Marcuse Defini c ión Cultura

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  • 7/29/2019 Marcuse Defini c in Cultura

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    ---------------------------------------------------------------------------------Notas para una nueva definicin de la culturaPor HERBERT MARCUSE (*)Traduccin Juan Ramn Capella

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    Mi punto de partida es la definicin de cultura dada por Webster, esto es, la culturacomo el complejo de creencias, realizaciones, tradiciones, etc., distintivas, queconstituyen el "teln de fondo" de una sociedad. Generalmente han sido excluidas deluso tradicional del trmino "realizaciones" como la destruccin y el crimen y"tradiciones" como la crueldad y el fanatismo; yo seguir este uso, aunque puedemostrarse necesario reintroducir: estas cualidades en la definicin. Mi discusin secentrar en la relacin entre el "teln de fondo" (cultura) y el "fondo"(1): la culturaaparece as como el complejo de objetivos (valores) morales, intelectuales y estticosque una sociedad considera que constituye el designio de la organizacin, la divisin yla direcci6n de su trabajo, "el bien" que se supone realiza el modo de vida que haestablecido. Por ejemplo, el aumento de la libertad pblica y aproximacin a objetivosculturales tiene lugar mediante la prctica de la crueldad y la violencia. Esto puedeexplicar la paradoja de que una parte tan amplia de la cultura superior de Occidente, desu arte y de su literatura, haya consistido en protesta, en crtica y en condena de la

    cultura; y no slo de su miserable traduccin en la realidad, sino de su propio contenidoy de sus mismos principios.

    De acuerdo con los anteriores supuestos, el reexamen de una cultura dada implica larelacin de los valores a los hechos, no como un problema lgico o epistemolgico, sinocomo un problema de estructura social: cmo estn relacionados los medios de lasociedad a los fines que ella misma profesa? Se supone que los fines son los definidos

    por la "cultura superior" (aceptada socialmente); as, se trata de valores que han deincorporarse, ms o menos adecuadamente, en las instituciones y relaciones sociales. Lacuestin, por consiguiente, puede formularse ms concretamente: cmo estnrelacionadas la literatura, las artes, la filosofa, la ciencia o la religin de una sociedad a

    su comportamiento real? La amplitud de este problema excluye aqu toda discusin queno sea en trminos de ciertas hiptesis relativas a las tendencias actuales.

    Est generalmente admitido que los valores culturales (humanizacin) y lasinstituciones y las polticas existentes de una sociedad, raramente, por no decir nunca, sehallan en armona. Esta opinin ha encontrado expresin en la distincin entre cultura ycivilizacin, segn la cual "cultura" se refiere a cierta dimensin superior de. autonomay realizacin humana, mientras que "civilizacin" designa el reino de la necesidad, deltrabajo y del comportamiento socialmente necesarios, en el que el hombre no se hallarealmente en s mismo y en su propio elemento, sino que est sometido a laheteronoma, a las condiciones y necesidades externas. El reino de la necesidad puede

    ser (y ha sido) reducido y mitigado. De hecho, el concepto de progreso nicamente es

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    aplicable a este reino (progreso tcnico), a los adelantos en la civilizaci6n, pero estosadelantos no han eliminado la tensin entre cultura y civilizacin. Incluso pueden haberagravado la dicotoma hasta un grado en que las inmensas posibilidades abiertas por el

    progreso tcnico aparecen en acentuado contraste con su limitada y deformadarealizacin. Al mismo tiempo, sin embargo, el conflicto entre la capacidad material e

    intelectual de la sociedad industrial avanzada, por una parte, y su utilizacin represiva,por otra, est siendo eliminado a su vez por el condicionamiento previo sistemtico delas necesidades individuales y por la administracin de satisfaccin sistemtica. Laincorporacin de la cultura superior al trabajo diario y al tiempo libre, el consumoorganizado de belleza, goce y dolor, se han convertido en parte integrante de laadministracin social del individuo, en puntos necesarios para la reproduccin de la"sociedad opulenta". La tensin entre cultura y sociedad, entre produccin material eintelectual; ha sido eliminada. tan eficazmente que se plantea la cuestin de si, dadas lastendencias predominantes en la sociedad industrial avanzada, puede mantenerse todavala distincin entre cultura y civilizacin. Ms precisamente, no ha sido resuelta latensin entre medios y fines, entre valores culturales y hechos sociales, por la absorcin

    de los fines por os medios? No se ha producido una coordinacin "prematura",represiva e incluso violenta de la cultura con la civilizacin, por virtud de la cual estaltima se ha liberado de algunos frenos efectivos a sus tendencias destructivas? Con estaintegracin de la cultura en la sociedad, la ltima tiende a convertirse en totalitariaincluso donde conserva las formas y las instituciones democrticas.Algunas de las implicaciones de la distincin entre cultura y civilizacin pueden serexpresadas en una tabla como sigue:

    Civilizacin-trabajo manual-da laborable-trabajo tiempo libre-reino de la necesidad-naturaleza-pensamiento operativo

    Cultura-trabajo intelectual-da festivo-reino de la libertad-espritu (Geist)

    - pensamiento no operativoEn la tradicin acadmica, estas divisiones tuvieron en otro tiempo su paralelismo en ladistincin entre ciencias naturales, por una parte, y todas las dems -ciencias sociales,humanidades, etc.-, por otra. Esta distincin entre las ciencias ha quedado hoycompletamente anticuada: la ciencia natural, las ciencias sociales e incluso lashumanidades se estn asimilando entre s por sus mtodos y por sus conceptos, comoejemplifican la difusin del empirismo positivista, la lucha contra todo lo que puedacalificarse de "metafsica" , el estudio directo de la teora "pura" y la disposicin detodas las disciplinas a organizarse en beneficio del inters nacional o corporativo. Estecambio dentro del sistema educativo est de acuerdo con los cambios fundamentales de

    la sociedad contempornea, que afectan a toda la dicotoma anteriormente reseada enla tabla: la civilizacin tecnolgica tiende a eliminar los objetos trascendentes de la

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    cultura (trascendentes respecto de los objetivos socialmente establecidos) y, porconsiguiente, a eliminar o reducir aquellos factores o elementos de cultura antagnicoso extraos a las formas dadas de civilizacin. No es necesario repetir aqu la conocidaafirmacin de que la fcil asimilacin del trabajo y la distensin, de la frustracin y la

    broma, del arte y la decoracin de la casa, de la psicologa y la direccin de empresas

    altera la funcin tradicional de estos elementos de cultura: se convierten en afirmativos,es decir, sirven para fortificar el dominio del Sistema establecido sobre el espritu -elSistema establecido ha hecho asequibles al pueblo los bienes de cultura- y contribuyen areforzar el dominio de lo que es sobre lo que puede ser y sobre lo que debe ser -lo quedebe ser si hay verdad en los valores culturales-. Esta afirmacin no es una condena: unamplio acceso a la cultura tradicional, y especialmente a sus autnticas creaciones, esmejor que la retencin de los privilegios culturales por un crculo limitado definido porla riqueza y el nacimiento. Pero para preservar el contenido cognoscitivo de estascreaciones son necesarias unas facultades intelectuales y una consciencia intelectual queno son precisamente intrnsecos a los modos de pensar y de comportarse requeridos porla civilizacin predominante en los pases industriales avanzados.

    En su forma y direccin predominantes, el progreso de esta civilizacin exige modos depensamiento operativos y conductistas, as como su defensa y su mejoramiento, pero nosu negacin. Sin embargo, el contenido (y principalmente el contenido oculto) de lacultura superior era en gran medida precisamente esta negacin: la condena de ladestruccin institucionalizada de las potencialidades humanas, vinculada a unaesperanza que la civilizacin establecida condenaba como "utpica". No hay duda deque la cultura superior ha tenido siempre un carcter positivo en la medida en que seseparaba de la explotacin y la miseria de aquellos por cuyo trabajo se reproduca lasociedad a que perteneca esa cultura, y en ese grado se converta en la ideologa de lasociedad. Pero como ideologa, estaba tambin disociada de la sociedad, y en estadisociacin era libre de comunicar la contradiccin, la condena y la negacin. Ahora lacomunicacin se ha multiplicado tcnicamente, se ha facilitado enormemente y obtieneuna gran compensacin, pero el contenido ha cambiado porque el espacio intelectual eincluso fsico en que puede desarrollarse una disociacin efectiva est cerrado.En lo que respecta a la eliminacin del antiguo contenido antagnico de la cultura,tratar de mostrar que lo implicado aqu no es el destino de un cierto ideal romnticoque sucumbe ante el progreso tecnolgico, ni la progresiva democratizacin de lacultura, ni tampoco la igualacin de las clases sociales, sino ms bien la clausura de unespacio vital necesario para que se desarrollen en l la autonoma y la oposicin; ladestruccin de un refugio o de una barrera frente al totalitarismo. Slo puedo sealar

    aqu algunos aspectos del problema, partiendo una vez ms de la situacin en el terrenoacadmico.

    La divisin en ciencias naturales, ciencias sociales o del comportamiento yhumanidades aparece como una divisin muy extraa, puesto que la distribucin de lamateria, al menos entre las dos ltimas, es ms que dudoso. El aprieto acadmico reflejala situacin general. Existe un visible divorcio entre las ciencias sociales y lashumanidades, o al menos lo que se supone que son estas ltimas: experiencia de ladimensin de humanitas todava no traducida en realidad, o modos de pensamiento,imaginacin y expresin esencialmente no operativos y trascendentes; que trasciendenel universo de conducta establecido no pasando a un reino de espritus e ilusiones, sino

    hacia posibilidades histricas. En nuestra situacin actual, puede exigir el anlisis de lasociedad que se haga abstracci6n de la humanitas, del comportamiento social o incluso

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    individual? Nuestra situacin cultural, nuestro universo de comportamiento social,pueden repudiar e invalidar las humanidades y convertirlas realmente as en ciencias deno-comportamiento y por tanto "no cientficas", preocupadas principalmente por valores

    personales, emotivos, metafsicos o poticos, a menos que se traduzcan en trminosconductistas? Si as fuera, sin embargo, las humanidades dejaran de ser lo que son.

    Rendiran sus verdades esencialmente no operativas a las reglas que gobiernan lasociedad establecida, pues los patrones de las ciencias del comportamiento son los de lasociedad a cuyo comportamiento estn vinculadas. Sin embargo, la desarraigadadimensin no-operativa era el ncleo de la cultura tradicional, el "teln de fondo" de lasociedad moderna hasta el final del perodo del liberalismo; de manera general, el

    perodo transcurrido entre las dos guerras mundiales seala la etapa final de esta fase.En virtud de su distanciamiento del universo del trabajo socialmente necesario, de lasnecesidades y el comportamiento socialmente tiles, ya causa de su separacin de lalucha diaria por la existencia, la cultura poda crear y preservar el espacio intelectual enel que podan desarrollarse la transgresin crtica, la oposicin y la negacin; se tratabade una esfera privada y de autonoma en la que el espritu poda encontrar un punto de

    apoyo exterior al Sistema, desde el cual considerar ste en una perspectiva diferente,comprenderlo con conceptos diferentes y descubrir posibilidades e imgenes prohibidas.Este punto de apoyo parece haber desaparecido.

    Para evitar cualquier interpretacin equvoca romntica, permtaseme repetir que lacultura ha sido siempre privilegio de una pequea minora, una cuestin de riqueza,tiempo y fortuna. Para la plebe infraprivilegiada, los "valores superiores" de la culturahan sido siempre meras palabras o exhortaciones vacas, ilusiones y engaos; en elmejor de los casos se trataba de ilusiones y aspiraciones que quedaban insatisfechas.Con todo, la posicin privilegiada de la cultura, el abismo entre la civilizacin materialy la cultura intelectual, entre necesidad y libertad, era tambin el abismo que protegacomo una "reserva" el reino de la cultura no cientfica. All la literatura y las artes

    podan alcanzar y comunicar verdades que en la sociedad establecida eran negadas yreprimidas, o bien convertidas en conceptos y mdulos socialmente tiles.Anlogamente, la filosofa -y la religin- podan formular y comunicar imperativosmorales de validez humana universal, a menudo en contradiccin radical con lamoralidad socialmente til. En este sentido, me atrevo a decir que la cultura nocientfica estaba menos sublimada que la forma en la cual se traduca en los valoressociales y en la conducta real, y ciertamente menos sublimada que las nada inhibidasnovelas de nuestros das; y estaba menos sublimada porque el estilo inhibido ymediatizado de la cultura superior evocaba, como lo "negativo", las inflexibles

    necesidades y esperanzas del hombre, que la literatura de hoy presenta en su realizacinpredominante socialmente, impregnadas de la represin predominante.

    La cultura superior existe todava. Es ms asequible que nunca; se lee, se contempla yse escucha ms ampliamente que nunca; sin embargo, la sociedad ha estado clausurandoel espacio espiritual y fsico en el que es posible comprender esta cultura en su sustanciacognoscitiva, en su exacta verdad. Lo operativo, tanto en el pensamiento como en elcomportamiento, relega estas verdades al terreno personal, subjetivo, emocional; as

    pueden encajar fcilmente en el Sistema. La trascendencia cualitativa y crtica de lacultura est siendo eliminada y lo negativo integrado en lo positivo. Los elementos deoposicin de la cultura se ven disminuidos as: la civilizacin toma, organiza, compra y

    vende cultura; ideas sustancialmente no operativas y no conductistas se traducen atrminos operativos y conductistas, y esta traduccin no es simplemente un l3roceso

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    metodolgico, sino un proceso social e incluso poltico. Tras las observacionesprecedentes, podemos expresar ahora la principal consecuencia de este proceso en unafrmula: la integracin de los valores culturales en la sociedad establecida invalida laalienacin de la cultura de la civilizacin, allanando, consiguientemente, la tensin entreel "deber ser" y el "ser" (que es una tensin histrica, real), entre lo posible y lo actual,

    entre el futuro y el presente, entre la libertad y la necesidad. La consecuencia es que loscontenidos autnomos y crticos de la cultura se convierten en contenidos educativos,sublimantes y relajantes: en un vehculo de adaptacin.

    Cualquier autntica creacin literaria, artstica, musical o filosfica habla en unmetalenguaje que comunica hechos y condiciones distintos de los accesibles en unlenguaje conductista; tal es su sustancia irreductible e intraducible. Parece que susustancia intraducible se disuelve ahora en un proceso de traduccin que afecta nosolamente a lo sobrehumano ya lo sobrenatural (religin), sino tambin al contenidohumano y natural de la cultura (la literatura, las artes, la filosofa): los conflictos

    radicales e irreductibles de amor y odio, esperanza y temor, libertad y necesidad, sujetoy objeto, bien y mal, se hacen ms manejables, comprensibles, normales... en una

    palabra: conductistas. No solamente los dioses, los hroes, los reyes y los caballeros,cuyo universo era el de la tragedia, el romance, la balada y la fiesta, han desaparecido,sino que tambin han desaparecido muchos de los enigmas que no pudieron resolver,muchas de las luchas que llevaron adelante y muchas de las fuerzas y los temores conque tuvieron que enfrentarse. Una dimensin cada vez mayor de fuerzas noconquistadas (e inconquistables) est siendo conquistada por la racionalidad tcnica y

    por la ciencia fsica y social. y muchos problemas arquetpicos se han vueltosusceptibles de ser diagnosticados y tratados por el psiclogo, el trabajador social, elcientfico y el poltico. El hecho de que se diagnostiquen y se traten mall, de que su con-tenido todava vlido sea deformado, reducido o reprimido no debe ocultar las

    potencialidades radicalmente progresivas de este proceso. Pueden resumirse en laproposicin de que la humanidad ha alcanzado la etapa histrica en que es tcnicamentecapaz de crear un mundo de paz, un mundo sin explotacin, sin miseria y sin laservidumbre del trabajo. Eso sera una civilizacin convertida en cultura.

    La corrosin tecnolgica de la sustancia trascendente de la cultura superior invalida elmedio en que halla expresin y comunicacin apropiadas, provocando el colapso de lasformas literarias y artsticas tradicionales, la redefinicin operativa de la filosofa, latransformacin de la religin en un crculo de la posicin social. La cultura se define de

    nuevo por el estado de cosas existente: las palabras, tonos, formas y colores de las obrasperennes siguen siendo los mismos, pero lo que expresaban est perdiendo su verdad, suvalidez; las obras que anteriormente aparecan sorprendentemente apartadas de ycontrarias a la realidad establecida han sido neutralizadas como clsicas; de este modoya no mantienen su alienacin de la sociedad alienada. En la filosofa, la psicologa y lasociologa, predomina un pseudoempirismo que refiere sus conceptos y mtodos a laexperiencia restringida y reprimida de la gente en el mundo regulado, y que quita valora los conceptos no conductistas al descalificarlos como confusiones metafsicas. As, lavalidez histrica de ideas como las de Libertad, Igualdad, Justicia e Individuo resida

    precisamente en su contenido insatisfecho, en que no podan ser referidas a la realidadestablecida, la cual no poda darles validez ni se la dio porque eran negadas por el

    funcionamiento de las mismas instituciones a las que se atribua su realizacin. Eranideas normativas; eran no operativas no en virtud de su carcter metafsico y acientfico,

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    sino en virtud de la servidumbre, la desigualdad, la injusticia y la dominacininstitucionalizadas en la sociedad. Los modos de pensamiento y de investigacin

    predominantes en la cultura industrial avanzada tienden a identificar los conceptosnormativos con su realizacin social predominante, o, ms bien, toman como norma elmodo en que la sociedad traduce estos conceptos en la realidad, tratando a lo sumo de

    mejorar la traduccin; el residuo no traducido se considera especulacin anticuada.

    No hay duda de que el contraste entre el original y la traduccin es obvio y forma partede la experiencia diaria; por otra parte, el conflicto entre lo potencial y lo actual semodela con el progreso tcnico, con la creciente capacidad de la sociedad para vencer laescasez, el temor y la servidumbre del trabajo. Sin embargo, son tambin este progresoy esta capacidad los que bloquean la comprensin de las causas del conflicto y las

    posibilidades de solucin; las posibilidades de una pacificacin de la lucha por laexistencia, individual y social, dentro de la nacin ya escala internacional. En las zonasms altamente desarrolladas de la civilizacin industrial, que proporcionan el modelocultural del perodo contemporneo, la enorme productividad del sistema establecido

    aumenta y satisface las necesidades de la plebe mediante una administracin total queprocura que las necesidades del individuo sean las que perpetan y fortalece el sistema.El elemento racional necesario para el cambio cualitativo se evapora as, y con l seevapora el elemento racional para la alienacin de la cultura respecto de la civilizacin.

    Si la cambiante relacin entre cultura y civilizacin es obra de la nueva sociedadtecnolgica y si es sostenida constantemente por sta, entonces una "redefinicin"teortica, independientemente de lo justificada que est, puede seguir siendo acadmicaen la medida en que vaya contra la tendencia predominante. Pero tambin aqu el mismoalejamiento y la misma "pureza" del esfuerzo teortico, su, aparente debilidad frente alas realidades, puede convertirse en una posicin de fuerza si no sacrifica su abstraccinacomodndose a un positivismo y un empirismo falaces, y falaces en la medida en queestos modos de pensamiento estn orientados hacia una experiencia que, en realidad, essolamente un sector mutilado de la experiencia, aislado de los factores y de las fuerzasque determinan la experiencia. La absorcin administrativa de la cultura por lacivilizacin es el resultado de la orientacin establecida del progreso cientfico ytcnico, de la creciente conquista del hombre y de la naturaleza por los poderes queorganizan esta conquista y que utilizan el creciente nivel de vida para perpetuar suorganizacin de la lucha por la existencia.

    Hoy esta organizacin acta a travs de la movilizacin permanente del pueblo para la

    eventualidad de la guerra nuclear, ya travs de la movilizacin continuada de la agresinsocia]mente necesaria, de la hostilidad, la frustracin y el resentimiento engendrado porla lucha por la existencia a los receptores de sta en objetos de la administracin. Lasnecesidades de la sociedad establecida Son interiorizadas y se convierten en necesidadesindividuales; el comportamiento exigido y las aspiraciones deseables se convierten enalgo espontneo. En los estadios de desarrollo superiores, esta coordinacin total

    procede sin terror y sin la abrogacin del proceso democrtico.Por el contrario, hay al mismo tiempo una creciente independencia de los dirigenteselegidos respecto del electorado, el cual est constituido por una opinin pblicamodelada por los intereses econmicos y polticos predominantes. Su dominio apareceComo el dominio de la racionalidad productiva y tecnolgica. Y este dominio, como tal,

    es aceptado y defendido y el pueblo lo hace suyo. La consecuencia es un estado deinterdependencia general que oculta la jerarqua real. Tras el velo de la racionalidad

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    tecnolgica, se acepta la heteronoma universal como si se tratara de unas libertades yunos bienes ofrecidos por la "sociedad opulenta ".En estas condiciones, la creacin (o recreacin) de un refugio de independenciaespiritual (la independencia prctica, poltica, queda efectivamente bloqueada por el

    poder concentrado y la coordinacin en la sociedad industrial avanzada) ha de asumir la

    forma de una retirada, de un aislamiento voluntario, de un "elitismo" intelectual. Y, enrealidad, una redefinicin de la cultura tendra que ir en contra de las tendencias mspoderosas. Significara la liberacin del pensamiento, la investigacin, la enseanza y elaprendizaje del universo establecido de adaptacin y de comportamiento y laelaboracin de mtodos y conceptos capaces de superar racionalmente los lmites de loshechos y "valores" establecidos. En trminos de las disciplinas acadmicas, estosignificara hacer pasar el nfasis principal a la teora "pura", es decir , a la sociologateortica, a la ciencia poltica, a la psicologa, a la filosofa especulativa, etc. Lasconsecuencias sobre la organizacin de la educacin seran ms importantes: el cambioconducira a la creacin de universidades de "lite", separadas de los colleges, queconservaran y reforzaran su carcter de escuelas vocacionales en el ms amplio

    sentido. Una completa independencia financiera sera el requisito indispensable de loanterior: hoy ms que nunca importa la fuente del apoyo material. Ningn patrocinador

    privado individual sera capaz de financiar la educacin que puede preparar el fondoespiritual para una jerarqua cualitativamente diferente de valores y de poder. Unaeducacin as podra ser imaginada como preocupacin de un gobierno deseoso y capazde contrarrestar la tendencia poltica y popular predominante, y esta condicin seformula nicamente para revelar su carcter utpico.

    La idea misma de unas universidades de lite intelectual se denuncia hoy como unatendencia antidemocrtica, incluso aunque el acento se cargue sobre "intelectual" y eltrmino "lite" designe una seleccin realizada en la escuela y en la poblacin de loscolleges en general; una seleccin realizada nicamente por el mrito, es decir, segn lainclinacin y la capacidad para el pensamiento teortico. En realidad la idea esantidemocrtica si la democracia de masas establecida y su educacin se toman como larealizacin de una democracia que corresponde exactamente a las formas histricamente

    posibles de libertad e igualdad. No creo que ste sea el caso. La tendencia positivista yconductista predominante sirve con demasiada frecuencia para cercenar las races de laautodeterminacin de la mente del hombre; de una autodeterminacin que hoy (al igualque en el pasado) exige una disociacin crtica del universo dado de experiencia. Sinesta crtica de la experiencia, el estudiante queda privado de los mtodos e instrumentosque le permitiran comprender y valorar su sociedad y su cultura en su conjunto, en el

    continuum histrico en el que esta sociedad cumple, deforma o niega sus propiasposibilidades y promesas. A diferencia de esto, el estudiante es educado paracomprender y valorar las condiciones y posibilidades establecidas solamente en lostrminos de las condiciones y posibilidades establecidas: su pensamiento, sus ideas ysus objetivos se hallan programtica y cientficamente restringidos, no por la lgica, porla experiencia y por los hechos, sino por una lgica purgada, por una experienciamutilada y por unos hechos incompletos.

    La protesta contra este conductismo sofocante encuentra un aliviadero irracional en lasnumerosas filosofas existencialistas, metapsicolgicas y neoteolgicas que se oponenala tendencia positivista. La oposicin es defectuosa, e incluso ilusoria. Tambin

    contribuye a la decadencia de la razn crtica en la medida en que se abstrae del materialreal de la experiencia sin volver jams a ella despus de que la abstraccin ha alcanzado

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    el nivel conceptual. La experiencia existencial ala que se refiere es tambin unaexperiencia restringida y mutilada, pero, en contraste con el positivismo, la experienciaes deformada no solamente por el nexo del universo de experiencia social establecido,sino tambin por la insistencia en el hecho de que la decisin u opcin existencia puedeabrirse camino en este universo y alcanzar la dimensin de la libertad individual. Sin

    duda, ningn esfuerzo intelectual y ningn modo de pensamiento pueden conseguirlo,pero, en cambio, pueden facilitar u obstaculizar el desarrollo de esa consciencia que esuna condicin previa para la realizacin de la tarea.

    Los conceptos de la razn crtica son a la vez filosficos, sociolgicos e histricos. Enesta interrelacin, y vinculados al dominio creciente de la naturaleza y de la sociedad,son catalizadores intelectuales de la cultura: abren el espacio espiritual y las facultadesal surgimiento de nuevos proyectos histricos, de nuevas posibilidades de existencia.Esta dimensin teortica del pensamiento se ve hoy acentuadamente reducida. Aqu secarga el acento sobre su extensin, y la restauracin puede parecer menos irrelevante sirecordamos que nuestra cultura (y no solamente nuestra cultura intelectual) fue

    proyectada y definida previamente -incluso en sus aspectos ms prcticos- por laciencia, la filosofa y la literatura antes de que se convirtiera en una realidad plenamentedesarrollada y organizada: la nueva astronoma y la nueva fsica, la nueva teora polticaanticiparon (afirmativa y negativamente) la experiencia histrica subsiguiente. Laliberacin del pensamiento teortico de sus compromisos con una prctica represiva erauna condicin previa del progreso.

    ***

    La reorganizacin de la cultura que he sugerido ms arriba violara tambin el tab de laposicin de la ciencia hoy. (Empleo intencionadamente el horrible trmino"organizacin" en este contexto porque la cultura se ha convertido en un objeto deorganizacin; "abstraer" la cultura de su administracin predominante significa en

    primer lugar reorganizarla y desorganizarla.) El papel de la ciencia en una culturaestablecida ha de ser valorado no solamente con relacin a las verdades cientficas(nadie que est en su sano juicio negar o minimizar su "valor"), sino tambin conrelacin a su impacto perceptible sobre la condicin humana. La ciencia es responsablede este impacto, y ste no constituye la responsabilidad personal y moral del cientfico,sino que corresponde a la funcin del mtodo y de los conceptos cientficos mismos. Nohay que sobreimponer a la ciencia ninguna teleologa, ningunos fines extraos a ella:

    posee sus propios fines histricos inherentes a ella, de los cuales no puede separarla

    represin alguna ni cientificismo alguno.La ciencia, como actividad intelectual, es, previamente a toda aplicacin prctica, uninstrumento en la lucha por la existencia, en la lucha del hombre con la naturaleza y conel hombre; sus hiptesis directivas, sus proyecciones y sus abstracciones surgen en estalucha y anticipan, preservan o modifican las condiciones en que se desarrolla. Decir quela misma razn cientfica consiste en mejorar estas condiciones puede ser un juicio devalor, pero es tan juicio de valor como el que hace un valor de la ciencia misma, comoel que hace un valor de la verdad. Nosotros hemos aceptado este valor, y la"civilizacin" ha sido su gradual y penosa realizacin; ha sido un factor determinante enla relacin entre la ciencia y la sociedad, e incluso las ms puras conquistas teorticashan entrado en esta relacin, independientemente de la propia consciencia y de las

    intenciones del cientfico. La misma eliminacin de "fines" de la ciencia ha estrechadola relacin entre la ciencia y la sociedad y ha incrementado inmensamente las

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    posibilidades instrumentales de la ciencia en la lucha por la existencia. La proyeccingalileana de la Naturaleza sin Telos objetivo, el cambio del preguntar cientfico del porqu al cmo, la conversin de la cualidad en cantidad y la expulsin de la ciencia de "lasubjetividad no cuantificable, este mtodo cientfico ha sido el 'requisito previo de todoel progreso tcnico y material conseguido desde la Edad Media. Ha presidido los

    conceptos racionales de hombre y de naturaleza, y ha servido para crear las condicionesprevias para una sociedad racional, las condiciones previas de la humanidad. y lo hahecho mientras aumentaban al mismo tiempo los medios materiales de destruccin ydominacin, es decir, los medios para impedir la realizacin de la humanidad. Laconstruccin ha estado vinculada con la destruccin desde el comienzo; la

    productividad con su utilizacin represiva; la pacificacin con la agresin. Estaresponsabilidad doble de la ciencia no es algo contingente: la ciencia cuantificada y lanaturaleza como cantidad matematizada, como universo matemtico, son "neutros",algo susceptible de cualquier utilizacin y transformacin, limitado solamente por loslmites del saber cientfico y por la resistencia de la materia bruta. En esta neutralidad,la ciencia se vuelve adaptable y queda sujeta a los objetivos predominantes en la

    sociedad en que se desarrolla. Se trata todava de una sociedad en la que la conquista dela naturaleza tiene lugar por medio de la conquista del hombre, la explotacin de losrecursos naturales e intelectuales por medio de la explotacin del hombre, y la lucha conla naturaleza por medio de la lucha por la existencia en formas agresivas y represivas anivel tanto personal como nacional e internacional. Pero la ciencia misma ha alcanzadoun nivel de comprensin y de productividad que la coloca en contradiccin con esteestado de cosas: la racionalidad cientfica "pura" implica la posibilidad real de eliminarla escasez, la servidumbre del trabajo y la injusticia en todo el mundo; implica la

    posibilidad de pacificar la lucha por la existencia. No se trata de deshacer o mutilar laciencia, sino de liberarla de los amos que la ciencia misma ha contribuido a crear. y estaliberacin no sera un acontecimiento exterior que dejara a la empresa cientfica con suestructura intacta: muy bien puede afectar al propio mtodo, a la experiencia cientficaya la proyeccin de la naturaleza. En una sociedad racional y humana, la ciencia tendrauna funcin nueva, y esta funcin muy bien podra necesitar una reconstruccin delmtodo cientfico: no un retorno a la ciencia-filosofa anterior a Galileo, sino ms bien ala cuantificacin cientfica de nuevos objetivos, derivados de una nueva experiencia delhombre y de la naturaleza: los objetivos de la pacificacin.

    Hoy es preciso responder a la cuestin de si la ciencia, en la "sociedad opulenta", no hadejado de ser un vehculo de liberacin, de si no perpeta e intensifica la lucha por laexistencia (a travs de la investigacin para la destruccin y de atrofia planificada) en

    vez de mitigarla. La distincin tradicional entre ciencia y tecnologa se vuelve dudosa.Cuando las conquistas ms abstractas de la matemtica y de la fsica terica satisfacentan adecuadamente las necesidades de la IBM y de la Comisin de Energa Atmica,llega la hora de preguntarse si semejante aplicabilidad no es inherente a los conceptosde la ciencia misma(2) Me parece que la cuestin no puede ser solucionada separando laciencia pura de sus aplicaciones y condenando solamente a estas ltimas: la "pureza"especifica de la ciencia ha facilitado la unin de la construccin y la destruccin, de lahumanidad y la inhumanidad, en el progresivo dominio de la naturaleza. En todo caso,es imposible calibrar los esfuerzos destructivos de la ciencia por los esfuerzosconstructivos, de la misma manera que no es posible distinguir, en el interior delconjunto de la investigacin cientfica, entre los terrenos, los mtodos y los conceptos

    que defienden la vida y los que la empeoran: parecen estar vinculados interiormente. Laciencia ha creado su propia cultura, y esta cultura est absorbiendo un sector de

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    civilizacin cada vez mayor. La idea de las "dos culturas" es equvoca, pero msequvoco todava, en las condiciones predominantes, es el alegato en favor de sureunin.

    La cultura no cientfica (me limitar aqu a la literatura como ejemplo representativo)

    habla un lenguaje propio, sustancialmente diferente del len- guaje de la ciencia. Ellenguaje de la literatura es un metalenguaje en la medida en que no pertenece aluniverso del discurso establecido que expresa el estado de cosas existente. Expresa "unmundo diferente", regido por principios, valores y patrones diferentes. Este mundodiferente aparece en el mundo establecido; se introduce en las ocupaciones diarias de lavida, en la experiencia de cada uno y de los dems, en el entorno social y natural.Independientemente de lo que instituya esta diferencia, hace que el mundo de laliteratura sea un mundo esencialmente otro, distinto; una negaci6n de la realidad dada. yen el grado en que la ciencia se ha convertido en una parte integrante de la realidaddada, o incluso en una fuerza impulsora que est por debajo de ella, la literatura estambin la negacin de la ciencia. No existe un realismo (cientfico ) en la autntica

    literatura de Occidente, ni siquiera en la obra de Zola: su sociedad del Segundo Imperioes la negacin de esa sociedad en su realidad.

    La laguna entre la cultura cientfica y la cultura no cientfica puede ser hoy unacircunstancia muy prometedora. La neutralidad de la ciencia pura la ha vuelto impura, laha hecho incapaz o no deseosa de negar su colaboracin a los tericos y prcticos de ladestruccin y de la explotacin legalizadas. El aislamiento de la cultura no cientfica

    puede preservar el refugio y la reserva tan necesarios en los que se mantienen lasverdades y las imgenes olvidadas o eliminadas. Cuando la sociedad tiende hacia lacoordinacin y la administracin total (por medios cientficos), la alienacin de lacultura no cientfica se convierte en un requisito previo para la oposicin y la negacin.Que un poeta, un escritor o un estudiante de los clsicos conozca o no la segunda ley dela termodinmica o la "cada de la paridad" es cuestin suya; sin duda no le causarnningn dao (tampoco sera peligroso que este saber hubiera de formar parte de laeducacin general). Tambin puede ser completamente irrelevante para lo que tiene quedecir. Pues el "orden natural" que las ciencias cuantificadoras definen y dominan no esel orden natural, y el "edificio cientfico del mundo fsico "no es" en su profundidad,complejidad y articulacin intelectual, la obra colectiva ms maravillosa y bella de lamente humana". Me parece que el edificio de la literatura, del arte y de la msica esinfinitamente ms maravilloso, bello, profundo, complejo y articulado, y creo que no setrata simplemente: de una cuestin de gustos. El universo de la cultura no cientfica es

    un universo multidimensional en el que son irreductibles las cualidades secundarias" yen el que toda la objetividad se halla cualitativamente relacionada al sujeto humano. Lamodestia cientfica oculta con frecuencia un absolutismo aterrador, un rechazo alegre demodos de pensamiento no cientficos pero racionales al reino de la ficcin, de la poesao de las preferencias.Me he referido a Las dos culturas porque el mensaje del libro no me parecesimplemente una exhortacin ms a la conformidad disfrazada de racionalidadcientfica. La unin o la reunin de la cultura cientfica puede ser un requisito previo

    para el progreso ms all de la sociedad de la movilizacin total y de la defensa o ladisuasin permanentes, pero no es posible realizar semejante progreso dentro de lacultura establecida de defensa o de disuasin que tan eficazmente sostiene la ciencia.

    Para conseguir este progreso, la ciencia debe liberarse a s misma de la dialctica fataldel Amo y el Esclavo que transforma la conquista de la naturaleza en el instrumento de

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    la explotacin y en la tecnologa de su perpetuacin en formas "superiores". Conanterioridad a esta liberacin de la ciencia, la cultura no cientfica preserva las imgenesy los fines que la ciencia, por s misma, no define ni puede definir, esto es, los fines dela humanidad. Evidentemente, la reorientaci6n de la ciencia implica cambios polticos ysociales, es decir, el surgimiento de una sociedad esencialmente diferente cuya

    pervivencia pueda prescindir de las instituciones de defensa y disuasin agresivas. En elinterior de las instituciones establecidas, la preparacin para esta eventualidad serprimariamente algo negativo, esto es, la reducci6n de la presin abrumadora sobre losmodos de pensamiento no conformistas, crtico-trascendentes; consistir encontrarrestar el oligopolio del pseudoempirismo conductista.Si le queda todava algn sentido a la afirmacin de Kant de que la educacin no debeser para la sociedad actual, sino para una sociedad mejor, la educacin debera alterartambin (y acaso principalmente) el lugar de la ciencia en las universidades y en la zonade "investigacin y desarrollo" en su conjunto. El abrumador apoyo financiero generosode que gozan hoy las ciencias fsicas no es solamente un apoyo para la investigacin yel desarrollo en inters de la humanidad, sino tambin en el inters contrario. Dado que

    no es posible disolver esta fusin de los contrarios dentro de la estructura del sistemasocial existente, acaso sea posible lograr un pequeo progreso mediante una poltica dediscriminacin con respecto al apoyo y a las prioridades. Sin embargo, una poltica assupondra la existencia de gobiernos, fundaciones y empresas lo suficientemente

    poderosos y deseosos de reducir rigurosamente el establishment militar, lo cual es unahiptesis ms bien poco realista. Se puede pensar en la creacin de una reservaacadmica en la que la investigacin cientfica se emprenda con completaindependencia de las vinculaciones militares, donde el inicio, la continuacin y la

    publicacin de las investigaciones se deje en manos de un grupo de cientficosindependientes entregados a una tarea humanista. Dado que hoy existen muchasuniversidades y colleges que se niegan a comprometerse en toda investigacin

    patrocinada por el gobierno que implique proyectos militares, todava se podrapropugnar la creacin de alguna institucin que no simplemente mantuviera esa regla,sino que propiciara activamente la publicacin de documentos sobre abusos de laciencia para fines inhumanos.Actualmente, incluso estas ideas modestas y prudentes son descalificadas como necias yromnticas y cubiertas de ridculo. El hecho de que estn condenadas ante elomnipotente aparato poltico y tcnico de nuestra sociedad no destruye necesariamenteel valor que puedan tener. En virtud de la unin impenetrable entre la racionalidad

    poltica y la racionalidad tecnolgica, hoy, las ideas que no se doblegan ante esta uninaparecen como irracionales y perjudiciales para el progreso: como reaccionarias. Por

    ejemplo, se oyen comparaciones entre la protesta contra los cada vez ms importantesprogramas de exploracin del espacio exterior y la oposicin del aristotelismo medievalcontra Coprnico y Galileo. Sin embargo, nada hay de regresivo en la insistencia en quetoda la energa y todo el dinero dedicado al espacio exterior se dilapidan en la medidaen que se dejan de emplear en la humanizacin de la tierra. Las innegables mejoras ydescubrimientos tcnicos resultantes de la conquista del espacio exterior deben servalorados en trminos de prioridades: la posibilidad de permanecer (acaso incluso devivir) en el espacio exterior debera tener una prioridad inferior a la de abolir lascondiciones de vida intolerables en la tierra. La idea de que es posible que ambos

    proyectos sean llevados adelante eficazmente al mismo tiempo y por la misma sociedades una figuracin ideolgica. La conquista del espacio exterior puede acelerar y

    extender la comunicacin y la informacin, pero o que hay que preguntar es si stas noson ya suficientemente rpidas y extensas, o incluso demasiado rpidas y extensas, para

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    lo que se comunica y para lo que se hace. El antiguo concepto de hybris tiene un buensentido no metafsico cuando se aplica a la destruccin forjada no por los dioses sino

    por el hombre. La racionalidad de la competencia (o, mejor, el conflicto) poltica ymilitar global no es necesariamente sinnimo de progreso humano. Cuando este ltimova ligado a lo primero, se hace aparecer la protesta contra esta vinculacin como una

    forma de regresin irracional; pero esta perversin es a su vez obra de la poltica.Evidentemente, la idea de una educacin dentro de la sociedad existente para unasociedad futura mejor es una contradiccin, pero una contradiccin que es precisoresolver si ha de darse el progreso.

    (1)Background. "teln de fondo" -cuyo sentido en este contexto acaso recogiera mejor"medio ambiente", y ground, "fondo"-; juego de palabras sobre un uso lingstico difcilde reflejar en castellano. (T .)(2) He discutido esta c.tin en mi libro One-Dimensionul Man (Boston, Beacon Press,1964), Caps. 6 y 7. (Hay trad. cast., El hombre unidimensional, Barcelona, Seix-Barral,

    1969.)

    (*) Texto perteneciente al libro, ENSAYOS SOBRE POLTICA Y CULTURA,Editorial Planeta-De Agostini, S.A.Traduccin cedida por Editorial Ariel, S.A.

    Ms informacin sobre Hebert Marcuse en: www.marcuse.org

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