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María Cristina Tenorio Cognición y Cultura. María ...educamosjuntos.univalle.edu.co/descargables/Presentacion.pdf · El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales

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Presentación

Directora del proyecto:María Cristina Tenorio / Dir. grupo Cultura y Desarrollo Humano -Centro de investigación en Psicología, Cognición y Cultura. Universidad del Valle

Autores Módulos:María Cristina Tenorio / Ph.D. Psicología de la Comunicación

Jacqueline Garavito López / Psicóloga/ Magíster en Psicología Cultural

José Eduardo Sánchez Reyes / Piscólogo/ Estudiante Maestría en Psicología Cultural

Asesoría Metodológica:María Clara Borrero Caldas

Auxiliar de investigaciónLaura Lozano León / Psicóloga

Coordinación Diseño Visual:Karen Ramírez González Ilustración:César Augusto Matiz ArévaloMaría Cristina Reyes Medina Diagramación:César Augusto Matiz ArévaloAndrés Julián Tabares Rojas

Diseño de Cubierta:César Augusto Matiz Arévalo

Desarrollado por:Dirección de Nuevas tecnologías y educación virtual -DINTEV-Universidad del Valle2013

La familia y la escuelapara

a los niñoseducar socialmente

se unen

Presentación

Presentación del Programa “Educamos Juntos”

¿Qué es el programa “Educamos Juntos”?

Cuando llega el momento de ingresar a los niños a la escolaridad formal (4 o 5 años), con frecuencia muchos padres esperan que el colegio o escuela de allí en adelante se encargue de toda la educación de sus niños; no obstante, esto no es posible. Los niños han hecho su primera socialización en la familia y llevan al pre-escolar y a la escuela las modalidades de interacción que han aprendido en casa, donde les siguen siendo aceptadas. Por lo que si hay diferencias grandes o incluso contradicciones entre lo que la vida escolar ha establecido como normas y prácticas que regulan la vida social, y lo que la familia propone, se creará un confl icto que afecta al niño. En el pre-escolar los pequeños entran en relación con niños que han sido criados con modelos de relación y de comportamiento distintos a los que su familia les dio, y no saben cómo reaccionar a otras formas de trato. Por ejemplo, el pequeño puede haber sido muy protegido en casa, y no saber valerse por sí mismo, sino esperar que la maestra funcione como su mamá prestándole las manos, y haciendo todo por él; o quizá no sepa cómo defenderse de niños agresivos.

La escuela o colegio son mundos sociales muy diferentes a la familia y esto de por sí hace necesario que los adultos responsables de los niños en ambas instituciones tomen en cuenta que los niños encontrarán otras maneras de relacionarse con los adultos, con los compañeritos, con los niños más grandes. De un grupo familiar de 4 a 7 u 8 miembros, los niños pasan a convivir con muchas personas y a seguir pautas de conducta que en casa no tenía. Esto solo, de por sí, exige que los adultos educadores del colegio busquen establecer principios educativos comunes y estrate-gias adecuadas para educar según esos principios.

Las familias poco se preparan para la tarea educativa. Cuando nacen los hijos saben que tendrán que cuidarlos, alimentarlos, mantenerlos sanos; pero en lo que concierne a educarlos, no hay refl exión en común, sino que a medida que aparecen los confl ictos y problemas van improvisando. Hasta hace 50 años, en Colombia había principios educativos claros que los padres de familia debían seguir: se trata-ba de criar a los niños para que se convirtieran en personas de bien. Es decir: hon-radas, trabajadoras, serviciales. Y los principios igualmente eran claros: los niños

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debían ser obedientes a los mayores, respetuosos, y juiciosos. Estas palabras con-tenían los deberes de los niños: juiciosos implicaba ayudar en lo que se le pidiera y hacerlo bien (sin demoras, sin trampas, sin pereza); respetuosos implicaba que los adultos tenían una posición de autoridad y que los niños no podían “igualarse” con ellos; obedientes se refería a que los niños no podían defi nir por sí mismos lo que iban a hacer, pues no tenían la capacidad de juicio sufi ciente para “mandarse solos”. De los años 80 en adelante, las formas de relación entre generaciones cambiaron, se impusieron modelos democráticos para la crianza —los niños ahora podrían de-cidir desde muy pequeños qué comer, cómo vestir, etc.—, pero no se defi nieron ni se han defi nido nuevos principios. Y las metas cambiaron: ya no se trata de formar gente de bien sino personas felices.

A nivel escolar, muchos de los principios se han sostenido, no porque ayuden a moldear buenos estudiantes, y jóvenes interesados en aprender, sino porque son principios disciplinarios para mantener bajo control a grupos numerosos. Por el contrario, los principios que regulan las relaciones —para que los niños se man-tengan en buena relación unos con otros y no establezcan dependencia de la maes-tra—; y aquellos que exigen manejarse bien de manera autónoma —en lugar de dedicarse a hacer picardías cuando la profesora voltea la espalda—; o los principios del buen cumplimiento, que regulan su dedicación a las tareas acordadas – para hacer bien los trabajos y tareas por el disfrute de la tarea bien hecha; todos estos están implícitos, pero no se formulan de manera abierta, ni se pide a los profesores centrarse en ellos. En cambio se les exige mantener a los niños sin hacer bulla, en orden, atentos, etc...

Nuestro interés de que familias y maestros se unan para, de común acuerdo, esta-blecer metas conjuntas y mejorar sus estrategias, surge de nuestra preocupación con la inefi cacia de la educación formal para formar jóvenes autónomos, responsables, colaboradores: “gente de bien”. Los aspectos de la vida social han sido desplazados en la escuela por las pedagogías basadas en teorías psicológicas, todas ellas centra-das en cómo mejorar el aprendizaje de los conocimientos escolares. La interacción social, base de todo aprendizaje humano, no se ha tomado en serio como motor de la curiosidad, del deseo de saber, y fundamento de la construcción de comunidades con objetivos en común. Mucho menos se valora el reconocimiento de los propios sentimientos y el aprendizaje de su control a fi n de exigirse, en lugar de sucumbir al menor fracaso. Nuestros niños y jóvenes criados bajo el nuevo mandato parental de “hacerlos felices” y habiéndose organizado psicológicamente bajo valores indivi-dualistas que anulan el control social de los mayores, son terriblemente débiles, no soportan la menor frustración, no saben poner límites a sus afectos, ni a los actos que éstos desencadenan.1

1. El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM ) en su quinta versión, próxima a lanzarse, lleva

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El programa consiste en propiciar encuentros entre familia y escuela, que facili-ten la discusión de difi cultades típicas en la educación de los niños, para aprender juntos cómo convertirnos en mejores educadores. Los maestros y profesores a veces estamos más preocupados por la disciplina del salón y el avance en el programa que por enseñar a los niños a interactuar sabiendo expresarse bien y escuchar, sin llevarse por delante a los demás, y aprender a resolver sus confl ictos; o insistimos más en el cumplimiento de las tareas que en promover el interés y la curiosidad de nuestros estudiantes. De la misma manera, en casa, las familias enfrentan diaria-mente las tareas de la crianza, olvidando que no se trata de obligar a obedecer, o de someter a los niños unos días a exigencias y otros días dejarlos hacer lo que les pro-voque, sino de contribuir a diario a volverlos niños responsables y colaboradores. Se trata por tanto de que “dejemos de lado la cantaleta” —así como los reclamos de padres a maestros y viceversa—, y analicemos a través de pequeñas situaciones de la vida diaria —en la familia y en la escuela—, cómo estamos cumpliendo nuestra responsabilidad educativa con los niños, y qué cambios podremos ir haciendo. Lo principal es la disposición para compartir y para querer hacer cambios que benefi -cien a los niños.

A estos encuentros son bienvenidos los diversos miembros de la familia que con-viven con los niños y se hacen cargo de ellos; no están dirigidos solamente a papá y mamá, aunque por supuesto es fundamental que ellos participen. El programa se compone de varios módulos, cada uno con un tema diferente: Los padres como educadores, el desarrollo de los niños, la autoridad, familia y escuela educamos juntos. Cada módulo se hace en varias reuniones de encuentro, como ésta, que pre-tenden que comprendamos a fondo lo que está en juego en las situaciones de crianza diarias y en las del aprendizaje escolar; así como las alternativas para interpretar de otra manera lo que no nos funciona, y conocer cómo actuar para transformar lo que ya no sabemos cómo manejar. Asistir a una sola sesión no produce cambios; para que surta efecto y en casa las cosas mejoren, es necesario comprometerse para hacer un módulo completo. Además, es muy importante compartir en casa lo que se está comprendiendo, para que se puedan hacer modifi caciones en las que todos participen y apoyen.

No es una “escuela de padres” porque no habrá enseñanza de cómo ser padres; tampoco es un programa para familias con problemas. Son encuentros para que cada uno se conozca mejor, y así entienda cuáles formas de relación con los niños son “formadoras” y cuáles solamente son “controladoras”.

Si discutimos juntos sobre los retos de criar, enseñar y educar niños, entendere-

al extremo esta incapacidad de control al proponerla como una nueva patología infantil: Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo, que pronto será tratada con droga psiquiátrica.

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mos que aprendemos unos de otros al analizar situaciones cotidianas. Adoptar po-siciones compartidas (escuela y familia) frente a las difi cultades diarias, permitirá que el niño no se encuentre entre pautas y estilos educativos contradictorios, ni que unos le reclamen a los otros por la mala conducta del niño, por cuanto es una res-ponsabilidad compartida y se trata de asumirla como tal. Con este programa apren-deremos todos a refl exionar y a hacer los cambios que consideremos necesarios.

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¿Quiénes construimos el programa?

El Programa Educamos Juntos fue diseñado y es realizado en Colombia por el grupo de investigación Cultura y Desarrollo Humano, de la Universidad del Valle, grupo que ha optado por el uso de medios audiovisuales y virtuales para diseñar e imple-mentar programas y contenidos educativos que lleguen ampliamente a las comuni-dades2. La realización del programa se hizo con el apoyo de la Dirección de Nuevas Tecnologías y Educación Virtual —DINTEV—.

El equipo estuvo conformado por psicólogos culturales y una trabajadora social (María Cristina Tenorio (Ph. D.), Jacqueline Garavito (Mgs), Jose Eduardo (Mgs), Laura Lozano (profesional) y Mary Hellen Burbano (Mg en Sociología)), con amplia experiencia en investigación e intervención con familias y profesores, quienes con la ayuda de profesores, maestras de pre-escolar y psicólogas de 17 colegios y es-cuelas de Cali, y otros 4 municipios, hemos hecho un diagnóstico de las mayores difi cultades que enfrentan para formar a niños pequeños —entre 4 y 8 años— como miembros de una comunidad diferente a su familia.

La construcción del programa fue posible gracias a la larga trayectoria en for-mación parental liderada por María José Rodrigo López, catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación, de la Universidad de la Laguna en Tenerife, y de los profesores Juan Carlos Martín-Quintana, María Luisa Máiquez, otros profesores y psicólogos asistentes de su equipo, pertenecientes a las Universidades de La Laguna y Las Palmas de Gran Canaria en las Islas Canarias, España. El interés de estos pro-fesores por compartir sus avances con nuestro grupo en la Universidad del Valle, a fi n de apoyar un nuevo enfoque en los programas parentales, nos llevó a propo-ner un proyecto conjunto a la convocatoria 2011 del Programa de cooperación

2. Nuestro grupo estuvo a cargo de la investigación y la realización de la serie Dile...más, 73 programas de televisión producida por Señal Colombia para franja educativa adolescente (2005); del curso virtual para profesores universitarios de matemáticas “La aventura del Calculo: cómo aprender para transformarse”, basado en el Juego de rol “Yo profesor”, igualmente producido con el apoyo de la DINTEV. Sostenemos activas tres páginas web.

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interuniversitaria e investigación científi ca entre España e Iberoamérica. Fue así como obtuvimos fi nanciación para producir este programa a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional en el marco de la convocatoria PCI 2011– Proyecto AECID A3/035373/11.

Los mencionados profesores de Psicología de estas dos universidades han de-sarrollado diversos tipos de programas para formación de padres, inicialmente a través de la radio ECCA en las Islas Canarias 2000. A partir de 2005 empezaron a producir programas parentales por franjas de edad, los cuales además del enfoque conceptual y las situaciones que se usarían en las sesiones con los padres, incluía la formación metodológica de profesionales de servicio social de los ayuntamientos, quienes harían la implementación de los programas.

Programas presenciales:

1. Crecer felices en Familia. Programa de apoyo psicoeducativo para promover el desarrollo infantil -0 a 6 años- Rodrigo, Máiquez, Martín y otros, año 2009 Junta de Castilla y León

2. Aprender juntos, crecer en familia. Dirigido a Padres y madres de niños y niñas de 6 a 12 años. Pere Amoros, Nuria Fuentes, Ainoa Mateo, Crescencia Pastor, María José Rodrigo, Sonia Byrne, María Angeles Balsells, Juan Carlos Martín, Mónica Guerra. 2011. Obra social La Caixa.

3. Vivir la adolescencia en Familia. Programa de apoyo psicoeducativo para promover la convivencia familiar. M José Rodrigo, Juan Carlos Martín, Mª Luisa Máiquez y otros. 2010. Junta de Castilla La Mancha.

Estos programas llevaron a consolidar una propuesta educativa para las familias que promueve los principios de la iniciativa europea de Parentalidad Positiva, lide-rada a nivel internacional por María José Rodrigo López, presidenta de la European Association of Developmental Psychology.

La parentalidad positiva —recomendación del Consejo de Europa, 2006— se defi ne como “un comportamiento parental que asegura la satisfacción de las principales necesidades de los niños, es decir, su desarrollo y capacitación sin violencia, proporcionándoles el reconocimiento y la orientación necesaria que lleva consigo la fi jación de límites a su comportamiento, para posibilitar su pleno desarrollo”.

Parentalidad positiva: propone un enfoque preventivo:

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• Fortalecimiento y capacitación de padres y madres mejorando la ecología pa-rental y promoviendo sus competencias.

• Reconocimiento de que todos los padres y madres necesitan apoyo informal y formal para realizar su tarea educadora, especialmente los que se encuentran en situaciones de riesgo.

• Sitúa a las familias en el centro del escenario y promueve su colaboración desde el comienzo de la atención.

• Necesidad de proporcionar apoyos psico-educativos y comunitarios a las fa-milias (programas de educación parental).

• Promueve la cultura de la innovación y de las buenas prácticas en los servicios de atención a las familias.

María José Rodrigo, “Las competencias parentales en la promoción de la paren-taldad positiva3

El último programa producido desde esta perspectiva es virtual; se trata de la creación de la página web educarenpositivo.es elaborada mediante el proyecto Fo-mento de la parentalidad positiva mediante entornos virtuales de aprendizaje expe-riencial —fi nanciado por el Ministerio de Economía y Competitividad, modalidad TRACE destinada a transferir productos tecnológicos a las empresas.

La web educarenpositivo.es está pensada para toda la familia, y contiene herra-mientas creativas, enlaces con juegos, vídeos e informaciones. Se puede acceder li-bremente y las personas interesadas se inscriben, de forma gratuita, en un programa estructurado, soportado en un aula virtual que comprende actividades interactivas para los padres y las madres. Se puede entrar en cinco módulos buscan fomentar en los progenitores cambios en sus concepciones y prácticas sobre el desarrollo y la educación, así como crear la necesidad de compartir conocimientos y experiencias. Igualmente se quiere motivar a los padres y madres para que se sientan bien en la tarea educativa y aplicar las nuevas tecnologías educativas al ámbito de la orienta-ción e intervención familiar.

3. Encuentro anual de profesionales de atención de la Infancia, Universidad de la Laguna.

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¿Para qué lo hemos producido?

El Programa formativo “Educamos Juntos” lo hemos construido con la meta de crear un interés y estrategias comunes entre los maestros de primeros años de es-cuela, los profesionales de apoyo y psicólogos de las instituciones educativas, con los formadores primarios de los niños: padres y cuidadores familiares. Nuestro pro-pósito es promover un cambio de actitud y de posición en ambas partes —escuela y familia— que conduzca a priorizar la formación del niño para la vida social, y no solo centrada en aprender los contenidos curriculares con miras a la futura vincu-lación laboral. Hacer énfasis en la educación social de los niños, en la necesidad de crear entre padres y maestros acuerdos y formas de intervenir con los niños que promuevan la convivencia y aporten a la construcción de una sociedad mejor.

¿Por qué educar para la vida social?

Si bien somos seres sociales, programados desde el nacimiento para interesarnos y comunicar con nuestros semejantes —los otros humanos— el tipo de sociabilidad que desarrollemos dependerá de la experiencias vividas con los adultos cuidadores y con los niños, a quienes desde el inicio nos unirá la envidia, la agresividad, y el interés de ser y hacer como ellos. La empatía con lo que el otro siente, el respeto del otro —de su espacio, de su actividad, de sus objetos— no hacen parte de nuestra dotación genética; deben ser enseñados a diario, pues tener dotación para la vida social no signifi ca de entrada saber ser amable y complaciente, ni aceptar los límites en calma. Los años de la infancia y niñez están atravesados por el difícil aprendi-zaje de las pautas y normas que regulan y controlan nuestros deseos y caprichos. La vida social entre pares exige que durante la niñez y adolescencia aprendamos a apaciguar nuestros afectos y a reconocer los de los otros, a saber manejar los con-fl ictos con los pares y con los adultos, a aprender a contar con los otros para cumplir nuestros propósitos y para disfrutar la vida en comunidad.

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Sin estas bases no hay vida ciudadana. La vida en comunidad exige el cumpli-miento de deberes y el reconocimiento de derechos que se aprenden aceptando e in-teriorizando los límites para poder vivir y producir en relación con otros. Esta es la esencia de la vida adulta, y si no se aprende en la niñez, ya no será posible después.

En este sentido, el programa brinda elementos para refl exionar sobre las modali-dades de intervención de los principales adultos educadores, mostrando las nuevas posibilidades que surgen al identifi car alternativas de formación compartidas. Se trata de un programa preventivo que acoge a todas las familias por igual.

Buscamos crear oportunidades de desarrollo para los niños, para sus padres y para sus maestros promoviendo nuevos tipos de interacciones escuela-familia que transformen en esfuerzo común las actuales tensiones y contradicciones. El progra-ma busca intervenir una situación social —la relación escuela-familia (en ambas di-recciones)—, al producir cambios en los adultos educadores mediante la participa-ción propositiva en los talleres, compartiendo experiencias, discutiendo en común difi cultades, buscando alternativas. Los cuestionamientos resultantes pueden llevar a cambios en ambas partes, y a un mayor entendimiento, lo que benefi ciará a los niños.

El nombre “Educamos Juntos” hace referencia a la necesidad de identifi car puntos de acuerdo entre la escuela y las familias respecto a la formación de los niños. En nuestro medio cultural colombiano es muy común la visión de los padres de sec-tores populares de enviar a los niños al colegio a que “se los eduquen” (en todos los sentidos); por su parte, los profesores se quejan continuamente de que los padres no enseñan a los niños a cumplir con sus obligaciones escolares, ni les preocupa que los niños no cumplan; además, consideran que la educación social de los niños es algo que deben traer de la casa, siendo su función fundamental instruirlos. En este desencuentro, se visibiliza un problema grave: la socialización exigida a los niños que deben hoy en día integrarse al mundo escolar para permanecer obligatoria-mente los 9 años de Educación Básica, es muy diferente a la socialización que vivie-ron en su niñez sus padres, quienes no tuvieron procesos de escolarización prolon-gados. Por ejemplo, los niños en medio rural o semi-rural permanecían cerca de los adultos acompañándolos en actividades agrícolas y aprendían de ellos y con ellos a ser responsables y a comportarse en grupos sociales diferentes al grupo familiar; otros hicieron ese proceso formativo para la vida social cuidando a sus hermanitos, ayudando en las labores de la casa, al lado de adultos que corregían, modelaban relaciones de colaboración y responsabilidad. Un segundo problema, menos visible pero igualmente importante, es que hoy en día, niños que no fueron socializados en la familia para convivir asumiendo normas básicas, son escolarizados en grupos muy numerosos con niños de su misma edad —por lo general en condiciones am-bientales ruidosas— presentando grandes difi cultades con los aprendizajes escola-res, pues el dispositivo escolar les exige una pasividad y sumisión a lo que el adulto

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organiza y ordena, a la que no están habituados en sus hogares.

Adicionalmente, podemos evocar todos los problemas de convivencia que surgen en los barrios populares donde la calle es sinónimo de libertad y al mismo tiempo de riesgo, de peligro; de modelos de vida que rompen los límites de vida en comu-nidad, y que muestran el éxito fácil de quienes no se conforman a las normas.

El programa que hemos diseñado busca modifi car las posiciones de los adultos responsables de los niños a través de la discusión conjunta sobre lo que requiere e implica contribuir a su educación y desarrollo. Los profesores, por tanto, tienen la función de promover y compartir con los padres la discusión de situaciones que podrían permitirles a todos encontrar maneras de formar a los niños con bases comunes, prácticas que no entren en contradicción, y principios educativos anali-zados para encontrar puntos de acuerdo.

Por estas razones, además de las situaciones creadas para la discusión y refl exión, hemos debido construir un marco conceptual explicado de manera sencilla —que complementaremos con textos sencillos sobre temas específi cos y con testimonios recogidos durante la exploración—, que posibilite a los docentes que participaron en el proceso de creación de este programa, así como a otros que lo retomarán después, asumir este trabajo de refl exión compartido con los padres y familia de sus estudiantes, y descubrir juntos la importancia de formar a los niños para que aprendan a convivir socialmente, creando entre familias y escuela un entramado social acogedor y al mismo tiempo regulado, donde sea posible crear comunidades de aprendizaje.

Cada módulo se fundamenta en un sencillo documento conceptual de apoyo para los facilitadores, donde se aclaran y discuten las ideas centrales que se abordan en el módulo y en cada sesión del mismo. Tales documentos explicitan de manera sencilla y directa nuestra perspectiva conceptual, ya que cada tema, y el método mismo, se fundan en nuestra posición teórica clínica y cultural. De allí que quien tenga interés en retomar estos módulos, para hacer con ellos un trabajo con otros profesores o con padres de familia, encontrará que primero debe asumir la explora-ción de sí mismo y el trabajo personal de descubrir en qué funda su posición como educador.

La selección de los temas de los módulos, así como los tipos de familias y situa-ciones que aparecen en ellos fueron construidos a partir de la información obtenida durante la fase de exploración sobre las condiciones de las familias atendidas en las instituciones educativas participantes en Cali, Yumbo, Jamundí, Zarzal y La Unión. La exploración abarcó tanto las características de las familias como los temas de in-terés en las relaciones entre niños y adultos. En este sentido, el programa está dise-

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ñado a partir de necesidades y condiciones de contextos socioculturales específi cos: Cali y sus alrededores, y el norte del Valle del Cauca en Colombia.

El Programa “Educamos Juntos”, fue creado con los siguientes objetivos:

1. Como adultos educadores, familia y maestros, examinar nuestras expectativas, según edad, respecto a los niños que tenemos a cargo, y revisar las maneras cotidianas de intervenir con ellos en los distintos ambientes de la escuela y la casa. Reconocer y analizar las difi cultades que viven los niños al seguir pautas contradictorias.

2. Comprender el desarrollo en la niñez como un proceso producido por la con-tinua interacción social, y no como un fenómeno “natural” determinado fun-damentalmente por la maduración biológica; reconocer que los desarrollos cor-porales están atados a las particularidades y exigencias de la cultura social y familiar.4 De allí que sea fundamental para los padres comprender el desarrollo del niño como un proceso de humanización, para el cual los adultos crean con-diciones propicias que actualizan sus posibilidades.

3. Refl exionar sobre los modelos que tuvimos para aprender a educar; analizar su orientación y sus límites. Identifi car otras habilidades, conocimientos y actitu-des que facilitan y potencian la labor educativa.

4. Reconocer los modelos de autoridad y corrección implícitos en nuestras actua-ciones, que hemos interiorizado como adultos, y nos llevan a repetir pautas y prácticas de educación y corrección con nuestros niños y estudiantes sin haber-las analizado a fondo, ni establecer sus efectos.

5. Examinar las prácticas educativas que desarrollan la familia y la escuela diri-gidas a modelar la vida social de los niños —las enseñanzas y exigencias que hacen a los niños en sus relaciones consigo mismos y con los demás—, para identifi car posiciones comunes, evitar contradicciones, hacer transformaciones donde sea necesario —casa y salón de clase— y en lo posible acordar metas co-munes según la edad y el nivel escolar de los niños.

Si bien 3 de los 4 módulos que hemos creado están más centrados en lo que ocurre en la familia, nuestro interés es construir en un futuro cercano otros módu-los que tengan como contexto la vida escolar.

4. El desarrollo integral jalona y modela, según las particularidades de la cultura familiar, los procesos de comunicación y dominio de la lengua, de interacción social, de reconocimiento y autocontrol de los sentimientos, y del dominio corpo-ral, de interés en conocer (curiosidad, procesos de pensamiento), siguiendo orientaciones y énfasis diversos, de acuerdo con las metas culturales, las prácticas de interacción cotidianas y las condiciones de vida familiares.

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Es nuestro interés:

Brindar a los maestros y profesores, psicólogos escolares, padres y otros fami-liares interesados, un marco conceptual y contextual claro acerca de lo que está en juego en la tarea en común que comparten los educadores del colegio y la familia. El material que hemos producido rebasa la construcción de las situaciones y de las estrategias para el desarrollo de las discusiones.

Poner a disposición de todos los materiales construidos para los 4 módulos —los videos con las situaciones familiares y escolares correspondientes a 12 sesio-nes—, así como la metodología para la implementación de las 12 sesiones (3 por cada módulo).

El programa estará disponible en el repositorio de la Universidad del Valle y en la página web creada para divulgarlo: http://educamosjuntos.univalle.edu.co

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Otros posibles usos de los materiales deEDUCAMOS JUNTOS en la comunidad escolar

Haber contado con la contribución de muchas maestras de pre-escolar, profe-soras y buen número de psicólogas con larga experiencia educando niños de muy diversos sectores socioeconómicos y culturales, para hacer la progresiva construc-ción de este programa, nos dejó a todos muchas enseñanzas. El diálogo sostenido con estas profesionales en las distintas fases de producción de los módulos nos permitió, en primer lugar, conocer las difi cultades y obstáculos que actualmente enfrentan muchas familias para brindar a sus hijos la formación social que antaño asumían con gran compromiso los padres, apoyados en su comunidad. En segundo lugar, nos señaló que la formación que queríamos hacer no solo era para los padres y familias sino también para las profesoras mismas y psicólogas.

Al fi nal del proceso, al evaluar con ellas qué les había aportado la lectura de las Guías de orientación, expresaron el fuerte efecto de toma de conciencia producido al refl exionar sobre sus propias experiencias como hijas y como madres. Involu-crarse como personas que han vivido experiencias familiares —y no solo como profesionales que enseñan—, les había posibilitado comprender que su formación como docentes no involucró este tipo de autoconocimiento refl exivo, ni les aportó elementos sobre cómo aprendemos los humanos el modelamiento de las emociones y los afectos.

Adicionalmente señalaban que la lectura les permitía valorar cómo las condicio-nes de vida de muchas familias les impiden desarrollar procesos fundamentales de interacción, necesarios para formar a sus hijos. Vieron la necesidad de tener una mayor comprensión de las implicaciones subjetivas de los cambios vividos por las familias en las últimas décadas. Colombia ha vivido un cambio muy rápido en la moral cultural, en la organización de la vida familiar, y un gran aumento de la pre-cariedad en la vida diaria de muchos hogares. Al leer las Guías de los 4 Módulos, estas educadoras reconocieron que estaban juzgando a las familias desde los valo-res e ideales con los que habían sido criadas y que la lectura refl exiva, exigida para apropiarse de los módulos, había actuado en ellas “de manera clínica”; es decir, que en lugar de explicarles teorías, o de enseñarles técnicas y recetas para intervenir, las guías les permitieron volver sobre sí mismas y reconocer cómo sienten y actúan

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frente a ciertas situaciones, y qué tiene esto que ver con su propia historia personal no analizada. Por ejemplo, tomaron conciencia de los obstáculos morales que difi -cultan su relación con los padres.

En consecuencia, las profesoras y psicólogas sugirieron el uso de estos materiales no simplemente al implementarlos como un programa completo, sino en otras mo-dalidades que dependen de la sensibilidad ganada por ellas a través de la apropia-ción progresiva de la visión y la sensibilidad que estos textos aportan respecto a la interacción con los niños y sus familias. Estas modalidades exigen igualmente leer previamente los materiales de manera refl exiva y analítica, para luego profundizar en los que hayan detectado como prioritarios para la intervención educativa con niños y familias.

Con base en estos materiales podrán hacer diversas intervenciones: a) desarro-llar una de las sesiones en una reunión de padres, para que ellos puedan refl exionar, en lugar de señalarles que su crianza no es adecuada; b) guiar a la familia para in-tervenir en situaciones de manejo inadecuado de conductas de los niños, en lugar de remitir directamente a la psicóloga o al psiquiatra (para ser medicado); c) formar grupos con madres y abuelas a cargo de niños que presentan conductas que inter-fi eren con su aprendizaje y trabajar con ellas algunas sesiones del material que sean las más pertinentes; d) formar grupos de refl exión con otras profesoras, que atien-den niños en la misma franja escolar, para hacer conjuntamente la lectura de las guías que más les interesen y discutir lo que su lectura les ayuda para guiar mejor socialmente a sus niños; e) formar grupos con compañeras cuando en el colegio se presenten problemas que afectan a varios grupos, para refl exionar juntas desde la visión más amplia que el programa ofrece de los niños y familias que atiende el co-legio, en lugar de centrarse en eliminar la “mala conducta escolar”. En defi nitiva, se trata de adoptar paulatinamente el enfoque que el Programa propone para educar “juntos” a los niños.

En cuanto al uso de los materiales como un programa completo de formación de familias, se sostiene una recomendación muy importante: un programa de larga duración llevará a que las familias participantes hagan exploraciones de sus histo-rias personales, de sus dramas, en mayor profundidad, lo cual implica que quien acompaña al grupo tenga una formación no solo cultural sino clínica, a fi n de sa-ber dirigir cómo manejar el trabajo de elaboración personal que están haciendo algunas personas. Por esta razón, quienes quieran usar el programa como un todo deberán comunicarse con el equipo para conocer las exigencias y los requisitos de formación necesarios para desarrollar esta actividad. Es necesario hacerlo regis-trándose en nuestra página web. En ella quedarán colgados los materiales: Guías y situaciones en video, más otras lecturas y enlaces que aporten claridad en los temas. http://educamosjuntos.univalle.edu.co

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Por último agradecemos de la manera más especial al Departamento de Edu-cación de Comfandi, por la confi anza puesta en nosotros y por la inmensa ayuda recibida de sus coordinadoras de Bienestar y Gestión a la Comunidad, y de Primera Infancia, así como por el compromiso de las profesoras y psicólogas de los colegios de Comfandi a lo largo de un proceso de año y medio de indagación, formación y compartir la producción.

Así mismo agradecemos a los coordinadores, profesores y profesionales de apo-yo de las siguientes instituciones:

Escuela San Jorge y la Inmaculada, sedes de la Institución Educativa Pedro An-tonio Molina en el barrio Petecuy de Cali;

Institución Educativa Simón Bolívar y sus cuatro escuelas anexas (Francisco José de Caldas, Sagrado Corazón, Camilo Torres y Nuestra Señora de Fátima) en Zarzal;

Mi Segundo Hogar , Liceo del Saber y Ludoteca Municipal en Zarzal;Instituto Técnico Grajales en la Unión.

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Nuestros fundamentos: Psicología Cultural y Clínica

Supuestos en que nos basamos:

—Nuestras relaciones sociales son el resultado de un complejo proceso evolutivo que exige procesos de enseñanza inexistentes entre los animales.

—La única especie que tiene un largo período de preparación a la adultez somos los humanos: nacemos más inmaduros que los demás primates, lo que fuerza a que interactúen en el desarrollo los componentes biológicos orgánicos con los compo-nentes sociales que nos aportan quienes nos acompañan hasta llegar a la madurez.

• Los componentes biológicos son modelados y regulados a lo largo de la infancia y niñez según las prescripciones de la cultura particular; o por el contrario, se los toma como algo “natural” inmodifi cable y no se exige a los niños y adolescentes civilizar sus impulsos. De allí que luego sean los componentes del cerebro más pri-marios los que den lugar a conductas de dispersión, o de reacción agresiva que llevan a controlar con droga psiquiátrica lo que con educación no se enseñó a au-to-regular y controlar.

• Los componentes sociales igualmente llevan la marca de la cultura particular en que nos criamos. No todos los humanos tenemos la misma manera de expresar los afectos, ni de modelar los sentimientos; ni tenemos las mismas expectativas respecto a pasiones afectivas, búsqueda de felicidad personal, etc.. Son los valores culturales los que orientan como asumir nuestras relaciones sociales. La cultura así mismo orienta los tipos de desarrollo más valorados por quienes nos forman.

—La infancia, la niñez y parte de la adolescencia constituyen el largo período en el que la cría humana hace los aprendizajes requeridos para convertirse en adulta. Ninguna otra especie dedica tantos años al aprendizaje de sus crías, pero tampoco ninguna debe producir aprendizajes tan complejos y diversos antes de la adultez biológica. La selección natural que produjo al homo sapiens privilegió ese largo período de tiempo que permite al nuevo miembro de la especie acoger y apropiarse

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progresivamente del legado cultural particular de sus mayores. Somos la única es-pecie que enseña deliberadamente.

—La cultura no consiste solamente en elementos externos (artefactos, instrumen-tos), sino en formas de relacionarse, de comunicarse e interactuar, que dan lugar a una manera de ser y vivir específi cas a cada sociedad humana. Las apropiaciones transforman y modelan lo biológico, volviéndolo cuerpo humano, ser humano.

—El bebé y luego el niño se apropian de maneras de comunicarse (por tanto de saber usar apropiadamente la lengua), de escuchar, de sentir con el otro, de colabo-rar, de actuar y de planear solo y en grupo, de usar los instrumentos culturales y mejorarlos, de expresar afectos y de controlar las pasiones, de aprender a vivir con otros, para cuando llegue el momento reproducir su especie.

—La organización psíquica se da dentro de una sociedad humana. Las sociedades humanas han ido evolucionando y, por tanto, la organización psíquica es cada vez más compleja.

Concepción de familia

—La familia humana es una institución, en el sentido antropológico, por tanto obedece normas culturales; sus formas de organización son diversas y cambiantes y no existe una progresión, ni un modelo mejor que otros.

—La moral convencional propone que el modelo ideal de familia es la nuclear, porque están juntos papá y mamá y los hijos; no obstante, esta idea no corresponde a los hallazgos antropológicos, históricos y sociológicos. Realmente la buena fami-lia es la que brinda a sus miembros y descendientes buenas condiciones para convi-vir, apoyarse y formar a los pequeños con base en principios y metas compartidas.

—Desde la Parentalidad Positiva, la familia es el sistema dinámico de relaciones interpersonales recíprocas, enmarcado y abierto a múltiples contextos de infl uencia que sufren procesos sociales e históricos de cambio; continúa siendo la institución social fundamental de la convivencia democrática en nuestra sociedad. (Rodrigo).

Parentalidad

—No existe una programación instintiva que se ponga en acto en el momento en que nace una cría humana, como sí ocurre con los mamíferos. Somos padres y madres a partir de las memorias de las experiencias vividas y acumuladas en nues-

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tra memoria desde la primera infancia; con base en nuestras ideas y creencias, en nuestras necesidades y posibilidades afectivas; según el apoyo y confi anza existen-tes o no en una pareja colaboradora, y por supuesto, según nuestras condiciones de vida. La memoria no solo se compone de palabras sino de gestos, de actitudes, de situaciones de acogida o de rechazo, de dolor o de disfrute, de seguridad y bienestar o de angustia. Estas memorias se activan con su carga positiva o negativa y defi nen el color, el sentido de las interacciones. Las ideas pueden derivarse de un “deber ser” extraído de consejos, o de lecturas, pero si nunca dieron lugar a prácticas en las que los nuevos papá o mamá participaran y aprendieran a convertirlas en interacción, difícilmente se convertirán en actividades signifi cativas de cuidado y ternura, de guía segura.

—Tampoco se puede creer que asumir la situación de adulto, papá o mamá, sea una condición garantizada por cumplir la mayoría de edad, o por haber dado a luz. La parentalidad es una tarea evolutiva: se llega a ella gracias a los cambios producidos en la persona a medida que responde responsable-mente a exigencias que nunca tuvo mientras fue “hijo de familia”. El enamoramiento mismo no garantiza que la pareja podrá llevar a buen término su papel parental; por el contrario muchas pare-jas se rompen porque el bebé exige dar lo que más se aprecia: el tiempo del descanso y del sueño, el desentendimiento de los demás para dedicarse a sí mismo. Antaño se aprendía en familia a cuidar a los bebés; esto ya no existe y ahora se aprende en manuales. Cada cultura defi ne los roles, pero una sociedad cambiante puede estar haciendo modifi caciones tan rápidas que no alcanzan a ser asimilados.

—Siguiendo a Rodrigo, Máiquez y Martín (2010): Todos los padres y las madres re-quieren apoyos para desarrollar adecuadamente sus responsabilidades parentales.

La parentalidad se ejerce en un espacio ecológico que depende de tres factores:

1. El contexto psicosocial. 2. Las necesidades evolutivo/educativas de los menores. 3. La capacidad de los padres y madres para ejercer la parentalidad.

Intervención

—Partir siempre de la comprensión de las prácticas parentales en el marco de las signifi caciones propias de su cultura particular, de sus condiciones de vida, y de las infl uencias que marcan sus modelos ideales y expectativas para los hijos.

—Evitar valoraciones morales partiendo del reconocimiento de que todos los mo-delos tienen sentido y funcionan con relación al mundo que los produjo, y no son

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ni buenos ni malos en sí mismos.

—En la perspectiva de la Parentalidad positiva, se parte de un modelo de familia resiliente, que es capaz de salir adelante de situaciones adversas; reduciéndose así la tendencia a culpar a los padres y evitando usar modelos ideales de familia que sólo existen en la cabeza o en la experiencia de otros [profesionales]. (Rodrigo,Máiquez y Martin, 2010)

Intervención en violencia intrafamiliar (VIF)

—Evitar centrar los programas parentales en la responsabilidad y en la culpa.

—Revisar el sentido de las prácticas, antes de proscribirlas.

—Dirigir los programas a producir un cuestionamiento personal de las teorías im-plícitas que sostienen y dan sentido a prácticas que no educan sino que someten o controlan.

—Modifi car las causas.

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¿Cómo funciona?

Nos basamos en el concepto de Aprendizaje experiencial de (Rodrigo, Máiquez y Martin, 2010), que consiste en:

• La reconstrucción del conocimiento a partir de situaciones cotidianas en un escenario sociocultural.

• Conocer diferentes maneras de actuar y contrastarlas con las propias. Esto permite el perspectivismo, que hace posible relativizar las costumbres y visio-nes propias, al contrastar maneras de interpretar y actuar.

• Crear un sentido de competencia personal

El método experiencial propuesto y desarrollado en los programas de Parenta-lidad Positiva creados por Rodrigo, Martín y otros que nos fueron ofrecidos como punto de partida de nuestro trabajo, se basa en varios principios importantes:

—Partir de situaciones vivenciales (episodios corrientes en la vida diaria). lo más semejantes posible a las realidades cotidianas de las familias, en lugar de exposicio-nes teóricas, que indiquen el “deber ser”.

—Promover la discusión y el análisis de esas situaciones de tal manera que puedan descentrarse de su punto de vista habitual y verlas desde nuevas perspectivas.

—Dejar claro con estas situaciones que “no hay padres buenos ni malos”; con apoyo, todos los padres pueden mejorar sus estrategias.

—Promover nuevas competencias parentales más que solo dedicarse a eliminar pautas disfuncionales.

A estos principios hemos agregado otros:

—Cuestionar las teorías implícitas. Todos tenemos creencias, ideas comunes, ma-neras de interpretar los fenómenos de la vida, lo que nos ocurre, o lo que sucede

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a otros. Son “teorías” no comprobadas, que se construyen como respuesta a la in-certidumbre y se sostienen debido a que no conocemos mejores explicaciones. Las usamos para apoyar y justifi car nuestros actos, por haberlas escuchado siempre como explicaciones que no se cuestionan. De allí que resulten difíciles de modifi car.

Muchas de nuestras prácticas de crianza y de educación de los hijos se basan en este tipo de teorías implícitas. Lo que pensamos sobre qué es educar bien a nuestros hijos y a nuestros estudiantes se basa en teorías implícitas, que hemos derivado de nuestra historia personal y de lo que recogemos viendo a otros, o como consejos recibidos.

Desde niños aprendimos en el espacio escolar que las preguntas del profesor su-ponían que diéramos una buena respuesta, pues de lo contrario éramos considera-dos ignorantes o irresponsables, “por no saber”. Esto nos lleva a guardar silencio, para no quedar mal.

En estas sesiones se trata de deshacernos del método escolar y cambiarlo por el método clínico:

—Salir del silencio. Darles la palabra a los participantes para que empiecen a ex-presar lo que sienten y piensan buscando que salga de ellos lo que siempre está fuera de lugar en este tipo de reuniones: sus experiencias, vivencias y recuerdos, que po-drían conectarlos con los temas que queremos discutir con ellos. Tratar de que lo que hay en ellos, favorable o contrario a lo que queremos tratar, no quede sepultado y acallado por lo que esperan les propongamos como la buena forma de criar.

Respecto a los temas y situaciones:

¿Cómo lograr que en las situaciones que propondremos ellos reconozcan vivencias de su propia historia personal que estaban refundidas en la memoria? ¿Cómo hacer para que hablen de lo que de niños les dolió, lo que les faltó, y puedan relacionarlo con lo que están repitiendo como padres?

Algunas creencias a cuestionar y re-elaborar:

1. Saber Convivir

—Algunas personas, desde niños, saben relacionarse muy bien con los demás: acep-tando límites, auto-controlándose, respetando; negociando un lugar, sin someterse ni dominar al otro; al tiempo que logran expresar afectos diversos que les ayudan a

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tejer y fortalecer vínculos, y a sentirse a gusto con los demás.

—Muchos creen que eso es algo “natural”:

• Un “don”, como la simpatía o el buen genio;• Una cualidad, que permite moderarse, auto-contenerse; • Una sabiduría que solo tienen algunas personas mayores. • Aprender a moldear y regular los afectos y las emociones en nuestras relaciones

es el resultado de la formación social y cultural que hemos vivido, desde muy pequeños. Es el fruto de nuestra experiencia de vida.

2. ¿Cómo se aprende a Ser Padres?

Hay diferentes maneras de pensar al respecto:

• “Instinto” maternal• Se adquiere por información teórico-práctica• Son técnicas que resultan efi caces en determinadas situaciones• Obtener conocimiento práctico y saber cuándo usarlo• Es una tarea evolutiva. Los adultos la cumplen con base en el conocimiento ad-

quirido en la experiencia

Para llegar poco a poco a reconocer que la parentalidad es una tarea de los adultos basada en conocimiento experiencial es necesario tener en cuenta que ésta:

• Es parte del proceso de desarrollo del adulto• Requiere apoyo y asesoría• Se construye a partir de lo vivido e innovado históricamente• No se improvisa, pero tampoco hay recetas• Su base son las experiencias vividas y refl exionadas.

Por otra parte, según María José Rodrigo,5 las competencias parentales que facili-tan el buen trato en familia son varias:

• Las relacionadas con habilidades educativas: • Favorecer la vinculación afectiva: calidez y afecto en las relaciones con los hijos;• promover la autorregulación del comportamiento: control y supervisión de su com-

portamiento; • estimulación y apoyo en sus aprendizajes; • promover relaciones sanas del niño con sus pares;

5. http://www.dandovueltas.es/2013/02/ejes-para-dar-vueltas-maria-jose-rodrigo.html

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• adaptación a las características del niño• capacidad de observación, • fl exibilidad,• perspectivismo: ver desde diversas perspectivas lo que el niño hace• refl exión sobre las propias acciones.

* Otras competencias de los padres están más relacionadas con buscar solución a sus difi cultades:

• La capacidad de buscar ayuda, • utilizar los recursos de la comunidad, • habilidades para la vida real (control de los impulsos, asertividad, resolución y afron-

tamiento de problemas, o planifi cación y proyecto de vida entre otras).

Todas ellas favorecen ese buen trato hacia los hijos e hijas ya que los padres son también personas adultas que tienen igualmente que cumplir sus propias tareas de desarrollo.

El aprendizaje en el programa Educamos Juntos

Se basa en:

—La interacción con otros padres y profesores, siguiendo una metodología cons-truida con este fi n, constituye también una experiencia formativa.

—Conocer las experiencias vividas por otros adultos, ayuda a comprender mejor la propia experiencia, a ponerla en perspectiva.

—Es fundamental COMPRENDER y formarnos como adultos educadores, antes que evaluar o juzgar nuestras acciones o las de los demás.

—Educar es una tarea exigente que requiere preparación y apoyo; el programa aporta muchos elementos para ayudarnos a recuperar la CONFIANZA en que podemos ser cada vez mejores modelos de vida y de relación para nuestros niños

—No se trata de tener muchos diplomas, ni altos económicos, sino mejor disposi-ción para escuchar y para conversar en familia, en lugar de dar órdenes, o esperar ¡cambios mágicos!

—La formación para vivir en comunidad es vital para el niño. Es necesario que la reciba en su familia, en su escuela, en el barrio, y en la sociedad de la que hace parte. Es tan importante como la escolaridad y la protección del niño.

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—Padres, cuidadores, profesores y psicólogos nos proponemos trabajar JUNTOS en la formación social del niño y en nuestra propia formación como adultos edu-cadores.

El Mediador o facilitador

El Mediador es la persona encargada de poner en marcha el proyecto; puede ser un docente, o profesional de apoyo de las instituciones educativas. Sin importar su formación, debe estar dispuesto desde el inicio de la primera sesión a fomentar un clima de respeto y confi anza: “Lo que ustedes cuenten, lo que compartan con nosotros, nos va a servir, porque nos ayuda a entender las difi cultades de la tarea de criar y educar a los niños. No existen padres que todo lo hagan bien, así que aquí no estamos para alabar a los buenos y reprobar a los que la tienen difícil, sino que estamos dispuestos a reconocer las difi cultades para poder entre todos ver cómo mejoramos”. Esta actitud sumada a la comprensión que tenga del enfoque aquí ex-puesto, serán la base para lograr cumplir sus tareas al frente del programa:

Tareas del Mediador

• Promover y ayudar a los padres a expresarse sobre las situaciones observadas, sus concepciones y sus prácticas.

• Mostrar otras maneras de relacionarse con los niños, cuando los padres no las propongan.

• Promover, apoyar y mediar el intercambio de puntos de vista de los padres sobre las situaciones educativas, evitando las críticas o juicios duros.

• Regular el clima emocional del grupo.

Algunas Habilidades que debe desarrollar el Mediador

• Habilidad para crear un clima de respeto a lo que dice cada uno de los parti-cipantes, evitando la desconfi anza y el temor de exponer sus vivencias.

• Fomentar una escucha interesada - todos vamos a aprender de los demás si sabemos escucharlos - y relaciones de empatía que posibiliten sentimientos de ser aceptados como personas, aunque cada uno tenga mucho por aprender y tratar de cambiar.

• Privilegiar la comprensión afectiva y callada, por encima de razonamientos y verbalizaciones que no están sintonizados con los afectos.

• Habilidad para promover la verbalización de experiencias y el intercambio entre los padres a fi n de descubrir saberes olvidados o recordar experiencias cuya importancia se ignoraba.

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• Capacidad de escucha y de análisis las posiciones en discusión, aportando nuevas perspectivas para favorecer la toma de conciencia de los padres.

• Habilidad de observación para comprender las interacciones en el grupo, y de-tectar cambios necesarios en la dinámica grupal o situaciones favorables, para movilizar cambios.

• Sostener un liderazgo fl exible. No empecinarse en que todos deben pensar igual, o lograr los mismos cambios. Dar tiempo a quienes lo necesitan, pero evitar que entorpezcan el avance de los demás.

Recomendaciones Metodológicas

• Durante el desarrollo de las sesiones evitar el uso de términos sofi sticados o hacer referencia a conceptos no explicados; utilizar un lenguaje sencillo, acom-pañado de ejemplos cercanos a la experiencia de los participoantes para hacer más claras cada una de las ideas.

• No invalidar o juzgar la palabra del otro. Tratar de reducir el alcance de lo que alguien dijo, o señalar que no se trata de descalifi car, ni de promover posiciones encontradas.

• Circular la palabra, buscar equilibrio en las intervenciones: evitar que uno o dos participantes monopolicen la palabra.

• Al fi nalizar las rondas de intervenciones, resumir los puntos centrales de ellas. Enfatizar los aspectos que apuntan a los objetivos de cada actividad.

Cada sesión tiene los siguientes momentos

1. Observar con atención las diferentes situaciones que viven las familias de “Edu-camos Juntos”, detallando las interacciones entre los adultos y los niños.

2. Refl exionar acerca de cada una de las situaciones que observamos.

3. Compartir lo que se pensó y contribuir a la discusión, sin aferrarse a un punto de vista único, aprendiendo a escuchar a los demás.

4. Hacer un acuerdo para practicar con nuestros niños, lo que hemos trabajado durante el encuentro. Para ello, cada uno anotará en una hoja (que guardamos) lo que en esa semana se propone hacer. Luego en casa, buscará oportunidades para empezar a hacer lo que se propuso. Si tiene condiciones, para hacerlo, puede anotar cómo le fue con esos pequeños cambios. Lo anotado será personal; guar-daremos las hojas en una carpeta para quienes quieran más adelante revisarlas. (Actividad “Diciendo y haciendo”).

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5. Al fi nalizar cada encuentro haremos un breve repaso de los aspectos más importantes trabajados. (Actividad “Recuerda”)

¿Quiénes nos acompañarán en estos encuentros?

Con base en la exploración que hicimos en los 15 colegios y escuelas, defi -nimos 4 tipos de familias, diferentes entre sí, muy frecuentes en nuestras co-munidades, que representan diversas maneras de vivir y de criar a los niños. Como las familias de verdad que investigamos, todas tienen difi cultades en la crianza y más aún en la educación de sus pequeños; retomando esas situacio-nes confl ictivas hemos construido pequeños videos. Éstos pueden permitir-nos examinar en todo detalle esos pequeños confl ictos de la cotidianidad que tanto nos molestan o preocupan. Luego de verlos discutiremos, entre todos, las diversas maneras como cada miembro del hogar enfrenta y da solución a las situaciones difíciles que se presentan con sus niños.

Se trata de las familias Carabalí, Gil, Tróchez y Méndez, que enseguida pre-sentaremos.

También estará con nosotros el profesor Caléndula. Él es el coordinador del colegio Nuevos Amaneceres al que asisten los niños de estas familias, pues todas viven en los alrededores, quien conoce a estas 4 familias desde hace ya varios años. El “”profe Caléndula - como todos lo llaman afectuosamente, es alguien preocupado por el bienestar de los demás, por mejorar las condiciones educativas en su colegio, y por crear en torno al colegio una comunidad de padres que apoyen seria y comprometidamente la educación de sus hijos. Por esta razón ha creado un programa en la radio comunitaria, en el cual comenta - desde su experiencia como educador -, las difi cultades que observa a diario en el barrio, con niños y jóvenes que no tuvieron a tiempo adultos que los enseñaran a conducir su vida; pero también presenta situaciones familiares que nos muestran los buenos resultados de dar buen ejemplo a los niños, de saberlos corregir, de estimularlos a aprender.

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Familias Educamos Juntos

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Familia Carabalí

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Mi nombre es Luz Enith. Tengo 32 años de edad y soy de la Costa Pacífi ca. Cuando tenía 23 años conocí a Orlando, mi esposo; para ese entonces Orlando estaba terminando sus estudios técnicos en electricidad y yo, como ya me había graduado del colegio, estaba ayu-dando en el negocio de mis padres. Después de un año de noviazgo quedé embarazada, lo que coincidió con la oferta de trabajo que le hicieron a Orlando para venir a trabajar a una empresa del Estado en Cali. Así que Orlando y yo emprendimos camino hacia Cali, con mi pancita, mejor dicho ¡nuestra pancita! que ya era el comienzo de la familia que íbamos a construir.

Llegamos a Cali a una casa que alquilamos, pero a medida que Orlando se estabilizó en su trabajo pu-dimos comprarla por medio de un crédito (aún esta-mos pagando el crédito, pero la casita es nuestra). Yo también empecé a trabajar vendiendo productos por catálogo; al principio no me iba muy bien, pues aún no tenía muchas amistades en Cali, pero ahora me va bien, las esposas de los compañeros de trabajo de mi esposo y mis vecinas son mis mejores clientas.

Mis hijos son adorables, Andrés es el mayorcito tiene 8 años y Diana Marcela 7 años; ambos, hacen deporte después de las clases escolares. Andrés está en la escuela de fútbol y Diana en patinaje. Me gusta apoyar a mis hijos para que se ocupen en actividades sanas; los llevo a entrenar tres veces en la semana, estoy pendiente de las tareas que les dejan en la es-cuela, aunque a veces le pido a Orlando que ayude a los niños en las tareas de matemáticas, pues él sabe mucho más de matemáticas y yo de español. Aunque permanezco muy ocupada, trato de sacar tiempo para averiguar por internet lo que dicen los especialistas acerca de cómo criar a los hijos.

Luz Enith

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Mi nombre es Andrés Felipe, tengo 8 años y estoy en tercero de primaria. Del colegio me encanta la clase de música; ya me he aprendido tres canciones en la fl auta, ahora me estoy aprendiendo mi cuarta canción, pues quiero dedicársela a mi mamá para su cumpleaños.

Mi mamá me lleva a entrenar futbol tres veces en la semana, no me va mal jugando, pero prefi ero ir al esta-dio a ver, en vez de jugar, me gustaría más tomar otras clases de música, pero a veces pienso que a mis papás no les gusta mucho que toque la fl auta. Yo quisiera ser músico y tener mi propia banda. En el colegio me va muy bien; el año pasado me gané la medalla de excelen-cia, este año he tenido algunas notas bajitas. Hay unos niños de otro salón que son más grandes que me moles-tan mucho en el recreo y cuando salimos, pero a mí no me gusta decirle nada a mis papás porque no quiero que ellos se preocupen, o peor, que me digan en el colegio que soy un pone quejas.

Yo soy Diana Marcela, tengo 7 años y estoy en segundo de pri-maria, ya sé leer, escribir y estoy aprendiendo a multiplicar. En el colegio me va súper bien, no he perdido ninguna materia; mi mamá me lleva a entrenar patinaje tres veces a la semana, a mí me gusta patinar pero lo que yo más quisiera es entrar a la escuela de fútbol, como mi hermano; en la escuela y por la casa siempre juego como delantera, meto unos goles espectaculares. Pero mi mamá odia que yo esté jugando futbol, me dice que eso no es de niñas, ah! Pero yo no le paro bolas. Mi papá no me dice nada porque yo juegue futbol; a él le gusta llevarnos al estadio y que sepamos harto de su equipo favorito. Yo los quiero mucho, mucho a los dos.

Andrés Felipe

Diana Marcela

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Hola, mi nombre es Orlando, tengo 35 años. Tengo dos hijos y una esposa a a la que quiero mucho. Si bien tengo que trabajar bastante para ofrecerle a mi familia lo que necesita, trato de acomodar mi tiempo para compartir con ellos; cada quince días, cuando hay torneo, llevo a mis hijos al estadio para ver los partidos de mi equipo favorito; a todos nos encanta el fútbol. Luz Enith –mi esposa- es una mujer muy comprensiva con los niños, a ella le gusta estar informada de cómo criarlos, a veces quiere que yo lea libros y revistas donde explican cómo criar a los niños. Aunque me parece importante lo que ella hace, a mí me da mucha pereza estar leyendo eso; yo creo que los niños después de que uno sea correcto y esté atento a corregirlos cuando sea necesario, es sufi -ciente para que más adelante sean unas personas de bien.

A mí me encanta el fútbol y escuchar salsa de la buena. Una vez al mes, o cada dos meses, entre mi esposa y yo hacemos una reunión en mi casa con nuestros amigos, escuchamos música, nos tomamos unas cervecitas y hacemos un asadito. Luz Enith a veces es muy celosa, pero ella sabe que es mi negrota bella. A veces se aburre porque no salimos a bailar, dice que yo sólo quiero es-cuchar música, y puede que sea verdad, pero yo pienso en los niños, ¿con quién vamos a dejarlos si nos vamos a bailar? Es que es muy diferente cuando tienes a tus papás o a tus hermanos cerca y te ayudan con tus hijos de vez en cuando; aquí en Cali sólo nos tenemos a nosotros mismos, así que debemos saber cómo nos divertimos y a la vez estamos pendientes de los niños.

Orlando

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Familia Tróchez

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Hola, mi nombre es Flor, tengo 27 años. Tengo tres hijos, mi hijo mayor James tiene 11 años, Yamileth 8 y Jackson 4 añitos. Quedé embarazada muy joven, cuando todavía estaba en el colegio, a mis 16 años.

Conocí al papá de James por el barrio, él era 4 años mayor que yo. A los 8 meses de estar de novios quedé embarazada y yo toda asusta-da de que se enterara mi mamá; le conté primero a él; me dijo que me iba a apoyar, ¡pero qué va! después de una semana se fue del barrio y nunca más lo volví a ver. Mi mamá al principio se decepcionó mucho de mí, pero después me apoyó y me ayudó con el niño mientras yo terminaba mi grado once. Cuando terminé el bachillerato, empecé a trabajar en un almacén en el centro de la ciudad, yo siempre he sido muy trabajadora, yo no le tengo pereza al trabajo. En ese trabajo conocí a Alfredo Quiroga, él también trabajaba en uno de los alma-cenes del centro, empezamos a salir y después de un tiempo decidi-mos irnos a vivir juntos; él no quería que nos fuéramos a vivir juntos con el niño, así que mi mamá se quedó con James y yo le daba una mensualidad a ella pa’ que me tuviera el niño. Después de un año de estar viviendo juntos quedé embarazada de Yamileth; al principio no cabíamos de la felicidad, pues íbamos a tener una hija juntos, pero después, cuando la niña tenía como dos añitos, la vida con Alfredo se puso muy difícil porque tomaba mucho trago. Yo quería que ahorrá-ramos para comprar así fuera un lotecito para tener algo propio, pero él todo lo que ganaba se lo gastaba en trago, quería no más tenerme de empleada… las cosas se pusieron más difíciles, ya quería hasta pegarme. Así que cogí mis cositas, mi niña y me fui para donde mi mamá. Dejé el trabajo en el almacén, pues no quería saber nada de Alfredo, y empecé a trabajar con el chance por la casa de mi mamá.

Ya cuando Yamileth tenía 4 años y James 7, yo andaba saliendo con Omar, un amigo que vivía por la casa de mi mamá; él era una persona muy calmada y trabajadora y eso me gustaba mucho, yo ya quería alguien estable, formar una verdadera familia. Empezamos de novios y a los meses de estar juntos quedé embarazada de mi Jackson, mi niño hermoso; él se puso feliz cuando le conté la noticia y me dijo que era mejor que nos fuéramos a vivir juntos, ah! Pero esta vez yo si exigí que si íbamos a vivir juntos, tenía que ser con mis hijos. Yo realmente quería que Omar fuera un papá para mis hijos, especialmente para James que es tan rebelde a veces, pero él no se mete con James, ni con Yamileth, sólo está pendiente de Jackson; él me dice que James y Yamileth son mis hijos y que por eso él no se mete a corregirlos, ni a mimarlos, a mí es la que me a tocado la educación de los muchachos, buenos y con la ayuda de mi mamá.

Flor

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Bueno, mi nombre es Omar Tróchez, tengo 36 años, nací en un pequeño pueblo al sur-occi-dente del país. Desde muy pequeño mis papás me han enseñado a trabajar, cuando estaba muchacho tenía muchas ganas de viajar, de co-nocer otros lugares, así que me ofrecí como sol-dado al ejército; quería seguir la carrera militar pero era muy difícil quedar. Entonces me vine a la ciudad grande, a Cali; como ya tenía expe-riencia en armas y cosas así, metí hojas de vida en varios lugares para trabajar como celador y aunque el trabajo no siempre es estable no me hace falta trabajo, siempre aparece alguito.

Ya de tanto trabajar y trabajar, pensé que ya era hora de tener un hijo, “de conocer la pinta”. Yo ya tenía un capital ahorrado para dar la cuota inicial de una casa, de esas que da el go-bierno, pero no había encontrado una buena mujer, seria y trabajadora. Y pues conocí a Flor, que es una mujer bonita y muy trabajadora. Yo estoy muy contento con ella, porque con ella no me falta una buena comida, la casa limpia y pues mi hijo Jackson nació sano y ella lo man-tiene bien cuidadito, como debe ser. A veces me da jartera los otros hijos de Flor, el grandecito más que todo; ese James, a mí me parece muy grosero y altanero; la niña Yamileth, a esa me la paso más pues al menos le ayuda a la mamá a hacer ofi cios y a veces hasta cuida al Jackson. Yo lo que más anhelo es que no me falte el tra-bajo y la salud, y que mi Jackson sea un niño feliz, que no le falte nada, que no pase por nece-sidades como me tocó a mí.

Omar

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Presentación del Programa “Educamos Juntos”

Mi nombre es Jackson, tengo cuatro años y voy a la escuela. Mi mamá y mi papá son lindos conmigo, me dan muchos dulces. Ya-mileth es una tonta, a veces no quiere jugar conmigo y no me presta sus cuadernos.

Me llamo Yamileth Quiroga, tengo 8 años y estoy en segundo de primaria. Me gusta jugar mucho con mis amigas en el colegio, más que todo escondite y lleva; por la casa también tengo un resto de amigos, pero mi mamá casi no me deja salir por la casa porque me toca estar cuidando a Jackson —mi hermanito—; a mí me da mucha rabia que me pongan a cuidar a Jackson, él es muy grosero y cochino, a veces hasta me escupe; mi mamá mantiene consintién-dolo, no le dice nada, todos los regalos son para él. A veces yo creo que mi mamá no me quiere, o que lo quiere más a él. Me gustaría irme de la casa pa’ donde mi abuelita, ella sí es más cariñosa y me trata bien.

Jackson

Yamileth

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Presentación del Programa “Educamos Juntos”

Yo soy James, tengo 11 años y estoy en quinto de primaria, vivo con mi hermana, mi mamá, Omar —su novio— y Jac-kson el hijo de ellos dos.

En el colegio me va más o menos, pero es porque los profe-sores me la tienen montada, cualquier cosa que pasa en el colegio me meten a mí. Me gusta jugar mucho fútbol con mis amigos de la cuadra, mi mamá mantiene regañándo-me que haga las tareas, que vea no salga con esos amigos, que primero haga las tareas; pero yo no le paro bolas, para qué, si le hago caso y me quedo en la casa me regaña por todo, que mire que no haga bulla, que bájele al volumen del televisor, que no juegue dentro de la casa que porque Omar está durmiendo porque le tocó turno en la noche, entonces uno ¡no puede hacer nada en la casa!

James

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Familia Méndez

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Mi nombre es Yolanda, tengo 45 años y así usted no lo crea ya soy una abuelita. Eso sí me gusta bailar y hacer deporte, yo creo que la vejez no viene con la edad sino con una actitud negativa, me gusta ir a bailar, ponerme mis trajes elegantes e ir con mis amigos a las viejotecas.

Tengo dos hijas ya grandes, muy inteligentes y trabajado-ras: Beatriz de 25 años y María Teresa de 23, ambas están trabajando en Estados Unidos. María Teresa cuando estaba en Colombia se enamoró de Camilo uno de los profesores del colegio donde estaba estudiando; quedó embarazada y de esa unión nació mi nietecita Mariana. La relación empezó bien; al nacer Mariana, Camilo se vino a vivir con nosotros a mi casa, pero la situación económica se puso difícil. María Teresa aún estaba muy joven para ponerse en los ofi cios de madre y mujer casada, mejor dicho tenía otras ambiciones, así que la relación con Camilo empezó a ponerse difícil, hasta que decidieron por lo sano separarse. María Teresa arrancó con Beatriz a probar suerte en los Estado Unidos, y hasta el momento les ha ido muy bien.

Yo me estoy haciendo cargo de Mariana, y Camilo —aunque ya no es la pareja de María Teresa—, sigue vivien-do en mi casa y está muy pendiente de la niña; me colabora mucho con la crianza de ella.

Sin embargo, la vida me ha cambiado mucho; antes de que naciera Mariana yo era más libre, salía sin preocupa-ciones, y así no esté enferma de nada las fuerzas no son las mismas que tenía cuando críe a mis hijas.María Teresa dice que pronto se llevará a la niña, a veces pienso que es lo mejor, pero después me siento triste pues sé que me va a hacer mucha falta mi Marianita.

Yolanda

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Me llamo Mariana, tengo cinco años y ya casi voy a pasar a primero de primaria. Me gusta ir a la escuela porque allá tengo muchos amiguitos, aunque a veces me da rabia que mi profesora no me deje llevar los juguetes que mi mamá me ha mandado de Estados Unidos.

Yo me quiero ir a vivir con mi mamá porque allá donde vive es más bonito, yo he visto por las fotos edifi cios gigantes con muchas luces, pero yo quiero irme con mi abuela y mi papá, porque yo los quiero mucho a ellos.

Mi nombre es María Teresa, tengo 23 años de edad. Tengo una hija adorable de cinco añitos, ella en este momento no vive conmigo, está con el papá y mi mamá en Colombia, yo me encuentro en Estados Unidos hace como tres años.

Estados Unidos es un país de buenas y malas cosas, como todo lugar diría yo, el trabajo es muy fuerte pero defi nitiva-mente se gana mucho mejor que en Colombia. A veces me hace falta mi hijita y mi mamá, mis amigos de Colombia y como la calidez de las personas de Cali; pero después pienso que desde aquí le puedo ofrecer un mejor futuro a mi hija. Desde ahora estoy empezando a tramitar todo el papeleo necesario para traerme a Mariana; no quiero que esté más separada de mí, qué tal que se olvide de mí, de sólo ima-ginármelo me pongo muy triste. Por eso trato de llamarla todos los días, enviarle fotos donde salgo en los lugares que he conocido.

Eso sí, cuando Mariana cumple años y para los diciembre le compro los mejores regalos, la mejor ropa, los mejores jugue-tes, pues yo quiero que sea una niña pinchada, bien vestida y demás.

Mariana

María Teresa

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Mi nombre es Camilo Méndez, tengo 38 años y soy pro-fesor de sociales en un colegio público de la ciudad.

Tengo una hijita de cinco años, es una chiquilla muy in-teligente y vivaz. Cuando nació la niña, me fui a vivir con ella y la mamá a la casa de mi suegra, pero hace como tres años me separé de la mamá de la niña, me fue muy dura la separación, pero es mejor una separación a que estemos frustrados los dos sosteniendo una relación que no iba para ningún lado. María Teresa, mi exmujer, y yo pensábamos en la niña, era mejor unos papás sepa-rados pero amigos y no unos papás juntos de enemigos.

Mi suegra, perdón, mi exsuegra es una mujer muy com-prensiva y cariñosa con Mariana, aunque a veces no coincidimos en algunas cosas; por ejemplo, la niña aún está muy pequeña para ponerse a ver tanta televisión en las noches. Además me parece que la televisión nacional de sólo realitys y telenovelas no es buena para la educa-ción de Mariana; así que María Teresa y yo hemos deci-dido que la niña se acueste temprano, tipo 8 o máximo 9 de la noche, pero doña Yolanda es amante de esos pro-gramas y dura viéndolos como hasta las 10 de la noche, y a Marianita le encanta acompañarla. Esta ha sido una situación de confl icto, pues doña Yolanda siempre des-autoriza lo que ya he acordado con María Teresa.

Cuando no llego muy cansado de trabajar le leo a Ma-riana un cuento en las noches antes de dormir; a veces me preocupa que Mariana empiece a olvidar a su mamá, así que le leo algunas poesías o cartas que escribió María Teresa en la época en que éramos novios. María Teresa llama casi a diario, y cuando ella y yo estamos con algún tiempo libre nos conectamos vía Skype para que vea a la niña y Marinita también la vea y la salude.

Camilo

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Familia Gil

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Mi nombre es Gloria Gil. Tengo 53 años y una fa-milia grandotota. Tengo dos hijos, Viviana de 35 años y Wilson de 27; tres nietos, dos de ellos hijos de Wilson: Wilson Andrés de 6 años y Leydi Viviana de 4 añitos; Viviana sólo tiene una niña, Daniela que es la nieta más juiciosa e inteligente.

Yo nací en un pueblo cerquita a Cali, pero cuando estaba muy pequeñita me vine con mis papás y hermanos a vivir a Cali, en ese entonces la casa en donde vivo ni existía, sólo era matorral y matorral y mis papás y otra gente del pueblo co-gieron esos terrenos y empezaron a construir; antes no teníamos ni agua, ni energía, el agua la sacá-bamos de un aljibe que encontró la gente; y la luz era a punta de vela. Despuecito esto se convirtió en un barrio ofi cialmente y ahí si tuvimos servicios de acueducto y energía. Mi papá se murió estando todavía muy joven; y a mi mamá fue la que le tocó sacarnos adelante. Cuando mi hija Viviana estaba como de unos 5 años se murió mi mamá y mis dos hermanos se fueron de la ciudad a probar suerte, así que yo quedé solita en la casa con mi hija.

El papá de la niña al principio me ayudaba eco-nómicamente pero después se perdió y no volví a saber nada de él. La gente del barrio es muy solida-ria y algunos vecinos son todavía los que se toma-ron estos terrenos con mis papás, entonces cuando me iba a trabajar –yo he trabajado de todo, lim-piando casas, cuidando viejitos, hasta haciendo ropa- dejaba a Viviana con alguna vecina. Después, volví a quedar embarazada, del varoncito: Wilson, y como ya Viviana estaba más grandecita, yo me iba a trabajar y la niña se encargaba de cuidarlo y de hacer la comida y todo. Es que Viviana desde siempre aprendió a trabajar y ante todo a ser muy responsable, por eso yo creo que mi nieta Daniela

Gloria

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nació así, como la mamá: responsable y juiciosa.

Ahora mis muchachos ya están grandes y ellos son los que trabajan, yo ya trabajé mucho. Pero eso sí, a mí tampoco me gusta ser una mantenida: los fi nes de semana saco una venta de fritanga al frente de la casa y me hago unos pesitos.

Viviana quedó embarazada cuando tenía como 27 años y el papá de la niña salió irres-ponsable, así como me pasó a mí; pero mi muchacha es echada pa’ delante como yo, y ha podido sacar adelante a su hija con mucho esfuerzo, y ahí está. Wilson, también es muy tra-bajador y me consiente mucho, salió salsero como yo. Él trabaja como constructor y estaba estudiando para aprender a hacer trabajos de obra blanca, sino que conoció a esa muchacha Milena, la que es la mamá de Wilson y Leydi, y ahí quedaron los estudios. A mí esa mucha-cha Milena no me gusta para nada, mantiene yendo al culto de la iglesia esa, y por mantener allá no cuida bien a esos muchachos y me toca a mí criarlos, mandarlos a hacer las tareas, porque ni siquiera está pendiente si comieron o no; pero es la mujer de mi hijo y pues ya me toca aguantármela.

Como la casita es propia, mis hijos no tienen que estar gastando plata en arriendo; yo no soy capaz de cobrarles, pero eso sí ellos se deben hacer cargo de los gastos de la casa. Yo le digo a mis muchachos que nos pongamos a ahorrar todos juntos, así sea que yo aporte poco con lo de la fritanga, pero que podamos construir una segunda planta para que viva Wilson con su familia, y que los niños puedan tener cada uno su cuarto; y bueno, que podamos estar más cómodos.

¿Qué les puedo contar de mis nietos? Daniela es la mayorcita, tiene 8 años y es de las mejores del salón. Está en tercero de primaria, y así como antes Viviana me ayudaba con Wilson, Daniela me ayuda mucho con sus primos: Wilson y Leydi. Ellos sí son más compli-cados. A Wilson Andrés no le va muy bien en el colegio, pero a mí me parece un niño muy avispado; me hace los mandados y se conoce a toda la gente del barrio. Leydi sí es muy malcriada; casi no hace caso, pero yo de vez en cuando le doy su chancletazo para que deje de joder tanto. Eso sí yo mantengo pendiente de la comida de los niños, que estén bien al-morzados y como usted podrá notar, están bien robustos, nada desnutridos.

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Mi nombre es Daniela, tengo 8 años de edad, estoy en tercero de primaria. Me gusta mucho el colegio, allá aprendo muchas cosas y tengo muchas amigas. El año pasado quedé de segunda en el cole-gio por mis buenas notas; este año quiero ser la primera.

A mí me gusta más estar en el colegio que en la casa; es que en la casa mi abuelita sólo me pone a hacer ofi cio y a cuidar a mis primi-tos; yo hago rapidito el ofi cio para ponerme a hacer las tareas. Mi mamá es muy linda, cuando me va muy bien en el colegio me lleva a pasear a piscina o me lleva al cine, y hasta les gasta a mis primi-tos. Yo también quiero a mis primos, sino que Leydi a veces es muy grosera con mi abuela. Ah! Y mi primo Wilson, nooo ese mantiene es en la calle jugando; ese no hace ni las tareas.

Daniela

VivianaMi nombre es Viviana Gil, tengo 35 años y una hija que adoro, Daniela de 8 años. Trabajo en una empresa de limpieza. Entro a trabajar a las ocho de la mañana y salgo a las seis y media de la tarde, pero como el transporte es tan lento en la cuidad, voy llegan-do casi a las ocho de la noche a la casa. Lo bueno del trabajo es que tengo servicio de salud, y pude incluir a mi hija y a mi mamá en él. A veces me hago algunas horas extras para tener algo más de platica, pero ahí si voy llegando más tarde a la casa, y eso me aburre pues me gusta estar pendiente de la niña, si sí hizo las tareas y cómo le fue en el día. Así yo esté muy cansada me gusta revisarle los cuadernos y cuando tengo libre en la semana me pongo con ella a repasar los temas que han visto durante la semana en el colegio.

Mantengo muy feliz de lo que me dicen las profesoras de cómo le está yendo a la niña en el colegio; cuando recibo el boletín de notas, en casi todo son excelentes. Yo sólo quiero que mi niña sea una pro-fesional, una mujer muy preparada, que no le vaya a tocar como a mí de estar limpiando, sino que tenga un buen empleo y tenga una familia. Yo no quiero casarme, ni tener novio, ni nada de eso, con tantos casos feos que uno escucha de padrastros que violan a sus hijastras, no no, yo de sólo pensarlo se me eriza la piel.

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Mi nombre es Leydi y tengo 4 años. Estoy en el mismo colegio de mi hermano y mi prima Daniela; estoy en transición. En las tardes me quedo en casa con mi abuela, mi hermano y mi prima, pero mi abueli-ta siempre nos pone a hacer ofi cio a Daniela y a mí y a Wilson siempre lo dejan salir.

A mí me gusta salir a la calle y jugar con los niños de la cuadra, o cuando mi hermano me lleva al parque, pero a mi abuelita no le gusta, no nos deja salir, que porque la niñas se quedan en casa.

Hola, mi nombre es Wilson Andrés, tengo 6 años de edad y estoy en primero de primaria. Del colegio me gusta mucho el recreo, porque puedo jugar con mis amigos; ah! y las clases de educación física porque el profesor nos enseña super bien a jugar futbol. Vivo con mi abuelita, mi tía Viviana, mi hermana Leydi, mi prima Daniela, mi papá y mi mamá; una familia grandota.

Mi abuela me quiere mucho, me deja jugar con mis amigos de la cuadra y le gusta que yo le haga los mandados porque los hago rápido y le traigo bien las devueltas.

A mi mamá la veo ya muy tarde, pues ella después de traba-jar se va para la iglesia; mi papá de vez en cuando juega futbol conmigo, pero es que el llega muy cansado de trabajar. Mi tía, es muy chévere, cuando a Daniela mi prima le va bien en el colegio (que es casi siempre) nos lleva a piscina, ella siempre me dice que sea juicioso y haga las tareas, pero a mi me da pereza o a veces no entiendo, y mejor me voy a jugar con mis amigos al parque.

Leydi Viviana

Wilson Andrés

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Mi nombre es Milena Burbano, tengo 24 años. Yo soy del sur del país, me vine para Cali porque en mi pueblo había mucha violencia; me vine no más con mi mamá y un her-manito. Mi papá y mis otros hermanos se quedaron en el pueblo. Aquí conocí a Wilson, mi esposo, y pues el siempre fue bueno conmigo y me ayudó a conseguir un trabajo en el supermercado que queda cerquita al barrio; y ahí sigo todavía. Empezamos a salir y a los meses quedé embara-zada; de allí nació Wilson Andrés que ahora tiene 6 años. Cuando quedé embarazada Wilson me dijo que mejor me fuera a vivir con él en la casa de la mamá, pues ella me podía cuidar y pues que allá no me iba a faltar nada.

Doña Gloria –mi suegra- ella es muy servicial, pero ella a veces es muy odiosa conmigo, mantiene criticándome que porque voy al culto de mi religión, pero yo digo: Si uno no está con Dios, pues está con el demonio; y eso sí que no! Por eso trato de ir todos los días al culto; es que después del embarazo de Leydi, mi hija menor, donde casi me muero dando a luz, ahí sí me di cuenta que existe diosito. Yo siempre invito a Wilson y a doña Gloria para que vayamos juntos al culto, pero ellos siempre me dicen que allá sólo me están sacando la plata. Y pues yo sí doy el diezmo, pero eso es el aporte que uno debe darle a los pastores para que ellos sigan dando la palabra de Dios.

Después de estar viviendo en la casa de Wilson, y ya cuando Wilson Andrés estaba como de añito y medio, quedé nuevamente embarazada y nació Leydi; y pues muy feliz de tener la parejita niño y niña. Leydi tiene 4 años, ella a veces es muy caprichosa, pero eso debe ser porque la abuela la mima mucho. A doña Gloria le gusta que Leydi se vea las novelas de la noche con ella, cuando yo siempre le he dicho a Leydi que se acueste temprano.

Milena

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Doña Gloria ha estado convenciendo a Wilson para que ahorremos todos juntos y cons-truyamos una segunda planta para que vivamos él, los niños y yo; pero a mí no me gustaría, yo quiero una casa aparte, sin mi suegra. Yo creo que si podemos vivir aparte Wilson deja-ría de ser tan parecido a su mamá, sólo oyendo música a todo volumen y tomando cervezas cuando está en sus días libres y me acompañaría al culto, mejor dicho, cambiaría.

Hola, mi nombre es Wilson, tengo dos hijos ya grande-citos, Wilson Andrés es el mayor, tiene 6 años y Leydi mi hija menor tiene 4 años. A ambos los quiero mucho, me gusta celebrarles los cumpleaños, asi sea con una fi estica sencilla (cuando no estoy bien de plata).

Yo trabajo como obrero de construcción, es un tra-bajo muy pesado, a veces me aburre mucho, pues se gana muy poco y termina uno molido de tanto traba-jar. Desde niño mi mamá me enseñó a ser alguien res-ponsable, por eso mi esposa Milena no tiene ninguna queja de mí, pues para mí es sagrada la plata de la comida y del estudio de los niños; mi mamá y Milena son las que están pendientes de la comida y cosas de aseo de los niños, de las cosas que hacen las mujeres pues, yo me dedico es a traer la plata, aunque para qué Milena también colabora mucho, ella también trabaja.

Wilson

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Guía de la actividad cero

Empecemos a conocernos

Ahora que ya conocemos a las familias Gil, Méndez, Tróchez y Carabalí, ha llega-do el momento de saber un poco acerca de nosotros, de los padres, madres, abuelos, tíos, acudientes, profesores y psicólogos que estamos reunidos hoy aquí.

Organice al grupo en una mesa redonda y cuénteles una historia personal alusi-va a cambios en la manera de criar y educar con el fi n de posibilitar que los padres se identifi quen y puedan a su vez tomar la palabra para hablar de episodios de su vida y crianza comparada con la de sus hijos, de la que nunca han hablado en el contexto escolar. Haga sentir a los padres la importancia de rememorar, refl exio-nar y comparar las situaciones y abrir “la compuerta” para las historias familiares, desde el primer día; evitando el tono de queja y acusación.

Pida a los padres que se presenten diciendo su nombre y haciendo una pequeña introducción sobre sus hijos y sus padres [los abuelos de los niños]:

• ¿Cómo se llaman sus hijos?• ¿Qué edad tienen?• ¿Cómo se llaman sus padres?• ¿De dónde provienen?• ¿Se criaron en el campo o la ciudad?• ¿A qué se dedicaban en la niñez?• ¿Qué saben de la vida de los abuelos cuando eran niños?• ¿Cómo los criaron y educaron?• ¿Qué se esperaba de ellos y cómo se los formaba para lograrlo?

Termine la actividad con una refl exión acerca de lo que se esperaba de los niños de las edades de sus hijos ANTES y AHORA. Utilice las ideas que se presentan a continuación, como base de su refl exión:

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Todas las costumbres y maneras de criar y educar que existían antes no eran malas, ni todas las de ahora son buenas. Ejemplo: antes los niños aprendían los ofi -cios del campo al lado de sus padres, con tareas de difi cultad progresiva, que tenían sentido y valor para ellos; aprovechaban la escasa escolaridad. Ahora, se quiere hacer feliz al niño y esta meta entra en contradicción con la función de educadores: nadie puede ser siempre feliz, pues la vida en sociedad implica poner límites al propio dis-frute, a la agresividad.

Haga énfasis en el cambio generacional, dejando como fi nal abierto algunas pre-guntas sobre los cambios generacionales.

• ¿Ha cambiado la forma de ser padres?• ¿Qué tan parecidos o diferentes somos a nuestros padres?

¿Cómo hacemos para sacar el mayor provecho del Programa?

Pida a los participantes sugerir qué se necesita para que el grupo funcione como un lugar de encuentro donde todos sientan la confi anza de hablar y pensar, con el apoyo de los demás, en nuevas maneras de manejar las relaciones de crianza y edu-cación. Con base en esto irán surgiendo ideas de los acuerdos básicos que todos se comprometen a guardar.

Registre las intervenciones de los padres en el tablero, a continuación evalúe, junto con el grupo, cada uno de los puntos del acuerdo al que se comprometen. Luego explore las posibilidades reales de que los padres cumplan esos compromisos mínimos.

El propósito de esta actividad es guiar la discusión de tal forma que logre acor-darse lo necesario para trabajar el programa: puntualidad, disposición, interés, res-peto por los demás participantes y lo que dicen, escucha y participación. Además de establecer como un valor necesario el respeto por los otros, que el espacio de encuentro es un espacio de diálogo y no es un espacio para juzgar a otros padres sobre su forma de criar a los hijos.

Deje claro a los participantes que es necesaria su participación activa y la discu-sión de los temas propuestos. Resalte la importancia del respeto y la confi denciali-dad respecto de lo que se comparte en el grupo. Explique la importancia de poner en palabras las preocupaciones, o las difi cultades que no se sabe cómo enfrentar y anímelos para empezar a trabajar sobre los distintos aspectos de la educación de sus hijos, siempre teniendo como referencia su propia crianza, y los cambios en la manera de ser padre, madre y profesor.

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PRESENTACIÓN

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Presentación del Programa “Educamos Juntos”

Una vez realizados los acuerdos de convivencia, haga un receso con el grupo y proceda según indica la guía de aplicación de la sesión 1.

Materiales

• Presentación con los objetivos, contenidos e imágenes de las familias del Pro-grama “Educamos Juntos”

• Computador• Video beam• Tablero• Marcadores

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