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Reporte de lectura realizado a partir de los textos publicados por Gómez-Tarragona (2010) y Cole (2003).Se define el concepto de marketing dentro del Diseño Editorial y cómo podrían llevarse a cabo estrategias de comunicación para desarrollar una marca editorial exitosa.
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Marketing Editorial desde Gómez-Tarragona & Cole
El futuro del libro [dependerá] de la utilización de recursos visuales.
Ian Ballantine
La frase anterior, ubicada en el ensayo de Cole (2003), podría encaminar
perfectamente el recorrido elaborado a partir del Marketing Editorial; propuesto por
Gómez-Tarragona (2010) y Cole (2003). Ambas lecturas enfatizan la importancia
del marketing dentro de la industria editorial, sin embargo, me permitiría agregar
que es el uso estratégico del Diseño (sin apellidos), en conjunto con el Marketing,
lo que beneficiará a dicha industria. Ambos autores, además de realizar un
pequeño recorrido por la definición de Marketing, concuerdan en la importancia de
conocer y determinar el público al que se dirigen los productos editoriales; debido
al amplísimo desarrollo tecnológico-digital la atención al cliente se ha vuelto
altamente personalizada.
Dentro de Gómez-Tarragona (2010) se hallará una extensa definición del espectro
editorial abordado desde el marketing y las nuevas tecnologías-digitales de
nuestra era. La forma en que nos relacionamos y consumimos productos
editoriales ha cambiado con la llegada de la pantalla táctil, además del modelo
impreso y digital, la interacción entre contenidos y lector se ve permeada por estas
plataformas tacto-digitales.
El autor define de manera interesante al Marketing: aquellas relaciones de
intercambio, -declara Gómez-Tarragona-, en donde el negocio es pensado como
una filosofía, actividad y disciplina científica. Por otro lado, a muy grandes rasgos,
define al editor como un transmisor de la cultura; concuerdo en ello, aunque de
diferente forma: el Diseño, como “espacio de actividad proyectual orientada al
futuro y a la vida cotidiana (Brizuela, 2013)”, abarcaría ampliamente la analogía de
“transmisor de cultura” y a su vez incluiría al editor como una ramificación de la
misma, un ejecutor del diseño.
Entiéndase “vida cotidiana” como aquellas necesidades rutinarias del usuario; en
este caso del lector, o aquel consumidor de material editorial. Dichas necesidades
son de altísima importancia dentro de los textos propuestos por ambos autores, o
al menos ello pudiera inferirse tras el énfasis elaborado en sus planteamientos:
Satisfacer las necesidades de los lectores debe ser el objetivo principal de toda
actividad editorial, menciona Gómez-Tarragona; y por la parte de Cole (2003): el
marketing editorial debe incluir una idea clara respecto al público que se dirige el
producto. Desarrollar una agencia editorial requiere que sepa de qué modo y
dónde se venderá el libro e implica la creación1 de un plan y de métodos para
llegar a los lectores. Ubicar las necesidades del público.
Como se mencionó anteriormente, más allá del marketing, como enfatizan ambos
autores, sería el diseño quien se encarga de satisfacer necesidades. De acuerdo
con Webster, en Building Desing Strategy (Lockwood, 2008), la definición de
diseño oscila entre las líneas “a plan to make something”2. A ello se agregaría, que
satisfaga necesidades. Es decir, la relación entre las definiciones de diseño y
marketing es muy estrecha: de acuerdo con American Marketing Association
(2007) (en Gómez-Tarragona, 2010) el marketing se define como la “actividad,
grupo de instituciones y procesos para crear [elaborar], comunicar, distribuir e
intercambiar ofertas que tengan valor para los clientes, usuarios, socios y la
sociedad en general”. Definición misma que cabría en la parte de diseño,
reforzando la frase “un plan para elaborar algo”. Ambos conllevan un proceso,
donde comunican y distribuyen información. Aunque el diseño se orienta de mayor
1 En ambos autores se encuentra la palabra ‘crear’ en sus definiciones de marketing; sin embargo, si atendemos a la definición de la Real Academia Española, crear denota la producción de algo de la nada (Dios creo el cielo y la tierra). Si se sigue la semiótica pierciana, en donde todo tiene posibilidad de convertirse en signo, el termino adecuado podría ser ‘construir’, lo cual denota la fabricación de algo a partir de otro algo ya existente. De esta manera, podríamos entender al mercadólogo-diseñador o diseñador-mercadólogo como aquel que construye algo para resolver situaciones. A ello sumaría la analogía del DJ de la cultura/signos propuesta por López (2009) en Otra cosa: Artes visuales, que responde perfectamente a las posibilidades semióticas respecto a los signos.2 Un plan para hacer algo.
forma a la interfaz y el usuario: el consumidor es el centro de toda actividad
editorial. Por lo que en realidad, el diseño-marketing-editorial debe orientarse a las
necesidades de su consumidor. Con el avance tecnológico-digital este consumidor
se ha vuelto más exigente y ha replanteado sus interfaces; ahora, cada cliente
tiene un nombre y unas características que lo definen, debe existir una
personalización entre la industria y el consumidor.
Si bien ambas lecturas forman parte de diferentes manuales encaminados hacia el
marketing editorial, por la parte de Gómez-Terragona (2010) se introduce el
término marketing desde el punto de vista del diseño, y por parte de Cole (2003)
se desarrolla de forma exhaustiva una especie de manual técnico sobre cómo
organizar y dirigir una editorial. Ambas mezclan la definición del Diseño y
concluyen en la necesidad de conocer al público.
Por otro lado, en el texto de Gómez-Terragona, se propone que las necesidades
no son creadas por el marketing, sino que más bien sólo se ubican. En parte
podría concordar, aunque dentro de La sociedad del Espectáculo (Debord, 1967),
se expone un cambio en los paradigmas de la producción del capital: de satisfacer
necesidades “primarias” se satisfacen necesidades con un sentido aspiracional, en
donde podría decirse que las diferentes industrias, a través del marketing,
promocionan y encaminan a un consumismo desbordado dentro de la sociedad
occidental, por tanto, podría decirse que, en primer lugar, las necesidades básicas
sólo tendrían que ubicarse y definir de qué manera pueden ser resueltas por parte
del diseño y el marketing editorial, y en segundo lugar, algunas de las necesidades
contemporáneas no son más que fruto de una sociedad encaminada al
consumismo occidental, y de esta manera, pueden regularse y generarse nuevas
desde la perspectiva del Marketing y Diseño.
Referencias
Gómez-Tarragona, D. (2010). Marketing Editorial. Madrid: Pirámide.
Cole, D. (2003). Marketing Editorial: La Guía. México: Libraria.