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1 MARTÍNEZ RIZO, FELIPE (1982). Teoría de la Ciencia y Teoría del Método. El Estado de la Discusión Actual en el Campo de las Ciencias del Hombre. Voz Universitaria (UAA) Año VIII Nº 28, pp. 5-24. CONTENIDO 1. Introducción 2. La identificación de las posturas: ¿dos, tres, o cuatro? 3. La concepción del conocimiento en general y científico en particular. 4. La concepción de la relación entre conocimiento y acción. 5. Conclusión 6. Bibliografía comentada. 6.1 Presentaciones de conjunto 6.2 Tradición positivista 6.3 Tradición hermenéutica 6.4 Tradición dialéctica 6.5 Karl R. Popper y su influencia 6.6 Otros autores recientes

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MARTÍNEZ RIZO, FELIPE (1982). Teoría de la Ciencia y Teoría del Método. El Estado de la Discusión Actual en el Campo de las Ciencias del Hombre. Voz Universitaria (UAA) Año VIII Nº 28, pp. 5-24.

CONTENIDO

1. — Introducción

2. — La identificación de las posturas: ¿dos, tres, o cuatro?

3. — La concepción del conocimiento en general y científico en particular.

4. — La concepción de la relación entre conocimiento y acción.

5. — Conclusión

6. — Bibliografía comentada. 6.1 Presentaciones de conjunto 6.2 Tradición positivista 6.3 Tradición hermenéutica 6.4 Tradición dialéctica 6.5 Karl R. Popper y su influencia 6.6 Otros autores recientes

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El libro de Karl Popper (La Lógica de la Investigación Científica 1ª Ed. 1935) aparece en la colección de Philipp‟ Frank y Moritz Schlick. Se reconocen en él muchos temas de‟ la filosofía vienesa, pero los argumentos personales del autor son numerosos; dan al libro una orientación que prepara una filosofía original.

Gastón Bachelard, 1936. Citado en Bouveresse R., Karl Popper, ou le rationalisme critique, París, Vrin, 1981.

Introducción

El objetivo de estas páginas consiste, en último término, en ofrecer algunas aclaraciones que sean de utilidad para el trabajo de investigación educativa que se está emprendiendo en la Universidad Autónoma de Aguascalientes.

La Investigación educativa constituye una tarea sumamente extensa y claramente interdisciplinaria, puesto que la educación no es una disciplina o una ciencia particular, sino un objeto de estudio que puede ser abordado desde puntos de vista muy diversos, incluyendo tanto los de disciplinas filosóficas, jurídicas y normativas, como disciplinas más estrictamente científicas o “nomotéticas”, como la psicología, la sociología, la economía, y también la fisiología, la química etc. Sin embargo, es bastante claro que las ciencias nomotéticas más directamente implicadas en la investigación educativa son ciencias del hombre, particularmente la psicología y la sociología.

Por lo anterior las discusiones con respecto a las ciencias del hombre y su metodología son de un interés directamente relevante para la investigación educativa. Ahora bien: en la actualidad es un tópico sumamente trillado el que consiste en hablar de una crisis en las ciencias del hombre. Si esto es así es del mayor interés para cualquier trabajo de investigación educativa. Tratar de entender en qué consiste dicha crisis, si es que existe, y qué implicaciones tiene para la investigación en cualquier campo, y en el educativo en particular.

Con frecuencia se hace alusión a la mencionada “crisis” indicando que las ciencias del hombre carecen de unidad teórica y metodológica, en oposición a las ciencias de la naturaleza, y particularmente a la física. Si en esta última ciencia ha habido momentos en los que la comunidad científica ha estado profundamente dividida con respecto a determinadas teorías (como fué el caso en el momento de transición de la física newtoniana a la física relativista), en la actualidad parece existir un consenso suficientemente amplio como para que pueda hablarse de “paradigma” en el sentido utilizado por Thomas Kuhn. En cambio las ciencias del hombre, particularmente la psicología y la sociología, carecen de una teoría que unifique a su alrededor a los científicos que practican dichas disciplinas, o sea que, en términos de Kuhn, carecen de paradigma. Hay que observar que utilizando estrictamente la terminología mencionada no se puede hablar de ciencias multiparadigmáticas.

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Baste señalar, para ejemplificar lo anterior, la oposición que existe en sociología entre las teorías funcionalista, marxista e interaccionista simbólica, y en psicología entre el conductismo, el psicoanálisis y la psicología humanista.

Sin embargo, debe observarse una diferencia importante entre la situación de la física a finales del siglo XIX y principios del XX, y la situación de las ciencias del hombre desde los años 60 hasta la actualidad. En efecto: en el caso de las ciencias del hombre parece tratarse de diferencias más profundas que en el caso de la física; en este último caso los científicos preeinstenianos y einstenianos compartían una misma concepciones la ciencia y de su método, aunque difiriesen en cuanto a una teoría particular.

En el caso de la sociología y de la psicología actual, los partidarios de las diferentes corrientes mencionadas difieren inclusive, muchas veces, en su concepción de ciencia y del método de esta.

Por lo anterior parece fundamental llevar la discusión hasta el terreno filosófico, y más particularmente al terreno de la filosofía de la ciencia, o epistemología, puesto que parece ser allí donde radican las diferencias más fundamentales.

En las páginas siguientes trataré de presentar el estado de la cuestión en este terreno, sin pretender hacer aportaciones originales, sino más bien tratando de plantear con claridad la discusión actual, distinguiendo puntos que con frecuencia se confunden, lo que no contribuye en lo más mínimo a facilitar el entendimiento entre los investigadores, y confunde enormemente a los estudiantes que se acercan por primera vez a estos terrenos. Tratar de presentar en forma tanto lógica como cronológica las principales corrientes que existen en la actualidad, indicando lo que en mi opinión constituya puntos débiles o fuertes y mencionando bibliografía fundamental para quien desee incursionar ms profundamente en estos aspectos. Dada mi formación utilizaré con mayor frecuencia ejemplos y referencias del campo de la sociología, pero en general los mismos puntos podrán aplicarse, hechas las salvedades y adaptaciones del caso a la psicología y a otras ciencias del hombre.

1. La Identificación de las posturas: ¿Dos, tres o cuatro?

En las presentaciones que se encuentran con mayor frecuencia en México sobre la situación actual en las ciencias del hombre predomina un planteamiento dicotómico sumamente simple, que considera que únicamente existen dos posturas fundamentales en este terreno: el positivismo, y la dialéctica.

En esta presentación consideraré en cambio que existen cuatro posturas fundamentales diferentes. Tres de estas posturas podrían ser consideradas “tradicionales”, en el sentido de que su existencia tiene antecedentes claramente identificables por lo menos en el siglo XIX, y se han desarrollado en forma paralela ignorándose mutuamente. La cuarta corriente aparece cínicamente te en los años 30 de nuestro siglo, y no se desarrolla sino hasta los 60. Esta corriente también se opone de cierta medida a las tres anteriores, pero al mismo tiempo incluye algunos elementos que parecen apuntar en la dirección de una síntesis.

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El contenido de cada una de estas corrientes es, naturalmente, muy rico, y diversos autores presentan matices con diferencias significativas; sin embargo, probablemente pueda reducirse lo fundamental que opone a estas corrientes a dos grandes cuestiones: una relativa a la concepción del conocimiento en general y del conocimiento científico en particular, y la otra relativa a la relación entre el conocimiento y la acción, igualmente en general, y en lo que se refiere al conocimiento científico y la acción relacionada con él en particular.

Las presentaciones simplistas a las que se hizo alusión anteriormente, que consideran que existen únicamente dos corrientes, tienden a reducir estas dos grandes vertientes de la cuestión a una sola, lo que facilita la clasificación dicotómica subsiguiente. El distinguir claramente los dos grandes aspectos de la cuestión facilita, en cambio, la distinción entre las tres corrientes fundamentales llamadas aquí tradicionales, y permite comprender más adecuadamente la originalidad de la cuarta posición más reciente.

A continuación identificaré las cuatro corrientes a que se ha hecho mención, indicando algunos de los autores más representativos de las mismas, y situándolos en el tiempo. Las tres grandes corrientes llamadas aquí tradicionales son, respectivamente, el positivismo con su continuación llamada neopositivismo, la corriente hermenéutica y la corriente dialéctica; la cuarta corriente ,la más reciente es el llamado racionalismo crítico.

Las tres primeras corrientes tienen raíces que se remontan por lo menos hasta el siglo XIX, y que incluso podrían ir mucho más allá, en un sentido menos estricto, llegando, como es habitual en nuestra cultura, hasta los inevitables griegos. Sin embargo, en un sentido más riguroso las raíces son claramente identificables en el siglo XIX o incluso en el XVIII y en el XVII.

Así tenemos, en el caso de la primera corriente, el positivismo, que sus raíces pueden identificarse en el Novum Organum de Bacon, y su interpretación de la nueva ciencia de Galileo, así como en la prolongación de esta tendencia que constituyó el empirismo de Locke, Hume etc. Durante el siglo XVIII y el XIX la ciencia natural comenzando por la física y luego la química y las ciencias biológicas se desarrolló con científicos como Newton, Lavoisier, etc., y paralelamente se desarrollaron las reflexiones sobre la ciencia, con autores como Herschel, Whewell, Claude Bernard, y más tarde Poincaré etc., que continúan en la tradición Baconiana. Otro aspecto fundamental de la tradición positivista identifica a sus antecesores en Saint Simón y Comte, en la primera mitad del siglo pasado. Entre las dos guerras mundiales, esta corriente ve la aparición de un nuevo impulso renovador, que la caracteriza hasta la actualidad: el movimiento constituido por el famoso círculo de Viena, con la influencia más o menos importante de autores como Russel y Wittgenstein. Después de la disolución del círculo con la llegada al poder del nazismo en Alemania y Austria, y la diáspora de los intelectuales que lo constituían, no se extinguió este movimiento, que predominó en la escena de las discusiones sobre filosofía de la ciencia hasta finales de los años 50, particularmente con autores como Carnap, Nagel y Hempel.

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La corriente llamada “hermenéutica”, tiene sus antecedentes en las tradiciones exegéticas jurídicas y bíblicas, y aparece en forma identificable con los autores historicistas del siglo XIX en Alemania, particularmente Dilthey y después Weber. Los trabajos de Husserl, al desarrollar la fenomenología y luego los de Heiddeger le dan un nuevo impulso, que se concretiza especialmente en los trabajos de Gadamer, particularmente su obra fundamental Verdad y Método, que hacen que la hermenéutica pase a ser, a partir de los años 60, una de las corrientes fundamentales en el campo de la epistemología. Otros autores importantes en la corriente hermenéutica contemporánea son Betti, Ricoeur, Apel etc.

La corriente “dialéctica”, que también puede remontarse hasta los griegos, identifica su antecesor moderno en Hegel y su obra de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Entre los herederos de Hegel, destaca evidentemente Marx, quien da al enfoque dialéctico el sesgo que lo caracteriza hasta la actualidad. Entre la riquísima y complejísima herencia de Marx, los aspectos políticos se mezclan con los aspectos científicos e intelectuales continuamente, haciendo confusa la discusión en este terreno. Los autores que más contribuyen a desarrollar las ideas “dialécticas” hasta los años 50, serían Lukacs, Gramsci y los miembros de la Escuela de Frankfurt. En los años 60 son precisamente los continuadores de esta última escuela los que destacan en forma más clara, particularmente Jürgen Habermas.

La cuarta corriente también puede encontrar, en cierto sentido, predecesores, particularmente en la persona en Emmanuel Kant, pero no es identificable como tal en realidad sino hasta su aparición contemporánea en la persona de Karl R. Popper, y su obra La lógica de la investigación científica, publicada por primera vez a finales de 1934. Sin embargo, durante unos 20 años los trabajos de Popper no fueron identificados como fundamentalmente diferentes de la corriente neopositivista, sino que se consideraron simplemente una variante de esta, a pesar de las protestas reiteradas de su autor. No es sino en los años 50, y con mayor fuerza a partir de los 60, cuando los trabajos de Popper pasan a ser considerados como una nueva corriente que representa una alternativa frente a las tradicionales En la actualidad un gran número de autores pueden considerarse como formando parte de esta corriente, muchos como seguidores de los trabajos de Popper, y otros en forma independiente. Señalamos algunos nombres: Imre Lakatos, Thomas S. Kuhn, Mario Bunge, Michel Polanyi etc.

En los años 70 otros autores han desarrollado ideas afines a las de Popper, en la forma de planteamientos derivados de la tradición analítica neopositivista corregida a partir del análisis del trabajo real de los científicos; aquí podemos mencionar al grupo encabezado por Sneed y formado por Stegmütiller, Moulines y otros, grupo que se inspira en F. Suppe.

Un nombre poco conocido aún, y que Malherbe conceptúa como el autor más interesante en la línea de enriquecer lo que él considera lagunas o fallas importantes del pensamiento de Popper, es Nicholas Reschler.

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La obra del filósofo Francés Gastón Bachelard en cierto sentido podría también considerarse como afín a esta cuarta corriente, desarrollándose en forma independiente, pero con paralelismos muy interesantes con respecto a los trabajos de Popper: surgimiento en los años 30, desconocimiento bastante general hasta los 50, rápida propagación ulteriormente. Sin embargo, el hecho de que el desarrollo principal de esta haya sido posterior a la muerte de su iniciador, y que haya sido adoptado en buena parte por autores de la corriente dialéctica le da bastante ambigüedad a esta corriente, que puede en cierta forma incluirse en la cuarta que estamos mencionando, o también en la tercera de las tradicionales, o sea la corriente dialéctica.

Otro autor que desarrollo su pensamiento principalmente a finales de los años 50, en forma también bastante independiente de todos los otros aquí mencionados, que puede incluirse como parte de la cuarta corriente dé nuestra clasificación, y que constituye un avance para integrar elementos de las diversas corrientes tradicionales, particularmente por lo que se refiere a la relación entre conocimiento y acción, es Bernard Lonergan, sobre todo con su obra básica Insight.

Como ya se ha dicho, cada una de éstas grandes corrientes es sumamente rica, y los diversos autores que pertenecen a ella presentan su pensamiento con una gran variedad de matices que los distinguen cuestiones de detaIIe, aunque coinciden en aspectos fundamentales. Sin embargo, en mi opinión los puntos básicos que distinguen a las corrientes mencionadas se reducen a dos, y todas las otras diferencias secundarias se den van más o menos directamente de ellos. Estos dos puntos básicos, ya mencionados, pero que conviene recordar son respectivamente, por una partes la concepción del conocimiento en general y del conocimiento científico y su método en particular y, por otras la concepción que se tenga sobre la relación entre el conocimiento y la acción relacionada con él, una vez más tanto en general como por lo que se refiere al conocimiento científico y a la acción o practica derivada del mismo.

Estos dos puntos básicos no son ajenos el uno al otro; sin embargo, el tener una opinión determinada respecto de uno de ellos, no implica automáticamente el tener otra postura determinada con respecto a la otra cuestión funda mental. En principio, podrían tenerse diversas combinaciones de opiniones. La presentación simplista a que se hizo referencia anteriormente, que considera que hay únicamente dos posiciones o corrientes, a saber la corriente positivista y la corriente dialéctica, ignora esa distinción y considera que siempre van juntas determinadas opiniones con respecto a la concepción del conocimiento en general y de la ciencia, y otras relacionadas con la concepción de la relación entre conocimiento y acción.

2. La concepción del conocimiento en general y científico en particular.

Con frecuencia se encuentra dificultad para dar una definición satisfactoria de ciencia, y se tiende más bien a describirla por medio de características más o menos superficiales que se captan intuitivamente al observar la producción de las personas consideradas “científicos”.

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Se habla, por ejemplo, de un conjunto de conocimientos estructurado, sistemático, creciente etc. En mi opinión la dificultad se debe a que se carece de una concepción precisa de lo que es el conocimiento en general y, dado que la ciencia es un tipo específico de conocimiento, si no se puede definir adecuadamente el género menos se podrá definir la especie. Parece, pues, adecuado comenzar con una definición conscientemente vaga de ciencia, caracterizándola como un conocimiento de una calidad particularmente elevada, superior al conocimiento ordinario o vulgar. Deberá después procederse a indicar que se entiende por conocimiento, para luego proseguir indicando en que radica la superioridad del conocimiento científico, en que se distingue del conocimiento ordinario, y a que se debe dicha superioridad, o sea caracterizando a la ciencia y su método.

Las antinomias tradicionales nos presentan dos respuestas fundamentales a estos interrogantes, en la forma del empirismo y el idealismo, que asignan el conocimiento fundamental mente a la experiencia de los sentidos o a determinados procesos de reflexión interna, respectivamente.

En las corrientes contemporáneas de que estamos tratando, se mantienen las dos respuestas fundamentalmente opuestas a estas cuestiones en la forma del empirismo y de la tradición hermenéutica, para quienes el conocimiento es fundamentalmente experiencia, en el primer caso, o interpretación, en el segundo.

El principio fundamental del neopositivismo es el mismo del empirismo, que afirma que no existe conocimiento que no provenga de la percepción. Como dice el profesor Ladriere,

Para ser exactos, habría que formular este principio en términos lógicos como lo hacen los neopositivistas: únicamente tienen sentido las proposiciones analíticas (que, siendo tautológicas, son independientes de la experiencia), y las proposiciones sintéticas a posteriori… (1)

De este planteamiento fundamental se desprenden más o menos directa o indirectamente una serie de rasgos que caracterizan las posturas positivistas y neopositivistas por lo que respecta a su concepción de la ciencia y del método, Tenemos, por ejemplo, la importancia que se da al refinamiento y al desarrollo de las técnicas de obtención de datos y de procesamiento de los mismos ,insistiendo en la cuantificación; paralelamente, el lugar secundario o inclusive nulo para la teorización; la concepción de la unidad de la ciencia, o sea del carácter funda mentalmente semejante de las ciencias de la naturaleza y las ciencias del hombre ; el carácter acumulativo y lineal del desarrollo histórico de la ciencia; el intento por superar las limitaciones del lenguaje ordinario a través de la formalización, que evita los equívocos y‟ ambigüedades de la terminología así como las imprecisiones de los razonamientos, pero sin cuestionar para nada el sentido de los elementos del lenguaje.

El planteamiento fundamental de la corriente hermenéutica es exactamente opuesto al del positivismo: no puede existir un lenguaje observacional puro, todo lenguaje es interpretativo, todo conocimiento es interpretación.

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De este planteamiento fundamental se desprenden también en forma más o menos directa una serie de características opuestas paralelamente a las que hemos indicado con respecto al positivismo: lugar fundamental de la teorización, y lugar secundario, si es que queda alguno, para la obtención de datos, y por lo tanto desprecio por las técnicas que caracterizan la investigación científica tradicional; interés por los aspectos cualitativos, y descuido o rechazo de lo cuantitativo; manejo crítico del lenguaje; insistencia en la diferencia fundamental entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del hombre, e importancia de la búsqueda del sentido interno de las acciones humanas como característica fundamental de las ciencias del hombre. Es importante indicar que la tradición hermenéutica no necesariamente se plantea como excluyendo determinados aspectos de la tradición empirista, particularmente si están corregidos, en la forma que se verá más adelante, por el racionalismo crítico. Si bien en algunos casos existe efectivamente n rechazo absoluto y una pretensión de exclusividad por parte de autores de la corriente hermenéutica, no es así en todos los casos, y esto por parte de autores particularmente importantes. Así por ejemplo Hans Georg Gadamer, que puede considerarse el principal promotor del resurgimiento contemporáneo de la hermenéutica, escribe:

Fue desde luego un tosco malentendido el que se acusa se al lema „verdad y método‟ de estar ignorando el rigor metodológico de la ciencia moderna. Lo que da vigencia a la hermenéutica es algo muy distinto y que no plantea la menor tensión con el ethos más estricto de la ciencia... En una época en la que la ciencia está penetrando cada vez con más fuerza en la praxis social la misma ciencia no podrá su vez ejercer adecuadamente su función social más que si no se oculta a si misma sus propios límites y el carácter condicionado del espacio de su libertad. La filosofía no puede menos de poner esto muy en claro a una poca que cree en la ciencia hasta grados de superstición... Una filosofía de las ciencias que se comprende a sí misma como teoría de la metodología científica y no acepte ningún planteamiento que ella no pueda caracterizar como sensato por su propio proceso de ensayo y error no se hace consciente de que con esta caracterización ella misma se encuentra fuera de sí... Por suerte, puede existir un acuerdo objetivo, tanto en el hecho de que sólo existe una única “lógica de investigación” como también en el de que ésta no lo es todo… Aún con todas las diferencias que puedan existir entre las ciencias naturales y las del espíritu en realidad la vigencia inmanente de la metodología crítica de las ciencias no es discutible en ningún sentido. Pero ni el racionalista crítico más extremado podrá negar que a la aplicación de la metodología científica le preceden una serie de factores determinantes que tienen que ver con la relevancia de su selección de los temas y de sus planteamientos... Como se ve, no es sólo el papel de la hermenéutica en las ciencias lo que está aquí en cuestión, sino toda la autocomprensión del hombre en la moderna era de la ciencia. Una de las enseñanzas ms importantes que ofrece la historia de la filosofía para este problema actual es el papel que desempeña en la ética y política aristotélica la praxis y su saber iluminador y orientador, la astucia o sabiduría practica que Aristóteles llamó „phronesis‟. (2)

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Como puede verse, Gadamer concibe la hermenéutica no como un sustituto de la metodología científica, sino como un complemento indispensable para que las ciencias permanezcan en su lugar adecuado y no rebasen sus propios límites, pretendiendo constituirse en el elemento fundamental en la vida social, sustituyendo a las decisiones políticas y valorales. Ahora bien, esta cuestión no se refiere en realidad al primer punto fundamental que distingue a las corrientes epistemológicas, que es el que estamos tratando, y que consiste en la concepción del conocimiento en general y de la ciencia en particular, sino a la segunda cuestión fundamental, de que se tratar más tarde, a saber la relación entre conocimiento y acción. Por consiguiente, puede decirse que la postura hermenéutica se opone a la positivista si se concibe ambas en su forma más radical y estereotipada, pero que una postura hermenéutica matizada, como la de Gadamer, no se opone a una postura racionalista crítica como la de Popper, que se presentará a continuación.

También debe señalarse, por lo que se refiere a la tercera corriente tradicional, la dialéctica, que el punto en el que pone más énfasis es el de la relación entre conocimiento y acción, por lo que será tratada en el punto siguiente. Sin embargo, sobre todo los representantes ms recientes de la corriente dialéctica coinciden en buena parte con los planteamientos hermenéuticos más tajantes, oponiéndose, por lo tantos igualmente al positivismo. La insistencia por parte de la corriente dialéctica en concebir la realidad como una totalidad de la que no puede aislarse ningún elemento sin que deje de tener sentido, la hace simpatizar con planteamientos de tipo interpretativo, que rechazan el acercamiento cuantitativo característico de la corriente positivista, buscando más bien acercamientos cualitativos, ms congruentes con los planteamientos holísticos de la dialéctica.

Sin embargo, los representantes más tradicionales de la corriente dialéctica, particularmente en la línea del marxismo ortodoxo de Engels—Lenin—Stalin, tienen una concepción del conocimiento que está mucho más cerca del positivismo que de la tradición hermenéutica. En el caso de estos autores, la oposición al positivismo será casi exclusivamente por lo que se refiere a la relación entre conocimiento y acción, y no por lo que se refiere a la concepci6n del conocimiento mismo y de la ciencia.

Por lo que se refiere al racionalismo critico, hay que comenzar repitiendo que, si bien corriente surge desde los años 30, durante mucho tiempo ha sido poco conocida, y aún en la actualidad las presentaciones dicotómicas de la teoría de la ciencia que distinguen únicamente positivismo y dialéctica insisten en reducirla al positivismo clásico. Sin embargo tal reducción es inaceptable pues el racionalismo crítico se distingue claramente del positivismo, como ha señalado insistentemente su principal representante, Karl R. Popper. En realidad es posible considerar que hoy el positivismo estricto ya no es sostenido por ningún autor de importancia, y que sus planteamientos originales básicos han sido abandona dos por sus más importantes representantes. El profesor Ladriére, en el artículo ya citado, indica como Hempel ha ido cambiando su presentación del criterio empirista de significación a lo largo del tiempo, hasta llegar claramente a un callejón sin salida:

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Hempel propuso en un momento dado, en 1950, una formulación puramente lingüística. Esta formulación consiste en afirmar que solo se admitirá, desde el punto de vista empirista, como dotadas de sentido, a las proposiciones que puedan ser formuladas en el cuadro de un lenguaje empirista. Y un lenguaje empirista se define por la naturaleza de sus elementos constitutivos. Se trata de un lenguaje que sólo puede incluir los siguientes elementos: los conectores lógicos habituales (.), los términos de observación, todas las expresiones que se puede formar por medio de los conectores y de los términos de observación, y, por lo demás, las reglas de formación y de deducción que se encuentra en los sistemas lógicos clásicos... Hempel mismo ha mostrado que una concepción así del empirismo es absolutamente inadecuado si se desea dar cuenta, lo que es ciertamente una de las preocupaciones de los empiristas, del modo de funcionamiento del lenguaje científico... Teniendo en cuenta las dificultades que l mismo presenta contra la idea de un lenguaje puramente empirista, Hempel ha propuesto otro criterio, aceptable desde él punto de vista empirista, para las teorías científicas. Este criterio hace intervenir la noci6n de interpretación y la noción de proposición aislada... Hempel concluye por su parte que el criterio propuesto debe ser abandonado y se muestra sumamente pesimista en cuanto a la posibilidad de encontrar un criterio de aceptabilidad que sea adecuado, o sea que a la vez sea aceptable desde el punto de vista de una epistemología empirista y que no sacrifique nada de la práctica teórica bien probada de la ciencia. Su opinión es que no hay que tratar de encontrar un criterio absoluto, como se ha intentado durante mucho tiempo, sino ms bien de establecer un criterio comparativo, que permita clasificar los sistemas teóricos según su grado de significación cognitiva… (3).

En el mismo trabajo, el profesor Ladriére dice más adelante.

Ahora bien, como Popper lo mostró desde 1934, esta manera de comprender el empirismo encierra una concepción demasiado ingenua y en definitiva inaceptable del lenguaje...no hay manera de comparar de manera directa el lenguaje con la experiencia... (4)

En su autobiografía intelectual, escrita para la obra sobre su propio pensamiento editada por P. Arthur Schlipp en 1974, y publicada luego en forma separada bajo el título Unended Quest, Popper dice que se ha llegado a dar como un hecho que el positivismo está muerto, pero que nadie se pregunta quien lo mató, y añade que cree deber asumir tal responsabilidad él mismo (5). En otro lugar, Popper escribe:

Locke, Berkeley e incluso el escéptico Hume, y sus numerosos sucesores, particularmente Russel y Moore, compartían con Descartes la opinión de que las experiencias subjetivas son particularmente seguras y constituyen por lo mismo un punto de partida sólido...En oposición a ésto, yo sugiero que no hay nada de directo o de inmediato en nuestras experiencias... Todo es decodificación o interpretación. Nosotros aprendemos a decodificar también que todo nos parece muy directo o “inmediato”… tenemos razones

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para conjeturar que nuestra habilidad para decodificar tiene una base hereditaria. De todas maneras, algunas veces hacemos errores al decodificar… y no hay certeza absoluta, aunque hay certeza suficiente para la mayor parte de los fines prácticos. Hay que abandonar la búsqueda de certeza, de un fundamento seguro del conocimiento. Yo veo el problema del conocimiento de una manera diferente de la de mis predecesores. La seguridad y la justificación de las pretensiones al conocimiento no me interesan. Por el contrario, mi problema es el crecimiento del conocimiento. ¿En qué sentido podemos hablar de un crecimiento o de un progreso del conocimiento y cómo podemos realizarlo? (6).

Así pues, la postura del racionalismo critico, representada por Karl R. Popper, constituye un punto en cierta forma intermedio entre las posturas diametralmente opuestas del positivismo y la hermenéutica clásicos. El conocimiento se concibe fundamentalmente como interpretación de experiencias, y las características que se derivan más o menos directamente de esta concepción fundamental hacen que se logre un cierto equilibrio entre teoría y experiencia, énfasis en los cuantitativo y en lo cualitativo, importancia dada a las técnicas de obtención de datos y a la interpretación, relación entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del hombre, carácter no acumulativo y lineal sino zigzagueante del desarrollo histórico de la ciencia, importancia de la formalización sin descuidar la crítica del sentido de los conceptos etc.

Como se indicó brevemente en la introducción, las líneas fundamentales del pensamiento de Popper han sido desarrolladas por otros autores. La obra mencionada de P.A. Schlipp sobre la filosofía de Popper, y la editada 10 años antes por Mario Bunge sobre el racionalismo critico presentan trabajos de unos 60 autores, que realizan contribuciones originales en la línea de Popper, o le dirigen criticas y modifican en cierta forma sus propias posiciones a partir de los trabajos de nuestro autor.

3. La concepción de la relación entre el conocimiento y la acción

La segunda cuestión fundamental que distingue a las diversas corrientes que nos ocupan, es la que se refiere a la manera de concebir la relación entre el conocimiento y la acción, tanto en forma general, como en forma más particular entre el conocimiento científico y la acción o practica derivada o relacionada con el mismo.

También con respecto a esta segunda cuestión fundamental la tradición positivista representa una de las posiciones típicas extremas. Su postura consistes en forma resumida, en la concepción de una relación distante entre conocimiento y acción, con predominio del conocimiento sobre la acci6n.

Tratando de explicar un poco ms detenidamente esta con cepci6n, y de indicar las consecuencias que se derivan más o menos directamente de ella, la posición positivista se ha caracterizado frecuentemente con la afirmación de que la ciencia es neutra.

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Esta “neutralidad” puede entenderse en formas diferentes, diferentemente aceptables o inaceptables. Por lo que se refiere a la influencia del conocimiento sobre la acción, la neutralidad puede entenderse en el sentido de que los productos del conocimiento, y más particularmente de la ciencia, pueden ser utilizados para objetivos de acción muy diferentes, y por lo tanto pueden verse asociados con actividades susceptibles de ser evaluadas valoralmente en forma diversa; la ciencia puede ser utilizada para acciones de diferente signo ideológico, político, ético etc.

También en el sentido de la influencia del conocimiento sobre la acción, la neutralidad puede entenderse como una disociación entre las actividades científicas y el resto de las actividades y de la vida de la persona que practica la ciencia, como si cualquier tipo de práctica científica fuera indiferente e igualmente compatible con cualquier tipo de postura personal, político—valoral.

Por otra parte, por lo que se refiere a la influencia de las demás acciones sobre el conocimiento, la neutralidad puede concebirse en el sentido de la ciencia encerrada en una torre de marfil, como una independencia de la actividad científica con respecto a las influencias del medio exterior, y particularmente de las posturas ideológico-políticas tanto del científico como de la institución y la sociedad en las que trabaja.

Lo anterior por lo que se refiere al “distanciamiento” mencionado entre el conocimiento y la acción; por lo que se refiere al predominio del conocimiento sobre la acción, constituye en otras palabras lo que se ha llamado el cientificismo o cientismo de la posición positivista, o sea el considerar que es la ciencia, o ms particularmente los científicos, quienes deben de tener la última palabra por lo que se refiere a la toma de decisiones practicas, dado que serian la ciencia y los científicos quienes tuvieran un conocimiento más completo de las situaciones.

En forma diametralmente opuesta a la posición positivista estereotipada que acabamos de presentar, tendríamos la posición de la tradición dialéctica, que podría resumirse diciendo que establece una relación de confusión entre conocimiento y acción con predominio de la acción sobre el conocimiento.

Desarrollando esta presentación sintética, diríamos que la posici6n dialéctica subraya la inseparabilidad que existe entre las actividades científicas y todas las demás actividades, tanto de los científicos mismos como de la sociedad, in dicando cómo en la realidad las actividades científicas no pueden ir nunca disociadas de las posiciones personales de los científicos, de sus concepciones filosóficas, valorales, ideológicas y políticas, que influirn.de manera decisiva, según esta posición, en la selección de los temas que se estudie, el enfoque que se les dé, los métodos que se utilice, etc.

Otra manera de expresar esto sería el establecimiento de una debilidad o una dependencia básica del conocimiento con respecto a las influencias sociales, o hablar del carácter inevitablemente ideológico de la ciencia. La posición dialéctica se caracteriza, además, por establecer que la forma de superar esa debilidad del

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conocimiento radica en la adopción de una práctica adecuada, de suerte que la validez de la ciencia se establece por su vinculación con determinadas posiciones político-ideológicas. Existe, pues, una prevalencia de los criterios prácticos sobre criterios científicos. En las expresiones más radicales de esta corriente la prevalencia de los criterios prácticos no se refiere únicamente a la toma de decisiones relativas también a las acciones de tipo político, o a la práctica social en general, sino que se refiere expresamente a la práctica científica. Si en el positivismo existe un cientismo que da a los científicos y a la ciencia un lugar privilegiado. Con respecto a la toma de decisiones en cualquier terreno de la actividad social, ahora estamos en la situaci6n opuesta, en la que inclusive en el terreno científico, los científicos tendrían que estar subordinados a las decisiones de tipo político ideológico. La distinción entre ciencia burguesa y ciencia proletaria, o bien la búsqueda de un criterio de cientificidad en el punto de vista de clase del científico, son la expresión más clara de esta postura.

Como ya se expresó en el apartado anterior, la corriente hermenéutica y la corriente dialéctica tienen un cierto margen de coincidencia, debido en parte a su común oposición a la corriente positivista clásica. La corriente hermenéutica desarrolla más ampliamente lo que se refiere a la concepción misma del conocimiento y de la ciencia, mientras que la dialéctica insiste ms en la relación entre conocimiento y acción. Sin embargo, también en los trabajos de autores de la corriente hermenéutica se encuentran desarrollos del punto que nos ocupa ahora, y también existe un rechazo de la posición cientificista característica del positivismo clásico. Los párrafos de Hans G. Gadamer citados en el apartado anterior son una buena muestra de esto.

La postura hermenéutica coincide en este aspecto con la dialéctica, al señalar que la ciencia nunca poder ser suficientemente exhaustiva como para constituir un fundamento suficiente para la toma de decisiones prácticas, por lo que se debe recurrir a conocimientos de otro tipo, particularmente de carácter interpretativo global.

Por lo que se refiere a la corriente del racionalismo crítico, al igual que en la cuestión anterior, también en este caso pretende superar al positivismo, oponiéndose al mismo tiempo a la postura dialéctica.

Podríamos resumir la pretensión de esta corriente diciendo que pretende establecer una relación equilibrada entre conocimiento y acción.

Desarrollando esta idea diríamos que, por una parte, esta posición no ignora la relación que existe entre ambos elementos, y no acepta el planteamiento de distanciamiento del positivismo, sino que reconoce plenamente los condicionamientos que influyen en el conocimiento (tanto en el de sentido común como en el científico); al mismo tiempo, el racionalismo se opone a la dialéctica considerando que la relación que establece esta última entre el conocimiento y la acción es confusa.

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Popper insiste repetidamente en distinguir entre la observación de la realidad del trabajo científico, en donde los diferentes aspectos del mismo están indisociablemente mezclados, y el análisis teórico del mismo, que puede establecer distinciones intelectuales perfectamente válidas, cosa que la posición dialéctica no acepta.

De acuerdo con el racionalismo critico, podrían distinguirse dos sentidos diferentes de la “neutralidad” de la ciencia: en el sentido de que en la realidad la ciencia esta condiciona da por toda una serie de elementos externos a ella, a los que ningún científico puede escapar, y que influyen en forma tal vez decisiva en su trabajo, no se puede hablar de que la ciencia sea neutral, y la concepción de la ciencia “torre de marfil” es falsa.

En cambio, si por neutralidad de la ciencia se entiende la existencia de criterios propios y específicos a esta actividad, diferentes de los criterios que tienen validez en otros terrenos de la actividad humana, como puede ser la práctica política, etc., en ese sentido sí se puede hablar de neutralidad de la ciencia, afirmando que los criterios de la ciencia son propios e irreductibles a cualquier otro tipo de criterios.

La posición racionalista crítica establece que no es posible llegar a la verdad y a la certeza, pero defiende que se puede avanzar hacia ellas con mayor o menor rapidez y seguridad, y que esto puede lograrse y evaluarse con criterios propios de la metodología científica, hecha según Popper de conjeturas atrevidas y serios intentos de refutaci6n de las mismas.

En contraposición al cientismo, se acepta el valor del sentido común y la insustitubilidad del juicio practico como guía de la acción, en oposición al juicio científico. En oposición a la dialéctica se atribuye un valor propio específico a la ciencia, como un elemento esencial que, junto con otros, pero sin confundirse con ellos (juicios de valor, apreciación global de la situación mediante acercamientos interpretativos1 posiciones políticas etc. ) guiará finalmente la acción.

La relación entre el conocimiento en general, y el conocimiento científico en particular por una parte, y las demás dimensiones de la actividad del científico como individuo por otra no son tratadas por Popper, como no lo son tampoco por casi ningún otro autor ni de la corriente racionalista ni de la corriente positivista ni de la dialéctica. El único autor que, en mi conocimiento, ofrece un tratamiento sumamente rico de esta cuestión es Bernard Lonergan.

Según este autor, el conocimiento humano implica cuatro operaciones fundamentales, que son la percepción, la comprensión (Insight, título de la obra fundamental de Lonergan),, el juicio y la decisión, que implica la responsabilidad. Lonergan subraya cómo el conocimiento pleno no es imaginable sin una actitud fundamental del sujeto cognocente que busca la verdad y se compromete en esta búsqueda, y señala como esta actitudes indisociable finalmente de una actitud paralela de búsqueda del bien, y de compromiso del sujeto en esta dirección simultáneamente. Esta relación entre el conocimiento y las otras dimensiones de

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la actividad humana es fundamental y se relaciona tanto con el pasado como con el futuro, de suerte que los dominios básicos de aplicación del conocimiento incluyen la comprensión del pasado y la construcción del futuro. Lonergan indicas además, que esta tarea no puede ser individualista, sino que tiene que ser necesariamente colectiva, de suerte que el compromiso con la ciencia es al mismo tiempo un compromiso con los demás, en la búsqueda del bien.

5. Conclusión

El cuadro que se presenta a continuación resume las concepciones que se ha tratado de presentar en este trabajo.

CONCEPCIÓN DEL

CONOCIMIENTO

CONCEPCION DE LA RELACION CONOCIMIENTO- ACCIÓN

Distanciamiento con predominio del conocimiento

Integración equilibrada Confusión con predominio de la acción

Percepción Experiencia

1. POSITIVISMO 1. SINTESIS 3ª. DIALECTICA MARXISTA ORTODOXA

Intelección a partir de percepciones

POPPER & CO. N. RESCHLER B. LONERGAN

Interpretación 2. HERMENEUTICA 3b. DIALÉCTICA HABERMAS

No es el objetivo de este trabajo, ni tendríamos competencia para ellos establecer un balance preciso y definitivo de los meritos individuales de un autor determinado u otro.

Todas las corrientes consideradas tienen elementos valiosos, y sus fallas se pueden explicar también teniendo en cuenta el contexto hist6rico en el que surgieron. La hermenéutica tiene razón al rechazar la concepción empirista que tiene el positivismo del conocimiento, y la dialéctica tiene razón al rechazar el cientificismo del mismo. Sin embargo, lo anterior no puede dejar de hacer ver el valor que tiene la importancia que se da al rigor del trabajo empírico, y al carácter especifico de los criterios científicos por parte del positivismo. Las posturas hermenéuticas y dialécticas ms radicales parecen igualmente inaceptables.

En mi opinión es necesarios definitivamente, orientarse en la dirección de una síntesis que procura integrar los elementos validos de estas tres tradiciones contrapuestas, y lo que se ha querido presentar en este trabajo, como ya se indicó antes, es que estos esfuerzos ya se han emprendido desde hace mucho tiempo, y ya constituyen un cuerpo de trabajos muy importante que no puede ignorarse, aunque aún deba afinarse y perfeccionarse mucho.

Pero lo que nos interesa ante todo en este trabajo no es ofrecer respuestas (aunque también se haga con toda la timidez que puede tener la modesta opini6n de un no—especialista en el tema) sino ordenar y aclarar preguntas, como las siguientes:

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¿Cuál de las cuatro corrientes presentadas es mejor?

¿Son realmente cuatro las corrientes epistemológicas fundamentales?

¿Es correcta la distinción entre los dos aspectos básicos de la cuestión epistemólogica?

¿Constituye realmente el pensamiento de Popper una superación del positivismo?

¿Son compatibles las posturas racionalista critica y hermenéutica?

¿Se ha caracterizado correctamente la postura dialéctica?

¿Es en verdad preferible el racionalismo crítico a la dialéctica?

¿En qué medida enriquecen o se oponen a Popper los autores que se inspiran en los años 70?

O, si se quiere, una sola serie de preguntas referidas a personas.

¿Qué aportan, que es válido y qué es rechazable, en que coinciden y en qué se oponen autores como:

— Carnap, Nagel y Hempel;

— Suppe, Sneed, Stegmüller y Moulines;

— Gadamer, Betti, Apel y Ricoeur;

—Adorno, Horckheimer y Habemas;

—Bachelard, Kuhn, Hanson y Feyerabend;

— Popper, Lakatos y Bunge;

— Polanyi, Lonergan y Reschler?

Una afirmación que ignora lo que niega, o aquello a lo que se opone, es una afirmación ignorante. Es inadmisible una toma de posición sin conocer siguiera las alternativas y parece que, lamentablemente, la mayor parte de la discusión epistemológica actual tiene lugar en un desconocimiento casi total.

Si este trabajo ayuda a lectores de diversas corrientes a diversificar su horizonte de búsqueda habrá logrado su objetivo

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6. Bibliografía comentada

Para orientar al lector interesado en continuar estudiando el tema ofrecemos las siguientes indicaciones.

6.1 Presentaciones de conjunto

Dado el relativo aislamiento en que se han desarrollado las tradiciones presentadas en este trabajo, es explicable que no existan obras que las traten a todas en una forma satisfactoria. La mayoría de los trabajos desarrollan ampliamente una de las corrientes ignorando las otras, o bien presentándolas en forma sumaria o aún deformada. Algunas excepciones serian las obras siguientes:

Seiffert, H. Introducción a la teoría de la ciencia, Barcelona, Herder, 1977 (1a.

Edición en alemán 1966)

Radnitzki, Gerard. Contemporaty Schools of Metasciencie, Götenborg Akademiförlaget, 1968. Vol. 1, Anglo Saxon Schools. Vol. II, Continental Shools. Grijalbo anunció pero al parecer nunca publicó una traducción al español de la obra de Radnitzki.

Aproximadamente por el mismo tiempo apareció la siguiente obra:

Varios. The positivis dispute in German Sociology, London, Heinemann 1977 (1a. Edición en alemán 1969).

Esta obra recoge los principales elementos de una polémica que se extendió durante varios años, a partir de 1961, primero entre Popper y Adorno (este último uno de los principales representantes de la escuela de Frankfurt en ese momento) y después entre seguidores de ambos, particularmente Hans Albert y Jürgen Habermas. Sin embargo, el titulo mismo de la obra y el carácter polémico de los trabajos contribuyen a fomentar la idea de una situación dicotómica en este terreno, contraponiendo únicamente la posición dialéctica a todas las demás, subsumida bajo el nombre de positivismo, a pesar de las reiteradas reclamaciones de Popper que nunca se consideró a sí mismo parte de dicha corriente, sino que por el contrario, como ya hemos visto, se considera precisamente el responsable de su superación y muerte.

La edición española de esta obra, publicada por Grijalbo, no incluye una aclaración escrita por Popper posteriormente, aclaración que sí se incluye en la edición inglesa citada, y en la edición francesa posterior.

Las dos obras siguientes, de un profesor de la Universidad de Lovaina, es la presentación más actualizada del estado actual de la discusión que encontré:

Malherbe J. F., La philosophie de Karl Popper et le positivisme logique, Paris, PUF, 1979 (1a. Edición 1976).

Maiherbe J. F., Epistemologies Anglo-Saxonnes, Paris, PUF, 1981.

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Por último, la siguiente antología, recién publicada, es una grata sorpresa que presenta una serie de textos agrupados en tres corrientes, la racionalista, la hermenéutica y la dialéctica:

Mardones J.M. y Ursúa N., Filosofa de las ciencias humanas y sociales. Barcelona, Fontamara, 1982.

6.2 Tradición positivista

Desde un punto de vista histórico, la obra clásica para conocer la situación del Círculo de Viena es:

Kraft V., The Vienne Circle, New York, Greenwood Press 1953. (Hay traducción al español)

La antología, clásica también, del positivismo lógico es la editada por:

Ayer, A. J., ed., Loqical positivism, New York, Free Press 1959. (Traducción al español, Fondo de Cultura Económica, México)

Ms recientemente tenemos otra excelente antología:

Jacob P. ed., De Vienne a Cambridge, Paris, Gallimard 1980.

Igualmente, un excelente trabajo analítico del mismo autor:

Jacob P., L‟empirisme logique. Ses antecedents. Ses critiques. Paris, Minuit, 1980.

El trabajo de Malherbe citado anteriormente, sobre las epistemologías anglosajonas, nos presenta también un panorama muy completo de esta corriente, así como también de sus antecedentes en la obra de Frege, Russel y Wittgenstein, y ciertos desarrollos paralelos y posteriores, incluyendo la obra de Popper y Resschler.

Como un primer acercamiento a esta corriente podríamos mencionar:

Hempel C. G., Filosofía de la ciencia natural, Madrid, Alianza, 1973. (1a. Edición americana 1966).

Otra excelente introducción es un curso de alta divulgación dado por Carnap y editado por:

Gardner, M. The Philosophy of Science, New York, Basic Books 1966.

Para un excelente planteamiento del aparente callejón sin salida al que llega el positivismo pueden verse los dos artículos de

Ladriere, J. Langage scientifique et Langage spéculatif, 1ere. Partie, Revue Philosophique de Louvain, Tome 69 (février, 1971) Quatriéme série, No. 1, pp. 92-132. 2eme. Partie Revue Philosophique de Louvain, Tome 69 (mai 1971) Quatriéme série, No. 2 pp. 250-282.

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6.3 Tradición hermenéutica

Como una primera introducción a las diferentes corrientes de la hermenéutica contemporánea, puede verse la obra de

Bleicher J., Contemporary Hermeneutics. Hermeneutics as Method, Philosophy & Critique, London, Routledge & Kegan Paul, 1980.

La obra fundamental de Gadamer está disponible en español:

Gadamer, H. G., Verdad y Método, Salamanca, Sígueme, 1977 (1a. Edición en alemán, 1960).

Recientemente han empezado a multiplicarse las traducciones inglesas y francesas de las obras de Gadamer, que de esta forma están más accesibles para los lectores que no dominen el alemán.

Dos obras que analizan más en particular las repercusiones para las ciencias sociales de las corrientes filosóficas hermenéuticas son las siguientes:

Rabinow P. & Sullivan W. M., Interpretive social science. A reader, Berkeley, University of California Press, 1979.

Giddens, A., New Rules of Sociological Method, London, Hutchinson, 1977 (1a. Edición 1966).

Una buena obra para introducirse a otra variante de la tradición que nos ocupa, a saber la fenomenológica, puede ser la siguiente:

Luckmann, Thomas, Phenomenology and sociology. Selected readings, Hardmondsworth, Penguin, 1978.

6.4 Tradición dialéctica

Bajo el nombre de dialéctica se incluyen trabajos de diversas orientaciones, desde los que consideran que la dialéctica es no sólo una metodología, sino incluso una lógica diferente y superior a la lógica formal, planteamientos que nos parecen totalmente inadmisibles, hasta los trabajos más directamente considerados en nuestro texto, pasando por toda la tradición marxista, que es sumamente rica y variada y que, en una u otra forma, adopta la etiqueta de dialéctica como propia. Aquí nos limitaremos a dar indicaciones bibliográficas en relación con los trabajos de la escuela de Frankfurt y, más en especial, con su principal representante contemporáneo, Jürgen Habermas, por considerar que son los trabajos de mayor interés para la discusión epistemológica actual.

Seguramente la mejor introducción histórica a los trabajos de la Escuela de Frankfurt lo constituye la obra de:

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Jay M., The Dialectical Imagination: A History of the Frankfurt School an the Institute of Social Research 1923-1950. Boston, Little Brown, 1973. (Traducción española Madrid, Taurus).

Esta obra incluye una bibliografía sumamente amplia de trabajos de autores de la escuela y sobre ella hasta la década de los 50, incluyendo a todos los autores clásicos importantes directa o indirectamente conectados con el grupo, como Adorno y Horckheimer, pero también Marcuse, Fromm etc. A partir de fines de los 60, una nueva generación de autores ha continuado la tradición de Frankfurt; entre estos destaca Jürgen Haberman.

Los trabajos de Habermas durante mucho tiempo estuvieron disponibles únicamente en alemán, pero recientemente han comenzado a proliferar las traducciones a otras lenguas. Señalamos en particular las siguientes:

Habermas J., Knowledge and Human Interests, Boston, Beacon Press, 1971 (1a. Edición en alemán, 1968)

Habermas J,. Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Buenos Aires, Amorrortu, 1973.

Habermas J., Communication and the evolution of society, Boston, Beacon Press, 1979

Habermas J., La reconstrucción del materialismo histórico, Madrid, Taurus, 1981 (1a. Edición en alemán, 1976)

6.5 Karl R. Popper y su influencia

La primera obra de Popper, desde la cual marcó la tónica de su trabajo como oposición y superación del positivismo, fue escrita en 1934 y publicada a finales de ese año con fecha de 1935, aunque con importantes recortes. La traducción española es la siguiente:

Popper K. R., La lógica de la investigación científica, Madrid, Technos, 1977. (1a. Edición en alemán, 1935).

Las dos obras siguientes son las más importantes sobre los planteamientos de Popper sobre la relación conocimiento-acción. Ambas están traducidas al español:

Popper K. R., The poverty of historicism, London, Routledge, 1957. (1a. Ed. 1944)

Popper K, R., The open society and its enemies, 2 vols. London, Routledge & Keagan Paul, 1980 (1a. ed. 1945)

Los desarrollos posteriores del pensamiento de Popper se encuentran en:

Popper K. R., Conjectures and refutations, London, Routledge, 1963.

Popper K. R., Objective Knowledge. An evolutionary approach. Oxford, Oxford Univ. Press, 1972.

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En 1964 Popper escribió su autobiografía intelectual para la obra de Schlipp que se menciona más abajo. En 1976 se publica en forma separada bajo el siguiente título:

Popper K. R., An intellectual autobiography. Unended quest. Londres, Fontana, 1976.

Por lo que se refiere a obras sobre el pensamiento popperiano, la primera importante fue la editada por Bunge en 1964:

Bunge M., ed., The critical approach to science and philosophy. Essays in honor of Karl Popper, Glencoe, Free Press, 1964.

En 1974, en la colección dedicada al pensamiento de los filósofos vivientes, se publicó una obra en dos volúmenes con numerosas colaboraciones de diversos autores sobre el pensamiento de Popper, la autobiografía intelectual de este, y su respuesta a las críticas dirigidas contra él. Esta obra es fundamental para el estudio del pensamiento popperiano:

Schilpp, Paul Arthur, The philosophy of Karl Popper, 2 vol. La Salle, Open Court, 1974.

Por lo que se refiere a estudios sintéticos sobre el pensamiento de Popper, además del de J. F. Malherbe citado más arriba, tenemos:

Mage B., Popper, Barcelona, 1974.

Bouveresse, René, Karl Popper, Paris, Vrin, 1981.

6.6 Otros autores recientes

En este rubro comprenderemos algunas obras de otros autores contemporáneos, mencionados de paso en el texto de nuestro trabajo, y que en nuestra opinión realizan aportaciones interesantes en la dirección de un planteamiento integrador y sintético que vaya más allá de las escuelas tradicionales. Mencionamos únicamente unas cuantas obras, que permitan un primer acercamiento a los autores considerados, y a partir de las cuales pueda encontrarse una bibliografía ms amplia para quien quiera profundizar en el estudio de uno u otro autor.

Por lo que se refiere a Gaston Bachelard, la siguiente obra, que es una antología de varios de sus escritos, constituye una excelente introducción a su pensamiento, que este disperso en numerosas obras, muchas de las cuales han sido traducidas recientemente al español.

Bachelard G., Epistemología (compilación de D. Lecourt). Barcelona, Anagrama, s/f. 1a. Edición francesa, 1971.

La obra de Mario Bunge que se menciona a continuación constituye un trabajo sumamente interesante por varias razones: por una parte se trata de un filósofo latinoamericano, probablemente el único que tiene un renombre mundial en este

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terreno. Por otra parte, es una obra en la que el autor pone en forma de texto de metodología de la investigación una serie de planteamientos epistemológicos de inspiración popperiana que generalmente se encuentra únicamente en un nivel de abstracción más alto, y no siempre es fácil traducir a prescripciones concretas para el trabajo científico. La siguiente obra del mismo autor constituye una actualización de los puntos de vista de Bunge años después de la redacción de la primera obra.

Bunge, Mario, La investigación científica, Barcelona, Ariel, 1969

Bunge, Mario, Epistemología, Barcelona, Ariel 1980

El pensamiento de Thomas Kunh no coincide en ninguna manera con el de Popper, aunque tenga elementos comunes. Por otra parte, la obra que aquí se menciona de Kuhn, por diversas circunstancias históricas, ha pasado a ser considerada como la que mayor impacto tuvo en el movimiento que 11evó al rechazo casi general del positivismo:

Kunh T., La estructura de las revoluciones científicas, México, F.C.E. ,1971 (1a. ed. inglesa 1962)

La obra siguiente, además de recoger diversas aportaciones originales de autores que se sitúan en relación con Popper en una forma más o menos crítica, pero al mismo tiempo influenciados por él, constituye una excelente introducción a los debates recientes sobre dicho pensamiento:

Lakatos, I. y Musgrave, A., eds. La crítica y el desarrollo del conocimiento. México, Grijalbo, 1975.

Una visión crítica de varios de los autores anteriores, con una presentación que simpatiza con los planteamientos de Bachelard, Feyerbend y Althusser es:

Chalmers, A. F., ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, Madrid, Siglo XXI, 1982 (1a. ed. inglesa 1976).

Otra corriente reciente que, partiendo también del neopositivismo, trata de desarrollar y corregir los planteamientos de éste, en forma que se atienda mejor a la realidad de la ciencia actual, acudiendo a la teoría de conjuntos, es la que se inspira en F. Suppe e incluye a autores como Snned, Stégmüller y el venezolano C. Ulises Moulines, el filósofo de la ciencia más descollante de la joven generación latinoamericana e hispánica, según Jesús Mosterín. Para acercarse a estos

trabajos son adecuadas las siguientes obras:

Suppe, F., ed., La estructuras de las teorías científicas, Madrid, Ed. Nacional, 1979 (1a. Edición americana 1974).

Moulines, C.U. y Sneed, J. D., Patrick Suppes‟ philosophy of physics, in Radn J. Bogdan ed., Patrick Suppes, Dordrecht, Reidel, 1979

Stegmüller, W. La concepción estructuralista de las teorías, Madrid, Alianza, 1981.

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Moulines, C.U. Exploraciones metacientíficas, Madrid, Alianza, 1982.

De la importante obra, aunque sólo marginalmente conocida, de Bernard Lonergan, los principales títulos son:

Lonergan, B., Insight, New York, Harper & Row, 1958

Lonergan, B., Understanding and being, E. Miller Press

Un estudio del pensamiento de Lonergan lo encontramos en:

Crowe, Fr., The Lonergan enterprise, Cowley, 1980.

Menos conocido, al igual que la obra de Lonergan, el pensamiento de Polanyi ha tenido sin embargo una gran influencia en el campo epistemológico. Su obra fundamental es:

Polanyi, M., Personal Knowledge, 1958.

Por último la obra más reciente de Nicholas Reschler, así como un trabajo sobre su pensamiento, que parece constituir una de las tendencias contemporáneas de mayor interés, en opinión de J. F. Malherbe:

Reschler, N., Cognitive Systematization, Oxford,. Blackwell, 1979.

Sosa, E., ed., The philosophy of Nicholas Reschler, Dordrecht, Reidel, 1979

Notas

1. Ladriére J, Langage scientifique et langage spéculatif, Revue Philosophique de Louvain, Tomo 69 (1971) No. 1, p.118

2. Gadamer, H.G., Verdad y método, Salamanca, Sígueme, 1977, pp. 641-647

3. Ladriére, .J., Idem, pp. 119—125

4. Ladriére, J., Idem, p. 130

5. Popper K. R., Unended Quest. An intellectual autobioqraphy, London Fontana, 1976 p.

6. Popper K. R., La connaissance objetive, Paris, Complexe, 1978 pp. 46-47. Traducción de 3 primeros capítulos de Objetive Knowledage. An Evolutionaty Approach, Oxford University Press, 1972.