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“Memorias de Papel” 415, 416 y 432, años del archivo parroquial, de San Bernardino de Siena Xochimilco .D.F Investigación Melchor Soto Canchola

Memorias de Papel (Archivo Parroquial )San Bernardino de Siena Xochimilco D.F

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Basado en exposicion de material de 1580 y su entorno, filigrana, papel, tinta etc

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“Memorias de Papel” 415, 416 y 432, años del archivo parroquial, de San Bernardino de Siena Xochimilco .D.F

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ANTECEDENTESDurante el siglo XVIII se provocó la extinción de antiguas y respetables instituciones, transformando la sociedad y sus organismos de desarrollo. Francia con su Revolución, confiscó, concentró y conservó un rico acervo de manuscritos y libros, de uso exclusivo de los príncipes de la sangre y de la Iglesia, este patrimonio bibliográfico y documental, sustituye las bibliotecas de monarcas y príncipes por una biblioteca nacional.

México agitado con las ideas Europeas desde la primera década del siglo XIX y la continua transformación de la sociedad por una serie de revoluciones, no escapo de su influjo y ejemplos, pero con acciones mas destructoras, que afectaron a centenarias instituciones de cultura y los bienes que poseían, con furor revolucionario Justificadamente o no, la Iglesia y su compleja organización representó un obstáculo. Por su espíritu tradicional, nexos con el antiguo régimen y sus hombres, equivocadas pretensiones y torpe política, su poder económico y razones y sinrazones en las que se confundió el clericalismo con un irracional deseo de aniquilar todo vestigio del pasado para alcanzar una libertad de conciencia, claro que con un deseo oculto de poseer, el poder y la riqueza que durante siglos habían acumulado las instituciones religiosas, por lo que era necesario combatirlas, y destruir su poder, En este enfrentamiento, no solo los hombres sino también las cosas que pertenecían a la Iglesia fueron afectadas y muchos creyeron erróneamente que todo lo que se conservara sería estorboso, sin valor o inútil, para la creación de la reconstrucción nacional. Así las instituciones eclesiásticas fueron duramente afectadas, Bibliotecas, archivos y colecciones de pintura de seculares institutos, colegios, conventos, catedrales y templos, fueron arrumbados, Este es el momento de la dispersión y destrucción de nuestra herencia cultural colonial. Afortunadamente la reforma educativa origina la fusión de diversas bibliotecas y germina la idea de la creación de un archivo y biblioteca nacionales, no sin antes sufrir esta oleada anticlerical y la destrucción de venerables monumentos. Los conventos de San Francisco, Santo Domingo y San Agustín son demolidos perdiéndose con ellos, no solo el monumento arquitectónico colonia, con sus reliquias y restos de venerables fundadores de nacionalidad y civilización, sino también libros y documentos que ahí se custodiaban, la presencia de estudiosos fue incapaz de evitar tal dispersión, saqueo y perdida, Las disposiciones dadas para los fondos de libros y documentos se concentran tanto en el Archivo General de la Nación como en el Museo Nacional y Biblioteca Nacional, pero no representaron un acervo total solo una pequeña parte que se logro salvar, a mediados del siglo XIX historiadores mexicanos y extranjeros compraron y conservaron para su reproducción y estudio parte de dicho material, muchos tesoros documentales fueron usufructuados. Algunos de los Archivos pertenecientes al Archivo Parroquial de San Bernardino de Siena Xochimilco, que se resguardaban en el Convento de San Francisco se dispersaron y solo tenemos noticias de algunos, en la Biblioteca Nacional, Archivo General de la Nación, Museo Nacional de Antropología e Historia del INAH, y en bibliotecas extranjeras de EU. y Europa. Por lo que solo presentamos por ocasión extraordinaria para conocimiento y memoria, parte del acervo que se resistió a morir en esta turbulencia de manifestaciones nacionales y extranjeras y que permanece en custodia de esta Parroquia, una pequeña muestra que da idea de la riqueza histórica de la profunda huella que los franciscanos dejaron para utilidad de nuestra historia regional y nacional

LOS ARCHIVOS FRANCISCANOS EN MÉXICO

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Incompletos, mutilados, reducidos en ciertos casos meros fragmentos, existen todavía en México, algunos en bibliotecas, museos, archivos públicos o pocos en custodia de la orden, los primeros representan lo que se salvo del salvaje despojo de la política gubernamental en contra de las corporaciones eclesiásticas y religiosas “fueron ciegos destructores lo mismo de lo malo que de lo bueno. El caso resultante ofreció ocasión magnifica a eruditos y coleccionistas para surtir sus bibliotecas y librerías, tanto dentro del país como en el extranjero. La gran emigración de los tesoros históricos de México hacia el exterior comenzó entonces. Y tampoco hay que lamentarla demasiado, pues sin ella la catástrofe hubiera sido aún peor “1.Ignacio del Río, Guía del Archivo Franciscano, UNAM México

Algunos de estos pertenecientes al Convento de San Francisco y actualmente resguardados en la Biblioteca Nacional, UNAM registran:

“Un baúl y caxa principal, con tres candados, dentro una caxuela de Xochimilco, con bulas y breves”

“caxa de fierro, con dos candados, dentro de la cual se halla una caxita de Xochimilco, dentro de la cual se hallan todas las bullas de este Convento, en esta forma: cada envoltorio es un número que contiene las bullas de un solo Sumo Pontífice, y cada una su signo con letras de AB” 2.-Ibídem p.LXI

“Figueroa se dice guardián de la comunidad franciscana que residía en Tepepan….Se le autorizaba para absolver a los indios que se presentaran arrepentidos y se les daban ciertas comisiones relacionadas con el Santo oficio.-El informe del Virrey aparece en la Biblioteca Nacional dice: en 1741. La respuesta del informe dirigido al Tribunal de la Inquisición, no era la primera vez que se preocupaba por las supersticiones de los indios, ni sería la última. En 1734, mientras residía en Tepepan, dio al alcalde de Xochimilco un informe sobre los abusos, supercherías, idolatrías y otros males que se cometían en el juego del palo volador; y lo mismo representó al provisor inquisidor general de los indios, don Manuel Barrientos” 3.-Ibídem p.LXVII

“El directorio del convento de Xochimilco (1720) cuyos religiosos asistían, entre otros, los pueblos de Santiago, Santa Cruz, Nativitas, San Mateo, San Miguel, San Francisco, San Lucas, San Salvador, Santa Cecilia, San Andrés, San Lorenzo, los cuales estaban agrupados en cinco parcialidades. Cuidaban también de varias ermitas, entre ellas Xalcotán, y los ingenios de Atotonilco, Pantitlan y Amanalco. Enumera asimismo los barrios y sus fiestas y da noticia de la Orden tercera. Al final, hay una nota del padre De la Rosa Figueroa sobre el testamento de don Martín Cerón de Albarado, indio principal (1650) 4.-Ibídem p.LXXXIII-LXXXIV

Los manuscritos franciscanos en custodia de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, formaron parte de un gran archivo que existió en lo que fue el Convento de San Francisco, cuyos vestigios permanecen en la calle Madero, en el Centro Histórico de la capital del país.

“En el siglo XIX, cuando las Leyes de Reforma suprimieron las órdenes religiosas, se le concedió a varios bibliófilos revisar qué documentos eran importantes para la historia de México, y con ellos empezar a formar una institución documental, entre esos intelectuales estuvo Joaquín García Icazbalceta”, algunos fueron publicados, otros salieron de México y otros sí llegaron al Museo Nacional, a éste último rubro pertenecen los que ahora se encuentran en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia del INAH, Archivo franciscano constituido por los manuscritos que

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resguardaba hasta 1861 el convento de la congregación en la ciudad de México y de otros colegios del Norte de México y Sur de Estados Unidos. Los documentos del acervo tratan de un período que se extiende desde el siglo XVI hasta mediados del XIX. La Sociedad Genealógica de Utah ha implementado un programa de microfilmación de registros parroquiales y libros del Registro Civil en México, mismos que se encuentran en Salt Lake City. Una copia de estos registros se conserva en la Academia Mexicana de Genealogía Heráldica y Registro parroquial, 1742, la cual fue depositada en el Archivo General de la Nación para su custodia y consulta pública, donde están a disposición 121 740 rollos de microfilme. De igual forma, estos valiosos documentos pueden consultarse en la mayoría de los archivos eclesiásticos distribuidos a lo largo de la República.

EL ARCHIVO PARROQUIAL

Una parroquia. Según el Derecho Canónico es “…una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuyo cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo Diocesano, se encomienda a un párroco como su pastor propio”. El origen de las parroquias se da en el siglo V D.C. cuando la precaria situación de las grandes ciudades romanas, asoladas por las invasiones de los pueblos bárbaros, provocó que gran parte de la población se estableciera en las zonas rurales, más seguras. Ante esta circunstancia, el Obispo imposibilitado para controlar a tantas comunidades cristianas dispersas, crea la figura del párroco para atenderlas.

El Archivo Parroquial es, el lugar en el que se deposita toda la documentación recibida y generada por una parroquia. El Reglamento de Archivos Eclesiásticos establece que “Los archivos eclesiásticos, propiedad de la Iglesia, están bajo la responsabilidad de la autoridad eclesiástica, que tiene la obligación de velar por la conservación de su patrimonio documental…”, “El archivo parroquial lo integran los diversos libros parroquiales, la documentación histórica, las obras bibliográficas que en él se conserven y toda aquella documentación moderna que se recibe en la parroquia o que en la misma parroquia se produce, y que vaya orientada hacia la vida de la comunidad parroquial, formada por su pastor y los fieles…”. Los archivos parroquiales son, por su naturaleza, archivos privados ya que pertenecen a la Iglesia Católica, Los documentos son el resultado del ejercicio de las actividades del párroco como gestor de los bienes de la Iglesia, como administrador del culto de los sacramentos y de su relación con la jerarquía eclesiástica y con sus fieles. Las funciones de los archivos de la Iglesia quedan claramente establecidas en la carta circular del año 1997, “La función pastoral de los archivos”, al considerar que los archivos son la memoria de la vida de la Iglesia y reflejan, a su vez, su sentido de la tradición. Los consideran fuentes primarias para recrear la historia en sus múltiples formas de expresión religiosa y social. Son, “fuente natural para el análisis correcto y concienzudo de la misma Iglesia y valioso apoyo, a veces único, para el amplio rescate de nuestra historia económica, social, política y cultural”. El Reglamento de Archivos Eclesiásticos dice: “La función del archivo no debe limitarse a la custodia y conservación de la documentación en él depositada, si no que debe abrir su campo a una misión cultural e investigadora, disponiendo la documentación para que pueda ser consultada y así cumplir además, una misión social y eclesial.” Este mismo Reglamento, dispone que los párrocos deben cuidar de que “…toda la documentación que se reciba o se produzca en la parroquia sea cuidadosamente conservada e integrada en el archivo parroquial, ya que ella constituirá el día de mañana la fuente primordial del conocimiento de la actividad comunitaria de la parroquia”. Así pues, las funciones de un archivo parroquial no difieren de las de cualquier otro archivo:

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• Recopilar y organizar la documentación; • Ponerla a disposición de los usuarios que lo requieran; • Conservarla para hacerla accesible a futuras generaciones

Aunque su objetivo es base para la labor evangelizadora y pastoral de la Iglesia, también puede servir para el estudio de otros muchos aspectos: historia de la Iglesia, del arte, economía, demografía, derecho, diplomática, religiosidad popular, sociología… y tantas otras facetas de nuestra sociedad.

LOS ARCHIVOS PARROQUIALES EN LA IGLESIA CATÓLICA

Surgen en España de manera oficial, a raíz del Concilio de Trento (1545-1563). en este Concilio no se trató específicamente el tema de los archivos, pero sí se estableció la obligatoriedad para todos los párrocos y vicarios de anotar y custodiar diligentemente todos los libros que fuesen necesarios para dejar constancia del ejercicio de su ministerio, concretamente, de la impartición de los sacramentos del bautismo y el matrimonio, de las defunciones y del cumplimiento pascual; asimismo, se les exigía llevar una estricta contabilidad de las rentas que permitían el sostenimiento de la parroquia. Todas estas disposiciones de Trento, obtienen rango de ley, En México, a raíz de la Real Cédula de 12 de julio de 1564 dada por Felipe II, las hace extensivas a los territorios de ultramar, en España unos años antes se produjeron unos tímidos intentos de normalizar el uso de los registros sacramentales y, por extensión, de la creación de los primeros archivos parroquiales, si bien es cierto que estas iniciativas cosecharon unos resultados mediocres. Antes, el Concilio Provincial de Tarragona (1360) dispuso el que en las parroquias se debían llevar y conservar estos registros; mientras que en el Sínodo de Oviedo (1377) se exhortaba a los párrocos a llevar el listado de sus parroquianos, “el status animarum”. En otros concilios posteriores se incidía especialmente en el registro de los bautizados, como es el caso del de Talavera, convocado por el cardenal Cisneros en el 1483 o el de Gerona, celebrado bajo el auspicio del Obispo Berenguer, en el año 1502.

La Iglesia a lo largo de su historia ha regulado con desigual éxito y aplicación todo lo referente a los archivos a su cargo. En el año 1588 el Papa Sixto V aprueba los estatutos y el reglamento de los archivos eclesiásticos, en cuyo artículo 5, se establecía que era obligación del archivero el llevar un libro foliado y sellado en el que se relacionasen los documentos y escritos que ingresasen en su archivo. Posteriormente, el Papa Paulo V en el año 1614 ordena que en todas las parroquias se lleven y custodien cinco libros

LIBROS SACRAMENTALES

Sin duda, para el análisis demográfico histórico, los registros continuos sobre los hechos vitales son una herramienta fundamental. Desde el Primer Consejo Provincial Eclesiástico Mexicano, celebrado en 1555 como consecuencia del Concilio de Trento de 1545, se hizo el esfuerzo por llevar el registro continuo de los hechos vitales en la Nueva España, e incluso, se fijaron algunas reglas para el llenado de los libros de registro sobre bautizos, matrimonios y fallecimientos de los feligreses pertenecientes a la jurisdicción de una parroquia. No obstante que siempre hubo prelados y figuras de la Iglesia preocupadas en la preservación histórica de los documentos, hay, en la actualidad, mucha información faltante, además de

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ambigüedades en el manejo de conceptos, como el de calidades o castas. De cualquier modo, la información es muy importante para la reconstrucción histórica de la estructura de la población de los siglos XVI al XIX.

LIBRO DE BAUTIZADOS

También se le denomina como libro de bautismos. Sacramento por el que se acoge al neófito en la fe cristiana. “El párroco del lugar en el que se celebre el bautismo debe anotar diligentemente y sin demora en el libro el nombre del bautizado, haciendo mención del ministro, los padres, padrinos, testigos si los hubo y el lugar y día en que se administró, indicando asimismo el día y lugar del nacimiento”. Estos datos que hoy se incluyen en los asientos bautismales, poco tienen que ver con los que se hicieron en su origen y que se reducían al nombre del párroco, fecha del bautizo, y nombre del bautizado y sus padres. Hasta principios del siglo XIX, también era habitual incluir en ellos la condición social de los padres, sobre todo si pertenecían a las clases más altas de la sociedad, Los asientos bautismales proporcionan otro tipo de información muy interesante, ya que se tenía que incluir en el registro bautismal una anotación en el caso de que ese bautizado haya contraído matrimonio; asimismo, también debe incluirse nota sobre la recepción del sacramento de la confirmación o la adopción por esa persona de la condición de religioso

LIBRO DE MATRIMONIOS

También recibe el nombre de libro de casados o de velados. Tras la celebración del matrimonio el párroco “…debe anotar cuanto antes en el registro matrimonial los nombres de los cónyuges, del asistente y de los testigos, y el lugar y el día de la celebración, según el modo prescrito por la Conferencia Episcopal o por el Obispo diocesano”. Este registro está íntimamente vinculado a la serie de “expedientes matrimoniales”, en los que se recogen todos los antecedentes y pruebas que constaten que dos personas pueden contraer matrimonio, esto es, que no hay impedimentos la celebración del enlace (expedientes ordinarios) o, si los hubiesen, se incluiría además la documentación que demuestre la concesión de la correspondiente dispensa (expedientes extraordinarios).

LIBRO DE DEFUNCIONES

También puede recibir otras denominaciones, como libro de difuntos, de finados o de entierros. Las defunciones en sí no constituyen ningún sacramento, pero llevan implícitas la administración de uno: el de la extremaunción. “Una vez terminado el entierro, se ha de hacer la debida anotación en el libro de difuntos…”. En su origen, en este libro sólo se inscribían a aquellos difuntos que habían incluido en su testamento el que se rezase por su alma y era muy habitual que en los asientos figurase la fórmula “mando lo siguiente” seguida del número de misas y el montante que se dejaba para ello. En algunos libros, además, puede figurar la causa del fallecimiento y si recibió los últimos sacramentos. En relación a estos libros, hay que señalar que algunas parroquias inscribían en un libro aparte denominado “de difuntos de párvulos” los fallecimientos de niños de corta edad e, incluso, podían llegar a tener otro independiente para registrar a los bebés que habían nacido muertos y que no habían recibido el sacramento del bautismo. Sobre estos registros vitales es importante mencionar tres hechos:

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a) que a partir de que se creó el Consejo Superior de Salubridad en 1841 comenzaron a sistematizarse las estadísticas sobre mortalidad y morbilidad con base en los registros administrativos, como lo muestran las tablas estadísticas que elaboró en 1850 en su lucha contra el cólera;

b) que con la ley del 28 de julio de 1859 se estableció en México el Registro Civil y con la del 31 de julio del mismo año se reglamentaban los cementerios; con ello, se modificaron las condiciones de registro de los hechos vitales, pues éstos pasaron de la Iglesia al Estado; y

c) que al crearse la Dirección General de Estadística, las estadísticas vitales se convirtieron en una de las bases de la estadística nacional. El gremio de los médicos ya hacía un uso sistemático de las estadísticas vitales antes de que se creara la Dirección General de Estadística, mientras que a fines del siglo XIX, México ya contaba con un boletín demográfico.

LIBRO DE CONFIRMACIONES

La confirmación, como sacramento, marca la evolución espiritual de un cristiano y siempre queda constancia de su impartición en el libro de bautismos. Pero algunas parroquias de cierta entidad pueden contar con un libro para registrar estas confirmaciones si así lo dispone el Obispo diocesano. En otros archivos parroquiales, lo que puede aparecer es un listado de todos aquellos que han recibido este sacramento y de sus padrinos, encabezado por el nombre del Obispo que lo impartió; este listado suele figurar anexo al libro de bautismos. Menos común en España es el Libro de Primeras Comuniones, en los que se registraría en nombre del neocomulgante, el de sus padres y padrinos y la fecha de la comunión. Que es un registro habitual en los países hispanoamericanos.

Aparte de los libros sacramentales, otras series documentales características de los archivos parroquiales son:

LIBRO DE VISITAS

El Concilio de Trento estableció la obligatoriedad de que la parroquia fuese objeto de visitas pastorales periódicas llevadas a cabo, bien por el Obispo o bien por el visitador. Su objetivo era el de controlar todo lo relativo a la parroquia, verificándose entre otras cosas el estado del templo parroquial y todo él contenido, revisando los libros parroquiales y examinado las cuentas de la parroquia. De estas visitas se levantaba un acta en la que aparece la fecha, el nombre del visitador, un breve resumen de la visita que se ha realizado y de las actividades llevadas a cabo y, por último, se relacionaban los mandatos, esto es, los preceptos y órdenes a cumplir y los cambios que se tenían que llevar a cabo.

STATUS ANIMARUM

También conocido como padrón parroquial, de matrícula o de cumplimiento pascual. Su finalidad controlar que los feligreses cumpliesen con la obligación pascual de confesarse y de comulgar. En este registro figuraban todos los integrantes de la parroquia a excepción de los niños y los impedidos, organizándose la información por calles o barrios. Estos padrones se venían realizando desde el

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siglo XVI y constituyen una fuente de información demográfica mucho más fiable y completa que cualquiera de los otros registros administrativos elaborados por el poder civil o militar, ya que mientras de estos últimos los ciudadanos intentaban escabullirse, bien para evitar el pago de impuestos, bien para no ser incorporados a filas, los preceptos religiosos eran cumplidos escrupulosamente, ya que de no hacerlo se podía llegar hasta aplicar la pena de la excomunión.

LIBRO DE FÁBRICA

También denominados como “carta cuenta”. En ellos se anotaban todos los ingresos y gastos de la parroquia en el periodo comprendido entre una y otra visita pastoral. Este libro se divide en dos partes: una, para la fábrica material, en la que se registraba todo lo referente a los gastos de mantenimiento de la iglesia, a su construcción, o a su reparación, días de trabajo, etc.; y otra parte para la fábrica espiritual, en el que se recogían lo referente a ornamentos religiosos, hostias, vino, cera, etc. El encargado de su control era el “mayordomo”, figura que hoy ha desaparecido ya que es el propio párroco el que lleva este control. Muy vinculada a estos libros está la documentación que se recoge en legajos relativa a la administración por parte de la parroquia de los bienes que podía poseer como casas, tierras de labor, etc., de la cual destaca por su interés los testamentos y las escrituras.

LIBRO DE DIEZMOS

También llamados de tazmías o de primicias. Hasta el siglo XIX la Iglesia Católica obtenía gran parte de su financiación económica de lo que genéricamente se conoce como el diezmo, esto es, de la aportación que los fieles le hacían de una décima parte de su trabajo. Los diezmos se recaudaban a través de las parroquias y para su control se llevaba un libro de registro organizado por los productos objeto del diezmo y por orden cronológico.

DOCUMENTACIÓN DE COFRADÍAS Y HERMANDADES

Bajo esta denominación genérica nos refiriere a aquella documentación producida y recibida por una hermandad o sociedad piadosa, cuya variedad es muy amplia: reglas, estatutos, libros de acuerdos, libros de protocolos, etc., esta documentación se encontraba de modo habitual en los archivos de las casas de las hermandades pero cuando estas son suprimidas o se extinguen, sus fondos pasan al archivo parroquial.

OTROS DOCUMENTOS QUE SE ALBERGAN EN ARCHIVOS PARROQUIALES:

• El acta de consagración de la iglesia parroquia y su escritura de erección; • Documentación de gobierno y de acciones pastorales: correspondencia con el Obispo, cartas pastorales, edictos, etc.; • Documentación producida por las instituciones religiosas establecidas en la parroquia; • Y, por supuesto, todos los archivos parroquiales deben de contar con los instrumentos de descripción necesarios para la organización y difusión de la documentación, la guía del archivo, los índices, los inventarios y, para los fondos que así lo requieran, el catálogo.

DISPOSICIONES CANONICAS ACTUALES

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El Código de Derecho Canónico al hablar del Párroco y su oficio, en el que se refiere al registro en los libros sacramentales señala entre sus deberes que debe cuidar que las anotaciones en los mismos se hagan con exactitud y que “se guarden diligentemente” lo cual implica la existencia de un archivo al efecto en el que se conserven las cartas de los Obispos y otros documentos relativos a la vida parroquial. Asimismo se le encomienda la tarea de conservar los libros parroquiales más antiguos y que dicha documentación no se extravíe

Respecto al acceso y consulta de la documentación contenida en el archivo de la parroquia se considera que deben observarse las disposiciones que rigen para la Curia diocesana: Debe estar cerrado con llave y solo el Párroco y la secretaria parroquial deben tener dicha llave, no pudiendo abrirlo nadie, sin el consentimiento de estos, la documentación del Archivo corriente puede ser facilitado cuando éste es de carácter público (no privado) y que se refiera al estado de la persona que lo solicita, En lo que se refiere a la documentación del Archivo histórico facilítese la misma a los investigadores debidamente acreditados, salvo las restricciones que se consideren pertinentes

La documentación por ninguna razón debe sacarse de su ámbito natural.

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ARCHIVO PARROQUIAL DE SAN BERNARDINO DE SIENA

El archivo parroquial de San Bernardino de Siena, en Xochimilco está formado por 517 libros manuscritos en Nahuatl y castellano, 363 impresos y 7 legajos de papeles sueltos.

Dentro de la colección de impresos hay una revista para sacerdotes, una encíclica, una exhortación, una instrucción, una circular, nueve cartas pastorales, 257 gacetas oficiales y cinco libros, el más antiguo data de 1597.

Los manuscritos mas antiguos, están contenidos en un Libro de Bautismos de Indios de esta Cabecera; comenzó el año de 1597, dio fin el de 1603, Las primeras escrituras, están firmadas por Fray Pedro de Torres guardián del Convento; en el año de 1597 firmo también el famoso cronista Fray Juan de Torquemada, de quien no se sabia que había sido guardián de San Bernardino; al año siguiente, era guardián Jerónimo de Mendieta y después de él otros frailes menores como Jerónimo Salgado, Lope Izquierdo, Juan Fernández, Diego de Chávez, Agustín de Aguero, Juan de la Fuente, Juan de Cocaya y Antonio de Rueda entre otros.

Todos los libros que corresponden al siglo XVI y a principios del XVII, fueron escritos en nahuatl, intercalando algunos términos latinos como, por ejemplo, los nombres do los meses del año. Para 1640, algunas palabras, como “testigo” y la fecha aparecen en castellano, idioma que se impuso sabre el náhuatl para escribir los documentos oficiales diez años después.

En la cabecera de casi todas las actas, aparece el nombre del interesado y su casta; estos documentos y los subsecuentes, revelan que Xochimilco fue un poblado en su mayoría indígena y en menor proporción, habitado por españoles, castizos, mestizos, mulatos y moriscos.

Los libros de actas de bautismos, entierros y matrimonios tienen registradas las escrituras de la cabecera y poblados de su jurisdicción. Hay cuatro tipos de libros: aquellos que contienen información exclusiva de la cabecera; los que incluyen datos de la cabecera, pero también de pueblos aledaños; los que Se refieren exclusivamente a los pueblos y por ultimo, los que solo mencionan varios sitios importantes como es el caso de Nativitas, San Lucas, Santiago, Santa Cecilia, Santa María Tepepan, San Gregorio Atlapulco, Santiago Tulyehualco, San Juan lxtayopan y San Antonio Tecomiti; los cinco últimos, fueron vicarias fijas, dependientes de San Bernardino durante el siglo XIX.

Los libros sobre otros pueblos, demuestran que dependían de la parroquia de San Bernardino, los siguientes Caltonco, Colhuacatzinco, Huitzilhuacan, Ollac Hueyca, Ollac Tzonmolco. San Agustín Malinalco, San Andrés Tepetenchi, San Francisco Tlanepantla, San Juan Cihuatlalpan, San Juan Tlateuchi, San Lorenzo Atemoyahua, San Lorenzo Nauhcalpan, San Lucas Tlachguapan, San Luis Tlaxaltemalco, San Marcos Otontlaca, San Mateo Tecpan. San Mateo Tecpapan, San Matheo Tecpatzopotitla, San Miguel Motlaxauhca, San Pablo Vacamundopa, San Salvador Tepetenchi, Santa Cecilia Tlachtocoatepec. Santa Cruz Analco, Santa Cruz Coyocalco, Santa Cruz Tepanco, Santa Cruz Tetla. Santa Cruz Tlachtonco, Santa María Nativitas, Santiago Cohuaepec, Santiago Tepalcatlalpan, Santiago Tlachtonco, Santiago Tlachonco Cohuatepec. Tecpan Tellapanca, Tecpan Tlalnahuac Tecpantolla México, Tecpatzinco, Techinantitlan, Tenantitlan, Tepoztlan y Xaltocan.

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Es probable que algunos de estos nombres se refieran a rancherías o poblados muy pequeños, que hoy han desaparecido o se han integrado a otros pueblos, o bien que sus nombres hayan cambiado; lo que hace evidente que el señorío Xochimilca, abarcaba una amplia extensión, Llegando hasta Malinalco y Tepoztlan. Conforme fueron perdiendo fuerza los gobernantes indígenas, el territorio se disgrego, con el tiempo estos sitios pasaron a formar parte de otras delegaciones e incluso de otros estados. Esta nomina que corresponde a los siglos XVI y XVII, se reduce en el XVIII y aun más en el XIX. Actualmente, Xochimilco está integrado solo por la cabecera y algunos pueblos aledaños.

Los Bienes muebles se refieren en “Libro de Inventario de Muebles” que abarca los años de 1820 a 1856 y en el “Libro de Providencias Diocesanas” que comprenden de 1793 a 1909; de éstos, junto con el resto de los libros que se conservan en el Archivo Parroquial, se incorporan al inventario, ya que también son bienes muebles.

Los libros de bautismos, matrimonios y entierros, abarcan hasta fechas recientes publicaciones periódicas revistas y boletines, entre otros, aunque sean ediciones contemporáneas, pueden ser útiles.

Los libros de los últimos años, de uso común en la Parroquia, no forman parte de este inventario, ya que Se encuentran en las oficinas parroquiales para dar servicio al público.

IMPRESOS:

Carta Pastoral que el ilustrísimo Señor Doctor Don Pelagio A. de Labastida y Dávalos, al Venerable clero y fieles de su diócesis. Publicando la encíclica de Nuestro Santísimo Padre Pío Papa IX. México, Nevé Impresor.1875.

Carla Pastoral que el Ilustrísimo Señor Doctor Don Pelagio A. de Labastida y Dávalos, arzobispo de México. Dirige al Venerable clero y fieles de su diócesis, con motivo de una nueva carta de Nuestro Santísimo Padre Pío. Papa IX. México. Imprenta de J.R. Barbedillo y Cia.1876.

Carta Pastoral del Ilustrísimo Señor Doctor Don Próspero María Alarcón, con motivo de la Encíclica de Nuestro Santísimo Padre el Señor León XIII. México, imprenta de Francisco Díaz de León, 1892.

Carta Pastoral del Ilustrismo Señor Arzobispo de México, con motivo del próximo adviento. México. Imprenta del Sagrado Corazón de Jesús.1895.

Carta Pastoral del Ilustrísimo Señor Arzobispo de México, Doctor Don Prospero María Alarcón, acerca del Apostolado de la Cruz. México. Imprenta del Sagrado Corazón de Jesús, 1896.

Carta Pastoral del Ilustrísimo Señor Arzobispo de México, Doctor Don Próspero María Alarcón, manda establecer la congregación del Catecismo. México, Imprenta Guadalupana de Reyes Velasco. 1897.

Carta Pastoral colectiva, que el episcopado dirige a los muy Ilustres y Venerables Cabildos, al Venerable Clero Secular y Regular y a todos los fieles, con motivo del adelanto de los trabajos al monumento Votivo Nacional a Cristo Rey, en la Montaña

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del Cubilete y dando a conocer las letras Pontificias en que su santidad Pío XII aprueba. Alaba. Recomienda y bendice la obra. México Lino tipografía Lumen. 1948.

Carta Pastoral del Excelentísimo y Reverendísimo Señor Doctor Don Luis María Martínez, Arzobispo de México, Arzobispo de México, 1954.

Carta Pastoral e instrucción sobre la liturgia de la misa. Conforme a las disposiciones del Concilio Vaticano I. México. Arquidiócesis México 1965.

Circular Num. 15 Primer Congreso Eucarístico de la Arquidiócesis de México. México, 1948.

Christus México. La Buena Prensa 1965-1968 (revista mensual para sacerdotes, 27 ejemplares, series incompletas).

DEPLANQUE, Luis Teneduría de Libros en partidas simple y doble puesta al alcance de todas las inteligencias para ser aprendida sin maestro. París, Imprenta de J. Claye y Compañía, 1870. (Traducción al Castellano por Rafael Caucino).

Encíclica de Su Santidad Pío XI sobre el sacerdocio, México, 1937

Exhortación del Excelentísimo y Reverendísimo Señor Don Luis María Martínez, Arzobispo de México. Arzobispado de México.1944.

Gaceta Oficial. México, Arzobispado de México. 1931-1968. (Publicación Mensual, 349 ejemplares, series incompletas).

Instrucción Pastoral que los ilustrísimos Señores Arzobispos de México Michoacán y Guadalajara, dirigen a su venerable ciervo y a sus fieles. Con ocasión de la ley orgánica expedida por el Soberano Congreso Nacional, el 10 de diciembre del año próximo pasado y sancionada por el Supremo Gobierno. México, Tipografía Escalerillas No. 13,1875.

Misal Romanum. Vaticano: Sanctae Congregationis Typographorum,1928. (Editio duodécima).

Molina, Luis De. Justitia et Jure. Conchae Ex oficina Michaelis Serrano de Vargas, 1597. (Tomos 1, 2 y 4

MANUSCRITOS:

Hojas sueltas, Informaciones Matrimoniales. 7 paquetes atados, 1775-1895. (El último paquete incluye machotes impresos).

Libro de Acuerdos. 1828-1860.

Libros de Bautismos. 76 volúmenes, 1597-1799.

Libros de Bautismos de las vicarías. 22 Volúmenes, 1858-1894.

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Libros de Confirmaciones. 10 Volúmenes, 1871-1969.

Libros de Cuadrantes. Ingresos y egresos.3 volúmenes. 1930-34,1945-1960, 1966.

Libro de “Cuentas de Obra”, 1930-1934.

Libros de entierros. 56 volúmenes, 1706-1954.

Libros de entierros de vicarías y pueblos. 24 volúmenes, 1663-1769

Libros de entradas y salidas de las limosnas 1930

Libros de Directorio de la Parroquia. 2 volúmenes, 1930.

Libro de Defunciones. 1954-1962.

Libro de Fábrica. 1947-1959,

Libro de “Firmas de Sacerdotes que celebran en este Santuario y en la Parroquia. 2 volúmenes, 1963-1969.

Libros de Informaciones Matrimoniales. 238 volúmenes, 1787-1981.

Libro de Inventarlo de Muebles. 1820-1856.

Libro de Matrimonios de Indios, Españoles, Mestizos y Mulatos que se celebraron en la Iglesia de San Bernardino; de Xochimilco y sus pueblos.31 volúmenes. 1601-1831.

Libros de Matrimonios, partidas y presentaciones de casamientos. 4 Volúmenes, 1831-1854.

Libros de Matrimonios de vicarías y pueblos. 33 volúmenes. 1587-1854.

Libros de Providencias Diocesanas 9 volúmenes, 1766-1973.

Libro de “Statu Animarum abierto por el Párroco de Xochimilco Pbro. Don. Aureliano Iturbe”. 1942-43.

Bibliografía Consultada

Guía del Archivo Franciscano de la Biblioteca Nacional de México Vol. IDel Río, Ignacio, UNAM IIB, México 1975 Introducción de Ernesto de la Torre Villar y Lino Gómez Canedo

Apuntes Sobre los Archivos Parroquiales en España García Pérez, María Sandra., Archivo Municipal de Algeciras, España

Apuntes sobre Archivos Parroquiales,

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Pbro. Edgar Gabriel Stoffel Director del Archivo Histórico Arzobispado de Santa Fe de la Vera Cruz(Argentina) Profesor de Historia de la Iglesia Instituto “San Juan de Ávila” (Seminario Arquidiocesano, Cura Párroco de San Cayetano (Santa Fe

Catálogo de Documentos Históricos de la Estadística en México (Siglos XVI-XIX)Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, Impreso en México, Aguascalientes, Ags.

Catalogo de Bienes Muebles de Xochimilco INAH

LA FABRICACIÓN DEL PAPEL EN LOS SIGLOS XVI AL XVII

La técnica de la fabricación del papel permanece prácticamente inalterable desde finales del siglo XIII al XVIII. En el siglo XIII se produce una gran revolución en que los italianos perfeccionan los elementos de fabricación del papel, el sistema de trituración de mazos, sustituyen la cola de almidón por cola animal y mejoran y fortalecen la estructura de la forma papelera introduciendo la filigrana como signo de identificación de un papelero, de una zona o de calidad. En España, a diferencia de Italia y Francia, no hubo gremios de papeleros lo que fue una gran dificultad a la hora de defender sus derechos pero que sin embargo les otorgaba una amplia libertad en el establecimiento de su ritmo de trabajo ya que ni a los patronos ni a los obreros les interesaba un reglamento que condicionase horarios o días festivos. Hasta el siglo XVI, el artesano papelero practicaba su arte tal y como lo había aprendido de su maestro, sujeto a reglas establecidas por la tradición heredada de los papeleros hispanoárabes; A mediados del siglo XVII, los holandeses dieron un avance decisivo en la fabricación del papel. Debido a la falta de fuerza hidráulica, los molinos fueron accionados por energía eólica. Para la trituración de trapos inventan, hacia en año 1670, la "máquina refinadora de cilindro", que es conocida bajo el nombre de "pila holandesa", y sirve, aún hoy en día tras varias modificaciones y mejoras, para la descomposición de fibras. Su técnica suministraba, en cinco o seis horas, la misma cantidad de pasta que un molino de mazos, con cinco pilas, en veinticuatro horas. En la fabricación manual las materias básicas eran el lino, el cáñamo y el algodón obtenidos de los trapos desechados; por medio de su trituración y maceración en agua, se lograba una pasta que tenía en suspensión las fibras de estas materias primas; a esta pasta se la denominaba pulpa, se depositaba en un gran recipiente con agua, la tina, en la que el laurente, operario del molino papelero, introducía la forma, la cual daba lugar al pliego de papel. La forma es un marco de madera con un fondo de tejido de alambres horizontales, puntizones, unidos a otros verticales, corondeles. Este fino tejido, al introducir la forma en la tina y elevarla, tras un movimiento de vaivén, retenía en la superficie las fibras de la pasta. El pliego de papel recién formado era volcado por el ponedor sobre un fieltro o sayal, sobre el que colocaba otro fieltro que a su vez recibía un nuevo pliego de papel; estos pliegos se metían posteriormente en una prensa para extraerles la mayor cantidad posible de agua. De esta prensa los sacaba el levador, que quitaba los sayales colocando los pliegos sobre una tabla inclinada; de esta tabla se llevaban a la prensilla. Una vez bien escurridos los pliegos se secaban de la prensilla y se tendían en el tendedero o mirador. Seco el papel se pasaba a la sala de encolar; en esta se introducía en pequeños grupos en una gran caldera que contenía una gelatina formada por la cocción de pieles y retales de animales o pescados. Según se sacaban de la caldera, se prensaban en grandes grupos y se llevaban más tarde al tendedero. Del tendedero iban a la sala de bruñir; bruñido el papel las apartadoras lo examinaban y separaban según la calidad. Finalmente las contadoras revisaban cada papel y formaban las resmas.

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Cada pliego de papel antes de salir de fábrica había pasado más de treinta veces por las manos de los operarios y cerca de diez por las prensas. Con las modernas máquinas de papel continuo la forma se sustituye por una tela, a través de la cual se desgota el agua; el sayal o bayeta también es continuo y se presiona la hoja contra el mismo por medio de fuertes rodillos, extrayéndose toda el agua posible, y, finalmente, como cambio más llamativo, la hoja se seca con vapor, en lugar del aire de los miradores.

EL SUMINISTRO DE PAPEL

España e Hispanoamérica sufre durante los siglos XVI y XVII un gran retroceso en la fabricación del papel y la mayor parte del que se usaba era adquirido en los grandes centros fabriles de Francia - Angulema, Perigord, Auvernia, Lyon-, en Italia –Génova, Venecia, Fabriano, Papua, Bolonia – o bien en Flandes Ante esta situación, a finales del siglo, se toman una serie de medidas políticas y económicas consiguiéndose unas calidades de papel, sobre todo en Cataluña y Valencia, competitivas con las elaboradas en Génova, Francia y Holanda. papel fabricado por papeleros españoles o por extranjeros, a pesar de estos avances técnicos, la industria nunca pudo abastecer la enorme demanda de papel necesario, con pocos molinos y pequeños dedicaban su producción a un consumo local y en muy raras ocasiones a un auténtico comercio exterior.

PAPEL GENOVÉS

Los Genoveses controlaban, la materia prima para la elaboración del papel, los trapos, que embarcaban desde los puestos españoles rumbo a su república, la producción y la distribución por todo el territorio español y americano del papel elaborado tanto en Génova, como en Francia o Flandes. En este periodo el papel genovés era sinónimo de buena calidad y todos los papeleros españoles intentaban copiar sus características su comercio se vio favorecido por la presencia en Castilla de numerosos banqueros genoveses que prestaban su ayuda económica a la Corona, recibían a cambio privilegios y monopolios comerciales y la preferencia en el abastecimiento de algunas manufacturas entre las que se encontraba el papel. Estos privilegios aseguraron al capital genovés el control de un mercado ilimitado, con una producción papelera que a fines del siglo XVI se convirtió en la más importante de Europa

PAPEL FRANCÉS

Francia fue también una importante suministradora de papel para las imprentas españolas aunque sus manufacturas nunca tuvieron el prestigio de las genovesas por lo que muchos de sus papeleros imitan las filigranas italianas para vender mejor sus productos.

PAPEL ESPAÑOL

A pesar de la competencia Italiana y Francesa, España elaboró mucho papel no sólo por fabricantes autóctonos sino por artífices italianos y franceses que de trasladaron al país llamados por las facilidades de comercializar sus productos y las dificultades económicas en sus lugares de origen

EL PAPEL EN AMÉRICA

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Los españoles que acompañaban a Cortés descubrieron que los indios tenían muchos libros elaborados por ellos, se hacia con una técnica parecida a la del papel europeo se ocupaban muchos indios y el árbol del que se obtenía la materia prima, el amaquahitl, que significa literalmente árbol del papel amatl y quahuitl árbol. De él se hacía el papel maya. Los aztecas utilizaban también el amate (árbol del papel), el amacoztic (árbol del papel amarillo), el texcalamatl (árbol del papel de la roca), el tepcamatl (árbol del papel que crece en las rocas), etc. Todas variantes de una especie de higuera americana. La corona española no fomentó la construcción de molinos papeleros en América, ya que este producto fue, durante largos periodos de tiempo, monopolio real, sobre todo a raíz del establecimiento del impuesto del papel sellado, gran fuente de ingresos para su siempre maltrecha economía. El primer molino papelero americano se fundó, hacia 1575, en Culhuacán (México). Su producción fue muy pequeña y de uso local. Debido a la necesidad de tener libros y abundante papel los misioneros lo usaron como instrumento de trabajo para la conversión de los indios, los funcionarios para el buen orden administrativo y todos ellos para el recreo personal. Por lo tanto, el papel fue un medio imprescindible para mantener vivo el complejo tejido de relaciones políticas y humanas entre la Metrópoli y las Indias. La españolización y cristianización de Hispanoamérica no habrían sido posibles sin la presencia de este importante vehículo cultural. Como ejemplo, en la segunda mitad del siglo XVII salieron de los puertos de Sevilla y Cádiz 34.983 balones de papel (un balón tenia 24 resmas y una resma 500 hojas). Aunque parte de este papel era elaborado en molinos españoles, sobre todo catalanes, fundamentalmente procedía de los centros artesanales de Francia y Génova. Por ello, Sevilla y Cádiz, como sedes del monopolio del tráfico mercantil con las Indias, fueron centros de atracción y asentamiento de las grandes casas comerciales papeleras, tanto nacionales como extranjeras. En cuanto a su distribución, el papel procedente de las fábricas genovesas, francesas o españolas se almacenaban en los puertos de Sevilla o Cádiz, de donde partía a las colonias y, desde los puertos americanos, a lomos de mulas, llegaba a sus diferentes mercados. El papel iba envuelto en lienzo crudo llamado “bramantillo” o en cajas de madera. Cada paquete contenía 20 o 24 resmas y se llamaba balón. Estos envíos estaban sujetos a “contingencias del mar” (demoras burocráticas, naufragios, piraterías) y a “los avatares del camino” (emboscadas de bandoleros, pillaje, etc.). Por estos motivos es difícil saber cuanto tiempo transcurría entre la fabricación de una hoja en Europa y su uso en América. El papel que llegaba a las colonias era de diferentes clases y calidades según el uso a que iba destinado, pudiendo destacar el “común”, el “superior”, el “de Valencia”, el” azul” (especial contra la polilla y que servia para envolver vestidos y mantillas) y el papel de “marca” o “marquilla”. Unido a este papel, comercializado por la corona española, a partir de mediados del siglo XVII encontramos en América papeles ingleses y holandeses (sobre todo usado para dibujo) ya que estos países disputaban abiertamente el dominio territorial y estratégico de España, abriendo importantísimas brechas en las rutas navales de la metrópoli con sus colonias.

TIPOS DE PAPEL

El pergamino es una piel de animal, sin curtir, sin pelo y limpia, macerada en cal y satinada. En Egipto, el pergamino se usaba ya a mediados del segundo milenio antes de J.C. artesanos especializados lograron mejorar considerablemente su calidad e incrementar la fabricación. Fue un soporte de gran prestigio durante toda la Edad Media. El nombre “pergamino” viene de Pérgamon, ciudad de Asia Menor, fundada por Filetero en el 238 A.c. Según el autor latino Plinio, el rey Átalo I fundó

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la biblioteca que alcanzó su apogeo con el rey Eumenes II (197-158 A.c.), llegando a tener 200.000 volúmenes. Esta biblioteca competía con la de Alejandría, por lo que, según la tradición, el rey egipcio Ptolomeo Filadelfo dejó de suministrar papiro a la ciudad de Pérgamon, lo que ocasionó que se desarrollara y perfeccionara en ella la fabricación de este soporte de escritura que acabó sustituyendo al papiro. A diferencia del papiro, que era de origen vegetal, el pergamino procedía de pieles de animales (ternera, oveja, cabra, carnero, y a veces también de avestruz, antílope y gacela) tratadas con procedimientos especiales de limpieza, curtido y tensado. “La aparición del pergamino conllevó dos progresos decisivos: por una parte permitió el uso de las plumas de oca como útil de escritura muy ventajoso frente al del burdo cálamo; por otra, las hojas se podían doblar y coser, lo que llevó a la generalización de los Codex, ancestros de nuestros libros, constituidos por hojas apiladas unas sobre otras y sujetas por un borde.” (Georges Jean) El pergamino fue el soporte por excelencia a partir de los siglos III y IV, hasta la introducción del papel por los árabes en Europa a finales del siglo VIII. Después de la difusión de éste, siguió siendo el material preferido para los códices miniados o iluminados durante mucho tiempo.

El "papyrus" El papiro En las orillas del Nilo, y también en Siria, Palestina y Etiopía existía una planta, la cyperus papyrus, a la que se atribuyeron multitud de utilidades, entre ellas la de soporte para escritura. Para este fin se utilizaba la parte central de su tallo, que se cortaba en finas láminas y se disponía en capas superpuestas y entrecruzadas sobre una tabla humedecida. Después de alisarlas a golpes (bataneo) y de que se secaran al sol, se pulían y se iban uniendo unas láminas a otras con un pegamento especial fabricado con vinagre, agua y harina. Así se formaban los rollos de papiro que, más o menos se componían de unas veinte hojas. Este soporte se exportó principalmente a Roma y Grecia, donde fue muy cotizado y considerado como material de lujo. El documento más antiguo conservado en papiro pertenece a la Tumba de Hemaka en Sakkara, correspondiente a un alto dignatario de la I dinastía egipcia, hacia el 3000 A.c.

Lo obtenían los egipcios de la médula del tallo del papiro en las orillas del río Nilo. La utilización del papiro terminó, en parte, por la invasión árabe que paralizó el tráfico entre Oriente y Europa y por la competencia del pergamino, de mayor resistencia y durabilidad, iniciada en el siglo II China ofreció a la humanidad un material escriptóreo de bajo costo y alta permanencia, que en poco tiempo fue sustituyendo al papiro y al pergamino, con los que convivió en sus inicios. Aunque se tiene conocimiento de la existencia del pseudo papel desde el año 98 a J.C., según la tradición, la historia del papel se inicia en el año 105, cuando el chambelán de la corte Ts'ai Lun ofreció al emperador Hai una blanca hoja de papel. A su muerte este invento era conocido en toda la china imperial. La innovación de Ts'ai Lun fue la desintegración de las fibras vegetales y trapos con un mazo pesado de madera en un mortero de piedra. La forma a mano china estaba constituida por un marco de madera, en el que se sujetaba un tejido fino de bambú, unido con hilos de seda. Como materia cohesiva para unir las fibras y dar la impermeabilidad necesaria, se utilizó un extracto de agar, alga marina que ya se usaba en China, con fines medicinales, desde tiempos remotos. Desconocemos de qué materiales estaban hechas estas primitivas hojas de papel: lino, esparto, cáñamo. Es de suponer que conociendo los capullos de seda, estudiarían la base de alimentación de los gusanos, es decir la hoja de morera de la que tal vez obtendrían la primera pasta de papel. La ruta del papel de Oriente a Occidente: los árabes En el año 751, durante la expedición árabe hacia la frontera China, el gobernador militar del califato de Bagdad capturó, en Samarkanda, tras la batalla de Telas, dos fabricantes de papel. Con su ayuda construyó un molino papelero en esta ciudad, localidad

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propicia para ello, ya que tenía mucha agua, canales de regadío y campos de lino y cáñamo. Los árabes tienen el mérito indiscutible de haber extendido la fabricación del papel en su vasto imperio hasta España.

La antigua ruta de la seda llevó a Europa otro producto oriental el papel, convirtiéndose en una preciosa y lucrativa mercancía solicitada por todos los países de Medio Oriente. La posesión del papel fomentó, en el imperio islámico, la cultura de escribir, la instrucción pública, la erudición y la literatura en un tiempo en que Occidente tenía que valerse del pergamino, como único material para la escritura. Así gran parte de la cultura clásica llegó a Europa a través del papel árabe. Los grandes avances introducidos por los árabes, en la técnica de la fabricación del papel fueron: la utilización de la energía hidráulica, el blanqueo de las fibras con cal, el encolado con goma arábiga o engrudo de almidón y perfeccionamiento de la forma papelera. Las materias primas utilizadas eran el ramio, el lino y el cáñamo.

Bibliografía Consultada

La Fabricación del Papel en España e Hispanoamérica En el siglo XVII Hidalgo Brinquis, Dª Mª del Carmen, Doctora en el Instituto del Patrimonio Histórico Español

El papel: 2000 años de Historia, Exposición Grafica

200 años de la Invención de la Máquina de Papel Continuo: Louis Robert

LAS FILIGRANAS COMO MARCA DE FÁBRICA

Los papeleros italianos fueron los creadores de la filigrana, palabra cuya raíz etimológica filum y granun, Las primitivas marcas de agua, aparecen alrededor del año 1280 y se reducen a figuras geométricas muy simples, tales como cruces, números y signos; pero a principios del siglo XIV surgen las verdaderas filigranas, fruto de búsquedas artísticas más elevadas, con representaciones religiosas, corazones, elementos heráldicos, soles y pájaros. Las filigranas se utilizan también - para individualizar el molino, indicar su ubicación geográfica o la calidad del papel; para designar el tamaño de la hoja o conmemorar algún suceso histórico. Hasta fines del siglo XVI los papeles mostraban los verjures demasiado blandos e irregulares, a causa del batido grosero de las pastas y a la imperfección de los hilos de bronce. Los formatos, éstos tenían nombres curiosos y a veces pintorescos. Las imágenes que representaban las filigranas servían para distinguir a simple vista las medidas: Entre los variadísimos motivos usados en la confección de las filigranas, merecen citarse, aparte de las iniciales del papelero, cabezas humanas, manos, corazones, el león, la serpiente, el delfín, el unicornio; una cabeza de buey, un águila, un gallo, cantidad de pájaros, un racimo de uvas, un casco, una flecha; la rueda, la campana, la corona, una media luna, una estrella; la flor de lis, una armadura, un oso, un ancla, una espiga, etcétera. La Papelera Palermo ha realizado a pedido filigranas y verjurado, distinguiendo así al dueño del papel.

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Una filigrana o marca al agua es una imagen formada por diferencia de espesores en una hoja de papel. El término filigrana se aplica también a las líneas verticales que se ven en ciertos papeles de embalaje. La filigrana A partir del siglo XIII, se cosía una figura gráfica (cabeza de toro, mano, cruz, escudo, llaves...) que producía en el tejido un relieve, de modo que, cuando se introducía la forma en la tina, se acumulaba menos pulpa en esta figura gráfica y lo mismo sucedía en los corondeles y puntizones; por eso, al ver el papel al trasluz se puede observar a simple vista la impresión que han dejado los alambres: horizontales y verticales, y la figura cosida. Esta marca dejada por el relieve de la figura cosida es lo que se conoce como filigrana o marca de agua. Se utiliza para evitar la falsificación de documentos, para mostrar la autenticidad del origen de algún papel o impreso, como adorno o como diferenciación entre diferentes fábricas de papel. Suponen una información importante en la datación y procedencia de un libro. Se crea durante el proceso de fabricación, cuando la hoja está todavía húmeda, mediante presión de un rodillo llamado "Dandy". El Dandy es un cilindro hueco recubierto por una malla (generalmente metálica) la cual tiene soldada un relieve con los dibujos, letras o insignias que se desea marcar en el papel. Con este rodillo también se puede marcar la verjura, una serie de relieves horizontales que dan aspecto de papel antiguo.

EJEMPLOS DE FILIGRANA EN DOCUMENTOS DE ARCHIVOS ESPAÑOLES

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Bibliografía Consultada

Apuntes Para el Estudio del Papel y las Filigranas, Durante el Siglo XV en la Corona de Aragón, Balmaceda Abrate, José Carlos, Centro Americano de Historiadores del Papel

Estudio de Filigranas en Papel del Archivo de Oviedo, Díaz de Miranda Macías, María Dolores O.S.B. y Ana María Herrero Montero, Archivera Municipal de Oviedo

Breve Colección de Marcas de Agua En la Documentación del Archivo de la Catedral de Murcia, Olivares Terol, María José, Archivo Municipal de Murcia (1399-1435)", Miscelánea Medieval Murciana. 1999

ABC de la Conservación de Obras de Arte Hechas en Papel & Cuento del Papel, Arroyo C., Miguel G. Editorial Arte, Caracas Venezuela, 1978.

EJEMPLOS DE FILIGRANA EN DOCUMENTOS DEL ARCHIVO PARROQUIAL DE SAN BERNARDINO DE SIENA XOCHIMILCO D.F, COLECCIÓN REALIZADA POR MELCHOR SOTO CANCHOLA CON APOYO DE LA SOCIEDAD DE EXPERIMENTACION

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Depredadores de libros comen materia orgánica, productos de piel, pergamino, papiro, papel, estampas, dibujos, manuscritos etc. Los insectos patógenos, más comunes son: los xilófagos, el pececillo de plata y los piojos de los libros (Liposcelis). Pececillo de plata Lepisma saccharina llamado comúnmente «pececillo del papel» es uno de los insectos típicos del papel. Su aspecto brillante (gris plateado, de 8 a 13 mm de largo y desprovisto de alas son sus características principales. Se mueve rápidamente, se alimenta de noche y se oculta durante el día. Su capacidad destructiva se centra en las superficies del papel, lomos de libros y cajas de cartón. Ataca a las pruebas fotográficas, a los papeles de las paredes y, muchas veces, a las plantas secas contenidas en los herbarios. Piojos de los libros El nombre científico de estos insectos es «Psócidos» y la especie que más fácilmente puede infestar nuestras viviendas es el «liposcelis bostrychophi».Ciclo vital, En un lugar caldeado (20 ºC) el liposcelis completa Ciclo vital en un mes, pero a 27 ºC sólo necesita 3 semanas. A pesar de su pequeño tamaño y su apariencia frágil, los piojos de los libros viven unos 5-6 meses y las hembras depositan 100-200 huevos. Se desarrollan rápidamente cuando la humedad relativa es alta (80-90 %); Cuando el ambiente es seco, pueden sobrevivir algún tiempo, Los microorganismos que alteran el papel, tejidos, celulosa, materiales etnográficos Son: las bacterias, los hongos y los estrectomicetos. Su capacidad de destrucción es muy fuerte y pueden ocasionar:

— Alteraciones cromáticas, que se presentan en diferentes colores (rosa, amarillo, violeta, marrón, verde y negro), con dimensiones y formas irregulares. Estas son originadas por los pigmentos de las bacterias y de los hongos, y por los productos del metabolismo microbiano.

— Alteraciones estructurales de los componentes básicos, los más peligrosos; ya que los enzimas destruyen las fibras, dándoles un aspecto de descomposición y desmenuzamiento.

Las alteraciones y degradaciones de los componentes ajenos a la propia estructura Son:

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-Degradación por Proceso Natural, En el medio ambiente participan, la temperatura, humedad, luz, aire, -sequedad, xilófagos, microorganismos, y plantas alteración por la Función del Objeto. Alteración por intervenciones del hombre.

Bibliografía Consultada

Conservación y Restauración, Martiarena, Xabier Cuadernos de Sección. Artes Plásticas y Documentales 10. (1992), p. 177-224.ISSN 0212-3215 Donostia: Eusko Ikaskuntza

«Preservation of Paper and textiles of Historie and Artistic value», WILLIAMS, J.C. (Editor), Nº 164 of the Advances in Chemistry Series of the American Chemical Society, 1977.

UTENSILIOS DE ESCRITURA.

RECETA PARA CONFECCIONAR UNA PLUMA 1. Conseguir una pluma grande de pavo, ganso o cuervo. 2. Calentar un poco de arena en un recipiente. 3. Al estar la arena al rojo vivo, sumergir en ella el cañón de la pluma durante unos minutos. 4. Los aceites que contiene se secarán y el extremo de la punta se volverá duro y resistente. 5. Disolver un poco de alumbre en agua hirviendo y mojar el cañón de la pluma. 6. Con un cuchillo cortar el extremo al sesgo y formar la punta. 7. Por último hacer una hendidura vertical.

Variados han sido a lo largo de los tiempos los útiles que ha manejado la mano El pincel tallado a bisel fue muy utilizado pero exigía grandes dotes caligráficas. El stilo vino usándose hasta la Edad Media. Era una especie de punzón para raspar las tablillas de cera en cuyo extremo tenía una pequeña espátula utilizada tanto para borrar lo escrito como para alisar la superficie de la tablilla. De su nombre, stilo, ha derivado el de nuestra estilográfica actual. El cálamo, especie de junco tallado en punta, se usaba para escribir sobre papiro y pergamino y fue la herramienta más característica de la Edad Media y la Moderna. Dependiendo del afilado de su punta, la escritura adoptaba formas diferentes.

Distintos afilados del cálamo: cuando ambos lados son simétricos, los trazos horizontales resultan finos, los oblicuos gruesos y los verticales medianos; el biselado hacia la derecha produce trazos homogéneos; el biselado hacia la izquierda realiza alternancia regular de trazos finos y gruesos. A partir del siglo IV se generalizó el uso de la pluma de ave (ganso, oca, cuervo...)Que ya se había utilizado en Roma, y cuyo uso ha evolucionado hasta nuestros días siendo sustituido el modelo original por el modernizado útil metálico que ahora utilizamos y del que hemos conservado el nombre.

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El uso de las tintas para escribir data del tercer milenio antes de Cristo. Además de las tintas, era común el uso de productos de fijación para las mismas. Podemos comprobar la gran resistencia de que gozaban las tintas utilizadas por los romanos que han perdurado hasta nuestros días. El color más utilizado era generalmente el negro. Para fabricar esta tinta se usaba el polvo negro de humo mezclado con goma. De ahí surgía una pasta que se solidificaba y después había que diluir con agua para poder escribir con ella. En la antigua China, además del negro, también se utilizó la tinta roja, que fue adoptada en occidente en la Edad Media. Para su fabricación se utilizaba la púrpura procedente de moluscos, el cinabrio, el carmín o tierras rojizas. También se utilizó el oro y la plata para fabricar tintas que tuvieron su origen en Bizancio. El origen de estos productos era principalmente vegetal, pero en la Edad Media se incorporaron elementos metálicos. Generalmente se componían de vidrio, vinagre, cerveza, nuez de agallas, vitrolo y goma. La combinación de elementos, colores y procedimientos, la experimentación, el intercambio cultural y la modernización de los útiles de escritura nos han dejado una herencia que se puede describir como fabulosa, extremadamente rica e indudablemente enriquecedora. La escritura de ayer, la de anteayer, la escritura de ahora... la escritura de siempre. En México diversos análisis revelaron que en códice se utilizaron dos clases de tintas: de carbón y ferrogálicas. El contorno de las figuras fue realizado a base de líneas de diferentes densidades. Los trazos sombreados se hicieron con la misma tinta pero más “diluida”, con el fin de dar efectos de volumen. Es probable que las líneas hayan sido ejecutadas con pluma de aves-como se hacía en la época-, de lo cual tenemos ejemplo en varias de las láminas de códices. Suponemos que el sombreado fue efectuado con pincel

Bibliografía Consultada

Historia de los Útiles Para Escribir, Cerro, Sandra Mª Grafóloga articulo de Internet

México en el Tiempo No. 4 diciembre 1994-enero 1995, articulo de Internet

Fray Pedro de Gante, tío del emperador Carlos V, ha sido considerado sin discusión como el más antiguo educador de la niñez indígena. También Fray Pedro de Gante y Fray Juan de Tecto fundaron en Texcoco la primera escuela hacia fines de 1523. No solamente la Doctrina, sino a leer y escribir en latín, tañer instrumentos musicales y labores manuales. Y el 1526 fundaron el Colegio de San José de los Naturales que llegó a tener cientos de alumnos siendo una verdadera Academia de artes y oficios. El Imperial Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco fue fundado en 1536 por las mayores autoridades de recién creado Virreinato; don Antonio de Mendoza, Fray Sebastián Ramírez de Fuenleal presidente de la Real Audiencia y Fray Juan de Zumárraga el primer Obispo de la ciudad. Y sirvió a la educación superior de los jóvenes que 15 años antes habían nacido en el paganismo. Pronto la ciudad de México y otras poblaciones importantes como Guadalajara, Puebla, Pátzcuaro, Valladolid, Oaxaca y Tepotzotlán contaron con muchos monasterios y colegios para todas las clases de la población. Llegaron a Nueva España las otras Órdenes religiosas, los agustinos, dominicos y jesuitas. Los Jesuitas a poco de su llegada fundaron el Colegio de San Ildefonso. Lo que sería Real y Pontificia Universidad de México se fundó en 1551 casi al mismo tiempo que la Universidad de Lima, Perú. Para ejemplo de lo que debía ser un maestro de cátedra.

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Fray Gerónimo Desde su llegada hasta 1575 se instala en el convento de Tlatelolco, donde existía una buena biblioteca y archivos franciscanos. Padeció enfermedades y cansancio se recupera, se siente bien en México y comienza a trabajar en su obra. En 1574 escribe a Alonso de Zorita pidiéndole que le envíen los manuscritos históricos de Motolinía, que aquel se ha llevado. Su entusiasmo investigador tiene que posponerse porque de 1575 a 1576 es trasladado como guardián a Xochimilco. Al principio, cambia la pluma por los pinceles y se dedica a pintar un gran mural en la portería del convento con escenas de la evangelización. La obra tiene que interrumpirse a causa de la segunda gran peste del cocoliztle que describiera el protomédico Francisco Hernández- que hizo estragos terribles en la población indígena. Hacia 1580 estaba en Tlatelolco, donde volvería a encontrar a su amigo el padre Sahagún, empeñado en salvar y rehacer su obra, y de allí pasa poco después a Tlaxcala continúan los traslados de convento a convento del padre Mendieta. Sin embargo, su salud y sus fuerzas comienzan a ser precarias, y en 1587 se excusa ante el virrey que lo llamaba a México. A pesar de ello, poco después pasa a Puebla y a Tochimilco y en 1588 residía como guardián en Santa Ana Chiauhtenpan, cerca de Tlaxcala. Siendo de nuevo guardián en Tlaxcala, en 1591 organiza, por encargo del virrey De Velasco, los grupos de tlaxcaltecas que se enviarían a civilizar a los indómitos chichimecas. En 1592 tenía igual cargo en Xochimilco y luego fue también guardián en los conventos de Tepeaca y Huejotzingo, y volvió de nuevo a Xochimilco donde quedó hasta 1602. Nombra para la guardianía del convento principal de México.

Los tres flamencos que vinieron a la Nueva España en 1523, antes de la barcada de los doce: fray Juan de Tecto, fray Juan de Aora o Ayora y fray Pedro de Gante, pariente muy cercano del emperador Carlos V, sólo quiso ser franciscano lego -es decir, no ordenado sacerdote para administrar los sacramentos-, y tuvo un admirable sentido práctico, que no era por cierto muy común entre aquellos frailes. Gante, fue el primero que, además de enseñar a los indios "a leer y escribir, cantar y tañer instrumentos musicales, y la doctrina cristiana", en Tezcoco, les enseñó también oficios que mejoraron su vida: "cantería, carpintería, sastres, zapateros, herreros y los demás oficios mecánicos con que comenzaron los indios a aficionarse y a ejercitarse en ellos". Fue, el primero que se preocupó no solo de su salvación espiritual sino también por darles recursos para su bienestar material. Refiere Mendieta que fray Pedro era tan tartamudo que sólo por maravilla podía entendérsele, en español o en náhuatl, pero que los indios lo entendían "como si fuera uno de ellos".

La vida del jefe de los primeros "doce" y primer prelado franciscano, fray Martín de Valencia. Y Gerónimo de Mendieta * José Luis Martínez

El inicio de la Evangelización se dio con Capitanes y soldados, aunque fuera en forma muy elemental, mientras llegaban frailes misioneros. Por esos años, de varios reinos europeos, muchos religiosos se dirigieron a España con el fin de conseguir del Emperador licencia para pasar a las Indias. Tres franciscanos flamencos consiguieron ir a América en 1523 con licencia del Emperador, aunque sin misión del Papa: fray Juan de Tecto (Johann Dekkers), guardián del convento de Gante, fray Juan de Aora (Johann van den Auwera), y el hermano lego Pedro de Gante (Peter van der Moere), Éste fue el humilde principio del Evangelio en México. De estos tres primeros franciscanos flamencos, Juan de Tecto y Juan de Aora murieron en la fracasada expedición de Cortés a Honduras. Tecto habría muerto de hambre, según

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Mendieta, «arrimándose a un árbol de pura flaqueza»; y Aora, a los pocos días de su regreso a México. Fray Pedro de Gante, como veremos, había quedado en Texcoco aprendiendo la lengua. Con intención de pasar a las Indias vinieron a España otros dos franciscanos de gran categoría humana y religiosa: el flamenco fray Juan Clapión, que había sido confesor del Emperador, y fray Francisco de los Ángeles (Quiñones de apellido), más tarde Cardenal Quiñones, hermano del conde de Luna. León X les había dado amplias facultades (Bula 25-4-1521) para predicar, bautizar, confesar, absolver de excomunión, etc. (Mendieta IV, 4). Muerto el Papa, su sucesor Adriano VI, que había sido maestro del Emperador, confirma lo dispuesto por su antecesor (Bula 9-5-1522). Y con esto, el Emperador decide que sean franciscanos los primeros misioneros de la Nueva España.No pudieron cumplir sus deseos ni fray Juan Clapión, que murió, ni el P. Quiñones, que fue elegido en 1523 General de la orden franciscana. Pero éste -todo es providencial-, lo primero que hizo fue poner un extraordinario cuidado en elegir Doce apóstoles para la expedición que ya estaba decidida. El P. General eligió como cabeza de la misión a fray Martín de Valencia, superior de la provincia franciscana de San Gabriel, muy distinguida por el fervor espiritual con que guardaban la Regla de San Francisco. Según Mendieta, «contentóle en este varón de Dios la madurez de su edad, la gravedad y serenidad de su rostro, la aspereza de su hábito, junto con el desprecio que mostraba de sí mismo, la reportación de sus palabras, y sobre todo, el espíritu de dentro le decía: "éste es el que buscas y has menester"; porque realmente en aquél, sobre tantos y tan excelentes varones, se le representó el retrato del espíritu ferviente de San Francisco»

Con la venia del Emperador, el P. Quiñones mandó a fray Martín, en un capítulo reunido en Belvis, que eligiera bien unos compañeros y pasara a evangelizar los indios de la Nueva España. Los Doce apóstoles, conducidos por fray Martín de Valencia, fueron éstos: Francisco de Soto, Martín de Jesús (o de la Coruña), Juan Suárez, Antonio de Ciudad Rodrigo, Toribio de Benavente (Motolinía), García de Cisneros, Luis de Fuensalida, Juan de Ribas, Francisco Jiménez, y los frailes legos Andrés de Córdoba y Juan de Palos. Llegada a México de los Doce (1524) En 1524, los Doce apóstoles franciscanos partieron de San Lúcar de Barrameda, el 25 de enero, alcanzaron Puerto Rico en veintisiete días de navegación, se detuvieron seis semanas en Santo Domingo, y llegaron a San Juan de Ulúa, junto a Veracruz, puerta de México, el 13 de mayo. El bautismo fue vivamente deseado por los indios, según se aprecia en diversos relatos. Al paso de los frailes, dice Motolinía, «les salen los indios al camino con los niños en brazos, y con los dolientes a cuestas, y hasta los viejos decrépitos sacan para que los bauticen... Cuando van al bautismo, los unos van rogando, otros importunando, otros lo piden de rodillas, otros alzando y poniendo las manos, gimiendo y encogiéndose, otros lo demandan y reciben llorando y con suspiros» Al principio de la evangelización, «eran tantos los que se venían a bautizar que los sacerdotes bautizantes muchas veces les acontecía no poder levantar el jarro con que bautizaban por tener el brazo cansado, y aunque remudaban el jarro les cansaban ambos brazos... En aquel tiempo acontecía a un solo sacerdote bautizar en un día cuatro y cinco y seis mil» Con todo esto, dice Motolinía, «a mi juicio y verdaderamente, serán bautizados en este tiempo que digo, que serán 15 años, más de nueve millones» En los comienzos, bautizaron sólo con agua, pero luego hubo disputas con religiosos de otras órdenes, que exigían los óleos y ceremonias completas. Y antes de que hubiera obispos, sólo Motolinía administró la confirmación, en virtud de las concesiones hechas por el Papa a estos primeros misioneros. El sacramento de la penitencia comenzó a administrarse el año 1526 en la provincia de Texcoco, y al decir de Motolinía, «con mucho trabajo porque apenas se les podía dar a entender qué cosa era este sacramento». Por esos años, siendo todavía pocos los confesores, «el continuo y mayor trabajo que con

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estos indios se pasó fue en las confesiones, porque son tan continuas que todo el año es una Cuaresma, a cualquier hora del día y en cualquier lugar, así en las iglesias como en los caminos... Muchos de éstos son sordos, otros llagados» y malolientes, otros no saben expresarse, o lo hacen con mil particularidades..., «Bien creo yo que los que en este trabajo se ejercitaren y perseveraren fielmente, que es un género de martirio, y delante de Dios muy acepto servicio» A veces los indios se confesaban por escrito o señalando con una paja en un cuadro de figuras dibujadas Acostumbrados, como estaban, desde su antigua religiosidad, a sangrarse y a grandes ayunos penitenciales, «cumplen muy bien lo que les es mandado en penitencia, por grave cosa que sea, y muchos de ellos hay que si cuando se confiesan no les mandan que se azoten, les pesa, y ellos mismos dicen al confesor: «¿por qué no me mandas disciplinar?»; porque lo tienen por gran mérito, y así se disciplinan muchos de ellos todos los viernes de la Cuaresma, de iglesia en iglesia», sobre todo en la provincia de Tlaxcala. Realmente en esto los frailes se veían comidos por los fieles conversos. «No tienen en nada irse a confesar quince y veinte leguas. Y si en alguna parte hallan confesores, luego hacen senda como hormigas» Al principio la comunión no se daba sino «a muy pocos de los naturales», pero el papa Paulo III, movido por una carta del obispo dominico de Tlaxcala, fray Julián Garcés, «mandó que no se les negase, sino que fuesen admitidos como los otros cristianos». La misma norma fue acordada en 1539 por el primer concilio celebrado en México. La celebración de matrimonios planteó problemas muy graves y complejos, dada la difusión de la poligamia, sobre todo entre los señores principales, que a veces tenían hasta doscientas mujeres. «Queriendo los religiosos menores poner remedio a esto, no hallaban manera para lo hacer, porque como los señores tenían las más mujeres, no las querían dejar, ni ellos se las podían quitar, ni bastaban ruegos, ni amenazas, ni sermones para que dejadas todas, se casasen con una en faz de la Iglesia. Y respondían que también los españoles tenían muchas mujeres, y si les decíamos que las tenían para su servicio, decían que ellos también las tenían para lo mismo» De hecho, el marido tenía en sus muchas mujeres una fuerza laboral nada despreciable, de la que no estaba dispuesto a prescindir. No había modo. En fin, con la gracia de Dios, pues «no bastaban fuerzas ni industrias humanas, sino que el Padre de las misericordias les diese su divina gracia», fueron acercándose los indios al vínculo sacramental del matrimonio. Y entonces, «era cosa de verlos venir, porque muchos de ellos traían un hato de mujeres y hijos como de ovejas», y allí había que tratar de discernir y arreglar las cosas, para lo que los frailes solían verse ayudados por indios muy avisados y entendidos en posibles impedimentos, a quienes los españoles llamaban licenciados.

Fray Gerónimo de Mendieta (1525-1604)

Este vasco de Vitoria, nacido en 1525, fue el menor de los cuarenta hijos que su padre tuvo en sus tres legítimos matrimonios. Ingresó en los franciscanos de Bilbao, y en 1554 pasó a la Nueva España, donde aprendió el náhuatl con asombrosa rapidez. En México permaneció más de sesenta años, y fue guardián del convento de Tlaxcala y de otros importantes conventos franciscanos, como Toluca y Xochimilco. Fue también varios años secretario e intérprete del Comisario General franciscano. En 1574 recibió del Padre General el encargo de componer una historia de la orden en México, y partiendo de sus propios conocimientos y de los escritos de autores como Motolinía, Olmos y Sahagún, alcanzó a culminar su grandiosa Historia eclesiástica indiana poco antes de morir santamente en San Francisco de México, en 1604, a los setenta y nueve años de edad. Su obra, muy cuidadosa y exacta, se caracteriza por la profundidad de su sentido religioso e histórico, y está llena de graciosa amenidad. Fray Bernardino de Sahagún (+1590) Nacido en Sahagún, en la leonesa Tierra de Campos, hacia el 1500, Bernardino Ribeira estudió

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en Salamanca, donde se hizo franciscano. En 1529 llegó a Nueva España, y fray Juan de Torquemada nos da de él un dato curioso: «Era este religioso varón de muy buena persona, y rostro, por lo cual, cuando mozo, lo escondían los religiosos ancianos de la vista común de las mujeres» (+Oltra, Sahagún 28). Quizá esto favoreció su vocación de estudioso investigador. De él dice Mendieta: «Fue fray Bernardino religioso muy macizo cristiano, celosísimo de las cosas de la fe, deseando y procurando que ésta se imprimiese muy de veras en los nuevos convertidos. Amó mucho el recogimiento y continuaba en gran manera las cosas de la religión, tanto que con toda su vejez nunca se halló que faltase a maitines y de las demás horas. Era manso, humilde, pobre, y en su conversación avisado y afable con todos... En su vida fue muy reglado y concertado, y así vivió más tiempo que ninguno de los antiguos, porque lleno de buenas obras, murió de edad de más de noventa años» Sahagún fue guardián de varios conventos, pero, por mandato, se dedicó especialmente al estudio sistemático de la historia y religión, lengua y costumbres de los indígenas. De entre sus escritos descuella la Historia general de las cosas de la Nueva España, verdadero monumento etnográfico, compuesto de doce libros, que apenas tiene precedentes comparables en ninguna lengua. Sahagún fue, a juicio de Mendieta, el más experto de todos en la lengua náhuatl, y su sistema de trabajo, ya iniciado en parte por fray Andrés de Olmos, era estrictamente científico y metódico. El mismo Sahagún explica cómo reunía una decena de hombres principales, «escogidos entre todos, muy hábiles en su lengua y en las cosas de sus antiguallas, con los cuales y con cuatro o cinco colegiales todos trilingües», elaboraba incansablemente detallados informes en lengua náhuatl,

Hechos de los Apóstoles en América, José María Iraburu, editado por el Foro Arbil "ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica

Exposición Memorias de Papel, Investigación Melchor Soto Canchola contacto [email protected] y [email protected]