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Max Weber Max Weber nació en 1864 en Erfurt y murió en 1920 en Munich. Su objetivo era dibujar un esquema lo más racional posible para relacionar democracia, capitalismo y sistema político. Weber formó parte del realismo político. El problema central que analizó fue la eficiencia en el poder ligada a la idea de legitimidad en el ejercicio de ese mismo poder. Su propuesta era un sistema político basado en el “pacto estatal” entre burocracia, partidos políticos, grupos de interés e institución presidencial. Comparó y trató de que el estado se organice como la asociación que más racionalismo le impuso a su época: la empresa capitalista moderna. Buscó los mejores medios para que su producto final sea el esperado: la búsqueda de la racionalidad garantizaba la calculabilidad, y la búsqueda de los medios más adecuados, garantizaba el fin esperado. La creación del Estado Alemán fue llevada a cabo por la monarquía, por lo que la clase dominante eran los resabios de una aristocracia monárquica. Su motivación fue modernizar, en términos del capitalismo, el estado alemán considerando los intereses de la burguesía. Formó parte de una sociología que surgió en Alemania con Émile Durkheim a la cabeza. Durante siglos, la razón última de la existencia humana estaba relacionada con la religión. Pero en un momento dado, se perdió esa justificación suprema: en palabras de Nietzsche, “Dios ha muerto”. A partir de que “el mundo perdió la magia”, el hombre se preocupó por dar respuestas y comenzó un proceso de racionalización o secularización que separó la política y la religión y culminó con la creación del estado moderno. Al perder aquel “fin último”, se dio un racionalismo extremo por el que cada área tiene un fin determinado para el que existe un medio específico (“La ciencia ha entrado en un estadio de especialización

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Max Weber naci en 1864 en Erfurt y muri en 1920 en Munich. Su objetivo era dibujar un esquema lo ms racional posible para relacionar democracia, capitalismo y sistema poltico.Weber form parte del realismo poltico. El problema central que analiz fue la eficiencia en el poder ligada a la idea de legitimidad en el ejercicio de ese mismo poder. Su propuesta era un sistema poltico basado en el pacto estatal entre burocracia, partidos polticos, grupos de inters e institucin presidencial.

Compar y trat de que el estado se organice como la asociacin que ms racionalismo le impuso a su poca: la empresa capitalista moderna. Busc los mejores medios para que su producto final sea el esperado: la bsqueda de la racionalidad garantizaba la calculabilidad, y la bsqueda de los medios ms adecuados, garantizaba el fin esperado.La creacin del Estado Alemn fue llevada a cabo por la monarqua, por lo que la clase dominante eran los resabios de una aristocracia monrquica. Su motivacin fue modernizar, en trminos del capitalismo, el estado alemn considerando los intereses de la burguesa.

Form parte de una sociologa que surgi en Alemania con mile Durkheim a la cabeza.Durante siglos, la razn ltima de la existencia humana estaba relacionada con la religin. Pero en un momento dado, se perdi esa justificacin suprema: en palabras de Nietzsche, Dios ha muerto. A partir de que el mundo perdi la magia, el hombre se preocup por dar respuestas y comenz un proceso de racionalizacin o secularizacin que separ la poltica y la religin y culmin con la creacin del estado moderno. Al perder aquel fin ltimo, se dio un racionalismo extremo por el que cada rea tiene un fin determinado para el que existe un medio especfico (La ciencia ha entrado en un estadio de especializacin antes desconocido y en el que se va a mantener para siempre).El mtodo sociolgico de Weber es el comprensivismo, por lo que explica tipos ideales, que son herramientas metodolgicas que sirven para comprender la realidad. A su vez, siempre va desde lo particular a lo general.La sociedad, compuesta de muchos grupos, es el producto de los hombres que viven all. Weber se dedica a estudiar las acciones sociales y su sociologa tiene el centro una teora sobre las mismas.

La accin social est conformada por la accin individual. sta es una conducta significativa, es decir, est cargada de significado y ste es subjetivo, pues se lo da un sujeto, mentado, ya que est pensado e intencional, porque tiene un sentido. La accin social es una accin orientada por acciones de otros, las cuales pueden ser presentes, pasadas o futuras. Pueden ser indeterminadas o desconocidas, pero de otros. No hay accin que no sea del impulso de la accin del otro. Este impulso puede ser mentado e identificado. No hay accin cuando es orientada por objetos materiales.

Hay cuatro tipos de accin social:

Accin racional con arreglo a fines: Es la forma ms racional posible de la accin, se pondera el elemento racional en trminos de clculo de medios para alcanzar un fin valorando racionalmente las probables consecuencias de los actos.

Accin racional con arreglo a valores: Esta accin est orientada a realizar un ideal, motivada por valores considerados absolutos, ya sea de carcter religioso, poltico, etc. La persona no considera las posibles consecuencias de su accin, sino que sta realice el valor o los valores por los que est motivada.Accin afectiva o emotiva: Esta accin no supone que el individuo posea un ideal definido a travs del cual orienta su accionar, por lo que la misma puede desarrollarse bajo el influjo de un estado emotivo. Este tipo de accin se encuentra en el lmite entre la conducta con sentido y la meramente reactiva a un estmulo. Accin tradicional: Esta accin es motivada por costumbres y hbitos arraigados. Weber comienza a pensar que hay algunas acciones donde se pone el juego la autoridad y los principios. Las acciones sociales pueden ser llevadas a cabo individualmente o colectivamente, en este caso, son realizadas por asociaciones.

La relacin entre el individuo y la asociacin es una relacin social.

Hay un tipo de asociacin que es particular, la asociacin poltica, y la asociacin poltica por excelencia es el Estado.

El Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio, reclama (con xito) para s el monopolio de la violencia fsica legtima. Para hacer cumplir las mximas y los fines cuenta con un cuadro administrativo, subgrupo de personas que garantiza eficazmente el desarrollo y distribucin de esa asociacin.Esa asociacin representa una identidad, la de la comunidad de hombres que rene ese territorio. La nacin, entonces, es el elemento de cohesin elemental para entender la legitimidad.

El estado, sociolgicamente, slo es definible por su medio especfico: el monopolio de la violencia fsica legtima.El Ejrcito Nacional o las Fuerzas Armadas son el brazo violento del Estado, que lo protege a l y a su comunidad de amenazas externas e internas. Al ser el Estado el monopolizador de la violencia, se da la pacificacin interna.El Estado Nacin se construye en paralelo al capitalismo, con la creacin de una burguesa nacional. Lo que logra este tipo de estado es: la pacificacin interna y la unificacin econmica y poltica.

El Estado es una relacin de dominacin de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legtima. Para subsistir necesita, por tanto, que los dominados acaten la autoridad que pretende tener quienes en ese momento dominan.La dominacin es la probabilidad de encontrar obediencia a mandatos de distinto contenido. En la medida que hay dominacin, hay asociacin poltica, puesto que sta est basada en aqulla: un grupo gobierna y otro obedece.

Por poltica entendemos la direccin o la influencia sobre la direccin de una asociacin poltica. En la modernidad, la direccin est orientada al Estado.

El Estado, dijimos, sociolgicamente se lo identifica por su medio especfico, es decir, el monopolio legtimo de la violencia fsica, pero polticamente se lo identifica por su dominacin.

Existen tres fundamentos de la legitimidad en una dominacin:

En primer lugar, la tradicional, es la legitimidad de la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por la consuetudinaria orientacin de los hombres hacia su respeto. Es la legitimidad tradicional, como la que ejercan los viejos patriarcas y los prncipes patrimoniales de viejo cuo. En segundo lugar, la carismtica, es la autoridad de la gracia personal y extraordinaria, la entrega puramente personal y la confianza, igualmente personal, en la capacidad para las revelaciones, el herosmo u otras cualidades de caudillo que un individuo posee. Es esta autoridad carismtica la que detentaron los profetas o, en el terreno poltico, los jefes guerreros elegidos, los gobernantes plebiscitarios, los grandes demagogos o los jefes de los partidos polticos.

Por ltimo, la racional/legal, es la creencia en la validez de preceptos legales y en la competencia objetiva fundada sobre normas racionalmente creadas, es decir, en la orientacin hacia la obediencia a las obligaciones legalmente establecidas; una dominacin como la que ejercen el moderno servidor del Estado y todos aquellos titulares del poder que se asemejan a l.

La dominacin legtima es aquella en la que no hay coercin para obedecer, sino que se cree y se acepta algo. La legitimidad es la cohesin y consenso del tipo de legitimidad que se da en el estado.

En el estado siempre hay un grupo que se encarga de gobernar, otro de administrar y otro de controlar y obedecer.

La empresa capitalista tiene la misma lgica que el estado nacional: ambos necesitan un cuadro administrativo.

Lo importante para Weber en este anlisis es que identifica dos problemas: el de los lderes, la poltica se vuelve tan especfica que genera lderes polticos sin capacidad de autonoma o con autonoma y decisin pero sin responsabilidad; y el de la burocracia, que se profesionaliza tanto que empieza a tomar decisiones, burocratizando en extremo el Estado, lo que entra en choque con la lgica democrtica.

Esta burocracia, segn Weber, no hace poltica, en el sentido de que no toma decisiones. Y el problema es que, justamente, esta burocracia termina dominan la esfera de toma de decisiones, lo cual sucede por la falta de autonoma de los dirigentes. Al carecer de rdenes, las decisiones las toma la burocracia y sta no est preparada para tomarlas pues no tiene tica de la responsabilidad.

El liderazgo poltico debe dirigir el estado, tomar las decisiones, darle sentido a la burocracia. Debe haber lderes plebiscitarios, partidos autnomos y una burocracia eficiente.

Al ser este cuadro administrativo quien toma las decisiones, aparece la lgica burocrtica en el estado, que es contraria a la lgica democrtica. La primera es vertical y la segunda, horizontal.

Los burcratas tienen intereses materiales, cobran un sueldo por lo que hacen.

Esta burocracia no posee los medios de administracin. Su caracterstica es que es imparcial, puesto que su fin es administrar imparcialmente. Se hace una distincin entre administrar y hacer poltica.

El lder es una necesidad de la democracia, debe poseer mesura, responsabilidad y equilibrio entre intereses ideales y materiales.

Que el Estado se burocratice es lgico. El problema es la burocratizacin de la poltica. No slo ocurre en el estado, sino tambin en los partidos, lo cual se traduce como un parlamento dbil, y ste es un problema de la democracia.

Que al lder lo elija el pueblo (plebiscitario) lo hace ms democrtico.

El problema de la democracia es el problema de la poltica.

Lder poltico es un caudillo poltico, un lder plebiscitario. Debe tener capacidad de persuasin, es decir, ser un demagogo; carisma, responsabilidad, en otras palabras, vocacin.

Frente a la dicotoma vivir de la poltica y vivir para la poltica: el lder vive para y el burcrata vive de.

La direccin de la cpula del estado debe estar a cargo de aquel que vive para la poltica.

La burocracia est relacionada con la tica de la conviccin, es decir, creer en el procedimiento y aplicarlo.

Los lderes con la tica de la responsabilidad, implica hacerse cargo de los efectos no deseados de las decisiones. El lder se hace cargo en trminos personales. El poltico debera prever todas las consecuencias.

La poltica como vocacin

Weber comienza la conferencia preguntando qu entendemos por poltica, a lo que responde: Por poltica entenderemos solamente la direccin o la influencia sobre la direccin de una asociacin poltica, es decir, en nuestro tiempo, de un Estado. Este Estado, el Estado moderno, slo es definible sociolgicamente por referencia a un medio especfico que l, como toda asociacin poltica, posee: la violencia fsica. La violencia no es, naturalmente, ni el medio normal ni el nico medio de que el Estado se vale, pero s es su medio especfico. El Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio, reclama (con xito) para s el monopolio de la violencia fsica legtima.El Estado es la nica fuente del derecho a la violencia. Poltica significar, pues, para nosotros, la aspiracin a participar en el poder o a influir en la distribucin del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen.

Cuando se dice que una cuestin es poltica, significa que depende directamente de los intereses en torno a la distribucin, la conservacin o transferencia del poder. Quien hace poltica aspira al poder; al poder como medio para la consecucin de otros fines (idealistas o egostas) o al poder por el poder, para gozar del sentimiento de prestigio que l confiere.

El Estado es una relacin de dominacin de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legtima. Para subistir necesita, por tanto, que los dominados acaten la autoridad que pretenden tener quienes en ese momento dominan.

En principio existen tres tipos de fundamentos de la legitimidad en una dominacin:

En primer lugar, la tradicional, es la legitimidad de la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por la consuetudinaria orientacin de los hombres hacia su respeto. Es la legitimidad tradicional, como la que ejercan los viejos patriarcas y los prncipes patrimoniales de viejo cuo.

En segundo lugar, la carismtica, es la autoridad de la gracia personal y extraordinaria, la entrega puramente personal y la confianza, igualmente personal, en la capacidad para las revelaciones, el herosmo u otras cualidades de caudillo que un individuo posee. Es esta autoridad carismtica la que detentaron los profetas o, en el terreno poltico, los jefes guerreros elegidos, los gobernantes plebiscitarios, los grandes demagogos o los jefes de los partidos polticos.

Por ltimo, la racional/legal, es la creencia en la validez de preceptos legales y en la competencia objetiva fundada sobre normas racionalmente creadas, es decir, en la orientacin hacia la obediencia a las obligaciones legalmente establecidas; una dominacin como la que ejercen el moderno servidor del Estado y todos aquellos titulares del poder que se asemejan a l.

Estos tres modelos son tipos puros. Los tipos puros se encuentran, desde luego, muy raramente en la realidad.El segundo tipo de dominacin es la que a Weber le interesa: la dominacin producida por la entrega de los sometidos al carisma puramente personal del caudillo. En ella arraiga, en su expresin ms alta, la idea de vocacin.

Esta figura es vista como la de alguien que est internamente llamado a ser conductor de hombres, los cuales no le prestan obediencia porque lo mande la costumbre o una norma legal, sino porque creen en l. Y l mismo vive para su obra.

Lo propio de Occidente es este caudillaje poltico: surge primero en la figura del demagogo libre, aparecida en el terreno del Estado-ciudad y ms tarde en la del jefe de partido en un rgimen parlamentario, dentro del marco del Estado constitucional.

Claro est, sin embargo, que estos polticos por vocacin no son nunca las nicas figuras determinantes en la empresa poltica de luchar por el poder. Lo decisivo en esta empresa es, ms bien, el gnero de medios auxiliares que los polticos tienen a su disposicin.

Toda empresa de dominacin que requiera una administracin continuada necesita, de una parte, la orientacin de la actividad humana hacia la obediencia a aquellos seores que se pretenden portadores del poder legtimo y, de la otra, el poder de disposicin, gracias a dicha obediencia, sobre aquellos bienes que, eventualmente, sean necesarios para el empleo del poder fsico: el equipo de personal administrativo y los medios materiales de la administracin.

Naturalmente, el cuadro administrativo que representa hacia el exterior a la empresa de dominacin poltica, como a cualquier otra empresa, no est vinculado con el detentador del poder por esas ideas de legitimidad de las que antes hablbamos, sino por dos medios que afectan directamente al inters personal: la retribucin material y el honor social.

Para el mantenimiento de toda dominacin por la fuerza se requieren ciertos bienes materiales externos. Todas las organizaciones estatales pueden ser clasificadas en dos grandes categoras segn el principio que obedezcan. En unas, el equipo humano con cuya obediencia ha de contar el titular del poder posee en propiedad los medios de administracin; en otras, el cuadro administrativo est separado de los medios de administracin, en el mismo sentido en que hoy en da el proletario o el empleado estn separados de los medios materiales de produccin dentro de la empresa capitalista. En estas ltimas el titular del poder tiene los bienes requeridos para la administracin de una empresa propia, organizada por l, de cuya administracin encarga a servidores personales.

En todas partes el desarrollo del Estado moderno comienza cuando el prncipe inicia la expropiacin de los titulares privados de poder administrativo que junto a l existen. En este tipo de estado se realiza, pues, al mximo la separacin entre el cuadro administrativo y los medios materiales de administracin.El Estado moderno es, entonces, una asociacin de dominacin con carcter institucional que ha tratado, con xito, de monopolizar dentro de un territorio la violencia fsica legtima como medio de dominacin y que, a este fin, ha reunido todos los medios materiales en manos de su dirigente y ha expropiado a todos los funcionarios estamentales que antes disponan de ellos por derecho propio, sustituyndolos con sus propias jerarquas supremas.

Aparece, entonces, un segundo sentido de polticos profesionales, es decir, de gentes que no queran gobernar por s mismas, como los caudillos carismticos sino que actuaban al servicio de jefes polticos.

Weber dice que se puede hacer poltica como poltico ocasional, como profesin secundaria o como profesin principal. Polticos ocasionales lo somos todos nosotros cuando depositamos nuestro voto, aplaudimos o prestamos en una reunin poltica. Polticos semiprofesionales slo desempean estas actividades en caso de necesidad, sin vivir principalmente de ellas y para ellas, ni en lo material ni en lo espiritual. Con la aparicin de los equipos dedicados plena y exclusivamente al servicio de los prncipes, aparecen los auxiliares profesionales.

Hay dos formas de hacer de la poltica una profesin: o se vive para la poltica o se vive de la poltica. La oposicin no es en absoluto excluyente. Por el contrario, generalmente se hacen las dos cosas. Quien vive para la poltica hace de ello su vida en un sentido ntimo; o goza simplemente con el ejercicio del poder que posee, o alimenta su equilibrio y su tranquilidad con la conciencia de haberle dado un sentido a su vida, ponindola al servicio de algo. En este sentido profundo, todo hombre serio que vive para algo vive tambin de ese algo. La diferencia entre el vivir para y el vivir de se sita, pues, en un nivel mucho ms grosero, en el nivel econmico. Vive de la poltica como profesin quien trata de hacer de ella una fuente duradera de ingresos; vive para la poltica quien no se halla en este caso. Para que alguien pueda vivir para la poltica, ste debe ser econmicamente independiente de los ingresos que la poltica pueda proporcionarle.

Plenamente libre en este sentido es solamente el rentista, es decir, aquel que percibe una renta sin trabajar. Ni el obrero ni el empresario son libres en este sentido. Y por motivos puramente tcnicos se libera, en cambio, con mucha mayor facilidad el abogado, que por eso ha jugado como poltico profesional un papel importante y dominante.Nuestra afirmacin significa simplemente que los polticos profesionales de esta clase no estn obligados a buscar una remuneracin por sus trabajos polticos, cosa que, en cambio, deben hacer quienes carecen de medios. De otra parte, tampoco se quiere decir que los polticos carentes de fortuna se propongan solamente, y ni siquiera principalmente, atender a sus propias necesidades por medio de la poltica y no piensen principalmente en la causa.

Con el incremento en el nmero de cargos a consecuencia de la burocratizacin general y la creciente apetencia de ellos como un modo especfico de asegurarse el porvenir, esta tendencia aumenta en todos los partidos, que, cada vez ms, son vistos por sus seguidores como un medio para lograr el fin de procurarse un cargo.

A esta tendencia se opone, sin embargo, la evolucin del funcionariado moderno, que se va convirtiendo en un conjunto de trabajadores intelectuales altamente especializados mediante una larga preparacin y con un honor estamental muy desarrollado, cuyo valor supremo es la integridad. Sin este funcionariado se cernera sobre nosotros el riesgo de una terrible corrupcin y una incompetencia generalizada, e incluso se veran amenazadas las realizaciones tcnicas del aparato estatal, cuya importancia para la economa aumenta continuamente y aumentar an ms gracias a la creciente socializacin.

Simultneamente con el ascenso del funcionariado profesional se opera tambin, aunque de modo mucho ms difcilmente perceptible, la evolucin de los polticos dirigentes.Si ha de ser fiel a su verdadera vocacin, el autntico funcionario no debe hacer poltica, sino limitarse a administrar, sobre todo imparcialmente. El funcionario ha de desempear su cargo sin ira y sin prevencin. Lo que le est vedado es, pues, precisamente aquello que siempre y necesariamente tienen que hacer los polticos, tanto los jefes como sus seguidores. Parcialidad, lucha y pasin constituyen el elemento del poltico y sobre todo del caudillo poltico. Toda la actividad de ste est colocada bajo un principio de responsabilidad distinto y aun opuesto al que orienta la actividad del funcionario.

El funcionario se honra con su capacidad de ejecutar precisa y concienzudamente, como si respondiera a sus propias convicciones, una orden de la autoridad superior que a l le parece falsa, pero en la cual, pese a sus observaciones, insiste la autoridad, sobre la que el funcionario descarga, naturalmente, toda la responsabilidad. Sin esta negacin de s mismo y esta disciplina tica, en el ms alto sentido de la palabra, se hundira toda la mquina de la Administracin.

El honor del caudillo poltico, es decir, del estadista dirigente, est, por el contrario, en asumir personalmente la responsabilidad de todo lo que hace, responsabilidad que no debe ni puede rechazar o arrojar sobre otro. Los funcionarios con un alto sentido tico son precisamente malos polticos, irresponsables en sentido poltico y por tanto, desde este punto de vista, ticamente detestables. Es esto lo que llamamos gobierno de funcionarios.

Desde la aparicin del Estado constitucional, el demagogo es la figura tpica del jefe poltico en Occidente. La demagogia moderna se sirve tambin del discurso, pero aunque utiliza el discurso en cantidades aterradoras, su instrumento permanente es la palabra impresa. El publicista poltico, y sobre todo el periodista, son los representantes ms notables de la figura del demagogo en la actualidad. Mientras que el periodista como tipo de poltico profesional tiene ya un pasado apreciable, la figura de funcionario de partido se ha desarrollado solamente en los ltimos decenios y, en parte, slo en los ltimos aos.

Hoy se alzan las ms modernas formas de organizacin de los partidos. Son hijas de la democracia, del derecho de las masas al sufragio, de la necesidad de hacer propaganda y organizaciones de masas y de la evolucin hacia una direccin ms unificada y una disciplina ms rgida.

La empresa parlamentaria queda en manos de profesionales a tiempo completo que se mantienen fuera del Parlamento. Ya no es la fraccin parlamentaria la que elabora los programas adecuados, ni son los notables locales quienes disponen la proclamacin de candidatos. Estas tareas quedan reservadas a las asambleas de miembros del partido, que designan candidatos y delegan a quienes han de asistir a las asambleas superiores, de las cuales, a ser posible, habr varias hasta llegar a la asamblea general del partido.

El riesgo principal lo constituye la posibilidad de que la maquinaria caiga bajo el dominio de los funcionarios del partido en cuyas manos est el trabajo regular. En opinin de algunos crculos socialdemcratas, su partido ha sido vctima de esta burocratizacin.

Esto se traduce en que los miembros del Parlamento son unos borregos votantes perfectamente disciplinados. Lo nico que tiene que hacer el miembro del Parlamento es votar y no traicionar al partido. Por encima del Parlamento est as el dictador plebiscitario que, por medio de la maquinaria, arrastra a la masa tras s y para quienes los parlamentarios no son otra cosa que simples prebendados polticos que forman su squito.

Para la seleccin del caudillo, aparte de las cualidades de la voluntad, decisivas para todo en este mundo, lo que aqu cuenta es, sobre todo, el poder del discurso demaggico. Resulta lcito calificar la situacin presente como dictadura basada en la utilizacin de la emotividad de las masas.Hay que tener presente que la direccin de los partidos por jefes plebiscitarios determina la desespiritualizacin de sus seguidores, su proletarizacin espiritual, valdra decir. Para ser aparato utilizable por el caudillo han de obedecer ciegamente, convertirse en una mquina, no sentirse perturbados por vanidades de notables y pretensiones de tener opinin propia.Slo nos queda elegir entre la democracia caudillista con mquina o la democracia sin caudillos, es decir, la dominacin de polticos profesionales sin vocacin, sin esas cualidades ntimas y carismticas que hacen al caudillo.

Puede decirse que son tres las cualidades decisivamente importantes para el poltico: pasin, sentido de la responsabilidad y mesura. Pasin en el sentido de positividad, de entrega apasionada a una causa. No en el sentido de excitacin estril. Pero no todo queda arreglado, en efecto, con la pura pasin, por muy sinceramente que la sienta. La pasin no convierte a un hombre en poltico si no est al servicio de una causa y no hace de la responsabilidad para con esa causa la estrella que oriente la accin. Para eso se necesita (y sta es la cualidad psicolgica para el poltico) mesura, capacidad para dejar que la realidad acte sobre uno sin perder el recogimiento y la tranquilidad, es decir, para guardar la distancia con los hombres y las cosas.El problema es, precisamente, el de cmo puede conseguirse que vayan juntas en las mismas almas la pasin ardiente y la mesurada frialdad. La poltica se hace con la cabeza y no con otras partes del cuerpo o del alma. Y, sin embargo, la entrega a una causa slo puede nacer y alimentarse de la pasin, si ha de ser una actitud autnticamente humana y no un frvolo juego intelectual. Slo el hbito de la distancia (en todos los sentidos de la palabra) hace posible la enrgica doma del alma que caracteriza al poltico apasionado y lo distingue del simple diletante poltico estrilmente agitado. La fuerza de una personalidad poltica reside, en primer lugar, en la posesin de estas cualidades.

Por esto el poltico tiene que vender cada da y a cada hora a un enemigo muy trivial y demasiado humano, la muy comn vanidad, enemigo mortal de toda entrega a una causa y de toda mesura, en este caso de la mesura frente a s mismo.

La vanidad es una cualidad muy extendida y tal vez nadie se vea libre de ella. En los crculos acadmicos y cientficos es una especie de enfermedad profesional. Pero precisamente en el hombre de la ciencia, por antiptica que sea su manifestacin, la vanidad es relativamente inocua en el sentido de que, por lo general, no estorba el trabajo cientfico. Muy diferentes son sus resultados en el poltico, quien utiliza inevitablemente como instrumento el ansia de poder.

El instinto de poder como suele llamarse est, as, de hecho, entre sus cualidades normales. El pecado comienza en el momento en que esta ansia de poder deja de ser positiva, deja de estar exclusivamente al servicio de la causa, para convertirse en una pura embriaguez personal. En ltimo trmino, no hay ms que dos pecados mortales en el terreno de la poltica: la ausencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad, que frecuentemente, aunque no siempre, coincide con aqulla.

La vanidad es lo que ms lleva al poltico a cometer uno de estos pecados o los dos a la vez. Su ausencia de finalidad objetiva lo hace proclive a buscar la apariencia brillante del poder en lugar del poder real; su falta de responsabilidad lo lleva a gozar del poder por el poder, sin tomar en cuenta su finalidad. Aunque el poder es el medio ineludible de la poltica o, ms exactamente, precisamente porque lo es, y el ansia de poder es una de las fuerzas que lo impulsan, no hay deformacin ms perniciosa de la fuerza poltica que el baladronear de poder como un advenedizo o complacerse vanidosamente en el sentimiento de poder, es decir, en general, toda adoracin del poder puro en cuanto tal.El simple poltico de poder puede quizs actuar enrgicamente, pero de hecho acta en el vaco y sin sentido alguno.

Tenemos que ver con claridad que toda accin ticamente orientada puede ajustarse a dos mximas fundamentalmente distintas entre s e irremediablemente opuestas: puede orientarse conforme a la tica de la conviccin o conforme a la tica de la responsabilidad.

La diferencia es que al obrar segn la tica de la conviccin, se ordena que el cristiano obra bien y deja el resultado en manos de dios, y segn la tica de la responsabilidad, se ordena tener en cuenta las consecuencias previsibles de la propia accinCuando las consecuencias de una accin realizada conforme a una tica de la conviccin son malas, quien la ejecut no se siente responsable de ellas, sino que responsabiliza al mundo, a la estupidez de los hombres o a la voluntad de dios que los hizo as.Quien acta conforme a una tica de la responsabilidad, por el contrario, toma en cuenta todos los defectos del hombre medio. No tiene ningn derecho a suponer que el hombre es bueno y perfecto y no se siente en situacin de poder descargar sobre otros aquellas consecuencias de su accin que l pudo prever. Se dir siempre que esas consecuencias son imputables a su accin.

Es cierto que la poltica se hace con la cabeza, pero en modo alguno solamente con la cabeza. En esto tienen toda la razn quienes defienden la tica de la conviccin. Nadie puede, sin embargo, prescribir si hay que obrar conforme a la tica de la responsabilidad o conforme a la tica de la conviccin, o cundo conforme a una y cundo conforme a otra.

Es, por el contrario, infinitamente conmovedora la actitud de un hombre maduro (de pocos o muchos esos aos, que eso no importa), que siente realmente y con toda su alma esta responsabilidad por las consecuencias y acta conforme a una tica de responsabilidad, y que al llegar a un cierto momento dice: No puedo hacer otra cosa, aqu me detengo. Esto es algo autnticamente humano y esto s cala hondo. Esta situacin puede, en efecto, presentrsenos en cualquier momento a cualquier de nosotros que no est muerto interiormente. Desde este punto de vista la tica de la responsabilidad y la tica de la conviccin no son trminos absolutamente opuestos, sino elementos complementarios que han de concurrir para formar al hombre autntico, al hombre que puede tener vocacin poltica.