43

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1

Page 2: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 2

Page 3: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

Alain Fournier

MEAULNES EL INSÓLITOTraducción: Jorge Segovia

MALDOROR edi ciones

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 3

Page 4: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

La reproducción total o parcial de este libro , no autorizadapor los editores, viola derechos de copyright.

Cualquier util ización debe ser previamente solici tada.

Títul o de la edición en lengua francesa: Le grand Meaulnes

Editions Fayard, Paris 1986

© Pri mera edición: 2012© Maldoror ediciones

© Traducción: Jorge Segovia

ISBN 13: 978-84-96817-70-8

Maldoror edici oneswww.maldororedici ones.eu

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 4

Page 5: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

MEAULNES EL INSÓLITO

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 5

Page 6: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

A mi hermana Isabelle

PRIMERA PARTE

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 6

Page 7: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

I

EL HUÉSPED

Llegó a nuestra casa un domingo denoviembre de 189…Todavía digo “nuestra casa”, aunque ya nonos pertenece. Hace quince años que aban-donamos esa comarca y, probablemente,no volveremos jamás.Vivíamos en el edificio del Curso Superiorde la escuela de Sainte–Agathe. Mi padre, aquien yo llamaba señor Seurel, igual quelos demás alumnos, era a la vez el directordel Curso Superior donde los alumnosestudiaban para maestros, y del CursoMedio. Mi madre enseñaba a los máspequeños.

7

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 7

Page 8: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

Una casa de construcción longitudinal ycolores bermellones, con cinco puertasacristaladas bajo las vides salvajes, allí, alfinal del pueblo; un patio inmenso conporches y lavadero del que se salía por unamplio portal que daba hacia el pueblo;por el lado norte, una pequeña verja detrásde la cual pasaba la carretera que iba haciaLa Estación, a tres kilómetros; al sur y pordetrás de la casa, campos, jardines y pra-dos –aquí y allá–, lindando con los barriosde las afueras del pueblo… Este es el planogeneral de la mansión donde transcu-rrieron los días más turbulentos y maravi-llosos de mi vida: mansión de la quesalieron nuestras aventuras para luegovolver a estrellarse contra ella, como olascontra un roquedal desierto. Bien fuese por el azar de los “traslados”, opor una decisión de inspector o de prefec-to, eso es lo que acabó por llevarnos hastaaquel lugar. Hacia el final de las vacaciones–hace ya mucho tiempo–, un carruajecampesino, que precedía a nuestra mudan-za, nos dejó a mi madre y a mí delante deuna pequeña verja herrumbrada. Unoschiquillos que robaban melocotones en el

8

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 8

Page 9: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

jardín se escabulleron silenciosamente porlos huecos de la cerca… Mi madre, a la quellamábamos Millie, y que era el ama decasa más metódica que jamás he conocido,se adentró enseguida en los cuartos llenosde paja polvorienta y poco despuésconstataba con desesperación, como encada “traslado”, que nuestros muebles nocabrían nunca en una casa tan malconstruida… Salió para confiarme su preocupación.Mientras me hablaba, me limpió suave-mente con el pañuelo mi cara de niño,sucia por mor del viaje. Después volvió aentrar con el fin de tomar nota de todosaquellos huecos que sería necesario con-denar para hacer la vivienda habitable... Yyo, cubierto con un enorme sombrero depaja con cintas, me había quedado allí,sobre la grava de aquel patio extraño,esperándola, atisbando tímidamente alre-dedor del pozo y bajo el cobertizo. Así es, al menos, como me imagino hoy quefue nuestra llegada. Porque siempre quequiero volver a recuperar el lejano recuer-do de aquella primera tarde de espera en elpatio de Sainte–Agathe, son ya otras

9

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 9

Page 10: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

esperas las que recuerdo; ya, con las manosagarradas a los barrotes del portón, me veoacechando con inquietud a alguien que vaa bajar por la calle principal. Y si intentoimaginarme la primera noche que debípasar en mi buhardilla, entre los desvanesdel piso de arriba, son ya otras noches lasque recuerdo; no estoy solo en este cuarto;una gran sombra inquieta y amiga se paseapor las paredes. Todo ese paisaje tranquilo–la escuela, el campo del tío Martin con sustres nogales, el jardín que todos los días, apartir de las cuatro, se veía invadido pormujeres que venían de visita– se quedópara siempre en mi memoria, agitado,transformado por aquel personaje quecambió toda nuestra adolescencia sin queni siquiera su huida nos dejara tranquilos. Sin embargo, llevábamos ya diez años enesa región cuando llegó Meaulnes. Yo tenía quince años. Era un domingo fríode noviembre, el primer día de otoño quehacía pensar en el invierno. Millie se pasótodo el día esperando a que llegara uncoche de La Estación que debía traerle unsombrero para la temporada del mal tiem-po. Por la mañana, faltó a misa; y yo, sen-

10

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 10

Page 11: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

tado en el coro con los demás chicos,estuve hasta el sermón mirando inquietohacia la puerta para verla entrar con susombrero nuevo. Por la tarde tuve que ir solo a vísperas.– Además –me dijo para consolarme, mien-tras con la mano le quitaba un poco elpolvo a mi traje de niño–, aunque mehubiesen traído el sombrero, es casi seguroque hubiera tenido que pasarme el domin-go repasándolo.A menudo los domingos de invierno trans-scurrían así. Por la mañana temprano mipadre se iba por ahí lejos, a la orilla dealgún estanque brumoso a pescar lucios enuna barca; y mi madre, metida hasta lanoche en su cuarto en penumbra, se dedi-caba a arreglar sus humildes ropas. Seencerraba de esta manera por miedo a quealguna de sus amigas, tan orgullosas ypobres como ella, pudiera sorprenderla. Yyo, acabadas las vísperas, esperaba –leyen-do en el frío comedor– a que abriera lapuerta para enseñarme cómo le sentaban.Aquel domingo, había cierta animacióndelante de la iglesia y eso me retuvo fueradespués de las vísperas. En el atrio, un bau-

11

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 11

Page 12: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

tizo consiguió arracimar a los chiquillos.En la plaza, algunos hombres del pueblo sepusieron sus uniformes de bombero y, for-mados los destacamentos, oían cómoBoujardon, el sargento, se embrollaba conteorías mientras ellos, ateridos por el frío,golpeaban una y otra vez el suelo con suspies...De pronto dejaron de oírse las campanasdel bautizo, como un repique de fiesta quese hubiese equivocado de día y lugar;Boujardon y sus hombres, con las armas enbandolera, se llevaron el carro debomberos al trote corto; les vi desaparecerpor el primer recodo, seguidos de cuatrochiquillos silenciosos, aplastando con lasgordas suelas de sus zapatos las pequeñasramas del camino escarchado por el que nome atreví a seguirles. En el pueblo, el único sitio con vida era elcafé Daniel; desde allí me llegaban –comoen sordina– las discusiones ora en voz altaora decrecientes de los bebedores. Y yo,pegándome al muro bajo del inmenso patioque separaba nuestra casa del pueblo,llegué a la cancela un poco inquieto porhaberme retrasado.

12

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 12

Page 13: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

Estaba entreabierta y vi que pasaba algoextraño. En efecto, ante la puerta del comedor –lamás cercana de las cinco puertas acrista-ladas que daban al patio– una mujer degríseo cabello, inclinada, intentaba ver através de los visillos. Era baja, y llevaba untocado de terciopelo negro a la antiguausanza. Tenía la cara enjuta y fina, peroalterada por la inquietud; y no sé qué zozo-bra, al verla, me detuvo en el primerescalón de la entrada.– ¡Dios mío! ¿Adónde se habrá ido? –decía amedia voz–. Estaba aquí conmigo hace unmomento. Recorrió ya toda la casa. Quizáse haya ido...Y entre cada frase daba en el cristal trespequeños golpes, casi imperceptibles.Nadie venía a abrir a la visitante descono-cida. Sin duda, Millie había recibido elsombrero de La Estación, y al fondo delcuarto rojo, no oía nada, delante de unacama sembrada de cintas y plumas viejasdeshilachadas, cosiendo, descosiendo yremodelando su mediocre sombrero... Enefecto, en cuanto hube entrado en el come-dor, seguido de cerca por la visita, apareció

13

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 13

Page 14: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

mi madre sosteniendo en la cabeza con lasmanos una urdimbre de alambres, cintas yplumas que no habían llegado a estar aúnen total equilibrio... Me sonrió, mientrasme miraba con sus ojos azules cansados dehaber trabajado al anochecer, y exclamó:–¡Mira! Te estaba esperando paraenseñarte...Pero al ver a aquella mujer sentada en elamplio sillón al fondo de la sala, dejó dehablar, sorprendida. Se quitó rápidamenteel sombrero, y, durante toda la escena quesiguió, lo mantuvo sujeto contra el pecho,del revés –como un nido– en su brazoderecho doblado.La mujer del tocado de terciopelo, con unbolso de cuero y un paraguas entre lasrodillas, comenzó a explicarse balanceandoligeramente la cabeza y chasqueando lalengua, como una mujer que está de visita.Había vuelto a recuperar todo su aplomo.Tenía, incluso, al hablarnos de su hijo, unaire superior y misterioso que nos intrigó.Habían venido los dos en coche desde LaFerté-d´Angillon, a catorce kilómetros deSainte-Agathe. Viuda –y muy rica, por loque nos dio a entender–, había perdido al

14

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 14

Page 15: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

menor de sus dos hijos, Antoine, quemurió una tarde a la vuelta de la escuelapor haberse bañado con su hermano enuna charca estancada. Ahora, había decidi-do poner a pensión en nuestra casa almayor, Augustin, para estudiar el CursoSuperior. Y al punto se puso a elogiar a este huéspedque nos traía. Yo no reconocía ya a lamujer de pelo gris que, un momento antes,había visto encorvada delante de la puerta,con aquel aire suplicante y alocadode gallina que ha perdido al polluelo másdíscolo de su nidada. Lo que nos contaba de su hijo con tantaadmiración era de lo más sorprendente: aél le gustaba hacer cosas para complacerla;a veces recorría varios kilómetros por laorilla del río mojándose las piernas, paratraerle huevos de gallineta o de pato salva-je que cogía entre los juncos... Tambiénponía trampas... La otra noche habíaencontrado en el bosque un faisánatrapado por el cuello... Yo, que no me atrevía a volver a casa cuan-do me había hecho un desgarrón en lacamisa, miraba a Millie con asombro.

15

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 15

Page 16: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

Pero mi madre ya no escuchaba. Incluso lehizo un gesto a la mujer de que callara y,dejando con cuidado su "nido" en la mesa,se levantó sigilosamente como para ir asorprender a alguien...Por encima de nosotros, en efecto, en unlugar donde estaban amontonados losrestos ennegrecidos de los fuegos artifi-ciales del último Catorce de Julio, unospasos desconocidos y seguros de sí mis-mos, iban y venían, estremeciendo el techoal atravesar los inmensos desvanes tene-brosos del piso de arriba, y finalmenteacababan por perderse hacia los cuartosabandonados de los profesores auxiliares,donde se ponía la tila a secar y también lasmanzanas para que maduraran. – Ya había oído yo hace poco ese ruido porlos cuartos de abajo –dijo Millie con vozcomedida–, y creí que eras tú, François,que habías vuelto...Nadie contestó. Los tres estábamos de piecon el corazón latiendo agitado, cuando seabrió la puerta del desván que daba a laescalera de la cocina; alguien bajó losescalones, atravesó la cocina y se presentóen la entrada umbrosa del comedor.

16

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 16

Page 17: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

– ¿Eres tú, Augustin? –dijo la señora.Era un chico alto de unos diecisiete años.En la oscuridad del anochecer no vi, alprincipio, más que su sombrero campesinode fieltro, echado hacia atrás, y su blusónnegro sujeto con un cinturón, como lo lle-van los escolares. Me pareció que sonreía.Me vio, y, antes de que nadie hubiera podi-do pedirle una explicación, me dijo:– ¿Vienes al patio?Dudé un segundo. Luego, como Millie nohizo ademán de retenerme, cogí mi gorra yme dirigí a su encuentro. Salimos por lapuerta de la cocina y fuimos al patio derecreo, que estaba ya casi oscuro. A lapálida luz del crepúsculo yo miraba, alandar, su cara angulosa de nariz recta ylabio velloso.– Mira –dijo–, encontré esto en tu desván.¿Es que nunca has curioseado ahí dentro? Tenía en la mano una pequeña rueda demadera ennegrecida, con una ristra decohetes quemados alrededor; había debidoser la girándola de los fuegos artificialesdel Catorce de Julio.

17

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 17

Page 18: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

– Hay dos que no ardieron: vamos a pren-derlos –dijo con un tono tranquilo y el airede alguien que espera descubrir más cosasen adelante. Tiró la gorra al suelo y vi que llevaba elpelo completamente rapado, como uncampesino. Me enseñó los dos cohetes consus cabos de mecha de papel que la llamahabía cortado, ennegrecido y abandonado.Clavó en la arena el cubo de la rueda ysacó del bolsillo –con gran asombro mío,puesto que eso nos estaba terminante pro-hibido– una caja de cerillas. Agachándosecon cuidado le prendió fuego a la mecha.Luego, cogiéndome de la mano, tiró de mí.Un momento después mi madre salía por elumbral de la puerta con la madre deMeaulnes, tras haber discutido y arregladoel precio de la pensión, y vio surgir delcobertizo un haz de chispas rojas y blancasacompañadas de un silbido; durante unsegundo me pudo ver, erguido y sin inmu-tarme, en ese resplandor mágico, de lamano de aquel fornido chico reciénllegado... Tampoco se atrevió a decir nada esta vez.Y por la noche, en la cena, tuvimos a la

18

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 18

Page 19: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

mesa familiar un compañero silencioso quecomía con la cabeza baja, sin preocuparsede nuestras tres miradas fijas en él.

19

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 19

Page 20: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

I I

DESPUÉS DE LAS CUATR O

Hasta entonces, yo apenas había solido ir acorretear por las calles con los chicos delpueblo. Una coxalgia, de la que sufrí hastaese año de 189... acabó por dejarmetemeroso y desdichado. Aún me veo co-rriendo detrás de los otros colegiales ágilespor las callejuelas que había alrededor denuestra casa, cojeando penosamente deuna pierna. Además, apenas me dejaban salir. Y recuer-do que Millie, aun cuando estaba muyorgullosa de mí, me hacía volver a casa apescozones más de una vez, por habermeencontrado así, renqueando por ahí conlos granujas del pueblo.

20

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 20

Page 21: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

La llegada de Augustin Meaulnes, que coin-cidió con mi recuperación, fue el principiode una vida nueva.Antes de que él llegara, al acabar las clasesa eso de las cuatro, comenzaba para mí unlargo anochecer solitario. Mi padre traía elfuego de la estufa de la clase a la chimeneade nuestro comedor; y, poco a poco, losúltimos chiquillos que se habían retrasadose iban de la escuela, ya fría e invadida porel humo. Quedaban algunos rezagados quetodavía jugaban, una que otra carrera porel patio; después se hacía noche cerrada.Los dos alumnos que habían estadobarriendo la clase buscaban en el cobertizosus capuchones y sus esclavinas y semarchaban de prisa, con las cestas albrazo, dejando el portalón abierto.Entonces, mientras quedaba un poco de luzdel día, me iba a la parte de atrás del ayun-tamiento, me encerraba en el cuarto de losarchivos lleno de moscas muertas y decarteles agitándose con el viento, y leíasentado en una báscula vieja junto a unaventana que daba al jardín.Cuando ya estaba oscuro y los perros de lagranja vecina empezaban a aullar y se ilu-

21

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 21

Page 22: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

minaba el cristal de nuestra pequeña coci-na, volvía a casa. Mi madre había empeza-do a preparar la cena. Yo subía tres pel-daños de la escalera que iba al desván; mesentaba sin decir nada y, con la cabezaapoyada en los fríos barrotes del barandal,miraba cómo mi madre encendía el fuegoen aquella estrecha cocina donde temblabala llama de una vela.Pero llegó alguien que me arrancó de todosesos placeres de niño tranquilo. Alguiensopló la vela que iluminaba para mí ladulce cara materna inclinada sobre la cena.Alguien apagó la lámpara alrededor de lacual éramos una familia feliz, por la noche,después de que mi padre fijara los postigosde madera a las puertas acristaladas. Y esealguien fue Augustin Meaulnes, a quien losotros alumnos pronto comenzaron a llamarMeaulnes el insólito. Desde que comenzó su vida de huéspedcon nosotros, o sea, desde los primerosdías de diciembre, la escuela dejó de estardesierta por las tardes a partir de las cua-tro. A pesar del frío que entraba por lapuerta oscilante, de los gritos de los quebarrían y de sus cubos de agua, siempre

22

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 22

Page 23: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

había en el aula, después de las clases,unos veinte alumnos de los mayores, tantodel pueblo como del campo, que se apiña-ban alrededor de Meaulnes. Y había largasdiscusiones, disputas interminables entrelas que yo me deslizaba sigilosamente coninquietud y placer. Meaulnes no decía nada; pero era para élpara quien a cada momento uno de los máscharlatanes avanzaba en medio del grupo,y, tomando por testigo, uno tras otro, acada uno de sus compañeros –que le dabansu aquiescencia ruidosamente–, contabacualquier prolija historia de bribones quetodos los demás seguían boquiabiertos,riendo silenciosamente. Sentado en un pupitre, balanceando laspiernas, Meaulnes reflexionaba. En losmomentos mejores también se reía, perosin exceso, como si reservara sus carca-jadas para alguna historia mejor que sóloél sabía. Después, al caer la noche, cuandola débil luz que entraba por las ventanasde la clase ya no iluminaba al grupo amon-tonado de muchachos, Meaulnes se levan-taba de pronto y, atravesando el círculoapresuradamente, decía:

23

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 23

Page 24: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

–¡Venga, vámonos!Entonces se iban todos siguiéndole, y hastabien entrada la noche se les oía gritar en loalto del pueblo...

Ahora empecé yo también a acompañarles.Iba con Meaulnes hasta la puerta de losestablos de las afueras del pueblo, a la horaen que se ordeña a las vacas... Entrábamosen las tiendas, y, desde fondo de la oscuri-dad, entre dos chasquidos de su telar, eltejedor decía:– ¡Ya están aquí los estudiantes!Generalmente, a la hora de la cena,solíamos estar al lado de la Escuela, viendoa Desnoues el carretero, que era tambiénherrador. Su taller era una vieja posadacon grandes puertas de doble hoja, quesolían estar abiertas. Desde la calle se oíarechinar el fuelle de la forja y en ocasionespodía verse al resplandor del horno, –enaquel lugar oscuro y ruidoso–, a gente delcampo que había parado el carro unmomento para charlar un poco, otras vecesera un escolar como nosotros que, apoyadoen una puerta, miraba sin decir nada.

24

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 24

Page 25: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

Y allí fue donde empezó todo, unos ochodías antes de Navidad.

25

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 25

Page 26: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

I I I

" FR ECUENTANDO LA TIENDA DE UNCESTERO"

Estuvo lloviendo todo el día y no paróhasta el amanecer. El día fue de una mor-tal pesadumbre. Nadie salió durante losrecreos y, a cada momento, oíamos a mipadre, el señor Seurel, gritar en la clase:– ¡No arméis ese ruido con los zuecos,chicos! Después del ultimo recreo del día, o comosolíamos decir, del último "cuarto dehora", el señor Seurel puso fin a las idas yvenidas que desde hacía un rato veníadando pensativamente por el aula, pegócon la regla un golpe sobre la mesa paracortar el confuso murmullo de un final de

26

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 26

Page 27: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

clases de un día aburrido, y, en el silencioexpectante, preguntó: – ¿Quién va a ir mañana con François encoche a La Estación a recibir a los señoresCharpentier? Eran mis abuelos: el abuelo Charpentier, elhombre del fastuoso capote de lana gris, elviejo guardabosques retirado, con su gorrode piel de conejo del que decía que era suquepis... Los chiquillos le conocían bien.Por las mañanas, para lavarse la cara, saca-ba un cubo de agua y se frotaba vagamentela perilla, salpicando, como hacen losviejos soldados. Un corro de niños, con lasmanos tras la espalda, le observaba concuriosidad respetuosa... Y también cono-cían a la abuela Charpentier, la magracampesina con su abrigo de punto, porqueMillie la llevaba por lo menos una vez a laclase de los pequeños. Todos los años íbamos a buscarles –unosdías antes de Navidad–, a La Estación, altren de las 4h. 2. Para vernos, atravesabantoda la provincia, cargados de fardosllenos de castañas y golosinas navideñasenvueltas en servilletas. En cuanto los dosentraban en casa, bien arropados, sonrien-

27

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 27

Page 28: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

do y un poco cohibidos, cerrábamos trasellos todas las puertas y empezaba unagran semana de felicidad...Para llevar conmigo el coche con el que lesíbamos a recoger, hacía falta alguien serioque no nos fuera a meter en una cuneta yque, además, también fuese jovial, porqueel abuelo Charpentier blasfemaba consuma facilidad y la abuela era un pococharlatana.A la pregunta del señor Seurel contestaronuna decena de voces, gritando al unísono:– ¡Meaulnes el insólito! ¡Meaulnes elinsólito!Pero el señor Seurel hizo como si no lesoyera. Entoces gritaron:– ¡Fromentin!Y otros:– ¡Jasmin Delouche!El menor de los hermanos Roy, que solía iral galope por los campos montado en sucerda, gritaba con una voz estridente:– ¡Yo, yo!Dutremblay y Moucheboeuf se con-tentaron con levantar tímidamente lamano.

28

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 28

Page 29: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

A mi me hubiese gustado que fueraMeaulnes. Con él, ese corto viaje podríaconvertirse –con toda probabilidad– en unacontecimiento más importante. Él tam-bién lo quería, pero lo disimulaba callandocon aire desdeñoso. Los mayores se habíansentado en la mesa como él, del revés, conlos pies en el asiento, tal como hacíamos enlos ratos de descanso o de gran alborozo.Coffin, con su blusón subido y enrollado ala cintura, estaba cogido a la columna dehierro que sujetaba la viga del techo ycomenzó a trepar por ella en señal de ale-gría. Pero el señor Seurel dejó a todoshelados diciendo:– ¡Bien! Irá Moucheboeuf.Y cada cual volvió a su sitio en silencio.A las cuatro, en el enorme patio helado,donde la lluvia acababa formando charcos,me encontré solo con Meaulnes. Sin decirnada, ambos mirábamos el pueblo alum-brado que la borrasca iba secando. Pocodespués, el pequeño Coffin, con sucapuchón y un pedazo de pan en la mano,salió de su casa y, pegándose a las paredes,se presentó silbando a la puerta delcarretero. Meaulnes abrió el portal, le

29

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 29

Page 30: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

gritó, y, un momento después, los tresestábamos instalados al fondo del tallerrojo y caliente, que de pronto era atrave-sado por ráfagas de aire frío: Coffin y yonos sentamos junto a la forja, con los piesembarrados hundidos en las virutas blan-cas; Meaulnes, con las manos en los bolsi-llos, silencioso, apoyado en el quicio de lapuerta de entrada. De vez en cuando, pasa-ba por la calle una señora del pueblo, quevolvía de la carnicería con la cabeza baja acausa del viento, y nosotros levantábamosla vista para ver quién era.Nadie decía nada. El herrador y su ayu-dante, el uno atizando el fuelle y el otropegándole al hierro, proyectaban en lapared grandes sombras violentas... Meacuerdo de esa tarde como una de lastardes importantes de mi adolescencia.Había en mí una mezcla de placer einquietud: temía que mi compañero meprivara de la pequeña alegría de ir aLa Estación en coche; y, sin embargo,esperaba de él, sin atreverme a recono-cerlo, cualquier plan extraordinario que locambiara todo.

30

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 30

Page 31: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

De vez en cuando, el trabajo apacible yuniforme del taller se interrumpía uninstante. El herrador pegaba con su mar-tillo unos golpes pesados y nítidos sobre elyunque. Acercándolo al delantal de cuero,le echaba entonces un vistazo al trozo dehierro que había estado golpeando.Después, alzaba la cabeza, y nos decía pararecuperar un poco de aliento:– ¿Qué? ¿Cómo va la juventud?Su ayudante se quedaba con la manoderecha levantada agarrando la cadena delfuelle, se ponía la izquierda en la cintura ynos miraba sonriendo.Y enseguida volvía a empezar el estrépitodel trabajo. Durante una de esas pausas, vimos por lapuerta abierta a Millie, que pasaba enmedio del vendaval envuelta en su pañole-ta y cargada de pequeños paquetes. El herrador preguntó:– ¿Va a venir pronto el señor Charpentier?– Mañana, con mi abuela –respondí–; iré encoche a buscarles al tren de las 4h. 2. – ¿En el coche de Fromentin?– No, en el del tío Martin –contesté deprisa.

31

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 31

Page 32: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

– ¡Ah! Entonces no sabéis lo que osespera...Y ambos, él y su ayudante, se echaron areír.El ayudante dijo cansinamente, por deciralgo:– Con la yegua de Fromentin podríais ir abuscarles a Vierzon. Allí hay una hora deparada. Está a quince kilómetros. Estaríaisde vuelta incluso antes de que le pusieranel arnés al burro de Martin. – ¡Ah! Esa yegua sí que anda bien... –dijo elotro.– Y yo creo que Fromentin os la dejaría debuena gana. Ahí acabó la conversación. El taller volvióa ser otra vez un lugar lleno de chispas yruido, donde cada cual pensaba en losuyo.Pero cuando llegó la hora de marcharme yme levanté para avisar a Meaulnes, éste nome vio al principio. Apoyado en la puertay con la cabeza baja, parecía estar profun-damente absorto en lo que acababa dedecirse. Al verle así, perdido en susreflexiones, mirando, como a través deleguas de niebla a esa gente apacible que

32

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 32

Page 33: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

trabajaba, recordé de pronto aquella ima-gen de Robinson Crusoe donde se ve aladolescente inglés, antes de su partida,"frecuentando la tienda de un cestero". Y después he vuelto a recordarlo amenudo.

33

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 33

Page 34: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

I V

LA E VA SI ÓN

Al día siguiente, a las dos de la tarde, laclase del Curso Superior es tan visible, enmedio del paisaje helado, como una barcaen el océano. No huele a salmuera ni a breacomo en los barcos de pesca, sino a aren-ques fritos y a la lana chamuscada de losque, al entrar, se acercaron más de lodebido a la estufa para calentarse.Como se acerca el fin de año, se dis-tribuyeron entre los alumnos los cuader-nos de composición. Y mientras el señorSeurel escribe el enunciado de los proble-mas en la pizarra, se establece un silencioimperfecto, mezclado de conversacionesen voz baja, interrumpidas por gritos sofo-

34

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 34

Page 35: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

cados y frases de las que sólo se dicen lasprimeras palabras para asustar al vecino:– ¡Señor Seurel! Fulanito me está...El señor Seurel, mientras copia los proble-mas piensa en otra cosa. De vez en cuandose vuelve, y mira a todo el mundo con unaire a la vez severo y ausente. Y ese bulli-cio apagado cesa completamente unmomento para volver a empezar en segui-da, al principio suavemente, como un ron-roneo.En medio de esa agitación sólo yo estoycallado. Sentado en el extremo de una delas mesas de la sección de los máspequeños, cerca de los ventanales, notengo más que enderezarme un poco parapoder ver el jardín, el arroyo ahí abajo, ydespués los campos.De vez en cuando, me pongo de puntillas ymiro con inquietud hacia la granja de laBelle-Étoile. Desde que empezó la clase, headvertido que Meaulnes no volvió a entrardespués del recreo de mediodía. Su com-pañero de mesa también debió notarlo.Pero no ha dicho nada, ensimismado en suredacción. Sin embargo, en cuanto alce lacabeza, la noticia correrá por toda la clase

35

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 35

Page 36: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

y no faltará quien, como de costumbre,pronuncie en voz alta las primeraspalabras de la frase:_ ¡Señor Seurel! Meaulnes...Yo sé que Meaulnes se ha ido. Para ser másexacto, sospecho que se ha escapado. Alacabar de comer ha debido saltar la tapia yhabrá echado a andar por los campos,cruzando el arroyo a la altura de laVieille–Planche, hasta llegar a la Belle-Étoile. Habrá pedido la yegua para ir a bus-car a los señores Charpentier. La haceenganchar en este momento.La Belle–Étoile está ahí abajo, al otro ladodel arroyo, en la ladera, y es una granjagrande, escondida en verano tras losolmos, las encinas y los setos de nuestropatio. Está junto a un camino pequeño quelleva por un lado a la carretera deLa Estación, y por otro a las afueras delpueblo. Rodeado de tapias altas sostenidaspor estribos cuyas bases están metidas enestiércol, ese gran edificio feudal desa-parece en junio bajo las hojas, y, desde elcolegio, al anochecer, sólo oímos el ruidode sus carros y los gritos de los mozos. Perohoy veo por la ventana, entre los árboles

36

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 36

Page 37: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

sin hojas, la tapia alta y grísea, y la puertade entrada, después, por entre los huecosdel vallado, se ve también una parte decamino que la escarcha blanquea y que,paralelo al arroyo, va hacia la carretera deLa Estación. Nada se mueve todavía en este claropaisaje de invierno. Nada ha cambiadoaún. Aquí, el señor Seurel acaba de copiar elsegundo problema. Habitualmente sueleponer tres. Si hoy, por casualidad, sólo nospusiera dos... Volverá en seguida a su mesay se dará cuenta de la ausencia deMeaulnes. Mandará a dos chicos a buscarlepor el pueblo, y, seguramente, le encon-trarán antes de que haya enganchado layegua...El señor Seurel, copiado ya el segundoproblema, baja un momento su brazocansado... Después, con gran alivio por miparte, empieza a escribir otra líneadiciendo:– Y ahora, éste no es más que un juego deniños. ... Dos pequeños trazos negros que sobre-salían por encima de la tapia de la

37

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 37

Page 38: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

Belle–Étoile y que debían ser los dosvarales levantados de un coche, han desa-parecido. Ahora ya estoy seguro de que allíabajo están preparando la salida deMeaulnes. Ahí está la yegua que saca lacabeza y el pecho por entre las pilastras dela entrada y se para a continuación, mien-tras ponen, sin duda, un segundo asientoen la parte trasera del coche para lospasajeros que Meaulnes piensa traer. Porfin el grupo sale del corral, desaparece uninstante detrás del vallado, y vuelve apasar con la misma lentitud por la cinta delcamino blanco que se ve por entre dostramos de la cerca. Y entonces reconozco lafigura negra que lleva las riendas, con uncodo apoyado indolentemente sobre ellado del coche, como un campesino: es micompañero Augustin Meaulnes.Durante un instante todo vuelve a desa-parecer detrás de la cerca. Dos hombresque se habían quedado en la entrada de laBelle-Étoile para ver salir el coche,empiezan a conversar con una animacióncreciente. Uno de ellos acaba por llevarselas manos a la boca, a modo de bocina,y empieza a llamar a Meaulnes; después da

38

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 38

Page 39: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

unos pasos rápidos en dirección suya porel camino... Pero ahora, en el coche que hallegado lentamente a la carretera de LaEstación y que ya no es visible desde elcamino, Meaulnes cambia de repente deactitud. Con un pie delante, erguido comoun romano en su cuadriga, sacude las rien-das con ambas manos, pone a su animalal galope y en un instante desaparecepor algún recodo. En el camino, el hombreque le llamaba, ha vuelto a echar a correr;el otro se ha lanzado a toda prisa por loscampos y parece que viene hacia aquí.Al cabo de unos minutos, en el mismomomento en que el señor Seurel deja lapizarra frotándose las manos para quitarseel polvo de la tiza, tres voces gritan a la vezdesde el fondo del aula:– ¡Señor Seurel! ¡Meaulnes el insólitose ha ido!El hombre del blusón azul llega a la puertay, abriéndola repentinamente de par enpar, pregunta desde el umbral, quitándoseel sombrero:– Perdone, señor, pero ¿ha autorizadousted a ese alumno para que nos pidiese elcoche a fin de ir a Vierzon a buscar a sus

39

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 39

Page 40: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

padres? Es que hemos empezado asospechar que...– ¡En absoluto! –responde el señor Seurel.E inmediatamente hay en la clase una con-fusión espantosa. Los tres chicos más cer-canos a la salida, que suelen ser general-mente los encargados de espantar apedradas a las cabras y a los cerdos quevienen a comerse las corbeilles d´argentdel patio, se dirigen raudos hacia la puer-ta. Al violento golpeteo de sus zuecosclaveteados contra las baldosas del colegioha seguido, fuera, el rumor apagado de suspasos sobre la arena del patio, que derra-pan antes de pasar por la puerta que da ala carretera. El resto de la clase se amon-tona junto a las ventanas que dan al jardín.Algunos se han subido a las mesas para vermejor...Pero ya es tarde. Meaulnes el insólito se haescapado. – Tú irás de todas maneras a la estacióncon Moucheboeuf –me dijo el señorSeurel–. Meaulnes no conoce el camino deVierzon. Se perderá en los cruces.No llegará a tiempo al tren de las tres.

40

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 40

Page 41: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

En la puerta de la clase de los pequeños,Millie asoma la cabeza para preguntar:– Pero ¿qué es lo que pasa?En la calle del pueblo, la gente empieza aaglomerarse. Y el campesino sigue ahí,inmóvil, hosco, con el sombrero en lamano, como alguien que pide justicia.

41

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 41

Page 42: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 42

Page 43: meaulnes 27/12/12 13:10 Página 1 - maldororediciones.eumaldororediciones.eu/pdfs/maldororediciones_fournier_meaulnes_el...mente con el pañuelo mi cara de niño, sucia por mor del

Alain FOURNIER, escritor francés. Nació el 3de octubre de 1886 en La Chapelle-d´Angillon(Cher). Lo esencial de su infancia transcurreen Épineuil-le-Fleuriel y Sologne. Allí será,durante siete años, alumno de su padre[sus padres ejercían la enseñanza]. A losdoce años, Fournier se trasladó a París, pararealizar los estudios secundarios en el liceoVoltaire. Soñando con "ser marino y hacerviajes", convence a sus padres y se trasla-da a Brest con intención de peparar su ingre-so en la Escuela Naval: la experiencia serámuy dura y renuncia quince meses más tarde.Es en el liceo de Bourges donde estudiará elbachillerato, que finaliza en julio de 1903.Como muchos otros jóvenes provincianos, pro-seguirá sus estudios superiores de letrasprimero en el liceo Lakanal (Sceaux)y después en el centro Louis-le-Grand deParís. El primero de junio de 1905, día de laAscensión–por entonces tiene dieciocho años–,se cruza, a la salida de una exposición depintura en el Grand Palais, con una bellísi-ma joven, que le dirá su nombre diez días mástarde: Yvonne de Quiévrecourt. Pero ese amores imposible: Yvonne se casará, el año si-guiente, con un médico naval. Trastornado poraquel breve encuentro, Fournier no dejará,durante ocho años, de pensar en la joven yevocarla en su correspondencia. Se inspiraráen ella para su personaje de Yvonne de Galaisen Meaulnes el insólito (1913), obra publica-da cuando tenía 27 años y que ha ejercido unagran influencia sobre la narrativa posterior.Alain Fournier es autor además de títuloscomo Miracles (poemas, 1924), La peinture,le coeur et l´esprit (1986) y ColombeBlanchet (1990).MALDOROR ediciones publica ahora esta novelade culto en una nueva traducción.

ISBN 13: 978-84-96817-70-8

meaulnes 27/12/12 13:10 Página 43