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Ética y deontología profesional
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martin heidegger - aristoteles
Ética y deontología profesional
5 DE OCTUBRE DE 2015escuela tecnologica superior unp
INTEGRANTES:
Morquencho Arévalo Betty Karla
Quenta Pasapera Abraham Javier
1
INDICE
Introducción…………………………………………………………………………………………………………..…………2
Martin Heidegger…………………………………………………………………………………………………………..…3-4
Aristóteles…………………………………………………………………………………………………………………..……5-6
¿ES POSIBLE AÚN UNA ÉTICA? HEIDEGGER Y LA FILOSOFÍA PRÁCTICA
¿Cuándo escribirá usted una ética?.....................................................................................7-8
¿Cómo explicar este hecho?.................................................................... ……………….………..8-9
Los temas de la confrontación con Aristóteles…………………………………………………………….…..9-11
¿Pero, cómo llega Heidegger a adjudicar a la práxis una función fundadora? ………………...11
La Ética Nicomaquea como “ontología de la vida humana”……………………………………………..12-15
BIBLIOGRAFIA…………………………………………………………………………………………………………………..16
2
INTRODUCCION
A lo largo de los años veinte Heidegger se dedicó intensamente al de
Aristóteles. En 1989 el Dilthey Jahrbuch publicó las "Interpretaciones
fenomenológicas sobre Aristóteles. Indicación de la situación hermenéutica"
(Natorp Bericht). Heidegger redactó este escrito cinco años antes de la
publicación de Ser y tiempo. Después, en el curso de 1924, dedicado al Sofista
de Platón, Heidegger volvió sobre la interpretación que había incoado en el
Natorp Bericht. Aquí me centraré especialmente en el análisis de estos dos
textos y, por tanto, en las tesis del primer Heidegger.
No es preciso recordar la polémica que la interpretación heideggeriana de
Aristóteles, y en general de los pensadores griegos, ha suscitado entre los
investigadores. Sin duda, existen razones para entender que su comprensión
resulta problemática. No obstante, tampoco se pueden ignorar sus aciertos ni el
alcance que ha tenido. Por otra parte, la crítica actual es prácticamente
unánime a la hora de encontrar en Ser y Tiempo una trasposición de la
ontología y de la ética aristotélicas. Sin embargo, lo que importa aquí es
realizar una acercamiento crítico a sus interpretaciones de los textos de
Aristóteles. En las líneas siguientes se resumen algunas de las tesis
heideggerianas que se consideran centrales para abordarla.
3
Martin Heidegger
Nació el 26 de septiembre de 1889 en Messkirch, Baden (Alemania).
Con 20 años ingresó en el seminario de los jesuitas en Friburgo, pero a las dos
semanas se le pidió que abandonara la congregación, según parece a causa
de su endeble salud. Ingresó posteriormente al seminario diocesano de la
misma ciudad. Cursó estudios de teología católica durante dos años, y desde
1911 filosofía occidental en la Universidad de Friburgo, donde fue alumno de
Edmund Husserl, el fundador de la fenomenología.
Durante la I Guerra Mundial se ofreció como voluntario, pero nuevamente por
problemas de salud, no fue enviado al frente siendo asignado a la censura de
la correspondencia. Entre 1919 y 1923 fue asistente de Husserl con quien se
inició en el método fenomenológico, que luego haría suyo. Tras impartir clases
en Marburgo, y tras retirarse de la Cátedra de Filosofía de la Universidad de
Friburgo, Husserl le recomendó para el cargo y éste asumió así la titularidad en
1928.
Casado con Elfride Petri el 21 de marzo de 1917, en una ceremonia católica
oficiada por su amigo Engelbert Krebs, y una semana más tarde en una
ceremonia protestante. Fue padre de Hermann y Jörg Heidegger. Conoció a
Hannah Arendt, y la relación amorosa no tardó en surgir, pero Heidegger era
católico, estaba casado, tenía dos hijos y, sobre todo, una reputación social
que no estaba dispuesto a echar por la borda. Mantuvieron la relación con
altibajos, pero la intelectual se mantuvo siempre. El motivo fundamental de la
ruptura, fue la afiliación del autor de «El ser y el tiempo» al partido nazi y la
inevitable huida de Alemania de Arendt por su condición de judía. También
mantuvo relaciones con otra estudiante: Elisabeth Blochmann, de padre judío y
a la que ayudó a emigrar antes de la Segunda Guerra Mundial, reanudó el
contacto después de la guerra.
Hitler tomó el poder en Alemania en 1933 y su gobierno le nombró Rector de la
Universidad de Friburgo y éste aceptó el cargo y se afilia al partido
nacionalsocialista (NSDAP) manifestando su adhesión al régimen
nacionalsocialista en el discurso que pronunció en la toma de posesión.
Heidegger tuvo alguna complacencia hacia el régimen de Hitler, cuyo orden
4
externo elogió en los meses iniciales del III Reich. Desconcertado por la
evolución posterior del sistema y por la guerra, renuncia al rectorado por
discrepancias con el gobierno y deja de ocuparse de política. La renuncia no
evitó que fuera destituido como docente en Friburgo, tras la ocupación de
Alemania por los aliados. Al cabo de seis años, regresaría a su cátedra como
profesor honorario. Si bien su actividad académica fue ya mucho menos
constante. Recibió de algunos de sus discípulos, como Marcuse, la sugerencia
insistente de que se retractara públicamente de su discurso de 1933, él nunca
quiso dar explicaciones.
Considerado como uno de los filósofos más complejos e importantes del siglo
XX, una de las máximas figuras de la filosofía moderna. Muy influenciado por
los presocráticos, por Kierkegaard, y por Nietzsche, en su obra más destacada,
Ser y tiempo (1927), se interesa de lo que consideraba la cuestión filosófica
esencial: ¿Qué es ser?. Desde entonces, su producción científica y ensayística
fue muy extensa.
Sostenía que el individuo está en peligro de ser sumergido en el mundo de los
objetos, la rutina diaria, y en el convencional y superficial comportamiento de la
multitud. El sentimiento de temor (Angst) lleva al individuo a una confrontación
con la muerte y el último sin sentido de la vida, aunque sólo por este
enfrentamiento puede adquirirse un auténtico sentido del ser y de la libertad. La
idea del sin sentido de la existencia humana lo hizo ser considerado como
parte de la corriente existencialista, precursora en gran medida de las ideas de
filósofos como Jean Paul Sartre. A esta obra la siguieron otras como
Introducción a la Metafísica (1953). Opinaba que la sociedad tecnológica
moderna ha favorecido una actitud elemental y manipuladora que ha privado de
sentido al ser y a la vida humana, un estado que llamaba nihilismo. Desde 1952
se retira a su aldea natal, y a finales de 1974 se iniciaron los preparativos para
la edición de sus obras completas, que se compondrán de 70 volúmenes.
Martin Heidegger falleció en Messkirch el 26 de mayo de 1976, en la misma
aldea de la Selva Negra en la que nació. A petición suya, fue enterrado según
el rito de la Iglesia Católica junto al campanario de la iglesia de su ciudad natal.
Uno de sus sobrinos, sacerdote, presidió el oficio.
5
Aristóteles
Aristóteles (en griego antiguo Ἀριστοτέλης, Aristotélēs) (384 a. C.-322 a. C.)1 2
fue un polímata: filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas
han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente
por más de dos milenios.
Aristóteles escribió cerca de 200 tratados (de los cuales solo nos han llegado
31) sobre una enorme variedad de temas, incluyendo lógica, metafísica,
filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física,
astronomía y biología.1 Aristóteles transformó muchas, si no todas, las áreas
del conocimiento que tocó. Es reconocido como el padre fundador de la lógica
y de la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos previos sobre ambas
materias, es en el trabajo de Aristóteles donde se encuentran las primeras
investigaciones sistemáticas al respecto.
Entre muchas otras contribuciones, Aristóteles formuló la teoría de la
generación espontánea, el principio de no contradicción, las nociones de
categoría, sustancia, acto, potencia y primer motor inmóvil. Algunas de sus
ideas, que fueron novedosas para la filosofía de su tiempo, hoy forman parte
del sentido común de muchas personas.
Aristóteles fue discípulo de Platón y de otros pensadores (como Eudoxo)
durante los veinte años que estuvo en la Academia de Atenas.6 Fue maestro
de Alejandro Magno en el Reino de Macedonia.6 En la última etapa de su vida
fundó el Liceo en Atenas, donde enseñó hasta un año antes de su muerte
Aristóteles y la ÉticaCon respecto a la ética Aristóteles propone que todo lo que conduce al hombre
a su propio bien y al logro de sus verdaderos fines es una acción buena y todo
lo que lo desvía de ese objetivo es una acción mala.
Existen distintas clases de bienes; y según la actividad que realice cada uno
será el bien que desea conseguir. Y también diferentes fines, que pueden ser
parciales y que están subordinados a otros de carácter último.Por ejemplo un
6
médico que cura una herida como fin inmediato para recuperar la salud del
enfermo como fin último.
Aristóteles trata de explicar el Bien como fin último. Para ello cree necesario
remitirse a la ciencia ética individual y luego a la ciencia ética política.
El objeto de la ética individual o moral, son las obras humanas y se parte de los
juicios morales para establecer principios generales, con el supuesto que
existen en el hombre tendencias naturales innatas hacia la armonía, la
coherencia y el equilibrio, sabiduría que constituye la base de la ética natural.
Por lo tanto para Aristóteles existe una naturaleza humana, una forma “a priori”
de ser del hombre con valores absolutos.
Para Aristóteles la felicidad es el fin al que aspira todo hombre, relacionada con
la actividad virtuosa no transitoria sino durante toda la vida, entendiendo por
virtudes la moral y el intelecto, reconociendo que para lograrlo es necesario
contar con medios externos.
Para ser bueno, dice Aristóteles, se necesita desarrollar un buen carácter, el
cual se desarrolla por medio del accionar virtuoso, ya que el hombre tiene ya
una predisposición habitual hacia la virtud.
El accionar virtuoso crea un hábito y a medida que avanza la educación el
hombre se puede dar cuenta que esa actitud le reporta únicamente beneficios,
por lo tanto la adopta para siempre y así de esa manera se convertirá en un
virtuoso moral.
La virtud tiene que encontrar su justo medio, ni caer en excesos ni en defectos.
La virtud es la disposición a elegir en base a las reglas del hombre virtuoso,
con capacidad de discernimiento moral al tomar decisiones, o sea que posea la
sabiduría práctica esencial para saber que es lo que tiene que hacer según las
circunstancias.
Para Aristóteles, el hombre prudente es aquel que pueda ver el bien del
hombre en todas las circunstancias. La virtud no es extremista, constituye una
síntesis entre los opuestos. Ni tan malo ni tan bueno. Es en la síntesis donde
disminuye la parte peligrosa de los valores absolutos.
7
¿ES POSIBLE AÚN UNA ÉTICA? HEIDEGGER Y LA FILOSOFÍA PRÁCTICA
1. “¿Cuándo escribirá usted una ética?”
¿En qué relación se halla Heidegger con la ética? ¿Qué respuesta nos da
frente a la necesidad de una moral que responda a la desorientación del mundo
contemporáneo? ¿Y de qué manera se hace cargo del problema de la acción
en la época del nihilismo y de la técnica?
No son preguntas fáciles de responder, puesto que Heidegger no sólo no
escribió jamás una ética, sino que ha declarado rotundamente no quererla
escribir y ha criticado a quienes apelando a los “valores” se ocupan vanamente
en suscitar posibles virtudes y valores en la era de la técnica.
En la Carta sobre el Humanismo, el propio Heidegger cuenta que poco
después de la publicación de Ser y Tiempo un joven amigo le preguntó:
“¿Cuándo escribirá usted una ética?”. La desarmante respuesta de Heidegger
fue la siguiente:”El deseo de una ética cobra tanto mayor urgencia, cuanto más
desmedidamente aumenta la manifiesta desorientación del hombre, para no
decir nada de la oculta” (2).
¿Es necesario subrayar que esta afirmación corta en su nacimiento mismo
cualquier hipótesis de una ética? Con ella se liquida todo intento en el campo
ético, como inadecuado frente a los problemas de la época contemporánea. Lo
que, por lo demás, está en sintonía con el hecho de que Heidegger siempre ha
privilegiado los problemas de la ontología por encima de los de la “filosofía
práctica” y se ha concentrado consecuentemente en la única cuestión
reivindicada por él como propia: la cuestión del ser.
Frente a este estado de cosas no puede dejar de parecer extraño que
precisamente en la escuela de Heidegger se formaran algunos de los
pensadores que han contribuido esencialmente a la reflexión ética y política de
8
nuestro siglo. Al recorrer la lista de los participantes en los seminarios dados
por Heidegger hacia los años veinte en Freiburg y Marburg, nos sorprende la
presencia de muchachos que –como Gadamer, Hannah Arendt, Joachim Ritter,
Leo Strauss, Hans Jonas y otros- estarían más tarde en los orígenes de aquel
amplio debate en torno a los problemas de la praxis que tuvo lugar en Alemania
en los años sesenta y setenta, y que se conoce con el nombre de
“rehabilitación de la filosofía práctica”. (3)
¿Cómo explicar este hecho?
En las siguientes consideraciones –que retoman algunos de los análisis
desarrollados más ampliamente en otra parte (4)- intentaré indicar la razón
profunda de esta conexión sorprendente y, en apariencia, inexplicable. Dicha
razón la buscamos en lo que acontece a la investigación heideggeriana
durante los diez años de silencio, que transcurren entre la publicación de la
tesis de habilitación (1916) y la publicación de Ser y Tiempo (1927), que
coinciden con los años de la primera docencia en Freiburg (de 1919 hasta
1923) y con los de la docencia en Marburg (1923-1928). En este período,
Heidegger se empeña en una voraz apropiación de la filosofía práctica de
Aristóteles, que es utilizada por él en clave actualizante, como hilo conductor
para resolver los problemas que emergen del “teoricismo” de la filosofía
moderna. Y esta apropiación tiene lugar no solamente allí donde Heidegger
apela explícitamente a Aristóteles, sino también donde toma distancia de él y
emprende un camino propio. En suma, la vía que lleva a Ser y Tiempo está
marcada por una confrontación casi continua con Aristóteles, y el mismo opus
mágnum refleja de tal manera los motivos de esta preocupación que se puede
decir, en una formulación provocativa, que Ser y Tiempo es una “versión” en
clave moderna de la Ética Nicomaquea, una “versión” en la cual salen a la luz
insospechadas analogías estructurales entre la filosofía práctica aristotélica y el
proyecto heideggeriano de una analítica de la existencia.
9
Ahora bien, para captar no sólo el hilo conductor que liga a Heidegger con
la rehabilitación de la filosofía práctica, sino también las razones por las cuales
en cierto momento ese hilo se hace invisible y el camino de los discípulos de
Heidegger se orienta en una dirección distinta a la del maestro, es decisivo
tener presente el modo peculiar como Heidegger se apropia de las categorías
fundamentales de la filosofía práctica aristotélica, esto es, el hecho de que él
las “ontologiza” y las transforma en determinaciones constitutivas del ser
humano, neutralizando de esta forma su relevancia práctico-moral. Esto
permite comprender los motivos por los cuales autores como Gadamer,
Hannah Arendt o Ritter, que habían descubierto gracias a Heidegger la
importancia y actualidad del pensamiento práctico de Aristóteles no lo
siguieran, sin embargo, en dicha “ontologización” y mantuvieran firme, cada
uno por su propio camino, esta o aquella categoría práctica aristotélica:
Gadamer rehabilitando la phrónesis, Hannah Arendt llamando la atención sobre
los conceptos de praxis y de vida activa, Joachim Ritter subrayando la
fundamentalidad del éthos, Hans Jonas retomando la definición aristotélica del
agathón.
(**) 3. Los temas de la confrontación con Aristóteles
Ante todo es necesario definir en sus líneas principales el horizonte temático
de la confrontación con Aristóteles en el período que culmina con Ser y
Tiempo. Ese horizonte se caracteriza por tres problemas fundamentales que se
hallarán en el centro de Ser y Tiempo, vale decir:
1) El problema de la verdad, entendida en sentido ontológico como apertura
y descubrimiento del sentido y no como validez del juicio.
2) El problema de la constitución ontológica de la vida humana, entendida
como Dasein.
3) El problema de la temporalidad, entendida en su sentido originario, como
constitución de la existencia en su poder-ser.
10
El horizonte unitario, en el cual estos problemas son afrontados, queda definido
por la cuestión del ser que se desarrolla aquí todavía en el sentido de la
cuestión del ser del ente, es decir, de los modos fundamentales en que el ente
es, siguiendo el hilo conductor del problema de la polisemia del ser y de la
búsqueda de su sentido unitario, suscitado por la lectura de la disertación de
Franz Brentano Sobre el múltiple significado del ente en Aristóteles.
De estos tres problemas (verdad, Dasein, temporalidad), consideraré aquel
que es central para la confrontación que me propongo desarrollar, vale decir, el
de la constitución ontológica fundamental de la vida humana, el modo de ser
propio del Dasein. La pregunta planteada es: ¿cuál es el modo como
Heidegger aborda este problema?
Mi hipótesis es que la dirección de la búsqueda filosófica del joven Heidegger,
en el curso de los años veinte, está determinada por la búsqueda del sentido
unitario que se halla a la base de la plurivocidad del ente. Para tal fin,
Heidegger investiga en este período, uno tras otro, los cuatro significados
fundamentales del ente, para verificar cuál podrá ser considerado como el
fundamental, un sentido al cual los otros se verán referidos. Insatisfecho con la
solución “ontológica” sostenida por Brentano y por la doctrina tradicional de la
analogía entes, Heidegger examina a fondo en los años veinte el significado del
ser en cuanto verdadero, procurando ver si éste puede asumir el rol del
significado fundamental que rige a los demás. Sucesivamente, y con la misma
finalidad, Heidegger indagará el significado del ente según la potencia y el acto,
como atestigua, en forma particular, el curso del semestre de verano de 1931
(Aristóteles, Metaphysik IX, 1-3. Vom Wesen und Wirklichkeit der Kraft) (14).
Se trata de mostrar ahora cómo Heidegger -siguiendo el hilo conductor de la
problemática de la polisemia del ser y del sentido unitario que lo rige- llegó a
descubrir y a retomar la filosofía práctica de Aristóteles.
Ante todo, hay que tener presente que llega a Aristóteles en el transcurso del
examen del significado del ser en cuanto verdadero, en particular a través de
una interpretación del VI Libro de la Ética Nicomaquea (expuesta en la primera
parte del curso del semestre de invierno de 1924/25), y que tal interpretación es
11
desarrollada a partir de una confrontación con Husserl, justamente en el curso
en el que Heidegger hace propia y transforma –en el método y en los
problemas- la perspectiva fenomenológica. En efecto, dentro del marco del
análisis del ente en cuanto verdadero, Heidegger se concentra, del transcurso
de los años veinte, en la tentativa de definir en sus caracteres originarios la
vida humana, el Dasein, precisamente en su carácter descubridor y
desvelante. Y en su intento por superar la comprensión husserliana de la vida
humana en términos de “subjetividad”, interpreta y retoma la determinación
aristotélica de la psyché como alethéuein. El programa de una “hermenéutica
de la facticidad”, o bien de una “analítica de la existencia”, que se realiza en
Ser y Tiempo, toma cuerpo con la vinculación del acceso fenomenológico al
problema de los componentes aristotélicos evocados. A propósito de la
apropiación fenomenológica de Aristóteles, conducida con Husserl pero al
mismo tiempo en contra de él, al inicio del verano de 1923, en una
retrospectiva sobre el camino hasta el momento recorrido, el joven Heidegger
escribe: “En mi búsqueda Lucero ha sido mi compañero, mientras que
Aristóteles, por él odiado, me ha servido de modelo. Me han llegado impulsos
de Kierkegaard, y los ojos me los ha dado Husserl”. (15)
¿Pero, cómo llega Heidegger a adjudicar a la práxis una función fundadora?
Hay suficientes indicios como para conjeturar que Heidegger buscó en la Ética
Nicomaquea y en la determinación aristotélica de la praxis una vía para
responder a los problemas que la fenomenología había hecho surgir, pero a los
que la concepción husserliana de la subjetividad trascendental, definida
prevalentemente en base a los actos cognoscitivos de tipo teórico, no lograba
responder plenamente y dejaba de este modo sin resolver.
12
4. La Ética Nicomaquea como “ontología de la vida humana”
Heidegger compartía con Husserl la convicción de que la constitución de la
experiencia del mundo no puede ser explicada recurriendo a un ente que tenga
el mismo carácter de ser que el mundo. Pero la determinación husserliana del
yo en términos de subjetividad constituyente le parecía lograda por medio de
una priorización indebida, dentro del análisis de la vida de la conciencia, de los
actos cognoscitivos de tipo teórico. (16)
¿Por qué tal impresión? Porque a través del estudio de Aristóteles, en
particular de la Ética Nicomaquea, Heidegger había madurado la convicción de
que la theoría no representa más que una de las posibles modalidades por las
que el hombre accede a las cosas y las descubre. Más allá de la theoría y
antes de la theoría se halla la actitud descubridora de la práxis o de la póiesis,
en las que el hombre se relaciona con el ente y saca a la luz sus caracteres.
Interpretando el VI Libro de la Ética Nicomaquea, en el horizonte temático
alcanzado por la fenomenología, pero oponiéndose a la comprensión
teoreticista husserliana de la subjetividad, Heidegger descubre en Aristóteles
una fenomenología de la vida más rica y más originaria que la desarrollada por
Husserl, en cuanto considera los tres fundamentales movimientos
descubridores de la vida: la póiesis, la práxis, la theoría, y las tres
correspondientes disposiciones: la téchne, la phrónesis y la sophía.
En este marco, definido por la apropiación fenomenológica de Aristóteles, se
pueden poner en evidencia significativas correspondencias en los problemas,
en los conceptos e incluso en la terminología, a cuya luz se ve cómo en Ser y
Tiempo Heidegger efectivamente retoma, transforma y reactiva el sentido
sustancial de algunas intuiciones de la Ética Nicomaquea.
La primera correspondencia, tan evidente que casi no tiene necesidad de ser
probada, es la que se da entre los tres modos fundamentales de ser
distinguidos y definidos por Heidegger en el curso de los años veinte y en Ser y
13
Tiempo, es decir, el Dasein, la Zuhandenheit y la Vorhandenheit, y las tres
determinaciones aristotélicas de la práxis, de la póiesis y de la theoría.
1) La theoría es la actitud descubridora que tiene una finalidad descriptiva,
constatadota y observadora, en cuanto apunta a la contemplación pura y
simple del ente y a la aprehensión de la verdad, esto es, de su carácter
manifestativo. El tipo de “saber” que le corresponde es el sophía. Según
Heidegger, cuando la vida humana se dispone asumiendo esta actitud
descubridora, el ente le aparece en el modo de ser que él define como
Vorhandenheit, el “estar ahí delante de la mano”, el “simple estar presente”.
(17)
2) La póiesis es la actitud descubridora de tipo productivo, manipulante, que
se asume respecto del ente cuando se persigue el fin de la producción de obra;
la téchne es la especie de saber que la guía hacia su logro. Cuando se está en
esta disposición, el ente se presenta en la modalidad de ser que Heidegger
define como Zuhandenheit, el “estar al alcance de la mano”, en el sentido de
“ser disponible”, de “ser utilizable”.
3) La práxis es la actitud descubridora puesta en acto en las acciones, en el
sentido estricto de la actividad que tiene el propio fin no fuera de sí, en la obra,
como la póiesis, sino en sí misma; la phrónesis, la prudentia o sagacidad
práctica, es el tipo de saber que orienta a la práxis hacia su logro. La hipótesis
que se puede adelantar es que –así como la vida humana en su conjunto, tiene
para Aristóteles el carácter de la práxis (Política, I, 4, 1254 a 7)- también para
Heidegger la práxis en la actitud determinante que caracteriza la estructura
fundamental del Dasein.
Antes de ilustrar esta última correspondencia, que es la decisiva para los fines
de nuestro discurso, es oportuno hacer una consideración general sobre el
sentido de la retoma por parte de Heidegger de las tres determinaciones
aristotélicas de la práxis, de la póiesis y de la theoría. Es evidente que
14
Heidegger no pretende simplemente retomarlas tal como fueron concebidas por
Aristóteles, sino que le saca provecho libremente, reformulando su sentido de
acuerdo con su proyecto de un análisis de la existencia. Haciendo esto,
modifica profundamente la estructura, el carácter y la conexión de tales
determinaciones. La transformación más evidente es que se les confiere un
carácter ontológico y al mismo tiempo se les sustrae el valor práctico-decisional
de actos de la vida humana. Esto es, para Heidegger, práxis, póiesis y theoría
no indican disposiciones o acciones particulares sino, más bien, modalidades
de ser inherentes a la estructura del Dasein. Evidentemente, lo que le interesa
en relación a su proyecto de una analítica de la existencia no son, en su
singularidad, las práxis, póiesis y theoría, sino únicamente la quintaesencia
ontológica de tales determinaciones que él intenta retomar y ontologizar,
respectivamente, en el Dasein, en la Zuhandenheit y en la Vorhandenheit.
Otra transformación significativa es el desplazamiento que tiene lugar en la
jerarquía de las tres disposiciones. La theoría ya no es considerada la
determinación suprema sino, más bien, la práxis: ella se transforma en
Heidegger en la más honda modalidad del ser del Dasein, en la raíz ontológica
última de la existencia, de la cual depende la posibilidad de los actos teóricos,
prácticos y poiéticos singulares. Con este desplazamiento cambia también
cambia también la relación con las otras determinaciones: la Zuhandenheit (en
la cual está encerrada y ontologizada la póiesis) y la Vorhandenheit (que
corresponde a la theoría) subsisten en relación al modo de ser del Dasein (que
posee fundamentalmente el carácter de la práxis); en efecto, Zuhandenheit y
Vorhandenheit indican los modos de ser en los cuales se encuentra el ente,
según que el Dasein, que es, por consiguiente, la “práxis originaria”, se
disponga en su enfrentamiento de las cosas de un modo observador y
contemplativo o bien, productivo y manipulante. Póiesis y theoría, a su vez, son
dos modalidades de la disposición unitaria del Dasein que Heidegger llama el
“ocuparse de” (Besorgen). De este modo, reduciendo la póiesis y la theoría a
una disposición más imaginaria que las comprende a ambas, esto es, al
Besorgen, Heidegger consigue dos resultados:
15
1) Muestra la conexión entre la Zuhandenheit y la Vorhandenheit, entre la
póiesis y la theoría y, además, entre estas últimas y el Dasein, esto es, la
práxis originaria.
2) Además, contra la concepción tradicional, Heidegger sugiere la idea de
que la theoría no es la disposición primaria del vivir humano, sino que deriva de
una modificación de la disposición poiética (precisamente siguiendo los
fenómenos de la Aufälligkeit, de la Aufdringglichkeit y de la Ausfässigkeit). (18)
Ontologización, desplazamiento jerárquico y estructuración unitaria son, pues,
las transformaciones determinantes a las que Heidegger somete las
determinaciones aristotélicas de la práxis, de la póiesis y de la theoría. ¿Pero
por qué estas transformaciones? La razón principal es que, según Heidegger,
con la determinación en cuestión Aristóteles individualiza las actitudes
descubridoras fundamentales de la vida humana, los modos en que el alma
está en la verdad, y ofrece por ende el primer análisis fenomenológico de la
existencia; pero sin llegar todavía a plantear de manera explícita la cuestión de
su conexión unitaria, es decir, el problema de la unidad ontológica de fondo en
que ellos tienen su raíz. En otras palabras, Aristóteles no llegaría a aprehender
la constitución fundamental del Dasein en cuanto temporalidad originaria.
Como sabemos, tal omisión se debería al hecho de que Aristóteles, pensando
dentro del horizonte metafísico de la presencia, habría quedado atado a una
comprensión naturalista del tiempo, la cual le impediría articular su
comprensión del ser en relación al despliegue completo de los “éxtasis” del
tiempo, esto es: del pasado, del presente y del futuro, y de aprehender, en esta
forma, la temporalidad como la raíz ontológica unitaria de la existencia humana.
16
BIBLIOGRAFIA
http://www.uco.es/sifg/memoria/2002/interpretaciones-fenomenologicas-
aristoteles.html
http://filosofia.laguia2000.com/filosofia-griega/aristoteles-y-la-etica
http://www.konvergencias.net/volpi.htm