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1 “CLAVES PARA LA SELECCIÓN DE LIBROS INFANTILES Y JUVENILES” Cecilia Bajour y Marcela Carranza La selección de textos y la teoría Les damos una entusiasta bienvenida a esta Unidad en la que trataremos un tema insoslayable en toda práctica de mediación entre textos y lectores: la selección de los libros. Nos parece además un tema que si lo miramos críticamente, involucra a su vez una constelación de problemas sobre la lectura, los lectores y la literatura infantil y juvenil. Efectivamente, cuando hablamos de selección de textos hablamos de representaciones, teorías y problemas. En nuestro caso, preferimos no hablar de “criterios de selección” ya que muchas veces la idea de “criterio” se confunde con la de “receta” o “fórmula”, como si hubiera una batería única de conceptos o razones para tener en cuenta a la hora de elegir textos literarios. Por otra parte, la demanda de criterios de selección en muchas ocasiones obtiene como respuesta un esquema o grilla con variables diversas, según los casos, desde los cuales entrar a mirar y elegir los textos. Ese posicionamiento ante la selección, además de ser reduccionista presupone una mirada sobre la lectura en la que la teoría (más precisamente, unos determinados usos de ella) estaría antecediendo a la lectura para condicionarla. Se lee desde unos criterios determinados y se hace “calzar” a los textos en ellos para ver si entran o no en el esquema previsto. Si bien es innegable el valor de algunas teorías para el despliegue de lecturas más ricas de los textos, se trata de herramientas flexibles que pueden entrar en diálogo con la lectura teniendo en cuenta la soberanía y libertad de los lectores, que a su vez siempre están poniendo en juego o construyendo hipótesis cuando leen. En pocas palabras, según nuestro modo de ver, las teorías no existen para ser aplicadas sino como visiones de mundo que vale la pena conocer de modo crítico para encontrar algunas posibles claves

Marco de referencia y corpus

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“CLAVES PARA LA SELECCIÓN DE LIBROS INFANTILES Y JUVENILES”

Cecilia Bajour y Marcela Carranza

La selección de textos y la teoría

Les damos una entusiasta bienvenida a esta Unidad en la que trataremos un tema

insoslayable en toda práctica de mediación entre textos y lectores: la selección de los

libros.

Nos parece además un tema que si lo miramos críticamente, involucra a su vez una

constelación de problemas sobre la lectura, los lectores y la literatura infantil y juvenil.

Efectivamente, cuando hablamos de selección de textos hablamos de representaciones,

teorías y problemas.

En nuestro caso, preferimos no hablar de “criterios de selección” ya que muchas veces la

idea de “criterio” se confunde con la de “receta” o “fórmula”, como si hubiera una batería

única de conceptos o razones para tener en cuenta a la hora de elegir textos literarios.

Por otra parte, la demanda de criterios de selección en muchas ocasiones obtiene como

respuesta un esquema o grilla con variables diversas, según los casos, desde los cuales

entrar a mirar y elegir los textos. Ese posicionamiento ante la selección, además de ser

reduccionista presupone una mirada sobre la lectura en la que la teoría (más

precisamente, unos determinados usos de ella) estaría antecediendo a la lectura para

condicionarla. Se lee desde unos criterios determinados y se hace “calzar” a los textos en

ellos para ver si entran o no en el esquema previsto.

Si bien es innegable el valor de algunas teorías para el despliegue de lecturas más ricas

de los textos, se trata de herramientas flexibles que pueden entrar en diálogo con la

lectura teniendo en cuenta la soberanía y libertad de los lectores, que a su vez siempre

están poniendo en juego o construyendo hipótesis cuando leen. En pocas palabras, según

nuestro modo de ver, las teorías no existen para ser aplicadas sino como visiones de

mundo que vale la pena conocer de modo crítico para encontrar algunas posibles claves

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de lectura y construir otras nuevas. Es decir, lejos de pensar que a la hora de seleccionar

primero hay unos lineamientos a seguir y luego los libros para que se acomoden a tales

lineamientos, creemos que en el principio están los mediadores como lectores que eligen

a partir de su propia historia, conocimiento y experiencia.

Desde esta perspectiva, cuanto más se conozca, problematice y explore acerca de las

teorías sobre los textos y la lectura, más libertad se tendrá para no quedar a merced de

recetas, encorsetamientos, grillas, etc, a la hora de elegir.

La relación entre selección y canon

Los conceptos de canon y de selección están íntimamente relacionados. Todo canon en

principio supone un proceso de elección y una toma de posición con respecto a qué se

incorpora y qué se deja afuera en un universo de lecturas. Supone una de las maneras

posibles de recortar la inmensidad de textos desde diversos criterios de valor

condicionados por cada contexto histórico y sociocultural.

Desde el punto de vista literario, el canon en sus orígenes se caracterizó por su carácter

preceptivo, de norma o vara que decide qué es lo que se considera valioso para ser leído.

Desde el canon de Alejandría (siglo II A. C.) hasta los cánones circulantes en la

actualidad, la definición de cuáles textos, autores y géneros deben ser leídos o tomados

como modelos estuvo a cargo de distintas instituciones o intelectuales que ocupan un

lugar hegemónico en la sociedad.

Tal como decíamos en torno a la selección y su relación con múltiples temas de la teoría y

la práctica, en la tarea de consagrar o dejar afuera propio de cualquier canon artístico

subyace una serie de definiciones sobre qué se considera arte en cada momento.

Sin embargo, es posible tomar la categoría de canon desde un lugar diferente al

preceptivo y pensarlo como un vehículo para complejizar las ideas sobre literatura tal

como plantea María Teresa Andruetto: (…) “porque - como ha dicho Lotman – es siempre

dialéctica la relación entre lo canonizado y lo no canonizado en una cultura y ese

movimiento permanente, hace que los que están fuera tiendan a ocupar el centro y

pugnen por insertar sus modelos desplazando a otros que están dentro, porque no existe

centro sin periferia y “lo literario” en cada caso, tiempo y lugar, precisa de lo “no literario”

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para definirse. De modo que todo canon necesita de la amenaza exterior – la amenaza de

lo no canónico- y es de ese exterior no canonizado de donde provienen las reservas de la

literatura que vendrá.”1

La mirada crítica hacia el canon considerado como un “deber ser” habilita a los lectores a

poner su atención también en lo que está en los márgenes, lo que se sale de lo canónico,

lo que discute la idea de lo ya establecido, de lo fijado por el tiempo y la tradición o por

determinados juicios acerca de lo que se piensa como valioso en el arte2.

En el artículo de Andruetto antes citado, el canon es mirado desde una perspectiva

incómoda, que discute su posible carácter autoritario y monológico, su posición de control

social sobre las lecturas. En cambio, la autora aboga por la apropiación y formación de

cánones por parte de los lectores afirmando que “cada lector construye su canon, más

allá de lo que canonicen la academia, la escuela o el mercado”.3 Es aquí donde el canon

puede mirarse desde la propia práctica y desde esta óptica pensar que todos los lectores

tienen un grado de participación en relación con lo que eligen, discutiendo de ese modo la

representación del canon como ajeno, como construido por otros, en otra parte.

En el caso de la literatura infantil y juvenil, la cuestión del canon invita a hacernos

preguntas sobre quiénes tienen a su cargo la consagración de determinados autores,

textos o géneros y por medio de qué instrumentos y criterios lo hacen.

El mercado editorial y la escuela en la actualidad son las instituciones que más inciden en

la formación de cánones de libros destinados a niños y jóvenes. La academia y la crítica

tienen una influencia todavía relativa y esto tiene que ver no sólo con el escaso lugar que

tiene la LIJ en los programas universitarios de las carreras de Letras a nivel de grado o

posgrado, (situación que últimamente se viene revirtiendo) o con la poca presencia de la

crítica sobre libros y literatura infantil en los medios y en publicaciones especializadas,

1 Andruetto, María Teresa. “Algunas cuestiones en torno al canon” en Hacia una literatura sin adjetivos. Comunicarte.

Córdoba. 2009 2 Sobre el par de términos “canónico / marginal” el teórico argentino Noé Jitrik plantea que no pueden entenderse uno

sin el otro. Dice: “No cabe duda de que la mera mención de la palabra canon arrastra de inmediato otra palabra, marginalidad, que parece serle no sólo complementaria sino también subordinada; en ese sentido, esta no termina de comprenderse sino en relación con aquella. El canon, lo canónico, sería lo regular, lo establecido, lo admitido como garantía de un sistema mientras que la marginalidad es la que se aparta voluntariamente o lo que resulta apartado porque, precisamente, no admite o no entiende la exigencia canónica. Jitrik, Noé, “Canónica, regulatoria y transgresiva” en Dominios de la literatura. Acerca del canon. Cella, Susana (comp.). Losada, Buenos Aires, 1998.

3 Andruetto, María Teresa. “Algunas cuestiones en torno al canon” en Hacia una literatura sin adjetivos. Comunicarte. Córdoba. 2009

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sino también con el poco debate o interés por reflexionar en conjunto que existe entre

quienes producen y quienes reflexionan e investigan acerca del objeto.

Aunque los procesos de canonización son complejos y contradictorios ya que siempre hay

movimientos de los márgenes al centro y viceversa, en la literatura infantil y juvenil (más

que en otras zonas del sistema literario) en muchas ocasiones refuerzan la tendencia a la

instalación en lo conocido. Cuando eso ocurre, la repetición de autores, textos, géneros o

estéticas, muchas veces apoyada en ciertos criterios de mercado que privilegian lo que ya

ha garantizado éxitos de venta y dejan de lado aquello que plantea riesgos, obstaculiza la

apertura del canon a textos que apuestan a la experimentación, a búsquedas estéticas

innovadoras.

Un ejemplo de esto es la dificultad con la que entran a algunos cánones ciertos autores

que intentan caminos renovados o también géneros que plantean más desafíos para la

lectura.

En el caso de una buena parte de lo que se produce en el rubro denominado “literatura

juvenil”, a la tendencia antedicha se le agregan los prejuicios que predominan en muchas

representaciones sobre los jóvenes como lectores a quienes se termina destinando una

suerte de literatura ad hoc. Los editores y autores que se limitan a esta literatura “a

medida” terminan excluyendo del canon de lo considerado juvenil a mucha literatura que

si bien no fue escrita pensando en los jóvenes como público lector tiene la potencia y la

calidad que ellos merecen como receptores estéticos de la misma categoría que el resto

de las edades lectoras.

La relación entre el canon y la escuela como seleccionadora privilegiada de lecturas

literarias para las nuevas generaciones retoma algunas de estas complejidades. La

institución escolar es un escenario donde se juega fuertemente qué textos se pretende

que lean las nuevas generaciones: o sea qué es lo que se quiere enseñar sobre la

literatura, la infantil en nuestro caso, por medio de la inclusión de determinados textos en

programas escolares, en planes de compras por parte de bibliotecas, en listas sugeridas

de determinados libros. El concepto de enseñanza al que nos referimos no tiene que ver

sólo con lo explicitado en los currículum sino sobre todo lo que ocurre en las reales

situaciones de lectura, sean en espacios del aula o de la biblioteca, en los espacios y

tiempos de lectura más autónoma de los tiempos escolares, o en contextos de educación

no formal.

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La selección de textos como práctica atravesada por múltiples mediaciones

Si bien la selección de textos es una premisa propia de toda práctica de lectura, cuando

se trata de destinatarios infantiles esta labor de mediación es aun más delicada ya que se

trata de elegir en nombre de otros y para otros que por su trayectoria vital y por su lugar

en la organización social aun no se han apropiado de la posibilidad y el derecho de elegir

por sí mismos o están en camino a hacerlo (si se los habilita y se les garantizan los

medios para lograrlo).

Es una elección que se hace para otros, los niños, de quienes se pretende que aprendan

a elegir. Por supuesto, hablamos desde quienes apuestan por la autonomía aunque

sabemos que esto no está presente en las mediaciones que hacen prevalecer el control.

A su vez, esta mediación forma parte de una compleja trama de mediaciones. Conocer

esa trama nos hace más dueños, más autores de nuestras elecciones. Si pensamos la

selección de textos no como un hecho consumado, sino como una práctica cultural sobre

la que podemos reflexionar y actuar críticamente, tenemos más chances de decidir e

influir protagónicamente en los procesos políticos y culturales que tienen que ver con la

puesta a disposición democrática de los textos. Es una manera de ensanchar nuestros

derechos como lectores y no quedar como observadores pasivos o capturados por las

decisiones de otros que definen qué se lee, cuándo, cómo y dónde. Esta posición también

puede ayudar a reflexionar sobre ciertas tendencias a recostarse exclusivamente en las

decisiones y aportes externos (ya sea de índole pública o privada) a la hora de conformar

las dotaciones de libros en las bibliotecas (tanto escolares como públicas). Si bien

muchas veces la provisión por parte del Estado se hace absolutamente necesaria

fundamentalmente en zonas castigadas por la exclusión económica y social, esto no quita

que los mediadores junto con las comunidades interesadas generen iniciativas autónomas

que hagan crecer tales dotaciones.

Como decíamos, toda elección a cargo de un mediador es una práctica que está

atravesada por las elecciones de otros agentes, ya sea instituciones como organismos

gubernamentales a través de planes de lectura, de prescripciones, programas o

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sugerencias curriculares, de editoriales, premios especializados, o de personas concretas,

como por ejemplo la familia o adultos cercanos.

Como dicen Maite Alvarado y Elena Massat en “El tesoro de la juventud”4, la literatura

infantil está mediada “hasta el escándalo”, ya que hasta concluir en la posibilidad de

elección autónoma por parte de los lectores infantiles (autonomía siempre relativa, por

otra parte, ya que también está condicionada por los agentes de mediación), la asimetría

que caracteriza a este objeto se hace presente en las múltiples intervenciones de adultos

que participan de los diversos procesos de selección.

Si bien lo asimétrico es un factor objetivo propio de la diferencia generacional también es

un revelador de qué visiones de niño, de literatura y de lector adoptan quienes eligen lo

que se desea que sea leído por la infancia. En tales visiones se puede dirimir si la

distancia entre las experiencias de vida y conocimiento que caracteriza a la relación

adulto- infancia es pensada por el primero como una ocasión de control y subestimación

de las posibilidades de la infancia o, por el contrario, como la encarnación de formas

diferentes y peculiares de leer el mundo. Mirar la infancia en su carácter de enigma, tal

como plantea Jorge Larrosa,5 es una manera de resignificar la asimetría al pensar la

actitud adulta como de hospitalidad y atención a lo radicalmente diferente que trae la

niñez.

Ninguna elección es absolutamente libre o neutral: siempre está precedida o influida por

decisiones que otros han tomado.

Por ejemplo, las políticas públicas de distribución de textos pueden contribuir o no a que

la accesibilidad a los libros sea un bien cultural de la mayoría, sobre todo de aquella parte

de la población que está excluida de ese derecho cultural.

Esto es extensivo al plano del mercado editorial, ya que en los casos de líneas de

distribución desiguales que favorecen a unos sectores y no a otros la consecuencia es la

exclusión de muchos lectores, visible particularmente en la focalización de la atención en

las grandes ciudades en detrimento de las más pequeñas o de los pueblos alejados de las

metrópolis.

4 Alvarado, Maite. Massat, Elena. "El tesoro de la Juventud" en "Filología" AÑO XXIV 1.2 1989. Instituto de

Filología y Literaturas Hispánicas "Dr. Amado Alonso". Universidad de Buenos Aires. 5 Larrosa, Jorge. “De lo que se trata aquí, es de devolver a la infancia su presencia enigmática y de encontrar la

medida de nuestra responsabilidad en la respuesta ante la exigencia que ese enigma lleva consigo”. “El enigma de la infancia” en Pedagogía profana. Estudios sobre lenguaje, subjetividad, formación. Bs. As., Novedades Educativas, 2000.

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Los catálogos de las editoriales también son una evidencia de la puesta a disposición o su

contrario de una gran cantidad de textos. En ese sentido es llamativo cómo la producción

de una misma editorial se diferencia en las filiales de distintos países, a veces limítrofes

en el caso de América Latina y entonces sucede que los lectores de un país de habla

hispana no tienen acceso a títulos que la misma editorial distribuye, por ejemplo, en el

país vecino. Una situación similar viven muchas ediciones de autores latinoamericanos

cuyos libros no son conocidos en España porque las casas matrices no distribuyen allí los

textos que son editados en sus sucursales de América Latina.

Si nos detenemos en lo que sucede con textos en otras lenguas, vemos que las políticas

de traducción por parte de las editoriales son también una clave fundamental para

considerar la posibilidad de acceso a determinados autores o textos. En el caso de los

considerados clásicos en determinados países o regiones, la omisión de su traducción y

publicación en editoriales de otras lenguas supone un obstáculo al ensanchamiento de un

horizonte de lecturas, además de impedir un diálogo más rico y necesario entre las

producciones artísticas históricas y contemporáneas.

En nuestra propia lengua es sabido cómo opera muchas veces la tendencia a excluir las

variantes locales a favor de una suerte de “neutralidad” del español lo cual lleva a muchas

editoriales y a los propios autores latinoamericanos en algunos casos a adaptar y

modificar los giros que singularizan a la lengua de su región a favor de un “español

neutro” que garantizaría las ventas trascendiendo las supuestas trabas de los

regionalismos lingüísticos. Esta tendencia a la homogeneización lingüística tan fuerte en

la literatura infantil y juvenil implica de por sí un proceso de selección (a veces rayano en

la censura) ya que excluye a los lectores de la posibilidad de encontrarse con los modos

peculiares de hablar y escribir el español en las distintas geografías.

Por muchas de las razones antedichas, la posibilidad de acceso es una premisa para la

selección ya que no se puede elegir aquello que no está disponible.

Para graficar esta complejidad con un ejemplo cercano, detrás de la puesta a disposición

de un libro en un estante de una librería o en una biblioteca pública o escolar hay unas

personas o instituciones que tomaron unas decisiones para que estuviera allí (y mostrado

de determinado modo). Si bien la cara visible que nos ponen en contacto con el resultado

de esas decisiones puede ser un vendedor de libros o un bibliotecario (con mayor o

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menor grado de compromiso con el material que ofrece), detrás de ellos hay toda una

serie de operaciones que involucran a una gran diversidad de actores, concepciones e

intenciones.

En el artículo “Final del juego, el libro llega a las manos del lector”, escrito ya hace

algunos años pero en gran medida vigente en la actualidad, la autora argentina Ema Wolf

describe minuciosamente la trastienda comercial de los circuitos de venta de los libros

infantiles. La radiografía de las estrategias de comercialización revela hasta qué punto

muchos de los condicionamientos previos a la selección por parte del destinatario final, el

lector, están dictados por las exigencias y variables del mercado.

Una de ellas, el carácter efímero de las novedades, determina a veces cruelmente la

posibilidad de acceso de los lectores a textos que, por distintas razones, no llegan a

sobrevivir más de un mes en las estanterías. Algunas de esas causas se alejan de todo lo

que tenga que ver con un producto cultural ya que se basan en la mirada sobre el libro

como un producto sujeto a las leyes del mercado como cualquier otro. Su descripción de

la vida breve de los libros en las librerías argentinas es elocuente:

“El acelerado ritmo de publicaciones, las limitaciones de espacio del local – a veces se

devuelven cajas sin abrir – y la avidez de novedades del público, cierran un círculo que

torna la vida del libro cada vez más efímera. (…)

El libro que no se vende en la primera semana no permanece más de un mes en la

estantería. Un editor muy importante, para quien un libro de poca venta no es negociable,

al cabo de un año probablemente lo salde con rebajas de hasta el 60 %. La suerte de

otros depende de algún hecho fortuito (película, escándalo, revival, Nobel para el autor)

que los vuelva a poner en circulación. Por supuesto, hay títulos más duraderos (long

seller) que no es necesario exhibir de manera permanente.”6

Más adelante se refiere al papel de los adultos como intermediario entre los textos y los

niños en ocasiones de compra de libros:

“El chico raramente entra solo a la librería, a menos que sea un lector consuetudinario, ya

independizado del consejo del adulto. Al sector infantil llegan los padres con sus hijos, los

docentes y los compradores de regalos de cumpleaños. En este panorama el rol del

librero sigue siendo fundamental.

6 Wolf, Ema. “Final de juego, el libro llega a manos del lector”. En La mancha. Papeles de Literatura Infantil y

juvenil. Número 6. Marzo 1998, Buenos Aires.

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El adulto más informado puede no pedir el libro por su título sino por su autor (“Déme algo

de Fulano”). Otros optan por comprarle al chico un clásico que ellos leyeron en su

infancia, aunque quizás ya ferozmente condensado. La mayoría pide asesoramiento al

librero: le cuentan cómo es el chico para que los oriente. Si van con él, es probable que lo

disuadan de llevar lo que eligió y lo convenzan de llevar otra cosa: más “literaria” o “más

para su edad”.7

Dentro de las múltiples mediaciones entre la literatura y los lectores de literatura infantil y

juvenil, tal como decíamos al hablar de la cuestión del canon, la crítica juega un rol que

complejiza la intermediación ya que involucra a los mediadores adultos como

destinatarios de su producción.

Implícitos y consensos acerca de cómo debe ser un libro para niños:

Como planteábamos al comienzo de la Unidad, toda selección supone en quien elige una

serie de valores, implícitos, representaciones, teorías, conceptos acerca de la literatura

infantil, los niños y la lectura. Tales ideas y representaciones no son propiedad exclusiva

de los individuos sino producto también de un grupo social en un momento histórico dado.

Existen normas socialmente instaladas, a menudo bajo una presunta universalidad y

naturalidad, que pretenden indicar las características e incluso las restricciones que un

libro para niños debería respetar.

De allí que, como ya señalamos, las prácticas de selección de textos y la reflexión sobre

ellas puedan brindarnos la ocasión de problematizar cuestiones centrales en el ámbito de

la literatura para niños. De lo que se trata entonces es de desmantelar tales normativas en

su carácter de verdades incuestionables para de este modo aproximarnos a los libros y a

las prácticas de lectura literaria infantil dejando de lado esquemas perceptivos

preestablecidos y heredados como únicos posibles.

La investigadora israelí Zohar Shavit 8 al hablar de los requisitos que se le exigen

socialmente a un libro para niños, utiliza el término “restricciones” y señala que, en el

sistema de los libros infantiles, tales restricciones devienen de su vínculo histórico con el

sistema educativo y de su posición inferior respecto de la literatura para adultos.

7 Wolf, Ema. Ob. Cit. 8 Shavit, Zohar. Poetics of Children’s Literature. The University of Georgia Press, Athens and London, 1986.

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Según Shavit, los dos principios que rigen la introducción de los textos dentro del sistema

de libros infantiles son: “... un ajuste del texto para hacerlo apropiado y útil para los niños,

teniendo en cuenta lo que la sociedad considera (en cierto punto de la historia) como

educativamente bueno para ellos, y un ajuste en la trama, caracterización, y lenguaje a la

percepción social predominante de las habilidades de los niños para leer y comprender.” 9

Según el período histórico, señala también Shavit, uno de estos dos principios (uno más

ligado a cuestiones de contenido relacionadas a la formación moral y cívica del lector; otro

al ajuste del texto según lo que se considera el nivel de comprensión de los niños) ha

prevalecido sobre el otro en diferente medida. 10

A continuación vamos a referirnos a algunos de estos implícitos que intentan regir la

selección de los libros infantiles para reflexionar sucintamente sobre ellos.

Exigencia de “lo familiar”. Repetición de modelos literarios preexistentes:

A los libros para niños se les suele exigir que remitan, en cuestiones de contenido pero

también en lo relativo a sus procedimientos literarios (particularmente al género escogido),

a aquello que se considera “familiar” o “cercano” para el niño.

Esto supone la repetición de modelos existentes, que se suponen conocidos por los niños,

lo que implica entre otras cosas, restringir las posibilidades de innovación, de

experimentación dentro de los libros infantiles. Tenemos entonces una tendencia a la

repetición, a la homogeneidad y a la conservación de lo ya instalado y aceptado como

válido en la sociedad, pero también como modelo exitoso y vendible en el mercado de

libros infantiles. Los géneros, los mundos planteados y los personajes, las estructuras

narrativas, se reiterarán hasta llegar posiblemente al estereotipo.

Pero yendo un poco más allá, podemos observar que este supuesto de “lo familiar” al

niño, parece asentarse en un principio muy generalizado en el ámbito educativo: “partir

desde los saberes previos del alumno”.

9 La traducción es nuestra: “Nevertheless, all the translational procedures are permitted only if conditioned by the translator's adherence to the following two principles on which translation for children is based: an adjustment of the text to make it appropriate and useful to the child, in accordance with what society regards (at a certain point in time) as educationally "good for the child"; and an adjustment of plot, characterization, and language to prevailing society's perceptions of the child's ability to read and comprehend.” Shavit, 1986:113.

10 Sobre este mismo tema Teresa Colomer enumera los que ella denomina “supuestos de simplicidad” en la literatura para niños. Colomer, Teresa. La formación del lector literario. Narrativa infantil y juvenil actual. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1998. Págs. 143, 144.

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Kieran Egan, filósofo de la educación canadiense en su artículo: “¿Empezar desde lo que

el alumno sabe o desde lo que el alumno puede imaginar?” enumera cuatro razones por

las que este principio pedagógico acerca de los saberes previos del alumno, resulta

cuestionable. Las razones dadas por Kieran Egan pueden ayudarnos a reflexionar sobre

los criterios que adoptamos para la elección de los textos y no resulta casual que parte de

la argumentación de Egan se sustente en las lecturas literarias infantiles:

“Primero, si éste es un principio fundamental del aprendizaje humano, no existe manera

de saber cuándo comienza este proceso. En otras palabras, cuándo se sabe qué es lo

que el alumno sabe.

Segundo, si la novedad es el problema del aprendizaje humano, muchos objetos de

conocimiento estarán desconectados con lo que ya se sabe; sin embargo, reducir la

cuota de novedad de lo que se enseña no resuelve el problema del aprendizaje, y si

pudiésemos manejar cierta novedad, por qué no podemos manejar más? (...)

Se asume que lo que los niños aprenden primero y mejor son los detalles de su propia

vida cotidiana. Esto es, se asume que el pensamiento de los niños es simple, concreto, y

se articula con su propia experiencia local. Pero (…) los niños también poseen

imaginación y emociones y éstas también los conectan con el mundo...” 11

Las razones esgrimidas por Egan nos llevan a replantearnos nuestras certezas acerca de

“lo que los niños pueden”, “lo que los niños saben” y de su contratara: cómo saber de

antemano lo que los niños “no pueden” o “no saben”.

11 Egan, Kieran. “¿Empezar desde lo que el alumno sabe o desde lo que el alumno puede imaginar” en Lulú Coquette

Nº 3. Año 3. Buenos Aires, Noviembre del 2005. Pág. 64-69. Las cuatro razones enunciadas por Kieran Egan son las siguientes: “Primero, si éste es un principio fundamental del aprendizaje humano, no existe manera de saber cuándo comienza

este proceso. En otras palabras, cuando se sabe qué es lo que el alumno sabe. Segundo, si la novedad es el problema del aprendizaje humano, muchos objetos de conocimiento estarán

desconectados con lo que ya se sabe; sin embargo, reducir la cuota de novedad de lo que se enseña no resuelve el problema del aprendizaje, y si pudiésemos manejar cierta novedad, por qué no podemos manejar más? (...)

Se asume que lo que los niños aprenden primero y mejor son los detalles de su propia vida cotidiana. Esto es, se asume que el pensamiento de los niños es simple, concreto, y se articula con su propia experiencia local. Pero (…) los niños también poseen imaginación y emociones y éstas también los conectan con el mundo. Si las mentes de los niños están supuestamente restringidas a los detalles del día a día de su vida cotidiana, ¿por qué éstas están, asimismo, llenas de monstruos, conejos que hablan, temerarias emociones? (...)

Cuarto, y esto apela a la intuición que hoy parece fuera de moda, pues sólo unos pocos minutos de reflexión son suficientes para ver que nadie entiende el mundo en relación al principio de la asociación gradual de los contenidos.” Pág. 66 y 67

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Exigir a los libros que respondan a contenidos y formas cercanas al niño, más allá de la

arbitrariedad con la que puedan manejarse los términos “cercano” y “familiar”, supone un

gesto de feroz achicamiento del corpus que ofreceremos a los lectores. Confiar en las

posibilidades imaginativas de los niños para manejar lo novedoso, como señala Egan,

para construir y pensar mundos posibles, significa por el contrario abrir el canon de

lecturas introduciendo la mayor variedad de géneros, autores, libros nacionales

(conocidos y no tan conocidos) y extranjeros, contemporáneos y clásicos, etc...

A menudo se hace hincapié en la obligación de pensar la selección de los textos en

términos de “necesidades” o “expectativas” de los niños. Así, incluso, pareciera que

existen libros para cada necesidad y/o realidad personal o social atravesada por el lector.

Se llega al absurdo de pensar que hay libros para niños adoptados, libros para madres

adolescentes, libros para niños violentos, para aquellos que sufren una guerra, libros para

niños pobres y libros para niños de padres profesionales, etc... etc...

Como señala Michéle Petit: “... otra actitud errónea sería, según mi opinión, pensar las

cosas en términos de ‘necesidades’ o de ‘expectativas’, y de lecturas capaces de

satisfacer esas necesidades y esas expectativas. A menudo, en los medios donde leer no

es habitual, los ‘iniciadores’ intentan enganchar a la gente con libros que supuestamente

tienen que ver con ellos. Pero después no siempre se les da la oportunidad de pasar a

otra cosa, de ampliar su universo cultural. Entonces los vemos condenados para siempre

al punto de partida” 12

Pero por otra parte, ¿cómo saber cuáles son las expectativas y necesidades de los

lectores? Cuando hablamos de atender a las necesidades del lector ¿no estaremos

encerrando a los lectores en un casillero?

“Nunca es cuestión de encerrar a un lector en un casillero, sino más bien de lanzarle

pasarelas, o mejor aún de darle ocasión de fabricar sus propias pasarelas, sus propias

metáforas”. 13

12 Petit, Michèle. Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. México, Fondo de Cultura Económica, 2001.

Colección Espacios para la lectura. Pág. 26. 13 Petit, Michèle. Ob. Cit. Pág. 27.

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Como señalábamos párrafos atrás, la repetición de modelos preexistentes puede actuar

simplemente en términos de publicación de aquello que ha sido probado como exitoso

comercialmente. De allí que un gesto de apertura hacia lo desconocido, lo exótico, lo

ajeno (sin dejar de lado lo conocido ni mucho menos) puede tener sus dificultades a la

hora de revisar la oferta editorial. De este modo la selección de los textos se suele investir

de una atenta búsqueda de aquello que no suele aparecer en la primera fila de los

anaqueles en las librerías, ni es ofrecido por los promotores editoriales en las escuelas.

Estar atentos a los catálogos de las editoriales, especialmente de las pequeñas, transitar

librerías de viejo, estar al tanto no sólo de las novedades sino también de las viejas

ediciones, incluso de libros que ya han sido descatalogados, consultar publicaciones

especializadas para conocer autores actuales y de otras épocas, títulos, incluso

editoriales forma parte de una tarea donde los mediadores hemos decidido tomar las

riendas de nuestras elecciones.

La ilustración “para niños”

Pero la exigencia de lo conocido no sólo opera a nivel de los textos. También en las

ilustraciones parecieran existir ciertos modelos acerca de cómo debe ser una imagen en

un libro para niños. Cuando se trata de seleccionar un libro ilustrado muchas veces se

escucha mencionar adjetivos como “coloridas” y “claras” en relación a las imágenes. La

vaguedad de los términos con los que a menudo suelen definirse las ilustraciones en

reseñas, cuadernillos o artículos sobre el tema da muchas veces cuenta de una falta de

formación profesional del articulista.

Va una breve cita de un cuadernillo oficial destinado a los docentes de la Ciudad de Bs.

As. a modo de ejemplo:

“El texto escrito está acompañado de hermosas imágenes claras y tiernas que grafican el

relato....” (Se refiere a Choco encuentra una mamá de Keiko Kasza)

“Éste (por No te rías Pepe de Keiko Kasza) en un tono tierno y cálido e ilustraciones claras y

atractivas,...”

Page 14: Marco de referencia y corpus

14

Claras, tiernas, atractivas... Si adherimos a la exigencia de “claridad” y no digamos de

“ternura” seguramente los siguientes libros quedarían fuera de nuestra elección:

Caperucita Roja de los hermanos Grimm. Ilustrado por Kveta Pacovska. Editorial Kókinos

De noche en la calle de Ángela Lago. Editorial Ekaré.

Page 15: Marco de referencia y corpus

15

El Nuevo Libro del Abecedario. Karl Philipp Moritz. Ilustraciones de Wolf Erlbruch. Bárbara Fiore Editora.

Como sucede con los textos, también en las ilustraciones la exigencia de “lo conocido”

puede derivar en la repetición y el estereotipo. Lo que deviene en un fuerte rechazo a

estéticas novedosas que tiendan a salirse del molde de lo consensuado como “infantil” en

una ilustración.

La simplicidad y la sencillez

En consonancia con la exigencia de “claridad” en las imágenes, en los libros para niños se

suele valorar ante todo la simplicidad y la sencillez. Es frecuente escuchar que un libro no

es dado a leer a un grupo de niños por ser considerado “muy difícil”, “complejo”, “poco

claro”. El problema aquí radica en las representaciones de los lectores infantiles que se

están manejando. Se parte de una concepción deficitaria de los lectores. En ocasiones

cuando se valora negativamente un libro debido a su complejidad, no se suele evaluar al

libro como inaccesible para los niños en términos generales, sino que por el contrario se

suele señalar que ése libro no es para determinado grupo de lectores.

Page 16: Marco de referencia y corpus

16

De este modo muchos libros son descartados de la selección porque no se los considera

accesibles para niños “poco lectores”, por lo general niños que pertenecen a grupos

sociales desfavorecidos económicamente. Tales decisiones no hacen sino reforzar una

situación de injusticia para quienes poseen menores posibilidades de acceso a los bienes

culturales. Negar a un grupo de niños un libro porque se lo considera demasiado difícil

para ellos no es sino un gesto antipedagógico dado que la limitación es impuesta por el

propio mediador hacia ese grupo de niños.

Vemos entonces que desde esta óptica, la complejidad en la literatura infantil deviene en

un disvalor. Todo debe ser simple: la caracterización de los personajes, la estructura

narrativa, incluso los temas abordados. Esto trae como consecuencia, particularmente en

el caso de las adaptaciones de los clásicos, la eliminación de una serie de recursos

literarios considerados difíciles, incomprensibles para el lector infantil, tales como: la

parodia, la ironía, la sátira, el uso de figuras retóricas, los finales abiertos y cualquier

atisbo de ambigüedad o incertidumbre en los personajes, la trama narrativa o el

desenlace de la historia.

De esta exigencia de “simplicidad” y “comprensibilidad” muchas veces deriva una multitud

de textos escritos para lectores altamente subestimados en sus capacidades intelectuales.

En textos de este tipo, por ejemplo, la voz narrativa elegida tenderá a cumplir funciones

didácticas y explicativas, actuará como una voz-guía que asegure “la comprensión” del

texto en términos de una lectura lo más unívoca (¿o deberíamos decir “clara”?) posible.

Según este modo de concebir los libros infantiles “lo indefinido” debe ser definido, lo

ambiguo debe transformarse en certeza, el enigma en verdad y la pregunta en una única

respuesta.

Page 17: Marco de referencia y corpus

17

¿Dónde quedaría entonces un texto como el siguiente?

El cuento del elefante (Jürg Schubiger)

“Vino un elefante, no me acuerdo de dónde. También he olvidado adónde fue. Su nombre

era tan extraño que no pude retenerlo. Pero está claro que vino y se fue. También es

seguro que era un elefante. Un elefante, en fin, a pie, solo y gris, vino y se fue. Esto era

más o menos el corazón del cuento del elefante. Y en medio del corazón, de esto sí que

me acuerdo, había algo tan incomprensible, tan difícil y oscuro, que no podría contarlo

aunque lo recordara” 14

Buen ejemplo de este afán por la sencillez y la “claridad” son muchas de las adaptaciones

de clásicos infantiles, las cuales poco dejan en pie de la riqueza literaria del libro original,

en pos de una feroz simplificación de los textos. Una novela de treinta y seis capítulos

como Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi se ve transformada así en un mal cuento

de diez páginas; eliminándose por supuesto todos aquellos capítulos que contradigan los

principios que venimos enunciando aquí.

Es casi un imposible que en una de tales adaptaciones aparezca aquella inolvidable

escena en la que Pinocho recurre al Juez de la ciudad de Atrapachitrulos para denunciar

el haber sido víctima de un robo. Recordemos la escena:

14 Jürg Schubiger. Cuando el mundo era joven todavía. Ilustraciones de Rotraut Susanne Berner Traducción de Amaya Bárcena y Marisa Barreno. Madrid, Anaya, 1998. Pág. 73.

Page 18: Marco de referencia y corpus

18

Ilustración de Carlo Chiostri

Una vez que Pinocho finaliza su alegato y pide justicia, el narrador nos dice que el juez

“... lo escuchó con gran benignidad; se interesó muchísimo por el relato; se enterneció, se

conmovió…” (Collodi. 2002: 116) para luego llamar a dos mastines vestidos de

gendarmes y ordenar que Pinocho sea apresado y llevado inmediatamente a la cárcel.

Pero, como si esto no fuera suficiente, el capítulo finaliza con otra situación inusitada.

Luego de cuatro meses de prisión, el Emperador de Atrapachitrulos, que había obtenido

una victoria sobre sus enemigos, dispone que se abran las cárceles y sean puestos en

libertad todos los delincuentes. Observemos el siguiente diálogo entre Pinocho y el

carcelero:

“ -Si salen de la prisión los demás, yo también quiero salir –le dijo Pinocho al carcelero.

-Usted no –respondió el carcelero-, porque no es de esos…

-Lo siento –replicó Pinocho-, pero yo también soy un malandrín.

-En ese caso tiene toda la razón –dijo el carcelero; y quitándose respetuosamente el gorro

y saludándolo, le abrió las puestas de la prisión y lo dejó escapar” (Collodi, 2002: 116)

El humor en el libro de Collodi, como en Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, recurre

a la sátira, su blanco es el poder político, su objetivo poner en ridículo y denunciar la

realidad de un mundo injusto que coloca a las víctimas en el papel de los delincuentes.

Page 19: Marco de referencia y corpus

19

La tijera de los adaptadores, obediente a los criterios de sencillez, borra capítulos

completos donde los temas resultarían “poco adecuados” para los niños. Así los cuatro

viajes de Gulliver se ven reducidos a sólo dos y la magistral obra en donde Jonathan Swift

satiriza y cuestiona las clases en el poder, la civilización y el imperialismo europeo, la

especie humana en su conjunto, se ve convertida en un simpático libro de aventuras con

enanos y gigantes. En el caso de Gulliver, se podrá decir, estamos hablando de un libro

para adultos y la adaptación se vuelve necesaria, sin embargo la mayoría de las versiones

que llegan a los niños de este libro no sólo atienden a la preocupación de aproximar al

lector infantil la gran obra satírica de Swift, sino más bien a representaciones altamente

estereotipadas acerca de cómo debe ser un libro para niños. O si no ¿cómo se explica

que por ejemplo en muchas de las adaptaciones Gulliver en lugar de orinar sobre el

palacio real de Liliput, el personaje recurra a un balde de agua de mar?

La simplicidad también en el lenguaje

La exigencia de simplicidad en un libro infantil suele extenderse al propio lenguaje. En

relación con estos supuestos Teresa Colomer señala “El lenguaje debe ser simple. En la

literatura canónica adulta la elaboración del lenguajes es valorada per se, en cambio, lo

que se exige en la literatura infantil es una elaboración asociada al concepto didáctico de

incrementar el conocimiento lingüístico de los lectores, especialmente en lo referente a la

adquisición de vocabulario. Esta elaboración léxica tiene que compaginarse, sin embargo,

con una gran sencillez, a menudo ejercida en los restantes niveles lingüísticos, dirigida a

la facilidad de comprensión...”15

Veamos el ejemplo que nos brinda respecto a este punto, un párrafo acerca de los

criterios de selección extraído de un cuadernillo del Ministerio de Educación para las

escuelas de la Ciudad de Buenos Aires (2007):

15 Colomer, Teresa. La formación del lector literario. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1998. Pág. 144.

Page 20: Marco de referencia y corpus

20

“Hay libros que por su temática están dirigidos a niños pequeños pero que pueden ser de

difícil lectura (muy metafóricos, sintaxis no canónica, vocabulario desconocido). Esto debe

ser tenido en cuenta cuando se selecciona un libro para niños y jóvenes. Si el lector no lo

entiende, se frustra, se aburre y por esa razón probablemente se alejará de la literatura

para siempre”

Este tipo de prescripciones pone en evidencia el temor del adulto frente a la posible

incomprensibilidad del texto por parte del lector infantil. Se parte de una representación

deficitaria del lector, en este caso en relación con la edad del niño, pero que suele

extenderse hacia niños o jóvenes considerados “poco lectores” o con poca experiencia

cultural por lo general debido a su extracción social.

Lo cierto es que cuando se esgrime la necesidad de simplicidad de los textos, mucha de

la mejor literatura para niños queda afuera.

Hasta aquí hemos hablado de la exigencia de simplicidad en la literatura infantil en

términos de límite para los textos y para los lectores, sin embargo no debemos caer en el

error de concluir que la sencillez de un texto sea necesariamente un disvalor. Pensamos

por ejemplo en libros de gran riqueza literaria y plástica como Historias de Ratones de

Arnold Lobel, Trucas de Gedovius o Del otro lado del árbol de Mandana Sadat. 16 Claro,

que la aparente sencillez de estos libros puede ser también discutida.

Adecuación a la moral imperante

Pero, a los libros para niños no sólo se les exige ser sencillos y fáciles de comprender,

también deben ser apropiados según lo que la sociedad en un momento histórico

considera “bueno” para los niños. En otros términos, suele pedirse a la literatura infantil

que se adecue a la moral imperante, y en lo posible que la transmita. Los libros para

niños, según esta regla, no pueden contradecir las normas y los valores sociales en

vigencia. Y si sirven para enseñarlos, mucho mejor.

16 Lobel, Arnold. Historias de Ratones. Pontevedra, Kalandraka Editora, 2000. Sadat, Mandana, Del otro lado del

árbol. México, Fondo de cultura Económica, 1998. Colección Los especiales de A la orilla del viento. Gedovius, Juan. Trucas. México, Fondo de Cultura Económica, 1997. Colección Los especiales de A la orilla del viento.

Page 21: Marco de referencia y corpus

21

Respecto a este tema Graciela Montes en su artículo “¿Qué quiso decir con este cuento?”

ironiza:

“Lo cierto es que, con todas las recomendaciones, podríamos hacer una especie de

Manual del buen escritor para niños, que contendría exigencias tales como: que sea

ameno pero sencillo, que se anime con los grandes problemas, pero, eso sí, que deje un

mensaje de esperanza, y, sobre todo, que tenga un final feliz. Nada de demasiado miedo,

ni de demasiada excitación y, sobre todo, que no vaya a producir angustia; que no haya

chicos que vuelan, porque puede inducir al lector a tirarse por la ventana, y que no haya

venganza para no estimular los sentimientos crueles... Ah, y, por favor, que no sea

demasiado largo. Y si de paso puede dejar alguna enseñanza, tanto mejor.” 17

De una concepción de la literatura para niños según la cual ésta debe actuar como

vehículo de contenidos morales se desprende toda una línea muy de moda actualmente,

aquella que recurre a los libros infantiles con el objetivo manifiesto de transmitirles

valores. Así se eligen libros no por su valor literario o artístico, sino por la razón de que a

través de ellos sería posible enseñar determinado valor moral a los niños. De este modo

se parte de una idea totalmente discutible: los libros generan conductas positivas (o

negativas) en sus lectores; así por ejemplo, si un libro habla de la solidaridad es posible

que mediante un mecanismo de identificación el lector se transforme en un individuo

solidario.

“...nadie corre a buscar un balde de agua cuando lee el relato de un incendio.”, señala

Graciela Montes. Sin embargo, cuando se piensa en una función ejemplarizante del libro

infantil según la cual los lectores modificarían sus conductas y modos de pensar a partir

de una lectura, se supone una relación directa, una exigencia de reflejo entre las palabras

y las cosas, a la manera de quien busca el balde para apagar el incendio de un cuento. 18

17 Montes, Graciela. El corral de la infancia. Bs. As. Libros del Quirquincho, 1990. Pág. 29. 18 Montes, Graciela. Ob. Cit. Pág. 11. Sobre este tema: Carranza, Marcela “La literatura al servicio de los valores o

cómo conjurar el peligro de la literatura” Revista Imaginaria. 24 de Mayo 2006. http://www.imaginaria.com.ar/18/1/literatura-y-valores.htm

Page 22: Marco de referencia y corpus

22

Sobre este tipo de voluntad ejemplarizante a través de la literatura infantil les

recomendamos leer el desopilante libro de Mark Twain: Historia de un niñito bueno.

Historia de un niñito malo.19

La selección de libros infantiles a partir de su uso como instrumento moralizador en los

niños es una tradición de larga data y se remonta a los orígenes no sólo del sistema

literario infantil, sino aún mucho antes a las antiguas fábulas y relatos de la tradición oral.

De esta obligada adecuación a los valores y creencias vigentes devienen muchos de los

gestos que bajo el nombre de “selección de textos” se transforman en actos de censura.

Así multitud de libros para niños no son publicados, o dejan de circular en el mercado, o

bien son rechazados por los padres, maestros o bibliotecarios por contener alguna

palabra soez, por tratar un tema “urticante”, por no respetar cuidadosamente la figura de

los padres, por contener algún contenido considerado negativo: la venganza, el engaño, la

mentira, etc... etc... Por supuesto el pensamiento políticamente correcto opera claramente

en este sentido.

La existencia de temas tabúes en la literatura para niños entre los que podemos nombrar

el dolor, la muerte, la enfermedad, el sexo y la pobreza entre otros, ha llevado a muchos

creadores, editores y mediadores a pensar en la necesidad insoslayable de tratar dichos

temas. De allí que la transgresión en algunos casos pareciera ser un valor en sí misma, y

el progreso de los libros para niños aparece ligado al tratamiento de determinados

contenidos, considerados como prohibidos o conflictivos en la literatura más convencional.

Pensar el progreso de la literatura infantil en términos de tratamiento de determinados

temas no deja de ser otra manera de poner el foco exclusivamente en cuestiones

extraliterarias e ignorar por lo tanto al libro como literatura, como objeto de arte. En

palabras del autor David Wapner 20 “El tabú mayor para la literatura para niños sigue

siendo la literatura.”

19 Twain, Mark. Historia de un niñito bueno. Historia de un niñito malo. Traducción de Una Pérez Ruiz. México

México, Fondo de Cultura Económica, 2005. Colección Clásicos. 20 Wapner, David. “El tema no es el tema” en “Imaginaria”. Bs. As. 26 de septiembre 2007: http://www.imaginaria.com.ar/21/6/wapner.htm

Page 23: Marco de referencia y corpus

23

La selección de textos y los prejuicios sobre las edades de los lectores

Una cuestión propia de los libros infantiles y juveniles ya que no ocurre en el resto de la

literatura, y en la que se manifiestan en forma más evidente las representaciones adultas

sobre aquello que se considera adecuado o no para niños, es el tema de las restricciones

por rangos de edades.

Esta peculiaridad de la literatura infantil y juvenil, por otra parte, es un fenómeno bastante

reciente, acentuado sobre todo en las últimas dos décadas; antes esta pauta

prácticamente no existía.

La pregunta por la edad es la primera que sale de las bocas de los mediadores cuando

son consultados sobre libros para niños. La evidencia rotunda de que, en líneas generales

(hay múltiples ejemplos de libros que ponen esto en cuestión) no leen del mismo modo un

niño de tres años, que uno de siete o de doce, hace que esa pregunta tenga su razón de

ser salvo que prevalezcan posiciones extremistas. Nos referimos a aquellas que

finalmente termina excluyendo a los lectores que se salen de los límites de lo sugerido en

las recomendaciones paratextuales de los propios libros.

Si nos detenemos a considera cómo a nivel editorial se maneja la cuestión de las edades

lectoras, vemos que las fórmulas que aparecen en tapas o contratapas para señalar los

agrupamientos de edades sugeridas son variadas y en sus giros más o menos explícitos

(“desde 9 años”/ “para primeros lectores”/ “para los que están aprendiendo a leer” ) en

algunos casos buscan moderar cierta idea de control que podría desprenderse de una

obediencia extrema a la propuesta de compartimentación etaria de los lectores.

La idea de que la niñez está fragmentada en una serie de etapas relacionadas con

edades específicas y de que la información proporcionada a los niños debe ajustarse a

esos límites cronológicos proviene de una lectura rígida de las teorías cognoscitivas de

Piaget sobre la evolución del conocimiento en la infancia que influyó en las propuestas

curriculares y en la organización escolar.

Esto es adoptado y adaptado con variantes por algunas propuestas editoriales, mientras

que otras prefieren prescindir de esta fragmentación ya que consideran que es limitante

de las posibilidades y libertades lectoras.

Page 24: Marco de referencia y corpus

24

Las experiencias concretas de lectura nos dan montones de ejemplos en donde los niños

realizan interpretaciones complejas y hacen asociaciones que superan las expectativas

previstas por esas etapas. De acuerdo con el crítico Perry Nodelman, quien comenta

estudios que revisan las lecturas dominantes de las teorías piagetianas, se podría discutir

si estas etapas no “son impuestas culturalmente como resultado de elementos tales como

etapas de ingreso a la escuela y nuestras creencias adultas del tipo de experiencias que

pueden procesar los niños”.21

La selección de los textos y su importancia en la formación de los lectores

Vemos entonces cómo a menudo la selección de los textos pone el foco en cuestiones

extraliterarias y poco atiende al libro de literatura infantil como literatura, como objeto de

arte. Consideramos que la selección de los textos es una de las cuestiones claves en

relación con prácticas de lectura y escritura ligadas a la formación literaria de los lectores.

En el contexto escolar la selección de los textos implica un propósito pedagógico. Pero es

necesario detenernos y aclarar algunas cuestiones acerca de este punto para evitar

confusiones. Cuando hablamos de “propósitos pedagógicos” no nos estamos refiriendo a

aquellas prácticas de lectura literaria en las cuales el texto actúa como mero vehículo de

transmisión de contenidos curriculares pertenecientes al área de la Lengua, de otros

espacios curriculares o incluso de la literatura misma. No nos referimos a aquellas

prácticas del tipo: “busco un poema para señalar adjetivos o metáforas”, o “elijo aquel

cuento como disparador para dar el tema ‘La familia’”, etc... Esa forma de “escolarización”

de la literatura infantil, de larga trayectoria, es una de las tantas formas en las que el libro

infantil ha sido desprovisto de su naturaleza artística y literaria.

Nos referimos por el contrario a la intención pedagógica del maestro que elige un libro

para leer literatura con sus alumnos, para afinar en un trabajo continuo la capacidad de

los niños de descubrir los complejos mecanismos de significación puestos en juego por

los textos literarios durante su lectura. Cuando el maestro o el bibliotecario eligen un texto

21 Nodelman, Perry. “Todos somos censores” en Un encuentro con la crítica y los libros para niños. Caracas, Parapara

Clave, 2001. Pág. 155-168.

Page 25: Marco de referencia y corpus

25

para leer o dar de leer a sus alumnos tendrán en cuenta las posibilidades de lectura que

ese texto puede brindar. Esto sin dejar de tener muy presente que es imposible anticipar

todas las posibilidades de lectura de un texto, que siempre habrá lecturas inesperadas,

ingresos al libro que el mediador no había previsto. Sin embargo, es importante saber

escuchar ese libro, imaginar cuáles son las lecturas que ese libro favorece, de qué modo

ese libro en particular invita al lector en su tarea de construcción de los significados...

¿Qué está proponiendo ese libro? ¿Cuál es su retórica? En otras palabras, en la

selección de un texto para una práctica de lectura literaria la mirada del mediador puede

detenerse en los aspectos constructivos de la obra. Esto puede implicar un cambio de

enfoque en la lectura y en la enseñanza, en la medida en que ya no se atendería

exclusivamente al tema o el argumento (sin que éstos sean dejados de lado), sino que se

indagaría también en cómo determinados sentidos surgen de la combinación de

procedimientos literarios y artísticos en diálogo con todos los elementos que conforman el

libro (texto, ilustraciones, edición, diagramación....).

Las situaciones sociales de lectura literaria, las conversaciones sobre libros tienen como

necesario umbral a la selección. Es desde allí donde el oído del mediador comienza a

trabajar.22

En el capítulo “La elección del texto” del libro Dime, Aidan Chambers reflexiona sobre el

acto de elegir como antesala de las conversaciones literarias:

“Antes de que podamos conversar sobre un libro necesitamos haberlo leído; antes de que

podamos leerlo, necesitamos elegir un libro que leer. Y porque el libro que elijamos

contendrá las potencialidades de nuestra conversación – temas a tratar, ideas, lenguaje e

imagen, incitadores de la memoria, etcétera – su elección es una actividad de mucho

valor. Aquellos que eligen están ejerciendo un poder”.23

Esta última afirmación acerca del poder implícito en todo acto de selección previo a la

discusión sobre libros es muy interesante para reflexionar sobre cómo alejarse de

posiciones extremas a la hora de elegir por otros y con otros; nos referimos

específicamente al autoritarismo o a la demagogia. Es decir, al control absoluto por parte

22 En relación con la escucha y la selección de textos ver Bajour, Cecilia, “Oir entre líneas” en

http://www.imaginaria.com.ar/?p=2896 23 Chambers, Aidan. Dime. México. FCE, 2007. Pág. 81

Page 26: Marco de referencia y corpus

26

de las instituciones o mediadores adultos acerca de lo que se elige o su contrario también

nocivo: la cesión total a los niños de las decisiones sobre el material de lectura sin

ninguna intervención orientativa por parte del mediador. En ambas hay posturas se

esquiva la responsabilidad de la transmisión de saberes que implica la selección, sobre

todo en contextos de formación de lectores.

Sobre esta cuestión Chambers está a favor de la flexibilidad del mediador (en la

propuesta de este libro habla de conversaciones sobre libros en el contexto escolar donde

el docente es el que media, pero sus ideas se pueden hacer extensivas a otros

mediadores en contextos diversos). Por eso propone:

“Ser tan abierto y honesto como se pueda. Confiar en la capacidad y disposición de los

niños para valorar por qué la maestra piensa como lo hace. Esto provocará discusiones,

en sí muy útiles, sobre las razones, de ellos y de la maestra, para aceptar o rechazar un

libro y sobre cuántas de sus elecciones deben incluirse”.24

Como ejemplo de la riqueza que deviene de una postura flexible, Chambers dice que a

veces la inclusión de un libro elegido por los niños considerado por el docente como una

elección claramente equivocada permite mostrar la buena disposición de este a respetar

los gustos de los lectores infantiles. En algunas de esas ocasiones puede suceder que a

partir de la conversación el docente descubra que el libro es más interesante de lo que

suponía o también que los propios niños adviertan que no todo libro que los entusiasma

es valioso a la hora de discutir sobre él.

En el mismo capítulo Chambers comenta experiencias de prácticas concretas donde

docentes seleccionan libros para otros colegas que recién se inician en la docencia. Lo

hacen a partir de consignas disparadoras que proponen tener en cuenta para elegir

algunos elementos constructivos de los textos (tales como los diversos modos de narrar,

por ejemplo). Lo interesante, plantea el autor, no es tanto las listas de libros que se

obtienen como resultado sino la discusión y reflexión suscitada durante el propio proceso

que, por otra parte, sitúa a la selección como una tarea estrechamente vinculada con la

práctica concreta.

24 Chambers, Aidan. Dime. México. FCE, 2007. Pág. 84

Page 27: Marco de referencia y corpus

27

Bibliografía

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se muerden la cola” en Hacia una literatura sin adjetivos. Comunicarte. Córdoba. 2009

Chambers, Aidan. Dime. México. FCE. Col. Espacios para la lectura. 2007.

Colomer, Teresa. La formación del lector literario. Narrativa infantil y juvenil actual.

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Page 28: Marco de referencia y corpus

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Petit, Michéle. Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. México, Fondo de Cultura

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Wolf, Ema. “Final de juego, el libro llega a manos del lector”. En La mancha. Papeles de

literatura Infantil y juvenil. Número 6. Marzo 1998, Buenos Aires.

Page 29: Marco de referencia y corpus

29

SELECCIÓN REALIZADA POR LOS DIFERENTES COMPONENTES

(en virtud de los criterios)

Juan Senís

INFANTIL PRIMARIA JUVENIL NARRATIVA Historias de

ratones (Arnold Lobel)

Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll)

¿Quién quiere ser millonario? (Vikas Swarup)

Ferdinando el toro (Munro Leaf)

Cuentos por teléfono (Gianni Rodari)

Okupada (Care Santos)

Harry Potter y la piedra filosofal (J.K. Rowling) / El castillo de las tres murallas (Carmen Martín Gaite)

La isla del tesoro (R.L. Stevenson)

POESÍA Rimas de luna (Antonio Ródenas)

Zumo de granada y un tictac. Cuerpoemas II (Juan Cruz Iguerabide)

Mi primer bikini (Elena Medel)

Abezoo (Carlos Reviejo)

La playa larga (Jaime Ferrán) / Chamario (Eduardo Polo)

ÁLBUM/GRÁFICO A qué sabe la luna (Michael Grejniec)

Julia, la chica que tenía sombra de chico (Christian Bruel)

Donde viven los monstruos (Maurice Sendak)

Mamá fue pequeña antes de ser mayor (Valérie Larrondo)

TEATRO ¡Te pillé, Caperucita! (Carles Cano)

Se suspende la función (Fernando Lalana)

Page 30: Marco de referencia y corpus

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Virginia Calvo

GRADO DE MAESTRO DE EDUCACIÓN INFANTIL,

Narrativa: 2

Andersen:

• El traje nuevo del emperador

• La princesa y el guisante

Poesía: 2 • Mª Elena Walhs. (El mundo del revés y otros poemas.)

• Chamario de Eduardo Polo y Arnal Ballester (2004).

Ekaré.

Libro álbum: 2 • Suzy Lee: Sombras

• Ungerer, Tommy: Los tres bandidos

Teatro: 1 • Edelmiro II y el dragón Gutiérrez de Fernando Lalana

(1999). Bruño

GRADO DE MAESTRO DE EDUCACIÓN PRIMARIA

Narrativa: 3 • La reina de las nieves de Andersen.

• Diecisiete cuentos y dos pingüinos de Daniel

Nesquens y E. Urberuaga (2000). Anaya.

• Pippi Langstrump. Lindgren, A. (2010). Barcelona:

Juventud.

Poesía: 2 • Versos vegetales de Antonio Rubio (2001). Anaya.

• Libro de las preguntas de Pablo Neruda e Isidro Ferrer

(2006). Media Vaca.

Libro álbum: 2 • Voces en el parque de A. Browne (1999). FCE.

• El contador de cuentos de Saki. Ilustrado por Alba Marina Rivera (2008).Ekaré.

Teatro: 2 • Edelmiro II y el dragón Gutiérrez de Fernando Lalana

(1999). Bruño.

• Te pillé, Caperucita de Carles Cano (2007). Bruño.

Page 31: Marco de referencia y corpus

31

MÁSTER DE SECUNDARIA

Poesía: 1 • Libro de las preguntas de Pablo Neruda e Isidro Ferrer

(2006). Media Vaca.

Narrativa juvenil: 3 • DOCAMPO, X. (2001). Cuando de noche llaman a la

puerta. Madrid: Anaya.

• POE, A. y CLARKE, H. (2009). Cuentos de

imaginación y misterio. Barcelona: Libros del Zorro

Rojo.

• TWAIN, M. y MELÉNDEZ, F. (2010). Los Diarios de

Adán y Eva. Barcelona: Libros del Zorro Rojo.

Page 32: Marco de referencia y corpus

32

Elena Consejo

INFANTIL POESÍA ÁLBUM NARRATIVA TEATRO -Mª Elena Walsh -Gloria Fuertes -Colección De la

cuna a la luna (Kalandraka) - Fco. García Lorca (Mariposa, El lagarto está llorando, Amanecía en el naranjel,…)

-Werner Holzwarth/Wolf Erlbruch. (El topo que…) -Leo Lionni (Frederick) -Grejniec (¿A qué sabe la luna?) -Jutta Bauer -Eric Battut (La avellana, el secreto)

-Rosemary Wells -J. y A. Ahlberg -G. Rodari -Hermanos Grimm, Andersen, Perrault.

José cañas y Rocío Martínez (La princesa que no sabía estornudar)

PRIMARIA POESÍA ÁLBUM NARATIVA TEATRO -Pablo Neruda -Eduardo Polo (Chamario) -Antonio Rubio (Versos vegetales) -Alberti -Romances

-Oliver Jeffers -Emily Gravett -Anthony Browne -Jon Scieszka

-Allan Ahlberg -D. Nesquens -Cristine Nostlinger -Hermanos Grimm (El señor Korbes y otros cuentos de Grimm) -Lauren Child (Ana Tarambana)

-F. Lalana (Segismundo y compañía, Edelmiro II)

SEDUNDARIA POESÍA ÁLBUM – NOVELA

GRÁFICA NARATIVA TEATRO

Pablo Neruda Miguel Hernández, A Machado

Marjane Satrapi Art Spiegelman (Maus) Shaun Tan Jimmy Liao Einar Turkowsky (Estaba oscuro y sospechosamente tranquilo)

-Roald Dahl -Isabel Allende -E. A. Poe -Carmen Martín Gaite (Caperucita en Manhattan) -Xabier Docampo (Cuando de noche llaman a la puerta)

Fco. García Lorca

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Marta Sanjuán

EDUCACIÓN INFANTIL. Libro álbum

- Maurice Sendak, Donde viven los monstruos. Alfaguara. - Leo Lionni, Frederick. Kalandraka, 2004 / Tomi Ungerer, Los tres bandidos. Kalandraka, 2007.

Narrativa

- Werner Holzwarth, El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza. Il, de Wolf Erlbruch. Alfaguara Infantil.

- David McKee, Elmer. Beascoa, 2009. - Jean de Brunhoff, Historia de Babar el elefantito. Alfaguara Infantil.

Poesía

- Fernando Aramburu, El librillo. Il. de Patricia Garrido. Hiperión (Col. Ajonjolí), 1995. - Eduardo Polo, Chamario. Il. de Arnal Ballester. Ekaré, 2004.

PRIMARIA Libro álbum

- Anthony Brown, El túnel. FCE, 2004. - Sergio Lairla, La carta de la señora González. Il. de Ana Lartitegui. FCE, 2000.

Poesía

- Roald Dahl, Cuentos en verso para niños perversos. Il. de Quentin Blake. Altea, 1987. - Poesía española para niños. Selecc. de Ana Pelegrín. Alfaguara, 2005 (2ª ed.).

Narrativa

- Roald Dahl, Las brujas. Il. de Quentin Blake. Alfaguara, 1990. - Christine Nöstlinger, Konrad, o el niño que salió de una lata de conservas. Alfaguara, 1980. - Elvira Lindo, Manolito Gafotas. Alfaguara, 1994 (¿?) (grandes dudas para elegir)

SECUNDARIA Poesía

- Poesía española para jóvenes. Selecc. de Ana Pelegrín. Alfaguara, 2007 / Mario Benedetti, Poesía para jóvenes. Visor, 1997(Incluye CD).

Narrativa

- Ajubel, Robinson. Media Vaca, 2008. - Michel Tournier, Viernes o la vida salvaje. Noguer, 1981. - William Golding, El señor de las moscas. Alianza, 1975 / Julio Verne, Dos años de vacaciones.

Rialp, 2000 (otras ediciones: Porrúa, Plaza y Janés, Panamericana Editorial…). - Daniel Nesquens, Mi familia.

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Rosa Tabernero

GRADO DE MAESTRO DE EDUCACIÓN INFANTIL.

Narrativa: 2

Andersen: El traje nuevo del emperador El patito feo La aventura formidable del hombrecillo indomable de H. Traxler

Poesía: 2 María Elena Walhs;

Poema para curar a los peces

Greguerías de R. Gómez de la Serna/ David Vela

Libro álbum: 2 Olivia de Ian Falconer;

La oruga glotona de Eric Carle;

El topo que quiso saber quién se había hecho aquello

sobre su cabeza de Wolfang Elbruch

Teatro: 1

GRADO DE MAESTRO DE EDUCACIÓN PRIMARIA

Narrativa: 3 Algunos niños, tres perros y más cosas de Juan Farias

Pippi de Astrid Lindgren

Konrad o el niño que salió de una lata de conservas de

C. Nöstilnger

Nesquens/Arguilé: Hasta casi cien bichos

Poesía: 2 Chamario de Arnal Ballester y E. Polo

Romances de Prensas

Libro álbum: 2 El apestoso hombre queso

El árbol rojo

Voces en el parque

Teatro: 2 Edelmiro

Te pillé, Caperucita

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MÁSTER DE SECUNDARIA

Poesía: 1 Efectos secundarios. Colectivo . Anaya

Narrativa juvenil: 3 La ley de la calle de S. Hinton

Tom Sawyer de Marc Twain.

Los diarios de Adán y Eva de Twain.

Alicia en el país de las maravillas

El fantasma de Canterville de O. Wyle

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Eva Villar

Diferentes versiones de Caperucita Roja: i(narrativa) Perrault, CH. (1980) Caperucita Roja, en

Bettelheim, B. Los cuentos de Perrault, Barcelona, Crítica. (narrativa), Grimm, J. y W. (1992)

Caperucita Roja, en Cuentos de la Infancia y del hogar, Madrid, Anaya. (poesía) Dahl, R. (1995)

Cuentos en verso para niños perversos, Madrid, Altea. (libro-álbum) Marjolaine Leray (2010)

Una Caperucita Roja, Océano Travesía.

- narrativa: Rodríguez Almodóvar, A. (1995) El príncipe encantado, Juan el de la Vaca, La

hormiguita, en Cuentos al amor de la lumbre, Madrid, Anaya.

- poesía: Murciano, C. (1988) La rana mundana, Madrid, Altea

- libro-álbum: Sendak, M. (1995), Donde viven los monstruos, Madrid, Altea.

- Teatro: Lalana, F. (1990), Edelmiro II y el dragón Gutiérrez, Madrid, Bruño

PRIMARIA - Diferentes versiones de Caperucita Roja: (narrativa) Perrault, CH. (1980)

Caperucita Roja, en Bettelheim, B. Los cuentos de Perrault, Barcelona, Crítica. (narrativa), Grimm, J. y W. (1992) Caperucita Roja, en Cuentos de la Infancia y del hogar,

Madrid, Anaya. (teatro) Cano, Carles: ¡Te pillé, Caperucita! (libro-álbum) Marjolaine Leray (2010) Una Caperucita Roja, Océano Travesía. - narrativa

- Christine Nostlinger: Konrad, o el niño que salió de una lata de conservas.

- Roald Dahl: Las Brujas, Alfaguara

- poesía

- Polo, E. y A. Ballester (2005), Chamario, Caracas, Ekaré.

- Lairla, S./20 ilustradores (2007) Adivina, adivinanza, Zaragoza, Pantalia/Rolde,

- libro-álbum Brown, A. (1993), El túnel, México, FCE

- teatro: - Lalana, F. (1990), Edelmiro II y el dragón Gutiérrez, Madrid, Bruño

MASTER NARRATIVA

- Carmen Martín Gaite: Caperucita Roja en Manhattan, Siruela

- Rosa Montero: Bella y Oscura, Seix Barral

- Lindgren, A. (2002), Pippi Calzaslargas, Barcelona, Juventud.

POESÍA

- Neruda, P. y Ferrer, I. (2006), Libro de las preguntas, Valencia, Media Vaca.

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Elvira Luengo

INFANTIL Narrativa:

1. Cuentos populares: RODRÍGUEZ ALMODÓVAR, A. (1995) El príncipe encantado, Juan el de la vaca, La hormiguita en Cuentos al amor de la lumbre, Madrid, Anaya.

2. Charles Perrault: Caperucita roja.

Hermanos Grimm: Caperucita roja, Ondina, la Ondina en el estanque. Hans Christian Andersen: La Sirenita, Los zapatos rojos. Poesía

3. La rana mundana

Álbum: 4. SENDAK, M. (1995) Donde viven los monstruos, Madrid, Altea.

5. Raquel Estecha Pastor y Ángel Domínguez (2005) Isla Mágica, Bilbao, afortiori.

6. Adela Turín y Nella Bosnia. (2012) Arturo y Clementina Ed. Kalandraka (1ª ed.: 1976)

Teatro 1. LALANA, F. (1990) Edelmiro II y el dragón Gutiérrez, Madrid, Bruño.

PRIMARIA Narrativa:

1. Cuentos populares: El príncipe encantado. Juan el de la vaca. La hormiguita. 2. Charles Perrault: Caperucita roja.

Hermanos Grimm: Caperucita roja, Ondina, la Ondina en el estanque. Hans Christian Andersen: La Sirenita, Los zapatos rojos.

3. LUENGO, E. (2007) Cuentos de agua. Benjamín Jarnés. Introducción, edición y glosario.

Ilustraciones de Ana G. Lartitegui, Zaragoza, Prensas Universitarias.

4. MACHADO, Ana María (1997) Bisa Bea Bisa Bel, Fondo de Cultura, México.

5. MARTÍN, A. Y RIBERA, J. (1987) No pidas sardina fuera de temporada, Madrid, Alfaguara.

6. MOURE, G. (2003) El síndrome de Mozart, Madrid, S.M.

7. NERUDA, P. Y FERRER, I. (2006) Libro de las preguntas, Valencia, Media Vaca.

8. NÖSTLINGER, CH. (1980) Konrad o el niño que salió de una lata de conservas, Madrid, Alfaguara.

Poesía AA. VV. (2005) Efectos secundarios, Madrid, Anaya. Álbum

1. RIVAS, M. y CARRASCO, A.(2010) Milu, Vigo, Kalandraka.

2. VALERO, T. y GUARNIDO, J. (2008) Brujeando, Barcelona, Norma.

Teatro CANO, C. (1994) ¡Te pillé, Caperucita!, Madrid, Bruño. VALLE-INCLÁN, R. (1961) Farsa infantil de la cabeza del dragón en Tablado de marionetas para educación de príncipes, Madrid, Espasa-Calpe.

Page 38: Marco de referencia y corpus

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SECUNDARIA Narrativa

1. LUENGO, E. (2007) Cuentos de agua. Benjamín Jarnés. Introducción, edición y glosario.

Ilustraciones de Ana G. Lartitegui, Zaragoza, Prensas Universitarias.

2. MARTÍN, A. Y RIBERA, J. (1987) No pidas sardina fuera de temporada, Madrid, Alfaguara.

3. MARTÍN GAITE, C. (2005) Caperucita en Manhattan. Barcelona, Siruela.

4. MOURE, G. (2003) El síndrome de Mozart, Madrid, S.M.

5. NÖSTLINGER, CH. (1980) Konrad o el niño que salió de una lata de conservas, Madrid, Alfaguara.

Poesía 1. NERUDA, P. Y FERRER, I. (2006) Libro de las preguntas, Valencia, Media Vaca.

Álbum SCHUITEN, Luc y François (1990) Zara y NogegoN. Las Tierras Huecas, Barcelona, Norma ALTARRIBA. A. y KIM (2009) El arte de volar. Alicante, edicions de ponent.

Page 39: Marco de referencia y corpus

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José Domingo Dueñas

GRADO DE MAESTRO DE EDUCACIÓN INFANTIL

Narrativa: 2

Andersen:

• El patito feo

Charles Perrault y Hnos. Grimm (dos versiones) • Caperucita

Poesía: 2 • Mª Elena Walhs. (El mundo del revés y otros poemas.)

• Herrín Hidalgo (selecc.), Noemí Villamuza. Libro de nanas

Libro álbum: 2 • Leo Lionni: Frederick

• S. Lairla, A. G. Lartitegui: La carta de la señora González

Teatro: 1 • Edelmiro II y el dragón Gutiérrez de Fernando Lalana

(1999). Bruño

GRADO DE MAESTRO DE EDUCACIÓN PRIMARIA

Narrativa: 3 • La cerillera, de Andersen.

• Siete días, siete cuentos, de Daniel Nesquens y varios

ilustradores. (2008). ItsImagical.

• Pippi Langstrump. Lindgren, A. (2010). Barcelona:

Juventud.

Poesía: 2 • El tamaño de los sueños, de Karmelo Iribarren (2006).

Anaya.

• Cuentos en verso para niños perversos, de Roald

Dahl. (2003). Santillana.

Libro álbum: 2 • Voces en el parque de A. Browne (1999). FCE.

• El contador de cuentos de Saki. Ilustrado por Alba Marina Rivera (2008).Ekaré.

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Teatro: 2 • Edelmiro II y el dragón Gutiérrez de Fernando Lalana

(1999). Bruño.

• Te pillé, Caperucita de Carles Cano (2007). Bruño.

MÁSTER DE SECUNDARIA

Poesía: 1 • Libro de las preguntas de Pablo Neruda e Isidro Ferrer

(2006). Media Vaca.

Narrativa juvenil: 3 • DOCAMPO, X. (2001). Cuando de noche llaman a la

puerta. Madrid: Anaya.

• POE, A. y CLARKE, H. (2009). Cuentos de

imaginación y misterio. Barcelona: Libros del Zorro

Rojo.

• TWAIN, M. y MELÉNDEZ, F. (2010). Los Diarios de

Adán y Eva. Barcelona: Libros del Zorro Rojo.

i Entiendo como una única obra narrativa las dos versiones de Perrault y los hermanos Grimm