Menéndez, Eduardo L. - De racismos, esterilizaciones y algunos otros olvidos [2009]

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    155ARTCULO/ ARTICLE

    RESUMEN En los ltimos aos se observan tanto en trabajos epidemiolgicos comoantropolgicos desarrollados en Mxico, la presencia de ciertas orientaciones tcnicas ymetodolgicas similares que tienden a dejar de lado problemas y factores importantes enla descripcin y anlisis de diversos procesos de salud/enfermedad/atencin (PSEA), ascomo a tergiversar datos y formular interpretaciones que t ienen poco que ver con los pro-cesos que realmente ocurren en la realidad estudiada. Dichas orientaciones sern descri-tas y analizadas a travs de tres procesos: a) la escasa o nula inclusin del racismo en elestudio y anlisis de los PSEA; b) las distorsiones de los datos e interpretaciones genera-das por parte de los estudios de gnero respecto de una parte de las violencias, y c) laexclusin de ciertos aspectos y en particular de la subjetividad en las interpretacionesdominantes sobre las caractersticas e incrementos de los homicidios en Mxico. Se pro-ponen interpretaciones particulares y de conjunto y se subraya la necesidad de utilizar

    un enfoque relacional en el estudio de los PSEA.PALABRAS CLAVE Racismo; Esterilizacin; Gnero y Salud; Epidemiologa; Antropologa.

    ABSTRACT In the last years, epidemiological and anthropological works developed inMexico, have shown the presence of certain similar technical and methodological

    orientations which tend to leave aside important problems and factors in the description

    and analysis of different health/sickness/attention processes (HSAP). These orientations

    also tend to distort data and formulate interpretations that have little to do with the

    processes that really occur in the reality studied. Such orientations will be described and

    analyzed through three processes: a) the scarce or inexistent inclusion of racism in the

    study and analysis of HSAP; b) the distortions of the data and interpretation generated by

    the studies of gender regarding one part of the violence; and c) the exclusion of certain

    aspect and in particular, the subjectivity in the prevailing interpretations about the

    characterist ics and increases of the homicides in Mexico. Particular and joint interpretations

    are proposed and the need to use a rational approach to the study of HSAP is highlighted.

    KEY WORDS Racism; Sterilization; Gender and Health; Epidemiology; Anthropology.

    De racismos, esterilizaciones y algunosotros olvidos de la antropologay la epidemiologa mexicanas

    Of racism, sterilization and some otheroblivion of Mexican anthropology

    and epidemiology

    Eduardo L. Menndez1

    1

    Doctor en CienciasAntropolgicas. Profesor einvestigador del Centro deInvestigaciones y EstudiosSuperiores en AntropologaSocial (CIESAS), Mxico.Coordinador del SeminarioPermanente de AntropologaMdica (SPAM)[email protected]

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    En los ltimos aos, tanto en trabajosepidemiolgicos como antropolgicos desarro-llados en Mxico, se observa la presencia de cier-tas orientaciones tcnicas y metodolgicas simi-lares que tienden a dejar de lado problemas y fac-

    tores importantes en la descripcin y anlisis dediversos procesos de salud/enfermedad/atencin(PSEA), as como a tergiversar datos y formularinterpretaciones que tienen poco que ver con losprocesos que realmente ocurren en la realidadestudiada.

    Por lo cual, en este trabajo se analizarnalgunas de estas similitudes, que se potencianpara limitar la capacidad descriptiva e interpreta-tiva no solo de cada disciplina en particular, sinode un posible enfoque complementario. Y as,por ejemplo, si bien sabemos que la epidemiolo-

    ga y la antropologa mdica se preocupan porlos procesos de salud y enfermedad, y que ciertastendencias y autores proponen la necesidad detrabajar sobre la salud, lo cierto es que la casitotalidad de los estudios e intervenciones deambas disciplinas se realizan sobre enfermeda-des y padecimientos.

    Toda una serie de notables salubristas,como Sousa Campos, han propuesto que el obje-tivo de la salud colectiva es producir salud, de talmanera que deberamos trabajar no solo sobre laenfermedad:

    ...sino invertir tambin en el fortalecimiento de los

    sujetos. No solo en su dimensin corporal confor-

    me la tradicin en salud pblica (por ejemplo:

    vacunas), sino pensarlos como ciudadanos con

    capacidad de reflexin y autonoma. (1)

    Con lo cual estoy totalmente de acuer-do, pero a partir de asumir que la casi totalidadde los estudios y de las intervenciones clnicas ysalubristas y tambin antropolgicas no produ-

    cen ni trabajan sobre la salud sino sobre la enfer-medad, por lo menos entre nosotros.Si bien los estudios epidemiolgicos y

    socioantropolgicos realizados en Mxico sobrela distribucin de los padecimientos o el signifi-cado de los mismos, toman en cuenta los proce-sos sociales, se observa que la mayora de la pro-duccin mexicana de ambas disciplinas (a) utili-za muy escasamente los procesos econmico-polticos, pese a la pertinencia que tienen para la

    compresin y/o intervencin respecto de proble-mas de salud prioritarios.

    Las similitudes se expresan especial-mente a travs de la forma en que ambas disci-plinas producen gran parte de sus datos, ya que

    los obtienen bsicamente de la palabra de lossujetos estudiados. Es decir, producen y traba- jan bsicamente con representaciones socialesy no con las prcticas de dichos sujetos. Lamayora de los datos que producen surgen deencuestas en el caso de la epidemiologa, y deentrevistas individuales, de tcnicas similares alos grupos focales y de produccin de "narrati-vas" en el caso de la antropologa mdica. Yesto tiene lugar ms all de las invocaciones aluso de la observacin, incluida la observacinparticipante, dado que su aplicacin es cada

    vez ms escasa o directamente inexistente.Ambas disciplinas se caracterizan

    salvo contadas excepciones por no desarro-llar estudios ni intervenciones que tomen encuenta la presencia de procesos raciales y,sobre todo, racistas que afectan especialmentea ciertos grupos sociales mexicanos. Ms an,existira una suerte de negacin ideolgica delracismo en nuestras sociedades, al que solotendemos a reconocer en lo que pasa con loslatinoamericanos en los EE.UU., o en ciertospases europeos donde seran sometidos a prc-ticas racistas de diferente tipo. Si bien dichosprocesos existen y se habran incrementado enlos ltimos aos, ello no niega que las actitudesracistas, especialmente respecto de ciertos gru-pos, se den tambin entre nosotros y en formaconstante.

    Como sabemos, las altas tasas de homi-cidios han caracterizado, por lo menos durantetodo el siglo XX, a la mayora de los pases deLatinoamrica, constituyndose en una de lasregiones con mayores tasas de asesinatos; que si

    bien han ido descendiendo durante la segundamitad del siglo XX, en algunos pases se hanincrementado notablemente, de tal modo que enla actualidad nuestra regin es la que presenta lastasas ms elevadas de homicidio a nivel mundial.Pero en los estudios sobre violencias, y en parti-cular sobre homicidios, observamos una tenden-cia a dejar de lado procesos que consideramosdecisivos para interpretar el significado y sentidode las violencias.

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    Y por ltimo, en ambas disciplinasdomina un enfoque metodolgico a-relacionalque coloca el peso de las descripciones y de lasexplicaciones en un determinado actor social y noen las relaciones que operan entre los diversos

    actores significativos que intervienen en los dife-rentes PSEA. Lo cual se observa especialmente enel caso de los estudios de gnero.

    El dominio de stas y otras caractersti-cas conduce a descripciones empricas y a inter-pretaciones tericas que estn sesgando las reali-dades estudiadas. Por razones de espacio, en estetrabajo se analizarn nicamente las que tienenque ver con el racismo, el gnero y los homici-dios, no solo por la significacin actual de losprocesos sealados, sino porque tanto los datoscomo las interpretaciones respecto de cada uno

    de estos aspectos se potencian y posibilitan sacarconclusiones de conjunto sobre las tendencias yconsecuencias de estas maneras de describir einterpretar los PSEA.

    LAS SILENCIOSAS EUGENESIASLATINOAMERICANAS ACTUALES

    Como ya se seal, ambas disciplinasse caracterizan por no tomar en cuenta en susestudios e intervenciones un fenmeno de laimportancia del racismo, el cual caracteriza granparte de las relaciones sociales desarrolladasentre nosotros y, especialmente, algunas organi-zadas en torno a los PSEA, como son las relacio-nes entre personal de salud y pacientes, especial-mente en el caso de la poblacin indgena.

    Por lo menos en Mxico, los gruposindgenas o como quiera denominrselos,constituyen la poblacin que tiene los peoresindicadores y condiciones de salud en trminos

    de morbilidad y de mortalidad, dado que cuen-tan con las ms altas tasas de mortalidad general,de mortalidad infantil, de mortalidad preescolar,de mortalidad materna, as como tambin con lamenor esperanza de vida. Gran parte de la mor-talidad se debe a las denominadas "causas evita-bles", especialmente relacionadas con la gastro-enteritis y las enfermedades respiratorias agudas.Dichos grupos son los que presentan los mayoresndices no solo de desnutricin sino tambin de

    hambre. Son adems los grupos que tienenmenos acceso a los servicios de salud de tipo bio-mdico (2,3).

    Desgraciadamente, por lo menos enMxico, contamos con muy pocas investigacio-

    nes epidemiolgicas sobre estos grupos, y granparte de los datos surgen de inferencias obteni-das de la distribucin de la poblacin en trmi-nos de localizacin rural/urbana. A partir deestos datos, las autoridades sanitarias mexicanashan reconocido esta situacin y han sealado,por ejemplo, que un nio nacido en Chiapastena a principios del 2000 un 50% de posi-bilidades de cumplir un ao de vida comparadocon un nio nacido en la ciudad de Mxico o enNuevo Len. El riesgo de muerte materna era40% ms alto en las reas rurales que en las

    urbanas, y la desnutricin dos veces y mediamayor en el medio rural (3). Y lo que es msgrave, dichas diferencias negativas siguen acen-tundose en lugar de disminuir.

    Si bien han descendido las tasas demortalidad general y etarias, y se ha incrementa-do la esperanza de vida de los miembros de losgrupos tnicos, en trminos comparativos siguesiendo el sector que presenta las peores condicio-nes de salud y de atencin a la enfermedad. Locual constituye una expresin del racismo quedomina no solo a nivel de ciertos sectores socia-les, sino tambin del Sector Salud.

    Diversos estudios, especialmente enel campo de la salud reproductiva, han seala-do la discriminacin respecto de la poblacinindgena ejercida por el personal de salud.Desgraciadamente, estos estudios dedican muypoco espacio a la descripcin y anlisis de estasdiscriminaciones.

    El racismo es uno de los hechos msnegados por nuestras sociedades latinoamericanaspese a su presencia en toda una variedad de pro-

    cesos y especialmente a travs de mltiples aspec-tos del PSEA. No obstante su significacin, el racis-mo, por lo menos en Mxico, no ha sido incluidosino en forma anecdtica en los estudios epide-miolgicos y en los estudios sobre los servicios desalud. Ms an, el racismo no es utilizado comoindicador epidemiolgico, no forma parte de losprogramas y menos todava de las acciones desalud, a pesar del peso que tiene en la aplicacinde determinados programas, sobre todo en ciertos

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    contextos sociales (4,5). Y algo similar podemosdecir de los estudios antropolgicos en general, yno solo de los referidos a los PSEA (6).

    Toda una serie de antroplogos en losque me incluyo, de epidemilogos, de mdicos

    clnicos, hemos observado en Mxico episodiosde racismo, a veces en forma casi cotidiana.Antroplogos dedicados a estudiar PSEA en gru-pos tnicos han observado prcticas racistasdurante cinco, diez o quince aos, pero en susestudios y publicaciones no dan cuenta de estosprocesos, o solo lo hacen marginalmente.

    Entre los aos 1977 y 1981 coordin unaserie de modestas investigaciones sobre autoaten-cin y varias de ellas describieron y analizaronmateriales observados en los medios de comunica-cin masiva, especialmente, en peridicos, revistas

    en su casi totalidad femeninas y programas detelevisin. Uno de los "hallazgos" que ms nosimpact fue observar que los sujetos que aparecanen los mensajes publicitarios de los diferentesmedios eran en su casi totalidad no solo blancossino rubios. Prcticamente no se pudo encontrarsujetos que presentaran rasgos indgenas; situacinque se mantiene hasta la actualidad.

    Por lo tanto, la omisin del racismo esgrave por mltiples razones, especialmente porqueen nuestros pases americanos se han aplicado yse siguen aplicando polticas eugensicas queafectan especialmente a ciertos grupos sociales.Durante las dcadas del '60 y '70, miles de muje-res fueron esterilizadas sin consentimiento en losEE.UU.; dichas mujeres eran de origen afroameri-cano, mexicano, puertorriqueo y amerindio (7).

    Pero adems, desde la dcada del '40miles de mujeres fueron esterilizadas en PuertoRico, y as, en una encuesta realizada durante losaos '50 se encontr que el 21% de las mujeresentrevistadas haban sido esterilizadas (8).

    En la dcada del '90, particularmente

    durante el lapso 1996-1998, se calcula que entre250.000 y 280.000 mujeres de origen indgena yhabitantes de barrios urbanos pobres fueron este-rilizadas en Per (9-11). Si bien este es posible-mente el hecho latinoamericano ms analizado ydenunciado en las ltimas dcadas, debe asumir-se que las esterilizaciones bsicamente de muje-res se fueron convirtiendo en el mtodo de pla-nificacin familiar ms utilizado en gran parte delos pases de la regin; a tal punto que segn los

    datos de la Pesquisa Nacional de Demografia eSade da Criana e da Mulher (PNDS) realizadaen Brasil en el ao 2006, el 81% de las mujerescasadas o sin pareja estable pero sexualmente acti-vas, utilizan algn mtodo anticonceptivo, de las

    cuales el 29% estn esterilizadas y en un 5% estnesterilizados tambin los varones (12). A su vez, laEncuesta Nacional de Demografa y Salud, aplica-da en Colombia en el ao 2005, indica que la este-rilizacin de mujeres constituye tambin la princi-pal tcnica anticonceptiva, ya que al 31% de lasmujeres les han realizado salpingoclasias (13).

    Segn Figueroa y Aguilar (14), enMxico, la esterilizacin femenina era en 1976 latcnica anticonceptiva utilizada por el 8,9% delas mujeres en edad frtil junto con un 0,6% devasectomas, constituyendo la tercera tcnica uti-

    lizada con mayor frecuencia. Pero a partir de1987 pasa a ser la tcnica de mayor uso ya quems del 36% de las mujeres reconocen uti lizarla;tendencia que se acentu cada vez ms, dadoque en 1997 el 44,7% de las mujeres declararonhaber sido intervenidas quirrgicamente paraimposibilitar el embarazo (15).

    Si bien las esterilizaciones en Mxicofueron aplicadas a personas de todos los sectoressociales, Bronfman y Castro (16) sealan a finesde la dcada del '80 que:

    Los datos de una encuesta realizada en Mxico

    muestran que en el perodo 1970-1981 se hicie-

    ron en ese pas 1.300.000 esterilizaciones femeni-

    nas, de las cuales el 75% fueron realizadas por los

    servicios de salud del sector pblico. (16 p.65)

    Estos autores sealan que las esteriliza-ciones son aplicadas especialmente a los sectoresrurales y urbanos ms desfavorecidos, lo cual essubrayado por distintos documentos:

    Tanto el informe sobre Chiapas como los datosde la Encuesta Nacional Demogrfica de 1982,

    parecen dar evidencia de la concentracin de la

    prctica de esterilizacin en ciertos grupos de la

    sociedad. (16 p.66)

    Textos e informes acadmicos y profe-sionales dan cuenta de este proceso de esterili-zacin en diversas regiones del pas, especial-mente en algunos estados caracterizados por el

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    alto porcentaje de poblacin nativa, como es elcaso de Yucatn, donde la esterilizacin constituaya en 1992 la principal tcnica anticonceptiva.Para 1997 el 44,9% de las mujeres en edad frtil deeste estado haban sido esterilizadas, el 78% por el

    sector pblico y el 22% por el sector privado (17).Desde fines de los aos '80 se inician

    las denuncias del incremento de las esterilizacio-nes en Mxico, de las cuales algunas son formu-ladas a nivel internacional, como es el caso de undocumento elaborado por la Liga Mexicana parala Defensa de los Derechos Humanos que cues-tiona el informe presentado por el gobiernomexicano a la Quinta reunin sobre derechos delnio realizada en 1993. En dicho documento sedenuncia que en Mxico 528.000 mujeres fueronesterilizadas sin haber recibido informacin

    sobre mtodos anticonceptivos:

    De un total de 2.300.000 personas esterilizadas,

    un milln no firmaron consentimiento para la

    operacin, y una de cada seis no recibi consul-

    ta mdica previa. (18 p.7)

    En marzo del 2004 varias organizacio-nes indgenas denunciaron a la OrganizacinInternacional del Trabajo (OIT) que el Programade Educacin, Salud y Alimentacin (PROGRESA)y el Programa de Apoyos Directos al Campo(PROCAMPO), ambos del Estado mexicano, con-dicionaban especialmente en las zonas depoblacin indgena la entrega de dinero y de ser-vicios a que los usuarios se sometieran a esterili-zaciones o ingirieran falsas vitaminas como partede las acciones de planificacin familiar.

    A partir de noviembre del 2001 laComisin Nacional de Derechos Humanos(CNDH) emite cuatro recomendaciones sobre laviolacin de los derechos de salud reproductivade grupos indgenas, denunciando las acciones

    de esterilizaciones de mujeres y de varones lleva-das a cabo por los servicios oficiales de salud. Lams completa fue la cuarta recomendacin (19)formulada en diciembre del 2002, la cual presen-taba casos de indgenas de los estados deGuerrero, Oaxaca, Chiapas y Veracruz quienesdesde finales de los aos '90 informaron a laCNDH casos de violacin a sus derechos repro-ductivos bsicamente esterilizaciones demujeres y de varones indgenas (20-22).

    La Recomendacin General 4 de laCNDH (19) denunciaba las prcticas administra-tivas de la Secretara de Salubridad (SSA) queconstituan una violacin al derecho de consenti-miento informado de las mujeres indgenas, inter-

    pelando a la SSA sobre qu haba hecho el SectorSalud para cumplir con las normas del consenti-miento informado; a lo cual la SSA respondi queel 21 de enero de 2004 se modific la NormaOficial Mexicana para asegurar que no se apli-quen sin consentimiento las tcnicas anticoncep-tivas permanentes; es decir, las esterilizaciones.

    No obstante, a principios del 2006, elComit para la Eliminacin de la DiscriminacinRacial de las Naciones Unidas trat la cuestin delas esterilizaciones en Mxico denunciadas porlas ONG, analizando sus polticas de planifica-

    cin familiar especialmente a travs de los infor-mes de la CNDH mexicana, concluyendo que enMxico exista una prctica sistemtica de esterili-zacin de las poblaciones indgenas (23 p.4).

    Dichas acusaciones, tanto a nivel nacio-nal como internacional, fueron negadas por elgobierno mexicano a travs de la Secretara deRelaciones Exteriores, de la Secretara de Salud, delPrograma Oportunidades, del Programa Procampo,de la Comisin Nacional para el Desarrollo de losPueblos Indgenas, pese a que, por lo menos encasos especficos, el Sector Salud reconoci nosolo su intervencin sino la responsabilidad delpersonal de salud, como fue el caso de las vasecto-mas aplicadas a catorce varones de la zona de LaMontaa del estado de Guerrero (24).

    Unos pocos analistas han tratado enMxico la cuestin del consentimiento informa-do compulsivo y/o inducido respecto de las este-rilizaciones. Mientras que en algunas encuestasrealizadas a mujeres esterilizadas surge que staes la tcnica que la mayora de ellas prefiere,otros trabajos concluyen que por lo menos parte

    de ellas estn arrepentidas de haberse esteriliza-do, y en otros aparece que parte de las esteriliza-ciones fueron inducidas. Lo que ha dado lugar ala discusin sobre si la decisin de la esteriliza-cin est en las usuarias/os o en las institucionesde salud (14,16,25).

    En entrevistas que hicimos a personal desalud que aplic estas acciones durante las dca-das del '80 y '90 en tres estados mexicanos, losmismos reconocieron no solo la gran existencia

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    de recursos materiales y humanos con que conta-ban los departamentos de planificacin familiaren esos aos, por lo menos en algunos estados,sino tambin la presin a esterilizar y la utiliza-cin de estmulos materiales al personal de salud

    para aplicar dicha tcnica. Otros informantessealaron que la presin no se canaliz a travsde estmulos materiales sino de coerciones cor-porativas utilizadas por los directores de clnicasy centros de atencin primaria. Pero segn todosnuestros informantes, el personal de salud notena nocin de las implicaciones racistas nihumanitarias de sus actividades. Las vean comoparte normal de su trabajo mdico, mximecuando formaban parte de las actividades oficia-les del Sector Salud.

    Ahora bien, las polticas de planifica-

    cin familiar fueron reorganizadas en Mxico apartir de 1974, cuando se resolvi impulsar fuer-temente el uso de tcnicas anticonceptivas,incluida la esterilizacin y la aplicacin de dispo-sitivos intrauterinos (DIU), evidenciando no solouna notable continuidad hasta la actualidad sinotambin logrando los objetivos propuestos; esdecir, reducir fuertemente la tasa de natalidad.De tal forma que la media por mujer pas de seishijos a mediados de 1970 a una media de 2,1hijos por mujer en la actualidad.

    Dicho xito adems de evidenciar lanotable eficacia del Sector Salud oficial y de otrasinstituciones asociadas, se consigui a partir deaplicar toda una serie de actividades que en lofenomnico aparecen como separadas, pero querealmente constituyen parte de una estructura deintervencin planificada. Y de las cuales las mssignificativas son:

    a) utilizar el momento del parto en mujeres cadavez ms jvenes para realizar la esterilizacin;

    b) reducir la esterilizacin casi exclusivamente a

    mujeres;c) incremento paralelo del nmero de cesreastanto a nivel privado como oficial, dado quese aprovecha la cesrea para esterilizar;

    d) aplicar ciertas intervenciones quirrgicas quetambin contribuyen a esterilizar a la mujer.

    Segn el informe de Pedro SnchezEscobedo et al. (26):

    Dos intervenciones muy comunes en la mujer

    yucateca de edad media son la histerectoma y la

    salpingoclasia. La histerectoma es la extraccin

    quirrgica del tero usualmente debido a un

    proceso mrbido. La salpingoclasia es el blo-

    queo de la permeabilidad de las trompas deFalopio con el propsito de evitar el embarazo.

    El primero es elegido, y el otro es decidido

    externamente [y agregan] ambos producen la

    prdida de la capacidad reproductiva de la

    mujer. (26 p.6)

    Los autores sealan que la Secretarade Salud inform que durante 1995 en todas lasclnicas de la ciudad de Mrida se realizaron2.656 oclusiones, y en todo Yucatn hasta 1994el 40,8% de las usuarias estaban esterilizadas,

    constituyendo como ya se indic el mtodoms utilizado de planificacin familiar.Advierten adems que no hay datos sobre elnmero de histerectomas, dado que no es con-siderado un mtodo de planificacin familiar,aun cuando son aplicadas intensamente, comolo destacan los autores.

    Ahora bien, las esterilizaciones comen-zaron a ser planteadas como problema a nivelnacional por unos pocos autores, especialmentepor J. G. Figueroa a partir de fines de la dcadadel '80. Y desde principios de los aos '90 sondenunciadas a nivel nacional e internacional pordiversas ONG, algunas de las cuales trabajan conpoblacin indgena. Incluso, el 28 de mayo de1996 se organiz el Tribunal para la Defensa delos Derechos Reproductivos, donde:

    ...se presentaron los casos de 16 mujeres que

    fueron violentadas en sus derechos reproducti-

    vos por diversas instituciones pblicas y priva-

    das. (27 p.187)

    Durante la segunda parte de la dcadadel '90 fue un tema tratado a nivel de denunciaespecialmente por la prensa feminista, pero estaagitacin momentnea, de la cual fue parte el cita-do Tribunal, no se reflej en la produccin de estu-dios, informes, publicaciones, ni redujo por lomenos durante esta dcada los efectos perversosde ciertas actividades de planificacin familiar. Lafalta de denuncias activas por parte de la mayorade las ONG mexicanas que trabajan en particular

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    con salud reproductiva contrasta con el activismode una parte de las ONG peruanas que justamenterealizaron investigaciones, las publicaron y difun-dieron lo que estaba pasando en su pas.

    Es notable la falta de estudios sobre

    esterilizaciones femeninas y masculinas, desarro-llados por los diversos grupos que estudian gne-ro o que manejan enfoques feministas a pesar deque una parte sustantiva de los mismos se handedicado a procesos que tienen que ver consalud reproductiva y con violencias incluidas lasviolencias sexuales contra las mujeres. Msgrave an es el hecho de que contamos con grancantidad de estudios y publicaciones sobreembarazo, parto y puerperio as como sobreaborto, embarazo no deseado o mortalidadmaterna, pero la casi totalidad de ellos no descri-

    ben procesos de esterilizacin, o solo hacenescasas referencias a los mismos, pese a estar rea-lizados en grupos y regiones donde las estadsti-cas oficiales indican una fuerte aplicacin de sal-pingoclasias.

    Esto no niega la existencia de algunosestudios especficos, ni que el problema es reco-nocido por varios especialistas. Pero la mayorade los que hacen referencias a esterilizaciones secaracterizan por citar este hecho para luego dedi-carse a estudiar en profundidad la mortalidadmaterna, las violencias contra la mujer o las tc-nicas del parto o el aborto.

    Cardaci (28) estudi la produccin decuatro de las principales instituciones dedicadas aestudios de gnero en Mxico (el ProgramaInterdisciplinario de Estudios de la Mujer delColegio de Mxico; el rea Mujer, Identidad yPoder de la Universidad Autnoma MetropolitanaXochimilco; el Programa Universitario deEstudios de Gnero de la Universidad NacionalAutnoma de Mxico (UNAM) y el ProgramaInterdisciplinario de Estudios de Gnero de la

    Universidad de Guadalajara) y no encontr inves-tigaciones, cursos, seminarios, tesis o becariosque trataran la problemtica de la esterilizacin.Aunque hay que recalcar que estas carencias seobservan tambin en el campo de los estudiosdemogrficos.

    En los mltiples y frecuentes cursos,seminarios, mesas redondas dedicados a la mujery en particular a la salud reproductiva, prctica-mente nunca aparecen las esterilizaciones como

    temtica a desarrollar. En por lo menos dos opor-tunidades (2004 y 2009) suger a los organizado-res de una serie de conferencias sobre la salud dela mujer, la inclusin de las esterilizacionescomo temtica, sin resultados positivos.

    Llama la atencin que los grupos dedi-cados al estudio de la mujer y especialmente dela salud reproductiva, tampoco investiguen elincremento de cesreas, sobre todo cuando lasmismas pasaron de constituir el 3% de los partosen la dcada del '70 a ser ms del 35% de lospartos en la actualidad; es decir, las polticas pro-cesreas son correlativas de las polticas pro-este-rilizacin. Es ms, una parte creciente de estudiosy de denuncias se han referido a las violenciascontra las mujeres, sin embargo se han concen-trado en las violencias de los varones contra las

    mismas, sin incluir las violencias del Sector Saludcuyo personal esteriliz a por lo menos el 45%de las mujeres en edad frtil.

    Pese al notable desarrollo y continuidaddel programa de planificacin familiar/saludreproductiva en Mxico y al intenso uso de lasesterilizaciones, no contamos con una epidemio-loga de las esterilizaciones en trminos de sudistribucin segn gnero, edad, pertenenciatnica, nivel socioeconmico, religin, etc. Perocasi no contamos con estudios antropolgicosque incluyan el sentido y significado de estasesterilizaciones para quienes las decidieron, paraquienes las aplicaron y para quienes las sufrieron.

    Como sabemos, las esterilizaciones enEE.UU. se aplicaron como parte del programa con-tra la pobreza, y en Amrica Latina dentro de losprogramas de planificacin familiar y de saludreproductiva, pero tambin se implementaron a tra-vs de programas contra la pobreza como elPrograma de Educacin, Salud y Alimentacin(PROGRESA) y el Programa Oportunidades. Y aun-que es obvio, debemos recordar que en ambos

    casos dichas esterilizaciones fueron aplicadas porpersonal de salud.Farmer ha propuesto recurrentemente

    incluir el racismo como parte central de una epi-demiologa del VIH-sida y de la tuberculosis bron-copulmonar, pero dicha propuesta no ha tenidorepercusin en la epidemiologa ni en los estudiossociolgicos realizados sobre estas enfermedades.Farmer y Castro consideran al racismo como partede la causalidad y de las condiciones de atencin

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    de estos padecimientos, y especialmente comoparte sustantiva del sufrimiento de la poblacinen general y en particular de las personas pobresy enfermas (29-32). Por lo tanto, es importanteque una epidemiologa de la esterilizacin no

    solo incluya el racismo, la cuestin del consen-timiento informado y la distribucin por gnero,sino especialmente la situacin de pobreza ymarginacin de nuestros grupos tnicos, ascomo tambin de otros grupos sociales.

    TERGIVERSACIONES ODESCONOCIMIENTOS: EL CASO DE LOSESTUDIOS DE GNERO

    No contamos con estudios sobre todauna serie de PSEA, pero adems no se realizaninvestigaciones epidemiolgicas ni antropolgi-cas sobre problemas de los que reiteradamente sehabla. Carecemos en nuestros pases de una epi-demiologa de la tortura, y no solo de aquella queocurre en perodos ms o menos excepcionales,sino de la que se aplica cotidianamente.

    Cuando en 1985 organic el primernmero de la revista Nueva Antropologa (33)dedicado a Antropologa Mdica, se public untrabajo de Yarzbal (34) que describa en trmi-nos epidemiolgicos la tortura como enfermedadendmica en Uruguay. El mismo fue cuestionadopor varios antroplogos y epidemilogos adu-ciendo que no era una problemtica correspon-diente a sus respectivas disciplinas.

    La falta de estudios y ms an de accio-nes sobre stos y otros PSEA, expresan el peso deorientaciones tcnico/cientficas e ideolgicas quecaracterizan nuestra produccin de conocimiento.

    Y as, por ejemplo, en el caso ya citadodel racismo y los PSEA se observa una preocupa-

    cin y desarrollo de estudios por parte de la epi-demiologa brasilea en los ltimos aos quecontrasta con la prcticamente negacin del pro-blema por parte de la epidemiologa mexicana.

    Basta contrastar la produccin epide-miolgica a travs de las investigaciones y de lasreflexiones de sus salubristas y clnicos, ascomo de la produccin de las principales revis-tas salubristas mexicanas y brasileas, paraobservar estas tendencias diferenciales (35-37).

    Recordamos que el anlisis e interpretacin deestas "ausencias" es tambin parte del trabajo deuna epidemiologa sociocultural.

    El tipo de enfoque que se propone aqu,no solo busca incluir procesos, problemas y pers-

    pectivas como los sealados, sino que busca tam-bin cuestionar los estereotipos que se constitu-yen tanto a nivel del saber de los grupos sociales,como a nivel de los estudios profesionales sobrelos PSEA; lo cual hemos desarrollado especial-mente respecto del saber mdico y paramdicosobre el "alcoholismo" (38,39), pero tambin res-pecto de problemticas estudiadas en particularpor los denominados estudios de gnero.

    Gran parte de estos estudios y tam-bin de las intervenciones, especialmente losdesarrollados en torno a la salud reproductiva y

    a las violencias contra la mujer, tienen por obje-tivo revelar no solo determinados riesgos de lasalud de la mujer y encontrar soluciones a losmismos, sino tambin denunciar las desigualda-des y falta de equidad existentes en casi todoslos campos; especialmente en trminos de losPSEA. Ms an, una parte de los estudios pro-mueve el empoderamiento femenino en trmi-nos del cuerpo de la mujer, pero tambin deotras posibilidades sociales y polticas.

    Estas luchas y estudios posibilitaron lavisibilidad, la discusin y la bsqueda de solucio-nes para toda una variedad de problemas de saludsufridos por la mujer. Y gran parte de esas luchas yestudios se hicieron en nombre de las desigualda-des de gnero y de la eliminacin de las mismas, yespecialmente de las que afectaban negativamentela salud y el cuerpo femeninos. Lo cual, y lo subra-yo, considero no solo necesario sino urgente.

    Pero este nfasis en la salud diferencialde la mujer, as como en la inequidad, contrastacon la situacin de salud del varn, que por lomenos en un pas como Mxico presenta aspectos

    mucho ms negativos que los de la mujer enaspectos epidemiolgicos cruciales. El varn mexi-cano tiene una tasa de mortalidad a nivel generaly en todos los grupos etarios ms alta que la de lamujer, y en algunos grupos notoriamente ms alta.La mujer tiene adems una esperanza de vida decasi seis aos de diferencia con el varn; incluso,segn evaluaciones del Sector Salud la mujer tieneuna esperanza de vida saludable de 64 aos mien-tras en el varn solo es de 60 aos (3,40).

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    163DE RACISMOS, ESTERILIZACIONES Y ALGUNOS OTROS OLVIDOS DE LA ANTROPOLOGA Y EPIDEMIOLOGA MEXICANAS

    Ahora bien, uno de los procesos en quems han insistido y con razn los estudios degnero, tanto a nivel antropolgico como epide-miolgico, es el de las violencias generadas con-tra la mujer. Ms an, han recalcado especial-

    mente los asesinatos de mujeres, lo cual condujoa acuar el trmino "feminicidio" y que las"muertas de Jurez" se instaurara como fraseemblemtica que, a nivel nacional e internacio-nal, expresa justamente el papel de las violenciascontra las mujeres en trminos de homicidio.

    De los estudios y reflexiones realizadosen trminos de gnero, surge entonces que lasmujeres seran los principales sujetos no solo delas violencias sino de los homicidios. Ahora, sibien no cabe duda de que existen violencias detodo tipo del varn contra la mujer, y que dicha

    violencia puede traducirse en asesinatos, el princi-pal problema en trminos de violencia homicida,incluso en Ciudad Jurez, no es el de los feminici-dios sino el de los asesinatos de varones. Segnestudios realizados especficamente sobre lasmuertas de Jurez, en dicha ciudad desde 1985 a1997 hubo un total de 1.625 homicidios, de loscuales 192 fueron de mujeres y 1.433 de varones(41), de tal manera que si bien el 11% de las ase-sinadas son mujeres, el 88% son varones (42) (b).

    Y esta no es una peculiaridad de Ciudad Jurez, ya que en Amrica Latina, incluidoMxico, si bien los varones matan mujeres, lamayora de los asesinos, pero tambin de los ase-sinados son varones. El 90% de los asesinatos enla regin, incluido Mxico, es de varones contravarones, y solo menos del 10% corresponde aasesinatos de mujeres por varones (3,40,43-45).

    Esta tendencia se ha reiterado histrica-mente, por lo menos desde que disponemos deinformacin ms o menos confiable. De hecho,estos datos son publicados a nivel nacional einternacional en revistas epidemiolgicas y son

    parte de nuestras estadsticas vitales. A pesar deque dichos materiales indican claramente que elgnero ms afectado es el masculino, se ha idoconstruyendo una representacin social y tcnicadominante que no solo establece una imagencasi exclusivamente referida a los feminicidiosrealizados por varones, sino que oculta, o por lomenos silencia, que los asesinados son bsica-mente varones, siendo una de las primeras causasde mortalidad en varones en edad productiva; lo

    cual no ocurre en el caso de las mujeres, como loevidencian los datos epidemiolgicos oficiales yno oficiales no solo para Mxico sino paraLatinoamrica y pases del Caribe. Mientras loshomicidios en Mxico han estado, por lo menos

    en las dos ltimas dcadas, entre las diez princi-pales causas de muerte del varn, en el caso delas mujeres nunca han formado parte de las pri-meras veinte causas de muerte.

    An ms, el enfoque de gnero parece"olvidar" que los varones mueren mucho msque las mujeres no solo por homicidios, sino porlos diferentes tipos de "violencias"; es decir, mue-ren ms tambin por accidentes y por suicidios.Como todos sabemos o deberamos saber,mientras la mujer tiene ms intentos de suicidioque el varn, ste se caracteriza por tener

    muchos ms suicidios consumados (46,47)Se estima que durante el lapso 2001-

    2006, en Mxico hubo alrededor de 10.000 asesi-natos generados por el crimen organizado, de loscuales ms del 90% fueron de varones. Durante2007, el total de asesinados por el crimen organi-zado fue de 2.275 personas, de las cuales el 93%fueron varones y el 7% mujeres. Pero adems, lacasi totalidad de los 250 asesinados que fuerontorturados, los 33 decapitados y los 83 cadveresque portaban mensajes eran varones (48).

    La epidemiologa de los homicidiosproducida en Mxico por los estudios de gnero,tanto en trminos antropolgicos como epide-miolgicos, requiere de una radical revisin,dado que el ncleo de la cuestin no radica enlos "feminicidios" sino en los "masculinicidios".Dicha revisin no solo refiere a los estudios degnero femenino, sino tambin a los estudios degnero masculino, habida cuenta de la tendenciaque stos tienen a pensar la violencia del varncomo expresin ms o menos espontnea de iras-cibilidad e ira reactiva de los "hombres violen-

    tos"; cuando en realidad gran parte de los asesi-natos y de las torturas actuales son planeados. Locual subrayamos, sin negar por supuesto la exis-tencia de varones violentos y de asesinatosespontneos de mujeres.

    Asimismo necesitan revisarse las inter-pretaciones referidas no solo a las violencias,sino al conjunto de los PSEA en trminos degnero. En todos los pases desarrollados la mujertiene mejores indicadores de salud en trminos

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    de tasas de mortalidad y de esperanza de vida.Ms an, en los pases que, como Japn, eviden-cian las mayores expectativas de vida a nivelmundial, la esperanza de vida de la mujer se dis-tancia cada vez ms de la del varn.

    Si revisamos la tendencia de la espe-ranza de vida de los mexicanos en trminos degnero desde principios del siglo XX hasta laactualidad a partir de los datos disponibles,observamos que, mientras hasta la dcada del'20 los varones tenan mayor expectativa devida que las mujeres, a partir de la dcada del'30 la mujer comienza a tener una esperanzade vida mayor; lo cual se va paulatinamenteincrementando hasta que en la actualidad dichadiferencia llega casi a los seis aos, como ya losealamos.

    Una parte de los estudios de gneroha sostenido que la relacin gnero/PSEA nodebe ser referida exclusivamente a la mortali-dad, sino a otras formas de deterioro y sufri-miento. Lo cual es correcto, pero en la medidaque incluyamos no solo el deterioro y el sufri-miento de la mujer sino tambin del varn.Toda una serie de procesos econmico/ocupa-cionales indican que gran parte de los varonesya no son los proveedores econmicos de susgrupos familiares. Pero, adems, toda una seriede padecimientos como la disfuncin erctil yla creciente infertilidad masculina indican quetampoco son proveedores sexuales ni de hijos;subrayando que ste no es un problema exclu-sivamente mexicano, sino que se observa encada vez ms pases tanto subdesarrolladoscomo desarrollados.

    Por lo tanto, sera importante analizar elincremento de las violencias contra la mujer atravs de estos y de otros procesos que cuestio-nan no solo la identidad sino ciertos papeles cen-trales del varn.

    Pero ms all de las interpretacionesposibles que pueden darse a estos procesos, loque considero bsico es trabajar con los datosque realmente establecen las condiciones desalud de cada gnero, y no solamente con losdatos aislados de uno de ellos. O sea, trabajarcon ambos a travs de aplicar un enfoque relacio-nal que posibilite incluso explicar las omisionesy, sobre todo, las tergiversaciones sealadas.

    LA CRIMINALIDAD COMO IMPUNIDAD,COMO EMPRESA, COMO TRABAJO

    Como ya se seal, durante gran parte

    del siglo XX, Mxico se caracteriz por sus altastasas de homicidio que lo colocaron a fines de1930 y principios de 1940 como el pas conmayores tasas de asesinatos a nivel mundial (msde 60 homicidios por 100.000 habitantes). Apartir de entonces la tasa declin, y as en 1950la tasa fue de 38 por 100.000, y en 1960 de 31por 100.000 (46). Esta tendencia continudurante las dcadas del '70, '80 y '90 llegando auna tasa de 17 homicidios por 100.000 en 1995(3,40,50,51).

    Esta tendencia no fue unilineal, sino

    que hubo discontinuidades como las registradasa partir de los aos 1997 y 1998 hasta la actuali-dad, reflejada en lo que estamos viviendo sobretodo durante 2008. Segn el procurador generalde la Repblica Mexicana desde el 1 de enero al2 de diciembre de 2008, los homicidios atribui-bles al narcotrfico suman 5.376 casos contra2.477 contabilizados para el ao 2007. Es decir,se incrementaron en ms de un 100% (52) (c).

    Como sabemos, desde la dcada del'90, existe una preocupacin creciente por eldesarrollo de las violencias, fundamentalmentepor dos tipos de violencias: la generada contra lasmujeres por los varones, y aquellas vinculadas alcrimen organizado; ambas especialmente la pri-mera han dado lugar a una masa creciente deestudios acadmicos. Esta preocupacin seexpresa adems en el incremento de denunciassobre la inseguridad desarrolladas durante ellapso 2000-2008, que dieron lugar a la realiza-cin de reuniones, foros y debates, los cuales, encierta medida culminaron en marchas masivaspor parte de sectores de la poblacin no solo

    para denunciar la violencia e inseguridad, sinopara solicitar/exigir fin a dicha situacin.

    Si bien los estudios sociolgicos, y enmenor medida los epidemiolgicos, acompaa-ron estos procesos, los mismos quedaron rebasa-dos por los acontecimientos sucedidos especial-mente durante los aos 2006, 2007 y, sobretodo, a lo largo de 2008, cuando los homicidiosse incrementaron notablemente. De hecho, losmedios de comunicacin masiva, y en particular

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    165DE RACISMOS, ESTERILIZACIONES Y ALGUNOS OTROS OLVIDOS DE LA ANTROPOLOGA Y EPIDEMIOLOGA MEXICANAS

    la prensa escrita, pasaron a constituir la princi-pal fuente de informacin de estas violencias. Atal punto que, las propias autoridades encarga-das de la lucha contra el crimen organizadoreconocieron durante 2009, que la mayora de

    los datos que nutren sus archivos sobre crimina-lidad proceden de los medios y en particular dela prensa escrita.

    Durante este lapso, la informacinperiodstica sobre violencias, tanto en cantidadcomo en calidad, se increment notablemente;sobre todo a partir de mediados de 2008, cuandose hizo pblico el secuestro y asesinato del hijode un importante y conocido empresario mexica-no. Desde entonces no solo se incrementaron lascrnicas de los acontecimientos, sino que todauna serie de artculos firmados se dedicaron a

    reflexionar sobre la violencia.En este sentido, cabe destacar que los

    peridicos La Jornada y Reforma, pero tambinExcelsior, Milenio y El Universal publicaron reite-radamente y especialmente durante los meses de julio, agosto y septiembre artculos no solo deconocidos intelectuales, sino tambin de socilo-gos, antroplogos, mdicos, economistas, pena-listas, politlogos. Es esta informacin la quevamos a comentar, teniendo como trasfondo laproduccin acadmica y los datos oficiales (d).

    Prcticamente todas las crnicas y art-culos convergen en sealar que la principalcausa de la criminalidad en Mxico es la impu-nidad; ms an, los diversos actores socialesque se expresan a travs de las crnicas, de lasentrevistas o de las encuestas aparecidas en losdiarios coinciden con ese juicio. La impunidades referida, en primer lugar, a la polica, ensegundo a la imparticin de justicia y, en tercerlugar, a las instituciones y autoridades polticas.

    La impunidad suele ir asociada a lacorrupcin, sealndose ambas como estructuras

    permanentes de la sociedad mexicana en todassus capas sociales. Existira una colusin y com-plicidad de los intereses de los polticos, de losgobernantes, de los jueces y de los policas enmantener la impunidad y la corrupcin.

    La impunidad se basa en dos hechos: elprimero, en que la mayora de los robos, homici-dios, violaciones sexuales o estafas no recibenpenas judiciales ni carcelarias o las mismas no secumplen. Segn declaraciones periodsticas de

    criminalistas y especialistas en violencias, el 93%de los delitos en Mxico quedan impunes, sinrecibir ningn tipo de sancin.

    El segundo hecho es que la impunidady la corrupcin son parte de la vida cotidiana; la

    misma est normalizada y se aprende "desde elinicio de la vida". Domina una "cultura de laimpunidad", lo cual no sera un hecho nuevodado que "histricamente somos un puebloacostumbrado a la violacin impune de la ley",la "impunidad somos todos". Estas ideas fueronexpresadas en una conferencia de uno de losms conocidos intelectuales mexicanos, que fuetranscripta ampliamente por los medios escritos.Monsivis seala que la impunidad opera "en elmundo de los negocios, en el universo banca-rio, en la red judicial, en el disfrute de los eco-

    cidios, en los tratos inquilinarios, en el saqueointerminable a los pobres". Por lo cual proponela realizacin de un gran debate nacional queno solo refiera la impunidad a la polica, a losjueces y a los narcotraficantes, "sino al mundolaboral, al salario mnimo, a las esclavitudes dela maquila" (53).

    La creciente criminalidad sera ademsproducto de que el Estado ya no garantiza laseguridad de la poblacin. Algo que la mayorade los trabajos atribuye adems de a la impu-nidad a la incapacidad e inoperancia de losgobiernos y de la polica; mientras que unospocos articulistas lo atribuyen a que ya no hayEstado, al desmantelamiento y prdida delpoder real de los gobiernos. La mayora ubica laprdida de gobernabilidad a partir de principiosde los aos '80; es decir, a partir de finales de lapresidencia de Lpez Portillo y durante la deLamadrid, en tanto que otros la localizan a par-tir de la presidencia de Salinas a fines de esadcada, y varios en la segunda parte de la dca-da del '90.

    Dos artculos periodsticos sealanexpresamente que en Mxico ya "no hay ley", yvarios concluyen haciendo alusin a MaxWeber que el estado mexicano ya no monopo-liza la violencia, sino que por lo menos en variosestados la monopoliza el crimen organizado,siendo ste el que impone su ley. Hecho recono-cido incluso por las ms altas autoridades encar-gadas de enfrentarlos. Y as el procurador generalE. Medina Mora el 22 de agosto de 2008:

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    ...reconoci que la lucha contra la delincuencia,

    particularmente la organizada, seguir siendo

    difcil, larga y dolorosa, por el nivel de corrup-

    cin que ha penetrado a las instituciones del

    Estado. [Agregando] Las bandas de narcotraficantes

    nacionales e internacionales se haban apodera-do de ciertos lugares del territorio nacional, en

    los que haban impuesto su ley, incluso ponien-

    do a su servicio tramos completos de institucio-

    nes pblicas. (54)

    Peor an, el crimen aparece protegidopor diferentes instituciones y organizaciones. Talsera el caso del aparato legal, organizado de talmanera que justamente "ampara" a los delin-cuentes al obligar a juzgarlos a nivel de los esta-dos. De tal forma que, por ejemplo, los homici-

    dios no corresponden al fuero federal, sino al delos estados donde justamente el crimen organiza-do impone ms su ley.

    Pero adems, las ms altas autoridadesde seguridad asumen que el crimen organizadocuenta con base social propia, por lo menos enalgunos estados. Ante la interpelacin a que fuesometido el 17 de agosto de 2008 en Len(Guanajuato) por empresarios y familiares desecuestrados, el Secretario de Seguridad Pblicaseal que en estados como Sinaloa:

    ...el crimen organizado tiene una base social,

    ya que est arropado por la comunidad. No

    habl de acciones ni de estrategias. Se refiri al

    enorme podero econmico del crimen organi-

    zado; a la ilimitada capacidad que tiene de

    adquirir el mejor armamento; a sus posibilida-

    des inagotables para corromper y comprar con-

    ciencias, y a lo sanguinario que son quienes lo

    conforman. (55)

    Pocos das despus, el 28 de agosto el

    presidente de la repblica reforz an ms estainterpretacin:

    Afirm que la falta de asideros ha permitido que

    la criminalidad permee las estructuras sociales y

    que en ciertas regiones se haya permitido y pro-

    piciado que la delincuencia forme parte de su

    vida cotidiana y se haya configurado lo que defi-

    ni como "una toma de poder regional, en los

    hechos, de la criminalidad". (56)

    Y el 31 de agosto, luego de la marchacontra la violencia organizada en la ciudad deMxico, consider que la inseguridad pblica:

    ...es consecuencia de una descomposicin gra-

    dual y creciente de las instituciones pblicas enlos tres rdenes de gobierno, por lo que el cri-

    men organizado aument su capacidad operati-

    va, logstica y financiera en muchas regiones

    del pas. [Y agreg que] El crecimiento de la cri-

    minalidad y virulencia con la que acta, obede-

    ce a la debilidad, vulnerabilidad o descomposi-

    cin en muchos lugares donde las autoridades

    han sido rebasadas por la delincuencia y el cri-

    men en el mbito local. [Concluyendo] que hay

    una sociedad con menor solidez en trminos de

    valores, de tal manera que pueda rechazar la

    ilegalidad. (57,58)

    Junto a la impunidad y a la corrupcinaparecen otras explicaciones que aun aludiendoa estos aspectos, centran la causalidad de la cri-minalidad en una sociedad caracterizada por ladesigualdad socioeconmica, por salarios bajos,desocupacin y pobreza. Segn estos anlisis, laspolticas neoliberales habran impulsado funcio-nalmente la criminalidad:

    Organizaciones sindicales advirtieron ayer que

    la crisis econmica y social que vive el pas es

    el principal detonador del problema de violen-

    cia e inseguridad en el territorio nacional. Lo

    que estamos viviendo es resultado del agota-

    miento de un modelo econmico que ha expri-

    mido a los trabajadores y a toda la sociedad,

    que no brinda oportunidades de empleo, de

    educacin, alimentacin y movilidad social. [Y

    agregan] El incremento de asaltos, robos y otros

    actos delictivos es proporcional al tamao de la

    crisis que vive Mxico. La inseguridad es uno

    de los reflejos ms dolorosos de esta crisis. (59)

    Para varios comentaristas el sistemasocial mexicano est dominado por una "mino-ra voraz, que solo busca el enriquecimiento yel poder para enriquecerse". Esta minora esresponsable en gran medida no solo de lacorrupcin, sino de la enorme desigualdadsocioeconmica de Mxico. Es ms, cinco ana-listas sostienen que el capitalismo competitivo e

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    167DE RACISMOS, ESTERILIZACIONES Y ALGUNOS OTROS OLVIDOS DE LA ANTROPOLOGA Y EPIDEMIOLOGA MEXICANAS

    individualista genera casi inevitablemente deli-tos, y que el sistema social consumista promue-ve la idea y necesidad de ganar dinero fcil.Incluso un analista identificado con posicionesneoliberales como E. Krause, describe negativa-

    mente en el peridico Reforma la exhibicin deformas de vida ostentosa de estos sectoressociales, concluyendo que los miembros dedicho sector dan la impresin de no saber enqu pas viven.

    Ms all de que lo expliciten o no, delos materiales periodsticos surge que la razndel desarrollo e incremento del crimen organi-zado es bsicamente de tipo econmico: lasgrandes ganancias que se obtienen por parte deunos pocos y la gran derrama de dinero sobreuna parte creciente de la poblacin. ste consti-

    tuye el ncleo de la industria y de la basesocial del narcotrfico, de los secuestros, deltrfico de personas para la prostitucin o para eltransplante de rganos, del trfico ilegal dearmas y del robo de autos.

    Segn datos del Centro de Investigaciny Seguridad Nacional (CISEN) publicados porvarios diarios mexicanos, a principios de la dca-da del 2000, las ganancias obtenidas giraban entorno a los 50.000 millones de dlares anuales,constituyendo uno de los principales rubros de laeconoma mexicana, y en las cuales participabancada vez ms dirigentes polticos y autoridadesoficiales en todos los niveles. A mediados de2008, un especialista en problemas de narcotrfi-co de las Naciones Unidas inform que entre el50% y el 60% de los gobiernos municipales deMxico estaban cooptados y "feudalizados" porlos narcotraficantes, y que la delincuencia organi-zada establece cada vez ms alianzas no solo conlas autoridades polticas sino con las empresasprivadas (60). Lo que fue refrendado por el pro-pio director del CISEN a mediados de 2008,

    quien en una entrevista al diario britnicoFinancial Times asegur que el narcotrfico halogrado captar a miembros de la polica, delpoder judicial y de las entidades del gobierno, eincluso que el dinero del narcotrfico estarainvolucrado en las campaas polticas de algunoslegisladores del actual parlamento.

    Como concluye R. Segovia analizandoel incremento de la criminalidad en Mxico:

    Tenemos la misma idea srdida, mezquina, ca-

    tica de todos los cuerpos sociales. Lo que se

    quiere es ganar dinero, no importa cmo. La ver-

    dad est en el negocio. Se puede vender telas o

    aviones, el caso es vender. Incluso drogas. (61)

    El crimen organizado opera comoempresa capitalista y cumple no solo los deseossino las reglas de una sociedad consumista.Conduce a la profesionalizacin de sus cuadrosdirectivos y a maximizar la eficacia en los opera-dores del narcomenudeo para mejorar los rendi-mientos y ganancias. Debemos asumir que la cri-minalidad tiene una racionalidad econmica yque, por lo menos una parte de los actos que rea-liza, incluso tal vez los ms sanguinarios, tienenque ver con dicha racionalidad.

    Enrique Quintana comenta (62) unInforme sobre el crimen organizado preparadopor el grupo financiero BBVA Bancomer, queaplic el modelo del economista G. Becker alanlisis de la criminalidad en Mxico. Segneste economista los delincuentes operan conracionalidad econmica en trminos de cos-tos/beneficios:

    Los beneficios pueden ser monetarios o tambin

    pueden entrar en la esfera subjetiva asociada con

    el poder o la satisfaccin que da a una persona

    cometer el delito. Los costos estn asociados al

    riesgo de caer en prisin o a las prdidas econ-

    micas que tienen al no realizar una actividad lci-

    ta. Los delincuentes son tomadores de riesgo y

    ello hace que desde el punto de vista econmi-

    co, la certeza de un castigo es ms importante

    que la severidad. (62)

    Y en Mxico la probabilidad de seraprehendidos es muy baja, al igual que la de reci-bir sentencia, aunque en el caso del narcotrfico

    es alta la posibilidad de morir joven y asesinado.El informe seala que:

    Como en otros negocios la delincuencia mejora

    su rendimiento si se practica a gran escala. Por

    eso aparecen empresas, como en otras activida-

    des econmicas; algunas incluso se convierten

    en grandes consorcios con redes en diversas

    entidades e incluso pases. (62)

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    Esta racionalidad econmica se expresaa travs de los tipos de organizacin empresarialque adoptan a nivel de gran escala o de peque-os grupos, incluso de grupos familiares. Segnun anlisis realizado por un equipo del peridico

    Reforma (63),

    El crimen organizado en Mxico registr en los

    ltimos aos una evolucin inusitada en cuan-

    to a su operacin interna. La elite criminal

    dedicada al narcotrfico renunci a mantener

    una estructura formal constituida en forma de

    planilla organizacional, y decidi subcontratar

    de forma provisional a terceras personas ajenas

    a su grupo para llevar a cabo etapas de su

    negocio como cosechar, transportar, importar

    y vender droga. (63)

    Y agrega que ciertos grupos del crimenorganizado optan por estructuras flexibles y porderivar tareas especficas para reducir la posibili-dad de ser imputados y detenidos:

    Es decir, las organizaciones criminales empie-

    zan a operar bajo la apariencia de eslabones

    autnomos que son impulsados por el jefe del

    crtel, financiando las operaciones y utilizando

    la logstica de la organizacin para acelerar la

    actividad de esos eslabones, lo cual permite

    descontrolar a las autoridades, en cuanto al

    mtodo de investigacin. (63)

    Especialmente durante la dcada del'90 cobr visibilidad meditica la existencia degrupos criminales formados por un pequeonmero de miembros y de grupos familiaresdedicados al secuestro, de los cuales el msfamoso fue el liderado por un sujeto denominado"mochaorejas". En ambos casos se caracterizabanpor el uso de la violencia como tcnica de pre-

    sin para obtener el dinero del rescate.Solicitaban el dinero, y en caso de no lograrlo, alpoco tiempo enviaban a sus familiares orejas odedos cortados de los sujetos secuestrados.

    Varios de estos grupos fueron apresa-dos, pero durante la dcada del 2000 volvierona resurgir como pequeas empresas en las cua-les intervienen todos los miembros del grupofamiliar en las diferentes tareas de observar,"enganchar", secuestrar, custodiar, torturar,

    negociar. Dichas tareas implican tambin unacierta profesionalizacin, dado que, por ejem-plo, ciertas acciones como cortar dedos omochar orejas implican un mnimo de atencinreparativa que en la mayora de los casos est a

    cargo de mujeres.Esta actividad pasa a ser un oficio a tra-

    vs del cual se obtiene "mucho dinero y en formarpida", segn seal una integrante de uno deesos grupos familiares. Su hijo aprendi el oficiode secuestrar de su pap, y ste lo aprendi a suvez de un amigo. Ahora est preso con una con-dena de treinta aos, pero:

    Martha dijo que no est temerosa, pues sabe que

    de alguna manera su hijo se las arreglar para

    salir o para seguir trabajando donde est es

    decir la crcel y enviarle dinero para que ella

    sobreviva. (64)

    Es decir que, por lo menos para unaparte de los que practican la delincuencia, suactividad constituye un trabajo, lo cual debemosrelacionarlo con lo sealado por toda una seriede materiales periodsticos que consideran quelas causas de la criminalidad obedecen a variosprocesos sociales, pero especialmente a la des-ocupacin que afecta a la poblacin mexicana, yen particular a los jvenes:

    De acuerdo con informacin de INEGI (Instituto

    nacional de estadstica y geografa), ms de la

    mitad de los desempleados del pas 1.593.000

    personas est constituida por jvenes de entre

    14 y 29 aos. Asimismo, un tercio de la pobla-

    cin desocupada tiene estudios de bachillerato o

    educacin superior. Las opciones de trabajo

    parecen reducirse a la economa informal,

    donde ms de la mitad de los jvenes obtienen

    su primer trabajo; la emigracin nacional e inter-

    nacional ms de 200.000 abandonan el pascada ao, y las actividades delictivas 40% de

    los presuntos delincuentes del fuero federal y

    59% de los de fuero comn son jvenes entre 15

    y 29 aos. (65)

    Crnicas y artculos, incluida la opininde especialistas en juventudes y/o en criminali-dad, concluyen que los:

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    Jvenes sin expectativas de futuro y en condicio-

    nes de marginacin social se han convertido en

    presa de la delincuencia, porque no hay que

    olvidar que en Mxico ms de 50 millones de

    personas viven en la miseria, y con 0,5% de

    ellos que se dediquen a la delincuencia hay unenorme ejrcito de reserva para alimentar al

    narco y a criminales de cualquier tipo. [Y agre-

    gan] En perodos de crisis econmica los delitos

    con participacin de jvenes se incrementan. En

    gran medida porque son usados por el crimen

    organizado, que detecta en la juventud el esla-

    bn ms dbil de la sociedad. (66)

    Varios expertos concluyen que comoconsecuencia de la falta de empleo, y de que lamayora de los trabajos posibles son muy mal

    pagados se est llevando a los jvenes "a uncallejn sin salida en el cual se les ignora o se lescriminaliza". Incluso algunos analistas concluyenque los jvenes, dada esta situacin, caern

    ...en nutridos contingentes en la tentacin del

    dinero fcil, rpido y en cantidades suficientes

    como para colmar valores subvertidos. En ellos

    se sustenta la inagotable y creciente reserva que

    alimenta al formidable ejrcito del mal [] y que

    el secretario de defensa calcula en medio milln

    de personas, solo en el narcotrfico. (67)

    Es decir que, el conjunto de estos facto-res favorece que los jvenes:

    ...sean candidatos inmejorables para ser recluta-

    dos por las bandas formales e informales de la

    delincuencia. [Ms an] otro factor que incre-

    menta los ndices delictivos es la conviccin

    compartida de que para triunfar socialmente y

    ser apreciado y reconocido por la colectividad se

    necesita tener dinero y disfrutar la vida a como

    de lugar; esta es la pauta conceptual que losmedios de comunicacin, en especial la televi-

    sin, nos presentan todos los das, a todo

    momento. (68)

    Sin embargo y debemos resaltarlo entoda esta abundante produccin de la prensa escri-ta las referencias al papel de los medios es escasa,y tambin escasamente analizada. Las conductassealadas son referidas a las caractersticas de una

    sociedad que impulsa la desigualdad y la pobre-za al mismo tiempo que el consumismo. Y es enstas caractersticas junto con la impunidad y lacorrupcin que se coloca el nfasis en la bs-queda rpida y fcil de dinero:

    Vivir del lado de la sana convivencia resulta

    poco lucrativo. Se vuelve una estupidez, en una

    nueva escala de valores que el fracaso educativo

    va imponiendo. Por otra parte, vivir en una ley

    de la selva posmoderna, sin compasin por el

    ms dbil o por el justo, resulta enriquecedor, y

    aun un xito social. Nueva escala definida por

    los muchos ceros en las ganancias en los delitos

    y por la certeza de la impunidad a pesar de ser

    arrestados. (69)

    Ms an, si bien hay articulistas querecuerdan el papel que el medio social y familiartiene en la generacin de criminalidad, conclu-yen que para los sectores ms pobres "El crimenparece la nica oportunidad de hacer dinero ytener prestigio social".

    Durante la dcada del 50' y 60' variossocilogos norteamericanos especializados en jvenes delincuentes, llegaron a conclusionessumamente interesantes, entre las que destaco una:que los valores y objetivos sustentados por dichosjvenes delincuentes reproducan los valores de lasociedad norteamericana; reproducan el tipo desociedad capitalista dentro de la cual se formaronmarginalmente (70). Conclusin que, con algunasmodificaciones, volvi a ser propuesta por uno delos ms profundos estudios del narcomenudeo rea-lizado hasta ahora, enfatizando justamente que losvalores y objetivos de los jvenes delincuentes deun barrio de clase baja y con fuerte presencia depoblacin hispana en Nueva York, son similares alos valores y objetivos de una sociedad consumis-ta, individualista y fuertemente competitiva.

    Competitividad que termina frecuentemente con lamuerte violenta del que compite (71).En ltima instancia, el riesgo de morir y

    los homicidios cometidos expresan en gran medi-da el peso de dicha ideologa individualista y com-petitiva, que salvo excepciones no aparece anali-zada en la prensa escrita ni siquiera por los espe-cialistas en esta problemtica. O mejor dicho, apa-rece sealada y hasta desarrollada pero por articu-listas que tratan a los jvenes como si fueran una

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    especie de autmatas que cumplen el mandato delas ideas y de las fuerzas dominantes.

    Todava ms, los adolescentes pobresaparecen como individuos casi determinados aser parte de la criminalidad, incluido el asesina-

    to. De la prensa escrita, incluyendo los artculosde acadmicos y profesionales, surge que es lasituacin social la determinante de estos compor-tamientos, de tal manera que los jvenes no sontratados como sujetos activos de una criminali-dad que los involucra centralmente. Aparecencomo individuos "alienados" o, por lo menos,"hegemonizados" por utilizar antiguas palabrasque, debe aclararse, ninguno de los articulistasemplea, aunque sea de sto de lo que estnhablando.

    POR QU MATAR?

    Junto con las causas sealadas, aparecenen la prensa escrita varias propuestas que son des-arrolladas por pocos analistas, las cuales sostie-nen, por ejemplo, que la impunidad se debe engran medida a que Mxico carece de una tradi-cin democrtica o que en Mxico se han "debi-litado valores esenciales como la honestidad y laverdad" que "antes" tena la poblacin mexicana.

    Mencionan que hay ciertas caractersti-cas nacionales que favorecen la impunidad y lacorrupcin, entre las que subrayan la apata y latolerancia, expresadas en el hecho de que lamayora de los mexicanos no denuncia los deli-tos de todo tipo a los que son sometidos cotidia-namente. Aun cuando esta actitud es explicadapor la mayora de los materiales periodsticos porla desconfianza, ya que el 88% de los mexicanosno denunciara los delitos por aprensin a lasautoridades y especialmente a la polica. La

    poblacin mexicana tiene gran desconfianzahacia la autoridad, cree que por ms denunciasque haga "no pasa nada".

    Otros analistas subrayan la tendenciadominante en la poblacin mexicana al "no temetas", a "no ser metiche", que reducen tambinno solo las acciones colectivas sino las denunciasde hechos que ocurren a otros sujetos y grupos.

    Se podran incluir otros procesos yexplicaciones respecto de la criminalidad, pero

    pese a que los materiales periodsticos narranprofusamente el incremento de la criminalidady de varias de sus caractersticas ms negativas,casi no hay explicaciones ni reflexiones sobreporqu se mata de la manera en que se mata y

    porqu se tortura de la manera en que se tortu-ra. Por qu la delincuencia organizada perotambin la no organizada necesita realizar cr-menes caracterizados por la crueldad y elhorror? (e).

    Lo sealado no quiere decir que no seden explicaciones a las decapitaciones o a loscadveres torturados, sino que las mismas se detie-nen en aspectos econmicos o simblicos, dondeprcticamente no aparece la subjetividad del cri-minal, aunque a veces s aparece la de los asesina-dos, y sobre todo, de los parientes y amigos de los

    secuestrados, torturados y desaparecidos.Por lo menos una parte de los funciona-

    rios gubernamentales y, en menor medida, de lossectores no gubernamentales atribuyen el incre-mento de los homicidios a la lucha que el gobier-no est dando contra la criminalidad organizaday especialmente contra el narcotrfico, aunquecon interpretaciones diferentes.

    Mientras los funcionarios lo ven comoun proceso casi inevitable pero necesario paraacabar con el crimen organizado, especialistascomo R. Jimenez, investigador de la UNAM, con-sidera que los asesinatos

    ...tienen dos grandes motivaciones, por un lado

    una disputa de territorios y, por el otro, el cobro

    de deudas a aquellos policas que no pueden

    cumplir. Las ejecuciones normalmente las estn

    haciendo contra aquellos que se temen a la

    regin, es decir que quieren apoderarse de la

    ruta del trfico [] Tambin estn ejecutando

    mucho funcionario, agentes de polica, incluso

    secretarios de seguridad pblica municipales y

    mandos federales, que se las cobran ya sea por-que fallaron en lo que se haban comprometido,

    porque no regresan el dinero cuando dejan de

    ser funcionarios o porque se pasaron a otro

    bando. (72)

    Y remarca que "hasta el momento lamayora de las vctimas de la violencia del narco-trfico han sido integrantes de estas organizacio-nes", aunque reconoce que ha habido personas

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    asesinadas que no tienen nada que ver y que, enciertos casos, han sido asesinadas por miembrosdel ejrcito.

    Ms an, este tipo de interpretacinparece proponer que si el gobierno y el ejrcito

    no intervinieran, los homicidios se limitaran auna cuestin entre delincuentes, sealando que"Las estrategias que est siguiendo el gobiernomexicano, que son violentas, hacen la atmsferams violenta". Ms all de lo certera de estaexplicacin, la misma deja de lado aspectos deci-sivos de la criminalidad.

    Ahora bien, los peridicos documentancinco caractersticas bsicas del crimen organiza-do, que ya fueron abordadas a grandes rasgos, yahora intentaremos sintetizar. La primera, es queuna parte de los delitos no solo se caracteriza por

    el asesinato, sino tambin por la tortura, la cruel-dad, el sufrimiento de las vctimas y de sus familia-res y vecinos. Cada vez aparecen ms cadveresdecapitados, quemados y con huellas de tortura;se mata a familias enteras incluidas mujeres emba-razadas. El grupo periodstico Reforma contabilizasemanalmente el nmero de asesinatos, sus carac-tersticas y su distribucin por estado; y as, porejemplo, entre el 23 y el 29 agosto de 2008 infor-m que hubo a nivel nacional 167 personas ejecu-tadas, de las cuales 21 estaban decapitadas y 54cadveres evidenciaban huellas de tortura.

    No solo se mata, sino que se suele"marcar" al asesinado; as encontramos que enMorelia el 20 de agosto de 2008 la polica con-fisc material a un grupo criminal:

    Entre los objetos confiscados haba calcomanas

    con leyendas: "la familia michoacana, la ms

    feliz del mundo", as como un fierro para marcar

    ganado con la letra F y una cartulina con la

    leyenda "la utilizamos para marcar a los enemi-

    gos de la familia". (73)

    "La familia" constituira el principalgrupo del crimen organizado en este estado.

    Una modalidad cada vez ms frecuentede los secuestros es la de solicitar recompensa, yluego de recibida e incluso antes, asesinar a lapersona secuestrada. Si bien una parte de estosasesinatos tienen que ver con negociaciones eco-nmicas entre secuestradores y familiares de lossecuestrados, sobre todo tendra que ver con que

    por lo menos alguno de los secuestradores esconocido de la vctima.

    En documentos oficiales y especialmenteen circulares generadas por grupos de la sociedadcivil se informa a la poblacin que en los secues-

    tros suelen participar personas del servicio doms-tico, choferes, empleados, secretarias particulares omaestros. Que en el 60% de los delitos de altoimpacto hay siempre involucrada una personaconocida, pudiendo ser no solo las personas sea-ladas, sino tambin familiares, amigos y vecinos.

    Si bien no tienen que ver con homici-dios y secuestros, aunque s con violencias, losdatos de una reciente encuesta realizada por laSecretara de Educacin Pblica y publicada porla prensa escrita, sealan que ms de 220.000alumnos de los bachilleratos de las escuelas fede-

    rales de Mxico han sufrido algn tipo de ataquesexual; es decir que, el 6% de la totalidad dealumnos reconoci esta situacin. Pero adems,en dicho estudio se encontr que:

    En el caso de las mujeres que han sido vctimas

    de ataque sexual, 24% responsabiliz del acto a

    su to, el 4% a su padre, el 6% a su hermano, el

    2% al maestro y el 22% a un desconocido. En el

    caso de los hombres, el 2% indic como abusa-

    dor a la madre, padre, hermano, hermana; un

    5% a un to; un 6% a un profesor y un 21% a

    algn desconocido. (74)

    Lo cual no constituye una modalidadnacional, sino una caracterstica por lo menos delas sociedades para las cuales tenemos este tipode datos. Ms an, ciertos delitos como violacio-nes sexuales o actos de pederastia se dan sobretodo dentro de relaciones familiares y de amistadcercanas (47).

    Es obvio que una persona conocida queparticipa en el secuestro de un familiar, amigo,

    compaero de estudios o dueo de una empresadonde trabaja, trate de ocultarse de la mirada delsecuestrado; lo que no es obvio es el acto dematar a una persona que lo reconoce, y ms si esamiga e incluso familiar cercano. La prensa escri-ta consultada, que no es amarillista por lomenos en trminos comparativos, describe, sinembargo, episodios de este tipo, de los cualessolo se transcribe uno como ejemplo:

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    Mara del Jess Delgadillo de 27 aos de edad y

    diez semanas de embarazo fue invitada por ami-

    gos a una reunin que se celebrara el

    28/07/2008 en el domicilio de los que la invita-

    ron. Pero sus anfitriones la mantuvieron cuatro

    das en cautiverio, cobraron 156.000 pesos paraliberarla y la mataron. Por estos hechos fueron

    detenidos un ex polica municipal y su esposa,

    amiga de la vctima, que fueron quienes la mata-

    ron, pues la pareja tena deudas por setenta mil

    pesos, y para liquidarlas recurri al plagio. (75)

    Se secuestra y mata a una amiga embara-zada para cobrar 156.000 pesos mexicanos, ascomo se han documentado crmenes por los cualeslos sicarios recibieron solo 5.000 pesos mexicanos.Cmo interpretamos este tipo de homicidios ms

    all de su significacin econmica inmediata quepuede ser saldar deudas o contar con un poco dedinero para comprar droga? Solo permanecemosen la significacin econmica, en la impunidad?Qu tipo de sujetos son los que realizan estosactos, incluso en forma planificada?

    Y lo preocupante es que no solo las cr-nicas y artculos de los peridicos no describen nireflexionan sobre estos aspectos, sino que lamayora de las investigaciones socioantropolgi-cas y epidemiolgicas que conozco para Mxicotampoco lo hacen. La casi totalidad de estos mate-riales operan como si la impunidad, la corrupcin,los objetivos econmicos explicaran los asesina-tos, cuando lo que realmente estn explicando esel delito pero no los homicidios, y menos an lasaa con que son cometidos una parte de ellos.No explican qu son las personas asesinadas paraestos homicidas, en trminos de sujetos.

    Los aspectos sealados conducen aconstatar una cuarta caracterstica: la mayora delos secuestros y gran parte de los homicidios sonactos planificados. Es decir, no son actos espon-

    tneos, debidos a furias o violencias momentne-as. Lo cual, por supuesto, no implica desconocerque hay procesos inesperados, no planeados,que generan homicidios.

    Pero por lo menos una parte de stostiene que ver con ciertas tcnicas de asesinatoque documenta la prensa escrita con frecuencia.Si bien se decide matar a ciertas personas espec-ficas por diversas razones, en ciertas ocasiones semata a todos o a gran parte de los sujetos que

    estn presentes. Una de las razones de estos ase-sinatos indiscriminados es que los criminales noconocen al sujeto que hay que matar, aun cuan-do saben que est en ese lugar:

    El sbado 16 de agosto, poco antes de las seis dela tarde, tres camionetas de lujo conduciendo a

    una decena de sicarios llegan afuera de la bode-

    ga donde se celebra una fiesta de jvenes en

    Creel (Chihuahua). Aparentemente buscan a dos

    personas para ultimarlas, pero los ejecutores no

    conocen la precisin: rafaguean a mansalva

    reventando cuerpos, segando vidas, incluida la

    de un nio de un ao. (76)

    Es decir que, los asesinos buscan cum-plir su objetivo de asesinar a determinadas per-

    sonas, pero deciden incluir a todos los presentespara no equivocarse; pese a que no debanmatarlas, a que no tenan ningn problema conellas. La muerte de uno o de varios vale igual, osea, en el fondo no valen nada; pero qu quie-re decir que no valen nada como dice el refrnmexicano?

    Esta modalidad indiscriminada se rela-ciona en parte, pero solo en parte, con el tipo deasesinato "corporativo" denominado venganzade sangre (77). Y si bien existen notorias diferen-cias entre los mismos, los unifica la negacin delotro como sujeto.

    En el norte y centro de Mxico, peroespecialmente en Chihuahua se han desarrolla-do los llamados "levantones", donde los levan-tados suelen ser torturados, mutilados y/o asesi-nados. Los "levantones" han sido utilizados nosolo por el crimen organizado sino tambin porlos gobiernos locales, por la polica para "des-aparecer" mujeres, activistas polticos o perso-nas ligadas a la criminalidad. Estos "levantones"son parte de las tcnicas de poder a travs de

    las cuales se busca amedrentar o disuadir alotro, que concluyen frecuentemente en asesi-natos disuasores aplicados inclusive a personasque ya no quieren seguir perteneciendo a gru-pos criminales. La prensa describe, por ejem-plo, el ataque a dos centros para adictos enrehabilitacin que operaban en Chihuahua,donde en un caso se asesin a dos personas yen otro a siete sujetos que buscaban rehabilitar-se de su adiccin a drogas y al alcohol.

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    Estos eran centros creados y orientadospor pastores protestantes, que por lo menos unaparte del crimen organizado haba aceptado, dadoque "convertirse al cristianismo es la nica formaaceptada entre ellos para salir de la agrupacin".

    Pero, por lo menos una parte de las organizacio-nes criminales, decidieron atacar a estos centrosde recuperacin dado el posible incremento deeste tipo de demanda que tendra repercusintanto en los ingresos como en la disponibilidadde recursos humanos para la criminalidad. Dehecho todos estos centros cerraron.

    En Chihuahua y en otros estados, elcrimen organizado mata especialmente a lossujetos que estando involucrados con el narco-trfico tratan de abandonarlo. Pero adems ame-nazan a quienes tratan de atenderlos en trmi-

    nos profesionales:

    Cuando paramdicos acudan al llamado de

    auxilio por el hallazgo de cuatro cadveres en

    un predio del Parque industrial Antonio J.

    Bermudez, la frecuencia [de radio] de la Cruz

    Roja fue interferida por presuntos traficantes

    que transmitieron narcocorridos y amenazaron

    de muerte a cuatro rescatistas: "Caern uno por

    uno" advirtieron. Fuentes extraoficiales de la

    Cruz Roja revelaron que en la frecuencia se

    escuch: "Dejen de salvarle la vida a los ejecu-

    tados o de lo contrario tambin vamos a aten-

    tar contra sus vidas; no se acerquen, ya que de

    lo contrario van a tener mucho trabajo con sus

    propios compaeros". (73)

    Esta situacin condujo a que los resca-tistas suspendieran su trabajo y:

    solicitaran apoyo de la polica municipal para

    que les brinde proteccin cuando acudan a reco-

    ger a heridos o muertos en hechos relacionados

    con el crimen organizado, en especial cuandohay sobrevivientes. (73)

    Y subrayo este ltimo aspecto, dadoque frecuentemente no quedan sobrevivientes yaque se aplica una tcnica de matar y rematar mso menos tradicional.

    La prensa presenta informacin de quese mata por pertenecer a grupos rivales del cri-men organizado, por ser policas o autoridades

    municipales que no colaboran o desertan, o porotras causas ya sealadas. Pero en estas luchastambin se mata "para demostrar que son hom-bres" y para dejar claro quin es el que manda, locual puede observarse en los textos de los men-

    sajes que los criminales dejan en los cadveresde sus vctimas:

    La polica de Culiacn inform que una de las

    vctimas, an no identificada fue hallada con tres

    narcomensajes en los que se lea: "Animales ras-

    treros no les tenemos miedo, Beltranes, atte.

    Puro Sinaloa". (78)

    Y otro mensaje deca:

    Con sus mantas, somos hombres no payasos,

    para que traen Z a matar inocentes policas,

    albailes y carroceros; es primera y ltima vez

    que se los contesto con mantas y letras, les

    seguiremos contestando con plomo no con

    mantas. Y llevens Z a este Z, ya no sirve y

    seguiremos mandando. (78)

    Ese mismo da y en la misma ciudadfue asesinado un polica que tena el siguientemensaje:

    Esto pas por voltear banda y que se agarre ese

    verga de tu compadre fantasma que tambin

    levantamos a su perra madre, el macho prieto

    ja ja ja. (78)

    Mensajes similares se encontraron porlas mismas fechas en las ciudades de Chihuahua,Sonora y Michoacn:

    En Morelia el cuerpo de un hombre fue encon-

    trado maniatado y con un narcomensaje en el

    que se lea: "esto les pasa a los que graban vide-

    os y es una advertencia para los que hacen lla-madas annimas". (78)

    De tal manera el crimen organizado nosolo no se oculta sino que por el contrario trata deestar continuamente presente para evidenciarquin manda, quin sabe (conoce), quin contro-la, quin decide matar y a quin.

    Y toda esta informacin es descripta porla prensa escrita y es analizada por articulistas de

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    la misma, reiterando el tipo de interpretacinpero sin explicar algunos de los procesos msimportantes. Dado que la impunidad, la corrup-cin, incluso la "descomposicin del tejidosocial" como dicen algunos articulistas, no expli-

    can porqu dichos procesos acaban frecuente-mente en homicidios, y sobre todo, en homici-dios crueles. Como vimos, los materiales perio-dsticos se refieren a decapitados, a homicidiosindiscriminados, a asesinatos crueles, pero prc-ticamente no se reflexiona ni se analiza porquse "necesita" matar y porqu se mata as. O paraser ms correctos, explican ciertos aspectos perono otros que tienen que ver con la subjetividadde los asesinados y de los asesinos.

    Toda una serie de crnicas y artculoscolocan en la desigualdad social, en la pobreza y

    en la desocupacin, el incremento y caractersticasde los delitos. Pero esto qu significa? Acaso quelos pobres y desocupados se convierten en asesi-nos, y frecuentemente en asesinos caracterizadospor su crueldad cuando se vuelven ms pobres ocuando se produce algn otro proceso que los afec-ta econmicamente. Segn se desprende de estetipo de anlisis, la pobreza engendrara no soloacciones homicidas sino tambin sanguinarias.

    LAS EXPLICACIONES PROPUESTAS Y LASINTERPRETACIONES AUSENTES

    Las explicaciones de estos autoresrecuerdan las interpretaciones desarrolladasdurante mediados del siglo XIX sobre las "clasespeligrosas urbanas", con lo cual se estigmatizespecialmente a los trabajadores urbanos y enparticular a los desocupados, al considerarlosproclives al crimen. Recuerdan incluso, las anti-guas propuestas marxistas referidas al "resenti-

    miento del proletariado" y sus justificaciones dela violencia proletaria.Y dichas explicaciones lo que tendran

    que explicar son procesos que evidencian que lamayora de la criminalidad opera contra los pro-pios pobres. Todos sabemos que, por lo menos enlos pases capitalistas, la mayora de los homici-dios son cometidos por los pobres o, si se prefie-re, por miembros de las clases bajas de la socie-dad, y que adems, la mayora de sus vctimas son

    pobres. Y uno de los hechos que hay que expli-car es justamente porqu el posible resentimien-to, incluida la crueldad se dirige no contra los"otros", sino contra los sujetos pertenecientes a lamisma clase social, al mismo grupo social o

    como se los quiera llamar.Pero la mayora de los artculos y crni-

    cas periodsticas, y tambin de los materiales aca-dmicos consultados no tratan sobre estos pro-blemas. Las explicaciones que surgen de la pren-sa escrita pueden tal vez explicar los delitos con-tra la propiedad o la bsqueda de ganancias eco-nmicas y de satisfactores personales inmediatosa travs del uso de tcnicas delictivas, y hasta losasesinatos, pero solo en trminos economicistas.Al colocar sus explicaciones en un sistema injus-to y desigual que explota y empobrece, y por lo

    tanto impulsa a los pobres al delito, no reflexio-nan sobre el hecho de que una parte de esos deli-tos lo constituyen toda una variedad de agresio-nes fsicas, incluidos los homicidios.

    Esta concepcin delincuencial de lospobres mexicanos no podra, por lo menos por ssola, explicar porqu en otros contextos dondeincluso hay ms pobreza que en Mxico noobservamos los altos ndices de criminalidad queoperan en Mxico, como es el caso de varios pa-ses latinoamericanos. Las altas tasas de homici-dios que estamos viviendo en Mxico tampocopodran explicarse por el narcotrfico en s, dadoque en pases donde no solo hay alto consumode sustancias adictivas, sino tambin luchas porespacios de distribucin y venta de las mismas,los asesinatos son comparativamente escasoscomo ocurre en los pases europeos con mayorconsumo de este tipo de drogas.

    Dos articulistas retoman la vieja expli-cacin del "Mxico bronco", que en l