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Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

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ÌIIIIL DIL О Ш Ш

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ARTE COMPLETO D E L C O N S T R U C T O R D E Ó R G A N O S

Ó S E A

G U Í A M A N U A L DEL

O R G A N E R O . Comprende desde los principios elementales del oficio, hasta llegar

gradualmente á poder construir magníficos órganos para grandes templos.

Obra escrita y publicada, con la aprobación y ha jo la protección del Einmo. y Excmo. Sr. Cardenal García Cuesta,

Arzobispo de Santiago

3P©2B

D. MARIANO TAFALL I MIGUEL, MAESTRO ORGANERO Y PROFESOR DE MÚSICA QUE FUÉ B E LA S . I. M.

CATEDRAL DE BURGOS, Y EN LA ACTUALIDAD LO ES EN LA DE SANTIAGO DE GALICIA.

SANTIAGO: ESTABLECIMIENTO TIP. DE FERNANDEZ ~T COMPAÑÍA,

Plazuela de Altamira núm. %

1872.

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Esta obra es propiedad del Au­tor, el que perseguirá ame la ley al que la reimprima sin su con­sentimiento.

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DEDICATORIA. AL EMMO. Y EXCMO. SR. DR. D . MIGUEL, CARDE­

NAL PRESBÍTERO GARCÍA CUESTA, DEL TÍTULO DE SANTA PRISCA, ARZOBISPO DE SANTIAGO, CAPELLÁN MAYOR DE S . M . , JUEZ ORDINARIO DE su REAL CAPILLA CASA Y CORTE, NOTARIO MAYOR DEL REINO DE LEÓN, CABALLERO GRAN CRUZ DE LA REAL Y DISTINGUIDA ORDEN DE CARLOS I I I , SENADOR DEL REINO, PATRICIO ROMANO, ETC.

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ecíwtáfe i u t a luÍA/cuki, ^ fa bom/ciAe (>aj/0

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VI

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bi/&mjvo Ca Jmu­Cuoci/ç­L'Otv ^& nvv с&Ъа, á

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VII

смььси ö­е cj iie foi» ci/iloü­ ito jku>cu1/ en­ ixiiU

cXe­j i M t e f i v o Ò­& iriiei>o­ d ЙхшгоЛ/ Со» afctn=

ешь à& 0\j t te^tut ё м ш ш ю ш / ooiv Cet iiuî>­

ò­e ЬсигЬо ti/envjvo­ tutí*eti­iú<ck); (хьаЬскгЬе

сишъельЬсьо-сь осяь пиъи-о-ь е&ЬмЛш­а. cj.u& Cet

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оРо­Ъ C& ban bo coH/cfiuj­o­ â«­JvCLectaoo­P&;

c^ive c l Cet мип/и­Ъа­ ò­e iHte­àtta aií/to­úo-ао- ij/

bia&ap; c^vve Ö­& ofcio пг&ао­ аеал& c^iteàa^

ii/Ct ЪеСедлгЛо ai &fi>wW.

E L A U T O R , Mariano Tafall y Miguel.

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P R Ó L O G O .

La obra que presentamos á los aficionados al arte del organero constructor, que solo fuimos escribiendo como unos meros apuntes hechos sobre la práctica de los talleres, para tenerlos presentes siempre que nos fuese ne­cesario el recordar algunas ideas y medidas, que en fuerza de ser tantas y tan variadas en este arte se olvidan con mucha facilidad; es el fruto de nuestros estudios prácticos hechos en cerca de treinta años consecutivos de apli­cación al trabajo.

No era ciertamente nuestro ánimo el dar­la á la prensa, porque siempre la hemos creido con poquísimo mérito para que viese la luz pública, precisamente hoy que tan-

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X ios adelantos van haciendo los artistas es­pañoles: mas sin embargo, viendo que care­cemos de una obra elemental que enseñe á los aprendices y aficionados el difícil arte del organero, y que por no haber ningún autor español que haya impreso sus manuscritos, tienen que aprenderse rutinariamente reglas sumamente delicadas y casi imposible de re­tener en la memoria, nos hemos decidido á publicar dichos apuntes, para ver si en lo poco que con ellos podamos contribuir; se puede á fuerza de aplicación regularizar el aprendizaje y perfeccionar los trabajos, po­niendo nuestras manufacturas á la altura que corresponde: con mayor motivo hoy que se despierta el buen gusto y la aíiccion .a tener magníficos órganos, lo cual es un buen prin­cipio para los artistas en general: pero tam­bién entristece el considerar que para obte­nerlos, se suele acudir á las fábricas extran­jeras con gran perjuicio de los artistas espa­ñoles, los cuales hace ya cerca de un siglo se hallan oscurecidos y postergados sin justo mo­tivo, puesto que no faltan en España hombres de corazón y genio que pudieran emprender trabajos en competencia con los extranjeros.

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xr Testimonio de lo que decimos, dan muchos y magníficos órganos que nos han legado nues­tros mayores, que aun existen en algunos templos; en los cuales se admira la grandeza y magnificencia del pensamiento, y lo deli­cado de su ejecución.

Al presente también, ¿no se han hecho varias renovaciones de órganos en diferentes iglesias metropolitanas, por algunos artistas españoles, que según tenemos entendido son dignas de una honorífica mención?

Es cierto que hoy el arte camina á pasos agigantados hacia la perfección, y aunque con sentimiento, confesamos que en la maqui­naria en el diá no podemos competir con al­gunas naciones, que por efecto del espíritu de asociación que las anima, reúnen los capita­les y el. ingenio con lo que montan sus fábri­cas de modo, que no escasean los buenos ofi­ciales ni las máquinas y utensilios de todas clases: mas respecto á la inventiva, á la cons­tancia en el trabajo y bondad de los materia­les, no nos llevan ventaja alguna; porque de estos últimos, nuestra patria los posee sober­bios que esceden en buena calidad á los que continuamente nos traen de fuera.

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XII Por lo demás, hemos tenido la satisfacción

de ver y examinar en el órgano de la Catedral de Murcia, que hace algunos años colocó en aquella iglesia una compañia extranjera, á la que en la parte artística representaban los constructores M. M. Merklin y Scutze; en cuya obra se mandaron incluir cuantos ade­lantos, novedades y perfecciones alcanzara el arte: y hallamos efectivamente que es una obra grandiosa que honra á sus constructo­res; mas sin embargo, no arredró nuestro áni­mo, ni vimos en ella cosa que no pudiera hacerse en España tan bien; y acaso con mas economía.

Dejando aparte el bien que de esto resul­taría, quedando los intereses en el país en beneficio de sus artefactos y de las clases menesterosas que viven del jornal; sería aun mayor la gloria que nos cabria en servirnos de lo que se fabricase en nuestra patria, y acaso contribuiría también á volver á aquellos tiempos, en que los españoles en vez de pedir mandaban al extranjero sus manufacturas. Pues bien, animados de estos sentimientos, y contando conque nuestros compatriotas di­simularán los defectos que puedan encontrar

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XIII en esta obra; damos al público nuestra colec­ción de apuntes, en los cuales no se hallará elegancia de estilo, ni acaso suficiente cor­rección en el lenguaje; pero en cambio habrá gran verdad en las esplicaciones y medidas, y tanta exactitud en el todo, que á primera vista, se conocerá la franqueza y rectitud de nuestra intención: además que las pruebas que se hagan, darán á los aficionados los resultados mas satisfactorios.

Sin embargo; para compensar la precisa aridez de una literatura artístico-doctrinal, y que el aficionado pueda tener algún rato de solaz variando la rigidez de aquella con otra mas dulce y entretenida, adicionamos con sumo placer á nuestra obra, unos apuntes his­tóricos sobre el órgano y los organeros en España; debidos á la pluma de nuestro com­patriota EXCMO. SR . D. FRANCISCO ASEN JO

BABIERI, compositor de la popularísima Zar­zuela Jugar con Fuego: quien al saber nuestro proyecto, nos brindó con la mayor esponta­neidad y franqueza su ilustrada cooperación, que hemos admitido con todo el agradecimien­to de que es capaz el corazón de un artista.

Dicho lo cual, concluimos invitando á

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XIV torios los que-tengan alguna idea 6 descubri­miento que pueda ser útil al arte, lo den tam­bién al público; para que los conocimientos útiles circulen, se generalicen y se bagan patentes á todos los que deseen saber; evi­tando á estos el dar (como suele suceder) con maestros rutinarios, que en vez de enseñar á sus discípulos, dificultan su aprendizaje re­catándose de ellos y ocultándoles sus pruebas y principales operaciones.

Ojalá que este pequeño principio que es­pone nuestro vehemente deseo, sea motivo para que una noble emulación entusiasme á todos los artífices, y podamos llegar al fin pro­puesto en beneficio de todos en general; y de cada uno en particular.

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PEELÍMINAE.

A D V E R T E N C I A S Á L O S A F I C I O N A ­D O S Y A P R E N D I C E S .

El arte del organero constructor, abraza mu­chas cosas diferentes; y requiere conocimientos en otras varias artes y oficios con los cuales tiene íntima relación, principalmente con el de la mú­sica, el cual es tan necesario; que creemos no puede ser buen organero el que no tenga cuando menos algunas nociones de ella; y si pudiera sa­berse mucho en este ramo, seria una gran ven­taja, porque precisamente se tocan en este oficio puntos de aquel arte tan delicados, que no son para comprenderlos personas que no tengan mas que medianos conocimientos en la materia.

Mas por esto no debe desmayar cualquier afi­cionado que á dicho oficio se quiera dedicar, por-

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XVI que una buena y firme voluntad vale muellísi­mo; y cuando no pueda resolver a lguna dificultad, no le faltará un profesor de música á quien acer­carse, para consultar y aclarar cualquiera duda que se le ocurra.

También la ebanistería, carpintería y otros ofi­cios, se relacionan con la construcción de órga­nos; de los cuales no puede prescindirse, si des­graciadamente no se pueden tener los talleres montados de modo, que no falten en ellos obreros de todos los oficios necesarios.

El dibujo cuando menos lineal, la Aritmética, algo de Matemáticas, Maquinaria, y sobre todo, estar dotado de un oido muy fino, y una cons­tante aplicación al trabajo (firme á toda prueba), son las circunstancias que debiera tener un buen constructor. Mas para que las personas que no reúnan todas estas cualidades, no hallen dificul­tad en la práctica de nuestra obra, hemos procu­rado escribirla con la mayor sencillez, claridad y verdad en la narración y detalle de todas las co­sas que minuciosamente en ella tratamos; y en la imposibilidad de poder decir todo lo que ha de contener; (porque esto es cuestión de un largo ín­dice alfabético que no podemos dar has ta la con­clusión), diremos que el t í tulo que la hemos dado, llamándola Arte completo del constructor de órga­nos, deja entender que procuraremos no falten en ella, cuantos adelantos de utilidad y ventajas co­nocidas se han adoptado hasta el dia.

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XVII

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También daremos un buen método para la conservación y afinación de los órganos, cuya circunstancia hace necesaria esta publicación, y que sea de grande utilidad á todas las Iglesias que tengan órgano; para que los Sres. Párrocos, En­cargados délas fábricas y Organistas, sepan como lo han de conservar en buen estado, y cuando haya necesidad de repararlo, no se dejen sor­prender de algunos titulados organeros, que con su inesperiencia en vez de componer un órgano suelen ocasionar su ruina.

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INTRODUCCIÓN.

E L

He aquí el nombre del grandioso instrumen­to musical que ha motivado los trabajos de la pre­sente obra: henos aquí también á nosotros humil­des artistas, frente á frente de este que bien podamos llamar gigante de los instrumentos mú­sicos, tratando de dar al público las reglas nece^ sarias, para que con el estudio, la aplicación al trabajo y las primeras materias, se pueda produ­cir este magno instrumento en todas sus clases y condiciones. Conocemos que el pensamiento es atrevido, puesto que al cabo de tantos años que llevamos de práctica en este difícil arte, hemos llegado á conocer que nos falta aun mucho que aprender, y aunque Dios nos concediera nueva

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XX vida, creemos que no nos bastaría el tiempo para llegar á saber lo que se debe.

Por este motivo nos animamos á decir lo que hemos podido alcanzar con nuestros estudios, para que los jóvenes que se dediquen á este arte hallen algo hecho, y puedan ellos avanzar en su carrera mas rápidamente, y con mas facilidad que lo hemos hecho nosotros.

Respecto al origen del órgano, á su historia y perfeccionamiento solo podemos decir, que li te­ratos de reconocida autoridad se han perdido, congeturando hipotéticamente, en la-oscuridad de los mas remotos tiempos: y que nada se sabe á ciencia cierta de su origen.

Si hombres de gran sabiduría no han podido averiguar el principio de este poderoso instru­mento, ¿cómo hemos de pretenderlo nosotros, que en vez de libros, solo hemos podido manejar el escoplo, el compás ó el soldador? A nosotros solo nos cumple saber, que en todos tiempos ha sido mirado el órgano con veneración por las personas de gran criterio, tanto por sus vastos y hermosos sonidos, cuanto por el uso constan­te que ha hecho de él la Iglesia católica, en el eulto que continuamente tributa al Divino Hace­dor; lo cual le ha hecho casi exclusivamente ins ­trumento del santuario por excelencia.

Es cierto que en las naciones extranjeras, han llegado á usar el órgano en algunos liceos, tea-

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XXI tros y cafés públicos; pero en todos ésos sitios parece una planta exótica impropia de aquel lu­gar en que está como de prestado; y en n ingún otro sitio llena su cometido como en el Templo» alabando al Ser Supremo..

Viendo el uso sagrado á \ne en lo general se le destina, y las alabanzas que en todos tiempos hacen de él hombres eminentes, apellidándole unos rey de los instrumentos, otros maravilloso conjunto de armónicos sonidos, otros el mas no­ble, completo y poderoso, con otros varios relevan­tes epítetos; ¿qué podremos decir nosotros sobre este punto que no sea un pálido reflejo de lo .que otros han escrito?. Nos incumbe solamente guardar silencio, porque cosas de tanta magnifi­cencia, no necesitan alabanza que ellas mismas se colocan en el lugar que las corresponde. Sien­do regular ya el entrar en materia, diremos que

E L ÓRGANO es el instrumento de viento de ma­yores proporciones que se conoce; con el cual ninguno de los inventados y que existen en el dia puede competir; se compone de tres partes principales, y muchas accesorias que le sirven de complemento: las primeras son el viento, el se­creto y los tubos sonoros, que componen la esen­cia del instrumento.

El viento que se produce por medio de g r a n ­des fuelles, por sí solo de nada serviría; mas en.-»

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XXII cerrado en otra de las partes principales que se llama secreto, por medio de su rara estructura lo distribuye y dirije á los puntos convenientes, en los que se colocan en buena disposición los tu ­bos ó caños sonoros; los cuales con el auxilio de aquel primer motor forman sonidos graves, me­dios y agudos, de tan variados y diferentes t im­bres,que, bien ordenados y afinados según las reglas del-arte, l legan á producir la mas preciosa armonía y modulación , que son la belleza de la música, y las delicias de los que conocen sus en- cantos.

Las demás partes secundarias del instrumen­to que forman su complemento, son las que en el trascurso de los siglos que cuenta de existencia, lo han ido variando, aumentando y perfeccionando hasta el punto que hoy le consi­deramos; puesto que en sus principios los histo­riadores que lo mencionan, todos convienen en que empezó de un modo muy limitado.

Por lo tanto, siendo nuestro propósito no ha­cer investigaciones sobre el origen del órgano, ni menos aun su historia hasta -nuestros dias; sino el detallar y decir como se construyen todas sus partes desde la base hasta la cruz de la cús­pide, empezaremos ocupándonos de una de las tres partes esenciales que componen tan porten­toso conjunto, la cual se designa con el nombre propio de secreto,

Las piezas que en el arte del organero cons-

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XXIII tructor llamamos secretos, son tan esenciales y precisas en los órganos, que sin ellas no pueden existir esta clase de instrumentos: son el centro interior de toda su máquina, que respecto á las demás partes que hacen su complemento, bien pueden compararse á lo que es el pecho del hom­bre, respecto de los demás miembros que compo­nen la totalidad del cuerpo. El objeto principal d é l o s secretos es, recibir el viento que les co­munican los fuelles, y después por medio de su rara composición ó estructura, repartirlo á vo­luntad del artífice á cada uno de los tubos sonaros del instrumento que según su magni tud , suele tenerlos en número considerable.

En los secretos, después de concluidos y puestos en aptitud de servir, la mayor parte de su manu­factura queda cubierta y herméticamente tapada^ de modo, que no se puede ver ni inspeccionar su construcción interior; por cuyo motivo creemos que en la antigüedad les dieron el muy apropiado nombre de secretos.

Todos los órganos, desde el mas pequeñito que sirve para enseñar á remedar algunos can­tos sencillos á los pájaros, hasta el mayor y mas suntuoso de un grande Templo, han de tener por lo menos un secreto: los hay que tienen dos, t res , cuatro ó mas secretos mayores ó menores; según sea la capacidad y magnificencia del ins t ru­mento.

En la presente obra daremos instrucciones, y

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XXIV medidas para nueve clases de secretos, (de mayor á menor) con los cuales se podrá ocurrir á cual­quiera construcción que se origine, y además pol­las medidas de estos mismos, se podrá hacer (si fuere preciso), cualquier otro de mayores ó me­nores dimensiones. Estos secretos los designare­mos señalándolos el mayor con el núm. 1 el que le sigue núm. 2 y así sucesivamente hasta el mas pequeño que será el núm. '9.

Para detallar la manufactura de los secretos y y demás artefactos de los órganos, se tomará por tipo en todos los apuntes de esta obra, (escepto en los casos que sea preciso separarse de esta reg-la) la formación de un órgano poco considerable, que sin embargo sea suficiente para servir en una iglesia regular : el cual será del método y cons­trucción mas sencilla, para que se comprendan mas fácilmente todas las esplicaciones, propor­ciones y medidas. Estas irán puestas por el siste­ma métrico decimal, de modo que sabiendo cons­truir esta primera obra que servirá de aprendizaje, fácilmente se podrá llegar á todos los adelantos que se han inventado; y que al presente forman la parte sublime del arte.

Con este objeto pondremos en el capítulo pri­mero, la construcción del secreto núm. 4 que es el que conviene para el órgano indicado; y aun-que 'un poco mas adelante se dan reglas, para construir los secretos por otro método que es el que hoy se sigue, porque ofrece mas ventajas

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XXV en el trabajo y mayor seguridad en la obra, pon­dremos en dicho capítulo, los procedimientos que mas comunmente se han practicado hasta el pre­sente siglo, con el único objeto de que se sepa, como están construidos los secretos de los órga­nos antiguos españoles y extranjeros: y aunque sea un poco mas largo el aprendizaje, bueno es qne se sepan ciertas particularidades, que ense­ñan las grandes precauciones que han detenerse en el discurso de los trabajos, para que las obras vayan con toda solidez y seguridad; y para que también se vea la marcha que ha seg*uido el arte, -patentizando sus adelantos,lo cual creemos indis­pensable al menos á las personas que quieran aprender el oficio para quienes principalmente hemos escrito la presente obra.

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à& Ca* aSWeiHatuA/O* wvai» couru fte.v, que

íye IxaiïaUuv e*i> Ca Ji/teà&tite ob-Ut.

Smc-ular. Plural.

Capítulo cap. caps. Diámetro diám Apunte ap. aps. Circunferencia circ. Sostenido sost. sosts. Derecha der. Bemol bem. bonis. Izquierda izq. Natural nat . nats. Flautado , de cin­Metro niet. mets. cuenta y dos 52. Decímetro deeim. decinis. Flautado de veinti­Centímetro ctirn. ctims, séis 26. Milímetro mili. milis. Flautado de trece 13. Pulgada pulg. pulgs. Octava 8 / Línea lin. lins. Decena ; 1 0 / Lámina L. Ls. Docena 12." Figura Fig . Figs. Quincena 1 5 / Número iiüm. nûms. Dccisetena 1 7 / Conducto cond. couds. Decinovena. 1 9 / Agugero agu. agus. Veintidosena 2 2 / Flautado flaut. fiants. Veintiseisena 2 6 / Escaso esc. escs. Veintinovena 2 9 / Cumplido cump. cumps. Treinta y tresena.. 3 3 /

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ARTE COMPLETO D E L C O N S T R U C T O R D E Ó R G A N O S ,

O SEA

GUIA MANUAL DEL ORGANERO.

L I B R O P R I M E R O . Contiene el tratado g-eneral de los secretos y demás accesorios qus

forman su complemento.

CAPITULO I. DE LOS SECRETOS Y MODO DE CONSTRUIRLOS.

Para construir un secreto de los que designamos en esta obra con el num. 4, que pueda llevar ocho ó diez medios registros en cada mano, y servir para un órga­no de un Templo regular; se forma un marco de buena madera, que puede ser roble manso, nogal, castaño, caoba etc.; pero cualquiera de estas clases que se elija, deberá ser de beta bien seguida, sin nudos ni rajas, y sobre todo bien seca.

Este marco tendrá de largo incluso el grueso de las maderas, 1681 milis. De ancho ó de alante atrás, ten-

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- 2 -drá de 700 á 800 milis, y de alto, que es el ancho de los barrotes, 60 milis, para poderlo recorrer después de ensamblado y concluido; poniéndole perfectamente des-alaveado y plano, puesto que después de bien acabado quedará su grueso definitivo de 5o mils. que es la pro­fundidad que han de tener las canales.

Los cuatro barrotes que forman este marco, tendrán de grueso 40 milímetros.

Hacia la parta céntrica de este marco se pone un travesano que lo divide en dos partes, el cual ha de ser mas ancho que los barrotes de aquel; por lo que se le darán 90 milímetros.

En cuanto á la medida del ancho ó fondo de este marco, se ha fijado en 70 ú 80 ctims. para poner sobre él ocho ó diez medios registros en cada mano; pero si se le quiere poner mayor número, dándole algo mas anchura á esta medida pueden colocarse hasta doce ó trece en cada mano; puesto que la capacidad de las ca­nales que en él cabeu, es suficiente para abastecerlos de viento á todos ellos.

Este marco que, como queda dicho, el barrote céntri­co lo divide en dos partes, so arma bien ensamblado á espiga recta ó á cola de milano, encolado y clavijado con. toda seguridad.

Regla para dividir y marcar las canales del secreto.

Para marcar en este secreto el ancho de las canales, y barras ó listones que las dividen con exactitud, es necesario hacer una regla, que consiste en un liatón

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- 3 -fuertecito y bien labrado de madera blanca (Pino) que tenga de largo 2 ctíms. mas que los largueros del se­creto; en el cual se marcan los barrotes de los costados y el del centro, de modo que divida el marco en dos huecos; el de la izq. tendrá 759 milis, de luz, y el de la der. 752. En el hueco de la izq. se marcarán 25 canales, y en el de la der. 29 que entre todas son 54 las que dan cuatro y media octavas de estension, desde el Do grave hasta el Fa sobreagudo, ambos inclusive: para marcarlos corno se debe, se procederá del modo siguiente.

División y capacidad de las canales en la regla del secreto núm. 4 .

La primera canal del hueco de la izq., se' marcará (valiéndose de un punzón y una escuadra) al lado iz­quierdo del barrote del centro de la regla, ó sea al del costado que forma dicho marco, los cuales suponemos en ella ya marcados. Esta canal corresponde al primer signo Do que es el mas grave*del órgano, por lo que debe ser aquella de las de mayor capacidad, y tendrá de ancho 18 milis. La barra ó listón que lo ha de formar, ocupando el espacio que hay de la una canal á la otra, tendrá de grueso 16 milis, cuyas medidas siguen igua­les hasta la sesta canal que corresponde al Fa natural.

La séptima canal, que es para el Fa sost. tendrá de ancho 16 milis, la barra que la divide también 16 milis, y se seguirán las demás con las mismas me­didas hasta la canal 13 inclusive, que corresponde al segundo signo Do; que suena octava alta del primero. Las otras 12 canales restantes hasta el núm. 25. serán

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- 4 -do 14 milis, de ancho y las barras de 14 milis, de grueso.

La última canal de las 25 marcadas en el medio se­creto de la izq., corresponde al tercer signo Do, que sue­na dos octavas mas alto que el primero.

Debe tenerse presente que estando la primera ca­nal formada, como dejamos dicho, al lado izq. del bar­rote que divide el marco hacia su centro, la numera­ción y orden de. ellas, viene de der. á izq. Esta inver­sión del orden regular en las 25 canales de la mano izq., no se hace .porque sea absolutamente indispon-• sable, sino por la comodidad de colocar mas fácilmen­te al centro de la fachada del órgano los caños mayo­res; por lo tanto, han de llegar casos en que convenga formar las canales del secreto, .empezando la primera á la izq. y siguiendo las demás el orden ascendente regular de izq. á der. como iremos observando mas adelante.

En el hueco ó medio secreto de la der. no se sigue este orden, porque la canal núm. 26 que correspon­de al signo Do sost. (en el cual, se dividen los regis­tros partidos), está formada al lado der, del barrote céntrico. A ésta se le daiján de ancho 14 milis, y á la barra que la divide 13 milis, de grueso; cuyas medidas siguen en el orden regular hacia la derecha, hasta la canal 47 que corresponde al signo La, sost. Desde la canal 48 hasta la últ ima (aunque el secreto tonga mae de 54) serán todas de 12 milis, de ancho y las barras de 12 milis, de grueso.

Teniendo esta regla bien marcada, exactamente eon las medidas apuntadas, se señalará escribiendo en ella con tinta el núm. 4 para poderla hallar fácilmente siempre que so necesite, y no se equivoque con otras que 33 han de tener de varias medidas.

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También se marcarán con tinta los trazos tras­versales que se hayan he­cho con el punzón y la escuadra, así como tam­bién el número de cada canal, y el signo que le pertenezca, cuyas señales son muy útiles en lo su­cesivo.

Véase la Fig. 1." que indica dicha regla, la cual hemos dividido en dos partes para mayor como­didad. E n ella están mar­cadas las 54 canales con los barrotes que forman ambos marcos, contenien­do el de la izq. 25 cana­les de Do & Do, y el de la der. 29 desde Do sost. k Fa natural.

5 -

3

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- 6 -

Señalar las canales y barras en el marco del secreto.

Teniendo el marco del secreto armado y bien segu­ro con las encoladuras y clavicotes, se labran por ma­yor sus dos caras, y con la regla núm. 4 se marcan en los largueros anterior y posterior ó sean delantero y trasero en su cara superior, el ancho de las canales y barras que las dividen, valiéndose al efecto de la escua­dra y un punzón.

Luego se hace un trazo con el gramil á lo largo de las barras de delante y atrás, que marque lo que se han de profundizar las mortajas en que han de ir meti­dos y encolados los cabos de las barras que forman y dividen las canales.

Estas mortajas tendrán de profundidad de 7 á 8 milí­metros. Se abren con un serruchito de cota, y se lim­pian con un formón proporcionado.

Alguna de las barras o divisiones es necesario que entre en su mortaja á cola de milano formando lazo con aquella, para que sujeten los largueros del marco y no sea fácil que el empuje de las mismas los haga torcer. E l número de estos lazos es escusado fijarlo, por­que sabiendo el objeto que tienen que llenar, fácilmen­te se puede calcular los que serán necesarios.

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- 7 -

Barras ó listones para formar las canales.

Las barras ó listones con que se forman las canales, deben ser de buena madera, de beta muy seguida sin nudos, rajas ni parte del albóno, que se apolilla muy pronto. Se labran bien al grueso y se cortan al largo, procurando que no entren en las mortajas del marco muy apretadas: según se van labrando se van colocan­do en su sitio hasta concluirlas todas.

Respecto á su ancho, deben tener algo mas de lo necesario (aunque poco), porque después de encoladas y fijas en su sitio, se repasan con el marco; el que en este estado toma ya el nombre de esqueleto.

Forrar y precaver las barras que forman las canales.

Antes de fijar las-barras en el marco, deben forrarse por una cara con pergamino delgado, ó cuando menos con buen papel de cola, que se pegue y adhiera per­fectamente á la madera; teniendo cuidado cuando se encole, de hacerlo por ambas caras del papel, para evi­tar el que queden ampollitas de las que forma el vien­to entre aquel y la madera; porque teniéndolas, no queda bien pegado; y en este caso no solo es inúti l el forrado sino perjudicial.

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—8— Este forro no debe llegar al fondo ni á los cabos de

las barras, debe quedar en ellas por cubrir una tirita de 8 á 10 milis, de ancho en todo su largo, y en los dos cabos. E n este espacio se pega la piel, que á la con­clusión del secreto ha de forrar el fondo de las canales, como diremos mas adelante.

Sobre este forro de papel se dá una mano de cola fuerte; y elcostado inverso, que quedó sin forrar, se pinta con una preparación de tiza y almagre, disuel­tos en agua-cola bien caliente y no muy espesa; con cuya preparación quedan las barras fortificadas y pre­cavidas para durar muchos años.

Encolar las baras ó listones en sus mortajas.

Teniendo las barras preparadas, como dejamos indi­cado, se van encolando y fijándolas con esmero en sus mortajas respectivas: si hay alguna que esté un poqui­to floja, se la aviene con una estillita ó viruta, que la ajuste y asegure eu la mortaja.

Forrado interior del cabo de las canales.

Los cabos de las canales, que forman las barras en las mortajas del marco, se forran pegando una tirita de piel baldés en cada hueco, que deberá cubrir el cabo de cada canal y doblar un poquito en cada barra, para que queden bien cubiertas las juntas que hacen los ca­bos de las barras en las mortajas del marco, y no se re-

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J í ­

pase por ellas ni la mas mínima parte de viento de una can al á otra.

Concluida esta operación, se arrima el esqueleto á la pared poniéndole de modo que esté bien sentado, para que no se tuerza mientras se van secando las encoladu­ras. Estando la cola fija y seca en buena disposición, se vuelve á repasar el esqueleto por mayor, rebajando el oscedeute de las barras y procurando siempre el aplanarlo con toda precisión para cubrirlo después con tablillas del modo siguiente.

Cubrir el esqueleto por su plano superior.

Para cubrir el plano superior del esqueleto, se hace una regla que tenga de largo el ancho ó fondo de este; en ella se marcan los anchos de las tapas de los re­gistros que deban colocarse sobre él; cuyas medidas so tomarán de la tabla que los contiene, de la cual nos ocu­paremos mas. adelante.

Los do la mano der. se marcan en una cara de la regla, y los de la izq. en la otra; cuya regla sirve para sacar al ancho las tablillas que han de cubrir el esqueleto y poderlo hacer con regularidad, esto es: para hacer que las juntas de dichas tablillas, que se encolan y clavan sobre él, vengan debajo de las juntas de los registros, y de niugun modo eu el sitio que posterior­mente han de hacerse los agujeros, que atraviesan el secreto, registros y tapas.

Para_ preparar el esqueleto á recibir las tapas, se eni--

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- 1 0 -pieza por marcar el larguero del frente con una cruz de tinta ó lápiz, que se vea claramente: enseguida se re­pasa con una garlopa do dos hierros, muy bien prepa­rada, el plano superior que es el que se vá á cubrir; concluyéndolo con un garlopín de hoja dentada muy fina, procurando por todos los medios posibles dejarlo bien desalaveado y perfectamente plano en todas direc­ciones, do modo que no se perciba en él la menor des­igualdad; y estando convencido de su perfección, so prepararán las tablillas, que han de cubrirle,

QÍojv. 40.

Tablillas para cubrir el plano superior del esqueleto.

Las tablillas, que han de cubrir el esqueleto, puo- ' den ser de la misma madera que esto; deberán ser bas­tante anchas para evitar el hacer muchas juntas, ten­drán todo el largo del secreto, y se labrarán también con el mismo cuidado y precisión que hornos recomen­dado para el plano de éste.

Los cantes que han de juntarlas, estarán tan bien avenidos como si se fueran á encolar para formar un tablero suelto. Después de bien sacadas al ancho, te­niendo cu cuenta el que marque la regla para cada re­gistro, se van colocando sobre c-J plano del esqueleto, sujetándolas con unas puntas de París á medio clavar, cuidando, como queda advertido, que las puntas caigan debajo de las guardas de los registros, ú cuyo fin se hizo la regla que contiene el ancho y situación do fiqucllos, para consultarla á cada paso,

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- 1 1 -El grueso de estas tablillas será tal, que después de

bien concluido y labrado el plano del secreto (el Cual forman ellas), queden de 12 mils. ; pues aunque pudie­ran quedar un poco mas delgadas, conviene que ten­gan cuerpo para que refuercen el secreto, y éste pueda resistir el mucho peso que se le suele cargar con ta, obra que sobre él se coloca.

aCji. u.

Encolar las tablillas sobre el esqueleto.

Para encolar las tablillas cual corresponde sobre eí esqueleto, y que peguen bien en ellas todos los cantos; de las barras cuyas betas van cruzadas, se tomarán las siguientes procauciones..

Es necesario tener* bastante cantidad de cola en un cazo «rande, colada y templada, de modo que no esté clara ni muy espesa:- se tendrán dos ó tres brochas, para que otros tantos operarios puedan dar la cola con prontitud.,-Por encima de las tablillas se marcará de antemano con líneas de lápiz l a situación de algunas, barras,, para poder clavar en ellas las puntas.

Se tendrán estas en suficiente número de 45 á 50. milis- de largo, encabezadas con zapatitas de suela algo, gruesa para poderlas arrancas á au debido tiempo. (1) Además de los martillos y tenaza, debe tenerse á mano todo lo que se crea conveniente, para facilitar la ope-. ración, y que so pueda ejecutar con presteza..

(1) Llamamos puntas encabezadas, á las que se clavan, con un, trocito do suola de forma irregular, con lo que cuando so quieren extraer, se prenden, muy Inen con la tenaza y se arrancan fácilmente,

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- 1 2 -Tambion es muy útil (si está el tiempo frió ó hú­

medo) colocar el esqueleto sobre dos bancos ó caballe­tes, y debajo poner uu brasoro con un poco de fuego en ascuas de carbón, para que el taller esto templado-' y teniéndolo así todo dispuesto, se calienta la cola casi á punto do hervir, y con una fogatita de virutas delga-tías se calienta el esqueleto y las tablillas, de modo que no so ahumen y que el calor no sea demasiado, para que no so tuerza ó raje la madera.

El objoto principal de esta operación es: que el ca­lor de las pijzas mantenga la' cola líquida para que no empiece esta á fijarse mientras se clavan las tablillas.

También hay que tener especial cuidado de juntar­las perfectamente, para lo cual no se omitirá diligencia de ninguna especie. La comunicación y corriente del aire frío, debe evitarse mientras dure esta operación. Concluido este trabajo, so vuelve el secreto de modo que las canales estén á la vista hacia arriba, para po­der desvanecer las gotas de cola que hayan corrido por las barras, 1 > cual se hace con unas brochitas planas que entren ficilmente en las canales, y con las que, como si SL ' fuera á encolar, se frotan dichas gotas hasta desvanecerlas.

Advertencias.

Como en esta clase de secretos los registros ordina­riamente van partidos, esto es, medio urden de flautado en la mano izq., y otro medio en la derecha, exige al­guna atención el arreglo de las juntas de las tablillas, que cubren el esqueleto, para poderlas colocar de modo

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- 1 3 -quc vengan bien al ancho de los registros en ambas manos, como dejamos arriba dicho. Para facilitar esta arreglo, pudieran ponerse las tablillas partidas á lo largo como los registros, siguiendo el ancho de los mis­mos en ambas manos; mas este método tiene el incon­veniente de no quedar el secreto tan fuerte como cuan­do las tablillas son enteras,, además que las juntas de cabezas, con el tiempo, siempre hacen algún mo­vimiento: por lo que aconsejamos que, no poniendo las tablillas mencionadas muy anchas, que solo cubran el espacio de dos ó tres registros cada una, y trabaján­dolas cuidadosamente, deben ponerse de todo el largo del secreto dando á este mas solidez. Si el arreglo de las juntas no puede hacerse de modo que en ambas ma­nos coiucidau debajo de las guardas de los registros, al menos se dispondrá que vayan por el centro del re­gistro, ó por cualquier otro parage, con tal que no cai­gan donde haya de hacerse una fila de agujeros, que es lo que principalmente debe evitarse á todo trance.

Para continuar la csplicaciou del secreto, hemos de poner la construcción de los registros y demás partes, que concurren á la formación de aquel, para dar cono­cimiento de ellas, y porque pueden hacerse otras cosas mientras se dá tiempo á que seque bien la cola, y las maderas hagan algún movimiento; pues como el esque­leto está formado de tantas piezas y encoladuras, está bien esperimentado que siempre sufre alguna alteración, la cual debe repararse antes de concluirle, porque des-

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- 1 4 -pucs de hecho el secreto solo pueden remediarse las fal­tas con mucha dificultad, pérdidas de tiempo y á veces de material.

CAPITULO II.

DE LOS REGISTROS T Sü CONSTRUCCIÓN.

tmtte 4-4'.

Los registros deben hacerse siempre de muy buena madera y muy curada; siendo muy apropósito para esto objeto las apuntadas para la construcción de los secre­tos. E s cierto que tanto en estos como en aquellos, se halla en España on obras muy antiguas empleado el pino de las provincias del interior, y apesar de los muchos años que llevan de uso se conservan en buen estado: pero esto no salva la gran contingencia de que, por lo general, es madera muy propensa á apolillarse, por lo que ningún constructor debe esponcr sus obras ¿.semejante peligro; porque en empezando la polilla á corroer la madera, destruye la obra mejor construida.

Por lo mismo no nos cansaremos de aconsejar que se tenga especial cuidado en la elección de las made­ras, huyendo siempre de aprovechar el albóno de ellas

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- 1 5 -quc es la parte que so pudre y apolilla mas pronto. Tanto para esto como para todas las demás piezas del órgano, no hay mejor calidad de madera que el buen nogal de color, sin trepa y de bota seguida.

Regla del ancho de los registros y su colocación.

Así como se hizo una regla en la que se marcaron las canales del secreto, para con su auxilio poderlas señalar con exactitud en el marco del esqueleto, debe hacerse otra, en la que se señalen los anchos de los re­gistros y la situación que han de ocupar sobro el secre­to. Al efecto se tomará un listón delgado de pino, de 30 á 40 milis, de ancho, y del largo necesario: se divide en toda su longitud con una línea de lápiz: en la una mi ­tad se marcará el ancho de los registros de la mano der. y en la otra los de la izq. escribiendo sus nombres con claridad. E l ancho de los registros es condicional, porque depende del sitio que han de ocupar, de la clase de cañería que lleven, de si han do tener los agujeros en una fila seguida, de si han de hacerse salteados en dos filas ó en tres, y de la magnitud del secreto en que tengan que servir etc.

Mas adelante en el cap. XVI ap. 133 y siguientes damos una tabla del ancho de los registros, atendidas las circunstancias del secreto, de la cañería que han de llevar; y de la localidad que ocupen: de la cual pueden tomarse las medidas de los escogidos, para marcarlos en Ja regla como lo dejamos advertido.

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- 1 6 -

CÁ>v. 46.

Cunsírucci )n de los registros.

Para I m o r los registros, so sacan listones de G ú 8 milis, mas anchas que la medida que tongan marcada en la rogla del ancho del secreto, en la que están in­cluí ios los que m lúa de poner en ca la mano.

Rjüptoto id gnu s) deb>> dárseles un poco mas de lo nec.-ámrio, para podarlos repasar 6 igualar después de taladrados eusancliados los agujeros y tenerlos comple-tauíjuto concluidos, que quedarán de 6 milis, justos.

Estos listones han de labrarse al grueso con mucha escrupulosidad, porque á poco que sea el defecto que tengan, pueden causar repasos del viento muy difíciles ds remediar. Por esta causa en el extrangero, para la­brar t-stos listones perfectamente iguales al grueso en toda su longitud, se valen de unos aparatos ó herra­mientas propias que llaman hileras de los registros; pero la esperieneia ha demostrado que sin el auxilio de aquellos, un buen of.cial á poco que fije su atención en esta elasj de trabajo, puedo ejecutarlo perfectamente can las herramientas ordinarias, poniendo dichos listo­nes de un grueso igual y preciso, como se necesita para obtener un buen resultado.

E l lar¿o de los registros será desde el centro del barrote que divi le el secreto, bien sea hacia la der. 6 á la izq., de 65 milis, mas que la mitad del secreto.

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Q'ícj,, 47.

Guardas de los registros.

LÍIR guardas de los registros son unos listoncitos. que se sacan de los costados de aquclks , para que sean exactamente iguales á su grueso; al tf teto .se hace á cada costado del registro en todo su largo un trazo con el gramil, que marque un listoncito de 1 3 milis, de an­cho; los cuales se marean con números escritos con t in­ta sobre la misma madera, y han detener relación con otros números iguales que se escribirán en el listón mi­cho del centro que es el verdadero registro, puesto que los listoncitos de 1 3 milis, que se sacan de les costados de aquel, son los que llamamos guardas de los registros.

También deben escribírseles una D. ó una Y. j a r a saber si son de la mano dcr. ó izq., así como el nombre del orden á que pertenecen, para saber si son de flauta­do, octava, clarín etc.

Estas marcas son muy útiles y hasta indispensa­bles para evitar la confusión, y hallar la corresponden­cia de unas y otras piezas cuando se tengan que ceA locar.

Puestos en este estado, se sierran los listoncitos ó guardas de los registros, y se recorren con la garlopa hasta que desaparezcan las marcas de los dientes de la sierra; pero sin estrecharlos porque ya dejamos dicho que han de tener 1 3 milis, de ancho, á cuyo fin so die­ron el ancho del registro, 6 ú 8 milis, de mas como se dice en el ap. 1 6 véase la Fig. 2 que marca un regis­tro con sus guardas.

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Refuerzo del cabo de los registros.

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E n el cabo sobrante del registro que tiene 65 milis, mas que el secreto, se pone un trozo de madera fuerte á la misma beta que la de aquel, el que tendrá de largo 65 milis, de ancho tanto como el registro á que se tenga que unir, y de grueso 15 milis.

Este trozo se pondrá á la parte contraria de las marcas escritas (suponiendo estas se­ñaladas en la cara superior del registro como se indican en la Eig. 2.) Para fijarlo sólidamen­te, además de encolarle, se le clavarán cuatro puntas do latón, una en cada ángulo, para que no estorben á una mortajita que hay que hacer en el cen­tro de dicho trozo; en la que ha de entrar el espigo de hierro ó punta del balancin que ha de hacer abrir y cerrar el registro.

En estos 65, milis, de so­brante que salen los registros á der. é izq. del secreto, no es­tán comprendidos, otros 12 ó

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- 1 9 -16 milis, mns, que alargan cuando se abren estos es­tirándolos hacia afuera de aquel.

Guardas de los registros de doble ancho.

A pesar de las instrucciones dadas en el ap. 17 para sacar las guardas de los registros del ancho del mismo listón que se hacen aquellos, también se suelen hacer de otro modo que no deja de ser admisible: éste con­siste en hacer los listones de los registros del ancho justo que necesiten para hacer en ellos los agujeros, y después las guardas se sacan de otros listones aparte, haciéndolas un doble mas anchas ó sean de 26 milis.; de modo que una guarda de este ancho sirve para dos registros contiguos: pero en caso de hacerlos así, aun hay que tener mas cuidado en el grueso é igualdad de los registros y guardas, para evitar las dificultades que de lo contrario pudieran resultar.

. Las medidas del ancho de los registros, es necesario estudiarlas con detenimiento por las razones que deja­mos consignadas en el ap. 15: si estos se hacen estre­chos, pueden no tener suficiente espacio para hacer los agujeros bastante capaces, á dar paso al viento necesa-

Del ancho de los registros.

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- 2 0 -rio para hacer sonar los caños que han de abastecer; y si se hacen muy anchos, ocuparán mucho sitio sobre el secreto; y de consiguiente cabrán menos registros en el ancho de un secreto ya formado.

También dependen estas medidas del sitio en que haya de colocarse la cañería, porque si ésta vá en ta­bloncillos á la fachada del órgano, ó eñ otro cualquier punto fuera del secreto, para determinar el ancho de un registro, solamente se contará con la medida del agujero que ha de dar paso al viento necesario para hacer sonar el caño mayor del orden que sea; pero si la cañería ha de ir colocada sobre su viento, esto es, sobre la misma tapa del registro en el secreto, es necesario contar con el grueso de los cuatro ó seis caños mayores del orden: para esto se forman unos patrones redondos de cartulina ó papel grueso, que tengan el mismo diá­metro que aquellos, con los cuales se mide el sitio y se arreglan de modo que quepan bien.

Si los caños están algo oprimidos en su formación, pueden ensancharse separándoles el viento en la punta del pié por medio de unos puentecitos de madera, que son unos listoncitos acanalados que se encolan sobre la tapa del registro; ó aun mejor que esto, es el abrir en el mismo grueso de la tapa, una canalita que conduzca el viento desde el agujero del secreto al caño que le cor­responda.

Véanse las FigS. 3 y 4 que representan dos tapas de registros con los agujeros á dos filas.

E n la fíg. 3 se vé que los caños caben bien en su si­tio sobre su viento, ó sea en el ancho que tienen los agujeros de la tapa. En la fig. 4 como los caños son de mayor diám. hu sido necesario separar de sus agujeros respectivos, un poco los cuatro primeros. Mas como

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- 2 1 -van disminuyendo en circunferencia según van subien­do, el quinto, sesto séptimo y demás ya están en su verdadero sitio, sin necesidad de hacer uso de la tras­misión como se hizo en los cuatro primeros.

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Medidas condicionales de los registros,

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Cuando las cañerías van puestas en tabloncillos, y las canales del secreto están bas^ tante distantes u n a 6 de otras, se economiza ­mucho sitio y pueden caber mas registros sobre el secreto, porque los agujeros pueden ir seguidos en una fila, como se indica en la Fig. 5. a; pero si se quieren po­

ner las cañerías sobre el secre­

to deberán disponerse los agu­

jeros á dos filas y en algunos casos á tres; según sea la mag­

nitud de los caños, y la situa­

ción que deban ocupar.

Por esta razón no puede emprenderse obra de ninguna especie, sin hacer antes dete­

nidamente el estudio de ella; á no ser que se tenga m u y presente la colocación de las cañerías, por haber ejecutado ya alguna otra obra de igual forma y condiciones.

Cuando se colocan los ca­

ños á tres filas, se hace ge­

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- 2 3 -neralmente por la trasmisión del viento, practi­cando en las tapas de los registros las canalitas que hemos indicado en el apunte anterior, aunque los agujeros estén hechos en el registro, salteados á dos filas ó seguidos en una fila sola­mente.

Cuando los agujeros se po­nen salteados á dos filas, los registros han de ser casi un do­ble mas anchos, y ocupan mas sitio que cuando van á una so­la fila. Si el secreto ha de po­nerse en sitio que no ofrezca comodidad para colocar ta­bloncillos, en los que se estien­da la cañería, ocurren casos que (como hemos dicho) hay que poner los caños á tres fi­las, con cuyo motivo aun hay que ensanchar algo mas los re­gistros; no porque así lo exija la capacidad de los agujeros, sino para] hacer sitio y poder acomodar la cañería cual cor­responde. La Fig. 6." indica un registro con los agujeros cuadrilongos' y redondos, sal­teados á dos filas, el cual es mas ancho que el registro fi­gura 5, que los tiene á una fila, porque los agujeros en cual-

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- 2 4 -quiera de los dos casos, no pueden hacerse mas pe­queños de lo que sea necesario.

Puestos á una fila, solo se necesita contar con la ca­pacidad del primer agujero, la madera que haya de te­ner á cada lado para la solidez, y los 26 milis, de am­

bas guardas: al par que yendo los agujeros á dos filas, debe contarse primeramente con el hueco que ha de haber entre ambas filas, la capacidad de los agujeros, el refuerzo de los costados del registro y los 26 milis, de ambas guardas, como se indica ¿en las Fgs . 5." y 6".

Sin embargo; de cualquier modo que se dispongan estos agujeros, encima de las tapas pueden aparecer á dos y á tres filas, por el procedimiento de las canalitas de que dejamos hecho mención en el ap. 20 y como lo indican las Figs . 4."

La Fig. 7." indica la tapa de un registro, que por razón de su ancho puede tener los agujeros salteados á dos fi­las; los cuales pueden ser de forma cuadrangular ó redon­dos; estos aparecen sin embar­go, sobre la tapa á tres filas, y los patroncitos de cartulina in­dican el diámetro y situación de

bis

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- 2 5 -los caños: por ejemplo, el primero está sobre su viento, el segundo, con pequeña diferencia, viene á estar lo mismo que el primero abierta su canalita que viene desde el agujero cuadrilongo hasta el redondo, que mar­ca la punta del pió del caño; y del mismo m.odo pe­co mas 6 menos van siguiendo sucesivamente los de­más.

Los registros de la mana derecha que vayan sobre su viento, esto es, en el secreto sobre las mismas tapas, po-drian ser bastante mas estrechos que los de la mano iz­quierda, á causa de ser las cañerías pertenecientes á aquella mucho mas pequeñas que las de esta: mas por•• esta razón no deben estrecharse mucho los registros, porque si fuéramos á colocar los caños tan juntos como se puede ofuscarían las voces los unos á los otros y no sonarían bien; por lo que, cuando se vaya á investigar el ancha que se ha de dar á un registro, después de aten­didas las circunstancias de localidad, colocación, situa­ción que le conviene y demás,, se tomará el diámetro del caño mas grave del orden quesea, y por lo menos, esta medida deberá tener de ancho: con mas los 26 milis, de ambas guardas que tienen todos los registros.

De este modo"quedan las filas bastante espaciosas, y se evita el inconveniente indicado de ofuscarse los so­nidos. Entiéndase esta regla para cuando los caños van en una sola fila.

Registros de la mano derecha.

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. - 2 6 -

O^jv. 21.

Si por las circunstancias del secreto ú otro cual­quier motivo, se hace necesario el disponer los caños á dos filas; podrá darse á los.registros un doble mas do ancho, una mitad mas, ó el mismo ancho que decimos arriba, porque esto es condicional, y depende también muy principalmente del espacio que tengan de la una á la otra las canales del secreto.

Por ejemplo; si yendo los agujeros en una fila ser guida, se vé que hay peligro de que, al cerrar el regis­tro, los unos agujeros lleguen á descubrir los que están contiguos; en este caso debe doblarse el ancho del re­gistro, para que aquellos se hagan á dos filas, entre las cuales ha de haber en todo su largo un espacio por lo menos de 5 milímetros.

Mas si no existe este peligro, y el ensanche del re­gistro se hace solo para que quepan bien los caños, po­drá ensancharse esto solamente la mitad de lo que dé la regla que dejamos arriba establecida: y por último, si el motivo que ocasiona el ensanche del registro, es por­que no quepan bien sobre su yiento los cuatro ó seis ^rimeros caños, es escusado ciarle mayor anchura, porque este inconveniente se remedia bien, traspo­niendo un poquito los agujeros de Ja tapa, sin intere­sar en esta operación al registro para nada.

Véase la Fig. 8." que representa una tapa do regis­tro, en la que'se vcii los siete primeros agujeros separa­dos do la fda recta, que forman los demás de aquel or­den;

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- 2 7 - .

Seguridad de las medidas que damos en la presente obra.

Hemos sido difusos en es-plicar las medidas de los re­gistros, y á pesar de lo dicho sobre ellos en los apuntes an­teriores, aun hemos de ser mas prolijos, porque la medida del ancho de los registros se reía-, ciona con muchas piezas y cir­cunstancias, que iremos des­cribiendo en el discurso de la obra, según se vayan apuntan­do los objetos que lo requieran.

Las medidas mas regulares y equitativas, que hemos ha­llado y esperimentado en dife­rentes órganos bien construi­dos, y que á pesar- de tener muchos años de constante usó seguian en muy buen estado así como las que practicamos en nuestras construcciones, las damos mas adelante en el cap. XVI, ap, 132 y siguientes en los que se hacen estensivas á otros secretos mayores y me­nores que el que estamos des--

•i

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- 2 8 cribiendo con otras varias noticias concernientes al mismo objeto.

Téngase entendido que todas las medidas, que fijamos, están bien esperimentadas en nuestros talleres, y en mag­níficos órganos antiguos y modernos, de construcción es­pañola y extrangera: por lo quedamos la mas completa seguridad de su exactitud, y pueden seguirse con entera con fiama.

Las tapas que cubren los registros sobre el secreto han de hacerse de muy buena madera, que reúna las mismas cualidades que se requieren para la que se em­plea en las piezas que quedan descritas.

E l largo de las tapas será, tanto en las de la mano derecha como en las de la izquierda, poco menos de lo quo haya desde el centro del barrote que divide el se­creto al canto del costado respectivo, que sea del mis-

CAPITÜLO III.

DE LAS TAPAS DE LOS REGISTROS,

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- 2 9 - = mo: decimos poco menos, porque en el centro ha de quedar, entre los cabos de las tapas de izquierda y de­recha, un hueco general desde el fronte del secreto á la parte posterior de unos 10 á 15 milis, el cual forma una especie de canal, que posteriormente sirve para introdu­cir en ella los espigos de las alzas, que sostienen los ta­blones acanalados que van sobre el secreto, como ten­dremos ocasión de ver mas adelante.

E l grueso de las tapas, después de bien labradas y concluidas, será de 20 milis.: de ancho se les dará lo que pida el registro y guardas que les correspondan, para que quede cubierto cumplidamente dicho registro, atendido el orden que deban tener los agujeros que ha de llevar en una ó dos filas. Véanse las tablas del ancho de los registros para toda clase de secretos en el cap. XVI.

Las tapas deben labrarse con mucha igualdad en su plano y grueso; se marcan con el nombre del regis­tro á' que pertenezcan, que se escribirá en su cara su­perior para distinguirlas fácilmente en cualquiera oca­sión.

Orden de los registros y tapas sobre el secreto, en la mano derecha.

E n el supuesto de que el secreto que venimos des­cribiendo, no lleve mas que 16 medios registros (ocho en cada mano) y que estos sean cuatro de lengüetería tendidos en la fachada, dos de flautado en las ventanas ó huecos que la decoran, y los demás en el interior; se colocarán en la mano derecha, primero, esto es (sobre

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- 3 0 -el canto del frente del secreto) un orden ó registro do clarín ó trompeta magna, (1) que aparezca tendido en la posición mas baja que la lengüetería haya de ocupar en la fachada, Segundo, detrás y junto al primero se pondrá otro orden de la misma especie que podrá ser el clarín que también salga tendido en la misma; pero en posición mas elevada que el primero. Tercero; detrás y junto al segundo registro irá el del flautado principal, (llamado do trece) que puede llenar parte de los huecos de la fachada ó ir en el interior, (según el plan de la obra). Cuarto; la cor-neta (si la lleva), que va elevada del secreto en un tabloncillo. Quinto, la octava del flau-? tado de trece que va sobre su viento. Sesto: la docena. Séptimo; la quincena.

La trompeta real (que será el octavo en el orden) ú otro registro de lengüetería puede ir ej último de todos, para poderlo aunar y arreglar fácilmente, sin tener-que tocar á los demás.

Orden de ios registros en la mano izquierda.

Asimismo en la mano izquierda se colocará el pri-, mero el bajoneillo, que tiene el registro del mismo an-

(1) En ol discurso de esta obra, emplearemos en muchos casos para designar un orden de caños, indistintamente el nombro do urden ó do vt-gislro; por seguir la inveterada costumbre de llamar a ambas co­sas con cualquiera de aquellos nombres, por mas que en realidad el nomuredarogistro convenga solamemte al que elejamos descrito en e! cap. II: y ol do orden, á cierto número de canos de cualquiera clase do las dü'uroiilos familias que entran en la composición de los órganos.

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- 3 1 -cho que la magna do la derocha, con la cual hace jue­go en la fachada. ¡Segundo; un crorlo de la gravedad de la trompeta real que suena octava baja del bajonci-Uo; ó una violeta que es un clarín en quincena que suena octava alta de dicho bajoncillo (según el gusto que predomine en el plan de la obra). Tercero; el flau­tado principal de trece, que aparece llenando los huecos de la faphada. Cuarto; la octava ó quincena. Quinto; un tapadillo, octava alta del principal de trece. Ses-to; una docena ó quincena. Séptimo; una compuesta de dos caños en de.cinovena y veintidosena: y si lleva trompeta real, se colocará detras de todos, por los mo­tivos indicados en el apunte anterior.

A pesar de el orden que acabamos de establecer para la colocación de los registros sobre el secreto, es necesario que el artífice ponga de su parte mucho cui­dado en la distribución de aquellos; porque ocurren pasos en la colocación de los órganos, casi siempre di­ferentes, por la diversidad de los sitios donde han de ponerse, bien sea por su irregularidad, por su estre­chez, ó por otras causas que por mucho que quisiéra­mos precisar en estos apuntes, seria muy fácil que en el primer órgano que se construyese, hubiera que se­pararse de lo que aquí estableciéramos: por ejemplo: si la caja del órgano es pequeña y no puede llevar en la fachada los sois, ocho, diez ó doce primeros caños

Advertencias.

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- 3 2 -dcl flautado ó que por economía so pongan en el inte­rior hechos de madera: en este caso ya hay que variar el plan, y valerse de un doble tabloncillo que ocupa algo mas sobre el secreto, por cuyo motivo debe colo­carse detrás del registro de flautado, otro orden de ca­ñería que sea mas pequeña que el que pudiera haberse puesto si se hubiera seguido la primera idea.

De este modo, tanto en el presente como en cual­quier otro caso imprevisto, es necesario que el cons­tructor recurra á su sagacidad, meditando y tomando bien todas las medidas. La necesidad le obligará á agu­zar el ingenio, y de seguro que estudiando un poco el plan de su obra,, obtendrá mas luces, que las que le pudieran suministrar muchas páginas escritas. Sin embargo, no dejaremos de recomendar que se procure siempre y en todas ocasiones, el poner las cañerías des­ahogadas, para que no so ofusquen sus sonidos,'y so puedan componer y afinar fácilmente cuando sea nece-sario. (1)

(1) Decimos qne un caño sonoro está ofuscado, cuando á causa ño hallarse muy próximo á otros caños ú otro cualquier objetó, el aire que sale por su boca no tiene suficiente espacio para dilatarse; en cuyo caso tiene el sonido de malas condiciones, obscuro é insoguro; por mas que, colocado el mismo caño en situación desahogada, lo tonga.cla­ro y brillante cual lo debe producir..

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- 3 3 -

CAPÍTULO IV.

CONTINUACIÓN DE LOS TRABAJOS SOBRE EL SECRETO.

ofy. 29.

E l secreto, que en el ap. 13 dejamos arrimado para que sus pegamentos secasen perfectamente, é hicieran las maderas el movimiento que suelen en estos casos, lo volvemos á colocar sobre los bancos, para arrancarle todas las puntas de parís, con cuidado de que no rom­pa alguna y se quede dentro; mas no pudiendo esto evitarse en absoluto, si alguna de ellas no puede arran­carse, se introduce en la madera con un botador á pe­queños golpes de martillo. (1)

(1) Llamamos botador á un cilimlrito de acero de 40 á 50 milis, de largo, y algo mas delgado que una baqueta de fusil, ó sean 5 milis, d 8

diámetro poco mas ó menos, según sean las puntas que hayan deem-puj arse á dentro de la madera.

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- 3 4 -En los agujeritos que dejan las puntas extraídas, se

moten estaquillas delgaditas de maderas bien encola­das; y para mayor seguridad de las encoladuras, se clavarán en algunas barras á ciertas distancias, algunas puntas de latón que se han de undir en el grueso de las tablillas con el botador lo necesario, para que se pueda repasar después el plano general ' del secreto con toda perfección, sin que los hierros de la garlopa las puedan tropezar.

Seguidamente se repasa el plano claveteado con la garlopa y garlopín de hierro dentado en todas direccio­nes, hasta conseguir el fin que se desea, en cuyo caso se procede á la colocación de los registros por el orden que dejamos dicho en los aps. 26 y 27 ó el que deban tener según sea el plan de la obra.

Colocación de los registros sobre el secreto.

Para colocar el primer registro sobre el secreto, se de­jará libre, en el canto de este, todo el grueso del barrote que forma el frente del marco, ó cuando menos, se pro­porcionará de modo, que los agujeros del registro cuan­do se taladren, no toquen nada á dicho marco; cuyo requisito ha de observarse escrupulosamente cuando el secreto haya de llevar algún registro puesto en la testera ó sea al fronte de dicho marco; porque agujereado este

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por el frente, algo cortado por las mortajas de las bar­ras, y herido también por los agujeros del registro que nos ocupa; era muy fácil que se desmenuzase la made­ra del barrote que forma el marco y se estropease el se­creto; mas no dándose al presente este caso, seguiremos nuestra narración.

Se presenta el registro sobre el secreto con las mar­cas hacia arriba: el cabo de este junto al trazo que di­vide el centro del barrote del medio del secreto, (aun­que este no se vé, se puede trazar por encima de las tablillas que lo han cubierto): el otro cabo del regis­tro con lo que le sobra á lo largo, vá al costado del secreto, sea el derecho ó izquierdo.. A los costados del registro se ponen sus correspondientes guardas, que se clavan al secreto con tres puntitas cada una, coloca­das una á 50 milis, de cada cabo, y otra hacia su cen­tro longitudinal.

Estas han de estar de modo que no estorben el mo­vimiento del registro, pudiendo este hacerlo libremente cuando se le llame ó empuje á dentro ó fuera; para abrir ó cerrar los agujeros del secreto.

E l registro, que ya hemos visto, es el listón ancho que está colocado entrambas guardas; se clava en el secreto, con dos puntitas cortas, de modo que el re­fuerzo ó trozo de madera que se le fijó en el cabo sa­liente de dicho secreto, quede separado del costado de este de 12 á 16 milis., con lo que la misma separación ó distancia quedará desde el cabo interior á la linea que marca el centro del barrote que lo divide.

Las dos puntas mencionadas deberán clavarse en sitio que se comprenda no puedan estorbar, cuan­do posteriormente se taladren las tapas, registros j guardas.

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Qfav. S Í .

Colocación de las tapas de los registros.

Las tapas de los registros se colocan sobre estos, y se aseguran en las guardas, clavándolas con seis puntas encabezadas con suela; poniéndose dos en cada cabo de la tapa, y dos al centro de su largo.

Conviene abrir los agujeros en que deben penetrar dichas puntas, con una broquita de berbiquí algo mas gruesecita que aquellas, para que entren flojas en la tapa y guarda, no las puedan rajar y claven solamente en el secreto: procurando que las cuatro de los cabos penetren en los barrotes del marco, y las del centro en una de las barras que forman las canales. Asimismo se van colocando las demás tapas, cubriendo cada una su registro respectivo.

Trazar las canales del secreto y los agujeros de los registros sobre las tapas que los cubren.

Estando ya fijas todas las tapas y registros, se tra­zan las canales del secreto por encima de todo, al tra­vés del largo de las tapas; valiéndose de una escuadra, una regla y un punzón. A cada canal, (que debe­rán estar marcadas en los barrotes delantero y tra­sero del marco) se le hará un solo trazo, que seña­le el centro de su ancho exactamente. Enseguida se

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I

fa

- 3 7 -señalarán con líneas de lápiz el ancho justo de registro, marcándolo por encima de las tapas en su largo.

E n los registros que deban ir los agujeros salteados á dos filas, se marcará en el centro de su ancho con dos líneas un espacio de 6 milis, con el ob­jeto de que los agujeros (sean cuadrados ó redondos) aunque lleguen á tocar uno de los tra­zos, quede entre las dos filas, que han de formar aquellos, el referido espacio de 6 milis, pa­ra que, al cerrar el registro, no se descubran unos agujeros á los otros, y también para que el registro no pierda su. soli­dez y tenga mas resistencia; á cuyo fin hay que dejar también en cada orilla otros 6 milis, de madera sin romper. Véase in­dicado todo esto en la Fig. 9." que representa un registro can sus trazos de líneas entrecor­tadas, agujeros cuadrados, ova­lados, redondos y sus guardas.

cada todo

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Agujeros para emboquillar los conductos de metal, que dan paso al viento desde las

tapas de los registros á los tablones acanalados.

Antes taladrar las tapas, registros y secreto, se ¡empieza por hacer los agujeros redondos en las • tapas de los registros, que han de llevar conductos de metal ó tabloncillos encolados inmediatamente sobre dichas tapas. Estos agujeros, ó mejor dicho, rebajos circulares se hacen precisamente con brocas de tres puntas que corten bien; se profundizan en las tapas de 5 á 6 milr-metros solamente: sus proporciones en cuanto a los diá­metros se hallarán en el cap. XVII ap. 155, donde damos la tabla general, que contiene las que convienen á toda clase de cañerías, que vayan puestas en tabloncillos ó aconductadas fuera de las tapas de los registros; pero para facilitar mas la ejecución del secreto que estamos describiendo, pondremos aquí las de las cañerías que son propias para el órgano, que nos sirve de tipo en las presentes páginas.

Por ejemplo; para el flautado de trece que va en la fachada, y se le conduce el viento desde las tapas de su registro al tabloncillo, se le harán los seis primeros agujeros, (que son desde el Do regrave 1 hasta el Fa 6

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3 9 -inclusive) de 24 milis, de diám. á los que convienen con­ductos del núm. 5. (1)

' Los siete agujeros siguientes, que son desde el Fa sostenido 7 hasta el Do grave 13, serán de 21 milis, de diámetro, á los que convienen conductos del núm. 6. Los siete agujeros siguientes de la segunda octava, que son desdo el Do sost. 14 hasta el Sol 20, serán de 19 mi­límetros para conductos del núm. 7 y los cinco restan­tes, que completan las dos primeras octavas del órgano correspondientes á la mano izquierda, serán de 18 mi­límetros para conductos del núm. 8. Todos los demás agujeros de la mano derecha hasta el último se harán de 17 milis, de diámetro para conductos del núm. 9.

Segundos conductos para traer el viento de los tabloncillos á los macizos de la fachada.

Las clases de conductos, que dejamos marcados en el apunte anterior, son solamente para llevar el viento desde las tapas de los registros al tablón de conducción, los cuales se ponen anchos para poder dar la forma cuadrangular á los agujeros, que dan paso al viento desde las canales del secreto.

Los conductos, que llevan el viento desde el tablón general á los particulares de la fachada, pueden ser

(1) En la tabla general de las dimensiones de loa agujeros del se ­creto que damos en el ap. 155, se hallan también los números de lps conductos, que convienen á cada agujero.

La clasificación de dichos conductos, hecha por números según su ancho, la daremos mas adelante al tratar de su construcción.

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- 4 0 -nias estrechitos, y de consiguiente de un número me­nos que los apuntados.

Por lo tanto; los seis primeros caños mayores lk> varán los segundos conductos del núm. 6. Los siete caños siguientes los llevarán del núm. 7, En la segunda octava, los siete caños primeros llevarán conductos del núm. 8 y los restantes hasta el Do 25 los llevarán del 9.

E l flautado de la mano derecha pocas veces necesi­ta segundos conductos, porque suele ir colocado detras de la fachada sobre el mismo tabloncillo. Si el órgano lleva violón ó sea cañería tapada de la gravedad del flautado de 13, se le harán los agujeros y conductos, iguales á los apuntados para aquel.

Si la octava abierta de la mano izquierda vá acon-ductada parte en la fachada y parte en el interior, se le harán los agujeros y conductos iguales á los de la se­gunda octava del flautado de trece, por ser la cañería de la misma magnitud; y si van sobre su viento en la misma tapa, se le harán los agujeros como se marcan en la tabla general, que damos en el cap. XVII, á la cual nos remitimos.

Si lleva corneta en la mano derecha de cinco caños por punto, se le harán todos los agujeros hasta el úl t i ­mo signo, de 21 milis, de diámetro, con conductos del núm. 6, los cuales se ponen todos anchos por la razón que mas adelante tendremos lugar de esplicar.

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- 4 1 -

Agujeros para los conductos de los caños de. lengüetería.

Pava los caños de lengüetería se observarán las s i -guicntos dimensiones. Al clarín de bajos, trompeta de batalla ó trompeta real, (que todos vienen á ser lo mis­mo) que vayan fuera de su viento,, se les harán los diez y ocho primeros agujeros de 23 milis, de diámetro para conductos deí núm. 5,. y los siete restantes hasta el Do 25, de 21 milis, para conductos del núm. 6.

Al bajoncillo se le harán los doce primeros agujeros de 2 3 milis, para conductos del núm. 5, y los demás hasta el Do 25 irán de 21 milis, para conductos del núm. 6.

Si lleva en la mano izquierda clarín en quincena (al que se le suele dar el nombre de violeta ó chirimía) se le harán los agujeros en la primera octava, de 21 mi ­límetros para conductos del núm. 6 y los de la segun­da, de 19 milis, para conductos del núm. 7.

Si lleva trompeta magna en la mano derecha se le harán los agujeros y conductos, iguales á los del bajon­cillo de la izquierda..

A los clarines, de la mano derecha se les harán los. agujeros y conductos, iguales á los de la magna y ba-. joncillo, porque las canales del tabloncillo,, que les con­ducen el viento, suelen tener varias vueltas y es con­veniente no escaseárselo; mas si están de modo que los clarines no estén traspuestos, y sí cerca de la salida de

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- 4 2 -su viento, se les harán los agujeros y conductos como se marca en la tabla general.

De los segundos conductos y boquilleros para los caños de lengüetería.

A. cualquiera de estos órdenes de lengüetería, que hayan de llevar otros segundos conductos para sacar el viento desde el tablpu á la fachada, se le podrán hechar estos un número mas estrechos que los puestos pn las tapas del registro; pero con la condición de que, si el tablón ó macizo en que entran los cepos es poco grue­so, y las canillas salen por la cara posterior de dicho tablón, es necesario emboquillar dichos conductos de modo quo no toquen en el interior de estos la canilla, el muelle, y mucho menos la lengüeta, porque sonaría mal 6 quedaría completamente muda por falta do vibración.

Hemos tenido que hacer estas digresiones por la relación que tienen las medidas del grueso ó diámetro de los conductos con los trabajos del secreto; de lo cual, aunque someramente, no podíamos menos de ha­cer mención.

Taladrar las tapas, registros y secreto.

Teniendo hechos en las tapas los rebajos para em­boquillar los conductos que, como hemos dicho, solo se profundizan en aquellas de 5 á 6 milis, se -procederá

Q/fei/. 86.

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- 4 3 -á taladrar las tapas, registros y secreto con brocas de tres puntas bien cortantes y proporcionadas á los agu-r joros que necesite la magnitud de los Caños, procu­rando hacerlos bastante grandes al primer taladro, porque si hay que engrandecerlos con otra broca, se estropea la madera, y quedan en los agujeros rebabas de las fibras mal cortadas, muy difíciles de limpiar.

Las. proporciones de todos los agujeros so hallan también en la tabla general, que liemos mencionado en los apuntes anteriores,

Sin embargo; como es necesario dar á muchos agu­jeros la forma euadrangular, y ensanchar algunos otro?, recomendamos un especial cuidado en estas operacio­nes, para que los agujeros queden muy limpios y per­fectamente hechos, no es t imándolos en el ancho, por­que pudieran ocasionarse grandes perjuicios en el secre­to y hasta su inutilidad, especialmente si los agujeros van practicados en una sola fila.

Para hacer los- taladros de las tapas, registros y se-, ereto con toda regularidad, es necesario que la repar­tición de las canales del secreto esté hecha á distan­cias iguales, ó al menos, con poca diferencia de unas á otras, como sucede en las medidas del que nos ocupa; á pesar que la diferencia, que hay en el ancho de las :

canales, puede regularizarse en la proporción del ancho de loa agujeros cuadrilongos, para que al correr, ó cer­rar el registro, pueda tapar cumplidamente todos los agujeros, sin temor de que lleguen unos á, descubrir á los próximos ó vecinos..

Los agujeros, que hayan de cuadrarse, se abrirán con brocas algo mas estrechas que el ancho propio del agujero; y los que hayan de quedar redondos, pueden hacerse de la medida regular, aunque en todo caso, vale

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- 4 4 -mas que pequen de pequeños que de grandes; porque para ensancharlos siempre hay lugar.

Concluidos de taladrar todos los agujeros, se levan­tan las tapas; se señala en los registros (con una escua­dra y un punzón) el ancho y largo bien justo de los agujeros respectivos, los cuales se acaban de regularizar con exactitud y limpieza, valiéndose de formones bien afilados.

Los agujeros redondos se limpian bien con limato­nes proporcionados.

Después de bien concluidos los agujeros cuadrados, se marcan exactamente con el mismo registro en el se­creto y en la tapa correspondiente, rascando al rededor de cada agujero con un punzón bien aguzado; y des­pués se van engrandeciendo y limpiando en ambas pie­zas, dándoles la misma forma cuadrangular que tienen en el registro.

E n algunos de estos agujeros puede evitarse bas­tante trabajo cuando se abren, haciendo en vez de un taladro dos, los cuales después se rasgan con un ser-ruchito ó formón, y quedan de forma ovalada; de esto modo se evita el trabajo d e hacerles los ángulos, y dan paso casi á tanta cantidad de viento como los cua­drilongos: véanse estos practicados do las tres formas pn las Figs . 5 . a , 7.° y 9."

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- 4 5 -

Foguear los agujeros de las tapas, registros y secretos.

Es costumbre de muchos constructores el limpiar, y aun engrandecer los agujeros do las tapas y registros fogueándolos con hierros candentes, con lo cual que­man las fibras mal cortadas de la madera.

Este procedimiento no deja de ser espedito, pero también ofrece graves inconvenientes; porque por mu­cho cuidado que se tenga de no introducir los hierros en los agujeros cuando tengan un calor violento, como son tantos los agujeritos que tiene un secreto y están tan próximos entre sí, se recalientan demasiado las ma­deras, pierden mucha vida y suelen rajarse: pueden también descomponerse las encoladuras del secreto; y , si hay uu descuido, puede hacerse un agujero demasia­do grande; lo cual es difícil de remediar.

Por estas y otras varias causas, que omitimos, no adoptamos este método, y preferimos, aunque sea mas costoso, el de que se limpien los agujeros de las men­cionadas piezas, como queda dicho en los apuntes an­teriores; esto es, con formón, corta-plumas y limatón.

Mas sin embargo, no condenamos este procedimien­to tan en absoluto que no lo creamos úti l para algunas operaciones, como son las siguientes: primera, para cuando se han abierto los agujeros que se habían tapa­do con los forros de piel, que como es un cuerpo tan blando se corta difícilmente, y en este caso es bueno

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— 4 6 -el foguear los agujeros muy ligeramente y con los hier­ros poco candentes, con el fin de quemar solamente las rebabas de la piel, que no se pudieron cortar; y segun­da, para abellanar un poquito la entrada de los agujeros de las tapas, ó tabloncillos en que se meten las puntas de los pies de los caños sonoros, para que ajusten bien y no escape nada de viento por aquella parto, porque suele producir un ruido estraño que afea el sonido de los caños, y es de muy mal efecto.

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- 4 7 -

CAPITULO V.

PROPORCIONES DE LOS AGUJEROS CUADRANGULARES Y REDONDOS,

QUE TRASPASAN LAS TAPAS, REGISTROS T SECRETO.

04¡V. §9.

Aposar de que, para hallar las proporciones de los agujeros de cada caño, nos hemos remitido a la tabla general que los contiene; nos ha parecido conveniente el especificarlos en el presente capítulo, para facilitar y aclarar mas á los aficionados las reglas que les pueden convenir en los trabajos: y al efecto decimos que para el primer Do del flautado principal de trece, que en este órgano (y casi en todos) siempre vá en la fachada, se hará un agujero de 14 milis, de diámetro y para los de­más caños irán estrechando proporcionalmente hasta el Do 25 que tendrá solo Í2 milis. Mas como hay que conducir el viento, que cuela por este agujero, á las ca­ñerías por canales tortuosas practicadas en el tablón, que ya hemos mencionado, (cuya descripción hemos de

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- 4 8 -hacer en otra lugar.) se hace preciso engrandecer estos agujeros, dándoles á la mayor parte la forma cuadran-guiar, para que den paso á mayor cantidad do viento, á causa de las sinuosidades que recorre este hasta lle­gar al pié del caño: por lo que, los seis primeros agu­jeros de los caños mayores se cuadrarán, dándoles 22 milímetros de largo sobre 12 de ancho. A los siete agu­jeros siguientes, que completan la primera octava, so les darán 18 milis, de largo por 10 de ancho. Los siete. primeros de la segunda octava tendrán 14 milis, de largo por 9 de ancho: y los restantes, hasta el Do 25 serán de 12 milis, de largo por 8 de ancho.

La primera octava del flautado de la mano derecha tendrá los agujeros redondos, de 13 milis, de diámetro; y todos los demás hasta el ultimó serán do 12 milí­metros.

Estas medidas deben entenderse para cuando esté el flautado lejos de las tapas del secreto, mas si está so­bre ellas, entonces los agujeros pueden sor bastante mas pequeños, y de ningún modo hay necesidad do cuadrarlos. E n la tabla general de las proporciones.de los agujeros se hallan las dimensiones de estos para ambos casos: mas como el viento pierde no poca parto de su fuerza cuando se le conduce lejos del secreto, por esta razón se precisa engrandecer aquellos, á veces, mas de lo necesario; porque, como hemos indicado, no es lo mismo que el caño esté colocado sobre su viento en la misma tapa del registro que cuando está separa­do, y se lo hace sonar uno, dos ó mas metros lejos de aquel punto; y en todo caso, siempre es mejor que el viento peque de mas, en cantidad y fuerza, que de menos.

Los agujeros de los demás registros ú órdenes de

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—49— flautado menores que el de trece, pueden graduarse prudencialmente, atendiendo á la magnitud del caño, circunstancias particulares de su situación y sonido que deba dar.

E n cuanto á los demás registros compuestos de va­rios órdenes de caños* que vayan puestos en tablonci­llos, también se han de cuadrar sus agujeros, porque el viento nunca debe escasear; que en caso de que llegue demasiado á las cañerías, se halla buen remedio en el mismo pié del caño, cerrándole un poquito el agujero de la punta para que no reciba tanto; pero si el viento es escaso, jamás se arreglan bien ninguna clase de ca­ñerías.

Agujeros cuadrangulares para los caños de lengüetería.

E n los órdenes ó registros de lengüetería deben cuadrarse los agujeros aun con mayor motivo, porque gastan mas cantidad de viento, particularmente los mayores de la trompeta de batalla ó clarín de bajos, que es lo mismo; á estos se les hace un cuadro de 20 milis, de largo por 12 de ancho, y van disminuyendo hasta el caño 25, que tendrá 15 milis, de largo por 9 de ancho. Esto cuando estén fuera de su viento; que si es­tán sobre la tapa del registro, tienen suficiente con un agujero redondo de 16 milis, los primeros caños; y los demás lo tendrán de 15 á 13 milis, de diámetro.

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- 5 0 -Para el bajoncillo, se le hace a toda la primera octa­

va un cuadro de 17 milis, de largo sobre 10 de ancho, y pueden ir disminuyendo hasta el caño 25, que será de 15 milis, de largo por 8 de ancho.

Lo que dejamos esplicado es suficiente para poderse gobernar en toda clase de registros ú. órdenes de caños de la magnitud de los apuntados: y aunque sea á ries­go de ser molestos, repetiremos se tenga presente que el viento siempre debe ser abundante, porque si falta, es un defecto insoportable; y si sobra, hay muchos me­dios de arreglarlo, ajusfándolo á la fuerza del sonido, que deban producir las cañerías.

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CAPÍTULO VI.

DE LOS TORNILLOS PARA FIJAR LAS TAPAS DE LOS REGISTROS EN

LOS SECRETOS» Y MODO DE COLOCARLOS.

En los secretos antiguos se hallan las tapas de los registros sujetas con clavos ordinarios, encavezados con un rollito de piel baldés, que indudablemente ponían para que las maderas pudieran en los tiempos húmedos seguir su movimiento, y no se endureciesen ó apretasen demasiado los registros.

Este procedimiento era ilusorio, porque si bien, al hincharse la madera, el rollito de piel cedia y no apreta­ba la tapa sobre el registro; es evidente que, al venir el tiempo seco y volver la madera á quedar en su estado normal, la piel no la apretaba, y de consiguiente la tapa y el registro quedaban flojos. No era solo este el incon­veniente de los clavos, siñó que á cierto tiempo se oxidaban, pudrían la piel, y el robin del mismo hierro se

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- 5 2 -abultaba y desunían las guardas y tapas del plano del secreto; cuando no se corroían los clavos y se rompían, quedando la mitad metida en las barras.

Por estas y otras varias dificultades, que omitimos, se pensó en sustituir los clavos con tornillos de latón, los cuales permiten levantar la tapa de un registro en cualquier tiempo, y las sujetan con mas regularidad; pudiendo templar la presión de las tapas sobre los regis­tros, de modo que estos no estén muy prietos ni dema­siado flojos; que ambos estremos son perjudiciales.

Modo de hacer los tornillos de latón para las tapas de los registros.

Para hacer los tornillos de latón, que han de sujetar las tapas de los registros, se toma alambre grueso, que entre en una mortaja ó calibre de 4 ó 5 milis, de ancho; se lima á corte recto el cabo de dicho alambre, y con un alicate fuerte de puntas redondas, un tornillo de hierro y el martillo se dobla el cabo del alambre, cuya doblez se amartilla de modo que quede paralela al árbol del tornillo, pero sin tocar á él, con un milímetro lo menos de separación.

Teniéndolo así doblado, se corta al largo, que, para el secreto que nos ocupa, será de 46 milis, incluso la doblez. Cuando se tenga suficiente número de este mo­do preparados, se enderezan bien,, se les . hace un poco de punta, y se les abren como 22 milis, de rosca con

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- 5 3 -una terraja de cojinetes, cuya rosca ha de hacerse de dos veces, bastante profunda, porque ha de enroscar en madera. Véase la Fig. 10. que representa uno de estos tornillos del grandor natural .

Fig. 10.

Colocación de los tornillos en las tapas de los registros.

Los tornillos se colocan á las orillas de las tapas, atravesando estas y las guardas de los registros, en­trando á enroscar en el secreto.

E l número de tornillos para cada tapa, será el de ocho, diez ó doce según sea de larga; se reparte su co­locación poniendo dos en cada cabo donde empiezan los agujeros, esto es; han de entrar á enroscar en los barrotes del marco del secreto, ó á lo mas; en la prime­ra barra de la canal que forman aquellos.

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- 5 4 -Teniendo colocados los cuatro'primeros, se divide el

largo que hay de unos á otros, y á cada distancia do 20 centís., que viene á sor una cuarta escasa, se colocan otros dos tornillos, y en caso que el espacio ó largo, de que se habla, no de las distancias en esta proporción, va­le mas que lleve los tornillos algo mas juntos que sepa­rados.

Los tornillos deben atravesar las tapas y guardas, de modo que el agujero de estas los deje pasar con. floje­dad y solo enroscarán en el secreto; á cuyo fin se dispo­ne una Droca de berbiquí, que entre solamente hasta atravesar ambos objetos; y luego se introduce otra mas delgada, que haga en el secreto un agujerito apropóslto, para que agarre bien la rosca del tornillo; - procurando que la broca ó barreno entre siempre en el centro del grueso de alguna de las barras, que forman las canales, en el punto que hayan de colocarse los tornillos; aun­que para ello se tengan que acortar ó alargar las dis­tancias, que debe haber del un par de tornillos al otro.

Cuando se tenga sujeta la tapa con los cuatro prime­ros tornillos, se arrancan las puntas que la tenían pren­dida desde el principio, y se tapan los agujeros de aquellas con unas estaquillas encoladas.

A cada agujero, en que entran los tornillos que han de sujetar las tapas de los registros, se le ha de hacer un rebajo de casi la mitad del grueso de la tapa, para que las cabezas ó dobleces de los tornillos sobresalgan poco sobre el plano de dichas tapas; y cuando se vayan á co­locar definitivamente, se les pone una ochavita de chapa delgada de latón, para que el cabo dob la ' ' v 1 ' illo no muerda la madera de aquellas.

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Colocar los tornillos de modo, que sin desenroscarlos, se puedan quitar y poner

las tapas.

También se hacen los aguje­ros de los tornillos en las tapas, de entrada libre; esto es, abiertos por los costados, de modo que sin necesidad de sacarlos tor­nillos desenroscándolos del to­do, se pueda levantar la tapa del registro, lo cual se prac­tica con solo dar -una media vuelta á cada tornillo, y poner su doblez, enfilando sobre la abertura del costado del agu­jero. Estando en esta posi­ción los tornillos, no impi­den el que salga la tapa de su sitio, así como para sujetar­la en él, después de coloca­da, no hay mas que dar media vuelta á cada tornillo, para que su cabo doblado se fije sobre la tapa en uno de los costados del agujero. Véase este proce­dimiento en la Fig. 11. en la que se vé la tapa de un regis­tro con ocho tornillos: estando estos en la posición que mani­fiestan los núms. 1, 2, 3 / 4 , es­

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- s e ­ta la tapa prendida, mas estando todos ellos en la posi­ción de los otros cuatro, puede salir de su sitio sin difi­cultad alguna, y sin necesidad de extraer los tornillos de su sitio; puesto que en el uno y otro caso, con solo darles una media vuelta sujetan ó sueltan la tapa. E n la Fig. 12 se manifiesta con mas claridad el sistema de

Fig. 12.

estos^tomillos de" entrada libre, porque van diseñados enjjun fragmento[de tapa, del grandor natural, vista de canto ó perfil. A, representa el tornillo, prendiendo la tapa y B, la deja libre en disposición de poderla le­vantar .

Apesar de ser'este sistema bastante ventajoso no pretendemos que se siga precisamente; puesto que es­tando las tapas y registros, trabajados cual corresponde, no es necesario'ni se debe andar de continuo levantan­do dichas tapas; por lo mismo, el constructor puede

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- 5 7 ~ : poner los tornillos por este método ó por el otro, que es sin rasgar los agujeros de los tornillos por los costados

Ochavas de latón para engargantar los tornillos de las tapas de los registros.

De cualquier modo que se pongan los tornillos que dejamos descritos para sujetar las tapas de los registros, conviene que se les ponga unas chapitas delgadas de latón, para que aprieten bien, y no rasquen la madera; á estas chapitas les damos el nombre de ochavas, por­que se hacen de esta forma: se cortan cuadritos de 12 á 15 milis.; se les hace un agujero en medio, bien sea con taladro, ó con sacabocados á golpe de martillo: si no sale bastante grande, se acaba de ensanchar con un triángulo afilado: después se les cortan con la tijera los cuatro ángulos, dándoles la forma del nombre que lle­van: como lo indica la Fig. 13.

Si los tornillos van en los agujeros de entrada libre, que dejamos esplicados, no se puede poner esta ochava, pero en su lugar se pone un trozito de chapa, de la for­ma que indica la Fig. 14. la cual tiene también el

de aquellas; como mejor le parezca.

Fig. 13. Fig. 14.

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- 5 8 agujero abierto, para cuando se quiera levantar la tapa sin quitar los tornillos.

Cuando se corten las ochavas, bien sea de tiras de chapa, ó de retales de aprovechamientos, pueden ha­cerse de todas las dimensiones, porque las que no sirvan para un secreto grande, pueden guardarse para cuando ocurra hacer uno pequeño.

Tornillos de tope para fijar el movimiento de los registros.

Además de los tornillos apuntados, que sirven para fijar las tapas de los registros, se ha de hacer uno mas para cada tapaj un poquito mas gruesos que los otros, de 40 milis, de largo próximamente, y sin doblez en la cabeza, puesto que solo se les chafa el cabo sobre el yunque á golpe de martillo hasta darle la forma que in­dica la Fig. 15. que lo representa del grandor natural .

Fig. 15.

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Estos tornillos son los que sustituyen á los anti­guos clavos de topo, hechos de madera ó hierro, que fija­ban en los secretos, para impedir que los registros abrie­ran ó cerraran mas de lo regular.

Siendo, aquellos de madera, no tcnian suficiente soli­dez, á no poner un gran elavicate que perjudicaba la for­taleza del registro; y siendo do hierro, (que eran los mas comunes) al desmontar algunos secretos, hemos teñirlo la ocasión de hallarlos consumidos por ol robín; y ver el mal que ocasionaba aquella especie de tierra, que con el movimiento de abrir y cerrar el registro, se había es-tendido por ol plano del secreto, rascando la piel y abriendo surcos bastante profundos á los registros; á cuyo siniestro habían contribuido, en no pequeña parte, los clavos de hierro que sujetaban las tapas.

Los tornillos que han, de servir de tope á los re­gistros, que no lleven tablones acanalados; esto es, que las cañerías vayan sobre su viento, y que es fácil extraer­los de su sitio en cualquiera ocasión que so quisiera sa­car el registro de su lugar,, sin necesidad de desarmar la cañería, se colocan en el cabo del registro, on el cual se le hace un agujero que atraviese la tapa y re­gistro por el medio de este ó á un costado, al lado contrario del primer agujero que haya en la primera canal, de manera que pueda enroscar y fijarse en el barrote del costado del secreto, sea en la derecha ó cu la izquierda.

E l objeto de este tornillo es fijar la medida de lo que ha do entrar y salir el registro cuando se abra ó cierro, y que no pueda correr mas que lo que permita el largo do una mortajita que se hace en el registro con este fin; graduando de tal modo su movimiento, qu-v cuando este descúbrelos agujeros del secreto, topa la

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- 6 0 -mortajita en el tornillo; y la impide pasar mas adelan­te . Lo mismo que cuando se quieren tapar dichos agu­jeros; se corre hacia el lado opuesto, hasta cubrirlos completamente con 2 ó 3 milis, de más; para impedir, con toda seguridad, la salida del viento de las canales del secreto.

Q/fy. til.

Tornillos de tope de otro método.

Para los registros que llevan tablones]y conductos, cuyas tapas no se pueden levantar de la obra sin des­montar todas aquellas piezas; por si se quieren poner los tornillos de tope, de modo que en un caso dado se pueda sacar el registro, se disponen aquellos de muy diferente modo, y en vez de hacerlos como los que de­jamos descritos, que atraviesan la tapa y registro enros­cando en el secreto, estos se hacen formando del mismo alambre un ángulo recto de 25 milis, por un lado y de 15 por el otro; el brazo largo de esta especie de escua­dra se lima á corte liso, y al otro ó sea el corto, se le hace punta aguda á cuatro caras, como lo indica la Fig. 16. Este ángulo se coloca eomose ve en la P ig . 12,

Fig. 16.

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- 6 1 — ñaciendo una mortajita en el secreto en C, y un agujero, para que entro la punta, bien ajustada y casi á golpa de martillo. En la tapa del registro se hace otro aguje­ro, en el que entra también ajustadito el brazo largo del ángulo, que es el que atraviesa el registro y le sirve de tope. Para asegurar este ángulo ó clavo de tope en su sitio, se pone una chapita de hierro ó latón en D, embebida en el secreto, en el cual se sujeta con dos tornillitos; los que, en caso de necesidad, pueden sa­carse, desarmar el clavo de tope, y de consiguiente ex­traer el registro de su lugar; que es como si se sacara un sable de su vaina.

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CAPÍTULO V I I .

FORRAR DE PIEL EL INTERIOR Y EXTERIOR DE LOS SECRETOS Y TAPAS.

Forrado de las canales del secreto.

El interior de las canales, (especialmente en los se­cretos construidos por el método que nos ocupa) debe forrarse de piel baldés, con mucho cuidado, para evitar los repasos que pudieran ocasionar con el tiempo los movimientos naturales de las maderas; á cuyo fin se cubre el fondo do las canales con tiras de piel delgada, pero anteada y flexible; las cuales se han de apomazar y chiflando sus cabos y orillas.

Estas tiras se cortarán un poco mas anchas que el fondo de las canales, para que el sobrante cubra y pe­gue como unos seis ú ocho milis, en cada barra, pues son la seguridad del secreto; y aunque llegase á de­sunirse de las barras alguna tablilla de las que cu­bren el esqueleto, la piel seguiría aquel pequeño mo-

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- 6 3 -vimicnto, quedando siempre tapada la rajifa que resul­tase, evitando así el defecto 'mas considerable y de mas difícil remedio que puede tener un secreto, que es el repaso del viento de una canal á otra, ó á las dos ve­cinas.

Para pegar las tiras de piel con seguridad, se lim­pian las canales del polvo que puedan tener, frotándo­las con una brocha plana do cerda fuerte: so dá la cola bien caliento á hiparte que se vaya á poner la tira; se encola esta y se adhiere bien al fondo y costados do las canales con un formoncito do madera, que hay que hu­medecer ligeramente do voz en cuando con un poquito de agua caliente. Esta entretenida operación se sigue en todas las demás hasta concluirlas,

E n algunos secretos se hallan las canales sin forrar, y solo están precavidas con dos ó tres manos de cola fuerte, con la cual se forma en los ángulos entrantes' de dichas canales, una especie" de soldadura que las fortifica perfectamente. Varios secretos antiguos he­mos deshecho, que, sin embargo de los muchos años que llevaban de existencia, en esta parte estaban perfecta­mente conservados con solo dicho procedimiento; pero esto es en el interior de España, en países bastante se­cos, mas en esta parte del litoral (Galicia) tan domi­nado por las humedades, no bastan estas encoladuras; y no se puede prescindir de precaver las canales de es­ta clase de secretos con el forrado de piel indicado, hecho con todo esmero y especial cuidado; pues por muy buenas que sean las maderas, siguen los movi­mientos que les imprime la temperatura; y la cola aunque sea de la mejor calidad, en algunas iglesias llega muy pronto á descomponerse, desuniendo las pie­zas que habían de estar bien pegadas.

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— 6 4 -

Cortar la piel del forrado interior de las canales para abrir los agujeros.

Estando bien soco el forrado interior de las canales, se.abren los agujeros que se han tapado con las tiras do piel, cortando los cuadrilongos con un formoncito bien afilado ó un cortaplumas; y los redondos con una gubia proporcionada, teniendo cuidado de dejarlos bien limpios, todo al rededor sin rebabas ó fragmentos mal cortados, porque con el tiempo se desprenden, el viento los impele y lleva hasta las bocas de los caños, en cuyo punto suelen atascarse y hacen mal efecto, cuando no los enmudecen completamente.

Para evitar este inconveniente, á los agujeros que no queden bien limpios se les dá un poquito de cola al rededor con un pincolito, el cual adhiere á la madera las pequeñas rebabas de piel, y se repasa al mismo tiempo alguna que no esté bien pegada,

Q4|v. SO.

JV..:;ado exterior del secreto en su plano superior donde funcionan los registros.

Para hacer este forrado, hay que levantar del se-* creto las tapas, registros y guardas; y para poderlas volver después á colocar fácilmente, se señalará (antes de arrancarlas,) la posición de las guardas con pluma de

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- 6 5 -escribir, en los costados del secreto; escribiendo entre una y otra señal el nombre del registro.

Se extraen todos los tornillos, y se dejan en los agujeros respectivos de las tapas, para que no se cam­bien; á pesar que si son todos de un mismo grueso, nada importa el que se junten en una caja para volver­los á colocar á su tiempo.

Estando todo lo de encima del secreto levantado, se le hace en los cantos de los costados, derecho é izquier­do, en el mismo plano superior, un prolongado chaflán de todo el ancho del secreto ó sea desde alante atrás; el cual solo se rebajará á la parte de fuera unos 6 milí­metros, y su ancho ó declive será de 20 á 25 milis., en cuyo chaflán han de encolarse después los cabos de las tiras de piel, que cubren el plano de dicho secreto. En­seguida se vuelve á repasar este, por si se ha movido algo, y para quitar las rebabas de los agujeros.

Antes de seguir la esplicacion del forrado de esta parte tan esencial del secreto, á la cual hemos dedicado nuestro especial cuidado, para hacer comprender lo in­dispensable de~su perfección: diremos algo sobre la opi­nión de algunos autores estranjeros sobre este forrado. Algunos de estos son de parecer que ni este plano ni el de las tapas de los registros deben forrarse, y que es mejor el que los registros funcionen entre el secreto y las tapas respectivas, sin la intermisión de la piel á frote de madera, esto es; rozando unas maderas con otras.

Efectivamente, hemos tenido ocasión de ver practi­cado este método en algún órgano extranjero, y espe­cialmente en las cajitas de música inglesas, francesas y alemanas: las cuales poco ó nada prueban á nuestro propósito, por lo pequeño de sus registros, y porque no

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-w están destinadas al quietismo ó perpetuidad de estan­cia en una Iglesia poco ventilada: por lo tanto, la eco­nomía que podia resultar del coste de las pieles que en este objeto se han de gastar, y el trabajo de ponerlas, creemos que no merece considerarse, si atendemos los males que, en países como el nuestro, pueden resultar á un órgano después de construido por este método, al primer cambio de temperatura: y por lo tanto nos de­cidimos por ol forrado, que se hace como decimos á continuación.

Fieles propias para forrar el plano principal de los secieíos y ías tapas de los registros.

Las pieles de baldés que se empleen en este forrado, serán del mas grueso, flexible y bien curtido. Se cor­tan tiras á lo largo de la piel, del ancho de cada regis­tro, ó a l o mas de dos: la tira que dá la parte céntrica de la piel, ó sea del espinazo, desde el cuello hasta la cola del animal, no suele ser buena para este objeto; porque siempre es dura, mas gruesa y desigual; á no sor que el curtido de las pieles sea muy superior.

Como es difícil tener pieles tan grandes qne den el largo de un registro, de una sola pieza, se procurará que la que se le añada, sea del mismo grueso y buenas cualidades que el trozo ya puesto.

Cortadas ya las tiras necesarias, y marcadas con el nombre ó número del registro, á que correspondan; so encelan sobre el plano del secreto, dando la cola á la partí, exteríur de la piel donde tuvo la-lana. La cola que

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- 6 7 — sc empico pr.ra estos pegamentos, no debe estar muy espesa, pero sí bien caliente, y darla á la piel en poca cantidad y bien estendida.

Para que se pegue y adhiera pronto la piel á la made­ra, so le pasará por encima una plancha de hierro ó la­tón, no muy caliente, cubriendo la parte que se vá á planchar, con un papel de estraza ó un trozo de lienzo, evitando de este modo que un descuido pueda hacer en-cojer ó arrugar la piel.

Doble forrado del plano del secreto.

Apcsar de las buenas cualidades que suponemos en las pieles invertidas en este primer forrado, no lo cree­mos suficiente para que llene su cometido como desea­mos; por lo tanto debe repetirse esta operación, ponien­do sobre el primero un doble forrado de pieles, aun me­jores que las primeras, ó al menos mas escogidas, para que los registros funcionen entre dos cuerpos blandos, y el mullido de las pieles siga en lo posible los movi­mientos de las maderas en las variaciones de tempera­tura; especialmente cuando es escesivo el calor ó la humedad. .

Para este doble forrado se cortan las tiras como para el primero, pero para pegarlas se hace con cola bastante clara, bien caliente, y se dá solo á la parte exterior de la piel que se sobrepone á las ya pegadas; debiendo que­dar estas segundas tiras con la parte velluda ó blanda á la vista, hacia fuera.

Teniendo el secreto en este estado, se vuelve á

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- 6 8 -dejar bien puesto en un punto que no pueda llevar gol­pes, y que esté bien sentado, para que no adquiera al­guna tercedura; enseguida se pueden ir forrando las tapas de los registros, del mismo modo que se bizo en el plano del secreto.

Forrado de las tapas de los registros.

Antes de forrar las tapas de los registros, deben re­pasarse por su plano inferior, con garlopín de oja den­tada, y con todo el esmero posible, para que sienten y junten bien sobre aquellos.

E n el cabo que viene al costado del secreto, sea de la derecha ó izquierda, se les hará también, como eu aquel, un pequeño chaflán de 20 á 25 milis, de ancho y unos 6 de caída, en el cual han de quedar bien enco­lados y pegados los cabos de las tiras de piel que forran las tapas. Estas so cubren también con dos pieles, en­coladas por el mismo método, se planchan con precau­ción y se dejan secar como las del secreto.

Algunos constructores extranjeros son de opinión, que á las tapas de los registros se les deben hacer unas canalitas transversales, bien sea practicadas en la mis­ma madera ó en las pieles que la cubren, con el plausi­ble objeto de que salga por ellas cualquiera pequeña cantidad de viento, que en caso de escapar por entre el registro y la tapa, pudiera ocasionar un repaso. Como estas son unas faltas que tan cuidadosamente conviene evitar, y pareciéndonos una teoría que podía dar m u y buenos resultados, en cierta época la hubimos de adop-

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tar como buena y e"cnz, y tanto creíamos en ella-, que no solo la practicamos en las tapas de los registros, sino que mandamos á nuestros oficiales las hicieran tambieu en el pjano del secreto; creyendo aislar por este media todos los agujeros que pudieran ocasionar repasos.

Apesar del mucho trabajo que nog ocasionó este pro­cedimiento, y el esmero con que fué ejecutado, el resul­tado no fué satisfactorio, y se desvaneció aquella ilusión que nos habíamos formado de conseguir un feliz éxito. Por lo tanto, no nos detendremos á esplicar el como se practican estas canalitas, que dan tanto trabajo, pérdida de tiempo, y que no evitan los defectos que debían des­aparecer con su adopción,

Ya que algunas veces hemos hablado de los repasos, cuyos defectos tan cuidadosamente deben evitarse, di* remos lo que en nuestro oficio se denota y entiende con el nombre de repaso,

v. §ti

Repasos del viento de una canal á otra,

El defecto de repasarse el viento en un órgano, es uno de los mas insoportables; y á veces casi irremedia­ble según el punto en que se halle la causa de que pro­cede. Entiéndese por repaso, cuando al hacer sonar una tecla cualquiera, por ejemplo, el Do 37 de la mano de-recha, el mismo viento que hace sonar dicho Do, se ye-pasa en poca ó mucha cantidad al Do sosi. 38, al Re 39 ó al Si 36 que son los signos mas próximos al de la di­ficultad: en este caso además del Do en cuestión, puena poco ó mucho el Do sost,, el Re ó .el Si, etc. : y en ves

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­ 7 0 ­ ­

de oir el signo Do solamente con toda su pureza, esto es, limpio de otra cualquiera clase de sonido, se oye un po­

quito otro que se mezcla con aquel, que lo perturba, afea y descompone; haciéndose (si es muy perceptible el sonido estraño) insoportable al oido.

Este defecto es el que en la facultad llamamos ropa» so, porque efectivamente el viento que hace sonar un ca­

ño, pasa á hacer sonar á su vecino, y el de este también se pasaá aquel, perturbándole como hemos dicho, á cu­

yos pasos encontrados se dá el nombre propio de repasos* Los repasos pueden ser ocasionados en diferentes

partes del cuerpo del órgano, los cuales teudremos ocasión de ir demostrando, según se vayan tratando los puntos que á ello darán lugar: por ahora nos bas­

ta el haber aclarado lo que es el gran defecto de repa­

sarse el viento de un punto á otro, el cual venimos com­

batiendo desde el principio de esta obra. A veces se origina el repaso en las canales del secreto, otras en el intermedio de este al registro ó del registro á la tapa; otras en las canales de los tablones de conducción, y otras en los mismos macizos ó tabloncillos en que to­

man el viento los caños sonoros, etc.

г^wгte oía).

Cortar la piel que cierra los egujeros del secreto y tapas de los registros.

Estando bien secas las encoladuras de las pieles que forman el doble forrado del secreto y tapas de los regis­

tros, se procede á abrir los agujeros, lo cual ,se efectúa con un cortaplumas bien afilado, procurando cortar

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- 7 1 -bicn todas las robabas, sin engrandecer nada la esquina viva de los agujeros, especialmente en el secreto.

Los agujeritos do los tornillos del secreto y las ta ­pas, se descubren también cortando la piel á su rededor con una gubia, como se hizo en las canales del secreto; procurando en ambas piezas, descubrir algo mas que el diámetro del agujero, para que la piel no toque á los tornillos, porque su contacto les seria perjudicial, espe­cialmente si fueran de hierro.

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- 7 2 -

CAPITULO VIII .

DE LOS SECRETOS MODERNOS DEL MISMO SISTEMA, CON VENTAJAS

RECONOCIDAS EN EL TRABAJO Y SEUURIDÁD DE LA OBRA.

Llegados los trabajos al punto en que nos hallamos, hemos de suspender los que faltan hasta la conclusión de los secretos, para esplicar el método moderno de formar estas piezas, que son de tanta consideración en los órganos, y que prometimos dar en la Introducción preliminar de nuestra obra; mas por eso las instruccio­nes dadas no están de más, porque sirven en todo tiem­po para conocer las piezas descritas; y de fundamento al aprendizaje.

E l secreto que vamos á describir, se forma con las mismas medidas, maderas y demás circunstancias apuntadas en el cap. I, hasta llegar al ap. 10 en el que se trata de cubrir con tablillas el plano superior del es­queleto. En este punto es cuando variamos el método dado, porque en vez de cubrir dicho esqueleto con ta-

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- 7 3 -1)1 illas, como allí so dice, lo cubriremos con liatones que se bau de interponer bien avenidos entre las barras que forman las canales: en esto .solamente consiste la di­ferencia do estos secretos del que hemos, descrito en los apuntes anteriores.

Ante todo, liemos de notar la diferencia de las medidas, que dimos en el ap. 1.° para el alto del marco del secreto, que no convienen con las que se marcan para el secreto núm. 4 en la tabla general, puesto que en ella, damos de filto (ó sea ancho) á las, maderas que han de formar el marco de dicho secreto 67 milis, en. definitiva, esto es; para después de bien concluido^ pero debe entenderse que esta me­dida e&'para cuando, los secretos se hacen por el mé­todo, de que nos vamos á. ocupar; pero como el secreto que describimos, en el cap. l : a lleva la cubierta sobre­puesta al mareo, por esta razón se dan á aquel 60 milí­metros al ancho de sus barras en basto; y 55, en definiti­va, ó sea d^pues de labrndo; que después lo que vá de 55 á 67 milis, que son los que se dan en la tabla gene­ral,, lo aumenta el grueso de las tablillas que cubren el esqueleto vpor-lo que so dá. á estas,en el. ap. 10 el grueso de 12 milis. R¿ modo que, 55 milis, que tienen de an­cho ó. al¡to, las ; maderas del marco, y 12 que le aumen­tan las tablillas que lo cubren, hacen un total do 67, que es el que se dá en la tabla general de los secretos; licuándose así el objeto principal dol método que es: de cualquier modo que se construyau los secretos, tengan sus canales la profundidad de 55 milis., que es lo esen­cial para que la cañerías tengan el viento suficiente.

Hjcha esta aclaración, pasaremos á describir el mé­todo, qu ! tenemos por mejor que el apuntado, el cual seguimos en nuestras construcciones.

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- 7 4 -

ol)¡v. §7.

Práctica del secreto por el nuevo método.

Dejamos, dicho que el marco se hace de las mismas maderas y medidas que las consignadas desde el ap. 1." hasta el 10, escepto el ancho de sus barrotes, que ha de tener lo que marca la tabla general de lqs secretos en el del núm. 4, que son 67 milis, después de bien con­cluido; pero para poderlo labrar, armar y desalabear, se le darán en basto, de 70 á 72, mil is :

Teniéndolo bien dispuesto, ya hecho esqueleto, co­mo se dice en el ap. 10, se procede á tapar todas las ca­nales con listones de madera de la mejor calidad y muy curada; estos, tendrán en basto de 13 á 14 milis, de grueso, para que después de labrados queden de 12 mi­límetros.

Respecto al ancho ya se concibe que han de tener cada uno el de su canal respectiva en la que han de en­trar perfectamente ajustados, pero sin presión ni forma de cuña, porque á poco que apretasen los listones en­trando á tapar las canales en esta forma, irremediable­mente torcerían el secreto y lo inutilizarían completa-, mente. Respecto al largo de los listones, puede ser de todo el de la canal; ó también ponerlos de piezas, que estando bien ajustados de pares y jic cabeza no im­porta.

Teniendo todos los listones bien avenados y ajusta-? dos, se fijan con cola bien preparada y bien caliente, procurando que queden un poquito mas elevados que el canto do las barras, para poderlos labrar c igualar

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- 7 5 -después; puesto que con este objeto se les dio un poqui­to de mas al grueso» para poderlos repasar y formar el plano del secreto lo mas perfecto que sea posible.

Pintar el interior de las canales.

. Estando ya las encoladuras de los listones, que ta-, pan las canales,, bien secas, se procede á pintar el in-, terior de las mismas; lo cual se practica con una diso­lución de almazarrón, tiza y cola bien templada.

Se pone el secreto a buena luz, apoyado en la pa­red ó en un banco, de modo que las canales estén en posición horizontal,; se echa en una de ellas una cucha­rada de pintura bien caliente, y con una brocha plana que entre floja en la canal, se es.tien.de hasta dejarla bien pintada..

Estando seca la primera manp, se dará la segunda poniendo el secreto del mismo modo, pero lo, de arriba abajo para que la otra junta de la canal quede bien cu­bierta; y por-fin, seca ya la segunda mano v se dá lia tcr-. cera poniendo el secreto de plano sobre una mesa, y . dándole esta últ ima mano con col¿a sola sin el aknazar-. ron; con lo cual queda bien precavido, y fortificado el. interior de las canales>

E n los.secretos construidos;, por este método,,, hay la gran ventaja de quedar las canales completamente aisr-ladas entre sí. y de estar asegurados: los repasos del¡ viento de una canal á otra, que son los. mas difíciles de remediar;- á lo cual están espuestos los deí método antiguo, que se cubren las canales con tablillas, porque se pueden separar estas dé las barras. Además se evita

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- 7 o -el forrado interior de las canales que es uña operación costosa, pero como dejamos advertido, es necesario que las maderas, que se emplean tanto en las barras de las canales como en los listones que las tapan, sean de las mejores condiciones que se puedan hallar, para alian-zar en lo posible su inmovilidad.

Para esto conviene que después de pintado el secreto interiormente, se le ponga en parte bien ventilada y se le deje una temporada en ella» para dar lugar á que las maderas hagan todos los movimientos de que sean sus­ceptibles; se tuersan, crézcam mengüen ó se rajen etc. para después poderlo repasar todo de nuevo, antes do continuar los trabajos para su conclusión.

Consideraciones.

Teniendo ya el secreto formado de este modo, pre­senta en su plano superior una infinidad de listones, que lo forman, mezclados con la cola; lo cual no deja de hacer sospechoso este método; esto es, respecto al plano perfecto que deseamos en ese punto, en el que han de aplacar los registros. Efectivamente, si consideramos que tantas piezas unidas han de sor insensibles, y no han de hacer variar el plano general del secreto, parece casi imposible concebirlo;" pero además de la osperien^ cia, que lo abona, creemos que la naturaleza de las maderas se presta á ello, porque las.barras de las cana­les se presentan todas de canto, y los listones, que las tapan, son delgados y además tienen cortadas sus fi­bras con los muchos agujeros, que se les hacen, con lo

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- 7 7 -quc pierden su fuerza; Por todas estas consideraciones li..míos aconsejado que se deje el secreto en parte ven­tilada, para que socándola cola, hagan las maderas los movimientos que quieran; y casi se las obligue á que los bagan; para tener después mas asegurada la inmo­vilidad de aquel i

El mullido de las pieles con que se forra el plano superior también contribuye á disimular el poco movi­miento, que pueden hacer las maderas después de tra­bajadas con tantas precauciones; y en países como este, (Galicia) aun aconsejaríamos que en vez de cubrir el secreto Con dos pieles, se le pusieran tres; para que les dos cuerpos que tienen a los registros como en prensa, tuvieran un buen mullido, y este pudiera hacer sus movimientos con toda regularidad, tanto e n invierno como en verano.

Este es el método que practicamos en la construc­ción de los secretos del sistema de vcntillas; que es el primitivo délos órganos, el cual hasta nuestros tiempos ha sido el único que se ha seguido y presentimos que en lo sucesivo, para órganos sencillos, ha de seguirse constantemente del mismo modo, á pesar de los nuevos sistemas inventados, de los cuales nos hemos de ocupar á su tiempo estensamente.

Hasta aquí hemos tenido que ocupar algún tiempo esplicando como se formaban los secretos antiguamen­te, para que sepan los aprendices el cuidado y escru­pulosidad, que requieren estas piezas, que son de las principales del órgano: en lo sucesivo ya no habrá lu­gar á tan largas divagaciones, porque solo apuntaremos lo que debe hacerse con fijeza etc,

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­ 7 8 ­

CAPÍTULQ IX.

CONTINUACIÓN № LOS TRABAJOS SOBltE; K­L SECRETO,

Q^i / . 6o,

Colocación definitiva de los registros y guardas­

Antes de colocar definitivamente sobre el secreto las guardas y los registros* se les vuelve & repasar el grueso, para que queden perfectamente iguales del uno al otro cabo. Para esto es preciso labrar muy bien un trozo de tablón,, algo mas ancho y largo que el re­

gistro mayor, que tenga el secreto: sobre este trozo de tablón, se clava ligeramente con unas pun.ti.tas pe­

queñas el registro con sus guardas, á los lados, de mo­. do que dichas puntas no impidan el repasarlo, bien en todas direcciones, lo cual se hace con un garlopín do hierro dentado muy fino.

Luego se alisa con una raspilla ó cuchilla de acero, y se concluye de afinar con lija de cristal.. Teniéndolo, bien concluido de una cara, se vuelve de la otra para hacerle la misma operación; hasta dejarlo lo mas per­

fectamente plano, igual y liso que se pueda..

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- 7 9 -Esto so hace porque, al abrirle los agujeros, y en el'

tiempo que se han hecho otros trabajos en el secrcto,-puedeu haberse movido algo las maderas.

ofy, 64.

Graduar la entrada y salida de los registros para que abran y cierren bien los agujeros del

secreto.

Seguidamente se vuelven á colocar las guardas so­bre el secreto, procurando en lo posible que las puntas, que se arrancaron al levantar esta obra, vuelvan á en­trar en los mismos agujeros que estuvieron clavadas; para lo cual servirán de guia los trazos que se escribió <-ron á los costados del secreto, y los agujeros de los tornillos, que demostrarán claramente la situación de dichas guardas.

Después se colocan los registros, á los cuales hay que hacer una mortajita cuadrilonga desde el punto por donde entró el tornillo de tope, que es el único que atraviesa el registro hacia el cabo saliente del secreto, como sa indica en A. en las F igs . 5, 6 y 9,

Esta mortajita ha de prolongarse todo lo necesario* para que el registro pueda correr á derecha é izquierda, ó entrar y salir del secreto, descubriendo ó cubriendo todos los agujeros de aquel: de manera que, cuando esr ten abiertos, coincidan exactamente todos los del re­gistro con los del secreto, y cuando estén tapados, los cubra también cumplidamente el registro sin que pue­da salir de aquel la mas pequeña cantidad de viento por ninguno de olios; para lo cual se va abriendo y

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— 8 0 -a^argando la mortajita, consultando á cada paso con el registro si está bien, hasta dejarla ajustada de manera, que tanto al entrar como al salir, el tornillo la impida pasar mas adelante de lo regalar J

q 4 j v . 62.

Alzas de piel, qué se ponen Sobre las guardas pira gradaír la flojedad de los registros.

Estando clavadas las guardas^ y arreglado el m o v i ­miento de los registros respectj á lo que tienen que sa­lir y entrar para abrir y cerrar bien los agujeros del se­creto, se encolan sobre aquellas en el espacio que hay del uno al otro tornillo, una t ir i ta de piel baldés del ancho de las mismas guardas.- el objeto de estas tiras de piel es impedir q u i l a s tapas, que 'Cubren los registros los opriman demasiado-, bien sea por la presión de los tornillos, ó por el peso que carga sobre ellas.. Esto acon­tece cu el registro, que lleva sobre si el orden de bom­barda ó la trompeta real, que Con el peso de los caños, aprietan tanto la tapa sobre el registro que lo llegan á sujetar de modo que no se puede sacar ni meter; por eso es necesario poner estas alcitas,de piel (que á veces han de ser dobles),con las que puede graduareJ la pre­sión de dichas tapas sobre el registro, á cuyo fin mu­chas V3C33 hay que ponerlas de piel doblada.

Cuando se trata de un registro de un ancho regular, basta bien este procedimiento para arreglar bien su presión; mas para los dos arriba mencionados que carga tanto pesa sobre ellos, hay que valerse además de la

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- 8 1 - • piel, de unos puntos do apoyo, que describiremos en el apunto siguiente,

Gfy . ' 68.

Puntos de apoyo para contener las tapas de los registros.

Cuando los registros son bastante anchos y sostie­nen sobro sus tapas el peso de la cañería, como suele acontecer al orden de Bombarda ó sc-a trompeta magna de la mano izquierda, y aun á la trompeta real de la misma mano, Tno bastan para .sostener la presión de las tapas del registro las alzas de piel indicadas en el apunte anterior, sino que para ayudar á sostener el peso de aquellas, y que el registro pueda entrar y salir fácil­mente, se ponen en el centro del registro, tres ó cuatro puntos de apoyo, que consisten en otros tantos trocitos del mismo alambre que se hicieron los tornillos de tope.

Estos puntos se liman bisn á eseuadra del un cabo, se les dá el largo suficiente, que viene á ser de 23 á 25 milímetros.

Al cabo contrario del limado á escuadra, se les hace un poco de punta redonda achatada, y se les abre rosca con la terraja, de modo que concluidos, son como se marcan, del tamaño natural en la Fig. 17.

Fig. 17.

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- 8 2 -1

La situación do estos puntos do apoyo es en el centro del re­gistro entre ambas Alas de agu­jeros: los que se hayan de po­ner, se reparten á partes igua­les próximamente en el largo del registro; se taladra este, y lo suficiente la barra del se­creto que le toque, se introdu­ce el punto de apoyo, enroscán­dole en dicha- barra hasta que quede unos 2 ó 3 milis, mas elevado que el plano superior de dicho registro. A este se le abren unas mortajitas v largas como las del tornillo de tope, para que pueda ir y venir cuan­do haya de abrir ó cerrar los agujeros; y de este modo, re­cibida la tapa por las alzas de piel de las guardas, y por los tres ó cuatro puntos de apoyo, que tiene en el centro de su ancho; el peso de la ca­ñería, que carga sobre la tapa, no gravita sobre el registro, y este puede hacer sus movi­mientos con libertad. Véase la situación de los puntos de apo­yo en A. Fig. 18 en los que se marcan las mortajitas de es­tos, la del tornillo de tope en

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- 8 3 -B, los agujeros en las guardas para poner cinco torni­llos en cada una, y la mortajita C en la que entra el cabo del balancín de hierro, que á su tiempo ha de hacer abrir y cerrar el registro.

Q/íc|v. 6ti

Colocación de las tapas sobre los registros y guardas.

A los agujeros de los tornillos, que tienen las tapas de los registros, hay que hacerles unos rebajos ó morta­jas on forma de medio círculo, profundizándolos en di­cha tapa hasta cerca de la mitad de su grueso; se harán bastante capaces para que entre en ellos holgadamente la ochava ó chapita de latón, que engarganta en el tor­nillo y la doblez del alambre que forma la cabeza de este, pudiendo dar vueltas para introducirlos ó sacarlos cuando sea necesario; ó si los agujeros han de ser de en­trada libre, so rasgan los cantos dó la tapa, abriendo dichos agujeros para que los tornillos no se hayan de quitar nunca del sitio, y solo sí dar una media vuelta, para dejar libre la tapa; todo lo cual se puede inspec­cionar en la F ig . 12 cuya esplicacion nemos hecho en el ap. 44.

Después de examinar sí están bien puestos los re­gistros y guardas, con sus tiritas ó alzas de piel enci­ma, si los movimientos de vaivén para abrir y cerrar los agujeros están perfectamente justos y arreglados, y todo lo demás con la limpieza y precisión requeri­das; se procederá á poner las tapas cada una en su lu­gar, colocando los tornllios con sus ochavas, los cuales

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- 8 4 -se enroscan pronto y fácilmente, valiéndose de un ber­biquí ó pasaforet, que 11J\J uua bivea de hierro ó ma­dera fuerte con una mort.gati propósito para que entre en ella la cabeza del tornillo.

Si a pesar de nuestro consejo, por economía ú otra cualquiera causa se pusieran los tornillos de hierro en vez de latón; antes de introducirlos, se calentarán un poquito y se impregnarán con cera amarilla para pre­servarles algún tiempo del óxido; pero si son de latón, (como deben ser) es escusado este procedimiento, ó cuando mas, SJ les puede dar un poquito de sebo para que la rosca entre suavemente.

Según se vayan colocando estos, no se apretarán de vez hasta que no están puestos todos los de la tapa, en cuyo caso se van acabando de apretar con precaución, consultando á cada paso el registro, para ver si entra y sale, si bien fácilmente, con cierta presión, que deje conocer que todo el está bien ajustado por igual, y que todos los tornillos apretan del mismo modo.

Los registros que lleven tabloncillo ó macizo enco­lado sob^e la misma tapa, no pueden llevar el tornillo de tope por encima á la vista como los otros, y se po­nen Gomo se dice en ol ap. 47, al cual nos referimos,

Advertencia sobre el grueso del secreto y pro­fundidad de las canales.

Queda sentado en los aps. 1 y 56 que ej alto ó sea grueso del secreto, después de bien desalaveado, apla­nado y concluido, ha de ser de 67 milis, que es el alto del marco y canales cubiertas, bien sea por el método

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- 8 5 -priraitivo do tablillas sobrepuestas, 6 por el moderno de listones interpuestos entro las barras de las canales; cuyo fin principal es que estas últimas tengan de pro­fundidad 55 milis, que es lo necesario, según nuestros cálculos, para que las cañerias tengan el viento sufi­ciente para formar el sonido con toda la valentia y bri­llantez de que son susceptibles y que se les debe exi­gir.

Pues bien; si á pesar de los repasos, que se han he­cho en el secreto para ponerle en el estado que lo tene­mos, las canales tienen mas hondo ó profundidad de los 55 milis, marcados, se rebajará el secreto por su cara inferior en la cual se ven descubiertas dichas canales, repasándolo cuidadosamente con garlopa de dos hierros y garlopin de oja dentada, procurando que quede per­fectamente plano todo él, pero muy particularmente la parte de delante, que es donde han de sentar las venti-llas, y formarse la arca del viento, la cual es otra de las partes del secreto, que merece particular atención.

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- 8 6 -

CAPÍTULO X.

DE LA ARCA DEL VIENTO. Y DE LAS PIEZAS QUE FUNCIONAN EN SU INTERIOR.

Para formar el arca del viento es necesario contar con el largo de las ventillas, ó mejor aun con la aber­tura de las canales por donde les entra el viento, que ha de hacer sonar los caños de los diferentes órdenes que contenga el secreto. Para hallar esta medida hay varios procedimientos, que algunos autores han hecho, calculando física y matemáticamente el viento que puede gastar cada caño de por si en un segundo, se­gún la presión de aquel; y el que debe entrar por la abertura de la canal, fijando por sus cálculos lo ancho y largo de ella, todo con la mayor precisión, bien ajusta­do y escrito. Nosotros no nos hallamos en el caso de ci'iticar semejantes procedimientos, por lo mismo los respetamos y dejamos en su lugar, ateniéndonos á la

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— 8 7 — esperiencia, cinc os nuestra maestra, de la que somos decididos partidarios y en la cual solamente fiamos; porque los cálculos escritos y bien pensados, que á A ' e -ces nos han parecido inmejorables, puestos á la práct i ­ca, su resultado dejaba mucho que desear: por eso nos atenemos á lo que tan grande como rigurosa maestra nos ha demostrado á fuerza de pruebas y escarmien­tos. E n la tabla general de los secretos se consigna la abertura de las canales, que conviene á cada uno según su capacidad, correspondiendo al del número 4, que es el que nos ocupa, el ancho de cada canal respectiva y 180 milis de largo.

Q(f. 67.

Abertura de las canales.

Para formar la abertura do las canales en la arca del viento, se tirará una línea á lo largo de todo el secreto en su plano interior, que esté separada del canto inte­rior del barrote delantero que forma el marco de dicho secreto, los 180 milis, que dejamos mencionados al fin del ap. anterior. Paralela á esta línea, se tirará otra, 60 milis, mas hacia atrás del secreto, cuyas dos líneas marcan la situación y medida de los listoncitos que se fijan entro ambas lineas, los cuales determinan la me­dida de la abertura de las canales, que después han de tapar las ventillas, como veremos en su lugar.

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- 8 8 -

Listoncitos que forman la abertura de las canales

Los listoncitos, que han de formar la abertura de las canales, han de hacerse de madera sencilla, aunque de buena calidad; algunos constructores creen conve­niente ponerlos beta atravesada á las barras de las ca­nales, porque dicen-que así están menos sujetos á va­riar, á causa de que las maderas no crecen de cabezas; pero, bien examinado este punto, vemos que es mas cómodo y conveniente el poner dichos listoncitos á lo largo en la misma dirección de la beta de las barras, porque su grueso que es de 4 milis, no es suficiente pa­ra empujar á aquellas, y mas bien pueden ceder si se hinchan algo; á cuyo fin se ponen también de modo que no entren apretados. Teniendo cortados y avenidos estos listoncitos á su sitio, se encolan; y después de bien secos se repasan, dejándolos todos bien iguales con el plano general del secreto.

Formación de la arca del viento.

. Sobre los barrotes de los costados del secreto, en la cara baja de este, que es donde hemos puesto los lis­toncitos para fijar la abertura de las canales, se ponen

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- 8 9 -otros nuevos barrotes que van sentados sobre los que forman los costados de dicho secreto: el grueso de estos será de 7 milis, menos que los de aquel, su alto ó an­cho será de 80 milis, que es el que después tendrá de hueco la arca, y do largo se le dará todo el que tenga el secreto de delante atrás.

Estos barrotes se fijan en él secreto, bien encolados y clavados, procurando que los clavos penetren hasta la mitad del barrote; tapando los agujeros, que se hagan con este objeto, con clavicotes de madera bien enco­lados; la posición de estos barrotes es, floreando su cara exterior con el costado del secreto y quedando la falta del grueso que es de 7 milis, descubriendo el mar­co del secreto en la parte interior.

Si el secreto es de dos piezas, esto es; que el medio secreto de la derecha forme un cuerpo, y el de la iz­quierda otro; en éste caso se pondrá otro barrote igual al otro costado de cada medio secreto; pero si está todo unido, formando un solo cuerpo, se pondrá sobre el bar­rote, que divide el centro, otro como los de los costa­dos que tenga 14 milis, menos de grueso que el del secreto, para que lo deje descubierto 7 milis, á cada lado: tendrá el mismo alto que los de los costados, pero de largo tendrá solamente desde atrás del secreto hasta llegar á 20 milis, mas adelante del primer trazo que marca la situación de los listoncitos, que forman la abertura de las canales. Este barrote, después de bien avenido, también se encola y clava como los de los cos­tados.

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- 9 0 -

Q/tcjf. 70.

Enlace de la tapa de la arca del viento con el secreto.

E n la mitad del barrote que divide el secreto, al frente del mismo, se coloca una pieza de madera fuer­te, que enlaza la tapa que cierra por debajo la arca del viento, la cual vá metida á espiga y encolada en una mortaja practicada en el marco del secreto. Esta pieza forma en su cabo libre una cola de milano en la que posteriormente enlaza la tapa baja de la arca. Véanse las F i g s . 19 y 2 0 . que manifiestan esta pieza la 19 de

F i g s . 10 y 2 0 .

costado y la 20 de frente. Sus dimensiones son; de frente, el mismo ancho del barrote que divide el secre­to en el que se introduce la espiga; y de costado, ten­drá 70 milis. El alto es el que deba tener la arca del viento, con mas el grueso de la tapa; porque el lazo que forma á cola de milano se introduce en una morta­ja, que se hace en el canto de aquella á este fin.

Colocada esta pieza en su sitio, florea con el frente

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- 9 1 del secreto, El cuadrito oscuro, que se ve en A. F ig . 19, es una mortajita ó rebajo que se hace en aquel punto á los dos costados de la pieza, para que puedan subir y bajar libremente las dos ventillas que van á sus cos­tados ,

Si se quiere evitar la construcción del lazo que aca­bamos de describir, puede hacerse llegar al frente del secreto el barrote céntrico, descrito en el ap. 69 como los de los costados, pero hay que hacerle una gran es-copleadura que lo atraviese del todo, y casi tan larga como el ancho interior de la arca del viento, para que por dicha abertura pase este de la una parte del secre­to á la otra, á no ser, que se les traiga á cada uno el viento con dos.conductos separados, uno para cada me­dio secreto, en cuyo caso es innecesaria dicha comuni­cación .

Este último método es mas cómodo que el de poner la pieza de lazo arriba descrita, que solo ofrece la ven­taja de enlazar la tapa baja del arca, la cual también se sujeta perfectamente con algún tornillo.

Barras que cierran la parte posterior de la arca del viento,

A la distancia de 240 milis, del frente del secreto se colocarán unos fuertes listones de 30 milis, de grueso, del mismo ancho ó alto que los de los costados y cen­tro, que os de 80 milis, y 2 centís. mas largos que lo que distan los de los costados al del centro, para fijar­los á espiga en unas mortajitas ce 10 milis., que se

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— 9 2 -praetican en cada ban-ote, con el objeto do cerrar la parte trasera de la arca del viento.

Teniéndolos bien avenidos, se encolan sobre el pla­no que forman los listoncitos, que se pusieron para de­terminar la abertura de las canales, y se le dan algunas puntas, ya por la una cara, ya por la otra, que deberán clavar en las barras que forman las canales del secreto, para que quede todo muy enlazado y fuerte.

Los listoneitos mencionados que forman la abertura de las canales, aparecen sobrantes á ambos lados de los fuertes listones, que acabamos de fijar.

Si para reforzar mas el secreto, se quieren poner estos dos listones, de mas de 30 milis, de grueso, y de una sola pieza entera del uno al otro costado del secre­to, puede hacerse con solo cortar un poco el barrote céntrico del secreto, para que pueda ir esta encolada y elavada, sin que aquel lo impida.

Concluida esta operación, queda ya circunvalada la arca del viento por tres costados, y el cuarto, que es el del frente, es el último que se cierra con las tapas delanteras, de las cuales nos ocuparemos á su debido tiempo.

Forrado interior de la arca del viento. -

Para forrar el interior de la arca del viento ó sea el plano de las canales, que es donde han de sentar las ventillas para tapar perfectamente con estas la entrada de aquellas, se tomará piel baldés de la mejor curtida, que no sea de la mas gruesa, pero sí muy igual y an-

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- 9 3 -teada: se cortan piezas que, siu ocupar la parte del es­pinazo ui la mas delgada de la falda, den para cubrir doce, catorce ó dieziscis canales: la parte gruesa de la piel se pondrá hacia delante del secreto, y la delgada hacia atrás. Esta se encola sobre las canales, pegándo­la por la parto externa, que tuvo la lana; quedando la parte blanda ó veluda á la vista. Se pone bien lisa, pero sin estirarla; y para que pegue bien, se plancha, como so hizo en el forrado exterior del secreto, véase el ap. 51: á la parte de detrás se la hace doblar un poco hacia arriba-, y se encola bien á las barras, que forman el aro de la arca; todo esto con especial cuidado de que no toque nada de cola á la parte de fuera.

Cuando esté seca la encoladura, se apomaza toda la superficie del forrado con una piedra pómez, que tenga un plano bastante anchito y regular, haciéndolo de modo que la parte blanda de la piel, que está á la vista, quede esponjosa, plana, lisa y fina al tacto; á cuyo fin se le puede dar también una buena frotadura con un cepillo de cerda fuerte.

Las juntas de los trozos de piel, que se empleen en este forrado, han de hacerse venir á caer siempre al centro de una barra, haciéndolos juntar bien sin que se monte el uno sobre el otro.

E n las juntas que hacen los ángulos ó rincones de la arca del viento, se encolarán por el método ordinario unas tiritas de piel, para precaver la pérdida del viento que pudiera distraerse por alguna de aquellas, que no estuviese bien avenida.

Estando bien seca la cola, y la piel bien apomazada y cepillada, como dejamos dicho, se abren las entradas de las canales que se taparon con el forrado; lo cual se hace con un cortaplumas bien afilado, procurando cor-

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- 9 4 -tar la piel justa al rape de las barras, slu morder nada la esquina viva de estas; y que no queden rebabas de piel mal cortada.

CAPITULO XI.

DE LAS VENT1LLAS, ¥ MODO DE CONSTItUIULAS.

Q 4 | V . 73.

Llamamos ventillas á unos listoncitos de madera de la forma que vamos á esplicar, que sirven para ta­par las entradas de las canales, que hemos dejado abier­tas en la arca del viento. Estas se harán de la mejor madera que se tenga, que sea dócil, bien curada, de veta seguida, sin nudos ni mácula de ninguna especie, para poder asegurar en lo posible su inmovilidad, y que sea casi insensible á las variaciones atmosféricas.

Para reunir estas condiciones escogeríamos el'cedro,

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— 9 5 -pero también se hallan en órganos antiguos, de nogal, roble, castaño y hasta de pinoj llenando perfectamente su cometido, de lo cual inferimos que su bondad de­pende principalmente en escoger bien las maderas, sean do cualquiera de las clases apuntadas.

Para construir las ventillas se labran los listoncitos perfectamente" planos, particularmente de la cara que han do sentar en el secreto; su largo será para las del secreto núm. 4 el de 200 milis, su ancho será en cada una el suficiente para tapar cumplidamente la abertura de su canal respectiva, procurando en esto que no estén escasas ni tampoco muy sobrantes; que ambas dema­sías son perjudiciales. De grueso tendrán 12 milis.: en el cabo de delante se les hace un chaflán de 18 milis., que deja el grueso de la ventilla al parecer de 3 milí­metros: á los costados también se les hace un chaflán, de modo que aparezca el grueso de 3 milis., y arriba al centro del plano se estrecha este á 6, 4 y hasta 2 milis, según sea el ancho de la ventilla.

En el cabo posterior ó sea de atrás se le hace otro chaflán, bastante mas prolongado, que tendrá 40 milí­metros do caida, y acaba dejando el grueso de la venti­lla casi en corto de 1 i& milis.- de grueso.

Teniéndolas todas arregladas como hemos dicho, so marcan en el chaflán de delante, escribiéndoles con t inta la numeración y el signo respectivo con caracteres bien inteligibles, empezando por la ventilla del Do pri­mero, siguiendo las demás en orden regular ascendente hasta el último Fa 54. Véase la Fig. 21, que representa una ventilla de tamaño reducido vista por su plano in­ferior, y la Fig. 22. que la representa de costado.

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Asitas ó anillas de enganche para las ventillas.

Las asitas ó anillas que se ponen en las ventillas para enganchar eu ellas los tirantes que las hacen abrir, se ponen de alambre de latón, de 1 mili, próximamen­te de grueso. La forma y grandor de estas es la que se marca en la Fig. 23.

Fig. 23 .

Para colocarlas en las ventillas, se hace en es­tas un agujerito con un punzón delgado que las atraviese todo el grueso, y se meten en él enros­cándolas, á cuyo efecto se tendrán todas aterraja­das . E l punto de su colocación influye mucho para que la ventilla abra lo necesario; y por lo mismo se ha cal­culado que deben ponerse á todas las que sean mas lar­gas de 160 milis, dividiendo el largo de la ventilla en nueve partes iguales; y donde marque el compás la se­gunda de estas nueve partes, empezando á contar por

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- 9 8 -cl cabo de delante, alli se hace el agujerito para la asi­ta, como se indica en la F ig . 21 .

De este modo abre lo regular, y el muelle que hace apastar la ventilla, la aprieta en el punto que corres­ponde, para que sin una fuerza exajerada tape perfecta­mente, que es lo que conviene.

A las ventillas menores de 160 milis, ya no se les pueden poner las asitas en la anterior proporción, por­que no resulta arreglada; y se hace, dividiendo lo mis­mo el largo de la ventilla en nueve partes iguales, pero el agujero de la asita debe hacerse á las dos y media partes, y si las ventillas son muy pequeñas, á las tres, que es al tercio de su largo. E l ojito de las asitas ó anillas debe quedar mirando á los costados de las ven-tillas, como se marca en A. F ig . 22.

Agujeritos para fijar los muelles en las ventillas.

El agujerito en que ha de entrar la punta del mue­lle, que hace tapar la ventilla (cuya descripción hace­mos mas adelante), se hace con nn punzón que sea un poquito grueso de la punta, el cual no atravesará mas que la mitad del grueso de aquella, la situación dé este agujerito es á 2 milis, distante de la asita, hacia la parte de atrás de dicha ventilla, como se indica en B. Figs . 21 y 22: en este agujerito se introduce (como deci­mos arriba) la punta doblada de la pierna alta del mue­lle, que la obliga á tapar la abertura de la canal.

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O'V 76.

Forrado de las ventillas.

Las vontillas se forran de piel baldés, del mejor curtido, mas grueso y flexible; se toma por ejemplo una piel entera, se le corta una tira de 50 á 60 milis, de an­cho de su centro, todo á lo largo del animal, cen el ob­jeto de quitarle la parte fuerte del espinazo, que no suele ser úti l para este objeto: de las dos medias pieles que resultan, se cortan dos tiras anchas, del largo de la ventilla con 2 centís, de mas, quitando de estas la parte mas delgada, que es la falda: estas dos grandes tiras deberán rascarse por la parte exterior de la piel, que es la que tuvo la lana, con cuchillas y-hojas den­tadas de cepillos, hasta descomponer y ablandar la par­te tersa de la piel, y quede muy blandirá.

E n este estado se encolan sobre dicha piel, en su cara rascada, las ventillas, de modo que la parte del chaflán largo vaya á la parte delgada de la piel, esce­diendo esta en este punto los 2 centls. que tiene mas de ancho que el largo de dichas ventillas, y el cabo delan­tero que tiene el chaflán corto, vaya pegado al costado mas grueso, y quede justa la ven t i l a con la piel,

La cola con que se hagan estos pegamentos estará bien cocida y no muy espesa, se dará bien estendida con una brocha, y no en mucha cantidad, al plano de la ventilla y de ningún modo á la piel, porque de lo

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- 1 0 0 -contrario con la cola se endurecería esta, lo cual he­mos de evitar cuidadosamente. Véase en la Fig. 24, un trozo de piel con unas ventillas pegadas sobre ella, y en disposición de pegarse algunas mas.

Fig. 24.

ofy. 11.

Doble forrado de las ventillas.

Estando seca la cola de este primer forro, se recor­tan las ventillas, separándolas unas de otras, quitando, cualquiera desigualdad que pueda tener la piel en los costados y canto delantero, escepto en la parte de atrás, que quedará un excedente de piel de unos 20 milis., al cual daremos el nombre de cola de las ventillas.

Aunque el baldés ocupado en forrar las ventillas reúna todas las buenas cualidades que hemos apunta­do; es muy conveniente el doblar dicho forrado, po-

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101 Hiendo otra tira de piel sobre la primera, de las mismas condiciones que aquella; la cual ha de pegarse, dando la cola de un modo particular, esto es: que se dé esta en la menor cantidad posible, para que la se­gunda piel pegue en la primera, de manera que nin­guna de las dos, puedan endurecerse y queden de mo­do que formen un buen mullido, que ajustando bien la Yentilla a la abertura que ha de tapar, intercepte él paso del viento á la canal; tapando aquella perfecta­mente, que es nuestro principal objeto.

Para esto también, se apomazarán ligeramente y se cepillarán. Si se'vé que á cualquiera de ellas le ha tocado mala piel, esto es, que sea algo desigual, se arrancará y se encolará una nueva de buenas condiciones. En las F ig . 2 1 y 2 2 puedan notarse estas pieles, con el sobran­te que se deja en ol cabo del chañan posterior, al cual llamamos cola de las ventillas.

Fijar las ventillas en sus respectivos puestos.

Para encolar y fijar las ventillas en el arca del viento, se colocará el secreto en buena disposición sobre un banco ó caballetes. Se empieza por señalar el centro del-grueso de las barras que forman las canales, con una pequeñita señal que se les hace con pluma de escribir á la parte do delante de las aberturas y á la de atrás; las cuales sirven para la colocación de las ventillas: estas, señaladas ya con su número y signo respectivo,

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- 1 0 2 -marcados en el chaflán anterior, se van colocando al centro de sus aberturas correspondientes, de manera que el sobrante de su ancho se reparta por mitad en cada barra de los costados de la abertura.

Para fijarlas, se les dá cola en poca cantidad en la piel escedente del chaflán posterior, con mas á unos 10 milis, del plano del mismo cabo; también se dá cola al barrote trasero ó aro del arca, y un poqui­to al fin del plano de la abertura; se fija la ventilla con cuidado on aquel punto, trabajando y poniendo bien la piel con un formoncito de madera, para que se pegue bien en el plano de la abertura, y la cola de la venti­lla ó parte escedente de piel, en dicha barra trasera.

Encolada por ejemplo la del Do 1, so deja por poner la segunda, y se pone la tercera encolándola como se hizo en la primera; después se continuará la 5.", 7 / , 9." etc. de modo que se coloquen todos los números impares.

A cada ventilla que se fije, se le pondrán encima unos cepos de lengüetería (suponiendo que se tengan ya fundidos) ú otra cualquiera clase de peso, que gra­vite sobre ellas, para que se amolden en su lugar mientras se dá tiempo de secar la cola. Puestas ya to­das .las de los números nones, se colocan y encolan del mismo modo las de los pares; y estando todo bien seco, se les sobrepone á cada una un parchecito de piel, que cubra la cola de la ventilla y la acabe de sujetar en el sitio, pero de modo que á pesar de estar tan cercanas ó casi juntas unas ventillas á otras, queden en cierto modo aisladas, para que en cualquier evento en lo su­cesivo, se pueda arrancar cualquiera de ellas sin pertur­bar las demás, y recomponerse y colocarse de nue­vos in desmontar el secreto.

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GÍrji, 79-Guias de las ventillas.

Las guias de las ventillas se hacen de alambré ama­rillo, las dimensiones de su largo y grueso son respec­tivas á los secretos; las que han de servir para el que se está describiendo tendrán de largo 24 milis, y de grueso, que entre el alambre en nna muesca ó calibre de 1 ii"2 milímetros. *

E n el un cabo se les hace la punta, limando el alam­bre por los cuatro costados, se clavan en las barras del secreto, introduciéndolas la mitad de su largo quedan­do fuera la otra mitad, para servir de guia á las venti­llas y evitar el que se tuerzan á derecha ó izquierda, fijando su verdadera posición.

E l punto donde deben clavarse es próximamente á la línea de las asitas, que llevan aquellas hacia delante. Si las barras son estrechas .y las ventillas están m u y próximas entre si, se clavará una guia entre cada dos ventillas; mas si el espacio que haya de la una á la otra es mayor que el grueso de la guia, es preciso po­nerle dos á cada una, en cuyo caso deben colocarse un poco salteadas, como en dos hileras.

Guias de las ventillas, su construcción.

Aunque la guia de una ventilla es una cosa suma­mente sencilla y que parece insignificante, no deja de

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— 104— tener interés ol objeto que tiene que llenar; y si no está como correspondo, puede dar bastante que hacer al ar­tífice.

Como por la situación que ocupan, es muy difícil el poder quitar una para poner otra, nos ha parecido conveniente el apuntar el método de trabajarlas.

Se toma alambre de latón del grueso regular; se mar­can en él ocho, diez, quince ó veinte guias, que tendrán de largo de 24 á 30 milis, según sea el grueso de las ven-tillas; so señala el largo de cada una con una mucsquc-cita, que se hace con un triángulo; se parte el trozo mar­cado del rollo y se procura enderezarle lo mejor que se pueda, golpeándole con un macito de madera dura so­bre un trozo de la misma calidad; si el alambre no está bien limpio, se frota todo á lo largo con un trocito de lija de cristal ó piedra pómez, con lo que se deja bri­llante; luego so sujeta el alambro con un tornillo de mano, que lo aprieta por la primera mitad del segundo clavito ó guia, en cuyo punto, podrá la presión del tor­nillo hacer alguna muesca en el alambre, pero esto no importa, porque precisamente aquel es el que luego se lima para hacerle la punta que ha de clavar en las bar­ras del secreto; en esta disposición se lima el cabo del alambre, apoyándole sobre algún trozo de madera, ha­ciéndole la punta que será casi tan larga como la mitad de la guia; se acaba de profundizar la muesquecita con un triángulo, y se parte con suma facilidad, quedando perfectamente lisa la parte que ha de quedar fuera de la madera, por la que la ventilla resbala y se apoya cuando abre y cierra. Lo mismo que se ha hecho la pri­mera se hacen las demás, y cuando estén todas aguza­das y cortadas, se las redondea el cabo que se cortó, metiendo una en un agujero, que se practicará en el ca-

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— 105 — bo do un listoncito, en el cual entrará ajustada y basta cerca de dicho cabo, el cual se lima y redondea fácil­mente; y si de este modo no vá bien, pueden prenderse por el chaflán con el tornillo de mano, y limarlas se­gún convenga; que el principal objeto es de conservar la mitad do su largo, que es la guia, perfectamente liso como sale de la hilera.

Las guias, que por efecto de ostar las ventillas m u y juntas, hayan de ser de alambre muy delgado, deben hacerse de otro modo para que tengan cuerpo y resis^-tencia.

Se toma alambre un poquito mas grueso de lo regu­lar, en el que se marcan las guias como queda dicho; y teniendo unas cuantas señaladas, se parte dicho trozo: enseguida se amartillan sobre un yunque pequeño, para aplanar el alambre á golpes moderados de martillo, y cuando se vea que puede estar al grueso necesario, se acaba de precisar y alisar bien, limándola por las dos caras; con lo que resulta que lo que perdió en grueso lo ganó en ancho y en la fuerza que se le dio cuando so ha forjado sobre el yunque etc. Véase su forma y di­mensiones en la Fig. 25.

Fig. 25.

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- 1 0 6 -

CAPÍTULO XII .

DE LA TAPA BAJA DEL AUCA DEL VIENTO, Y DE LAS PIEZAS

CONTENIDAS EN ELLA, QUE FUNCIONAN DENTRO DE DICHA AUCA,

0/1(1/. &í.

La tapa baja del arca del viento, debe hacerse de buena tabla que cubra todo el ancho y largo del arca que corresponda, si es posible con una sola pieza; su grueso después de bien labrada será para el secreto quo nos ocupa de 26 milis., se coloca en su sitio y se la sujeta con dos puntas regulares que se le clavan á cada costado, en los barrotes que forman el aro del arca, encabezadas con un trocito de suela para poderlas arran­car fácilmente: se señalan en el canto delantero de la tapa, con una escuadra y un punzón, los centros del ancho de las ventillas (que son los de las canales) y en la cara interior de la misma, el punto donde caigan á plomo las asitas do aquellas para poder abrir los agu­jeros que convenientemente han de atravesar los tira­dores.

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- 1 0 7 -

Agujeros que se hacen en la tapa baja del arca del viento para los tiradores de las ventillas.

Para hacer los agujeros en la tapa baja del arca del viento, que han de atravesar los tiradores de las ventillas, se desclava esta, y en los puntos que se han marcado los aplomos de las asitas de aquellas, se abren los agujeros con una broca de tres puntas bien cortante, que haga un agujero de 12 milis, de diám. la cual debe penetrar en dicha tabla las dos terceras par­tes de su grueso próximamente, cuyos agujeros se abella-nan después un poco por arriba, con el objeto de matar la esquina viva de su orilla, para que la piel de los t i ­radores, que posteriormente ha de taparlos, pueda ha­cer bien sus movimientos sin romperse. Hecho esto, se concluyen de taladrar dichos agujeros con una broqui-ta muy delgada ó un punzón que haga los nuevos agujeritos, de 11x2 á 2 milis.: estos se foguean con unos alambritos proporcionados que se calientan en la fra­gua, y se acaban de limpiar con un alambrito dentado, ó sea limatón muy delgado, para que en todo tiempo los tiradores de las ventillas jueguen con toda libertad,

G/fyu é l .

Listoncitos de tope del interior de la tapa.

Para que las tapas delanteras, que posteriormente han de cerrar el arca del viento, no entren en esta mas

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— 1 0 8 -cle lo regular, que es el grueso de ellas mismas, se pone en el punto conveniente un listoncito de 8 á 11 milis, en cuadro, el cual se encola y clava donde lo pida el grueso de aquellas tapas, que en ol secreto núm. 4 es de 18 milis.; de consiguiente la situación de este listoncito es á 18 milis, del canto delantero do la tapa general ó sea del fondo del arca.

Forrado interior de la tapa baja del arca del viento.

El interior de la tapa baja del arca del viento so for­rará con popel grueso do cola, y si la madera tiene al­guna rajita ó apariencia ce que pueda abrir, se le pon­drá una tirita de piel bien encolada para que no dejo escapar nada de viento; á pesar que siendo esta de bue­na madera y del grueso que se marca en el ap. 81 , cree­mos que sin necesidad del forro llenará bien su come­tido.

Los tiradores de las vcntillas so hacen de alam­bre de latón, del grueso que próximamente marca la

Tiradores de las ventillas.

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- 1 0 9 -Fig. 26. Para hacerlos so limpia primero el alambre con papel de lija de cristal ó piedra pómez, con el que se pono brillante; se les forma la anillita que se vé en dicha ligara; se enderezan un poco y se corten á la medida, que será proporcionada al grueso de la tapa del arca del viento; teniendo 35 milis, mas que el de aquella, sin contar la anillita; de modo que para el se­creto que describimos, cuya tapa os de 26 milis, aña­diendo á estos 35 mas, resultarán tener de largo 61 milímetros.

Para cortarlos todos bien iguales, se clava en el ban­co una punta sin oabeza, distante del canto ú orilla del tablón los milímetros que haya de tener de largo el tirador: se mete la anillita en dicha punta, y en el mis­mo canto del tablón que marca la medida del largo, se hace una muesquecita en el alambro con un triángulo, y se van cortando según so van haciendo dichas ani-llitas.

Teniendo cortados el número suficiente, se les hace un poco de punta, y en la misma garganta do ]¡t anillita se les dan unas picadas no muy profundas, con un corte do acero, ó mejor con un triángulo bien afilado; después se les reata un poco de hilo encolado junto á la misma anilla, formando un pequeño botón; ensegui­da se mete el alambre por un agujerito muy ajustado que se hace en unaruedecita de buena piel baldés, que llegará á tocar al botoncito en el cual se pega, y para

Fig. 26.

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— 110 — i|ue quede del todo segura, ss vuelve á reatar un poco de hilo encolado debajo de la piel, formando otro pequeño botoncito que queda muy fuerte y seguro, á causa de prender en las muesquecitas que se hicieron en aquel punto del alambre. Véase el tirador completo con su ruedecita de piel en la Fig. 27.

Ruedecitas de piel para los tiradores de las ventillas.

Fig. 27,

Las ruedecitas de piel que dejamos mencionadas en el apunte anterior se hacen del mejor baldés, grueso y

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- i n ­flexible; se marcan con una plantillita de madera d« 35 milis, de diám., señalándolas al rededor con lápiz; se recortan y apomazan (si es necesario) y se chinan, adelgazando su orilla 6 circunferencia para poderlas en­colar bien en su sitio.

En el centro se les hace un agujerito por el cual ha de entrar ajustado el alambre del tirador, se encolan y reatan como queda dicho, y de este modo es como se sujetan, y hacen bien su oficio que es el de subir y bajar lo menos 8 milis., cuya marcha siguen impidien­do que el viento pueda escapar por los agujeritos que atraviesan la tapa del arca, por los cuales salen los tiradores de las ventillas al exterior del secreto.

ofy. ¿7.

Colocación de los tiradores de las ventillas.

Para colocar los tiradores de las ventillas con co­modidad, se procede del modo siguiente; se coloca la tapa del arca del viento de plano sobre el banco enci­ma de dos barrotitos, que no la dejan sentar sobre él; se encola el primer tirador dando poquita cola al rede­dor de la piel y á la orilla del agujero que correspon­da en la tapa; se introduce el tirador en dicho agujero, colocándolo de modo que el ojito de la anilla que está encima de la piel mire á lo largo de la tapa, y para ad­herir la ruedecita al rededor del agujero, mientras se va fijando la cola, se contiene aquella con un tubito de metal que puede ser un trozo do conducto de un d iáme r

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- 1 1 2 -tro proporcionado, y so trabaja con un formoncito do madera, procurando que no quede la piel estirada ni pegada mas que por su rededor. Teniendo do este modo el primer tirador pegado, so pone el tercero, "lue­go si quinto, siguiendo este orden basta el último.

Cuando estén secos los primeros, se encolan los que han quedado intermedios, que son los de los números pares, evitando de este modo el que se despegue el nú ­mero 1 (por ejemplo) al querer poner el núm. 2 .

Tiradores da las ventillas por otro método.

E n muchos secretos antiguos se hallan los tiradores de las ventillas mucho mas sencillos, puesto que se componen de un alambrito bastante delgado, que col­gado en la ventilla, baja rectamente á la tapa del arca del viento, la cual atraviesa por un agujerito ajustado, hecho en una chapita de latón que está fija en dicha ta­pa en su cara interior ó esterior; por dichos agujeritos escapa la menor parte de viento posible, pero en fuerza de ser tantos, entre todos hacen una cantidad regular que debe tenerse en cuenta. Siu embargo, hemos halla­do practicado este método en muy buenos órganos es­pañoles y extrangeros, y aunque nosotros seguimos constantemente el anterior del ap. 87 no hemos queri­do omitir la esplicacion de este, por su antigüedad, y porque pueden llegar casos en que se haya de poner cu práctica, á pesar del defecto que le acompaña.

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- 1 1 3 -

Agu jeritos para introducir las puntas bajas de los muelles de las ventillas.

Hacia la parte interior de la tapa del arca del vien­to, como á 8 ó 10 milis, de la orilla de los agujeros que se cubrieron con las pieles redondas de los tirado­res, se hacen unes agujeritos con un punzón no muy aguzado, pava introducir en ellos las puntas de las piernas bajas do los muelles, que hacen tapar las venti­llas. Si estos agujeritos llegan á atravesar la orilla de la ruedecita de piel, debe recortarse ésta con una pe­queña gubia, franqueando el agujerito, para que la punta del muelle no tenga contacto con dicha piel, pues son dos materias tan contrarias que se destruyen mutuamente la una oxidando á la otra, y esta corro­yendo á aquella. Si al franquear el agujerito se vé que la piel queda poco segura, se le dá un poquito de cola, para reforzarla debidamente.

Listoncitos de guias ó porta-muelles de las ventillas.

Para hacer las guias de los muelles, basta un lis-toncito de buen nogal ó pino de Holanda de 15 milí­metros de grueso y 16 á 20 de ancho, en el cual se

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— 1 1 4 — abren, con un serrucho, unas ranuritas que atraviesan su ancho, por las que pasa la pierna baja del muelle y queda sujeto aunque libre, á cuyo fin se hacen dichas ranuras bastante anchitas, y en el punto que indique el tirador de cada ventilla. Su colocación es muy cerca de los agujeritos en que han de entrar las puntas de los muelles en la tapa baja del arca; en cuyo sitio se fijan clavados ligeramente con unas punti tas.

Si el listoncito mencionado, además de guia ha de servir de porta muelles, esto es; que se hayan de hacer en él los agujeritos de los muelles, (como sucede en los secretos que se abren las ventillas al empuje) en este caso se hace un rebajo á todo el largo del listón, da la mitad de su ancho y algo mas de la mitad de su grue­so; en la parte rebajada se hacen los agujeritos para los muelles, y en la otra parle las mortajas ó ranuras para que no se ladeen.

GÍjt,. 94.

Anillas exteriores de los tiradores de las ventillas.

A los cabos ó puntas de los alambres tiradores de las ventillas, que salen por debajo al exterior del ar­ca del viento, se les dá la forma de anilla, doblándolos con mucho cuidado de no violentar la ruedecita de piel, en que están encolados á la parte superior de la tapa é interior de dicha arca. Estas anillitas se forma­rán de modo que su ojo mire á lo largo do la tapa, para

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- l i a -poder enganchar fácilmente en ellas las varillas colgan­tes do la reducción.

Para que en la continuación de los trabajos se li­bren estas anillitas de golpes y terceduras, que inevi­tablemente tendrían que sufrir, se guarnecen estas, con dos listones de todo el largo de la tapa, y de un grueso propio, que levante mas que las anillitas, los cuales se clavan á los lados de la fila que forman aquellas, deján­dolas metidas como en un carregito; el cual no se des­hace hasta que se tenga el secreto colocado en su sitio, esto es, en el cuerpo del órgano.

QÍojv. 92.

Inscripciones que se suelen poner en el interior del arca del viento.

E n el interior del arca del viento, y pegado en el aro ó barra que la cierra por su parte posterior, se suele poner un rótulo ó letrero que viene á ser la auténtica del instrumento, en el cual es costumbre muy antigua escribir el nombre del constructor, la fecha ó año de la inauguración del órgano; noticia de quien costeó la obra etc. etc. , cuyas apuntaciones se ven siempre que se abre la arca del viento, para reparar alguna cosa en su interior.

Nosotros hemos seguido la costumbre de poner d i ­chos rótulos en los órganos de nueva planta, y recom­posiciones generales, en las que se hacían los secretos nuevos; en ellos hemos puesto nuestro nombre, apellido

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- 1 1 6 -y profesión; fecha y lugar en que se hicieron lo» traba­jos; el número de órganos que hemos construido; nues­t ra firma y contraseña, etc.

Q/Gjv. 93.

Colocación de la tapa baja del arca del viento.

Antes do cubrir el arca del viento con la tapa baja de que nos hemos ocupado en los apuntes anteriores, es necesario repasar bien todo lo que ha de quedar cerrado en el interior de aquella, porque, después de cubierta, es mas difícil cualquiera reparación.

La tapa so fija en su lugar con doce tornillos de hierro, do un largo y grueso proporcionados; estos se calientan ó impregnan de cera virgen amarilla, para preservarlos del oxido.

La situación de los tornillos es; tres en cada cabo de la tapa, que enroscan en las barras de los costados del arca; cinco, repartidos á distancias iguales en el largo del barrote de atrás, y uno en la pieza del centro que enlaza la tapa.

Aunque la tapa quede perfectamente ajustada sobre el aro del arca, es necesario cubrir por la parte exte­rior toda la junta que hace al rededor, con uua tira de piel bien encolada que impida la salida y distracción de algún poco de viento, que por aquella pudiera esca­par: esta tira de piel será gruesa y de buena calidad, chiflada y encolada al ordinario.

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CAPITULO XIII .

DE LOS MUELLES DE LAS VENTILLAS T SU CONSTRICCIÓN.

Moldes para hacer muelles de ventillas.

Los muelles do las ventillas se hacen de alambre de hierro ó de latón que no sea muy blando, de un grueso proporcionado á su grandor, á los cuales se dá la forma con un molde muy sencillo, que consiste en un trozo de madera fuerte cuadrado, que tenga 250 milis, de largo y 30 de ancho y grueso. A 10 milis, del un cabo y al centro de su ancho so fija un pitón redondo de hierro de 10 milis, de diámetro; este tendrá de alto ó sea fuera de la madera, 20 milis. A la medida del largo que se quieran hacer los muelles, (que siempre deben tener lo que hay desde el agujerito do la anilla hasta 16 ó 20 milis, de la conclusión de su chaflán posterior ó sea cabo de la» ventilla) se pondrá una piececita de madera

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fuerte, encolada y clavada en una mortajita de 15 mi ­límetros, practicada en el canto de la pieza prin­cipal. Esta subirá tanto como el pitón de hierro que está fijo en el cabo opuesto; y á la medida jus ­ta del largo del muelle, se le hace mragujeri to á pro­pósito, para que entre en él el cabo ópunta del alam­bre de que se vayan á ha­cer los muelles.

En frente de este agú­jen te , á la otra orilla de la pieza, se clava lun cuadra­dillo de hierro que tenga 5 milis, cada ángulo, el cual saldrá de aquella, de 8 á 10 milis. En este senci­llo aparato se~modelan to­dos los muelles de una mis­ma medida con igualdad. Véase la Fig. 28; que lo representa de plano, donde tiene un muelle modelado; y de costado en los puntos que marcan las letras D E F que indican el pi­tón de hierro y la pieza de madera añadida con su agujerito.

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- l í o -

Modelar los muelles de las ventillas.

La F ig . 28 que representa el molde de formar los muelles, se ha diseñado de un grandor arbitrario solo con el objeto de que se comprenda fácilmente su cons­trucción. E n su parto plana hay figurado un muelle concluido de modelar, de modo que se mete la punta del alambre un poco torcida en el agujerito, que se vé en A F ; se conduce enseguida el alambre al pitonci-to r dondo C D en el que se le dá una vuelta ente­ra; se trae hacia el cuadradillo B E al cual tam­bién se le dá otra vuelta con algún esfuerzo, para que se marquen en el alambre las esquinas vivas del cua­dradillo: se saca el muelle del molde, y con un alica­te se rompe por el segundo ángulo que se marcó en el cuadradillo de hierro, y queda modelado aunque im­perfectamente, pero después de tenerlos todos en este estado, se enderezan sus piernas muy bien con un mar­tillo sobre un trozo de madera dura.

Luego se les hacen las puntas con una lima, de mo­do que no estén muy aguzadas y se modelan con unos alicates de puntas redondas y otros planos, abriéndo­los todos por igual, para que tengan la misma fuerza unos que otros y hagan buen resorte.

Para dar fuerza á los muelles, se doblan un poqui­to cerca del anillo, como queriéndoles abrir las pier­nas; y para quitársela, se cierran al contrario, como queriéndolas j untar.

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— 120— Si después de hechos los muelles, se han de guardar

algún tiempo antes de colocarlos en su puesto, se hará en una caja, limpiándolos bien antes y dándoles un pocmito de aceite común (ó mejor de linaza) con un trocito de bayeta, impregnada en él; esto es, si son de hierro, que si son de latón, bastará el frotarlos con un trapito limpio sin el aceite.

Los muelles generalmente suelen tener la pierna baja como unos 6 milis, mas corta que la otra; mas esta forma ya puede salir hecha del modelador, disponién­dole á propósito para este objeto.

Q/fy/. 96.

Llavecitas de alambre para poner y quitar los muelles.

Para colocar los muelles de las ventillas en su sitio, se forma una especie de llave de alambre grueso en la que, introduciendo el muelle en su ojo, lo tiene como sujeto, y tan cerrado como sea necesario para introdu­cirlo debajo de la ventilla: se mete la punta de .arriba en el agujerito de esta, y apoyado el muelle en dicho agujerito, se empuja la llave hacia el interior del arca, metiendo al mismo tiempo la punta baja en el agujeri­to de la tapa, y se saca la llave, dejando el muelle co­locado con suma facilidad. Véanse las FigS. 29 y 30, que representan un muelle suelto, y otro prendido en la llave á punto de introducirle en el arca del viento.

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Q ^ j v . 97.

Enganches para colgar los tiradores alas ventilias.

Los colgantes de los tiradores de las ventilias se hacen de alambre de hierro, del grueso y forma que in­dica la Fig. 31; su largo os condicional, porque debe

Fig. 31.

ser el suficiente para que llegue desde la ánillita de la ven tilla hasta la del tirador, quedando este colgado de la ventilla en disposición que la ruedecita de piel no esté tirante, sino á mitad del curso que debe andar, cuando baje para tirar de la ventilla, y suba para do^ jarla aplacar en su sitio y tapar bien la canal. Para; ha-, cerlos todos iguales se forma uno que esté bien, so saca del sitio, y por aquel se cortan y modelan los demás.

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— 123—

Tapas delanteras del arca del viento con sus asas de hierro ó cuerda.

Las tapas que cierraír definitivamente el arca del viento por su frente, se harán de buena madera; se la­bran al grueso, que para cada secreto damos mas ade­lante en la tabla general, siendo para el del núm. 4 que nos ocupa de 18 milis. Los cabos y cantos se ajustarán al hueco que tienen que tapar, se les ponen á cada una dos asas de cuerda fuerte de cáñamo ó de hierro; si son de cordel, se ata una á cada lado por la parte interior de la tapa, después de haberla atravesado por unos agu­jeros hechos al intento, y para que en aquella parte no abulten los nudos, se hace un poco de mortaja á cada agujero que profundice hasta la mitad del grueso de di­cha tapa, en la que se encolan é introducen dichos nú-dos, y luego se cubren con unas ruedecitas de piel bien pegadas.

Si las asas son de hierro, se remachan las puntas de los goznes ó se aporquetan, si son de rosca etc.

Gomo estas tapas deben ajustar perfectamente para que no escape nada de vientopor sus juntas , se forran por su parte interior de buena piel que se hace doblar hacia fuera en sus cuatro costados, con cuyo motivo se repa­san los cuatro cantos de las tapas, de modo que entren en su puesto un poquito en cuña, para que cuanto mas se introduzcan, ajusten mejor y tapón del todo bien. La piel que se encola en la parte interior de la tapa, se pega por su cara exterior, dejando á la vista la parte blanda ó suave.

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Guarnecer de piel la entrada del arca de viento.

También es conveniente el forrar las entradas del arca del viento, guarneciéndolas con piel baldés todo al rededor, esto es; toda la parte que hace junta en sus cuatro ángulos con las tapas de madera, que . al fin la cierran herméticamente, las cuales también se han guarnecido, para que ajusten mejor en su sitio.

Señalar las tapas del arca y sujetarlas en su posición.

Aunque las tapas siempre son desiguales en su lar­go y por lo tanto fáciles de conocer, sin embargo; es conveniente marcarlas para que siempre se coloquen en una misma posición y no se cambien los cabos, á cuyo fin se señalarán en la parte céntrica de su frente con su inicial superada, do una crucecita, por ejemplo; la de la derecha con una D y la de la izquierda con una Y. Colocadas ya las tapas en su sitio, se sujetan con unas taravillas de madera ó ganchos de hierro, para que la fuerza del viento, á pesar de estar muy ajustadas, en un tiempo dado de mucha sequía ó calor no las afloje y he-che fuera do su lugar. De ambos modos están diseñadas en la F ig . 36, que representa un secreto completamente concluido, visto de frente.

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- 1 2 5 -r

G Í | v . 404. ,

Cerramiento de las canales por la parte inferior del secreto.

Para cerrar las canales por la parte inferior del se­creto detrás del arca del viento, generalmente solo se hace cubriéndolas con baldés bien encolado. Algunos secretos pequeños se hallan cubiertos con dos ó tres do­bles de papel, cuyo procedimiento debe desecharse por malo. Aunque efectivamente los secretos pequeños que tienen las canales estrechas, pueden pasar bien con solo el forrado de piel, (siendo esta de bastante cuerpo) es mucho mejor taparlas con listoncitos encolados, como los que se pusieron para formar las entradas de las ca­nales. Véase el ap. 68. Estos listoncitos serán también delgados, y entrarán en las canales casi flojos, de modo que solo los contenga la cola que se les dé para fijar­los; con ellos se taparán todas las canales, porque de es­te modo, el viento conserva mejor dentro de aquellas la fuerza que le dá la presión de los fuelles ó depósitos, lo cual no sucede cuando están cubiertas solo con piel, pues se vé claramente como cede esta, y se infla algo toda la canal cada vez que se abre la ventilla corres­pondiente á el la. .

Antes de encolar los listoncitos y de cubrir con la piel las canales, se procurará por todos los medios posi­bles el limpiarlas perfectamente, sacando las brocitas que tengan dentro, para cuyo fin son muy útiles las plumas grandes de ave. Enseguida se encolan los lis-

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— 126— tonCitos teniendo cuidado do que no escurran gotas de cola al interior: estando secas las encoladuras, se repa­san las desigualdades de toda esta parte del secreto, para formar sobre ella los conductos del viento que ha de entrar en el arca,

o/íojt,. m .

Conducto del viento que se suele formar en el mismo secreto.

El conducto principal y general que trae el viento desde los fuelles ó depósitos á los secretos, suele llegar hasta cierto punto cercano á ellos y desde alli, se .les pone otro pedazo de conducto que viene á huscar la entrada de la área del viento, sea por debajo da ella, por los costados, ó lo que os mas propio y común, por la barra que forma el aro de esta á la parte de atrás.

¡Siendo de este moda, se acostumbra á formar este trozo de oonducto al lado del barrote céntrico del se­creto ó al do los costados, pero siendo lo mas regular en un órgano sencillo, como el que describimos, el que lo tenga al centro, empezaremos por hacer al costado de dicho barrote, en el aro, una abertura de casi todo el alto de dicho aro, respetando sin embargo, unos 20 mi­límetros de madera de la que está clavada en el pl ano del secreto, en cuyo punto están encoladas las ventillas á la parte anterior. E l largo de esta abertura será pro­porcionado á las dimensiones del conducto principal, que viene desde los fuelles.

Para formar este trozo de conducto, basta poner un

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— 127— listón ó barra de buena madera, encolado de cauto, so­bre una de las barras que forman las canales del secre­to, en la que se fija con unas puntas pequeñas: el fondo lo forinan los listones que tapan las canales; el costado opuesto lo forma la barra del secreto, y finalmente se cubre con una tapa que se encola y clava sobre dichas barras, la cual so hace emboquillar en el arca, haciendo un poco de chaflán ó mortaja en la tapa baja del arca del viento.

Este conducto llegará hasta el canto posterior del secreto, y antes de ponerle la tapa se forra interior-monte con piel, de modo que queden bien cubiertas las canales del secreto que se ven en su fondo; y des-pues de puesta la tapa de madera, se guarnecen es­crupulosamente todas sus juntas , para tener siempre bien cerrado el viento,

QÍ |v . 401.

Forrado de la parte inferior del secreto.

Para tapar cual corresponde el plano inferior del se­creto, el cual está formado con las barras de las canales y los listoncitos que las cierran, se cubre todo con tro­zos grandes de media piel ó la cuarta parte etc; estos trozos de piel se cortarán cuadrados ó cuadrilongos, apro­vechándola lo mejor que se pueda, quitándola sin em­bargo las mayores desigualdades que suele tener en la cabeza y piernas del animal; se apomazan y chiflan bien todo al rededor, y se pegan, dándole cola solamen­te á una tira de 8 á 10 centís. de'ancho, en todo su lar-.

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— 128 — go; so trabaja y adhiere bien aquella porción con un trapito, humedecido con agua caliente; y con un trozo de madera plana como de 10 á 12 centís. en cuadro, se arrima á los rincones de las barras y se plancha el todo con el mismo trozo de madera, para que quede regu-larmanto estirada: en seguida se encola otra porción de piel como la primera, y so sigue el mismo método has­t a concluir el primer trozo: luego se pone otro y otro, hasta tenerlo todo .cubierto y concluido.

¡ái las pieles que se ocupen en este forrado, tienen al­gún agujero, pueden aprovecharse, porque después de encoladas se tapan con unos parches proporcionados, que poniéndolos bien chiflados por su rededor, quedan muy bien y casi no se conocen.

Precauciones que deben tomarse para que no entren brocitas en las canales del secreto.

Después do limpias y tapadas las canales por la parte inferior del secreto, y colocada la tapa baja del arca del viento, conviene tapar con tiras de piel, tela ó al menos de papel - fuerte, todos los agujeros de las tapas de los registros, para evitar el que por ellos en­tren brozas en las canales, que en lo sucesivo pudieran causar alguna extorsión; cuyos agujeros deberán conti­nuar cubiertos de este modo hasta que, colocado el se­creto en su lugar, hayan de irse abriendo para acon-ductar sobre él los tablones acanalados.

Con el anterior procedimiento queda completamen-

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— 129— te concluido un secreto, construido por el método que ordinariamente se ha seguido muchos siglos, y que ha sido la base de los que al presente se c o n s t i p e n mas ó menos ventajosos, según las diferentes opiniones de re­putados artistas.

Siendo esta pieza la mas principal é indispensable del órgano, es de sumo interés que todas las operacio­nes que se practiquen en su construcción, se hagan con la mayor precisión y esmero posibles, porque todas las precauciones parecen pocas para encerrar el viento y conducirle á tantas y tan diversas partes, que compo­nen este grande instrumento.

Aunque en los anteriores apuntes se ha manifesta­do como debe construirse un secreto sujeto á una me­dida fija, por el mismo método se construyen mucho mayores, mas pequeños y de otras circunstancias, por-' que en esencia constan de las mismas partes que el que queda esplicado: por lo tanto, los que damos en la ta­bla general del cap. XV sirven para toda clase de obras grandes, medianas y pequeñas: cualquiera de ellos que se quiera construir, debe trabajarse con las mismas pre­cauciones, exactitud de medidas y precisión en el to­do, que dejamos tantas y tan repetidas veces recomen­dadas.

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- 1 3 0 -

CAPÍTULO XIV.

DEMOSTRACIÓN DE UN SECRETO CON TODOS SUS ACCESORIOS, QUE DEJAMOS ESPLICADOS EN LOS CAPÍTULOS ANTERIORES.

La Fig. 32 demuestra uu secreto a medio cubrir; para que se vean todas sus partes. A A es el barrote fron­terizo del marco con sus mortajitas ó entallas en B pa­ra las barras que forman las canales. C es el barrote de atrás, también con sus mortajas en B. D D son los barrotes de los costados: el barrote del centro está indi­cado con una línea solamente, porque en el medio se­creto de la mano derecha, está casi todo tapado por tres registros descubiertos, H H y con sus guardas; y dos cubiertos con las tapas 1 1 .

E l medio secreto de la mano izquierda, está tapado en parte con las tablillas E E para demostrar como se cubrían antiguamente, según se ha descrito en los aps. 9, 10 y 11.

Además, se han dejado unas canales descubiertas

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- 1 3 2 -en F F para ver como van los listones ó barras desde alante atrás, metidas y encoladas en las ranuras de los barrotes del marco. También hay un hueco enteramente libre en B B para que se vean las mortajas ó ranuras de los mismos barrotes anterior y posterior.

El medio secreto de la mano derecha tiene descu­bierto á la parte de delante en G G una buena por­ción de su plano superior, que se indica cubierto con los listones, según el método moderno esplicado en \os apuntes 56 y siguientes. Después hay tres registros con sus guardas en H H, los dos primeros, con los aguje­ros salteados á dos filas, y el tercero, seguidos en una fila. Los dos últimos registros de la parte posterior 1 1 , están cubiertos con las tapas, y tienen los agujeros sal­teados á dos filas. Debajo del barrote del frente se indi­can las dos barras dolos costados en K K que se po­nen para formar el arca del viento y cuyo hueco so in­dica con las mismas letras. También so vé la pieza del centro L con su lazo á cola de milano, para prender la tapa inferior del arca del viento figurada en M M.

Finalmente, se ven en el costado derecho los cabos salientes de los registros con sus mortajitas, para intro­ducir las puntas de los balancines de hierro, que poste­riormente los han de poner en movimiento.

QÜ£\v. 406.

En la Fig. 3 3 se ha diseñado un medio secreto de la mano derecha, vuelto al revés ó sea lo de arriba aba­jo, sin la tapa inferior del arca del viento, para ver como so hallan colocadas en su interior las ventillas,

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Pig. з з ,

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- I n ­

figuradas en A A con sus anillitas y agujeritos de lo* muelles, indicados con un punto en cada una detras de la asa ó anilla, así como las guias clavadas en los in­termedios de unas á otras.

Después de las seis primeras ventillas del costado izquierdo, se han dejado sin poner siete, para que se vean las aberturas de las canales en B.

C C es el barrote que cierra por detrás la arca del viento, en el que se ven pegadas las colas de las venti­llas y la tarjeta con el nombre del constructor. Tam­bién tiene uña entrada en D, que es la del conducto descubierto E , que viene desde atrás y trae el vien­to al interior del arca, en la que entra por D. Este con­ducto está sin tapa, como la arca del viento. F es una parte de las canales de atrás del secreto, las que están cubiertas con listones, y aun no tienen el forro de piel que se figura en G.

H es el barrote fronterizo del marco del secreto. 1 1 son las dos barras que van fijas sobre los costados- del marco. K es el barrote de atrás del mismo. L es la guarda del registro J, que asoma al costado izquierdo.

M, es la tapa del registro en la que se ven los cinco tornillos de su canto, de los cuales los tres del centro tienen los agujeros rasgados, como se dice en el ap. 44, que han de hacerse para levantar las tapas sin extraer dichos tornillos, y los dos de los costados están sin ras­gar los cuales pueden ponerse del modo que mejor pue­da convenir.

11

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ofy . 407.

En la Fig. 3 4 se demuestra el interior del arca del viento con todos sus accesorios, del tamaño natural, puesta de costado ó perfil para que se pueda ver la posición de las ven tillas, muelles, guias, tirador de las ventillas, enganche colgante del tirador: y la llave de alambre para colocar en dicha arca los muelles y ex­traerlos cuando sea necesario. He aquí su descripción: A es parte del marco fronterizo del secreto; B es parte de la barra que arrancando de la mortaja C de dicho marco, vá hacia atrás á entrar en otra mortaja igual del barrote trasero: D D, abertura de la canal formada por el marco frontero y el listoncito E , que es por donde le entra el viento, la cual tapa la ventilla F , encolada por la cola do piel de su cabo posterior al listoncito E y á la barra G, que cierra el arca por la parte de atrás, y apretada en su sitio por el muelle de alambre H, en el cual la contienen las guías de alambre J J , clavadas al centro de cada barra de las que forman las canales.

También tiene su anilla K enroscada en la ventilla, la cual está colocada á la medida de su proporción, que es á la segunda parte de las nueve que tiene marca­das la misma ventilla. L es el tirador de aquella, que tiene su ruedecita de piel M, encolada sobre el agujero N, por el cual dicho tirador atraviesa la tapa baja del arca del viento O, y se dobla formando una anilla en la parte exterior del secreto P Q es el enganche colgante que enlaza el tirador á la anüli ta de la ventilla.

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— 139— R os el cribo del listoncito que tiene las ranuras

por las que pasan libremente las piernas bajas do los muelles H, y las sirven de guia para que estos no pue­dan torcerse. S es el listoncito de tope que se pone en el punto que se marca, para que la tapa T que cierra la arca del viento, no pueda entrar en ella mas do lo re­gular. Aunque se ha figurado que la tapa T está coloca­da en su sitio, se ha diseñado la llave de alambre U pa­ra que se vea como se coloca al quitar y poner los mue­lles en su lugar: y si al poner ó quitar un muelle, se cae en e l ' interior do la arca, se tendrá un gancho de alambre de la forma que marca la Fig. 35, (que hemos diseñado en Y Y sobre la F ig 34) para empujarlo ó traerlo hacia fuera y volverlo á colocar en su sitio con la llave U.

La Fig. 36 representa un secreto concluido, visto de frente por su plano superior, con sus registros y tapas, de los cuales solo se han puesto siete en cada mano, porque bastan para la demostración. E l primero de ambas manos, que está al canto frontero del secreto es para dos órdenes de lengüetoria que han de ir en la fa­chada, y por lo tanto tienen hechos los agujeros á pro­pósito para emboquillar Ios-conductos de metal, y en el centro de estos se ven los cuadrilongos y redondos que acaban de taladrar la tapa, y traspasan el registro y secreto. Las dos segundas tapas también pueden ser para otros dos órdenes del mismo género, puestos en la.fachada. Las dos terceras tapas son para el flautado

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— 140 — principal de trece, que ha de salir á llenar los hueco* de dicha fachada; y como el tabloncillo que ha de con--"ducir el viento ha de ser de todo el largo del interior de la caja del órgano, por eso se han hecho ambas tapas iguales de ancho, por mas que la de la mano derecha no tuviera necesidad de ser tan ancha.

La cuarta tapa de la mano derecha so ha hecho del mismo ancho que las de la lengüetcría, porque la po­nemos para- una corneta do cinco caños por punto, y así tiene los agujeros redondos para emboquillar con­ductos.

La cuarta tapa de la izquierda es para la octava, abierta ó tapada; y aunque los caños tuviesen que ir en tabloncillo, podia ir este pegado en la misma tapa, por lo cual no tiene los agujeres ñ propósito para emboqui­llar conductos.

La quinta tapa de la derecha es para el orden de oc­tava, que vá ya sobre su viento; y la sesta es p t r a la docena ó quincena. En la mano izquierda, la tapa quinta es para la docena ó quincena, y la sesta, es para la quincena ó decinovena etc. Las séptimas tapas de ambas manos son pura una trompeta real de toda la es-tension; ó real en la mano izquierda, y oboe ú otro cualquier orden en la derecha.

E n ambos costados se ven salir los cabos de los re­gistros que están cerrados, los cuales se abren, tirando de ellos un poquito hacia fuera del secreto.

• E n el centro del secreto se marca una ranura ó canal • de A en A, cuya separación de las tapas y registros sir­ve muy bien para poner posteriormente pies derechos, que sostengan los tablones por el centro , de su largo,

" lo cual explicaremos á su tiempo. La letra D superada de una cruz, indica-que aque-

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Fig. 36,

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- 1 4 Í -Ha tapa es del medio secreto de la derecha, en la que se ven también las dos asas, de cuerda, y dos taravillas de hierro, que no dejan salir hvtapa de su sitio. En la izquierda está marcada la tapa con una Y, y sujeta con taravillas ordinarias de madera. Por debajo de la tapa inferior de la arca del viento,, asoman las aui.llitas de los tiradores de las veutillas..

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CAPITULO XV.

Di; LA TABLA GENERAL DE LOS SECRETOS, Y SU ESPLICACION.

QÍ |v . 409-

A continuación ponemos la tabla general, que con­tiene medidas exactas, de buena proporción y bien es-perimentadas para nueve secretos de diferente magni­tud, de mayor á menor, desde el mas capaz para un magnífico órgano de un grandioso templo, hasta el mas pequeño, que sirve solo para un organito al que damos el nombre de flautodava; con los cuales se puede ocur­rir á cualquiera clase de obras grandes, medianas y pe-, quenas.

Las dimensiones de los marcos de los secretos, res­pecto á su alto, son fijas para los secretos del método, último que dejamos esplicado en el cap. VIII , pero si so quisiera hacer algún secreto por el método primitivo ó antiguo que hemos esplicado en el cap. I, no hay mas que dar á los marcos del esqueleto la medida de la pro­fundidad do las canales que so hallará en la misma ta­bla, y á las tablillas do cubrir dicho esqueleto el grue­so que han de tener los listones con que cerramos las canales por el plano superior del secreto; las demás me­didas y circunstancias de los accesorios de cada secreto las iremos dando en los apuntos que siguen á la tabla.

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Q'í'ji, 440.

CUADRO SINÓPTICO, ó

TABLA GENERAL,

QUE CONTIENE LA MAYOR P A R T E D E LAS MEDIDAS

PARA N U E V E SECRETOS D E D I F E R E N T E S D I M E N ­

SIONES, CON LOS CUALES P U E D E N SERVIRSE TODA

CLASE D E ÓRGANOS, D E S D E E L MAYOR, PROPIO

' PARA UN G R A N D E TEMPLO, H A S T A E L MAS P E ­

QUEÑO PORTÁTIL D E UN SOLO REGISTRO.

La ostensión do estos secretos es de .cuatro y media octavas ó sean 54 canales, desde el Do regrave hasta el Fa sobreagudo.

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- 1 4 4 -

Numeracion de los secretos. . . . . . „ . N . ' i .

MIL». ,

Grueso del barrote izquierdo del mareo 55 Hueco para las 25 canales de la mano izquierda. . . , 1 0 5 4 Grueso ó ancho del barrote céntrico del secreto, que

so puede dividir en dos 110 Hueco para las 29 canales de la mano derecha. . . 1082 Grueso del barrote del costado derecho del marco. . 55 Largo total del secreto entero, ó en dos mitades* . . 2356 Grueso de los barrotes de delante y atrás del marco. 45 Profundidad de las canales 80 Grueso de los listones que tapan las canales por en­

cima del secreto, 15 Alto del marco que forma el secreto 95 Grueso de los registros y guardas 7 Grueso de las tapas de los registros.. 24 Alto ó hueco del arca del viento 110 Grueso de la tapa baja del arca "del viento. . . . 30 Alto ó grueso total del secreto completo 266 Largo de los listoncitos que forman la abertura de las

canales. 70 Grueso de los mismos listoncitos 5 Grueso del barrote de detrás del arca del viento. . . 40 Pondo interior del arca del viento! . 310 Abertura de las canales. 240 Largo de las ventillas 260 Gnu-so de las veiitillas 14 Largo DEL chañan anterior de las ventillas. . . . 22 Lar ¿-o del chaflán posterior de las mismas. . . . . . 50 Espacio para encolar las ventillas 14 Grueso de las tapas delanteras del arca del viento. . 20 Ifiáme rus D E los agujeros para los tiradores de las

ventillas. . .14 Diámetro do las ruedecitas de piel de los tiradores. . 35 Largo de les tiradores de las ventillas. después de he­

cha la. primera anilla 65 Largo de los clavitos ó guias de las ventillas. . . . 30

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It.* 2. П.* 3 . Я / 4 . Н."5.

mili i. mili i. milis. milis. 50 45 40 35

1010 '937 759 676

100 90 90 80 1020 836 752 633

50 45 40 35 2ï3Ô Ï953 ШТ US2

~ 4 5 ~ 4 б ~ 4 0 ""40 70 60 55 50

14 13 12 12 ~ 8 4 ~ 7 3 _ 6 7 62

7 6 6 6 22 22 20 20

100 90 80 70 2« 28 26 26

241 219 199 ' Ì 8 4

65 60 60 50 5 5 4 4

35 30 30 25 200 260 240 220 220 200 180 160 240 220 200 180

13 13 12 11 21 19 18 16 46 43 40 36 14 13 11 11 18 18 18 . 16

14 12 12 10 35 33 33 30

63 63 61 61 30 28 26 24

N."6. .H.* 7. Я.' 8. Я.* 9 mil н. milis. milis. mili

3 2 3 0 3 0 3 9

4 7 3 4 3 0 7 7 2 7 3 4

4 0 1 0 » » 5 0 2 4 8 3 il

3 2 3 0 3 0 3 0

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~~¥> ~ 3 2 Т о 3 D

4 5 <i и Я i a 40 3 4 2 6

1 1 8 8 4

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5 4 4 4

1 8 1 4 1 4 1 4

6 5 6 0 5 5 4 5

2 2 2 0 1 8 1 6

Тбб 1 4 6 1 3 3 Той

5 0 5 0 4 5 4 5

4 4 3 3

2 2 2 2 2 0 1 2

2 0 8 2 0 0 1 8 0 1 1 0

1 5 0 1 4 0 1 3 6 7 0

1 7 0 1 6 0 1 5 0 85 1 0 1 0 9 8 1 4 1 2 1 1 9 3 3 3 0 2 6 2 2

1 0 8 8 8 1 4 1 4 1 4 1 2

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- 5 7 5 5 >> il

2 2 2 2 2 0 ' 2 0

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— 140 —

Esplicacion de las medidas dadas en ia tabla anterior.

S E C R E T O N Ú M . 1 .

Este secreto es el mayor que se halla en la tabla anterior; consta de 54 canales ó sean cuatro y media octavas, desde el Do regrave hasta el Fa sobreagudo, ambos inclusive: á causa de su magnitud se hace do dos piezas que comprenden, la una las 25 canales de la mano izquierda, y la otra las 29 de la derecha: ten­drá de largo su frente (unidas ambas mitades) 2356 mi­límetros, cuya longitud se divide del modo siguiente: el barrote que forma el marco en su costado izquierdo, tendrá de ancho ó grueso 55 milis, el hueco que le si­gue tendrá 1054 milis, en el cual se forman veinticinco canales, que corresponden al medio órgano de la mano izquierda,

E l barrote del centro del secreto tendrá de ancho (si el secreto es de una pieza) 110 milis; mas si se hace dividido en dos partes (que es lo regular) tendrá solo la mitad, que son 55 milis, como el del costado opuesto. Los barrotes de los costados del medio secreto de la de­recha son iguales á los de !a izquierda, pero el hueco de éste es de 1082 milis, en el cual han de formarse vciu-

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— 147— tinueve canales. Entre todas estas medidas forman un total de 2356 milis, como se vé en la tabla general. Los barrotes ó largueros de delante y detrás que concurren á formar el marco ó marcos de este secreto, tendrán de grueso 45 milis: de largo tendrán, ó el de todo el secre­to, ó el de cada mitad respectiva etc. Respecto al alto ó fondo de este marco será el de 10Q milis, para poder­le trabajar, recorrerle y quitarle cualquiera desigual­dad; puesto que después de bien acabado, solo debe quedar de 95 milis, de alto.

En el hueco de la izquierda se forman veinticinco canales, que se numerarán de derecha á izquierda, ó sea, empezando la primera en el canto interior del bar­rote que divide el centro del secreto: ó si este vá parti­do en dos, se numeraren desdo el misino barrote, quo entonces forma el costado derecho .del hueco de la iz­quierda, concluyendo la canal veinticinco en el cos­tado interior del barrote opuesto que es el izquierdo. Las canales se dividirán dándoles de capacidad á las cuatro primeras, 23 milis, de ancho, y á las barras que las dividen 25 milis, de grueso. A las doce ca­nales siguientes so les darán 21 milis, de ancho, y á las barras 23 de grueso; otras cuatro se harán de 19 milis, de ancho, las barras de 21 do grueso y las últimas cinco tendrán de ancho 18 milis, y las barras 20 de grueso.

Canales de la ms.no izquierda.

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— 148 —

Canales da la mano derecha.

El hueco ó marco de la derecha ha de llevar veinti­nueve canales, empezando la primera (que es la veinti­s é i s en el orden del teclado) en el costado derecho del, barrote del centro del secreto, 6 sea del costado izquier­do de este hueco; y sigue ya regularmente el orden nu ­mérico de izquierda á derocha hasta la últ ima canal; estas se marcan y dividen en las proporciones si­guientes.

Desde la canal veintiséis hasta la cuarenta y siete inclusive, que corresponde al La sost, tendrán de an­cho 16 milis, y las barras, 21 de grueso; todas las de­más hasta la última (aunque el secreto tuviese mas de cincuenta y cuatro canales) tendrán 15 milis, de ancho y las barras, 22 de. grueso.

Si cuando, se señalan las canales en la regla, ó en, el mismo marco del secreto, no cupiesen bien en el largo dado, puede quitarse una fracción ó aunque sea medio milímetro al grueso de algunas barras, porque por mucho que se escrupulicen estas medidas, como es-, tan tan subdivididas, al llegar á la conclusión puedo faltar ó sobrar á la longitud, del hueco y por. lo mismo pueden arreglarse, guardando siempre aproximada-, mente las proporciones dadas., .

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- 1 4 9 -

Q 4 K 44û.

Ancho ó fondo da este secreto.

El fondo de este secreto ó sea el ancho de alante atrás, puede ser hasta de 250 centís; mas cuanto me­nos se abuse de esta medida, ó cuanto mas estrecho sea, es mucho mejo"; pues aunque se quieran poner veinte registros en cada mano, con 180 ó 200 centíme­tros de fondo tiene suficiente capacidad para colocarlos con desahogo.

Las canales de este secreto tendrán 80 milis, de pro­fundidad. Siendo los secretos muy grandes y las canales del largo que se suponen las del que se está describien­do, es muy conveniente el que cuando se cubran con lis­toncitos por la parte baja del secreto, se haga de manera que dichos listones sean mas gruesos de la parte de atrás que de alante, con el objeto de que la canal sea menos profunda de aquella parte que de esta, para que el viento conserve la misma fuerza y vivacidad al prin­cipio de la canal que al úl t imo. Lo que debe disminuir la profundidad de las canales es 12 milis, de modo que, si el grueso de los listoncitos que las cubren es detrás del arca del viento de 3 á 5 milis, ha de ir creciendo este grueso hasta atrás, y deberán tener d e l o a 18.

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Arca del viento del secreto núm. 1.

Grueso del barrote trasero del arca del viento, 40 milis. (1) El fondo interior del arca del viento, con­tado desde la cara frontera del barrote trasero hasta la cara delantera del secreto, tendrá 310 milis; su alto ó hueco será de 110 milis, y la tapa bajera tendi'á 30 mi­límetros de grueso. La abertura de las canales será de 240 milis, de largo, y de ancho todo lo que dé respec­tivamente cada canal.

E l largo de las ventillas será de 260 milis; su grue-' so de 14 milis, y el ancho, el necesario para tapar cum­plidamente la canal que le corresponda,

La situación y modo de colocar las anillitas que se ponen en las ventillas para colgar los tiradores que las hacen abrir, se fija dividiendo el largo do la ventilla en nueve partes iguales y donde se marque la segunda, empezando por el cabo delantero, allí es su verdadera posición, como queda esplicado en el ap. 74. E l grueso de las tapas del frente que cierran el arca del viento-, será de 20 milis,- y el alto general del secreto será de 266 milímetros.

(1) Apcsard3 establecerse en la tabla general el grueso de estos barrotes, si so quiere dar mas fortaleza á los secretos, puedo aumen­tarse relativamente el grueso en cada secreto lo que se juzgue conveniente.

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O'íji-, 446.

Registros propios para el secreto núm. 1.

Este secreto puede llevar flautado abierto ó tapa­do de 52. (1) flautado'abierto ó tapado de 2G; flautado abierto ó tapado de 13; puede llevar la quinta, aunque este orden ó registro en el dia no suele ponerse, no siendo en órganos muy considerables que pocas veces se construyen; se le puede poner la octava, decena, do­cena, quincena, decisetena, decinovena, veintidosena, lleno de cuatro, cinco ó mas caños por punto; com­puestas de nasardos, y la corneta en la mano derecha de siete ú ocho caños por punto, con algún otro regis­tro ú orden de gusto, de los pertenecientes á la familia de los flautados.

De lengüetería puede llevar en la fachada cuatro órdenes en cada mano, y además la bombarda ó sea trompeta magna en el interior etc. De estos registros acabados de apuntar pueden quitarse, añadirse ó variar alguno de ellos, según el objeto del constructor, el n ú ­mero de secretos que lleve el órgano, la posición que ocupen y sobre todo su gusto en elegir los que mejor convengan, para poder hacer buenas combinaciones,

(1) Estos dos órdenes, quesonlos mayores y mas graves que se conocen, son mas propios para los pedales, que es donde general­mente se ponen que páralos teclados manuables.

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atendiendo sin embargo a las reglas que deben obser­varse para que no falten los órdenes ó registros d i fondo, que son los que forman la magnificencia de un lleno general, del cual, en mayor ó menor escala, ea ningún órgano debe prescindir-so; porque seria de muy mal efecto y contra toda regla el poner (por ejemplo) algún registro moderno de los de adorno, quitando su puesto á los esenciales y fundamentales del instrumen­to, de los cuales tendremos ocasión de ocuparnos mas adelante-.

Para poder fijar la medida del fondo ó ancho do un secreto, es necesario tener presente el número do registros que ha de llevar, de que clase han de ser, y si pueden ir sobre su viento, colocados en las tapas de los registros, tendidos en tabloncillos en el interior del ór-gano ó aconductados en "su fachada.

Escogidos que sean los registros que haya de llevar, se buscarán los anchos de estos en las tablas, que los dan bajo todas condiciones y para todos los secretos en los apuntes 133 y siguientes, los que se van señalando en una regla ó listón de madera blanca, d é l a cual se hizo mención en el apunte 15, Los de la mano derecha se marcarán en una cara, y los de la izquierda en otra ó en la misma cara ocupando por mitad el ancho de la regla, á no ser que los registros no vayan partidos, que en c-ste caso son tan anchos los de una mano como los de la otra. Teniéndolos todos señalados se añadirá al ancho que resulte, cuando menos, el grueso de los dos

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— 153— barrotes ó largueros del marco del secreto, ó algo mas si fuere necesario, porque algunas veces conviene el se­parar 2, 3, ó mas centís. la tapa de un registro de las otras, y también suele acontecer el tener que dejar de una tapa á la otra un hueco de todo el ancho de un re­gistro, para que pase el tablón que lleva un orden de caños de la mano izquierda á la derecha, ó viceversa de la derecha á la izquierda. Si de las'medidas tomadas resulta ser el un medio secreto mas ancho que el otro, pueden hacerse ambos iguales por la medida del mas ancho, que no hay ningún inconveniente; antes bien es costumbre (cuando se construye un órgano de poca im­portancia) dar al ancho del secreto capacidad para po­der colocar en él en lo sucesivo, dos ó tres registros mas en cada mano, que los que ha de llevar según la estipulación del contrato.

S E C R E T O N Ú M . 2 .

Las medidas del secreto núm. 2, así como las de todos los demás, están comprendidas en la tabla gene­ral de los secretos; y sirviendo asimismo para todos la esplicacion hecha del secreto núm. 1 en los apuntes an­teriores, solo se pondrá en el presente el ancho de las canales y barras que las dividen, para marcarlas en la regla de este secreto.

Siendo el largo total del secreto núm. 2 el de 2230 12

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— 154— milímetros se dividirá este, dando al barrote izquierdo del marco 50 milis; al hueco de la izquierda 1010 milí­metros; el barrote del centro tendrá de ancho 100 milí­metros, el cual puede dividirse en dos, de 50 milis, cada uno; el hueco de la derecha tendrá 1020 milis, y final­mente el barrote que cierra el marco del costado, dere­cho, tendrá como el de la izquierda 50 milis, que entre todo forman un total de 2230 milis.

Los 1010 milis, del hueco de la izquierda se divi­den, dando á las trece primeras canales 20 milis, de an­cho y á las trece primeras barras que las dividen, 21 iv2 milímetros. A las doce canales restantes, 18 milis, de ancho; y á las barras, 23 milis. E l orden y numera­ción de estas canales estará invertido de derecha á iz­quierda, como queda dicho para los otros secretos, á no ser que hubiese necesidad de formarlas al contrario por cualquier motivo. Las veintinueve canales del hueco de la derecha se forman por el orden regular, co­mo en el secreto núm. 1 empezando la canal num. 26 al lado del barrote de la izquierda del hueco, y con­cluyendo la últ ima al dado del barrote opuesto; sus di­mensiones serán de 15 milis, de ancho desde la canal 26 hasta la 47 inclusive, y las barras que las dividen tendrán de grueso 20 milis: desdóla canal 48 hasta la última, tendrán de ancho 14 milis, y las barras 21 de grueso.

Los registros que puede llevar este secreto son pre­cisamente los mismos que se han dado para el del núm. 1 en el apunte 116, csceptuando el flautado abierto, y ta­pado de 52.

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S E C R E T O N Ú M . 3 .

E l secreto núm. 3 tiene de largo 1953 milis, dividi­dos como los demás del modo siguiente: grueso del bar­rote izquierdo del marco, 45 milis; hueco de las vein­ticinco canales de la izquierda, 937 milis; grueso del barrote del centro, 90 milis; hueco para las veintinueve canales de la derecha, 836 milis; grueso del barrote ú l ­timo de la derecha, 45 milis. Las veinticinco canales de la izquierda empiezan su numeración al costado izquier­do del barrote céntrico, como en los secretos del núm. 1 y 2, y se les dará de ancho á las nueve primeras, 21 mi­límetros y á las barras que las dividen, 22 milis, de grueso; á las tres siguientes se les darán 19 milis, de ancho, y á las barras 20 de grueso: las trece canales ú l ­timas tendrán de ancho 17 milis, y las barras 15 de grueso. Las veintinueve canales de la derecha van como en los demás secretos por el orden regular; ten­drán, desde la veintiséis hasta la treinta y seis inclusi­ve, 16 milis, de ancho y sus barras, 14 milis, bien cumplidos de grueso; desde la treinta y siete hasta la cuarenta y una tendrán 14 milis, de canal y 14 de bar­ra y todas las demás canales hasta la última, tendrán de ancho 13 milis; y las barras, 12 de grueso.

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—156 —

Registros que puede llevar el secreto núm. 3 .

Los registros que puede llevar este secreto son; ta­pado de 26, flautado abierto y tapado de 13, 8.*, 12. ' , 15. a , 17. a , 19. a , lleno, compuestas de nasardos en la ma­no izquierda, y corneta en la derecha; dos clarines y una magna en la mano derecha, tendidos en la fachada, un clarín de bajos y unbajoncil lo en la mano izquier­da, compartidos y bien dispuestos en la misma.

Bombarda ó trompeta magna de la mano izquierda en el interior del "órgano y cualquiera otra clase de re­gistros menores que los apuntados, hasta el número de 12, 16 ó alguno mas en cada mano etc.

E l secreto núm. 4 es el que queda descrito en los primeros capítulos de esta obra, sirviendo de tipo á la esplicacion de los demás secretos de su clase; véanse sus dimensiones y demág noticias en los apuntes 1.° y siguientes, así como en la tabla general de los demás secretos.

Los registros que puede llevar, son; en la mano de-

S E C R E T O N Ú M . 4 .

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— 157— rechn, un clarín y una magna en la fachada, flautado do 13 en la fachada ó interior, octava, quincena, deci-novena, corneta y trompeta real, ó un oboe en el inte­rior ctc: en la mano izquierda, bajoncillo, clarín en quincena ó un crorlo en la fachada, flautado de 13 en la fachada y en el interior (pues que los seis, ocho, ó doce primeros caños pueden hacerse de madera, abiertos y aun tapados) octava tapada ó abierta, quincena, deci-novena y trompeta real interior; ó si en vez de esta trompeta real, quiere ponerse un clarín de bajos en la fachada, también puede hacerse; además puede tam­bién ponerse algún otro registro de adorno menor que los mayores, que quedan apuntados,

S E C R E T O N Ú M . 5 ,

E l frente del secreto n ú m , 5 tiene de largo 1462 mi­límetros, divididos.del modo siguiente: ancho del bar­rote izquierdo del marco, 35 milis; hueco para las vein­ticinco canales de la izquierda, 676 milis; ancho del barrote céntrico, 8.0 milis, si el secreto vá entero de una pieza, pero si vá dividido solo tendrá 35 cada barrote; hueco para las veintinueve canales de la derecha, 636 milis; grueso del barrote de la derecha, 35 milímetros.

Las veinticinco canales de la izquierda van como eu los anteriores secretos; la primera en el centro del se­creto viniendo su numeración hacia la izquierda: las dos primeras tienen de ancho 15 milis, y las barras que las

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—158 — dividen tienen lo milis, de grueso: las canales siguien­tes hasta la trece son de 13 milis, de ancho, y las bar­ras de 15 milis, de grueso hasta la octava canal, y des­de la novena hasta la décimatercia son mas delgadas, de 14 milis: desde la canal trece hasta la última de este hueco son ya todas de 13 milis, de ancho, y las barras de 12 milis, de grueso.

Las veintinueve canales de la derecha tienen de an­cho desde la veintiséis hasta la treinta, 13 milis, y las barras 13 milis, de grueso; desde la treinta y una hasta la cuarenta tendrán 11 milis, de ancho y las barras 12 de grueso, y todas las demás hasta la últ ima serán de 10 milis, de ancho y las barras de 9 milis., de grueso.

o4|t/. m.

Registros que puede llevar este secreto.

Los registros que puede llevar son, en la mano iz­quierda, flautado de 13 simulado, esto es: que los doce primeros caños sean tap'ados de violón, octava tapada (ó abierta si es de madera) quincena, decisetena y de-cinovena, ó un lleno de tres caños por punto: en'la fa­chada, un bajoncillo y en el interior un crorlo, fagot ó aunque sea la trompeta real (si cabe en la caja) pues cualquiera de estos tres registros son de la misma gravedad y gastan el mismo viento. En la mano de­recha puede llevar flautado de 13, octava, quincena, de-cinovena, voz celeste ó flauta travesera, cualquiera de estas últimas sencilla de un solo orden de caños, un cla­rín cu la fachada, y un oboe ó voz humana en el interior.

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S E C R E T O N Ú M . 6.

El secreto núm, 6, debe hacerse ya de un solo cuer­po; tendrá de largo su frente, 1 0 7 9 milis; barrote iz-quisrdo del marco, 3 2 milis, de grueso; hueco de la iz­quierda, 4 7 3 milis; barrote céntrico, 4 0 milis, de grue­so; hueco para las veintinueve canales de la derecha, 5 0 2 milis; barrote derecho del marco, 3 2 milímetros..

E l hueco de la izquierda se reparte en veinticinco canales, como en los demás secretos, con la diferencia que en aquellos se forma la primera canal al costado izquierdo del barrote céntrico, y en este se forma al costado derecho del barrote de la izquierda, siguiendo el orden numérico de las canales en el orden regular, que es. de izquierda á derecha, al contrario de los otros que on esta parte lo tienen invertido; sin embargo de que si las circunstancias de la obra, á causa de la colo­cación de las cañerías, exigiesen lo contrario, tanto en este como en los demás secretos seria indiferente el que empezara la primera canal á la izquierda ó á la derecha del marco. Dicha primera canal tiene de ancho 13 mi­límetros y la barra 11 de grueso, cuya medida sigue igual, con poca diferencia, hasta la octava canal que

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- 1 6 0 -corresponde al Sol natural , y desde la novena hasta la vigésimaquinta siguen á 10 milis, de canal y 8 milí­metros de barra.

Las veintinueve canales de la derecha son todas iguales de 9 á 9 lia milis, de canal y 8 de barra.

Registros que puede llevar este secretó.

Los registros que puede llevar son; en la mano iz-quierda, un violón tapado de 6 1 2, que es déla gravedad del flautado de 13, pero que sea de dimensión estrecha, como el de la tabla ó diapasón núm. 9 que daremos en su lugar. También puede llevar una octava abierta ó tapada, de madera; una quincena, una decinovena y u n bajoncillo de dimensión estrecha, como el del día-pason núm. 20. E n la mano derecha llevará flauta­do de 13 de metal, si vá en la fachada, y si en el inte­rior, puede ser de metal ó de madera; octava, quince­na, decinovena, una corneta de tres á cinco caños por punto, y un clarín de dimensión estrecha como el del diapasón núm. 20, etc. Si se quiere poner el bajonci­llo y clarín de dimensión ancha, como los de los órga­nos grandes, no hay inconveniente, siempre que se dé al secreto la anchura suficiente piara que puedan caber las cañerías, aunque sean puestas á tres hileras ó for­madas en tabloncillos.

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- 1 6 1 -

S E C R E T O N Ú M . 7.

E l largo del secreto núm. 7 es do 983 milis. L a barra izquierda del marco tieue de grueso 30 milíme­tros; hueco de la izquierda, 430 milis; barra que divide el centro del secreto, (en este ya no es mas que un lis­tón como todos los demás que forman las canales) 10 milímetros de grueso.

Las veinticinco canales de la izquierda empiezan al costado del barrote izquierdo del marco, y siguen su numeración en el orden regular que es de izquierda á derecha: el ancho es para todas igual, de 9 ig á 10 mi ­límetros, y las barras ó listones que las dividen son de 7 milis, degrueso poco mas ó menos: el hueco pa ra l a s veintinueve canales de la derecha es de 483 milis, y el barrote último de la derecha de 30 milis, de grueso. Las canales de este hueco también son todas iguales y tienen de ancho de 8 i# á 9 milis, y las barras ó listones que las dividen, de 7 milis, de grueso.

Este secreto puede llevar los mismos registros que se han apuntado para el núm. 6, y estando puestos so­bre su viento encima de las tapas de los registros, pue­den llevar tanto este como aquel, en vez del bajoncillo una trompeta real, de dimensión estrecha, hecha de madera ó metal; y en su defecto cualquier otro registro de la misma gravedad de aquella, que no ocupe tanta altura, etc.

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S E C R E T O N Ú M . 8.

El secreto núm. 8 pertenece á los que se reduce su largo, á lo que permite el largo de un teclado, si bien este ha de ser de los que las palas de las teclas largas, que corresponden á los signos naturales, tengan 24 mili-» metros cumplidos de ancho cada una, ó sean 170 milis, cada doce teclas, de Do á Si natural, para que las canales puedan ser un poquito mas anchas de lo que serian con un teclado del ancho ordinario ó regular. E l largo ten tal de este secreto es de 832 milis, de los cuales 60 peiv tenecen al grueso de los dos barrotes que forman el marco, á 30 milis, cada uno; y los 772, al hueco inte-! rior de este que es. para formar las cincuenta y cuatro canales, que van todas seguidas sin que haya barrote alguno en el centro pava dividir los de cada mano, como se practica en los de mayores dimensiones. E n esta clasj de secretos, las canales son todas iguales: tendrán de ancho, de 7 á 8 milis, y las barras ó listones que Jas dividen, de 5 i r 2 á 6 milis, do grueso.

Registros, que puede llevar.

Los registros que puede llevar este secreto son; en la mano izquierda, una octava abierta ó tapada, una

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— 163— quincena, decinovena y veintidosena. En la mano de­recha el flautado de 13 abierto ó tapado, de metal ó ma­dera; una octava, quincena, un lleno ó compuestas de nasardos á tres caños por puntó; y á pesar de ser tan reducido, también puede llevar algún registro de len-güetería, puesto que hace sonar con toda la fuerza re­gular una dulzaina ó un orlo de la gravedad de la trom­peta real, llevando las canillas tan grandes como ésta, si bien de menor dimensión respecto á su ancho.

La dificultad que ofrece es: que como estos secretos se hacen generalmente para organitos pequeños, cuyas cajas son de poca cabida, no pueden colocarse en ellos caños grandes, pero un registro corto 4e cuerpo y de dimen­sión estrecha, como son. la referida dulzaina, el orlo, la voz humana etc, no h l y inconveniente alguno en po­nerlos, mayormente si se tiene cuidado de colocarlos hacia el frente del secreto, de modo que tomen el vien­to encima mismo de la abertura de la ventilla ó lo mas próximo posible á ella, para que reciba el viento antes que ningún otro orden de los que llevo dicho secreto,

S E C R E T O N Ü N . 9.

El secreto núm. 9 es de la misma clase que el nú­mero 8 : también se reduce su largo á las dimensiones de un teclado regular, cuyas octavas son mas estre­chas que las de aquel. Es el secreto menor que, en nuestro concepto, debe construirse, al menos para ór­ganos de esta ostensión, que es 4 U2 octavas. La ca-.

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- 1 6 4 -pacidad de sus canales está reducida al ancho del te­clado ordinario, que en su lugar daremos para las cons­trucciones de esta obra, y es el mas regular que tienen la mayor parte de los órganos y pianos, cuya octava ó sean doce teclas, desde el Do hasta el Si natural ambos inclusive, tiene de ancho 164 milis. En este concepto, el largo total del secreto será de 794 milis, de los cua­les toma el barrote izquierdo del mareo para su grueso, 30 milis; el hueco para las 54 canales tiene 734 milí­metros y el barrote de la derecha también tiene otros 30 milímetros,

Las canales son todas iguales do ancho y vienen á tener de 6 U2 á 7 milis, y las barras ó Jistoncitos que las dividen, son de 5 milis, de grueso,

Q<C|v. 4§0.

Registros que puede llevar.

A pesar do ser este secreto tan reducido, aun puede llevar tres registros en cada mano siempre que estén sus cañerías construidas de modo que gasten poca can­tidad de viento; estos pueden ser en la izquierda, un tapadillo en octava, que es el que forma el fundamento del instrumento, una quincena abierta, y una decino-vena ó veintidosena; y en la derecha, un tapadillo ó flauta abierta de madera do la gravedad del trece, una octava, una quincena y decinovena juntas ó separa­das; pero lo mas regular es poner á esta clase de secre­tos, un solo-registro de octava abierta ó tapada; porque, queriendo que llove los registros mencionados, es nm-< cho mejor formar la regla por las medidas del teclado

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— 165— ancho del secreto núm. 8, que se dice arriba, pues (aun­que poco) siempre tienen las canales y barras mayor dimensión, y caben mejor las cañerías. !NTo obstante se ha esperimentado que en un secreto de esta clase número 9, suenan bien, además de los registros apun­tados, una dulzaina de la gravedad de la real en ambas manos.

Con los nueve secretos de diferentes medidas, que hemos puesto en la anterior tabla, pueden construirse órganos de muchas y varias dimensiones, como los co­nocidos hasta el presente: sin embargo, si al construc­tor- le fuese sumamente necesario el alterar un poquito alguna medida de las establecidas en cualquiera de los seeretos, respecto á su largo y aun do las demás dimen­siones marcadas, no habria inconveniente, siempre que no sea mucha la diferencia, porque de lo contrario se es­pone á destruir el buen orden y proporciones, que se ha calculado y esperimentado deben tener las partes, para que guarden en el conjunto unas piezas con otras la re­cíproca relaeion que las hermana, formando de todas ellas un solo objeto tan principal, como es el secreto, y para que quepan en él las cañerías, tengan suficiente cantidad de viento, y suenen con la fuerza y claridad que corresponde.

Resumen.

Page 202: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

— I C O -

CAPITULO XVI.

HEDIDAS CONDICIONALES PARA LOS ANCHOS DE LOS REGISTROS,

üüAilDAS I TAPAS, QUE PUEDEN PONERSE EN LOS

NUEVE SECRETOS QUE CONTIENE LA TABLA

GENERAL DEL APUNTE 110,

E l ancho que debe darse á los registros es vario y diferente casi en todos los secretos; pues que según se ha dicho en el cap. I I , ap. 15 y siguientes, depende de la magnitud de dichos secretos, y de otras muchas cir­cunstancias; por lo que debe tenerse ,en cuenta el lugar en que hayan de sentarse estos; el alto y ancho del lo­cal disponible para su colocación, y la de las cañerías que deba llevar: de modo que, cuando se construya un

. secreto, ya deben tenerse escogidos los registros que ha de contener, y la posición que deban, ocupar sobre él; con cuyo motivo se hace la' regla que llamamos de los registros, de la cual hicimos mención en el apunte 15 y consiste en un listón delgado de 3 á 4 cents, de ancho y k del largo necesario; en el cual se marcan los anchos de los registros, distribuidos por el mismo orden que de­ben tener puestos sobre el secreto.

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- 1 6 7 -Los registros de la mano derecha se marcarán en

una cara de la. regla, y los do .la izquierda en la otra opuesta; á no ser que se quieran poner todos en la mis­ma cara, ocupando la mitad del ancho de aquella los de cada mano respectiva. Si el secreto tiene las canales espaciosas, como los de los números 1, 2 y 3, de modo que puedan hacerse los agujeros de los registros y ta­pas, seguidos en una sola fila, y las cañerías gruesas puedan ir en tabloncillos; los registros pueden ser es­trechos, y en un secreto de poco fondo se pueden colo­car muchos: mas si tiene las canales algo juntas , como los del núm. 4 y siguientes, y los agujeros de los re­gistros tienen que hacerse salteados á dos filas ó la ca­ñería haya de colocarse sobre su vientp, encima de las mismas tapas; entonces los registros deben ser mas an­chos, para poder colocar los caños, si bien lo mas junto que sea posible, (aprovechando de este modo la capaci­dad del secreto) no tanto que, por estarlo demasiado, se ofusquen las voces de unos con otros.

Con este motivo, y para tener reglas que faciliten la repartición del ancho de un secreto, se dan á conti­nuación unas tablas en las que se hallarán las medidas mas reducidas del ancho de los registros, de las guar­das y de las tapas en cada secreto por separado, según sea su magnitud y la capacidad de las canales, para no tropezar con el grave inconveniente de que al cerrar un registro, no llegue (por ejemplo) el agujero primero á descubrir el segundo, lo cual puede suceder muy fácil­mente en los registros que tienen los agujeros seguidos en una sola fila; cuyas medidas esperimentadas y rat i ­ficadas en muy buenos órganos antiguos y modernos pueden seguirse con toda seguridad.

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— 168—

o f y . m .

Primeramente, para el secreto mayor de la tabla general, descrito en el apunte 111 y siguientes, en el que pueden hacerse todos los agujeros de los registros y tapas seguidos en una sola fila, y cuyas cañerías estén aconductadas y puestas en tablones acanalados en la fachada, ó en el interior del órgano, lo mas que deben estrecharse los registros es lo qne se establece en la siguiente

T A B L A

que contiene el ancho de los registros con el de sus guardas, y el total de las tapas que los

cubren, yendo los agujeros seguidos d una sola fila.

Mano izquierda del secreto núm. 1.

Flautado de 52 palmos, abierto. Violón tapado de 52. . . . Flautado de 26 palmos, abierto Violón tapado de 26. . . . Flautado de 13, abierto. . . Violón tapado de 13. . . . Quinta del 13 abierta ó tapada.

05 ¡> t= P 0 p g o o - 5 o P P ai & o.

»¡¡7ís. 68 68 52 52 42 40 36

•milis. 26 26 26 26 26 26 26

milis. 94 94 78 78 68 66 62

Page 205: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

— 169—

E n estas medidas de la mano izquierda pueden comprenderse todas las de los registros antiguos y mo­dernos, que sean de la misma magnitud y gravedad que los que quedan apuntados.

Los registros de la mano derecha casi se pueden comprender todos en una medida, que es el mínimum que deben estrecharse, pues aunque muchos de ellos pudieran hacerse bastante mas estrechos, uo conviene el practicarlo, por la comodidad de poder aeonductar los tablones acanalados en que deben ponerse las cañe­rías, que de otro modo acaso no seria posible el colocar y encolar los conductos de metal.

13

Octava abierta ó tapada 36 26 62 Docena, agujero redondo 36 26 62 Quincena, idem, idem 34 26 60 Lleno á tres ó cuatro caños, agujero

cuadrado 36 26 62 Nasardos á tres caños en docena

quincena y decisetena 38 26 64 Trompeta do batalla ó clarín de bajos. 40 26 66 Bajoncillo 38 26 64 Violeta ó clarín en quincena. . . 36 26 62 Fagot . . 36 26 62 Magna 48 26 74 Magna á dos filas con tab'oncillos. 74 26 100 Bombarda, solo se pone en el pedal

v rara vez 54 26 80

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— 170 —

Sigue la misma tabla para lâ manó derecha.

tnilis: milis, milis. Flautado de 52* abierto 42 26 68 Violón tapado de 52. . . . . . 40 26 66 Flautado de 26, abierto 34 26 60 Violón tapado do 26 34 26 60 Flautado de 13 abierto, aguj." red." . 34 26 60 Violón tapado de 13, idem. . . . 34 26 60 Octava abierta, idem. 30 22 52 Decena, 12, a 15, 1 17, 1 19. a 22,* etc. ,

cada una 30 22 52 Lleno de tres ó cuatro caños por

punto 34 26 60 Corneta de cinco siete ó mas caños

por punto 38 26 64 Flauta travesera á dos ó tres caños id. 34 26 60 Clarín 34 26 60 Magna 34 26 60 Orlo. 34 26 60 Dulzaina 34 26 60 Oboe 34 26 60 Voz humana 34 26 60

Téngase entendido que las medidas de los registros, dadas en las tablas anteriores, son para cuando las ca­ñerías estén puestas en tablones; puesto que los regis­tros ú órdenes de 52, 26 y 13 abiertos ó tapados, así como las compuestas de nasardos, corneta, y la magna de la mano izquierda, etc. á causa de su magnitud, no caben sobre su viento y no pueden ir de otro modo. .

Las octavas, abierta y tapada, la decena y docena, la trompeta de batalla ó real, el bajoncillo, y clarín en

Page 207: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 7 1 -quíncena tampoco caben, no siendo puestos á dos filas; mas la quincena, 17,* 19," 22." y otros varios de la ma­no izquierda, caben puestos a una fda, por lo que, si so quieren colocar sobre las tapas sin tablones, se tomará el diámetro del caño mayor del orden que sea y la me­dida que dé, es el ancho que debe darsa á la tapa del registro, de .cuyo ancho se rebajará el que deban tener las guardas, y el que resulte después, es el ancho ver­dadero del registro. Véase Ja tabla siguiente, que con­tiene los anchos de los registros que pueden ir sobre su viento en una sola fila seguida.

T A B L A

del ancho de los registros que pueden ir d una Jila con sus guardas y tapas.

Siano izquierda del secreto nújn, 1,

Regist. Guard. Tapas.

inilis. milis. miiis. 26 65

Docena. . . . . . . . . . 36 26 62 Quincena. . . . 27 26 53 Decisetena. , , . . , . . . 27 26 53

. . . ?o 26 46

. . . 70 26 96 Lleno á cuatro caños. , . . . 80 26 109 Orlo . , . 27 -26 53

. . . 27 26 53

Page 208: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 7 2 -

Mano derecha.

Flautado do 13 30 26 56 Violón de 13 30 26 56 Octava . . 26 22 48 Decena, docena, quincena, etc. . 26 22 48 Voz celeste. . 26 22 48 Lleno á tres caños 54 26 80 Lleno á cuatro caños 70 26 S)6 Orlo 26 26 52 Dulzaina 26 26 52

GCji, 4856.

E n este mismo secreto núro. 1 se pueden poner los registros á dos filas, que es lo que ordinariamente so acostumbra, y para calcular el ancho de las tapas, lo mas seguro es; cortar cuatro tiritas de metal, que cada una tenga de largo el ancho de cada uno do los cuatro caños mayores del orden que sea; se voltean, dándoles la forma circular de un anillo, y se ponen sobre el se­creto como si fueran los mismos caños; se vé el ancho que necesitan para estar juntos, y el que resulte, será el que deba tener la tapa del registro; lo mismo puede hacerse con unas ruedecitas de. cartulina que tengan el mismo diámetro que los mencionados caños, el cual puede tomarse del diapasón propio que los contenga, como se dijo en el ap. 20.

Page 209: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

O' íh , 4$1.

Véase, la tabla siguiente que contiene el ancho de algunos registros que pueden colocarse sobre las tapas á dos filas, los cuales sirven de regla para cualesquiera otros de igual magnitud, que puedan ponerse de la misr ma manera.

S E C R E T O N U M . 1 .

T A B L A

del ancko de loa registros en que pueden ponerse las cañerías salteadas á dos filas, con sus guardas y tapas.

Mano izquierda.

Kcn-ist. Giuird. Tapas.

milis. milis, milis. Octava abierta. . . . . . . . 124 26 150 Octava tapada 114 26 140 Bajoncillo 110 30 140 Clarín en quincena 84 26 110 Trompeta real con una doble tapa

ó dos tabloncillos para traspo­ner los caños que no caben. . . 120 40 160

Trompeta magna con doble tapa ó dos tabloncillos etc 180 40 220

Trompeta magna con dos tablonci-' líos, puesta á dos filas. . . . 90 30 120

Page 210: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 7 4 -

Mano derecha,

Oboe 74 26 100 Trompeta real ó clarín 104 26 130 Trompeta magua, trasponiéndola

algún tanto con una doble tapa. 124 26 150

Todos los demás registros simples de la mano dere­cha caben á una fila, escepto el flautado de 26 abierto y el violón tapado de 52 que ocupan tanto como la oc­tava abierta de }a mano izquierda, E l flautado y vio-Ion de 52 no se hallan en la mano derecha de ningún órgano, únicamente se ponen en los secretos de pedales,

Q 4 ¡ V . /íiá.

Colocación de algunas cañerías á tres filas.

También ocurren Gagos en que es preciso colocar algún orden sobre las tapas de los registros á tres filas, por no dar cabida el local para ponerlos con tablonci-r líos etc, en los cuales se debe proceder para buscar la anchura que necesitan como en los que van puestos á dos filas, esto es, haciendo unas anillas de metal ó rue-decitas de cartulina que tengan el mismo grandor ó diámetro que los caños mayores del orden que sea; co­mo se dice en el apunte anterior. Do cualquier modo que se coloquen las cañerías de un orden, sea á tres <5

Page 211: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

— 175— á dos filas, siempre necesitan bastante mas espacio que el ancho qué debe ciarse al registro, puesto que tenien­do este el necesario para hacer en él los agujeros que requiere la cantidad do viento que debe salir del secre­to para que suenen bien los caños, es suficiente; y toda la anchura que piden las cañerías para su colocación, se dá á las guardas del registro que tendrán en este ca­so, todo el que falte para igualar entre estas y el regis­tro el ancho total que necesite la tapa para el objeto indicado.

En estas tapas se hacen unas canalitas trasversales, co­mo se indican en las figs. 4 y 7, las que llevan el viento desde donde está el agujero hasta el punto que se haya de colocar la punta del pié del caño ó la de su boquille­ro. Si estas canales han de ser algo profundas, por te ­ner que servir á cañerías grandes, es necesario dar á la tapa algo mas grueso que el que se pone en la tabla ge­neral de los secretos para las tapas ordinarias que no se acanalan, cuya medida no fijamos, por ser cosa que el artífice puede calcular fácilmente según las circunstan­cias del caso.

S E C R E T O N Ú M . 2.

Siendo la capacidad de esto secreto casi tan grande como la del uúm. 1, y pudiendo llevar este los mismos registros que aquel, esceptuando los flautados abiertos y violón tapado de 52, las tablas de los anchos de los

Page 212: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 7 0 -registros, dadas en los apuntes anteriores para el núm 1; pueden servir al presente núm. 2; por lo que escusare-mos repetir ninguna de las medidas y advertencias puestas en aquellas, evitando así la proligidad.

GÍojv. U 0 .

S E C R E T O N Ú M . 3 .

E l secreto núm. 3 es bastante mas reducido que los dos primeros que quedan apuntados; es muy á propósito para un órgano bastante grande de cualquiera Iglesia parroquial. E l largo total de su frente es de 1953 m i ­límetros, y la división de sus canales so ha calculado do modo que tengan mucha capacidad, á cuyo fin se han hecho casi todas mas anchas que el grueso de las barras que las dividen. Esta circunstancia impide, (hasta cierto punto) el poder hacer los agujeros de los regis­tros, seguidos en una fila: sin embargo, pueden hacerse ue este modo siempre que se tenga el cuidado necesario para que nunca llegue su ancho al del espacio que ha de haber del uno al otro, para que, cuando so cierre el registro, los tape bien tedos cumplidamente.

Véanse en la tabla siguiente los anchos regulares que deben tener los registros y tapas; puestas las cañe­rías de tocias las maneras que puedan ocurrir, esto es; á una fila, á dos y á tres; sobre las tapas, con un tablón, con dos, con macizos ó boquilleros, etc. de modo que puedan estar desahogadas, y que los agujeros sean bastante capaces, para dar el viento necesario á cada caño de por sí.

Page 213: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

— 177-

S E C R E T O N U M . 3 ,

TABLA GENERAL

que contiene el ancho de bs registros, guardas y lapas, para las cañerías que puede llevar este secreto, puestas

de todas las maneras, esto es; á una fila, á dos ó á tvcs; en tablones, sobre las lapas, en la

fachada ecc,

Mano izquierda.

Rsgist. Guará, tapas.

Violón tapado do 26, puesto en un tablón á una fila y los agujeros del registro salteados á dos filas.

Flautado de 13 abierto, puesto en la 'fachada y en el interior en tablón á una fila. , , . . .

Violón tapado de 13 en tablón, puesto en el interior á una fila. .

Octava abierta en idem, idcm. . . Octava abierta sobre la tapa, sin

tablón á dos filas. . . . . . Violón tapado en octava, en tablón

á una fila Violón id. sobre la tapa, sin tablón

& dos fijas,

milis. milis. milis

84 26 no

68 26 94

60 26 86 48 26 74

124 26 150

46 26 72

109 26 135

Page 214: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 7 8 -Docena abierta, trasponiendo un

poco los primeros caños, cabe so­bro la tapa á dos filas. . . . . 74 2o 100

Docena puesta en tablón á una fila. 38 26 64 Quincena á dos filas sobre la tapa. 34 26 60 Quincena; se puede poner, sin sal­

tear los agujeros, seguida á una fila sobre la tapa. . . ¡ ; . ' 2o 24 50

Decisetena á idem, idem. . . . 24 24 48 Decinovena á idem, idem. La vein­

tidosena igual. . . . . . . 24 24 48 Compuestas de nasárdos á tres ca­

ños por punto en docena quince­na y decisetenaj puestas a dos fi* las en un secretillo elevado del secreto principal. . . . . . . 60 2o 86

Quincena v decinovena juntas á una fila. 58 26 84

Lleno á tres caños por punto. : ; . 68 26 94 Lleno á cuatro caños por punto. . 78 26 104 Trompeta magna, puesta en tablón

á una fila, aunque los agujeros" del registro están á dos. . . . 80 26 106

L a misma trompeta en tablón ó ma­cizos á dos filas . 9 4 36 130

Trompeta de batalla, puesta en la fachada á una ó dos filas. . . . . 60 26 86

Trompeta id. ó real, con macizos ó boquilleros, á dos filas en el interior. 94 26 120

Bajoncillo en la fachada. , ¿ . . 56 26 82 Bajoncillo, con macizos ó boquille­

ros, á dos filas al interior. . . . 94 26 120 Violeta ó clarín en quincena puesto

en la fachada . 5 6 26. 82 Violeta id. con macizos ó boquille*

ros eu el interior á dos filas. . . 90 26 116 Fagot en tablón al interior del órga*

no á una fila 56 26 82 Fagot id. á dos filas con macizos ó

boquilleros 94 26 120.

Page 215: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

­ 1 7 9 — Orlo puesto en la fachada. . . . Orlo á dos filas en el interior con

56 26 82 Orlo puesto en la fachada. . . . Orlo á dos filas en el interior con

50 26 76 Orlo id. con id. á una fila. , . . 30 26 56 Dulzaina en el interior á dos filas

56 26 82 Dulzaina en id. con id. a una fila. . 30 26 56

56 26 82 Voz humana de forma estrecha, en

el interior pon maoizos ó boquir 56 26 82

Yoz humana do id. con id. á una fila № 26 56

Mano derecha del secreto, núm. 3 ,

Flautado de 26 abierto, en tablón á una fila y los. agujeros del regís­.. tro salteados á dos, . , , . . 50 ; 26 78

Violón tapado de 26 en id. á idem. . 48 26 74 Flautado de 13. abierto, en tablón. . 47 26. 73 f lau tado de 13 abierto, si vá colo­

cado en el mismo tablón que el de la mano izquierda tendráii el re-gistrq, guardas y tapa el misma ancho que aquel. . . . . . . «. «. «

Flautado de 13, sobre la tapa á dos filas 54 26 80

Violón tapado de 13, en tablón.. . 44 26; 70 Violón id. sobre la tapa á dos filas,. .. 54 26 80 Octava abierta ó tapada,, sobro la

tapa á una fila. . . . . . . 26 24 5P Docena sobre la tapa á una fila. . . 24 24 48 Quincena id. idem. . . .­. . . . 24 24 48

Page 216: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 8 0 -

Los demás órdenes ó registros que no se han pues-; to en las anteriores tablas, vienen á seí; (poco mas ó me­nos) como los que quedan apuntados;, por lo que pue­den arreglarse fácilmente por estos mismos, comparan­do la magnitud 'de unas cañerías con otras.

f)eciseicna id. ídem . 2 - 1 24 48 Deeinovelia sobre la tapa á una fila. 24 24 48 Lleno á tres callos por punto, á

id. Ídem. . -. > 54 26 80 Lleno á cuatro caños por punto, á

id. Ídem. . . . . . . . . 70 26 90 Quincena y dccinovcna juntes , a

id. ideim . . . . . . . . 40 24 04 Corneta de cinco canos por punto,

puestos á dos fijas sobre ra tapa. . 154 26 180 Corneta de siete caños, id. idcni. . 214 26 240 Corneta de cinco caños, puesta en

secretillo elevado del secreto prin­cipal. . > . { . . . . . 48 28 74

Corneta de Siete caños id. ídem. . . 54 26 80 Flauta de madera, á dos caños por

punto, en tablón. : . . . . 54 26 80, Flauta de un caño por punto, á dos

filas sobre la tapa. ' 82 26 108. Trompeta magna en la fachada, ó

en tablón en el interior á dos filas. 56 26 82 Trompeta magna sobre su viento

en el interior á dos fias 94 26 120, Trompetama^naid¡ idemátresfl las. 124 26 150 Clarín en la fichada, . . . . . 56 26 82 Clarín en el interior á dos filas sobre

la tapa. . . . . . . . . . 76 26 102 Voz humana en id. idem. . . . . 58 26 84 Oboe en id. idem 76 26 102 Drl-Oi c.rorlo ó dulzaina en id. idem.. 58 26 84 Orlo, crorlo ó dulzaina en la fa­

chada. ' . •. . 5 4 28 80

Page 217: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

—•181-*-

SEC11ETO NÚIVÍ.

T A B L A éd ancho que deben tener los registros, guardas y iapijié^

con los agujeros salteados á dos filas en el secreta núm. 4, descrito en los primeros apuntes de esta

obra, como modelo de un órgano ordinario pura una Iglesia regular, y propio,

también para arcas de ecos de ór­ganos de mas magnitud.

Mano izquierda.

iRegtst. G.iinvd. Tapas.

milis. milis. milis. Flautado de 13 puesto en tablón

en la fachada 66 26 92 ídem puesto en tablón en el inte­

rior, á una fila ó á dos. . . . . 62 26 88, Tapado violón de 13 en tablón inr

torior á una fila. . . . . . . 60 26 86. ídem en tablón interior á una y

dos filas, metido en arca de ecos. "74 26 100 Octava abierta, en tablón interior

ó en la fachada. . . . . . . 48 26 ' 74

Page 218: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

T - - 1 8 2 -Tapado violón en 8, 1 en tablón in­

terior á una fila. 46 26 72 Tapado violón en 8.' sobre su vien­

to, metido en arca de ecos. . . 134 26, . 160

Socena, en tabloncillo interior. . . 40 26 66 ocenaj sobre su viento á dos filas.. 100 26 126,

Quincena, en tablón interior. . . . 26 26, 52 Quincena, á dos filas sobre la tapa. 42 26 68, Coleste en quincena, a dos filas so­

bre la tapa. 64 26 9Q Decinovena, cabe en una fila sobre

la tapa. . . 26 26, 52 Decinovena y veintidosena j u n t a s . . 52 26, 78 Veintidosena, sola en una fila. . . 26 26 52 Lleno de tres caños á tres filas se " guidas sobré la tapa. . . . . 70 26 96

Lleno de cuatro caños id. idem.. . 80 20 106 Nasardos á tres filas en Sol, Do, mi,

19," 22," y 24. a sobre su viento, libre ó cerrado en ecos. . . . . 15Q 30 180

Trompeta real interior, con macizos á dos filas sobre su viento. . . , 114 26 14$

Fagot, á dosfilas sobre su viento. . 94 26 12Q Bajoncillo interior, con macizos so­

bre su viento . . 94 26, 120 Dulzaina interior, sobre su viento,

en la gravedad del Bajoncillo. . 60 26 8,6, B.ajon real, sobre su viento, en la

gravedad del Fagot ó trompeta real. , . . 90 26 116

Clarin de bajos en la fachada, . 60 26 86 Bajoncillo en la fachada 54 26. 80 Crorlo ó dulzaina, en la fachada. . 54 26 8,0 Clarín en ^ 5 / ó violeta en la fachada.. 50 26, 76

Page 219: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 8 3 —

Mano derecha del secreto núm. 4 .

Flautado de 13¿ en la fachada ó en el interior.. . .> 54 36 80

ídem, si vá en el tablón del flauta­do de la izquierda, tendrá el mis­mo ancho que aquel 66 26 92

ídem puesto sobre la tapa á dos fi­las, como se suele poner en una arca de ecos \ 64 26 90

Violón tapado de 13, á dos filas so­bre su tapa. . . . . . . ( ¿ 64 26 90

Octava abierta ó tapada, caben á una fila 24 24 48

Quincena ó decinovena á una fila; * 24 24 48 Quincena y decinovena juntas . . ¿ 44 26 70 Flauta de madera de un caño por

punto, en tabloncillo á una fila.. 42 26 68 Flauta travesera de madera de dos

caños por punto, á una y dos fi­las, puesta sobre su tapa. . . . 90 30 120

Celeste de 13 sobre su viento. . . 64 26 90 Lleno á tres caños por punto. . . 70 26 96 Corneta que tenga cinco caños por

punto, puesta en secretillo. . . 54 26 80 Corneta de cinco caños por punto,

puesta sobre su viento; puede ser el registro de todo el ancho y tendrá 180 30 210

Corneta de las mismas circunstan­cias, que lleve la tapa acanalada. 80 130 210

Page 220: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

. - 1 8 4 -Nasardos ú, tres caños por punto,

70 26 96 Clarin interior, sobre su viento á-

76 26 102 Clarinete id. ídem. 58 26 84

58 26 84 Magua interior, en tablón á una

fila 54 26 80 Magna id, en macizo á dos filas. . 100 26 120 Magna id, con macizo ó hoquille*

ros, á tres filas sobre su viento. , 134 26 160 Magna, puesta en la fachada. . 54 26 80 Clarín en la fachada 54 26 80 Dulzaina ú orlo en la fachada. . . 54 26 80 Clarin, en tablón á una fila en ol

54 26 80 ídem á tres filas con macizos ó bo^

104 26 130

NOTA.—Aunque todos los registros de las tablas anteriores de ambas manos llevan los agujeros salteados á dos filas, las cañería* pueden ir en los tablones, teu-didas á^una fila ó reducidas á dos, según pueda conve­nir al constructor para aprovechar el local y acomodar­la obra, de modo que se pueda retocar la afinación ó ha­cer cualquiera 'cosa con facilidad, sin tener que des-¡ montar las cañerías.

Page 221: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

Q/Í|V. 1 U .

S E C R E T O N Ú M . 5 .

T A B L A

del ancho que deben tener los registros, guardas y tapas, con los agujeros salteados á dos filas en los

secretos del núm. 5, propios para órganos de Iglesias de regulares dimensiones.

Mano izquierda.

Regist. Guard. Tapas.

milis. milis. milis. Flautado de 13, puesto en tablón

en la fachada . 6 6 26 92 Violón de 13, en el interior con

tablón 64 26 90 Octava abierta, en tablón interior

ó en la fachada 54 . 26 80 Octava tapada, en tablón en el in­

terior á una fila 50 26 76 Octava tapada, sobre la tapa con

tablones á dos filas, porque no cabe de otro modo 110 26 136

Quincena, también traspuesta con un tabloncito, porque no cabe sin él. 40 26 66

Page 222: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

— 1 8 6 -

24 24 48

70 26 96

100 26 126 90 26 116 5fi 26 82 56 26 82

Mano derecha del secreto núm. 5.

Flautado de 13, puesto en la facha­da y en el interior 66 26 92

ídem id, en el interior sobre su viento, 58 26 84

Octava abierta, sobre su viento en la tapa del registro 22 24 46

Octava tapada 22 24 46 Violón tapado de 13 de metal , so­

bre la tapa 58 26 84 ídem de madera, óíiauta de idem

con tablón á una fila 46 26 72 Quincena, sobre la tapa del registro. 22 24 46 Decinovena, idem 22 24 46 -Lleno á tres caños por punto, sobre

la tapa 54 26 80 Corneta de cinco caños, sobre la

tapa. 180 30 210 Ídem con la tapa acanalada. . . . 80 130 210 Corneta de cinco caños, en secreti-

11o separado 54 26 80

Decinovena, cabe sobre su viento á dos filas y también á una. . .

Lleno de tres caños por punto, a tres filas sobre la tapa. . . .

Trompeta real, en el interior con macizos ó bocpuilleros á dos filas. .

Bajoncillo Interior, id. idem. Bajoncillo en la fachada. . . . . Orlo ó dulzaina en la fachada. .

Page 223: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

— 187—

114 26 140 90 26 116 74 26 100 56 26 82 56 26 82 56 26 82

De los registras incluidos en las tablas dadas para el secreto núrn. 5, se pueden cscojer los que se quieran, pues aunquo hemos comprendido en ellas tanta diver­sidad de registros, ha sido únicamente con el objeto de dar sus medidas, y no con el de que se pongan todos en un secreto tan reducido como es este; porque la ca­pacidad de sus canales no es suficiente para alimentar tanta cañería.

Trompeta real interior, con macizos ó boquilleros á dos filas. . .

Oboe, id. idcm Dulzaina ó clarinete, id, idem, , Magna en la fachada, . . . . Clarín en la fachada Orlo ó dulzaina en idem, . , .

Page 224: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

— 188—

S E C R E T O N Ú M . C

T A B L A

del ancho de los registros, guardas y tapas que pueden llevar esta clase de secretos, propios, ¡¡ara órganos

pequeTws que llamamos de armario.

Mano izquierda.

Regís t. Guard. tapas.

milis, milis, milis. Violón tapado, de madera, de la

gravedad del flautado de 13. . 68 24 92 Octava abierta, de madera, en ta-

bloncillo. 58 24 82 Octava tapada, en tabloncillo. . . 58 24 82 Quincena de metal, sobre la tapa

á dos filas. . . . . . . . . 58 24 82 Compuestas de 22. a y 26, 1 las filas

salteadas, . / . . 46 24 70 Lleno de tres caños, las'filas sal­

teadas, . . . V , . . . ; 62 24 86 Bajoncillo interior, á tres filas. . 82 26 108 Bajón de la gravedad de la real,

idem. 86 26 112 Trompeta real interior, á tres filas. 110 30 140

Page 225: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

Q/ÍJV. Uè.

Mano derecha del secreto núm. 6.

Flautado de 13 do metal, cu la fa­chada. . . . . . . . . . 46 24 70

Violón tapado de 13 ó flautado abierto sobre su viento. . . . 66 24 90

Octava abierta, sobre su yieuto 4 dos filas 24 22 46

Quincena y dccinoveua, á dos filas salteadas 36 24 60

Lleno de tres caños, sobre su viento. 62 24 86 Clarín interior, sobre la tapa á tres

filas 110 30 140 Oboe id, idem. . . . . . . . 110. 30 140

o4jv. u %

S E C R E T O N Ú M . 7.

E n virtud de que las canales de este secreto son casi iguales á las del uúm. 6, pueden observarse las mismas medidas para el ancho de los registros que mar­ca la tabla anterior; por lo cual escusaremos repetir aquí medidas, ni observaciones de ningún género.

Page 226: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

S E C R E T O N Ü M . 8.

T A B L A del ancho de los registros, guardas g tapas para los

secretos del núm. 8, propios para engañitos realejos que llevan el teclado sobre el secreto, sin reduc-

eion, cuija octava^ ó s,ea ancho de doce teclas es de 170 milímetros.

Mano izquierda,

Kegist. Quard. Tapas.

milis, milis. p\ilis. Tapado en octava, de metal ó mar

dera, en tabloncillo , 7 0 20 90 ídem de metal en una fachadita. . 6,2 20 82 Quinpena abierta, de metal ó mar

dera, en tabloncillo. , . . . 55 20 75 Deninovena ó veintidosena. . , , 48 20 6,8 ídem, juntas , formando lleno. . . 62 20 8^ Dulzaina de la gravedad de la real,

en macizos, a do,s filas. . . . . 62 20 82

Mano derecha del secreto núm. 8. Violón de 13 tapado, de metal ó mar

dera en tabloncillo,. 70 20. 90 Flautado de 13 abierto,~en tabloncillo. 62 20 82

Page 227: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 9 1 -ídem sobre su viento á tres filas. . 101 24 125 Octava de metal ó madera, abierta. 45 20 65 15.* y 19. ade nietal, formando lleno. 45 20 65 Dulzaina, en la entonación del cla-

riii con macizos á dos filas, . . 62 20 82

S E C R E T O N Ú M . 9-

T A B L A

del ancho de los registros, guardas y tapas para los secretos del núm. 9, que son los mas pequeños; propios para

organitos realejos que llevan el teclado del ancho regular de 164 milis, las doce teclas, puesto sin

reducción sobre el secreto; á los que solo se les suele poner un tapadillo en 8." del 13 en

cada mano etc.

Mano izquierda.

Tapado en 8," de metal ó madera, en tabloncillos

8.* abierta, de metal, en la fachada. . 15." de metal ó madera, en tabloncillo. Compuestas de veintidosena y vein-

Dulzaina de la gravedad de la real ó de bajoncillo, á dos filas. .

Hegist. G-uard. tapas.

milis. milis. milis

70 20 90 62 20 82 55 20 75

60 20 80

62 20 82

Page 228: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 9 2 -

Mano derecha del secreto núm. 9. Violón do 13 tapado, do metal ó

20 70 20 90 Flautado de 13 abierto, en tablon-

62 20 82 Idem sobre su viento, ú tres filas. . 104 24 128 Octava de metal ó madera, abierta,

sobre su viento. . . . . . . 45 20 65 Compuestas de 15." y 19." . . . 45 20 65 Dulzaina en la entonación del cla­

rín, con macizos á dos filas. . . 62 20 82

Estos dos últimos secretos del núm. 8 y 9, á pesar de ser tan pequeños, so ha esperimentado que pueden hacer sonar un -violón tapado de la gravedad del trece; mas por eso no debe abusarse de esta circunstancia, ni debe ponérselos muchos registros, pues aunque tienen señalados tantos en las tablas, es para indicar los que les son propios á cada secreto, y de entre ellos escojer los que mejor puedan convenir al gusto del artista, y al plan general del instrumento que se quiera construir;

Eor lo que, á pesar de las medidas apuntadas en las ta­las anteriores, habrá casos en que se puedan estrechar,

ó se deban ensanchar un poco mas las medidas dadas, según lo exijan las circunstancias; lo cual deberá deci­dir el buen discernimiento del constructor; puesto que, como tenemos advertido en diferentes ocasiones, para decidir el ancho de los registros deben tenerse en cuen­ta diferentes circunstancias de localidad, comodidad para la afinación, y sobre todo el hueco necesario para que no estén muy juntas las cañerias y se ofusquen sus sonidos.

Page 229: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

— 193—

C A P I T U L O X V I I .

BE LA CAPACIDAD DE LOS AGUJEROS CUADRILONGOS Y REDONDOS, QUE SE HACEN EN LOS SECRETOS PARA TODA CLASE DE CAÑERÍAS.

.</!/? manifiesta'el diámetro que deben .tener los agujeros que se hacen en las tapas de los registros y en los tabloncillos de conducción y trasposición, los cuales solo se profundizan seis milímetros

para emboquillar en ellos los conductos de metal, con la clasificación de estos y de otros segundos conductos que suelen ponerse para llevar el viento desde los tabloncillos el los caños,

con más la capacidad que deben tener los agujeros cuadrilongos que atraviesan las tapas registros y secreto, por los cuáles sale de las canales el viento suficiente

para hacer sonar bien toda clase de cañerías.

T A B L A G E N E R A L

L a mano izquierda, comprende dos octavas de estension ó sean los 25 primeros caños de cada orden que responden desde la primera tecla Do hasta la tecla 25 inclusive, que también es Do.

Page 230: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 9 4 -

Mano izquierda.

= 2 = C Números

de los con d u e-t o s q u e f; mboqui 11 a n on las tapas y tablon--

ciUos.

Números do los

con d u c-t o s ([U13 van (Ios-de el ta­bloncillo á los ca­

ñ o s .

Flautado y violón de 5 2 .

Flautado abierto de 52: para los cuatro prime­ros caños de este flautado (que es el mayor que so conoce) y son Do, Do sostenido, Re, y Re sost. tendrán las dimensiones. . . .

Los cuatro caños, siguientes que son; Mi, Fa, Fa sost. y Sol tendrán

Y los cuatro últimos de la 1. a octava que son; Solsot, La, La sost. y Si tendrán. . . .

2. a octava: los cuatro primeros caños que son; Do, Do sost, Re y Re sost. tendrán. . . .

Los cuatro siguientes; Mi, Fa, Fasost "y Sol. Y los cinco últimos que son; Sol sost, La,

La sost, Si y Do Al gran violón ó tapado de 52 se le pueden disminuir un poquito los agujeros cuadrilongos,

que dan salida al viento, porque no gasta tanto como aquel.

42 40 20 (( « 38 36 18 (( ((

36 i

34 18 I 1 i « 34 32 18 1 I 30 28 16 2 3

26 24 14 4 5

Page 231: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 9 5 -

34 32 18 1 1

30 28 16 2 3

26 24 14 4 5 •

24 22 12 5 6 21 18 10 6 7

to los agujeros cuadrilongos.. , por la razo»

24 * 22 12 5 6

21 18 10 0 7 19 14 9 7 8 18 12 8 8 9

, Flautado de 26 abierto.; para los cuatro pri­meros caños que sou; Do, Do sost. Be y

l Re sost. tendrán las dimensiones. . . . . ILos cuatro siguientes que son; Mi, Fa, Fa sos-

•FI nutndo i • tenido y Sol tendrán y yioion ( Y los otros-cuatro; Sol sost, La, La sost. y * 2 G - J Si tendrán.

12.* octava: los seis primeros caños que son; Do, I Do sost, Re, Re sost, Mi y Fa tendrán las | dimensiones '• Y los siete siguientes hasta el Do 25 tendrán.

Al tapado violón de 26 se le pueden achicar un poqui dicha en el flautado de 52.

-r Flautado principal de 13 abierto; para los seis 1 primeros caños que son: Do, Do sost, Re,

Flautado Re sost, Mi y Fa • . . . . y violón/ Y los siete caños siguientes que son; Fa sost, , l e i 3 - j Sol, Sol sost. La, La.sost,' Si y Do tendrán.

12 . a octava: los siete agujeros primeros tendrán. I Y los cinco restantes hasta el Do 55 tendrán. .

Para el tapado violón de 13 se observarán las mismas reglas (respecto á disminuir los agujeros), que en los del 52 y 26.

Page 232: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

—196— o ^ S g 1 Sá .&^FH 3 " r & ¡ > Números Números oZ."Za agS^g1 c ie los d é l o s p~~°-S- g-&aio'5 g o" 2. coni luo- condese-&£§=>3 S ° S o = "3 o ° t o s q u e t o s q u » S," .,'Jia fflS^r § 0 1 a ernboqtri van des-

' »2. l l e n e n d e e l t a -£ ? ? § & g las tapas liloncíllo y tal>lon- á los ca-

cilios. ñ o s . mdis~ milis. milis. —

I Octava del 13 abierta: los siete primeros agu­jeros tendrán las dimensiones 19 14 9 7 8

Y los seis siguientes serán redondos de 12 mi ­ta milito" \ l í m e t r o s 1 8 1 2 « 8 9 apai i o., j 2." octava: los siete primeros agujeros se ha-

J rán redondos de 18 12 « 8 9

[ Y los seis restantes de , 1 5 10 « 9 10 Al tapadillo violón en octava pueden hacérsele también los agujeros un poquito mas pequeños,

como á los órdenes anteriores. R E G I S T R O S C O M P U E S T O S .

• Kasardos á tres caños por punto, uno en 12," otro en 1 5 / y otro en 17. a: la primera8. a des-

Nasarüos../ de el Do 1.""hasta el Do 13 tendrán. . . . 23 18 12 5 « 1Y la segunda • 8." desde el Do sost. 14 hasta ( el Do 25 21 16 10 6 «

Page 233: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

í Llenos á cuatro caños por punto, en 15, 1 19, 1

Líenos. 1 22. a y 26. a en la primera 8." tendrán. . . 21 16 ' Y en la segunda 8. a tendrán las dimensiones. 19 ,14

QÍ(q\V. A

Sigue la misma tabla para la mano derecha..

E l flautado de 52, no se acostumbra ponerlo en la mano derecha.

/ Flautado de 26 abierto: á la primera octava ' Flautado) que comprende desde el Do sost. 26 hasta el dVae I Lo sost. 38 se le darán lafe proporciones. . . 18 14

e [Y todos los agujeros restantes, aunque pasen l del Fa 54, se harán redondos, de 17 13

El tapado ó violón i « 26, igual (con poca diferencia) al 26 abierto.

Page 234: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

— 198—

П ¿2 H CJ

Flautado л

­ violón do 13.

Flautado de 13, abierto: en la 1. a octava desde el Do sost. 26 hasta el Do sost. 38 tampoco se cuadrarán los agujeros y serán de. . . .

)Y todos los demás hasta el último, aunque tenga mas de 4 ija octavas tendrán. . . ,

¡El tapado violón de 13, igual al 13 abierto etc.

milis.

17

17

S'og Sal

p= p С o

13

12

в 2 ¿r

milis.

Kúrooros de los

con d u o­t o s q u o eniboqui l i a n o n las tapas y tablon­

cillos.

9

9

Númoros de los

c o n d u c ­t o s q u e van des­de el ta­bloncillo á los ca­

ño s.

10

10

Octava del 13 este orden siempre vá sobre su viento y lleva los agujeros redondos, cuyas di­

mensiones damos en la tabla del apunte 160.

Page 235: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 1 9 9 -

R E G I S T R O S C O M P U E S T O S .

ÍCorneta de cinco caños por punto; la 1." octava

que empieza desde el Do sost. 26 liasta el Do sost. 38 tendrá las dimensiones. . . .

num u., Y todos los demás agujeros hasta el último, de ] Corneta de seis ó siete caños por punto: en la r 1. a octava se harán los agujeros de . . . 1 Y todos los demás hasta el último, de . . .

( Llenos de cuatro caños por punto: en la pri-Lienos. < mera 8. a se pondrán de

( Compuestas de nasardo á tres caños por punto: Compues) la primera 8 . ' tendrá

I Y todo lo restante tendrá

( Flauta de madera á dos ó tres caños por punto: Flauta./ la 1.* octava tendrá las dimensiones. . . .

¿ Y todo lo demás hasta el último

21 15 13 6 <(

21 14 4 1 6 a

23 18 13 5 « 23 16 10 5 »

21 15 10 6 « 19 14 8 7

19 14 10 7 ((

17 13 8 8

19 14 8 7 « 17 13 8 8 «

Page 236: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

ofy/. 4§7.

R E G I S T R O S D E L E N G U E T E R I A .

Mano izquierda. C —>S co №

O ^ 3q CD

/Gran Bombarda que suena al uuísonus del flautado de 52. (1)

bombarda (Los cuatro primeros caños que son Do, Do sost­, Be y Re sost. tendrán los agujeros cuadrilongos, de las dimensiones. . . .

milis.

34

n < a.­P P

P ^ IR1

E. S"i- "I

«u'Ks.

32

a, P Números Números íl' c¡ c de los de los O

CD P' c o n d u c ­ c o n d u c ­

cr-j CD

o t o s q u e t o s q u e o in W & emboqui van des­o in

C3 l i a n en de el ta­P

O las tapas bloncillo y tablon­

cillos. á los ca­

ñ o s . milis. — —

18 '1) Damos en esta'tabla las dimensiones de los agujeros que pudieran convenir á una gran bombarda, que suena octava

Ti aja do la trompeta magna general; ó sea al unísonas del flautado de 52, por seguir la opinión do algún autor extranjero que cree posible la construcción de semejante orden; sin embargo de que no hismos llegado atener noticia que ningún órgano (por mucha que sea su magnitud) contenga tal cañería, la cual por sus grandes dimensiones bien pudiéramos llamar monstruosa; lo único que se dice es, que en algunos délos grandes órganos de Alemania se halla la bombarda ba­jando mas que la trompeta magna, hastael Sol ó el Fa; lo cual si bien no nos parece imposible, al menos que sea de buen efecto lo creemos paradógico.

Page 237: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 2 0 1 -

I Los cuatro siguientes que son; Mi, Fa , Fa

sostenido y Sol tendrán 34 Y los cuatro últimos que son; Sol sost, La,

La sost. y Si 31 •bombardaN 2 . a octava: los cuatro caños, Do, Do sost, Re

J y Re sost. tendrán las dimensiones. . . . 31 [ Los cuatro siguientes, Mi, Fa , Fa sost. y Sol. 28 ' Y los cinco últimos hasta el Do 25 inclusive. 26 i Trompeta magna: los cuatro primeros caños, i Do, Do sost, Re y Re sost. tendrán. . . . 31

M'an-na > o s c u a t r 0 siguientes, Mi, Fa, Fa sost. y Sol. 28 • " lYlos cuatro últimos Sol sost, La, Lasost . y Si. 26

12/ octava: los seis primeros caños tendrán. . 23 ' Los siete restantes tendrán 23 / Trompeta de batalla, real ó clarin de bajos: 1 los seis primeros agujeros tendrán. . . . 2 3 ] Y los seis siguientes tendrán hasta el Si natu-

LTata C i ía ( ral inclusive. .. . 23 j 2." octava: los seis primeros tendrán las dimeri-/ sionés, iguales á los segundos de la 1." 8." . 23 1 Y los siete siguientes hasta el Do 25 inclusive. 21

30 17 1 1

28 16 2 3

28 16 2 3 26 14 3 4 24 13 4 5

28 16 2 3 26 14 3 4 24 13 4 5 20 12 5 6 18 10 5 6

20 12 5 6

18 10 5 6

17 10 5 6 15 9 6 7

Page 238: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 2 0 2 -

O tí

5 o a » ?

muís.

[Bajoncilío: los 12 primeros agujeros se •ha-Bajonci-1 1"IU de 23

L I O - |Y todos los demás d é l a 2." octava hasta el Do 25 tendrán. . . 2 1

müU.

17

1 5

P o

muís.

10

8

Números ilo los

con d u li­to s q u e emboqui l i a n en las tapas y tablon­

cillos.

5

6

Núme'ros de los

c o n d u c ­t o s q u e van des­líe el ta­bloncillo á los ca­

ri os .

6;

7

/ Clarín en 15. a ó violeta: en toda la 1." octava | tendrán. . . . . . . . . . . . . 21 16 9

violeta, j Y cu la 2. A octava hasta el -Do 25 tendrán él ( agujero de. . . . . . . . . 19 IB 8

ÍA1 crorlo ó dulzaina, que vaya en la testera

del secreto, se l e harán los agujeros y con­ductos, iguales á los del bajoncilío que son doce-de. . ,- ..- . . . . . . . . . 23 18 . 10

„ Y trece d é l a segunda octava, de. . , . 2 1 16 8 6 ,7

Page 239: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

—203—

Mano d e r e c h a ,

¡Trompeta-magna: en la 1; ? octava que com­prende desde el.Do sost. 26 .hasta el J)o sos­tenido 38, tendrán las dimensiones. . . . 23

Y todos los demásiiastala conclusión tendrán. 21

/ Clarines: .en la 1. a octava desde el Do sost. 26 •.Clarín. < hasta el Do sost. 38 tendrán. . . . . . . . 21

' Y todos los demás hasta el .último tendrán. . '19-

¡Oboe •J Oboe: l a 1." octava tendrá'. . 19-•(• Y todos los demás .tendrán. . . . . . . . 19

Para el erarlo y.dulzaiiia que vayan á ,1a testera del se ­creto, tendrán las mismas dimensiones que los del oboe, que son. . 19

Y lo restante desde el Re 39 hasta la conclusión. . . 19

n 10 5 6-15 8 6 7

16 9 6 7 15 8 7 8

15 8 7. 8 14 8 7 8

15 »• 7 8 14 8 7 8

Page 240: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

i-. 459.

ADVERTENCIA.

Aunque en la tabla anterior se lian dado las dimen­siones de los agujeros cuadrilongos para cuatro, seis, diez ó mas de una misma medida, sin embargo, debe entenderse que desde el primer agujero de una octava pueden ir disminuyendo gradualmente los demás hasta el último, sin alterar las dimensiones de los que sirven de tipo: por ejemplo; cuando se dice que los diez prime­ros agujeros serán de 20 milis, de largo y 14 de ancho, y los diez segundos de 16 milis, de largo sobre 10 de ancho, se comprende que los diez primeros pueden ir disminuyendo sus dimensiones hasta llegar á las mar­cadas para los diez segundos etc; mas esta regla no debe aplicarse á las dimensiones de les conductos y aguje­ros para aboquillarlos, porque seria un trabajo ímprobo el hacer todos los conductos diferentes, c innecesario, porque están bien esperimentadas todas las medidas que se han apuntado.

Page 241: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

—205-

GÍju. 460.

TABLA GENERAL

de los agujeros redondos que dan salida al viento de las canales del secreto, atravesando este los registros y

tapas, para hacer sonar bien cualquiera clase de cañerías puestas sobre su viento, esto es:

sobre las tapas de los registros ó al menos, muy próximos d ellas. (1)

milis.

i Los cuatro primeros caños del flautado l de 52 que son; Do, Do sost, Re y \ Re sost. tendrán el agujero redondo,

l.as.nrre-/ de diámetro . 30 nerai. \ L o s cuatro siguientes que son; Mi, Fa ,

J F a sost. y Sol lo tendrán de. . . . 28 [Y los cuatro últimos de la 1 / octava ge-' neral de flautado. . 2 6

(1) Aunque los caños grandes quo no caben sobro su viento ó en las tapas de los registros, deben tener siempre, los agujeros del secreto cuadrilongos, y de las dimensiones apuntadas en la taMa anterior por convenir así á las proporciones do las canales y al buen orden de los registros etc, se pone en la presente tabla el diámetro de los que les convienen, para poder hacer uso de ellos en cualquier caso dado.

Page 242: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 2 0 6 -

¡JKa la. 1.' octava del flautado de 26', que es la 2. a del de 52 tendrán los cuatro primeros caños Do, Do sost, Re y Re sost . 2 4

Los cuatro segundos que son; Mi, F a , Fasos t . y Sol tendrán. . . . . . 22

Y los cuatro últimos de esta 8 / tendrán. 20

E n la 1." octava del flautado principal de 13 que es la 3." del 52 y 2." del 26 tendrán los seis primeros caños que son; Döi Do sost, Re, Re sost, Mi y F a . 18

Y los siete siguientes irán disminuyen­do hasta el Do, que tendrá. . . , . 14

I En la 1. a octava del registro llamado octava real, porque suena una 'octava alta del flautado principal de 13 que

, .-„.-«. ,- es la 4." del 52, 3 . a del 26 y 2 . a del ) 13, se hará el primer agujero de. . . 14 rY los demás irán disminuyendo hasta ! el último que tendrá. , . . . , 1G

ÍEn la primera octava de la quincena

que es la 5. a del 52, 4 . a del 26, 3.* del 13 y 2 . a do la octava real tendrá

i su primer agujero de diámetro. . 10 /Los demás irán, disminuyendo hasta el l últ imo, que sólo tendrá. , . , , 8

ÍE n la 1." octava de la veintidosena»

que es la 6. a del 52, 3\" del 26, 4 ^ del 13, 3." de la octava real y 2." do

„. „ la quincena tendrá su primer agu-I J e r o 8 I I los demás irán disminuyendo hasta \ el último, que tendrá. , . . . . . . 6

Page 243: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 2 0 7 -' La ] .* «ctava de la veintinovena, que es

la 7." del 52, 6." del 26, 5 . ' del 13, 4." de la octava, 3 . a de la quincena y 2 . a de la veintidosena tendrá todos lo»

t j a g a i W agujeros. . . . . . . . . . . 0 \ Y todos los demás agujeros de este orden

deben hacerse de la misma medida, por­que aunque son cañitos menudos, nece­sitan alguna valentía en el viento, pa­ra formar su sonido como corresponde. . 6

Las cañerías papadas, que comunmente llamamos violones, pueden tener los agujeros, iguales á los de las abiertas que quedan apuntados, y que suenen a l uní? sonus, por ejemplo; el tapado de 52, igual al flautado abierto del mismo nombre; el de 26, igual al abierto de 26 y así sucesivamente, teniendo en cuenta §ín em­bargo, que las cañerías tapadas gastan monos viento que las abiertas, especialmente si están eoloeadas sobre las tapas del secreto.

C A N O S D E L E X G I J E T E R I A . mílU.

• Gran bombarda, que suena al unísonus del flautado de 52:

iLos cuatro primeros caños que son; Do, }.=> 8.« <ib I Do sost, Re y Re sost. tendrán. . . 27 general. \Los cuatro caños siguientes que son; Mi,

I Fa, F a sost. y Sol tendrán 24 'Y los .cuatro últimos; Sol sost, La , La

sost. y Si los tendrán de. . . . . 22

Page 244: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

- 2 0 8 -

2.» 8.» id.

En la 1. a octava de la trompeta magna, que es la 2. a de la gran bombarda, ten­drán los cuatro primeros caños que son: Do, Do sost, Re y Re sost 20

jLos cuatro segundos quo son; Mi, F a , Fa sost. y Sol 18

Y los cuatro restantes; Sol sost, La, La sost. y Si 17

3.« 8." id. i

A la 1. a octava de la trompeta de batalla, elariu de bajos ó trompeta real, que viene á ser una misma cosa- y eorres-pondeu á la 3 . a de la bombarda y 2 . a

de la magna, se le harán los siete pri­meros agujeros, que son para el Do, Do sost, Re, Re sost, Mi, Fa, y F a sost. do 16 los seis restantes hasta el Do inclusive se harán de 15

, A la 1." octava del bajoncillo, que es la 4 . a de la bombarda, 3." de la magna y

4.a 8.» id. { 2 . a de la trompeta de batalla se le ha­rán • los doce primeros agujeros que comprenden casi toda la 8, a de . . . . 15

5 » 8.* id.

A la 1. a octava del clarín en quincena ó violeta, que es la 5 . a 8. a d j la bombarda, 4 . a do la magna, 3." de la de batalla y 2. a del bajoncillo se le harán todos los agujeros de 14

En la 1. a octava de los clarines de la ma­no derecha, que comprende desde el Do sost. núm. 26 del teclado hasta el Do sost. núm. 38, y suena al unísonus de la 1." octava del clarín en 15," ó sea violeta, se harán los agujeros de. . . . 14

Page 245: Mariano Tafall. Arte completo de construcción de órganos (I)

I A la 2." octava do los clarines do la mano derecha, que comprende desde el Re 39 hasta la conclusion del teclado

o-j- I--0--Í, (aunque consto de mas de 54 teclas) y i forma la 6." y 7. a octava do la escala ge-I neral de lengüetería, so le harán todos l los agujeros de 13

E n esta tabla quedan comprendidos los diámetros de los agujeros que se hacen en los secretos para que salga de las canales el viento necesario, con el objeto do hacer sonar con la fuerza que se requiere toda clase de cañerías, sean de flautado, tapadas, ó de lengüetería que se quieran poner en cualquier órgano, tanto en la mano izquierda ó sea medio secreto de los bajos, como en la mano derecha ó sea medio secreto de los tiples etc.

Aunque en ella no se hace mención de los registros de adorno, cualquiera de ellos que se ponga, y necesite el agujero cuadrilongo ó redondo, se clasificarán por el largo de sus canillas, ó mejor dicho, por la gravedad de su sonido; por ejemplo, á un registro de crorlo, que si bien sus caños son muy pequeños llevan las canillas tan grandes como la trompeta de batalla y suenan al uní-sonus de la misma, se le harán los agujeros, iguales á los de aquella; y á la trompeta magna de la mano de­recha le corresponden los agujeros iguales á los del bajoncillo de la izquierda, por ser de la misma magni­tud y gravedad: sin embargo, siempre debo tenerse pre­sente que cuando las cañerías están muy próximas al secreto, el viento tiene mas fuerza, y no deben hacerse

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—210— los agujeros tan grandes, porque el mucho Tiento,tam­bién las perjudica y mas aun si es violento. Está bien esperimentado que, hasta en el mismo secreto se halla bastante diferencia en el viento que sale do encima la ventilla al que se toma de la parte de la canal que está hacia la parte posterior del mismo. A las cañerías que están lejos del secreto, y se las conduce el viento por medio de conductos y tabloncillos, como el viento á me­dida que se aleja de aquel pierde parto do su potencia por la distancia que recorre, y mas aun si tiene que dar algunas vueltas, se las procurará engrandecer mas los agujeros redondos, dándoles la forma cuadrilonga para que dejen salir mayor porción y puedan abastecer lo suficiente, con el objeto de que el cuño suene con toda la entereza de que es susceptible, aunque esté colocado dos, tres ó cuatro metros lejos del secreto; lo cual ño es necesario cuando está puesto sobre la misma tapa del registro y toma su viento inmediatamente que sale del secreto, como lo hemos indicado ya varias veces.

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- 2 1 1 -

LIBRO SEGUNDO. Contieno la esplicacion do los talleros, herramientas propias dol

oficio, método do desleír, cocer y conservar la cola fuerte, formación de una fragua económica con los enseres

neoosarios para su servicio y la caldora para la fundición del |metal.

DEL LOCAL, VARIOS UTENSILIOS T HERRAMIENTAS NECESARIAS

PARA LA CONSTRUCCIÓN' UE LOS ÓRGANOS.

Dejamos esplicado en el libro primero, como nos propusimos, un secreto para un órgano sencillo, forma­do por el método que se construyen en el dia; también queda advertido, que su manufactura es aplicable á cualquier secreto de este sistema que se quiera cons­truir sea de grandes ó pequeñas dimensiones, para cu­yas obras son suficientes las herramientas ordinarias da la carpintería; y aunque nos proponemos el ir descri­biendo los útiles y enseres propios del oficio, según lo

CAPÍTULO í .

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— 2 1 2 — vayan pidiendo las diferentes clases de trabajos que nos hayan de ocupar, creemos conveniente, antes de pasar adelante, decir en el presente libro alguna cosa sobre los talleros y las herramientas que en ellos se deben te­ner, describiendo al mismo tiempo alguna otra particu­lar, haciendo algunas observaciones sobro la cola fuer­te, que tanto so emplea en esto arte, y finalmente ocu­pamos del modo de construir la fragua económica, con todo el menaje necesario para la fundición del metal y otros particulares referentes al mismo obj ;to.

Si nos propusiéramos describir todo lo que se precisa para plantear una fabrica que reuniese las comodidades apetecibles para la construcción de órganos en grande escala, como las tienen montadas algunas compañías extrangeras en París, Londres, Bruselas, etc, do seguro que se arredraría el ánimo de cualquier aficionado al arte del organero, porque solo contando con un buen capital, podia pensar en hacer sus estudios y empezar las tarcas para ponerlos en práctica; mas siendo nues­tro propósito diferente, y suponiendo que los aficiona­dos que se dediquen á aprender el oficio, no lo harán con el objeto de poner uua gran fábrica (al menos por el pronto) por no hallarse en disposición de hacer des­embolsos considerables, sino para poder ir trabajando é ir arreglando sus talleres poco á poco, nos concreta­remos á describir aquellos útiles ó enseres mas necesa­rios, de los cuales apenas se puede prescindir para tra­bajar con alguna comodidad y desahogo.

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- 2 1 3 -

Be los talleras.

Supongamos un local de planta baja que tenga tres, cuatro ó mas departamentos con buenas luces; uno ó dos de los mas claros pueden destinarse para los bancos de carpintería, otro para labrar las planchas de metal y reducirlas á chapas, otro para colocar la fragua de fundiciones y soldaduras, y otro en fin, para cortar y diapasonar caños de metal, en el q m se pueden guar­dar las piezas y enseres que- se vayan acabando para que, cuando esté una obra concluida, S J pueda traspor­tar ó armarla en el mismo pueblo donde se haya cons­truido,

Muy útil seria tener en los talleres un buen local á propósito, donde pudiera armarsj un órgano comple­to, pero, ya que esto sea bastante difícil, bueno es acos­tumbrarse á todo, trabajando en locales poco cómodos, porque á veces ocurren casos de tener que hacerlo hasta en sitios de malas condiciones.

Q/ÍD¡V. 46%.

Herramientas de carpintería.

Para los trabajos de carpintería es casi preciso tener dos ó mas bancos fuertes, de buena construcción, con prensa adelante, y , si se puedo también, atrás. Para el servicio de los bancos so tendrán los barriletes corres­pondientes, una preusa (cuando menos) que pueda con-

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— 2 1 4 — tener una tabla do tres cuartas ó sean 60 centís. de an­cho próximamente, para poderla aserrar cu hojas, y a l ­guna otra mas manuable para piezas mas pequeñas.

Una ó dos sierras abrazaderas, sierras, serrones, ser-ruchitos de cota y sin ella, garlopas, garlopines, gui­llames, cepillos planos de diferentes tamaños, cepillos d j moldura ó boceles redondos, combados etc; mart i­llos g-randr-s y pequeños, prensas y tornillos de hierro y madera para sujetar piezas encoladas; dedos de alam­bre, compasas grandes y pequeños, juegos de formones, escoplos, gubias, limas ásperas y finas, escofinas, tr ián­gulos y limatones, con todo lo demás que sea propio de un taller de carpintería.

E l torno al aire ó inglés tampoco debe faltar en los talleres por los buenos servicios que presta, tanto para hacer piezas torneadas cuanto para armar cu él las sier­ras circulares, que son de tanta utilidad, y los taladros fijos que también se arman para ciertos usos en el pun­to céntrico del cabo de su árbol, etc .

Debe tenerse una buena colección de barrenos ordina­rios de todos tamaños, de forma antigua y moderna (que todos son útiles), berbiquí con bujnos juegos do

GÍji/. 466.

Torno inglés.

Taladros.

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- 2 1 5 -brocas do tíos puntas y de cuchara, pasaforct con bro­cas propias, taladro salomónico ó sea de rosca sin fin, taladros grandes y pequeños de ballesta y una drilla para hacer agujeros en planchas de hierro ó latón.

E l taladro de ballesta á la mano es muy úti l y en muchos casos preferible al concéntrico del torno; por lo mismo debo tenerse uno pequeñito, porque en éste la punta de la broca hiere la madera en dos direccio­nes; una cuando avanza la ballesta, y otra, cuando retrocedo, lo cual ayuda á desembrozar el agujero quo hace, y penetra el taladro mas pronto y fácilmente. Por lo mismo lo hemos diseñado do tamaño reducido á la mitad de sus dimensiones en la Wig. 3 7 .

Este taladro de mano, podrá ser de boj torneado ú otra madera dura. A es el árbol de hierro quo entra en el cubito de boj B en el cual se fija por medio de una cuñita; abajo tiene una entalla, en la que entra la aguja ó broca que se quiera, marcada en C la cual se aprieta con el tomillo D: la ballesta ó arco para hacer dar vueltas á este sencillo aparato la hemos diseñado en pequeño próximamente al cuarto do su grandor en la Fig. 38; esta puede tener de largo, incluso el mango, GO centímetros.

Taladro pequeño de ballesta.

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-216 — Fig-. 88.

Q Í r j v . 469.

Taladro de ballesta horizontal.

Otro taladro de ballesta puede armarse en un sen­cillo aparato que se prende en el torno del banco ó me­tido en una escopleadura, el cual diseñamos de for­ma muy j equeña en la F í g . 3E1; es muy útil para muchos casos y con solo la inspección de la figura puede comprenderse su construcción y hacerse de un tamaño cómodo, el cual se pone en movimien­to con la ballesta maicada en la P ig . 38.

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- 2 1 7 -

Fig. 39.

Q f y . 470.'

Taladro de ballesta perpendicular.

E l taladro de ballesta perpendicular que indicamos muy en pequeño en la Fig. 40, se coloca en una

Fig. 40.

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- 2 1 8 -mortaja del banco, y so prende por debajo con una cuña cuya excopleadura se indica en A; se pone en movi­miento con la ballesta F ig . 38, y con la mano izquier­da so aprieta el boliuche torneado que tiene en 13, y so carga ó aprieta lo regular para que penetre la breca en la madera. Si las piezas que se han de taladrar con este aparato, necesitan el auxilio do la mano izquierda para sujetarlas, mientras se operan, entonces, en vez del bo-linche torneado 13, se pone en el cabo del árbol un trozo de plomo de un peso proporcionado á la fuerza que ha­ya do hacer.

Brocas delgadas para hacer agujeros muy pequeñiíos.

Para armar broquitas sumamente finas ó delgaditas se toma una aguja do acero de hacer media, del grueso que se quiera y el largo necesario; se destempla un po­co del un cabo, y se aplana, dándole unos golpecitos de martillo sobre el yunque: se hace un agujero de cinco ó seis milis, de diámetro eu un pedazo de madera vieja; se funde un poco de metal de segunda clase cuya clasi­ficación hacemos en su lugar; se introduce el taladro por su cabo aplanado en dicho aguj?rito,~ se le echa el metal derretido hasta llenarlo, y cuando esté frió, se rompo la madera y queda el taladro prendido en la masa sólida de metal; la cual se arregla limándola, dán­dole la forma cuadrada, que tenga la hembra, que esta-

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— 2 1 9 -ra enro3eada en el punto céntrico del árbol del torno, como se indica en las FigS. 41 y 42 ó en otro taladro de los ordinarios etc.

Figs. 41 y 42.

A F ig . 42 representa la hembra de hierro que enrosca en el cabo del árbol del torno, como lo indica la rosca B. C F ig . 41 es una de las broquitas que dejamos arriba descritas.

De esta clase de brocas se pueden tener de todos los gruesos y largos regulares, porque si son exageradas en el largo, no pueden usarse de esta forma.

Respecto á la punta de las brecas, si el acero se deja aplanar un poquito sin necesidad de destemplarlo, se hace de este modo, dándole unos golpecitos de martillo sobre el yunque; pero si, á causa-de su temple, no cede, se calienta á la luz de una vela hasta destemplarlo; se le hace la punta con una limita muy fina, y sirven per ­fectamente. Sin embargo, no siendo para piezas peque-iíitas, no son de muy buen uso, porque el torno siem­pre marcha en la misma dirección y la broquita no des­embroza el agujerito que hace, lo cual no la deja avan­zar como se desea.

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- 2 2 0 -

Berbiquí montado á máquina.

E l berbiquí montado á máquina es do suma util i­dad siempre que baya que hacer agujeros bien á la es­cuadra, por lo tanto damos en la Fig. 43 uno monta-

Fig. 43.

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— 221 — do en un aparato, que puede colocarse donde se quiera. Este berbiquí, teniendo los puntos fijos y bien perpen­diculares en A y B, precisamente lia de hacer penetrar su broca en la madera con la mayor rectitud, sin torcer á ningún lado, como pcontoco cuando esta operación se hace á la mano, que por buen ojo que tenga el opera­rio, casi tenemos por imposible que pueda hacerlo como se debe. Por esta razón hornos puesto tantos aparatos para taladrar rectamente, porque conocemos lo difícil que es, y aun creemos q.ie pocos oíici,;: s pueden hacer alarde de esta habilidad; tanto es asi, que para exami­nar la capacidad de cualquier carpintero, solo le exigi­ríamos tres cosas que son: labrar el plano de una tabla de un metro de largo por 23 ctíms. de ancho, y sacarla bien dcsalaveada al grueso: serrar un cuartón de viga al través, quedando bien á escuadra ambos cabos del corte do la sierra, y finalmente, hacer un agujero con el berbiquí á la mano bien derecho. Estos tres puntos, que generalmente se tienen por facilísimos, creemos que pueden servir para demostrar si sabe bien su obli­gación cualquier operario, corroborando esta idea aque­l la máxima tan vulgar que dice:

Para trabajar á (justo, Labra bien ¡j (raza justo.

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Sierra á máquina ó de marquetería.

La sierra de máquina es muy úti l en nuestro "oficio para dividir los teclados que se hacen en un panal ó ta­blero entero: se le pone uiaa hoja bastante mayor y mas fuerte que las finitas de marquitería; su armadura es bien sencilla, y consiste en un pié derecho de madera fuerte que tendrá de largo 68 ctíms, su ancho y grueso es cuadrado, do 58 milis; en ambos cabos se le ensam­blan dos barrotes del mismo ancho, pero no tan grue­sos, que tendrán solamente 24 milis, y de largo ó salida del pió derecho, 28 ctims. A 20 ctíms. separados de es­tos barrotes hacia el centro del mismo pió derecho, se ponen otros dos barrotes, iguales á los de los cabos, to­dos los que han de quedar bien firmes y encolados en aquel, muy en línea y á escuadra unos de otros. En los cabos do estos cuatro barrotes se les hace á todos una mortaja bien cuadrada de 20 milis, l a . cual ha de estar. en las cuatro piezas perfectamente derecha en línea perpendicular, porque precisamente por estas mortajas ha de subir y bajar la armadura do la sierra.

Para asegurar la inmovilidad de estos cuatro barro­tes, se forma en el espacio que hay entre los dos infe­riores una caja de listones, que al paso que los ata sir-

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- 2 2 3 -ve también do guia á la sierra. Los dos barrotes supe­riores so aseguran bien con unos listoncitos travesanos, como se indica en la Fig. 44 con cuya inspección se comprenderá fácilmente este sencillo aparato.

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Armadura de la sierra de máquina.

La armadura de esta sierra consisto eu dos barroti-tos de buena madera, perfectamente cuadrados, de 20 milis, escasos de grueso y ancho, puesto que han de subir y bajar-librcmente por las mortajas de los cuatro barrotes del pié derecho: el barrotito superior tiene de largo 36 ctítns; eu el cabo inferior se le pone una peque­ña prensita do hierro con un buen tornillo para apretar el cabo ó punta de la hoja dentada ó sea la verdadera sierra, el cual se vé de pequeño tamaño en la Fig. 45. E n el cabo superior del mismo barrotito se le ata una cuerda fuerte, que sirve para engancharlo á la punta de la ballesta que suponemos clavada en el techo ó ar­mada en el mismo banco en que so monte esta máquina, que puede ser en el del torno otro cualquiera.

E l barrotito inferior es de las mismas condiciones y medidas que el superior; este lleva prendida la sierra en un corfecito que se le hace en su cabo superior, con un pasador de acero que atraviesa el barrotito y la sier­ra por un agujorito que tendrá hecho á propósito. E n el cabo inferior lleva otra cuerda para prenderlo abajo al triángulo, que es el pedal que pone la sierra en mo­vimiento, como so vé en la F ig . 4 4 .

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- 2 2 5 -

Fig. 45.

04|v. 4%.

Hoja de la sierra.

La hojita de la sierra debo ser un poco fuerte, de 21 á 22 ctíms. de largo, y de 10 á 5 milis, de ancho; de un grueso propio para que no abra mucho corte en la ma­dera. Conviene tener alguna otra mas finita, para divi­dir las partes chapeadas de marfil ó hueso de los tecla -dos. E l dentado de estas sierras se dispone de modo que muerda la madera al bajar, como todas las demás.

Q/ jv. 416.

Para colocar este aparato en el banco, se le pone en el punto conveniente del pié derecho un pasador de ma-

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- 2 2 6 -dera, que no le permita bajar mas ríe lo regular, y abajo so le bace una mortaja para una cuña á propósito, que se aprieta y afloja como las de las cabezas del torno ordinario ó de puntas. Véase el todo armado en la F i ­gura 44, con la cual se comprenderá fácilmente que la ballesta A tiene tirante hacia arriba el barrotiío B, que tiene prendida la sierrecita C con el tornillo D; á su vez

s enveita tiene colgado por medio de un pasador el o•:;•!•;-tito inferior E el cual está atado al triángulo pe-. i.;-.l, que lo tiene suspendido por su ángulo agudo P, de ruedo que poniendo el operario su pié sobre eLtriángu-lo, hace bajar y subir fácilmente la sierra en cuestión y puede serrar bien perpendicularmente cualquiera pieza que no sea muy gruesa. Esta sierra se usa con preferencia para la división de los teclados.

Q/fy. 411. Tornillos de hierro.

Los tornillos de hierro que usan los cerrajeros, sou muy útiles para prender en ellos diferentes piezas de metal que hayan de taladrarse ó limarse; de consiguien­te se tendrán uno de un tamaño regular, otro mas pe­queño, y uno ó dos de mano para prender piezas peque-ñitas.

Terrajas de eoginetes.

Las terrajas de coginetes son mejores que las de rosea fija, porque estas solo sirven para abrir rosca en

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_ 2 2 7 — alambres de un grueso dado, al paso que con las prime­ras, como son movibles, se pueden hacer tornillos de to­dos los gruesos.

Deberán tenerse tres ó cuatro tijeras de'diferentes tamaños; la mayor ha de servir para cortar chapa de latón de 2 milis, de grueso; otra mas mediana para cortar la chapa de estaño de primera y segunda clase, mas ó menos gruesa; y otras dos mas pequeñas para cortar pieles, tela, papel, etc.

Tijeras grandes y pequeñas.

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- 2 2 8 -

CAPÍTULO I I .

DE LA COLA FUERTE, COLA DE PESCADO, CAZOS PARA DISOLVERLAS

Y MODO DE EVITAR SU PUTREFACCIÓN EN TIEMPO DE VERANO.

Aunque la cola fuerte pertenece á los materiales, nos ha parecido conveniente el advertir aquí algunas de sus particularidades por el mucho uso que de ella se hace en la construcción do los órganos, y como de su bondad y firmeza depende el buen resultado y duración de muchas piezas esenciales del instrumento, recomen­damos eficazmente el cuidado que h a d e tenerse al es­coger la cola, para que sea de buena calidad.

La cola fuerte que so hace en el interior de España, especialmente en las provincias de Castilla y Aragón, es bastante pegajosa y.consisten te. La cola que se fa­brica en Galicia es sumamente floja, al pronto pega bien, pero so imprime en ella bastante la humedad, y estando en contacto con la piel, lienzo, papel y has­ta en las mismas maderas llega á descomponerse, pudre

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- 2 2 9 -las primeras materias y se separa de las segundas ó sea de la madera, y á cualquier movimiento que estas ha­gan, como no tiene la fuerza necesaria, se sueltan fácil­mente las partes que había de tener unidas.

Por lo tanto recomendamos que no se emplee seme­jante cola en las obras, ó al menos se mezcle por mitad con la cola que se importa de Inglaterra que en nuestro concepto es la mejor y preferible á la francesa, por mas que esta también suele ser de muy buena calidad.

La cola del interior de España puede usarse con mas confianza que la del litoral, pero siempre mezclada con la extrangera.

Para cocer y desleír la cola, deben tenerse tres 6 cuatro cazos de cobre bien estañados, de diferentes ta­maños. El mayor puede ser de 180 milis, de diámetro y 140 de fondo poco mas ó menos, en el cual puede her­virse una buena cantidad de cola: otro se tendrá mas manuable, de 150 milis, do diámetro y 100 de fondo; los otros dos serán mas estrechos pero mas hondos, el uno de 110 milis, de diámetro y 130 de fondo, y el otro de 80 milis, de diámetro y 100 de fondo.

E l cazo mayor puede tener sus tres pies de hierro

Cazos para disolver la cola.

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- 2 3 0 -al ordinario, como se vé en la Fig. 4S: á los otros tres se les pondrán como se indica mas adelante en otra fi­gura, que ponemos al tratar del modo de aconductar los tablones.

Los dos cazos mayores son para hacer encoladuras grandes, y los dos pequeños para ponerlos colocar en cualquier punto, cuando hay que aconductar ó hacer alguna encoladura delicada en el interior del órgano.

Fig. 46.

Modo de disolver y cocer ¡a cola fuerte.

Para cocer y disolver la cola fuerte, se desmenuza en pequeños pedazos, y si por efecto de la temperatu­ra está muy blanda, (lo cual no es buena señal de su

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—231 — bondad) se corta en pcdacitos no muy grandes Con una tijera fuerte, se ochan en .el cazo gr.-mda ó en su defecto en un puchero de barro vidriado, so echa agua clara en la vasija hasta cubrir la cola corno ún centímetro, se deja á remojo unas dos ó'tres horas, para que la cola se ablande é hincho y se facilite su disolución; enseguida se pono á cocer en un fuego moderado, y con una es­pátula de pino ó nogal se remueve á menudo, para qua no so pegue la cola en el fondo de la vasija. Cuando empiece á hervir se procurará no aumentar el fuego, porque, si es mucho, se violenta la ebullición y rebosa el cocimiento del cazo ó puchero, perdiéndose bastante cola; por lo que se hierve á fuego manso para dar lugar á que se disuelva bien y se cueza como debe.

Estando ya bien disuelta y habiendo hervido un rato, so aparta del fuego, se cuela por un tamiz de cerda ó un colador de hojalata y se deja reposar y en­friar. Aunque la cola preparada de este modo puede usarse inmediatamente, aconsejamos que se dejo enfriar é incorporar; después se puede calentar y liquidar de nuevo, para ver si está muy clara ó espesa, y en cual­quier caso poderla templar, echándola un poquito de agua si está fuerte, ó si está floja hacerla hervir otro rato hasta que espese algo mas.

Advertencias sobre la cola.

Algunos constructores mezclan con la cola un po­quito de harina de trigo, con lo que pretenden que se

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- 2 3 2 -hace mas pegajosa: sin que sea nuestro ánimo vitupe­rar el hecho, no creemos útil (al menos para nuestras manufacturas) el mezclar la materia animal con la ve-jetal , porque creemos que aquella se hace mas que­bradiza.

Si las piezas que se van á encolar, han de colocarse en un local algo húmedo, aconsejaríamos que, en vez de disolver la cola en agua, se hiciera con aguardiente fuerte, porque se evapora pronto y no conserva la hu­medad; pero lo mas seguro es procurar no poner las obras en semejantes sitios, porque se destruyen pronto. Asimismo recomendamos á los aficionados que procu­ren hacer siempre las encoladuras, cuando reine el aire Norte, que seca bien y pronto; lo cual no sucede así cuando el aire es del Sur, y el tiempo está lluvioso, que no se ven jamás las encoladuras secas aunque pa­sen quince dias; mas c-sto se remedia bien, disponiendo las labores apropiadas á la estación y esperando el tiem­po á propósito para hacer esta clase de trabajo.

Conservar la cola en el cazo sin que se descom­ponga en tiempo de verano.

Es sabido que en la estación calurosa del verano, la cola se descompone muy pronto en los cazos, pues hay veces que hecho un cazo de cola, á las 24 horas le entra la putrefacción y exala unos miasmas fétidos capaces

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- 2 3 3 -dc corromper una localidad. La cola en este estado está perdida completamente y debe enterrarse. Para evitar esta contingencia, se echará en cada cazo que tenga cola hecha, al tiempo de calentarla, uno ó dos trocitos de carbón fuerte de roble, encina ó pino, el cual no solo conserva la cola muchos dias, sino que, hemos esperi-mentado que alguna que empezaba á corromperse, echándolo dicho carbón la desinfeccionaba y conservaba en buen estado hasta su conclusión.

GÍji, -íááí.

Cola piscis ó de pescado.

La cola de pescado es sumamente pegajosa y mas fuerte que la ordinaria de nervios; además tiene la pro­piedad de no ablandarse en los tiempos húmedos tan fácilmente como aquella, por eso la recomendamos pa­ra encolar las chapas de marfil ó hueso que cubren los teclados, las cuales en templos húmedos so sueltan con la mayor facilidad, en términos que en este pais hemos hallado varios teclados, que tienen las chapas clavadas con pasadores de latón.

Para disolver la cola de pescado se corta con tijera en trocitos menudos y como se suele h.icer en poca cantidad, so pone en un pucherito' pequeño de barro vidriado; se le echa aguardiente fuerte hasta cubrirla; se deja ablandar como una hora y se* hace hervir á la luz de la lamparilla, cuya descripción haremos en su lugar. Estando bien disuclta se usa cstendiéndola con una brochita proporcionada, como la cola ordinaria; so_

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- 2 3 4 -deja secar la encoladura y queda sumamente firme. Cuando hay que usarla á menudo, cada vez que se ca­lienta hay que echarla un poquito de aguardieuto, porque, como este se evapora muy pronto, queda la co­la muy seca y espesa, de modo que al volverla á calen­tar, en vez de desleírse, se quemaría fácilmente.

DE LA FRAUl'A ECONÓMICA AMOVIBLE Y OTROS ¿TILES NECESARIOS PARA LA FUNDICIÓN DEL METAL.

La fragua ú ornilla de fundición es tan úti l y nece­saria en los talleres del organero, que se hace casi in­dispensable: como es un objeto que ocupa mucho lu­gar, y además es su servicio algo sucio, hemos pro­curado hacerla de modo que contenga todas las cosas necesarias para el trabajo, que no ocupe mucho sitio, y que en caso necesario pueda mudarse fácilmente de local.

CAPITULO II I .

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- 2 3 5 -Tara formarla con las condiciones ospresádas so to­

man seis barrotes de madera fuerte, de 8C ctíms. de largo y de 40 milis, en cuadro, esccpto uno de los seis que t?n4rá40 milis, de grueso y 80 de ancho.

Con estos sois barrotes se forma una especie de ar­mazón, como para los pies de una mesa, los cuales so ensamblan por medio de unos barrotes travesanos que se ponen arriba y abajo, de la misma clase de madera ó iguales medidas. Véase la Fig. 47, que representa di­cha armazón ya formada.

Fig. 47.

Esta tendrá de largo, inclusas las maderas, 135 ctíms. y de ancho 50; los cuatro pies de la izquierda forman un cuadro de 50 ctíms. poniendo el barrote mas ancho al segundo pié del frente, como se vé en A d c l a F i g . 47.

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- 2 3 6 -A esta armazón se le echa un fondo do tabla atrave­

sada al ancho, que se clava en los largueros y travesa­nos inferiores, quedando así muy reforzada. En este mismo punto todo al rededor se le pone una guarnición de tabla de Unos 20 ctíms. de ancho, la Cual va sentada y clavada sobre los mismos largueros y travesanos in­feriores, formando una caja que es el depósito del com­bustible ó sea la carbonera.

A la parte superior sobre los otros largueros y tra­vesanos se pone otra guarnición todo al rededor de ta­bla mas estrecha, de unos 12 á Í4 ctíms. la cual se in­dica en la Figí 47 con líneas entrecortadas.

A la parte interior del cuadro que forman los cuatro pies de la izquierda, se ponen bien clavados unos es­quinales de barrote, cuyo cabo superior estará elevado del pavimento 70 ctíms; sobre estos se coloca una losa de cantería fuerte labrada, que entre con flojedad en dicho cuadro y que tenga de 7 á 9 ctíms. de grueso, la cual, colocada en su sitio, ha de florear con los barro­tes de arriba, y sobre esta piedra se forma el fogón.

E l espacio ó hueco que hay desde la tabla que for­ma la carbonera hasta los travesanos de arriba, se cier­ra con listones, como si fuera una caponera, dejando en el centro de la parte de delante una puerta para me­ter y sacar el carbón.

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­ 2 3 7 ­

Caldereta para la fundición del estaño y plomo.

Antes de formar el fogón ó hueco para el fuego es necesario procurarse una ó dos calderetas para Ja fun­

dición del estaño y plomo, con el objeto dé mandar ha­

cer aquel á la medida de estas, Estas calderetas han de ser de hierro; pueden ser

fundidas ó hechas á martillo, de chapa bien dúctil , y de una sola pieza. Sus dimensiones pueden .ser de 30 ctíms. de diám. y 14 de alto ó fondo, en cuya capaci­

dad cabe suficiente metal, aunque sea para una plan­

cha de 3 met, d y lR"g° y 6Q ctíms, de ancho.

ol j i , >№.

Fogón de la fragua económica.

Teniendo las calderetas que han de servir para la fundición, se encarga al herrero el fogón, que consiste en un aro de hierro de 28 á 30 ctíms. do alto, 7 milis de grueso y que esté ajustado á la circunferencia de la caldereta, pues con este objeto hemos encargado^se hi­

ciera ésta antes que aquel. Dicha caldereta entrará en el aro ajustada hasta la

mitad de su alto próximamente, y para que en ningún caso, pueda hundirse ó apretarse demasiado en el fa­

gou, (aunque esté bien cargada de metal) so ponen á la

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- 2 3 8 -parte interior de éste tres topes de hierro repartidos en su circunferencia, j?n los que descansa el fondo de dicha caldereta.

A este aro se le hace una abertura de 10 ctíms. do ancho y 14 de alto, dejando á la parte baja de aquel unos 30 milis. 'sin romper. Esta abertura sirve para in­troducir el carbón en la hornilla y arreglar el fuego cuando se tiene la caldereta puesta en ella y se está fundiendo el metal .

Este hueco ó abertura so cierra con una portezuela de hierro, sobrepuesta en el aro con dos goznes y una aldabilla que la sostenga cerrada cuando se está fun­diendo.

Al costado derecho de la portezuela, en el punto conveniente que es el canto bajo del aro, se le hace una eutrada para introducir la tobera que guarnece el ca­ñón del fuelle. Véanse ambos objetos eu las FigS. 48 y 49. A es la caldereta; B es el fogón con su portezue­la en C; D es el portillo de entrada para la tobera y ca­ñón del fuelle; E es uno do los tres topes de hierro que tiene el fogón en su interior, para sostener la caldereta: los otros das no están visibles por l a vuelta del aro.

Fig. 48, Fig. 49.

C

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- 2 3 9 -

Formación y asiento dal fogón.

Sobre la losa labrada de Gantería que se colocó en el cuadro de la armazón, se forma un suelo de ladrillos ó baldositas delgadas de piedra, cojidas con yeso ó arga­masa de cal y arena, sobre el cual se coloca el fogón de hierro, sujetándole bien todo al rededor por dentro y fuera, con trocitos de ladrillo, yeso ó argamasa, escepto el sitio de la portezuela que ha de quedar expedito, pa­ra poderla abrir y cerrar.

Al mismo tiempo se colocará la tobera, que es un trozo de conducto tosco de hierro, que está en contacto con el fuego y preserva del calor violento al canon del fuelle, que vá introducido en aquélla.

Fuelle para la fragua económica,

El fuelle para la fragua que venimos describiendo, os do la misma forma que los de palanca ó abanico, cu­ya descripción haremos al tratar do esta parto esencial del órgano; al presente solo daremos sus medidas que son, largo 85 ctíms, ancho 24; se le ponen dos pliegueg

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- 2 4 0 -y dos medios: debajo de la tabla inferior se le arma el cargador, que tendrá un solo pliegue entrante ó sean dos medios: esto no es tan largo como el fuelle princi­pal, y tendrá los goznes á la parte contraria de este ú l ­timo.

Cañón del fuelle.

A la parte de atrás del fuelle principal, en el centro de su grueso ó en el punto que se croa mas convenien­te, se lo fijará un canon de hierro de 20 á 22 milis, do diám. y del suficiente largo para que llegue desde el interior del fuelle al interior de la tobera.

Báscula para dar el viento á la fragua.

Para poner en movimiento el fueUecito cargador y dar viento á la fragua, se arma una báscula sencilla, dispuesta de modo que pueda dar el aire un muchacho, colocado á la parte de detrás do la fragua, ó también que pueda en caso necesario dar aire el mismo que esté trabajando, sin necesidad de ayudante.

En el espacio que queda desde el costado del fuelle hasta la tabla de delante, puede formarse un cajón que ofrezca comodidad, para poner cu él cuando se trabaja varias herramientas yxliferentes objetos. Véase la dis­posición de dicha fragua, en la Fig 5 0 , que la repre-

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- 2 4 2 -senta concluida del todo, con la caldereta puesta en el fogón y el fuelle henchido de viento.

La figura que se vé eu A representa un yunque que hay puesto en el barrote ó pié derecho de la armazón, el cual puede quitarse, y porier en su lugar cualquier otro objeto, que pueda ser úti l al trabajo. La tabla que forma el aro de la armazón á la parto de arriba no se ha marcado, para que se vea el fuelle, su canon y la parte del fogón etc. Para cuando se haya de soldar quitando la caldereta de su sitio, queda el ibgon expe^ dito; • se pone el carbón necesario; se colocan los sobla* dores, de modo que los mangos salgan por laabertura; se quita la portezuela para que nq estorbe, y so suelda con mucha comodidad.

Nos hemos detenido bastante en la descripción do la fragua, porque es un út i l imprescindible; y hacién­dola del modo que dejamos indicado, es de muy buen servicio para muchas cosas que se ocurren en el arte do organero: eu ella se tiene fragua económica con su fo­gón para la fundición, cuya caldera puede contener do diez á doce, arrobas de metal fundido; tiene su carbone­ra al pié, bastar.'e capaz para tener carbón en suficien­te cantidad, y la gran ventaja de poderla mudar de lo­cal sin desarmarla y poderla colocar del modo quo me­jor pueda convenir para recibir la luz, el aire etc.

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- 2 4 3 -

CAPÍTÜLO IV.

DE 0T1103 ¿TILES ACCESOMOS i LA FUNDICIÓN.

• O f y . 493.

Cazos de hierro para sacar de' la caldera el metal líquido.

Para el servicio de la fundición se tendrán dos ca­zos dehierro, de 13 á 15 ctinis. ded iám. y 60 milis, de fondo próximamente: con un mango de madera que con el suyo propio de hierro ó espigo hagan un largo de 45 á 50 ctíms; además se tendrá otro mas pequeñito, de 60 á 70 milis, de diám. y 25 á 30 de fondo, al cual se le hace un pico al costado, para echar fácilmente el me­tal líquido á los moldes de los cepos de longüetería, que es para lo que mas se usa; también se le pondrá su manguito de madera, proporcionado á su grandor.

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- 2 4 4 -

Paletas de madera para limpiar la escoria del metal.'

Para limpiar- la escoria del metal y una telilla su^ til que empaña su brillo en la superficie cuando está fundido en la caldera y en el cajón que se deposita mientras toma el punto para estenderlo y formar la plancha, se hacen dos paletitas de madera, de 5 mili-metros de grueso y de 150 de ancho, cuyo corte infe­rior estará bien recto en forma de chaflán,

Espumadera,

Para revolver el metal fundido, hacer subir la es­coria que haya en el fondo do la caldera y poderlo l im­piar bien, se tendrá una espumadera de hierro, que consiste en una paleta redonda, de 14 ctíms. de diá­metro y 3 milis, do grueso; toda llena de agujeritos,

igual al de los cazos grandes.

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- 2 4 5 -

Paleta para tomar el carbón..

Para tornar el carbón de la carbonera y echarlo al fogón, se tendrá una paleta de madera, guarnecida por sus costados con unos listoncitos, con la cual se echa el carbón á una especie de canal de hojalata; y se em­puja con una tenaza de hierro ordinaria, arreglándolo al mismo tiempo en el interior del fogón sin necesida de levantar la caldera de su asiento. Véanse estos úti les representados por las Figuras siguientes:

Fig. 51. Fig. 52. Fig. 5 3 ,

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- 2 4 6 -

Fig. 54. Fig. 55.

La Fig. 51 representa uno de los cazos grandes: la 52 es el cacito pequeño: la-, 53, la espumadera: la 54, la paleta de limpiar la superficie del metal cuando está lí- -quido: la 55 es la paleta para tomar el carbón; y por ú l ­timo, la 56, la hojalata doblada para introducir el car­bón en la hornilla.

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Carbon de fragua.

El carbón que ordinariamente se emplea para las fundiciones y para soldar es el que se llama de fragua, que gastan los herreros: se hace de las raices del bre-. zo ó urce; se ha de escoger de la mejor calidad, por­que lo hay fuerte, y bastante flojo; este último apenas sirve para la fundición, porque su fuego es de poca vio­lencia y tarda mucho en liquidar una caldera de metal, asi como el fuerte hace el fuego mas intenso, y se efec­túa la fundición mucho mas pronto.

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- 2 4 9 -

LIBRO TERCERO. Trata délos tiradores ó ¡moldes para fundir las planchas de metal

al declive y al nivel: del metal, sus aleaciones y clasificación, conservación del menaje de fundir, tablones y herramientas

de labrar las planchas y reducirlas á chapas para liacar las cañerías del órgano.

CAPÍTULO I .

DE LOS TIRADORES Ó MOLDES: PROPIOSPARAÉSTÉNDÉR EL METAL

FUNDIDO Y FORMAR LAS PLANCHAS.

Para poder conseguir la construcción de buenos ta ­blones sobre los que se puedan t i rar las planchas de me­tal, sin que el calor de éste sea demasiado sensible á la madera y la tuerza ó haga perder el plano perfecto que debe conservar, se han discurrido é inventado muchos modos de construirlos todos ellos muy ingeniosos que al parecer habian de hacer los tablones casi insensibles y podrían sufrir el gran calor que el metal líquido CQ-

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- 2 5 0 * -inunioa á la madera, pero tal es el gradó de éste, y tanto influye la repetición dé estender sobre ella una, otra y otra plancha, que apesar de todas ías precaucio­nes que se han tomado; casi creemos imposible el poder evitar el que se tuerzan, por gruesa, seca y reciavada que esté la madera. Por lo mismo, en los muchos años que llovamos de experiencia en el arte del organero, hemos teñido especial empeño y gusto en formar tablo­nes por todos los métodos que hemos visto, y algunos do nuestra invención, que han resistido el calor mas ó menos tiempo; pero en todos ellos, se presentaban los tablones de plano, y aunque gruesos, secos, bien clava­dos y sujetos, Siempre el calor los hacia mover. E n las muchas pruebas que hemos hecho para evita? esta con­tingencia, hemos procurado romper las fibras de la ma­dera, para matar su sensibilidad, agujereando todo un tablón, como si fuera una criba; y sin embargo, siem­pre el fuerte calor del metal la ha torcido. Finalmente, conociendo la causa de la extorsión y procurando evi­tarla ó hacer casi insignificante su acción,hemos decidí-do formar el tablón de modo que el calor de la plancha llegue á la madera lo menos que sea posible, y hemos eonseguid.0 nuestro objeto, sino en absoluto, á lo menos de la manera que menos la pueda interesar, formando el tablón del modo siguiente.

Qlfyv. 499.

Medidas de los tablones ó tiradores del metal.

Para ün taller regular en el que se hayan de fundir planchas para las cañerías mayores que se hacen de me-

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- 2 5 1 — tal, como son el flautado de 26, el de 13, etc, se han de hacer al menos, dos tiradores; uno de 300 ctíms. de largo por 56 de ancho, y otro de 200 á 250 ctíms. de largo por 40 de ancho.

El uno es para tirar las planchas mayores, que po­cas veces se hacen, y el otro que es el mediano, es el que mas se usa porque es mas común el fundir plan­chas de su medida.

También puede tenerse uno pequeño para planchas reducidas; pero tirándolas bien con el mediano, se sa­can planchas de muy buen servicio para cañerías gran­des y pequeñas, y se economiza el menor, porque los mismos gastos y preparativos se hacen para tirar una plancha regular que una pequeña.

o f y , . 200.

Formación del tirador.

Para formar el tirador regular se toman tablones 6 tablas gruesas de pino Holanda ó del pais, sumamente seco; ó si se puede hallar viejo, que haya servido en ta­blados 6 pisos, aun será mejor: se cortan al largo, de 200 á 250 ctíms: el ancho de los tablones será (siendo posible) de 20 ctíms. ó-algo menos: se limpian é igua­lan por mayor lo mejor que se pueda, y como el objeto principal es aprovechar la madera, aunque quede al­guna falta, no importa.

Para no hacer tan pesado el tirador, se pondrán la mitad de las piezas del ancho indicado, y la otra mitad se pueden poner mucho mas estrechas; por ejemplo,

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- 2 5 2 -cinco ó seis de 20 ctíms, y cuatro ó cinco de Ó, 8 ó 10 ctíms. Estas piezas se ponen de canto, interpoladas unas1 con otras; la primera, ancha de 20 ctíms; la se­gunda estrecha, la 3 . a ancha, la 4;" estrecha y asi Su­cesivamente hasta completar con el canto de todas ellas el ancho del tirador que, según hemos dicho, deberá tener 40 ctíms. Con motivo de que el ambiente natural de la temperatura pueda penetrar en las juntas do los tablones, se pondrán entre estos, unos listoncitos atra­vesados en su ancho de 10 milis, de ancho por 4 de grueso, los cuales pueden fijarse en dichos tablones con clavijitas de madera encoladas; estos listoncitos, pues­tos con SOctímside separación unos de otros, hacen que los tablones no puedan tocarse y queden 4 milis, sepa­rados, cuyas hendiduras ó huecos en nada .perjudican á la plancha que se funde sobre el tirador, y antes bien favorece el movimiento de la madera y permite que el aire de la atmósfera penetre hasta debajo de la misma plancha,neutraulizando bastante el calor del metal fun­dido y haciéndole menos sensible á la madera. Véase la Fig. 57, que manifiesta el cabo de este tirador, en el

Fig. 57.

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^ - 2 5 3 -quc so ven nueve piezas que lo componen, cinco anehas y cuatro mas estrechas todas ollas separadas entre si y que solo se tocan por los pequeños listoncitos que deben tener interpuestos cu sus costados, siendo el pla­no del tirador el indicado en A A, formado por los can -tos de dichas nueve piezas, en el cuai ha de echarse el metal fundido: fácilmente se comprenderá que á cada pieza le ha de tocar la menor parte posible del calor de aquel, y como cada tablón lo recibe en su canto, las fibras ó vetas corticales del centro no pueden tomar el calor que indispensablemente recib iria si se esteudiera el metal en todo su ancho. Ahora vamos á ver como se han de reunir y sujetar todas estas piezas, para formar, icón ellas un solo cuerpo, que es el tirador.

Modo ¿e armas, el tirador.

Para armar el tirador, reuniendo las piezas de que dejamos hecho mención, se empieza por señalar con lá­piz los cautos que han de formar el plano, so les marca un trazo de gramil en las dos caras de cada pieza á 6 ú 8 ctíms. del canto señalado; y como á 60 ctíms,. de cada cabo se marca en todos, las piezas,, tocando á la línea del gramil, un agujero cuadrado de 3,0 milis, el cual se abre, por ambas caras, para que salga bien hecho y á medidas justas en todas las piezas.

Teniendo estos agujeros bien acabados, se labran dos

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- 2 6 1 - -barrotes de madera fuerte de 30 milis, cuadrados, y des­pués de ver si pueden entrar en los agujeros de las pie­zas de tablón, se reúnen estas del modo que han de que­dar, se dá cola á los agujeros y listones y se introducen estos como ensartándolas á todas. Estos listones son co­mo dos pasadores que atraviesan dichas piezas y las mantienen reunidas. S\ el tirador es de tres; metros de largo, en vez de dos de estos listones se pueden poner tres; así como también pueden ponerse en el que nos ocupa, si so cree conveniente.

Estando seca la encoladura de los barrotes, pasadores, se pueden repasar las desigualdades del plano dei tirador y arreglarlo bien al ancho y alto, para que en cualquier punto que se le coloque, siente bien en todo su largo. Sujetas, las piezas que componen el tirador del modo in­dicado, no ofrece este la seguridad necesaria, y es pre­ciso acabar de sujetar y afirmar, todas las piezas de que sq compone, poniéndole seis barrotifos atravesados en el plano superior y otros seis en el inferior; al efecto se to­ma madera de la misma calidad y circunstancias de los tablones, y se forman los barrotitos, que son unos listo­nes de 40 á 50 milis, de ancho, de 12 á 15 de grueso, y de largo el ancho justo del tablón; teniéndolos bien la­brados se ponen sobre el plano del tablón, uno en cada cabo y los demás puestos á distancias iguales en todo sn largo; se señala bien, su situación, y con un serrón gran­de, so abren las caj'as para todos ellos procurando que­den bien ajustados, porque hay que introducir en el cuerpo del tablón el grueso de los listones, d.c modo que después d.e puestos, en su sitio enrasen con el plano ge­neral y pueda repasarse el todo con garlopa y garlopín do hoja dentada,poniendo dicho plano t lomas perfecto que se pueda en todos sentidos y direcciones

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- 8 5 5 Estos listones traveseros

del plano superior se fijan sin darles cola, clavándojps con unos clavicotes de ma­dera, que se introducirán en cada tablón un poco tor­cidos y encolados. A la par­te de abajo se ponen los mismos barrotes travesa­nos, mas, en este sitio pue­den ir clavados con] puncas no muy largas para que en cualquier tiempo se pue­dan arrancar. De este modo quedan perfectamente ase­guradas todas las piezas t

que componen el tirador, formando un solo cuerpo compacto, al cual (sin em­bargo) debe evitarse el dar­le golpes, porque las pie­zas que lo enlazan y asegu­ran no ofrecen tanta fir-ine-za que puedan resistir á cualquiera eventualidad. Véase la Fig 58, que lo representa armado con los listones, que lo aseguran y refuerzan.

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- 2 5 6 -

Forrado del plano del tirador.

. La parteplanadel tirador, que es la principal, en la que -so echa el metal fundido, 'después de tenerla per­fectamente labrada, de modo que no se la perciba nin­guna falta en toda su superficie, se ha de forrar ó cubrir con dos telas de muleton belludo de algodón, las cua­les se han de poner, perfectamente estiradas en todos sen­tidos para que nb hagan ninguna arruga. Al efecto, se pone á cada costado del tirador una tira doblada de lona, q.ue podrá tener de ancho la primera hoja, de 50 á 60 milis, -y la segunda, que es la do encima, de 39 á á 4 6 ; esta tira h a d e ser de todo el largo del tirador, y so clava con puntitas pequeñas en sus costados, deján­dolo descubierto 5 ó 6 ctíms. el canto de arriba. Te­niendo cortado el muleton al ancho y largo del tirador, (todo de mía pieza) se cose el un costado con hilo fuerte do gramilla encerado á la tira mas ancha de Jas dos de lona que se han clavado á los costados.

Entiéndase que esto cosido es á puntadas largas, y de modo que después de cosido de igual manera al otro costado, pueda irse estirando el muleton, templando oí hilo, como se "hace en los tambores para apretar sus aros. Después de haberle estriado dos ó tres veces, y teniéndolo de modo que esté á satisfacción, se cstiendo sobre este forrado otra cubic r ta do tela fuerte do algo-don (vulgo percal blanco) pero muy igual, la cual des-

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- 2 5 7 -pues de mojada, bien estirada y seca, se pone cubrien­do todo el tirador y se cose á los costados en la segunda tira de lona (que es la estrecha) con hilo fuerte ordina­rio debiendo quedar perfectamente tersa sin la menor arruga, para lo que puede también estirarse algo de los cabos, sujetándola con unas puntitas que puedan arran­carse fácilmente cuando ha 'y a de mudarse la tela. Véan­se las F ig . 60 y 61 que representan el tirador de costado en el que se vé lo que dejamos esplicado.

Antiguamente se forraban los tiradores (que ordina­riamente eran do un tablón ancho y grueso) con bayeta fina y tela de hilo, lo cual era bastante costoso y no de mejor servicio; por lo que l i m o s adoptado ol algodón, como queda apuntado, que hace el mismo efecto, resis­to mas tiempo el calor y cuando está ya carbonizado su renovación es muy económica.

Of;¡.,. 2 0 4

Listones ó guardas de los costados del tirador.

Tenemos ya perfectamente plana, lisa, y tersa la superficie del tirador; ahora se le ponen á los costados dos listones (uno á cada lado) qué, si se puede, han de

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- 2 5 8 -íer de una pieza para todo el largo del tirador; estos ser ran de 70 milis, do ancho y 10 de grueso, los cuales han de estar bien labrados, porque si se tiran las planchas al declive sirven de guia al cajón conductor del metal líquido, y si se fundo al nivel, para que no enganche la eh'apa en alguna desigualdad que tengan dichos listo-: nes, estos se colocan de manera que suban del plano unos 22 milis, y so clavan con puntas encabezadas con Buela para poderlas arrancar fácilmente, cuando haya que mudar la tela.

Caballete y banco para cqlocar el tirador al declive.

Para colocar el tirador al declive, se hace un ca­ballete ordinario, fuerte, que consiste en un barrote con euatro píos, enlazados con listones travesanos; este será próximamente de 75 ctíms. de alto, y para la parto baja se hace un banquito ordinario como para sentarse, cu­ya meseta tenga de largo el ancho del tirador, de ancho 28 ctíms, y 50 do alto.

Respecto á las medidas dadas del alto del caballete y banco para colocar el tirador, hay que atenerse al al^o ó grueso de éste, y arreglarlos de modo que su vórtice ó caida, después de colocado sobre aquellos, s,ea arregla­do á las medidas que damos mas adelante en el ap. 218 que trato del modo de tirar las planchas al decl ive en el que se previene que el cabo superior del tirador esté á 900 milis, elevado del pavimento, y él inferior á 710 etc.

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- 2 6 9 -

Cajón sin fondo para contener el metal derretido.

El pajón sin fondo, que ha de contener el met^al der­retido, se hace de buena madera de pino, castaño ó no­gal; consta de tres tablillas, bien enlazadas por sus dos ángulos; el grueso de estas será de 12 á 15 milis, su alto do 11 ctíms; el cajón ya formado ocupará todo el ancho del tirador, metido entre los dos listones que guarnecen sus costados, y de largo tendrá 42 ctíms." Véase s_u for­ma en la Fig. 59 que lo presenta muy en pequeño ya

Fig. 59,

concluido á punto de servir. Para enlazar los dos costa­dos se le pono encima otro listón, como el que se vé en A y para que resista bien el calor del metal, s_e emba^ durna interiormente con cuatro ó seis manos de greda y almazarrón, disueltos en agua con un poquito de cola. De los cantos inferiores ha de estar perfectamente re­corrido y derecho, y la esquina ó ángulo de la tablilla

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- 2 6 0 -del frente delie matar.se, poniéndola un poquita en re­dondo para que al bajar por el pla-.o del tirador, no tro­piece en alguna pequeña desigualdad y forme alguna aiTuga en la tela. Para que resbale bien por los cos­tados del tirador, se frotan exteriormente sus costados y los do aquel, con un poquito de jabón, y cuando, por efecto del mucho calor, del metal, se tuerza algo ó car­bonice, se repasa con }a garlopa, rebajándolo un poco hasta ponerlo bien plano.

E l modo de colocar este cajón y las precauciones que se toman para que sirva bien y no se queme tan pronto, véase en los aps. 220. y siguientes, en los. que damos el método de fundir el metal, y t irar las plan­chas al declive.

Qíkv. 207. 1

Cajón para recibir el metal sobrante del tirador-

Cuando la tirada de una plancha salo mal, por no tener, el metal su verdadero punto de calor ó por otra cualquiera causa, suele, sobrar abajo, del tirador mas ó menos metal que baja á medio, cuajar, contenido por el eajon sin fondo, y para que no caiga al suelo y pueda recojerse para volverlo inmediatamente, á la caldera se hace uií cajón fuerte, de 50 á 70 milis, de fondo, do 14 á 17 ctíms. de ancho y un poquito mas largo que el ancho, del tirador.: esto cajón so pone sobre el banquito que sostiene, la parto inferior dé aquel, muy aivimado al mismo, de modo que pueda recibir todo el inctal sobran-

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- ^ C i ­te quo ño haya quedado hecho plancha en el plano del tirado ; y para que sufra dicho cajón bien el calor del metal, ol tiompd quo lo haya de contener, se embadurna interiormente con cuatro ó-scis manos de greda ó al­mazarrón con un poco de cola, procurando tapar bien con esta preparación las juntas , agujeritos y desigual­dades que pueda tenor, para que no se introduzca en ellas el metal líquido, que todo lo destroza. A mayor abundamiento, también nuede ponérsele un papel de estraza, que impide al metal líquido "introducirse en las jun tas .

E l tirador siempre se procura armarle lo mas próxi­mo que se pueda a la fragua, de modo que se le puedan echar los cazos de metal fundido sin moverse el opera­rio de su sitio. Véase la Fig. 60, que representa el t i ­rador, puesto ya en su propia situación y á punto de recibir el metal líquido en el cajón sin fondo Á que es­tá en el punto mas elevado del tirador, donde debe co­locarse.

QÍ |v . 209.

Banco para tirar las planchas al nivel.

Para t i ra r las planchas al nivel se hace uso d é l o s mismos tiradores que dejamos descritos para tirarlas al declive, pero es 'necesario formar un fuerte banco de

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J pino u otra cualquiera ma-^ dera ordinaria, para sentar

sobre él el tirador: si en los talleres hay comodidad para hacerle de todo el grandor

, del tirador, que se haya de poner encima, es muy bue­no armarlo de este mode­rnas si no se puede hacer por falta de comodidad, puede sustituirse el banco grande con tres pequeños, como el que dejamos des­crito en el ap, 205 para la parte baja del tirador pues­to en declive. Si se hace tan grande como el tira­dor, se forma de dos fuer­tes cuartones de viga de 70 á 100 milis. • en cuadro y se ensablan con fuertes travesanos, poniéndole una en cada cabo, y dos ó tres en el centro, formando:™co-mo una especie de escale­ra de largos pasos; se fijan las espigas en las escoplea-

Ijl duras, ajustándolas concu-fiitas y atravesándolas con clavicotes. Después se le ponen seis pies, del alto necesario para que el plano del tirador esté á una ele-

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- 2 6 3 -vacion cómoda párá el tra­bajo, los cuales se colo­can, dos cerca de cada Ca­bo, y dos en el Centro de sú largo. Véase su forma en la Tig. 61 en A A. So­bre este banco se pone el tirador bien sentado, para que. nunca pueda torcerse ni alabearse.

ta

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- 2 6 4 -

CAPÍTULO I I .

CLASIFICACIÓN DEL METAL QUE SE EMPLEA EN LOS CAÑOS DEL ÓRGANO.

E l fijar la clase de metal propio y mas á propósito para construir las cañerías de los órganos, ha sido para nosotros motivo de muchas dudas é indecisiones, por­que las reglas que nos daban algunos autores, las en­contrábamos desmentidas en la práctica de muy buenas obras, esto es: en órganos espmñolcs y extrangeros, construidos en épocas diversas. Generalmente se reco­mienda mucho la pureza del estaño, que se emplee en la construcción de las cañerías; algunos constructores ad­miten alguna mezcla de plomo, en mayor ó menor can­tidad, pero los mas son de sentir que cuanto mas puro es el estaño es mucho mejor el sonido, de mejor vista la obra, do mucha mas duración y la afinación mas cons­tante; todas condiciones inapreciables y por lo tanto

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- 2 6 5 -dignns de consideración y do un detenido examen. E n efecto, en los años que llevamos estudiando y practican­do este arte, hemos tenido muchas ocasiones de obser­var si las obras estaban en consonancia con los escritos, y desgraciadamente no hemos encontrado ni una sola donde se halle un orden de caños de estaño puro, sin mezcla de plomo: se ven cañerías bastante finas con muy poca mezcla, se hallan algunas que tienen tanto plomo como estaño, y también algunas que es mayor la cantidad de plomo que la de estaño; de todas estas clases se encuentran obras muy buenas en su manufac­tura y sonido, que se reconoce á la simple vista ser eje­cutadas por hábiles artistas, y reflexionando con la ex­periencia en la mano, y las obras consultadas de varios autores acreditados, mas de una vez nos hemos visto perplejos, confusos y sin saber que resolver; sin embar­go, á fuerza de esperimentos y examinar muchas clases de cañerías finas y ordinarias, hemos visto que una can­tidad proporcionada de plomo, mezclada con el estaño en nada le perjudica, baja mucho el precio de la obra, y facilita bastante el trabajo; porque el estaño puro es algo duro para trabajarlo, y mezclándole cierta canti­dad de buen plomo, se hace mas dúctil y se labra mas fácilmente, proporcionando economía en el tiempo, en el trabajo y en el precio. Estas consideraciones y los muchos ensayos practicados en caños de diferentes cla­ses de metal, construcción y sonido, nos decidieron á adoptar, como mejores las dos clases de metal que em­pleamos en nuestras construcciones, y que creemos las mas á propósito para los fines indicados.

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- 2 6 0 -

Metal fino de 1. a elasë.

Como metal de primera clase se fundirán planchas do estaño fino, mezclándolo un 15 por ciento de buen plomo, esto et; á 100 kilogramos de estaño se le echan 15 de plomo ó lo que es lo mismo á 100 onzas ó partes de estaño puro se le mezclan 15 de plomo; cuya alea­ción es tan pequeña que no se conoce su mezla, ni casi se puede decir que altera en nada la buena calidad de l estaño.

Como metal común de segunda clase se fundirán planchas de un kilogramo de estaño y un kilogramo de plomo, que es mitad de una cosa y mitad de otra, por lo que le damos el nombre de metal mediado. Es de muy buena vista y dúctil; se puede labrar cómodamente, y sale bastante mas barato que el de primera.

Metal común de 2.' clase.

También se han probado otras mezclas para obtener un metal entrefino, y otro mas ordinario que se desti-

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- 2 6 7 -nabaá los conductos ó portavieiitosyá los pies de las ca­ñerías; pero, vistos y bien esperimentados los inconve­nientes que se han palpado en el mismo trabajo, se abandonaron completamente, por las muchas dificulta­des que ofrecían y el mal resultado que daban^

Uso que debe hacerse de estas clases de metal.

Aunque de cualquiera de las dos clases de metal que queda apuntado (que es el finóle primera y el co­mún ó mediado de segunda) pueden construirse toda clase de cañerías para los órganos, sin embargo, clasifi­caremos en este apunte el uso que puede hacerse de es­tas dos únicas clases de plancha que debe fundirse, y aunque seria muy conveniente el que todas ellas, desde el caño mayor del flautado de 26, hasta el mas menudo de una zímbala, fuesen de ,meta l fino, la economía que se ha introducido en la mayor parte de los artefactos, ha maleado de tal modo los materiales que se emplean en la construcción de los órganos, que al presente es cosa rara el hallar en ellos cañerías finas de primera clase; mas atendiendo á lo úti l y provechoso de mino­rar en lo posible el coste de las obras, sin perjudicar su bondad en su sonido, duración y hermosura, decimos; que dejando á parte una obra de gusto en la que se quiera que todo el metal de sus cañerias sea de prime­ra, como dejamos advertido, «deben construirse de plan­cha fina todas las cañerias que decoran las fachadas, todos los cuerpos de las cañerías agudas 6 menores, á

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- 2 6 8 -partir desde el Do primero del orden ele quincena; ó sea doble octava alta del flautado de trece, basta los caños mas menudos del Heno, corneta ó compuestas de na-sardo etc: y en la lengüeterías desde el Do tercero de la trompeta real hasta el clarín mas pequeño, ó caño de cualquier orden que sea, en cuya medida quedan comprendidos todos los registros de la mano derecha y los caños menores de la izquierda, que son los que de­ben tener el sonido fuerte * claro y de buen timbre.»

Las cañerías interiores, no comprendidas en la ante­rior medida por ser mayores que el Do tercero de la trom­peta real y el Do primero de la quincena, pueden Cons­truirse, sin escrúpulo de ninguna especie, de metal me­diado de segunda; alí como" también los pies de todas las cañerías interiores, los boquilleros de los caños de lengüeteria que están colocados en posición vertical, y todos los conductos, portavientos y demás que ocurra en una obra,

QÍ\v. 245.

Es cierto que, por vía de economía, se han ensaya­do mezclas de plancha muy cargada de plomo destina­da á la construcción de los conductos, pero ya hemos advertido que se ha esperimentado que semejante pro­cedimiento no es út i l ni conveniente por ningún concep­to; por lo tanto, deben hacerse siempre de metal me­diado, como queda dicho.

Siendo el estaño y el plomo que se empleen en • la confección del metal común de segunda, de buena cali­dad, y estando mezclado á partes iguales, sale un me--

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- 2 G 9 -tal muy bueno y no hay inconveniente en hacer todas las cañerías do esta clase, porque hay muy buenos ór­ganos que lo tienen así practicado; pero volvemos á re­petir nue do ningún modo debe bastardearse mas la mezcla, porque es. muy perjudicial en todos ponceptqs.

En los órganos extrangeros se hallan todos los cop^-ductos hechos de plomo solo, sin mezcla de estaño, cu­ya práctica no puede admitirse en los órganos españo­les porque son muy diferentes nuestras construcciones, y no son duraderos los conductos de esta clase.

Modo de eonocer el buen estaño.

E l estaño en barra ó lingotes, mas ó menos gruesos, que se toma en el comercio ó en las fábricas, puede estar algo adulterado, porque le suelen mezclar algún plomo ó antimonio; lo cual debe tenerse en cuenta para fijar la cantidad de plomo que debe echarse en la caldera de fundición. Cuando el estaño es de buena calidad tiene el color muy parecido á la plata, y tira un poquito al amarillo verdoso del azufre; se conoce su bondad en el crugido muy marcado que hace cuando se dobla una barra, el cual es menos notable cuanto mas adulterado esté, y siendo mucha la cantidad de plomo que con­tenga, pierde del todo el crugido. También se conoce bastante eii el peso, porque el estaño fino está reputado por el mas ligero de todos los metales; si está bien pu­rificado, dándole pequeños golpes a una varilla, suena

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- 2 7 0 -con alguna vibración, como el latón ó el hierro. Cuan­do se tiran las chapas en los moldes ó tiradores, se n»> nifiesta bien la mezcla del estaño y plomo en unas p im tas que salen en la plancha, según S3 ya enfriando; las cuales si es mucha la cantidad del plomo, mezclada en el estaño, son muy menuditas (como el grano del mijo), y cuanto mas se aproxime á la mitad de cada clase (es­to es, tanto plomo como estaño) mas grandes se marcan dichas pintas,que llegan á ser del diámetro de un realito de plata y forman una imitación de piel de t igre, agra­dable á la vista, Este aleación es bastante buena para el metal de segunda clase, que es el que hoy se halla comunmente en todas las obras, y aun seria menos ma­lo si todo fuese de esta calidad, pues en algunos órga­nos hay cañerías que casi son de plomo con muy poca mezcla de estaño, la cual^ como dejamos sentado, es a i -teniente reprobable.

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CAPITULO |III .

MODO DE Fl-NDIIt EL METAL Y TIRAR LAS PLANCHAS AL DECLIVE.

Para fundir el metal y tirar las planchas al de­clive, se echa primeramente^ en la caldera el plomo necesario para la pesada de estaño que se quiera hacer, guardando las proporciones del metal mediado ó de se­gunda, como queda dicho en el ap. 212: el plomo solo se disuelve mas pronto, y estando ya líquido, se le echa el estaño necesario, las virutas y retales que se tengan guardados de la misma clase; mientras se disuelve, se vá preparando el tirador ó tablón de fundir, el cual ha do tener mas ó menos declive, según lo fino del metal y el grueso que se quiera dar á las planchas, porque cuanto mas fino sea este, ó tenga menos cantidad de

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- 2 7 2 -plomo, so le clá menos vértice al tirador, como también para que la plancha salga algo gruesa, que si se quiero mas delgada, se le dá al tirador un poco mas de incli­nación, para que el metal no se contenga tanto y baje mas fácilmente cuando está ya en punto de cuajarse.

Declive del tirador.

Para que haya una medida que pueda servir de re­gla á la colocación y declive que puede darse al t i ­rador, se pondrá el cabo superior de éste á 90 centí­metros del pavimento, y el inferior á 7 1 , siendo el tira^ dqr de 300 ctíms. de largo, que es una medida bastante regular para tirar chapas que puedan dar largo sufi­ciente para hacer el caño mayor de una trompeta real etc. Esta medida, que sirve de base para dar ' de­clive al tirador, se puede aumentar ó disminuir se­gún se esperimente, porque un poquito mas ó menos que esté caído, puede dar buen d nial resultado á la fundición. E l ancho del tirador debe tener todo su plano perfectamente nivelado, lo cual se prueba echan-, do sobre él á rodar una bolita bien esférica, la que debe bajar rectamente, porque si se dirige á algún costado, prueba que de aquella parte está caído el plano del t i ­rador, lo que debe remediarse precisamente.

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- 2 7 3 -

Teniendo bien colocado el tirador se le echa sobre toda su planicie un poco de harina de trigo cernida, que se estisndc bien frotándola sobre el lienzo con la palma do la mano, para que, introduciéndose en su te-gido, lo preserve algún tanto del calor violento del me­tal derretido y le impida introducirse entre los listones de los. costados del tirador.

ol) |v. sao,

Precauciones para no quemar el tirador.

E n la parte mas elevada del tirador se ponen unos pliegos de papel de estraza, con los que se forma un fondo al cajón que se pone en aquel punto, con el fin de contenor el metal derretidq cuando se echa de la caldera para hacer una tirada, cuyo papel impide el que se abrase la tela de aquel sitio, al menos tan pronto como sucedería sin este auxilio; sobre estos papeles se coloca dicho c'ajqn sin fondo, y dentro del mismo se sobrepo­nen otros pliegos mas de papel, dispuestos de modo que contengan bien el metal y no dejen escapar ni una gota, porque si hay algún agujerito. que lo deje pasar, por

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- 2 7 4 -allí se cuela el líquido, y se pierde la t i rada. Si los pliegos no dan el ancho bastante para cubrir el fondo y doblar en los ángulos unos tres dedos, debe prepararse antes, pegando con engrudo unos pliegos á otros, hasta que den el ancho necesario para el referido objeto.

En la parte baja del tirador habrá un cajoncito poco ancho, pero un poquito mas largo que el ancho de aquel el cual hemos descrito en el ap. 207, en el que debo caer el metal sobrante de la plancha tirada, y con el mismo cajoncito se vuelve á echar en la caldera, antes de que so cuaje ó enfrie mucho,

a f y . %m. Limpieza del metal fundido en la caldera.

Estando el metal líquido en la caldera, se revuelvo bien con la espumadera de hierro, para que suba á la superficie toda la escoria, (que se quitará cuidadosa­mente, porque cualquiera brocita que tenga causa per­juicio á la fundición; esta escoria se va echando en un rincón donde no estorbe, ni pueda quemar á nadie,

Qtcji,. 222.

Conocimiento del grado de calor del metal derretido.

El grado de calor que debo tener el metal para • echarlo en el cajón del tirador, se conoce en que empie-

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- 2 7 5 -za á tomar la suporficic un colorcito violado, y si ol ca­lor es muy fuerte, este color se vuelve como dorado. También so esperimenta, metiendo por nn instante en el líquido un papel blanco enrollado, y si al sacarle de esta momentánea inmersión, se ha-abrasado, tomando un color de barquillo bastante subido, estará el metal demasiado caliente, pero si sale un poquito tostado sola­mente, entóneos está el metal en un punto regular, pa­ra poderge tirar la chapa,

Bel tiempo propio para las fundiciones.

Además de lo advertido en el apunte anterior, hay que tener presente la estación en que se hacen estas operaciones, pues solo la esperiencia que dá la práctica, puede enseñar las muebas circunstancias que deben tenerse en cuenta, para hacer bien la fundición d é l a s planchas; hecha ésta en el verano, es bastante diferente que en el invierno, cuya estación no es tan á propósito, y solo en casos de precisión puede hacerse en este tiem­po. De no tener mucho tino y precaución resulta el quemarse ó romperse la tela que guarnece el plano del tirador, perdiendo el tiempo que se emplea en formar­lo de nuevo, y todo lo gastado en liquidar el metal, e tc . Si el metal está demasiado caliente, salo la plancha muy delgada, con agujeros y de todo punto inservible; y si está algo frió, no corre bien, queda la plancha de­masiado gruesa, y todo se estropea.

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Advertencia higiénica,

El departamento ó local dqnde se hagan las fundi­ciones, debe tener las ventanas abiertas para que esté bien ventilado, porque el excesivo calor, el tufo del car­bón y el del metal, producen dolor de cabeza, y fácil­mente puede contraerse una enfermedad.

Echar el metal fundido en el tirador,

Estando todo bien dispuesto, se pone un operario á la izquierda del tirador, sosteniendo con ambas manos el cajón sin fondo en el punto mas culminante de aquel, apoyándolo bien.sobre el plano del tirador, para que no pueda colarse el metal aunque se rompan los dobles de papel ó Rengan algún agujerito; otro operario vá echando el metal derretido en el cajón con un cazo de hierro de mango largo, cuya descripción hemos hecha en el ap. 193: se echan de siete á nueve cazos si el tira-, dor es pequeño (el de 250 ctíms, do largo y 40 de an-: cho) y si es el grande, que tiene do largo 300 ctíms. y de ancho 56, á ésto deben echárselo de 11 á 13.

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- 2 7 7 -Al ccliar los cazos de metal en el cajón, debo hacer­

se con mucho tino y cuidado, porque si saltan algunas gotitas (que es muy fácil) se le queman las manos al que sostiene el cajón. Mientras se va enfriando el metal hasta tomar el punto conveniente, se está continuamente limpiando su superficie con la paletita de madera del ap. 194; la escoria que resulta de esta limpieza, se vá arrimando á la orilla superior, para echarla fuera del cajoii, la cual no conviene que baje con el metal, por­que en el punto que se queda hace agujeros en la p iar -chai

Tirar el metal fundido, y hacer la plancha.

Cuando se note que en la orillita superior empieza á cuajar el metal, formando una papilla no muy espesa, entonces está en el punto preciso, y se mandan cerrar con presteza las puertas y ventanas para evitar toda corriente de aire, y con un tino especial, muy difícil de esplicar; se vá resbalando el cajón hacia abajo del tira­dor de modo que si, se vé que el metal está muy líqui­do, se baja despacito, y si está algo frió se baja mas á pri­sa, procurando no hacer ninguna detención en el curso de la,tirada; al mismo tiempo que empieza á bajar el ca­jón del alto del tirador, el operario que echó los cazos de metal, debe levantar un poco los dobles del papel, para que el metal que contengan no se quede en aquel sitio y siga el curso de lo demás hasta que todo, llegue al plano general del tirador, que está libre del papel y

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- 2 7 8 -solo tiene el forro de tela; de este modo está esperimcn-tado que la plancha queda mas bien hecha de la parte alta, y si no se practica así, siempre sale delgada de aquel punto y no puede aprovecharse tan enteriza.

o4jv. mi.

Advertencias sobre una mala fundición.

Si la plancha sale mal fundida, se corta cuidadosa­mente con un cuchillo antes que se cuaje, para volverla á echar en pequeñas porciones á la caldera, fundirla de nuevo y volverla á tirar, repitiendo los mismos proce­dimientos y con el mismo cuidado que la primera vez. Si sale buena, y tiene algún agujerito, se puede tapar echándole un poquito de metal líquido con el cacito pe­queño indicado en la Fig. 52 qne es á propósito para este y otros varios usos, con el cual, estando lleno do metal, se puede calentar la parte del agujero que se quiera tapar antes de echarle el líquido, para que se incorpore mejor.

a f y . 22S.

Precauciones para enfriar la plancha, y levantarla del molde.

Concluida de t i ra r la plancha, se procura enfriarla, dándole aire con una tablilla delgadita, algo mas gran-

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- . 2 7 9 -de que medio pliego de papel, pero de ningún modo se abrirán las ventanas y puertas del obrador, porque la corriente del aire la ventea, esto eá, la rompe hacién­dole unas grietas que la inutilizan. Cuando el metal está líquido, tiene mas volumen que cuando está frío, y por lo mismo según se vá incorporando y perdiendo el calor que lo tenia derretido, se vá contrayendo, re­plegándose hacia su centro, y si este pequeño movi­miento lo hace á prisa obligado por el rápido cambio de la temperatura, la plancha no pUedc contraerse fá­cilmente y se rompe por diferentes sitios. Este movi­miento de contracción se marca perfectamente, porque después que el metal está ya bien cuajado y ha forma­do euerpo sólido, se vé que la plancha se acorta, estre­cha y adelgaza un poquito.

Tampoco debo tocarse la plancha hasta que pier­da bastante calor y se incorpore bien el metal, porque se rompen con suma facilidad, pero para ayudarla] á que se enfrie mas pronto y no requeme tanto la tela del tirador, se levanta un poco del cabo mas delgado, y se le atraviesa un listón que la tiene elevada de su le­cho, el cual se vá corriendo poco á poco, poniéndole otros listones hasta que se separa completamente del tirador, y en este estado ya se puede refrescar la atmós­fera del local, abriendo las puertas y ventanas: ensegui­da se toma la plancha con unos trapos para no quemar­se, y se tiende en el suelo en donde no estorbe para la continuación del trabajo.

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— 2 8 0 -

Planchas que se pueden tirar en un dia.

La primera plancha que se t ira, pocas veces sale bien; j a p o r q u e el tirador está frió ó por cualquier des­cuido que pueda haber, mas en calentándose éste, y to­mando el tino al trabajo, entre dos obreros pueden fun­dir y tirar de diez á doce planchas cada dia; sin em­bargo, no habiendo una grande precisión de adelantar la obra, no aconsejaríamos que se llevase el trabajo de fundir y tirar planchas, seguido todo el dia, porque por muchas precauciones que se tomen, ya dejamos di­cho que el calor y el tufo pueden ser nocivos á la salud de los operarios; por lo tanto, según se ha esperimenta-do, se puede hacer suficiente labor, empezando la fun­dición desde las seis de la mañana hasta las dos de la tarde, en cuya hora puede suspenderse el trabajo para descansar y continuarlo al siguiente dia.

Del tiempo á propósito para las fundiciones.

Es preciso hacer las fundiciones en días templados, porquey si hace viento fuerte y frío, no se puede conse-

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- 2 8 1 — guir una plancha entera sin que se ventee ó rompa; pa­ra evitar este mal, según se acabe de t irar aquella, debe cubrirse toda su superficie con los papeles que se tengan preparados pura guarnecer el cajón en que se deposita el metal derretido, con lo cual se impide la inmedia­ta acción del viento frió, y no están fácil el que se rom­pan en la contracción que hace el metal cuando se con­gela ó incorpora precipitadamente por la acción de aquel; por lo tanto repetimos que si no hay gran preci­sión, debe esperarse á que haga buen tiempo, para prac­ticar cómodamente y con buen éxito esta clase de t ra­bajo.

Metal escalfado ó recocido.

Hay que tener gran cuidado de no recocer mucho el metal, y no calentarle mas que lo necesario para liqui­darlo y poder tirar las planchas, puesto que á fuerza de recalentarlo y fundirlo muchas veces pierde sus buenas cualidades y se pone áspero de tal manera, que salen aquellas con unos pequeños puntos imperceptibles de una dureza tal, que al desbastarlas rompen el filo del hier­ro del cepillo y no hay acero que las pueda labrar: para remediar este mal, (que es de mucha consideración) se procurará tener siempre metal nuevo que nó se haya fundido mas que en la fábrica, y en cada caldera que se

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- 2 8 2 -dcrrita de rétales y virutas, se echará algún metal nue­vo de estaño y plomo en las proporciones regulares de la clase que sea, el cual sirve como de levadura que re­fresca el metal recocido, lo dulcifica y lo vuelvo dúctil para poderlo trabajar;

Aleaciones inconvenientes.

Algunos artífices,'que no tienen mucha esperiencia en la fundición, creen que cuanto mas plomo se eche al estaño se hace ésto mas blando, y puede labrarse mas cómodamente; y al contrario, que cuanto mas puro es el estaño, es mas duro y se resiste mas al cepillo de desvastar; 'la esperiencia manifiesta claramente la false­dad de esta idea, poique las planchas de estaño puro, aunque efectivamente son un poco mas duras, se dejan labrar bien: si se mezcla el estaño y plomo en propor<-ciones muy desiguales, por ejemplo que el estaño sea mucho y el plomo una tercera parte ó algo menos, salo una aleación sumamente dura y de mal color que pare­ce todo plomo; si el estaño es poco, y el plomo está en mayor cantidad, entonces es efectivamente mas blan­do el metal, pero también es malo de labráis porque lo basto del piorno, que domina en la aleación, embota el filo del hierro del cepillo y tampoco se hace buena la­bor:; de todo lo que se deduce que jsolo deben hacerse

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- 2 8 3 -las mezclas y fundiciones indicadas cu los Ja puntes 211 y 212, que son fino de primera clase y mediado de se­gunda, porque con estas doVclases de metal, bien espe-rimentadas, so hacen las obras muy hermosas, de mu­cha duración y buena clase de sonido, que es lo prin­cipal.

Advertencias sobre las grandes planchas.

E l declive que se dá al tirador en el ap. 218, que es de 90 ctíms. el cabo superior y 71 el inferior, es para tirar planchas de metal mediado ó de segunda clase en un tablón ó tirador de 3 metros de largo. Si se quiere fundir en un tirador mas pequeño, se puede marcar en la pared el vértice dado al mayor, y poner el pequeño por la línea que señala el declive dado á aquel.

Este método de fundir las planchas de metal media­do de segunda, es el que han seguido muchos construc­tores y se halla descrito en algunos autores antiguos, pero para fundir grandes planchas, propias para los ca­ños mayores de los grandes órganos, no es propio este método, á no ser que se quieran hacer de piezas, que se sueldan unas á otras, uniéndolas al ancho y lar­go hasta formar una gran plancha de suficiente mag­nitud para poderlos diapasonar con las proporciones que requieren, lo cual así se halla muchas veces practicado, pero no es lo mejor ni mas propio.

Para obtener grandes planchas que sirvan á los fines

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- 2 8 4 -indicados, y para fundir las de metal fino de primera que no se pueden tirar al declive, es necesario proceder de diferente manera* colocando los tiradores al nivel ó al menos con tan poco declive que apenas S J conozca la diferencia que haya del un cabo al otro del tirador, do lo cual nos ocupáremos en el siguiente capítulo.

CAPÍTULO IV.

MÉTODO DE FUNDIR AL NIVEL LAS PLANCDJAS DE ESTAÑO FINO

Ó SEAN DE PRIMERA CLASE, Y LAS GRANDES PLANCHAS DE

METAL MEDIADO Ó SEA DE SEGUNDA.

Para fundir las planchas de estaño fino ó sea de primera clase, es necesario poner el tirador ó moldo de fundir de un modo particular, que esplicaremos do ma­nera que se pueda comprender fácilmente: mas antes de apuntar los detalles de nuestro método, diremos que

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- 2 8 5 -hcmos hecho bastantes pruebas de diferentes modos de fundir y tirar las planchas, inventados por varios cons­tructores, y confesamos ingenuamente que no hemos podido hacer ninguna plancha completamente útil , á pesar de no haber escaseado el tiempo ni el trabajo en ensayos y pruebas, que nos han dado poco fruto y muchos desengaños, los que nos han hecho prescindir de preceptos rutinarios, que en la práctica jamás nos dieron un resultado definitivo.

Por fin, obligados á desentendernos de rancias preo­cupaciones, hemos adoptado lo que la gran maestra de las artes (la espericncia) nos ha enseñado, á costa do mucho trabajo, y no poeqs sacrificios,

E l estaño fino ó sea metal de primera clase no pue­de tirarse al declive á causa de su propia ligereza y de que conserva el calor de modo que, no estando quieto, no se congela ó incorpora bien, cuando pasa del estado líquido al sólido. E l metal mediado ó sea de segunda so tira perfectamente al declive por el método que he­mos dado en los aps. 223 y 226, mas siendo, las. plan­chas muy grandes, está esperimentado que es. mejor t i ­rarlas al nivel, porque salen mas enterizas é iguales en su grueso.

A pesar de llamarse nuestro método al nivel, no fi­jamos el molde ó tirador nivelado mas que de los cos­tados ó sea al ancho, puesto que respecto al largo se le

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- 2 8 6 -coloca de modo que haga balanza, poniéndolo en el cen­tro de su. largo un barrote atravesado en el banco, que le permita hacer el movimiento de balancín, porque precisamente del declive al un cabo del tirador, del ni­vel y del declive ó vértice al otro cabo opuesto, es de lo que nos valemos, como principal agente, para sacar nuestras planchas bien fundidas, sirviéndonos-al efecto las causas naturales, que son las verdaderas y mejores.

oHf,. 2 S 6 .

Suponemos ya hecho el banco y el tirador ó molde de fundir, como los hemos descrito en los aps. 200 al 209; se coloca el banco en el pavimento, bien sentado en todo su largo y de modo que no se pueda mover ni variar su posición; en el mismo centro de su largo se le pone un travesano que consiste en un barrote de made­ra fuerte^ de 40 á 50 milis, en cuadro, y que su largo cruce el ancho del tirador. A este barrote sé le matarán los ángulos de la cara superior, de modo que quede aquella en redondo; se busca el punto céntrico del lar­go del banco, y en él se fijará dicho barrote de modo que cuando se acabe de fundir se pueda quitar del sitio y pueda sentarse el tirador bien de plano sobre di­cho banco: sobre éste se coloca el tirador de modo que el cabo, que esté más cercano á lá caldera ó fra­gua, esté bajo y el opuesto alto, como se indica en la F ig . 61 en B B.

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- r - 2 8 7 -

i,. 23?.

Cajón para contener, el metal fundido.

E l cajón en que se echa el metal fundido de la cal­dera, antes de tirar la plancha por este método, es muy diferente que el descrito en el ap. 206 para las tiradas al declive, puesto que así como aquel no tiene fondo, este lo ha de tener bastante grueso; por lo mismo se formará de tabla ó tabloncillo de piuo ú otra cualquie­ra madera no muy fuerte. Las medidas son-; de ancho, las del tirador en que tenga que servir, pero de manera que entre en él sin que se lo estorben los dos listones, que tiene aquel á los costados; puede ser poco menos que cuadrado, y á los tres costados se le ponen unos barrotes de tabla de 10 á 12ct íms. de alto, que forman el aro del cajón, dejando libre ó sin aro el costado que ha de entrar en el plano del tirador.

Para que este cajón resista bien el calor, del metal fundido, después do bien fijas y reclavadas todas sus piezas, se le darán, interiormente seis ú ocho manos de tiza y almazarrón, disueltos en agua con muy poca GO-¡ la, para que el calor no arranque esta especie de einba-durnamiento, el cual ayuda mncho á resistir á la ma­dera y conserva útil el cajón por mas tiempo,

Este cajón se coloca sobre un banco en el cabo del tirador, como se indica en C F i g . 61 ¿ en él se echan el

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- 2 8 8 -número de cazos de metal derretido, séguu el cálculo que se tenga hecho de los que son necesarios para hacer la plancha.

Acto de tirar la plancha sobre el molde.

Teniendo el metal suficieute en el cajón que acaba­mos de describir, se limpia su superficie con la paleta de madera, lo cual se hace en un mqraento, y sin esperar á que aquel se enfrie, como cuando se tiran las planchas al declive, se decanta con mucho tino todo el metal del cajón al plano del tirador, el cual un operario }o tendrá, n i bien nivelado ni bien caído hacia atrás, sino de modo, que en este momento supremo sepa aprovechar el tem­ple del metal derretido aun, para que se estienda el mis­mo por su propio peso y estado líquido por todo el plano del tirador, procurando que no quede la plancha mas gruesa del uú cabo que del otro, puesto que en este punto es cuando el equilibrio del plano hace bien ó mal la plancha, y se puede muy fácilmente inclinar el nivel del metal al un cabo, al otro ó al Centro., según se vea que es necesario, puesto que siguiendo las invaria­bles leyes de la naturaleza, se tiene er\ la mano el equir librio para dirigir el líquido donde se quiera,

Kespecto á las demás operaciones de enfriamiento, do la plancha y modo de levantarla del molde ó tirador, nos remitimos á lo que hemos dicho en el apunte 228.

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Este es el método que mejores resultados nos ha da­do y que practicamos coustautemente. Por lo demás, todo lo que hemos leído sobre sacar las planchas de la fundición ya qou el grueso que se quieran par medio de cajones ó enrasadores de esta ó la otra forma, lo cree­mos una falsa invención; porque está bien esperimehta-do que estando el metal líquido, siempre dá su grueso natural que es de 3 á 4 milis, y el quererlo adelgazar, estando á medio cuajar, por medio de enrasadores, es una grande quimera, porque si está líquido, como de­jamos dicho, toma su grueso natural, y si está á medio cuajar, se destruye irremisiblemente la plancha ó sea la tirada, con otros graves inconvenientes que trae el rer mover el metal estando líquido sobre el tirador.

E n las muchísimas pruebas que hemos hecho para t r ae ró l l eva re l metal, estando líquido, á ciertas partes del tirador, resulta que la plancha suele quedar m u y desigual, y además el metal removido forma escoria enseguida, y donde se halle un poco de ésta reunida, queda la chapa con cacarañas que son aun peores que los agujeros, porque estos pueden taparse con el solda­dor, pero aquellas, como tienen parte de la escoria, son m u y malas de arreglarse.

A nuestro modo de ver, lo que conviene es sacar las planchas enterizas, limpias do escoria y que el metal no esté demasiado recocido, que respecto al gruesq, lo hace la inteligencia y trabajo del operario, al labrar las planchas con el cepillo.

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- 2 9 0 , -

oik*> M.

Estirar ó adelgazas el metal por medio del cilindro.

También se ha tratado de estirar y adelgazar las planchas por medio de cilindros, lo cual, siendo prove­choso, seria un gran adelanto para el trabajo, pero ofre­ce algunas dificultades, que creemos sean; el no poder obtener los grandes cilindros sino á mucho precio, y que los refollos que suelen tener las chapas estiradas a cilin­dro, son perjudiciales al sonido de los caños. Siu cmbarr go, esta opinión no la tenemos por concluyente y defi­nitiva, porque á la verdad, no hemos podido nunca usar la chapa pasada por cilindro por. las causas que deja­mos consignadas.

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CAPÍTULO V.

CONSERVACIÓN DEL FORRADO DE LOS TIRADORES T MEKAGE

PE LA FUNDICIÓN.

GÍ|t-. 2 - R

La conservación del forrado de. los tiradores ó mol­des de fundir las planchas debo llamar la atención del operario fundidor, QO por lo que valga el forro de la te ­la que lleva encima del muleton de algodón ó bayeta de lana, sino por el tiempo que se pierde en arreglar y forrar de nuevo dicho tirador. Acontece muchas veces que al levantar una plancha del molde, el lienzo se ha pegado en ella en cualquier punto, lo rasga 6 cuando no, si está ya carbonizado, sale un pedacito de lienzo pe­gado en aquella: en reste caso se tiene un pucherito con engrudo de harina, y se le pone un parchecito de papel de estraza bien pegado, que cubra bien la falta ó rotura; éste se" hace secar prontamente, planchándolo

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- T . S 9 2 -con el cacito pequeño que contenga un poco de metal líquido, y sin mas puede continuarse el trabajo, hacien­do otra tirada.

Después de concluido el trabajo de la fundición, deben cubrirse los tiradores con unos trozos do tabla, que tengan la una cara perfectamente labrada para que siente sobre dicho plano: estos trozos, van puestos al través del largo del tirador, .para que, siendo cortos, no sea fácil que el calor de aquel los pueda hacer tor^ cer, y cubierto de este modo el plano, queda libre aque­lla parte de golpes y.rasgones.

Cada vez que se haya de levantar el forro y mullido, del tirador para renovarlo, hay que repasar muy bien el plano general de la madera por si alguna pieza se ha movido, recomendóle en todas direcciones con garlopa y garlopín de hoja dentada, para que quede lo mas pla­no que sea posible, pero si el tirador está construido por el método que hemos dado, y se tiene cuidado de tratarle bien, es susceptible de durar mucho tiempo, en buen estado, y de servir el oficio muchos años.

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- 2 9 3 -

Conservacion del niéháge de hierro que se tiene para el servicio de la fragua.

Como los útiles de hierro que se tienen para el ser­vicio de la fragua, no se usan continuamente, hay que atender á su conservación; por1 lo mismo conviene que después de haber hecho una fundición, se apague el fuego, echando agua al rededor del fogón para que la argamasa vuelva á tomar cuerpo y no se deshaga tan fácilmente; el agua no debe echarse en gran cantidad, sino con una brocha poco á poco, y de este modo se neu­traliza algo la acción del fuego sobre la hornilla y la piedra que le sirve de base: si en los ladrillos que están sobre ella so ha criado alguna escoria de la que suele formar la violencia del fuego, se procura arrancar sin destrozar el fondo, y si esto sucede se vuelve á arreglar de nuevo. Teniendo bien apagado el fuego, y mientras dura el calor en las piezas de hierro, como son la hor­nilla, los cazos, espumadera y caldera etc, se frotan bien con un trapo ordinario, y después se les pasa un cabo de sebo por todas ellas, concluyendo por estender­lo bien con un trocito de paño ó bayeta; precavidos de este modo todos los'enseres, pueden guardarse para otra ocasión y no se oxidan tan fácilmente, conservándolos servibles para mucho tiempo.

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- 2 9 4 -

CAPÍTÜLO VI.

BB los TABLONES T HERRAMIENTAS PARA LABRAR LAS PLANCÜAS *

DE METAL Y REDUCIRLAS Á CHAPAS DEL GRUESO CONVENIENTE.

Para labrar las planchas de metal y reducirlas á chapas del grueso-regular para hacer los caños, se nece­sitan uno ó dos tablones- de madera fuerte, que tengan buen grueso, para poderlos repasar de cuando en cuando y ponerlos bien planos; circunstancia precisa para sacar las chapas muy iguales al grueso. Deben ser bastante largos y anchos; si puedeu ser de una sola pieza al an­cho, son mejores que de dos, mas no pudiéndolo remediar, pueden hacerse uniendo dos pieza machihembradas al canto, reforzándolas con unos barrotitos atravesados que - se clavijan por debajo con clavicotes demadera en­colados; que así puede labrarse la cara superior del t a . blon sin el inconveniente de encontrar clavos. Al un can­to del tablón, que será el mas próximo al operario, se

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- 2 9 5 -forma una especie dé Canal de 8 á 10 ctims. de ancho y de todo el largo de aquel, claváiídole^una tablilla por debajo, y al canto de ésta-se le pone un listón de 6 cen­tímetros de ancho, para que al cepillar la plancha no caigan al suelo las virutas que hace el cepillo. E n el canto opuesto se clava otro listón que suba de la super­ficie del tablón unos 40 milis, con el mismo objeto de recojer el metal desmenuzado.

Las medidas de estos tablones son do 70 ctíms. de ancho, sin contar las canales de los costados, lleve una ó dos: al largo se le darán 250 ctíms, el grueso es con­dicional; á poder ser, convendrá tener otro tabloncito mas pequeño y manuable para labrar chapas y piezas para caños pequeños-.

Tornillo de hierro para prender las chapas en el tablón.

E n el punto del tablón que parezca mas conveniente, que es cerca del cabo de la derecha, se pone un tornillo de hierro, de buena rosca conporquetade alas y cabeza cua­drada; esto se introduce por la cara baja del tablón en un agujero que atraviesa y asoma por el plano superior unos 30 ó 40 milis, en cuya espiga aterrajada enrosca la porqueta, la cual ha de ser fuerte, formando un botón de 40 milis, do diámetro, con dos alas para poderla apretar y aflojar cuando convenga. Esta porqueta sirve para prender y sujetar las chapas, cuando se están la-

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2 9 6 -brando; para hacer uso de este tablón, se coloca sobre un banco de carpintero ó sobre dos caballetes fuer­tes que lo sostengan á la altura regular, para traba­jar cómodamente. Véase ía Fig. 62, que lo demues­tra visto de plano. A es el tablón,-B la canal parare-cojer la viruta, y C el tor­nillo colocado en su sitio prendiendo la chapa D, que ha de labrarse con el ce­pillo E . La Fig. 63, de­muestra el tornillo del ta­blón mas en grande, al cual se le pone una ruede-cita de madera fuerte, pa­ra que agarre bien la cha­pa sin hacerla mella.

Fig. 63 .

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- 2 9 7

Aparato para repasar los cañítos y piezas menudas.

También puede tenerse un trozo de tablón de 30 centímetros de largo,. 10 de ancho y 4 ó 6 de grueso al que se le hará una mortaja al centro do 50 á 60 milí­metros de largo, que pueda entrar en ella y correrse un tornillo, igual al del tablón: este aparato sirve para re­pasar los pies y cañítos menudos, que tengan alguna desigualdad ó sean algo gruesos: se prenden con la por­queta del tornillo, la cual puede tener una ruedecita de madera, y con una cuchilla ó raspilla de acero se adelgazan hasta dejarlos como se desea. Véase la Figu­ra 64, que representa este úti l con su tornillo y mor* taja.

Fig. 64.

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- 2 9 8 -

0 % . %U.

Cepillos para labrar las planchas de metal.

Los cepillos para labrar las planchas de metal se ha­cen de madera fuerte, encina, roble ó fresno etc; su forma es algo diferente de los que sirven para labrar madera: se toma un trozo de cualquiera de aquellas ciases, y se labra, dándole de largo 20 ctíms, 58 mili-metros de ancho y de 50 á 54 de alto: el agujero para colocar el hierro ó cuchilla, se abre de modo que esté á 85 milis, del cabo'?dclantero; esta cscopleadura ó caja para el hierro y cuña se han de hacer de modo que di­cho hierro quede derecho completamente, formando án­gulo recto*coh el plano del cepillo, que es en lo que mas principalmente se diferencia de los cepillos de la-* brar madera, que tienen el hierro bastante tendido ha­cia atrás: así como en estos se deja enfrente de la cuña una abertura por la t cual salen las virutas de la ma­deramen los cepillos del metal la cuña y el hierro cierran completamente l a caja ó mortaja, y para que salgan las virutas se hace un agujero en forma de boca'Mo horno^que" empieza en el cabo del cepillo y entra hasta llegar á encontrar la mortaja del hier -ro 'y cuña, La parte superior de estos cepillos se pone en redondo, especialmente eLcábo de atrás, para que se adapte bien á la mano del operario y no le lastime;

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- 2 9 9 -la parte baja, que es la plana, se guarnece con una plancha de hierro, bien rebatido, plano y limado, do todo el largo y ancho del cepillo, y de 4 milis, de grue­so próximamente, la cual se fija en el cepillo con ocho ó diez tornillos, cuyas cabezas se introducen en el grueso de la plancha, avellanando los agujeros; la situa­ción de los tornillos es dos encada cabo, cuatro colocados delante y atrás de la abertura del hierro y otros dos hacia el centro de la parte de atrás, como se ven en las FigS. 65 y 66. La F i g . 65 representa un cepillo en ac­t i tud de labrar la plancha, y la 66 el mismo cepillo puesto de costado, dejando ver su fondo con la chapa de hierro sujeta en él con ocho tornillos solamente. De estos cepillos deben tenerse dos para cada operario, que se ocupe en labrar planchas, y uno bastante mas pe­queño para repasar las piezas menores que se cortan de chapa algo gruesa y hay que adelgazarlas.

Fig. 65.

Fig. 66.

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- 3 0 0 -

Garlopa para recorrer los cantos de las chapas y ajustados á la medida de su ancho.

Para recorrer los cantos de las chapas y ajústar los caños á su ancho, se tendrá una garlopa ordinaria do carpintería no muy grande, como de 50 ctíms. de lar­go; so le pone un hierro pequeño de cepillo, y como ha de usarse puesta de costado sobre el tablón de labrar, presentando el hierro al costado izquierdo para que pueda herir el canto de la chapa que se le acerca, pues­ta de plano sobre una regla ó listón, se le pone una es­pecie de mango al costado superior, que sirve para em­pujar la garlopa con la mano derecha mientras se sos­tiene bien la chapa con la izquierda, cuya operación se hace con la mayor sencillez; acaso sea la mas fácil que se practica en el oficio. Esta garlopa debe tener en la cara plana, en donde asoma el corte del hierro, cuatro travesanos de chapa de hierro, colocados como se indi­can en A A Fig 67, para que resista mejor el roce del metal y no se hagan canales ó surcos en dicho plano.

Fig. 67,

A. A

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— 3 0 1 —

Qkv. 2,50.

Raspillas ó cuchillas para concluir de alisar las caras de las chapas.

Estas raspillas ó cuchillas spu unas láminas delga-ditas de acero que se venden en los comercios, como las que se usan en la carpintería para alisar las, superficies planas de las maderas;, también, as hacen do trozos de serrón, y suelen salir muy buenas; se afilan y se les aviva el corte con la chayra, y estando bien arregladas alisan muy bien la superficie del metal, dejándolo m u y limpio y terso.

Los aplanadorcs son unos trozos de madera fuerte, labrados á cuatro caras, mas ó menos grandes, según el uso que de ellos se quiera hacer. Estos sirven para golpear y aplanar las planchas cuando se van á labrar, y además para modelar los caños cuando se voltean so­bre los moldes cilindricos 6 piramidales de madera. Se pueden tener varios, de 25 ctíms. de largo, 10 de ancho y 6 ú 8 de grueso; se les, matan un poco, las esquinas vivas, poniéndolas en redondo. Se tendrán además otros tres ó cuatro mas pequeños, de 18 ctíms. de lar-

Aplanadores.

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— 3 0 2 -go, 6 de ancho y 4 do grueso; estos tendrán los dos cos­tados en redondo y sirven para aplanar sobre el yun­que de madera los labios superiores ó inferiores de los cuerpos y pies de los caños de boca.

CAPITULO VIL

DE LAS PLANCHAS, MODO DE LABRARLAS ¥ REDUCIRLAS A CHAPAS DE

LOS GRUESOS REGULARES PARA CORTAR TODA CLASE DE

CAÑERÍAS, CONDUCTOS I DEMÁS.

Q/fy/. 2§2.

Teniendo ya fundidas cierto núm,erp de. planchas, do metal, se labran con el cepillo, cuya descripción hemos hecho en el ap. 248; se coloca una en el tablón de labrar chapa sobre un banco de carpintero, se cepi­lla por. la cara superior hasta aplanarla regularmente, después se vuelve lo de abajo arriba, y se desvasta por la otra cara hasta dejarla del grueso que sd crea conve­niente al uso que se la destine, del cual nos ocupare­mos mas adelante.

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— 8 0 3 — La cara baja ó inferior de la plancha suele tenor a l r

ganos hoyitos, particularmente si está fundida al decli­ve, por cuya razón se labra primero la superior, pero si al echarla sobre el tablero de labrar, se vé que está mas lisa aquella que la do encima, puede labrarse pri­mero la cara baja y luego, desengrosarla por la otra, que siendo esto indiferente, debe preferirse siempre lo mas cómodo.

Es necesario, que el obrero que so ponga á labrar chapa, lo haga con mucho conocimiento y que no se descuide, pues muchas veces, confiando en el grueso de la plancha, se trabaja materialmente sin atención, y á lo mejor se la encuentra rota por el cepillo, ó cuando no con una blanda de bastante circunferencia, que inu­tiliza una buena pieza; estas blandas resultan de estar mucho tiempo cepillando en un espacio reducido, sin reparar lo que so hace: y así, mientras no se adquiera en esta labor el tino necesario, hay que hacerla con es­pecial cuidado de huir, este inconveniente. Para sacar las chapas de un grueso bien igual, (condicioii muy ne­cesaria y difícil de conseguir) el obrero ú obreros, que se destinen á este trabajo, deben continuarlo algún tiempo; porque solo el ejercicio y el cuidado, les facili­tará el buen desempeño de su difícil tarea.

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Para desvastar por mayor las planchas, algunos ha­cen uso de los hierros dentados; también suelen afilar el hierro ordinario del cepillo, dándole un poco de curva, pero de cualquier modo que sea, siempre es una clase de trabajo que exije alguna fuerza y especial cuida­do. Para facilitar la marcha del cepillo, conviene darle de cuando en cuando un poquito do sebo á la plancha de hierro que lo guarnece por debajo, para que resbale mejor sobre la chapa, y saque mejores virutas.

Se tendrá un manojito de plumas atado para barrer el polvo y virutas de metal, que se irán echando en un cajón á propósito para volverlas á fundir cuando se precisen, y se observará á menudo si se interpone al­guna viruta entre la chapa y el tablero en que se la­bra, que es muy perjudicial,' mayormente cuando esta vá acercándose al grueso que debe tener.

Forjar ó rebatir las chapas de metal.

Algunos autores antiguos opinan que la plancha, después de labrada por mayor, debe rebatirse sobre un yunque de hierro á golpe de martillo, para que el me-

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- 3 0 5 -tal se haga mas consistente; mas, aunque creemos que este procedimiento podría ser út i l , como se vé que los prácticos han llegado á prescindir de él, construyendo muy buenas cañerías, seguimos en esto la marcha ge­neral de los artífices esperimentados, porque no cree­mos de imprescindible necesidad esto costoso trabajo, economizando de este modo bastante tiempo y no pocos gastos.

Q Í j k 256.

Para cortar, los caños grandes y medianos no es. ne­cesario el acabar de labrar la plancha completamente, es mas conveniente el diapasonarlos y cortarlos cuando se tienen á medio desvaste, aunque para ello haya que hacer uso del serrucho para dividir las planchas, que siempre se manejan y labran mejor siendo de un gran­dor regular, que cuando están enterizas, y además es mas fácil regularizar su grueso é igualarlo cual corres­ponde, evitándose así el labrar los retales., que no sir­ven mas que para volver á la caldera.

dty. 257.

Teniendo los. caños labrados á un grueso regular, se repasan sus dimensiones, poniéndolos justos a l ancho que á cada uno le corresponda, según las medidas que marque el diapasón propio de su orden ó registro, y

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- 3 0 8 -dándolc un poquito do más al largo, si es de la fami­lia de los flautados, pues si es de lengüotería debe cor­tarse también justo al largo; en este estado, vuelven á repasarse al grueso para dejarlos bien- iguales en todas sus partes. Al elegir la cara que debo ir al exterior, se preferirá la mas lisa y acabada, porque la interior, aunque tenga alguna faltita, no importa,

Para los caños pequeños* cuyo cuerpo es menor de 20 ctírns, so labra el metal en tiras, do cuya chapa se van diapasonando y cortando, señalándolos por las plantillas que deberán tenerse arregladas al efecto, ó por las medidas de su diapasón, procurando escojer la chapa del grueso propio para cada uno, porque como son pequeños, después de cortados si hay que adclga» zarlosv se hace con alguna dificultad.

Raspillar los caños de metal.

Para concluir de alisar la cara exterior de los caños cuando están ya diapasonados y puestos al grueso re­gular, se hace con una buena cuchilla de las que usan los carpinteros para raspillar y alisar las superficies

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- 3 0 7 -planas do las maderas, cuya descripción hemos hecho en el ap. 250; la cual estando bien afilada, se pasa á lo largo del caño si es de los de fachada que después ha­yan de pulimentarse, y lo m i s m o á k.->. m'Tinrcs de 8 centímetros; mas los caños que no s.. p;iiir..;-¡¡f.-.ii >r-n.,

son todos los no visibles que van en el interior del ór­gano), se raspillarán al través de su largo, para que parezcan torneados y tengan mas visualidad; del mis­mo modo se procederá con los pies de cada caño.

oCiv. 260.

Pulimento de los caños visibles.

Para pulimentar ó bruñir los caños visibles de las fachadas, que están en posición vertical, puede hacerse de dos maneras; la primera consiste en pulimentar la cara exterior de la chapa antes de modelar el caño, cuando aun está piaña aquella, poniéndola sobre un ta­blón que t é n g a l a superficie bien lisa y tersa y bruñién-dola, como se dice en el apunte siguiente; y la segunda, que creemos es la mas conveniente por mas de xya con­cepto, es pulimentar solamente la parte visible del ca­ño cuando se vaya á colocar en su sitio, después do ha­ber pasado por todas las manipulaciones necesarias pa­ra su completa conclusion; porque si se pulimenta cuando está en chapa, por mucho cuidado que se ten­ga en las diferentes operaciones que hay que practicar en él hasta concluirle, no se puede evitar el que reciba

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- 3 0 8 - ' algún golpe ó rascadura etc, y aüu mas: si hay que em­paquetarle con otros muchos para trasportar la obra á otro, punto del en que se haya construido. Dejando las chapas bien acabadas con la raspilla, poco tiene que hacer después el bruñidor para pulimentarlas.

Q/fcjv. 264.

m Pulimentar la paria visible de los caños de

fachada.

Para pulimentar 1-a parte visible de los eaños. de :

fachada, s?. hace con un bruñidor de acero bien templa­do, cuya forma puede ser de un cilindro de 12 ctíms. de largo por uno de grueso, con un mango de madera de 9 Ctíms. de largo; esto bruñidor ha de tenerse perfecta-, mente pulimentado, y para bruñir los caños, estando estos, bien limpios, so les pasa el bruñidor, á lo largo,, pulimentando el espacio de una cuarta, escando, ésta bien bruñida, se pulimenta otra cuarta mas arriba has ­ta concluir el caño del todo. Si el metal es algo áspe­ro ó blando, se puede dar al bruñidor un poquito de j a ­bón, mojado en agua clara, para que resvale mejor y salga bien el pulimento; á la conclusión, se seca bien el-caño con un trapo viejo de lino, pero, muy limpip.y suave al tacto,, y se coloca enseguida en su sitio,para editar el que reciba algún golpe ó rascadura..

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- 3 1 0 -

LIBRO CUARTO. Contiene el modo de formar un caño sonoro de la familia de los

flautados, csplicacion de varios útiles necesarios para su construcción, forma y condiciones do los soldadores, . soldadura y método de soldar toda clase de cañerías.

CAPÍTULO I.

MÉTODO DE CONSTRUIR UN CAÑO SONORO DE BOCA, DE LA

FAMILIA DE LOS FLAUTADOS.

GÍ^iiate 262.

Ya que hemos osplicado el modo de tirar las plan­chas de metal y reducirlas á chapas mas ó menos grue­sas, do las cuales se cortan toda clase de caños, con­ductos y demás piezas necesarias á la construcción del órgano, vamos á dar una sucinta relación del modo de formar un caño de flautado ó de boca, después de la

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- 3 1 1 -cual detallaremos algunas herramientas y enseres que hacen falta para su construcción, así como el método de soldar con todos sus accesorios, etc.

Los caños do flautado, que vulgarmente también se suelen llamar de boca, son los principales y mas anti­guos que se han conocido en los órganos, y que han formado siempre su base fundamental, de los cuales puede decirse que nacen los muchísimos órdenes y com­binaciones que ordinariamente llamamos registros, y que en mayor ó menor escala se emplean en la forma­ción de este grandioso instrumento.

Todos los órdenes óregistros de flautado, que el ar­te ha ido perfeccionando, dándole muchas y variadas formas y dimensiones diferentes, do las cuales se saca tanto partido por sus sonoras y preciosas voces, se re­ducen á éste; porque todos constan de los mismos prin­cipios y de consiguiente pertenecen á esta familia; pe­ro como cada orden tiene algunas particularidades por las cuales se distinguen entre sí, ios descrioiremos se­paradamente, concretándonos en el presente capítulo á esplicar sucintamente las piezas de que se compone un caño de flautado, como deben arreglarse y unirse para formar un caño completo, que produzca el sonido correspondiente, y que el modo de armar éste sirva pa­ra hacer cuantos sean necesarios de su clase.

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— 312—

(Áfr. 268.

Formación de un caño de flautado.

Los caños sonoros de flautado ó sean de boca, se com­ponen de tres piezas de metal, quo son: el cuerpo del caño quo dá el tono, y es la parte superior hueca do forma cilindrica: el pié que recibe el viento y forma par­te de la boca del caño, por la cual se produce el soni­do, es también hueco y de forma cónica: y la tapa in­terior que divide ambas piezas, y forma la lámina del Viento con el labio inferior del pié, cuyo viento, al salir de dicho pié, toca el labio superior de la boca que for­ma el cuerpo principal, se divide y sale la mitad por fuera dol caño, y la otra mitad entra en el cóncavo, de cuya partición resulta el sonido.

Para formar un caño de esta especie, so tomará un trozo de chapa de primera ó segunda clase, (según se quiera) que tenga 140 milis, de ancho, 592 de largo y 1 mili, escaso de grueso, cuyas dimensiones quedarán bien ajustadas, (particularmente al ancho) después de bien repasados sus cantos. Esto trozo es el que forma el Cuerpo del caño, y para cortarlo de una chapa, se mar­carán sobre ella con un compás fijo las proporciones in­dicadas de largo y ancho; en los trazos ó marcas se Jiondrá una regla fuerte de madera, como para tirar una línea del un punto al otro, y con un punzón fuerte do

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— 3 1 3 — punta acerada y bien aguzada (sosteniendo fijamente la regla con la mano izquierda), se tira dicha línea, que deberá profundizarse en la chapa, la cual se repeti­rá varias veces hasía marcarla de tal modo que tenien­do la regla apoyada en él, y doblando y desdoblando la chapa por el trazo algunas veces, se parte y divide rec­tamente con facilidad. Para cortarlo al ancho, se marca con una escuadra y el punzón, sin necesidad de profundizar el trazo, el cual se sigue con la tijera, propia de cortar chapa y queda hecho fácilmente.

Concluida la anterior operación, se aplana este tro­zo cortado con el aplanador de madera, dándole unos golpes sobre el tablón que se está trabajando; se coloca sobre la regla ó listón de recorrer los cantos, se apoya en él con la mano izquierda, y con la derecha se le pasa la garlopa de recorrer, caida de costado, de modo que presente el filo del hierro formando cruz con el canto de la chapa, como está indicado .en la F ig . 67, y de es­ta manera se recorren los dos cantos largos de aquella, teniendo cuidado al mismo tiempo de ajustar la medida del ancho que le corresponda según el diapasón del or­den que sea el cano.

Respecto al largo de la chapa, no es de necesidad el ajustarlo á la medida, que marque el diapasón, antes bien se le dá un poco de más al largo; que siempre es mejor tener que cortarle que a i adirle; únicamente se recorrerá, poniéndolo bien á escuadra, el cabo que pre­sente la chapa mas gruesecita, pues siempre suele ha­ber alguna diferencia del uno al otro, por mucho cuida-

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— 3 1 4 — do que se haya tenido al labrar y desengrosar la plancha.

Marcar la boca en el cuerpo del caño.

Fig. 68.

En este mismo cabo es­cogido, es dónde so marca lá boca del cano, valiéndo­se del traza-bocas cuya descripción daremos más adelante en el ap. 277, que sirve para marcarlas á to­dos los caños, en su debi­da proporción y situación, siendo ésta el cenífo del caño; y aquella tendrá de ancho dos partes de ocho en que se divida el ancho do la chapa ó cuerpo de di­cho caño, que viene á ser la cuarta parte del ancho respectivo de cada uno, como se marca en la Figu­ra 6 8 .

1 1 1 LiJ C

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—315—

Q/íji/. 266.

Pié de un caño de flautado:

Antes de abrir ó cortar la boca que queda señalada en el cuerpo del caño, se marcará y cortará la segunda pieza que lo compone que es el pié, lo cual so practica del modo siguiente: se recorre por un canto con la gar­lopa un trozo de chapa de segunda clase y so determina el alto que deba tener el pió; para este caño se lo pon­dremos de 230 milis, sé pone el canto recorrido arrima­do á la regla derecha del traza-piés, (véase el ap. 280) el cual se abre hasta que dé por arriba el ancho del ca­ño y á la parte de abajo, ó sea la estrecha, se marcará el ancho de la punta, de modo que la regla de la iz­quierda ha de pasar por el puntito que marca el ancho de la punta del pié y por la esquina del cuerpo del caño, con cuyo motivo se abrirá ó cerrará lo necesario la re­gla izquierda del traza-piés y se subirá ó bajará la cha­pa hasta avenirlo, de modo que la regla toque en los dos trazos de las partes ancha y estrecha del pié; te ­niéndolo de este modo se abre el compás fijo, se apunta en el ojito ó punto del eje"que uno las reglas del traza-piés, y se abrirá hasta el sitio que marque la punta del pié, y allí se señala con él mismo compás la parte de círculo que le corresponda; luego se abro mas el compás hasta llegar al trazo de la parte ancha y allí también se marca la otra parte de círculo, con lo que queda el pié

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— 316 —

Figs. 6 9 y 70. do esta última línea; luego se repasan los dos costados rectos con la garlopa.

o4i,. 267.

Mercar la boca en el pié del caño.

Para marcar el ancho de la boca en el sitio que le corresponde al pié, se juntan ambas piezas del mismo modo que se hi­zo para ajustar el ancho del pió, y la de arriba señala el punto donde debe mar­carse la de abajo; véanse las Figs. 69 y 70-

señalado y en estado de cortarse, lo cual se efectuara con tijera proporcionada al grueso de la chapa, siguien­do cuidadosamente la curva que ha señalado el compás.

Teniéndolo cortado, se ajustará el ancho del pió al del cuerpo del caño, juntando el costado de éste con el de aquel y se hace rociar la parte curva del pió tocando á la del cabo del cuerpo y donde concluya el ancho de éste, allí se marca el del pié; se echa una línea desde esta señal á la que marca el ancho de la punta y se

corta con la tijera siguien-

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Estando bien avenido el pió al cuerpo del caño, se marca en éste el ángulo que se vé señalado sobro el labio superior de la boca en la F ig . 69, y el medio cír­culo que también señala el labio inferior en el pié F i ­gura 70; tanto el uno como el otro trazo, se hacen en la parte interior de ambas piezas; el ángulo del cuerpo con una regla y el punzón, profundizándolo con cuida­do é hiriendo el metal hasta que llegue á percibirse un poquito por la parte exterior; asimismo se marcará el semicírculo en el pié, valiéndose al efecto de un com­pás fijo, que tenga las puntas de acero fuertecitas y aguzadas; después se corta el trocito de metal de la bo­ca, dejándola en este primer corte mas baja de lo regu­lar para acabarla de arreglar dándole la altura que cor­responda cuando so trate de recortar el caño para po­nerlo en su verdadero tono y darle el carácter de voz que le sea propio, según el orden á que pertenezca.

ofy,. 269.

Voltear y modelar el caño.

Enseguida se voltea e l caño , limpiándole antes por la parte interior con un trapo enjuto y un poquito de ceniza cernida; para voltearle, se haeo con uu moldo

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— 3 1 8 — cilindrico de madera de un grueso proporcionado, dán­dole unos golpecitos con el aplanador á lo largo del ca­ño, de modo que se ponga bien volteado y redondo y los dos cantos, que deben unirse, justamente paralelos el uno al otro.

Voltear y modelar el pié del caño.

Lo mismo que el cuerpo del caño, se modela el pió pero con molde propio de forma piramidal, cuya punta será Juras ó menos aguda conforme á las dimensiones del pié, dejándolo todo bien arreglado, y en esta dispo­sición se preparan para soldarlos.

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- 3 1 9 -

GAPITDLO II .

PREPARAR I SOLDAR LAS PIEZAS QUE HAN DE FORMAR EL CAÑO.

afcji,. rtt.

Preparación para la soldadura.

Para esta preparación se hace una t intura compuesta de tierra blancagredosa, llamada tiza, mezclada con una tercera parte de almazarrón; se le echa agua-cola, poco cargada, se ealienta y mezcla bien, y con esta pintura (que estará en consistencia de papilla no muy espesa), se dará con una brochita á los cantos ú orillas de las partes que se han de soldar, pintándolas una lista de ocho ó diez milis, de ancho todo lo largo del caño y del pié; lo mismo se pintará al rededor de las partes que han do reunir ambas piezas para formar el caño com­pleto. Si esta preparación no está bastante espesa» se dará á todo lo pintado una segunda mano.

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- 3 2 0 -

Estando seca esta preparación, se rascan los cantos que'se tienen que soldar, procurando dejarlos bien lim­pios matando la esquina viva que dice á la parte exte­rior del caño formando una especie de chaflán no muy ancho, de modo que reuniendo sus costados, formen en­trambos un carregito que es el que recibe la soldadura.

A toda la parte rascada que se tiene que soldar se le dá un poquito de sebo con un cabo de vela, para que corra mejor la soldadura, y en este estado se empieza á soldar dando unos puntitos á lo largo del carregito dis­tantes entre sí como un decímetro, con los cuales que­dan ambos cantos sujetos; enseguida se corre la solda­dura, procurando liquidarla bien para que queden di­chos cantos bien unidos y fuertes; para concluirla y ali­sarla bien, se le vuelve á dar sebo, se pasa el soldador ligeramente por encima y queda bien acabada y de buena vista.

Glcji, 273.

Teniendo soldados el cuerpo y el pié del caño, se vuelven á modelar introduciéndoles los moldes propor­cionados; se les aplana la parte superior de la boca has­ta donde llegue el ángulo ó medio círculo que se marcó interiormente, valiéndose al efecto de un yuaque de

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—321 — madera fuerte cuya forma indican las Figs. 79 y 80 y un aplanador pequeño que tenga los ángulos ó esqui­nas en redondo; el yunque tendrá un cabo becbo en punta bien aguda y el otro en redondo para aplanar en él el labio inferior de la boca, que es el medio círculo que se trazó en la parte ancha del pié; enseguida se acopla la punta del pié con un acoplador de hierro ó latón cuya forma y descripción damos en el apunte 346 dándole unos pequeños golpecitos continuados, hasta que se vaya cerrando dicha punta y formando }a figura de un cono, que es el que emboca en los agujeros del' secreto ó tabloncillo.

La tercera y últ ima pieza que entra en la forma­ción de un caño de esta especie es la tapita interior que forma la boca de aquel, en la cual se produce el so­nido.

g(C|I,. 2 7 4

Tapita interior del caño.

~E$ta se hace de metal algo mas ordinario que el me­diado de segunda, y ha de cubrir todo el hueco interior del pié. Para trazarla y cortarla, se colocará éste sobre eltrogode metal que se elija, y con un punzón se marca­rá todo al rededor, cortándola con la tijera siguiendo el mismo trazo; á la parte de delante, se dejará una abertura como de un milímetro de ancho todo lo largo de la boca, la cual llamaremos salida ó-lámina de vien­to; esta tapita se adelgaza toda al rededor hasta dejarla

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- 3 2 2 -en corte (escepto la parte recta que lia de formar la lámina de viento); se aviene perfectamente al pié sin que se hunda nada dentro de él; en la parte de delante,

•donde hace la salida del viento, tendrá mas grueso que por atrás, cuya medida para el caño quo se viene des­cribiendo, podrá ser como de tres milis; este corte se pondrá un poquito en chañan ó fuera de escuadra, cu -• ya inclinación es de abajo arriba dirigida hacia el inte­rior del caño, como queriendo ensanchar la salida a l viento: véase su forma en la Fig. 71.

Fig. 71.

Soldar la tapita interior en el pié y este al caño.

Para soldar la tapita al pié, se toma este con la ma­no izquierda, se coloca la tapita sosteniéndola en su po­sición con el dedo índice, se prende dándole dos punti­tos de soldadura y teniéndola sujeta de este modo, se acaba de soldar muy fácilmente. Enseguida se aviene el cuerpo del caño al pié, poniéndolo bien nivelado y derecho; se apoya la punta del pié en el pecho del

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- 3 2 3 -opcrario, y con la mano izquierda sostendrá ambas piezas, mientras se prenden también con unos pun-titos de soldadura. Antes do acabarlo de asegurar, se observará si está bien derecho ' y avenido cual corresponde, en cuyo caso se acaba de soldar todo al rededor ó bion sea desde un lado de la boca hasta encontrar el otro; resultan­do de la forma que indi­ca la Fig. 72 que ma­nifiesta el caño armado, visto de frente y la 73 visto un poco de costado; concluido lo cual, dándole al caño un poco de viento con la boca, debe sonar y hacer oir el Do natural n ú m . 49 de la grande es­cala que es el primero del orden de quincena; cu­yo signo no estará afina­do, ni el sonido será perfec­to; pero debe ser bastante perceptible, el cual se irá perfeccionando acabándole de abrir y regularizar la boca, para caracterizar su propia^ voz,]que tenga el t imbre conveniente y todas las buenas cualidades que se requieren.

72 y 7 3 .

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- 3 2 4 -Esta breve reseña de la formación do un caño do

flautado ó de boca, se ha hecho casi cu resumen, porque- la vamos á detallar mas minuciosamente en el Libro. V, en el que trataremos de la construcción do la cañeria completa, pa a todo un orden ó registro que será el flautado principal de trece.

CAPÍTULO III .

UTENSILIOS I HERRAMIENTAS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LOS

CAÑOS DE METAL,

Q4)¡V.

E n el capitulo anterior dejamos esplicado (bien que superficialmente) como se hacen los caños de metal de la familia de los flautados ó de boca, para que se tenga unaidea de su formación y délas partes de que constan,

Antes de pasar adelante á espliear la formación de todo un orden que será el flautado de trece, hemos de interrumpir la narración para detallar los útiles y her­ramientas indispensables para este objeto, así como el

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- 3 2 5 -mótodo de soldar, con otras varias advertencias prove­chosas á los aprendices; al efecto empezaremos descri­biendo el traza-bocas y el uso que de él se hace para marcar aquellas en las cañerías de metal.

Trazador proporcional, para marcar el ancho de las bocas á todos los caaos de las familias

de flautados y nasardos.

La proporción propia y natural de las bocas en las cañerías del orden de flautados, es: que tengan la cuar­ta parte del ancho que teuga el cuerpo del caño ó sean de ocho partes dos, que es lo mismo; cuya proporción se sigue en rigurosa escala desde el caño mayor del flautado de 52, hasta el mas menudo que se pueda cons­truir . En la especie ó familia de los nasardos, han de ser las bocas un poco mas pequeñas, y de consiguiente se les dará dos partes de nueve en que se divida el an­cho del caño.

Sentado este principio, se forma una plantilla que se le dá el nombre de traza-bocas, con la cual se evita el gran trabajo que en su defecto, habría que hacer para medir en cada caño, la verdadera proporción que le correspondía á su boca, arreglada al ancho respectivo; al efecto se toma una tablilla de buena madera que tenga 50 ctíms. de largo por 27 de ancho, se labra perfectamente y en la mejor cara se tira una línea cén-

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- 8 2 6 -trica bien recta y marcada, que la divida exactamente. Del ancho de dicha tabla se tomarán en el un cabo 25 ctíms, que son doce y medio á cada lado de la linca céntrica, desde estos puntos se tirará una línea bien recta á cada lado, que vaya á tocar el cstremo de la primera, formando las tres un ángulo agudo.

La baso ó parte ancha de este ángulo se divide en ocho partes iguales, como se indica en la Fig. 74. y

Fig. 74.

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- 3 2 7 -tomando las dos partos que están mas cercanas á la l í ­nea cintrica, se tiran otras dos líneas desde aquel pun­to al estremo de dicha céntrica, cuyas dos líneas marcan exactamente, en cualquier punto que se colo­que la chapa ó cuerpo del caño, la cuarta parte de su ancho.

• - \

A sí misrno; para marcar el ancho de las bocas de la familia de los nasardos, se divide el" ancho de los 25 ctíms. en nueve partes iguales, de las cuales se marcará una á cada lado de la línea céntrica y se tirará también una línea en cada punto , que vaya como las otras á es­pirar á la punta aguda del ángulo general; estas dos líneas marcan para todos los caños las dos novenas partes de su ancho.

Para que se puedan marcar las bocas de los caños prontamente sin peligro de faltar á la exactitud debida, se ponen en la tablilla que estamos describiendo, dos listoncitos bien rectos, encolados y clavados, siguiendo cada uno las líneas que se marcaron primeramente, co­mo se indican en A A de la misma F ig . 74; y cuando se trata de poner la chapa ó cuerpo de un caño entre am­bos listones para marcar en su centro el ancho de la bo­ca, al llegar á su verdadera medida, dichos listones le impiden pasar mas adelante, porque sus ángulos tropiezan en aquellos, ote: véase dicha figura q u e d e -muestra el traza-bocas completamente concluido, con dos proporciones trazadas, la natural de la cuarta par­te del ancho del caño, que como hemos dicho es para

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- 3 2 8 -toda la familia de los flautados y otra un poquito mas estrecha, que se dá a los nasardos, tapadillos y muchas veces a los caños menudos del lleno.

otyu. 279.

Aunque por lo dicho se comprenderá bien el uso quo se hace del traza-bocas, diremos que cuando se tenga un orden de caños cliapasonados ó lo que es lo mismo, recorridos con la garlopa y sacados al ancho justo que marca su diapasón, antes de proceder á cor­tar los pies, se pone el traza-bocas sobre el banco ó ta­blón de labrar las planchas, se tienen allí todas las cha­pas, se toma la mayor y se pone sobre aquel de modo que esté tocando con sus dos ángulos en la parto inte­rior do los listoncitos de los lados señalados en A A, y teniéndola bien puesta, se marcan con un punzón dos puntitos donde lo señalen las dos líneas; sean de la proporción ancha ó estrecha. Esto mismo se vá ha­ciendo á todos los demás caños, con lo que quedan pre­parados para las operaciones siguientes.

Traza-piés ordinario, para la generalidad de las cañerías regulares.

E l traza-piés que comunmente se usa para marcar los pies de las cañerías ordinarias, se hace con dos lis-

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- 3 2 9 -tones «uadrados de buena madera, se les dá 70 cen-* tímetros de largo y 16 ó 20 milis, do grueso; estos dos listones estando perfectamente labrados, se juntan y reúnen del un cabo con una buena bisagra de hierro; en el eje de esta bisagra se hace un puntito, en el que se pueda apoyar la punta de un compás y estando cer-*

Fig. 75- Fig. 76.

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- 3 3 0 -rados ó unidos ambos listones, se marcan en ellos las medidas métricas de centímetros, cuyo principio ó base de longitud, será el puntito hecho en el eje de la bisagra que los une, véanse las F igS . 7 5 y 7 6 : A es el traza-piés cerrado ó unidos ambos listones, en el que se vé el eje de la bisagra en B, C es el mismo traza-piés abierto.

E l uso do este úti l , lo pondremos en su lugar mas adelante, así como ha do suplirse éste, cuando los pies hayan do ser mayores de 60 centímetros,

CAPÍTULO IV.

PE LOS MOLDES* CILINDRICOS DÉ MADERA PARA VOLTEAR LAS

CHAPAS Y MOPÉLAR LOS GANOS.

o f y . 2á4.

Los moldes de madera para voltear las chapas de metal y modelar los caños* son unos cilindros que se hacen de madera de pino cuando son grandes; y de ma­dera mas fuerte (nogal, castaño, haya etc.) cuando son regulares yj iequcños. Para construirlos, se toma un

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—331 — barrote del largó y grueso necesarios (según para la cañería que sea), se labra en octógono y después se re­dondea, matándole los ángulos y acabándole de perfec­cionar con cepillo de hoja dentada. Escusaremos de­cir las dimensiones de los que se necesitan* porque la práctica indica claramente los que puedan hacer falta; además que no todos los caños precisan su molde ajus­tado, sino que con uno solo, á veces se voltean y mode­lan diferentes caños.

Los que mas difícilmente se tienen, son los mayo­res de dos metros de largo, por lo mucho que ocupan y que son menos necesarios. Los menores de esta medida, de cualquier listón se hacen, y como son delgados y cortos, á poco tiempo que se trabaje, insensiblemente se arregla de ellos una buena colección de todas for­mas y medidas, que hacen muy buen servicio.

Moldes piramidales para las cañerías de la lengüetería y pies de los flautados.

Los moldes piramidales que sirven para voltear y modelar los caños de lengüetería, son mas difíciles de hacer, por la forma ancha ó gruesa de su base, y delga­da de la punta, y como desde la mitad de su la rgo que­dan algo débiles, es necesario hacerlos de madera fuerte y sana, para que no so rompan fácilmente. Los mayo­res, que han de servir para la primera octava de la bom-

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- 3 3 2 — barda"«5 sea trompeta magna de la mano izquierda, se hacen de dos piezas, una gruesa, .para los medios caños superiores y otra mas delgada, para los medios inferio­res, pero con dos moldes de cada mitad se puede mode­lar toda la primera octava de dicha bombarda; los que s e h a n d o hacer enterizos, son desdo el Do 1." d é l a trompeta real, ó clarín de bajos, formando uno para ca­da cinco caños, porque, como dejamos dicho en el apun­te anterior, con un mismo molde (aunque no esté ajus­tado) se pueden voltear y modelar perfectamente algu­nos caños: de esta clase se deben tener una colección aun mas completa que de los cilindricos, porque sirven también para formar los pies de la cañería do_. boca.

Plantilla triangular y ojival para marcar las bocas de los caños esíeriores ó de fachada.

Para marcar interiormente en los cuerpos de los caños las bocas de forma triangular en los que hayan de adornar las fachadas de los óiganos, se forma una plan­tilla de chapa de hierro, ó á lo menos de madera fuerte, que tenga 310 milis, de largo y en su base ó parte an­cha 127 milis; si es de madera, puede tener 8 milí­metros de grueso, y sí es de metal, con 3 milis, tiene bastante.

Con esta plantilla se marca á cada caño de por sí, su ángulo correspondiente, porque teniendo marcado

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- 3 3 3 -en al cnerpo el ancho que ha de tener la boca, se pone la plaíitilla en el punto quo con sus costados toque am­bos trazos de dicha boca sin cubrirlos y en esta disposición, se hiere el metal del caño con un punzón de acoro, pasándolo dos ó tros veces por los costados de la plantilla, hasta que queden bien marcados como se dirá mas adelante. Veass la Fig. 77 que indica dicha plantilla.

Fig. 77.

Además se tendrá otra media plantilla para marcar las bocas que so quieran poner de forma ojival, la c ual será también de madera fuerte y de la forma que indi­ca la Fig. 78 que marca la mitad de una ojiva, para poder señalar con ella muchas de diferentes dimen­siones.

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Fig. 78 ,

Yunques de madera para modelar las bocas de los caños.

Los yunques de madera para modelar las bocas de los caños, se hacou de boj ó encina, de tres ó cuatro ta­maños, del un lado tendrán la forma de una puuta agu­da y del otro estarán en redondo; la cara superior esta­rá muy p l anayá la parte baja se le introduce untrozode madera á espigo, el cual, á su vez, entra en un agujero cuadrado, que se practica en el banco de carpintero, para que se sostenga en buena posición. Sobro ellos se aplanan y modelan los labios de los pies y cuerpos quo forman las bocas de los caños; al centro del yunque, se

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- 3 3 5 -le atraviesa, cruzando el principal, otro mas pequeño, para tener en una sola pieza moldes para bocas grandes y pequeñas; sin embargo, es bueno tener, cuando me­nos, dos de diferentes dimensiones, véanse las Figuras 79 y 80. A es el yunque de perfil, B es es el; mismo yunque visto por su plano superior, en el que hay otro mas pequeño atravesado, formando cruz; como queda esplicado.

Fig. 79.

Fig. 8 0 ,

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Acopladores para' cerrar las puntas dé los pies á los caños de boca.

Los acopladores que han do servil1 para cerrar las puntas de los pies á los caños de boca y darles buena forma, para que sienten bíeü en los agujeritos de los ta­blones o tapas de ios registros, se hacen de chapa grue­sa de hierro, ó también macizos de latón fundido: sien­do de chapa de hieiro, se forma un Cono de 70 milíme­tros de diámetro en su base y de 70 á 80 de elevación desde dicha base á la punta; éste será bien fuerte y pue­den acoplarse con él, pies bastante grandes;- el acopla­dor macizo de latón, so hace fundido; en su baso pre­sentará un cuadro de 45 milis, con el agujero redondo de 38 milis, de diámetro; su alto será de 45 milis, su­biendo en forma de pirámide cortada» de modo que ar­riba, presente un cuadro de 20 milis, solamente: véanse ambos representados en las F igS . 81, 82 y 83. A <gs el acoplador macizo de latón visto de plano de 'su gran­dor natural, B es es el mismo visto de perfil; en ambos se observa el hueco cónico interior quo debo estar bien torneado, C es el acoplador de chapa de hierro, de dimensiones reducidas.

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Acoplar las puntas de los pies.

Para acoplar las puntas de. los pies haciendo uso, de estos acopladores, se toma uno de estos con la mano izquierda; con la derecha, se torna el pió, el que se in­troduce en el cóncavo de aquel, dando golpecitos, como si se atacase en él algún objeto, cuidando, al mismo tiempo, de ir dando vuelta á dicho pió y que reciba los golpes en diferentes partes, con lo que se pone bien apuntado y redondo, lo cual se consigue pronto. Si la punta del pié tiene la chapa algo gruesa, se puede de­bilitar (antes de acoplarlo) un poquito interiormente con un cortaplumas. Si la soldadura de aquella parte no está bien hecha, con los golpes del acoplador so suelta y se montan los costados de la chapa uno sobre otro, cuyo detecto, si no es estremado, puede tolerarse porque en nada perjudica al caño, mas si es mucho lo que se ha soltado,, debe soldarse de nuevo y ponerlo cual corresponde. Este método de acoplar las puntas de los pies es para loa pequeños ú ordinarios de las cañerías, interiores, que cuando los pies son grandes no se pue­den manejar fácilmente, y entonces, se toma el pié con la mano izquierda y con la derecha se le dan los indi­cados golpecitos con el acoplador, hasta ponerlo coma se desea.

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Q/Gji,.

A los pies do los caños, magnos se les hacen las puntas de diferente modo del cual nos ocuparemos á su debido tiempo,

QÍ\v. 2¿9..

Afinadores y acopladores para abrir y cerrar los caños de boca.

Los afinadores y acopladores, para abrir y cerrar, los. caños de boca, son dos conos hechos de chapa fuerte de latón ó hierro, los cuales se sueldan fuertemente á un tubito que les gierve de mango; deben tenerse lo menos dos, uno regular para las cañerías medianas y otro pe­queño para las menudas. E l mayor puede tener los co­nos do 55 milis, de diámetro y 70 de' largo, con el tubo ó maugo que los lleva soldados de 100 milis, de largo, formando el todo la Fig. 84; el menor puede ser de 25 milis, de diámetro, 3-0 de largo y 80.de mango..

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- 3 4 0 -

GC|V. 290.

A la simple vista de este úti l se comprenderá, que para hacer bajar un caño de su tono, cerrándole uu poco la boca superior ó sea la conclusión del tubo so­noro, so introduce en el cóncavo del afinador y dándole vueltas con alguna fuerza, se amolda el metal y cierra un poco su orificio, y al contrario, si se quiere ensan­char ó dilatar éste un poco, se mete en él el cono del afi­nador y dándole unas vucltecitas, ensancha un poco con

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- 3 4 1 -facilidad, subiendo ó bajando el sonido según sea la operación de la cual nos ocuparemos extensamente en su lugar.

DE LOS SOLDADORES Y DEMÁS ÚTILES PA11A SOLDAR LOS CAÑOS,

Loa soldadores se usan de varias clases y forma según el gusto y costumbre de los operarios: los hay de hierro y de cobre; algunos artífices los gastan de hierro, otros indistintamente de hierro ó de cobre, mas como dejamos dicho que esta es cuestión de gusto y costumbre, describiremos la materia, forma y magni­tud do los quo nosotros usamos constantemente.

Nuestros soldadores los forjamos de cobre nuevo, de la forma y dimensiones reducidas que se marcan en

CAPÍTULO V.

Soldadores.

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-343—

Q/fy,. 292.

Mangos de los soldadores.

Los mangos de los soldadores se ponen siempre de hierro, con su cabo de madera, indicado en la F ig . 8 5 . E l hierro se abre del un cabo en dos mitades, con las que se forma un ojo ó anillo que rodea y ciñe el sóida-

ta un soldador visto de frente todo armado, con su chaflán en A, y su mango de hierro provisto de üñ Ca­bo do madera; su ancho será de 18 milis, su grueso de 10 y su alto do 60 á 70 milis. La F ig . 86; es el mismo soldador visto de canto, en el que se vé su boca en cha-flan en B. La Fig , 87 representa un soldador del mis­mo largo que la F ig . 86, pero de 16 milis, de ancho y 8 de grueso, Con su boCa de dos chaflanes; como se vé en C. La F ig . 88, represnta un soldador grande pa­ra alisar costuras; ha de tener 28 milis, do ancho, 12 de grueso y de 40 á 50 de alto; en él se vé en D, su bo­ca plana, con un poco de chaflán ó caida. La F ig . 89, representa un soldador de boca redonda, propio para soldar ángulos entrantes, que aunque pueden soldarse también con el de los dos chaflanes, sin embargo, en muchos casos se suelen adaptar mejor los de aquella construcción.

De cada una de las formas indicadas, se tendrán tres ó cuatro soldadores y además deben tenerse algu­nos mas pequeños, para soldar los cañitos menudos.

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- 3 4 4 -dor por el talón, como se va en las figuras anteriores. E l largo general de los soldadores será do 24 ctíms, el cual se aumenta hasta 30 ó 33 con el cabo do madera, en el que se clava la punta del hierro, para poderlos manejai1 sin quemarse.

Los soldadores grandes indicados en la F ig . 85, que en el oficio llamamos mazos á causa de su mucho peso y forma, se usan solamente para alisar grandes costu­ras de soldadura hecha con soldadores medianos en ca^ ñerías grandes, y cuando se trabaja en tiempo frió, porque conservan mas tiempo el calor; pero cansatí mu­cho la muñeca á causa de su peso, y por lo mismo, mu= chos operarios los miran con prevención y usan ordina^ ñámente los medianos, para toda clase de trabajo.

Estos son los que mas comunmente están entrema^ nos, porque se adaptan á piezas grandes y pequeñas.

Los soldadores pequeñitos, sirven para las piezas menudas que llamamos quema-dedos, porque efectiva­mente rara voz se trabaja en. ellas que no se esperimen-» te alguna quemadura.

QÍji, 295, Los soldadores delgaditos de boca, que tienen dos

chaflaues ó la boca redonda Figs . 84 y 86, se usan para

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- 3 1 8 — soldar los cepos á los cnnutillos ó caños de lengüeteiúa, las asas a los flautados de fachada, las orejitas á los ta^ padillqs., y demás piezas en que está la soldadura en ángulo entrante, como sucede en toda clase de codillos.

Finalmente los soldadores de boca plana, aunque los suelen usar algunos operarios para toda clase de soldaduras por la costumbre que tienen de trabajar con ellos, son mas propios para unir toda clase de juntas y alisar bien las costuras, que en ellas se hacen con la soldadura, por lo que creemos debe limitarse _su uso á. este objeto solamente.

Estañar las bocas de los soldadores.

Por seguir las costumbres del oficio llamamos, (aun­que impropiamente) bocas de los soldadores á los cabos de las piezas de cobre, con las que se toma el estaño ó" soldadura y se aplica á las partes que se quieren soldar, Comunicándolas al mismo tiempo el grado de calor necesario para que se incorpore la soldadura con los cantos¡de las piezas, las cuales se unen entre sí y for­man unjsolo cuerpo; estas bocas se vén en las F ig , 85,

OÁ'.v. 296.

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- 3 4 0 -

a l89 y son do dos maneras, una de dos chaflanes, que forma una especie de cuña y la otra casi plana, con un poquito de vértice hacia el lado izquierdo: pues bien, este punto, que es la boca del soldador, es el que hay que estañar del modo siguiente.

Q Í | i , 29¿.

Para estañar los soldadores se calientan en la fra­gua, poniendo las bocas hacia arriba, fuera de las ascuas, y los talones que es la parte que está prendida en el mango de hierro, en contacto con el fuego que es su posición natural; de este modo se calientan bien, pero no tanto que se pongan rojos ó candentes; enseguida se limpia y alisa con una lima fina toda la parte que ha do estañarse y estando bien manifiesto el color del co­bre, se froi a aquella parte sobre un poco de resina de pino y soldadura, todo mezclado, cuyas materias se li­quidan enseguida y se incorpora la soldadura á la boca del soldador, tomando éste el mismo color de la solda­dura, lo cual sirve después para atraer la gota de esta que se ha de poner en la jun ta de las piezas que se quieran unir. Si en algún punto do la boca no toma bien la soldadura, so vuelve á calentar y limar el sol­dador, repitiendo la misma operación hasta que quede perfectamente esta nado.

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— 3 4 7 —

Q 4 J V . m 9 -

Estañar los soldadores de hierro.

Los soldadores de hierro se estañan por el misino método que los de cobre, con la diferencia que después de calientes y limados, se frotan fuertemente sobre un poco de sal amoniaco, y seguidamente sobre la solda­dura y resina de pino juntas , cuyas operaciones se re­piten hasta quedar bien estañados. Algunos operarios son partidarios de estos soldadores, pero nosotros rcco-: rnendímios los de buen cobre.

Cajitajde la soldadura, resina de pino y limpia-bocas de ios soldadores.

La cajita de la soldadura, puede ser dé madera ú hojalata, se forma de una tablilla delgada de 16 centí­metros de largo, 9 de ancho y 25 milis, de fondo inclu? so la tablilla; se guarnece al rededor con unos listonci-tos y se le hace una tapa al ordinario: si es de hojalata, puede tener las mismas dimensiones, ó sea algo mas rer ducidas; en esta cajiia se echa resina de pino, traspié Vente, de buena calidad, y sobre ésta se pone un pequer ño panal de soldadura, para irla gastando, á cuyo fin siempre que entre el soldador en el cajoncito, se procu-r rara desmenuzar la soldadura haciendo gotas pequeñas, que de este modo las atrae y cojo mejor el soldador, fa-pilitando el trabajo.

100.

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- 3 4 8 -

Resina de pino para la soldadura.

La resina, que pronto se liquida y cubre el fondo de la cajita, en fuerza del trabajo, se recalienta y llega á quemarse, perdiendo sus bucuas cualidades para e,l efecto, en cuyo caso se echa otro pedacito nuevo, y cuando está ya carbonizada, debe limpiarse el cajón, mudar la resina vieja, y ponérsela nueva.

Esta cajita se coloca al costado del fogón de la üa-gua, sobre el cajón que tiene en su frente.

Limpia-bocas de los soldadores.

También es útil tener sobre el fuelle, ó en otro pun­to cercano á la cajita de la soldadura, un trozo de tabla de 16 ctíms. de largo y 12 de ancho, sobre la cual se clava un pedazo de lienzo ordinario puesto en tres ó cuatro dobles, bien estirado; este se impregnará con un poco de sebo, y sirve para frotar y limpiar la boca del soldador cuando sale del fuego antes de tomar la sol­dadura de la eajita ó siempre que se crea necesario.

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- 3 4 9 -

Sebo para soldar y rodilla para limpiarlo.

Para que corra bien la soldadura, quede lisa y de buena vista, se le dá un poco de sebo, al efecto se pon­drá un cabo de vela envuelto en un papel, que siempre se tendrá cercano á la cajita de la soldadura, para te­nerlo á mano las veces que sea necesario usarlo.

También es conveniente tener una rodilla de cáña­mo ó lienzo ordinario para frotar y limpiar el sebo que quede en las soldaduras, antes que se enfrien.

Conservación de los soldadores.

A fuerza de calentar los soldadores, se les descom­ponen las bocas, en las que la miajita de soldadura que queda en ellas, surca el cobre, y no teniendo cuidado de limpiarlas y alisarlas de cuando en cuando con la l ima fina, llega á formarse en el punto que se reúno la sol­dadura, un cáncer quevá corroyendo y penetrando en el metal, de modo que á veces bay que rebajar el sol-

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3 5 0 -dador á fuerza de lima, 4, 0 ó mas milis, gastándose mucho tiempo para hacerlo, y perdiéndose bastante cobre.

Para evitar este inconveniente y remediarlo cuando ocurra, es necesario frotar el soldador sobre el limpia-bocas, cada vez que entra y sale del fuego; asi se evi­ta el que lleve nada de soldadura y so conserva su boca mas tiempo lisa y úti l para el trabajo.

Sin embargo de estos cuidados, conviene el dar á menudo una limadurita á las bocas de los soldadores, para tenerlas siempre bien lisas y estañadas, lo cual se hace en caliente; así como también es preciso limarlos del mismo modo, cada vez que por descuido del que dá al fuelle, se violenta el fuego, sé enrrojecen los solda­dores poniéndolos candentes; en cuyo caso se pasan, no toman la soldadura y quedan inútiles, hasta que se vuelven á limar y "estañar de nuevo como lo elejamos advertido en el ap. 298.

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- 3 5 1 -

CAPITÜLO VI .

BH LA SOLDADURA Y MODO DK PUE PARARLA*

Q&b. S06.

La soldadura es una mezcla que so hace de estaño, fino y plomo de buena calidad, para unir y soldar las piezas de estaño ó mezcla que.se -emplean en el órgano; hay muchas clases de soldadura quo al parecer ofrecen, ciertas ventajas; pero son útiles para obras de poca fuerza y duración y la verdadera, eficaz y sólida solda­dura es la que la esperiencia de muchos siglos abona, como úti l y propia; esta se hace liquidando en el cazo grande de hierro 1 kilogramo de estaño fino, al cual se le mezclan 75 decágramos de plomo.; ó lo que es lo mismo, á cualquiera cantidad de estaño que se quiera fundir, se le mezclan tros cuartas partes de plo­mo, sin echar ni mas ni menos (á no sor que estos estén

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- 3 5 2 -ádulterados), deesteiDodo se hace una soldadura muy buena, fuerte y que corre bien; se hacen pánali'tos mns ó menos grandes, echando el líquido en cajitas de pa­pel, los cuales se guardan para el uso;

aA\v. SOy.

Soldadura para soldar fácilmente y pronto;

Para hacer esta clase de soldadura, se echan ;eu una botollita fuerte de cristal, cuatro ó seis onzas (ó decá-gramos) de áccido clorhídrico ó muriático; se le echan además, uno á uno, pedacitos pequeños de zinc puro; en cuanto cae el zinc en el liquido, empieza una ebu­llición que lo disuelve; estando un pedacito disuelto, se echa otro y otro hasta que el áccido ya no tenga ac­ción sobre el zinc y no lo disuelva; esta disolución se guarda bien tapada para usarla.

Para hacer la soldadura; se mezcla estaño fino y bis­muto metálico, fundiéndolo á partes iguales; si se quie­re que la soldadura sea mas sencilla, se echa mas bis­muto que estaño y si se quiere mas fuerte se echa mas estaño que bismuto.

Para soldar con esta especie de soldadura^ no hay necesidad de preparar los caños con el almazarrón como

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- 3 5 3 -se hnce eu el método ordinario, ni los soldadores se ca­lientan tanto, pues que con poco calor que tengan di­suelven bien la soldadura; hecho el carrejito y avenida la junta, se dá á toda ella con un piucelito que se tiene fijo en el tapón de la botella del áccido preparado con el zinc; se pasa el soldador con el estaño mezclado cou bismuto y se hace con suma facilidad y pronto-.

Es cierto que esta clase de Soldadura, es muy pron­ta y fácil de hacer, evita la preparación y economiza tiempo, cuyas ventajas tiene sobre la ordinaria, pero también es cierto, que como dejamos arriba indicado, ésta no puede competir de modo alguno con lá solidez de aquella, que disuelve en parte los cantos que vá á unir incorporándolos con la misma soldadura y forma de las tres partes un cuerpo tan sólido como lo es el mismo metal, y de consiguiente primero rompe por otro lado que por la unión, que es lo que en estas obras se necesita.

La soldadura sencilla del bismuto facilita bastante el trabajo, pero sólo se agarraá los cantos de las paites soldadas y las prende con tan poca firmeza, que á Cual­quier esfuerzo suele soltarse.', porque el bismuto hace tan quebradizo el estaño como si fuera cristal, de lo cual deducimos, que puede ser útil para soldar con ven­taja, piécecitas finas de otras artes, pero para soldar caños do órgano-, debe "desecharse por su completa inu-

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- 3 5 4 -tilidad, ia cual se manifiesta claramente al tomar un caño soldado por este método, introducirle el molde para ponerlo bien cilindrico, y á los primeros golpes que se le den sobre la costura con el aplanador, salta la soldadura como cristal roto y se suelta lo hecho.

Patentizado esto con la esperiencia, no dudamos que todos los artistas amantes de sus obras y crédito, pre­ferirán la verdadera soldadura, aunque sea algo mas costosa, porque es tan firme y dura tanto, como la mate­ria de que se compone.

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CAPÍTULO VII.

PREPARACIÓN PARA LA SOLDADURA, Y MÉTODO DE SOLDAR.

OÍjf. 340.

Para soldar fuertemente las cañerías, conductos y demás piezas de metal, que concurren á la formación del órgano, y que la soldadura forme á modo de un cor-doncito muy seguido y de buena vista, deben preparar-se'aquellas del modo siguiente: se toma una vasija de barro vidriado, ó mejor un cazo de cobre estañado, y «• pone "en él tiza molida (que es una tierra blanca gredo-* sa) y almazarrón, á, partes iguales; se le echa agua en suficiente cantidad para formar, una papilla no muy es­pesa, a l a cuarse]añade un poco de cola ordinaria, para que agarre poco, porque"sréPtemple de la cola es muy fuerte, esto es que se eche mucha cantidad, con el ealer

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— 356 — del soldador, forma la pintura una cascarilla y se suel­ta del metaL Esta preparación se calienta é incorpora bien* y con uua brochita pequeña se pintan las orillas de los cantos que se han de soldar por la parte exterior del cañOj figurando una cinta de 6 á 8 milis¿ de ancho.

QÍji, 344.

Estando seca la primera mano do preparación, se calienta ésta de nuevo y se dá otra segunda para que tome mas cuerpo y llene bien su cometido, que es pre­servar del calor del soldador, toda la parte pintada, re­sistiéndole sin liquidarse todo el tiempo que sea nece­sario para hacer y perfeccionar la soldadura, y que solo se deshaga la chapa en el mismo canto de la orilla que es donde se hace la unión.

Si la pintura está espesita y bien preparada, casi es escusado el darle la segunda mano, que también puede soldarse con solo la primera; pero siempre se hace me­jor y con mas descuido, estando las cosas hechas como corresponde.

0&|v. S42.

Rascar ios cantos] de las piezas que se han de soldar.

Seca ya la preparación ó pintura, que se ha dad» á las piozas que se han de soldar, se rascan los cantos de

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- 3 5 7 — la chapa con una navajita bien afilada, ó un rascador hecho á propósito de un triángulo gastado. Se mata bien la esquina viva todo lo largo de la orilla pintada, hasta la mitad del grueso de la chapa, dejándolo bien limpio de la pintura y hecho do modo que juntando ambas orillas, formen un pequeño carrejito en el cual se disuelve la soldadura que hace la unión.

Si el caño tiene las orillas algo delgadas, al tiempo de rascarlas suelen doblarse y hacer ondas, lo cualdebe remediarse metiéndole un moldo y enderezándole los cautos que se han de unir, porquo de lo contrario, no se suelda sino con mucha dificultad y siempre queda de mala vista,

Método de soldar los cuerpos y pies de los caños.

Para soldar los cuerpos y los pies de los caños, se tendrá un trocito de vela de sebo que se envolverá con un papel del un cabo para poderlo eojer sin mancharse; con este sebo se frota la parte que se vá á soldar, se toma el soldador, que debe ser proporcionado á la mag­nitud del caño, y con él, se coje una gotita de solda­dura con la que se le dan varias puntadas, separadas entre sí como 8 ó 10 ctíms, procurando el avenir bien por igual los cantos del caño sin que lleguen á tocarse, de modo que pueda pasar entre ambos un trocito de papel; teniéndolo apuntado y sujeto de este modo, se igualarán perfectamente de manera que el un canto no

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- 3 5 8 -esté mas bajo que el otro, y en este estado, se vá cu­briendo todo el carrejito con soldadura, haciéndola li­quidar bien con el soldador y que una ambas partes tan perfectamente, que queden hechas un solo cuerpo, sin ninguna falta ni agujcrito por pequeño que sea, por­que de lo contrario, se liaría la soldadura en falso, pare­cería que estaba unida, y solo seria la unión aparente, lo cual trae malos resultados.

Para reconocer si queda algún agujeritoen la soldadu­ra que se está haciendo, se investiga fácilmente soplan­do á lo largo de la costura hacia arriba ó abajo, y si lo hay, aunque sea muy pequeñito, penetra el viento por él al cóncavo del caño, y se percibe al momento por­que tiene algo de sonido; sin recargar mas soldadura, se alisa la costura dándole un poquito de sobo, y pa­sándole el soldador con precaución ya de un lado, ya de otro y por encima, ajuicio del artífice, el que con sus observaciones, comprenderá los mejores medios de dejar la soldadura muy firme, lisa y de buena vista ha­ciéndola con ligereza y tino.

m. Cuando los caños son de un largo regular (como de

20 á 30 ctíms.) se sueldan cómodamente en la mano,

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- 3 5 9 -mas cuando pasan de esta medida, es necesario armar un puentecito al lado de la fragua para apoyarlos, y si son bastante grandes, es preciso armar unos caballe­tas que los sostengan en posición horizontal á la al tura del pecho del operario, para no tenerse que bajar ó en­corvarse que es postura m u y molesta, .

afy. 846."

Los caños mayores, tienen la chapa bastante gruesa, y por lo tanto mucha valentía; para poder unir sus cantos, es necesario que un obrero los sujete y contenga en buena posición, mientras el otro los vá apuntando con el soldador, ó al menos deben sujetarse atándolos con unas cuerdecitas que se pondrán de trecho en tre­cho, hasta tenerlos asegurados, en cuyo caso se acaban de soldar cómodamente.

Para hacer bien y pronto las soldaduras, no hay que empeñarse en soldar un trozo muy largo, puesto que hemos esperimentado muchas veces, que es mejor to­mar por ejemplo, un pedazo de 8 á 10 ctíms; se dan en él tres ó cuatro puntos, los cuales se disuelven con un soldador proporcionado, uniendo y alisando á la vez la costura, procurando que no se hunda mucho la solda­dura, y sobre todo no tenerlos que repasar. De este mo­do se continúa todo lo largo del caño, aunque parece

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- 3 3 0 -que se tavda, se adelanta mas porque no hay que volver á repasar la costura hecha.

Para soldar los caños menuditos sin quemarse, hay que valerse de unos moldecitos de madera que se intro­ducen en ellos, y sirven para sostener el cañito sin t o ­carle, pues de lo contrario, aunque se use un soldador bien pequeño, suele tocar á los dedos, ó al menos se ca­lientan los caños en tai disposición, que no se puede re­sistir su contacto sin el auxilio de unos dedales de piel ó una pequeña almoadilla que sirve para sujetarlos en el mpldecito sin tocarlos inmediatamente con los dedos.

Los pies de los caños se sueldan del mismo modo que los cuerpos, y teniéndolos todos ya corrientes, se procede á redondearlos con moldes proporciouados á su magnitud, dándoles unos golpes con el aplanador como se hizo para voltearlos.

aCjv- po.

Soldar al brasero.

Aunque decimos en otro lugar que debe gastarse pa­ra hacer las soldaduras el carbón de brezo, llegan casos

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— 361 — en el oficio, q_ue hay que echar mano del carbón ordina­rio de roble, pino, haya etc. por no hallarse el de brezo. Esto suele suceder cuando se está armando ó compo­niendo un órgano en una Iglesia que está lejos de los talleres, y no teniendo á mano la fragua económica, si hay que fundir algún cepo, soldar algún caño roto, ó lo que es mas común, añadir conductos y formar codi­llos, hay que hacerlo en un brasero, sea de hierro ó de madera guarnecido de ladrillos con yeso ó argamasa, en este caso, se procurará tener el brasero algo elevado del suelo; se armará sobre un banco, ó dos sillas: se tendrá una mesita para poner las herramientas y enseres, y con un fuellecito de mano, del grandor de los que se suelen usar en las cocinas, se enciende la lumbre, en­cargándose de dicho fuelle, y de tener el fuego reuni-dito al rededor de los soldadores, un muchacho que de­berá estar sentado cerca del brasero, y en un punto con­veniente, para que al soplar con el fuelle no dirija el calor y el tufo del carbón al que está soldando; de es­te modo, aun se puede soldar mucho en un dia, pero recomendamos sin embargo, que pudiendo haber car­bón de brezo y hacer los trabajos en la fragua, no se gaste carbón ordinario ni so trabaje en el brasero, por­que no es de tan buenas condiciones, no se adelanta tanto ni se hace la labor con comodidad,

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- 3 0 3 -

LI B .0 QUINTO •

Contiene la formación dol flautado de trece., las proporciones do laa¡ bocas de los caños., la afinación preventiva de estos en el órgano

consultor, y los signos orgánicos antiguos y modernos con lo* que se marcan toda clase da cañerías.

MODO DE HACER UN FLAUTADO DE TRECE, QUE ES EL PRINCIPAL

ORDEN Ó REGISTRO DE UN ÓRGANO.

Suponemos ya al aficionado bien enterado del méto­do de soldar, de todo lo referente á los soldadores y soldadura, y del modo de formar un caño sonoro de boca de la familia de los flautados; por lo tanto pasare­mos á ver como hemos de hacer un flautado de trece completo, que es el principal orden de cañería en cual­quier órgano que se construya, como tendremos lugar de observarlo en el presente libro.

CAPITULO I.

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- 3 6 4 -Para cortar el orden de caños llamado flautado de

trece, se tendrá chapa á medio labrar de todos los grue­sos necesarios, se toma una que sea propia para el caño mayoiv y se la recorre un canto con la garlopa; se se­ñala 1 en ella el ancho y largo del caño que se vá á cor­tar, cuyas dimensiones se tomarán de la regla ó diapa­són que deben contener todas las de este orden, el cual daremos á su tiempo mas adelante. So corta la chapa, valiéndose~al efecto de un reglón fuerte y del punzón acerado, con el cual se marca una raya siguiendo el canto de la regla, repitiéndola dos, tres ó mas veces, hasta profundizarla, de modo qua se divida la chapa con facilidad aunque tenga 2 milis, de grueso. Para cortar las chapas grandes se suele hacer uso de un ser­rucho sin cota, pero cuando no son muy gruesas pue­dan cortarse bien con una tijera fuerte.

En este trabajo de señalar y cortar los caños gran­des. dcbenjORuparse dos obreros, para que el uno ayu­de k sujetar la chapa y fijar sobro ella la regla, mien-. tras el otro profundiza los trazos c o t í el punzón para partirla fácilmente.

Teniendo el «año cortado, se escoje la mejor cara «lo la chapa para el exterior, y en la esquina derecha del cabo, en el que deba hacerse la boca (que siempre será el mas grueso) se marcará con el mismo punzón el número de la tecla á qua pertenezca, cuyo orden empezará siempre en el signo mas gravo ó tecla prime-

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- 3 6 5 -ra del costado izquierdo del teclado: además de esta número de orden, que señala la tecla á que pertenece el caño, conviene hacerle otra señal de inteligencia, por si se cortan dos ó mas órdenes iguales á la vez, poderlos escojer y separar unos do otros.

Asimismo es muy con­veniente el marcar en el caño, el signo íque debe sonar, sea Do, Do sost. Re, Re sost. etc; cuyas mar­cas, números y señales, deben hacerse bien inteli­gibles, procurando el reno­varlas si desaparecen al la­brar y concluir la chapa, para que en ningún tiem­po pueda dudarse á qué, familia, orden ó signo per­tenecen, véase practicado en laFigr. 9 0 y siguientes.

De la misma conformi­dad, se irán cortando y marcando los demás caños de este ó cualquier orden que sean, hasta el mas pe­queño; teniendo cuidado de escojer.siempre la cha­pa del grueso conveniente para cada uno, advirtiendo que vale mas que peque al­go de gruesa que de del-, gada.

F i g . . 9 0 .

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— 3 6 6 -

Grueso regular de las chapas para toda class ée csñss .

por sí, es preciso tener uu tino especial para conocer cual debe ser, porque no es fácil el poder apreciar ni medir el que conviene á cada uno, puesto que si la cha­pa tiene grueso de más, se pierde bastante nietal in­fructuosamente, y hasta es perjudicial al buen sonido que debe tener el caño; y si es muy delgada, aun trae peores consecuencias, y tanto, que no es posible que un caño que no tenga el grueso regular, forme el soni­do bien claro y con la valentía que debe tener, siendo inútil pan; la obra, porque como le falta solidez al cuer­po sonoro, no puede sufrir las oscilaciones que hace el viento en su cóncavo, tiembla el metal y el poco sonido que tiene, es raquítico ó inseguro, por lo que este pun­to, reclama un especial cuidado y caso de haber exceso, es mejor que la chapa sea un poquito gruesa de mas, que delgada, como queda ya advertido.

Mas para que haya una medida^que puechTservir de base al cálculo de los gruesos que deben tener las cañe­rías, lo que enseña la. experiencia, y aconsejan varios autores, es dar á los caños mayores del flautado de

Al escojer el grueso d de la chapa para cada caño dé

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- 3 6 7 -veintiscis, 2 milis, bien cumplidos ó tres de grueso, y á b s cañitos mas menudos de la quincena y demás, me­dio milímetro.

Siendo ambas medidas tan pequeñas y tan próximas entre sí, se comprenderá fácilmente que su división en tantas partes como"caños tiene un orden ó registro, si bien puede calcularle y dividirse matemáticamente, de otro modo parece de todo punto impracticable, pol­lo que solo la espericncia y buen criterio del artista, podrán bailar los gruesos regulares y convenientes para obtener uu resultado satisfactorio.

Q Í ¡ [ I / . S:BS.

Apcsar de tener bien marcados todos los cuerpos de los caños, como queda dicho en el apunte 322, cuan­do se tenga todo un orden cortado, se escribirá su nom­bre en un papel que se coloca entre las chapas, para re­cordar mas,pronto y fácilmente el orden que sea y no se confunda con otros de su misma especie. Si se vé que algunas chapas, son algo gruesas ó tienen alguna desigualdad, se vuelven á repasar labrándolas y deján­dolas lo mas arregladas que sea posible acabando de alisar bien la cara exterior, con la raspilla de acero men­cionada en el ap. 250.

OÍjv. 126.

Los caños cuyo cuerpo sea mas largo de 8 centíme­tros sean ele la fachada ó interiores, se raspillarán

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- 3 6 8 -siempíe al través de su largo, esto es, á lo ancho de la chapa y los que sean menores de esta medida se raspi-llan á lo largo, como queda dicho en el ap. 259.

Teniendo ya los caños en este estado, se vuel­ven á diapasonar definitavamente pasándoles la garlopa de recorrer por el canto que no esté acabado, con mu­cho cuidado de no estrecharlo mas que lo justo, hasta llegar á las marcas que señalen sus anchos respectivos, y á poner el cabo en que so ha de hacer la boca bien á escuadra, cuidando desde luego, que todas las opera­ciones que aun deben practicarse en las cañerías hasta su conclusión, se hagan con el mayor esmero, evitando golpes y rayas, que de lo contrario cuando se concluya un caño, tendrá ' muy mal ver y parecerá obra vieja ó recompuesta.

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- 3 ( 3 9 -

CAPÍTUL01ÍÍ .

PIES DE LOS CAÑOS DEL FLAUTADO DE TRECE T DEMÁS ÓRDENES,

UCUYAS CAÑEIlÍAS VAN EN EL INTERIOR DEL ÓRGANO. _

Teniendo el flautado de trece ó cualquiera otro ór-deo. cortado y bien diapasonado, se procede á cortar los pies, que serán para los caños de fachada,! del mis­mo metal que estos, y para los interiores» de metal mediado ó de segunda, aunque los cuerpos sean de pri­mera. Los pies de los caños de fachada, generalmente se hacen bastante altos, tanto porque suelen ser caños grandes los que se colocan en ella, como por atender al gusto de la decoración, puesto que algunos órdenes, tienen los pies formando escala dé mayor á menor ó á la inversa, otros en los caños mayores, tienen los pies cortos y en los menores largos, porque esto depende del gusto, de lo cual nos ocuparemos á su tiempo; pero un pié bien proporcionado para un flautado de trece de un

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- 3 7 0 -órgano regular, debe.tener 47 ctíms. de largo; sin em­bargo, esta medida en órganos ordinarios, puedo redu­cirse ansia 28 ctíms, ó algo ma.; si fu?sü necesario, á pesar que so monta mejor un caño que tiene su pié bien proporcionado á su largo y grueso, que cuando se le pone mas corto de lo regular.

MsdMas del largo de los pies para ía generalidad de ios caños.

• Para las cañerías interiores sean del flautado ó de cualquier otro orden, que el largo del cuerpo del caño sea próximamente de 112 ctíms. (ó sea el segundo Do del flautado que se viene describiendo), se harán siem­pre los pies de 23 ctíms, de largo, en toda clase de caños desde el largo que queda esplicado, hasta el mas corto del flautado; se esceptuan de esta regla los que han de componer los órdenes de llenos, cornetas y na-sardos que solo tendrán 20 ctíms, y esto, en órganos de alguna consideración, que para los ordinarios de menor cuantía, se harán en unos de 185 milis, y en otros, aun mas cortos de 140.

E n los órganos realejos y portátiles, que se quiera economizar el peso y aprovechar el local, pueden redu­cirse los píos aun mas de las medidas apuntadas, como tendremos ocasión de verlo mas adelante, al ocuparnos de estas pequeñas construcciones.

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Determinada la altura quo so quiera dar á los pies, se recorre con la garlopa el cauto de la chapa de que se van á cortar, y so arrima á la regla derecha del traza-pies; la izquierda se abre como se abren las piernas do un compás, hasta que pueda introducirse entre ambas do plano, el cuerpo del caño; abajo á la parte de la punta, so señalará el ancho de esta, que se tomará de la regla-plantilla ó diapasón en que se tengan marcadas estas dimensiones. Esta medida se señalará con el compás al estremo de la chapa, la que se colocará de modo que la regla izquierda del trazá-piós, toque los puntos que marquen el ancho de la punta y el de arriba de la par­te ancha que ha de unirse al cuerpo del caño; para esto habrá que subir ó bajarla chapa, abrir ó cerrar el tra-za-piés, hasta conseguir el que se avenga como queda dicho, sin que sea obstáculo el que la parta que corres­ponde á la punta del pió, esté á uno, dos, tres ó mas centímetros separada del eje que reúne las reglas del traza-piés (que esto es accidental) porque los milíme­tros y centímetros marcados en ellas son para medir el largo del pié en cualquier posición que deba ponerse para marcarle, empezando acontar su medida desde el 1,°, 2,f

:,3.° ó 4." ct ím. etc. Véase indicado en la Fig. £ 1

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E n esta figura, se vé el trozo de chapa, de la cual se vá á cortar el pié, arrimado á la regla derecha del traza-piés en la que están marcados 36 ctím; el cuerpo

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- 3 7 3 -del caño está colocado en la posición que debe estar; la línea entrecortada C marca la posición que debe tener la regla izquierda, que se lia diseñado mas abierta da lo regular, para que se vea bien el pié como está traza­do, aunque para marcarlo como se debe, ba de tocar la punta del ángulo izquierdo del cuerpo del caño. E n esta disposición se abre el compás de modo que la una pun tase fije en el eje del traza-piés (que es el eje d é l a bisagra, el cual debe tener ua agujerito para fijar en él la punta del compás coico se marca en D), y la otra llegue al punto A que se marca en la F ig . 91 que es el que señala el ancho de la punta del pié, y allí se hace la parte de círculo que se vé marcada desde dicho pun­to á la regla derecha. Luego se abre el compás hasta llegar al largo que debe tener el pié que está marcado de 19 y¡, ctiras, y allí se hace la otra parte de círculo que se vé entrecortada en B, enseguida se tira una lí­nea siguiendo laregla de la izquierda, que es la recta entrecortada en O y queda trazado el pió, que se corta­rá con cuidado de seguir los trazos circulares, y el recto se cortará un poquito mas ancho, para repasarle y ajus-tarle á la medida con la garlopa, dejándole bien aveni­do al ancho del caño; lo cual se mide [apuntando el án­gulo derecho del euerpo con el del pió, se hace rodar la parte circular de éste tocando la recta del cuerpo, y concluyendo el ancho de éste, debe concluir también el del pié; véase la Fig. 92 que señálala posición del pié al empezar á medir y la conclusión.

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Fig. ©2.

A todos los pies so los marcarán los números que correspondan á su caño respectivo, como queda indica­do en la F ig . 92 con la diferencia que los caños llevan las señales en la cara exterior, y los pies las llevan en la interior, escepto los caños pequeños que la deben te­ner en la de fuera, por la dificultad que habría después en poderlas ver. Si hay algún pié que tenga desigual­dad en el grueso, se procurará adelgazarle de donde convenga, dejándole bien fuerte del centro de la parte ancha, que es donde se les hace el labio inferior de la

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— 3 7 o -bocn, y á la conclusión s:i raspillará á lo largo ó' al tra­vos, sogun esté raspilkdo el caño. Si los pies del orden que se está cortando, son de diferentes largos, como suele acontecen' en un flautado de fachada, hay que pro­ceder en cada uno del mismo modo que se ha hecho con el que queda descrito; pero si son todos de un mis­mo alto, se economiza tiempo y trabajo cortándolos del modo siguiente.

Modo de cortar los pies con plantilla, economi­zando tiempo y trabajo.

Para cortar muchos 'pies, de un mismo largo, pero de diferente ancho por medio de plantilla, se tendrán dis­puestas tiras de chapa, que tengan de ancho un centí­metro mas que el largo del pié: se toma el segundo ca­ño del orden que se tiene entre manos, y se mide con el pió que se tiene ya cortado del primero, el cual ne­cesariamente es mas ancho, por lo mismo se pondrá de modo que lo que sobre de ancho se reparta á partes iguales en los dos costados, cuyo sobrante se marca con un puntito á cada lado; este pié- así marcado, se pone sobre la chapa, de modo que la señal ó punto que de­signa el ancho, venga al canto de dicha chapa, y en es­ta disposición se marca el otro puntito donde corres­ponda; lo mismo se hace en la punta de abajo; ensegui­da se marcan las dos circulares y queda señalado sobre la chapa el segundo pió; se levanta el que sirvió de pa-

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trou, y - 3 7 6 -

so ocha uua línea recta desde el punto de la circular ancha al de la es­trecha, y se corta siguien­do bien los trazos. Para poder continuar marcando ios demás pies como se hi-550 con éste; y de este mo­do van sirviendo de planti­lla los unos para los otros.

E l mismo corte de la chapa indica que el pié que so va á cortar, debe marcarse en posición in­versa del anterior, ó sea punta con cabeza, para aprovechar material, véase marcado este procedimien­to en la Fig. 93 .

De este primer corte, no quedan perfectamente ar­reglados los pies, que siempre se alteran un poco las medidas porque á tanta repetición de marcar unos por otros, varían algo las curvas, se ensanchan y alargan

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- 3 7 7 -algo las proporciones y medidas; mas esto so remedia cuando se van a señalar y abrir las bocas, repasándolos con el primer pié que sirvió de patrón, y tiene las cur ­vas bien hechas con el traza-piás.

También será conveniente, el hacer una plantilla de madera fuerte de 3 milis, de grueso, ó de metal del grueso regular, para cada signo Do, de un orden: que estando bien arreglados, pueden servir para trazar todos los pies de los caños de su octava respectiva, con las que se obtiene un buen resultado ahorrando tiempo y trabajo. Esta plantilla la diseñamos en la Fig. 94, en la que se ven unos tr-azos á cada costado, que indi­can el ancho de diferentes pies.

Fig. 94.

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- 3 7 8 -

En todos los pies que se vayan cortando, debe po­nerse la chapa mas gruesa á la parto ancha del pié, con dos objetos esenciales; primero, para que tenga suficien­te fortaleza el labio inferior de la boca y no varíe la abertura de la lámina por donde sale el viento; y se­gundo, para que pueda hacerse bien firme la soldadura que une el pió al cuerpo del caño. Si algún pió queda un poquito estrecho á la medida de su cuerpo respecti­vo, por eso no debe inutilizarse, porque marcándole en su cara exterior con una E mas ó menos grandccita, al tiempo de soldarle se vé la marea que indica la falta y se puede remediar perfectamente, dejando' un poquito abiertos los cantos del pié, y suple la soldadura la falta do la chapa; pero si esta es muy notable, por ejemplo, que le falte al ancho mas de 5 milis, entonces debe ha­cerse otro pié y dejar el estrecho para un caño mas pe­queño.

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CAPITULO I I I .

DE LAS BOCAS BE LOS CAÑOS, SEÑALARLAS T ABRIRLAS CON SUS

PROPORCIONES REGULARES.

Teniendo los pies recorridos, y bien exactos á las medidas de ancho, largo y grueso, se pone el caño en el trazador de las bocas, y con un punzón se hace un punti to en cada línea de las que marcan la proporción de ocho partes dos; ó lo que es lo mismo, marcarle en su centro la cuarta parte de su ancho respectivo.

Si el caño es para la fachada y se quiere que el pla­no del labio superior de la boca tenga la forma angular, se toma la plantilla que se tendrá hecha á propósito, de madera dura ó chapa de hierro F ig . 77; se coloca aque-

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- 3 8 0 -llasobre el cuerpo del caño por su cara interior, pasando ambos costados de la plantilla, tocando á los puntos epue marcan el ancho de la boca, y la punta aguda bien al centro del caño: teniéndola bien sujeta con la mano izquierda, se marcan les trazos en ambos costados con el punzón fuerte de punta acerada, repitiéndolos has­ta que empiecen a percibirse por la cara exterior, pero no mucho, porque al voltear la chapa y modelar los la­bios del caño, podría romperse fácilmente. Si en vez de la forma angular so le quiere poner la ojival ó redon­da, puede hacerse, marcando aquella con la plantilla que dimos en la F ig . 78.

Si el caño ha de tener el plano del labio superior concluido en redondo, en vez de punta aguda, en este caso se tiran dos líneas á escuadra valiéndose de una reglita, hasta la altura conveniente; y o l medio círculo; so hace con eleomp'is fijo procediendo del mismo modo que se hizo con el pié. Véanse mareadas estas formas en las FigS. S'o. 98 y ©7. Respecto á sus medidas las daremos mas adelante al tratar de los voladi­zos y adornos de los caños grandes do las fachadas.

Fig. 95.

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Fig. 96.

Marcar las bocas en los pies, de los caños.

Para marcar la boca en el pié de un cafio, se pone éste como se dijo para medir su aucho con el cuerpo respectivo, y cuando pase por los trazos de la boca, se marcan estos en el pié con un puntito en cada lado; se toma el compás fijo, se divide el ancho de la boca en dos partos, y se hace un medio círculo con el compás profundizándole del mismo modo que se hizo en el cuerpo, los cuales se ven en la F i g . 97.

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— 3 8 2 —

A las cañerías interiores se les hacen las bocas mas sencillas, poniendo el pió jau to al cuerpo del caño; se aviene el un trazo, se pone una reglita encima que sujeta ambas piezas á la vez., y so tira el trazo con el punzón empezando en el cuerpo y acabando en el pié; y cuando, está bastante marcado, se avie­ne el otro lado, y se marca del mismo modo; con lo que queda hecho mas fá­cilmente y del mismo efec­to, aunque sea diferente la vista, que como es para el interior, n,o. importa;, véase marcado en la Fig. 98.

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- 3 8 3 -

Fig. »8 ,

Medidas de los planos dé las bocas para las cañerías interiores.

Para hacer, estos trazos» que marean el plano de loa labios de la boca en ambas piezas, también debe guar­darse su proporción, por lo que al primer .Dode la octa­va (que es igual al segundo del flautado de tijece) y sue­le ser el caño mayor en que se marcan las bocas de es­te modo, se le darán de largo 70 milis, de los cuales 24 se marcarán en el pié, y los 46 restantes en el cuerpo del caño, cuya medida vá disminuyendo, hasta el caño

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- 3 8 4 -mas pequeñito del lleno, que solo tendrán dichos t ra ­zos de largo 10 milis, ó algo menos: mas como en estas medidas no es sumamente necesaria la exactitud, se hacen estos trazos prudencialmento ó como se dice vul­garmente á ojo.

Q&¡*. 84-0.

Cortar las bocas de los caños.

Concluido esto, se toma un formón á propósito para abrir las bocas á los cuerpos de los caños, cortando el metal á golpes con un macito, las cuales se dejarán bastante bajas, porque sus verdaderas proporciones, (las cuales damos en el ap. 360) no se arreglan hasta que se vaya á afinar el caño, y darle el carácter de sonido que le corresponda según al orden que pertenezca; cu­ya operación es la última que se le hace probándolo cu el órgano consultor ó de pruebas.

También pueden marcarse sobre la boca de cada ea-ño, las iniciales del nombre y apellido del constructor, que al efecto se tendrán hechas en acero; para esto so pona la raspilla debajo de la chipa, se dá un golpacito de martillo sobre el acero que tiene abiertas dichas le­tras, y queda hecho con poco trabajo. Sin embargo,

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- 3 8 5 -esta operación puede escusarse si no se croe oportuna porque no es mas que un acto voluntario, que á nues­tro parecer convendría se adoptase generalmente, por­que así so sabría de que fabricantes eran las cañerías do los órganos, y por lo mismo se esmerarían mas en la conclusión de las piezas que llevasen su nombre, hon­rando de esto modo su memoria. Véase practicado en la F b j . 96.

Si acontece el tener que cortar, dos, tres ó mas ór­denes do caños de una misma clase ó magnitud que puedan confundirse, para que no se cambien unos con otros, se los marcará además del número de la tecla á que corresponden, otro número de orden, ó una señal particular que los distinga .entre sí y puedan escojerse fá­cilmente: cuyas marcas, como hemos indicado en el ap. 322, pueden hacerse á la parte do atrás del caño, en el pié, ó donde se tenga por conveniente, como decimos á continuación: 1—1, 2 — 1 , 3—I, 4 — 1 , 5—1, etc: otro orden puede señalarse 1—2, 2—-2, 3-—2, 4—2, etc, ó. también puedo ponerse al lado del número déla tecla que todos deben tener, una cruz, uu cero, una rayita, ú otra cualquier señal de inteligencia.

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- 3 8 6 -

CAPITÜLO IV.

VOLTEAR LOS CAÑOS I PIES CON LOS MOLDES DE MADERA.

Antes de voltear un caño ó un pié. se debe repasar, por si la cara que ha de ir al interior está algo sucia, para limpiarla frotándola con un trapo y un poco de ceniza cernida ó raspillarla si fuere necesario; se tendrán moldes á propósito de varias dimensiones como, se dice en el ap . 281; se toma el cuerpo de un caño y se vá mo­delando conlas manos y un aplanador, con el cual se van dando algunos golpecitos á lo largo del caño, para que se amolde bien la chapa y tome la forma conve­niente, procurando dejar los cantos que deben unirse bien derechos, que no hagan ondas, y que no queden

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- 3 8 7 -juntos tocándose el uno al otro sino un poquito sepa­rados, como 4 ó 5 milis. Los pies se voltean también con moldes cónicos que deben tenerse de diferentes di­mensiones; de la misma manera que los cuerpos de los caños; y teniendo modelado todo un orden, se colocan en un lugar que no ocupen demasiado, á cuyo fin los piós pueden meterse unos en otros, poniéndoles un pa-pelito que lleve escrito el nombre del registro, y á que órgano ó secreto está destinado para evitar confusión: enseguida se preparan todas las piezas volteadas para la soldadura, se rascan, sueldan y modelan como he­mos dicho en el Cap. VII , aps, 310 y siguientes.

Aplanar el labio superior de la boca.

Para aplanar la parte alta de la boca que ha de for­mar el labio superior del caño, se hace en el yunque de madera, que se tendrá hecho al intento como se ha des­crito en el ap. 285, y cuya figura reproducimos para mayor claridad: se introduce en el caño la punta del yunque; se le dan á aquel unos golpccitos en la parte conveniente con un aplanador proporcionado hasta que se modele el metal y tenga el caño la forma que se indi­ca en A. Fig. ©9.

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Q/tcjt, % U

A 1 )s caños del interior que no se les marca medio circulo, ojiva ni ángulo agudo, se aplanarán dán­doles la forma circular(aun-que algo imperfecta) á la parte superior, cuya altura se tomará dándolo dos ve­ces el ancho de su boca respectiva á cada uno, con­tándose esta medida desde el canto del labio superior hacia la parte alta del cuerpo del caño; los que tengan marcado por el in­terior este plano .en forma circular ó angular, no ne­cesitan medida porque ya la tienen hecha, y te­niendo alguna práctica en el trabajo, tampoco se pier­de tiempo en medir, estos planos do los caños inte­riores, porque se hacen

muy bien á ojo. .

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- 3 8 2 -

Acoplar las puntas da los pies.

Antes de aplanar el labio del piá se recortará y ar­reglará la punta por la que este recibe el viento, la cual se acoplará con un modelador de hierro ó de latón Figs. 82 y 83, dando golpecitos á la punta del pié y variándole de posición para que resulten dados en diferentes sentidos, quede la punta bien redondita y como aguzada, para que entre justa en el agujeríto del tabloncillo ó tapa del registro.

Si algún pió tiene el metal muy grueso déla punta, puede adelgazarse un poco rascándole interior ó exte-riormente eon un cortaplumas para poderle acoplar mas fácilmente.

Grandor de los agujeros de los pies.

La operación de dar golpecitos con la punta del pié en el interior del acoplador, se prosigue hasta que el agujero vaya cerrando lo regular; la capacidad de los agujeros en las puntas de los pies, es otra medida de

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- 3 9 0 -las muchas que se hallan en este arte, difíciles de preci­sar, por la poquísima diferencia que puede haber del agujero de un caño al del que le sigue en su orden, y á veces lo necesita algo mayor un caño pequeño que otro mayorcito; de modo que á pesar de las medidas que hemos dado en el diapasón ó escala general de la familia de los flautados, creemos que no hay mejor re­gla que hacer el agujero como lo pida el mismo caño, puesto á la prueba en el órgano consultor, y aun me­jor puesto sobre su propio Tiento; á pesar que no es tan de rigor la exactitud de estas medidas que no la pue­dan regularizar la experiencia de un artista entendido. Las puntas de los pies para los caños mayores son las que pueden acoplarse cou medida aproximada, mas aun así no se puede escusar el tenerlos que retocar cuan­do pasen al esperimento. Véase la Fig. 100 que re­presenta un pió con la punta acoplada.

Fig. 100.

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- 3 9 1 -

Aplanar el labio inferíar de la boca.

Teniendo ya acopladas todas las puntas de los pies, se les aplana la parte que ha de formar el labio inferior dé la boca, para que forme la lámina de viento que dá el sonido, la cual está ya marcada en la parte ancha del pié; si es el caño para el exterior del órgano, será de medio círculo; y si es del interior, se aplanará un poco mas de la mitad del ancho de su boca, procurando de­jarle de buena forma, como se manifiesta en A Fig. 100.

Después de aplanados los labios de los pies, queda imperfecta su parte ancha, lo cual se reconoce fácilmente poniendo el pié boca abajo sobre una tabla plana, y si no sienta bien, porque la parte circular que se aplanó sube algo mas que el resto de la circunferencia, se r e ­corta el sobrante; si el pié es grande, con un cepillo de labrar chapa, y si es pequeño, se arregla con una naba-ja y una lima, hasta dejarle bien igual todo al rededor y que quede bien sentado sobre la mesa formando una pirámide.

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- 3 9 2 -

CAPÍTULO V.

DE LAS TAPAS INTEltlOUES QI.E FORMAN LA LÁMINA DE VIKNTO

EN LA BOCA DE LOS CAÑOS.

Las tapas interiores que dividen el cóncavo y for­man la boca de los caños, se han hecho casi siempre de plomo puro sin ninguna mezcla de estaño, mas sieudo estas unas piezas de much íá na influencia en la forma*-cion del sonido, y que tan necesaria es su fortaleza é inmovilidad; opinamos que se las debe mezclar alguna porción de estaño, para que sean de una materia mas sólida, y menos expuesta á perder la viveza de sus es­quinas y rectitud de su corte, por lo que, á las tapas de los caños grandes, se les echará una parte de estaño en la misma proporciou que se ha de poner á los cepos de los caños de lcngüeteria que es; á un kilogramo de plo­mo, se le mezcla medio do estaño, cuya regla se seguirá

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- 3 9 3 -hastacl caño Do núm. 25 del flautado de trece que se viene describiendo; y desdo el caño Dfi sqst. n ú m . 26, hasta el ma3 menudo de cualquier orden que sea, so Jes harán las tapitas de metal mediado ó de segunda clase, aunque ios caños sean de metal fino de primera.

Las tapas de los caños grandes deben hacerse fun­didas, á cuyo fin se disponen unos moldes en un trozo de tablón grueso (de pino por ejemplo); se le hacen con un formón unos cuantos rebajos de la misma forma que los tapas y próximamente de las mismas dimensiones, los cuales se embadurnan con algunas manos de pin­tura de la que se apuntó para preparar las soldaduras, que resiste algún tanto el calor del metal derretido. ' E n cada rebajo ó molde se pone un papel que lo

guarnece é impide que el metal toque á la. madera pin­tada; en esta disposición, se pone el trozo de tablón un poquito desnivelado en su plano, y se echa con un ca­cito la porción de metal fundido que se crea necesario para llenar cada moMe, do este modo • salen las tapas mas gruesas de la parte de delante donde han deformar la beca, que de lo demás de su circunferencia y en poco tiempo sé pueden fundir muchas del grandor y grueso que se quieran.

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- 3 9 4 -

Apesar de haber fundido las tapas en diferentes moldes, no pueden salir ajustadas á tanta diversidad do caños, todos de diferentes diámetros, y para aproximar­las á la medida y avenirlas cada una á su pié, se forjan sobre un yunque con un martillo á golpes moderados, para que vayan ensanchando lo necesario, cuidando no obstante, no estirarlas tanto que se rompan ó queden muy delgadas.

Para reeortar las tapas y avenirlas á los pies, so pone uno de estos sobro una tapa, y con un punzón se marca toda su circunferencia, escepto la parto recta de la boca que ya debe tenerse regularmente dispuesta; se recorta con tijera proporcionada siguiendo ol trazo, y se acaba de avenir con una lima áspera.

lia parto recta de delante que forma la lámina ó sali­da del viento, á las tapas grandes, puede arseglarse con la garlopa ó cepillo del metal que tenga el hierro poco saliente y muy afilado, pero las tapas medianas y pe­queñas, se arreglarán con una lima; disponiendo en to­das ellas que el chaflán inclinado que tiene el corto- de

«

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- 3 9 5 -dolante, esté perfectamente recto y no llegue á todo el grueso de la tapa, porque la esquina viva de la parte inferior debe quedar á escuadra perfecta con la cara baja de la tapa. La forma de todas ellas es, como he­mos indicado, gruesa por delante y delgada por atrás; véase marcada de plano en la F ig . 71 y de perfiil en la Fig. 101.

Fig. 101.

Grueso de las tapas interiores de los caños.

La proporción que debe observarse en el grueso de las tapas interiores, es darles á la parte de delante próximamente la tercera parte del alto de la boca, co­mo se vé indicado en la figura anterior, y disminuye el grueso en todo lo demás del rededor; cuyas medidas se seguirán en las cañerías grandes que por su magni­tud se pueden compasear fácilmente, pero en las cañe-

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- 3 9 6 -rias menores, por ejemplo, desde el Do 25 del flautado de trece ya puede graduarlas la buena inteligencia del constructor, porque seria sumamente incómodo é in­fructuoso el gastar tiempo en estas medidas..

Según se van haciendo y arreglando las tapas se meten cada una en su respectivo pié, y este en el cuer­po del .caño, para evitar confusión.

Soldar las tapas interiores á los pies, y unir estos á los cuerpos respectivos.

Para soldar la ¿apa al pié del caño, se coloca esta en la parto ancha de aquel, do manera que la cubra toda, escepto la lámina ó salida del viento que forma la abertura que debe haber entre la tapa y el labio del pié. Véanse marcadas en las FigS. 102 y 103 que re­presentan una tapita mediana y otra mas pequeña , sol­dadas ya cada una ea su pió respectivo.

Fig. 102- Fig. 103.

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- 3 9 7 -

V. CBQ)Q>.

Abertura de la lámina del viento.

La parte clara ó filete que circunda las tapitas de las figuras anteriores, indica el grueso del metal que forma el pié; y donde está cortado el círculo so vé la abertura por donde sale el viento en forma de lámina; la graduación de esta abertura también es difícil el fi­jarla para cada caño; porque, como se dirá en otro lu­gar, algunos órdenes requieren mas abierta la lámina que otros; así como también mas ó menos cantidad de viento para formar su sonido; mas para tener un prin­cipio en que apoyarse y poder regularizar estas medi­das, se dará á los caños mayores del flautado de 26 cer­ca de 2 milis, ó algo mas de ancho á las láminas del viento, y van estrechando las proporciones á medida que van decreciendo los caños, hasta el mas menudito del lleno, que solo debe tener de lámina como medio milímetro.

Bien so deja comprender que es impracticable el subdividir á todo rigor ó exactamente eü tantas y tan pequeñas porciones como caños tiene un orden completo de flautado (ó mas bien todas las cañerías que comprende esta familia) una medida tan pequeña que solo consta do 2 ó 2 % milis, hasta quedar en % mili; de consiguiente esta os otra de las proporcio­nes que debe graduar discretamente la espericncia del ar t is ta .

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- 3 9 8 -

Qlkv. 356.

O

¿o

Teniendo todo bien dispuesto se empieza á soldar con.soldador proporciona­do, procurando dejar la ta-pita muy segura y sin ningún agujerito, que no hay cosa peor para un ca­ño que tener la tapita mal soldada é insegura.

Si quedase la* abertura muy cerrada, se puede en­grandecer, quitando un poquito" de metal á la t a ­pa con un formoncito bien afilado, y procurando de­jar bien recta y lisa la parte que se retoca. Tam­poco debe quedar la parte inferior déla tapa comple­tamente jiivelada con el labio del pió, sino un po­quito hundida en él, como se manifiesta en la Figu­ra 104.

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- 3 9 9 -

Luego se lima la rebaba de la soldadura que se ba­ya hecho cou el soldador, y se ajusta el pió al cuerpo del caño, cuidando que esté bien avenido y que en lo posible forme al rededor el mismo carrejito que formó á lo largo de las costuras ya soldadas, cuyos dos costa­dos ya estarán preparados de antemano. Se rascarán todo al rededor el cuerpo y el pió; se les pasa el cabo de sebo y se sueldan con la firmeza y regularidad que se ha recomendado en los apuntes anteriores.

Para soldar fácilmente los pies á los caños media­nos y pequeños, se toman ambas piezas con la mano iz­quierda, se ponen bien avenidas apoyando la punta del pié en el pecho, y en .esta posición, se le dá un puntito do soldadura á cada costado de la boca y otro atrás, con lo ;que queda ya seguro, y si está cual corresponde, sin concluir de guarnecer el caño, debe sonar ya aun­que imperfectamente. .

Luego se acaba de circundar de soldadura, procu­rando que queden ambas piezas, hechas un cuerpo bien unido y acabado.

Si los pies son de caños grandes, hay que tender es­tos sobro los caballetes cerquita de la fragua, y allí un

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- 4 0 0 -• obrero sujeta y sostiene el pió puesto en el caño en buena posición, mientras otro lo apunta y prendo en aquel, para poder después con mas comodidad hacer la soldadura todo al rededor, repasarla bien para que quede' fuerte, lisa y de buena vista y sobre todo el pió perfectamente derecho con el cuerpo del caño, y la lá­mina del viento muy igual y nivelada con el labio su­perior de la bocal

Q-I)¡v. S§9.

La operación de unir los pies a. los cuerpos de Jos caños exije un cuidado especial, pues que de ella do-pendo principalmente (después de las buenas cualida­des del material y las proporciones de sus medidas) la buena forma y perfecto sonido del caño, puesto que si al tiempo de soldar ambas piezas, quedan algo torcidas, ó la lámina del viento que forman el pié y la tapita interior, ño están exactamente en la misma dirección que el labio superior del cuerpo del caño, ó quoda el pié muy atrás ó muy alante, son defectos que pueden causar extorsión en los caños. Es cierto que, no siendo muy notable la falta, puede arreglarse levantando, ba­jando ó torciendo un poquito el labio superior de la boca; pero lo mejor es evitar estas contingencias, te­niendo el cuidado que requiere tan delicada operación, dejando el caño perfectamente derecho y bien propor­cionado en todas sus partes, como se indica en las Figu­ras 72, 73, 106, 107 y 108, etc.

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CAPITULO VI.

DE LA PROI>0RG!JN DE LAS BOCAS DE LOS CAÑOS, í DEL CARÁCTER

DE VOZ QUE IÍÉBEN TENER.

GÍcjt-. §60.

Después de formado ol. caño según las í'eglas dadas en el capítulo anterior, debe sonar ya regularmente, mas como en el primer corte que se le dio á la boca cuando se abrió con el formón» se dejó mas baja de Ío regular, es preciso irle recortando el labio superior, que es el del cuerpo del caño, dándolo la proporción de cinco partes que tenga la boca de ancho ó largo, una de alto, cuya medida es para todas las cañerías de flau­tado y llenos que pertenecen á una misma familia; al­gunos autores aconsejan que debe darse al flautado la proporción de cuatro partes que 'tenga la boca de a n ­cho una de alto, mas esto solo puede practicarse en las cañerías medias y agudas; por ejemplo, desde el Do 25 del flautado ó sea primero de la quincena, hasta e l Caño

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- 4 0 2 -mas pcqucñito, y esto cuando so quiera que por este medio tengan los caños toda la fuerza de voz de que son susceptibles, y su timbre no sea tan claro y bron­ceado como cuando las bocas se dejan un poquito ba­jas , á l a proporción de cinco partes, una.

Si la boca está muy baja, y el caño tiene bastante viento, se remonta su sonido una octava alta; y si la boca se ha recortado demasiado y es muy alta, no for­ma el sonido sino con mayor cantidad de viento y mas violencia, resultando un t imbre mas fuerte, si, pero no tan agradable.

Los cañitos pequeños que tienen la boca alta, no suenan bien ni tienen el punto seguro; por todo lo que en el arreglo de las bocas, debe fijar el artista toda su atenciou y hacerlo con mucho tino; que de lo contra­rio, nunca conseguirá que los caños suenen bien, ni menos darles su verdadero carácter de voz.

También se nota con frecuencia, que un caño que suena perfectamente, si se acorta para hacerle 'subir el tono, mientras el recorte no es mucho, aun suena re­gularmente; poro si ha de subir mas do medio tono,

OÁñv. §64.

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- 4 0 3 -pierdo l i claridad y dulzura do la voz, y algunos la pierden casi del todo; de lo cual se infiere, que cuanto mas pequeño vá siendo el caño, necesariamente tiene que tener la boca mas baja; mas por este principio, no se crea que cuanto mayor sea áPcaño la puede tener mas alta, no, que on las cañerías del órgano so esperi-meuta en muchas cosas aquello de que los extremos se tocan; puesto que si los caños mas pequeños necesitan las bocas on proporción mas bajitas, que los caños me­dios do una escala ó diapasón, á los caños magnos les acontece lo pro, io, esto es; que no porque sean gran­des hay que estremarles la medida del alto de sus bo­cas, sino hacérselas bien proporcionadas, y vale mas que pequen un poquito de bajas que de altas. Para recortar y arreglar las bocas, se hace con un cortaplu­mas fuertecito bien afilado y una lima; con la cual se afina el corte bien, y se le quitan las rebabas al metal ó á la madera.

Q'ÍCJI , . s6a.

Para que un caño tenga la voz clara, sonora, que no sea tardo en formar el sonido, y que no píe ó silve al tiempo de emitirlo, es necesario que la lámina de viento que sale por la abertura que forman el labio in­ferior de la boca y la tapa interior, vaya muy recta ó igual á herir el labio superior, en el cual se divide de modo que una parte del viento sale fuera del caño, y otra parte pone en movimiento el que hay en el cónca­vo, de cuya partición resulta el sonido. Esto se obser-

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- 4 0 4 -va claramente en tiempo do invierno, si se haco sonar un caño poniéndole en la boca; como el aliento es cáli­do y la atmósfera fria, al tocar aquol en el labio supe­rior del caño, lo empaña, y se vé perfectamente si se parte con igualdad <!fl toca bien al centro de dicho labio.

Si la tapita interior está demasiado hundida, se diri­ge la mayor parte del viento al interior del caño, y para nacerle sonar hay, que hundir mucho el labio su­perior: al contrario suéede si la tapita está muy eleva­da, marcha el viento fuera del caño, y para poderlo partir hay que elevar mucho el labio superior. De todo esto puede inferirse cual debe ser la posición de las par­tes que concurren á la formación del sonido. Los di­versos timbres que se dan á las cañerías dependen prin­cipalmente de la dirección que se dá á la lámina del viento, de su mayor ó menor abertura, de la cantidad y potencia de aquel, y otras varias circunstancias que se irán apuntando y que la esperiencia enseñará sobra­damente al que tenga perspicacia y un genio obser­vador.

Causas qas Impiden el que suenen bien los caños.

Hay también otros motivos que suelen molestar cuando se arregla un caño, si no reúne todas las bue­nas condiciones que debo tener. Estos pueden ser el

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- 4 0 5 -tjnor ol agujcrito do la punta del pié muy pequeño ó demasiado grande; tener la lámina del viento m u y abierta ó cerrada; estar desnivelada con el labio supe­rior; tener alguna brocita interpuesta en olla; haber al­gún agujcrito o raja en las soldaduras, ó en el mismo metal del cuerpo del caño, ú otro cualquier incidente que molesta mucho, aunque después de visto sea fácil su remedio.

A veces también suele acontecer que un caño que está perfectamente arreglado, cuando se pune en su si­tio, no forma bien el sonido; entonces puede estar el defecto en el agujero del secreto, en ol del registro ó el de la tapa, en el tabloncillo conductor, en lá ventílla, en la tecla que no baja lo suíicieuto y no hace abrir bien la ven tilla, ó también en los movimientos interme­diarios que hay desde aquella á esta. E n fin, son tan­tos los puntos en los que puede radicar un defecto que moleste'al artífice, que aveces es mejor suspender el empeño de buscar la causa, distraer un poquito la ima­ginación, volver de nuevo á la investigación, y se ha­lla que el entorpecimiento es de fácil remedio, y no vale la pena de tanta molestia. .

Véase la Fíg. 105 que representa unidos, un frac-mento del cuerpo de un caño y otro de su pié, con el largo de la boca dividido en cinco partes, de las cuales tiene una de alto.

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- 4 0 6 -

Fig. 105.

Respecto al timbre que deben tener todas las cañe­rías de los órdenes que se componen de esta familia de flautado, en la imposibilidad de poder explicar nuestro pensamiento con suficiente claridad, diremos que su •sonido debe ser brillante y claro, y así como se dice de un hombre que tiene buena voz, que es clara y platea­da, en estas cañerías les conviene el epíteto do voz bronceada, cuyo timbre debo ser todo lo contrario de las cañerías de ancha dimensión, que pertenecen á la familia de los unsardos y tapados, que si bien suelen tener algo mas cuerpo de voz, es siempre mas oscura y parecida á las cañerías do madera; y finalmente, con­tando con que la esperiencia del trabajo, y las compa­raciones de las cañerías de estrecha dimensión con las

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- 4 0 7 -cle ancha, darán bastante luz para comprender el t im­bre que le es propio á un flautado, solo diremos que es mejor que su sonido se aproxime mas bien al que pro­ducen las cañerías de la dimensión mas estrecha, que á las que la tienen ancha, sin que por esto deje de tener toda la claridad y fuerza do sonido que se requieren pa­ra que el instrumento tenga sus voces llenas y bri­llantes etc.

Q/to|>, 866.

De lo que dejamos sentado debe inferirse que hasta que el aficionado no practique algún tiempo la cons--truccion de diferentes clases de cañerías, oiga y pueda comparar en diferentes órganos de buenos maestros los sonidos y diferentes timbres de unas con otras, no podrá formar una verdadera idea de lo que cons­t i tuye la bondad de un sonido limpio, claro, po­tente y en fin, perfecto, porque esta es una de aquellas cosas que conocemos y sentimos, pero que (nosotros al menos) no las podemos espliear como quisiéramos; por lo mismo la recomendamos al buen criterio, gusto y es-periencia del artífice, el cual con sus estudios y bien meditadas observaciones llegará, á no dudar, á com­prender la belleza y verdadero carácter de los diferen­tes timbres que convienen á las cañerías, los cuales no­sotros no podemos espliear según nuestros deseos.

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- 4 0 8 -

CAPITULO VII,

BE LA AFINACIÓN PREVENTIVA DEL FLAUTADO Ú OTRO CUALQUIER

Teniendo el flautado ú otro cualquier orden de la misma familia concluido,- so lleva al órgano consul­tor ó de pruebas, de cuya forma y descripción nos ocuparemos detalladamente mas adelante, después do la construcción do los fuelles, En él se van probando y recortando los caños, arreglando sus bocas á la altura y proporción que les convenga, como también deben arreglarse los agujeros de las puntas do los pies por donde reciben el viento, ensanchándolos ó estrechándo­los, de modo que solamente reciban el necesario para la formación del sonido, lo cual influyo mucho cu su bondad y perfección.

ORDEN, IIECIIA EN EL ÓRGANO DE PRUEBAS, Y DE LOS SIGNOS

ORGÁNICOS, ANTIGUOS Y MODERNOS QUE SE MARCAN EN

LOS CAÑOS, PARA SABER Á QUE ORDEN, SIGNO Y TECLA PERTENECEN.

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- 4 0 9 -El cano que so arregle, se dejará también afinado

con el del flautado del órgano consultor, que deberá es-j tar bien justo y puesto, á tono; procurando recortar los caños poco á poco, que mas vale que queden un por quito largos y bajos que cortos, porque á recortar para subir siempre hay tiempo.

Este primer arreglo y afinación, por bien que se haga nunca es definitivo, porque al colocar los caños en su verdadero lugar, siempre varían alguna cosa, sea por la mayor cantidad de viento, por su mayor ó menor presión, ó por estar mas ó menos cerca del secreto etc; de manera que si al colocarlos en el órgano quo han de servir están un poquito bajos, el remedio es fácil, porque recortándolos un poquito suben, y si están algo altps-(lo cualj io es regular) se les acopla la parte alta del ca­ño como queriendo estrechar la circunferencia de su cónca^p, lo cual les favorece rüucho para la bondad do su sonido, especialmente á los cañitos pequeños.

La afinación y arreglo preventivo hecho en el órga­no consultor, sou de mucha utilidad: porque allí se van arreglando y probando todos los caños con la detenr cion y sosiego que requiere tan delicada operación, consiguiendo después l a ventaja de que, al colocarlos en su propio lugar, algunos quedan perfectamente afi­nados, y otros tienen poco que retocar: con lo que se

o

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—410 -economiza tiempo y trabajo, abreviando las obras mu­cho mas, que cuando se tienen que hacer estas delica­das operaciones en el mismo órgano, acaso con tiempo limitado, y con el mal estar propio de un sitio estrecho 6 incómodo, como es casi siempre el interior de esto instrumento.

Qfo.v. 369.

Marcar los caños con los signos orgánicos y números de las teclas.

A cada caño que so arregle y afine, so le marcará ó renovará con un punzón el número de la tecla á que pertenece, el eual se hace al lado derecho de la solda­dura, sobre la unión del cuerpo con el pió, cuyo nú­mero es muy úti l mareárselo también arriba á la con­clusión del caño y en el mismo lado de la soldadura. A los caños grandes y medianos se les marean estos nú ­meros con comodidad, pero á los pepueñitos que casi no tienen sitio donde señalarlos, se les pueden marcar estos en diferente dirección, y si hay dos ó tres órdenes de una misma clase que puedan confundirse, se les hace un número ó marca inteligible en el pié debajo del nú ­mero ordinal que señala su escala, como queda dicho en el ap. 342. Véanse dichos números y señales en las Fjgs. 106, 107 y 108,

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- 4 1 1 -

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- 4 1 2 -La numeración hecha on el cuerpo del caño, es la

cpue indica á qué tecla pertenece; y las señales do los pies, son las que deben distinguir dos, tres ó mas ór­denes do caños de una misma forma y magnitud. Ade­más de estas distinciones, conviene también, saber á que signo pertenece cualquier caño sea del número que quiera; y para conocerlo á primera vista, se han inven­tado unas señales inteligibles, fáciles de marcar y com­prender, que se hacen al frente del caño, en el centro del plano que forma el labio superior de la boca sobro las iniciales del constructor; como se marca en las fi­guras 95, 96 y 112, y en otras varias que iremos vien­do en el discurso de la obra.

Signos antiguos y modernos para marcar las cañerías.

Los signos antiguos que usaban los constructores para marcar sus cañerías, consisten en siete números que acompañaban con un sostenido ó con un bemol. Con ellos denotaban los doce semitonos ó signos cromá­ticos de una octava do la manera que se marca en la tabla que damos á coutinuacion Fig. 109.

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Fig. 109.

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Fa sost m ijf —» to о о

Sol nat g 2 , X § Sol sost « 2 ^ *

S

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- 4 1 4 -E n estas señales se vé que el núm 1 empieza

marcando el Fa, que en el orden regular de la escala diatónica es el cuarto signo* y vá subiendo hasta el Mi, natural que es el n ú m . 7 .

Para marcar los medios tonos, se valian de los sos­tenidos ó de los bemoles de la manera que queda indi­cado. Pues bien, para evitar que los números, que seña­lan el orden de la escala, puedan confundirse con lo? que indican los signos, hemos adoptado las señales quo so ven en la tercera columna de la tabla anterior, que huyen este inconveniente, son fáciles de marcar y co* nocer.

o4|t.. 374.

Estos signos como se vé, no son mas que siete como los naturales de la escala; y para señalar los sostenidos, no hay mas que hacer debajo de cualquiera de ellos una rayita trasversal. Por este medio evitamos la confusión y el que un mismo caño se halle marcado con números diferentes, de este modo se tendrán siem­pre las cañerías tan clasificadas, que se hallarán pron­tamente y se colocarán con poco trabajo. También se hallarán con facilidad los cañitos pequeños de las filas de los llenos, compuestas y cornetas; como también la composición de los retrocesos en los órdenes que su es-tension no llega á la altura necesaria, de los cuales se tratará en su lugar. Sin embargo de que creemos, que á un constructor esperimentado lo bastarán los núme­ros que en los caños indican el de la tecla á que deban

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— 4 1 5 — responder, hemos marcado nuestras señales en casi to­das las figuras que en esta obra denotan) cañerías do flautado ó de leugüetería, para que se vayan acostum­brando á conocerlas y marcarla? fácilmente.

Recomendamos mucho á los aprendices se fijen bien en todo lo quo hemos tratado en este libro quinto, por­que, precisamente en él, se contiene la formación del flautado principal de trece que es el mejor orden de ca­ñería que se halla en los órganos, y sabiendo construir con toda perfección este flautado, no se hallará difi­cultad en formar otro registro de la misma familia ó de otra cualquiera de las diferentes que constituyeu uu buen órgano, de las cuales nos iremos ocupando, se­gún lo pidan las esplicaciones que se hayan de hacer; por lo tanto deben estudiarse detenidamente hasta los menores detalles, porque en el buen trabajo del metal y exactitud de las medidas consiste el buen sonido de las cañerías, y estando estas bien, so tiene mucho ade­lantado para la perfección del instrumento.

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LIBRO SESTO. Contiene la nomenclatura de los órganos; nombres de los órdenes

simples y lns distancias en que se liallan del quo les sirve da líase; órdenes compuestos) llenos y zírnbalas; cañerías do

uasardo, cornetas y ciaron; caíiSrías de forma cónica y de dimensión estrecha-, con las flautas octaviantes, etc.

DE LOS NOMBRES QUE SE DABAN ANTIGUAMENTE Á LOS ÓRGANOS, SEGÚN LOS ÓRDENES DE CAÑERÍAS QUE CONTENÍAN.

Aunque el órgano que se viene describiendo en el discurso de esta obra, no debe llevar los grandes flau­tados de 62 ni 26 y solo sí el de 13 como orden principal, ponemos á continuación, la esplicacion de estos grandes flautados, porque son los mas graves que se conocen y constituyen la base ó fundamento de los grandes órganos. De ellos puede decirse que nacen otros muchos órdenes que son indispensables para la formación y hermosura de este precioso instrumentos '

CAPITULO I.

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- 4 1 8 -Para que se Conozca su nomenclatura y demás par­

ticularidades epue deben tenerse presentes, tomaremos el origen de varios autores que* entre otras materias, es­cribieron algunas noticias sobre el órgano, en el estado que se hallaba en sus tiempos en España.

úLv. 878.

Clasificación antigua da los órganos.

Acostumbraban los antiguos dar á los órganos, se* g u n s u grandeza y consideración, los nombres de órga­no entero ó completo, medio órgano, cuarto de órgano, y octavo de órgano; cuyos nombres aun se oyen en al­gunas provincias, puestos en boca de personas que no saben esplicar el sentido ó significación de estas pala­bras que solo conservan por tradición. E l nombre de ór­gano entero se daba al que tenia "por fundamento ú orden de mayor gravedad el flautado de 26; me­dio órgano era el que tenia por base el flautado de 13: cuarto de órgano el que tenia la octava alta de aquel ó sea el 6 y¡, y octavo de órgano eran los portátiles que solo tenían por base un tapadillo que sonaba al unísonus de la octava alta del 13, á los cuales también se ha dado en llamarles (aunque impropiamente) realejos.

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- 4 1 9 -

Órganos capados ó de octava corta.

También había (y casi era lo general) órganos que llamaban capados* ó de octava corta, que en algunos magníficos templos aun existen, apesar de los grandes adelantos del arte y de la música, que hoy casi los ha­ce inútiles por lo limitado de su estension. Semejantes órganos son testimonio irrecusable de lo poco que se consideran los adelantos ó innovaciones útiles que se han hecho en el arte en estos últimos tiempos, y aunque cause rubor el decirlo, en España por lo general se mi­ra el órgano como un mueble perpetuo que ha de durar siglos, sin innovarle jamás; y algunos tan descuidados están, que ni aun los repasan limpiándoles el polvo y rehaciéndoles la afinación, hasta que á fuerza de años concluyen por ser, en vez de un instrumento músico, un armatoste taladrado por la polilla y obstruido por la telaraña, propio para nido do insectos groseros; en cuyo caso se suele recurrir á un artista, no para que fa­brique uno que reúna los adelantos que el estudio y aplicación van alcanzando, sino para que vuelva á dar vida á aquella mole, que además de ser la ejecución de un pensamiento cuya época ya pasó, todas sus partes materiales están ya muertas y por lo mismo incapaces do servir regularmente por mas tiempo.

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- 4 2 0 -Perdónesenos esta tan enojosa como verdadera digre­

sión, y para olvidar el disgusto que nos causa, volvere­mos á nuestra interrumpida tarea diciendo que los ór­ganos capados son los' que en su primera octava baja no tienen el Do sostenido, Re sost, Fa sost, ni Sol sost; de manera que la progresión de sus sonidos en el teclado es: Do, Fa, Be, gol, Mí, La., Si bemol, Si natural; y Do; con otra impropiedad, q i iee lRo está colocado entre las te­cles del Fa y Sol, figurando Fa sost. y el Mi lo está Igualmente entre el Sol y el La, resultando además ser la Octava dos teclas mas corta que las demás, por lo que los organistas antiguos tenían que hacer un estu­dio particular para no equivocarse con el cambio de te­clas, á mas do no tener en la mano izquierda los soni­dos fundamentales de los tonos de Re bem, Mi bem^ Bol bem. y La bem, que si en aquellos tiempos oran poco usuales, no sucede hoy lo mismo que se practican comunmente, y se escriben en ellos obras de mucho mérito

También se hacían órganos capados ó de corta es-tensíon en la mano derecha, que no llegaban por arriba mas que al La (que en la llave de Sol se escribe sobre el pentagrama con una línea añadida) de modo que en todo el teclado solo ss contaban 42 teclas, cuya esten-sion era con estremo limitada, y apenas podia tocarse en semejantes órganos mas que acompañamientos sen­cillos. Hoy ya no se construye ningún órgano de tan

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- 4 2 1 -corta ostensión, puesto que ios mas limitados tienen su primera octava baja completa, y por arriba suben, cuando monos, al Re núm. 51 . al F á núm. 54, al Sol núm. 56 y algunos (aunque pocos) al Do núm. 61 , que son cinco octavas de teclado, que para este instrumen­to ya es una esíension extraordinaria, pomo tendremos lugar de observar á su tiempo cuando se trate este punto.

Pasemos ya á apuntar la nomenclatura de los órde­nes de cañerías (que también se llaman registros) para saber su magnitud, gravedad y demás noticias que da ellos deben tenerse, para conocerlos por sus nombres J el uso que de ellos puede hacerse,

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CAPITULO II .

NOMBRES DE LOS ÓRDENES Ó REGISTROS SIMPLES DEL ÓRGANO.

Llárnanso registros simples todos los que entran en la formación de los órganos de cualquiera clase que sean, que se cumponen do un solo orden de' caños, y que por lo mismo suena uno solo de estos en cada te­cla: y registros compuestos (6 de composición) los que tienen dos, tres, cuatro ó mas caños por cada signo; los cuales tendremos ocasión de esplioar mas adelante al tratar este punto.

E l gran flautado de 52, por mas que sea el orden de caños mayor que conocemos, pertenece á los regis­tros simples; lleva el nombre de 52, porque en la anti­güedad, cuando se construía un orden de caños de esta magnitud, el caño mayor y mas grave que babia de so«

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- 4 2 3 -nar on el signo Do, para que lo diese afinado al tono quo en aquellos tiempos estaban los órganos (y acaso los demás instrumentos de viento) había de tener el cuerpo sonoro de dicho caño 52 palmos ó cuartas de largo, que son trece varas castellanas, sin contar el pié; su ancho ó circunferencia era en proporción de 1—5, esto es, dividiendo la longitud ,del caño en cinco par­tes, se le daba una de ellas á la latitud; como por el mo­tivo arriba indicado precisamente habia de tener 52 palmos de largo, por esta razón so le dio el nombre da flautado de 52.

Este orden ó registro solo es propio para los pedales, pues aunque en algunos órganos magnos se haya queri­do poner en el secreto principal, por bien construido que está, y bien tomadas todas las precauciones para que tenga todo el viento necesario, siempre es bastan­te tardo en formar el sonido, motivando esta tardanza la gran columna de viento que tiene que remover en un cóncavo tan ancho y largo: además que el sonido de los doce caños mayores que forman la primera octava baja, apenas puede ponerse en tono, porque el oído hu­mano no puede apreciar justamente una gravedad tan estremada, que se parece al murmullo lejano que se percibe de las olas del mar, cuando se oyen á una gran distancia. A este orden llaman i$s franceses flauta principal de 32 pies, por la misma razón de que autí-

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--424*-güamonte el caño mayor do osto registro tenia de largo 32 pies franceses; nosotros lo llamaremos siempre flau­tado de 52, y lo marcaromos C Orí como so indica eu la tabla que daremos mas adelante.

La razón porque los antiguos dieron por nombre ol número de palmos que tenia de largo el caño mayor del orden, boy no existe, porque el tono de los órganos y demás instrumentos músicos ha ido subiendo poco á poco, de modo que si hoy so observase esta regla, un caño de 52 palmos, en vez de sonar en Do, sonaría mas bajo, en La nat. ó Sol sost;-mas sin embargo, aunque el tono ha subido, y de consiguiente, los caños hoy son bastante mas cortos que on aquellos tiempos, se de­signan las cañerías con los nombres genéricos que les pusieron nuestros antepasados, do flautado de 52, de 28, de 13, etc. por mas que no cuenten en su longitud aquel número de palmos ó cuartas.

OÁf. $ 7 9 .

Empezando por el Do de 52 cuartas, que es el mar yor cano que se conoce en el órgano, y yendo acortan­do los demás on progresión cromática, esto es; dismi­nuyendo sus proporciones en longitud y lat i tud, se vá

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—en­fermando una grande escala de caños ó tubos sonoros, que recorren todos los sonidos músicos apreciablcs desde el mas profundo ó gravo (que como queda apuntado no se puede poner á tono sino por conjetura) hasta el inas elevado ó sobre-agudísimo, que tampoco puede afinarse por ser ambos estrenaos muy remotos; resultando el número de 104 caños, que dan otros tan­tos medios tonos, siendo el primero perteneciente al signo Do profundo, y el último al signo Sol sobreagu­dísimo. Esta grande escala musical comprende nueve signos en Do, que á partir del primero hacen cerca de nueve octavas cromáticas ó en medios tonos de progre­sión ascendente ó descendente, la cual forma la gran familia de los flautados ó cañerías do boca de las que se sacan los órdenes ó registros de fondo y primitivos, tan necesarios á la formación del órgano, por lo que, y por entrar en su composición desde muy antiguo, no puede ó no debe prescindirse de ellos cuando se trate de cons­truir un instrumento de buenas condiciones, en el que, no siendo en casos especiales, deben ser preferidos á cualquier otro orden moderno de los de adorno ó puro gusto.

Véase dicha grande escala en la Fig. 110 que da­mos á continuación.

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97 93

9.

Octava de sonidos Sobreagudísimos ó remotos.

102 101 101 99 1O0 101

, . 3 R • + 3

± " D o

83 80 " »

1*1 ? f l Í i

Re Mi Fa " Sol

Octava de sonidos Agudísimos.

89 90 91 81 88

a 4-

92 93 04 93 06 «a

3 ' D o Mi F a

3 bol La Si

Octava de sonidos Sobreagudos. 78 79 SO

7. •73 75 76 11 ' 8 ' 9 m 8 1 82 83 84

• «3»

± JE 3

Do Re Mi Fa Sel

Octava de sonidos A (judos.

La Si

61 62 03 (íi 05

Ci.it!! * i -5H 2 0 :

(36 07 68 60 , u „ " 7 * 70 71 72

Do

Do

fe.

Re Mi Fa Sol

Octava de sonidos Medios.

Re Mi Fa Sol

La Si

La Si

TT^* *" -„ 53 5-1

± 49 SO 51 52

o5 50 57 38 • 59 (¡O

Do Re I . I

Octava de sonidos Bajos.

Mi F a Sol La 'Si

i _ _ _ - i -37 38 39 40 41 , j a 43 44 -15 46 47 -18

Octava Í/C sonidos Graves.

Do Re Mi F a Sol La Si a

4 _ J .

30 31 25 26 27 ití Octava de sonidos Regraves.

Do Re Mi F a Sol

í 5 í 3i ~™ 35

La

-4-

13 11

d

17 1S líl üO ül

Octava de sonidos Profundos.

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- 4 2 9 -

En la figura anterior manifestamos cou signos mu­sicales todos los sonidos que dá una cañería completa de flautado; en cada renglón se vén los doce signos que entran en la formación de la octava, la cual se comple­menta con el primer Do del renglón siguiente. Para de­signar la primera octava profunda, nos hemos valido de la lhn e de Fa en quinta línea (por mas que no se pracr tique) para no tener que adicionar tantas líneas á cada signo; este mismo motivo nos ha hecho poner la de Sol en primera á las dos últimas octavas superiores.

Suponiendo que el órgano que se describe en esta obra, tenga la estension de cuatro y media octavas, (que es la mas usual) que son 54 teclas, empezando en Do y concluyendo en Fa, para formar el flautado de 52 (que este órgano no debe llevar), se empezaría á poner el primer caño Do de 52 palmos, ó mejor dicho (su equivalente de las medidas de hoy) y se concluiría por el Fa uúm. 54 de la grande escala, con lo que tendría­mos ya sacado de ella el gran flautado de 52, cuyo ca­ño mayor designamos con la cifra C Qjl, los franceses le llaman Do de 32 pies.

Q 4 J V . sai

Flautado mayor de 26.

Es cosa admitida y corriente (aunque no exacta) pn todas las obras que tratan de este arto, que un caño

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- 4 3 0 -que sea la mitad mas corto que otro, suena precisamen­te una octava alta del largo, y otro que se corto la mi­tad mas que el segundo, sube también una octava mas que aquel, por lo que; la mitad de 52 palmos son 26, de consiguiente el Do, octava alta del 52, es el primer Do y el mas grave del flautado de 26, y de allí le viene el nombre; de consiguiente, en el órgano que lleve este flautado, empiezan á contarse sus 54 tubos sonoros des-de"el segundo Do de la grande escala, en la que se se­ñala con el núm. 13, y van subiendo sus caños hasta, el Fá núm. 66, que será el mas pequeño y último de este orden, el cual señalaremos C. 0. ó sea Do del 26: en Francia le llaman principal de 16 pies.

Este flautado de 26, en los grandes órganos, so pone en los pedales y en el secreto principal: es el que forma la base de los sonidos del instrumento por su gravedad; los primeros caños de su primera octava baja se afinan con dificultad por lo profundo de su sonido, como suce­de á toda la primera octava del flautado de 52; en toda la estension del teclado suena una octava alta de éste.

Q { C ¡ V . sás.

Flautado principal de trece.

La octava alta del flautado de 26 es el flautado principal de 13 que es la mitad mas corto que aquel, y es de la misma familia que el 26 y 52, porque se saca de la misma grande escala, y aun se tiene por mejor

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- 4 3 1 -quc los dos primeros, porque se saca del ceutro de di­cha escala, que es la parte mas sonora y clara de ella; no.contiene las partes estremas de'los sonidos profun­dos y sobreagudísimos, sino los mas céntricos de aque­lla grande ostensión, y por consiguiente los mas inte­ligibles, aprcciablcs y agradables al oido humano, y has­ta para su construcción y acomodamiento en las obras son los mas regulares, porque no son tan grandes como aquellos; por lo mismo es el orden mas principal, y pue­de sentarse en absoluto que no hay órgano (no siendo muy pequeño), que no tenga este flautado de 13 verda­dero ó simulado; y muchos órganos grandes suelen te­ner dos, tres ó mas órdenes de esta especie, así es que casi siempre está sonando, porque se adapta perfecta­mente á todas las combinaciones que se quieran hacer con los demás registros. Los franceses le llaman princi­pal de 8 pies, nosotros lo designaremos siempre con el nombre de flautado de trece, y lo marcaremos C. 1; esta cañería también se pone en los pedales y casi en todos los secretos del órgano. E l que venimos describiendo, como modelo de aprendizaje, llevará dicho flautado de 13 como principal, y será su fundamento, por ser el orden mas grave que ha de tener.

Q4|v. Sal.

El primer caño de este orden es el Do tercero de la grande escala, señalado con el núm. 25, y van subiendo sus cañerías hasta el Fa 78, con el cual se completan los 54 caños que son necesarios para las 54 teclas que tiene de ostensión, ó sean cuatro octavas y media.

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- 4 ) 3 2 -Tanto en este orden, como en cualquier otro que

salga de la grande escala que se viene esplicando ó cualquiera otra que se forme, apesar de empezar el pri­mer baño del orden ó registro (por ejemplo) en el nú­mero 13 en el 25, ó cualquier otro, deben señalarse los caños marcando el mayor, que suena en la primera te­cla, con el núm. 1, el siguiente núm. 2; y así sucesiva­mente en orden ascendente hasta el caño mas pequeños por mas que en la grande escala les tocase en su orden un número distinto, puesto que aquella solo sirve para su formación, y esta últ ima numeración es la que dis­t ingue el orden del caño numerado y la tecla á que pertenece.

Que el flautado de trece se ha tenido siempre como el mejor y mas principal orden deloSque forman el órgano, lo testifica el que sirve de base y punto de partida para dar nombre á los menores y mas agudos que él, como son la quinta, la octava, la decena, docena, quincena, decisetena, decinovena, veintidosena etc; cuyos órdenes, aunque simples, unos son naturales y otros de composición, de los cuales trataremos mas ade­lante, concretándonos ahora á describir solamente los que, aunque en diferentes octavas, suenan al unísonus del flautado principal, por lo que se les dá el nombre de naturales-.

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- 4 3 3 -

CAPITÜLO II I .

DE LOS ÓRDENES SIMPLES QUE TOMAN EL NOMBRE DE LA DISTANCIA

QL'E SUENAN, ELEVADOS DEL FLAUTADO DE TRECE QUE

ES SU FUNDAMENTO.

Octava real.

Después del flautado de 13 sigue el que generalmen-r te se llama octava real; es la mitad mas corto, y por con­siguiente su caño mayor debia tener, según las primi­tivas medidas, seis palmos y medio de longitud; suena una octava alta de aquel, y empieza en el núm, 37 de la grande escala. E l último caño concluye on el núm. 90 de la misma, mas sin embargo debe marcarse empezando por el núm. 1, y concluir con el 54, como queda advertido en el ap, 383. Este orden es uno de los principales del órgano que no debe faltar nunca á su formación, también so pone en los pedales; los fran­ceses lo llaman prestuñt, nosotros le llamaremos octava, y su primer caño se marca C. 2.

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Nombres derivados del flautado de trece.

E l nombre de octava se toma del número de sig­nos que se compone la escala natural ó diatónica de la música, por ejemplo, empezando por el Do primero del flautado de 13, que se señala con el núm. 1, siguiendo el orden ascendente por los signos naturales, el Re es la segunda nota ó signo del Do; el Mi es la tercera; el F a es la cuarta; el Sol es la quinta; el La la sesta; el Si es la séptima y el Do es la octava alta del Do primero que sirvió de base y punto de partida, del cual toma el nom­bre de octava el orden que se está describiendo; con­tinuando del mismo modo la subida, después del se­gundo Do que es la octava del primero, el Ro que le si­gue es la novena do aquel; el Mi es la decena; el F a oncena; el Sol docena, y el Do que le sigue es la quin­cena, que es doble octava alta del primero; el Mi si­guiente es decisetena; el Sol decinovena: el Do vein­tidosena (tres octavas altas del primero); el Sol veinti­seisena; el Do veiutinovena, etc, cuyos nombres mar­can justamente el número de signos naturales que están elevados del Do primero del flautado principal de tre­ce, que es el fundamento de toda esta nomenclatura, se­guida constantemente en la composición de la música y en el arte do la construcción de órganos, desde la mas remota antigüedad.

Véase todo esto denotado en la Fig. 111, que con­tiene todas estas distancias, marcadas con los signos musicales que les corresponden.

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T A B L A

u

Fig. l i t

Do 1.° de la cuarentaitresena

Do 1.° déla treintaiseisena — ffíttt

Sol 1 •* de la treintaitresena — ^tt

Do 1." de la veintinovena

P

Sol 1." de la veintiseisena-- . 2 6 ,A

Do 1.° de la veintidosena

Sol 1.* déla decinovena -

Mi 1.° de la decisetena-

Do 1.° de la quincena

Sol 1." de la docena-

Mi 1.° de la decena-A

Do 1.° de la octava real .

— - l i p l o

Sol 1.* de la quinta del flautado- í)'" J

-Gim Do l.°del flautado de 13 ó sea base

fundamental TÓNICA

1 №

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Quincena.

Después del orden de la octava sigue el de quince­na, que suena dos octavas altas del Do primero del 13, ó sean quince signos mas elevado que aquel; su pri­mer caño empieza cu el Do 49 de la graude escala, y según las medidas antiguas, ttobia tener tres palmos y cuarto do longitud. Siguiendo su progresión cromáti­ca, su último caño núm. 54, acaba en el Fa 102 de aquella escala: también este orden como el de octava debe entrar en la formación del órgano, que tiene' un sonido muy agradable: se combina con la mayor parto de los registros y dá mucho realce á los graves ó de fondo; los franceses le llaman duublete, porque, como queda dicho, suena una doble octava alta del 13 princi­pal, nosotros lo marcaremos Do en 15." ó C. 3 .

Veintidosena, veintinovena y treintaiseisena.

Además de los órdenes apuntados, se forman otros que ya son de la parte mas elevada de la grande esca­la, y por lo mismo no se les puede hacer llegar en el

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- 4 3 8 - -

Tocios los registros que quedan apuntados, perte­necen á la familia de los flautados, porque todos salen de la grande escala que se forma de esta especie de ca­ñería; son órdenes simples, porque en cada tecla solo suena un caño de cada uno, y todos suenan al uníso-ñus, por ejemplo en la tecla Do, aunque suenen todos á la vez ó uno á uno* todos dan el sonido Do, si bien en diferentes octavas, y por lo mismo pueden tocarse so­lo.» '"«combinando dos, tres ó cuatro á la vez.

¿rilen regular de su progresión, á los últimos cañítos, porque yano'Tiriy sonidos apreelables en el estremo do su pccjuaüez.tabs son los órdenes de 22. ' que suena una octava mus alto que el de la 15." y se señala Do 22," ó C. 4: el de 29." que suena octava alta del anterior, se marca Do, 29 ó C. 5: y Do 35." que suena octava alta del de 29," y se marca Do 36;" ó C. 6, etc .

Estos órdenes do 2 2 / 29." y 36." etc, no se pueden poner en toda la ostensión del teclado, por la razón in­dicada do no poderse hacer caños tan pequeños con so­nido apreciable¿ y por lo mismo, solo se ponen en los registros ú órdenes do composición, en los cuales, para poderlos hacer sabir al último de su escala, se suele retroceder su progresión una octava abajo, una, dos, ó tros veces, como so apuntará en su lugar cuando so tra­te de los órdenes o registros compuestos de diferentes consonancias.

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CAPÍTULO IV.

DE I.OS REGISTROS Ú ÓRDENES SIMPLES DE COMPOSICIÓN.

OÍ |u $90.

De la misma familia que sacamos la grande escala, so forman otros órdenes de composición, llamados así porque se componen de diferentes consonancias* los cuales no pueden sonar en el órgano por si solos-, y solo se usan combinados con los órdenes simples do perfecta conso­nancia, á los Cuales dan mueba brillantez, armonía, fortaleza y variedad, formando su totalidad un mages-tuoso lleno que, cuando se oye, engrandece el alma y eleva el espíritu al Criador, cuya magnífica armonía ningún otro instrumento músico puede sustituir.

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QÍojt. 394.

Quinta de flautado.

El primero y mas grave de estos registros do compo­sición es el de quinta; se forma de la misma grande es­cala que los anteriores; su caño mayor suena en Sol, esto es, una quinta alta del Do primero del flautado de trece, por cuya razón se le dá el nombre de quinta; en el dia­pasón está marcado con el núm. 32: los demás caños si­guen 8u progresión en la escala cromática en las mismas consonancias de quintas justas del flautado de trece, hasta la última tecla que viene á concluir en el Do 85 de la grande escala-

Este orden o registro solo debe ponerse en órganos grandes que lleven flautado de 26 abierto y violón ta­pado de la misma gravedad, para que combinado con estos órdenes de fondo, y alguuos otros mas agudos, absorban y confundan su sonido de modo que no pue­da percibirse tan claro como los demás, sino como una especie añadida al sonido de los consonantes simples, por que si sonara tanto como estos, seria de muy mal

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- 4 4 1 -cfccto. Algunos constructores hacen esta quiuta de mas ancha dimensión que el flautado, esto es, d é l a fa­milia de los naxarclos, (la cual describiremos mas ade­lante) y combinándolo con otros órdenes do octava, decena, docena, quincena, decisetcna y decinovena de la misma familia, forman una gran corneta de mucha fuerza, la cual solo puede ponerse en órganos muy con­siderables que puedan tener estos mismos órdenes de dos especies, una de la familia de flautados y otra da la de nasardos; á este orden de quinta llaman los fran­ceses gran nasardo; nosotros le damos el nombre de quinta de flautado ó do nasardo según la clase á que pertenezca.

E l segundo orden de composición es el de la décima ó decena que suena diez signos mas alto que el flautado principal de trece; su caño mayor y primero del orden es el Mi 41 de la grande escala, y sigue toda la cromá­tica en las mismas consonancia*, hasta la úl t ima tecla que viene á ser el La 94 de la misma. Este orden tam­poco puede usarse solo, sino combinado con los de per­fecta consonancia, porque suena su primer caño en Mi, una décima alta del principal do trece ó sea una terce­ra mayor alta de los sonidos consonantes, de modo que es necesario cubrirle bien con aquellos, para que no re­salte demasiado su sonido, puesto que si se tocase solo,

Décima de flautado.

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- 4 4 2 -en vez de sonar el árgano en tono de Do, resultaría tono de Mi nat. nuvyor, y si se acompañase solamente con un orden ó registro de los de fondo, de modo que sonase tanto el de décima como aquel, á una sola ter­cera que sé diese en el teclado, por ejemplo, un Do y un Mi, sonarían los signos Do Mi y Mi Sol sost, que eii vez do formar u n acorde armónico, seria una disonancia insufrible, y cuantas mas teclas se* añadieran á la pos­tura de tercera susodicha, mas disonancias se forma­rían, resultando un caos completo; por lo tanto el uso de la. decena debe estudiarse en el órgano, para com­prender como y Gon qué órdenes puede combinarse, pa­ra que sea do buen efecto, como lo es en verdad, cuan­do la maneja un organista entendido. A este orden llaman los franceses tercia de prestant, ó gran tercia; en esta obra se le llamará con su primitivo nombre co­mo á todos los demás, que os el do decena do flautado ó de nasardo, según su clase.

Docena de flautado.

La docena es un órdou que también se forma de la grande escala, empezando su primer can© doce signos nías alto que el Do primero del trece, siendo aquel Sol natural . Se le dá el nombre do docena, porque sueca una docena alta del flautado, una quinta alta de la

• octava, ó lo que es igual octava alta del órdon de quin­ta; su caño mayor y primero del orden, es el Sol nú-

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- 4 4 3 -mero 44 do la grande escala, y sube cromáticamente hasta el Do 97.

E n cuanto al uso y combinación do este, orden, se tendrán presentes todas las advertencias hechas para el de la decena; este orden también so pone de namrüo; los franceses le distinguen con este nombre; uosotros le llamaremos docena de flautado ó de nasardo, según la clago á que pertenezca.

Deciseíena ó tercerilla de flautado.

La decisetena sale, como los órdenes anteriores, de la misma grande escala; su primer caño empieza diez y siete signos mas alto que el Do primero del 13 princi­pal; suena Mi natural, octava alta de la decena, de consiguiente sigue la misma escala cromática en terce­ras mayores como aquella, empezando su caño mas g r a ­ve en el Mi núm. 53 de la grande escala y concluyendo fuera del orden regular, porque los últimos eañítos re­troceden una octava, á causa de ser demasiado peque­ños y que apenas suenan; á esta decisetena le llaman los franceses tercia-

ofav. $95.

Decinovena ó quintilla de flautado,

La decinovena consiste en que su caño mayor em­pieza diezinuove signos mas alto que el trece principal''

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- 4 4 4 -y suena en Sol octava alta de la docena, de consiguien­te su progresión cromática es de quintas justas; su pri­mer caiio empieza en el núin. 56 de la grande escala y al llegar i los últimos cañitos, como son tan menudos y no pueden llegar en orden ascendente á toda la os­tensión, se retrocede una octava; á este orden ios fran­ceses le dan el nombre de larujoU

Además entran en los órdenes do composición la ve intidosona que no es mas que la octava alta de la quincena y solo sirve para la mano izquierda del tecla­do, porque pa ra la derecha no tiene estension, y lo mis­mo la veintiseisena que es una octava alta de la decino-vena, etc.

Por regla general, á todos los órdenes ó registros simples ó de composición, que se formen de la grande escala que contiene la familia do flautados, se les dá el nombre del número de signos que se elevan del Do pri­mero del flautado principal de trece, siguiendo en esto la costumbre iumemorial de todos los constructores, por el orden que queda apuntado cu cada registro, y con las marcas que se han indicado y ponemos en la siguiente tabla.

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- 4 4 5 -

de los nombres, números y señales, con que se designan las cañerías de lps órdenes ó registros que se forman

de la grande escala de la familia c?e flautados ó cañerías de boca.

Do de 52 palmos, . . . Do 52. C. f Do de 26 palmos. . . . Do 26. O, Or

Do de 13 pripcipal. . . Do 13. C. 1. Do de 6 « octava. . . Do 8, a C. 2, Do de 3 y* quincena, . . Do 15. a 0. 3. Do veintidosena. . , . D o 22. a C. 4. Do veintinovena. , . . Do 29. a C. 5. Do treintaiseisena. . . Do 36. a C. 6, Do cuarentaitresena. . . Do 43. a O. 7. Do cincuentena. . . . Do 50. a C. 8 f

Ordenes de composición de la misina grande escala.

Sol, . . , . , Quinta. 5. a

Mi • Decena, 10. a

Sol, Dopena. 12.* Do c Quincena. 15.* Mi Decisetena. 17-* Sol Decinoveua. 19. a

Sol. Veintiseisena. 26, a

Sol. . . . • .' , Treintaítresena. 33. a

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Todos los órdenes de caños que se han descrito, tanto de consonancia perfecta, como de composición, son sim­ples ó sencillos, porque se componen cada uno de un solo orden de caños, y cada tecla solo deja oir un caño de cada orden; pero por medio de los verdaderos regis­tros que puede sacar el organista, los combina do modo que pueden sonar uno, dos, tres ó mas órdenes de ca­ños á la vez, en cuyo caso ya son registros combinados ó compuestos, porque suenan en cada tecla tantos ca­ños como registros tiene abiertos el órgano, formando una armonía do sonidos simples en octavas, ó com­puestos de tónica, tercera y quinta en diferentes octa­vas, á gusto del organista, y sacándolos todos, ó gran parte de ellos bien combinados, resulta el magnífico lle­no de sonidos do que so habló en el ap. 390 y de que nos ocuparemos minuciosamente en el siguiente ca* pitulo

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CAPÍTULO V.

DE LOS ÓRDENES Ó REGISTROS COMPUESTOS DE DIFERENTES

CONSONANCIAS.

Q/fóji,. ^Oi

Los órdenes ó registros compuestos, se llaman así, porque se forman de mas de un caño por punto, siendo varío el número de estos que concurren á su formación, y por estar cada uno de ellos en diferente consonancia.

-Hay órdenes compuestos de dos caños por cada te­cla, los hay de tres, cuatro, cinco, seis, siete ó mas caños que suenan todos juntos; cuya variedad y com­posición es según la grandeza del templo á que se des­tina el órgano, la magnificencia del instrumento, ó el efecto que se proponga sacar el artífice de-su conjunto.

Las cañerías de que se hacen estos registros, perte­necen á la familia de los flautados ó grande escala de que se han formado'los órdenes ó registros descritos en

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- 4 4 8 -los capítulos anteriores: talos son las compuestas do dos caños por punto, los llenos de tres, cuatro, cinco, ó mas caños por punto, las zimbakis y sobrezímbalas, también compuestas de tres ó cuatro caños por punto, los cua­les pueden entrar á la formación del gran lleno del ór­gano porque pertenecen á una misma familia, y de con­siguiente su sonido es de un mismo timbro,

Nasardos y cornetas.

También se forman otros registros, compuestos de diferentes caños por punto, de otra cañería do mas ancha y corta dimensión, que tiene diferente sonido y pertenece á la familia de los nasardos. Cuando el or­den se compone de tres caños por punto, toma el nombre de nasardos; también puede tener cuatro caños y llevar el mismo nombro, porque esto depende de la composi­ción de sus consonancias. E n órganos pequeños se sue­len poner registros de cuatro caños de esta clase que llevan el nombre de corneta, y aunque incompleta se le dá este nombre, porque se compone de las consonan­cias que precisa para caracteriza* el timbre de esto re­gistro.

La verdadera corneta se compone de cinco ordenes de caños, la cual se distingue de muy antiguo con el nombre de corneta real; hay cometas reforzadas de seis, siete, ú ochos caños, que se hacen para órganos, que han de servir en grandes templos. También se

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- 4 4 9 -forma de ceta familia de los nasardos otro orden lla­mado ciaron, que puede tener dos, tres ó mas caños por punto, el cual sirve para reforzar mas la corneta. De todos estos registros trataremos circunstanciada­mente mas adelante, para ir describiendo ahora los ór­denes compuestos de la familia de los flautados, que en­tran on la composición de los llenos.

De los llenos.

Los órdenes ó registros de Heno se hacen de dos maneras en todos los órganos; la primera es la reunión de una gran parte de los órdenes simples que se compo­nen do un solo caño por punto» haciendo sonar á la vez casi todos los de esta especie, (sí es que el~-©rgano es susceptible de hacerlos sonar sin que desmayen sus vo­ces,) por ejemplo, el flautado de 26, el de 13, la 5," la 8," 1 0 / 12, ' 15," 17," 19, a etc, ó bien cercenando la 5 , 1

la 10." y 17. a por ser de los que menos se adaptan á la reunión, y por consiguiente menos combinables, y al­gún otro de los espresados, sí hay el inconveniente de que el instrumento no los pueda alimentar de viento á todos á la vez. Con todos estos órdenes simples, ó con parte de ellos reunidos, se hace un lleno de voces que da, cou mucha propiedad, su nombre á la combinación; mas para hacerla mas brillante, é igualar en lo posible la fuerza de las voces agudísimas con las regraves, que son de mucho mas cuerpo, se hace un lleno compuesto

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do diferentes órdenes do caítefj que suenan en varios consonancias y es Ja segunda manera de liacer ó for­mar el orden ó registro de lleno, diferente del que se hace á fuerza de reunir y combinar órdenes simples.

Cuando se forma uno de estos órdenes qxie solo ten­ga dos caños por punto, se le dá el nombre de compues­tas y se ponen sus consonancias, la mas grave en quin­cena y la aguda en decinovena; liaciendo en lo mas alto de su ostensión su correspondiente retroceso.

También pueden formarse las compuestas de docena y quincena, tí de decinovena y veintidosena, pero esto vá en el gusto del constructor, y en las circunstancias del órgano, según la clase de registros que se le pongan.

Q^ju ^05.

Composición de ios Henos.

Cuando el orden de composición se forme de tres caños de flautado por cada punto, se lo dá ya el nom­bre de lleno; es de una fuerza muy regular y sirve para poner en órganos de alguna consideración.

Siendo el lleno como decimos de tres caños por pun­to, se compone en la mano izquierda, do Do en 22." la

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—451 — fila mas grave; la mediana, de Sol en 26. a y la aguda de Do en 29." Siguen su progresión hasta el Do 25 del te­clado, que es donde generalmente se dividen los órde­nes de la mano derecha é izquierda. Estos tres órdenes llegan al dicho Do 25 sin necesidad de retroceder.

E n la mano derecha se ponen las tres filas, la mas grave, en Sol sost. en 12," Do sost. en 15." y Sol sost. en 19, a con doco caños de retroceso en esta ú l t ima fila.

Siendo el lleno de cuatro caños por punto; se com­pono de las mismas especies y consonancias que el de tres, que son Do 22," Sol 26, a Do 29. a y se le añade el Sol en 33," cuya últ ima fila tiene que retroceder para llegar á la tecla 25, cinco ó seis canos.

E n la mano derocha, se compone de Do sost. en 8, a

Sol sost. en 12," Do sost en 15. a y Sol sost. en 19. a . con algunos caños de retroceso en esta últ ima especio.

Llenó de cuatro caños.

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- 4 5 2 -

o4jv. 4<oá.

Lleno de cinco canos.

Si el lleno es de cinco caños por punto, puede aña­dirse en la mano izquierda una fila mas grave quo las apuntadas para los de tres y cuatro caños, la cual em­pezará por Sol 19," y en la mano derecha se podrá po­ner duplicada la 15. '

Gdando los llenos pasan de este número de caños, ya no se hace mas que duplicar las especies, por ejem­plo, poner dos filas de cada una, ó duplicar solamente la especie que se quiera que suene con mas brillantez.

Estos órdenes ó registros de lleno, se combinan con todos los órdenes de fondo que constituyen la base ó fundamento del sonido en el órgano, cuya reunión for­ma un torrente de voces de una fuerza y dulzura ex­traordinarias que enciende el fervor religioso, muy particularmente* en los grandes Templos, en que la acústica de sus bóvedas modula los sonidos de un modo agradabilísimo, sin que el eco estremado los confunda.

A. este orden los franceses le l laman fournitiire, y combinado con los de fondo, plein jai; en España se le llama lleno, y combinado con los órdenes de fondo, lleno general.

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Muólios y muy variados sbii ios métodos que siguen los constructores en la composición de los llenos, para darles mas fuerza ó brillantez, para lo fcual debe tenerse muy en cuenta la clase de órdenes simples que formen el foudo ó base del sonido en el órgano, poniéndolos de modo, que la especie ó consonancia de quinta (única que debe combinarse en los llenos con la iónica) no so­bresalga mas que esta, y en vez de ser su auxiliar sola­mente, se oiga mas que dicha tónica y pase á ser sonido principal, porque* en este caso, quedaría destruida la es­cala y tonos fundamentales del instrumento»

E n el orden ó registro de lleno particular solo deben entrar en su composición las especies ó consonancias de tónica y quinta, por ejemplo. Do Sol, Re bem. La be­mol, Re La, etc . en sus diferentes grados de elevación que son en octavas, docenas, quincenas, deciuovenas, veintidosenas, etc, porque, aunque están en diferentes octavas, siempre son en esencia quintas justas sola­mente.

OÍ¡v. M\.

Es cierto que en el gran lleno puede mezclarse ó combinarse una decena ó decisetcna, que son las espe­cies de tercera mayor sobre la base del sonido principal, mas estas especies son de mala combinación* y deben

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- 4 5 4 -confundirse bastante con el mayor número de las espe­cies de tónica y quinta, porque si do perciben con al­guna claridad entre estas últimas, son de muy mal efecto y á veces insoportable; además que esta especie de consonancia de tercera, es propia do otra clase de órdenes, como son las cornetas, y compuestas de nasar-dos de la mano izquierda, á los cuales los es tan pecu­liar, que es la consonancia que mas los distingue y ca­racteriza su timbre, diferenciándolos de las denlas com­binaciones, y por lo tanto no debe faltar nunca á la composición de dichos órdenes ó registros.

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CAPITULO VI.

DE I.OS RETROCESOS ES LAS ESCAtAS DK I.OS ORDENES MENORES

QL'E NO DAN NATURALMENTE TODA LA ESTE.NSION DIÍL TECLADO.

Sentado como queda el principio, de que en los lle­nos deben entrar solamente en su composición, las es­pecies de tónica, como principal, y la quinta como au­xiliar; debemos fijarnos ahora en la dificultad de los re­trocesos: ya se sabe que las cañerías que forman los llenos, son de las mas pequeñas de la grande escala, y empezando el caño mayor de una de sus filas, por ejem­plo, en un Sol 19." ó un Do 22. a que les corresponden los núms. 56 y 01 de aquella, no pueden llegar á los últimos cañitos en rigurosa escala ascendente, porque ya no los dá la naturaleza del sonido* que son cuerpos sumamente pequeños, y por lo tanto incapaces de po­derlo formar, (á lo menos perceptible ó apreciabl» como

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- 4 8 3 -sonido músico); de consiguiente, en cualquiera fila de caños que formen un órdon de lleno, que se van po-nLjudo por escala cromática, naturalmente suben por medios tonos hasta llegar al cañito mas pequeño de la grande escala, que se marca en ella Coil el núm. 104. Sí al colocar este último cañito, no se ha concluido de cubrir la fila ha%ta la últ ima tecla, no hay mas remedio que retroceder la progresión de la escala una octava ba­ja, que son doüo caños mas atrás, y se van colocando de aquellos hasta llegar al últ imo, y si con el retroceso hecho, aun no se concluye de llenar la fila hasta la ú l ­t ima tecla, se vuelve á retroceder; de manera que una fila de caños puede muy bien tener uno, dos ó tres re­trocesos, según la üeCesidad del caso.

Ahora bion; en el riguroso orden ascendente de la escala, ningún instrumento músico hace mas que su­bir por medios tonos, emitiendo sus sonidos hasta lle­gar á la esteneion mas aguda que la naturaleza le ha dado; si al llegar á aquel estremo se le quisiera hacer subir mas, ya no cabe en lo posible; y si para conse­guirlo se le hiciera retroceder una octava, volvería á recorrer aquella octava que había bajado, retrocedien­do doce medios tonos de una vez; mas por eso, no se lo­graba el hacerlo 6ubir mas de lo que subió antes de ha­cer el retroceso, porque allí tiene su límite, y de allí solo el que todo lo puede lo baria rebasar, resultando de esto la irregularidad do la escala; pues bicu, ceta

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- 4 5 7 -irregularidad es la que se practica en las escalas de los órdenes ó registros de lleno, sin que por eso se falte al buen orden, ó mejor dicho, sin que so perciba la fal­ta, porque se disimula de un modo tau propio, qne no siendo oido por una persona muy esperimentada, no so conoce, y aunque se conozca, no constituye defecto esencial por lo que se dirá mas adelante.

Si cstu irregularidad se practicase en uno de los ór­denes de fondo que constituyen la base fundamental del instrumento, como spn los flautados de 26, 13, 8,* 15,* 22. ' etc, seria una cosa anómala, insufrible, porque faltaría á todas las reglas y hasta á la naturaleza de la música, mas como solo se practica en órdenes que ya llevan el nombre de compuestos, y que de ninguna manera pueden conceptuarse como principales, sino co­mo auxiliares de aquellos, por lo mismo la parte de­fectuosa que tienen, ocasionada por los retrocesos, la absorve y cubre el sonido de los órdenes perfectos del fundamento, y de ahí viene el que los órdenes ó regís-tros de lleno no deben usarse nunca solos, sino" combi­nados con los principales llamados de fondo.

Visto que la composición de los órdenes de lleno no puede hacerse sin retroceder la progresión de la escala,

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— 4 5 8 — y siendo estos unos registros que tnnto cmbelbcrn el instrumento, y que desde tiempos antiguos son tenidos como indispensables; muchos autores y constructores, lian estudiado el modo de disimular ó hacer menos sen­sibles los retrocesos, resultando de todo esto varios métodos mas ó menos perfectos según la opinión de cada cual.

En algunos órganos se hallan las filas del lleno que retroceden cada ci:;cotoucs, per ejemplo; empiezan con Do, Do sost, Re, Re sost, Mi, Fa, Fa sost, SJI; y para seguir el ool sost. en vez de poner éste, ponen su quinta octava baja que es Re sost, siguen su escala progresiva, y cinco tonos mas arriba, vuelven á retroceder; lo mis­mo hacen en cada fila respectiva, procurando sin em­bargo de no hacer el retroceso en el mismo punto que se hizo en la primera fila, con lo cual parece que estos se disimulan algo.

También se hallan en órganos muy buenos, los retroce­sos hechos al principio de las octavas; los cuales tocan­do una escala seguida se conocen bastante, pero no son de mal efecto, como tampoco lo son otros muchos de di­ferentes sistemas, que se han seguido con mas ó menos buen éxito; mas como no puede menos de haber dichos retrocesos, y el principal objeto es hacerlos del modo mas disimulablo que se pueda, sin faltar á la belleza, claridad, igualdad y entereza del sonido, apuntaremos el método que seguimos constantemente por el. buen efecto true hace, puesto que solo se nota un retroceso en el Do sost. núra. 26 del teclado, que es donde parten los medios registros de la mano izquierda con los de la derecha; con el cual casi se completan las filas sin re­troceder mas que una vez, y no todas sino las mas agudas.

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- 4 5 9 -

v. M6.

Llano de tres Sias para la mano izquierda.

-La primera fila, que es la mas gravo, empieza por el Do en 22. a mira. 61 de la grande escala, y concluye en el Do núm. 85 sin retroceso.

La segunda fila, que es l a mediana, empieza por el Sol 26. a núm, 68 y concluye en Sol 92 sin retroceso.

La tercera fila, que es la pequeña, empieza por el Do en 29 a núm. 73 de la grande escala y concluyo con el Do 97 también sin retroceso.

Q 4 J V . M*¡.

Lleno de tres filas para la mano derecha.

La 1 primera fila grave, empieza por Sol sost. en 12. a núm..69 d é l a grande escala, (teniendo el órgano

A % octavas de ostensión) concluye en el Do 97 sin re­troceso.

La segunda fila mediana, empieza por Do sost. en 15. a núm. 74 y eoneluye en el F a núm. 102 sin retro­ceso.

La tercera fila, que es la aguda ó de caños mas pe­queños , empieza en Sol sost. 19. a núm. 81 y sigue La

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- 4 6 0 -progresion hasta el último caño mas pcqueñito de; la grande escala, y para los cinco ó seis últimos cañitos, que ya no los dá la ostensión, se retroceden poniéndolo los números 92, 93, 94, 95, 96 y 97, resultando el lle­no con solos cinco ó .seis caños retrocedidos al estremo sobreagudo del teclado, que ya no se percibe; y si bien se nota en el centro del teclado, hay la ventaja de que la mano izquierda tiene 25 teclas de escala sin retroce­so, y la derecha todo e} resto del teclado con uno solo tan insignificante, que no merece mención.

Lleno de cuatro filas de caños para la mano izquierda.

Siendo el Heno de cuatrocaños por punto, se com-poue de las mismas especies que el de tres, y se le aña­de para la 4." fila el Sol en 33.* que empieza su primer caño en el núm. 80 do la grande escala, y retrocede los cuatro ó CÍUGO canos últimos. '

v. Mty.

Lleno de cuatro caños para la mano derecha.

Este lleno es igual que el de tres caños por punto y para formarle la cuarta fila, se le añado un Do sost. en 8,* que empieza en el núm. 62 de la grande escala y concluye en el 90.

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- 4 6 1 -

Lleno áe cinco caños por punto

Mano izquierda.

Cuando el lleno haya de tener cinco filas de caños, se añadirá al de cuatro una fila mas grave, que su pr i­mer caño empiece por Sol 19." núm. 56, de la grande escala, y concluye en sol 80.

Mano derecha.

Al lleno de la mano derecha se añadirá una fila en 15." cuyo caño mayor tiene el núm. 74, y resultando con este aumento el tener esta especio ó consonancia duplicada se procurará el no poner ambas filas uní­sonas juntas , sino separadas; do manera que entre la una y la otra esté la fila de 8, a la de 12. a ó 19. a que lo mismo tiene una que otra, con tal que las dos quince­nas tengan entre sí otra fila en diferente consonancia que las separe.

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- 4 6 2 -

Resumen de los llenos.

Si se quieren hacer los llenos de mayor número do caños, (lo cual no creemos de buen resultado,) no so hace mas que duplicar algunas filas de caños de las mismas especies apuntadas, cscojiendo el autor á su gusto las consonancias que quiera hacer resaltar mas;. teniendo en cuenta, que si se lo quieren añadir algunas especies mas agudas que las que quedan apuntadas, además de tener que hacer algunos retrocesos, sale el lleno demasiado chillón, y si por el contrario se le quie-

,re aumentar, añadiéndole filas mas graves, se aumenta la fuerza de los órdenes, simples y oscurecen la clari­dad y brillantez que debe tener, un buen lleno; por lo que aconsejamos á cualquiera que deseo aumentar los llenos, separándose de las reglas establecidas, estudie mucho su composición, porque se espono á perder t iem­po y trabajo infructuosamente.

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- 4 6 3 -

CAPÍTULO VIL

DE LAS ZÍMBALA8 T SOBREZÍMBALAS.

Además de los registros de lleno que quedan apun­tados, hay otros órdenes llamados zímbalas y sobre-zímbalas que son una composición de las mismas es­pecies de los llenos, esto es, de tónica y quinta, pero de las cañerías mas pequeñas de la grande escala, y por consiguiente de sonidos sobreagudísimos, que no hacen mas que reforzar mas y mas la brillantez de aquellos.

La zímbala puede componerse de tres ó cuatro ca­ños á lo mas, y su caño mas grave debe sonar una quinta ó cuarta alta del mas grave del lleno; por ejemplo, si el caño mayor del lleno suena Do en 8, a el mayor de la zímbala sonará Sol en 12, ' si el de lleno suena Sol en 12. a el de la zímbala sonará Do en 15. a y así sucesivamente, acordando después las especies ó

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—404— consonancias de la zímbala como las del lleno en quin­tas, subiendo como de Do á Bol, ó en puartus, también subiendo como de#o l á Do, quo viene ú sor lo mismo; mas como las cañerías do estos órdenes so toman preci­samente de las mas agudas do la grande escala, no hay remedio sino hacer retrocesos, los cuales peces ó muchos, solo deben hacerse (sea en la mano izquierda ó en la derecha,) cuando se llegue al último cañito mas pequeño, retrocediendo una octava baja, y cuando se llegue otra vez al último, se hace lo mismo cuantas ve ­ces sea necesario.

La sobrezímbala debe componerse de dos caños por punto, ó á lo mas tres; también se añnan sus consonan­cias en quintas, y su caño mayor y mas grave se pone una quinta mas alta que-el do la zímbala; por ejemplo, de Do á Sol,ó una cuarta,corno de Sol á Do. Este orden aun ha de tener necesariamente mas retrocesos que el do zímbala, pero como queda demostrado en los apun­tes anteriores, tiene que ser de este modo indispensa­blemente por la naturaleza de las cosas. Eu lo que debe tenerse especial cuidado, es en que los retrocesos no se hagan nunca en un mismo punto ó tecla, por ejemplo, si en una fila del lleno se hace un retroceso en el signo Do, en la otra se haga en el Re ó Mi, en la otra, en el P a o Sol etc, y lo mismo la zimbala y sobrezímbala no deben hacer jamás los retrocesos dos filas en un mismo punto, sino siempre en otro diferente, para que en las escalas no pueda notarse la variación.

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- 4 5 5 -

Resúmes^ de los órdenes que produce la grande escala del flautado.

Do todo lo dicho hasta aquí, de les órdenes simples y compuestos que se forman de una sola familia de flautados, esto es; de la grande escala de nuevo octavas de sonidos que dá un solo género do caños, puede con­siderarse la grandeza de este tan antiguo como magnífi­co instrumento, y lo rico y variado de sus voces; porque si efectivamente contamos el número de caños que sue­nan reunidos en cada tecla do por sí, hallaremos lo menos, cinco ó sjis del lleno, cuatro do la zímbala y tres de la sobrezímbala, que vienen á ser trece; agre­gúense á estos, otros ocho de los registros simples ó de fondo, que son flautado de 26, de 13, 5 / 8 , A 12, a 15, a

19. a y 22. a etc, hacen un total de veintiuno ó mas ca­ños, sonando á la vez en cada signo muchos de ellos en diferentes consonancias, y todos, cuando menos, en diferentes grados de elevación, los cuales forman un gran lleno de voces tan valiente y de una armonía tan agradable, que parece prodigioso, porque ningún otro instrumento de viento ó cuerda, ni aun varios reunidos han podido producir semejante conjunto de sonidos tan numoroso y variado, sin disonar y desconcertarse com­pletamente.

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- 4 6 6 -

CAPÍTULO VIII .

BE LAS CAÑERÍAS DE BOCA LLAMADAS ÑASARDOS, QUE SON DE MAS

ANCUA DIMENSIÓN QUE LAS DE LOS FLAUTADOS PRINCIPALES

Aunque las cañerías llamadas de nasardo son de la misma forma que la de los flautados, descritos eu los capítulos anteriores, constan de las mismas piezas, so hacen de la misma materia y dan el sonido por igual principio que aquellas, sin embargo á estás se les dá un sonido bastante diferente, variando las dimensiones de los caños en ancho y largo, como también modifi­cando las de sus bocas, Algunos autores creen que la verdadera proporción del ancho de esta cañería es el dividir el de la do flautado en dos partes, y dar tres de

Y LLENOS; DE LAS CUALES SE HACEN ALGUNOS

ÓRDENES SIMPLES Y COMPUESTOS, COMO SON,

NASARDOS, CORNETAS Y CLARON ETC.

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-461-cstas partes á los cuerpos de las de nasardo; por ejem­plo, si un caño cío flautado que suene en Do, tiene 140 milímetros do ancho, debe darse ú otro caño do nasardo que haya de sonar en el mismo Do, 70 milis, mas, que hacen un total de 210 milis, cuya proporción (aunque algo exajerada) en algunos caños pudiera seguirse, pe­ro en otros es de todo punto impracticable; como se ha esperimeutado en diferentes ocasiones.

Algunos artífices acostumbran á hacer un flautado de una dimensión, otro de otra mas ancha ó mas es­trecha; unosnasardos anchos, y otros mas estrechos. Si bien es cierto que en algunos casos pueden alterarse las medidas del ancho que debe darse á • un orden de caños, sea para ensancharlo ó estrecharlo con motivo de colocar mas obra en menos sitio, 6 por ser para un local reducido etc, es necesario tener presente que estas va­riaciones de las dimensiones dadas destruyen, ó cuando monos alteran la verdadera esencia que constituye el sonido, que debe caracterizar y distinguir un buen flau­tado de las cañerías de nasardo.

Oku

Un caño de dimensión estrecha tiene el sonido claro y mordonte, algo parecido al de los instrumentos de

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­ 4 8 8 ­

cuerda, que emiten su sonido por medio del arco. Otro caño igual, que sea de ancha dimensión, tiene algo mas fuerza de voz que el estrecho, pero se distingue bastante de aquel, porque su sonido es mas oscuro, menos mor­

,dente , nasal ó imitante al do los caños de madera, cu­

yas circunstancias los dividen en dos clases muy diver­

sas, que so distinguen perfectamente una de otra; y como cada una tiene que llenar sus funciones y causar efectos diferentes eu el instrumento, es necesario con­

servar ambas clases bien especificadas, siguiendo es­

crupulosamente las proporciones que les corresponden á cada una, especiaimeufc o en el ancho de los cuerpos de los caños y forma de las bocas, para que conserven siempre su propio t imbre, y no se mezcle en ningún orden (ni aun en los de composición) ningún caño que no sea de su correspondiente clase.

Para esto cada una tiene su diapasón general con las proporciones que le son propias, nacidas do m u ­

chos esperimentos de artistas hábiles y pensadores, y autorizadas por el uso constante de algunos siglos, cu­

yos diapasones daremos en su lugar.

okv. №9,

Si se quiere estrechar la cañería nasarda de su ver­

dadera proporción, puede hacerse muy bien, pero cuan­

to mas se estreche, mas pierde su calidad de sonido y se aproxima al del del flautado, y entonces, ni es

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- 4 6 9 -verdadero nasai-uo ni flautado, cuyo inconveniente re­sulta, también en este, si se ensanchan sus dimensio­nes mas dolo regular, lo cual debo evitarse á toda cos­ta, teniendo siempre bien clasificadas y separadas am­bas especies de cañerías, para que cada una sirva sola­mente en los órdenes que les correspondan.

De la alteración de las dimensiones, y alguna di­ferencia hecha en la boca del cano y en la lámina del viento que forma el sonido, dirigiéndola mas ó menos al interior del caño ó dándole mas ó menos cantidad de viento, y otras varias sutilezas que la mucha práctica enseña, han nacido, á nó dudar, los órdenes ó registros que los extranjeros llaman gamba, salkional, fugara,

. flauta suiza,.voz celeste, armónica, etc, á pesar que de la descripción que de ellos hacen algunos autores y do las proporciones que dan en sus diapasones, se infiero que de los unos á los otros hay muy poca variedad de sonido. Por lo mismo reiteramos la idea, afirmando mas y mas la necesidad de que las dos clases de flauta­dos y nasardos estén bien dilucidadas, para que de entre la una y la otra y por los medios arriba indicados (de los cuales se hablará estonsamentc), so puedan obte­ner algunos órdenes, que si no son de una voz entera­mente nueva, al menos sean de un timbre algo distinto de las otras, que las evidencie entre sí.

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- 4 7 0

Aun en los flautados que se construyen por un mismo diapasón, dándoles proporciones iguales, se notan á vo­ces diferencias muy marcadas en el sonido, ocasionadas solamente por la localidad que ocupan; y así es que un flautado que esté colocado en la fachada principal de un órgano, se lo oye con toda la fuerza y claridad que lo caracterizan; otro flautado enteramente igual á este, que se coloque en el interior del órgano, ya se le oye de muy diferente manera; y otro de las mismas condi­ciones, colocado en la fachada trasera ó posterior, que ordinariamente suele estar en otra nave que la princi­pal, es tanta la diferencia que se nota en su sonido, que parece otro orden estraño á la familia de los flautados, cuyos efectos no se han de atribuir á las cañerías, por­que son hijos de la posición que ocupan, y de la cons­trucción de las arcadas y bóvedas del templo.

A estos flautados, cuyos sonidos tienen tanta dife­rencia, bien pudieran nuestros mayores haberles dado unos nombres pomposos, mas siendo amantes de la ver­dad, y poco aficionados á hacer ostentación de efectos de pura localidad, se contentaban con darles lisa y lla­namente su verdadero nombre de flautado.

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La cañería que forma la familia do los uasardos, es susceptible de dar una escala general tan estensa como la de los flautados, pero como de ella no se forman ór­denes principales de los de fondo, que tienen un so­lo caño por punto, (á no ser alguno particular, que describiremos en los apuntes 436, 437 y 438, etc.) s i­no órdenes compuestos do tres, cuatro, seis ó mas caños; por lo mismo se ha formado un diapasón mas re­ducido que el do la grande escala de nueve octavas, que para los uasardos y cornetas, dé solo cinco octavas y media, que empiezan en el Do de la octava corespon-dicnte al núm. 37 de la grande escala, y sigue su pro­gresión hasta el Sol núm. 104 de la misma, con cuyo número de caños pueden servirse las combinaciones que hayan de hacerse en ambas manos; véase su diapasón señalado núm. 3 en el ap. 692.

En este mismo diapasón se comprenden los nasardos y cornetas de la mano derecha, viéndose en él anotados los primeros caños de cada fila respectiva de los nasar­dos de la izquierda y corneta do la derecha, empezando

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- 4 7 2 - ' el caño mayor de la primera fila de ésta en el Do sos­tenido núm. 62, el cual corresponde al Do sost. núme­ro 26 del teclado, que es el en quo se parten los órde­nes do ambas manos.

Respecto á las proporciones del ancho do estas ca­ñerías no so ha seguido la regla estricta, que dan algu­nos autores, de tomarla en todos los caños con relación á la cañería de los flautados, por ejemplo, dividido el ancho de estos en dos partes, dar tres á la cañería na~ sarda, lo cual nos ha parecido absurdo, sino que se han tomado las proporciones que la esperiencia y muy bue­nas cañerías han demostrado ser de lo mejor.

Proporción de las bocas en los caños de nasardo.

Las proporciones del ancho de las bocas en estas cañe­rías también son diferentes quo las de los flautados, pues así como aquellas tienen de ancho la cuarta parte del cuerpo del caño, ó bien sea, de ocho partes que tenga el caño de ancho darle dos á la boca, las de los uasardos son un poquito mas estrechas ó cortas, pues que se les debe dar de largo, dos partes de nueve que tenga el ancho del caño, y de alto, de la cuarta á la quinta par­te del ancho de cada boca respectiva, á cuyo fin se mar­có dicha proporción en el trazabocas que se indica en la figura 74.

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- 4 7 3 -

Órdenes q*ie ss forman ele !a ía;n!!2a de los na-sardos.

Flauta rústica.

Con el nombre de llanta rústica se suele hallar un orden de caños de boca, que no pertenece á la familia de las flautas. Este orden ó registro se hace de metal fino do primera, ó mediado de segunda y aun de made­ra, de las dimensiones de las cañerías de nasardo: se puede poner al unísonus del flautado de trece en toda la ostensión del teclado ó en la mano derecha solamente, procurando darle lo mas marcado que se pueda el t im­bre que conviene á los nasardos, para que se distinga bien del flautado. También puede ponerse octava alta del 13, que es lo mas regular, y hace muy buen efecto, Su diapasón se halla en el ap. 692 señalado con el nú ­mero 3.

Como en las combinaciones de los órdenes de com­posición tienen que entrar precisamente los órdenes de consonancia perfecta, aunque ya queda esplicado el or­den de quincena en el ap. 387; sin embargo se pone

Quincena de nasardo.

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- 4 7 4 -aquí, porque también se suele hacer de la familia de los nasardos y para demostrar que no es mas que una quin­cena, aunque sea do diferente dimensión: á pesar do esto, los franceses la llaman_.de dos maneras, siendo siempre una misma cosa; pues la distinguen con el nombre de doublete ó doble octava cuando es de flautado, y con el de cuarta de nasardo, cuando la conbiuan con la docena á la cual ellos dan el nombre de nasardo; aquí la llamaremos siempre quincena de flautado ó na­sardo, según la familia a que pertenezca.

Flauta aguda.

Con este nombre se pone especialmente en la mano izquierda un orden de caños que puede ser de la familia de los flautados 6 de los nasardos indistintamente, en la entonación de 22," empezando su primer caño grave en el Do núm. 61 do la grande escala. Este orden se hace siempre de metal de segunda, solo tiene el objeto de contrastar la gravedad de los de fondo con su timbre agudo en ciertos casos, y cuando no, puede también entrar en las combinaciones de los llenos particulares y generales. También se puede poner en la mano dere­cha, aunque no es de mucha necesidad, porque no tieno el objeto quo en la izquierda, y además no puodc lle­gar su progresión hasta la últ ima tecla sin retroceder una octava; su diapasón puede ser el de los nasardos, que damos en el ap. 692, ó el de los flautados, según se quiera hacer.

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- 4 7 5 -

Qikv. M9.

Compuestas de nasardos.

El orden ó registro llamado nasardos para la mano izquierda se compone de tres filas do canos, el ma­yor y mas grave empieza en Sol 12. a del 13, señalado con el núm. 44 de la grande escala, la 2 . a fila empieza en Do 15. a núm. 49 de la misma, y la tercera en Mí 17. a núm. 53, cuyas tres filas siguen su progresión hasta el Do tecla núm 25, sin haeer ningún retroceso; este orden es el que imita mas el sonido gangoso que lo caracteriza, y le dá el nombre de nasardo.

Para la mano derecha puede seguir la misma pro­gresión en las mismas consonancias de 12,* 15. a y 17, 1

pero esta tiene que hacer un retroceso en la úl t ima oc­tava, por no haber cañitos pequeños que puedan subir tan to .

E l ciaron es un orden de la familia de los nasardos que apenas se halla en los órganos modernos, no es mas que un auxiliar de aquellos para darles mas cuerpo de voz y brillantez; antiguamente se hacia mucho uso de él, así como de las zímbalas y sobrezímbalas, antes

Ciaron.

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- 4 7 6 -que so inventaran y perfeccionaran Jos órdenes de len-güotería; porque, como estos no se conocían, procura­ban dar á los órganos la fuerza y valentía de voces que necesitaban, duplicando los órdenes compuestos de va­rios números de cañes en diferentes consonancias; mas como hoy la lengüotería lia llenado tan cumplidamente este vacío, por lo mismo so tienen en poca estima di­chos órdenes de zímbala, sobre zímbala y ciaron. Sin em­bargo, hágase actualmente ó no se haga uso del orden de ciaron, diremos que este debe componerse por lo me­nos de tres órdenes de caños, siendo el mas grave en la mano izquierda el Do en 15. a núm. 49 de la grande escala, (esto es en la primera fila) el mayor de la se­gunda será Sol en 19, a núm. 56 de la misma, y Do en 2 2 / núm. 61 para la tercera, siguiendo la misma pro­gresión en la mano derocha con los retrocesos que re­clamo la necesidad en cada fila de por sí, observando en ellos las instrucciones dadas en los apuntes anteriores, páralos retrocesos de las zímbalasy sobrezímbalas.

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CAPITULO IX.

DE LAS CORNITAS, SU COMPOSICIÓN T DEMÁS CIRCUNSTANCIAS.

Los órdenes ó registros de corneta se forman preci­samente de cañerías nasardas. E n los órganos españo­les casi siempre se han colocado en la mano derecha, supliéndola en la izquierda con las compuestas de na-sardo ó con un lleno compuesto de los órdenes simples, á gusto del organista. Hay cornetas de diferente n ú ­mero de caños, de modo que en órganos pequeños se hallan de tres caños por punto, como las compuestas de nasardo, también las hay de cuatro, cuya composición es según el efecto que se propone el constructor; mas la verdadera corneta ha de ser necesariamente de cinco caños por punto, á la cual los antiguos daban el nom­bre de cometa real, y aunque las hay de mayor núme­ro de caños, describiremos esta, porque es la propia y la que forma la base de su verdadera composición.

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- 4 7 8 - ;

Composición de la corneta real.

Para que un orden de corneta contenga las consonan­cias que la caracterizan, y se la pueda dar el nombre de real, ha de constar de cinco filas do caños, y siendo solo para la mano derecha (como es costumbre) y empezando en la tecla núm. 26, que es la que divide los órdenes do izquierda y derecha, el caño mayor de su fila mas gra­ve será el Do sost. en 8. a alta del flautado de 13, seña­lado en la grande escala con el núm. 62, y sigue su progresión cromática hasta el F á núm. (J0.

La segunda fila está en Sol sost. 12. a del 13; su caño mayor empieza en Sol sost. núm. 69 y concluye en el Do 97. La tercera fila está en 15. a del 13; empieza por el Do sost. núm. 74 y concluye aun sin retroceder en •en el F a n ú m . 102. La cuarta fila está en 17. a del 13; empieza su caño mayor en el Mi sost. (ó lo que es lo mismo Fa nat.) núm. 78, y sigue su progresión hasta el último cañito de la grande escala, en la cual tiene que retroceder una 8. a baja, para poder llegar al fin del teclado. Por fin la quinta y úl t ima fila está en 19. a

del 13, empezando su caño mayor en Sol sost. núm» 81 de la grande escala, y al llegar al último cañito tam-.bien hay que retroceder para poder concluir de cubrir su escala hasta la úl t ima teda ; de consiguiente, tene­mos que la verdadera corneta se compone de cinco con­sonancias cada punto, y siendo su base, como en todos.

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- 4 7 9 -los órdenes, el flautado de trece, la primera suena en 8. a alta do aquel, la 2 . a en 12, a la tercera en 15, a la cuarta en 17. a y la quinta en 19,' sonando á la vez en cada tecla de por sí en órdeu ascendente; por ejemplo,

- flautado do 13 Do, Do 8, a Sol 12, a Do 15, a Mi 17. a y Sol 19. a

Este orden de corneta es uno de los mas fuertes y brillantes del órgano; se halla puesto con mas ó menos perfección en órganos muy antiguos, en los cuales ha­cia un gran papel, como las zímbalas y ciaron, porque suplíanla fuerza de la leugüetería antes que se inventa­se esta magnífica cañería; por esta razón indudablemen­te le dieron nuestros mayores el hoy impropio nombro de corneta, porque en sus tiempos solo con este orden podían figurar la música guerrera; y aunque al presen­te se hace tanto uso de los clarines y trompetas no ha perdido su importancia, y sigue figurando en el rango de los mejores registros del órgano con el mismo nom­bre de corneta.

La corneta que tenga cinco filas de caños, estando estos bien hechos, y siendo todos, como deben ser, de la familia de los nasardos, es muy brillante, de un sonido bastante claro, fuerte y suficiente para cualquier órga­no; pero en órganos que han de servir en templos gran­des se le suele aumentar.una fila de. caños al unísonus

Cornetas aumentadas y dobles.

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- 4 8 0 -del flautado de 13, la cual uo os ya de la familia de los nasardos, siuó que algunos constructoics la poneu del mismo flautado; otros do flauta cónica; otros do tapado, y otros en fin, de tapado á canutillo, que es la que en nuestro concepto hace mejor efecto. También se hallan cornetas de siete, de ocho y hasta de diez caños por punto, pero no suelen sor las que mejor sonido tienen.

Corneta de seis caños por punto.

Si la corneta ha de ser de seis caños, se le aumenta­rá á las cinco consonancias de la corneta real una al unísonus del flautado de 13, que puede ser de cualquie­ra clase de cañería de las indicadas en el apunte ante­rior, aunque en nuestro sentir debe preferirse la de ta­pado á canutillo ó chimenea. Sí la corneta ha de tener siete cañes, se le aumentará otra fila de cañería mas aguda de la misma familia de los nasardos en especie ó consonancia de 22. a con bastante retroceso, y si se ha­ce de mayor número do caños, se ponen dobladas las filas que se quieran de las cinco principales, por ejem­plo, dos do 8," dos de 15, 'dos do '17, a ctc , aunque esta última especio no conviene mucho el que sobresalga de las demás.

Cuando tiene mas de cinco caños, se lo dá el nombre de corneta aumentada ó reforzada; y si llega al número de nue^e ó diez caños por punto, entonces to­ma el nombre de corneta doble.

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—481—

Cualidades de una buena corneta.

Las circunstancias que distinguen una buena cor­neta, son el tener la'voz bien caracterizada de la fami­lia de los nasardos; que sea clara, fuerte, y sobre todo, además de una perfecta afinación, que todas las espe­cies ó consonancias de que se compone suenen con igual fuerza, para que, cuando se toque una tecla cualquiera, no se perciba mas que un sonido, propio del conjunto que componen los cinco ó mas caños que ten­ga; sin que ninguno de ellos, sobresalga ó se distinga de los demás.

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- 4 8 2 -

CAPÍTULO X.

DE OTEAS VARIAS CAÑERÍAS DE BOCA.

Cañería de forma cónica, que también dá su so­nido por la boca, y pertenece á la familia de

los flautados.

La cañería do forma cónica pertenece á la familia de los flautados, porque se compone de las mismas piezas y emite el sonido, que forma en su boca, igualmente que aquellas. Se diferencian, siu embargo, en que el cuerpo sonoro de los flautados es cilindrico, y el de es­tas es cónico, esto es; mas ancho de la parte donde se une el cuerpo con el pié, y mas estrecho del cabo su­perior, cuya forma les dá diferente sonido, que por cierto es muy agraciado y parecido al del tapado á chimenea.

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- 4 8 3 -En los órganos españoles no se lo dá á esta cañería

un nombre propio, puesto que cada constructor le apli­ca el que le parece mejor; se le halla muchas veces al unísouus del flautado de 13, con el nombre do flauta cónica; también suele estar en la primera lila de las cornetas y en compuestas de nasardos, á los cuales no imita bien, porque carece do] sonido propio do aquellas cañerías. También so encuentra puesta eu docena del flautado do 13 con el nombre de pífano, lo cual nos pa­rece impropio. Algunos constructores la usan tam­bién para sustituir en el tapadillo de la mano derecha los últimos caños pequeños que no s.o pueden hacer si­no con bastante dificultad, y ponen en su lugar cañitos cónicos abiertos, que los hacen mas fácilmente é imi­tan bastante al verdadero tapadillo. Sin embargo, este no es el verdadero empleo que debe darse á una cañería de tan buen sonido como esta. Ya tendremos ocasión do apiuntar mas adelante el uso que de ella hacen los ex­tranjeros, y el partido que sacan, distinguiéndola con un nombro propio que le dá su merecida reputación,

Las proporciones que pueden darse á esta clase de cañerías, son las mismas que las del flautado ó las del nasardo, esto es en cuanto á la parte ancha del cuerpo cónico, que á la parte estrecha se le dará la mitad de la parto ancha ó un poquito mas; véase el diapason

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- 4 8 4 -propio de esta cañería en el apunte 694 mim. 4. De es­tas dos proporciones, la que mas se usa es la del ancho de los nasardos, porque sale el sonido de mas cuerpo, pero si se quiere un sonido mas fino y delicado, puede hacerse por las dimensiones del flautado.

Proporción de las bocas de esta cañería.

Las proporciones d é l a s bocas son como las de los flautados, que es la cuarta parte de su ancho; estas ca­ñerías forman el sonido con mas facilidad que las que son completamente cilindricas, por eso' se observa en estas, especialmente en las de ancha dimensión, que cuando se les estrecha con el acoplador el cabo supe­rior del caño, forma su sonido mas fácilmente que cuando está completamente abierto.

Cañería de forma cónica, inversa de la anterior.

Esta clase de cañería no se halla en ningún órgaiio como cañería de boca, porque su sonido no ofrece ven-

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- 4 8 5 -taja ni novedad: siendo su forma propia para los órde­nes de lcngüctería solamente, y no estando en uso por las razones indicadas para los de flautado, creemos es-cusado el ocuparnos de ella por ahora; por lo tanto pa­saremos á hablar de otra cañería estrecha, de forma ci­lindrica.

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CAPÍTULO XI,

CAÑERÍA DE BOCA DE LA EAMILIA DE LOS FLAUTADOS, PERO DE

DIMENSIÓN MAS ESTRECHA.

Las cañerías de flautado de estrecha dimensión se hallan en muy pocos órganos españoles, cuya omisión ó descuido mas bien puede achacarse á que se miraba an­tiguamente como cañería de lujo, que á que ignorasen nuestros mayores la hermosura de sus voces de que t a ñ e

to partido se saca en las construcciones modernas, cuyo aserto corrobora el que la mayor parte de los órganos, que han llegado á nuestros dias, son bastaute limita­dos, y que, con pocas escepcioues, se componen sola­mente de los registros ú órdenes do cañerías regulares, de los cuales no se puede prescindir.

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klv. kM.

Esta clase de cañería, aunque efectivamente es de üu timbre precioso y delicado, no puedo por esto mis­mo considerarse como principal y necesaria, sino como de mero lujo, esto es; que á un órgano completo do los órdenes ó registros indispensables puede ponérsele cualquier orden de esta especie de cañería, pero de nin­guna manera debe dejarse de poner un orden de flau­tado natural pai'a dar cabida á uno de los do estrecha dimensión, porque el cuerpo de su sonido, en cuanto á fuerza, no puedo competir de ningún modo con aquel; así es que solo en órganos contados se halla algún or­den en la mano derecha al unísonus del flautado de tre­ce con el nombre de flauta alemana; tiene poquito so­nido, pero muy claro y mordente, formando un timbro precioso que los modernos han calificado de voz celeste; por esta razón este orden debe tocarse solo, ó si se com­bina con algún otro registro, ha de ser de tal clase y manera, que no le cubra; lo cual so consigue muy bien cuando se toca-con los registros de las arcas de ecos, en las cuales (en nuestro concepto) debe teuor siempre cabida.

Dimensión propia de esta cañería.

Respecto al ancho que debe darse á esta clase de cañería, también hay diversos pareceres, pero con el

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- 4 8 8 -estudioque se ha bocho en. varios autores y la cspc-riencia que nos ha dado la práctica, se ha formado el diapasón correspondiente que damos en el apunte 696, n ú m . 5, en el cual se dan las proporciones de largo y ancho para todos los caño» de una escala de tres octa­vas, Suficiente para formar dos órdenes completos de es-tacañería , uno al uuísouus del flautado de trece, y otro al de su octava alta.

Las bocas de los caños, respecto ai ancho, guar-dau las mismas proporciones que las del flautado or­dinario, pero respecto al alto, han de ser bastante mas bajitas quo las de aquel, puesto que cuanto mas bajitas tenga las bocas, mas caracterizan su timbre bronceado, á cuyo fin se procurará que el agujerito del pié por donde reciben el viento los caños sea bien pe-queñito, porque si reciben mucho viento, remontan su sonido muy fácilmente.

Estas cañerías son bastante impertinentes para ha­cerlas formar el sonido con claridad y sin retardar: pa­ra conseguir que emitan esto fácilmente, se l e s sueldan á los costados de las bocas unas alitas del mis­mo metal del caño, (que para esta cañería será de esta­ño fino ó de primera clase) á las cuales ordinariamente llamamos orejitas, con las que se facilita mucho la for­mación del sonido y su emisión clara y pronta, cual de-, be ser.

Este orden, como queda indicado, puede ponerse en toda la estcftsion del teclado al unígonus del flautado

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- 4 8 9 -de 13 con el nombre de flauta alemana, y en octava alta del mismo, con el nombre de alemana aguda; en algunos órganos se halla en la entonación del 13, me­tido en el arca de ecos, con el nombro de voz celeste; es de muy buen efecto, especialmente para fraementos de música pausada.

Voz celeste.

El orden ó registro llamado voz celeste no se cono­cía en las manufacturas antiguas, al menos con este nombre; aunque so puedo poner en toda la ostensión del teclado al unísonus del flautado de trece, lo mas común y regular es ponerlo solamente en la mano de­recha. »Su cañería es de las dimensiones que hemos da­do en el apunte anterior para la flauta alemana. Se pone de dos filas de eaños unísonus, pero la una se afina muy igual con el flautado, y la otra so afina con los ca­ños do la primera, poniéndolos un poquito mas altos, de modo que euando suenen produzeau un poquito de balanceo, ondulando el sonido entrambos caños, que es el carácter propio de este orden: teniendo la voz bien bronceada, como la flauta alemana, es un registro de uu bellísimo efecto, especialmente para cantos pausados de ospresiou, por lo que se suele poner en las arcas de eco.

La cañería puede hacerse de metal mediado de se-

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. - 4 9 0 -gunda, pero es mucho mejor hacerla de estaño fino do primera.

Tanto es lo que este orden ha llamado la aten­ción, que en el dia, hasta en los pequeños instrumen­tos de lengüetas libres y en los armouiums ú órganos esprcsivos, se halla este registro de voz celeste (por mr.s que no llene en ellos su cometido por la aspereza de las lengüetas) llevando usurpado un nombre que por nin­gún concepto le corresponde.

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CAPÍTULO XII .

CAÑERÍAS OCTAVIANTES, QUE PERTENECEN Á LAS DE BOCA I Á

LA ÜRAN FAMILIA DE LOS FLAUTADOS.

Las cañerías octaviantes se llaman así, porque sue­nan una octava alta de lo que debían sonar por el lar­go natural de su cuerpo sonoro; no son mas que unos caños que remontan su sonido por efecto de tener la boca un poco mas baja de lo regular y recibir alguna mas cantidad de viento del necesario, así es que antes se las conocia con el nombre de flautado remontado, mas hoy los extranjeros se han apropiado su invención, porque la han mejorado notablemente, partiendo la longitud del cuerpo sonoro con dos pequeños agujerítos que atraviesan el caño, los cuales facilitan y aseguran la acción de octavear su sonido; este lo tiene bastante gracioso, y ordinariamente un poco remiso á la forma­ción de la voz, lo que no deja de darle cierto gracejo.

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E l orden de flauta octaviante solo debe ponerse en la mano derecha, porque es muy dispendioso á causa de su mucha longitud, puesto que si se quisiera poner, por ejemplo, en toda la estension del teclado en la en­tonación del flautado de trece, tenia que hacerse dán­dole el largo del flautado de 26. Poniéndole en la ma­no derecha á la entonación del 13, tiene que ser un do­ble mas largo que este; se puede hacer de metal ó tam­bién do madera, que es lo mas regular y común, y se le dá el nombre de ¡Imita octaviante; véase su diapasón en el apunte 698. núm. 6, Tom. I I .

Pífano octaviante ó flautín.

De esta misma clase de cañería se puede poner un orden en la mano derecha, hecho de metal, del largo de la cañería en octava, mas debe hacerse octavear para que suene en quincena del trece, en cuyo caso imita bastante bien al flautín. Aunque algunos artífices sue­len poner con este nombre un orden de cañería tapada sonando octava alta del trece, no debe confundirse con el que nos ocupa, porque el de tapadillo tiene el sonido mas opaco, y el octaviante suena octava alta de aquel y su sonido es mas brillante y propio del nombre que lleva.

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Flauta misteriosa.

La flauta misteriosa se hace de la misma cañería octaviante que hemos descrito en el apunte ante­rior, puede construirse de manera que emita su voz de un modo particular é indeciso, esto es, que n i bien suene octava alta, ni bien emita el tono que re­quiere su natural longitud, de manera que se perciban ambos sonidos á la vez, aunque indefinidamente, dan­do su sonido natural y el de su octava alta, lo cual no deja de ser dificultoso, pero es lo que constituye su carácter. Esta cañería es muy delicada, pueden alte­rar fácilmente sus buenas cualidades sonoras, las va­riaciones atmosféricas y el polvo que naturalmente se forma en los templos. Debe tocarse siempre sola, y hacerla oir en música sencilla y de movimiento pausa­do. Por lo fino y particular de su sonido se le dá el nombro de flauta misteriosa, porque efectivamente su voz, que propende á hacer oir dos sonidos formados por un mismo cuerpo, es de un timbre tan particular que se emite de una manera misteriosa y no clara y franca' mente como lo hacen las demás cañerías.

Para conseguir en esta cañería el efecto deseado, es necesario en vez de hacerle los dos agujeritos, que atra»

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- 4 9 4 -viesan el caño muy cerca de la mitad de la lon­gitud de su cuerpo sonoro, como se practica en las cañerías octaviantes, hacerle un aguje ito solo, bas­tante pequeño; en el mismo punto que se hacen en aquellas, y dándole poca cantidad de viento, sue­na indecisamente, como queda dicho, ni bien á su tono natural ni bien octava alta, lo cual? constitu­ye 'su propio carácter, pero es cañería de poco uso por su delicadeza y porque enmudece con facilidad. Puede construirse de metal mediado, de segunda, y mejor aun de madera.

FIN DEL TOMO PRIMERO.

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F E D E E R R A T A S

D E E S T E P R I M E R T O M O .

Páginas. Lineas. Dice. Léase.

X 16 aficcion. afición. 1 17 beta. veta.

(Todas las palabras que digau beta léanse veta).

8 14 ' baras. barras. 34 5 undir. hund i r . 46 4 abellañar. avellanar. 48 I otra, otro. 51 6 encavezados. encabezados. 68 9 " oja. hoja. 70 24 egujeros. agujeros. 83 10 on. en 83 29 tonillos. tornillos. 85 • 15 oja. hoja. 94 15 condicionos. condiciones. 98 15 venillas. ventillas. 98 20 nn.~ un 99 19 centis. centís.

112 18 esterior. exterior. 124 22 Becbe. v eche. 194 9 Sol sot. Sol sost. 234 11 ornilla.'. hornilla. 343 9 represnta. representa. 360 11 almoadilla. almohadilla.

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