8
Ecologistas en Acción de El Puerto de Santa María Edificio San Agustín-C/Misericordia, 31-Apartado Correos 283 11.500-El Puerto de Santa María–Cádiz Teléfono: 956873002 puertosantamarí[email protected] www.nodo50.org/ecologistas.puerto "Historia del Maremoto de 1755, sus Efectos en la Ciudad y Gran Puerto de Santa María" "Exposición sobre el Maremoto de 1775 en El Puerto de Santa María“ 11 al 15 de abril, Sala de Exposiciones Edificio San Agustín C/ Misericordia,31 13 de abril 19:30 CONFERENCIA DEBATE JOSE A. APARICIO FLORIDO Presidente del Instituto Español para la Reducción de los Desastres 16 de abril 10:00 RUTA GUIADA POR "Los Lugares Afectados por el Maremoto de 1755 en El Puerto de Santa María“

Maremoto 1755-.pdf

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Maremoto 1755-.pdf

Ecologistas en Acción de El Puerto de Santa María Edificio San Agustín-C/Misericordia, 31-Apartado Correos 283

11.500-El Puerto de Santa María–Cádiz Teléfono: 956873002 puertosantamarí[email protected] www.nodo50.org/ecologistas.puerto

"Historia del Maremoto de 1755, sus Efectos en la Ciudad y Gran Puerto de Santa María"

"Exposición sobre el Maremoto de 1775 en El Puerto de Santa María“ 11 al 15 de abril, Sala de Exposiciones Edificio San Agustín C/ Misericordia,31

13 de abril 19:30 CONFERENCIA DEBATE JOSE A. APARICIO FLORIDO Presidente del Instituto Español para la Reducción de los Desastres 16 de abril 10:00 RUTA GUIADA POR "Los Lugares Afectados por el Maremoto de 1755 en El Puerto de Santa María“

Page 2: Maremoto 1755-.pdf

El 1 de noviembre de 1755, cuando el mundo cristiano celebraba el día de Todos los

Santos, un gran terremoto sacudió de improviso la Península Ibérica, Europa Occidental, y

la costa noroeste de África, especialmente Marruecos.

Todos los riesgos naturales se repiten en el tiempo

A las 09:52 de la mañana las casas y las iglesias empezaron a temblar, al principio

con vaivenes suaves y a los pocos minutos con sacudidas violentas y sonoras que duraron

nueve interminables minutos interrumpidos con apenas dos breves pausas intercaladas. En

Lisboa, una de las ciudades más populosas del continente, los edificios se vinieron abajo

provocando la huida en masa de los habitantes hacia lugares abiertos y hacia el puerto, a

orillas del Tajo. La lumbre de las velas que ese día pretendían recordar a los difuntos, las

cocinas de leña y las chimeneas se esparcieron por los hogares y prendieron en las cortinas,

mobiliario doméstico, enseres, techos y paredes de madera, extendiéndose por los edificios

colindantes. Lo que no destruyó el terremoto fue pasto de las llamas, de forma que desde la

distancia Lisboa parecía un infierno convertido en una bola de fuego en el horizonte.

Quienes no murieron sepultados quedaron carbonizados. Media hora después, cuando los

ánimos empezaban a reponerse, un maremoto también inesperado penetró por el estuario del

río y engulló el puerto y las riberas. Quienes habían ido hasta allí buscando refugio se

ahogaron sin remedio o sobrevivieron milagrosamente aferrándose a alguno de los maderos

que quedaron flotando de los muchos buques que quedaron destrozados por el oleaje.

Las ondas sísmicas y el colosal tsunami se expandieron miles de kilómetros, impactando

fuertemente en el Golfo de Cádiz. En Sevilla y Madrid se contabilizaron algunos muertos

por el derrumbe parcial de edificios o elementos de las fachadas. En las playas de Huelva los

estragos fueron cuantiosos. El mar sobrepasó los cordones litorales de Punta Umbría con

olas superiores a los 8 m de altura y se adentraron por los cursos del Tinto y del Odiel,

penetrando con acelerado impulso en la desembocadura del Guadiana y formando un cuello

Page 3: Maremoto 1755-.pdf

de botella que se repitió en otros puntos como en el Guadalquivir (Sanlúcar de Barrameda),

el Guadalete (El Puerto de Santa María), el Caño de Sancti-Petri (San Fernando-Chiclana de

la Frontera) y el Salado (Conil de la Frontera). Las marismas, cabos y costas llanas no

opusieron resistencia alguna a la corriente imparable que llevaba la dirección de oeste a este.

El Puerto de Santa María

No es de extrañar, por tanto, que el mayor número de víctimas humanas que se cobró

el tsunami se focalizara en las explotaciones salineras y pesquerías, densamente ocupadas

por la población obrera. Según los datos recopilados de los archivos por el sismólogo José

Manuel Martínez Solares (2001), autor de un libro tan esencial para conocer este desastre

como es Los efectos en España del terremoto de Lisboa, el número de personas ahogadas en

las costas españolas se desglosa de la siguiente manera: Ayamonte, 400; La Redondela, 276;

Lepe, 203; Cádiz, 200; Huelva, 66; Conil, 24; San Fernando, 22; Sanlúcar de Barrameda, 9;

El Puerto de Santa María, 5; Chipiona, 4; Chiclana de la Frontera, 3; y Vejer de la Frontera,

2. En total, la cifra estimada se elevaría a 1.214 muertos por ahogamiento a los que habría

que añadir los que murieron sepultados, golpeados por cascotes y escombros, los

desaparecidos que nunca fueron reclamados o aquellos a los que les sobrevino un infarto

repentino.

Los efectos en Cádiz son conocidos, donde el maremoto se elevó por encima de una

parte de las murallas y penetraron por dos de sus puertas. Los alrededores de la Caleta se

anegaron hasta llegar el agua a los dos o tres metros de altura en el interior de algunas

manzanas de casas. Por la parte norte la marea invadió la plaza de San Juan de Dios y las

calles próximas al puerto. Todos los que intentaron huir a toda prisa por el camino de la Isla

de León fueron sumergidos por la corriente que unió las aguas del Atlántico con las de la

bahía. Entre Torregorda y la salina del Estanquillo perecieron no menos de cincuenta

personas y la mayoría de los cuerpos nunca fueron encontrados o identificados.

El maremoto inundó las costas en cinco oleadas, aunque las más devastadoras fueron

las tres primeras. La antesala de la catástrofe fue una insólita bajamar que precedió a un

fenómeno aún más sorprendente. A las 11:10 se vio elevarse el mar en el horizonte con olas

de hasta quince o dieciocho metros, rompiendo a varias millas de la costa sobre la

plataforma continental y dirigiéndose contra las ciudades envuelto en un rollizo de espumas.

En algunos lugares como Conil el mar se adentró en tierra firme hasta cinco leguas, según

afirman los testimonios de la época. La inundación duró veinte minutos, tras lo cual se

produjo una nueva bajamar de igual duración, dando paso a la segunda y tercera oleadas

Page 4: Maremoto 1755-.pdf

hasta que las fluctuaciones empezaron a dilatarse en el tiempo y a serenarse definitivamente

al filo de la media noche. En El Puerto de Santa María, que es el caso que aquí nos ocupa,

En El Puerto de Santa María, que es el

caso que aquí nos ocupa, los efectos no

fueron muy diferentes a los que se

padecieron en Cádiz. Entre el punto de

origen del maremoto y El Puerto no

existía ninguna barrera natural, por lo

que el impacto fue directo e irrefrenable.

Gobernaba la ciudad el coronel de

infantería Thomás Ximénez de

Yblasqueta, quien a los pocos días

escribió una breve carta al rey para

explicar lo sucedido. La absoluta calma

reinante del día anterior no hizo presentir

lo que iba a pasar en la mañana del 1 de

noviembre. En medio de la misa de

difuntos del día de Todos los Santos un

ruido subterráneo atravesó el subsuelo de

El Puerto de Santa María acompañado al

principio de movimientos verticales

durante dos minutos (ondas primarias)

y seguido de movimientos horizontales y

más violentos (ondas secundarias) que

fueron los que ocasionaron el bamboleo

de las torres y los daños en los edificios.

Las sacudidas fueron tales que las

cabezas de las tres estatuas que rematan

el pórtico de la Iglesia Mayor Prioral

―que simbolizan Fe, Esperanza y

Caridad― se rajaron por su base y

cayeron a la calle sin ocasionar

milagrosamente ninguna víctima entre

los feligreses que salían huyendo de su

interior.

Otros edificios religiosos y señoriales sufrieron desprendimientos menos voluminosos, y

no quedó una casa en El Puerto que no registrara grietas o desplazamientos en sus

paredes de mayor o menor consideración.

Residía en la ciudad el erudito y joven académico Juan Luis Roche, testigo de

excepción del desastre, quien dejó escrita la más detallada descripción del suceso en El

Puerto de Santa María. Al sentirse el terremoto los habitantes salieron despavoridos a la

calle buscando espacios apartados de las fachadas. Las campanas tañeron solas sin que

nadie las tocase y las lámparas y faroles se balanceaban al compás colgados del techo.

Cuando llegaron las aguas del mar, el primer zarpazo barrió el Fuerte de la Laja y una

casilla de guardia y su puente que se encontraban en la orilla contraria sobre las arenas

de Valdelagrana. La primera víctima mortal de las cinco que perecieron ahogadas fueuna

Page 5: Maremoto 1755-.pdf

joven mujer que se encontraba precisamente en las cercanías del fortín de la Laja

(Castillito).

A continuación la corriente penetró en el estuario del Guadalete elevándose por

encima del muelle de carga arrastrando aparejos, anclas, toneles y todo tipo de material

de buques. No hubo embarcación que no rompiera amarras y quedara al pairo de las olas

o hundidas en el canal. El patrón de una de estas pequeñas barcas fue la segunda víctima

que se cobró el maremoto. El desbordamiento anegó la actual avenida de Bajamar y la

Ribera del Marisco, introduciéndose en las casas y en las calles del centro. En la antigua

ermita de San Antonio Abad o en la de Virgen de Guía, que se hallaban en los terrenos

de las actuales bodegas Gutiérrez Colosía, el mar rompió el cerramiento de cantería y

alcanzó el altar mayor, llenándolo de piedras y arena entre las que luego encontrarían

enterrados el cáliz y la patena de lo que había sido el sagrario. En la plaza del Polvorista

el nivel de la inundación alcanzó medio metro de altura.

Plaza El Polvorista

Esta invasión del mar fue suficiente como para que otra mujer fuera arrastrada y

sumergida por el río y un crío de nueve meses en su cunita fuera arrancado de las manos

de su madre, desapareciendo entre el torrente por las calles de El Puerto. La quinta

víctima fue una niña de cuatro años que apareció ahogaba bajo el mostrador de una

tienda. Días después, cuando el mar volvió a su seno, aparecieron nuevos cadáveres en

sus playas pero que parecían proceder de otros lugares de la bahía de gentes

desconocidas cuyos cuerpos fueron enterrados anónimamente por la Santa Caridad en las

criptas de las parroquias portuenses.

Page 6: Maremoto 1755-.pdf

Aquella noche nadie durmió tranquilo. El Gobernador dispuso rondas a pie y a

caballo y ordenó a los vecinos que se resguardasen en sus casas y dejaran en ellas una

luz encendida. Si fuera menester, los tambores de guerra de la guarnición advertirían de

lo contrario.

Contada hasta aquí parte de la historia documental conocida, investigaciones

modernas nos traen nuevos hallazgos que testimonian los efectos del maremoto de 1755

en El Puerto de Santa María y de otros maremotos anteriores de los que solo se tenía

constancia en antiguos libros de historia. Tal es el maremoto del 218 a.C., cuyos efectos

en El Puerto de Santa María fueron similares a los que provocó el del 1 de noviembre de

1755. Sobre las arenas de Valdelagrana, el coto de la Isleta, la salina de la Tapa y el

parque metropolitano de los Toruños se encuentran las marcas geológicas de su paso por

estos territorios, en la época en que la desembocadura del Guadalete era un estuario en

constante transformación de múltiples canales meandrizantes. Abanicos de derrame

descubiertos en los Toruños y otros más numerosos encontrados junto a la antigua vía

Augusta, en la zona de la Isleta, son la prueba irrefutable de que los maremotos del 218

a.C. y 1755 de nuestra era no son más que

el preludio del que está por venir en un futuro y del que no sabemos ni el día, ni la hora.

Los geólogos estiman hoy que la magnitud del terremoto de Lisboa sería de

aproximadamente un 9 en la escala de Richter, con su epicentro en un lugar desconocido

en algún punto del océano Atlántico a menos de 300 km de Lisboa.

Salina de la Tapa

Se extendió por toda la Península, existiendo en infinidad de pueblos y ciudades

de España documentos donde hombres ilustrados narraron con detalle las vivencias e

intentaron según los conocimientos de la época intuir lo que lo había motivado. En

Marruecos, donde se tienen escasos datos, los restos de la ciudad romana de Volubilis

quedaron destruidos por el terremoto.

Page 7: Maremoto 1755-.pdf

Las ondas sísmicas causadas por el terremoto fueron sentidas a través de Europa

hasta Finlandia y en África del Norte, donde se tienen escasos datos, los restos de la

ciudad romana de Volubilis quedaron destruidos por el terremoto. Maremotos de hasta

20 m de altura barrieron estas costas y, golpearon las islas de Martinica y Barbados al

otro lado del Atlántico.

El Castillito-Fortín de la Laja

Previo al fenómeno, “a las nueve horas y media del ya citado día, hallándose

luciente el Sol, placido el Cielo, fereno el Mar y blando el Ayre…” se trucó, dando

paso a aquella Voluntad Divina”. Fue este terremoto, el punto de inflexión de numerosos

estudios científicos desarrollados desde entonces y que descabezaron la única fuente

existente de credibilidad, las creencias, la tradición, la ignorancia y el fanatismo.

El Puerto de Santa María

Page 8: Maremoto 1755-.pdf