Cuando entré a la escuela la idea había desaparecido de mi cabeza; solo quería jugar y estar con mis amigos y con mi familia, claro que mi familia ha sido católica toda la vida pero la niña entregada a la Oración había

desaparecido, en nuestro hogar siempre nos inculcaban el amor y el servicio a Dios, pero mi mente ya estaba ocupada en otras situaciones de escuela y de sociedad, siempre Dios fue mi mejor amigo teníamos

una bonita relación aunque no lo expresaba directamente con palabras pero si con gestos “EL

ENTENDIA MI LENGUAJE”.

Estudié toda mi primaria y mi bachillerato en el colegio del Rosario, si veía a las hermanas y me llamaba mucho la atención pero nunca me involucré. Cuando ingresé al grado seis llegó una hermana a hacer una invitación para que los jóvenes que quisieran ser acólitos se inscribieran con ella; en ese momento me causo mucha alegría y decidí pertenecer al grupo con cuatro compañeros más; a partir de ese momento me sentía muy contenta de poder pertenecer a un grupo parroquial, iniciamos las reuniones a los tres días, pero nuestros papas debían saber que nosotros pertenecíamos a ese grupo para tener un dialogo con ellos e iniciar un proceso familiar.

Cuando yo le conté a mi mamá que había ingresado a este grupo le

causo curiosidad y me dijo puede estar ahí pero no descuide el

estudio. Empecé a asistir a las Eucaristía

todos los días desde ese momento mi vida cambio totalmente; mi comportamiento y mi estudio subieron exageradamente mi

mami se preguntaba ¿QUE ESTARAN HACIENDO ALLÁ, QUE

LE HA SERVIDO TANTO A ESTA NIÑA? Se le notaba una alegría

total, mi mami después de ver este comportamiento invita a la

coordinadora del grupo a mi casa y entablan una conversación

acerca de mi vocación ella le contaba todo lo que yo hacia de niña les causaba mucha

curiosidad; ella al ver y al escuchar esto inicia unas series de charlas y de

acompañamientos conmigo me invita a reuniones con la comunidad, planteamos

la propuesta de organizar un grupo vocacional, lanzamos la propuesta en el colegio y aparentemente se obtuvo una

buena respuesta de parte de las estudiantes.

Cuando la comunidad empieza organizar una seria de encuentros vocacionales me doy cuenta que no puedo asistir por mi edad y por el grado en el que estaba, pero acompañaba a las hermanas en la catequesis; así dure dos años, cuando se tubo la visita de la provincial, se presentó el grupo vocacional y de una u otra manera yo manifestaba mi deseo de ser religiosa y me decían” PERO ES QUE ESTAS EN UNA EDAD MUY CHICA” y me acuerdo tanto que mi respuesta era “PERO YO VOY A CRECER” ellas al ver mi respuesta me invitaron a un encuentro que se iba a realizar a nivel provincial, por fin tuve la oportunidad de asistir a un encuentro de estos y me sentí muy bien a pesar que no conocía a nadie, pero fui entablando amistad con las niñas que eran mucho mayores que yo.

Ya en el grado noveno tomé la decisión de retirarme del grupo y todo porque estaba viviendo una experiencia de noviazgo; no quería saber nada de Iglesia, nada de religiosas solo quería ocupar mi tiempo en salir y disfrutar; mi parte espiritual se perdió. La comunidad fue muy comprensiva y aceptaron que yo me tirara por completo de los grupos parroquiales, pero aun así ellas continuaban pendientes de mi familia y de mí.

A los tres meses de haberme salido de estos grupos parroquiales sentía una gran angustia quería regresar pero por continuar con esta relación preferí quedarme sin nada de lo espiritual. Me surgían muchas preguntas que nadie me podía responder me sentía en un laberinto sin salida lo único que me quedaba era la ORACIÓN.

Le pedía a Dios que me mostrara que tenía que hacer y fue así, el amor por este joven se había perdido por completo y mis ganas de ir y participar de la Eucaristía era mas grande que todo lo que pensaba y sentía en ese momento.

Decidí dar por terminada la relación con el y retome mi proceso vocacional; me sentía la mujer mas feliz del mundo, en el momento en que le conté a mi mami, que yo quería ser religiosa, no podía creer puesto que la mentalidad de la niña devota había terminado en algún momento y me decía “PAULITA ESTUDIE OTRA COSA”

pero no, mi mentalidad estaba nuevamente allí, quería ser religiosa con el transcurso del tiempo después de participar en varios encuentros vocacionales mi mami fue entendiendo y pensando que lo que yo decía, si era una realidad y fue aceptando mi decisión y apoyándome en lo que necesitaba para continuar el proceso en la comunidad.

Mi papi nunca me decía nada porque yo participada de encuentros con las hermanas, parecía estar de acuerdo con lo que yo estaba haciendo; pero en el momento en que el se dio cuenta que era en serio que yo quería ser religiosa su forma de ser cambio totalmente y mi pregunta era: ¿por que si mi mamá no estaba de acuerdo, cambio su opinión y por que mi papá que estaba de acuerdo cambio de opinión positiva a negativa?

eran muchas las preguntas que me surgían en ese momento y nunca encontré una respuesta; pero eso no me importó, tome la decisión de pedir el ingreso a la congregación, redacte mi carta para enviarla, ese mismo día la redactaron tres compañeros mas que querían ingresar al seminario mayor, después de redactar la carta y enviarla sentíamos una gran angustia de no recibir rápido la respuesta, no podíamos tener tranquilidad solo nos quedaba pedir para que fuéramos admitidos.

En el momento en que recibimos la respuestas era una alegría inmensa porque ya lo teníamos en nuestras manos pero no nos atrevíamos a destapar el sobre, cuando me di cuenta que las respuesta era positiva mi corazón se lleno de felicidad ese día estaba compartiendo con las hermanas, llame a mis compañeros y les conté que ya tenia la respuesta y era positiva ellos también sentían una felicidad grande; aunque la de ellos todavía no llegaba; pero compartieron conmigo la felicidad, en ese momento mi pensar era ¿como le digo a mi papá que pronto me voy de casa?

No sabia como hacerlo pero recuerdo tanto que cuando Salí de la casa de las hermanas llame a mi mami y le conté que había sido aceptada en la congregación, ella me decía hay mija pero ya lo pensó bien, mire usted tiene que vivir allá con diferentes personas y quien sabe como la vallan a tratar; no colocaba mucho cuidado, mi única preocupación era; como le digo a mi papá, hasta que por fin saque valor y le dije papá me debo presentar a la comunidad en enero y va a ser en Bogotá, el me mira y me dice no……. Por favor no se valla quédese conmigo, que le hace falta pero no me deje y se pone a llorar; en ese momento no sabia que iba a hacer, Salí de mi casa con una angustia terrible así estuve cuatro días mi papi solo lloraba.

Llegó el día de salir a comprar lo que necesitaba para ingresar, el no me quiso acompañar, pero fue mi mami; cuando llegamos de hacer las compras me decía: tiene tiempo de pensarlo, no se valla, se llego el día diez de enero y ya debía ingresar a la congregación, la despedida fue lo mas trágico que me había pasado en la vida; lloraba mi papi, mi abuelita, mis tíos, mi hermano y hasta mis amigo; fue muy duro el salir de casa pero mi mami esta muy contenta que yo este aquí, pero mi papi no el me repite mucho que me valla pero solo estoy aquí porque siento que esta es mi verdadera vida y he tratado de entregar lo mejor de mi.