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Universidad de Antioquia Vicerrectoría de Extensión División de Extensión Cultural Ministerio de Cultura Gobernación de Antioquia Cátedra abierta Universidad, cultura y sociedad Módulos 3 y 4 2006

Memorias catedra abierta_ciclos_3-4

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Universidad de Antioquia

Vicerrectoría de Extensión

División de Extensión Cultural

Ministerio de Cultura

Gobernación de Antioquia

Cátedra abiertaUniversidad, cultura y sociedad

Módulos 3 y 4

2006

©Universidad de Antioquia

©Vicerrectoría de Extensión

©División de Extensión Cultural

© Yolima Bedoya González

© Luisa Fernanda Cano Blandón

© Ramiro Echeverri Villegas

© Carlos Mario Pineda Echavarría

© Mario Elkin Rodriguez

© Rafael Rubiano Muñoz

© María Victoria Suaza Gómez

© Francy Esther del Valle Montoya

ISSN: [PENDIENTE]

Editoras: María Adelaida Jaramillo González

Adriana Elena Jaramillo Uribe

Revisión de textos: María Luisa Valencia Duarte

Diseño de cubierta: Fabio David Franco Pardo

Diseño y diagramación: Fabio David Franco Pardo

Impresión y terminación: Soluciones Integrales Gráficas, Solingraf Ltda.

Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia

Se permite la reproducción parcial, con propósitos académicos, citando la fuente.

Las opiniones expresadas en esta publicación son responsabilidad exclusiva de los autores; en

consecuencia no pueden ser asumidas como posiciones oficiales de la Universidad de Antioquia o

las entidades patrocinadoras.

Universidad de Antioquia, División de Extensión Cultural

Teléfono: (574) 210 5175. Telefax: (574) 210 5169

Correo-e: [email protected]

Calle 67 No. 53-108, Bloque 22, oficina 204

Medellín, Colombia

Alberto Uribe Correa, Rector

Margarita Berrío de Ramos, Vicerrectora de Extensión

María Adelaida Jaramillo González, Directora de Extensión Cultural

Adriana Elena Jaramillo Uribe, Coordinadora Académica División de

Extensión Cultural

Con el apoyo de:

Ministerio de Cultura

Dirección de Fomento a la Cultura de Antioquia

Universidad de Antioquia: Dirección de Regionalización, Facultad de Ciencias

Sociales y Humanas, Facultad de Educación, Facultad de Comunicaciones

Sistema de Comunicaciones Comfenalco Antioquia

ContenidoPresentación

Tercer ciclo. Economía y cultura. La productividad como desafío de la

industria cultural

• La industria cultural: entre la cultura de masas y la cultura popular ................ 9

Rafael Rubiano Muñoz

• Economía e identidad: soporte material y simbólico de la cultura ................. 23

Francy Esther del Valle Montoya

• Industrias culturales en Urabá. Una mirada desde la experiencia de la

corporación de arte y recreación Camaleón de Urabá ....................................... 37

María Victoria Suaza Gómez

Cuarto ciclo. Las políticas públicas: elemento fundamental de una cultura

ciudadana

• Cultura política: diseño de políticas públicas bajo un enfoque de

gobernanza ................................................................................................................. 49

Luisa Fernanda Cano Blandón

• Políticas culturales en Colombia y movimientos sociales: el caso de

Arturo Escobar .......................................................................................................... 67

Carlos Mario Pineda Echavarría

• Políticas públicas en el sector cultural .................................................................. 77

Mario Elkin Rodríguez

• Políticas públicas en un contexto cultural ........................................................... 83

Yolima Bedoya González

• La subregión oye las voces: Occidente antioqueño. Hacia la construcción

de una política pública cultural 2006-2007 ......................................................... 97

Ramiro Echeverri Villegas

El presente libro recopila las memorias de las conferencias ofrecidas en los módulos 3 y 4 de la

Cátedra Abierta Universidad, Cultura y Sociedad, llevados a cabo en las nueve subregiones del

departamento de Antioquia durante 2006.

El ciclo 3 “Economía y cultura: la productividad como desafío de la industria cultural”

aborda la problemática actual de la labor cultural desde la perspectiva económica. Los campos de la

economía y de la cultura se encuentran estrechamente involucrados desde siempre, aunque es verdad que

esas implicaciones se han hecho mayores y más visibles con el surgimiento de las llamadas industrias

creativas. Quién podría negar el valor económico de ciertos bienes culturales y su peso en la riqueza de un

país, o la importancia del desarrollo cultural como factor de desarrollo y bienestar social. No se trata de

reducir el estudio de la cultura encarando solamente su incidencia en el crecimiento económico del país.

Lo es también, y fundamentalmente, para los procesos de integración regional y nacional, además de lo

que puede significar para la identidad y el auto-reconocimiento de los individuos y las sociedades. Y su

inexistencia haría muy sospechoso hablar de un desarrollo justo y equilibrado.

Todo esto obliga a desarrollar estudios y a diseñar políticas públicas y privadas capaces de regular

estas industrias, concibiéndolas como un universo de producción y servicios culturales dentro del cual

coexisten y se complementan constelaciones con características y lógicas particulares, pero cuya existencia

está condicionada por sus relaciones con las demás.

El ciclo 4 “Las políticas públicas como elemento fundamental de una cultura política” abrió

un espacio propicio para el debate, la difusión y la reflexión sobre lo que representa para las regiones la

implementación de las políticas públicas. El propósito de la discusión fue aportar nuevas visiones que

permitan dilucidar soluciones a los múltiples problemas que ellas enfrentan en su proceso de consolida-

ción territorial y social. En tal sentido, el ciclo se propuso avanzar en la generación de espacios de reflexión

y deliberación que le permitan al ciudadano reconocerse como protagonista en la construcción de la

sociedad y de lo público. Se pretende que como producto de la reflexión y la deliberación se entiendan y

asuman compromisos en la construcción de políticas públicas, entendiendo éstas como las orientacio-

nes, estrategias y modelos que bajo una definición colectiva deben construirse para el bien común. Se

trata de entender que dichas directrices resultan de procesos de concertación de actores diversos.

Se espera entonces con esta cátedra fomentar en la ciudadanía el interés por los asuntos públicos y

propender por la formación de una cultura política, que fomente la participación de ciudadanos, alcaldes,

concejales, líderes comunitarios y, en general, de los diferentes sectores, agentes y actores culturales, para

generar políticas y estrategias que favorezcan la construcción de regiones fortalecidas, autosostenibles y

democráticas.

Esperamos, pues, que este encuentro de saberes contribuya a afianzar el deber ser y la pertinencia

social de nuestra Alma Máter.

MARGARITA BERRÍO DE RAMOS

Vicerrectora de Extensión

Universidad de Antioquia

Presentación

MÓDULO 3ECONOMÍA Y CULTURA:

LA PRODUCT IV IDAD

COMO DESAFÍO DE LA

INDUSTRIA CULTURAL

III

abiertaC Á T E D R A

Universidad, cultura y sociedad

9

C O N F E R E N C I A U N O

La industria

cultural: entre la

cultura de masas y

la cultura popular

Rafael Rubiano Muñoz*

*Sociólogo, docente del departamento de sociología, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad

de Antioquia.

III

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

Esta conferencia tiene como objetivo establecer condiciones de discusión que permitan

reflexionar sobre el impacto de los fenómenos contemporáneos en la sociedad colombia-

na y los diversos modos como ellos están influyendo en las diferentes regiones del país.

Utilizando el formato de ensayo, esto es, abierta deliberación y polémica, procura estable-

cer un diálogo efectivo entre la universidad, a través del programa de “Cátedra Abierta”

que dirige la División de Extensión Cultural, y los diversos públicos de las regiones en los

que incide, a partir de actividades que comprenden aspectos académicos como los que

atañen a decisiones sociales y políticas específicas.

En este aspecto, una de las dificultades es el establecimiento de un diálogo claro entre

universidad y sociedad. Sería deseable construir una comunicación efectiva y sólida entre

ambas. Sin embargo, éste es el primer punto crítico que tiene el tema dirigido a un amplio

público con expectativas diversas: que las relaciones del lenguaje en las sociedades moder-

nas tienen sentidos y significados diversos según nuestra percepción del mundo. Al plan-

tearnos el problema de la industria cultural nos encontramos con una situación paradójica;

frente al lenguaje científico, el lenguaje cotidiano se apropia de manera más rápida y, por

supuesto, pragmática de los hechos o fenómenos sociales que designa. Así, podemos ob-

servar que entre impulso científico de reflexión y apropiación desde el lenguaje común a

veces se generan tensiones y discordancias.

AFINANDO EL DISCURSO SOBRE LA INDUSTRIA CULTURAL

Por lo tanto, una tarea urgente en estas actividades de extensión es procurar la cercanía

no solamente en los lenguajes, sino también una comunicación más apropiada y pertinen-

te para el diálogo analítico y transparente. Y al hablar de industria cultural nos referimos

a un largo proceso histórico que requiere ser, no solamente investigado como fenómeno

social contemporáneo, sino también como experiencia de la vida que afecta las regiones

y las localidades de nuestro país. En ese sentido, no necesariamente lo que vemos tal y

como lo experimentamos en la realidad puede ser plenamente comprendido o validado

12

Universidad, cultura y sociedad

de forma verídica o completa. De este modo, advertiría que estamos bajo la profunda

experiencia de representarnos un entorno social complejo, a veces contradictorio y

entrecruzado por fenómenos sociales yuxtapuestos que generan destiempos y

desencuentros históricos.

Por otro lado, quiero llamar la atención hacia el problema del lenguaje y la comunica-

ción. La relación eficiente entre estudio o investigación de los fenómenos sociales frente a la

vida cotidiana se encuentra siempre en vilo o en disputa (normalmente los fenómenos

contemporáneos sobrepasan las dinámicas de la investigación científica). El material que

existe sobre las industrias culturales es inmenso e ilimitado. En Colombia es muy poco lo

que se ha hecho en la investigación, y en la actualidad estamos sobrepasados por las nuevas

realidades de la comunicación. Así, la relación es inversamente proporcional, esto es, la

claridad entre conocimientos y realidad social desde el lente científico depende en exclusiva

del grado mayor de la información especializada como de la rigurosidad con que se tratan

justamente los fenómenos sociales.

Así un acumulado en detalle de datos y de información puede depurar y validar cientí-

ficamente los conocimientos sobre diferentes fenómenos sociales, pero al mismo tiempo

pueden no tener ninguna conexión con la realidad social. De ahí que a mayor especializa-

ción en la información y el lenguaje no se obtiene en la misma dirección una corresponden-

cia con la clara comprensión de las experiencias y realidades sociales. Para hablar de la

industria cultural es imprescindible establecer un acuerdo básico entre lo que entendemos

como industria, y lo que comprendemos como cultura, sin olvidar que en el fondo

ineludiblemente interviene lo que se considera es el público consumidor.

HACIA UNA DEFINICIÓN DE INDUSTRIA

Estas tres dimensiones —industria, cultura y públicos— son los ejes centrales en la cons-

trucción de ese mundo, cuyo escenario es variable y múltiple en sentidos, significados y

formas de representación. De modo que empezaremos desde ahí, tratando de construir

los contextos adecuados para limitar el amplio campo de lo que se entiende como industria

cultural. La industria es un fenómeno ineludible de dos procesos históricos, el de la repro-

ducción en serie, el mercado y el de la extensión de la vida urbana. La industrialización

inicialmente es el proceso de transformación de sociedades que pasan de la actividad de

subsistencia a partir de las actividades manuales a procesos mediados por la mecánica y la

técnica.

La industrialización se refiere así al desarrollo histórico desde el cual se median las acti-

vidades del hombre y la naturaleza a partir de la creación de artefactos que se producen en

serie y que tienen como fundamento la mecanización. Ahora bien, las perspectivas sociales

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

e históricas en las que se transforman las sociedades bajo la industrialización no tienen la

misma magnitud y la misma intensidad en cualquier lugar del planeta. La producción en

serie de artefactos a través de la mecánica y la técnica establece un tipo particular de relacio-

nes entre los hombres en las que cambian las formas de representación simbólica y de

percepción del mundo; ése es el segundo momento de la industrialización: la creación del

mercado y del plusvalor a través de las mercancías.

Lo que ha posibilitado de manera histórica la consolidación de la industrialización fue la

extensión del mercado, la creación de mercancías y la fuerza de trabajo que aparece con él,

lo que se manifestó a través de la apropiación privada de los artefactos o, para decirlo de

manera moderna, de las mercancías. Una de las condiciones que impulsó dichos procesos

indudablemente fue la transición del campo a la ciudad. A través de la expansión urbana y

de la constitución de unidades sociales que descomponían la relación directa con la natura-

leza, la industrialización cobró un alto grado de importancia en las sociedades denominadas

modernas. De modo que industrialización, mercado y ciudad han sido las claves históricas

para comprender el fenómeno de la industria cultural. Si bien el hombre mediante la indus-

trialización construyó la mediación consigo mismo y la naturaleza también medió la cultura,

espiritual e intelectual.

Ahora bien, la palabra cultura es polivalente y demasiado resbaladiza en las discusiones

académicas y científicas. Se la asocia con costumbres, hábitos, ritos, conciencia, entre mu-

chas acepciones. También se la tiene como sentido común, experiencia cotidiana, lenguaje,

tradiciones o credos religiosos o políticos. Para nuestro objetivo utilizaremos la referencia

a la cultura como representación simbólica o materialización de creaciones espirituales o

intelectuales.

LA INDUSTRIA CULTURAL EN NUESTRO CONTEXTO

Para los propósitos de esta conferencia consideraremos la cultura en el contexto de lo

creado espiritual y mentalmente por los hombres, objetos o artefactos que si bien provie-

nen del proceso de intercambio permanente de individuos o comunidades, es lo que define

la conciencia de los pueblos o el modo de representar el mundo desde sus conocimientos.

La cultura aquí tendría que ver con todas aquellas manifestaciones sobre las cuales nos

representamos en un momento dado la vida o a partir de diversas etapas de nuestra exis-

tencia en un proceso de larga duración, nuestras realidades. Cultura como manifestación

pública de una conciencia colectiva que se crea, se hace, se difunde y se apropia mediante

diversas formas, el habla, la comunicación, la impresión o la electrónica. Lo que hace que

exista la industria cultural es que los bienes espirituales e intelectuales llegan a amplios públi-

cos y no tienen restricción alguna, es más, su acceso es abierto y libre lo que crea situaciones

contradictorias.

14

Universidad, cultura y sociedad

Con todo, la industria cultural estaría determinada por la difusión a gran escala y por una

apropiación mediada por el mercado como por los procesos de consumo. La cultura no se

podría restringir del modo anterior a una transmisión lingüística o a una herencia determinada

generacionalmente. Más bien la industria cultural la entenderemos aquí como un modo de

producción que adquiere materialidad en bienes o en formas de representación simbólica

accesibles como artefactos. Con lo anterior, para la sociedad colombiana es muy contradicto-

ria la construcción de una industria cultural entendida de este modo, puesto que las tensiones

entre lo tradicional y lo moderno producen serias distorsiones y profundas interferencias. El

experimentar la cultura como industria, producción y consumo en serie altera, de manera

trágica, lo que se debe considerar como patrimonio y lo que se debe considerar como inno-

vación.

PATRIMONIO CULTURAL VERSUS GLOBALIZACIÓN Y CONSUMO

Por un malentendido, el patrimonio cultural de Colombia se convierte en industria cul-

tural y sencillamente no se lo percibe como la posibilidad de reavivar la tradición. La cultura

como identidad se transforma entonces en simple consumo y en instrumentos de venta que

no construyen un legado, sino más bien se apropia dentro del mercado como simple plusvalor

privado y particular. Por otro lado, la globalización ha arrasado con las herencias culturales

de la identidad al establecerse mediante el mercado nuevas experiencias de consumo cultu-

ral que no permiten distinguir entre lo propio y lo foráneo creando una mezcla que hace

difícil mantener nuestra identidad. Entre la apología exótica de lo nuestro vendido en el

exterior y la asimilación a culturas ajenas se produce un intercambio cultural profundamente

conflictivo a través de los procesos de consumo y de comunicación.

Es necesario entonces considerar la industria cultural como un campo de profundo

conflicto, en las formas de recepción, asimilación y divulgación. La industria cultural como

conflicto nos plantea un inmenso reto al papel que la academia, la investigación y las univer-

sidades tienen, porque exige la reflexión de si se puede sostener una industria cultural como

problema público y no como un problema de lo privado. Incluso la defensa a ultranza de

las comunidades y localidades por la identidad cultural se establece en mayor medida desde

las iniciativas privadas y personales, no desde una política pública que sea discutida y deba-

tida de manera democrática.

INDUSTRIA CULTURAL Y CONSUMIDORES

Para delimitar aún más nuestro tema diremos que la industria cultural es un escenario

social especializado de la producción simbólica del ser humano que se expande y se difunde

en el contexto básico de intercambios mediados por procesos reales y abstractos, esto es,

por el mercado y por el consumo. La creación material no solamente espiritual e intelectual

de la cultura se estructura en el marco de una sociedad donde se reproducen cosas que

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

llegan a amplios públicos de manera repetitiva y que tiene una característica de innovación

aparente. Aparente porque no necesariamente lo que se reproduce en serie en el marco lleva

el sello de la creatividad o de la renovación. Pero en el fondo el tema de la industria cultural

depende incuestionablemente no de quien la produce sino a quien ella llega, esto es, la

industria cultural se relaciona a un mismo tiempo con el consumo y los públicos.

Aunque lo anterior pueda producir confusión, la industria cultural se instaló en el marco de

procesos históricos como el de la aparición de la imprenta, luego los medios electrónicos de

comunicación y en la era actual la globalización con el desarrollo de las nuevas tecnología

electrónicas. La reproducción en serie o el desarrollo tipográfico caracterizó la industria cultu-

ral. Ahora, dicha industria es causa y efecto al mismo tiempo de la sociedad moderna con los

elementos que ello involucra: expansión demográfica, consolidación de un público consumi-

dor y destrucción de las fronteras locales y nacionales. Por eso resulta tan específico de nuestro

medio hablar de una industria cultural, porque se enfrenta en dos dimensiones: la dimensión

de lo tradicional y la dimensión de lo moderno. De lo anterior se deduce que es un fenómeno

que involucra la masificación, o para decirlo de otro modo, la industria cultural depende de la

sociedad de masas que puede propiciar la homogeneidad de las formas culturales o la hetero-

geneidad de las expresiones culturales, que profundiza el anonimato y la individuación.

DEMOCRACIA EN LA CULTURA Y CULTURA DE MASAS

A partir de esas observaciones preliminares es menester volver a un punto básico, los

críticos de la industria cultural han sostenido que en ella, la cultura se convierte en mercancía,

por lo tanto la industria cultural no genera una situación de valoración positiva de artefactos

creados para el progreso espiritual de los pueblos sino más bien para su alienación. Mien-

tras los más optimistas consideran la industria cultural como un mal necesario en la que la

cultura experimenta su ampliación y se extiende la espiritualidad de los pueblos alcanzando

tanto a renovarse como a ser reconocida mediante el proceso de democratización. Pero

democratización no quiere decir democracia en la cultura.

Ya hemos referido que en el caso de los estudios e investigaciones de la industria cultural

se requieren procesos de información, es decir, estadísticas para poder comprender el

impacto que en las sociedades actuales tiene lo que se reproduce en serie en términos de

cultura como lo que se consume o se adquiere mediante el mercado. Pero por otro lado, y

pensando en la sociedad colombiana existen criterios muy diversos para considerar la in-

dustria cultural porque frente a ella entendida como consumo —hay muy pocos estudios

estadísticos— se opone la que la interpreta simplemente como cultura popular, es decir, lo

que acompaña de manera inmediata la existencia diaria y los contornos o referentes de las

costumbres, los hábitos, los estilos de vida y la creencias que se transmiten y reproducen

socialmente.

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Universidad, cultura y sociedad

Lo que en últimas sería necesario replantear es el aspecto de las relaciones entre indivi-

duo y sociedad industrial, cómo se valoriza y desvaloriza la cultura, dependiendo de las

formas de intercambio o las formas de la mediación, en las que se tiende a estereotipar las

representaciones simbólicas y las expresiones de la cultura materializada en el nivel de lo

masivo y de lo popular. De este modo, la cultura de masas como apología de formas de

representación y de encarnación material se interrelaciona con la apología a la cultura popu-

lar como formas de mentalidad y de visión del mundo. Entre ambas se construye una

lógica de dominación como una racionalidad instrumentalizada de la que no escapa hasta

convertirse en cultura vulgar.

Frente a lo anterior es muy poco lo que se hace en términos de investigación sobre los

medios masivos de comunicación, su impacto e incidencia en las relaciones de intercambio

o en las mediaciones sobre cultura de las masas y cultura popular. El papel de los medios de

comunicación en la discusión de la industria cultural, se debe señalar, es polivalente, pues de

la difusión o divulgación amplia de formas y de representaciones culturales, en las que una

falsa democratización crea la estandarización y el estereotipo se transita fácilmente hacia una

expresión trágica que se experimenta en la reducción de la cultura como cosificación, es

decir, creación inanimada y disecada de expresiones culturales en las que se borran y difuminan

la claridad de lo que es auténtico y valioso. Al borrarse las fronteras entre la cultura de masas

y la cultura popular, los acentos de identidad de los pueblos se conjugan con expresiones en

la cotidianidad irracionales que se transforman en actitudes intolerantes y hasta autoritarias.

INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA CULTURA

Es necesario agregar que las instituciones sociales amparadas en una visión reduccionista

de lo que consideran cultura, tienden a instrumentalizarla mediante la falsa distinción entre

tiempo de producción —de trabajo— y tiempo libre. Permeada como se encuentra en la

actualidad por el proceso de globalización, la cultura es entendida como entretenimiento, y

lo que hace tan fácil su deformación es que en el tiempo libre lo que se procura no es la

construcción de cultura como “ocio creativo”, sino más bien como simple entretenimiento,

como diversión que reproduce las condiciones de trabajo. De este modo se altera de ma-

nera fatal el legado propiamente auténtico de la cultura como un espacio de reconstrucción

de las posibilidades humanas.

Es menester añadir que bajo las condiciones de la globalización, la industria cultural se

mueve en una extraña mezcla entre lo público y lo privado; en esas dimensiones se transfor-

man radicalmente las fronteras entre el individuo y la comunidad. De por sí, en las socieda-

des modernas industriales, dichas esferas se expresaban bajo la mediatización de referentes

claros y determinados; mientras que en la actualidad, lo privado y lo público tienden a

comunicarse intensamente. Pero su expresión radica en que lo público se privatiza y lo

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

privado se vuelve cada vez más particular, o en ocasiones, mediante los medios de comu-

nicación lo privado se publicita deteriorando la intimidad, la privacidad o lo individual.

Con estos referentes lo que se cuestiona son las relaciones sobre las cuales se mueve la

denominada industria cultural, en la que de nuevo, la cosificación se expresa en el contexto

de una relación de valor en los que se mide la cultura según lo que cuesta y vende de manera

cuantitativa y no cualitativa.

La definición de los productos culturales no es exclusiva de los procesos de competen-

cia ni del mismo mercado. Lo que se entendería como políticas culturales ha de exigir una

comunicación efectiva entre instituciones, empresarios, universidades, ciudadanía entre

muchos otros, porque de lo contrario en el marco del desarrollo de la cultura como repre-

sentación simbólica o creación material se difunde una noción que amenaza con particula-

rizar las expresiones culturales, la cultura de masas o lo que es cultura popular como acceso

democrático estandarizado de los productos culturales. Las tensiones que produce la indus-

tria cultural con las denominadas formas de producción han de ser restringidas por com-

petencias comunicativas o argumentativas en el escenario del espacio público.

Entre mercado cultural, como el consumo cultural, las diversas etapas de la formación

de la cultural de la que ninguna es dominante, son imprescindibles los estudios sobre la

cultura oral, la cultura impresa, la cultura audiovisual e incluso la electrónica. Ninguna de

ellas es preponderante en las sociedades contemporáneas. Pero sí es necesario ahondar en

las diversas formas de representación para las mentalidades de la cultura, porque de ello

dependen el entendimiento de los grados o de los niveles sobre los cuales se forman los

públicos como consumidores.

Es claro que la industria cultural no constituye un escenario negativo en la que las diver-

sas expresiones culturales, de masas, populares o incluso vulgares cosifiquen o conviertan al

mundo en un instrumento de dominación o de poder. A través de de ellas es necesario

construir escenarios de investigación pero ante todo espacios de comunicación y de debate,

mediante el análisis científico como a través del diálogo social entre individuos y comunida-

des. La clave de la construcción de la industria cultural depende de las ofertas culturales, de

su nivel, de su calidad pero ante todo de su asimilación y recepción en los públicos y en la

ciudadanía.

INDUSTRIA CULTURAL Y PRODUCCIÓN EN SERIE

Ya hemos referido que en el caso de los estudios e investigaciones de la industria cultural se

requieren procesos de información, es decir, estadísticas para poder comprender el impacto

que en las sociedades actuales tiene lo que se reproduce en serie en términos de cultura como

lo que se consume o se adquiere mediante el mercado. Pero por otro lado, y pensando en la

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Universidad, cultura y sociedad

sociedad colombiana existen criterios muy diversos para considerar la industria cultural por-

que frente a ella entendida como consumo se opone la que la interpreta simplemente como

cultura popular, es decir, lo que acompaña de manera inmediata la existencia diaria y los

contornos o referentes de las costumbres, los hábitos, los estilos de vida y la creencias.

DE LA CULTURA ORAL A LOS MEDIOS

Frente a las anteriores observaciones es necesario construir los contextos sobre los cua-

les la cultura se expresa a partir del desarrollo de relaciones de intercambio y vínculos

sociales que definen la cultura en sus diversos medios de difusión: oral, impreso, audiovisual

y electrónico. Una de las características de las sociedades latinoamericanas es que la cultura

se desarrolla por esos medios, sin hegemonía ni preponderancia de ninguno. Constituye un

interés para la investigación social mostrar la manera como en diversos contextos sociales

arraiga según las formas de representación y como la cultura también se establece según los

procesos de comunicación. Para poder trazar con criterios científicos el problema de la

relaciones entre la cultura de masas y la cultura popular es necesario centrar los estudios en

el marco de entrecruzamiento —donde la cultura puede ir y venir, según lo establecido

arriba, de la cultura oral a la cultura electrónica— y precisar de qué modo se manifiestan

procesos de cambio o de transformación de la cultura como procesos de conservación y

de preservación.

Para las sociedades latinoamericanas, el peso de la cultura oral, es decir, de la narración

oral y de la memoria, constituye un vínculo muy fuerte, frente a la reciente presión que

ejercen los medios audiovisuales y electrónicos que transforman nuestros sentidos y signifi-

cados en tiempo y espacio, como en los escenarios sociales, que influyen en nuestras formas

de representación y nuestros significados ante el mundo. Por lo anterior, las ofertas cultura-

les dependen del grado de arraigo en lo oral o en lo electrónico pasando ineludiblemente

por lo escrito, lo impreso y lo audiovisual. Lo que caracteriza el proceso de formación de

la industria cultural es la manera como acentúa la clasificación y la producción de la cultura

espiritual y material dependiendo de la transición del ciudadano común al consumidor.

Construir hábitos de consumo cultural dependerá en última instancia de la educación y de la

formación de un público que valora la cultura ya no como simple entretenimiento sino

como valor social que tiene unos costos dentro del mercado.

Durante el desarrollo de la conferencia hemos sostenido que en el ámbito de la industria

cultural debe haber un proceso de formación del público, ya que la industria cultural expre-

sada como masas o como fenómeno popular requiere de la construcción amplia de un

escenario de información y divulgación. Éste a su vez depende de la preparación del públi-

co a partir de esfuerzos educativos institucionales que creen un público con capacidad de

valorar y asimilar productos culturales, y no se constituya como un simple consumidor que

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

se reduce a la cosificación o al extrañamiento propio de una cultura convertida en mercan-

cía o en bienes de mercado. Si bien la anterior perspectiva encaja en una crítica a la cultura

convertida en mercado es imprescindible que la universidad, así como las instituciones

culturales que ofertan la cultura, estén dispuestas a construir proyectos de formación en las

diferentes regiones y localidades, de manera que se reduzca la idea de cultura como instru-

mento de venta o de compra y se amplíe al espectro de bien público y no de bien particular

o privado.

Dentro de los aspectos señalados, la cultura sería un espacio de construcción de ciuda-

danos dependiente de la dinámica de la oportunidad, es decir, de la organización de un

escenario social que transforme las actitudes de los ciudadanos frente a la cultura en lugar de

un escenario de competencia en la que los bienes culturales sean apreciados no por su valor

sino por la publicidad que generan. La producción en la industria cultural se caracteriza por

asimilarse a un instrumento de dominación y de poder que se particulariza, dependiendo

del mercado exclusivamente. Ello genera una forma del consumo en la que no se expresa

la similitud entre seres humanos y cultura como potencialización de las capacidades para la

creatividad y la emancipación, sino la cultura como extrañamiento, cosificación que en últi-

mas reduce el espacio de la cultura a objetos cuya independencia y autarquía son determina-

dos por el mercado independientemente de sus valores de uso social, es decir, se transfor-

man en valores de cambio, abstraídos de las relaciones propiamente humanas.

INDUSTRIA CULTURAL VERSUS CULTURA

Lo que caracteriza el modo como se construye la industria cultural para llevarla a las

masas es que deja muy poco espacio a la autenticidad y a la creatividad, pues detrás de la

estandarización, de las series y los estereotipos, bajo una falsa innovación, los bienes cultura-

les se expresan como modelos que caen en la repetición, la rutina y, lo más amenazante, en

la homogeneidad y la igualdad restando vitalidad a la diversidad y la imaginación. La cultura

de masas como posibilidad, como alternativa, se limita a ser un campo donde la cultura se

instrumentaliza como bienes y ofertas culturales, es decir, se vuelve objeto que reduce al

máximo las alternativas en la producción y en la recuperación de las potencialidades huma-

nas de la variedad y de la diferencia. La cultura como rutina y repetición adquiere una

expresión de superficialidad y de artificio.

Además, en los modelos de reproducción cultural fatalmente se tiene la impresión de

que se desarrollan a través de la innovación, la novedad y el cambio cuando lo que se

produce son tipos de expresiones culturales que se distancian de lo auténtico. Un claro

ejemplo de la innovación vacía y la novedad repetitiva es la moda, que bajo unos mismos

moldes se ofrece como elemento de transformación cuando sencillamente es simple repe-

tición solamente alterada por las formas de producción técnica e incluso industrial. Sería

20

Universidad, cultura y sociedad

imprescindible rescatar en la cultura de masas que facilita la apropiación en sociedades con

públicos muy amplios, y la divulgación por los medios de comunicación de masas que

consolidan los vínculos de la comunicación electrónica.

De otro lado, la cultura popular tiende a experimentar las formas rutinarias y repetitivas

de la cultura de masas, cuando se produce bajo los moldes de lo vulgar y lo efímero, de lo

extraordinario, del amarillismo y la pornografía, por ejemplo. La baja exigencia en cuanto a

la calidad constituye uno de los elementos de la cultura popular porque se valora con el

lente de lo inmediato y lo pragmático sin elementos de juicio, sin crítica y sin examen. Es el

impacto con lo observable sin más, lo que es vendible a primera vista y lo que es recibido

sin preparación o reflexión. Lo auténtico de la cultura popular se pierde justamente por la

consideración de una masa de consumidores en la que el entretenimiento no es exclusiva-

mente tiempo libre y creación, sino falta de imaginación y de construcción de alternativas

que expresen la identidad y la conservación de los elementos que vinculan la cultura con el

carácter regional o nacional.

Por lo anterior es obvio el choque que ha sufrido la cultura pensando en los problemas

de la construcción de la identidad de los pueblos, es decir, de lo que se debe conservar y lo

que se debe innovar. A través del fenómeno de la globalización, las fronteras de la identidad

nacional experimentan un proceso de deterioro donde más por la moda y la innovación

tienden a ser destruidos los legados y las herencias tradicionales por la integración a un

mercado internacional en el que las mixturas impiden renovar las costumbres, los hábitos,

los estilos de vida y las creencias, todos aquellos elementos de la mentalidad que se conjugan

con las expresiones culturales. Reconocerse en la diferencia y no aumentar las diferencias

mediante un proceso de apología de lo foráneo o mediante un proceso de nostalgia petri-

ficada será la clave en el contexto de construcción de las industrias culturales en el país.

Es ineludible insistir en el papel de la Universidad en las comunidades regionales en la

actualidad: la apertura de espacios de reflexión y de análisis que convoquen un proceso de

comunicación efectiva, permitan el debate franco y abierto y la polémica sincera. Dentro de

las experiencias que se vienen construyendo desde la Universidad y el papel que viene jugan-

do su inserción en las regiones, los temas contemporáneos estudiados y puestos en la opi-

nión pública han de permitir no solamente un diálogo público sino también la toma de

decisiones que establezcan un consenso entre los ciudadanos, las instituciones, las empresas

y el mismo Estado. La defensa de la cultura se podrá realizar tanto en el desarrollo de

nuevos referentes de ilustración y de educación de la ciudadanía como en la construcción de

políticas públicas encaminadas a desarticular los particularismos y los intereses privados

frente a la dominación de la cultura de masas y la cultura popular concebidas como lo

hemos descrito.

21

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

HACIA UNA VERDADERA INDUSTRIA CULTURAL

Para terminar es necesario expresar que la dimensión cultural no se limita al entreteni-

miento, y que la cultura es más que un escenario de consumo o de objetivación mercantil de

los bienes culturales. Hay que defender la cultura como un escenario de educación y de

formación ciudadanas, que le dé cabida a la reflexión y el análisis de nuestras formas de ser

y pensar el mundo, y demandar a través de los procesos de comunicación que la cultura sea

efectivamente un marco de emancipación y de libertad de individuos y comunidades. Ade-

más, propiciar por medio de las manifestaciones culturales la formación de referentes y de

representaciones de la democracia, no simplemente como procedimiento político sino como

posibilidad alternativa de transformación y cambio de los sujetos en un entorno cada vez

más reducido a instrumentos de poder y de dominación.

La construcción de políticas culturales no depende en últimas del estado, sino de la

formación de los públicos y la ciudadanía que desde la perspectiva de esta conferencia ha

de garantizar la defensa de lo regional y lo nacional en lugar de los fascismos al revés, esto

es, el exotismo o el chauvinismo cultural. La ineficacia del diálogo entre lo local, lo regional,

lo nacional y lo internacional propicia unas actitudes reactivas y conservadoras que en últi-

mas permitirán que nos conquisten de nuevo “la maleza y el desierto”, es decir, la barbarie.

23

C O N F E R E N C I A D O S

Economía e

identidad:

soportes material

y simbólico de la

cultura

Francy Esther del Valle Montoya *

*Antropóloga Universidad de Antioquia, Especialista en Derechos Humanos y Pedagogía, Máster en

Historia

III

25

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

Bronislaw Malinowski, citado por Tullio Tentori, “sostiene que toda cultura tiene nece-

sidad de saber producir, así como de obtener, conservar, distribuir, usar y valorar un com-

plejo de “bienes”. Para resolver este problema, toda sociedad humana, por primitiva que

sea, debe disponer de una organización económica. Ésta estará regulada por un sistema de

normas para la posesión de los bienes y el modo de usarlos y consumirlos”. 1

Cultura y

economía son conceptos emparentados. La segunda es propia de cada cultura, es coherente

con ella e inherente a la misma, puesto que la economía está en la base de la subsistencia de

individuos y comunidades. Esta relación inicial es una consecuencia de la intervención direc-

ta del hombre en su proceso de adaptación al hábitat.

El proceso de adaptación de una comunidad a su medio ambiente (contexto geográ-

fico) constituye la creación de la cultura, que en términos de Tylor se entiende como

“ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el dere-

cho, la costumbre y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridas por el hombre

como miembro de la sociedad”.2

De igual modo, su economía y sus formas de producción, al igual que su expresión

en las fiestas populares, en la comida, la música y otros elementos son una muestra de la

cultura de un grupo y permiten identificarlos como propios de un territorio. Esta adap-

tación al medio y su consecuente transformación (en organizaciones económicas o cul-

turales) es característica entre los grupos humanos.

EL ALIMENTO: ESLABÓN ECONÓMICO Y CULTURAL

Un aspecto determinante de la adaptación al medio es el alimento, cuya consecu-

ción demanda un esfuerzo físico e intelectual de cada integrante del grupo. La impor-

tancia de dicho evento se refleja en la cultura. Por eso compartir el alimento, en un

evento cotidiano o especial, es una muestra de solidaridad y alianzas, y éstas sólo se

establecen entre grupos que responden a una misma cultura, conocen y comparten un

1 Tullio Tentori, Antropología cultural, Barcelona, Editorial Herder, 1981, p. 34.2 Tylor citado por Conrad Phillip Kottak, Antropología: una exploración de la diversidad humana con temas de la cultura hispana, 6ª. ed., Madrid,McGraw Hill, 1999, p. 34.

26

Universidad, cultura y sociedad

ritual y su significado. Es un lenguaje no verbal y elaborado, representado por todos. Por

ejemplo, la noche de Navidad y su acostumbrada cena dan cuenta de la tradición de un

grupo, de su forma de pensar, que se manifiesta en el tipo de alimentos que se consumen,

su elaboración y la hora de comerlos. Los invitados son elegidos cuidadosamente. Se dice

incluso que a casa se invita a comer sólo a los amigos. Compartir el esfuerzo de la conse-

cución de los alimentos demuestra los lazos de unión entre quienes participan en el ritual.

La selección de los invitados y el acto de compartir el alimento responden a criterios

subjetivos e incluso podría decirse que corresponden a la ideología, en cuanto dicha

selección es una expresión de la concepción del mundo, está conformada por elaboracio-

nes abstractas que responden a un sentimiento colectivo transmitido por medio de la repe-

tición de actos comunitarios y culturales, como las fiestas.

LA TRANSMISIÓN DE LA CULTURA POR LAS TRADICIONES CULINARIAS

Ritos como el mencionado cumplen el propósito de hacernos parte de la cultura. La

endoculturación3 de cada uno de los miembros del grupo se da a lo largo de la vida, con

ritos que sirven de marco para sus historias y propician el establecimiento de lazos de

solidaridad, confianza y afecto entre el grupo.

Cuando el aprendiz ha vivido y ha sido partícipe del proceso puede intervenir en la

recreación cultural del grupo. “[…] el aspecto oculto de la socialización llama la atención de

la cultura como un proceso de comunicación. Desde ese punto de vista lo importante en la

transmisión cultural no es tanto lo que se les enseña a los niños o lo que no se les enseña, lo

que hacen o dejan de hacer, sino la forma en que las cosas suceden y las actitudes de la gente

que los rodea, con quienes interactúan”.4 Este proceso diacrónico en la vida de un indivi-

duo se transmite por la tradición oral.5

La importancia de los alimentos y las particularidades de su uso se observan en ferias

y fiestas folclóricas. En estas festividades, características de una comunidad determina-

da, el ingenio y la creatividad humanas se expresan en recetas que mantienen y transmi-

ten la tradición, se da uso a lo que producen sus campos y se manifiesta el ingenio en el

arte de la culinaria.

Nuestra geografía, por ejemplo, ofrece a las comunidades diversidad de alimentos.

Basta recordar la famosa Cagona, de San Jerónimo (Antioquia), una mezcla de sangre

de cerdo, arroz, aceite y aliños, que tras una larga cocción toma la forma de pasta; o el

3 “Endoculturación: proceso que consiste en la transmisión de la cultura por parte de los adultos a los jóvenes y niños que habrán desucederles. La aculturación puede recaer sobre todos los miembros de una cultura y, en consecuencia, sobre los adultos ya endoculturados”.Tomado de Jairo Muñoz M., Antropología cultural colombiana, Bogotá, Unisur, 1990, p. 69.4 Schewartz, (1976). Citado por Serena Nanda, Antropología cultural, México, Grupo Editorial Iberoamericano, 1987, p. 101.5 “Tradición oral: La transmisión de las reglas de comportamiento, las creencias, las leyendas, las costumbres, etc. De generación en generaciónpor la palabra hablada o por la práctica, era la forma como nuestros aborígenes conservaban sus manifestaciones culturales y su historia”.Hernán Londoño R. Diccionario de las culturas prehispánicas de Colombia, Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, 1998, página 316.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

tratamiento del tamarindo en Santa Fe de Antioquia, que es presentado en diversas for-

mas, desde fruta hasta los más ricos dulces y bebidas. Rosita Cartagena, una de las

vendedoras más antiguas de la plaza principal de esta ciudad, organiza la pulpa de

tamarindo

[…] la compra por bultos bien escogidos, sin gorgojos, porque de lo contrario espantaría a los

clientes, y empaca las frutas más sanas en bolsas plásticas para venderlas enteras. Pela muchas

otras, bota las cortezas, extiende el comestible sobre el mesón, vierte agua recién hervida pero

fría para conseguir con ella una pasta manejable, extrae las semillas que sobresalen, amasa y, de

esta manera, va preparando la pulpa, que luego arma en cilindros gruesos o delgados. Empaca,

cuidándose de no omitir la inclusión, entre los dos plásticos, del rótulo de papel que las distin-

gue de las demás: Pulpa de Tamarindo Rosa Cartagena. Santa Fe de Antioquia.6

Aquí, sin duda, hay una apropiación de los recursos y su sello cultural en una activi-

dad económica.

Cuando leemos Bueno para comer, de Marvin Harris, identificamos que la elaboración de los

alimentos en cada comunidad difiere de acuerdo con la estructura del pensamiento, con la

forma de percibir y transformar su mundo. Además, dentro de cada grupo se establece

cuáles alimentos son buenos y cuáles malos, y las diversas instituciones religiosas, sociales,

políticas y científicas corroboran el concepto, discriminan algunos productos y estimulan el

consumo y la siembra de otros. Todas las manifestaciones culturales interactúan y tejen una

misma forma de pensar que finalmente es compartida y acatada por el grupo.

La restricción al uso de ciertos alimentos responde más a la influencia económica de

la oferta y la demanda que se expresa y se regula a través de las diversas instituciones

sociales. Por ejemplo, la prohibición entre los judíos, de criar cerdos y consumir su

carne, como nos muestra Marvin Harris, evidencia un tejido social que reafirma sus

normas. El rabí Moisés Maimónedes, médico en la corte del emperador Saladito en

Egipto durante el siglo XII, hizo expresa la “prohibición de comer carne de animal cua-

drúpedo que tiene el casco partido”, pero también es expresada en el nivel social cuando

“[…] la principal razón de que la Ley prohíba su carne ha de buscarse en la circunstancia

de que los hábitos y sustento son sumamente sucios y repugnantes […] si la Ley permi-

tía su cría a egipcios y judíos, las casas y calles de El Cairo, se volverían tan sucias como

las de Europa, ya que ‘la boca del cerdo es tan inmunda como el propio estiércol’”.7

Nunca Maimónedes había visto un cerdo limpio, asegura Harris. Recordemos que este

mamífero artiodáctilo no puede sudar, por lo tanto, recurre a su estiércol o alimentos

para refrescarse. Si bien algunas familias de nivel económico alto poseían acceso a gran

cantidad de agua para la crianza del cerdo, esto sin duda alentaría más las diferencias socia-

les, ya que en Egipto este recurso natural escaseaba. De modo que el tabú religioso cobija a

6 John Saldarriaga, “¡Rosita tiene olor a tamarindo!”, El Colombiano, página 7d, Medellín, jueves 24 de noviembre, 2005.7 Marvin Harris, Bueno para comer, España, Alianza Ediciones del Prado, 1994, p. 76.

28

Universidad, cultura y sociedad

todos los sectores y por un momento los iguala. Esta justificación también es confirmada

por la medicina en 1859, cuando se estableció el primer vínculo clínico entre la triquinosis y

la carne de cerdo mal cocinada.

Así, se ejerce el tabú en los alimentos cuyo acceso o producción son limitados. En

cambio, los alimentos considerados “buenos para comer” están relacionados con el fácil

acceso económico al producto por parte de la mayoría de la población.

LA REALIDAD DE NUESTRO PAÍS

Gracias a la variedad de pisos térmicos, nuestro país posee una gran diversidad am-

biental y una variada oferta de recursos naturales, lo cual impide el fomento de un tabú

para la subsistencia de los distintos grupos. ¿Cómo entender entonces que más de la

mitad de nuestra población sea pobre y que un alto porcentaje viva en la miseria absoluta?

El acceso a los recursos y a la educación es cada vez más restringido; se encuentra en lugar

de ello una frágil estabilidad económica y ausencia de ideas progresistas; los habitantes de

los campos viven influenciados por la violencia que ejercen grupos organizados al margen

de la ley, quienes imponen por medio de la fuerza nuevos modelos de oferta y demanda, y

que los han marginado por medio del desplazamiento, el secuestro, el homicidio etc., impo-

niendo una “economía del miedo” en el grupo colonizado, o podemos decir ¿sometido?

La principal amenaza para el grupo es la permanencia del conflicto armado, pues como

suelen decir los mayores “la costumbre se hace ley”.

UNA TRADICIÓN DE GUERRA

Nuestro país tiene una larga historia de guerra, que afecta las manifestaciones cultu-

rales, con eventos ya comunes, como las masacres, el despliegue de minas antipersona,

etc. El peligro y la violencia cambian la cotidianidad e influyen en la psiquis del grupo. La

tranquilidad y la rutina aprendidas durante años se pierden y con cada acto crece la zozobra.

La cultura se transforma para adaptarse a esta nueva realidad y modifica su imaginario.

Mucho más caótico es el proceso de pérdida de identidad que sufren sus integrantes, aque-

llos individuos que son desplazados a diferentes puntos geográficos del territorio nacional,

viviendo culturas extrañas en un lento proceso de deculturación;8 quienes frente al temor de

haber sido desterrados de su tierra, deben reaprender para incorporarse como agentes

activos de la nueva comunidad en un proceso de aculturación.9

UNA TRADICIÓN DE DESPLAZAMIENTO

Muchos deben iniciar de cero, escondiendo su identidad por miedo a ser desapareci-

dos ya que fueron amenazados. Otras personas, como los adolescentes del barrio Santo

8 “Deculturación: la pérdida de los elementos de la propia cultura, esto es, el empobrecimiento de una configuración o sistema cultural”.Tomado de: Jairo Muñoz, Op. cit., p. 69.9 “Aculturación: consiste en el intercambio de rasgos culturales resultante de que los grupos estén en contacto directo continuado; lospatrones culturales originales de cada uno o de ambos grupos pueden verse alterados por este contacto”. Tomado de Phillip K. Conrad,Antropología, España, McGraw-Hill, 6ª. ed., 1999, p. 64.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

Domingo Savio en Medellín, sólo olvidan y parece que sus muertos no hubieran existido

jamás. Queman sus fotografías y se deshacen de sus objetos. Al desplazar una familia, se

desplaza también la cultura, se pierde el tejido social del grupo construido por años y se

inserta en los centros geográficos deshabitados a causa de la violencia, nuevas costumbres,

nuevas economías —como en nuestro caso, el narcotráfico— que genera un nuevo orden

de intereses.

DIVERSIDAD GEOGRÁFICA, DIVERSIDAD CULTURAL

Nuestra diversidad geográfica se expresa en la pluralidad de culturas. Esto, lejos de

ser una desventaja, constituye una fortaleza frente a un intercambio cultural acelerado,

como el que plantea la aldea global. Para este intercambio es necesario afianzar nuestra

identidad de manera que sea posible establecer un diálogo entre iguales.

Nuestra riqueza pluricultural, basada en la relación economía-cultura y expresada en

la identidad, permite pensar en lograr establecer un intercambio cultural con el mundo.

Si pensamos en nuestro país con dos mares de gran potencial pesquero, ubicados

geográficamente dentro de la línea del Ecuador, por ubicación y recursos naturales somos

“la mejor esquina de América”. Imaginemos, por ejemplo, la Costa Atlántica con tempera-

turas entre 27º y 35ºC, un mar inmenso que permite a sus habitantes mirar el futuro con

mayor amplitud, se escucha el viento pasar entre las palmeras y transportar el sonido de su

música, tamboras y gaitas elaboradas de los tallos gruesos de la caña, que se expresa en un

vallenato, cantando historias y gestas de hombres populares que representan sus hazañas,

sus valores y sus sueños, todos ellos transmitidos como leyendas a través de su acordeón, en

el eco de la caja tumbadora y la guacharaca en madera o metal.

Esta visión de desarrollo se ve empañada en los departamentos de Cesar, Guajira,

Magdalena, Sucre, Atlántico, parte de Bolívar y Córdoba, porque también allí hay

campos secos y desiertos por la ausencia de la labor del campesino, del animal de tiro.

El desplazamiento transforma las tradiciones en cantos de desesperanza, historias

truncadas, futuro incierto, culturas desplazadas. Entonces oímos más lejanos los can-

tos de compositores y grupos musicales que cantan a su tradición y a su cultura, como las

orquestas de Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Clímaco Sarmiento, Los Corraleros de

Majagual, Pedro Laza y sus Pelayeros, los Hermanos Zuleta, Diomedes Díaz, El

Binomio de Oro, etc.

Existe sobre los desplazados una violencia que parece haberse quedado anclada; su cultura

está intervenida por diversos grupos al margen de la ley, que dicen representar a los campe-

sinos, se entremeten en el tejido social del grupo y deciden por él; establecen impuestos de

seguridad —la llamada vacuna, dinero acordado por el cobrador que vende seguridad—;

30

Universidad, cultura y sociedad

se interviene el campo con la imposición de nuevos cultivos, y las regiones con un desarro-

llo falso por el lavado de dinero; se interviene el lenguaje con frases pegajosas como “lo

voy a matar de la alegría”; se interviene la vida privada y el desarrollo de la libre personali-

dad: basta recordar cómo, a finales de la década del noventa, los grupos armados ilegales

establecieron que las jóvenes en las comunas de Medellín no debían utilizar los jeans

descaderados.

Los que no acatan las órdenes de estos grupos organizados son entonces desplaza-

dos hacia los cascos urbanos, una gran cantidad de sus integrantes son mujeres que

arrastran su desplazamiento, dejando en sus campos al padre de sus hijos o a sus herma-

nos; unos enterrados en fosas comunes, otros todavía jugando al hombre de la guerra.

Esto lo expresan cuando hablan de la incertidumbre del futuro, la impotencia como la

fuerza que acalla la palabra.

La violencia, que hace más de cuarenta años interviene el campo y la ciudad, hoy está

creando una nueva cultura. Ese sol que calienta nuestra geografía es opacado por una

nube oscura, que disuelve nuestros valores en la “nada”, como aquella de la cual habla

Michael Ende en La historia interminable, ese ser terrible que desaparece todo cuanto toca,

la guerra se transforma en esa nada que persigue como ser tanático devorando la cultu-

ra, devorando los sueños del grupo.

LA EXPRESIÓN DE LA IDENTIDAD

Expresar autenticidad en la cultura significa reconocer lo propio, la diversidad. Un ejem-

plo de ello se observa en la vitalidad del litoral Pacífico. Los trajes que usan las mujeres en las

fiestas recrean historias y leyendas en figuras míticas que con colores dorados aluden a la

alegría y la religiosidad de su cultura y se entremezclan en el sistema religioso dominante en

fiestas como la Semana Santa y Navidad, durante las cuales en cada población sus habitantes

se reúnen a compartir por varios días; pero también en las fiestas profanas —Fiestas de San

Martín y de San Pacho— donde los tambores llaman al bullerengue estableciendo un puente

de unión umbilical con aquel pasado en el continente africano que un día perdieron al ser

esclavizados. Estos sonidos invitan a cuantos escuchan a recrear su cultura, mientras que los

tonos de instrumentos como tambores, tumbadoras y bongós, hechos con troncos de los

árboles y ramas de palma propios del medio, demuestran la unión naturaleza-cultura. Esta

unión se refleja también en la danza del mapalé, ritmo autóctono que es bailado en grupos

de pareja hombre-mujer entrelazados, acompañado de movimientos sensuales que permi-

ten apreciar la agilidad y el ritmo de los cuerpos de los bailarines; su danza, una provocación

de naturaleza y exuberancia, nos transporta al recuerdo de cuentos de sirenas envueltos en

olores de pescado y ñame y de arenas ardientes testigos de amores eternos tras los adioses

de un barco.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

La cultura interactúa con la economía cuando estimula la creatividad frente a la necesi-

dad de sobrevivir, y genera un producto cultural propio que responde a intereses colecti-

vos. Las fiestas populares son una muestra de esta unión, representan el sentir de la colecti-

vidad y recrean no sólo la cultura con nuevas formas, sino que alimentan la economía y

reafirman la identidad. La feria más popular de la región Pacífica, la fiesta de Cali del 26 de

diciembre al 4 de enero, representa esta combinación entre lo autóctono y lo que el grupo

ofrece a otros para su intercambio: se exporta la cultura; allí se citan los mejores bailarines

de salsa, expositores de equinos, se llevan a cabo ferias artesanales y una feria taurina; ade-

más, festivales relacionados, como el Festival Nacional de Intérpretes de la Canción “Mono

Núñez” que se realiza en Ginebra Valle, dando cuenta de una proyección de Cali y del Valle

del Cauca al mundo.

A diferencia de las costas, que gozan de una mayor apertura originada por el intercam-

bio constante con otras culturas que llegan al puerto, las montañas forman un carácter

reservado, si bien más fuerte, resultado de un esfuerzo físico e intelectual por dominar la

geografía agreste. De este modo, una mirada más introspectiva exhiben las culturas de

Santander, Norte de Santander, Antioquia y Cundinamarca, culturas interpretadas al son de

guitarras y tiples que, entre géneros de guabinas y torbellinos, expresan sus valores sobre la

familia, la tierra y la iglesia. En el departamento de Antioquia, por ejemplo, una muestra de

lo más popular y autóctono es la trova paisa, duelo de palabras donde el antioqueño de-

muestra su astucia y picardía; este ejercicio consiste en un intercambio de frases en rima

acompañadas de guitarras y se hace en compañía de dos o más participantes. Gana el que

tenga mayor creatividad.

Esta geografía quebrada ha fomentado el valor del trabajo como principio cultural, el

carácter emprendedor en la industria destacada en fiestas regionales como la Feria de las

Flores, en agosto, y Colombia Moda, en el mes de septiembre. Se expresan allí el ingenio y

la creatividad antioqueños.

Pero, al igual que en todas las zonas geográficas del país, la violencia azota esta deci-

sión de participación; basta recordar, por ejemplo, el genocidio de Bojayá, Chocó, nefas-

to y cruel a todas luces, el cual es utilizado políticamente para conseguir apoyos econó-

micos en todo el mundo para la guerra en Colombia. De ahí también la indignación de

que se piense que es más importante la inclusión o no inclusión de un grupo armado —

de acciones condenables, no cabe duda—, en la lista de grupos terroristas elaborada por

la Unión Europea que el hecho violento mismo. Eso desvirtúa el verdadero problema, la

guerra, pues causa cada vez más desplazados y miseria, transforma la cultura y los ideales de

las instituciones colombianas modificando las leyes, como la diferencia en la aplicación de la

Ley entre establecidos y excluidos; se aplican sentencias cortas a grupos e individuos que se

32

Universidad, cultura y sociedad

adhieran al “desarme”, y sus delitos de lesa humanidad se condenan con penas cortas —de

tres años—. Con ello se perpetúa el problema, pues no se exige la restitución de lo arreba-

tado y no se restablece el equilibrio económico de la región y de sus habitantes, quienes

permanecen excluidos.

Se quedan por fuera muchos más elementos que apoyarían lo esbozado por Harris

en el proceso de supervivencia y adaptación cultural del medio. La superioridad y efec-

tividad de las tradiciones y saberes de un grupo se manifiestan en su capacidad de pro-

longarse en el tiempo. Nuestro objetivo como colectividad es acertar en estas modifica-

ciones, lograr que sean las que el grupo necesita para un desarrollo sostenible; este

propósito sugiere una orientación de la cultura, desde la autorreflexión.

LA IDENTIDAD PROPUESTA DESDE FERNANDO GONZÁLEZ

Como esfuerzo individual que se verá reflejado en el grupo, propongo realizar una

reflexión en términos gonzalianos, es decir, volverse sobre sí dos veces, repensar la

relación que establece la economía y la identidad de nuestro país, de cómo se está pro-

yectando esta relación que produce cultura; de cómo ésta es afectada por una guerra que

perdura en el tiempo, con más énfasis en los últimos cuarenta años, y reflexionar sobre

la pérdida de identidad que sufren nuestros jóvenes al imitar estilos de vida que no

responden a su realidad y necesidades, que motivados por la sociedad de consumo se

violentan a sí mismos por vivir otras vidas, otras culturas. Nuestros jóvenes no se acep-

tan en su contextura propia de raíces indígenas, y esta negación ha conducido a que se

generalice como una necesidad actual la cirugía plástica, demanda del mercado moder-

no que incentiva un modelo femenino que obliga a modificar los hábitos alimenticios, y

llega a provocar entre nuestras jóvenes problemas como la bulimia y la anorexia, por

ejemplo.

Permitámonos hoy proponer desde cada acto individual la construcción de un presente

que asegure el futuro de la colectividad. El presente nos propone hoy el reto de la “aldea

global”, un intercambio cultural acelerado, un intercambio económico abierto. Este proce-

so no es nuevo para ninguna cultura del planeta, siempre ha existido el movimiento de

saberes y de opiniones, de tecnología y materia prima. Dicho proceso permite ampliar la

mirada a nuevos retos y mejorar la calidad de vida. El país que habitamos y vemos morir

tras las balas y secuestros posee dentro de su diversidad geográfica y cultural, el conoci-

miento que nos hace únicos, diversos con elementos propios con los cuales podemos

establecer un diálogo bidireccional, como el que se da en el Carnaval de Barranquilla, pro-

clamado “bien inmaterial de la humanidad”. La identidad cultural nos hace parte del grupo,

nos invita a participar en la construcción de la historia. Fernando González Ochoa, el filóso-

fo de Otraparte, en su constante viaje por la vida; tanto físico por la geografía colombiana,

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

como filosófico, desde su Viaje a pie, nos contagia del deseo de recorrer la geografía co-

lombiana, viajar a su interior, disfrutar de la diversidad cultural, expresada en sus habitantes

y sus saberes, y con ellos realizar un viaje a nuestro interior, a nuestra postura ética y estética,

a nuestro grado de participación y compromiso en el presente.

Es preciso prepararnos para el intercambio global y para esto es requisito obligatorio

descubrir el “gran mulato”, ese sueño americano de sentirnos orgullosos de nuestra

cultura, mezcla de razas y fortaleza en el espíritu. Nuestra diversidad constituye nuestra

riqueza. Es necesario dejar de ver la diferencia desde el concepto maniqueo de bueno y

malo, clasificar al “otro” subjetivamente entre estos parámetros, y juzgar cada acto con

intolerancia. Debemos entender la cultura en palabras de González cuando afirma que “la

cultura consiste en métodos o disciplinas para encontrarse o auto-expresarse […] el objeti-

vo de la vida es que el individuo se auto-exprese. La tierra es teatro para la expresión

humana; el hombre es cómico; la vida es representación”.10

Hemos mirado a lo largo de estos últimos años en la historia de Colombia al

“otro” como el diferente, ese que se plasma en el rostro de mi vecino, mi compañe-

ro de trabajo. En cada uno de ellos, que también difieren de mi pensamiento, vemos

al otro, al que por intolerancia, y como producto de una cultura que ya casi se

acostumbra a la violencia, y que domina por medio del temor a todo el que piensa

diferente, lo transformamos en enemigo, señalado muchas veces a priori, discrimi-

nado y macartizado, en muchos casos tomando la justicia por mano propia. En

conclusión, se ilegitima la democracia, el convenio explícito de construcción con-

junta, el sueño de una cultura auténtica que responda a las necesidades de supervi-

vencia y recreación de sus habitantes.

Mirar nuestra cultura y revisarla es mirar al otro, ocuparse de las cosas de los otros,

sus normas, símbolos, sentidos y modos de pensar y actuar. Ésta, sin duda, ha sido tarea

preponderante de la antropología. Durante muchos años, numerosos etnólogos han

viajado a los rincones más apartados del planeta para documentarse sobre culturas le-

gendarias, para describir a otros hombres y mujeres diversos. Hoy la antropología con-

temporánea se pregunta ¿acaso el otro, que hemos observado y estudiado, ha sido real-

mente Otro?”

En esos estudios sobre culturas diversas, de un otro cualquiera, en el fondo subyace una

comparación tácita con la cultura del estudioso. Es del yo que habla quien investiga, más que

del otro. Recordamos en este punto a Evans Pritchard,11

quien explica que los antropólogos,

en su intento por traducir una cultura al lenguaje científico, sólo consiguen traducir patrones

culturales, no logran plasmar por completo la realidad de una comunidad ni sus relaciones.

10 Fernando González Ochoa, Los negroides, Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, 1995, pp. 18-19.11 E.E. Evans-Pritchard —1902-1973—, “Antropología social: presente y pasado”, en: Paul Bohannan y Mark Glaser, ed.,Antropología. Lecturas, Madrid, McGraw-Hill, 1993.

34

Universidad, cultura y sociedad

Por otra parte, Robert Darnton, en conversación con Pierre Bourdieu y Roger Chartier,12

sostiene que la verdadera pregunta sería: “¿cómo pensar el mundo simbólico del otro?” Es

casi como preguntarse: cómo ser el otro. Resolver esta pregunta representa la superación de

la mera comprensión del otro en “mis términos”. Es decir precisamente conseguir ser el

otro y permitir que sea su lenguaje el que lo explique. No una simple traducción de su cultura

en los términos impuestos por otro dominante.

El intercambio de visiones sobre el mundo facilita una mirada holística exenta de

prejuicios, es necesario experimentarlas al asistir a sus manifestaciones culturales y esta-

blecer vínculos con ese “otro”. Es importante el intercambio, porque al salir de la comu-

nidad a la que se pertenece y que lo constituye esencialmente, el participante percibe los

cambios, las transposiciones de valores, usos y costumbres, modos de comunicarse, etc.,

y se ve obligado a hacer el esfuerzo por despegarse de aquellos que le son familiares. Al

salirse de la rutina puede ver lo escondido. Sucede como cuando se inicia el aprendizaje

de una lengua diferente a la materna, que a medida que uno se interna en su estudio va

entendiendo también la estructura y la lógica de la propia.

LA ALDEA GLOBAL: UN RETO A LA IDENTIDAD

El reto de la aldea global nos propone participar, pero debemos preguntarnos en este

punto ¿cómo vamos a participar?, ¿en qué condiciones está dado este diálogo?, ¿cuál es

nuestra propuesta cultural para establecer un intercambio cultural?, ¿será un diálogo entre

iguales, o quizás será una relación continua de inferioridad?

Leer nuestra historia y aprender de ella en un esfuerzo de autorreflexión es lograr

entender que nuestro presente es consecuencia de hechos olvidados, minimizados, aún

no resueltos. Uno de los mayores problemas que sufre nuestra cultura —cita González—

es decir que

[…] cada pueblo sufre el complejo de ilegitimidad respecto de los que le precedieron en la

manifestación de la individualidad, […] En cuanto negros, somos esclavos, propiedades de

europeos, fuimos prostituidos. En cuanto indios, fuimos descubiertos, convertidos; discutie-

ron si teníamos alma; rompieron nuestros dioses; nos prostituyeron moral, religiosa y cientí-

ficamente. En cuanto españoles, somos criollos, sin poder probar la fuerza de sangre. Lo

peor, que somos mezcla de las tres sangres; ocultamos como un pecado a nuestros ascen-

dientes negros e indios. Somos seres que se avergüenzan de sus madres, o sea somos los

seres más despreciables que pueda haber en el mundo. En realidad, tal mezcla es un bien;

pero en la conciencia tenemos la sensación de pecado. Vivimos, obramos, sentimos el

complejo de ilegitimidad […] Mientras simule, será inferior. La grandeza nuestra llegará el

día en que aceptemos con inocencia (orgullo) nuestro propio ser. El día en que, mediante la

12 Documento “Diálogo a propósito de la historia cultural. Conversación entre Pierre Bourdieu, Roger Chartier y Robert Darnton, apropósito del libro de éste, titulado: The great cat massacre and other episodes in French cultural history», Nueva York, Basic Books, 1999.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

cultura practicada en esta Universidad, el grancolombiano manifieste su individualidad

mulata desfachatadamente; ese día habrá algo nuevo en la tierra, habrá un aporte nuevo al

haber humano.13

Este proceso de autorreflexión debe basarse además en el aprendizaje de saberes ya

dominados, incentivar en cada individuo la participación, transformación y adaptación

de nuevos conocimientos para recrear la propia cultura. La propuesta consiste entonces

en no perder el sueño conjunto de concebir en lo colectivo la reproducción cultural, y

encontrar en ella el sello de identidad que la diferencia dentro de la aldea global y le

permite incorporarse al lenguaje universal a partir de ofrecer como alternativa esta dife-

rencia.

Se escribe la historia para conocerla, para corregir y aprender de los errores, buscando

mejorar las conductas y hechos posteriores. Hoy estamos alejados de esa historia, descono-

cida para unos y manejada por otros que justifican intereses particulares; no somos dueños

de nuestra realidad, no somos constructores de nuestro presente, se olvidan pronto los

hechos por la novedad e impacto emocional de lo nuevo que, pocas veces, está

contextualizado. Ignorar la realidad, ya sea en forma consciente o inconsciente, permite a

cada individuo sobrevivir en un presente que lo agobia.

Es la nada la que convierte a los habitantes de este país que recorremos en seres que

no recuerdan su historia, que no les interesa conocerla y mucho menos participar de ella;

buscan sobrevivir y toman para ello diariamente la dosis de indiferencia, soñando tal vez

que la nada no tocará a su puerta, o quizás para cuando lo haga recordarán el poema de

Bertolt Brecht: “Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo

no soy comunista, en seguida detuvieron a los obreros, pero no me importó porque no soy

obrero, después apresaron a los curas, pero no me importó porque no soy religioso, ahora

me llevan a mí y es demasiado tarde”.

13 F. González O. Op. cit., pp. 96-97.

36

Universidad, cultura y sociedad

BIBLIOGRAFÍA

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Tentori, Tullio, Antropología cultural, Barcelona, Editorial Herder, 1981.

37

C O N F E R E N C I A T R E S

Industrias culturales

en Urabá

Una mirada desde la

experiencia de la

Corporación de Arte y

Recreación Camaleón

de Urabá

María Victoria Suaza Gómez*

*Artista y pedagoga, directora de la Corporación Camaleón de Urabá

III

39

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

El arte tiene como tarea fundamental evidenciar el paso del hombre por el mundo. En

esta acción se entrecruzan intereses sociales; el artista con su instinto creador y su sensibilidad

para mirar el mundo se involucra con los cambios del entorno circundante, de tal modo

que el arte es un pilar en la transformación de la sociedad. Actualmente el mundo globalizado

y el capitalismo despiadado nos plantean un problema no sólo desde lo económico, sino

también desde lo social y es ahí precisamente donde adquieren un nuevo significado ele-

mentos como la identidad y el sentido de pertenencia.

En Urabá nos encontramos con unos artistas enamorados de su tierra y de su folclor,

artistas que han entendido el arte como un talento innato que se comparte con sus comu-

nidades. Por muchos años en Urabá, los artistas han permanecido a la sombra de adminis-

traciones públicas que, en el mejor de los casos, les ofrecen espacios para desarrollar sus

actividades y un escaso recurso económico y, como contraprestación, los convierten en ban-

deras de sus programas. En el peor de los casos, los han reducido a animadores y recreacionistas

de sus fiestas privadas y payasos de sus campañas políticas. Esto, sumado a otros factores que

no mencionaré en esta ocasión, ha contribuido a degradar este gremio, y lo ha conducido

equivocadamente a adoptar como propias las peleas y contiendas políticas, con la esperanza

de cuidar, como dicen algunos, la cucharita.

El acelerado crecimiento de la región y la aparición de nuevas propuestas culturales y

artísticas, así como la influencia de la dinámica cultural de las ciudades capitales, primor-

dialmente Medellín, han obligado a los artistas del Urabá a repensar su oficio. Además,

aunque las condiciones económicas de una región que no conoce la cultura del pago por

el arte los han obligado a continuar alternando su vocación con sus tareas como el

trabajo en las plantaciones bananeras y otros oficios propios de la región, se percibe un

gremio (si bien aún no establecido) comprometido con el arte.

Desde hace algunos años ya se venían dando cambios importantes en el pensamiento de

40

Universidad, cultura y sociedad

los cultores y artistas de la región. El resultado fue un proceso de jóvenes artistas, que

incluyó la elaboración de propuestas para hacer del arte, además de un oficio digno y

remunerado, una propuesta social de impacto para la región. Ya se han hecho pruebas

importantes, algunas exitosas, que se han quedado en el tiempo.

En el 2001 nació la Corporación Camaleón de Urabá como una estrategia comunita-

ria que brindaba, por medio del arte, herramientas para el trabajo con las comunidades.

Con las bases del teatro se conformó un grupo de jóvenes en torno a la pantomima, los

títeres, la recreación y las artes escénicas. Fue con ella que comenzamos a hablar de gestión,

entendida como organización. Comenzamos a ofrecer este trabajo a entidades y empresas, y

en el 2001 con los compañeros que orientaban el trabajo de juventud planteamos en po-

nencia pública trabajar el arte y la cultura como oportunidad empresarial para los jóvenes

en Apartadó. Con los cambios de gobierno desafortunadamente esta propuesta perdió la

continuidad necesaria para lograr nuestros objetivos; sin embargo logramos plantear la

inquietud y avanzar en la consolidación de Camaleón de Urabá, de modo que desde enton-

ces no sólo funcionaba como escuela para los jóvenes, sino también como opción para

algunos empresarios del campo bananero que miraron con buenos ojos la idea de apoyar

el talento regional.

A la fecha y con todo lo que ha significado romper viejos paradigmas en este camino

de encuentros y también de desencuentros, hemos logrado claridad frente a varios as-

pectos:

• Es necesario tener un trabajo de calidad que nos permita acceder a un mercado.

• Es necesario avanzar en una pedagogía basada en procesos participativos y de

autogestión.

• El arte y la cultura deben generar sentido crítico y permitirnos adoptar posiciones ante la

realidad.

• En Urabá hay gran talento de exportación, pero debemos avanzar en procesos

organizativos.

• Es urgente consolidar un gremio regional de artistas.

• Es urgente integrar educación y cultura, pues si bien se han hecho intentos, todavía

no existe ninguna universidad que contemple el programa de artes con seriedad en la

región.

Camaleón de Urabá sigue articulando esfuerzos con instituciones públicas y priva-

das para acercarnos a los objetivos propuestos. Hemos entendido además que la cua-

lificación permanente mediante procesos de formación y su integración a nuestra idea

de sociedad puede ser la clave mágica para llevarnos a construir en Urabá una sociedad

más justa, equitativa y por lo tanto más abierta para posibilitar una sana convivencia y

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

relaciones más armónicas en nuestra región. De igual modo, dignificar la vida de los

jóvenes artistas a través de un modelo pedagógico que además tenga las características

de un proyecto productivo es el reto de la Corporación Camaleón de Urabá.

INDUSTRIAS CULTURALES: AMENAZA U OPORTUNIDAD

El convenio Andrés Bello define tres tipos de actividades económicas dentro del

sector cultural:

• Actividades ligadas con la producción del sector público.

• Actividades indirectas estrechamente ligadas a las anteriores (uso y difusión, creacio-

nes culturales como la impresión).

• Principales insumos y vehículos de transmisión de las actividades anteriores.

Más específicamente, un estudio de la Universidad de los Andes y el Ministerio de

Cultura, dirigido a para determinar el crecimiento de las industrias creativas en Colom-

bia, las divide en los siguientes subsectores:

• arquitectura

• arte

• artes escénicas

• artesanías

• cine y video

• diseño de interfaz

• diseño de moda

• diseño gráfico

• diseño textil

Una de las debilidades de Urabá para asumir las industrias culturales como una oportu-

nidad es precisamente la educación de los artistas. El artista de hoy debe ser un profesional

formado en escuelas y universidades; aunque la posesión de un título no expresa las posibi-

lidades artísticas de un creador, sí marca una diferencia. A la luz de la oferta de formación

en nuestro medio, se nos plantea el arte desde dos perspectivas: las bellas artes o el folclor.

Por otro lado, entendemos que el arte como oficio se rige por principios económi-

cos, y no olvidamos que si bien su producto no es una mercancía ordinaria, está sujeto

a las leyes del mercado. Por lo tanto, los artistas debemos reflexionar siempre sobre

nuestro quehacer social; para producir arte se requiere entender la historia y proyectarse

en el tiempo. Así, debemos asumir que nuestra producción está determinada por los

principios de la oferta y la demanda, el comportamiento y el consumo culturales, y se

inscribe en la categoría de los bienes culturales. Como tal, son bienes de consumo que

vehiculan ideas, valores simbólicos y formas de vida. Se incluyen aquí libros, revistas,

productos de multimedia, grabaciones de películas, videos, artesanías, etc. Su

comercialización está marcada por las limitaciones cuantitativas.

La gestión de tales producciones debe tener en cuenta también una infraestructura,

• fotografía

• libros, folletos, revistas, periódicos.

• música

• patrimonio

• publicidad

• televisión y radio

42

Universidad, cultura y sociedad

una organización, las políticas culturales vigentes, un portafolio de servicios, un presupuesto

para la producción basada en proyectos, y otros recursos necesarios. La suma de esto

genera una industria. Para ello, debemos plantear una organización que se enfoque hacia un

mercado específico: local, regional, nacional o internacional. En medio de esto no pode-

mos olvidar que a Urabá se le presentan cambios importantes, retos deseados o impuestos

por un estrepitoso “progreso” que no va a la par con la realidad social de la región. Algunas

circunstancias que han limitado la actividad cultural en Apartadó, mencionadas en el Plan

Decenal de Cultura del 2001, son:

• La violencia, tanto presente como en la forma de secuelas de la guerra vivida en nues-

tra región, que no deja a los jóvenes otra opción que enrolarse en grupos armados de

diferente índole.

• La indiferencia de la comunidad y de las entidades a cargo limitan la posibilidad de hacer

del arte una industria y un proyecto económico para los jóvenes en Urabá.

• La ausencia de universidades en la región para profesionalizarse en el ejercicio del arte.

• El monopolio de las casas de la cultura por los gobiernos de turno.

• La carencia de espacios y opciones para los jóvenes en su tiempo libre.

• La ausencia de políticas culturales claras y de un consejo municipal de cultura.

• La distancia del centro del departamento, que dificulta el avance tecnológico y por

tanto la comunicación y la información.

Revisando lo anterior, podemos concluir que es necesario trabajar conjuntamente

desde diferentes instancias para elevar la categoría de los productos artísticos y culturales.

Al hablar de instancias, me refiero a los organismos públicos y privados; ésta es una tarea

y un compromiso no sólo con la región, cuna de grandes talentos, embajadores culturales

de nuestro país en el mundo entero. Debemos trabajar juntos por crear políticas claras

que contribuyan a que menos artistas, cultores y artesanos tengan que salir de su tierra para

ver valorada su actividad. Así mismo, no podemos olvidar que las oportunidades que

plantea la construcción de industrias culturales exigen preparación. Esto implica un cambio

de actitud frente a nuestro oficio: indagar, conocer, estudiar, mantenernos actualizados y,

por supuesto, iniciar un proceso de organización desde nuestras iniciativas culturales.

Lo anterior nos demanda otras tareas adicionales:

• Entender el campo en el que nos movemos sin alejarnos de nuestra identidad y de la

realidad de nuestro contexto.

• Identificar el sector cultural: quiénes forman parte de él, cuáles son los obstáculos,

cuáles son las ventajas.

• Apropiarnos de la lógica cultural que se manifiesta de la siguiente manera:

-de la representación a la creación: profesión;

-de la celebración al espectáculo: público;

-de la homogeneidad a la multiculturalidad: legislación.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

En el campo de la legislación es importante conocer la Ley General de Cultura, la

Constitución Política, el Programa Nacional de Concertación. Éstas y otras marcan una ruta

de acción para nuestro oficio.

PARTICIPACIÓN EN EVENTOS CULTURALES COMUNITARIOS:

El grupo Camaleón Títeres y Teatro de Urabá ha participado en diferentes espacios

como:

• Apoyo artístico a las campañas de Apartadó Civismo la verdadera Urabá, 2002

• Apoyo artístico a la campaña de cultura ciudadana de la administración municipal, 2002

y 2003

• Fiestas del río, Mutatá, 2002 y 2003-2006

• En el séptimo Encuentro Nacional Comunitario de Arte Joven, Medellín, 2002

• Fiestas del coco, Necoclí, 2003

• Ganador V Festival Municipal de Teatro, 2002 - 2003

• Urabá en el tercer milenio, encuentro comercial, 2002

• Mes de la solidaridad, Cordesu Apartadó, 2002 - 2003 - 2004

• Colombia en el planeta, 2002 - 2003

• Festiarte Triganá, Turbo, 2003

• Urabá en el planeta, 2002 - 2003 - 2004 - 2005

• Festival del truequiando, Apartadó, 2002

• Lanzamiento del proyecto de Mana, Carepa y Apartadó, 2003

• Urabá vibra en Medellín, Medellín, 2002 y 2004 - 2006

• Agroexpo, Bogotá, 2003

• I encuentro departamental de artes escénicas: Laboratorio teatral, San Carlos, Antioquia,

2003

• Festival internacional de mimos Mímame, Medellín, 2003

• Titirifestival, Medellín, 2003 y 2004 - 2005 (ganador con la obra Tierra del Sol)

• Encuentro regional de danzas folclóricas, Apartadó, 2002, 2003 y 2004-2005

• Celebración día del niño, la niña y la recreación, 2005

• Jornadas de salud ocupacional Prosalud, 2005

• Feria del libro Apartadó, 2005

• Celebración de las familias afrodescendientes Comfama, 2005

• Encuentro comunitario de teatro, Medellín, 2005

• Encuentro comunitario de teatro y títeres región de Urabá, 2005

• Proyecto vigías de paz, Bogotá y Villa de Leiva, 2005

• Acompañamiento artístico a los encuentros culturales de la comunal San Jorge, orga-

nizadas por Corbanacol y el BID, 2004 - 2005

• Elaboración de mapa de riesgos en Urabá, proyecto articulado con la OIM, 2005

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Universidad, cultura y sociedad

• Festival regional de teatro San Juan, 2005 (obra ganadora)

• Expo comercial, 2005

• Feria Artística El Cruce, Bogotá, 2005

• Navidad en familia, Apartadó, 2005

• Participación en el festival Movida Joven, Cundinamarca, 2006

• Urabá Vibra en Medellín, 2006

• Laboratorio Teatral San Carlos, 2006

• Festival de Teatro del Oriente Antioqueño

• Cofraternidad Amazónica en Amazonas, 2006

• Festival de Títeres, Cartagena, 2006

• Cruce artístico Vigías de Paz, Bogotá, 2006

• Jornada de intercambio de saberes Artísticos, San Andrés Islas, 2006

• Feria del emprendimiento Sena, 2006

• Navidarte, 2006

VALORES INSTITUCIONALES:

• Trabajo continuo con la comunidad

• Promoción y fomento de los valores artísticos de la comunidad

• Promoción de espacios de convivencia pacífica y tolerancia

• Respeto por la diferencia

• Amor

• Dignidad

OBJETIVOS CORPORATIVOS

• Formación integral de niños(as) y jóvenes a través del arte y la cultura

• Promoción de la identidad y la idiosincrasia de la región de Urabá

• Contribución directa a una mejor calidad de vida de los participantes del proyecto y,

de forma indirecta, a la de sus familias y la comunidad en general

• Trabajo permanente en la proyección de las diferentes disciplinas artísticas

• Desarrollo, mediante la investigación y la capacitación, de las metodologías adecuadas

para la enseñanza y la práctica de la recreación y las artes.

CARACTERÍSTICAS DE LA ORGANIZACIÓN

Tipo: Organización cultural comunitaria

Ámbito territorial: Serranía, Comuna 4, municipio de Apartadó, Antioquia, Colombia.

COMPONENTES

Programas para el cumplimiento de nuestra misión:

• Coordinación interinstitucional para la gestión cultural

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

• Proyección y cualificación de grupos artísticos de la región

• Asesoría y asistencia en la ejecución de proyectos e iniciativas culturales y artísticas

• Acompañamiento académico e integral al semillero infantil y juvenil

• Desarrollo socio-cultural: con el objetivo de cualificar y mejorar nuestras condiciones

de vida en comunidad, se trabaja en los proyectos:

• Vacacionarte: la calle como un lugar que convoca para el encuentro con los otros, toma

lúdica donde se intercambian conocimientos en la interlocución de jóvenes, niños(as) y

adultos mayores en un encuentro de vida y esperanza.

• Cultura ciudadana: generar actitudes positivas mediante la sensibilización con el entorno y

con los demás para consolidar una sociedad más armoniosa y justa para todos(as).

• Chocolarte: recuperar la memoria cultural es un acto de amor por lo que somos y hace-

mos. Pone en un chocolate el pretexto para reconstruir valores de identidad y pertenencia

en la interlocución con adultos mayores.

SUEÑOS QUE SE HAN HECHO REALIDAD: ALIANZAS Y COMUNICACIÓN

EN RED CON OTRAS ORGANIZACIONES DE NUESTRO MUNICIPIO Y EL

DEPARTAMENTO

• Titirifestival: Articulación Manicomio de Muñecos, trabajo en red con Colombiatíteres.

Primer festival regional de títeres en el 2004, con una amplia convocatoria y más de

cuatro mil espectadores.

• Día Internacional del Teatro: articulación con otros grupos y organizaciones culturales de

la región. A la fecha hemos realizado tres versiones de este evento, de los cuales el de

mayor acogida fue el del 2005; no sólo por los grupos artísticos que se presentaron, sino

también por la asistencia masiva de la comunidad.

• Urabá en el planeta: municipios del eje bananero, Fundauniban y el departamento, a través

de la gobernación. En la actualidad, el proyecto cobija a 110 jóvenes en la región de

Urabá, entre quienes se evidencia el liderazgo de los integrantes de la corporación Cama-

león.

• Red de teatro en comunidad: organización nacional que busca cualificar y apoyar el traba-

jo en red. En el 2005 se realizó el primer encuentro comunitario de teatro y títeres región

de Urabá, con la participación de grupos de Argentina y Cuba, alternando con grupos

nacionales y regionales. Para este evento la corporación Camaleón contó con el apoyo de

otras instituciones culturales, como la corporación Cuarto Creciente, de Turbo.

• Proyecto CIFAC (Centro de Iniciación y Formación Artística y Cultural): por medio del

arte busca promover procesos de ciudadanía y crecimiento humano. Funciona como

escuela itinerante en los municipios de Chigorodó, Carepa, Turbo y Apartadó. Es patro-

cinado por la fundación social de Banacol, Corbanacol. A la fecha hay 174 jóvenes bene-

ficiados directamente por el proyecto.

• Proyecto Vigías de Paz: en articulación con la Universidad Nacional de Colombia y con

46

Universidad, cultura y sociedad

Camaleón como coordinador en la región, hemos logrado hacer del arte una estrategia

de paz y convivencia, y contribuir a la creación de corporaciones y entidades culturales,

como es el caso de Múcura en Chigorodó y Cuarto Creciente de Turbo, entidades que

conocemos con el nombre de nichos.

MÓDULO 4LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

C O M O E L E M E N T O

FUNDAMENTAL DE UNA

C U L T U R A P O L Í T I C A

IV

abiertaC Á T E D R A

Universidad, cultura y sociedad

49

C O N F E R E N C I A U N O

Cultura política:

diseño de políticas

públicas bajo un

enfoque de

gobernanza

Luisa Fernanda Cano Blandón*

*Abogada Universidad de Antioquia, Especialista en Políticas Públicas de la FLACSO México

IV

51

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

INTRODUCCIÓN

Esta presentación sobre “las políticas públicas como elemento fundamental de una

cultura política” pretende hacer un breve recorrido por el concepto, presupuestos y

etapas de lo que se ha venido a denominar “gobernar por políticas públicas”. Esto se

logrará desde dos marcos conceptuales distintos: la nueva gestión pública y la nueva

gobernanza democrática. En la primera se abordará el tema de las políticas públicas y en

la segunda la gobernabilidad y la gobernanza como respuestas a la limitación de capaci-

dad y de eficacia directiva de los gobiernos.

La primera pregunta que se busca responder es ¿por qué y cuándo es pertinente un gobierno

por políticas públicas?

Históricamente, la crisis del modelo de estado social de derecho, el crecimiento des-

medido del Estado, el déficit fiscal y la falta de respuesta a la satisfacción de las necesida-

des materiales de la población por medio de los llamados derechos sociales evidenciaron

el requerimiento urgente de acotar, racionalizar y focalizar la acción gubernamental,

partiendo de una realidad económica dominada por la escasez y la limitación de poder y

de recursos. Se entendió, entonces, que cada decisión pública consume recursos políti-

cos y fiscales y representa un costo de oportunidad evidenciado en la desatención o no-

intervención en otros asuntos.

La crisis del estado social, que más podría ser considerada una crisis de los gobiernos

de turno que del modelo de estado social como tal, constituyó un llamado de atención

sobre la falta de abundancia. El remedio que propone el enfoque de políticas públicas

frente a esta carencia es la intervención gubernamental eficiente y focalizada.

Se impuso entonces la necesidad de un gobierno ilustrado, basado en la razón y

cuestionado por ella misma, siguiendo la propuesta enunciada por Harold Lasswell en

52

Universidad, cultura y sociedad

1951, que buscaba articular la ciencia a la democracia. Se buscaba que el conocimiento

fuera utilizable por los gobiernos, que la razón y no la pasión fuera la que determinara el

destino de una nación. Ello requería un riguroso seguimiento del método científico y

una separación ineludible entre la política y la administración, entre los políticos y los

burócratas técnicos. Dicha separación obedeció a que en la década del 50 el Estado

norteamericano estaba desbordado, en una crisis de ingobernabilidad.

La pregunta era ¿cómo aumentar la función inteligencia para aumentar la racionali-

dad política?; ¿cómo llegar a un gobierno dirigido por la ciencia y no por corazonadas y

prejuicios humanos? Desde la perspectiva de Lasswell ese cómo estaba determinado por

el pragmatismo y el positivismo lógico, de manera que el método más pertinente era el

cuantitativo, capaz de moldear numéricamente el comportamiento del mundo social y la

calidad de la vida política. En palabras de Merriam “a menos que se incorporen a las

operaciones de gobierno mayores dosis y niveles de ciencia, la civilización corre el peli-

gro del capricho, la ignorancia y la pasión”.1 Lo que se propone es gobernar por policy

y no por politics.

Con Lasswell inicia entonces lo que se denominó las “ciencias de las políticas públicas”,

formación intelectual interdisciplinaria que se enfocaría a la toma de decisiones sobre

políticas públicas (policy decision making). El mismo Lasswell define estas ciencias como

“el conjunto de disciplinas (economía, ciencia política, derecho) que se ocupan de expli-

car los procesos de elaboración y ejecución de las políticas, de la recopilación de datos y

de la producción e interpretaciones relevantes para los problemas de políticas en un

periodo determinado”.

En suma, es pertinente un gobierno por políticas públicas porque el estado grande,

desbordado y generalizado enfrentó de forma fallida los problemas públicos y sociales.

Ello hizo evidente la necesidad de focalizar las acciones, tecnificar los procedimientos y

ser selectivo en los destinatarios. “Aun con un gobierno pequeño, los problemas públi-

cos siguen siendo grandes, por ello lo que cuenta es la calidad de las políticas públicas

que se analizan, diseñan, deciden y desarrollan, la calidad en la formulación y gestión de

las políticas. El esfuerzo intelectual y práctico ha de centrarse en el proceso de la política,

en sus condiciones de consenso, corrección y factibilidad”.2

POLÍTICAS PÚBLICAS BAJO EL ENFOQUE DE LA NUEVA GESTIÓN PÚBLICA

El enfoque de políticas públicas, con la razón y el conocimiento como garantes de la

conducción gubernamental, se vio renovado por la elaboración teórica de la nueva ges-

tión pública (NGP). Ésta hace parte de la base conceptual del nuevo institucionalismo

económico que a su vez se fundamenta en la rational choice (elección racional) y particu-

1 Luis F. Aguilar Villanueva, “Estudio introductorio”, en: El estudio de las políticas públicas, México, Miguel Ángel Porrúa, 1992, p. 452 Ibíd., p. 22.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

larmente en la public choice (elección pública). Este modelo constituye un concepto de fron-

tera entre la ciencia política y la economía, pues parte de la posibilidad e incluso de la

necesidad de trasladar el sistema de mercado a las relaciones políticas.

Igualmente se nutre de la teoría de las organizaciones, en la medida en que considera

que aquéllas son mecanismos de influencia que conducen el comportamiento individual

hacia óptimos colectivos por medio de restricciones institucionales y el poder es un

juego conflictivo y manipulable entre actores con intereses individuales y no una patolo-

gía que deba ser eliminada de las organizaciones; es decir, se supera la separación entre

política y burocracia porque partiendo de la racionalidad humana, la nueva gestión pú-

blica considera que es tiempo perdido separar lo político de lo técnico para garantizar la

eficiencia. Esto es así porque los burócratas funcionan como agentes maximizadores y

oportunistas dentro de un juego de poder inevitable. Por tal razón, la acción pertinente

es conducir dicho oportunismo hacia acciones eficientes y no intentar eliminar el poder

de las organizaciones por medio de mecanismos restrictivos.

Así, una vez comprobada en la práctica la inexistencia de una mano invisible y la

existencia de fallas de mercado, la nueva gestión pública asume que el Estado sí es

necesario para el funcionamiento del mercado, pero su intervención debe ser selectiva y

focalizada por medio de instituciones. De este modo, los dos postulados fundamentales de

la nueva gestión pública son:

Supuesto individualista de la naturaleza humana: se parte de la racionalidad del homo

economicus, según la cual el hombre económico es maximizador de sus beneficios por

naturaleza, oportunista y preocupado únicamente por su interés individual.

Derivado del supuesto anterior, la nueva gestión pública supone que el mismo egoís-

mo humano por ser parte de la naturaleza del hombre, y por tanto incorregible, puede

ser conducido por los gobiernos mediante instituciones bien diseñadas que contengan

los incentivos pertinentes y se dirijan hacia acciones colectivas cooperativas que lleven al

bienestar general, es decir, propone gobernar no a pesar del natural oportunismo huma-

no sino gracias a él.

La nueva gestión pública, entonces, propone un conjunto de reformas “desde arri-

ba”, impuestas a muchos países —particularmente a países en transición y en desarro-

llo— por organismos de financiamiento internacional, que pretenden insertar medios

para controlar, complementar o reemplazar a las disfuncionales burocracias en el des-

empeño de funciones públicas, estableciendo nuevas relaciones institucionales entre el

sector gubernamental y el privado, así como con organizaciones sociales.

54

Universidad, cultura y sociedad

Este enfoque se dirige a dos objetivos primordiales: uno, eliminar las burocracias

estatales disfuncionales controlándolas, complementándolas o reemplazándolas y dos,

aprovechar los recursos no gubernamentales para a) hacer que el Estado rinda cuen-

tas y b) complementar y quizá reemplazar al Estado en el desempeño de los fines

públicos.3

Mediante esta justificación, se introdujo un gran número de reformas que preten-

dían reducir el Estado y asignar tareas públicas a particulares o trasladar al terreno

público prácticas gerenciales del sector privado que incrementaran su eficiencia. De

este modo, el Estado cede terreno, se descarga de sus responsabilidades públicas argu-

yendo una razón que, sin duda, tiene peso: si yo Estado no gobierno bien, entonces

mejor no gobierno. Esta justificación de la actuación privada en el ámbito público se

relaciona con un modelo de gestión de “governance without government” (o gobernanza sin

gobierno) del que hablan Pierre y Peters,4 en el cual se reduce significativamente la

autoridad del gobierno como centro visible de conducción de la sociedad.

Lo importante aquí es que los problemas públicos siguen solucionándose con res-

puestas institucionales. La falta de capacidad directiva de los gobiernos se enfrenta con

instituciones, con un andamiaje de estructuras, procedimientos y competencias, con ofi-

cinas de control, límites al gasto, medición de la satisfacción de los usuarios, gestión

por resultados, entre otras instituciones que define y dirige el gobierno y que buscan

crear las condiciones para la gobernabilidad.5

Bajo este argumento, se concibe a los actores sociales como colaboradores descen-

tralizados del gobierno, lo cual reduce considerablemente los costos de transacción de

éste.6 Los actores sociales, de esta forma, resultan “útiles” para el gobierno, y así, la

estrategia de involucrar a la sociedad civil en la implementación de una política pública

se erige como un valioso recurso para los policy makers o formuladores de políticas

públicas, recurso que puede resultar altamente productivo y además reducir costos de

transacción y de operación de las intervenciones públicas.

Sin embargo, el aparato gubernamental conserva el poder de decisión política y

admite la participación social, no como un derecho de intervenir en los asuntos públi-

cos, sino como un deber ciudadano limitado a las funciones y espacios que el mismo Esta-

3 Dan Guttman, “De gobierno a gobernanza: la nueva ideología de la rendición de cuentas”, Gestión y Política Pública, México, CIDE,XIII(1), 2004, p. 19.4 Guy Peters y Jon Pierre, Governing Complex Societies. Trajectories and Scenarios, Reino Unido, Palgrave, Macmillan, 2005, p. 40.

5 El término de ingobernabilidad (ingovernability, unregierbarkeit), acuñado a mediados de los 70, fue el primero en usarse para explicar lasdificultades crecientes que padecían los gobiernos en la conducción de su sociedad y para señalar la crisis social que se perfilaba comoel desenlace probable de su debilitamiento directivo. El concepto aparece por primera vez en el famoso libro La crisis de la democracia:

reporte sobre la gobernabilidad de las democracias (1975), escrito por Huntington, Crozier y Watanuki, cuyas tesis enmarcarán en gran medidael debate posterior sobre la gobernabilidad.6 Entendidos como los costos o fricciones que resultan de la necesidad de interactuar con otros, es decir, de las relaciones deintercambio que se generan entre los agentes, los cuales — siguiendo el argumento del NIE—, mientras sean más bajos evitaráncomportamientos oportunistas y conducirán a acuerdos colectivos.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

do permite y que se aleja, por tanto, de intervenciones autónomas y decisivas de la

sociedad que vayan más allá de su rol de cooperantes del gobierno.

La nueva gestión pública no es capaz de responder quién define los resultados deseados o

los fines valorados socialmente, puesto que deja a los ciudadanos por fuera del diseño del

marco de acción institucional, y son incluidos una vez se han creado los marcos institucionales

de acción tipo semimercado, dentro de los cuales tendrá cabida algún tipo de intervención

ciudadana guiada, particularmente en la implementación de las políticas públicas.

Es cuestionable, entonces, la reducción que este argumento hace del papel de los

actores sociales al limitarlo a tareas aisladas, desaprovechando las amplias posibilidades

de interacción entre Estado y sociedad.

En suma la nueva gestión pública puede ser cuestionada básicamente por dos razo-

nes: una teórica, a saber asumir dogmáticamente que todos los seres humanos son racio-

nales, proclives al engaño, egoístas y oportunistas; que responden a maquinarias de in-

centivos de las instituciones sin considerar las excepciones a la regla, lo que hace de esta

teoría un importante elemento analítico pero en la práctica, irreal y no susceptible de

comprobación empírica. La segunda razón es de tipo práctico: la nueva gestión pública

no tiene en cuenta las diferencias culturales y políticas entre los países y pretende ser

válida a nivel universal, más por imposición externa que por pertinencia nacional.

Dadas las críticas a esta perspectiva gerencialista, en los últimos años varios autores han

pretendido retomar la democracia dentro de las prácticas gubernamentales, asumiendo que

hay procesos organizacionales, políticos y sociales para la definición de los resultados priorita-

rios o valorados por una sociedad; hablamos de un enfoque que aún está en construcción y

que se ha denominado nueva gobernanza democrática (new public governance).

POLÍTICAS PÚBLICAS BAJO EL ENFOQUE DE LA NUEVA GOBERNANZA

DEMOCRÁTICA

La marketized vision, o visión mercantilizada del Estado, se puso en ejercicio con un gran

optimismo acerca de su aplicabilidad universal, como un diseño que se ajustaría a todas las

tallas. No obstante, dicho optimismo ha ido en descenso en virtud de que los resultados de

las reformas, particularmente en los países en desarrollo, no han sido los prometidos.

Tales efectos han llevado gradualmente a una “comprensión matizada de la utilidad de los

mercados”7 dentro del funcionamiento del sector público. Así mismo, se ha advertido que

reducir el ámbito de participación ciudadana a las relaciones económicas y mercantiles con

el gobierno lesiona los derechos de los ciudadanos como sujetos políticos que se desen-

vuelven en un espacio público que les sirve de mediación con el Estado.

7 Guy Peters, Ibíd., p. 24.

56

Universidad, cultura y sociedad

Por lo anterior, se ha ido incrementando el interés por dar sentido a la acción públi-

ca y por reivindicar la participación ciudadana dentro del proceso de decisión política.

En este sentido se rechaza el mercado y argumenta a favor de mecanismos más políti-

cos, democráticos y colectivos que las preferencias individuales para enviar señales al

gobierno.

La idea fundamental detrás del enfoque de la nueva gobernanza democrática (new

public governance) es que ni los expertos de la burocracia ni los representantes políticos

cuentan con la información e incluso con las competencias necesarias para implementar

una política pública. Por lo tanto, decisiones aisladas de intercambios con la sociedad

pueden generar graves errores en las políticas públicas.8

Dos argumentos íntimamente relacionados fundamentan el enfoque de la gobernanza:

a) La restricción democrática de las intervenciones gubernamentales que exige que los acto-

res sociales sean protagonistas en el escenario público y b) La necesidad de que los

gobiernos democráticos legitimen sus acciones mediante la participación de actores no guberna-

mentales en la actividad gubernamental, puesto que en un sistema democrático la legiti-

midad no proviene de la asignación de competencias y del cumplimiento de procedi-

mientos, sino del involucramiento ciudadano en las decisiones, es decir, “no se trata de

hacer más eficiente la toma de decisiones, sino [de] subsanar un déficit democrático y

hacer más creíbles y legítimas las acciones del gobierno. En otras palabras, se trata de

hacer más intensiva la acción pública”.9

De acuerdo con Blanco y Gomà (2003), “la governance, sobre todo en sus dimensiones

participativa y de proximidad, empieza a emerger entonces como un nuevo modelo de

regulación colectiva, basado en la interacción en red entre actores públicos, asociativos,

mercantiles y comunitarios, la cual debería adaptarse mejor a un nuevo escenario carac-

terizado por crecientes incertidumbres y complejidades sociales”.

De modo que la gobernanza se entiende como un espacio potencial de profundización

democrática,10

a partir de la participación y la proximidad, características propias de la

dimensión participativa de gobernanza.11

Se relaciona con la idea de que la

implementación de las reformas del Estado, emprendidas en la década del 90 y desarro-

lladas en los años subsiguientes, no se orienta exclusivamente por la restricción impuesta

por la eficiencia, sino que la acompaña la restricción democrática, bajo el argumento de que “si

vivimos en democracia, la naturaleza y extensión de la intervención estatal dependerá

8 Guy Peters, Ibíd, p. 58, citando a Majone.9 Enrique Cabrero Mendoza, 2004, p. 18.10 Ismael Blanco y Ricard Gomà, “La crisis del modelo de gobierno tradicional: reflexiones en torno a la governance participativa y deproximidad”, Gestión y Política Pública, México, CIDE, XII(1), 2003, p. 6.11 Los autores sostienen que la dimensión participativa alude al fortalecimiento de redes pluralistas, abiertas e inclusivas, comoesquemas de regulación social; mientras la dimensión de proximidad alude al fortalecimiento de los espacios locales de gobierno y laarticulación de redes a múltiples niveles.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

naturalmente de la voluntad de los ciudadanos,” voluntad que así expresada, prepara a la

sociedad para la práctica de la democracia directa.12

La perspectiva de la gobernabilidad tiene un enfático enfoque gubernamental(ista), en

tanto supone que dotar al gobierno con las capacidades necesarias e idóneas para dirigir

su acción es condición suficiente para gobernar a la sociedad o para que la sociedad sea

gobernable. Pero no toma en consideración que para la dirección de la sociedad se

requieren ahora también las capacidades sociales (de la sociedad económica y civil),

hecho que en cambio la gobernanza recupera y destaca, por lo cual ésta se considera un

enfoque postgubernamental.

Gobernanza pone también el acento en las prácticas / acciones del gobierno más que

en sus capacidades, en el entendido de que la capacidad es una potencialidad de logro de

ciertos resultados que un gobierno con sus decisiones y acciones no necesariamente apro-

vechan a cabalidad y realizan, es decir, son las instituciones que no siempre se llevan a la

práctica. Y, por último, gobernanza revalora las capacidades de la sociedad civil y econó-

mica, cuyos recursos productivos, morales, informativos, intelectuales y tecnológicos son

fundamentales para definir con realismo y pertinencia los horizontes posibles de la con-

vivencia social y, sobre todo, para realizarlos.

En efecto, en la perspectiva conceptual y heurística de la gobernabilidad se parte del

supuesto de que la sociedad es de suyo una realidad ingobernable, carente de capacidad

directiva (autogobierno, autorregulación, autoproducción…) y que el único agente que

puede dirigir la sociedad es el gobierno, por lo que carece de sentido plantearse y resol-

ver el problema de la gobernabilidad en el plano de la sociedad, dado que en ella no se

encuentran los recursos directivos.

La gobernanza cuestiona este enfoque y afirma que el gobierno en solitario no tiene

la capacidad directiva suficiente para responder a los problemas, expectativas y modos

de vida de los sectores sociales contemporáneos. En ese momento se rompe la equiva-

lencia que espontáneamente habíamos establecido por décadas entre acción de gobier-

no (el gobernar del gobierno: governing) y acción directiva de la sociedad (governance).

Las acciones del gobierno no por ser del gobierno son gubernativas, directivas de la

sociedad.

Lo que se cuestiona al enfoque de la gobernabilidad es, en primer lugar, que da por

supuesto que de la dotación de capacidades al gobierno se sigue necesariamente que el

gobierno tome las decisiones y realice las acciones que van a desplegar al máximo las

capacidades que posee: hay que distinguir entre capacidad directiva y eficacia directiva,

12 Luiz Bresser Pereira, “Prólogo”, en: Nuria Cunill, Repensando lo público a través de la sociedad, Venezuela, CLAD, 1997, p. 11.

58

Universidad, cultura y sociedad

en el entendido de que la eficacia depende de las prácticas que el gobierno decida llevar a

cabo en sus relaciones con los actores políticos, económicos y sociales.

El término gobernanza es definido como el “arte o manera de gobernar [para] el

logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, [y para] un sano equi-

librio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”,13

mientras que la

gobernabilidad es entendida como la “cualidad de gobernable”.14

Kooiman (2000) se-

ñala que la gobernanza puede ser entendida como el esfuerzo total de un sistema por

gobernar, siendo la gobernabilidad el resultado de este esfuerzo. Peters y Pierre,15

preci-

san que “governability is the flip side of governance”, pero advierten que son conceptos que

deben vincularse de forma dinámica en la práctica. Gobernabilidad hace referencia al

conjunto de instrumentos y capacidades de que dispone el Estado para gobernar, mien-

tras que gobernanza es un concepto más amplio que implica la posibilidad de

involucramiento de los actores sociales y privados dentro de las tareas gubernamentales.

La gobernanza implica que la democracia la dirige un sistema de gobierno, no un sujeto de

gobierno, quien en últimas es necesario, pero no suficiente para gobernar

Así la gobernanza es entendida como el proceso mediante el cual los actores de una

sociedad deciden sus objetivos de convivencia —fundamentales y coyunturales— y las for-

mas de coordinarse para realizarlos: su sentido de dirección y su capacidad de dirección. Es

un proceso estructurado institucional y técnicamente en sus actividades de definición del sen-

tido de dirección y de realización del sentido, que articula las instituciones con las prácticas

políticas y con los procedimientos técnicos del análisis y de la gestión.

Por lo anterior, lo que se propone en esta presentación es un gobierno por políticas

públicas dentro de un enfoque de la nueva gobernanza democrática y no dentro de un

enfoque de nueva gestión pública o gobernabilidad, es decir, las políticas públicas tienen

sentido si se desarrollan dentro de un marco democrático y participativo, si su formula-

ción, ejecución y evaluación hacen parte de un proceso concertado y colectivo, no si son

impuestas sin deliberación.

¿QUÉ ES UN GOBIERNO POR POLÍTICAS PÚBLICAS BAJO EL ENFOQUE

DE LA NUEVA GOBERNANZA DEMOCRÁTICA?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que un gobierno basado en políticas

públicas es un gobierno democrático. La democratización ha sido determinante para

reconstruir la naturaleza pública del gobierno, para disuadirlo de grupos de interés y de

capturas, puesto que, pese a que no es por sí misma garantía contra el error y la ineficiencia

13 www.worldbank.org/wbi/governance citando el Diccionario de la Real Academia de la Lengua.14 www.worldbank.org/wbi/governance citando el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Sin embargo, los conceptos degobernanza y gobernabilidad suelen asimilarse. Así, Daniel Kaufmann (2006) y el grupo de investigadores del Banco Mundial entiendenla Gobernanza —governance— como el “conjunto de tradiciones e instituciones a través de las cuales se ejerce la autoridad en un país”,y sugiere medirla mediante indicadores de gobernabilidad.15 Guy Peters y Jon Pierre, Op. cit.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

en la toma de decisiones, sí desalienta las laxitudes y las decisiones irreflexivas. Por lo ante-

rior, la democracia es condición de entrada, necesaria pero no suficiente, para la formula-

ción y corrección de las políticas públicas.16

A su vez, las políticas públicas sólo pueden operar en un marco democrático, puesto

que requieren la participación e ingerencia de los ciudadanos y grupos sociales en las solu-

ciones que plantean dichas políticas a sus problemas públicos. Gobernar por políticas

públicas significa incorporar la opinión, las ideas, las decisiones, la corresponsabilidad, el

dinero y el trabajo de los ciudadanos particulares.

Gobernar por políticas significa dejar de lado la práctica de uniformar los problemas

y homologar las soluciones dando un formato general a las demandas sociales, puesto

que las políticas se focalizan y particularizan. La actitud favorable a un gobierno por

asuntos, que diseña alternativas de solución ajustadas a cada problema, es el espíritu que

anima el gobierno por políticas públicas.

Gobernar por políticas públicas significa redescubrir los costos de la decisión públi-

ca y el final de la ilusión fiscal de recursos públicos ilimitados. Por lo anterior, desde el

enfoque de la nueva gestión pública, el ejercicio de gobierno por políticas públicas pre-

fiere recurrir a los cálculos rigurosos de costo-beneficio. Pero gobernar en contextos

políticos plurales, democráticos y autónomos y con graves problemas sociales exige dos

requisitos básicos: a) gobernar por políticas y con sentido público, puesto que la opaci-

dad y el secreto en la gestión conducen a la ineficiencia y hostilidad políticas, y b) gober-

nar con los ciudadanos, abriendo espacios de decisión y creando sinergias efectivas y

democráticas entre la sociedad política y la sociedad civil.

¿QUÉ SON LAS POLÍTICAS PÚBLICAS?

Una vez superado el modelo del gobierno interventor y conocidos los límites a los que

se enfrenta el policy maker o formulador de políticas en una sociedad democrática, el gobier-

no por políticas públicas abre las puertas a una etapa de intervenciones selectivas cuyo

instrumento básico es la política —entendida como policy—, es decir, la concatenación de

decisiones o acciones intencionalmente coherentes, tomadas por diferentes actores públi-

cos y ocasionalmente privados —con variables recursos, nexos institucionales e intere-

ses— a fin de resolver de manera puntual un problema políticamente definido como

colectivo. Tales intervenciones dan lugar a actos formales que pretenden modificar el

comportamiento de grupos sociales que, se supone, originan el problema colectivo por

resolver (grupos-objetivo), en el interés de grupos sociales que padecen los efectos negativos

del problema (beneficiarios finales), y dentro de la cual también pueden verse involucrados

grupos terciarios, que estarían siendo afectados de forma positiva o negativa.17

16 Una democracia vale básicamente por ser libremente elegida y representativa, pero si no es eficaz, si no arroja resultados, essimplemente un gobierno que empieza a erosionar su valor social y razón de ser. El gobierno democrático es sin duda un agentenecesario para dirigir nuestras sociedades, pero es insuficiente en las actuales condiciones. 17 Peter Knoepfel, libro sin publicar.

60

Universidad, cultura y sociedad

Para Lasswell y Kaplan,18

por su parte, una política es “un programa proyectado de

valores, fines y prácticas”. Así, las políticas son una expresión de la racionalidad pública;

describen hechos y presentan evidencia empírica del problema y de los beneficios de

determinada solución, pero también constituyen un acuerdo entre los actores involucrados

sobre la ruta que debe seguirse para tratar el problema público y sobre las responsabili-

dades, tiempos y recursos para ello. Sólo bajo un enfoque de gobernanza es posible

pensar en políticas públicas que involucren participación, opinión pública y

corresponsabilidad ciudadana.

Así, bajo este nuevo patrón de policy making la sociedad adquiere un rol determinante,

en la medida en que se modifican las reglas, procedimientos, expectativas y concepcio-

nes de su relación con el gobierno. En ese sentido, las políticas públicas generan todo un

abanico de estrategias de acción corresponsable que diluye las fronteras entre lo público

y lo privado, teniendo como premisa fundamental que todo lo gubernamental es públi-

co pero no todo lo público es gubernamental.

La política es un curso de acción deliberada, participativamente diseñada y efectiva-

mente seguida por los agentes gubernamentales y por toda la sociedad en general (acto-

res sociales y privados).

En cuanto a los actores de las políticas públicas tenemos: actores públicos o político-

administrativos y actores privados que a su vez se clasifican en: grupo objetivo, bene-

ficiarios finales y grupos terciarios.

¿CUÁL ES EL CICLO DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS?

En la medida en que la política pública es un proceso, una concatenación de acciones

planeadas, consta de fases dentro de las cuales es pertinente analizar actores y recursos.

Distintos autores han definido el siguiente ciclo de las políticas públicas: surgimiento

del problema e inclusión en la agenda, diseño (identificación de respuestas y soluciones

alternativas, evaluación de opciones, selección de políticas) implementación y evalua-

ción.19

a) Surgimiento del problema e inclusión en la agenda: esta etapa, también llamada definición

del problema, comprende las representaciones y tematización que los actores guberna-

mentales y no gubernamentales realizan de la situación no deseable o problema social,

de cuyo debate surge la decisión de incluirlo en la agenda de políticas como problema

público. En palabras de Parsons20

en esta etapa hay una transición de issue (inconvenien-

te) a problem (problema). Partiendo de la base de que en un gobierno democrático los

problemas públicos son una construcción colectiva vinculada con las percepciones, intereses

18 HD Lasswell y A. Kaplan, Power and Society. A Framework for Political Inquiry, Nueva York, Yale University Press, 1950, p. 32.19 David L. Weimar y Adrian R. Vining, Policy Analysis. Concepts and Practices, Nueva Jersey, Prentice Hall, 1989.20 Wayne Parsons, Public Policy: An Introduction to the Theory and Practice of Policy Analysis, Reino Unido, Edward Elgar, 1996, p. 87.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

y recursos de los actores involucrados, es claro que ésta es quizá la fase del proceso de

políticas donde los actores sociales tienen mayores oportunidades de intervenir. En esta

etapa resulta particularmente importante la influencia de los medios de comunicación y de

las movilizaciones sociales en la forma de abordar y presentar el asunto. Lo anterior bajo el

supuesto de que los problemas públicos son definidos en la arena política, es decir, no

nacen sino que se hacen.

b) Diseño de la política: este procedimiento fija las bases técnico-jurídicas en las que

se asientan los objetivos, instrumentos de intervención y modalidades operacionales

de la acción pública, cuyos elementos deberán estar organizados lo más coherente-

mente posible a fin de lograr el impacto deseado. La formulación y adopción del

contenido de la política suele ser apreciada como un momento técnico en el cual

predominan los cálculos de costo-beneficio y el diagnóstico del problema, para que

los policy makers programen las estrategias y mecanismos que se implementarán en

cada caso particular.

La intervención de actores sociales en esta etapa podría no sólo ser innecesaria

sino incluso impertinente; sin embargo, cuando la legitimidad y el apoyo a la política

están en juego, es claro que de algún modo los ciudadanos serán tenidos en cuenta y

cada enfoque de gobernanza lo hará a su modo. De cualquier modo, los actores impli-

cados en la programación o diseño de la política, así como su margen de maniobra

institucional, “resultan sumamente dependientes de los regímenes nacionales”21

así

como del grado de formalización de la política, pues los procesos legislativos repre-

sentan una fase mucho más restringida a la participación ciudadana que la etapa de

formulación del problema.

c) Implementación: esta etapa es entendida como “el conjunto de procesos que, tras la

fase de programación [o diseño], tienden a la realización concreta de los objetivos de

una política pública”,22

es decir, se trata de la ejecución o aplicación de lo planeado.

Weimer & Vining23

señalan que la etapa de implementación está constituida por un

conjunto de decisiones que deben tener en cuenta los actores y sus recursos, puesto que

ejecutar cualquier política pública requiere el concierto de los actores necesarios para

sacar avante sus objetivos, ya que si no se prevén estrategias y reacciones de los implica-

dos, posiblemente la política encuentre opositores y no pueda canalizarse esa oposición.

En ese sentido, Knoepfel señala que “contrariamente a la fase de programación, la

cual puede llevarse a cabo sin que se establezca ningún contacto directo con la sociedad

civil, toda etapa de implementación se dirige, por definición, a actores externos al

subsistema político administrativo” (Knoepfel, versión sin publicar: 145).

21 Knoepfel, versión sin publicar. p. 140.22 Ibíd., p. 143.23 David L. Weimar y Adrian R. Vining. Op. cit.

62

Universidad, cultura y sociedad

Es tal la importancia del papel de los actores de política en esta etapa que se ha llegado

a considerar la implementación como un “juego” o proceso competitivo dentro del que se

encuentran inmersos los actores.

Así las cosas, dentro de la etapa de implementación es posible encontrar distintas

posibilidades de intervención en la política, como la co-gestión, el monitoreo y fiscaliza-

ción del desarrollo de la política, o como simples destinatarios de decisiones adoptadas

sin su concurrencia. El tipo de mecanismo que la política prevea depende no sólo del

tipo de política, sino también del enfoque de gobernanza de que se trate.

d) Evaluación de la política: una vez diseñada e implementada, una política pública

debe ser objeto de evaluación con el fin de apreciar los efectos logrados por la inter-

vención gubernamental. El grado de participación ciudadana en esta etapa depende del

tipo de evaluación y de política de que se trate puesto que puede tratarse de un proceso

de medición técnica del cual el público generalmente sólo conoce los resultados. Sin

embargo, es creciente la tendencia a involucrar mecanismos participativos en los pro-

cesos de evaluación de políticas puesto que ello permite, en gran medida, garantizar la

veracidad de los resultados que son publicados y la legitimidad de la intervención

evaluada. Según Knoepfel, “las evaluaciones representan un instrumento de informa-

ción, de pilotaje y de legitimación primaria (por el consenso legislativo subsecuente) y

secundaria (debido a que se hacen validar por los actores sociales) de las políticas

públicas”. Su objetivo, entonces, puede ser iniciar una medida, legitimar una decisión,

mejorar la implementación, controlarla, entre otros.

Para concluir, Lowi nos plantea la pregunta de si la política (politics) determina las

políticas pública (policy) o si las políticas públicas (policy) determinan la política (politics).

Ante ello es posible decir después del análisis realizado que realmente no hay algo que

determine a lo otro puesto que las dos cuestiones están relacionadas.

Hoy se busca conciliar políticas técnicamente racionales y políticamente viables. Se busca

formular y desarrollar políticas que sean susceptibles de fundamento legal (constitucionalidad),

de apoyo político, de viabilidad administrativa y de racionalidad económica. Lo que varía es la

forma de llevar a cabo dichas políticas. Cuando las políticas públicas han operado bajo el

enfoque de la nueva gestión pública, la preocupación esencial se ha puesto en las instituciones, es

decir, qué instituciones hay que diseñar y qué incentivos modelar para dar soluciones estructu-

rales a los problemas teniendo en cuenta que los agentes políticos se comportan en la arena

pública igual que cuando son agentes económicos. Hablamos entonces de un enfoque que se

refiere a la gobernabilidad, entendida como el arte de gobernar por un sujeto de gobierno que

se ha limitado y orientado mediante instituciones adecuadas.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

El asunto que ensombrece el escenario es la idea de que reconciliar estos dos enfoques

teóricos aparece comúnmente lejos de la realidad. No sólo por las incompatibilidades

que puede presentar la implementación de reformas gerencialistas al mismo tiempo que

reformas que pretendan insertar nuevas prácticas democráticas para la interlocución go-

bierno-ciudadanía, sino porque además los postulados que sostiene la nueva gestión pú-

blica se repelen con el enfoque de la gobernanza participativa. Esto es, además de incom-

patibilidades prácticas, pueden existir incompatibilidades teóricas, debido a que el mode-

lo participativo, así como el de mercado, se construye sobre supuestos del comporta-

miento humano dentro de las organizaciones. Tales modelos aducen que los individuos

son motivados en sus vidas personales y organizacionales por incentivos de “solidari-

dad”, que los conducen a participar, en lugar de incentivos “materiales”, que los condu-

cen a maximizar sus propios beneficios.24

Dicho presupuesto resulta irreconciliable con

el argumento de la racionalidad humana dirigida a la obtención de ganancias que argu-

menta la nueva gestión pública.

Por otro lado, se ha señalado que tanto la nueva gestión pública como la nueva

gobernanza democrática tienen en común la idea de que las burocracias tradicionales

son un impedimento al buen gobierno y, por tanto, deben plantearse nuevos medios

para tomar mejores decisiones públicas.25

Sin embargo, la diferencia más destacable

entre los dos enfoques es que mientras el modelo de mercado puede reducir el rol del

ciudadano y exaltar el del consumidor, el modelo participativo tiende a fortalecer el rol

ciudadano e intenta facilitar la participación democrática en vías alternas a la votación.26

Aquí radica el mérito de la gobernanza, en que amplía y reconoce la complejidad y

diversidad del comportamiento humano. Al contrario, en la nueva gestión pública el

comportamiento humano se reduce a la conducta racional en una simplificación analíti-

ca que si bien ofrece rigurosidad, resulta incompleta e irreal cuando se enfrenta a la

comprobación empírica de sus postulados. De ahí la necesidad de volver la mirada sobre

el proceso de políticas en lugar de las estructuras, dentro de las cuales dichos procesos

tienen lugar. Ya no hay un director de la sociedad sino un proceso de dirección de la

sociedad en el que toman parte agentes económicos y sociales, nacionales e internacio-

nales, políticos y civiles.

En suma, en los gobiernos democráticos recientes, el problema de la capacidad /

eficacia directiva tiene que ver con dos dimensiones básicas: a) con la dotación de las

capacidades institucionales, fiscales, administrativas requeridas para estar en aptitud de

gobernar (que implican “reformas institucionales”), y b) con el proceso mismo de go-

bernar, con la gobernanza / gobernación, puesto que las decisiones y acciones que los

gobiernos llevan a cabo para dirigir a su sociedad pueden aprovechar al máximo las

capacidades de las que dispone o desaprovecharlas o subutilizarlas.

24 Guy Peters, Op. cit., p. 75.25 Ibíd., p. 50.26 Ibíd., p. 68.

64

Universidad, cultura y sociedad

Así, para la dirección efectiva de la sociedad se requieren más actores que el gobierno y

más acciones y recursos que los que posee el gobierno. Por consiguiente, pierde eficacia y

sentido una idea únicamente gubernamental(ista) de la gobernabilidad (en el sentido de la

capacidad de gobernar).

El enfoque de la gobernanza al que nos hemos referido implica la posibilidad de

integrar actores en un marco político común a partir del cual se puedan generar dinámi-

cas de cooperación y coordinación, se superen las jerarquías y la subordinación y se

favorezcan mecanismos institucionalizados orientados al intercambio y la solución com-

partida de los problemas públicos. Sólo así puede gobernarse de forma democrática, y

eficiente, una sociedad compleja. Parafraseando a Kooiman: la única manera de gober-

nar sistemas sociopolíticos dinámicos, diversos y complejos de un modo democrático y

efectivo es incorporar el dinamismo, la diversidad y la complejidad en la gobernación de

nuestras sociedades.27

27 Jan Kooiman, “Societal governance: levels, models and orders of social-political interaction”, en: Jon Pierre (ed.), Debating Governance.

Authority, Steering and Democracy, Nueva York, Oxford University Press, 2000, p. 140.

65

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

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67

C O N F E R E N C I A D O S

Políticas

culturales en

Colombia y

movimientos

sociales: el caso

de Arturo Escobar

Carlos Mario Pineda Echavarría*

*Docente Universidad de Antioquia, Especialista en gestión y promoción cultural.

IV

69

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

Para comenzar agradezco a la División de Extensión Cultural y a la Universidad de

Antioquia por la invitación a participar en la apertura de un evento que reflexiona sobre la

cultura. Mi idea no es presentar un pensamiento propio, porque mi experiencia en un área

muy específica —que corresponde a la formación de públicos en cine— no puede ser

extensiva a todos los ámbitos del trabajo cultural. Por ello, mi pretensión es señalar una

relación entre las políticas culturales y los movimientos sociales desde la perspectiva del

pensador colombiano Arturo Escobar.

LA CULTURA, UN DERECHO FUNDAMENTAL

La primera aproximación parte del texto de las investigadoras colombianas Úrsula

Mena Lozano y Ana Rosa Herrera Campillo,1 quienes defienden la cultura como un

derecho fundamental citando los artículos 22, 26, 27 y 28 de la Declaración Universal de

Derechos Humanos. Para ellas este derecho fue “ratificado en 1966 por la Asamblea

General de las Naciones Unidas, cuando aprobó el Pacto Internacional de Derechos

Económicos, Sociales y Culturales”2 pero se hizo efectivo para Colombia en 1968, con

la creación de Colcultura… pero ese instituto tenía como “crítica en contra (…) que

además de estar politizado y centralizado, tenía un marcado alejamiento de las regiones

con la que ni estimulaba ni permitía la participación de las mismas”.

Las autoras proponen, por otro lado, que se cree una relación fuerte que permita la parti-

cipación de todos los entes sociales, para la gestión de la cultura, por lo que conciben que se

puede establecer una relación del siguiente orden: “Sociedad: estructura socio-económica,

ordenamiento político y cultura”,3 y para aclarar el discurso en el cual se van a poner en juego

esos tres elementos, que hacen parte de la sociedad, es posible plantear una versión clara de

cómo han funcionado para llegar al nuevo escenario que fue la Constitución Política del 91.

Para hacerlo se apoyan en Néstor García Canclini, quien propone los paradigmas políticos de

la acción cultural.4

1 Úrsula Mena Lozano y Ana Rosa Herrera Campillo, Políticas culturales en Colombia: discursos estatales y prácticas institucionales, Santafé deBogotá, M & H, 1994, 343 pp.2 Ibíd., p. 7.3 Ibíd., p. 11.4 Ibíd., p. 17.

70

Universidad, cultura y sociedad

De dichos paradigmas destacados por las autoras me interesa resaltar algunos aspectos

puntuales:

Paradigma Acciones

Mecenazgo liberal Difusión de patrimonio (libre creatividad)

Tradicionalismo patrimonialista Preservación de patrimonio folclórico en

relación con la identidad

Estatismo populista Cultura nacional: lo popular en relación con el

equilibrio del sistema

Privatización neoconservadora Todo para el mercado / consumo individual

Democratización de la cultura Disfrute de bienes culturales

Democracia participativa Desarrollo cultural de todos los grupos, ateniéndose

a sus propias necesidades

De esos aspectos es posible derivar algunos inconvenientes evidentes a la luz del

tiempo transcurrido entre la aplicación de algunos de esos modelos y las políticas vigen-

tes. Lo que resalta García-Canclini es que hay “Problemas que no se abordan o se abor-

dan mal [...] Diseños, aplicaciones o prácticas que no tienen en cuenta las necesidades de

las clases populares. [...] Y que hay poca investigación acerca de los usos, apropiaciones

y transformaciones de lo hegemónico por parte de los subalternos”.

Proponen las investigadoras que en la relación cultura-economía prime una raciona-

lidad funcional, mientras que en la relación cultura-política debe ser preponderante la

legitimidad. De allí surge una estructura axial que soporta la participación o representación (yo

anotaría que más de corte político) y otra cultural, que se ve evidenciada en las significacio-

nes. Pero en esta revisión de los elementos de la cultura no se puede dejar pasar que la

cultura “tiene principios axiales opuestos: memoria y auto-renovación constantes” que

se ilustran por medio de pares de opuestos, a saber: viejo/nuevo, fijo/móvil, unidad/

pluralidad, heterogeneidad/diversidad, universalidad/particularidad.

Destacan las autoras que cuando se da “inicio a nuevos procesos nada gratos con la

racionalidad europea [...] aparecen “conflictos entre cultura y desarrollo”. Para ellas es

claro que hay una: “Consideración del desarrollo como una forma de modernización y

transformación económica y social inevitable, o deseable, independiente de los costos

humanos y sociales”. Así, habría barreras para el desarrollo, como: 1) los valores cultu-

rales: fatalismo, prestigio de los ancianos; 2) barreras sociales: solidaridades de grupo,

redes de obligaciones mutuas, sistemas de parentesco; 3) psicológicas: diferentes

71

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

cosmogonías, problemas de comunicación y aprendizaje; 4) burocráticas: intereses diver-

gentes y procesamiento de decisiones en las estructuras administrativas

“Todo lo anterior llevó a una externalidad del proceso cultural y la noción de asistencialismo

con lo que se genera una nueva actitud de participación de las poblaciones en sus procesos

y proyectos de “desarrollo”.

Apropio estas observaciones de las investigadoras para introducir el caso de Arturo

Escobar, pensador colombiano invitado permanente a diferentes espacios nacionales e

internacionales en los cuales despliega sus análisis con agudeza y precisión desde las perspec-

tivas de la ingeniería y la antropología.

UNA MIRADA A LA CULTURA DESDE LAS COMUNIDADES NEGRAS

Retomando elementos de los tres libros suyos,5 voy a hacer una aproximación a lo cultu-

ral, desde la propuesta de las comunidades negras, que han sido su laboratorio durante los

últimos quince años. En La invención del tercer mundo, el autor cuestiona la noción aceptada de

desarrollo y pone el acento en la carga semántica que supuso, para las naciones y comunidades,

esa palabra —nada ingenua— en cuanto ha servido de lastre para las acciones económicas y

políticas de las últimas cinco décadas. Su crítica (acompañada de las voces de múltiples pensa-

dores y pensadoras tanto nacionales como internacionales) aparece soportada en un aparato

conceptual que incluye un “ahondamiento en el post-estructuralismo, la economía política, la

fenomenología, los estudios culturales y la teoría feminista” (y ni hay que tenerle miedo a este

tipo de terminología ni hay que creer que él sólo la menciona para enredar y dejar fuera del

discurso al lector).

El pensamiento de Escobar se pone de manifiesto cuando dice: “Es a través del lengua-

je y el discurso que la realidad llega a constituirse como tal. Esto no equivale a negar la

existencia de la realidad material”.6 De allí se sigue que mientras siga primando un léxico (en

este caso, el concepto desarrollo), pero también una racionalidad discursiva hegemónica (es

decir, que los discursos y la forma en se plantean sean de quien(es) tiene(n) el poder), el

cambio en ciertas políticas culturales será imposible.

DESARROLLO Y SUBDESARROLLO

Escobar7cita a Jacques Atali y sus términos de nómadas de lujo/nómadas de miseria,

con los que se refiere a la posibilidad de unos de moverse por la fuerza de sus empleos,

ingresos, invitaciones y ocio, mientras que los otros lo hacen por la necesidad de sobre y

supervivencia ya sea en busca de modos de subsistencia material como por huirle a las

diversas violencias de los siglos XX y XXI.

5Arturo Escobar, El final del salvaje: naturaleza, cultura y política en la antropología contemporánea, Bogotá, CEREC e ICAN, 1999, 417 pp.La invención del Tercer Mundo: construcción y reconstrucción del desarrollo, Bogotá, Norma, 1996, 475 pp. Más allá del tercer mundo:

globalización y diferencia, Bogotá, ICANH - Universidad del Cauca, 2005, 274 pp.6Arturo Escobar, El final del salvaje: naturaleza, cultura y política en la antropología contemporánea, Op. cit., p. 21.7 Ídem, “Tercer Mundo y Latinoamérica”.

72

Universidad, cultura y sociedad

Para Arturo Escobar es posible hacer una “reposición del tercer mundo en discursos

innovadores como la biodiversidad y la biotecnología”, una de las opciones que aborda

en sus textos y conferencias partiendo de la interacción con las comunidades en las cuales

ha estado inmerso como investigador. La racionalidad del discurso cambia del desarrollo

—sin más— devastador y en busca de enriquecimiento sin considerar la naturaleza ni a las

comunidades, a un discurso basado en el reconocimiento de la diversidad animal y vege-

tal, así como de las implicaciones de la manipulación tecnológica de esa diversidad. Des-

pués de dar una mirada con criterios nuevos y más acordes a la época plantea la presencia

y la necesidad de crear grupos para el debate que miren la relación naturaleza, cultura y

desarrollo. De allí surgen algunas propuestas que ha cotejado con su trabajo con las

comunidades.

LA ECOLOGÍA POLÍTICA

En el planteamiento de Escobar, hay una noción que se ha elaborado poco, a saber la

ecología política, que supone una postura política de las comunidades —por ejemplo, las

comunidades negras del Pacífico colombiano— para conseguir una “defensa del terri-

torio y de la cultura” ante cualquier ente, llámese grupo guerrillero, paramilitar o estatal.

Para alcanzar ese propósito, esas comunidades se han planteado cuatro principios bási-

cos: “territorio, identidad, autonomía y visión propia del desarrollo”.

En el territorio es claro que si no hay un lugar —que algunas comunidades diferencian

del espacio: cartesiano, medible— será difícil plantear relaciones de carácter social, econó-

mico, simbólico, cultural, político, etc. Por eso, ante las acciones de desplazamiento las

comunidades, apoyadas en racionalidades diferentes, han optado por adentrarse en la selva

en vez de migrar hacia las cabeceras de los poblados, municipios o ciudades capitales.

Esto hace más difícil controlar esas comunidades para los actores del desplazamien-

to, puesto que los integrantes de las comunidades buscan permanecer, defenderse de

modo pacífico de la acción violenta o coercitiva de los otros.

En el territorio se ponen en acción además nuevos conceptos espaciales y metáforas

de movilidad, como desplazamiento, desterritorialización, diáspora, migración, viajar,

cruzamiento de fronteras, nomadología, etc. En el contexto de las comunidades negras,

éstos son verificables en los asentamientos de las grandes ciudades, en las cuales o no se

insertan los nuevos grupos, o cuya inserción adolece de grandes deficiencias para garan-

tizar su identidad y subsistencia económica, y que les implica abandonar la mayor canti-

dad de sus prácticas culturales colectivas.

Escobar propone una pregunta por el “lugar”8 que se ha planteado nuevamente,

8 Capítulo siete: La cultura habita en lugares: Reflexión sobre el globalismo y las estrategias subalternas de localización del texto Más

allá del tercer mundo..., Op. cit.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

sobre todo si se tiene en cuenta que hay desplazados y refugiados.9 Y subraya que la mayo-

ría de los pensadores han ignorado el lugar, a pesar de que éste —considerado como

locación— sigue siendo una noción importante para la mayoría de las personas, en particu-

lar con alguna medida de anclaje (inestable, sin embargo), con un sentido de frontera

(permeable, sin embargo) y de conexión con la vida cotidiana, aun si su identidad, es cons-

truida, atravesada por el poder, y nunca fija.

LA NOCIÓN DE LUGAR Y LA IDENTIDAD

Llama la atención el autor sobre una asimetría evidente entre lo global y lo local desde la

noción que se tenga del territorio: “Lo global [es] equivalente al espacio, al capital, a la

historia y a la agencia, mientras que lo local se equipara al lugar, al trabajo y a la tradición”,

y apunta que “borrar el lugar tiene profundas consecuencias en nuestro entendimiento de la

cultura, el conocimiento, la naturaleza y la economía”. Además de aclarar que se da una

intersección del ambiente, la cultura y el desarrollo. Éste último ha generado una separación

de la vida local. Y que “la especificidad del lugar permite una lectura diferente de la econo-

mía y la cultura, del capitalismo y la modernidad”.

Es muy ilustrativa la postura crítica del lugar —en oposición— que se ve en el si-

guiente párrafo:

Las economías y culturas “locales” no son producidas —exclusivamente— por la

modernidad ni el capital, a pesar de estar cruzadas y alcanzadas por ellos, hoy. Preguntar

por el lugar es renovar la crítica al eurocentrismo en la conceptualización de las regiones

del mundo, de los estudios del área y de la diversidad cultural. “La reafirmación del lugar

aparece entonces como una arena importante para repensar y retrabajar las formas de

análisis eurocéntricas10

Los referentes de Escobar para la defensa del lugar se basan en la geografía

posestructural feminista, en la economía política y en un número relativamente peque-

ño, pero creciente, de trabajos sobre antropología del lugar.

La identidad es abordada por el autor al mostrar cómo las propias políticas estatales,

desde la Constitución Política del 91, han hecho énfasis en la construcción de una na-

ción intercultural.11

Siguiendo la noción del Ministerio de Cultura sobre política cultu-

ral, los llamados diálogos de nación fueron uno de los mecanismos que suponían esa

construcción, desde una nueva cultura política que con la participación fomenta el dere-

cho no sólo de elegir representantes sino también de hacer visibles problemas que antes

eran invisibles y que hacían parte de una mirada “turística” a las realidades de algunas

comunidades y grupos sociales.

9 La pregunta cobra vigencia por la magnitud del fenómeno en todo el mundo, a saber: senegaleses y cameruneses en España; turcosen Alemania; 11 millones de extranjeros en los Estados Unidos; 3 millones de desplazados dentro de Colombia).10 Op. cit., p. 159.11 Véase el capítulo 4 “Diferencia, nación y modernidades alternativas”, Op. cit.

74

Universidad, cultura y sociedad

Si el concepto multiculturalismo nace como una política estatal en el Canadá, en Colom-

bia es una aplicación para el reconocimiento de realidades que no sólo corresponden a

divisiones administrativas, como municipios o departamentos, sino también, étnicas, cultu-

rales, religiosas, lingüísticas, etc.

En el aspecto de la autonomía, lo que plantea Escobar supone el control de las

comunidades sobre sus condiciones desde lo territorial, lo económico, lo político y, por

momentos, desde lo administrativo. Las comunidades indígenas y los regímenes de control

social que ellas plantean son una buena muestra de ello. Cuando la Constitución entra en

vigencia, las comunidades indígenas ven reconocidos derechos ancestrales que tienen que

ver con la formación de sus nuevos miembros, con la educación en lo que llaman lengua (su

código lingüístico) además del conocimiento del castellano, la aplicación de sanciones que

riñen con preceptos políticos y legales nacionales pero que en el marco del respeto de la

diversidad y la diferencia cultural, se les otorga, sin injerencia de la normatividad que rige a

los demás colombianos.

Quizás donde mejor se puede ver la profundidad del pensamiento y del aporte de

Arturo Escobar en lo que atañe a la visión propia del desarrollo, se encuentra en los

“Términos del discurso del desarrollo”: sobrepoblación, amenaza permanente de

hambruna, pobreza, analfabetismo y similares… Cabe preguntar: ¿hay alguien del

común que se pueda salir de ellos? Algunos pensadores parten de las nociones asocia-

das, como caer en la trampa del discurso: Las primeras críticas al desarrollo se apoya-

ban en el desarrollo mismo: “otro desarrollo”, “desarrollo participativo”, “desarrollo

socialista”, etc.

POSTURAS POLÍTICAS Y LUGAR

Con estas críticas analiza la postura de las comunidades —no sólo colombianas—

que están retomando estrategias para solucionar sus problemas económicos, a la par

que, consideran los demás factores de lo humano que hay inmerso allí. Retomo dos

ejemplos del ámbito audiovisual: en el Hotel Gondolìn, un documentalista argentino muestra

cómo algunos travestis de Buenos Aires se agrupan, alquilan el hotel Gondolìn casi

derruido para crear una cooperativa. Allí, se presenta un conflicto de intereses al decretarse

que el trabajo sexual debe ejercerse a más de 200 metros de una zona residencial, con lo

que quedan desplazados todos los travestis y las mujeres, a un bosque. Me interesa

resaltar una discusión en la cual una de las trabajadoras sexuales increpa a los vecinos y

gobernantes, mostrando que ella no eligió trabajar así, sino que la sociedad la llevó a ese

extremo. Por otro lado, la postura de comunidad de los travestis.

El segundo trabajo, bajo el título de Dinero, muestra que con la caída del sistema finan-

75

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

ciero económico argentino, la gente más pobre se vio en la necesidad de retomar el trueque,

como una manera de superar situaciones que les permitieran cubrir las necesidades básicas,

y otras, menos perentorias. En el mismo documental, se compara esta salida con la de los

habitantes de un condado norteamericano, cercano a Nueva York, llamado Ithaca, que

decidieron crear una moneda alterna, llamada Ithaca, para negociar productos cultivados o

manufacturados, con el fin de tener una economía paralela con más carácter social. El

sistema les ha funcionado y les ha permitido tener un banco con su propia línea de crédito,

con tasas de interés más razonables y que posibilita un crecimiento no sólo económico, sino

también social, muy alto y estable.

En nuestro ámbito Arturo Escobar ilustra cómo las comunidades negras e indígenas

tienen lógicas no capitalistas, con apuestas por la supervivencia que no necesariamente

tienen que pasar por el mercado de capitales, que incluye créditos, pólizas, capacidad de

endeudamiento y demás elementos del sistema. Para poder subsistir, las comunidades

recurren a lógicas ancestrales o a otras que recién se ponen en práctica. Un ejemplo

preciso es cómo una trabajadora del manglar no puede endeudarse, pues como ella

expresa, la racionalidad de los pagos a plazos mensuales no se corresponde con los

ciclos de la naturaleza, que pueden ser muy desiguales: ricos en un periodo y muy defi-

cientes en el siguiente, aunque para el banco, los plazos fijados se deberían cumplir con

precisión.

Para cerrar, esta cita “El desarrollo se ha basado exclusivamente en un sistema de

conocimiento, es decir, el correspondiente al Occidente moderno”.12

que significa: La

naturaleza capitalista es uniforme, legible, administrable, cosechable, fondista… con

lo que se dejan de lado las concepciones que tienen las comunidades acerca de la

relación naturaleza-cultura. Para muchos grupos humanos no hay ruptura entre la

humanidad y lo natural sino un continuo que los integra. De esta manera la naturaleza

es afectada por lo que los seres humanos hacen. Según observa Escobar, estos grupos

“revelan una imagen compleja de la vida social que no es necesariamente opuesta a la

naturaleza” —en otras palabras, una en la cual el mundo natural es integral al mundo

social—, “y que puede ser pensado en términos de relaciones humanas, de parentesco

y de género vernáculo. Los modelos locales también evidencian una unión particular

con un territorio concebido como una entidad multidimensional que resulta de mu-

chos tipos de prácticas y relaciones. Establecen vínculos entre mundos —biológicos,

humanos, espirituales; cuerpos, almas y objetos— que algunos han interpretado como

una “vasta comunidad de energía viviente” o como una teoría en donde todos los

seres —humanos y no humanos— renacen de manera permanente. A menudo, el

ritual es integral a la interacción entre los mundos humanos y naturales, como el acto

de limpiar el bosque, dice el autor.

12 Ibíd., p. 47.

76

Universidad, cultura y sociedad

OTRA NOCIÓN DEL DESARROLLO

Con la cita se sugiere que una visión propia del desarrollo puede distar necesaria-

mente de la occidental; en el caso de las comunidades esto implica diferenciarse de las

entidades públicas y privadas que siguen un modelo occidental. Arturo Escobar ha lle-

vado su reflexión hasta el límite de crear la noción postnatural que involucra la gran

incidencia que tienen las nuevas tecnologías en la vida cotidiana y, por ende, en lo eco-

nómico. Esta es una conceptualización que él mismo considera apenas esbozada y que

pedimos a los lectores revisar en los tres textos citados.

A riesgo de haber dejado más interrogantes de los deseados, cierro este texto aquí

pero dejo abierta la exploración de la obra de este pensador y las implicaciones de ella en

nuestro medio, tanto en el cercano como en el más amplio.

77

C O N F E R E N C I A T R E S

Políticas públicas

en el sector

cultural

Mario Elkin Rodríguez*

*Estudiante de Derecho, Universidad de Antioquia, Sede Magdalena Medio, Presidente del Concejo

Municipal, Director de la revista Expresión Ciudadana.

IV

79

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

Cuando hablamos de políticas públicas, nos estamos refiriendo a todas aquellas ac-

ciones que llevan a cabo los actores públicos y privados, encaminadas a satisfacer necesi-

dades de tipo material, social o cultural en la sociedad. Dichas acciones buscan generar

impacto en las comunidades mediante cambios de comportamiento, una nueva visión de

los fenómenos sociales, económicos, políticos y culturales, o el mejoramiento de la cali-

dad de vida.

Las políticas públicas también las podemos entender como la acción concertada

entre el Estado y la sociedad civil con el propósito de garantizar condiciones básicas de

subsistencia, convivencia y permanencia de la sociedad. Desde la perspectiva del Estado

como actor en el desarrollo de dichas políticas, ya sea bajo su única responsabilidad o

entre el Estado y la sociedad, sólo podemos hablar de política pública en una etapa

reciente.

Desde la aparición del Estado Moderno, en el siglo XV, como una forma de organiza-

ción social, hasta la crisis del Estado liberal clásico a finales del siglo XIX y comienzos del

siglo XX, no era factible concebir las políticas públicas como iniciativa o acciones del Estado

o de éste en coordinación con la sociedad civil. Más bien, la función del Estado, y en

especial del Estado liberal clásico estaba limitada a garantizar la seguridad, la propiedad y la

protección frente a la amenaza externa. Por lo tanto, no se concebían acciones positivas del

Estado a favor de la sociedad civil, en lo social, económico, cultural, político, etc. Para el

Estado liberal clásico, el bienestar solo se concibe en la esfera de la sociedad civil, en la cual

no puede intervenir el Estado.

La libertad se garantiza en la medida en que la sociedad actúa en el juego de

diferentes intereses sin intervención del Estado; entre menos intervención del Esta-

do, mayor libertad y por lo tanto mayor bienestar. Un individuo por no tener

interferencias del Estado es libre; al tiempo que es libre, es digno, y un individuo

80

Universidad, cultura y sociedad

digno es un sujeto con bienestar. De tal manera que para lograr niveles de bienestar en

la sociedad, según esta teoría, el Estado debe abstenerse de intervenir con políticas públi-

cas en la sociedad.

EL ESTADO SOCIAL DE DERECHO Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

Las políticas públicas desde el Estado aparecen con el surgimiento del Estado Social

de Derecho. En el ejercicio de las funciones, dicho modelo de Estado se presenta como

antagónico al modelo liberal clásico. Este nuevo modelo, de una parte, garantiza estándares

mínimos de salario, alimentación, salud, habitación, educación, etc. a todos los ciudada-

nos bajo la idea de derecho y no simplemente de caridad (H.L. Wilensky, 1975); por esta

razón es también conocido como Estado de bienestar.

De otra parte, el Estado social de derecho es la respuesta jurídico-política derivada

de la actividad intervencionista del Estado en la sociedad civil. Fundada en nuevos

valores-derechos consagrados por la segunda y tercera generación de derechos huma-

nos y se manifiesta institucionalmente mediante la creación de mecanismos de democra-

cia participativa, de control político y jurídico en el ejercicio del poder y sobre todo, a

través de la consagración de un catálogo de principios y de derechos fundamentales que

inspiran toda la interpretación y el funcionamiento de la organización política.1 Por estas

razones es conocido también como Estado constitucional democrático o de derecho.

LA CULTURA EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO

El modelo de Estado social de derecho establecido constitucionalmente para el Es-

tado colombiano tiene una importancia sin precedentes en el constitucionalismo co-

lombiano. Lo primero que debe advertirse es que el término «social», ahora agregado a

la clásica fórmula del Estado de derecho, no debe entenderse como una simple muletilla

retórica que proporciona un elegante toque de filantropía a la idea tradicional del dere-

cho y del Estado.2

Desde la formalidad constitucional, el Estado colombiano se ha obligado a recono-

cer y proteger la diversidad étnica y cultural de la nación colombiana (art.7 CP) y las

riquezas culturales (art.8 CP); a promover y fomentar el acceso a la cultura de todos y

difundir los valores culturales de la nación (art.70 CP); a garantizar la libertad de las

expresiones artísticas; incluir el fomento a la cultura en los planes de desarrollo econó-

mico y social, y ofrecer estímulos especiales a personas e instituciones que ejerzan esta

actividad (art.71CP). Proteger el patrimonio cultural, y arqueológico, así como otros

bienes culturales que conforman la identidad nacional, dado su carácter de inalienables,

inembargables e imprescriptibles (art.72 CP).

1 T-406/922 Ibídem

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Sin embargo, el reconocimiento constitucional de los derechos económicos, sociales y

culturales (derechos de segunda generación) no basta; según el pronunciamiento de la Corte

Constitucional, su eficacia depende de su desarrollo legal:

Los derechos económicos, sociales y culturales, pese a su vinculación con la dignidad hu-

mana, la vida, la igualdad y la libertad, no son de aplicación inmediata, pues necesariamente

requieren de la activa intervención del legislador con miras a la definición de las políticas

públicas y de su adecuada instrumentación organizativa y presupuestal.3

Al determinar la activa intervención del congreso de la República y la garantía cons-

titucional del artículo 2 de la Constitución Política, que consagra la participación de todos

en los procesos de formación de las políticas públicas, podemos afirmar que las políticas

públicas en cultura son el resultado de la acción política, entendida como la práctica o

actividad colectiva, que los miembros de una comunidad realizan con la finalidad de regular

conflictos entre grupos, y cuyo resultado son decisiones que obligan, por la fuerza si es

preciso, a los miembros de la comunidad.

DEFINICIÓN DE POLÍTICA PÚBLICA EN CULTURA

Concluyendo con las definiciones que hemos expuesto, diremos que la política pública

referente a la cultura es un conjunto interrelacionado de decisiones, que tiene como foco la

cultura y sus manifestaciones. Se trata de decisiones adoptadas formalmente en el marco de

las instituciones políticas, precedidas de un proceso de elaboración en el cual ha participado

una pluralidad de actores públicos y privados.

CARACTERÍSTICAS DE LA POLÍTICA PÚBLICA EN CULTURA

Las políticas públicas en cultura se desarrollan, aprueban y legitiman en diferentes

ámbitos, a saber:

• Se construye de abajo hacia arriba, producto de la participación dinámica de los dife-

rentes actores sociales.

• El escenario de discusión y concreción de la política pública es la institución política

por excelencia, el congreso de la República; sin embargo, su formación o desarrollo se

da en otros escenarios, como la Asamblea departamental, el Concejo Municipal y

otros menos formales como son los espacios de participación comunitaria.

• El instrumento más importante para la implementación de la política pública es la ley,

aunque su concreción se garantiza en un sinnúmero de actos administrativos, políticos

y decisiones no formales en todos los niveles.

• Mediante la política pública el Estado y la sociedad promueven, protegen, fomentan,

respetan y garantizan la diversidad cultural.

3 SU 111/97.

82

Universidad, cultura y sociedad

LEY GENERAL DE CULTURA 397 DE 1997

La Ley General de Cultura es el instrumento legal mediante el cual se desarrollan los

derechos culturales establecidos en la constitución colombiana, creando el marco general

para elaborar y desarrollar las políticas públicas en cultura, en los ámbitos nacional, regional

y local, teniendo en cuenta que Colombia es un país multiétnico y pluricultural.

Mediante esta ley se busca promover procesos, proyectos, actividades culturales y la

interacción entre las culturas nacional y universal, y proteger y difundir el patrimonio cultural

de la nación, y el castellano como lengua oficial y las lenguas de los pueblos indígenas,

comunidades negras y raizales en su territorio. Con este instrumento se busca fomentar el

talento investigativo, la libre investigación, además de la creación, ampliación, adecuación de

la infraestructura artística y cultural, y el acceso de todos los colombianos a ella, con respeto

de los derechos humanos y garantías a la diversidad.

83

C O N F E R E N C I A C U A T R O

Políticas públicas

en un contexto

cultural

Yolima Bedoya González*

*Docente Universidad de Antioquia, Coordinadora área de investigación del departamento de sociología

de la Universidad de Antioquia]

IV

85

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

Para hablar de políticas públicas y la forma como éstas juegan un papel dentro de la

cultura política, es importante hacer ciertas precisiones con el ánimo de dejar claro

desde dónde y cómo se abordará este tema. Es así como este escrito partirá de definir

los términos de política, sistema político y políticas públicas. Posteriormente se aborda-

rá el concepto de cultura política, con el fin de establecer una relación entre estos dos

momentos, y concluir señalando la importancia de la participación ciudadana en la cons-

trucción, seguimiento y evaluación de cualquier política pública.

PUNTO DE PARTIDA: DEFINICIONES

Por política generalmente se entienden muchos significados a veces contradictorios;

sin embargo, pocos hacen el ejercicio de trascender la palabra y establecer mínimos

frente al tema. En Colombia particularmente, al pensar o preguntarse por política, se

podría afirmar que la mayoría de las personas la conciben como algo negativo, y la miran

despectivamente o con recelo, pues la asemejan a partidos políticos y la relacionan con

las propuestas de gobierno, es decir, se quedan con la forma y pocos profundizan en el

quehacer.

Para efectos de esta ponencia, y dejando claro que pueden existir diferentes interpre-

taciones, se entenderá por política la “práctica o actividad colectiva que los miembros de

una comunidad llevan a cabo. La finalidad de esta actividad es regular conflictos entre

grupos. Y su resultado es la adopción de decisiones que obligan —por la fuerza, si es

preciso—, a los miembros de la comunidad”.1

Esta definición lleva a pensar la política mucho más allá de la democratización del

estado liberal, es decir, ya no es un asunto exclusivo de unos pocos en la medida en que

el pueblo participa en la elección de sus gobernantes, en la construcción de propuestas

que redunden en su bienestar, en el seguimiento y veeduría de los planes y programas de

gobierno. No se trata sólo de entender las formas de gobierno o porqué se produce una

1 Joseph M. Vallès, Ciencia política: una introducción, Barcelona, Ariel S.A, 2000, p. 18.

86

Universidad, cultura y sociedad

norma, ahora también debe analizarse la forma como se da el proceso político, como

operan las instituciones, la administración y el sistema político en cuanto parte de un

todo, parte de un sistema. Esta charla parte entonces de comprender la política en gene-

ral desde una visión sistémica, sustentando que las políticas públicas aparecen como

propuesta de un sistema político.

Se podría entender por sistema político “aquellas interacciones por medio de las

cuales se asigna autoritariamente valores en una sociedad”.2 Dicho sistema está media-

do por varios aspectos:

• la legitimidad que se brinda a esos valores asignados autoritariamente,

• las interacciones políticas constituyen un sistema de conducta, el cual no existe en el

vacío, sino que es preciso contextualizarlo en ambientes ya sea físicos, biológicos,

sociales, psicológicos, por lo tanto, es cambiante y adaptable a las circunstancias.

Para descifrar mejor la idea de la política como sistema, David Easton introduce dos

conceptos que buscan dar ciertas claridades:

• inputs, entendidos como demandas y apoyos de la sociedad, y

• outputs, o las decisiones y acciones emprendidas por la autoridad.

Ambos conceptos se complementan y se desarrollan en una permanente retroali-

mentación, es decir, es a partir de las demandas y necesidades de la sociedad como los

gobernantes reciben, organizan y plantean soluciones que serán devueltas a la so-

ciedad. Lo ideal es que las autoridades o gobernantes puedan satisfacer los inputs

con la finalidad de no generar tensiones o posibles crisis, para que el sistema pueda

seguir cumpliendo su labor. Es en este proceso de retroalimentación donde apare-

cen las políticas públicas como producto del diálogo y de enlace dentro del sistema

político.

Por sistema político, entonces, se entiende un conjunto formado por:

• Elementos institucionales o lo que se conoce como régimen político y que comprende los

poderes políticos y sus reglas y normas para consigo mismo y para la sociedad.

• Actores institucionalizados en que la sociedad se organiza de manera activa o pasiva para

decidir en las formas de gobierno, como los partidos políticos, las organizaciones

comunitarias y campesinas, los movimientos sociales, entre otros.

• Los valores, que rigen a individuos y grupos sociales, los cuales están mediados por

procesos históricos y que se manifiestan en lo que conocemos como cultura política.

• Escenario internacional, que puede llevar a la toma de decisiones o a asumir ciertos com-

portamientos favorables o desfavorables hacia lo ocurrido al interior de un país o a lo

que sucede en un territorio diferente.

2 Propuesta de David Easton tomada de: Manuel Alcántara, Gobernabilidad y cambios. México DF, Fondo de Cultura Económica, 1995,p. 43.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

Lo que caracteriza un sistema político es que todos sus elementos interactúan entre sí,

no existe una posición jerárquica entre ellos y el comportamiento de uno puede llegar a

alterar todo el sistema. Es un sistema en continuo movimiento y por tanto en permanen-

te construcción. Un ejemplo de cómo pueden comportarse estos elementos dentro de

un sistema político, podría ser lo ocurrido con la extradición en nuestro país. Si bien antes

de la constitución de 1991 era permitido extraditar nacionales a otros países, particular-

mente por el delito de narcotráfico para ser juzgados en países como Estados Unidos, la

nueva constitución política planteó la prohibición de seguirlo haciendo. Sin embargo,

fueron tantas las presiones del gobierno estadounidense para que se reanudaran, supedi-

tando a dicha decisión su apoyo económico, que el gobierno nacional reformó la Cons-

titución y a mediados de la década nuevamente comenzó a extraditarse colombianos(as)

hacia otros países.

Al plantear cuál es la relación de las políticas públicas con el sistema político, se podría

decir que las primeras hacen parte de lo que Easton llamó elemento institucional del sistema

político, pues son concebidas como uno de sus productos; podría decirse que son las

acciones del gobierno o el gobierno en acción buscando dar respuestas a las diversas de-

mandas de la sociedad. Así, las políticas públicas pueden ser definidas como “el conjunto

de actividades de las instituciones de gobierno, actuando directamente o a través de agentes

y que van dirigidas a tener una influencia determinada sobre la vida de los ciudadanos”.3

Por su parte, Vallès afirma que son el:

conjunto interrelacionado de decisiones y no decisiones, que tiene como foco un área

determinada de conflicto o tensión social. Se trata de decisiones adoptadas formalmente en

el marco de las instituciones públicas —lo cual les confiere la capacidad de obligar—, pero

que han sido precedidas de un proceso de elaboración en el cual han participado una

pluralidad de actores públicos y privados.4

Unas aclaraciones respecto a las dos definiciones anteriores:

• Las políticas públicas deben ser vistas como un proceso decisional, es decir, son creadas

en tanto sirven para hacer que una decisión tomada se lleve a cabo en un período de

tiempo determinado.

• Los casos de inacción que pueden presentarse, o aquellos aspectos que se quedarán sin

considerar dentro de la política pública y que por tanto no se realizará.

• Para considerarse pública, deberá haber sido generada en el marco de los procedimien-

tos, instituciones y organizaciones gubernamentales.

3 Definición de Guy Peters, recogida por Francesc Pallares, “Las políticas públicas: el sistema político en acción”, Revista de Estudios

Políticos, (62), Barcelona, 1982, p. 141.4 Vallès, Op. cit., p. 377.

88

Universidad, cultura y sociedad

Podría decirse además que algunos instrumentos de acción utilizados desde las institu-

ciones gubernamentales para implementar las políticas públicas son:

• Las normas jurídicas, único y exclusivo recurso del Estado.

• El servicio de personal o los profesionales especializados que aportan con su saber a la

formulación de la política. En este aspecto se incluye también la infraestructura

organizativa y material.

• Recursos materiales, básicamente lo relacionado con la financiación de la política pública.

• La persuasión, es decir, la presión que pueden ejercer diferentes actores sociales para

que una política pública efectivamente se lleve a cabo.

Para cerrar esta primera parte de la charla, se hablará de los momentos del proceso

de elaboración y análisis de una política pública. Si bien existen muchas propuestas de

cómo elaborar una política pública, podríamos comenzar diciendo que todas coinciden

en verla como un proceso cíclico, no estático, el que permite plantear situaciones de

anticipación y previsión. Es también pertinente aclarar que dentro de la elaboración y

análisis pueden presentarse varios pasos. Para esta ponencia se ha decidido agrupar este

proceso en tres momentos, de acuerdo a la propuesta hecha por Pallarés:5

Primer momento: formulación de la política, el cual a su vez consta de cinco pasos:

• Establecimiento de la agenda política: se trata de lograr definir cuáles son las problemá-

ticas sobre las que se debe actuar a partir de las demandas o necesidades que pueden

presentarse por un grupo de personas u organizaciones. Es decir, no todas las circunstan-

cias o razones de interés de una comunidad o de un poblado, alcanzan a ser política

pública y esto en gran medida se debe a la movilización y presión que se haga frente a los

organismos decisionales.

• Definición de los problemas: una vez determinada la agenda política, se trata de iden-

tificar cuál es realmente el problema que se va a abarcar, desde su conocimiento, sus

componentes, sus causas y sus consecuencias.

• Previsión: consiste en mirar los alcances o hasta dónde puede llegar la política y prever

las consecuencias de los resultados obtenidos, así como pensar en posibles correctivos.

• Establecimiento de objetivos: se busca definir las características genéricas del fu-

turo deseado en un ámbito determinado. Es proyectar las soluciones que se deben

alcanzar a partir de la implementación de la política. Tal cumplimiento depende

de factores externos que median tanto el mundo político como el aspecto econó-

mico, las campañas electorales, el cambio de gobernantes, las apuestas de los ele-

gidos, entre otros.

• Selección de la opción: una vez identificados los objetivos, se elige la opción concreta

que lleve a su implementación.

Segundo momento: la implementación: está íntimamente ligada a la primera fase, hasta el

punto de no existir un límite claro entre una y otra. Puede considerarse “como el continuum

5 Ibíd., p. 142.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

de elaboración y acción en el cual tiene lugar un proceso negociador entre aquellos que

quieren llevar la política pública a la práctica y aquellos de los que depende la acción”

(Barret y Fundge, 1981).

Tercer momento: evaluación, continuidad o cambio. Debe hacerse con referencia a los objeti-

vos establecidos y a los resultados alcanzados tanto en los aspectos previstos como en los

no previstos. En últimas, busca determinar si lo que se está haciendo responde a las

necesidades demandadas o si se deben implementar correctivos.

CULTURA POLÍTICA

Se había partido en el título anterior de entender la política como una serie de activi-

dades colectivas llevadas a cabo por los individuos de una sociedad, o la secuencia de

actividades que se encadenan y se influyen recíprocamente basadas en la respuesta activa

o pasiva de unos actores a favor o en contra del proceso. Toda esta situación se da

dentro de lo que se conoce como acción política, y el hecho de que se presenten diferentes

reacciones frente a un estímulo político se explica básicamente por:

Un modelo económico que parte del supuesto de que cada individuo tiene la posibilidad

de definir sus preferencias en el ámbito político; es un sujeto que cuenta con informa-

ción pertinente para intervenir o no en la política en la medida que sus objetivos o metas

sean alcanzables.

La acción política desde esta visión posee un carácter básicamente instrumental:

cada ciudadano quiere obtener un beneficio de todas sus acciones sin malgastar recur-

sos ni energía —lo que se llamaría el egoísta ilustrado: busca siempre un beneficio a partir

de la información y conocimientos previos para valorar las alternativas que le ofrecen y

saber si se arriesga o no—.

Un modelo sociocultural que parte de entender al actor político como un sujeto

atravesado por pautas de conducta que han sido incorporadas durante todo su proceso

de socialización; por lo tanto, sus actos están guiados por normas, valores y usos que lo

identifican con un grupo referente.

Desde esta visión desaparece el carácter racional y autoritario para dar paso al indivi-

duo que actúa de acuerdo a la adaptación a una norma —socialmente implícita o explí-

cita— que ha interiorizado y que lo hace parte de un grupo social.

Estas dos situaciones explicarían las actitudes que los individuos podrían tomar de

forma diferente ante un estímulo; por ejemplo, ante la intervención de un político puede

evaluársele como convincente para unos y superficial para otros.

90

Universidad, cultura y sociedad

Si bien cada individuo puede llegar a tener ciertas particularidades al momento de ma-

nifestarse ante una acción política, puede afirmarse que muchas de ellas suelen ser compar-

tidas por otras personas: los jóvenes poseen un sistema de actitudes que los diferencia de los

adultos, o los hombres de las mujeres.

Por lo tanto, por cultura política podría entenderse el:

atributo de un conjunto de ciudadanos que siguen una misma pauta de orientaciones o

actitudes ante la política... O por el contrario, participan de una actitud reticente frente a las

instituciones... Cuando una serie de actitudes se distribuyen de la misma forma entre los

individuos de un grupo determinado —étnico, religioso, social— se afirma que dicho colec-

tivo comparte la misma cultura política.6

Sin embargo, deben evitarse dos confusiones: a) el concepto de cultura política no equi-

vale a una mayor o menor acumulación de conocimiento sobre la política: ese saber se

adquiere a partir de una serie de actitudes comunes y no en el cúmulo de mucha informa-

ción; b) la cultura política es siempre un distintivo colectivo que responde a las especificidades

de un grupo y no de un individuo; al contrario, éste es “absorbido” por la cultura política

del grupo del que forma parte.

ALGUNAS CONSIDERACIONES RESPECTO A LA CULTURA POLÍTICA

Inicialmente el término de cultura política era utilizado para las prácticas de una comu-

nidad en su sentido más amplio: un país o una nación básicamente.

Sin embargo, en cada sociedad ampliada existen múltiples manifestaciones que no nece-

sariamente son compartidas por la totalidad y que lleva a identificar los grupos con sus

particularidades; algunas veces incluso, contradiciéndose con otras manifestaciones grupales

y culturales. Es así como aparece entonces el término de subcultura política para diferenciar

las propuestas o actitudes de poblaciones, como los jóvenes, los ancianos, los

afrodescendientes, los indígenas, los homosexuales, entre otros, que si bien pueden com-

partir la nacionalidad, pueden también estar influenciados por el territorio que habitan, o

por las actitudes de los grupos generacionales, de sexo o de etnia.

La reproducción de culturas y subculturas políticas no se da de forma espontánea, sino

que el individuo los adquiere a través de las agencias de socialización, como son la escuela,

la familia, los medios de comunicación, las instituciones religiosas, entre otras. Pero también

la hegemonía o responsabilidad de estas entidades en el proceso de transformación cultural

varía con el correr de los tiempos. Así, es posible advertir que durante mucho tiempo fueron

la familia y la escuela los espacios donde predominaban los momentos de socialización.

6 Ibíd., p. 254.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

Actualmente esa labor es liderada en gran parte por los medios de comunicación, y aquéllos

han quedado relegados a un segundo plano.

Lo anterior nos lleva a concluir que por ser construcciones sociales, las culturas y

subculturas políticas están sujetas a modificarse continuamente.

La cultura política entonces entra a hacer su aporte al sistema político en tanto per-

mite explicar su consistencia o fragilidad:

Porque estas pautas culturales dominantes son las que orientan la conducta de los actores y

les inducen a reaccionar de un modo y no de otro, en función de cómo entienden la política

y de cómo se sitúan ante ella. La cultura política nos ayuda, pues, a penetrar porqué dichos

actores convierten en conflicto determinadas situaciones, porqué elaboran diferentes pro-

puestas de solución, porqué adoptan estrategias de confrontación o de consenso, etc.7

Prueba de esto lo presentan varios países latinoamericanos: en Bolivia y Ecuador, por

ejemplo, han sido las poblaciones indígenas las que han desestabilizado los regímenes polí-

ticos tradicionales hasta el punto de derrocar presidentes en varias ocasiones durante un

mismo período presidencial. O los cacerolazos en Argentina o las manifestaciones políticas

en Brasil y Chile que llevaron a rechazar las propuestas de los partidos tradicionales y lleva-

ron al poder —por medio de las urnas— propuestas de tinte socialista. Es un caso contra-

rio a lo que sucede en Colombia o Perú, donde se conocen los múltiples problemas de

corrupción y la debilidad para responder a los problemas sociales, pero donde hasta el

momento, los presidentes siguen siendo herederos de las propuestas de los partidos tradi-

cionales y no ha habido revocatoria de mandatos.

Otro aporte de la cultura política es que su relación con las instituciones gubernamen-

tales se manifiesta a través de las políticas públicas, en tanto son las demandas hechas por

las diferentes comunidades, las que permiten a los gobernantes formular, concretar y

diseñar las formas de solucionarlas a partir de la implementación de una política pública.

EL PAPEL DE LA CULTURA EN LA CONSTRUCCIÓN DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

Como se ha venido diciendo, dentro de un mismo país existen múltiples manifesta-

ciones culturales que permiten que un grupo de individuos se reconozca a partir de la

participación y apropiación de las prácticas, costumbres y usos de interactuar en él. Es

preciso entonces anotar que la cultura es el resultado de una construcción social y, por lo

tanto, está mediada por las referencias geográficas e históricas de los individuos que la

conforman.

7 Ibíd., p. 257.

92

Universidad, cultura y sociedad

Como concepto, podría decirse que la cultura son las ideas, valores, actitudes o preferen-

cias que derivan en comportamientos predominantes en cada etapa de una sociedad deter-

minada. Por lo tanto, al pensar en transformación, en progreso y desarrollo, que se materia-

liza en la formulación y ejecución de una política pública, es necesario reflexionar sobre los

aspectos culturales en donde ésta se piensa implementar y las consecuencias que puede

tener. Y no es sólo pensando en las comunidades con las que el término cultura suele

relacionarse (básicamente indígenas y afrodescendientes), es partiendo de aquello que en el

apartado anterior se identificaba como subculturas.

Sin embargo, actualmente se presenta un cambio en los valores e ideales que predo-

minaron por cierto tiempo y que han llevado a hablar de una pérdida de valores. Tal

posición desconoce la condición dinámica que posee la forma de relación humana.

Esos cambios de cierta manera impulsados por los medios de comunicación, como ya

se había manifestado, han llevado a proponer otras formas de relacionarse, de hacer

política y por supuesto de construir políticas públicas: algunos buscando “recuperar” lo

que consideran perdido, otros concertando lo que se debe implementar y otras más

aceptando y adaptando las nuevas propuestas.

Tal vez un ejemplo que pudiera recoger lo expresado anteriormente son las “apues-

tas” que se hacen en torno a los(as) adolescentes: los tradicionalistas lamentan que aho-

ra los hombres, por ejemplo, sean tan vanidosos, o que las(os) adolescentes prefieran

bailar reggaeton, o que las mujeres hayan cambiado la fiesta de los quince años por ciru-

gías para embellecer o mejorar sus cuerpos. Los concertadores buscan encontrar equilibrio

entre lo dejado atrás y las nuevas alternativas, que evite choques generacionales, particular-

mente entre padres-madres e hijos(as). Finalmente, los de avanzada desarrollan eventos y

programas donde los(as) jóvenes puedan encontrar expresión sin tabúes ni límites.

Cualquiera de las posturas anteriores —y no sólo en el caso de los(as) adolescentes—

insta a los responsables de hacer políticas públicas, esto es, a gobernantes y actores sociales,

a considerar de manera fundamental el papel de la cultura en el triunfo o fracaso de las

decisiones que van a tomar.

A continuación se presentan algunos de los cambios culturales actuales y se enumeran

cuáles podrían ser los elementos que se deberían potenciar, con el ánimo de servir de

insumo al momento de pensar en políticas públicas.8

ALGUNOS CAMBIOS CULTURALES ACTUALES

• Nuevos “valores” determinados por los medios de comunicación: como la eficacia, la

validez, la exactitud, la multiplicación, entre otros.

8 Tomados de Luciano Tomassini, “Cultura y desarrollo”, disponible en http://www.purochile.org/tomass.htm, consultado en agostode 2006.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

• Identidad y subjetividad: hay más capacidad para crear identidades propias y menos

intención de asumir roles sociales.

• Pérdida de las redes tradicionales de pertenencia: que llevan a buscar otras formas de

vinculación y convivencia humana, como la sexualidad, las relaciones de pareja, la

vulnerabilidad, la fragilidad matrimonial.

• Sociedades más fragmentadas y diversas, más educadas e informadas, llevando al cam-

bio de los valores sociales: pierden importancia los espacios públicos —con excep-

ción de los centros comerciales— y los significados se buscan y producen en la vida

privada: el efecto socializador de la familia, el barrio, la cuadra, o el maestro se reduce

al límite, mientras que los medios de comunicación —particularmente la televisión—

se convierten en el principal instrumento a través del cual se atribuye sentido a perso-

nas y acontecimientos.

• Prevalecen las economías de mercado en el último cuarto del siglo XX y hasta nues-

tros días, fortalecidos con el derrumbe del socialismo: el mercado resurge como el

más poderoso asignador de recursos con unos “valores” propios, como la

competitividad o el rendimiento.

• Desfiguración del referente político: como las ideologías, los partidos o la misma po-

lítica, y cambio por intereses representados en los televisores y por informes superfi-

ciales nada creíbles.

• Pérdida del rol del Estado en la transformación cultural: el Estado como agente eficaz

de satisfacción de las necesidades sociales ha perdido en la nueva transformación

cultural y actualmente se debate entre quienes quieren rescatarlo y aquéllos, como los

neoliberales, quienes sostienen que su existencia es más un estorbo.

ELEMENTOS CULTURALES POR POTENCIAR

• Construcción y ejercicio de identidades personales, colectivas y culturales a partir del

respaldo en la búsqueda de raíces históricas, locales o en valores.

• Recuperar el papel que tiene la educación en los procesos de socialización, como

expresión de la cultura prevaleciente en una sociedad, factor fundamental del desarro-

llo y la competitividad de las economías, y condición ineludible para crear ciudadanía

y abrir a los ciudadanos posibilidades de participación en la vida pública y política.

• Búsqueda de asociatividad como una forma de responder a la desprotección y a las

inequidades generadas por el mercado. La asociatividad aparece como un bastón en

donde apoyarse, además de construir identidades y lazos de unión entre los asociados.

• Oportunidades de cogestión y cofinanciamiento entre los diversos actores sociales, gu-

bernamentales, privados y comunitarios para el mejoramiento de los barrios y las ciuda-

des, el fortalecimiento y supervivencia de la pequeña empresa y de los programas de

erradicación de la pobreza, entre otros.

• Empoderamiento de la sociedad civil como directos y válidos interlocutores con instancias

94

Universidad, cultura y sociedad

gubernamentales y del sector privado, en la búsqueda de la defensa y el respeto de los

derechos civiles, económicos, políticos y humanos.

• Papel de las políticas públicas como puente entre lo público y lo privado, como instru-

mento para contarle a los agregados oficiales y colectivos (Estado, gobernantes, parti-

dos políticos) acerca de los temas o intereses de la sociedad y de la gente.

LA PARTICIPACIÓN COMO EJERCICIO FUNDAMENTAL EN EL DESARRO-

LLO DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

Cabe recordar que la implementación del instrumento de la construcción de políticas

públicas en Colombia está mediada por la declaración de la Constitución de 1991. Antes

de ella, si bien había democracia, se seguía un modelo de tipo representativo, es decir,

por medio de la votación se elegía a unos representantes y eran ellos los encargados de

dar vida al aspecto político, jurídico y normativo del país en todos los ámbitos, nacional,

regional y local. Esta situación fortaleció el clientelismo y la corrupción, y con ellos, la

desconfianza en la política y en los políticos, e hizo de la violencia una de las vías más

recurrentes para arreglar diferencias.

Con la promulgación de la Constitución de 1991, se cambia a una democracia

participativa, que desafortunadamente no ha sido implementada como debería ni acabó

con los vicios enunciados anteriormente, pero que a pesar de todo ha ampliado algunos

ámbitos de participación ciudadana, siendo uno de esos espacios la formulación de

políticas públicas.

Por participación se entiende el “proceso social que resulta de la acción intencionada

de individuos y grupos en busca de metas específicas, en función de intereses diversos y

en el contexto de tramas concretas de relaciones sociales y de poder”.9 La participación

puede operar para obtener información sobre un tema específico o para emitir una

opinión ante una situación planteando iniciativas para contribuir a resolver un proble-

ma, y puede servir en procesos de concertación, negociación y/o fiscalización. Pero

desde la práctica, puede decirse que son dos las categorías que asume la participación en

Colombia, a saber:10

• Participación-argumentación, donde la participación sirve para comunicar, argumentar,

deliberar y convencer, es decir, está en el plano de las ideas.

• Participación-acción: la participación es vista como la manera de interactuar con otro para

definir formas de actuar. Aquí la participación es menos racional y más pragmática.

En Colombia, de acuerdo al estudio realizado por Velásquez y González (2003, 22),

pueden distinguirse cinco estrategias de participación:

• Participación-formalidad o cumplir con los requisitos que impone la ley en cuanto a con-

9 Fabio Velásquez C. y Esperanza González R., “¿Qué ha pasado con la participación ciudadana en Colombia?”, Bogotá, EditorialFundación Colombia, 2003, p. 19.10 Ibíd., p. 22.

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U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

vocar, pero sin que quienes participan tengan mucha incidencia.

• Participación “sin alas” o que no cuestiona la lógica y las estructuras de poder vigentes.

• Participación-integración-cooptación, espacios habilitados por los gobernantes para acoger

las orientaciones del grupo político dominante.

• Participación-concertación o la construcción colectiva de acuerdos en torno a objetivos

comunes y medios para alcanzarlos.

• Participación-modo de vida, asumida la participación como un valor y una norma social

adquiridos desde la infancia; ante todo busca el beneficio y la fortaleza de un colectivo

social.

Como se ha dicho a lo largo del texto y que quede entonces como conclusión de esta

ponencia, la participación de los ciudadanos en la construcción de políticas públicas es

fundamental en tanto es ahora un instrumento legitimado por todas las instancias y es el

común de la gente agrupada y organizada la que puede mostrar cuáles son sus necesida-

des desde sus particularidades culturales y, así mismo, proponer las herramientas para su

implementación y evaluación.

Para que esto sea una realidad, es necesario que haya una decidida voluntad de los

gobernantes pero sobre todo, la existencia de ciudadanos(as), organizaciones sociales y

agentes participativos que hagan uso de esas oportunidades y las traduzcan en cualificar

los resultados de la gestión pública.

96

Universidad, cultura y sociedad

BIBLIOGRAFÍA

Alcántara, Manuel, “Gobernabilidad y cambios”, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1995.

Pallares, Francesc, “Las políticas públicas: el sistema político en acción”, Revista de Estudios Políticos, (62),

Barcelona, 1982.

Tomassini, Luciano, “Cultura y desarrollo”, disponible en http://www.purochile.org/tomass.htm,

consultado en agosto de 2006.

Vallès, Joseph M., Ciencia política: una introducción, Barcelona, Ariel, 2000.

Vargas Velásquez, Alejo, “Políticas públicas y gerencia institucional”, Administración y Desarrollo, ESAP,

(33), diciembre de 1993.

Velásquez C., Fabio y Esperanza González R., ¿Qué ha pasado con la participación ciudadana en Colombia?,

Bogotá, Editorial Fundación Colombia, 2003.

97

C O N F E R E N C I A C I N C O

La subregión oye las voces:

Occidente antioqueño

Hacia la construcción de

una política pública

cultural 2006-2007

Ramiro Echeverri Villegas*

*Arquitecto miembro del Consejo Departamental de Cultura 2006-2007, miembro del Consejo Municipal

de Cultura Santa Fe de Antioquia y Revisor POT 2007-2019 Santa Fe de Antioquia.

IV

99

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

La inspiración del andamiaje estructural postmoderno de la cultura en Colombia es sin

duda alguna la carta constitucional, repensada y promulgada en 1991 por la Asamblea

Constituyente constituida para tal efecto. De sus artículos 2, 7, 8, 16, 27, 44, 45, 52, 67, 70,

71, 72 y 340, emanan los principios creadores de un sistema cultural en un país democrático

y avanzado, como soñaban que debía ser la República de Colombia. La carta define la

cultura como “fundamento de la nacionalidad que consagra el deber del Estado de pro-

mover la investigación, el desarrollo y la divulgación de los valores culturales de la nación y

fomentar el acceso de toda la comunidad a la cultura”.

Hubieron de pasar seis largos años —tiempo dilatado y precioso en el cual el país

avanzó poco en los procesos culturales— para que en 1997, el Congreso de Colombia

se ocupara de desarrollar los artículos 70, 71 y 72 de la Carta Magna y promulgara la ley

397 de agosto 7 de 1997, declarada exequible en 1998 por sentencia de la Corte Consti-

tucional. El artículo 1º. de dicha ley define la cultura como “El conjunto de rasgos

distintivos, espirituales, materiales, intelectuales y emocionales que caracterizan a los

grupos humanos, y que comprende más allá de las artes y la letras, modos de vida,

derechos humanos, sistemas de valores, tradiciones y creencias” (Unesco).

Además, en los interregnos han surgido diversas iniciativas culturales emanadas de los

gobiernos de turno, como el convenio Andrés Bello, el Plan Nacional de Cultura 2001-

2010 y otras leyes atinentes al tema cultural, como las leyes 23 de 1982 (de propiedad intelec-

tual), 44 de 1993 (enmienda y adición a la anterior), 98 de 1993 (de democratización y fo-

mento del libro colombiano) y 594 de 2000 (Ley General de Archivos), así como las 666 de

2001 (de la estampilla de Procultura), 814 de 2003 (para el fomento de la actividad cinema-

tográfica), y 853 de 1998 (declaración del día nacional del Patrimonio Cultural), que rees-

tructura el Ministerio de Cultura y reglamenta la ley 397 de 1997 del Patrimonio Cultural.

Este marco legal incluye a los sectores étnicos y las comunidades afrocolombianas, los

100

Universidad, cultura y sociedad

pueblos indígenas, las comunidades raizales de San Andrés y Providencia, ancestro

angloantillano de habla inglesa. Reconoce la riqueza lingüística de la nación, con más de 64

lenguas indígenas (chibcha, arawak). Y la creación del Ministerio de Cultura, organismo

rector ha venido a apuntalar y apalancar la cultura mediante la creación de un sistema de

cultura nacional, que incluye los llamados consejos de cultura, la estampilla procultura y los

planes de desarrollo cultural.

EN LA SUBREGIÓN DEL OCCIDENTE ANTIOQUEÑO

A partir del año 2002 y con el acompañamiento de la Secretaría de Educación para la

Cultura de Antioquia, la administración municipal de Santa Fe de Antioquia y el triángulo de

los municipios cercanos San Jerónimo y Sopetrán, se inició la tarea de hacer efectivos los

sistemas municipales de cultura, creando la Estampilla Pro Cultura, por acuerdo del Conce-

jo Municipal: se elaboran los planes sectoriales estratégicos de cultura debidamente avalados

por la Secretaría de Educación para la Cultura de Antioquia y con asesoría de la Universi-

dad de Antioquia: Monumento Nacional 2002-2012- Santa Fe de Antioquia y 2003-2023

Rescatando identidad, Municipio de Sopetrán.

Con base en estos documentos de planificación se ha venido efectuando una serie de

obras en los municipios aludidos y elaborado un conjunto de intervenciones por parte

de los sectores público y privado y de los grupos comunitarios organizados, que apun-

tan a satisfacer las necesidades culturales de la población.

Uno de estos puntos específicos es la lucha por el reconocimiento, valoración y protec-

ción de Santa Fe de Antioquia como patrimonio cultural de la nación. Esto comprende el

conjunto de bienes y valores que identifican a la comunidad, incluyendo sus actos materia-

les, intelectuales y artísticos. Es el legado de las generaciones que nos precedieron y lo que

podemos transmitir a las generaciones futuras, que es tanto intangible como tangible. Así, se

han rescatado y promovido innumerables presentaciones de música y danzas, de fiestas y

desfiles, de creencias religiosas y procesiones, de tradición oral en el lenguaje y las costum-

bres, entre otras, mientras que en lo que respecta al patrimonio tangible se ha orientado el

esfuerzo en la conservación, protección, normatividad y armonía de la arquitectura colonial

que constituye propiamente el centro histórico.

Con estas acciones se busca establecer un plan patrimonial (POT 2007-2019) para evitar

el deterioro de las edificaciones o su destrucción con campañas de enseñanza a las comuni-

dades, controlando la presión derivada de los intereses económicos sobre la propiedad

urbana que por el ánimo de lucro destruye la arquitectura colonial. Así, contribuimos a

conservar el legado y la identidad de los pueblos y de su historia.

101

U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

En otros ámbitos se han adelantado actividades en los aspectos documental, testimo-

nial, artístico y estético, ecológico-ambiental y paisajístico.

En el 2006, el Consejo Departamental de Cultura participó en el proceso de formula-

ción del Plan Departamental de Cultura 2006-2020 “Antioquia en sus diversas voces”, como

acompañamiento y participación fundamentales en el proceso de formulación del plan.

Éste fue presentado con éxito rotundo en el I Foro Departamental de Cultura, que tuvo

lugar los días 8 y 9 de noviembre de 2006 en el Centro Internacional de Convenciones Plaza

Mayor de Medellín, ante expertos e invitados nacionales e internacionales.

Para el año 2007 se espera continuar con la construcción de las políticas públicas cultu-

rales, citando una frase de la señora Martha Elena Bravo de Hermelin: “El tránsito de la

política pública cultural no llevará finalmente a una cultura política nacional”.

Se terminó de imprimir

el --- de ----, 2007,

en ----