Memorías mujeres sefardí

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Trabajo realizado con mujer serfadís y sus memorias

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  • Sin memoria no ay avenir.Memorias escritas por mujeres sefardes

    en los ltimos 20 aos

    No Memory, No Future:Memoirs of Sephardic Women Published

    in the Past Twenty Years

    PILAR ROMEU FERRBarcelona

    Revista de Dialectologa y Tradiciones Populares,2008, julio-diciembre, vol. LXIII, n.o 2,

    pgs. 101-120, ISSN: 0034-7981

    RESUMEN

    A lo largo del siglo XX y en lo que va del XXI se han publicado muchos libros dememorias, novelas autobiogrficas y testimonios de historia oral de judos sefardes. Songentes que conocieron la vida tradicional de las comunidades del antiguo imperiootomano, experimentaron los cambios sociales, culturales y polticos del paso de los si-glos XIX al XX y la descomposicin de las comunidades. Hoy recrean la mayor partede las veces, desde los nuevos pases de emigracin ese mundo ya desaparecido. Eneste artculo la autora analiza una docena larga de este tipo de obras, publicadas pormujeres sefardes entre 1987 y 2006. Enfatiza cmo estas mujeres reconstruyen su pasa-do y su identidad, evocando la vida, los usos y las costumbres de sus comunidades.Sus descripciones difieren sustancialmente de las de los hombres, en especial en lo queatae a las relaciones familiares y sociales.

    Palabras clave: Sefardes, Mujeres, Imperio Otomano, Construccin de la Memoria,Transnacionalismo, Autobiografa, Minoras tnicas, Occidentalizacin, Literatura Sefard.

    SUMMARY

    Throughout the 20th century, as well as in these early years of the 21th, several mem-oirs, autobiographical novels and orally-transmitted testimonies by Sephardic Jews havebeen published. These people knew the traditional community lifestyle of the OttomanEmpire before living through the social, cultural and political changes around the turnof the 20th century which brought about the decomposition of their Sephardic commu-nities. Later they recreate often in the new countries where they settled this worldthat disappeared. The author analyzes here more than a dozen of such works, published

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    by Sephardic women between 1987 and 2006. She calls attention to the way these womenreconstruct their past and their identity in evoking the lifestyle, manners and customs oftheir original communities. Their testimonies differ significantly from those of the men,especially with regard to subjects such as family and social relationships.

    Key words: Sephardim, Women, Ottoman Empire, Construction of Memory, Trans-nationalism, Autobiography, Ethnic Minorities, Westernization, Sephardic Literature.

    PRELIMINAR

    Esta aproximacin a las memorias escritas por mujeres sefardes formaparte de un proyecto de estudio basado en cerca de un centenar de narra-ciones autobiogrficas, tanto en forma de autobiografa como noveladas,publicadas en forma de libro durante el siglo XX y lo que va del XXI porjudos sefardes (hombres y mujeres) provenientes de las regiones que per-tenecan al antiguo Imperio otomano 1 y hoy ya fallecidos o residentes endistintas partes del mundo. El objetivo del proyecto es examinar, basndo-nos en esos testimonios, los cambios que experiment la sociedad sefardoriental con la entrada en el mundo moderno y la asimilacin a la culturaoccidental que se produjo entre la segunda mitad del siglo XIX y las prime-ras dcadas del XX; y, en particular, observar con su mirada cmo se cons-truye la identidad sefard en la nueva dispora.

    Como es bien sabido, los judos sefardes son los descendientes de losjudos expulsados de la Pennsula Ibrica en 1492 y los que se han asimila-do socio-culturalmente a ellos conservando los rasgos culturales hispnicoshasta el da de hoy especialmente la lengua, el judeoespaol. Se lla-man y se llamaban a s mismos durante el Medioevo sefardes porqueprovenan de Sefarad, nombre hebreo con que designaban su tierra de ori-gen 2. Entre ellos distinguimos tres grandes grupos: los sefardes orientales,asentados en el Imperio otomano; los sefardes del Norte de frica; y lossefardes occidentales, cuyos crculos de influencia son europeos (Pases

    1 Parte de este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigacinHUM2006-03050/FILO Los sefardes ante s mismos y en sus relaciones con Espaa,del Ministerio de Educacin y Ciencia de Espaa, dirigido por Paloma Daz-Mas.

    2 Me refiero a Sefarad como sinnimo de Pennsula ibrica y al gentilicio sefardespara denominar a los judos originarios de Sefarad, aunque entre los judos no es unmero trmino geogrfico sino que designa el concepto ms amplio de Espaa juda. Sibien el sentido actual de Espaa no es aplicable a la historia del judasmo medieval enla Pennsula y los estudiosos creen incorrecto designar como sefardes a los judos quevivan all durante la poca medieval, ese es el apelativo que ellos mismos se aplica-ban, entonces y despus, una vez en el exilio (Paloma Daz-Mas, Los sefardes: Historia,lengua y cultura, Barcelona 2006, 28).

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    Bajos, Hamburgo, Venecia, Liorna. Hemos dejado de lado por el momentolas memorias de los sefardes procedentes de esos otros mbitos culturalesy geogrficos para centrarnos en los de origen oriental.

    Los hombres y mujeres sefardes orientales que nos han legado su testi-monio proceden de una vasta rea geogrfica, tanto como lo fue el antiguoImperio otomano: de Jerusaln a Bucarest y de Esmirna a Sarajevo. Algu-nos permanecen an en su lugar de origen; otros emigraron ellos o susfamilias, ya desde la vuelta de los siglos XIX-XX, y se asentaron, preferen-temente, en pases europeos, en Israel y en Amrica, formando la SegundaDispora Sefard. Son personas de diversa extraccin social y procedencia,con profesiones muy variadas 3, buena parte de las cuales salieron o na-cieron ya fuera del lugar de origen de su familia. Por ello los relatos sehan escrito en diversas lenguas, las de los pases de adopcin, y aunque lamayora estn en ingls o francs, las hay tambin en alemn, blgaro, he-breo, macedonio, serbo-croata, castellano y judeoespaol.

    Cronolgicamente, las memorias cubren tres etapas: 1) oriental 4 (hastala Primera Guerra Mundial); 2) de emigracin y reasentamiento en los nue-vos pases o de cambio en las estructuras polticas sociales y econmicasen el propio pas hasta los aos 20-30, especialmente en Turqua trasla proclamacin de la Repblica el 29 de octubre de 1923; y 3) de afirma-cin en la Segunda Dispora. La primera etapa corresponde con las ltimasdcadas que vivieron en el Imperio otomano las comunidades sefardes orien-tales instaladas all tras la expulsin de Espaa de 1492. La segunda se ini-cia con las revoluciones sociales, polticas y econmicas de finales del sigloXIX y principios del XX que se produjeron a nivel mundial y que provoca-ron el xodo masivo de sefardes. La tercera etapa ve el resurgir de nuevascomunidades o grupsculos sefardes en la nueva dispora 5.

    Desde el punto de vista literario, para reconstruir su memoria personal,los sefardes han escrito obras que podran encuadrarse en distintos gne-ros: biografas, autobiografas, colecciones epistolares, novelas, cuentos, re-latos y narraciones biogrficas e historias de vida.

    3 Artistas, comerciantes, economistas, escritores, estengrafos, fsicos, ingenieros,mdicos, policas, polticos, profesores, sastres y un largo etctera de profesiones.

    4 Aunque propiamente los pases balcnicos no son orientales, formaron parte delImperio otomano hasta el siglo XIX. Algunos con intermitencias, como Bosnia, que entre1718-1739 y 1908-1918 form parte del Imperio Austro-hngaro.

    5 Entre los estudios histricos que pueden ayudar a comprender el alcance de esosacontecimientos y el impacto en la sociedad sefard oriental, consltese Benbassa yRodrigue (2004) y Mchoulan (1993).

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    MEMORIAS ESCRITAS POR MUJERES

    El deber de la memoria es tpicamente judo. Sin memoria no ay avenirdice el refrn sefard, uno de los cientos que utilizaban las mujeres orientalesen su comunicacin diaria (Kolonomos 2006b: 8). Sin embargo, de entre msdel largo centenar de memorias que actualmente tenemos localizadas (y cuyonmero se ve incrementado de mes en mes, pues van publicndose decontinuo), no llega a la veintena las que tienen por autora a una mujersin contar los testimonios de estas en los libros de historias de vida; locual las hace especialmente interesantes, porque esos pocos libros en losque las mujeres sefardes construyen su propia memoria histrica nos dan,a veces, visiones bastante divergentes de las de los hombres, tanto en elenfoque general de su visin como en los detalles que ellas consideran re-levantes 6, y que reflejan un mundo femenino separado del masculino.

    En este estudio tenemos en cuenta slo las memorias de las mujeressefardes de origen otomano, aunque sera interesante en un futuro analizarsus similitudes o diferencias con las de las mujeres sefardes procedentesde los otros mbitos geogrficos para saber si existen costumbres comunesheredadas por todas las sefardes. Las obras que hemos tenido en cuentaestn ordenadas alfabticamente en la lista de referencias bibliogrficas alfinal de este estudio. Entre ellas hay ocho relatos autobiogrficos Arditi,Cohen, Courtine-Denamy, Kastoryano, Kohen Drohobyczer, Kohen-Sarano,Kolonomos, Serotte, una novela Gord, dos libros de relatos de vidaGutkowski y Len, y un libro de seudo-memorias difcilmente clasificableBensignor. En la elaboracin de los relatos de vida dirigidos porGutkowski participaron cerca de una cincuentena de mujeres, casi todasresidentes en Argentina pero originarias de Rodas, Italia, Macedonia, Bulgaria,Grecia, Turqua, Siria, Lbano, Samarcanda, Filipinas, Egipto y Marruecos; ydos en los de Len de las seis mujeres que entrevist Len, slo dos eransefardes; ambas vivan en Argentina, pero eran originarias de Esmirna.

    Los libros publicados nos ofrecen tambin visiones distintas segn la edadde las autoras, lo cual implica que reflejan distintas vivencias y experien-cias. Las autoras mayores son Jamila Kolonomos (Monastir, 1922) y Leonti-na Arditi (Sofa, 1929). Vieja en kaza, alegra en kaza!, como dice el refrnsefard. Les siguen en la dcada de 1930 Lidia Kastoryano (Estambul), MatildaKohen-Sarano (Miln) y Adle-Rivka Cohen (Bruselas); en los 40, Ana Gord

    6 Algunos de ellos estn agotados, como el de Nora Ayala; otros no hemos podidolocalizarlos, como el de Lucie Ricoula Molho; unos pocos no los hemos ledo an (esteestudio es la primicia de un trabajo en curso), por ejemplo, los de Rebecca Amato Levyy Leontina Arditi; y otros, en fin, pueden habrsenos pasado por alto.

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    (Belgrado), Matilde Bensignor (Buenos Aires), Brenda Serotte (Nueva York),Roz Kohen Drohobyczer (Estambul) y Sylvie Courtine-Denamy (Pars).

    Es relevante tambin la procedencia geogrfica de las autoras e infor-mantes y el carcter transnacional de su experiencia y de sus testimonios.Jamila Kolonomos vive actualmente en Skopje y Ana Gord en Belgrado,Leontina Arditi sigue residiendo en Sofa y Lidia Kastoryano en Estambul;pero la mayor parte ha emigrado a lo largo de su vida a uno o varios pa-ses, como la mayora de informantes de Gutkowski, donde encontramostestimonios que reflejan el elemento transnacional de forma asombrosa.Iojvet Huni de Maya, por ejemplo, naci en Rodas en 1907 de padrestambin rodiotas; una primera emigracin le llev a Barcelona en 1932, yde all, en 1937, huyendo de la guerra civil, a Argentina. Tambin naci enRodas en 1908 Rosa Notrica de Soriano, que emigr a Egipto al casarse conSoriano; all vivieron 20 aos antes de recalar en Argentina. Judith Cohennaci en Jerusaln en 1920 en una familia de miembros todos ellos de dis-tinto origen: su padre era asquenaz, de origen ingls; el abuelo paterno eraoriundo de Austria y la abuela, nacida en Inglaterra, era de origen turco; lamadre, en cambio, era sefard blgara; emigr con su familia a Argentina,pero de mayor vivi parte del ao en Israel y parte en Australia. Por fin,Clara Tani de Salem naci en 1926 en Legazpi (isla de Luzn, Filipinas)su padre era de Estambul y su madre de Edirne, a los 20 aos fue avivir a Manila y emigr a Argentina en 1951.

    Tambin las autoras de libros reflejan ese trasiego: Matilda Kohen-Saranonaci en Miln de familia mayoritariamente originaria de la isla de Rodas yde Turqua Prgamo, Aydin, Esmirna, pero reside en Jerusaln; RozKohen Drohobyczer naci en Estambul, pero vive en St. Louis (Missouri); yAdle-Rivka Cohen, que naci en Bruselas de padres fanariotas, vive actual-mente en Israel. Brenda Serotte, en cambio, naci en Nueva York de familiaoriginaria de anakkale (Turqua) y sigue viviendo en los Estados Unidos;Matilde Bensignor, cuya familia provena de Budural-Karatas , (Esmirna), na-ci y vive en la Argentina; y Sylvie Courtine-Denamy, cuya familia provenade Estambul, naci y vive en Pars. Otras dos recopilaron relatos de vida dehombres y mujeres sefardes provenientes de una amplia rea geogrfica:Hlne Gutkowski (asquenaz) y Denise Len (sefard), ambas en Argentina.

    SITUACIN DE LAS MUJERES EN LA POCA ORIENTAL

    Las memorias ms lejanas reflejan la vida de las comunidades sefardesantes de la entrada en el mundo moderno 7: varias generaciones viven bajo

    7 Vanse otras aproximaciones a su estatus en Romeu (2000) y Ayala (2006).

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    el mismo techo, el padre domina la escena familiar, los hijos no se casanpor amor, las esposas llaman al esposo Seor marido, las hijas le llamanSeor padre, y las relaciones suegra-nuera son infernales:

    Era poco tiempo despus de mi casamiento, un viernes de tarde... Haba termi-nado la limpieza para shabat 8 y con mi bogo 9 en la mano estaba por salir parael bao cuando un grito de mi suegra me paraliz en el lugar: No has limpiadola lampika! (Gutkowski 1999: 54).

    Y es que ya dice el refrn sefard: Kuando yo era nuera no tuve esfuegrabuena. I kuando me ize esfuegra no tuve nuera buena. Pero las relacionesno son mejores entre cuadas. Kuadika, kulevrika. Las memorias recreanuna vida repleta de todas las miserias de la desventurada existencia de unoshombres que creen mandar mucho, pero estn dominados por la implaca-ble Ley de Dios. Casi siempre, uno o varios personajes encarnan el deseode secularizacin y asimilacin a la sociedad occidental, pero los rabinos ysu corte de rabinsimos imponen el temor de Dios y aplican sus severasleyes. La palabra del jajam 10 es incuestionable.

    Casi todas las autoras coinciden en reflejar cmo el patriarcado a tra-vs del dominio de padres, maridos, hermanos, e incluso otros miembrosvarones de la comunidad (rabinos, tos, amigos) mantena a las mujeresen los roles tradicionales que generaban subordinacin y explotacin. Debanrealizarse como esposas y madres y pasaban a depender del padre al maridosin transicin y a muy tierna edad. Clara, la abuela de Mose Abinun(1988: 11) (Sarajevo), qued hurfana a los 11 aos y ya haba bordado ellamisma su ajuar! A principios de siglo era habitual en Rodas que la mujer lepresentara al marido una palangana con agua caliente para que se lavara lasmanos al llegar a casa (Gutkowski 1999:38); pero en Pars, varias dcadasdespus, la abuela de Courtine-Denamy (2001: 25) segua trayndole a l lasbabuchas y el caf. Marido, dolor de odo. El pretexto de este control, tintadocon un pice de tirana, era la proteccin, naturalmente, en beneficio propio.

    En las obras se refleja cmo las estrategias matrimoniales estaban vin-culadas a la conservacin del patrimonio; el amor era un valor ignorado.Todas las hijas se casaban, empezando por la mayor y por riguroso orden.Novia ke te vea! Los matrimonios endogmicos estaban a la orden del da;los padres de Kastoryano, por ejemplo, eran primos hermanos, y su abuelafue desposada con Saadi Eshkenazi hacia 1880 tras esta consideracin desu hermano mayor:

    8 Hb. sbado, da festivo para los judos.9 Tc.: atado de ropa que se llevaba la mujer al bao pblico con jabones, peines,

    etc.10 Hb. sabio, ttulo que suele aplicarse al rabino entre los sefardes.

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    Il est vrai quil na pas une grande fortune [el candidato a novio], mais il peut lafaire lavenir. Si notre charmante jeune sur Mazal lui apporte une petite dotrondelette: il pourrait sinstaller son compte, faire un petit commerce pour d-buter, et bien mener sa barque. Il est juif, un des ntres [...]. Jai dcid de lesfiancer le plus tt possible, mais nayant pas voulu agir en goste et despote, jaivoulu aussi avoir votre accord (Kastoryano 1993: 9).

    Pepo Bahar, un sionista fornido fsica y moralmente, invita a bailara Dbora Barzilay en la dcada de 1910 en Monastir y le recrimina que andecon ese seorito americano: Theres a shortage of nice Jewish men, or what?[...] We must protect our women (Ergas 2004: 158).

    Con todo, haba muchas que quedaban solteras por no poder pagar unadote, pues si bien exista una burguesa adinerada (importadores, ingenie-ros, mdicos, abogados y periodistas), el grueso de la poblacin juda esta-ba integrado por capas medias y bajas 11. Las diferencias de clase se hacanpatentes en las comunidades importantes, como Esmirna o Estambul, msque en las pequeas, como Kos o Chos, donde las mujeres gozaban de unestatus ms igualitario (Gutkowski 1999: 233).

    Varias autoras coinciden en reflejar cmo las mujeres eran tambin ga-rantes del orden social en el mbito domstico: el cuidado de la casa y delos hijos eran sus labores principales. Slo espordicamente dejaban el ho-gar. Ken tiene mujer ermoza ke la tenga bien guadrada! En su angosto rei-no se vean abocadas a trabajos penosos:

    La kuzina era la ocupacin la mas emportante de las mujeres sefardas. [...] Sealvantavan primeras la manyana i la ultima se echavan. [...] Aparte los angajimentosen kaza, faziyan i otros lavoros para ayudar la famiya.[...] Otras en kaza faziyansestos de palos, skovas, filavan lino, lana, filos de sirma 12 i otro. En akeyas famiyasonde los maridos ganavan kon vender pivitas toradas, kalavasas, kastanyas, guevosinhaminados, las mujeres los ayudavan a preparar todos los produktos (Kolonomos2006b: 23-24).

    Slo las hijas de buenas familias no trabajaban; las dems, las masmancebas o bivdas, lavoravan en kazas ajenas komo muchachas o lavande-ras (Kolonomos 2006b: 24), como embelekadoras 13 o como cocineras. Eloficio de modista era tambin recurrente. Para remendar se valan las amasde casa, porque los vestidos se llevaban hasta que se deshacan: se remen-

    11 Aunque organizaciones internacionales, como la WIZO, ayudaban a dotarlas, dar-les un ajuar y casarlas, o, en su caso, buscarles trabajo para que se mantuvieran(Kolonomos 2006a: 70).

    12 Gr. oro.13 Jsp. embelekar entretener. Las huerfanitas o pobres, con slo 5 aos, se emplea-

    ban en casas ricas para acunar a los bebs. El sueldo de este oficio era comida y afecto.

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    daban hasta que se cortaban en tiras para reutilizar en los ms variados usos.Y an les quedaba tiempo para preparar el ajuar de las hijas y, sobre todo,parir sin tregua, de preferencia hijos varones que continuaran el apellidopaterno y recitaran el kadish 14 a la muerte del patriarca. Paridura de ijo!,deseaban las abuelas. Parir era un oficio altamente valorado en la socie-dad sefard; las maeras sufran el rechazo social. Mujer sin kreaturas es unrbol sin frutas. Pero, ah, si naca una nia!: los padres se lamentaban yse echaban recprocamente la culpa por el desvelo que los esperaba; la cria-tura, pobrecita, cargaba sus hombrecillos la culpa de su preocupacin: ladote! (Gutkowski 1999: 56).

    Adems de las madres de familia, otras mujeres tenan un papel prepon-derante en la sociedad sefard: las casamenteras y las curanderas, que confrecuencia son mencionadas de modo loable en los relatos, pues cumplanuna funcin social reconocida aunque, para colmo, ejercan sus artes sinremuneracin. Las primeras eran garantes de la tradicin y en la consecu-cin de sus alianzas no escatimaban esfuerzos. Las curanderas merecen ca-ptulo aparte, pues gozaban de gran reputacin. Por lo regular, las sanadorasmuestras madres, las madres de mi madre, las tas, las ermanas eranmujeres, habitaban en el entorno familiar y eran viejas. Tenan fama de sa-berlo todo y la experiencia las acreditaba como portadoras de bien; por esose las denominaba tambin buenas mujeres y a sus curas, melezina de mu-jeres. A veces ejercan tambin de comadronas 15. Las memorias nos hablande la ms conocida de Monastir, la di kuru (Kolonomos 2006a: 84): kurajoza,zvelta, aktiva [...]. Faziya medikamentos melemis, milizinava muchas hazinu-ras. Faziya todos modos de chayes, sekava i vendia muchas yervas 16; deKokona Rikucha 17 de Chos, que lea los posos de caf y tiraba las cartas, yera la comadrona y curandera de la isla: Kokona Rikucha, venga, mi ijikaesta mal. Rikucha conoca tambin el arte de las plantas, haca ungentosy pociones, y compresas para la cabeza y el estmago; sus manos habanheredado de su padre el talento de calmar dolores la ciencia sola venir-les de familia a todas, y hasta el mdico la mandaba llamar a veces(Gutkowski 1999: 171). Pero todava en los aos 30-40, Nona Behora, laabuela real de Brenda Serotte (Nueva York) era una reputada adivina ycurandera en el Bronx.

    14 Hb: oracin de duelo que recitan los varones judos, de preferencia, el primogni-to del fallecido.

    15 Tambin dan noticia de un comadrn: Fresco (Kastoryano 1993: 22).16 Tc. melhem curativo; jsp. milizinar curar; jsp. hazinuras enfermedades; port.

    chayes infusiones, ts.17 Kokona, en griego, familiarmente seora, doa, querida, apelacin cariosa de una

    persona a la que se admira.

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    Entre la magia y la supersticin, las creencias mgicas forman parte delo que se denomina folk-religion religin popular, frente a la religin ofi-cial, cuyo centro es la sinagoga. Ambas estaban polarizadas, ya que la mujerjuda no tiene obligaciones religiosas aparte del encendido de las velassabticas y tampoco cuenta para constituir minyn 18. Entre los judos, loshombres son los interlocutores de Dios. Esto permiti el desarrollo de unaserie de creencias relegadas al mbito femenino y domstico. Un mundo defantasa y supersticiones con las que los sefardes convivieron siempre sinmiedo, en una cosmovisin judeo-oriental de profundo respeto a la natura-leza 19. Bensignor (2004: 40) se pregunta: La mujer sefarad, bula, janum 20,estaba eximida de los ritos hebreos, por virtud o por pecado? No debarezar porque estaba bendecida o porque no era digna de orar en el tem-plo?. Menos poticamente, responde Denise Capuia (Rodas 1906) que ellaseran observantes a su medida en el cuidado del kashrut 21, en el respetodel shabat 22 y en la fidelidad a las tradiciones, sea en las fiestas, en el ves-tir o en la educacin de los hijos (Gutkowski 1999: 43). En suma, la reali-zacin religiosa de la mujer pasaba necesariamente por la familia y el m-bito domstico.

    Para completar el panorama, constatan las memorias que slo una mi-nora accedi a la escuela. A la larga, la formacin afirm la posicin de lamujer en la familia y en la sociedad. An as, tenemos noticia de algunasque eran instruidas por los propios padres, maridos e hijos, algn jajamcontratado al efecto o que asistan a algn meldar de mujeres (Ayala 2006:47); pero la mayora eran mujeres incultas y analfabetas:

    avariko se amostro delante de mi el mundo de las noches maraviyozas. La streyake kaye del siyelo i el dedo del kriyo apuntado, se vertyo delantre de mi la fuersade la palavra al tino, ansina komo lo kuydavan las madres sefardes analfabetas,alumbradas kon la memoria (Kolonomos 2006b: 7).

    Tambin Isaac Behar, en un momento de enfado infantil, constata quesu madre era una turca inculta que no saba leer ni escribir correctamenteen los aos 30: Ich habe halt nur eine dumme trkische Mama, die nichtrichtig lesen und schreiben kann (2006: 68). Sin embargo, pese a su atraso

    18 Hb.: grupo mnimo de diez hombres que la tradicin religiosa juda requiere parala realizacin de un acto religioso de carcter pblico.

    19 El estudio ms extenso acerca de estas prcticas en el mundo sefard es el de Lvyy Lvy Zumwalt (2002). Puede verse la resea en la RDTP LVIII (2003:249-253).

    20 Bula, janum, apelativos cariosos de la mujer sefard oriental, mayor o jovencita.21 Hb. (sistema de) purificacin (ritual de alimentos).22 Hb. sbado, da festivo para los judos, como se ha dicho ya en la nota 6.

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    educativo, algunas se involucraron en movimientos sociales ya despus delas guerras balcnicas (1912-13).

    El ocio no se conceba en aquellos tiempos. La mayora menciona quegozaban de pocos entretenimientos: hacer confituras, coser, ir al bao tur-co, y poco ms, que, en realidad, no constitua sino una continuacin de laactividad cotidiana con el ingrediente sazonador de la compaa de otrasmujeres. En Salnica, a principios de siglo, se entretenan hablando de ven-tana a ventana, o instalaban sus taburetes en las calles mientras zurcan,tricotaban, daban el ltimo toque a los fideos, y se contaban sus historias(Morin 1989: 37). Ms tarde, los juegos de cartas especialmente pastra,tavle y kunkan se impusieron en la sociedad sefard. Se organizaban re-uniones en las casas y en tanto jugaban, cantaban, merendaban y, sobre todo,charlaban:

    El kante era siman ke los musafires tienen ambre i ke ya les vino enfasio destardjugando, i ke se keren atabafarsen de todo lo bueno ke la balabaya iva trayera la meza. Kuando ya mos inchivamos los papos kon las dulsurias, las borekas ilas limonadas, Diamante mos empesava a kontar las istorias de los djudios nuvo-rishes ke se fueron a viajar en la Evropa i ke les paresiya ke era posible dedebruyarsen en avlando djudio 23 (Kohen Drohobyczer 2005: 66).

    En su vida conyugal muchas eran infelices. Tenan su reino tras la puerta(La mujer ermoza tiene su reinado detrs de la puerta) mientras el maridocorra tras otras puertas. Los factores que explicaran las relaciones extrama-trimoniales habituales en la sociedad juda oriental que los testigos sonrenuentes a hacer accesibles podran deberse, segn Gutkowski (1999:317):1) al contacto con la sociedad musulmana circundante; 2) a las pocas opor-tunidades de intimar en el recinto familiar; y 3) a que las mujeres se casa-ban muy nias los hombres les llevaban dcadas, lo que no favorecala cohesin en la pareja.

    Pero todas las situaciones descritas las sufran igualmente en Oriente lasmujeres turcas y las de otras minoras tnicas. As, uno de los objetivos deAtatrk fue liberar a la mujer de aos de explotacin y opresin (Ergas 2004:249). Tambin un rabino, Sabetay Djan, se erigi en defensor de la cultu-ra para las mujeres (Kolonomos 2006a: 98). Sin embargo, existe una dife-rencia sustancial a favor de las sefardes: a pesar de que casi ninguna par-ticipaba de las decisiones relativas a los negocios familiares, gozaban delrespeto y de la consideracin de los hombres, y sus juicios en lo concer-niente a la vida en general, a la moral o al cumplimiento de las leyes, siempre

    23 Tc. musafir invitado, husped; jsp. enfasio aburrimiento; hb. balabaya ama decasa; tc. brek: especie de empanadillas; nuvo-rishes nuevos ricos; debruyarsendesenvolverse;jsp. djudio judeoespaol.

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    eran tenidos en cuenta. En un entorno sin excesivas dudas existenciales, ellassostuvieron la tradicin con una firme voluntad de continuidad juda, gra-cias a que mantuvieron un conservadurismo a ultranza y rehusaron cam-biar en nada lo que les haban enseado sus madres, a que se obstinaronen cantar viejos cantos en judeoespaol, observaron ciegamente la tradiciny no profesaron otra fe ms que la de sus ancestros (Wagenstein 2002: 22).Fueron as las transmisoras de la lengua y las tradiciones de esa culturadurante generaciones, el puntal primordial de la cohesin familiar entre lossefardes hasta prcticamente las dcadas de 1920-30.

    PRIMERAS REBELDAS

    A partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando el mundo sefardcomenz a abrirse a Occidente, surgieron las primeras rebeldas femeninas,entre las que contamos la asimilacin, los matrimonios mixtos o por amory los hijos espurios.

    Esther Albahari (Sarajevo, hacia 1918) llama al orden y al respeto de lastradiciones a su hija Nina Salom para que olvide al muchacho serbio de quiense ha enamorado: Car, sil ne stait pas conform aux coutumes et auxtraditions, leur peuple aurait disparu depuis longtemps de la surface de laterre. Casarse con un serbio significara effacer les coutumes et lescroyances sfarades. Pero, decididos a vivir segn sus propias reglas, elnovio, koro, pide ante toda la tribu sefard de Sarajevo la mano de Nina.Nadie haba mostrado tamaa osada. La abuela Salom, indignada, recrimi-na a Esther por permitir semejante matrimonio qui entacherait duneineffaable souillure le nom de la famille, comme celui de tous les Sfaradesde Bosnie, y la maldice: Dieu fasse que toutes tes filles pousent deschrtiens! (Gord 2000: 52-55). Se casaron, pero no slo Nina y koro, con-vertida ella a la ortodoxia, sino sus otras tres hermanas tambin con goyim 24!La mayor fue la nica que acept seguir las reglas de juego de los matri-monios sefardes. Se cumpli as la maldicin de la abuela.

    Los protagonistas de Tu ne tueras pas de Navon (1 ed. 1937) acabancasndose por amor en Edirne a finales del siglo xix, un hecho inslito. Elpadre de la muchacha la haba educado a la moderna, pese a ser religioso,y ella haba jurado que no se casara por obligacin. La desazn de la ma-dre era evidente: vea como su hija envejeca tena 20 aos y quedabasoltera 25.

    24 Hb. no judos.25 Tambin La, la protagonista de Joseph Perez de Navon, rehsa casarse sin mediar

    amor.

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    RDTP, 2008, julio-diciembre, vol. LXIII, n.o 2, 101-120, ISSN: 0034-7981

    Otra mujer, Hana Barzilay, se rebela contra su madre en el Monastir dela dcada de 1910. Tiene casi 22 aos y va a aceptar la invitacin del capi-tn francs Blaise de la Roche contra la voluntad de su madre. Hana la re-crimina que su hermano Aarn tiene un hijo ilegtimo al que ni siquieraconoce porque ella, su madre, se opuso a que continuara su relacin amo-rosa con la criada y, por tanto, no tiene autoridad moral para decirle a ellalo que debe hacer:

    Mama, Im twenty-one years old almost 22, in fact. You must stop interferingwith my private life. Im not a child anymore. [...] You wanted to find a husbandfor her, a husband who would be the babys father. But it didnt work out thatway. Irina ran away. Because of you Aaron has a child somewhere growing upwithout knowing who his father is. Isnt that great, Mother? (Ergas 2004: 97-99).

    Matrimonios mixtos pueden considerarse tambin los realizados entresefardes y asquenazes. Estaban mal vistos (no son komo mozotros), peroexistan de todos modos. Por ejemplo, Judith Cohen era de padre asquenazy madre sefard blgara (Gutkowski 1999: 351); Alvina Lehman estaba casa-da con el fanariota M. Barouch (Kastoryano 1993: 108); e Isaac Salom secas con la juda polaca Zdenka Weiss, una hachparoch trmino peyora-tivo para definir a los asquenazes, como lejl o polaco (Gord 2000: 332).

    Comienzan tambin los embarazos fuera del matrimonio. Courtine-Denamy relata los de sus tas maternas Klara (nacida en 1914) y Luna Gabay(nacida en 1919) en la dcada de los 30. El padre ech de casa a Klara yno se preocup ni de alimentarla; sus hermanas le pasaban las sobras de lacasa; a Luna la casaron a toda prisa para ocultar la vergenza (Courtine-Denamy 2001: 120-124). Pero, el patriarca hizo dejacin de una sagradacostumbre sefard vigente hasta la Segunda Guerra Mundial, la meza franka:los recin casados no deban preocuparse por su alimentacin durante elprimer ao de matrimonio, pues coman de balde en casa de los padres osuegros.

    Sin embargo, constatan los testimonios que la mayora de las veces, enestas rebeldas se haca la vista gorda. Lo nico que no se perdonaba eranlas conversiones sea al islam o al cristianismo ortodoxo, aunque en laprctica las mujeres no tuvieron poder decisorio en este sentido hasta losaos 30. Con todo, a Pap Len Salom le fue prohibida la entrada a la si-nagoga tras la boda de Nina y koro (Gord 2000: 56).

    No es extrao que, ante la revolucin que se gestaba y que se les ve-na encima, los intelectuales sefardes clamaran contra la modernizacin dela mujer como sinnimo de decadencia social (Ayala 2006: 48-49).

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    NUEVOS TIEMPOS

    Las comunidades orientales vivieron en pocos aos situaciones impac-tantes: la guerra de Crimea (1853-1856), que marca el inicio del implacabledeclive de los otomanos; la apertura del canal de Suez (1869), que abranuevas rutas al comercio; la guerra ruso-turca (1877-78), que desemboc enla independencia de algunos pases balcnicos (Rumana, Bulgaria y Serbia);la Revolucin de los Jvenes Turcos (1908) y la consiguiente implantacindel servicio militar obligatorio (askyerlik); dos guerras balcnicas (1912 y1913); la Primera Guerra Mundial, con el consiguiente descalabro del Impe-rio otomano (1914-1918); el incendio de Salnica (agosto de 1917); y laguerra greco-turca (1919-1922) que cristaliz en la creacin de la Repblicade Turqua (29 de octubre de 1923). Los estratos medios y bajos de la po-blacin juda sufrieron una gradual depauperizacin que arroj a la emigra-cin a los ms jvenes. Los centros econmicos se desplazaron y las posi-bilidades de cumplir como fieles judos menguaron 26.

    Durante 450 aos se haba mantenido de forma ininterrumpida la pre-sencia sefard en el Imperio otomano. Fue una segunda patria para ellos?Los sefardes emigraron a Occidente reproduciendo los patrones de conduc-ta que se dieron en el momento de la expulsin de Espaa en 1492. Cuan-do emigraron a Oriente se enraizaron espiritualmente en la Pennsula Ibri-ca, en la Sefarad ancestral, con una facilidad digna de encomio. Sin embargo,con idntica facilidad se enraizaron en sus nuevos lugares de asentamientoen Oriente, de modo que cuando se enfrentaron a una nueva emigracin,se hallaban tan arraigados en Oriente como lo haban estado en Sefarad(Morin 1989: 314). Este nuevo arraigo se deja sentir en los testimonios deKohen Drohobyczer (2005: 87-88), cuyo buen viejo tiempo qued anclado all:

    Munchos anyos despues, leshos de Estambol, en la sivdad St. Louis en los Esta-dos Unidos [...] lo topo al apartamento Andjelo. Sus puertas son aviertas, las pa-redes i las eskaleras limpias, i la djente esta oroza. El kapudji Memet me aresivekon alegriya. Mizmo mis djugetes son adovados, las fotografiyas de mis keridosestan enkuadrados en las paredes, i todo esta briyando... i a mi me parese ke eltiempo se kedo en el apartamento Andjelo, i ke ainda esto biviendo ayi 27.

    Pero incluso los que no emigraron debieron amoldar su mentalidad paraadecuarla a nuevas formas de vida. La sociedad sefard que permaneci enTurqua, aunque no vivi la modernizacin socio-econmica de los demspases europeos, inici un proceso de apertura, especialmente en el mbito

    26 Muy buenos y documentados ejemplos de estas situaciones pueden encontrarse enalgunos captulos de la obra de Sara Abrevaya Stein (2004).

    27 Oroza: jsp. alegre; kapudji: tc. portero.

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    cultural y educativo, a lo que contribuyeron las reformas implantadas porAtatrk. La escuela era obligatoria. Con ello, esta generacin de mujeresposea una diferencia educativa y cultural abismal en relacin con sus abue-las, de lo cual se sienten agradecidas. En la dcada de 1930, signos precur-sores de grandes cambios, propios de pocas de crisis comenzaron a notarse.Las antiguas tradiciones se abandonaban y, paralelamente, exista una fuer-te tendencia asimilacionista, en aparente contradiccin con un ser genuina-mente judo. Adems, el abandono de la lengua propia por las lenguas ofi-ciales de las nuevas naciones emergentes se extendi en todas las capas depoblacin. Los rabinos clamaron contra esa modernizacin educativa. Losnuevos conceptos de enseanza no traan sino consecuencias perniciosaspara las jvenes, que se iban desligando de las tradiciones y deberesancestrales.

    Las mujeres de los pases balcnicos, especialmente de Bosnia y Serbia,s vivieron la modernizacin socioeconmica en sus pases. El proceso deasimilacin cultural se dej sentir mucho antes que en Turqua o Siria. Lanueva generacin tena estudios secundarios, incluso carreras universitarias.Eran mujeres emprendedoras, menos atadas a las tradiciones que sus ma-dres, como constata Anita Zakaj, nacida en Skopje en 1934:

    Mi madre y mi ta trabajaban y no concurran regularmente al bao de los vier-nes. Formaban parte de una clase de jvenes modernas y emprendedoras, menosatadas que sus propias madres a las tradiciones, pero no por eso menos judasen su sentir; esa nueva generacin de mujeres ya haba hecho estudios secunda-rios e, inclusive, algunas de ellas, carreras universitarias (dos primas de mi ma-dre, por ejemplo, se recibieron de mdicas) (Gutkowski 1999: 114).

    Las familias practicaban un judasmo de transicin, adaptado a las co-rrientes intelectuales modernas: no eran asiduos a la sinagoga segn Gord,las mujeres de Bosnia iban raramente a la sinagoga (Gord 2000: 28), nocoman kasher 28, y se relacionaban con no-judos. Con rapidez inusitada, enlos aledaos de la Segunda Guerra Mundial, su identidad juda se diluycasi por completo en las formaciones del Partido Comunista.

    Por ltimo, las que con sus familias se asentaron en Occidente, tantoen Europa como en Amrica, conservaron durante aos el pensamiento y,sobre todo, la mentalidad, y el modo de vida orientales en los barrios quese fueron formando en Nueva York, Pars o Miln, y permanecieron casiintactos hasta prcticamente la Segunda Guerra Mundial. As, la madre deAdle-Rivka Cohen (1996: 158), varios aos despus de vivir en Blgica:

    Vivait ce got des subtilits insuffles et rcoltes lhritage judo-espagnol,articules par des curiosits vives, sensuelles, communicatives, innocentes ou

    28 Hb. puro, segn las normas religiosas judas.

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    prsomptueuses [...]. Elle gardait dans les yeux, dans la voix, la chaleur de cetOrient o elle naquit au solstice de lt de 1905, dans cet Empire ottoman siaccueillant lerrance des Spharades.

    En este sentido, el testimonio de Brenda Serotte constituye una ntima yprofunda historia cultural del Bronx neoyorquino de los aos 40-50, con susgentes de nivel social medio-bajo, que poco difiere del que describen lascrnicas orientales: un mundo de danzadoras del vientre y echadoras desuertes, un microcosmos abigarrado de tos y tas, nonas, primos y parien-tes sin fin, cantidades ingentes de comida mediterrnea y una hospitalidada prueba de terremotos. Nona Behora adivina y curandera haba naci-do en Celebria, suburbio de Estambul. Su nuera Rozika la madre deSerotte, nacida ya en Amrica, era una mezcla de mujer del siglo XX ehija del antiguo mundo sefard, educada para detestar las supersticionesturcas sin sentido. Ella y sus hermanas Allegre y Sultana salan cada da apasear; siempre estaban juntas, coman, jugaban a las cartas, y reproducanen todo y a voluntad los patrones de vida que imperaron en Oriente. Lafamilia las llamaba el Consejo porque nada ocurra sin su conocimiento.Cuando la Nona le ley la fortuna a Rozika antes de casarse, vaticin quesu primer hijo caera enfermo. Ella pens que senta pura envidia porqueiba a casarse con su hijo favorito; pero Brenda enferm y Rozika recordla maldicin. El dolor al comprobar que se cumpli el orculo la devolvaa su pasado:

    Mother never forgave her: The words came out of the mouth of a witch, whodidnt want me to marry her son at all because he was her favorite boy and theonly boy out of four who gave her money from his own familys pocket!. Mymother was an odd mixture of twentieth-century modern woman and old-worldSephardic daughter. On the one hand, she calimed she was too educated to worryabout superstitious Turkish nonsense. On the other, though, I knew the predictionabout my getting sick haunted her (Serotte 2006: 6-7).

    Una ancdota ms, relacionada con las tradiciones, la aporta MatildaKohen-Sarano (2006: 116). Hacia 1958, un amigo de su padre interpela aste: Saves, Alfredo, t tienes tres ijas muy ermozas i muy buenas, ma vasa tener problemas para kazarlas!. Pork?, le demand el pap maravilla-do. Pork no tienes pars 29 para darles. Tres ijas i una madre, mala vidapor su padre. Dotar a las hijas casaderas convenientemente segua siendopues de razn en Miln en la segunda mitad del siglo XX.

    Otro hecho, en relacin con la alimentacin, recuerda Courtine-Denamyen Pars (2001: 39). Cuando sus padres salan de viaje, la sirvienta llevaba aSylvie cada da a casa de sus abuelos maternos para la merenda. Nunca

    29 Gr. monedas, dinero.

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    faltaban los bombones importados de Estambul, de Hac1 Bekir la cente-naria y famossima confitera constantinopolitana, con fuerte olor a ber-gamota, que guardaban en una bombonera de Christofle! Slo de pasadadir que la alimentacin es un factor aglutinante en la memoria de todoslos sefardes de hoy sin excepcin porque, en realidad, es el nico elementocultural reproducible a voluntad. Esto explicara porqu se han escrito ypublicado tantsimos libros, folletos y artculos de cocina sefard, especial-mente en los ltimos aos 30.

    Ese mundo se perdi para siempre en la siguiente generacin, ya integra-da en los patrones culturales occidentales, pero con un grado de nostalgiamuy significativo en todos los trmites de edad. Nostalgia cuya mejor expre-sin surge de la pluma de un hombre, Albert Cohen (2007: 84-85), hacia esamadre juda emigrada, forastera espiritual en un mundo que no es el suyo:

    Amor de mi madre, ningn otro semejante. [...] Mi madre era mi murdago. Co-ser junto a m era lo que ms le importaba en el mundo. Aspirando un poco desaliva, cosa y nos mirbamos y yo me senta en mi lugar, reconfortado, un hijo.Acto seguido, se levantaba, se meta en su querida cocina, pasarela de su man-do, a realizar sus sagradas faenillas, a dar sus intiles golpecitos a las albndigas,a poner horrendas cenefas recortadas en las repisas. [...] De tan humildes cosasse compone un amor sublime. [...] Slo con ella no estaba solo. Ahora estoy solocon todos.

    APRECIACIN DE SU CONDICIN

    Los relatos femeninos, en general, no destilan amargura, son luminosose inciden en los aspectos positivos de su condicin. Slo Rebecca Gategno,la protagonista de la obra de Brigitte Peskine, detesta haber nacido enEstambul, mujer, oriental y juda (Peskine 2000: 195). Podra pensarse quees un testimonio real de una mujer sefard, pero hemos consultado a la autorade la obra, que nos ha confirmado lo que ya suponamos: Rebecca es unamujer ficticia que vive situaciones imaginadas, aunque estn adscritas a larealidad histrica y cultural sefard 31.

    30 Que han visto, incluso, segundas ediciones, como el de Shal, Quintana y Ovadia(2004). Debemos mencionar tambin a Bensadn (2006), quien adems organiza cursi-llos de cocina sefard.

    31 Segn Peskine nos dijo: Jai puis les informations dans une large documentation,notamment lAlliance Isralite Universelle. Mon pre est n Paris en 1921 mais sesparents taient ns Istanbul et Salonique. Je nai pas eu de mmoire orale car monpre se voulait 100% franais et avait un peu honte de ses origines orientales. [...]Rebecca aurait pu tre ma grand-mre paternelle. Mais ma vraie grand-mre ne sest pasrebelle et a pous, 30 ans, lhomme quon lui a prsent. [...] Elle est morte 106ans, inconsole davoir abandonn son fils chri et unique ma mre....

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    Los hombres se rebelaron abandonando las yeshivot 32 por las escuelaslaicas y la universidad, o emigrando, para lograr una holgada posicin so-cial y econmica; las mujeres se resignaron a su situacin por ms tiempo,pero no dejaron de avanzar, en silencio y sin estridencias y, sobre todo, singuardar rencor a sus predecesoras. Esa actitud positiva las lleva a describirun mundo maravilloso que hizo dudar a Gutkowski de la veracidad de losrelatos de sus informantes, tan diferentes del mundo asquenaz: cuyo co-lor siempre se haba mantenido para m en la gama que va del gris al negro(1999: 35) y que, a los que slo sabamos de intolerancia y persecuci-ones, esta revelacin nos pareci en ciertos momentos pecar de fantasiosa(1999: 71).

    Independientemente de su origen, hay elementos comunes sobresalien-tes en todos los relatos, cualquiera de los cuales transporta a un mundomgico, que no fue mtico, pero que es ya obsoleto: 1) la ubicua luz delmediterrneo que trasluce en cada una de sus expresiones: color y calorque emanan de cada palabra; 2) la solidez de la amplia familia: un reguerode personajes caben en la casa grande o el kortijo 33; 3) la solidaridad veci-nal: abigarramiento, bullicio, alegra de vivir; 4) el trasiego constante en lascocinas: sabores y aromas de exquisitas fragancias; 5) la serena resignacincon su suerte: fatalismo asumido; 6) el arraigo y la fidelidad a las tradicio-nes, que les brindaban sensacin de continuidad; y 7) el profundo respetopor los mayores.

    Con estos elementos en la mano son capaces de desvelar un mundo ricoen sensaciones y desgranar muchos ms datos acerca de la vida familiar ycomunitaria que los varones. Recrean una y otra vez con nostalgia ese mundoanclado en una infancia despreocupada. Nostalgia de lo que fue y ya noes, pero con la alegra de poder contarlo. En vida kontarlo! Para la mayorade las narradoras o informantes, su juventud qued truncada por la guerrao la emigracin, y su vida adulta estuvo plagada de desilusiones. Hubieronde pasar dcadas antes de enhebrar los hilos de su memoria, doliente anpor los miles de mujeres y nios que fueron masacrados sin piedad de lanoche a la maana por los nazis. Las juderas de Monastir, Salnica, Rodaso Kos, renacieron en lugares tan dispares como Temuco, Pars, Nueva York oBuenos Aires. Cambios socioculturales semejantes a lo largo de la propiavida no pueden darse sin conmocin. Sus herederas asumieron la herencia,

    32 Hb. sing. yeshiv escuela religiosa juda.33 Casa grande es la denominacin propia de las que se usaban en las comunidades

    de Siria, mientras que kortijo se aplica a las de los restantes territorios del Imperiootomano. En ambos modelos de construccin, una serie de casas se hallan reunidas entorno a un patio cerrado intermedio donde se efectan labores comunes.

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    pero unas y otras saben que no volvern a vivir ese mundo ms que en laimagen fugaz del recuerdo. Un recuerdo amable, amado que despierta pa-siones.

    Las memorias, novelas autobiogrficas y testimonios de mujeres nos ofre-cen as datos sobre la vida y las costumbres de una sociedad sefard tradi-cional, apegada a las costumbres ancestrales, ya extinguida. Pero tambinnos permiten una reflexin acerca de cmo los propios sefardes y, enconcreto, las mujeres construyen, en la distancia del tiempo y del espa-cio, el discurso de su propio pasado reciente y de su memoria personalcolectiva.

    EN RESUMEN

    De lo dicho hasta ahora podemos notar cmo tambin en el mbitosefard de origen otomano se produjeron en el siglo XX tres revolucionestrascendentales para la mujer: la social realizacin en igualdad con elvarn, la sexual no es ms objeto sexual procreador y la culturalla educacin permite la independencia econmica.

    Las ms relevantes reivindicaciones de las corrientes feministas desdemediados del siglo XIX abandonar el patriarcado, las estrategias matrimo-niales vinculadas al patrimonio, el reinado de la mujer en el mbito doms-tico como garante del orden social, la participacin en el mundo laboral conescasa o nula remuneracin se realizaron tambin entre las mujeressefardes, aunque fueron pospuestas algunas dcadas a las de sus homnimaseuropeas y se introdujeron mucho ms tmidamente debido a las especialescondiciones familiares y sociales que imperaban en las comunidades judasorientales. La revolucin se hizo sola, sigilosamente, casi de puntillas. Talparece que se hubiera obrado tambin por la gracia de Dios... o del pa-triarca. No se vaya un seor, mos venga un peor.

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    Fecha de recepcin: 14 de septiembre de 2007Fecha de aceptacin: 14 de abril de 2008