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La dimensión universal Aquella efervescencia revolucionaria mundial tenía obviamente peculiaridades específicas en cada lugar. En plena guerra fría, con el mundo dividido en dos bloques, la gran contestación se enfrentaba a dos formas de poder, el imperialismo americano y el imperialismo soviético. De modo que distintas eran las formas de opresión contra las que se movilizaban unos y otros y distintas eran las condiciones en que la agitación se producía. El periodista polaco Adam Michnick, en una entrevista en Le Monde, lo explicaba así: Los eslóganes que se gritaban en La Sorbona o en Berlín oeste estaban dirigidos contra el capitalismo, la sociedad de consumo, la democracia burguesa y también contra Estados Unidos y la guerra de Vietnam. Para nosotros era una lucha por la libertad en la cultura, en las ciencias, en la memoria histórica, por la democracia parlamentaria y, en fin, especialmente visible en Checoslovaquia, contra el imperialismo soviético, no el americano. Muchas de aquellas movidas tuvieron su origen en el mundo universitario. Así fue en Berlín, donde desde el año anterior se habían producido múltiples acciones estudiantiles por la reforma de la Universidad, contra la gran coalición que gobernaba Alemania y contra la guerra de Vietnam. Un grave incidente, la muerte de Benno Ohnesorg a tiros de un policía, durante una manifestación, el 2 de junio de 1967, radicalizó el proceso. Los estudiantes lanzaron una dura campaña contra los medios de comunicación del grupo Springer a los que acusaron de manipular los hechos: la prensa entraba en el campo de visión de los contestatarios. Un año más tarde, en abril de 1968, el principal líder del movimiento, Rudi Dutschke, sufrió un atentado perpetrado por un joven ultraderechista, Josef Bachman. En México, también fueron los estudiantes con voluntad de liberalizar el mundo universitario los que protagonizaron las movilizaciones que acabarían trágicamente el 2 de octubre del 68 con la matanza de la plaza de Tlatelolco, en vigilias de los Juegos Olímpicos. Nunca se ha sabido el número de personas que murieron allí, cuando un Batallón Olimpia progubernamental empezó a disparar contra la multitud. También en Estados Unidos, los estudiantes del campus de Berkeley tuvieron un protagonismo destacado en una movida de carácter contracultural. Pero la guerra de Vietnam y la cuestión de los derechos civiles desbordaron en mucho el ámbito universitario. En 1964, bajo la presidencia de Lyndon Jonson, se aprobó la Civil Rights Act, que reconocía a los negros los derechos de los que estaban desposeídos. Fueron años en que las organizaciones proderechos civiles adquirieron mucha fuerza en la lucha por los derechos de las minorías. Pero el 4 de abril de 1968, Martin Luther King fue asesinado por James Earl Ray en Memphis, un atentado que nunca ha quedado plenamente esclarecido. El 17 de octubre, en los Juegos Olímpicos de

Mayo Del 68 j. Ramoneda 2

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2 parte de j ramoneda, babelia, 2008

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La dimensión universal

Aquella efervescencia revolucionaria mundial tenía obviamente peculiaridades

específicas en cada lugar. En plena guerra fría, con el mundo dividido en dos

bloques, la gran contestación se enfrentaba a dos formas de poder, el

imperialismo americano y el imperialismo soviético. De modo que distintas

eran las formas de opresión contra las que se movilizaban unos y otros y

distintas eran las condiciones en que la agitación se producía. El periodista

polaco Adam Michnick, en una entrevista en Le Monde, lo explicaba así: Los

eslóganes que se gritaban en La Sorbona o en Berlín oeste estaban dirigidos

contra el capitalismo, la sociedad de consumo, la democracia burguesa y

también contra Estados Unidos y la guerra de Vietnam. Para nosotros era una

lucha por la libertad en la cultura, en las ciencias, en la memoria histórica, por

la democracia parlamentaria y, en fin, especialmente visible en

Checoslovaquia, contra el imperialismo soviético, no el americano.

Muchas de aquellas movidas tuvieron su origen en el mundo universitario. Así

fue en Berlín, donde desde el año anterior se habían producido múltiples

acciones estudiantiles por la reforma de la Universidad, contra la gran coalición

que gobernaba Alemania y contra la guerra de Vietnam. Un grave incidente, la

muerte de Benno Ohnesorg a tiros de un policía, durante una manifestación, el

2 de junio de 1967, radicalizó el proceso. Los estudiantes lanzaron una dura

campaña contra los medios de comunicación del grupo Springer a los que

acusaron de manipular los hechos: la prensa entraba en el campo de visión de

los contestatarios. Un año más tarde, en abril de 1968, el principal líder del

movimiento, Rudi Dutschke, sufrió un atentado perpetrado por un joven

ultraderechista, Josef Bachman.

En México, también fueron los estudiantes con voluntad de liberalizar el

mundo universitario los que protagonizaron las movilizaciones que acabarían

trágicamente el 2 de octubre del 68 con la matanza de la plaza de Tlatelolco, en

vigilias de los Juegos Olímpicos. Nunca se ha sabido el número de personas

que murieron allí, cuando un Batallón Olimpia progubernamental empezó a

disparar contra la multitud. También en Estados Unidos, los estudiantes del

campus de Berkeley tuvieron un protagonismo destacado en una movida de

carácter contracultural. Pero la guerra de Vietnam y la cuestión de los derechos

civiles desbordaron en mucho el ámbito universitario. En 1964, bajo la

presidencia de Lyndon Jonson, se aprobó la Civil Rights Act, que reconocía a

los negros los derechos de los que estaban desposeídos. Fueron años en que las

organizaciones proderechos civiles adquirieron mucha fuerza en la lucha por

los derechos de las minorías. Pero el 4 de abril de 1968, Martin Luther King

fue asesinado por James Earl Ray en Memphis, un atentado que nunca ha

quedado plenamente esclarecido. El 17 de octubre, en los Juegos Olímpicos de

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México, los atletas americanos Tommie Smith y John Carlos, medallas de oro

y bronce en doscientos metros lisos, al subir al podio levantaron el puño con un

guante negro, mientras sonaba el himno americano para manifestar su

pertinencia al Black Power.