María Teresa Yurén La filosofía de A Sánchez Vázquez.doc

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Mara Teresa Yurn La filosofa de A Snchez Vzquez: una veta para la educacin valoral[1]

Mara Teresa Yurn La filosofa de A Snchez Vzquez: una veta para la educacin valoral[1]PresentacinLa amplia produccin del filsofo A. Snchez Vzquez constituye, en su conjunto, un slido sustento para filosofar desde una perspectiva que este autor llama filosofa de la praxis. Si esa aportacin ha sido aquilatada en varias ocasiones como lo muestran los mltiples reconocimientos que este autor ha recibido- hay otra veta que tambin resulta de enorme valor. Me refiero a un conjunto de herramientas conceptuales que o bien pueden utilizarse como instrumentos analticos o bien pueden emplearse con un sentido praxeolgico, es decir como teora que puede orientar una praxis y elevar la racionalidad de sta. Es de esta manera que me he servido de la prolfica obra de Snchez Vzquez para organizar un metamodelo de educacin valoral cuyos rasgos centrales presento en este trabajo.El documento se estructura en cuatro apartados. En el primero, expongo las ventajas que tiene para la educacin valoral la posicin dialctica en torno al valor; en el segundo, argumento la necesidad de atender en la educacin valoral la indisoluble relacin entre moral y poltica; en la tercera aludo a las orientaciones que se desprenden de la obra de este autor por lo que se refiere a la formacin de un talante democrtico; finalmente, en el cuarto captulo me refiero al tipo de praxis educativa que se requiere para favorecer la educacin valoral.

Valores y moral en la perspectiva dialcticaFrente al subjetivismo y el objetivismo axiolgicos, la perspectiva dialctica que sostiene Snchez Vzquez tiene un enorme potencial formativo. Por una parte, porque nos previene de centrar el proceso educativo en las preferencias y actitudes de los sujetos sin tomar en cuenta suficientemente las repercusiones sociales de stas. Este olvido ha llevado en no pocos casos a aberraciones en la historia como cuando un pueblo ha cultivado la preferencia de la pureza racial por encima de los derechos de otros pueblos. Por otra parte, nos previene tambin de la tentacin metafsica de pensar que los valores estn inscritos ya en el ser de las cosas y que son necesarios, inmutables y universales. Esta idea nos coloca en la situacin de clasificar a las personas en dos posiciones: la de quienes conocen los valores y son dueos de la sabidura moral y la de quienes no conocen los valores y se mantienen en una especie de maldad no culpable que hay que tolerar (en el sentido de soportar), pero slo durante el tiempo razonable para sacar del error a las almas perdidas.El enfoque dialctico de este autor nos coloca en una posicin que favorece el pluralismo y la democracia porque considera que el valor surge de la unidad indisoluble del sujeto y el objeto. Esa relacin no es ahistrica, por el contrario siempre es concreta, singular; se da en un tiempo y en un espacio determinados. Refirindose al campo del arte, Snchez Vzquez (1992b) alude la situacin esttica en la que se realiza esa unidad sujeto-objeto (p. 105). Con base en esta idea y considerando al valor en general, he denominado situacin axiolgica a aquella en la que se da la relacin y mutua dependencia entre el elemento subjetivo del valor la preferencia- y el elemento objetivo una cualidad o propiedad objetiva. El valor est sustentado en ciertas propiedades reales que no son valiosas por s mismas, pero que llegan a ser valiosas cuando un sujeto las pone en relacin consigo mismo, con sus intereses y necesidades. En palabras de Snchez Vzquez (1979) el valor no lo poseen los objetos de por s, sino que stos lo adquieren gracias a su relacin con el hombre como ser social. Pero los objetos, a su vez, slo pueden ser valiosos cuando estn dotados efectivamente de ciertas propiedades objetivas (p. 118).Una consecuencia que de aqu se deriva es que el valor existe idealmente en la situacin axiolgica, pero slo puede existir realmente cuando media la praxis. Es el ser humano dice Snchez Vzquez (1979)- como ser histrico social y con su actividad prctica el que crea los valores y los bienes en que se encarnan, al margen de los cuales slo existen como proyectos u objetos ideales (p. 123).Entre valores y moral hay tambin una estrecha relacin pues la preferencia y la realizacin del valor forman parte de la estructura del acto moral. En efecto, segn este autor, los elementos que dan estructura al acto moral son: a) el motivo (aquello que impulsa a actuar o perseguir un fin); b) la conciencia del fin que se persigue (anticipacin ideal del resultado por alcanzar); c) la eleccin de un fin entre otros (lo cual implica ponderar los valores de los distintos fines y determinar que uno de ellos es preferible a los dems, es decir, es ms valioso que los otros); d) la decisin de realizarlo (la voluntad de hacer efectivo el acto, asumiendo las consecuencias que tendra el realizarlo), y d) la realizacin del acto moral (el empleo de los medios adecuados para hacer el resultado efectivo, con sus respectivas consecuencias) (S.V.[3], 1979, 66-68).La moral es algo ms que preferencias y realizacin de valores. En la perspectiva de Snchez Vzquez (1979), la moral surge cuando el ser humano forma parte de una colectividad (p. 33). Consiste en un conjunto de normas y reglas de accin destinadas a regular las relaciones de los individuos en una comunidad social dada (p. 35) e implica no slo el conjunto de principios, valores y prescripciones que se aceptan como vlidos (dimensin normativa), sino tambin los actos concretos que se realizan conforme a esas normas, principios y valores (dimensin fctica) (p. 57). Adems de estas dimensiones que seala expresamente este autor, podemos inferir otra que hace referencia a la aceptacin libre y consciente de esas normas (p. 55) y que podemos llamar dimensin personal.De esas distinciones se derivan algunos aspectos que es indispensable atender en la educacin valoral, cuando se trabaja desde una perspectiva dialctica. Por una parte, hay que considerar el conjunto de prescripciones y valores o ideas de la vida buena (sintetizadas en el trmino eticidad) que por la va de la socializacin y la enculturacin se traspasan de una generacin a otra (Yurn, 1995); por otra, hay que atender a los procedimientos en virtud de los cuales un sujeto pondera valores y construye principios conforme a los cuales juzga normas y se adhiere o no a ellas. Adems, es indispensable estimular el desarrollo de la capacidad prctica del sujeto para realizar los valores que ha considerado preferibles y para actuar conforme a las normas y principios a los que se ha adherido. En suma, una educacin valoral de corte dialctico debe atender a la eticidad que se internaliza y a los procedimientos de juicio moral,[4]pero sobre todo, a la capacidad prxica del agente moral. Esto ltimo es especialmente importante en un momento como el actual en el que, como dice Bauman (2002), los sujetos han perdido capacidad de agencia por efecto de la lgica instrumental que se impone en todos los rdenes de la vida.

De la actuacin moral a la actuacin polticaLa obra de Snchez Vzquez permite tambin superar una posicin que no por frecuente en el mbito de la educacin valoral deja de contradecir la funcin de esta forma de educacin. Me refiero al hecho de ignorar que en sociedades en las que se ejercen diversas formas de dominacin, explotacin y exclusin, las cuestiones morales son tambin cuestiones polticas en la medida en la que las normas, los principios y valores prevalecientes suelen justificar la dominacin o el ejercicio del poder de unos sujetos sobre otros. Este velo que suele desplegarse para ocultar la dominacin hace inaceptable lo que, en cambio, resulta deseable desde una perspectiva dialctica: que la actuacin moral se traduzca en actuacin poltica para reivindicar derechos individuales y sociales.Este filsofo llama la atencin sobre ese ocultamiento ideolgico de la dominacin y sobre la necesidad de no aceptar sin ms las normas morales. Esto conduce necesariamente al criterio para juzgar dichas normas. Al respecto, no cabe duda de que Snchez Vzquez (1979) valora el principio formal kantiano que exhorta a considerar siempre al ser humano como un fin y no como un medio, hasta el punto de afirmar que un indicador del progreso moral es la conducta de los sujetos que hacen efectivo dicho principio en actos concretos (p. 47). Sin embargo, su perspectiva dialctica le obliga a superar la posicin puramente formalista para buscar un principio material. ste aparece de manera implcita en toda su obra y podemos denominarlo principio de emancipacin. Una posible enunciacin de este principio sera: Tiene validez moral una norma o un principio cuya aplicacin en actos concretos favorezca la emancipacin de los seres humanos, entendida como la superacin de la dominacin de unos sobre otros. Este principio se concreta en las normas que aporta nuestro autor (S.V., 1979) para juzgar la validez de las normas morales. Una norma tendr: 1) justificacin social si corresponde efectivamente a necesidades e intereses sociales; 2) justificacin prctica si existen condiciones reales para su aplicacin; 3) justificacin lgica si la norma demuestra coherencia con las dems normas del cdigo moral del que forma parte; 4) justificacin cientfica si su contenido es compatible con los resultados de los conocimientos cientficos, y 5) justificacin dialctica si aporta elementos susceptibles de enriquecerse e integrarse en una moral universalmente humana (pp. 206-212). En consecuencia, resulta moralmente deficiente una norma que no satisfaga esos criterios en su conjunto, como sucede con las normas que favorecen de alguna manera la dominacin o la explotacin.Segn Snchez Vzquez (1980b) el carcter poltico de una norma radica en la medida en que favorece el ejercicio del poder de ciertas fuerzas sociales, en tanto que su carcter moral reside en la aceptacin consciente y libre de esa norma por parte de los sujetos (p. 18). La poltica est imbricada ntimamente con la moral pues toda poltica supone cierta moral y toda moral una poltica. Tanto una como otra responden a necesidades e intereses sociales: la moral como peculiar regulacin normativa de las relaciones entre los hombres; la poltica como actividad prctica social, como lucha de clases (S.V., 1980b, p. 17). Por eso, desde el punto de vista de un proyecto emancipatorio, contribuir a la transformacin de un mundo en el que persiste la explotacin y la opresin es una opcin poltica y tambin una exigencia moral.As, frente a la posicin que sostiene una poltica sin moral o la que sostiene una moral sin poltica, nuestro autor plantea una interdependencia entre poltica y moral. Por una parte, dice, cuando de lo que se trata es de transformar el mundo (finalidad poltica), la moral est al servicio de la poltica; pero esto slo en cuanto al contenido (sistema normativo dictado por el inters de clase), ms no en cuanto a la forma (como regulacin normativa de las relaciones entre los hombres asumida por ellos consciente, libre y voluntariamente). Si la subordinacin llegara a darse en los dos aspectos, la moral se convertira en sierva de la poltica (p. 18) y sta ltima perdera su ndole emancipatoria.Decir que una actuacin moral tiene un carcter poltico no quiere decir que se convierta necesariamente en una praxis poltica. Esta ltima tiene su especificidad pues consiste en una actividad desarrollada para llevar a cabo la transformacin de la sociedad mediante la conquista del poder poltico. La praxis poltica implica tambin la unidad de factores subjetivos (fuerzas sociales con cierto grado de conciencia y organizacin) y objetivos (nivel de desarrollo histrico social que hace posible la transformacin radical), as como la unidad de pensamiento y accin (S.V., 1980b, p. 17). Cuando se logra esta unidad y la actividad se enmarca en un proyecto de creacin de una sociedad que permita acceder a la verdadera emancipacin del ser humano, la poltica adquiere un carcter revolucionario.El verdadero revolucionario debe ser un sujeto moral y, como tal, tender a la extincin de toda forma de dominacin. Por esta razn no extraa que Snchez Vzquez (1985) retome la tesis marxiana que afirma que el mejor Estado es aqul que prepara las condiciones para su propia extincin y, en congruencia con esto, sostenga que la mejor poltica es la que tiende a su propia negacin. As, la poltica revolucionaria ha de conducir a la extincin del Estado que se erige como aparato de coercin y dominacin y, por tanto, ha de conducir a la desaparicin de la poltica, entendida como lucha por el poder, como relacin entre dirigentes y dirigidos. Desde este punto de vista, la poltica revolucionaria se subordina a la moral porque su funcin es la de contribuir a que se cumpla lo que, en opinin de este autor, es el destino futuro y final de la moral: afirmarse frente al derecho y la poltica (pp. 81-92).Lo anterior significa que para lograr una transformacin radical de la sociedad no es suficiente sustituir un poder con otro poder, una funcin represiva con otra funcin represiva. El proceso es ms complejo y exige que, una vez instaurado un poder revolucionario, ste comience a crear las condiciones de su propia abolicin como dominio. Slo un poder como este, dice Snchez Vzquez (1985), abrir el acceso a eso ms all [del poder como dominacin] que consiste en la autodeterminacin del individuo y la sociedad y, por tanto, a la verdadera realizacin de la libertad (p. 124). En sntesis, la praxis poltica es una actividad que, despus de abolir al poder como dominacin, ha de conquistar el poder propio que es la autodeterminacin.En este aspecto, nuestro autor (S.V., 1989b) asume como vlidas varias tesis marxianas. En primer lugar, la que sostiene, a diferencia de la posicin hegeliana, que el Estado constituye una esfera de enajenacin que se opone a la emancipacin humana y que el poder poltico, estatal, no tiene un carcter universal sino particular, de clase. Asimismo, sostiene la tesis de que lo poltico se funda en lo social; sin embargo reconoce que lo poltico tiene una autonoma relativa dentro del todo social, por lo que, cuando se trata de la conquista del poder, la primaca corresponde a la prctica poltica.En torno al problema de la conquista del poder, Snchez Vzquez (1989b) atribuye a Gramsci el mrito de haber sentado las bases para una estrategia tendente a superar los dilemas sintetizados en la disyuncin reforma o revolucin; el acceso al poder es, entonces, fruto de la obtencin del consenso social, de la lucha poltica y de la reforma intelectual y moral que hay que librar antes de alcanzarlo. Sin embargo, nos previene de que la bsqueda del consenso no debe ignorar la naturaleza del poder poltico entendido como violencia organizada (p. 12); hay que considerar que, independientemente de la forma como se ejerza el poder, existe siempre una relacin intrnseca entre ste y la violencia (pp. 4-11).

Responsabilidad, autodeterminacin y democraciaEl trnsito del poder como dominacin al poder como autodeterminacin implica, en el contexto de la obra de Snchez Vzquez (1985), la dialctica sujeto-objeto, libertad-necesidad, a partir de la cual el autor se opone tanto a posiciones voluntaristas y subjetivistas, como a aquellas que sostienen el curso de una historia sin sujeto (pp. 59-64). Si bien la situacin objetiva engendra los posibles caminos y, en este sentido, condiciona al sujeto, dicha situacin no engendra directamente la decisin a favor de una de las opciones posibles. Lo que determina esa opcin son factores subjetivos; por ello, los agentes histricos no estn exentos de responsabilidad moral y poltica. Esto lo dice Snchez Vzquez (1985) refirindose especialmente a los gobernantes y a los dirigentes polticos (pp. 62-63), sin embargo, puede extenderse a todos los seres humanos que, en tanto agentes histricos, tenemos responsabilidad poltica y moral. En efecto, esta responsabilidad es imputable a todos aquellos que ejercen su libertad en el seno de la sociedad, y esto se da cuando el agente poltico-moral lejos de excluir la necesidad, supone necesariamente su existencia, y acta en el marco de ella (S.V., 1979, 111). La libertad se manifiesta como capacidad de eleccin, decisin y accin; capacidad que constituye, a su vez, el presupuesto de la responsabilidad (S.V., 1985, 11-32). Es atendientdo a la dialctica libertad-necesidad que nuestro autor afirma siguiendo a Marx- que los seres humanos hacen la historia, en condiciones dadas que los hacen a ellos y en las que ellos la hacen (p. 56). Es tambin en este contexto que el autor insiste en el proyecto histrico de emancipacin.Nuestro autor (S.V., 1983) insiste en la responsabilidad que tenemos los seres humanos como agentes histricos de procurar la verdadera democracia que, entendida a la manera marxiana, coincide con la emancipacin humana. Esta democracia es unidad de lo universal y lo particular y est orientada a la libertad de todos, por ello es democracia para la mayora y tambin para las minoras. Esta democracia exige romper los lmites que le impone la sociedad burguesa que slo admite la emancipacin poltica y que mantiene al individuo replegado en s mismo, en su inters privado y en su arbitrariedad privada, y disociado de la comunidad (pp. 32-34). La verdadera democracia constituye un fin en s e implica la subordinacin completa del Estado a la sociedad o, lo que es lo mismo, la prdida del carcter poltico del Estado (p. 36). En consecuencia, tambin implica la desaparicin de la burocracia, ese grupo social, jerrquicamente organizado, que se separa de la sociedad para ejercer el poder efectivo en nombre de la clase dominante y que encarna lo que Marx denomin universalidad ilusoria. La desaparicin de este cuerpo extrao y parasitario dice Snchez Vzquez (1987) siguiendo a Marx- se hace necesario para dar paso a la autogestin social y al control colectivo de decisiones que es, en suma, el ncleo de la democracia (pp. 15-26).Desde este punto de vista, no basta la transformacin de la estructura econmica para superar las enajenaciones. Tampoco basta una democracia formal, representativa, puramente poltica, cuyo espacio se limita a las casillas electorales y se detiene a las puertas de las fbricas, dice Snchez Vzquez (1989a) recordando a Bobbio. El valor de la democracia radica en que la participacin consciente, racional, en la toma de decisiones que afectan a la comunidad, responde a una exigencia de libertad. Por esa razn, existe la necesidad de extender y profundizar la democracia, lo cual implica superar los lmites que le impone el sistema social. En este sentido, la democracia tiene un potencial subversivo (pp. 14-15). No se trata, entonces, de una simple negacin de la democracia formal (poltica o parlamentaria), sino de avanzar sin abandonarla- hacia una democracia real, econmica y social. Tampoco se trata de elegir entre democracia representativa o democracia directa sino de enriquecer la democracia en sus dos vertientes (p. 103). Se trata, en fin, de ampliar los sujetos, los lugares, las formas y los objetos de participacin, todo lo cual supone respeto a los dems, tolerancia, solidaridad y presencia de lo colectivo en la toma de decisiones (pp. 16-19). La formacin del talante democrtico al que aluden los escritos de Snchez Vzquez constituye un reto para la educacin valoral.De la lectura de los diversos trabajos de este autor se desprende que el verdadero socialismo cultiva la verdadera democracia y, recprocamente, la verdadera democracia consiste propiamente en la construccin del verdadero socialismo. Este ltimo, dice Snchez Vzquez (1992a) constituye el terreno apropiado para pasar de los buenos deseos a la encarnacin efectiva de las reivindicaciones de libertad, igualdad, justicia y democracia (p. 67). Por eso, el sujeto plural del cambio a una sociedad verdaderamente democrtica, como la socialista, slo puede serlo si l mismo practica la democracia en sus relaciones externas e internas, si la democracia no se limita a su forma poltica sino que se extiende a toda la vida social. Segn Snchez Vzquez (1989a), la democracia es un rgimen de convivencia y un mtodo para adoptar decisiones colectivas; por eso la extensin y profundizacin de la democracia debe traducirse en un proceso ininterrumpido de participacin cada vez ms rico y diverso. Esto ltimo parece ser la clave de la formacin del talante democrtico pues slo participando en las decisiones colectivas el sujeto se vuelve tolerante, aprende las ventajas de la pluralidad, aprende a respetar a los otros, an cuando existan disensos y tiene la vivencia de la solidaridad.

La praxis educativaUn ltimo aspecto que conviene destacar en relacin con la educacin valoral es la forma que tendra que adquirir la tarea del educador para contribuir a la formacin del realizador de valores y del talante democrtico. Sin duda alguna, dicha tarea involucra una forma de praxis cuando se realiza cabalmente. Segn Snchez Vzquez (1980a), la praxis tiene lugar cuando los actos dirigidos a un objeto para transformarlo se inician con un resultado ideal, o fin, y terminan con un resultado o producto efectivos, reales (p. 246). La verdadera educacin responde, sin duda a esta definicin. Adems, dice nuestro autor, la praxis es expresin de la dialctica sujeto-objeto porquede la misma manera que la actividad terica, subjetiva, de por s no es praxis, tampoco lo es una actividad material del individuo, aunque pueda desembocar en la produccin de un objeto [...pues] falta en ella el momento subjetivo, terico representado por el lado consciente de esa actividad (S.V., 1980a, 297).

La educacin valoral es una praxis en el sentido antes apuntado pues implica la unidad de los momentos subjetivo y objetivo para contribuir a la transformacin de un objeto. En este punto cabe afirmar que es el educando quien se transforma a s mismo mediante su actividad, pero sta es propiciada y favorecida por la praxis educativa. Por ello puede decirse que la praxis educativa es una praxis que desencadena praxis. Es tambin una actividad que contribuye a lo que Snchez Vzquez (1980a) denomina praxis total que no es otra cosa que el proceso de autocreacin del ser humano mismo; proceso que tiene lugar cuando, gracias a su praxis, el ser humano humaniza el mundo y se humaniza a s mismo (p. 260).La praxis educativa est emparentada con la praxis social pero es distinta a ella. Ciertamente, la praxis social es aquella en la que el ser humano es al mismo tiempo sujeto y objeto de ella, es decir, es praxis en la que [el sujeto] acta sobre s mismo [...] Dentro de ella caen los diversos actos encaminados a su transformacin como ser social y, por ello, a cambiar sus relaciones econmicas, polticas y sociales (S.V., 1980a, 259). Como la praxis social, en la praxis educativa el ser humano es al mismo tiempo sujeto y objeto de ella, pero a diferencia de la praxis social, la praxis educativa no busca de manera inmediata modificar las relaciones econmicas, polticas y sociales, sino busca contribuir a la transformacin del ser humano. El educador, adems de actuar con la conciencia de los fines y el conocimiento de los medios para lograrlos, utiliza instrumentos y recursos, y prepara las condiciones objetivas para que el educando tenga experiencias formativas. Al hacerlo, no slo favorece la formacin del educando sino que tambin l mismo se transforma. La educacin no es un proceso en el que lo subjetivo (que se concreta en el proyecto del docente) simplemente se inserta en lo objetivo (la actividad que realiza el docente), sino que se trata de un movimiento que estimula la praxis formativa de los educandos, considerando las condiciones contextuales especficas de cada uno de ellos.Por lo anterior, la creatividad y la autocrtica son rasgos que caracterizan a la tarea educativa entendida como praxis (Yurn, 1999). Lo que opera en sentido contrario a esa praxis creativa es la reiteracin o la burocratizacin de la prctica. Tanto en un caso como en otro, dice Snchez Vzquez (1980a) hay una ruptura de la unidad de lo subjetivo y lo objetivo. En el caso de la reiteracin, el proyecto se concibe como preexistente a la prctica, como si fuese una entidad platnica inmutable y refractaria a la crtica: la prctica slo trata de ajustarse a ese proyecto. En el caso de la burocratizacin de la prctica, el proyecto deja de alimentar a la actividad y sta se realiza de manera semejante a un proceso mecnico. La praxis educativa, en cambio, requiere permanente innovacin no slo en la actividad, sino tambin en el proyecto, pues cada educando es una totalidad que merece ser considerada como deca Kant- como fin en s mismo.En suma, aplicada a la educacin valoral, la filosofa de Snchez Vzquez orienta una forma de praxis educativa que contribuye a la construccin del talante democrtico que se requiere para enfrentar no slo el poder poltico estatal propio del mundo moderno, sino las formas sutiles, ambiguas y subrepticias en las que se ejerce el poder en un mundo que lleva la imprompta del globalismo.

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[1]Este artculo se elabor en el marco del proyecto del proyecto SEP-2003-CO2-42851 apoyado por el Fondo Sectorial de Investigacin para la Educacin - CONACYT[2]Profesora investigadora en la UAEM[3]Para facilitar la lectura utilizar las siglas S. V. en lugar de Snchez Vzquez.[4]Estos dos aspectos corresponderan a forjar la personalidad moral en lo que J. Puig (1996) denomina: identidad sustantiva e identidad procedimental.MaraLa filosofa poltica de Snchez Vzquez

LA FILOSOFA POLTICA DE SNCHEZ VZQUEZ,ANTES Y DESPUS DEL DERRUMBE DEL "SOCIALISMO REAL"

SAMUEL ARRIARN

La categora de lo imposible no ha sido estudiada con la atencin que se merece. Sirvi de pretexto para subrayar que lo posible es el nico objeto de constantes investigaciones. En verdad, la sabidura y la reflexin se desviaron de lo imposible... En verdad, lo imposible no puede ser definido.Georges Bataille

La filosofa poltica de Adolfo Snchez Vzquez constituye una de las pocas interpretaciones coherentes que podemos hallar hoy, que nos ayudan a comprender las grandes transformaciones sociales de nuestro tiempo. Sus contribuciones principales apuntan a esclarecer especialmente el funcionamiento poltico e ideolgico de la sociedad contempornea. Este esclarecimiento resulta fundamental para desarrollar una prctica poltica transformadora en las nuevas condiciones del capitalismo. Cabe destacar tambin aquellos aportes tericos sobre la crisis del marxismo, el origen, desarrollo y colapso del "socialismo real". En relacin con esto, Snchez Vzquez sostiene que tal fenmeno se puede entender no como el fin del socialismo (lo cual equivaldra al fin de la utopa o al "fin de la historia") sino como el fin de un intento particular de realizar histricamente el socialismo. Pero adems de ofrecernos una interpretacin sobre la crisis actual del marxismo, la filosofa poltica de Snchez Vzquez (fiel al espritu de Marx, y no a la letra) es tambin una gua de accin para la izquierda despus del derrumbe del "socialismo real". En este sentido es que hoy revalora la utopa.

Para quienes han seguido la trayectoria del pensamiento poltico de Snchez Vzquez, tal revaloracin seguramente resulta una sorpresa. Pero esto no tiene por qu sorprender si se tiene en cuenta que su reflexin filosfica siempre ha ido a contra corriente. No es casual que la revaloracin que hoy nos propone se da cuando despus del derrumbe del "socialismo real" el discurso dominante de la Academia, de los medios masivos de comunicacin e incluso de casi todos los sectores de la izquierda, se proclama que "ahora s, y de una vez por todas" Marx y el marxismo han muerto. En tales condiciones reafirmar la utopa socialista resulta un argumento contundente para rechazar esos planteamientos.

Pero cmo desarroll Snchez Vzquez esta concepcin? No se puede decir que surgi de manera intempestiva sino que fue producto de una elaboracin de ms de veinte aos. En este ensayo nos proponemos rastrear algunos momentos clave de esos aos. Quiz comprendamos que su escepticismo inicial hacia la utopa se debi a cierto ambiente intelectual y filosfico que condicion la poltica de la izquierda. Esto explicara que su filosofa poltica antes del derrumbe del "socialismo real" se caracterizara por una acentuacin en la racionalidad cientfica. No poda ser de otra manera dado el ambiente ideolgico de la poca dominado por planteamientos idealistas de filsofos como Adorno, Agnes Heller o Habermas.

Mientras que hoy, despus del derrumbe y visto que fracasaron tambin muchas filosofas cargadas de un positivismo exacerbado (como la filosofa analtica y el estructuralismo) no puede extraar que haya un marcado acentuamiento en la utopa. En lo que respecta al marxismo, vemos tambin que la racionalidad cientfica poda derivar en una concepcin instrumentalista de la razn (para mantener en el poder a la burocracia, en nombre del socialismo). De ah que sea necesario para Snchez Vzquez otra concepcin de la utopa que incluya valores humanistas, de dignidad, libertad, igualdad, solidaridad, democracia y derechos humanos. Un proyecto poltico de emancipacin requiere entonces, necesariamente, de la utopa, de una racionalidad valorativa, ya que tal proyecto no se deduce simplemente de un conocimiento (aunque no puede prescindir del ejercicio racional):

La racionalidad instrumental no puede dejar de ser valorativa. No puede aceptarse la reduccin de la razn a puro instrumento, ya que su uso no escapa a un marco intelectual con ciertos valores. Cierto es que el inters y los fines y valores que generan no se fundan cientfica o racionalmente. Pero la realizacin de fines y valores exige una serie de posibilidades, condiciones y medios que han de ser conocidos o descubiertos racionalmente. Un proyecto poltico de emancipacin responde a necesidades, intereses y no se deduce de un conocimiento, ni este es garanta de su realizacin. Y, sin embargo, no puede prescindir del ejercicio racional en que consiste ese conocimiento.[1]

Como ha hecho notar Eric Hobsbawn el derrumbe del "socialismo real" marc el final de una poca en la que la historia del mundo se movi alrededor de la Revolucin de Octubre. Durante ms de sesenta aos todos los gobiernos occidentales y las clases dominantes fueron puestos en jaque por el espectro de la revolucin social.[2]

Probablemente lo que motiv a la generacin de Snchez Vzquez a adherirse al "marxismo-leninismo" fue la idea de que los bolcheviques consideraban a la revolucin de Octubre como la primera fase de la revolucin mundial que derrocara al capitalismo. No slo en Espaa sino en muchos pases las primeras generaciones de comunistas se unieron a lo que crean era un ejrcito para luchar y ganar esa revolucin. Poco sabemos de la vida de Snchez Vzquez durante aquellos aos, salvo lo que l mismo nos cuenta: "En aquellos aos de la Repblica, nuestros sueos de militante se poblaban de banderas rojas y Palacios de Invierno; lejos de ellos estaba la realidad que se avecinaba y que en julio de 1936 tendra un nombre y un cuerpo: la Guerra civil".[3]

Ya estando en Mxico, sabemos que segua siendo militante del PCE. En 1957, a raz de un conflicto interno en el partido, se manifest contra el autoritarismo, el dogmatismo, el centralismo y la exclusin de la democracia interna:

La vieja solucin dada a nuestro conflicto afect seriamente a mi actividad prctica, militante; desde entonces promet ser slo un militante de filas y consagrarme sobre todo a mi trabajo en el campo terico. Ms que nunca se volva imperioso para m repensar los fundamentos filosficos y tericos en general de una prctica poltica que haba conducido a las aberraciones denunciadas en 1956 en el xx Congreso del PCUS.[4]

As, Snchez Vzquez por su misma experiencia personal inici su filosofa poltica intentando explicar la burocratizacin de los pases socialistas. En una entrevista de Valeriano Bozal, afirma que por esos aos se sinti estimulado por los planteamientos antidogmticos que se hicieron en algunos pases como la Unin Sovitica.[5]Hacia 1971, ao en que publica Del socialismo cientfico al socialismo utpico, Snchez Vzquez tuvo cierta seguridad de que la burocratizacin de los pases socialistas estaba relacionada con la ausencia de democracia. Al estudiar a Marx y comprender que no pueden separarse el socialismo y la democracia, seal que: la organizacin de por s no es garanta de verdad ni de revolucionarismo, y que el partido no slo no siempre tiene razn y toma a veces una decisin injusta, sino que puede burocratizarse, aislarse de las masas, negar la democracia en su seno y llegar as a cometer, incluso contra sus propios miembros, las mayores aberraciones.[6]

Para Snchez Vzquez era necesario criticar la concepcin misma de partido comunista como aquel que siempre es el educador pero no el que puede ser educado. Para fundamentar esta crtica, se dedic a un estudio profundo y sistemtico sobre la historia del marxismo y del movimiento obrero internacional. En un ensayo publicado en 1981 lleg a la conclusin de que en los pases de la Europa del Este, la falta de democracia caracterizaba no slo el funcionamiento interno del partido comunista, sino tambin el del propio Estado y la sociedad.[7]En el "socialismo real" nunca hubo socialismo ya que nunca existi propiedad social, comn, de los medios de produccin sino slo la propiedad estatal de stos. Cul era entonces la verdadera naturaleza de esos pases? Para Snchez Vzquez eran sociedades poscapitalistas, es decir, ni socialistas ni capitalistas, sino sociedades bloquedas en su transicin al socialismo. Si se trataba slo de sociedades bloqueadas, lo que se necesitaba entonces era encontrar salidas.Esto implicaba necesariamente ver cmo dentro de los partidos marxistas poda darse el "derecho de tendencia", entendida sta como agrupacin temporal, no orgnica, de un grupo o sector de militantes en torno a una plataforma comn de ideas. Slo as poniendo en primer plano la democratizacin interna se poda asegurar una justa relacin de direccin y base que, al dejar de ser unilateral, garantizara la posibilidad de que las bases participaran en la elaboracin y aplicacin de la lnea poltica.

A fines de la dcada de los ochentas y ante la serie de fracasos de la izquierda en Europa y Amrica Latina, Snchez Vzquez concentr su reflexin crtica en el reduccionismo clasista y el economicismo como posibles causas. De ah pas a plantear que las luchas de la izquierda socialista no podan guiarse por las tesis tradicionales sobre el agente histrico, el papel de la clase obrera, de los intelectuales, del partido, etctera. Estas tesis, segn l no tenan valor si no se tomaban en cuenta las nuevas realidades de la sociedad contempornea. En este sentido haba que hacer una estimacin positiva de las luchas nacionales, tnicas, feministas, ecologistas, pacifistas, estudiantiles, de los cristianos progresistas, etctera. Los fracasos de la izquierda se deban a la deficiencia del conocimiento terico. Lo que haba que hacer entonces era destacar la racionalidad cientfica del marxismo para fundamentar tericamente el esfuerzo prctico por la transformacin social. Ya en su Filosofa de la praxis, Snchez Vzquez vea que la conciencia revolucionaria se frenaba al quedar atrapada en una conciencia instintiva, espontnea, puramente emprica. Era necesario por tanto, pasar a una conciencia superior, a una comprensin racional de la realidad. Sin esta comprensin, la prctica poltica slo poda derivar en un empirismo ciego. Para Snchez Vzquez, las consecuencias inmediatas de la falta de una fundamentacin racional se traducan inevitablemente en fracasos del movimiento de izquierda. Una adecuada articulacin entre teora y prctica, podan en cambio derivar en triunfos polticos. Tan es as que afirm: "Una lnea poltica revolucionaria justa no puede establecerse de un modo arbitrario, por azar o intuicin, sino racionalmente, apoyndose en un conocimiento de la realidad y en las fuerzas sociales correspondientes".[8]Como ejemplo de un movimiento fracasado por una inadecuada concepcin terica, Snchez Vzquez pona el caso del "foquismo" latinoamericano:

Como lnea de accin revolucionaria a partir de un foco militar, surge en Amrica Latina con una serie de experiencias guerrilleras teorizadas en 1967 por Regis Debray en su trabajo Revolucin en la revolucin? Como puede verse claramente en este texto, la lnea "foquista" se apoyaba en un anlisis ms literario que riguroso de la realidad, de acuerdo con el cual se daban ya las condiciones de la revolucin en una serie de pases latinoamericanos. La lnea de accin no tena por base un estudio certero de la correlacin y conflicto de clases, de la base econmica correspondiente, de la correcta relacin de los medios legales e ilegales de lucha ni de sus aspectos militares y polticos.[9]

Al plantear que la prctica poltica de la izquierda requiere un conocimiento racional de la realidad y de las fuerzas sociales correspondientes, Snchez Vzquez planteaba la necesidad de romper los clichs tericos del "marxismo-leninismo". Segn l, la teora es concebida aqu como un conjunto de verdades que slo cabe aplicar mecnicamente a una situacin concreta pero jams como resultado de un trabajo creador. Por esta razn argument sobre la necesidad de elaborar nuevas categoras de anlisis. En el caso, por ejemplo, de la Revolucin nicaragense Snchez Vzquez seala que "no puede negarse el papel que el marxismo ha desempeado en ella, pero de un marxismo impregnado de sandinismo. Es decir, de un marxismo que, al hacer suya la reivindicacin nacional, ha tenido que superar el reduccionismo de clases y el economicismo caractersticos del marxismo-leninismo".[10]

Quiz en ningn otro trabajo de Snchez Vzquez se encuentre un rechazo tan claro al "marxismo-leninismo" como en su ponencia "Democracia, socialismo y revolucin" presentada en Managua en julio de 1989. En esta ponencia el autor sostuvo que en Amrica Latina la izquierda revolucionaria slo tardamente ha reivindicado la necesidad de la democracia (en un continente donde hubo total negacin de la misma). Segn Snchez Vzquez, la, cultura poltica de esta izquierda se debera ms a su apego a Lenin que a Marx. Se contrapone as la idea de dictadura del proletariado, no en el sentido de Marx sino de Lenin, es decir, como poder no sujeto a ninguna ley. Esto explicara la tradicin autoritaria del marxismo-leninismo en Amrica Latina. La sobrevivencia de esta tradicin, incluso en el marxismo europeo, ha llevado a algunos autores como Ludolfo Paramio a criticar a la revolucin socialista por su naturaleza autoritaria infieriendo que todo proyecto revolucionario slo puede conducir a la negacin de la democracia. Segn Snchez Vzquez, cada vez era ms frecuente or opiniones en ese entonces (1980) que tendan a ver un nexo fatalista entre democracia y revolucin, una especie de relacin incompatible. Ya no se deca que se trataba de coyunturas histricas que eclipsaban temporalmente la revolucin sino que, por su naturaleza autoritaria, por su consecuencia lgica, el socialismo implicara una negacin de la democracia. Se planteaba as la inutilidad del proyecto liberador ya que toda revolucin implicaba derivar en una serie de males.

Para Snchez Vzquez una cosa era admitir que la revolucin no sea factible en circunstancias determinadas, pero otra cosa es descalificarla por razones ideolgicas. Estando as, en este tipo de reflexiones sobrevino el fenmeno de la perestroika y el derrumbe del "socialismo real". Hasta 1985, ao en que publica "Reexamen de la idea de socialismo", Snchez Vzquez criticaba diferentes opciones utpicas como las de Agnes Heller, Adorno y Habermas.[11]Pero no ser sino hasta finales de 1987 cuando Snchez Vzquez proponga su propia opcin que (visto desde hoy, 1995) tambin result utpica. Esa opcin que en ese momento no pareca utpica estaba representada en el impulso renovador surgido en la propia Unin Sovitica. La perestroika pareca un poderoso esfuerzo liberador ya que intentaba democratizar el partido, el Estado y la sociedad. Nunca antes se haba vinculado esfuerzo tan radical para restablecer la relacin entre la democracia y el socialismo.[12]Pero Snchez Vzquez tampoco se haca muchas ilusiones sobre la posibilidad de que con la perestroika se llegara a restablecer el vnculo entre la democratizacin y el socialismo. Por eso es que sealaba su desacuerdo con quienes la caracterizaban como una revolucin. Para Snchez Vzquez, no poda ser una revolucin ya que ello significaba dos cosas: 1) la transformacin de la propiedad estatal en propiedad social, y 2) la transformacin del poder poltico en poder popular.

Ms tarde, reconoci que lo que impidi realizar estas dos cosas fueron tres contradicciones fundamentales: 1) En primer lugar, la incompatibilidad entre el modelo poltico del socialismo (basado en el monopartidismo) y el modelo pluripartidista. 2) En segundo lugar, la incompatibilidad entre la economa de mercado con la economa socialista.3) En tercer lugar el desarrollo de una poderosa burocracia incompatible con todo tipo de democracia.

Estas contradicciones explicaran las causas histricas del fracaso de la perestroika. Cmo intent resolver Gorbachov cada una de estas contradicciones? En relacin con la primera, pretendi en nombre de un socialismo verdaderamente democrtico, la formacin de un parlamento con posibilidad de convocar a elecciones libres. En ese sentido, intent limitar la actividad del partido nico, reformando la constitucin para flexibilizar su direccin autoritaria. Esto significaba que abri las posibilidades del pluripartidismo. Pero si permiti la apertura, por qu ello no deriv en una mayor democracia? por qu sucedi lo contrario? Para Snchez Vzquez, las fuerzas y los grupos que afloran durante la apertura de una sociedad no son en absoluto slo aquellos que pugnan por una mayor democracia:

Al reformar el sistema, la perestroika rompa con su inmovilismo y abra, justamente por su carcter democrtico y antiburocrtico, la posibilidad de transitar, en nuevas condiciones hacia el socialismo. Pero abra tambin otras dos posibilidades: a) la de volver a un rgimen autoritario que sera una nueva versin del sistema que se pretenda desmantelar (semejante involucin es la que buscaba la vieja "nomenclatura" con el golpe de Estado, de agosto de 1991, que fue rechazado categricamente por una sociedad que no quera perder los frutos de la democratizacin llevada a cabo por la perestroika, y b) la de encaminarse hacia una economa de mercado generalizado que, en las condiciones ruinosas del pas, y dado el terrible costo social que impondra a la poblacin, slo poda asemejarse a un capitalismo salvaje.[13]

Segn la justificacin de Gorbachov la introduccin de la economa de mercado quera conjugarse con la economa socialista. En este sentido se buscaba hallar formas de ingresar divisas abriendo las fronteras de la URSS a los capitales extranjeros con el propsito de salir del estancamiento comercial y financiero. Ciertamente esto no era un objetivo que se haba planteado desde el inicio de la perestroika. Esto lo reconoce Gorbachov: slo ahora cuando hemos adquirido cierta experiencia practicando las nuevas formas de gestin, avanzando por la va de las reformas econmicas y aprobando una serie de leyes muy importantes, como las de propiedad, el arriendo, la tierra, etctera, es cuando podemos empearnos en acometer el paso a la economa de mercado."[14]En relacin con la tercera contradiccin (la existencia de una inmensa burocracia) el mismo Gorbachov seal que:

Desde la "derecha" nos advierten que la clase obrera est descontenta y exige que "se imponga el orden" y que se "proteja al socialismo. Con ello se pretende frenar la perestroika y, a la primera oportunidad, volver al viejo sistema de ordeno y mando, incluso aunque hubiera que introducir en l algunos cambios. La constatacin de este hecho no es fruto de elucubraciones de despacho o de anlisis abstractos. No! Todo el mundo puede ver sus manifestaciones en los ms diversos campos de la vida social, en la actividad cotidiana de la gente. En el seno del partido tales opiniones impiden la renovacin del mismo, su transformacin en la verdadera vanguardia poltica de la sociedad. Y ello influye sobre la marcha de la perestroika.[15]

As, entre el 19 y 21 de agosto de 1991 un grupo de altos burcratas del partido intent un golpe de Estado. Aunque este golpe no tuvo xito, sin embargo marc el comienzo de una serie de acciones que acabaron con la perestroika (y con la Unin Sovitica!). De manera tal que el 25 de diciembre de 1992, Gorbachov se vio obligado a renunciar al cargo de presidente de la URSS. Una de las razones principales fue la situacin creada a partir de la Comunidad de Estados Independientes, lo cual contradeca totalmente la propia propuesta de Gorbachov de promover una Unin de Estados Soberanos (que consista en que los asuntos de inters gener[16]al deberan ser dirigidos por el centro en comn acuerdo con las repblicas). Al optarse por la Comunidad de Estados Independientes, todos los asuntos de inters general pasaron a ser asuntos de cada repblica. Lo grave de esta opcin fue que se dej a cada repblica la coordinacin de la defensa estratgica. Esta situacin estableci riesgos muy serios de guerra, al extremo de que los nacionalistas comenzaron ha hablar de una posible guerra civil en la que todos sintieron la amenaza nuclear ("un da muy pronto podremos recordar con melancola los das cuando las armas nucleares estaban bajo el control de dos superpotencias").Despus de los sucesivos derrumbes en Polonia, Alemania, etctera, Snchez Vzquez desarroll la siguiente conclusin: el objetivo socialista o la utopa de "otro socialismo" se ha hecho aicos al hundirse el "socialismo real" [...] el desmantelamiento del "socialismo real" y las reformas econmicas y polticas emprendidas bajo el signo de la perestroika difcilmente podran permitirnos afirmar hoy que la proa de la nave sovitica se enfila hacia un verdadero socialismo. Para Snchez Vzquez despus del derrumbe del "socialismo real" las banderas del socialismo dejan de estar a la vista en el horizonte estratgico de las fuerzas sociales y polticas. Esto significa que en los hechos, ya nadie se plantea sustituir el capitalismo por el socialismo. Ni en los pases europeos, ni en Amrica Latina donde slo caben polticas de saneamiento o depuracin de la democracia formal. La gravedad de la crisis significaba que la prdida de vigencia era definitiva? Nada de ello. Ciertamente que lo que el fracaso de la perestroika evidenciaba una vez ms era la imposibilidad de avanzar hacia una verdadera sociedad socialista. Pero esto no significaba que se cerraran para siempre todas las salidas. La supuesta prdida de vigencia no poda ser considerada definitiva sino slo temporal:

El derrumbe del "socialismo real", ha afectado profundamente a su credibilidad en un punto vital: su potencial prctico emancipatorio. Aunque su proyecto sigue siendo vlido, pues hoy es ms necesario que nunca, no se puede dejar de reconocer que palidece su vigencia. Ciertamente, al quedarse en el aire, como idea que no encuentra las condiciones y mediaciones necesarias para tomar tierra, el proyecto se vuelve intempestivo y mortecino en un mar de sinceros desencantos, turbias abjuraciones y mistificaciones. Unas veces se condena el proyecto mismo, al identificar el socialismo con el "socialismo real" al hacerle cargar necesariamente con los males de ste; otras veces al parecer con ms indulgencia para no perder la condicin de "socialista" se admite la bondad del socialismo como proyecto o idea, pero no en la prctica.[17]

Snchez Vzquez rebati esta ltima idea de que a la izquierda, despus del derrumbe del "socialismo real", slo le quedaba admitir la bondad del socialismo como proyecto o idea, pero no en la prctica (tal como planteaban autores como Habermas). Para Habermas el derrumbe del "socialismo real" significa el fin del socialismo y de Marx.[18]Snchez Vzquez ha sealado que es absurdo deducir que del fracaso de una experiencia histrica particular (el "socialismo real") tengamos que abandonar el pensamiento de Marx. No se trata tampoco de eludir la crtica a Marx (en forma parcial o total), lo cual implicara pasar por alto la importancia de la crisis del "socialismo real" (algo as como subestimarla o no relacionarla con el pensamiento de Marx). Pero tampoco se trata de caer en el falso dilema que plantea Habermas: si reconocemos que Marx estuvo equivocado (en su "hiptesis productivista"), queda claro que entonces se puede aceptar la inviabilidad del socialismo como meta. Los argumentos expuestos por Habermas para criticar a Marx y al socialismo resultan pues muy inconsistentes. Por un lado, el problema de la prdida de vigencia de Marx va ms all de la cada del "socialismo real" ya que tiene que ver fundamentalmente con el papel de los medios de comunicacin de masas que difunden la creencia de que dicha cada equivale a la inviabilidad de todo proyecto socialista o marxista en general (cuando en realidad se trata slo del fracaso de un proyecto particular, es decir del "socialismo real".

Para Snchez Vzquez la izquierda no puede contentarse con un "retiro a posiciones morales" ni pensar que la vigencia del marxismo poda estar en funcin del derrumbe del "socialismo real". Esta vigencia tampoco poda estar determinada por la deformacin ideolgica impuesta por los medios masivos de comunicacin. Despus del derrumbe, estar o no a la izquierda, no poda significar admitir la bondad del socialismo slo como idea, pero no en la prctica. Ello equivaldra a aceptar el marxismo slo como un ideal. Es ideal y algo ms. La poltica de izquierda requiere llevarlo a la prctica. No puede basarse slo en actitud moral.

De manera que ante la pregunta qu significa hoy estar a la izquierda?: El criterio sigue siendo ciertos valores universales -libertad, igualdad, democracia, solidaridad, derechos humanos- cuya negacin, proclamacin retrica o angostamiento han sido siempre propios de la prctica poltica de la derecha. Pero estos valores tienen que ser asumidos por la izquierda, en cada situacin real, con un contenido concreto, efectivo. Justamente porque estos valores han sido negados por el sistema que se presentaba como socialismo, la izquierda tiene que deslindarse de l, en la medida en que por su concepcin del mundo, estrategia, modelo de sociedad y formas organizativas, ha contribuido a justificarlo y mantenerlo."[19]

Para Snchez Vzquez, no por deslindarse de los errores del "socialismo real", la izquierda puede renunciar o suavizar a la crtica del capitalismo existente que niega esos valores. De manera tal que no se puede estar hoy a la izquierda sin romper con todo lo que ha significado el "socialismo real" pero tampoco si, de su derrumbe, se saca la falsa conclusin de que el capitalismo es invencible.

Los ltimos trabajos de Snchez Vzquez se relacionan con el problema del fin de la modernidad y de la utopa." Tomando en cuenta la ideologa de que el capitalismo es invencible se llega a la conclusin del fin de la historia. "Fin de la historia" significa as fin de la utopa. Hay necesidad de recuperar la dimensin de la utopa. No hay fin del socialismo ni fin de la utopa.

Conclusin

Se podra decir que la filosofa poltica de Snchez Vzquez se caracteriz antes del derrumbe del "socialismo real" por una acentuacin justificada en el conocimiento cientfico antes que en la utopa. Despus del derrumbe la acentuacin se ha invertido. Significa esto que hay en l ahora una ruptura con la ciencia? Nada de ello, ya que no hay contradiccin irresoluble ni ambas son fatalmente incompatibles. En todo caso se podra decir mejor que ellas dependen de las circunstancias histricas. Cuando el ambiente filosfico se halla dominado por planteamientos utpicos radicales (que llevan a fracasos polticos por un voluntarismo extremo), es necesario recuperar la racionalidad cientfica. Y cuando el ambiente se carga hacia un racionalismo cientifista puramente instrumental, hay necesidad de recuperar la utopa. Al tomar en cuenta la determinacin de estas circunstancias, la filosofa poltica de Snchez Vzquez confirma su antidogmatismo, su flexibilidad y su "siempre estar atento a los cambios de la realidad".

Ms que una ruptura, hay pues una continuidad y una coherencia en esa filosofa poltica, ya que ha destacado (antes y despus del derrumbe del "socialismo real") la necesidad de una prctica poltica con una verdadera orientacin de izquierda. Hoy en da cuando autores como Norberto Bobbio llaman la atencin sobre el fenmeno de la prdida de referencias sobre lo que es izquierda y derecha y urge a los intelectuales a definir sus posiciones[20]esto nos puede motivar a revalorar esta filosofa poltica qu es esta filosofa sino una constante y permanente reflexin sobre la necesidad de una cultura de izquierda socialista? Ni en Mxico ni en Amrica Latina tal cultura existe. Por esta razn la filosofa poltica de Snchez Vzquez continuar vigente durante muchos aos.

[1]Comentarios sobre la ponencia "Razn y sociedad" de Len Oliv. Seminario de Problemas Cientficos y Filosficos. Mxico, UNAM. (Sesin del 26 de mayo de 1994). Indito.

[2]Eric Hobsbawn, "Adis a todo aquello", en Robin Blackburn, (comp.), Despus de la cada. El fracaso del comunismo y el futuro del socialismo. Mxico, UNAM, 1994.

[3]Adolfo Snchez Vzquez, "Postscriptum poltico filosfico a `Mi obra filosfica'", en Juliana Gonzlez, Carlos Pereyra y Gabriel Vargas Lozano, (eds.), Praxis y filosofa. Ensayos en homenaje a Adolfo Snchez Vzquez. Mxico, Grijalbo, 1985, p. 448.

[4]" Ibid., p. 464.[5]Entrevista de Valeriano Bozal, en la revista Triunfo, nm. 716. Madrid, 16 de octubre de 1976,p.37[6]A. Snchez Vzquez, Del socialismo cientfico al socialismo utpico. Mxico, Era, 1975,p.61.[7]A. Snchez Vzquez, "Ideal socialista y socialismo real", en Ensayos marxistas sobre historia y poltica. Mxico, Ocano, 1985.

[8]A. Snchez Vzquez, Ciencia y revolucin. (El marxismo de Althusser). Madrid, Alianza, 1978; Mxico, Grijalbo, 1982.

[9]Ibid., p. 116.

[10]A. Snchez Vzquez, "Marxismo y socialismo hoy", en Nexos, nm. 126. Mxico, junio, 1988.

[11]Cabe mencionar otros trabajos de Snchez Vzquez previos al derrumbe, como "Marx y la democracia", en Sistema, nm. 57. Madrid, noviembre, 1983, y "Once tesis sobre socialismo y democracia", en Sistema, nm. 83. Madrid, marzo, 1988.

[12]A. Snchez Vzquez, "Del Octubre ruso a la perestroika", en Boletn del CEMOS, nm. 17. Mxico, noviembre-diciembre, 1987.

[13]. Snchez Vzquez, "Despus del derrumbe: estar o no a la izquierda", en Sistema, nm. 108. Madrid, 1992.

[14]Acelerar la perestroika. (Informe poltico de M. Gorbachov en el XXVIII Congreso del Pcus del 2 de junio de 1992)", en M. Gorbachov, Memoria de los aos decisivos (1985-1992). Mxico, Planeta, 1993, p. 249[15]La perestroika amenazada" (19 de agosto de 1989), en M. Gorbachov, op. cit., p.239.[16]Eric Hobsbawn, op. cit., p. 109.

[17]La filosofa de la praxis" (ensayo destinado a la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofa, Madrid,[18]Jrgen Habermas, La necesidad de revisin de la izquierda. Madrid, Tecnos, 1991.

[19]A. Snchez Vzquez, "Despus del derrumbe: estar o no estar a la izquierda", en op. cit.

[20]Norberto Bobbio, Derecha e izquierda. Madrid, Taurus, 1995

Filosofa e ideologa

Samuel Arriarn

Una de las dificultades cotidianas con las que tropezamos los estudiantes y los lectores no conformes con la simple divulgacin del marxismo es la de no poder tener a la mano los trabajos de autores publicados en otras ciudades del pas y del extranjero. Quiz ante esta necesidad, se editaron nueve ensayos dispersos de Adolfo Snchez Vzquez que facilitan el mayor conocimiento de una obra reconocida por su originalidad y que convierte a su autor en uno de los filsofos marxistas ms importantes a nivel nacional e internacional.

Los trabajos reunidos en el libro Ensayos marxistas sobre filosofa e ideologa, elaborados entre 1975 y 1988, abordan temas como la funcin prctica de la filosofa, su historia y su enseanza, la crtica a la doctrina de la "neutralidad ideolgica" en las ciencias sociales y las distintas inserciones de la ideologa en la filosofa, la literatura, la tecnologa. Nueve ensayos que nos ofrecen la particular concepcin crtica del autor sobre el marxismo. En ellos, Adolfo Snchez Vzquez dice que la revolucin filosfica de Marx no slo consiste en un cambio de objeto de reflexin (ya no contemplar el mundo, como lo hacan las filosofas anteriores -de Platn a Hegel-, sino en la transformacin de la filosofa misma. En este sentido, afirma que la filosofa de Marx es filosofa de la revolucin en sentido terico y prctico, ya que se hace desde una opcin prctica (transformar el mundo) y a la vez desde una opcin ideolgica, pues corresponde al punto de vista de la clase que busca la transformacin, hecho que transforma la teora misma.[1]

Por lo anterior, el autor plantea que el marxismo representa una innovacin radical en la filosofa. Su novedad estriba en ser una nueva prctica de la filosofa misma, justamente por ser una filosofa de la prctica[2]. Sobre esa base, Snchez Vzquez concibe el marxismo cumpliendo varias funciones en la prctica:

1. Como crtica de la realidad existente y crtica de las ideologas (funcin ideolgica).2. Como compromiso con las fuerzas sociales revolucionarias que ejercen lacrtica real (funcin crtica).3. Como laboratorio de los conceptos y categoras de anlisis indispensables para trazary aplicar una lnea de accin (funcin gnoseolgica).4. Como autocrtica que le impida alejarse de la accin real, paralizarse o arrojarse en lautopa o en la aventura (funcin autocrtica).

La filosofa as entendida por Snchez Vzquez, no slo es terica (ya que como l mismo dice "nunca puede dejar de serlo") sino tambin terica-prctica, en cuanto es filosofa de la revolucin que se integra en la revolucin, en el sentido amplio que corresponde a la ideologa revolucionaria del proletariado. Tal es la originalidad de Snchez Vzquez al situar el plano en el que se opera la transformacin profunda que Marx lleva a cabo en la historia de la filosofa.[3]

Ahora bien, cmo explica el autor la eficacia de la teora en la transformacin social? Segn l, para transformar se requiere la interpretacin del mundo que queremos transformar, pero esta interpretacin debe ser adecuada a la realidad y ligada conscientemente a la prctica. De este modo la teora cumple una funcin prctica, no de por s, ya que las ideas en s mismas no cambian nada, sino en virtud de su nexo con la prctica. No hay pues rechazo de la teora, sino al contrario, reconocimiento de su elevado papel cuando est al servicio de la transformacin del mundo y cuando en esta transformacin, en la prctica, encuentra su fundamento, su fin, y su criterio de verificacin. El problema de la verdad del conocimiento no se puede plantear al margen de la prctica, ya que es en ella donde el pensamiento tiene que demostrar su poder y su verdad.

Al llegar a este punto advertimos que el razonamiento del autor se funde con Marx y Engels, quienes pensaron al socialismo como la fusin de la teora y del movimiento obrero. Ahora bien, teniendo esto presente nos preguntamos: cmo se explica que despus de ellos hasta nuestros das, el pensamiento marxista haya perdido esa justa concepcin de la prctica y de sta con la teora? la crisis del marxismo no se debe acaso a las diferentes incomprensiones en torno a este problema, justamente por no ser puramente terico sino tambin prctico? Segn la explicacin de Snchez Vzquez, el oportunismo y el revisionismo de la socialdemocracia europea (cuyos mximos representantes fueron K. Kautsky y E. Bernstein) consisti en destruir esa unin, concibiendo al socialismo como un ideal tico o una ciencia emprica sin relacin con el movimiento obrero, al margen de toda organizacin poltica que dirija su accin.

Adems, el nfasis excesivo en la prctica, desdeando toda intervencin de la teora, dio como resultado el utopismo (no tomar en cuenta que los hombres se organizan para cambiar), y el aventurerismo (no tomar en cuenta las condiciones objetivas y derivar en la accin por la accin como divertimiento radical o preocupacin diaria por la toma de poder). Esto ltimo fue algo que caracteriz a la mayora de los movimientos ultraizquierdistas de Amrica Latina (con alguna excepcin como el FSLN en Nicaragua o el FMLN en el Salvador, durante la dcada de los 70). Pero en el resto de los movimientos guerrilleros predomin est concepcin foquista, militarista y totalmente despreocupada de la teora poltica.

La crtica de Snchez Vzquez tambin apunta a las pretensiones de elevar la teora al plano de lo absoluto, olvidando la interpretacin de la prctica en la teora. Este teoricismo, dice el autor, "al concebir la teora como un saber aparte, puede tener consecuencias prcticas muy peligrosas: la de una concepcin elitista del saber (de un grupo o un sector) de origen platnico, con lo cual se reproduce la divisin de la sociedad entre los que saben y mandan de un lado, y los que al no saber, slo les toca dejarse gobernar por los depositarios de este saber".[4]

Por otra parte, en sus ensayos: Qu hacer con la historia de la filosofa? y Por qu y para qu ensear filosofa?, Snchez Vzquez ofrece al lector materiales de anlisis fundamentales para comprender cmo la ideologa se transmite a travs de la filosofa. Es importante reflexionar sobre estos planteamientos sobre todo cuando se subestima la enseanza de la filosofa reducindola a una labor poco til o completamente intil cuando se trata de obtener ganancias contantes y sonantes. Frente a este utilitarismo que identifica la produccin filosfica con la produccin de automviles o jabones, hay que responder que el fin de la filosofa no es producir objetos de consumo sino ms bien motivar a las personas a pensar por cuenta propia para no ser reducidos a esclavos que nicamente ejecutan rdenes de manera mecnica. Esto es lo que sucede cuando los gobernantes eliminan la enseanza de la filosofa. Suprimir la filosofa en la sociedad no slo significa suprimir el pensamiento crtico sino tambin la posibilidad de diferenciar el bien del mal, la justicia y la injusticia. Lo peor que puede suceder en una sociedad es que las personas no piensen ni tomen actitudes morales. Por esta razn Snchez Vzquez destaca el aporte de Marx a la historia de la filosofa. Ciertamente hubo en la historia muchos filsofos que llamaron la atencin de la necesidad de la filosofa, pero ninguno como Marx subray las implicaciones de la tica como conciencia de las relaciones de poder y de explotacin.

En otro ensayo, Snchez Vzquez aborda el problema de la ideologa del autor y la ideologa en la obra; destaca el anlisis que hace Lenin de la obra de Tolstoy diferenciando las ideas cristianas y utpicas del autor al margen de la obra y las ideas encarnadas en la obra en cuanto aportan conocimientos de la revolucin. Lo que importa no son las intenciones del autor, sino las ideas tal y como se dan en la obra, como contenido ya elaborado que ha recibido una forma. En este ensayo, Snchez Vzquez dice que Lenin considera a Tolstoy "espejo de la revolucin" a pesar de que este espejo sea contradictorio. Lenin admira su capacidad de recrear aspectos esenciales de la revolucin pese a sostener una ideologa contraria a ella.[5]

En su ensayo titulado Racionalismo tecnolgico, ideologa y poltica, Snchez Vzquez expone su concepcin de un marxismo vivo y creador, abordando las nuevas contradicciones de la tecnologa en el mundo contemporneo. Destaca la paradoja de que el desenvolvimiento de la perfeccin racional, encuentra su mxima irracionalidad en el carcter deformado de la produccin de bienes de exterminio humano. Analiza las ideas de Marx en el contexto actual que confirma la tesis del desempleo y la miseria como contradiccin del desarrollo inevitable y creciente de la tecnologa. Snchez Vzquez somete a crtica las posiciones nihilistas de autores como Rudolph Bahro y Wolfgan Harig, que proponen evitar la catstrofe ecolgica con una detencin del progreso tecnolgico, no ya en las condiciones actuales del capitalismo o del trnsito al socialismo, sino con vistas a la sociedad superior comunista. El problema de estas posiciones es que ellas implican identificar la tecnologa con el dominio. El carcter ideolgico del racionalismo tecnolgico enmascara el dominio poltico de la clase dominante como dominio tecnolgico, pero adems la ideologa se manifiesta en el intento de borrar los antagonismos de clase. Estas posiciones, segn Snchez Vzquez, pierden de vista el hecho de que el mal no est en la racionalidad tecnolgica misma, sino en los fines a los que sirve en el capitalismo imperialista actual; por ello no se puede renunciar al uso racional y al desarrollo de la tecnologa en los pases desarrollados, ni subdesarrollados, aunque hasta ahora haya servido slo para generar una mayor miseria y opresin. Por todo lo anterior, dice, es necesario plantearse una nueva estrategia atendiendo a un cambio de fines. De lo que se trata, agrega, es de un problema poltico en cuanto se requiere de una accin urgente transformadora de las relaciones sociales que determinan la orientacin, el ritmo y el uso de la tecnologa.

Vemos, pues, que Snchez Vzquez no trata de mantenerse aferrado en el modelo clsico de Marx y Engels. Plantea con su trabajo filosfico, la necesidad de tomar en cuenta al alto desarrollo tecnolgico y las posibilidades de la clase obrera en una nueva situacin histrica; aqu encontramos una vez ms una manifestacin del marxismo crtico, abierto y antidogmtico del autor, ya que como l mismo dice: "ser marxista no es ser fiel a la letra de Marx sino a su espritu, es decir, a su estar siempre atento al movimiento de lo real".

[1]Vase esta tesis en el ensayo El punto de vista de la prctica en la filosofa.[2]La filosofa de la praxis como nueva prctica de la filosofa.[3]Las revoluciones filosficas: de Kant a Marx.

[4]El punto de vista de la prctica en la filosofa.

[5]Literatura e ideologa: Lenin ante Tolstoy.

DICCIONARIO SNCHEZ VZQUEZ

Por Samuel ArriarnPalabras ms frecuentes, opiniones sobre autores y libros, pases, acontecimientos, los nombres de las personas, lugares, hechos relacionados con su vida y su obra; los textos sobre los cuales escribi:gora: Una ex librera-cafetera frente al Teatro de los Insurgentes donde ASV sola pasar las maanas escribiendo o meditando sus ideas. Este lugar ya no existe. Fue tambin el lugar donde se poda encontrar a Juan Rulfo. Los discpulos de ASV conocamosEl goracomo su oficina o cubculo.Alberdi Rafael: Poeta espaol al que conoci ASV en Madrid en los aos de 1930 junto con Pablo Neruda, Miguel Hernndez y Garca Lorca. Se exili primero en Argentina. Traslad su residencia a Italia.Algeciras. Pueblo de Espaa, donde naci ASV el 15 de septiembre de 1915.Altolaguirre Manuel: Poeta y amigo de ASV. Fue l quien guard los poemas deEl Pulso ardiendo. Lo conoci antes de la guerra civil y le acompa en su exilio mexicano. Los papeles de Altolaguirre y de su mujer Concha Mndez se pueden consultar en los Archivos de la Residencia en Madrid. Dichos papeles consisten en 3.000 documentos, manuscritos, fotos y correspondencia con autores de la generacin del 27.Alvarado Jos: Escritor y periodista mexicano (1911-1974). Particip en la fundacin de las revistasTalleryRomance.Arendt Hanna: En los aos 90 ASV ley algunos libros de ella, aunque no public algo especfico, reconoci su gran inteligencia para el anlisis poltico. Apreciaba su cercana con ciertas tesis fundamentales (como por ejemplo la idea de que Marx no es responsable de los crmenes cometidos durante el "socialismo real".)Aub Max: Escritor espaol exiliado en Mxico. Amigo de ASV. Autor de una gran cantidad de novelas y destacado articulista durante la poca de los 40-60.Banfi Antonio:Filsofo italiano, autor deFilosofa del artea quien ASV citaba como un autor coherente con el enfoque marxista de la praxis.Balibar Ettiene, Filsofo francs con quien ASV entabl un debate sobre el enfoque marxista de Althusser. Este debate consisti en un intercambio de cartas donde ASV cuestion primero el teoricismo althusseriano y que finalmente reconoci su rectificacin.Ver artculo de Snchez Vzquez "El teoricismo de Althusser"Benjamn Walter: Para ASV, Benjamn representaba uno de los mejores cerebros de la tradicin marxista, especialmente en el terreno de la teora del arte y de la esttica. Junto con sus planteamientos filosficos apreciaba sus escritos sobre el arte en la poca de la tcnica, adems de sus debates con Brecht.Bergamn Jos: Escritor espaol exiliado en Mxico y Francia. Estuvo con ASV en el comit de redaccin de la revistaEspaa peregrina(revista publicada en los aos de 1939 y 1940 en la ciudad de Mxico). Escribi sus primeros ensayos en la revistaIndiceque dirigan Enrique Daz Canedo, Juan Ramn Jimnez y Alfonso Reyes. Durante la guerra organiz el II Congreso Internacional de Escritores en Valencia y presidi la Alianza de Escritores Antifascistas. En Mxico fund la editorial Sneca, la primera gran empresa editorial de los exiliados. En 1959 regres Espaa pero al poco tiempo se fue a Pars.Bloch Ernst: ASV citaba con frecuencia su libroSujeto y objeto en Hegel.Coincidi con muchas de sus tesis formuladas en este importante libro.Bobbio Norberto: Aunque no suscribi la posicin marxista, sin embargo para ASV fue un constante punto de referencia. Cuando Bobbio falleci, escribi una nota donde le rinde un clido homenaje.Ver notaBozal Valeriano: Terico de la esttica marxista en Espaa. Amigo de ASV. Bozal fue quien le hizo una larga entrevista en la revistaTriunfoen uno de sus primeros viajes de regreso a Espaa a fines de 1970.Brecht Bertolt: Para ASV, Brecht era uno de los mejores exponentes de la teora marxista en el arte. Destacaba principalmente su teora del distanciamiento, adems de su crtica a la teora lukacsiana del reflejo.Bujarin:Para ASV, la alternativa planteada por este marxista durante la revolucin rusa fue sin duda una posicin mejor que la de Stalin (que propona una industrializacin rpida, forzada y con base en la represin de los campesinos). Frente a esta posicin de Stalin, y frente a la segunda posicin de Trotsky, la postura de Bujarin represent una tercera alternativa que desgraciadamente no tuvo xito.Cernuda Luis. Uno de los grandes poetas espaoles. Naci en 1902 y muri en 1963. Entre 1932 y 1935 recorri Espaa con Las Misiones Pedaggicas. Cuando estall la guerra estuvo en las milicias del Batalln Alpino de Guadarrama.Escribi artculos para la revistaOctubreyHora de Espaa. Despus de andar por Inglaterra y Estados Unidos a fines de 1952 se instal en el D.F. Se pueden consultar sus papeles en los Archivos en la Residencia de Estudiantes en Madrid (ms de mil volmenes de su biblioteca personal, adems de cientos de fotos y recuerdos).Claudn Fernando: Compaero de la lucha en la guerra civil, adems de gran terico marxista. No faltaba su bibliografa en los cursos y seminarios sobre la filosofa de Marx (especialmenteLas revoluciones de 1848).Colleti Lucio: Entre los filsofos italianos marxistas, Colleti era uno de los ms valorados sobre todo por sus anlisis profundos y claro sobre la dialctica hegeliana. Comparti con ASV una mesa de debate sobre la utopa en la UNAM ( De ah surgi el libroDel socialismo cientfico al socialismo utpico).Cornu Augusto: Autor de una monumental biografa sobre Marx (K.Marx y F. Engels) que ASV apreciaba bastante. Cuando se trataba de estudiar a Marx, para ASV lo mejor era leerlo directamente. De ah las pocas recomendaciones de autores y fuentes secundarias. Las otras biografas que ASV recomend fueron la de Franz Mehring y de Maclellan, pero en clases nos haca leer directamente a Marx.Croce B.: Filsofo italiano al que citaba sobre todo en sus opiniones idealistas sobre el arte y la esttica. Segn Croce la obra de arte poda prescindir de su sustrato material. Este enfoque subjetivista extremo fue cuestionado por ASV. Toda obra de arte necesita un soporte material porque es una unidad de forma y contenido.Cuadernos de la crcel: Ms que por Lenin o Trotsky, ASV senta la mayor admiracin por la obra de Gramsci. Fue de l de donde extrajo la idea de la filosofa de la praxis. Comparta con l su rechazo del DIAMAT o doctrina del materialismo dialctico que no era ms que la teora estalinista. De losCuadernos de la crcel, tambin extrajo ejemplos para mostrar que no haba ni poda haber incompatibilidad entre arte y poltica. Pero lo que ms admiraba de la obra de Gramsci fue su coherencia con el ideal socialista y a la extrema lucidez de su pensamiento. Muchas veces sealaba que Mussolini lo encarcel para impedir que su cerebro siguiera funcionando.Della Volpe Gallvano: Uno de los mximos exponentes de la esttica marxista con quien ASV comparta la tesis sobre el arte como lenguaje. Escribi un denso ensayo sobre su obra que fue publicado enCuestiones artsticas contemporneas.Diez- Canedo Enrique. Epgono de la generacin del 27. Naci en 1879.Dorfles Gillio: Terico del arte y de la esttica muy valorado por ASV (especialmente su libroEl devenir de las artes). Vino a Mxico donde imparti conferencias en la UAM.Echeverra Bolvar:Discpulo de ASV (primera generacin). Naci en Riobabamba, Ecuador el 2 de febrero de 1941. Fue Profesor de la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM.Falleci en la ciudad de Mxico el 5 de junio de 2010 Mantuvo con ASV una larga amistad y un constante dilogo poltico-filosfico. Bolvar estudi filosofa en Alemania. Eligi Mxico para trabajar con ASV. Como parte de su trabajo poltico y acadmico ayud en la creacin de importantes revistas de izquierda comoCuadernos Polticos, Palos, Economa Poltica y Theora.Entre sus libros ms importantes que contribuyeron al desarrollo del marxismo y el socialismo hay que citarEl discurso crtico de Marx, Valor de uso y utopa, La modernidad barroca, Definicin de la cultura y Vuelta de siglo.Entre las aportaciones de Bolvar al marxismo hay que mencionar su ampliacin a la teora del valor de uso de Marx, adems de una originar reflexin sobre el ethos barroco como otra forma de racionalidad y modernidad no capitalista.Eco Umberto: Fue uno de los autores claves de ASV para fundamentar su teora del arte como participacin activa del receptor. Destacaba principalmenteLa obra abiertayLector in fbula. Cuando Eco vino a Mxico asisti a su conferencia en la UNAM.Escudero Roberto: Uno de los principales dirigentes del movimiento estudiantil del 68 (amigo cercano de Jos Revueltas). Durante la poca de la represin estudiantil se exili en Chile. Discpulo de ASV (segunda generacin).Espaa peregrina: Nombre de la revista de literatura formada en 1939-1940 por Jos Bergamin, Joaquin Xirau, Eugenio Imaz y Juan Larrea.Filosofa de la praxis.Es la elaboracin filosfica personal de ASV basada fundamentalmente en Marx.Ver su ensayo La Filosofa de la praxis como nueva prctica de la filosofa.Fernandez Justino: Uno de los pocos estudiosos mexicanos del arte a quien ASV citaba (El retablo de los reyes) para poner de relieve la importancia del arte barroco mexicano.FischerErnst:Filsofo marxista muy destacado por ASV por su libroLa necesidad del arte.GarcaBacca David, Filsofo espaol exiliado en Mxico. ASV lo conoci en en sus aos de vida en Morelia donde a travs de l conoci Ser y el tiempode Heidegger.Garca Lorca Federico: Lo conoci personalmente junto a Pablo Neruda y Miguel Hernndez. Por su natural timidez producto de su juventud ASV mantuvo con ellos cierta relacin no menos importante. En algunos poemas deEl pulso ardiendose nota la influencia de Garca Lorca (tal como ha hecho notar la prologuista del libro de poesa)Garfias Pedro: Poeta y amigo de ASV. Estuvo en el viaje del buqueSinayaal exilio mexicano donde por encargo de Juan Rejano escribi un memorable poema sobre Mxico. Se destac por tener una memoria prodigiosa. Naci en Salamanca el 27 de mayo de 1901. Muri en Monterrey el 9 de agosto de 1967.Garzn Juan: Discpulo de ASV. EscribiOntologa y revolucin, para la Coleccin Teora y PraxisGortari Eli de: Maestro de ASV (en 1952). Profesor de Lgica en la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM.Hauser Arnold: Muy citado por ASV no slo por su brillante historia del arte sino tambin por su enfoque marxista de lo esttico, especialmente al subrayar la importancia de las condiciones sociales de la produccin artstica.Hernndez Miguel: Poeta espaol y amigo de ASV.Herrera Petere:Escritor espaol exiliado en Mxico.Estuvo en el comit de redaccin de la revistaRomance.Hierro Graciela: Discpula de ASV (primera generacin). Feminista. Profesora de la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM.Huerta Efran: Poeta mexicano. Estuvo con ASV en el comit de redaccin de la revistaRomance.Gandler Stefan: Filsofo de origen austraco. Realiz una tesis de doctorado sobre ASV bajo la direccin de Alfred Smith. Para hacer su tesis recorri las principales bibliotecas de Europa descubriendo muchas investigaciones sobre la obra de ASV. Luego de muchas dificultades el Fondo de Cultura Econmica public su tesis bajo el nombre deMarxismo en Mxico. Bolvar Echeverra y Adolfo Snchez Vzquez.Gaos Jos. Uno de los grandes filsofos espaoles exiliados en Mxico. Maestro de ASV en la Facultad de Filosofa y Letras. Asisti a sus clases junto con Fernando Salmern, Alejandro Rossi, Luis Villoro, Ricardo Guerra y Emilio Uranga. ASV se refera a sus enseanzas sobre Hegel y sobre todo a su riguroso mtodo de filosofar.Garaudy Roger: Filsofo francs con quien ASV discuti algunas tesis del materialismo sovitico.Gramsci: Para ASV, era el mejor pensador marxista. Mximo ejemplo de lucidez y coherencia. Cuando todo nos pareca oscuro y sin salida, citaba su clebre frase : al pesimismo de la inteligencia hay que oponer el optimismo de la voluntad.Grecia: el milagro griego. En clases acostumbraba citar la democracia griega no para elogiarla sino para contraponerla a la democracia socialista. En contra de los que slo vean lo bueno de Grecia, l se refera a lo negativo a las deficiencias como el esclavismo. A finales de 1990 viaj a Atenas y conoci directamente las maravillas griegas pero no pareci entusiasmarle mucho. Como a muchos filsofos que no se deslumbran por el contacto emprico con la civilizacin griega, ASV mantuvo mejor una buena relacin filosfica con Scrates, Aristteles y Platn (a veces se refera a la frase Soy amigo de Platn pero ms de la verdad). ASV estudi las obras completas de Platn y de Aristteles pero no escribi de ellos ms que comentarios aislados a lo largo de sus obras.Kogan: Terico del arte como praxis.Kollontai Alejandra: Dirigente de la revolucin rusa y terica del movimiento de la liberacin de la mujer. Para ASV fue el equivalente ruso de Rosa Luxemburgo. Admir de ella su radicalidad para aplicar las tesis de Marx a la liberacin femenina. Edit en la Coleccin Teora y praxis uno de sus libros.Kosik Karel: Filsofo checo. Le edit su libroDialctica de lo concreto. Coincidi mucho con sus planteamientos filosficos sobre la praxis y la enajenacin. Le invit a participar en uno de los congresos nacionales de filosofa en Mxico.Machado Antonio. ASV lo conoci cuando por encargo de Enrique Lster (comandante de las fuerzas republicanas) durante la guerra civil le llevaba vveres a su casa.Mlaga. Ciudad donde pas su adolescencia y parte de su juventud. Fue en esta ciudad donde comenz su prctica poltica en la Juventud Comunista .Malraux Andr: Escritor francs a quien conoci en la guerra civil y posteriormente citaba por su literatura de compromiso social.Markovik, Filosofo yugoslavo del grupo Praxis.Marchand Fitz Simn: Terico de la esttica marxista en Espaa. Amigo de ASV que citaba bastanteLa esttica en la cultura modernayDel arte objetual al arte conceptualMndez Concha:Esposa de Manuel Altolaguirre. Vivi en Coyoacn, en la calle Tres Cruces nm.11. All muri Luis Cernuda.Metzaros Itsvan. Filsofo hngaro a quien invit a la UNAM donde dio conferencias sobre el derrumbe del socialismo real.Micheli Mario de: Autor citado por ASV por su AntologaLas vanguardias artsticas del siglo XX. Subray los agudos comentarios de Micheli al destacar los aspectos sociales y polticos de las innovaciones vanguardistas.Morawsky. Terico polaco de la esttica. Conocido por sus obrasFundamentos de estticayReflexiones sobre Esttica marxista. Su concepcin del arte como sistema de signos es similar a la Della Volpe.Muguerza Javier: Uno de los filsofos espaoles ms importantes de la actualidad. Gran amigo de ASV. Aunque no comparti el marxismo es un agudo interlocutor y crtico de sus obras.Ver artculo de Muguerza sobre Snchez VzquezNeruda Pablo: Lo conoci personalmente antes de la guerra civil. A lo largo de su vida ASV lo sigui leyendo. Entre los poetas tena un lugar especial.Nicaragua. En 1982 fue invitado por el gobierno sandinista. Imparti conferencias sobre esttica pero adems tuvo ocasin de ser testigo directo de los logros de la revolucin.Larrea Juan: Importante intelectual que ayud desde Pars el viaje de muchos republicanos a Mxico. Form parte activa en la organizacin de la vida intelectual de los exiliados en los primeros aos. De origen vasco. Fund en Paris junto con Csar Vallejo la revistaFavorablesy en MxicoCuadernos Americanoscon Len Felipe y Jess Silva Herzog. Colabor con Luis Buuel en el guin deLos olvidados.Len Felipe: Poeta espaol. Combati en Madrid y El Ebro. Lleg a Mxico como refugiado.Entre 1946 y 1948 viaj por Amrica Latina. Slo en Honduras y Paraguay no le dejaron entrar. Regres a Mxico donde muri el 18 de septiembre de 1968.Lefebre Henry:Filsofo marxista francs a quien le deba importantes reflexiones sobre la obra de arte.Lotman Yuri: Terico ruso de la esttica. Fue uno de los ms influyentes en la obra de ASV que se ocup de l en profundidad impartiendo un seminario, adems de conferencias y artculos. En el seminario ASV expuso y analiz con lujo de detalle las principales obras de Lotman (especialmenteLa estructura del texto artstico y El texto potico). Ms que opacidades descubri transparencias, es decir, aportaciones brillantes como la relacin del sujeto-objeto y la idea de la obra de arte como texto.Lunacharsky:Entre los tericos de la revolucin educativa y artstica fue a Lunacharsky a quien ASV valor ms. Edit su libroArte y revolucin, en la coleccin Teora y Praxis.Lukcs Georg: Se ocup de l desde sus primeros libros. Cuando yo visitaba a ASV en su casa me llamaba la atencin aquellos viejos ejemplares de Lukcs en alemn o en ruso. Una vez me dijo muy emocionado que encontr entre sus viejos papeles la primera edicin deHistoria y conciencia de clase. Al parecer ASV lo ley directamente y medit mucho sobre sus planteamientos polticos y estticos. Lukcs fue para l un interlocutor con quien entabl largas polmicas (a travs de sus libros). Ms que coincidencias encontr en l muchas divergencias que tuvo ocasin de exponer en la primera parte deLas ideas estticas de Marx. En lo poltico, por el contrario, encontr mas coincidencias especialmente con las tesis deHistoria y conciencia de clase, uno de los mejores libros de teora poltica marxista.Luxemburgo Rosa: Fue para ASV lo mismo que para Lenin: un guila, es decir una de las mejores exponentes del pensamiento y la prctica verdaderamente marxistas. Escribi sobre ella en torno de su crtica a la revolucin rusa. En los aos 90 imparti un seminario sobre el conjunto de su obra.Orozco :De los tres grandes muralistas le pareca el mejor. Tena de l un alto aprecio por sus cualidades pictricas y humanas.Paris Carlos, Filsofo marxista espaol. Amigo de ASV. Fue uno de los marxistas del interior en la poca de Franco.Paz Octavio:La relacin de ASV con Paz se similar a la relacin ambigua que mantuvo con la revolucin cubana. Primero se desarroll una larga amistad que acab con el distanciamiento. A l le conoci durante el congreso de escritores antifascistas que se celebr en Madrid en el contexto de la guerra civil. Ya en Mxico mantuvieron su amistad colaborando en revistas literarias. Octavio Paz todava no era antimarxista. Ms tarde se dedic a criticar a la izquierda. An as ASV lo consideraba un gran interlocutor por sus crticas inteligentes, pero lo que derram el vaso fue el Encuentro Internacional de la revistaVuelta. En esa ocasin se dio la ruptura ideolgica. ASV le dijo que tal evento no era ms que un teatrito para sepultar al marxismo. Paz se molest mucho. Por su parte ASV mantuvo su amistad y siempre lo consider como un gran poeta e intelectual. Y en una de sus ltimas entrevistas antes de morir, Octavio Paz declar que Mxico le debe a Snchez Vzquez su teora esttica.Perestroika: Fue el proceso de supuesta renovacin democrtica del socialismo encabezado por Gorbachov. Aqu fue donde Snchez Vzquez se equivoc porque tal proceso no dio origen a ningn cambio democrtico sino ms bien al regreso de una forma de capitalismo salvaje en funcin de los intereses de la mafia rusa.Pereyra Carlos:Discpulo de ASV (segunda generacin). Importante filsofo mexicano, autor de varios libros sobre filosofa de la historia.Picasso: Era para l el ejemplo mximo de libertad creativa. Entre todos los artistas era Picasso a quien ms admiraba.Plejanov: A este terico ruso del arte lo ubicaba casi siempre como ejemplo mximo de reduccionismo sociolgico. El arte no poda ser un simple equivalente social. Por eso no se cans de criticar esta teora equvoca del arte como reflejo de las condiciones sociales.Prados Emilio: Poeta malagueo exiliado en Mxico. Muy amigo de ASV. Naci en 1899 y muri en 1962. Fue codirector de le revistaLitoral, con Altolaguirre. Combati en la guerra. Se interes en el surrealismo y en la filosofa. Figur en la primera antologa de Diego (1932). En Mxico se publicaron sus poemas completos.Procesos de Mosc. Para ASV la represin stalinista que culmin en el fusilamiento de grandes dirigentes como Bujarin a fines de los aos 30 signific una gran conmocin en la reformulacin del socialismo. Estos procesos se basaron en la confesin forzada de que haba una conspiracin contra Stalin equivale de algn modo al cuadro trazado por Arthur Miller en su obraLas brujas de Salemcuando se admita tratos con el diablo para salvar la vida. En el caso de Rusia, los supuestos culpables admitieron su culpa con tal de salvar el socialismo. Para ASV esta forma de testimoniar contra uno mismo fue el inicio de la autodestruccin del socialismo en Rusia. Se trata de un proceso de antropofagia donde los mismos revolucionarios se devoran a s mismos. De tal manera que los mejores dirigentes fueron eliminados por ellos mismos con el resultado final de acabar con cualquier semilla de renovacin del socialismo. Esta fue la tragedia de la revolucin rusa. Por supuesto que en la juventud de ASV no haba manera de estar enterado de estos procesos criminales. Una vez me coment que si hubiera sabido de estos crmenes "nunca se hubiera hecho comunista".Ramos Samuel: Maestro de ASV. Tuvo la ctedra de Esttica en la UNAM.Rejano Juan.Poeta espaol exiliado en Mxico. Vino con ASV en elSinaya.Trabajaron juntos en revistas comoRomance, adems de viajar a congresos del PC espaol en Praga. Naci en el pueblo de Puente Genil, Crdova el 20 de octubre de 1903. Vivi en Mlaga entre 1931 y 1939 donde conoci a Emilio Prados, Manuel Altolaguirre y Adolfo Snchez Vzquez. Hasta su muerte (4 de julio de 1976) trabaj en como director de laRevista Mexicana de Cultura, suplemento literario domincal deEl Nacional, junto con Fernando Bentez. Como poeta se destac por una profunda sensibilidad en torno de los recuerdos de la guerra y de la infancia. Podra decirse que escribi una obra potica muy fina (La mirada del hombre,Anthropos) en torno de la memoria y el olvido. Tambin fue autor de ensayos (Artculos y ensayos, Biblioteca del exilio, Sevilla, 2000) donde se expresa la coherencia de su compromiso artstico y poltico.Revolucin rusa: Las relaciones de ASV con la revolucin rusa al principio fueron de enamoramiento. En su juventud crey en las banderas rojas y los palacios de invierno. Durante la guerra civil, l y muchos camaradas del PC espaol estaban fuertemente adheridos al sueo sovitico. En los aos 60, luego de las revelaciones del XX Congreso del PCUS comenz un proceso de crtica y autocrtica. Cuando se liber de la clula del PC espaol en Mxico rompi definitivamente con la doctrina del materialismo sovitico. En los aos 70-80 y 90, se alej totalmente sin renunciar al pensamiento de Marx. Despus de criticar el socialismo real como un sistema opuesto al ideal de Marx se