MI VIDA Septiembre 1863)

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    MI VIDA(Septiembre, 1863) NIETZSCHE

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    MI VIDA(Septiemb re, 1863)Friedrich Nietzsche

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    MI VIDA(Septiembre, 1863) NIETZSCHE

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    Cmo esbozamos un retrato de la vida y el carcter de una persona que hemos

    conocido? En general, exactamente igual que como se esboza el de una regin que hemos

    visitado alguna vez. Tenemos que representarnos sus particularidades fisonmicas: lanaturaleza y forma de sus montes, la fauna y la flora, el azul del cielo; todo esto, en su

    conjunto, determina nuestra impresin. Pero, precisamente aquello que primero salta a lavista, la masa de las montaas, la forma de los roquedales, no proporciona en s mismo el

    carcter fisonmico propio de una regin: en distintas extensiones de tierra, como gruposque se atraen y se repelen, surgen segn leyes idnticas idnticos tipos de montes, las

    mismas configuraciones de la naturaleza inorgnica. Algo distinto ocurre con la naturalezaorgnica. Sobre todo en el reino vegetal se encuentran los rasgos ms sutiles para unestudio comparativo de la naturaleza.

    Algo parecido sucede cuando queremos contemplar una vida humana y valorarlacon justicia.

    No debemos dejarnos guiar por los acontecimientos ocasionales, los dones de la

    fortuna, los giros caprichosos del destino, pues slo son el resultado de la coincidencia decircunstancias externas que, similares a las cimas de las montaas, son las primeras que

    saltan a la vista. En cambio, precisamente aquellas experiencias mnimas, aquellosacontecimientos interiores a los que no damos importancia, son los que con ms claridad

    muestran la totalidad del carcter de un individuo, pues se desarrollan orgnicamente segnla naturaleza humana, mientras que los otros no le pertenecen, slo estn unidos con l deforma inorgnica.

    Despus de esta introduccin parecer como si yo deseara escribir un libro sobre mivida. De ningn modo. Solamente quiero sealar cmo comprendo los acontecimientos

    vividos que narrar a continuacin. Esto es, tal y como lo hara un apasionado naturalistaque reconoce en sus colecciones de plantas y minerales, clasificadas segn los distintos

    terrenos, la historia y el carcter de las que examina; en contraposicin al nio ignoranteque slo ve en ellas piedras y plantas para jugar y divertirse y del utilitarista que lascontempla orgullosamente con desprecio, ya que las considera intiles al no servir ni para

    alimento ni para vestido.

    Como planta, nac cerca del camposanto; como hombre, en la casa de un prroco dealdea.

    Y a santo de qu ese tono tan profesoral? Puede ser, pero, en todo caso, no deseoexcusarlo. Qu ms puede hacer una introduccin para mejorar la vida que instruir, si la

    vida misma no instruye? Y estas noticias escuetas de mi vida ni podrn instruir nientretener; son como piedras lisas; pero, en realidad, esas piedras son hermosas, con su

    coraza de musgo y tierra.

    Al lado de la carretera comarcal que va desde Weienfels hasta Leipzig y que pasapor Ltzen, se halla la villa de Rcken. Se encuentra rodeada de sauces, lamos y olmos

    aislados, de modo que desde lejos slo se ven sobresalir las elevadas chimeneas de piedra yel antiqusimo campanario sobre las verdes cimas. En el interior del pueblo hay anchosestanques separados unos de otros por estrechas franjas de tierra. En torno a ellos, verde

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    frescor y nudosos sauces. Algo ms arriba se encuentra la casa parroquial y la iglesia; la

    primera est rodeada de jardines y de prados arbolados.

    Muy cerca se halla el cementerio, repleto de lpidas semienterradas y de cruces.Tres acacias majestuosas de amplias ramas dan sombra a la propia casa parroquial.

    Aqu nac el 15 de octubre de 1844 y, a causa del da de mi nacimiento, se mebautiz con el nombre de Friedrich Wilhelm. El primer acontecimiento que meconmocion cuando an estaba formndose mi conciencia fue la enfermedad de mi padre.

    Era un reblandecimiento cerebral. La intensidad de los dolores que sufra mi padre, laceguera que le sobrevino, su figura macilenta, las lgrimas de mi madre, el aire preocupado

    del mdico y, finalmente, los incautos comentarios de los lugareos debieron de advertirmede la inminencia de la desgracia que nos amenazaba. Y esa desgracia vino: mi padre muri.

    Yo an no haba cumplido cuatro aos.

    Algunos meses despus, perd a mi nico hermano, un nio vivaz e inteligente que,presa de un ataque repentino de convulsiones, muri en unos instantes.

    As pues, tuvimos que abandonar nuestra tierra; al atardecer del ltimo da juguan con muchos nios y me desped de ellos, al igual que de todos mis lugares queridos. Nopude dormir; nervioso y malhumorado daba vueltas en mi lecho hasta que, finalmente, me

    levant. En el patio se cargaban varios carros; la tenue luz de una linterna iluminaba laescena. En cuanto amaneci se engancharon los caballos; partimos en medio de la bruma

    matinal hacia Naumburg, la meta de nuestro viaje. Aqu, al principio con timidez, luegoalgo ms espabilado, pero siempre con la dignidad de un pequeo filisteo envarado,

    comenc a conocer la vida y los libros. En Naumburg aprend tambin a amar la naturalezarepresentada en sus hermosos bosques, valles, castillos y fortalezas y a querer a los seres

    humanos en la persona de mis parientes y amigos.

    Comenz tambin la poca del gimnasio y, con ella, los nuevos intereses y lasnuevas inquietudes. Sobre todo fue entonces cuando germin mi inclinacin por la msica,

    a pesar de que el comienzo de las clases casi contribuy a erradicarla en sus races. Miprimer maestro fue un maestro de capilla, con todos los encomiables defectos de unmaestro de capilla y, adems, de uno jubilado, sin ningn mrito especial.

    Finalmente, y con la debida lentitud de rigor, llegu a tercero. Ya era tiempo de salirdel crculo materno, de desacostumbrarse por fin a esa rutina que es tan nefasta para la vida

    prctica. Posea en m la ciencia de algunas enciclopedias, todas mis posibles inclinacionesse haban despertado ya, escriba poemas y dramas horripilantes y mortalmente aburridos,

    me martirizaba con la composicin de msica sinfnica y se me haba metido en la cabezala idea de adquirir un saber y un poder universales, tanto que me hallaba en peligro deconvertirme en un completo cabeza de chorlito y en un visionario.

    Por eso me vino muy bien, desde todos los puntos de vista, en calidad de alumnointerno de la escuela provincial de Pforta, dedicarme durante seis aos a concentrar misfuerzas y dirigirlas hacia metas muy concretas.

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    Todava no he dejado atrs esos seis aos; sin embargo, puedo considerar ya

    maduros los frutos de este perodo, pues siento sus efectos en todo lo que actualmente

    emprendo.As pues, puedo mirar con agrado casi todo lo que me ha ocurrido, ya sean alegras

    o penas; los acontecimientos me han conducido hasta ahora como a un nio.

    Ya va siendo hora, tal vez, de tomar yo mismo las riendas de los acontecimientos yentrar de lleno en la vida.

    Y de este modo el hombre se libera de todo aquello que lo encadena; no necesitadinamitar las rocas, sino que, inesperadamente, stas caen por s solas cuando un dios se lo

    ordena. Y dnde est el grillete que al final an le aprisiona? Es el mundo? Es Dios?

    F.W. Nietzsche

    Escrito el 18 de septiembre de 1863