cios son cada vez más deficien-tes. Según el INEC, entre 2017 y 2018, hubo una disminución de 43 establecimientos de salud en el sector público (Cazar 2020). Esto, sumado a los despidos ma-sivos en el sector de salud, pro-vocó que fuera aún más difícil enfrentar la presente crisis por COVID-19.

Irónicamente es en el sector de la salud, el más trascendental y des-cuidado, donde se han dado los mayores escándalos de corrupción por sobreprecio en compras públi-cas. Las denuncias ciudadanas y la divulgación de investigaciones por parte de los medios de comu-nicación han destapado una olla de presión en la que se cocinaba lo peor de la política ecuatoriana. Hasta junio de 2020 la Fiscalía Ge-neral del Estado ordenó cerca de 100 allanamientos y más de 20 de-tenciones para investigaciones, entre las que constaban la de un expresidente, la del prefecto de la provincia de Guayas, un asam-bleísta oficialista y varios funciona-rios del sistema de salud. Al menos 45 casos de corrupción se han abierto durante la emergencia sanitaria por compras públicas con sobreprecios. Mientras tanto, los fallecidos por contagio o probable contagio en Ecuador superan los 6.000 y al menos 80 familias recla-man al Estado por el extravío de los cadáveres de sus seres queri-dos (Cazar 2020). Estos hechos se han encasillado en lo que Erhard Ehrenburg defini-ría como corrupción ruidosa, que

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es cuando un periódico, noticiero de televisión o una emisora radial emiten información que llaman ex-clusiva y advierten de un hecho corrupto de diversa magnitud, pero no pasan de narrar unos hechos, señalar a unos presuntos implica-dos y establecer unos perjuicios (Restrepo 2005). A pesar de lo in-dignante y repudiable que puedan resultar los casos, el Gobierno poco o nada hace para condenar-los. Quizá por eso los índices de credibilidad del actual presidente se ubique debajo del 5%, según una encuesta realizada por el dia-rio El Mercurio (2020). Cronología de una corrupción anunciada Mientras la población lidia con las duras medidas de prevención con-tra el coronavirus, que incluyen dis-tanciamiento social y el cese de muchas actividades económicas, en ciertas entidades públicas se re-gistraron compras de insumos mé-dicos con supuesto sobreprecio para favorecer a terceros. En los meses que lleva el decreto presi-dencial de estado de emergencia, que agiliza la contratación pública facilitando los controles previos, se

han destapado cientos de irregula-ridades en la compra de mascari-llas, pruebas de la covid-19 o bolsas para transportar cadáveres. A la vez, el portal oficial de com-pras públicas reflejó un contrato, bajo modalidad de emergencia, de un millón de dólares en el que el Instituto Ecuatoriano de la Seguri-dad Social (IESS), dirigido enton-ces por Paúl Granda, estaba dispuesto a pagar 12 dólares por mascarilla, cuando el precio de mercado era de cinco dólares. Algo similar sucedió con un hospital de Guayaquil, que compró 4.000 bol-sas para envolver y transportar ca-dáveres por 148 dólares la unidad, pese a que las clínicas privadas adquirían las mismas fundas en 12 dólares. El contrato habría sido fir-mado por la exsecretaria de Ges-tión de Riesgos, María Alexandra Ocles, una de las caras más visi-bles del Gobierno ecuatoriano en medio de la pandemia, quien tam-bién fue señalada por el sobrepre-cio en los kits de alimentos para la atención de la población afectada por la emergencia sanitaria. Des-pués de esta denuncia, hecha por el portal Primicias, la Fiscalía cons-tató que se adquirieron 7.000 kits de alimentos, con 18 productos bá-

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sicos cada uno, por un valor de 1.055.740 dólares más IVA (12 %). Es decir, cada kit salió en 150.82 dólares, sin el IVA, cuando los mis-mos 18 productos, a precio de su-permercado minorista, suman un total de 85.79 dólares. Ocles se defendió, afirmando que siempre hizo las cosas apegada a las nor-mas y ante los cuestionamientos, puso la renuncia irrevocable a su cargo. Pero estas sumas exhorbitantes no paran ahí. Resulta que la misma empresa que vendía las bolsas de cadáveres es la que ofreció 167.000 dólares en masca-rillas, gafas y trajes de bioseguri-dad a la Empresa Municipal de Agua Potable y Saneamiento Quito. La Fiscalía allanó las bode-gas del ente municipal en busca de indicios de peculado. Una se-mana antes, el alcalde de Quito, Jorge Yunda, separó a su secreta-rio de Salud para desmarcarse de las sospechas en la compra muni-cipal de 100.000 pruebas PCR. Entre otros personajes políticos que se han visto envueltos en estas historias está Carlos Luis Morales, prefecto de Guayaquil, quien murió el 22 de junio tras su-

frir un fulminante infarto, mientras enfrentaba cargos penales por trá-fico de influencias en la contrata-ción de material de protección para el personal del Gobierno provin-cial; y el expresidente Abdalá Bu-caram, después de que en el allanamiento a su vivienda, la poli-cía encontrara 4.000 cajas de mascarillas y 2.000 pruebas de COVID-19 que la Fiscalía rela-ciona con las pesquisas en los hospitales del IESS. Las investigaciones de la Fiscalía han corroborado que existe una red de corrupción que operaba en el hospital Teodoro Maldo-nado Carbo del Instituto Ecuato-riano de Seguridad Social (IESS), en Guayaquil, y que ha quedado en evidencia durante la actual emergencia sanitaria. En el grupo de 15 personas identificadas, según el portal Primicias, están los tres hermanos Bucaram Pu-lley, hijos del expresidente Ab-dalá Bucaram Ortiz; Daniel Salcedo y los dos hermanos de Salcedo, amigos íntimos de la fa-milia Bucaram. Un reportaje, publicado por la re-vista Vistazo (2020), cuenta quién

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es Daniel Salcedo Bonilla. Con solo 31 años, ha firmado contra-tos con el Estado desde el 2012. Se volvió famoso a partir del es-cándalo de las fundas para cadá-veres en el IESS y tras el accidente que sufrió en una avio-neta, tratando de escapar del país. Según la publicación, su pri-mer contrato, de 20 mil dólares, fue en 2012 con el Instituto Nacio-nal de la Niñez y la Familia (Innfa). Al año siguiente, ya era proveedor del Ministerio de Inclu-sión Económica y Social (Mies), delegación Guayaquil. Los mon-tos son inferiores a 50 mil dólares. Hoy es propietario de una decena de compañías en el Ecuador y tres en Estados Unidos. Una de ellas, HDC Producciones, hizo su primer contrato millonario en 2014 con la Gobernación del Guayas. Las iniciales significan “Hijo del Creador”. Ya en este go-bierno, HDC firma tres contratos, todos millonarios. Uno de ellos con la Contraloría. Pero el mejor cliente ha sido CNT con 3.5 millo-nes en dos contratos de 2018 y 2019. Sin embargo, lo más vergonzoso que salió de la historia de Sal-

cedo, y de la red de corrupción a la que pertenece, es el descubri-miento de la emisión fraudulenta de carnés de discapacidad. En el país cuando una persona obtiene el carné que certifica su condi-ción, puede acceder varios bene-ficios, entre los que están la importación de vehículos con exoneraciones arancelarias. A pesar de que no es un trámite sencillo, y requiere de revisiones médicas y más documentación, Salcedo y sus hermanos, gracias al tráfico de influencias, accedie-ron a los carnés para poder im-portar autos de lujo. Entre las posesiones de Salcedo se encon-tró que había importado un Chev-rolet Camaro, valorado en 60.000 dólares y un Toyota Sequoia Pla-tinum, que podría costar 100.000. Sin embargo, ellos no serían los únicos que incurrieron en estos delitos: falsificación y uso de do-cumentos adulterados, defrauda-ción aduanera y defraudación tributaria. La lista de quienes tra-ficaron influencias o compraron los carnés, en valores que a veces superaban los 1.000 dóla-res, para obtener beneficios, in-cluyen políticos, deportistas, empresarios y más.

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Fabricio Villamar

Ramón Terán Salcedo

Marcia Arregui

Israel Cruz

Camilo Salinas

Javier Vaca

Christian Cruz Larrea

Carlos Luis Tamayo Delgado

Juan DeHowitt Holguín

Carlos Germán Gaibor

Leonidas Moreno

Ordóñez

Legislador

Legislador

Legisladora

Legislador

Gobernador de la provincia de Los Ríos

Esposo

de la legisladora y expresidenta del

Congreso, Elizabeth Cabezas.

Presidente del

Consejo de Participación

Ciudadana y Control Social (CPCCS)

Director general del Instituto Ecuatoriano

de Seguridad Social (IESS),

cargo que asumió a finales

de mayo.

Director del Centro de Inteligencia

Estratégica (CIES)

Alcalde de Babahoyo, capital de Los Ríos

Director de

Economía Popular de la Prefectura de la provincia de Pichincha.

Posee carné por deficiencia auditiva y habría importado una Toyota Tacoma 4x4, con exoneración de tributos, en enero de 2020. Además, lo usó en un juicio para pedir la rebaja de pen-sión que debe pasar a su hijo. Tendría 50% de discapacidad y un beneficio de reducción de aranceles de hasta 70% en importación de bienes. Porta un documento donde evidencia 56% de discapacidad. Tiene un carné en el que se especifica 64% de discapacidad. Tiene discapacidad del 41% por una dismorfia física congénita. Compró con exoneración un Mercedes Benz 4x4 en 2014 y otro vehículo, también con beneficios, el 19 de diciembre de 2019. Tiene 81 % de grado de discapacidad y beneficio de exonera-ción de tributos del 80 %. Tiene 42% de discapacidad y beneficio de exoneración de im-puestos de 60 %. Tiene un grado de discapacidad del 37%, lo que equivale a un porcentaje de exoneración del pago de tributos de 60%. Importó un vehículo con exoneración de tributos, por tener algún grado de discapacidad, en agosto de 2019. Registra 50 % de discapacidad y exoneraciones tributarias del 70%.

Funcionarios que obtuvieron el carné de discapacidad

Lo publicado en este artículo es solo una muestra de una oleada mucho más grande de corrupción que se ha evidenciado más durante la emergencia. El ambiente, por miedo a los contagios, es de temor. Esto, de alguna forma, desmoviliza a la gente que está cansada de los robos descarados por parte de los funcionarios públicos y de ver cómo la pobreza y el desempleo cada vez ganan más terreno. En este con-texto el rol de la prensa se vuelve más transcedental. Como decía el maestro Ryszard Kapuscinski, “el trabajo de los periodistas no con-siste en pisar las cucarachas sino en prender la luz para que la gente

vea cómo las cucarachas corren a ocultarse”. Cumplir con esto no es sencillo. La mayoría de periodistas que denuncian irregularidades son perseguidos, amenazados y, en muchos casos, hasta pagan con su vida el hecho de informar y enfren-tarse al poder. A continuación, se cita una lista de los 30 héroes de la información, como la denominó Re-porteros Sin Fronteras, en un ho-menaje a quienes no se han detenido a pesar de la pandemia y han seguido luchando, en las peo-res condiciones de seguridad y la-borales, por hacer lo que les apasiona y por difundir lo que se quiere ocultar.

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Andjouza Abouheir

Mahmood Al-Jazeeri

Salim Akash

Chris Buckley

Buenos Días Guinea

Caixina

Chen Qiushi

Eugene Dube

Comoras

Bahréin

Jordania/ Bangladesh

China

Guinea Ecuatorial

China

China

Eswatini

Por explicar el misterio de los “cero casos” de coronavirus. Confinado en solitario por contradecir al gobierno. Encarcelado por su cobertura de los trabajadores inmigrantes. Por la dura tarea de ser corresponsal extranjero en China. Programa de televisión cancelado por comentar el confinamiento. Medios de comunicación que plantan cara a la censura. El abogado que se convirtió en periodista ciudadano, su paradero es desconocido. Obligado a exiliarse por criticar la gestión de la epidemia.

Los 30 “héroes de la información” en tiempos de coronavirus

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Fang Fang

Gabinete de crise

Ahmed Kabir Kishore

Ana Lalić

LI Wenliang

Pajhwok Afghan News

Medios locales de

Guayaquil

Radio Corona Internationale

Darvinson Rojas

Roya TV

Sergueï Satsouk

Anisseh Shahid

Mahmud Shariari

Tashny Sukumaran

Syndicate -100

Togocheck

Siddharth Varadarajan

Vijay VineeT

WA FM

REDE Wayuri

Asociación de

Corresponsales de la Casa Blanca

Blaž Zgaga

China

Brasil

Bangladesh

Serbia

China

Afganistán

Ecuador

Argelia/EE. UU.

Venezuela

Jordania

Bielorrusia

Afganistán

Irán

Malasia

Rusia

Togo

India

India

Costa de Marfil

Brasil

Estados Unidos

Eslovenia

Cronista del día a día en Wuhan, acosada por trolls del gobierno chino. A Consorcio de medios para informar en las favelas de Río de Janeiro. Su serie de viñetas sobre el Covid19 podría llevarlo a cadena perpetua. Detenida por publicar las quejas del personal sanitario. Oftalmólogo de Wuhan que dio la voz alarma. Perseguido. Conta-giado. Fallecido. Un mes recluidos en la redacción para seguir informando. Informando desde primera línea: 25 se contagiaron y 17 murieron del virus. Una emisora clandestina como antídoto a la persecución y la cen-sura. Detenido por un tuit que cuestionaba las cifras del gobierno. Detenciones por emitir testimonios desde los barrios desfavorecidos. Periodista de investigación, especializado en salud que se atrevió a criticar al gobierno. Reportera de Kabul que siguió informando sobre el terreno. Encarcelado por difundir un vídeo sobre la expansión del virus. Reportera procesada por informar desde la “zona roja”, con altos ín-dices de contagio. Coalición de 25 medios independientes para difundir las denuncias del personal médico. Vídeos contra la desinformación en idiomas autóctonos. Cofundador y director de la digital The Wire, víctima de la “pandemia de represión. Cubrió la hambruna de los intocables durante el confinamiento. Un medio nacido para combatir la desinformación. Una voz para las comunidades indígenas de la Amazonía. Chivos expiatorios para la Administración Trump. Víctima de una campaña de insultos y amenazas por hacer preguntas.

Fuente: Reporteros Sin Fronteras.

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* Roque Rivas Zambrano. Catedrático de la Facultad de Comunicación de Social de la Universidad Cen-tral. Ex editor del diario La Hora. Tiene un postgrado en Opinión y Periodismo en Argentina. Participó en más de 100 talleres de periodismo dentro y fuera del país. Tiene experiencia en radio y en consultoría. Recibió el Premio Nacional de Prensa (1997) entregado por la Unión Nacional de Periodistas (UNP) y la condecoración al Mérito Laboral entregado por el Ministerio de Trabajo. Su novela inédita ‘Pueblos fantasmas’ ganó el segundo lugar del concurso organizado por la Universidad Central del Ecuador, en el que participaron docentes, estudiantes y empleados de la entidad. En el 2015, recibió el primer premio en la categoría ‘Nuevas Tecnologías’, en el concurso Eugenio Espejo organizado por la UNP, por su blog ‘Solo periodismo’. En el 2016, la misma entidad le otorgó una mención de honor por su ensayo ‘Diez pasos para escribir una crónica’. Además, la Facultad de Comunicación Social (FACSO) le entregó un reconocimiento por su obra literaria y su trayectoria.

Línea recta

Guerrero Obando: una poética de obsidiana o de un réquiem apologético de lo aciago y marchito Alejandro Campos Oliver ............................................................................................ 77

esde el 2650 antes de Cristo, el quinto rey de Uruk,

en la cuna de la civilización de nuestra humanidad, ejemplificó la intranquilidad o desasosiego que nos embarga ante nuestro forzoso duelo por aceptar la hecatombe de la existencia humana. El rey héroe Gilgamesh —nos dice el hermoso poema épico— busca

al sabio Utnapishtim, el único hom-bre que había alcanzado la inmor-talidad junto con su esposa. Gilgamesh atravesará diversos países, montes abruptos, buscará una planta que devuelve la juven-tud (más no la vida o juventud eterna) para que posteriormente, al tomar un baño, una serpiente se la robe y así regrese a su reino para finalmente morir.

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Guerrero Obando: una poética de obsidiana o de un réquiem apologético de lo aciago y marchito1

I “Quien nace mortal, camina hacia la muerte”

Es difícil sacar noticias de un poema

pero los hombres todos los días mueren miserablemente por no tener aquello que

tienen los poemas

William Carlos Williams

1 Fragmentos tomados del libro Poética de obsidiana o de un réquiem apologético de lo aciago y lo marchito: aproximaciones a la poesía de Fabián Guerrero Obando (Instituto Nacional Descentralizado de traducción e investigación literaria, 2018).

D

El héroe representa la figura de un personaje que ha iniciado un ca-mino y a través de su recorrido, aprende que el verdadero quid de la vida no es alcanzar la inmortali-dad—don exclusivo de los dio-ses— sino entender que no estamos solos en el mundo, que para crecer y superarnos a noso-tros mismos debemos ”caminar junto a otros” en los que podamos vernos complementados, refleja-dos y sobre todo: contrariados, pues sólo así se amplían los signi-ficados y se llega del conoci-miento, a la sabiduría. Es en el t-i-e-m-p-o donde el des-pojo cadavérico hecho polvo, se eleva y vuelve a cantar. Todo ago-niza para que todo vuelva a origi-narse, todo muere para que todo renazca por principio de orden que ejecuta aquella que se hace sentir en todos los momentos de la vida: la muerte. Fabián Guerrero Obando (Quito, 1959) es un pintor de palabras que —bajo el reino de Nix (la noche) y guarecido por la sombra de los hermanos Tánatos e Hipnos— so-lemne y oficioso de su adveni-miento, registra en la bitácora de

sus días las estupefacciones que causan la agonía o la enfermedad o toda expresión que haga ante-sala de la muerte, como a Lorca, quien manifestaba que, dado que no le preocupó nacer, tampoco le preocupaba morir, no lo angustia la muerte pero sí le ocasiona un extático aturdimiento. Su estética ante el mundo, su pa-sión no disimulada por lo que las colectividades de la democracia poética y sus infinitas buenas conciencias juzgan por obsceno, lo hacen una rara avis no sólo en la literatura del Ecuador, sino en el Parnaso actual latinoameri-cano y ahí radican varios de sus valores. Afortunadamente la so-ciología nos enseña que los gus-tos literarios también están fundados en las morales conser-vadoras de la época y la historia de la literatura demuestra que demasiados talentos no fueron comprendidos en vida por los atavismos oligofrénicos de aque-llos que no aprecian la belleza del abanico completo, son “mu-chos” a los que Comte refería cuando aseveraba que “la huma-nidad está compuesta por mu-chos más muertos que vivos”.

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Robert K. Kessler, siquiatra del FBI, máxima autoridad en psicología fo-rense de su tiempo, entrevistó a Jeffrey Dahmer en 1991, Dahmer fue posiblemente uno de los asesi-nos seriales más famosos del mundo, responsable de asesinar a diecisiete personas con caracterís-ticas que incluían la necrofilia, el descuartizamiento, la antropofagia, la trepanación, la experimentación y un procedimiento para transfor-mar a las personas en zombis. Kes-sler concluyó en su hallazgos que las personas como Dahmer plan-tean un dilema a la sociedad por-que no ha desarrollado un modo adecuado de tratarlas, “centrarse

en conceptos como el bien y el mal no es ni una aproximación siquiera a la compleja realidad de lo que hizo Dahmer”, a finales del s. XX el siquiatra concluía que los rasgos de personalidad y sus problemas aún no se incluían en el DSM-II (Diag-nostic and Stadistical Manual of Mental Disorders publicado por la American Psychiatric Association) y que estos, tal vez se podrían incluir en una sexta o séptima edición hasta bien entrado el siglo XXI. Las reacciones ante la poesía de Guerrero Obando son muchas. Y para apreciar su valor deberemos quitarnos la mirada polarizada de

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II Los portentos del Ornitorrinco o de su obsesión por la

catástrofe de los minutos

El dolor es la sustancia de la vida y la raíz de la personalidad, pues sólo sufriendo se es persona

Miguel de Unamuno

La muerte es el más alto premio de la vida Jhon Keats

que sólo lo bueno o lo malo existe. Los modelos psicológicos que re-siden del inconsciente colectivo en su poesía son los de la sombras. Una poesía que decanta lo mejor de la Europa dieciochesca basada en el frenesí de la alucinación y el de-lirio, era dorada del relato siniestro, pero aquí los espejismos no vienen de lo sobrenatural y oculto, de ese mundo caótico que yace en algún lado, sino de la realidad nuestra. La poesía de Fabián es una metá-fora para que nos quede bien claro que somos un costal de moléculas que han de corromperse, enfer-marse y morir. Es una gestación de una sensibilidad descarnada, en ese sentido es de avanzada su pro-puesta estética, pues crispa la mirada y nos aleja de los senti-mientos que son apreciados como positivos. No es la sensiblería fútil e idealizada, no, aquí palpita el lúgubre microcosmos del dolor, que va en contra del establishment de la poesía tradicional llena de asep-

sia, que aspira a las virtudes de “ar-monía, orden y equilibrio”. Aquí el poeta llega con sus violen-tos claroscuros, a poetizar los rin-cones umbríos del ser humano en sus dramas más violentos. Los verdaderos lectores no olvidan que en el siglo XIX los poetas ro-mánticos nos enseñaron el placer de las emociones vistas como “ne-gativas” o del poder de los estados seudo depresivos; por ejemplo, la melancolía o la nostalgia.

Pero qué hacer con esas enfermedades del alma

que como bien sabía Cicerón “son más perniciosas que las del cuerpo”¿Los pacientes psicoso-máticos gozan de su cuerpo a través

de la enfermedad? Desde el psicoanálisis

nos encontramos con la paradoja que nos plantea

que en el sufrimiento hay un goce y enfermar es una manera particu-lar de gozar del cuerpo, no go-zando del síntoma, sino de otra cosa que se goza a través del sín-

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No es la sensiblería fútil e idealizada,

no, aquí palpita el lúgubre microcosmos del dolor,

que va en contra del establishment

de la poesía tradicional llena de asepsia,

que aspira a las virtudes de “armonía,

orden y equilibrio”.

toma neurótico o fisiológico o en el fenómeno psicosomático. Una terapia psicoanalítica incidiría precisamente en la transformación de la manera de gozar del sujeto, permitiendo otro goce en lugar del mediado por la enfermedad. Gue-rrero Obando sabe, como atento lector de Dostoievski que “en nuestro planeta sólo aprendemos

a amar sufriendo a través del dolor”, sabe que el trabajo es el mejor médico del dolor y sabe con certeza obstinada de la posibilidad terapéutica del arte. Cree como Dante que, quien sabe de dolor, todo lo sabe, pues el dolor también acompaña al amor, es parte de su ser, sin dolores pro-fundos no hay obras bellas.

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El conjunto de la obra poética de Fabián Guerrero Obando se ci-menta en razones cruciales de su infancia que fundan su vigorosa existencia y contemplación ante el mundo. Su originalidad es sustento clave para comprender su valor ar-tístico. Afirmo que es uno de los poetas más libres que conozco por-que de ningún modo ha valorado más a la comodidad que la bús-queda y expresión de su verdad. Guerrero Obando nació en Quito y el momento más alto en su vida o experiencia trascendente que re-

cuerda, es el acto de aprender a leer en una humilde escuelita fiscal del Barrio de San Juan, así la lec-tura se volvió la maravilla de su vida. Y a paso veloz seguía el trajinar de su madre, haciendo una lectura fragmentaria de anuncios y pape-les, frenaba la caminata rápida de su madre y él trataba de darle orden o cierto sentido a lo que leía. Guerrero Obando tenía esa ten-dencia como Cervantes, de recu-perar papeles en todos lados, para leerlos y darles o buscarles cierta

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III De la patria del poeta o de la infancia

que siempre nos deja su ardiente herida

No son las grandes desgracias las que debemos temer en la vida, sino las pequeñas.

Más temo a los piquetes de aguja, que a los sablazos.

Gustave Flaubert

El ser humano no es más que respiración y sombra Sófocles

coherencia, incluso en la basura y dentro de un tarro, encontró un día un cuento sucio de Hans Christian Andersen, se titulaba “Bajo el sauce”, este cuento que narra la historia de dos niños en un pueblito de Dinamarca, ambos son vecinos y comparten los recreos en el jar-dín. Knud y Juana amaban jugar bajo el viejo sauce, el niño se ena-mora de la niña, tal como la gente de Kjöge, adoraba su voz dulce c u a n d o c a n t a b a . Pero un día la m a d r e de la n i ñ a muere y el padre de-cide irse a Co-penhague. Los niños se despiden entre llantos. Knud se queda y al pasar los años, cuando ya tenía 19 años y había sido ascendido a oficial zapatero, justo un día lluvioso de otoño, de-cide emprender el camino hacia la capital. La chica ya era una pro-mesa del canto pero al recibirlo, lo

trata como su hermano y le informa que debe ir a Francia para triunfar en su carrera. Él desolado por el desaire, pues había fantaseado enormidades en un matrimonio con ella. Desértico, deambula y se aleja de todo lugar que le recuerde o tenga sauces, cargando en silencio su pena en el fondo de su alma. Un día uno de sus amos lo llevó a la

ópera y la es-trella resultó ser la

m i s m a J u a n a , p e r o cuando Knud la t o p ó , ella ya no lo

recono-ció y es-

taba ya comprometida.

Knud vagó que-riendo regresar a ese

sauce de su infancia. Lleno del cansancio por días de ca-minata, de pronto, se sentó donde un sauce parecía abrazarlo, y tuvo entonces un sueño donde vivía el amor con su amada. Al despertar se encontró sentado al pie de un

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viejo sauce en una tierra extraña, cuando anochecía un duro in-vierno; una fuerte granizada caía de las nubes y le azotaba el rostro. En la madrugada cuando comenzó a nevar y el viento arrastraba la nieve por encima del dormido mu-chacho, pidió volver a soñar ese idilio. Más tarde los vecinos de la zona lo encontraron ahí sentado, helado, muerto por el frío. Desde los ocho años Fabián Gue-rrero Obando sabe que “los proble-mas de la vida nadie los puede negar, ni siquiera los “tales finales felices”. Ese contacto con la muerte, mediado por la literatura, fue simultáneamente, un contacto con la vida. Otro día, el pequeño Fabián, mi-raba desde abajo, en el patio común, cómo un trabajador reti-raba las tejas de otro departa-mento. Montado sobre una escalera, el trabajador aventaba las tejas hacia atrás, por su es-

palda. Repentinamente, una de esas tejas, cercenó a un pajarito que jugaba por el patio, el niño al observar que el pajarito hundió su pico y que su escasa sangre mojó la tierra, corrió hacia él, lo metió dentro de su pecho en la preten-sión de curarlo, marchó a su casa pero le fue imposible salvarlo. Se quedó encerrado debajo de su cama manchado de sangre sin en-tender qué había pasado. Estos hitos en su infancia han sig-nado no sólo la poesía de Fabián, sino su propio carácter y su rela-ción o perspectiva ante la vida. La proyección de su escritura co-menzó desde la infancia, después tres serán las figuras tutelares que lo acompañaran en su juventud: el fulgor de Whitman —como seduc-ción de un opuesto luminoso—, la indagación y profundización psico-lógica con Dostoievski y el con-flicto existencial, preñado de silencio, soledad y ese dolor que cala los huesos de Vallejo.

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La fidelidad a su llamando interno, esto es, a sus temas, a lo que sus entrañas necesitan expresar es una verdad noble en la literatura de Fabián Guerrero Obando. El poeta que no tiene algo que expre-sar, que de verdad brote de su in-terior, mejor debería guardar silencio. La sustancia de su inspiración poética puede resultar obscena o grotesca donde los temas tabú, como lo fueron en siglos pasados el hablar del acto de peer o de obrar de los reyes, pero aquí lo grotesco es como acotó Schelegel: “la forma originaria de la fantasía”, una idealización de lo real que de-viene de la observación contrita de

los últimos días. Sin exageracio-nes, sin aires cómicos, sólo lo real monstruoso, la brutal realidad, con sus deformidades y llagas, con sus pústulas fétidas, sin exageracio-nes, captados por ese corazón de terciopelo negro, en recuadros ro-deados con pus y que por causar-nos incomodidad, parecieran escabrosas. Cuando en la acritud postrera de ser sólo “pellejos”, con enfermeda-des encima y nos extinguimos guarecidos con una bata de hospi-tal y yacemos humillados, casi desnudos, sin ego, derribada está nuestra supuesta identidad que habíamos construido en vida —y más si el buen vestido elevó la va-

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IV Alma de obsidiana, sombría y hadesiana

El hombre es un animal que puede sentir nostalgia, echar de menos aún su muerte,

que vive y experimenta en formas muy misteriosas Xavier Villaurrutia

nidad—, así la poesía de Guerrero Obando es una invitación a renun-ciar a lo superfluo y lo ornamental, es un emisario de Plutón que nos hace enfrentarnos a nuestras heri-das primeras, a lo más doloroso de nuestra existencia. Sus poemas son sombras desdobladas en dolores desmedidos, en odios no reconoci-dos y voracidades sin límites. Así nos plantea el dilema de cambiar o seguir muerto en vida. Sin enfrentar el origen de nuestros males no existe la posibilidad de ex-perimentar el sentido de uni-dad, sólo en ese enfrentamiento se puede transmutar y reintegrar el

material de nuestra psiquis, sólo así se logra el renacimiento. Fabián es un heterodoxo por con-vicción. No es un poeta solar, ni lunar, es un poeta plutoniano o ha-

desiano, que como Caronte o Cancerbero transita por

paisajes subterráneos o infernales sin titubeos. La emotividad no convencional de Guerrero Obando, no es la que prefiere la sociedad mercan-

til o los poetas que escriben desde su

zona de confort (nulo riesgo) y sin el mínimo

deseo de quebrantar el statu quo se suman al engranaje de lo socialmente aprobado.

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así la poesía de Guerrero Obando es una invitación

a renunciar a lo superfluo y lo ornamental,

es un emisario de Plutón que nos hace enfrentarnos a nuestras heridas primeras,

a lo más doloroso de nuestra existencia

Este poemario –publicado en 2003- es como el tormento de un navío que se ha emponzoñado bajo la desolación que convoca el vuelo de un cuervo. El duelo de la existencia que se columpia an-sioso, es nuestra única certeza vital: somos finitos, desde que na-cimos, existe una relojería perfecta que cuenta los latidos que nos quedan ¿Será cierto que sólo “con el amor de la pareja” el devenir de los días o el transcurrir del “tiempo” sea menos implacable en su cometido de transformarlo todo? Esta poética del quebranto o el de-trimento de la luz que puede ser el amor pleno o la salud, o sentimien-tos que neciamente identificamos

como superiores, no debe cegar-nos ante la belleza que existe en el deterioro de lo humano, porque la circunstancia humana no es so-lamente el idilio amoroso o el es-plendor de los músculos firmes en la lozana y transitoria juventud. El poeta buscará lo que le asom-bra, por eso pareciera retornar, pues en este poemario deja ver los temas que obsesionarán al aeda. El viaje ya vociferaba en un laco-nismo logrado el inexorable éxodo hacia la miseria y el desamparo de los días, la insensata búsqueda por asir significados. Si existe algo concreto y plástico que remite de inmediato a la poesía de El viaje de Fabián Guerrero Obando, es la famosa pintura El grito de Edvard

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V “Que la gente se calle tan pronto deje de sentir”

El hombre, soñador sin remedio al sentirse cada día más descontento de su sino,

examina con dolor los objetos André Bretón

Munch, pues representa de la misma forma esa zozobra y tor-mento emocional. Poemas ágiles, expresivos e im-pregnados de un particular aroma fatal. Su corpus poético huye de la lírica tradicional, no es una lira ge-nerando imágenes suaves de amor y sentimientos nobles. La lírica de Fabián es una guitarra eléctrica trasmitiendo una música estri-dente que aturde, sangra los oídos y hace pulular los gusanos de la ver-dad en el tímpano. Por esto, la intención del viaje aquí, es otro. Pues son poe-mas-cortes transver-sales de la piel ulcerada del tiempo, una piel que no cicatriza y pa-reciera fermentarse; un ácido co-rrosivo que a través de la pregunta retórica deambula y naufraga en la búsqueda de cierta comprensión existencial. Imágenes desapacibles, punzan-tes, donde lo nauseabundo per-mea. La adjetivación y las

imágenes poco ortodoxas, así como las irrupciones rítmicas entre poema y poema es algo que des-taca y acentúa la creación poética de Guerrero Obando, pero a la vez, el conjunto de estrofas y su disposición, parecieran formar un gran poema. Inmersión en un yo sombrío donde se muestra tánatos y sus fantas-

mas, dando por resultado una desgarradora muestra de

expresión vital. Poesía moderna que nos re-cuerda, por su anti-convecionalismo, a los poetas surrealis-tas, a la Generación Beat de los cin-

cuenta. Seguro que la poesía y la prosa de

Jack Kerouac y Bu-rroughs deben generar mu-

chas resonancias en Fabián. Siente y habita en la hiper moder-nidad causándonos como el buen arte, silencios, confrontación in-terna, choque en un mundo post-moderno que convulsiona para encontrar esa “existencia que está en otra parte”.

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La sesuda reflexión de Guerrero Obando lo traza con un estilo

grave y la logopea predomina. En cada uno de sus libros podemos ver que nuestro aeda es ante todo un poeta visual. Privilegia este sentido por encima de los otros. El acto poético aquí se vuelve una conquista de esclarecimientos, una desfragmetación en que cada poema está unido por el gozne del vacío enmarcado por el dolor, sen-sación que nos recuerda que segui-mos vivos. Como agonía atroz de la impotencia y la injusticia expre-sada en el dolor del cuerpo del otro. El símbolo de la rata como des-trucción o como concepto de la-

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VI A todos en algún momento deberá

de azotarnos la desgracia Los pedazos o cascajos de un cuerpo fragmentado

por sus dolores y enfermedades porque al final no podemos evitar

el ser una manada de polvo guarecido en una acequia.

trocinio, sabotaje y avaricia, a final de cuentas de miseria, que entra por el rostro. Porque la rata logrará sobrevivir gracias a su cruel avi-dez, que la hace incapaz de con-moverse ante nada que no sea su propia necesidad. En Las partes están las tribulacio-nes más feroces donde el cuerpo enfermo del otro causa remem-branzas que se alternan como punzada tras punzada para reso-nar en cada cavi-dad de nuestro cuerpo, lo que nuestra mortali-dad pasajera en exabruptos de va-nidad diaria, la ma-yoría de las veces olvida, porque uno es el otro y el otro somos todos, pues cualquier emoción o pasión, venga de donde venga es parte de la condición humana y por lo tanto debería no sernos ajena.

Al hacer imágenes con esos ma-temáticos puñados de palabras se desdibujó él mismo, sus apuntes le permiten interactuar con el en-torno y organizarlo según una va-riedad de sensaciones, emociones, ensueños y dudas. Estos cuadros dicen mucho de quién es y de la subjetividad que ha construído, su sensibilidad como individuo, Heidegger nos

enseñó el poder, el estado de ánimo (posibilidades

existenciaris del encon-trarse), el abrir la exis-tencia, puede venir a ser meta peculiar del habla poética. Así el “ser –ahí”, el hombre es siempre un estado

de ánimo. Este sujeto de la enunciación, se

resiste a hacer diaria-mente lo que los demás espe-

ran, lo que "uno" hace. Hacer eso sería despeñarse en una vida inauténtica. El lugar en nuestro mundo está dictado por el modo en que lo sentimos y lo vemos.

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así la poesía de Guerrero Obando es una invitación

a renunciar a lo superfluo y lo ornamental,

es un emisario de Plutón que nos hace enfrentarnos a nuestras heridas primeras,

a lo más doloroso de nuestra existencia

En Zanja, surge de nuevo la cavi-lación y el ensimismamiento por el inapelable paso de los días, pero cuidado, porque no todos los cora-zones están listos para ver esa otra realidad a la que la mayoría huye. En esta poesía grave, el silencio pesa, embarga con la misma fuerza que la desolación olorosa de todo organismo vivo en estado de putrefacción. Zanja es una joya que se gesta con esencias no convencionales. No es para lectores que prefieren comprar un bodegón para la co-

cina de su casa, Zanja es para los que se recrean en Goethe o Wolf-gang Grasse. En esa alma repleta de incisiones los temas tabús regresan, como “palomas defecando en el templo muerto” donde voces polvorientas y ruidos sucios enmarcan el re-poso de un sordo álamo blanco que trae muerte. Momentos donde los vasos san-guíneos mueren y la sangre es el límite y las sinapsis, rompen en el juego amoroso de la sangre o de hombres que cabecean sobre una

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VII El desconsuelo estoico

Yo soy el tenebroso, el viudo, el desdichado… Bernard de Nerval

Y tuve que cortarme la lengua en la raíz

para librarme de la lepra. Gonzalo Rojas

degollaron la tórtola la asaron la comieron

y comprobaron con cristiano horror que los miraba desde el plato

con el recuerdo de sus ojos Juan Gelman

almohada y que estando solos con la noche a pedazos se deshacen, o se hacen uno con sus tumores o fibromas. Zanja es sufrimiento sempiterno, con la delicada asimilación de los maestros Baudelaire y T. S. Eliot. El tenebrismo de Guerrero Obando, que nos lleva a las deca-dencias humanas con sus descomu-nales ocasos harán a muchos amar los crepúsculos. Los trozos de existencia vital última o en sus fases menos óptimas, en este camino de resistir que es la vida o el mismo oficio de poeta, es captado con una sensibilidad híper realista. Aquí es el “me duele o sufro, luego constato que estoy vivo;” el ejerci-cio de la soledad pesa como lastre pero el bardo sabe que esta es la

aquiescencia del poeta y la ama al mismo tiempo. Las horas nocturnas, la noche que pareciera no acabar igual que sus propios dolores. El ser que aguanta y resiste los embates del ser. Zanja

lagrimea los ramalazos de un malestar que se su-

blima, la condensación visual del pesimismo y el desamparo que hacen antecámara a la muerte cuando las tinieblas se apro-

ximan con su funesta desilusión.

Aquí no hay anhelos risue-

ños ni entusiastas sino un descon-suelo que se vuelve estoico en lugar de vivir en la preocupación. Los críticos sosos y lectores super-ficiales imbuidos en moralina deci-monónica no comprenderán su perspectiva, pretenderán juzgarlo con el atavismo ramplón mani-queísta de “lo oscuro es malo”.

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Los trozos de existencia vital

última o en sus fases menos óptimas,

en este camino de resistir que es la vida

o el mismo oficio de poeta, es captado

con una sensibilidad híper realista.

En La víspera nos enfrentamos a lo que el autor refiere como su mejor libro. En La víspera cierra una zaga, que comenzó con El Viaje, siguió en Las partes y conti-nuó en Zanja. En este libro de poesía pareciera iniciar con un pesimismo vital, los hospitales y la enfermedad son el pretexto ahora, ambos retratados en viñetas crudas que no apelan al sentimentalismo burgués. Hay un rapto de desesperación, imágenes desquiciantes que nos recuerdan que las llamas del in-fierno también arden en el interior y exterior de las personas, el in-fierno está aquí y son de diferentes profundidades los abismos de cada ser humano.

El suplicio o sufrimiento, el dolor fí-sico o moral de gran intensidad es un estado que alcanza la escritura frenética de Guerrero Obando, esta especie de suertes adversas o infortunios que registra, con sus gestos labiales que expresan en-fado, momentos nefastos, momen-tos ásperos con púas y espinas, curvas angulosas, agobio, descon-suelo, enfermos dolientes, abati-dos por sus agonizantes infecciones o heridas. Nosocomios que parecen más morgues impregnados de los re-cuerdos de un corazón que se de-rrumba de olvido donde el hospital se personifica continuamente, in-cluso puede ser aquí “un enorme y obsesivo pellejo” donde la noche se pasea “en medio de un

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VIII Los pájaros tortuosos o de los días grises

que son como el curso de una ola lúgubre que retrocede

Y no podré ofrecerte ayuda aunque la pidas pues ni yo tengo cura para mi enfermedad

Propercio

par de guantes quirúrgicos” entre la agonía de los pacientes y sus corazones deshechos, de sus pu-trefacciones, sus costras y sedi-mentos, sus miradas conva- lecientes, cuerpos en su men-guado esplendor, con sus cavida-des que también guardan la ruindad, la mezquindad y la vani-dad de cada uno de sus actos. To-xinas que se liberan en respiraciones agudas, dentro de paredes frías que languidecen y parecieran también necrosarse, hundidos en un silencio descon-solado o de la brutalidad de una sierra que se quiebra contra una cabeza. Así la enfermedad se arrastra por doquier y la melanco-lía es una bruma emboscada por

el vaho lechoso de la desespera-ción cuando el ojo rumoroso del enfermo se enceniza. Desde el psicoanálisis, sabemos que el súper yo, es capaz de soma-tizar enfermedades, por eso el poeta dice enfático “estar sano es sentirse culpable / y cubrimos con el índice ese eclipse que la enfer-medad / vuelve a abrir”. Así el hom-bre en su ruina vuelve a balbucear, herida tras herida, pacientes castra-dos, goteares algodonosos sobre la lengua, pues “todo, por debajo, se incrusta / por debajo de todo jirón de vida que revienta” para llegar fi-nalmente a esa terrible conciencia de que el tiempo propio, se está acabando.

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Pero también hay “manos secas y retorcidas que acuden”, porque “perseveramos en nuestra des-honra” aunque los gemidos de gente enferma parezcan signo de mal agüero. Y así llegamos a esa edad que “implica forzar la carne, los huesos; /La pérdida de las si-renas inventadas por él mismo / Una estridente disonancia en los miembros inferiores”. Al final sólo “dejemos que vuelen las hojas del calendario / en la habitación del enfermo”. Imágenes donde la realidad del hospital se puede apreciar a través de sus objetos, donde el corazón,

que manifiesta el centro de la vida y el lugar destinado a sus afectos y sus deseos, es un protagonista importante, así como cualquier ór-gano que tenga cavidades. Los corazones se desguazan en esta poesía bajo maldiciones epi-logales, como en aquel cuento de Katherrine Mansfield “Vida de Ma Parker”, que subyuga y da vueltas en la cabeza de Fabián donde su protagonista, a manera de anag-nóresis, en las altas horas de la noche, bajo una intensa lluvia, busca con desesperación única-mente, sólo un lugar para sola-zarse llorando.

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Guerrero Obando escribe por mu-chas cosas: “para que no ocurran algunas o para que esas cosas que se desean pasen; para convo-car a lo perdido que no hay forma de recuperar o incluso por una es-peranza o contra toda esperanza, aunque lo uno o lo otro no su-ceda”. A final de cuentas la poesía sólo sirve para vivir, eso sí, “todo lo digno que sea posible”. El difícil oficio de vivir, el más bello y terrible. Para Guerrero Obando por supuesto, pesa más la terribili-dad y es un tenaz decantador del súmmum del dolor, bajo las altas horas de la noche, su dolor ha sido también estímulo. Dolor que se ha transformado en creación cuando

la melancolía cede y la tristeza amaina. El vínculo entre sufrimiento y arte, enfermedad y creación, o entre creatividad y las oscilaciones aní-micas aquí son ejemplificadas con maestría. Y los sentimientos de te-rror y compasión que los lectores experimentamos ante lo creado, producen igual una purificación de nuestras pasiones (catarsis). Intensidad, precisión y gravedad su-ponen su acto de escribir. Sus versos fragmentados con toda su honesti-dad, nos susurran, utilizando el cuerpo como medio, su interminable reflexión: lo único cierto que tenemos los seres humanos es la muerte.

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IX Epílogo:

“La literatura no sirve para nada, excepto para vivir”

No hay nada más adecuado con los fines del universo que el dolor; jamás un día que se sufre es un día perdido

Amado Nervo

La melancolía fue pariente de la muerte Miguel de Cervantes S.

Un profundo conocimiento de la condición humana, tiempo, dolor, vejez, enfermedad, deterioro con un insistente simbolismo de las oquedades del cuerpo humano. Un poeta que enfrenta a nuestra compañera de viaje (la muerte) con todo respeto y entereza, compartiéndonos así el ho-rror de la tragedia de la vida que muchos poe-tas se niegan no sólo a ver, sino a poetizar. Su poesía se aleja del drama egregio y heroico de la litera-tura grecolatina, para contradecir a Aristóteles y mostrarnos que las tra-gedias y vicisitudes del des-tino que se ha forjado cada hombre, también los hay quienes las superan con decoro y valentía y que no sólo los individuos egre-gios (héroes, figuras míticas) son dignos de ellas. El drama de su poesía nos sitúa con frecuencia a lo que Voltaire acuñó como “dilemas cornelianos”, —expresión que, a propósito de las obras de teatro de Corneille— donde las opciones presentadas

ante situaciones de conflicto cons-tituyen a su vez un conflicto. Así, el yo poético nos hace sentirnos si-tiados en una encrucijada porque elija lo que elija, entre dos opcio-nes, se va a perder algo. Las deci-siones que aunque aparentemente

benefician, acabarán también perjudicándonos. Tal como

a Corneille, quien gus-taba de enfrentar a sus héroes a situa-ciones inextricables, la poesía medita-bunda de Fabián Guerrero Obando nos hace ver que

todos tenemos algo que perder a pesar de

salir vencedores.

Bajo el matiz sicológico del dolor y la enfermedad, Guerrero Obando es un profundo conocedor del lado oscuro del corazón —y no olvide-mos que incluso el odio, el rencor, la envidia y la lujuria, cupieron en la Ilíada de Homero—. El silencio navega en la nebulosi-dad de su penumbra y que no es-panten las sombras a los luminosos y que recuerden todos ellos que un “rompimiento de glo-

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Un poeta que enfrenta

a nuestra compañera de viaje (la muerte)

con todo respeto y entereza, compartiéndonos

así el horror de la tragedia de la vida

que muchos poeta se niegan

no sólo a ver, sino a poetizar.

ria” del Greco o Tiziano sin som-bras y oscuridad, no son nada. Es pues un lúcido mutismo, que por el yo poético corrosivo de su verdad, de su fidelidad con sus temas por expresar esa parte gris de la naturaleza humana. Versos que escaldan los nervios conmo-cionando en la eterna búsqueda de las verdades de lo extraño. Sus poemas son “vejiguillas que a fuerza de su realismo nos enca-llece el corazón” para no sólo regis-trar “la embotellada música de la felicidad”. Con sus altísimas aflic-ciones que hacen resonancia en la voz del poeta, pues nadie que no hubiera experimentado dolores de esta magnitud podría recrearlos con esta lucidez. Guerrero Obando navega en el confín esquivo de la muerte y el dolor, como camino que construye sentido a su existencia. Ya desde la postración, ya desde el abatimiento físico, en desfalleci-miento corporal nos recuerda con voz lacerante que debemos ser humildes y agradecidos por nues-tras facultades físicas, gozar de nuestra efímera existencia con ple-nitud satisfecha.

Poesía que profundiza en el pen-samiento, justo cuando la sombra del insomnio ronda asolando todos los libros que lo acompañan. Tes-timonio de su ser existencial para mostrarnos lo que la cultura pop y el consumismo de la rutina meca-nicista de la vida capitalista nos oculta con la fuerza de sus ruidos y estereotipos artificiales. Con una concisión de burilador y una fanopea lograda, el cuerpo hu-mano es un medio para expresar los estremecimientos que causa la dura fealdad o putrefacción de al-guna de nuestras extremidades o tejido cualquiera, y no se trata del esperpento creado por Ramón del Valle-Inclán en el que se deforma sistemáticamente la realidad, re-cargando sus rasgos grotescos y absurdos, sino de nuestra realidad real. Su aspecto sórdido que se opone al canon de belleza que las élites miopes se aferran a emancipar, re-fleja también a una sociedad harta de sí misma o en estado zombi, su conocimiento proviene de la sen-sación (aisthesis). Esta es produ-cida por los objetos externos corpóreos, que provocan en el ser

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humano una impresión sensorial (phantasía) ese sensismo en es-tado puro le permite retransfigurar en poemas atroces, que no le oca-sionan ninguna vergüenza, tal como otros poetas se regodean en el asombro del placer, los árboles o el júbilo de un amanecer. ¡Ay de aquel que no sepa apreciar la belleza que también existe en lo repulsivo! pues lo brusco y lo insí-pido son también parte de la vida. Realidades bizarras, con cuyo hábil lance gesta su valía. La ma-quinaria de su ambición es diaria-mente engrasada por su realismo. Audaz, aunque en el amor sea po-sesivo. Pero este vate no se extin-gue en las miasmas de su derrota. Escarbará furiosamente para traer centelleos de la parte más sombría de sí mismo, buscará en la impla-

cable frialdad de su alma obsi-diana para despertarnos de los nuevos spleen o nimias angustias vitales que los medios de comuni-cación pretendan crearnos. Imbuido en lo que Bécquer deno-minó “el imperio de su conciencia” (su soledad) escribe sin concesio-nes para que un mercado acoja mejor o no su obra y busca obse-sivamente, los precisos instantes en que está por “condensarse la vida”, su enfermiza necesidad por buscar sentidos y dar coherencia con precisión a sus asombros es la llama reverberante que seguirá alimentando de sombras la “doble zanja de su corazón”. Alejandro Campos Oliver, México, Invierno de 2018

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* Alejandro Campos Oliver, [Cuernavaca, Morelos, 12 de noviembre 1983]. Docente, editor y escritor. Diplomado en Artes Plásticas en el Centro Morelense de las Artes. Ha publicado en diversas revistas, suplementos, periódicos y páginas electrónicas de Latinoamérica y España. Miembro fundador de la Agrupación de Escritores de Cuautla. Nominado al premio nacional de la juventud en el 2005. Promotor cultural y de lectura. Sus textos han sido incluidos en antologías de México, Argentina, Uruguay, Perú, Brasil, Ecuador y Cuba. Mención honorífica en el segundo concurso de poesía del ICE de la Universidad de Morelos. Es coordinador general de las Jornadas Internacionales de Arte y Literatura, en Cuernavaca, México, miembro del Comité Internacional Organizador del Festival Internacional de Revistas de Arte y Literatura y del Encuentro Mundial de Poetas de Perú. Actualmente es becario en el área de poesía del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes, forma parte del equipo estatal de capacitación del programa de salas de lectura en Morelos, es Secretario Académico y de Difusión Cultural de la Federación de Es-tudiantes Universitarios en Morelos periodo 2003-2006.

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ÍNDICE GENERAL

Línea Recta Todos mis cuentos Marco Antonio Rodríguez .......................................................................................................... 7 Estados en cuarentena y cuerpos sintomáticos y asintomáticos Carmen Váscones ............................................................................................................................. 13 Expreso Móvil Corona Catalina Sojos ...................................................................................................................................... 29 Doble sentido Poemas de Sonia Manzano Sonia Manzano Vela ..................................................................................................................... 33 Perdigones Periodismo en tiempos de pandemia Roque Rivas Zambrano ............................................................................................................... 51 Extramuros Guerrero Obando: una poética de obsidiana o de un réquiem apologético de lo aciago y marchito Alejandro Campos Oliver .............................................................................................................137

8 8 6 1 3 27 8 9 9 4 29

ISBN 978-9942-8861-3-2