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jenifer-alvarez
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Incrementar la cantidad de películas producidas localmente no garantiza
aumentar la participación de éstas en lo que se refiere a la afluencia de público.
Incrementar la demanda de cine nacional, constituye un desafío que no
depende exclusivamente de la cantidad de películas que se produzcan
localmente, sino de un conjunto de factores que influyen fuertemente en la
elección de los espectadores. Entre ellos podemos mencionar la real
posibilidad de acceder a la película, la inversión en contenido, en difusión y
marketing, la cantidad de copias, la elección de las salas o circuitos de
exhibición, la época del año en la que decide estrenarse, etc..
El mercado mundial del cine se encuentra liderado por los Estados Unidos.
Este país ostenta los primeros puestos del ranking de las películas más vistas
en prácticamente todo el mundo. La excepción a este fenómeno lo constituye la
India, otra potencia cinematográfica aunque de menor inserción global.
La primera característica está relacionada con el carácter no excluyente del
consumo de cine. Esto significa que, una vez que una productora ha incurrido en un
determinado nivel de inversión para la realización de una película, el costo de un
espectador adicional es cercano a cero. Esta situación lleva al productor a calcular su
nivel de inversión en función de la cantidad de espectadores potenciales.
Como surge del siguiente gráfico, aquellos países cuyos mercados potenciales son
grandes en términos de cantidad de espectadores tienen incentivos para realizar
producciones más ambiciosas en términos del monto de la inversión. Esto último
también se verifica en cuanto a la cantidad de películas que estos países producen
anualmente.
En el caso de los Estados Unidos el costo de producción se recupera íntegramente
en el mercado doméstico, motivo por el cual en toda exportación que se realice el
principal costo que deberá afrontar será el relacionado con la promoción de la película
y en algunos países, como en el nuestro, el costo de las copias.
Vemos de esta manera que todos los ingresos adicionales serían asimilables a una
renta.
La segunda característica se refiere a la correlación positiva que existe entre los
presupuestos invertidos en la producción de las películas y las preferencias de los
consumidores. Dicho de otra forma, la tendencia ha sido que los espectadores recurran
en mayor medida a aquellas producciones que conllevan un mayor esfuerzo tanto
humano como económico.
En el cine, más que en cualquier otra manifestación artística, la relación con el público es determinante, pues de ella depende en buena medida su supervivencia, a causa de las consabidas exigencias financieras y la disposición de recursos técnicos y humanos que una película, por modesta que sea, requiere.
Es el cine la única de las artes que nació de un invento tecnológico, un invento que por demás consiste en reproducir sistemáticamente una realidad (real o inventada) y que adicionalmente será copiada en serie para su distribución masiva. Es en este doble carácter de arte e industria sobre el que se fundan las complejas relaciones del cine con su público y, por consiguiente, las distinciones que de él se puedan hacer sobre las tipologías que asume como arte.
Si bien el cine en principio fue una atracción de
feria, por esta misma razón cultivó una enorme
cantidad de público que no necesitaba demasiada
formación para afrontar esta nueva forma, no se diga
todavía artística, pero sí narrativa y comunicativa.
Encontramos distintos tipos de publicos, entre ellos:1-El tertuliano
La sala y sus sufridos ocupantes se convierte por obra y gracia de estos inspirados desaprensivos en el escenario ideal para compartir sus redundantes observaciones, atribuladas dudas y especulaciones argumentales. El paso de compartir proyección en la sobremesa de sus casas con algún sufrido familiar a ampliar audiencia con los desdichados espectadores que tuvieron la desgracia de acabar en la misma sesión, es tentador, y “el tertuliano” cree dar así un salto cualitativo en su repercusión en la vida, algo que hace que le valga mucho la pena el precio de la entrada (y devalúa la propuesta para quienes le acompañan).
2-El perspicaz hiperrealistaA menudo entroncando con el anterior, incapaz del mismo modo de contener sus sagaces observaciones en su fuero interno, el “perspicaz hiperrealista” básicamente percibe las cosas falsas que suceden al otro lado de la pantalla, y bien que hace, porque cierto que real no es. La cosa es que esto es cine: realidades como mínimo alternativas. Él, no obstante, se toma esa “afición”del cine hacia la ficción como una ofensa al sentido común o a lo que podríamos llamar, con mayor o menor generosidad, su particular inteligencia.
3-El soñador irredimible
Nunca comprenderá la manía de, empezada proyección, anular las luces en clara invitación a su somnolencia. Sus dos horas de sueño se cobran a precio de oro, si bien atendiendo la profundidad de su descanso, en algunas películas es posible que le salga rentable. Si limita sus ronquidos, no habla entre sueños ni se asusta al abrir los ojos y contemplar alguna escena impactante en pantalla, podría tratarse del compañero ideal.
4-La eternamente enamorada... en el cine
Víctima de los clichés de guión de las comedias románticas (su género favorito, aunque sufre desmedidamente en sus obligadas fases de tensión pre-desenlace), su vida le ha llevado a buscar un emparejamiento igual de edulcorado, apasionado, entregado y, ante todo, imposible en la vida real. Recientemente un estudio cifraba los males del cine romántico a la hora de configurar las parejas y crear expectativas, que en el caso de la espectadora que nos ocupa (con perdón a los fundamentalistas igualitarios: también habrá varones así de “sensibles”), la lleva a buscar pareja con elevadas expectativas en su juventud, para acabar en un culebrón de segunda cuando pasado el arroz fuerza el enamoramiento ante un generoso bajón de listón (o en terminología cinéfila, de casting).En una película pide poco: vale con un encuentro repentino con sonrisas, varios te-quiero-por-ti-moriría, una reaparición súbita bajo la lluvia con canción popera casposa, y el mentado momento de resolución tras la duda que escondeel obvio desenlace (que sólo confundiría a quien se perdió cosas básicas en las lecciones de Barrio Sésamo). En el fondo da igual si el resto de los guiones se limita a reproducir diálogos entre marsupiales: la convencida embelesada atenderá a poco más, su sensible corazón (o mente perturbada, cosa de opiniones) estará entregada desde el primer acto.