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Materiales para la historia de un barrio: San Francisco Tepito, DF José Antonio González Gómez SEP-SEMS-DGETI [email protected] Introducción El estudio etnohistórico y antropológico de los pueblos y barrios de la Cuenca de México, es todavía un campo fértil y relativamente poco frecuentado por los especialistas. Los siguientes datos pueden servir a especialistas, comunidades, proyectos de investigación y publico interesado no especializado, para conocer la rica y compleja información documental que existe en archivos, sobre distintos procesos de transformación de varias instituciones y grupos sociales que conformaron y conforman distintas localidades de varias regiones del centro de México. Así se podrán realizar y difundir futuras investigaciones de carácter historicista sobre pueblos, comunidades, grupos e instituciones prehispánicas, coloniales y modernas, correspondientes a las actuales jurisdicciones del estado de Morelos y del Distrito Federal. Como una forma de motivar el interés de los estudiantes a nivel licenciatura por estudiar a corto o mediano plazo pueblos y comunidades desde perspectivas político-territoriales, presentamos un breve esbozo monográfico de un barrio citadino, San Francisco Tepito. El caso de San Francisco Tepito es interesante ya que muestra como los cambios sociales y económicos de una población que se transformó étnica, social y económicamente, pueden ser rastreados a partir de un enfoque político-territorial. De acuerdo a este, podemos seguir en un principio al asentamiento indígena que dependía política y administrativamente de un centro relativamente autónomo de la Ciudad de México, Santiago Tlaltelolco, y que al paso del tiempo fue integrado a la estructura de la periferia de la Ciudad de México por medio de la organización parroquial de Santa Catarina, y luego como por vínculos políticos y económicos, el antiguo barrio indígena se convirtió en parte de los suburbios mestizos y proletarios de la capital porfirista para fines del siglo XIX y principios del siglo XX, como parte de una zona marginada y limítrofe. Época colonial Posiblemente el barrio de Tepito fue fundado a principios de la época colonial, siguiendo la política de reasentamiento de diversas poblaciones indígenas sobrevivientes, durante la segunda mitad del S. XVI.

Materiales para la historia de un barrio: San José Tepito, DF

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El articulo trata sobre el proceso de como el asentamiento indígena de Tepito que dependía política y administrativamente de un centro relativamente autónomo de la Ciudad de México, Santiago Tlaltelolco, fue integrado a la estructura de la periferia de la Ciudad de México por medio de la organización parroquial de Santa Catarina, para luego por vínculos políticos y económicos, este antiguo barrio indígena se convirtió en parte de los suburbios mestizos y proletarios de la capital porfirista para fines del siglo XIX y principios del siglo XX, como parte de una zona marginada y limítrofe.

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Materiales para la historia de un barrio: San Francisco Tepito, DF

José Antonio González Gómez

SEP-SEMS-DGETI [email protected]

Introducción El estudio etnohistórico y antropológico de los pueblos y barrios de la Cuenca de México, es todavía un campo fértil y relativamente poco frecuentado por los especialistas. Los siguientes datos pueden servir a especialistas, comunidades, proyectos de investigación y publico interesado no especializado, para conocer la rica y compleja información documental que existe en archivos, sobre distintos procesos de transformación de varias instituciones y grupos sociales que conformaron y conforman distintas localidades de varias regiones del centro de México. Así se podrán realizar y difundir futuras investigaciones de carácter historicista sobre pueblos, comunidades, grupos e instituciones prehispánicas, coloniales y modernas, correspondientes a las actuales jurisdicciones del estado de Morelos y del Distrito Federal. Como una forma de motivar el interés de los estudiantes a nivel licenciatura por estudiar a corto o mediano plazo pueblos y comunidades desde perspectivas político-territoriales, presentamos un breve esbozo monográfico de un barrio citadino, San Francisco Tepito. El caso de San Francisco Tepito es interesante ya que muestra como los cambios sociales y económicos de una población que se transformó étnica, social y económicamente, pueden ser rastreados a partir de un enfoque político-territorial. De acuerdo a este, podemos seguir en un principio al asentamiento indígena que dependía política y administrativamente de un centro relativamente autónomo de la Ciudad de México, Santiago Tlaltelolco, y que al paso del tiempo fue integrado a la estructura de la periferia de la Ciudad de México por medio de la organización parroquial de Santa Catarina, y luego como por vínculos políticos y económicos, el antiguo barrio indígena se convirtió en parte de los suburbios mestizos y proletarios de la capital porfirista para fines del siglo XIX y principios del siglo XX, como parte de una zona marginada y limítrofe. Época colonial Posiblemente el barrio de Tepito fue fundado a principios de la época colonial, siguiendo la política de reasentamiento de diversas poblaciones indígenas sobrevivientes, durante la segunda mitad del S. XVI.

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El santo patrón tradicional de este barrio fue San Francisco, aunque documentos tardíos (de 1775 y 1812) mencionaban a este barrio colonial de Tepito como San Juan Tepito o San Francisco Antón Tepito (AGN, Bienes Nacionales, Vol. 315, Exp. 49 / AGN, Archivo Histórico de Hacienda, Legajo 1044, Exp. 44, fs. 16). El barrio se encontraba en el extremo este de la parcialidad de Tlaltelolco, al borde del Albarradón de Ahuizotl, como un conjunto de caseríos dispersos, probablemente de adobe, según se aprecia en el Mapa de México-Tenochtitlán y sus contornos o Mapa de Upsala o Mapa de Santa Cruz, realizado hacia 1550. En él, se aprecia un espacio de agua, demarcado por los albarrádones de Ahuizotl y de Netzahualcoyotl, que permitían a las poblaciones vecinas (como Tepito) dedicarse a la explotación de los recursos lacustres como peces, ajolotes, patos, garzas, etc. (Parsons y Norett, 2004: 39). San Francisco Tepito formaba parte junto con los barrios vecinos (Santa Ana Atenantitech y La Concepción Tequipeuhcan) de la jurisdicción política y parroquial de Santiago Tlatelolco desde el siglo XVI hasta 1770 (Ver AGN, Indios, Vol. 50, Exp. 130, fs. 249-250v / Aréchiga, 2004: 272,276 / Arróniz, 1991: 79). Pero a causa de la continua decadencia política, demográfica y económica de la parcialidad de Santiago Tlaltelolco, el establecimiento franciscano de Tlaltelolco dejó de funcionar como parroquia en 1770, pues por orden real se secularizó, estableciéndose la nueva parroquia en la antigua capilla de Santa Ana, que había sido visita de la parroquia tlatelolca (Arróniz, 1991:79, 62). San Francisco Tepito cambió entonces junto con otros antiguos barrios tlatelolcas, de jurisdicción parroquial aproximadamente por 1772, cuando fue reasignado a la parroquia secular de Santa Catarina que formaba parte de la cercana Ciudad de México, otorgándosele por este motivo, licencia de funcionamiento como capilla, dentro del curato correspondiente en 1775 (Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 315, Exp. 49). Sin embargo la presencia de Tlaltelolco y sus dirigentes (caciques e indios principales) siguió presente no solo a través de la jurisdicción política-administrativa, sino también a partir de la propiedad, como se observó en 1725 con los problemas de Felipe de Santiago sobre la posesión de casa y solar en el barrio en 1721 y la pretensión de posesión de un pedazo de tierra en el barrio, de parte de José Francisco, indio principal y cacique de Santiago Tlaltelolco (Ver AGN, Tierras,Vol. 391, Exp. 3, fs. 10 y Vol. 440, Exp. 6, fs.7). San Francisco Tepito en el siglo XVII, era un caserío irregular que se alzaba entre corrales, campos de cultivo, zanjas y ladrilleras, al lado de los pantanos de la Laguna de México (que se encontraba en pleno retroceso hacia el Peñón de los Baños) entre vegetación lacustre como carrizales, tulares y posiblemente ahuejotes.

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Dichas características se pueden observar para San José Tepito, en la pintura del Biombo La muy noble y leal Ciudad de México de 1690 o Plano del conde de Moctezuma de Diego Correa y en el plano de Forma y levantado de la Ciudad de México de 1628 de Juan Gómez de Transmonte (García Martínez, 2004: 50,51, 52, 54, 55) Para fines del S. XVIII y principios del S. XIX, durante la época borbónica, el paisaje del barrio de San Francisco Tepito, cambió ya que las aguas tendieron a reducirse más y a estancarse, aumentando su concentración en sales, presentándose inmunda y mal oliente, tanto en pantanos, como en canales y charcas que se extendían hasta el Peñón de los Baño. Esto provocó que la población abandonara las actividades de explotación lacustre y buscara su subsistencia en relación a las actividades que se desarrollaban en la cercana población de Santa Catarina, sobre todo en los ramos del comercio ambulante, del servicio doméstico, y en la elaboración y venta de comidas y bebidas para los criollos, mestizos e indígenas de las vecindades y talleres establecidos en Santa Catarina, así como del Estanco de Tabacos local (Pescador y Fernández, 1993: 181). El asentamiento de San Francisco Tepito entre 1778 y 1788 estaba compuesto de familias indígenas que tenían en promedio cuatro miembros y que estaban emparentadas entre sí, en mayor o menor grado. Cada familia vivía en su vivienda, separada de las demás; sin embargo el barrio carecía de fuentes de agua potable propias, por lo que tenía una extensión reducida que comprendía en un caserío disperso, cruzado por canales y dos pequeños puentes, al lado de un camino vecinal que comunicaba al barrio con la huerta del Convento del Carmen y el edificio del Apartado, tal y como se observa en el plano de la Planta y descripción de la imperial Ciudad de México en la América de Carlos López de Troncoso de 1760 (Arechiga, 2004:276, 277 / Pescador y Fernández, 1993: 186, Plano). Este sistema de zanjas y canales, separaba a Tepito de sus vecinos, Santa Ana Atenantitech y la huerta del Convento del Carmen, por lo que sus habitantes tenían que dar mantenimiento y cuidar de dos endebles puentes de vigas de madera que les permitían el paso. Si estos estaban rotos, los vecinos indígenas tenían que ir rodeando hasta llegar a Peralvillo y usar el puente de cal y canto que existía junto a la garita del mismo nombre (Arechiga, 2004:276, 277). Por su cercanía a los límites de la traza colonial de la Ciudad de México y su creciente dependencia económica a las actividades de la población citadina, instalada en una parroquia periférica urbana como Santa Catarina, San Francisco Tepito se convirtió en un barrio suburbano de la capital, pese a su dependencia formal del decadente Tlaltelolco.

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De esta forma, San Francisco Tepito colindaba al este, con la Zanja Cuadrada que rodeaba el perímetro de la Ciudad de México y que había sido construida como un sistema de fortificación para prevenir posibles ataques insurgentes a partir de 1811, y al oeste, con un sistema de garitas que se había instalado para alojar a las fuerzas del Resguardo de Tabaco en Nonoalco, Peralvillo y Tepito. Dicho sistema de garitas tenía por objeto, el controlar el acceso de mercancías y productos diversos, que llegaban a la Ciudad de México por los caminos existentes, cobrando así las alcabalas correspondientes (Ver AGN, Alcabalas, Vol. 57, Exp. 1, fs. 1-57). Para ese año (1811), la población conjunta de los barrios de San Francisco Tepito y de La Concepción Tequipeuhcan fue de cerca de 9500 personas (Arechiga, 2004: 284). Primera mitad del S. XIX Durante los primeros años del siglo XIX, a causa de la escasez permanente de agua, la población de San Francisco Tepito (junto con la de Santa Ana y la Concepción) se redujo a la mitad de la que existía a fines del S. XVIII. Su adscripción política también cambió, ya que se le consideró a partir de 1824, como parte de la municipalidad de la Ciudad de México (Almonte, 1997: 306). El sistema de acequias y zanjas cambio de función, pues en lugar de servir como apoyo a sistemas de cultivo, se convirtió en parte del sistema de drenaje de los suburbios de la Ciudad de México. Junto con esto, se empezaron a utilizar los campos aledaños a los barrios de Tepito, Santa Ana y la Concepción como muladares y tiraderos de basureros a cielo abierto, empeorando las condiciones sanitarias locales (Arechiga, 2004: 277, 278). A partir de 1849, se intento regularizar las tierras comunales de los barrios de La Concepción y de Tepito, por parte de los representantes de Tlaltelolco, en base a las reclamaciones de jurisdicción predial de parte del Ayuntamiento de la Ciudad de México (Ver AGN, Tierras, Vol. 3699, Exp. 7, fs. 17). Sin embargo, solo a raíz de la Ley Lerdo de 1857, el barrio de San Francisco Tepito comenzó a disolverse como barrio de indios, ya que los terrenos del barrio de San Francisco Tepito comenzaron a ser objeto de compra para una especulación inmobiliaria. Los predios y terrenos de la jurisdicción de Tepito, que desde la época colonial habían tenido un carácter comunal y familiar, situación que les hacia casi imposible de fraccionarse por el mecanismo de compra-venta entre particulares), en un primer momento, entre finales del s. XVIII a 1800, habían sido utilizados para la agricultura de temporal, luego entre 1800 a 1824 como potreros de pastoreo, para luego ser utilizados entre 1824 a 1847 como muladares y tiraderos de basura de la Cd. de México.

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Sin embargo, a partir de 1848 y 1849, los terrenos comunales de San José Tepito comenzaron a fraccionarse en lotes, siendo adquiridos estos por varias compañías inmobiliarias privadas, que les trataron como terrenos de reserva para futuros negocios inmobiliarios, durante el periodo de 1857 a 1868 (Aréchiga, 2004: 278-280). Segunda mitad del S. XIX Para la segunda mitad del S. XIX, con la pacificación del país y la llegada al poder de los gobierno de la República Restaurada y del Porfiriato, la recuperación demográfica del barrio de San Francisco comenzó. Entre 1842 y 1879, la población asentada entre San Francisco Tepito y La Concepción Tequipeuhcan se había mantenido en un número estable de 5000 personas, pero a partir de 1879 se comenzaron a hacer ligeras mejoras que se tradujeron en la adaptación del antiguo asentamiento indígena (constituido por conjuntos de jacales dispuestos irregularmente dentro de un terreno, formando callejuelas y patios) en vecindades. Dichas vecindades a semejanza de similares establecimientos de origen colonial, tenían como objeto el alojar a nuevos vecinos, numerosas familias de mestizos provenientes de la Ciudad de México y sus alrededores, cuyas ocupaciones e ingresos giraban en torno a la cercana capital y que fundamentalmente eran artesanos, trabajadores de la construcción y comerciantes en pequeño (Pescador y Fernández, 1993: 169 / Arechiga, 2004: 284). Las condiciones de vida de esta nueva población, fueron distinta a la de la antigua población indígena de Tepito. Para empezar, la composición de la nueva población fue diferente, pues existía una gran cantidad de individuos (hombres y mujeres) solos, sin dependientes económicos o compañeros de vida estables y muchas de las nuevas familias, estaban compuestas de gran cantidad de mujeres y niños, sin esposo o padre permanente. Estos individuos y familias fragmentadas, tuvieron que vivir en viviendas de una sola habitación, que desempeñaba la única función de dormitorio. Por esto, los miembros de la familia tenían que realizar casi todas sus actividades fuera de la vivienda, excepto los artesanos que podían rentar una accesoria en la que tenían taller y vivienda, repitiendo con esto, los modos de vida de las vecindades coloniales del S. XVIII de la antigua parroquia de Santa Catarina (Pescador y Fernández, 1993: 184). Entre 1879 y 1894, los terrenos que fueron convertidos en propiedades privadas, comenzaron a ser ocupados por nuevos desarrollos inmobiliarios que rodearon y luego transformaron a las vecindades y al núcleo del antiguo barrio indígena de San Francisco Tepito (Arechiga, 2004: 280).

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Con las nuevas condiciones políticas y económicas del momento, que fueron producto de varias políticas impuestas por los gobierno porfiristas, comenzaron a crearse las condiciones de infraestructura mínimas que dieron paso a los negocios inmobiliarios proyectados veinte años antes. Medidas como el establecimiento de seis pozos artesianos en la localidad, la traza de calles y de manzanas rectangulares, el levantamiento de bardas de adobe caídas, la limpieza de muladares y la reforma de fachadas, contribuyeron a nuevos desarrollos inmobiliarios (Aréchiga, 2004: 281). Luego con el apoyo del municipio de la Cd. de México, diversos particulares construyeron por contrato diversos fraccionamientos habitacionales en Tepito. Estos empresarios inmobiliarios no poseían un capital significativo y no estaban relacionados con la elite inmobiliaria que en esos mismos tiempos desarrollaba extensos fraccionamientos en la Condesa, Roma y Reforma. Apenas tuvieron capital suficiente para promocionar los desarrollos y hacer los trabajos topográficos para delimitar lotes, cuadras y calles, sin invertir las obras de pavimentación, alcantarillado, agua potable y áreas verdes (Arechiga, 2004: 282). Los desarrollos inmobiliarios establecidos así en Tepito y La Concepción fueron cuatro colonias urbanas: La Colonia Violante en 1882, la Colonia Morelos en 1884, la Colonia de La Bolsa en 1893 y la Colonia Díaz de León en 1894. Dichos desarrollos ofrecieron lotes para establecer casas o vecindades para las familias expulsadas por la falta de viviendas baratas en la Cd. de México y para una porción de familias migrantes de provincia, que venían a establecerse en las goteras de la capital de la república. (Galindo, 1996: 179 / Arechiga, 2004: 281, 282). Las colonias de Morelos y la Bolsa se establecieron así en terrenos despoblados al este y sureste de barrio de Tepito (agrupado en torno al templo de San Francisco) mientras que las colonias Violante y Díaz de León se desarrollaron sobre barriadas que estaban habitadas desde principios del S. XIX. Esto trajo consigo, un crecimiento poblacional sostenido que aunado al producido por el establecimiento de numerosas vecindades, contabilizó a más de 10,000 personas establecidas en Tepito para 1882 (Arechiga, 2004: 282, 284).

Fuentes consultadas

(AGN) Archivo General de la Nación Ramo Tierras Volumen 391, Expediente 3 Volumen 440, Expediente 6

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Volumen 3699, Expediente 7 Ramo Indios Volumen 50, Expediente 130, fs. 249-250v Ramo Bienes Nacionales Volumen 315, Expediente 49 Ramo Alcabalas Volumen 57, Expediente 1 Ramo Archivo Histórico de Hacienda Legajo 1044, Expediente 44

Bibliografía

Almonte, Juan Nepomuceno 1997 Guía de Forasteros y repertorio de conocimientos útiles, Ed. en

facsimilar a la de 1852 – Instituto Dr. José María Luis Mora, México Aréchiga Córdoba, Ernesto 2004 La formación de un barrio marginal: Tepito entre 1869 y 1929 en

“Miradas Recurrentes Vol. I (La Ciudad de México en los Siglos XIX y XX)”, Coord. Ma. Del Carmen Collado, Ed. Instituto Mora – UAM Xochimilco, México, pp. 271-293

Arróniz, Marcos 1991 Manual del Viajero de Méjico o Compendio de la Historia de la

Ciudad de Méjico, Ed. en facsimilar a la de 1858 – Instituto Dr. José María Luis Mora, México.

Galindo y Villa, Jesús 1996 Historia Sumaria de la Ciudad de México, Col. Historia y Geografía,

Ed. DDF, México. García Martínez, Bernardo 2004 La gran inundación de 1629 en “Arqueología Mexicana”, Nº 68, Julio-

Agosto 2004, Ed. Raíces, México, pp. 50-57. Parsons, Jeffrey R. y Luis Morett A. 2004 Recursos acuáticos en la subsistencia azteca: cazadores, pescadores

y recolectores, en “Arqueología Mexicana”, Nº 68, Julio-Agosto 2004, Ed. Raíces, México, pp. 38-43.

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