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Materialismo Histórico ICarolina Valeria Félix Padilla
La división del trabajo: el horizonte olmeca.
La especialización y configuración de actividades diferenciadas, cuyos agentes desempeñaban de
tiempo completo, ha sido un proceso universal en los albores de las sociedades complejas. Sin
embargo en cada latitud del mundo, los procesos son determinados particularmente por las
circunstancias concretas a las que se enfrentan los pueblos. Este proceso de suma importancia en
el desarrollo de las primeras sociedades clasistas, está intimamente relacionado con el surgimiento
de lo que se ha llamado “civilización”.
En el presente trabajo, me propongo estudiar diversos modos de especialización del trabajo
que se desarrollaron en las sociedades identificadas como “olmecas”, en el período llamado
preclásico temprano, que data cca. 1400-500 a.C., coincidiendo con la edificación de los primeros
centros en la llamada Zona Nuclear Omeca, entre los actuales estados de Veracruz y Tabasco. Para
ello, se analizarán los centros de producción de materia prima y manufactura hallados en las zonas
metropolitanas, principalmente San Lorenzo Tenochtitlan y comunidades aledañas controladas por
esta temprana urbe.
Se ha escogido el tema, además del interés personal por la llamada “cultura madre”, porque
representa un momento de clara y evidente estratificación social y económica en Mesoamérca. Si
bien los procesos de domesticación de especies biológicas y sedentarización preceden a la
aparción de lo olmeca en varios milenios, el registro arqueológico comienza a ser suficiente para
analizar actividades determinadas y calificar su grado de especialización, sólo hasta el
advenimiento de la “revolución urbana” en la zona. La necesidad de algunos centros de alta
densidad demográfica, de determinadas materias primas, lleva a comunidades enteras a volcarse a
la producción de dichos materiales, dejando de lado la obtención de la subsistencia.
La base de toda división social del trabajo desarrollada, mediada por el intercambio
de mercancías, es la separación entre la ciudad y el campo, “puede decirse que toda la historia
económica de la sociedad se resume en el movimiento de esta antítesis”1.
PLANTEAMIENTO.
La cultura olmeca, desde la segunda década de los cincuentas, es referida como la cultura madre
de Mesoamérica, concepto que fue consolidado entre Bernal, Covarruvias y Caso. Además del
corpus estético e ideológico que se difundió por Mesoamérica, y que dotó a esta macroárea
cultural de coesión e identida, ha sido ampliamente estudiado por la iconología prehispanista. Las
sociedades que se han denominado e identificado como olmecas ciertamente fueron las primeras
en Mesoamérica en desarrollar sociedades estatales y clasistas2, cuyas élites tenían la capacidad
de controlar los recursos para generar obras monumentales -que hoy día scontinúan siendo
testimonio de su paso por el mundo- e que influyeron en la concepción urbana de las grandes
civilizaciones que se desarrollarían posteriormente.
Una de las grandes tranformaciones en las relaciones sociales y los modos de vida es la
sedentarización, proceso que se llevó a cabo en el mundo más de una vez3. La inversión de fuerza
de trabajo en el control reproductivo de la subsistencia4 -cuya más revolucionaria consecuencia es
la obtención del excendente- implica ese gran paso que a su vez desencadena un proceso de
1MARX, El Capital. Libro 1ero., México, Siglo XXI, 2001, v.2, p. 429.2 Al respecto, la muy polémica cuestión olmeca y la idea de cultura madre de los mesoamericanos tiene sus detractores. Clark ha planteado que la primera cultura estratificada en mesoamerica son los Mokayas, pueblo de filiación mixezoqueana que se desarrolló como cultura agrícola en la zona del Soconusco desde cca. 2500 a.C. Se defiende que estos grupos son los artífices de los estilos cerámicos Ocós, Locona y Cuadro, previos a la expansión de la alfarería típicamente olmeca en torno al 1400 a.C. Sin embargo, Clark y su equipo han sido acusados, y no con poco fundamento, de ajustar y forzar la interpretación de los datos arqueológicos a la descripción de los jareditas, del Libro del Mormón. Vid. CLARK y BLAKE, “El origen de la civilización en Mesoamérica: Los olmecas y mokaya del Soconusco de Chiapas” en El Preclásico o Formativo: Avances y Perspectivas. Seminario de Arqueologıa. Dr. Román Pina Chan, Mexico, 1989, pp. 385-404, Cfr. CYPHERS, Las Bellas Teorías y los terribles hechos, México, UNAM, 2012.3 Mesopotamia, China, Valle del Indo, Andes y Mesoamérica.4 Bate, “El modo de producción cazador recolector o la ‘economía del salvajismo’”, Boletín de Antropología Americana, n. 13, México, 1986, p. 5.
2
diversificación de las actividades productivas, que en muchos casos, posibilita que unos
grupúsculos del conjunto puedan recibir y controlar más de lo que objetivamente invierten en
Fuerza de Trabajo, acumulando dicho excendete que enajenan a la población productora, y
diferenciándose de ésta.
Esta ventaja, que permite al grupúsculo acumular el plusproducto (es decir, lo producido por
la mano de obra que “sobra” al obtenimiento de su subsistencia) está fundada en la detentación de
uno o más factores del proceso productivo. Esta posesión varía de acuerdo a las determinaciones
históricas de la forma que se estudie. En el caso concreto de Mesoamérica la identifición del modo
de producción particular ha resultado polémico y continúa siendo un punto difuso en la literatura
arqueológica y etnohistórica.
Al respecto, personalmente suscribo la propuesta de la llamada Arqueología Social
Iberoamericana. Para esta tradición de interpretación marxista, es la forma en que se distribuye la
propiedad de los factores de producción lo que determina las relación establecidas alrededor.
Desde esta perspectiva, respecto a las llamadas “primeras sociedades clasistas” se propone que la
clase dominante era la que poseía la fuerza de trabajo (escindida de la mano de obra). Por su parte,
la mano de obra tenía la propiedad de sus medios de producción, en tanto que esa posesión de la
tierra era lo que le convertía en un miembro de la comunidad y partícipe de la “propiedad
comunal”. La mano de obra, una vez que obtenía lo necesario para reponerse y reproducirse, tenía
que transferir su fuerza de trabajo bajo la forma del tributo (a diferencia del feudalismo, el tributo
no funcionaba como una renta por la transferencia de la posesión de la tierra) a los dueños de la
misma FT, ergo, las clases dominantes que se configuran bajo la forma del estado. Evidentemente,
coexisten otras formas de propiedad y organización de la mano de obra, pero sin ser
predominantes5.
5 BATE, “Hipótesis sobre la sociedad clasista inicia”, ponencia al simposium El origen y el desarrollo del Estado en Mesoamérica, UNAM. IIA, Ciudad de México, 1983
3
Tras el primer proceso de división social de trabajo, que suele separar a la mano de obra en
campesinos y artesanos, se da un segundo proceso de diferenciación que distingue entre
trabajadores manuales e intelectuales. Generalmente, los últimos detentan los puestos de mando, y
a través del conocimiento monopolizado (ciclos calendáricos, ritos de fertilidad, labores de
aministracion y diplomacia, etc.) justifican la propiedad sobre la fuerza de trabajo. Esta propiedad
se objetiviza, como se mencionó líneas arriba, en la transferencia de fuerza de trabajo a partir del
tributo que enajenan las clases dominantes.
Asimismo, la diferenciación entre los diversos ramos se acentúa y sofistica. Los artesanos y
productores especialistas, tienen que renunciar a los medios de producción que garantizan su
autosubsistencia, por lo menos durante lapsos determinados de tiempo, para poder dedicarse por
entero a la elaboración de aquello en lo que son expertos. Este grupo dependerá de la demanda de
producción de grupos privilegiados, que suplen lo que el propio artesano no puede producir para
su cosumo. Generalmente, en los estadíos más tempranos del desarrollo de una civilización, estos
productores especializados están dedicados a la elaboración de objetos votivos y suntuarios, y a la
obtención de materiales apreciados o difíciles de hallar o procesar. Las herramientas de la vida
cotidianda generalmente se producen en el ámbito doméstico, y no constituyen un rubro
especializado, ni su distribución es controlada por las clases dominantes (la cestería, la alfarería
doméstica y la elaboración de textiles por las mujeres es un ejemplo).
Uno de los principales indicadores de la diferenciación social y consolidación urbana, en el
caso Olmeca, es la arquitectura monumental. Las construcciones cuyo fin era simbólico, religioso
y/o político, fuern edificadas con un gasto de energía considerablemente mayor al empleado para
las construcciones de tipo “práctico”. Esto, que algunos autores han interpretado como “energía
congelada”6, tenía el fin de potenciar la carga simbólica de las edificaciones al invertir una
cantidadde FT que podría parecer inecesario a primera vista, “la escala de contrucción es por lo
6 PRICE, “Shifts in Production and Organization: A Cluster-InteractionModel”, Current Anthropology, no. 18, 1977, p. 213.
4
general consistente con la escala de la complejidad sociopolítica ya que es el excedente lo que
determina las posibilidades de inversón energética”7. Este es el criterio del que se parte para
analizar a la sociedad olmeca como clasista, y con una división del trabajo desarrollada.
LOS ESPECIALISTAS.
Para el presente trabajo, se analizaran algunos ramos productivos que además fueron
fundamentales en la economía de la costa del Golfo durante el período estudiado. Como se
mencionó líneas arribas, una de las primeras divisiones sociales del trabajo esla escición entre
productores de subsistencia y artesanos8. La diversidad de artículos en la sociedad olmeca del
preclásico temprano permite analizar esta diferenciación, en el registro arqueológico.
Chapopote.
Ubicada en una región de importantes reservas petroleras, desde la antigüedad, las comunidades
que se desarrollaron en la zona aprovecharon el combustible fósil que era expulsado a la
superficie. Este material fue conocido como chapopotli fue ampliamente utilizado comopigento,
consolidante y adhesivo, y especialmente como impermeabilizante. Las zona nuclear olmeca se
carcteriza por la abundancia de pantanos y vías fluviales por lo que la navegación por canoas es
una de las principales formas de transporte de personas y materia prima. El chapopote resultaba un
material predominante en la elaboración de las mismas.
El chapopote se producía en el seno de la unidad doméstica y no constituía una actividad
especializada. Sin embargo, las excavacionesde Wendt en 2003 hallaron una comunidad,
7 CYPHERS, Las Bellas Teorías y los terribles hechos, México, UNAM, 2012, p. 42.8 En realida, la primera diferenciación social del trabajo se da en el seno de la unidad doméstica, en la fase de cazadores reproductores, división fundamentada en diferencias biológicas (edad, sexo, etc.). Posterior esta, se da una primera especialización en la figura del shaman, que en sociedades más simples no necesariamente puede prescindir del trabajo de autosubsistencia. Sin embargo, para este trabajo, se estudiará la división que a partir de la producción de excedente, separará a la mano de obra entre agricultores en general, y productores especializados que no participan en el control de la subsistencia.
5
dependiente de San Lorenzo Tenochtitlan, en la que al parecer se dio un proceso de
especialización y producción a gran escala del material. La densidad demográfica de San Lorenzo
hacía inviable la obtención de combustible para procesar el material, por lo que tuvo que coordinar
la producción del chapopote en comunidades cercanas a la urbe. En Paso de Ortices, yacimiento
reltivamente cercano al mencionado San Lorenzo, se encontraron vestigios de producción y
almacenamiento de chapopote a gran escala. De acuerdo a la evidencia arqueológica, los
habitantes de Paso de Ortices se dedicaron por entero, por lo menos durante una parte considerable
del ciclo anual, a la extracción, empacado, transporte, procesamiento (y preparación del
combustible) y almecenaje del chapopote. Esta comunidad controlaba todas las fases productivas
y por ello requería invertir gran parte de su fuerza de trabajo. Las fosas de almacenaje hablan de
una producción a gran escala (250 kg. aproximadamente por fosa). Es muy probable que la
producción fuese encargada e incluso coordinada por las élites dominantes de San Lorezo, pues la
inversión de fuerza de trabajo para producir el material a esa escala implicaba presindir de las
actividades de subsistencia9.
Basalto.
El basalto fue el material de origen mineral de utlización más intensiva en la zona nuclear olmeca.
Además de ser la materia prima de gran parte de las herramientas de lavida cotidiana (armas,
tecomates, metates, etc.), resulta impresindible para la elaboración de los monumentos que
manifestaban el poder de la élite dominante. Dichos monumentos comenzaron a ser concebidos a
partir del 1400 a.C. Obtenido de yacimientos ubicados en la región delos Tuxtlas, era transportado
a través de las muchas vías fluviales en canoas. Se sabe, por el material adyacente en muchos
antiguos yacimientos, que existía una clara especialización y diferenciación en el proceso
productivo de las piezas de basalto, pues se han hallado “preformas” que eran trabajadas in situ,
9 WENDT y CYPHERS, “How the Olmec used Bitumen in ancient Mesoamérica”, Journal of Anthropological Archaeology, no. 27, 2008.
6
antes de ser transportadas hasta los centros urbanos donde se encontraban los talleres en que se
terminaban las piezas. Uno de estos talleres estacionales de preformas está en el yacimiento
conocido como Llano del Jícaro. Dicho lugar al parecer fue controlado igualmente por las elites
dominantes de San Lorenzo10.
La producción de artículos de basalto, para fines utilitarios o ideológicos (políticos y
religiosos) fue vigilada con especial interés por las clases dominantes. La importancia de la
escultura monumentl como instrumento de legitimación política es la principal causa. Por muy
abundante que fuera el basalto, su producción y procesamiento debe ser controlado y limitado para
evitar la dsvalorización simbólica del mismo. Al respecto, se han encontrado talleres de basalto en
el Palacio Rojo de San Lorenzo. En estos hay vestigios de todos cada fase productiva (incluyendo
los procesos de reciclaje de los monumentos), y un férreo y controlado almacenaje de los
sobrantes de la misma11.
Jade.
Material muy apreciado en mesoamérica, los dos minerales con los que suele idenificarse, la
jadeíta y la nefrita, fueron magistralmente manipulados por los llamados olmecas. Respecto a los
procesos de producción del mismo, el registro arqueológico ha dado pocos datos, sin embargo, el
grado de sofisiticación que alcanzó el tallado de este material entre los olmecas, puede dar una
idea del grado de especialización que los artesanos del jade alcanzaron. Se conocen por lo menos
tres fases del proceso productivo de las piezas:abrasión, pulido y bruñido12. Sin embargo, la
10 Borstein, “El papel de Laguna de Cerros en el mundo olmeca” en Cyphers, ideología, política y sociedad en el períoro formativo, México, UNAM, 2008, pp. 153-176.11 Porter, “Olmec Colossal Heads as Recarved Thrones: ‘Mutilation’, Revolution and Recarving”, Res, no. 17-18, 1989: pp. 23-30.12 Fernández, “Introducción al estudio de la producción de jade en el mundo Olmeca”, en Arqueología y Territorio, no. 9, España, 2012, p. 100.
7
ausencia de talleres (hallados) en la zona nuclear olmeca representa un verdadero problema para el
estudio de las actividades asociadas al material.
No por ello, se debe pensar que no se tratara de una producción de artesanía especializada, todo lo contrario. Existen pruebas concluyentes que muestran una producción especializada, auqnue se dude si fuera adjunta o independiente13.
La única fuente de obtención de los minerales verdes se encuentra en el extremo
suroriental de Mesoamérica. Durante mucho tiempo se consideró que la única forma de extracción
en el preclásico temprano fue el rescate de cantos en los ríos, sin embargo, resulta ya una opinión
generalizada que la minería extractiva de la piedra estaba ya generalizada para este período. Para
que los artesanos tuviesen acceso a la piedra, fue necesaria la articulación de una red de
intercambio controlada por la elite dominante de la Zona Nuclear Olmeca. La extracción y
desplazamiento de la misma, a su vez está relacionado con el surgimiento y auge de centros
urbanos mayas en el valle del Río Motagua.
CONCLUSIONES.
Desde fines de los años ochentas, en el ámbito de los estudios mesoamericanos se ha abandonado
el materialismo histórico como modelo para explicar el pasado prehispánico. Como parte de una
tendencia global que se explica por la caída del Socialismo realmente existente y el auge del
sistema capitalista neoliberal, desde entonces proliferan los estudios culturales que han
abandonado la búsqueda de datos y explicaciones referente a la realidad material concreta que
enfrentaban los pueblos indígenas americanos, y las relaciones sociales que éstos desarrollaron.
Sólo la llamada Arqueología Social Iberoamericana se ha aferrado al materialismo dialéctico como
punto de partida teórico metodológico, y se ha enfrentado al desgaste de la polémicas sobre la
pertinencia del llamado “Modo de producción asiático” como esquema explicativa de las
13 Ibidem, p. 101.
8
sociedades antiguas en América para contribuir con nuevas hipótesis, que parten de
unmaterialismo dialéctico atento a las particularidades de la realidad Americana.
Con la temática desarrollada en el trabajo, se pretende hacer un repaso muy general de
algunos procesos de producción, para ir formando una idea exhaustiva de esta cultura preclásica
(la coordinación entre estructura y superestuctura). Asimismo, implica una toma de posición
respecto a la polémica cuestión olmeca. Lo más álgido del debate se desarrollo en torno a la
dicotonomía entre sociedades complejas, estratificadas y en proceso de urbanización, o
formaciones cacicales, de limitado poder y sin coesión entre sí. Considero que las diversas
manifestaciones materiales de estos grupos nos hablan de una sociedad compleja que se funda en
la explotación. El complejo corpus simbólico que se difunde por toda la región, las obras
arquitectónicas (que son el paradigma de la traza urbana mesoamericana), los cómputos
calendáricas y la escritura jeroglífica, son instrumentos ideológicos de una clase dominante que
depende del trabajo de muchos.
El análisis de diversos procesos de producción que los grupos dominantes coordinan y que
van más allá de la obtención de la subsistencia, resulta un intrumento pertinente para la disitinción
y caracterización de las clases antagónicas que conforman las sociedades mesoamericanas más
antiguas.
Asimismo, se puede comprobar que el grado de desarrollo de las fuerzas productivas
revoluciona al mismo tiempo la ampliación y diversificación de las mismas. De forma general, el
aumento del llamado plusproducto estimula la creación de nuevos ramos destinados a satisfacer
necesidades generalmente de tipo “espiritual”. Si se pretende entender cabalmente la
diversificación del trabajo en las sociedades antiguas, y el consecuente surgimiento de nuevos
bienes y nuevas disciplinas de generación de conocimiento (astronomía, aritmética, escritura, etc.),
se tendrá que fundamentar con una análisis de la forma en que las sociedades antiguas se
9
organizaban entre sí para obtener su subsistencia y el excedente, la magnitud de éste pruspoducto
(el excedente) y la forma en que este transfería a las élites domiantes.
Bibliografía.
ARMILLAS, Pedro, Cronologías y periodificación de la Historia de América Precolombina,
México, ENAH, 1957.
BATE, Luis Felipe, “El modo de producción cazador recolector o la ‘economía del salvajismo’”,
Boletín de Antropología Americana, n. 13, México, 1986, pp. 5-31.
-“Hipótesis sobre la sociedad clasista inicia”, ponencia al simposium El origen y el
desarrollo del Estado en Mesoamérica, UNAM. IIA, Ciudad de México, 1983.
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sociedad en el períoro formativo, México, UNAM, 2008, pp. 153-176.
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FIEDEL, Stuart, Prehistoria de América, 2da. ed., Barcelona, Crítica, 1996, (Arqueología).
PORTER, “Olmec Colossal Heads as Recarved Thrones: ‘Mutilation’, Revolution and Recarving”,
Res, no. 17-18, 1989: pp. 23-30.
10
PRICE, “Shifts in Production and Organization: A Cluster-InteractionModel”, Current
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URIARTE, María Teresa y Rebecca GONZÁLEZ LAUCK (coord.), Olmeca: Balance y perspectivas.
Memoria de la Primera Mesa Redonda, 2v., México, UNAM. IIE/INAH/Conaculta, 2008.
WENDT y CYPHERS, “How the Olmec used Bitumen in ancient Mesoamérica”, Journal of
Anthropological Archaeology, no. 27, 2008, pp.175-191.
11