Milan Kunderajjjjj

Embed Size (px)

Citation preview

Milan Kundera El libro de la risa y el olvido ! Novcla Seix Barrai X Biblioeca Breve MIIAN KUNHEKA naci en Brno, Checoslovaquia, en 1929. Se afili al Partido Comunista al trmino de la segunda guerra mundial y le expulsado tras los sucesos de febrero de 1948 Fue profesor en la Escuela de Estudias Cinematogrficos de Praga. Tras la invasin rusa de 1968, perdi su cargo, sus obras fueron retiradas de la biblioteca de su pas y su nombre desapareci de los manuales de historia literaria. Desde 197 5, reside en Francia. En 1979, fue privado de su nacionalidad por el gobierno ch ecoslovaco, como respuesta a la publicacin de El libro de la risa y el olvido (Se ix Barral, 1982). La primera novela de Kundera, La broma (1967; Seix Barral, 198 4) fue traducida a doce idiomas y obtu vo en 1968 el premio de la Unin de Escrito res Checoslovacos. Siguieron el libro de relatos El libro de los (tonto* t it mltfit ftotltnor) COLECCIN: Biblioteca Breve Ttulo original: Kniba smichu a zapomnen Traduccin: Fernando de Valenzuela 1978, Miln Kundera Derechos exclusivos de edicin en castellano reservados para todo el mundo y propi edad de la traduccin: 1982 y 1988, Editorial Seix Barral, S.A. - Barcelona, Espaa Reimpresin exclusiva para Mxico de Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V. Avenid a Insurgentes Sur nm. 1162 Colonia del Valle, 03100 Mxico, D.F. Dcima quinta reimpresin (Mxico): mayo del 2000 ISBN: 968-6005-10-2 Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseo de la cubierta, puede ser repr oducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningn medio, sin permis o previo del editor. Impreso en los talleres de Offset Libra, S.A. de C.V. Francisco I. Madero nm. 31, San Miguel Iztacalco, Mxico. D.F. Impreso y hecho en Mxico - Printedand mode in M exico MILAN,KUNDERA EL LIBRO DE LA RISA YELOLVIDO t( Traduccin del checo por FERNANDO DE VALENZUELA Seix Barrai Biblioteca Breve PRIMERA PARTE LAS CARTAS PERDIDAS 199318 1 EN FEBRERO de 1948, el lder comunista Klement Gottwald sali al balcn de un palacio barroco de Praga para dirigirse a los cientos de miles de personas que llenaban la Plaza de la Ciudad Vieja. Aqul fue un momento crucial de la historia de Bohemi a. Uno de esos instantes decisivos que ocurren una o dos veces por milenio. Gottwald estaba rodeado por sus camaradas y justo a su lado estaba Clementis. La nieve revoloteaba, haca fro y Gottwald tena la cabeza descubierta. Clementis, si empre tan atento, se quit su gorro de pieles y se lo coloc en la cabeza a Gottwald . El departamento de propaganda difundi en cientos de miles de ejemplares la foto grafa del balcn desde el que Gottwald, con el gorro en la cabeza y los camaradas a su lado, habla a la nacin. En ese balcn comenz la historia de la Bohemia comunista . Hasta el ltimo nio conoca aquella fotografa que apareca en los carteles de propagan da, en los manuales escolares y en los museos. Cuatro aos ms tarde a Clementis lo acusaron de traicin y lo colgaron. El departam ento de propaganda lo borr inmediatamente de la historia y, por supuesto, de toda s las fotografas. Desde entonces Gottwald est solo en el balcn. En el sitio en el q ue estaba Clementis aparece slo la pared vacfa del palacio. Lo nico que qued de Cle mentis fue el gorro en la cabeza de Gottwald. ESTAMOS en 1971 y Mirek dice: la lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido.

Quiere justificar as lo que sus amigos llaman imprudencia: lleva cuidadosamente sus diarios, guarda la correspondencia, toma notas de todas las reuniones en la s que analizan la situacin y discuten sobre lo que puede hacerse. Les explica: No hago nada que est en contra de la Constitucin. Esconderse y sentirse culpable sera el comienzo de la derrota. Hace una semana, cuando trabajaba con su cuadrilla en el techo de un edifcio en construccin, mir hacia abajo y le dio un mareo. Se tambale y se cogi de una viga qu e estaba suelta. La viga se desprendi y le cay encima. En un primer momento la her ida pareca terrible, pero cuando comprob que se trataba de una simple rotura de br azo pens con satisfaccin que iba a tener un par de semanas de descanso y que por f in iba a poder ocuparse de las cosas para las que hasta el momento no haba tenido tiempo. Por fin les dio la razn a los compaeros ms prudentes. Es verdad que la Constitucin garantiza la libertad de expresin, pero las leyes castigan todo lo que pueda ser definido como subversin. Uno nunca sabe cundo va a empezar a gritar el Estado que tal o cual palabra lo subvierte. Por eso se decidi, finalmente, a llevar los esc ritos comprometedores a un lugar ms seguro. Pero antes quiere arreglar el asunto de Zdena. Le llam a su ciudad pero no cons igui comunicarse. As perdi cuatro das. Ayer por fin logr hablar con ella. Le prometi q ue hoy por la tarde lo esperara. Su hijo, que tiene diecisiete aos, se opuso a que Mirek condujese con el brazo escayolado. Y efectivamente, no fue fcil conducir. El brazo herido se balanceaba, colgando del vendaje, intil e inservible. Para cambiar las velocidades tena que s oltar por un momento el volante. Tuvo relaciones con Zdena hace veinticinco aos y slo le quedaron de ella, de aquel la poca, algunos recuerdos. Una vez ella lleg a la cita secndose las lgrimas con un pauelo y lloriqueando. l le pregunt qu le pasaba. Le explic que la noche anterior haba muerto un dirigente sovit ico. Un tal Zhdanov, Arbuzov o Masturbov. Considerando la cantidad de lgrimas, la muerte de Masturbov le afect ms que la muerte de su propio padre. Es posible que aquello hubiera ocurrido? No ser el llanto por Masturbov slo un inv ento de su rencor actual? No, seguro que ocurri. Claro que las circunstancias inm ediatas que hacan entonces de su llanto un llanto creble y real, ahora ya se le es capaban y el recuerdo se haba convertido en algo tan improbable como una caricatu ra. Todos los recuerdos que tena de ella eran del mismo tipo. Volvan una vez en tran va de la casa en la que por primera vez haban hecho el amor (Mirek comprobaba con especial satisfaccin que haba olvidado por completo aquellas escenas amorosas y qu e era incapaz de rememorar ni siquiera un solo segundo de ellas). Estaba sentada en una esquina del asiento, el tranva traqueteaba y su cara estaba como ensombre cida, ensimismada, curiosamente envejecida. Cuando le pregunt por qu estaba tan ca llada se enter de que no haba quedado satisfecha con la forma en que le haba hecho el amor. Le dijo que le haba hecho el amor como un intelectual. Intelectual era en el lenguaje poltico de aquella poca un insulto. Se usaba para denominar a las personas que no comprendan el sentido de la vida y estaban aleja dos del pueblo. Todos los comunistas que por entonces fueron colgados por otros comunistas fueron obsequiados con este insulto. A diferencia de aquellos que est aban firmes sobre la tierra, stos, al parecer, flotaban por los aires. Por eso fu e en cierto modo justo que los castigasen quitndoles definitivamente la tierra de debajo de los pies y que quedasen colgando un poco por encima de ella. Pero qu era lo que quera decir Zdena cuando lo acusaba de que jodia como un intel ectual? En cualquier caso no habia quedado satisfecha de l y de la misma manera en que era capaz de colmar la relacin ms abstracta (su relacin con el desconocido Masturbo v) con el sentimiento ms concreto (materializado en forma de lgrimas), sabia tambin dar significado abstracto al acto ms concreto y dar a su insatisfaccin una denomi nacin poltica. MIRA por el espejo retrovisor y se da cuenta de que tiene detrs siempre el mismo coche. Nunca dud de que lo seguan, pero hasta ahora lo haban hecho con una discrecin perfecta. Hoy ha habido un cambio sustancial: quieren que sepa que lo siguen.

A unos veinte kilmetros de Praga hay una gran valla en medio del campo y detrs d e la valla un taller mecnico. Tiene all un amigo y quiere que le cambie el arranqu e que funciona mal. Detuvo el coche frente a la entrada, cerrada por una barrera a rayas rojas y blancas. Junto a la barrera estaba una vieja gorda. Mirek pens q ue iba a abrir la barrera, pero ella se qued mirndole, sin hacer el menor movimien to. Toc el claxon, pero sin resultado. Sac la cabeza por la ventanilla. La vieja d ijo: An no lo metieron en la crcel? No, an no me metieron en la crcel contest Mirek . Podra levantar la barrera? Se qued mirndolo impasible durante unos largos segundos y luego bostez y se meti e n la portera. Se aposent detrs de la mesa y ya no volvi a mirarlo. Mirek baj del coche, pas junto a la barrera y entr en el taller a buscar a su ami go el mecnico. ste le acompa y levant la barrera (la vieja segua impasible en la porte ra) para que pudiera entrar con el coche al patio. Ves, eso te pasa por haber salido tanto en televisin dijo el mecnico . Todas las vie jas te conocen de vista. Y quin es? pregunt Mirek y se enter de que la invasin del ejrcito ruso, que haba o o Bohemia e impona su influencia en todas partes, haba despertado en ella una vita lidad poco corriente. Vio personas que estaban situadas por encima de ella (y todo el mundo estaba s ituado por encima de ella) a las que la menor acusacin Ies quitaba el poder, la p osicin, el empleo y hasta el pan y eso la excit: empez a delatar por su cuenta. Y cmo es que sigue de portera? Ni siquiera la ascendieron? El mecnico se sonri: No sabe contar hasta cinco. No la pueden ascender. Lo nico que pueden es confirm arle su derecho a denunciar. sa es toda la retribucin. Levant el cap y se puso a revi sar el motor. En ese momento Mirek se dio cuenta de que a su lado, a dos pasos de distancia, habia un hombre. Lo mir: llevaba puesta una chaqueta gris, una camisa blanca con corbata y pantalones castaos. Sobre el cuello grueso y la cara hinchada se rizab a el pelo canoso ondulado a la permanente. Permaneca de pie mirando al mecnico aga chado bajo el cap. Al cabo de un rato el mecnico se dio cuenta de su presencia, se levant y dijo: Busca a alguien? El hombre del cuello grueso y el pelo ondulado contest: No. No busco a nadie. El mecnico volvi a agacharse sobre el motor y dijo: En la plaza de Wenceslao, en Praga, hay un hombre vomitando. Otro hombre pasa a su lado, lo mira y hace un triste gesto afirmativo con la cabeza: Le acompao en e l sentimiento.... HL ASESINATO de Allende en Chile eclips rpidamente e| recuerdo de la invasin de Boh emia por los rusos, la san grienta masacre de Bangladesh hizo olvidar a Allende e| estruendo de la guerra del desierto del Sina ocult el llanto de Bangladesh, la masacre de Camboya hizo olvidar al Sina, etctera, etctera, etctera, hasta el ms compl eto olvido de todo por todos. En las pocas en las que la historia avanzaba an lentamente, los escasos aconteci mientos eran fciles de recordar y formaban un escenario bien conocido, delante de l cual se desarrollaba el papitante teatro de las aventuras privadas de cada cua l. Hoy el tiempo va a paso ligero. Un acontecimiento histrico, que cay en el olvid o al cabo de la noche, resplandece a la maana siguiente con el roco de la novedad, de modo que no constituye en la versin del narrador un escenario sino una sorpre ndente aventura que se desarrolla en el escenario de la bien conocida banalidad de la vida privada de la gente. Ningn acontecimiento histrico puede ser considerado como bien conocido y por eso tengo que relatar hechos que sucedieron hace unos pocos aos como si hubieran tra nscurrido hace ms de mil: En el ao 1939 el ejrcito alemn entr en Bohemia y el estado checo dej de existir. En el ao 1945 entr en Bohemia el ejrcito ruso y el pas volvi a l lamarse repblica independiente. La gente estaba entusiasmada con Kusia, que haba e xpulsado del pas a los alemanes, y como vea en el partido comunista checo el fiel aliado de Kusia. le traspas su* simpatas. As fue que los comunistas no se apoderaro

n del gobierno en febrero de 1948 por la anjere y la violencia, sino en medio del jbilo de aproximadamente la mitad de la nacin. Y ahora presten atencin: aquella mitad qu e se regocijaba era la ms activa, la ms lista y la mejor. Ustedes digan lo que quieran pero los comunistas eran ms listos. Tenan un progra ma magnfico. Un plan para construir un mundo completamente nuevo en el que todos encontraran su sitio. Los que estaban contra ellos no tenan ningn sueo grandioso sin o tan slo un par de principios morales, gastados y aburridos, con los que pretenda n coser unos remiendos para los pantalones rotos de la situacin existente. Por es o no es extrao que los entusiastas y los magnnimos hayan triunfado fcilmente sobre los conciliadores y los cautelosos y hayan comenzado rpidamente a realizar su sueo , aquel idilio justiciero para todos. Lo subrayo una vez ms: idilio y para todos, porque todas las personas desde sie mpre anhelan lo idlico, anhelan aquel jardn en el que cantan los ruiseores, el terr itorio de la armona en el que el mundo no se vergue como algo extrao contra el hom bre ni el hombre contra los dems, en el que por el contrario el mundo y todas las personas estn hechos de una misma materia y el fuego que flamea en el cielo es e l mismo que arde en las almas humanas. Todos son all notas de una maravillosa fug a de Bach y los que no quieren serlo no son ms que puntos negros, intiles y carent es de sentido, a los que basta con coger y aplastar entre las uas como a una pulg a. Desde el comienzo hubo gente que se dio cuenta de que no serva para el idilio y que quiso irse del pas. Pero como la esencia del idilio consiste en ser un mundo para todos, los que quisieron emigrar se mostraron como impugnadores del idilio y en lugar de irse al extranjero acabaron tras las rejas. Pronto los siguieron otros miles y decenas de miles y finalmente muchos comunistas, como por ejemplo el ministro de asuntos exteriores Clementis, que le haba prestado una vez su gorr o a Gottwald. En las pantallas de lo cines los tmidos amantes se cogan de la mano, la infidelidad matrimonial se castigaba severamente en los tribunales de honor c iudadanos, los ruiseores cantaban y el cuerpo de Clementis se balanceaba como una campana que llama al nuevo amanecer de la humanidad. Y entonces fue cuando aquella gente joven, lista y radical tuvo de repente la extraa impresin de que sus propios actos se haban ido a recorrer el mundo y haban co menzado a vivir su propia vida, haban dejado de parecerse a la imagen que de ello s tena aquella gente, sin ocuparse de quienes les haban dado el ser. Aquella gente joven y lista comenz entonces a gritarle a sus actos, a llamarlos, a reprocharle s, a intentar darles caza y a perseguirlos. Si escribiese una novela sobre la ge neracin de aquella gente capaz y radical le pondra como ttulo La persecucin del acto perdido. EL MECANICO cerr el cap y Mirek le pregunt cunto le deba. Una mierda dijo el mecnico. Mirek se sienta al volante y est conmovido. No tiene la menor gana de seguir su camino. Preferira quedarse con el mecnico contando historias. El mecnico se inclin hacia l y le dio una palmada en el hombro. Despus se dirigi a la portera a levantar la barrera. Cuando Mirek pas a su lado, el mecnico le seal con un movimiento de cabeza el coch e aparcado frente a la entrada del taller. Inclinado junto a la puerta abierta del coche estaba el hombre del cuello grue so y el pelo ondulado. Miraba a Mirek. El que estaba sentado al volante tambin lo observaba. Los dos lo miraban con descaro y sin el menor sntoma de vergenza y Mir ek, al pasar a su lado, se esfora por mirarlos del mismo modo. Los adelant y vio en el espejo retrovisor al hombre entrando en el coche y al c oche dando la vuelta para poder seguirlo. Pen que debera haberse llevado ya antes los mate- rales comprometedores. Si lo hub iese hecho el primer da de su enfermedad y no hubiera esperado a localizar a Zden a quiis hubiera podido sacarlos an sin peligro. Pero no era capas de pensar ms que en su visita a Zdena. En realidad hace ya varios aos que piensa en eso. Pero en l as ltimas semanas tiene la sensacin de que ya no puede seguir postergndolo, porque su destino se acerca a su fin hay que hacer todo lo posible por que sea perfecto y he moso.

CUANDO en aquellas pocas lejanas se separ de Zdena (estuvieron juntos casi tres aos ) lo embriag una sensacin de libertad inmensa y de repente todo empez a salirle bie n. Pronto se cas con una mujer cuya belleza forj su seguridad en s mismo. Luego aqu ella beldad muri y l qued solo con su hijo en una especie de abandono coqueto que l e atraa la admiracin, el inters y los cuidados de muchas otras mujeres. Tuvo tambin mucho xito como cientfico y ese xito lo protega. El estado lo necesitab a y l se poda permitir ciertos sarcasmos con respecto al estado en una poca en la q ue casi nadie se atreva an a hacer tal cosa. Poco a poco, a medida que aquellos qu e iban en persecucin de sus propios actos obtenan cada vez ms influencia, l apareca c ada vez con mayor frecuencia en la pantalla de televisin, hasta convertirse en un a personalidad conocida. Cuando, tras la llegada de los rusos, se neg a retractar se de sus convicciones, lo echaron del trabajo y lo rodearon de policas. No se de rrumb. Estaba enamorado de su propio destino y le pareca que incluso su marcha hac ia la perdicin era sublime y hermosa. Entindanme bien, no he dicho que estuviese enamorado de s mismo, sino de su dest ino. Se trata de dos cosas bien distintas. Era como si su vida se hubiera indepe ndizado y tuviera de repente sus propios intereses que no eran iguales a los de Mirek. Esto es lo que quiero sealar cuando digo que su vida se convirti en destino . El destino no tena la intencin de mover un dedo por Mirek (por su felicidad, su seguridad, su buen estado de nimo y su salud) y en cambio Mirek est preparado para hacer todo lo que haga falta por su destino (por su grandeza, su claridad, su estilo y su sent ido inteligible). l se siente responsable de su destino pero su destino no se sie nte responsable por l. Tena con respecto a su vida la relacin que tiene el escultor con la escultura o el novelista con la novela. Uno de los derechos inalienables del novelista es el de reelabo- rar su novela. Si no le gusta el comienzo puede cambiarlo o tacharl o. Pero la existencia de Zdena le negaba a Mirek los derechos de autor. Zdena in sista en quedarse en las primeras pginas de la novela y en no dejarse tachar. PERO por qu se avergenza tanto de ella? La explicacin ms fcil es la siguiente: Mirek fue de*de muy pronto uno de aquellos que salieron a perseguir a sus propios actos, mientras que Zdena sigue siendo f ifi al jardn en el que cantan los ruiseores. ltimamente pertenece inclusive a ese d os por ciento de la nacin que dio la bienvenida a los tanques rusos. Eso es cierto, pero no me parece que esta explicacin sea convincente. Si slo se tratase de que les dio la bienvenida a los tanques rusos despotricara contra ella pblicamente y en voz alta y no negara haberla conocido. Pero Zdena le haba hecho a lgo mucho peor. Era fea. Y qu importancia tena que fuese fea, si haca ms de veinte aos que no se haba acostad con ella? Eso no importaba: la nariz grande de Zdena proyectaba, aun a distancia, una so mbra sobre su vida. Hace aos tuvo una amante guapa. En una oportunidad su amante visit la ciudad de Zdena y volvi disgustada: Por favor, cmo has podido salir con esa ta tan fea? Dijo que la haba conocido muy superficialmente y neg decididamente que hubieran tenido relaciones ntimas. Y es que el gran secreto de la vida no le era desconocido: Las mujeres no busc an hombres hermosos. Las mujeres buscan hombres que han tenido mujeres hermosas. Por eso tener una amante fea es un error fatal. Mirek intentaba borrar todas la s huellas de Zdena y dado que los partida- ros de los ruiseores lo odiaban cada ve a ms, tena la esperanza de que Zdena, que se esforzaba en hacer carrera como funci onara del partido, se olvidara de l rpida, mente y por voluntad propia. Pero se engaaba. Hablaba de 1 siempre, en todas partes y en cualquier oportunida d. Cuando por desgracia la encontraba en compaa de otra gente, se apresuraba a hac er valer, costase lo que costase, algn recuerdo que dejase en evidencia que en ot ro tiempo lo haba conocido ntimamente. Se pona furioso. Si la odias tanto a la ta esa, dime por qu anduviste con ella le pregunt una vez un amigo suyo que la conoca.

Mirek comenz a explicarle que entonces era un nio tonto de veinte aos y que ella tena siete aos ms. Era respetada, admirada, todopoderosa! Conoca a todo el mundo en el comit central! Le ayudaba, lo empujaba hacia adelante, le presentaba a gente infl uyente! Quera hacer carrera, gilipollas! grit : Entiendes, un joven trepa agresivo! Por eso pegu a ella y me dio lo mismo que fuese horrible! Mlllt no dice la verdad. Peae a que Uoraba la muerte dr Masturbov, Zdena no tena hace veinticinco ao ninguna influencia seria y no poda decidir ni su propia carrera poltica ni la de nadie. Y entonces por qu se lo inventa? Por qu miente? Con una mano sostiene el volante, en el retrovisor ic el coche de los de la so cial y de repente se sonroja. Se ha acordado de algo de la forma ms imprevista. Despus de la primera vez que hicieron el amor, cuando le dijo que se haba compor tado como un intelectual, l intent, al da siguiente, corregir la mala impresin y man ifestar una pasin espontnea y desatada. No, no es verdad que se haya olvidado de to das las veces que se acostaron! Esta escena la ve ahora delante suyo con absolut a claridad: se mova encima de ella con un salvajismo fingido, emitiendo una espec ie de gruido prolongado, como el de un perro que lucha contra la zapatilla de su amo, vindola (con un cierto asombro), acostada debajo de l, tranquila, callada y c asi indiferente. En el coche resonaba aquel gruido de hace veinticinco aos, el insufrible sonido de su dependencia y su servil empeo, el sonido de su complacencia y su adaptabili dad, de su ridiculez y su miseria. AH es: Mirek est dispuesto a acusarse de carrerista con tal de no aceptar la ver dad: estuvo liado con una ta fea porque no se atreva a intentar ligar a una guapa. No se crea capaz de conseguir nada mejor que Zdena. Aquella debilidad, aquella m iseria, se era el secreto que ocultaba. En el coche resonaba el furioso gruido de la pasin y aquel sonido era la prueba de que Zdena era slo un retrato mgico contra el que pretenda disparar para destruir en l su propia aborrecida juventud. Se detuvo delante de la casa de ella. El coche que lo segua par tambin. Los ACONTECIMIENTOS histricos se imitan, por lo general con escaso talento, unos a otros, pero me parece que en Bohemia la historia puso en escena un experimento fuera de lo corriente. All no se levant, siguiendo las viejas recetas, un grupo d e personas (una clase, una nacin) contra otro, sino que unas personas (una genera cin) se levantaron contra su propia juventud. Se esforzaron por dar caza y domar a sus propios actos y por poco lo consiguen . Durante los aos sesenta obtuvieron una influencia cada vez mayor y a comienzos de 1968 tenan ya casi toda la influencia. A este ltimo perodo se le suele llamar la primavera de Praga: los guardianes del idilio tuvieron que desmontar los micrfon os de las casas particulares, las fronteras se abrieron y las notas se escaparon de la partitura de la gran fuga de Bach, cantando cada una por su cuenta. Fue un a alegra increble, fue un carnaval! Rusia, que escribe la gran fuga para todo el globo terrqueo, no poda permitir qu e en algn sitio se le escapasen las notas. El 21 de agosto de 1968 mand a Bohemia medio milln de soldados. Inmediatamente abandonaron el pas unos 120.000 checos y, de los que se quedaron, unos 500.000 tuvieron que irse de sus trabajos a tallere s perdidos en medio del campo, a las cadenas de produccin de las fbricas del inter ior, a los volantes de los camiones, es decir, a sitios desde los cuales ya nunc a nadie oir su voz. Y para que ni siquiera una sombra del mal recuerdo pudiese distraer al pas de s u nuevamente renovado idilio, tanto la primavera de Praga como la llegada de los tanques rusos, esa mancha en la belleza de la historia, tuvieron tjue ser conve rtidas en nada. Por eso hoy ya nadie se ocupa de recordar en Bohemia el aniversa rio del 21 de agosto, y los nombres de las personas que se levantaron contra su propia juventud son borradas cuidadosamente de la memoria del pas como un error d e los deberes del colegio. A Mirek tambin lo borraron de este modo. Si ahora sube por la escalera hacia la puerta de Zdena se trata slo de una mancha blanca, no es ms que un trozo delimita do de vaco que se mueve hacia arriba por la espiral de la escalera.

EST sentado frente a Zdena, el brazo le cuelga del vendaje. Zdena mira hacia un l ado, evita sus ojos y habla con precipitacin: No se por qu has venido. Pero estoy contenta de que hayas venido. He hablado con los camarades. No tiene sentido que termines tu vida como pen en la construccin. Yo s que el partido an no te ha cerrado las puertas. An ests a tiempo. Pregunt qu era lo que tenia que hacer. Tienes que pedir una entrevista. T mismo. Tienes que ser t el que d el primer paso . Saba de qu iba la cosa. Le dan a entender que an le quedan los ltimos cinco minuto s para declarar pblicamente que se retracta de todo lo que dijo e hizo. Conoce es te tipo de negocio. Estn dispuestos a venderle a la gente su futuro a cambio de s u pasado. Quieren obligarlo a hablar con voz compungida en televisin y a explicar a la nacin que se equivoc al hablar contra Rusia y los ruiseores. Quieren obligarl o a desechar su vida y a convertirse en una sombra, un hombre sin pasado, un act or sin papel, a convertir tambin en una sombra su propia vida desechada, el papel abandonado por el actor. As, convertido en una sombra, lo dejaran vivir. Se fija en Zdena: Por qu habla con tanta precipitacin y tan insegura? Por qu mira h acia un lado y evita su mirada? Est todo demasiado claro: le ha preparado una trampa. Habla en nombre del parti do o de la polica. Le han encargado que lo convenza para que se rinda. PERO Mirek se equivoca! Nadie le ha encargado a Zdena que negocie con l. No, hoy y a ninguno de los poderosos recibira a Mirek, por mucho que rogase. Ya es tarde. Y si Zdena le aconseja, sin embargo, que haga algo para su propio bien y afirm a que se lo han dicho los camaradas de la direccin, no es ms que un deseo impotent e y confuso de ayudarle de algn modo. Y si habla tan apresuradamente y evita su m irada no es porque tenga en las manos una trampa preparada, sino porque tiene la s manos completamente vacas. La comprendi alguna vez Mirek? Siempre pens que Zdena era tan furiosamente fiel al partido porque era una fanti ca. No era as. Fue fiel al partido porque amaba a Mirek. Cuando la abandon lo nico que ella quera era demostrar que la fidelidad es un val or que est por encima de todos los dems. Quera demostrar que l era infiel en todo y ella en todo fiel. Lo que pareca fanatismo poltico era slo un pretexto, una parbola, un manifiesto de fidelidad, el reproche secreto de un amor traicionado. Me imagino cmo se despert una maana de agosto, con el horrible ruido de los avion es. Sali corriendo a la calle y la gente excitada le dijo que el ejrcito ruso haba ocupado Bohemia. Estall en una risa histrica! Los tanques rusos haban venido a casti gar a todos los infieles. Por fin podr presenciar la perdicin de Mirek! Por fin lo v er de rodillas! Por fin podr inclinarse sobre l ella que sabe lo que es la fidelidad y ayudarle. l se decidi a interrumpir brutalmente una conversacin que iba por mal camino: Hace tiempo te mand un montn de cartas. Me gustara llevrmelas. Levant la cabeza sorprendida: Cartas? S, mis cartas. Tengo que haberte mandado ms de cien. S, tus cartas, ya s dice, y de repente ya no rehye su mirada y lo mira fijamente a los ojos. Mirek tiene la incmoda sensacin de que le ve hasta el fondo del alma y d e que sabe perfectamente lo que quiere y por qu lo quiere . Las cartas, s, tus carta s repite , no hace mucho que he vuelto a leerlas. Me pregunto cmo es posible que hay as sido capaz de semejante explosin de sentimientos. Y vuelve a repetir varias veces esas palabras, explosin de sentimientos, y no l as dice con rapidez y precipitacin, sino lenta y meditadamente, como si apuntase a un objetivo al que no quiere errar, y no le quita los ojos de encima, como si quisiese comprobar si ha dado en el blanco. JUNTO al pecho se le balancea el brazo escayolado y la8 mejillas le arden como s i hubiera recibido una bofetada. S, claro, sus cartas han tenido que ser terriblemente sentimentales. No poda ser de otro modo! Tena que demostrar a cualquier precio que no era la debilidad y la m

iseria sino el amor lo que le ataba a ella! Y slo una pa- sin inmensa podra justifi car una relacin con una mujer tan fea. Me escribiste que era tu compaera de lucha te acuerdas? Se pone an ms colorado si es posible. La infinitamente ridicula palabra lucha. Cul era su lucha? Se pasaban la vida sentados en reuniones interminables, tenan ampo llas en el trasero, pero en el momento en que se levantaban para manifestar una opinin muy radical (es necesario castigar an ms al enemigo de clase, hay que formul ar de un modo an ms inflexible tal o cual idea) les daba la impresin de que parecan personajes de escenas heroicas: l cae al suelo, con una pistola en la mano y una herida sangrante en el brazo y ella, con otra pistola en la mano, sigue hacia ad elante, hasta donde l no fue capaz de llegar. Tenan entonces la piel llena de tardas erupciones pu- bertales y para que no se notasen se ponan en la cara la mscara de la rebelin. l les contaba a todos que se ha ba separado para siempre de su padre, que era campesino. Al parecer, haba escupido en la cara a las tradiciones seculares del campo, atadas a la tierra y a la pro piedad. Contaba la escena de la disputa y el dramtico abandono de la casa. Todo m entira. Cuando hoy mira hana atr, no t ms que leyendas y mentiras. Entonces eras otro hombre dice Zdena. Y l se imagina que se lleva las cartas. Se para junt sr sentaron en su coche se guidos por las mirada de Mirrk Zdena. Que te vaya bien dijo Mirrk, y ya no volvi a mirarla. Sr sent al volante. En el es pejo vio el roche de I* sociales que le segua. A Zdena no la vio. No quiso verla.

No quera verla nunca ms. i'or eso no vio que se haba quedado rn la acrra durante largo rato, siguindolo c on la mirada. Tena rara de susto. No, no era cinismo el negarse a ver a dos sociale* en los hombres de la acera de enfrente. Era miedo ante algo jie

ENTRE SU coche y el de loa sociales apareci de repente un automvil deportivo rojo, conducido por un chfer salvaje. Mirek pis el acelerador. E staban llegando a una ciudad pequea. Entraron en una curva. Mirek se dio cuenta d e que en ese momento sus perseguidores no lo vean y dobl hacia una calle secundari a. Los frenos chirriaron y un nio que quera cruzar la calle apenas alcanz a saltar hacia un lado. Por el retrovisor vio pasar por la carretera principal al coche r ojo. Pero el coche de los perseguidores todava no haba llegado. Consigui doblar rpid amente por otra calle y desaparecer as de su vista definitivamente. Sali de la ciudad por una carretera que iba en una direccin completamente distin ta. Mir hacia atrs por el retrovisor. Nadie lo segua, la carretera estaba vaca. Se imagin a los pobres sociales buscndolo, con miedo de que el comisario les ech e la bronca. Se ri en voz alta. Disminuy la velocidad y mir el paisaje. En realidad nunca haba mirado el paisaje. Siempre iba a alguna parte a resolver y a discutir algo, de manera que el espacio del mundo se haba convertido para l slo en algo neg ativo, en una prdida de tiempo, en un obstculo que frenaba su actividad. A corta distancia se inclinan lentamente hacia el suelo dos barreras a rayas b lancas y rojas. Para. De repente siente que est inmensamente cansado. Por qu fue a casa de ella? Por qu q uera que le devolviese las cartas? Todo lo absurdo, lo ridiculo y lo pueril de su viaje se le viene encima. No lo haba llevado hasta all ningn propsito o un inters prctico, sino tan slo un deseo inve cible. El deseo de llegar con la mano hasta muy lejos en el pasado v pegar un puetazo. E l deseo de apualar la imagen de su juventud. Un deseo apasionado que era incapaz de controlar y que iba a quedar ya insatisfecho. Se senta enormemente cansado. Probablemente ya no iba a poder sacar de su casa los escritos comprometedores. Le seguan los pasos y ya no lo soltaran. Es tarde. S, ya es tarde para todo. A lo lejos oy el jadeo del tren. Junto a la caseta estaba una mujer con un pauel o rojo en la cabeza. El tren lleg, un lento tren de pasajeros; a una de las venta nas se asomaba un viejo con una pipa y escupa hacia afuera. Despus son la campana d e la estacin y la mujer del pauelo rojo fue hacia las barreras y dio vueltas a la manivela. Las barreras se levantaron y Mirek puso el coche en marcha. Entr en un pueblo que no era ms que una sola calle interminable y al final de la calle estab a la estacin: una casa pequea, baja y blanca, a su lado un cerco de madera a travs del cual se vean el andn y las vas. LAS VENTANAS DE la estacin estn adornadas con tiesto* con begonias. Mirek par el co che. Est sentado al volante mirando la casa, la ventana y las flores rojas. De un remoto tiempo olvidado le llega la imagen de otra casa blanca cuyas cornisas se en rojecan con las flores de las begonias. Es un pequeo hotel en un pueblecito de mon taa durante las vacaciones de verano. En la ventana, entre las flores, aparece un a gran nariz. Y Mirek, con sus veinte aos, mira hacia arriba a esa nariz y siente dentro de s un amor inmenso. Quiere apretar rpidamente el acelerador y huir de ese recuerdo. Pero yo no me d ejo engaar esta vez y llamo de vuelta a ese recuerdo para retenerlo. Repito: en l a ventana, entre las begonias, est la cara de Zdena con su enorme nariz y Mirek s iente dentro de s un amor inmenso. Es posible? Claro. Por qu no iba a serlo? O es que el dbil no puede sentir por el feo un amor verdadero? Le cuenta cmo se rebel contra el padre reaccionario, ella despotrica contra los intelectuales, tienen ampollas en el trasero y se cogen de la mano. Van a las re

uniones, denuncian a sus conciudadanos, mienten y se aman. Ella llora la muerte de Masturbov, el grue como un perro rabioso sobre el cuerpo de ella y no pueden v ivir el uno sin el otro. La borr de la fotografa de su vida no porque no la hubiese amado, sino, precisam ente, porque la quiso. La borr junto con el amor que sinti por ella, la borr igual que el departamento de propaganda del partido borr a Clementis del balcn en el que Gottwald pronunci su dis- * ur*o histrico. Mirek es un corrector de la historia i gual qur 1 es el partido comunista, igual que todos los partido IH.ltkoa, que todas las naciones, que el hombre. La gente rita que quiere crear un futuro mejor, per o eso no es ver- dad. El futuro es un vaco indiferente que no le interesa a nadie , mientras que el pasado est lleno de vida y su rostro nos excita, nos irrita, no s ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo. Los hombres quieren ser dueos del futuro slo para poder cambiar el pasado. Luchan por entrar al laboratorio en el que se retocan las fotografas y se reescriben las biografas y la historia. Cunto tiempo estuvo en aquella estacin? Y qu signific aquella parada? No signific nada. La borr inmediatamente de su pensamiento, de modo que ahora mismo ya no sabe na da de la casa blanca con las begonias. Cruza el campo a toda velocidad y no vuel ve la vista atrs. El espacio del mundo ha vuelto a ser un obstculo que dificulta s u actividad. EL COCHE a cuya vigilancia haba logrado escapar rotaba aparcado frente a su casa. Los dos hombres estaban un poco ms all. Detuvo el coche detrs de ellos y descendi. Le sonrieron casi con alegra, como si la escapada de Mirek no hubiese sido ms que un juego caprichoso para divertir agr adablemente a todos. Cuando pas junto a ellos el hombre del cuello grueso y el pe lo gris ondulado se ri y le hizo un gesto con la cabeza. Mirek se sinti angustiado por esa familiaridad que prometa que en adelante iban a estar ligados an ms estrec hamente. Permaneci impasible y entr en la casa. Abri con la llave la puerta del piso. Lo p rimero que vio fue a su hijo y su mirada llena de emocin contenida. Un desconocid o con gafas se acerc a Mirek y le ense su credencial: Quiere ver la autorizacin judicial para el registro domiciliario? S dijo Mirek. En el piso haba otros dos desconocidos. Uno estaba de pie junto a la mesa de es cribir, en la que se amontonaban pilas de papeles, cuadernos y libros. Coga las c osas una tras otra mientras que el otro, sentado a la mesa, escriba lo que ste le dictaba. El de las gafas sac de la cartera un papel doblado y se lo dio a Mirek: Aqu tiene la orden del procurador y ah seal a los dos hombres se prepara la Usta de bjetos incautados. El suelo estaba lleno de papeles y libros, las puertas del armario estaban abiertas, los muebles apartados de las paredes. Su hijo se inclin hacia l y le dijo: Llegaron cinco minutos despus de que te fueras. Los dos que estaban junto al escritorio seguan con la lista de objetos incautad os: cartas de los amigos de Mirek, documentos de los primeros das de la ocupacin r usa, textos en los que se analizaba la situacin poltica, notas de reuniones y vari os libros. No es usted demasiado considerado con sus amigos dijo el hombre de las gafas seal ando con la cabeza hacia las cosas incautadas. Ah no hay nada que est en contra de la Constitucin dijo su hijo y Mirek saba que aqu ellas palabras eran suyas. El de las gafas contest que ya se encargara el jurado de decidir qu es lo que est en contra de la Constitucin. Los QUE ESTAN en la emigracin (son cerca de ciento veinte mil), los que han sido acallados y echados de sus trabajos (son medio milln), desaparecen como una proce sin que se aleja en medio de la niebla, no se les ve, se les olvida.

Pero la crcel, a pesar de estar rodeada de muros por todas partes, es un escena rio histrico magnficamente iluminado. Mirek lo sabe desde hace tiempo. La idea de la crcel lo ha atrado irresistibleme nte a lo largo del ltimo ao. Igual que tuvo que haber atrado a Flaubert el suicidio de rna- dame Bovary. No sera capaz de imaginar un final mejor para la novela de su vida. Quisieron borrar de la memoria cientos de miles de vidas para que quedase slo u n nico tiempo inmaculado para un idilio inmaculado. Pero l est dispuesto a tumbarse sobre el idilio con su propio cuerpo como una mancha. Quedar all como qued el gorr o de Clementis en la cabeza de Gottwald. Le dieron a firmar a Mirek la lista de los objetos confiscados y luego les pid ieron a l y a su hijo que los acompaaran. Despus de un ao de prisin preventiva se cel ebr el juicio. A Mirek lo condenaron a seis aos, a su hijo a dos y a unos diez ami gos suyos Ies tocaron condenas entre uno y seis aos de prisin. SEGUNDA PARTE MAM Hl'BO una poca en la que Marketa no quera a cu suegra. Eso era cuando vivan con Kar el en la cata de ella (entonce* viva an tu suegro) y tena que enfrentarse diariamen te con su susceptibilidad y sus broncas. No aguantaron mucho tiempo y se cambiar on de casa. Su consigna era entonces lo ms lejos posible de mam. Se fueron a una c iudad que estaba en el otro extremo de la repblica y as lograron no ver a los padr es de Karel ms de una vez por ao. Despus muri el suegro y mam se qued sola. Se encontraron con ella en el entierro; e staba sumisa e infeliz y les pareci ms pequea que antes. Los dos tenan en la cabeza la misma frase: mam, no puedes quedarte sola, vendrs a vivir con nosotros. La frase les sonaba en la cabeza, pero no dejaron que llegase a los labios. Y m enos an despus de que durante un nostlgico paseo, al da siguiente del entierro, pese a ser desgraciada y pequeita, mam les echase en cara, con una agresividad que Ies pareci inadecuada, todo lo que alguna vez le haban hecho. No hay nada que pueda hacerla cambiar le dijo despus Karel a Marketa cuando estaba n ya sentados en el tren . Es triste, pero para m seguir todo igual: lejos de mam. Pero los aos corrieron y si es cierto que mam no cambi, entonces cambi probablement e Marketa, porque de repente le pareci que todas aquellas ofensas que haba recibid o de la suegra eran en realidad tonteras inocentes, mientras que el verdadero err or lo haba cometido ella al darle tanta importancia a sus reprimendas. Antes haba visto a la suegra romo un nio ve a un adulto mientras que ahora se hablan cambiad o los ppele*: Marketa es una per. sona mayor y mam le parece, a la distancia, pequ ea e indefensa como un nio. Sinti hacia ella una paciencia in- dulgente e incluso c omenz a escribirle. La vieja seora se acostumbr rpidamente, constestaba con toda pro lijidad y requera ms y ms cartas de Marketa, afirmando que eran lo nico que le permi ta soportar la soledad. La frase que haba nacido durante el entierro del pa. dre, haba empezado en los lt imos tiempos a sonar otra vez en sus cabezas. Y fue nuevamente el hijo el que ap aci- gu la bondad de la nuera, de manera que en lugar de decirle mam, ven a vivir con nosotros, la invitaron a pasar una semana con ellos. Era en semana santa y el hijo de ellos, que tena diez aos, se iba de vacaciones con su colegio. Al final de la semana, el domingo, vendra Eva. Estaban dispuestos a pasar con mam toda la semana menos el domingo. Le dijeron: de sbado a sbado esta rs con nosotros. El domingo tenemos un compromiso. Salimos fuera. No le dijeron n ada ms preciso porque no queran hablar demasiado de Eva. Karel se lo repiti dos vec es ms por telfono: de sbado a sbado. El domingo tenemos un compromiso. Salimos fuera . Y mam les dijo: S, hijos, sois muy buenos, ya sabis, yo me voy cuando queris. Lo ni co que quiero es escapar un rato de mi soledad. Y el sbado por la noche, cuando Marketa quera ponerse de acuerdo con ella sobre la hora de la maana siguiente a la que tenan que llevarla a la estacin, mam declar pu ra y simplemente que se iba el lunes. Marketa la mir sorprendida y mam continu: Karel me dijo que el lunes tenais un compromiso, que salais fuera y que el lunes ya tena que largarme. Claro que Marketa poda haberle dicho mam, te equivocas, salimos ya maana, pero no tuvo valor. No fue capaz de inventar rpidamente a qu sitio iban. Se dio cuenta de que haban descuidado la preparacin previa de la cicuta, no dijo nada y se conform

con la idea de que mam se quedara tambin el domingo. Se consol pensando que la habit acin del nieto, donde mam dorma, estaba en el otro lado de la casa y que no les iba a molestar. Por favor, no seas malo recrimin a Ka re . Fjate en ella. Si es que da pena. Se me pa rte el corazn de verla. ^ . v. '?-'.. ,.. K \HEL hizo un gesto de resignacin. Marketa estaba en lo cierto: mam haba cambiado. Se conformaba con todo, todo lo agradeca. Karel habfa estado aguardando intilment e que surgiera algn conflicto. En una oportunidad, cuando salieron a dar un pasen, mir a lo lejos y dijo: cul es aquel pueblecito blanco? No era un pueblo, eran las piedras que marcaban el bor de de la carretera. Karel se sinti apenado por la forma en que mam haba perdido la vista. Pero aquel defecto visual era como si expresase algo ms esencial: lo que para l era grande era pequeo para ella; lo que para l eran piedras al borde del camino, p ara ella eran casas. y Si he de decirlo con mayor precisin, este rasgo no era del todo nuevo en ella. Slo que antes les molestaba. Por ejemplo: una vez ocuparon durante la noche su pas los tanques del enorme pas vecino. Fue tal el golpe y el horror, que durante muc ho tiempo nadie fue capaz de pensar en otra cosa. Era el mes de agosto y en el j ardn maduraban precisamente las peras. Mam haba quedado ya una semana intes con el farmacutico para que viniera a recogerla. El farmacutico no vino y ni siquiera se disculp. im no se lo perdonaba y Karel y Marketa se ponan fui os. Todos piensan en los ta nques y t piensas en I - pera*, le decan. Poco despus se fueron de aquella cs-a rec ordando hasta qu punto era capas de fastidiar a gente por cualquier tontera. Pero de verdad son ms importantes los tanque q> las prras? Con el paso del tiempo K arefse daba cuenta > f la respuesta a esta pregunta no es tan evidente como 199318 siempre haba credo y comenzaba a simpatizar en secreto con la perspectiva de mam, e n la que delante de todo hay una gran pera y mucho ms atrs un tanque, pequeito como una mariquita que en cualquier momento puede levantar el vuelo y desaparecer de la vista. Ay, s, en realidad mam tiene razn: el tanque es mortal y la pera es eter na. En otras pocas mam quera saber todo lo que le pasaba a su hijo y se enfadaba cuan do l ocultaba su vida ante ella. Esta vez queran darle una satisfaccin y contarle l o que hacen, lo que les ha pasado, lo que piensan hacer. Pero al poco tiempo se dieron cuenta de que mam los escuchaba ms'bien por cortesa y que responda a su relat o con una frase acerca de su pequeo caniche que- haba quedado durante su ausencia al cuidado de una vecina. Antes lo hubiera considerado como una manifestacin de egocentrismo o de falta d e generosidad, pero ahora saba que se trataba de algo diferente. Haba pasado ms tie mpo de lo que ellos creyeron. Mam haba dejado a un lado el bastn de mariscal de su maternidad y se haba ido a otro mundo. Cuando salieron a dar un paseo con ella lo s sorprendi un temporal. Cada uno la cogi de un brazo y tuvieron literalmente que transportarla porque el viento se la hubiera llevado como a una pluma. Karel per cibi emocionado en sus manos su escaso peso y comprendi que mam perteneca al reino d e otro tipo de seres: ms pequeos, ms ligeros y ms fciles de ser soplados. K\ A lleg despus de medioda. Marketa la fue a buscara la estacin porque la considera ba suya. No le gustaban las amigas de ka re. Pero Eva era otra cosa. Porque a Eva la haba conocido ella antes que Karel. Fue hace unos seis aos. Fueron con Karel a descansar a un balneario. Marketa ib a cada dos das a la sauna. Una vez. cuando estaba sentada junto a otras seoras en el banco de madera, sudando, entr una chica alta desnuda. Se sonrieron aunque no se conocan al cabo de un rato la chica le habl. Era muy espontnea y Marketa agradeca muellsimo cualquier manifestacin de simpata; rpidamente se hicieron amigas. Marketa estaba impresionada por el extrao encanto de Eva: El simple hecho de hab erse dirigido a ella como lo hizo! Como si hubieran tenido all una cita! No perdi e n absoluto el tiempo en ponerse a charlar de lo sana que es la -auna y el hambre que da, sino que empez a hablar enseguida de s misma, ms o menos ,como lo hacen la s personas que se conocen por medio de un anuncio en el peridico y tratan de expl

icar en la primera carta al futuro compaero, bien resumido, quines son y cmo son. Quin es entonces Eva segn Eva? Eva es una alegre cazadora de hombres. Pero no los caza para el matrimonio Los caza igual que los hombres cazan a las mujeres- Par u ella no existe el amor, slo existen la amistad y la sensualidad. Por eso tiene muchos amigos: los hombres no temen que quiera casarse con ellos y las mujeres n o temen . quiera quitarles el marido. Por lo dems, si alguna narido sera para eUa un amigo al que. tira todo sin exigirle nada. tienen 1 ella con tal Despu. de contarle lodo esto a Market, le ty. Market tena muy buena percha y que es o rra al* especial porque, segn Eva, muy _ verdad un cuerpo bonito. El elogio sinceridad que a Marketa le produjo mayor en que si la hubiera elogiado un hombre. Aquella chica confusa. Marketa tuvo la sensacin de que en el reino de la sinceridad y qued con Kva, tarde, a la misma hora, en la sauna. Despus se a Karel, per relacin. Est en casa la mam de Kai tono de disculpa cuando la llevaba desde le itar com ntrario >bre os so mi prima. Espero que no te Eva y le pidi a lia

bN M wu .mnc. se hab, interesado demasiado por 1. pare > nuera pero palera, como pri ma, sobrina, t', , .neta la reconfortaban: era una buena serie de concepto c. i l os que estaba familiarizada. \ volvi . confirmarse lo que ella saba ya desde hace mucho: su hijo es un excntri co incorregible. Como si mam pudiera estorbarles cuando se renen con su pa. re lite Es comprensible que quieran charlar a solas. Pero no tiene el menor sentido que por eso la echen un da antes. Por suerte ella ya sabe lo que tiene que hacer. Sen cillamente decidi que se haba confundido de fecha y luego casi se divirti a costa d e la buena de Marketa, que no saba cmo decirle que tena que irse el domingo. Lo que s tiene que reconocer es que ahora son ms amables que antes. Hace aos Kare l le hubiera dicho sin contemplaciones que tena que irse. Con aquel pequeo engao de ayer en realidad les ha hecho un favor. As por lo menos por una vez no va a remo rderles la conciencia por haber arrojado a su madre a su soledad un da antes. Adems est muy contenta de haber conocido a la nueva pariente. Es una chica muy a gradable. (Le recuerda muchsimo a alguien. Pero a quin?) Estuvo dos horas contestan do a sus preguntas. Cmo se peinaba cuando era jovencita? Llevaba trenza. Claro, er a cuando el imperio austro-hngaro. La capital era Viena. Mam iba al colegio checo y era muy patriota. Tena ganas de cantarle algunas canciones patriticas de las que entonces se cantaban. hicieron en el colegio. Se festejaba el fin del imp erio austraco. Se festejaba el estado independiente! Y de repente, imaginaos, al l legar a la ltima estrofa se le nubl la vista y no supo cmo seguir. Se qued callada, la frente se le llen de gotitas de sudor y crey que se mora de vergenza. , de repent e, por sorpresa, estall un gran aplauso! Todos pensaron que el poema ya haba termi nado y nadie se dio cuenta de que faltaba la ltima estrofa! Pero mam estaba desesp erada y le daba tanta vergenza que sali corriendo y se encerr en el cuarto de bao y el propio director vino a buscarla y estuvo golpeando a la puerta durante mucho

tiempo, dicindole que no llorase, que saliese, que haba tenido un gran xito. La prima se ri y la madre se qued mirndola un buen rato: Usted me recuerda a alguien, Dios mo, a quin me recuerda... Pero despus de la guerra ya no ibas al colegio protest Karel. Yo soy la que tiene que saber cundo fui al colegio dijo mam. Hiciste la revlida el ltimo ao de la guerra. Cuando todava exista Austro-Hungra. Cmo no voy a saber cundo hice la revlida? se enfad mam. Pero en ese instante ya se cuenta de que Karel no se equivoca. Efectivamente, termin el bachillerato durante la guerra. Y de dnde sale ese recuerdo de la fiesta al fin de la guerra? De repen te mam se sinti insegura y se call. La voz de Marketa cort el silenci. Se diriga a Eva y lo que deca no se refera al re citado de mam ni al afto 1918. Mam se siente abandonada en sus recuerdos, triicio* 5S nada por el repentino desinters y por el fallo de su memo. -Divertiros hijos, sois jvenes y tenis muchas ,-ou. que contaros -les dijo, y re pentinamente disgust T a la habitacin del nieto. hl MIENTRAS Eva le haca a mam una pregunta tras otra, Karel la miraba con emocionada simpata. La conoce desde hace dies aos y siempre ha sido igual. Espontnea y valient e. Se hizo amiga de ella, (an viva con Marketa en casa de sus padres) con la misma rapidez con la que la conoci un par de aos ms tarde su mujer. Un da le lleg al traba jo una carta de una chica desconocida. Parece que lo conoce de vista y se decidi a escribirle porque para ella no existen las convenciones cuando un hombre le gu sta. Karel le gusta y ella es una cazadora. Una cazadora de experiencias inolvid ables. No le interesa el amor. Slo la amistad y la sensualidad. La carta iba acom paada de una foto de una chica desnuda en una postura provocativa. Al principio Karel tuvo miedo de responder porque pens que alguien le estaba to mando el pelo. Pero despus no pudo resistirse. Le escribi a la direccin fijada y la invit a la casa de un amigo suyo. Eva vino, alta, delgada y mal vestida. Pareca u n jovencito alargado, vestido con las ropas de su abuela. Se sent frente a l y le cont que para ella las convenciones no tenan ningn significado cuando le gustaba un hombre. Que lo nico que le importaba era la amistad y la sensualidad. Su cara es taba cubierta por la inseguridad y el esfuerzo y Karel sinti por ella ms bien comp asin fraternal que deseo. Pero luego se dijo que era una lstima perder cualquier o portunidad: Es maravilloso dijo para darle aliento , cuando se encuentran dos cazadores. Fueron las primeras palabras con las que interrumpi la declaracin apresurada de la muchacha y Eva se recuper inmediatamente, como si se hubiera deshecho del peso l,r ltt ,ituaci6n que durante media hora haba estad* portando heroicamente ella ol a. d 8U dijo que estaba hermosa en la fotografa que le haba enviado y le pregunt (con v oz provocativa de catador) 8i la excitaba mostrarse desnuda. Soy una exhibicionista dijo con el mismo tono que si hubiese reconocido que era jugadora de baloncesto. Le dijo que quera verla. Se estir con un gesto de felicidad y le pregunt si haba un tocadiscos. S, haba tocadiscos pero su amigo slo tena msica clsica, Bach, Vivaldi y peras de Wag er. A Karel le pareca extrao que la chica se desnudase con msica de Isolda. Tampoco Eva estaba contenta con la msica. No hay nada moderno? No, no haba nada. No hubo ms remedio y al fin tuvieron que poner en el tocadisco s una suite para piano de Bach. Se sent en un rincn de la habitacin para ver bien. Eva intent seguir el ritmo pero al cabo de un rato dijo que era imposible. Desndate y no hables! le dijo con severidad. La msica celestial de Bach llenaba la habitacin y Eva segua arqueando las caderas . La dificultad de bailar al son de aquella msica haca que su actuacin fuese especi almente difcil y a Karel le pareci que el camino, desde que arroj el primer sueter hasta que al final se deshiciera de las bragas, deba ser para ella interminable. El piano sonaba en la habitacin, Eva se contorsionaba en movimientos de baile y t

iraba al suelo, una tras otra, las piezas de su vestido. A Karel ni lo miraba. E staba completamente concentrada en s misma y en sus movimientos, como un vio i- n ista que toca de memoria una pieza difcil y no puede perder la atencin mirando al pblico. Cuando estuvo completamente desnuda se dio vuelta, se apoy con a frente en la pared y llev la mano a la entrepierna. Ksw mirando extasado la es- ie se masturbaba. Fue ma- iprensible que desde aquel lie se metiera con Eva. ra la nica mujer a la que no le moles- >r Marketa. comprender que la , I a no es para ella B ^ . j mr e ese que el -Tu iay mujer que lo comprenda. >o, no que pueda comprender a un hombre

agreg

LA HABITACIN del nieto, a la que se haba ido mam e taba apenas a seis metros y sepa rada slo por dos paredes finas. La sombra de mam segua junto a ellos y Marketa se s enta angustiada. Por suerte Eva tena ganas de hablar. Desde la ltima vez que se vieron haban pasad o muchas cosas: se habla ido a vivir a otra ciudad: se haba casado con un hombre maduro e inteligente que haba encontrado en ella una amiga insustituible porque, como sabemos, Eva tiene el gran don de la amistad, mientras que el amor, con su egosmo y su histeria, no le interesa. Tambin tiene un empleo nuevo. Gana bastante pero trabaja mucho. Maana por la maan a tiene que estarde vuelta. Cmo! Cundo quieres irte? se horroriz Marketa. A las cinco de la maana sale el expreso. Dios mo, Evita, vas a tener que levantarte a las cuatro de la maana! Es horrible! en ese momento sinti, si no rabia, al menos una cierta amargura porque la mam de K arel se hubiese quedado. Eva vive lejos, tiene poco tiempo y a pesar de todo res erv este domingo para Marketa, que ahora no la puede atender como quisiera porque la sombra de la mam de Karel sigue junto a ellos. Marketa se puso de mal humor y, como una desgracia provoca siempre otra, en es e momento son el telefono. Karel levant el aparato. Su voz era insegura, contest de una forma sospechosamente lacnica y ambigua. A keta le pareci que elega cuidadosam ente las palabras ? aos, en la primera etapa de su relacin amorosa, 'ero los aos pasaron y lo que sie nte como te ms que costumbre. amorosa se sin escribirlos, los las primeras os, pero al implacables las antes, sed caute- S i le llevis al uno a la cama os re, a menos que queris ser acusados de desamor no supuesto que Marketa en el versacin telefnica era en s misma al In las primeras semanas qu< arketa que Karel iba a ser infiel y a soportarlo, pe ro en cambio a ser la mejor y Karel se sei que aque- sin impor Etab M-cur d* c| pregunt. Karel respondi que una ciudad vecina que vendra la 1 A

y

Pero no se trataba de lo que era, sino de lo que fritaba. Contena en elocuente ab reviatura toda la su vida: todo lo hace slo por Karel y para fe ocupa de su mam. Le presenta a su Se la regala. Para que est satisfecho. Y por qu todo eo? Por qu se esfu erma? Por qu empuja ?*> Siti* U piedra harta la rtau d* la oataa? Haga la lUreJ Mt romo auieuu Arregla una cu coa jer y se le escapa siempre. Cuando iba al colegio era ingobernable, inquieto > ca : otosiadu Urna de vida. El viejo pro fesor de matemticas oHs meterse con ella: A usted Marketa no hay quien la vigile. Al que sea su marido lo compadezco. Ella sonrea satisfecha, aquellas palabras le sonaban como un presagio felis. Y luego de repente, sin darse cuenta, se encontr jugando otro papel, en contra de s us expectativas, en contra de su voluntad y de su gusto. Y todo por no prestar a tencin durante esa semana cuando, sin saberlo, cerraba el contrato. Ya no le gusta ser siempre la mejor. Todos los aos de su matrimonio le cayeron encima como un pesado saco. MARKETA estaba cada vez ms amargada y la cara de Karel se cubri de enojo. Eva se a sust. Se senta responsable de la felicidad matrimonial de los dos y por eso intent aba alejar las nubes que haban cubierto la habitacin, aumentando su locuacidad. Pero aquello era superior a sus fuerzas. Karel, irritado por una injusticia qu e esta vez era evidente, se empeaba en permanecer callado. Marketa, que no era ca paz de dominar su amargura ni de soportar el enfado de su marido, se levant y se fue a la cocina. Eva mientras tanto intentaba convencer a Karel de que no estropease la noche q ue todos haban estado esperando durante tanto tiempo. Pero Karel no estaba dispue sto a hacer concesiones: Hay un momento en que uno ya no puede ms. Ya estoy cansado! Siempre se me acusa d e algo. Ya no tengo ganas de seguir sintindome culpable! Por semejante estupidez! N o, no. No la quiero ni ver. No quiero verla para nada. Y segua una y otra vez en e l mismo tono, negndose a atender a las splicas de Eva. Lo dej solo y se fue junto a Marketa que estaba acurrucada en la cocina y se da ba cuenta de que haba ocurrido algo que no hubiera debido ocurrir. Eva le demostr aba que aquella llamada telefnica no justificaba para nada sus sospechas. Marketa , que en el fondo saba que esta vez no tena razn, responda: Es que yo ya no puedo ms. Es siempre lo mismo. Ao tras ao, mes tras mes, nada ms qu e mujeres y mentiras. Ya estoy cansada. Cansada. Ya est bien. Eva se dio cuenta de que era igual de difcil hablar con uno que c on otro. Y de cidi que aquel vago propsito que haba trado y sobre cuya honradez no estaba al princ ipio muy segura, era correcto. Si tengo que ayudarles no debo tener miedo de act uar por mi cuenta. Esos dos se quieren, pero necesitan que alguien les quite de encima la carga que llevan. Que los libere. Por eso el plan no slo le interesa a ella (por supuesto, le interesaba en primer lugar a ella y eso era precisamente lo que le molestaba un poco, porque no quera comportarse nunca con sus amigos com o una egosta) sino tambin a Marketa y a Karel. Qu hago? dijo Marketa. Ve junto a l. Dile que no se enfade. Pero es que no puedo verlo. No puedo ni verlo. Entonces cierra los ojos, as ser ms conmovedor. LA NOCHE est salvada. Marketa saca con aire de fiesta una botella y se la entrega a Karel para que, como el juez de salida en las olimpiadas, inaugure con un gra n descorcha- miento la carrera final. El vino llena los tres vasos y Eva se acer ca balancendose al tocadiscos, elige un disco y mientras suena la msica (esta vez no es Bach sino Ellington) no para de dar vueltas por la habitacin. Crees que mam estar dormida? pregunta Marketa. Quiz sera ms sensato darle las buenas noches aconseja Karel. Le vas a dar las buenas noches y se pone otra vez a charlar y se pierde otra ho ra. Ya sabes que Eva tiene que levantarse temprano. Marketa opina que han perdido ya demasiado tiempo. Coge a su amiga de la mano y en lugar de ir a saludar a mam se va con ella al cuarto de bao. Karel se queda en la habitacin con la msica de Ellington. Est contento de que se

haya dispersado la nube de la pelea, pero la noche que le espera ya no le hace i lusin. El pequeo incidente del telfono ha puesto de manifiesto lo que se negaba a r econocer: est cansado y ya no tiene ganas de hacer nada. Hace ya muchos aos que Marketa lo convenci para que hicieran el amor, juntos, co n ella y con la amante de l, de la que estaba celosa. La cabeza le dio vueltas de excitacin al or aquella oferta! Pero aquella noche no le produjo demasiada satisfa ccin. Por el contrario, fue una fatiga horrible. Dos mujeres se besaban y se abra zaban delante de l, pero ni por un momento dejaban de ser rivales > dr Mt.r pendiente, de i a una le dedicaba m - era con ella mi. tierno que con la ^ra BM*jlr - - palabra, 80pe contactos y ,er m que un amante * * tos amento considerado, atento, amable y justo Y?*' " tUV "te se puso a Uorar en' coito y un rato ms tarde fue Marketa 1. que 8e hu l e un profundo sencio. e" Si pudiera creer que Marketa buscaba aquellas pen e as orgas por pura sensualidad -como si fue8e la pTor de los dos seguro que se habra quedado satisfecho. Pero des de el comienzo haba quedado establecido que el peor sera l. Y por eso vea en el dese nfreno de ella slo un dolorosa autonegacin, un noble intento de satisfacer tai tend encias polgamas de l y convertirlas en una parte de U felicidad matrimonial. Est ma rcado para siempre por li visin de la herida de sus celos, una herida que l le hii o en los comienzos de su relacin amorosa. Cuando la veta besar a otra mujer tena g anas de arrodillarse delante de ella y pedirle perdn. Pero desde cundo son los juegos libertinos un ejercicio de arrepentimiento? Y as fue que se le ocurri que para que el amor de tres fuese algo alegre, Market a no debera tener la sensacin de que se encontraba con su rival. Tena que traer a s u propia amiga, que no conoca a Karel y no se interesaba por l. Por eso invent el f also encuentro de Marketa y Evi en la sauna. El plan result: las dos mujeres se c onvirtieron en amigas, aliadas, conspiradoras, que lo violaban, jugaban con l, se divertan a cuenta suya y lo deseaban conjuntamente. Karel tena la esperanza de qu e Lva .. r.paz de borrar el padecimiento amoroso del pe? miento de Marketa y de que l iba a poder ser, por fin, rr y librarse de las acusaciones. Pero ahora se da cuenta de que no es posible lo que qued establecido hace aos. Marketa sigue ando la misma y a l se lo sigue acus ando. Entonces para qu hizo que se conocieran Eva y Marketa? Para qu hizo el amor con la s dos? Cualquier otra persona hubiera hecho hace tiempo de Marketa una persona f eliz, sensual y contenta. Cualquiera menos Karel. Se vea igual a Ssifo. Cmo que Ssifo? No se haba comparado hace un rato con l Marketa? S, marido y mujer al cabo de los aos se haban convertido en gemelos, tenan el mism o lenguaje, las mismas ideas y el mismo destino. Los dos se haban regalado a Eva el uno al otro para hacerse felices. A los dos les pareca que estaban arrastrando una piedra cuesta arriba. Los dos estaban cansados. Karel oa el sonido del agua en la baera y las risas de las dos mujeres y se daba cuenta de que nunca haba podido vivir como quera, tener las mujeres que quera y co mo quera. Tena ganas de escaparse a algn sitio en donde pudiera hilar su propia his toria, solo, a su manera y sin la vigilancia de ojos amantes. "V en realidad ni siquiera le interesaba hilar ninguna historia, simplemente q uera estar solo. No FUE SENSATO por parte de Marketa con una impacien. cia muy poco previsora no qu erer darle las buenas no- ches a mam y presuponer que estaba durmiendo. Log pen. samientos de mam, durante su estancia en casa de su hijo, haban aumentado su movil idad y en la noche de hoy K haban vuelto especialmente inquietos. La culpa la tie ne la pariente sa tan simptica, que no deja de recordarle a alguien de su juventud . Pero a quin le recuerda? Por fin se acord: a Nora! Claro, una figura exactamente igual, la misma forma de llevar un cuerpo que ae pasea por el mundo sobre unas hermosas piernas largas.

A Nora le faltaban amabilidad y sencillez y a mam le molestaba con frecuencia s u comportamiento. Pero de eso no se acuerda ahora. Lo ms importante para ella es que inesperadamente encontr un trozo de su juventud, un taludo a una distancia de medio siglo. Est feliz porque todo lo que alguna vez vivi sigue estando junto a e lla, rodendola en su soledad y hablando con ella. A pesar de que nunca quiso a No ra, ahora estaba contenta de haberla encontrado aqu y adems completamente amansada , encarnada en alguien que es amable con ella. En cuanto se le ocurri, quiso ir corriendo a conlr- j selo. Pero se contuvo. Saba perfectamente que hoy estaba all slo gracias a un engao y que esos dos tontos quie ren estar solos con su pariente. Que se cuenten sus secreto. Ella no se aburre pa ra nada en la habitacin del nieto. Tiene la calceta, tiene libros para leer y sob re todo tiene BU montn de cosas en las que pensar. Karel la dej hecha un lo. Por su puesto, l tena toda la razn, haba hecho la re< lida durante la guerra. Se confundi. L historia del reoUdo y de I ltima estrofa olvidada habla ocurrido al me- no* cint o os antes. Era ver dad que el director haba llamado a la puerta del retrete donde eUa se haba encerra do llorando. Slo que entonces apenas tena trece aos y se trataba de la fiesta que e n el colegio hacan por Navidad. Kn el escenario haba un rbol adornado, los nios cant aban villancicos y luego ella recitaba el verso. Al llegar a la ultima estrofa s e le oscureci la vista y no supo cmo seguir. Vlam siente vergQenza por su mala memoria. Qu va a decirle a Karel? Debe reconocer que se ha confundido? Ellos estn convencidos que ya no es ms que una anciana. Es cierto que se portan bien con ella, pero a mam no se le escapa que se portan con ella como con un nio, con una especie de tolerancia que no le gusta. Si ahora le diera toda la razn a Karel y dijera que haba confundido una fiesta infantil navidea con una manifestacin poltica, ellos creceran otro par de centmetros y ella se senti ra an ms pequea. No, no; no les dar ese gusto. Les dir que es cierto que recit en aquella fiesta de despus de la guerra. Ya haba hecho la revlida pero el director se acordaba de que ella era la mejor recitadora y la invit a que, como antigua alumna, recitara un poema. Era un gran honor! Pero mam se lo mereca! Era una patriota! Y ellos no tienen ni idea de cmo fue aquello cuan do despus de la guerra se desmoron Austria-Hungra! Qu alegra! Qu canciones y qu band Y volvi a tener ganas de correr junto al hijo y la nuera a contarles cmo era el m undo en su juventud. Adems ahora se senta prcticamente obligada a ir. Es cierto que les haba prometido no interrumpirles, pero eso es slo una verdad a medias. La otra mitad de la verda d es que Karel no entenda cmo haba podido recitar despus de la guerra en la fiesta d el liceo. Mam es ya una seora mayor y no tiene ya tan buena memoria, por eso no su |jrrrlo 1 hiju dt inmediato, pero hura, cuando ^ fu e acord de cmo habla ido po e poner ara de haber* olvidado de la pregunta del hijo. No eU- fU ibira Ir junto a ello* (adem no tienen nada tan unportante que decirse) y lea pedir disculpas: no quiere in- terruinptrlea y no hub iera vuelto i Karel no le hubiese preguntado cmo era posible que recitase en la fi esta del liceo despus de haber hecho la revlida. Despus oy a alguien abrir y cerrar la puerta. Pegla oreJa ? I* pared. Oy doa voces de mujer y la puerta que volvi a abrirse. Luego risas y agua que corra. Las dos ehicaa probablemente ya se preparan para dormir, pens. Tengo que darme prisa si quiero charlar un rato ms con todos. LA LLEGADA de mam fue una mano que a Karel le tendi sonriente algn dios alegre. Cua nto ms a destiempo llegaba, ms oportuna era. No necesit disculparse; el propio Kare l le hizo multitud de preguntas cordiales: qu habla estado haciendo toda la tarde , si no se haba aburrido y por qu no haba venido a verlos. Mam se puso a explicarle que la gente -joven tiene siempre mucho de que hablar y que los viejos tienen que darse cuenta y no molestar. Y ya se oan las alegres voces de las dos chicas que se disponan a abrir la puert a. La primera en entrar fue Eva, vestida con una combinacin azul oscura que le ll egaba precisamente hasta el sitio en donde terminaba el vello negro del pubis. A l ver a mam se asust, pero ya no poda retroceder y se vio obligada a sonrerle y avan zar hacia el silln con el que pretenda cubrir rpidamente su apenas velada desnudez.

Karel saba que inmediatamente despus aparecera Marketa y adivinaba que saldra con el vestido de noche, lo cual en su idioma comn significaba que tendra slo un collar en el cuello y en la cintura una faja de terciopelo rojo. Se daba cuenta de que era necesario hacer algo para impedir su entrada y evitar que mam se asustase. Pe ro que hubiera podido hacer? Tena que haber gritado acaso no entre? O vstete ensegui da, est aqu mam? A lo mejor hubiera sido posible encontrar una manera ms astuta de d etener a Marketa, pero Karel no tena para pensarlo ms que uno o dos segundos y dur ante ese tiempo no se le ocurri absolutamente nada. AJ contraro, lo invadi una espe cie de flojera eufrica que le quitaba toda presencia de nimo. As que no hizo nada y Marketa lleg hasta el umbral de la habitacin, efectivamente desnuda, nicamente con el collar y la faja en la cintura. Y precisamente en ese momento mam se dirigi a Eva y le dijo con una sonrisa afable: Vosotros ya querris ir a dormir y yo os estoy estorbando. Eva, que vea con el rabillo del ojo a Marketa, dijo que no, casi gritando, como si quisiera cubrir con su voz el cuerpo de su amiga, que por fin reaccion y retr ocedi hasta la antesala. Cuando regres al cabo de un rato, vestida con una bata larga, mam repiti lo que u n rato antes le haba dicho a Eva: Marketa, os estoy estorbando, seguro que tenis ganas de ir a dormir. Marketa estuvo a punto de decirle que s, pero Karel hizo un alegre gesto afirma tivo con la cabeza: Qu va, mam, estamos contentos de que ests con nosotros. De modo que por fin mam pudo contarles cmo haba sido lo del recitado en la fiesta del liceo despus de la primera guerra mundial, cuando se deshizo Austria-Hungra y el director invit a su antigua alumna a que viniera a recitar un poema patritico. Ninguna de las dos mujeres saba de qu estaba hablando mam, pero Karel la escuchab a con atencin. Quiero precisar esta afirmacin: la historia de la estrofa olvidada no le interesaba. La haba odo varias veces y otras tantas la haba olvidado. Lo que le interesaba no era la historia que contaba mam sino mam contando la historia. Ma m y su mundo que se parece a la gran pera sobre la que se sent un tanque ruso como una mariquita. La puerta del retrete sobre la que golpea el bondadoso puo del seo r director estaba por delante de todo y la ansiosa impaciencia de dos mujeres jve nes quedaba oculta por completo detrs de ella. Karel disfrutaba. Mir co*n satisfaccin a Eva y a Mar- keta. La desnudez de las d os aguardaba impaciente bajo la combinacin y la bata. Y tanto ms disfrutaba l hacind ole nuevas preguntas sobre el seor director, el liceo y la primera guerra mundial , hasta que al final le pidi a mam que recitase aquel verso patritico cuya ltima est rofa se haba olvidado. Mam se concentr y comenz a recitar muy atentamente el poema que haba dicho en la f iesta del colegio cuando tena trece aos. No era un poema patritico sino un verso so bre el arbolito de navidad y la estrella de Beln, pero nadie se dio cuenta del de fecto, ni siquiera ella. Slo pensaba en si sera capaz de acordarse de la ltima estr ofa. Y se acord. La estrella de Beln reluca y los tres reyes llegaban al pesebre. A quel xito la dej completamente excitada, sonrea y haca con la cabeza gestos de asomb ro. Eva empez a aplaudir. Cuando mam la mir se acord de repente de lo ms importante que haba venido a decirles: Karel, sabes a quin me recuerda vuestra prima? A Nora! KAREL mir a Eva sin poder convencerse de que oa bien: A Nora? A la seora Nora? Se acordaba perfectamente, de su infancia, de la amiga de mam. Era una mujer de slumbradoramente bella, alta con una hermosa cara mayesttica. Karel no la quera po rque era orgullosa e inaccesible, pero no poda quitarle la vista de encima. Por D ios, qu parecido hay entre ella y la alegre Eva? S prosigui mam . Nora! Fjate bien! Esa altura! Hasta la manera de andar! Incluso Ponte de pie, Eva dijo Karel. Eva tena miedo de ponerse de pie porque no estaba segura de si la pequea combina cin le cubrira suficientemente el pubis. Pero Karel insisti tanto que no tuvo ms rem

edio que obedecer. Estaba de pie y con los brazos pegados al cuerpo estiraba la combinacin disimuladamente hacia abajo. Karel la observaba atentamente y de repen te le dio realmente la impresin de que se pareca a Nora. El parecido era lejano, d ifcilmente perceptible, se manifestaba slo en cortos destellos, que volvan a apagar se de inmediato, pero que Karel se esforzaba por mantener, porque deseaba ver du rante mucho tiempo en Eva a la hermosa seora Nora. Date la vuelta le orden. Eva no quera darse la vuelta porque segua pensando en que estaba desnuda por deb ajo de la combinacin. Pero Karel segua en sus trece, a pesar de que ahora protesta ba incluso mam: No puedes darle rdenes a la chica como si fuera un soldado! No, no; yo quiero que se d la vuelta insisti Karel v Eva finalmente le obedeci. No olvidemos que mam vea muy mal. Las piedras que marcaban el borde del camino l e parecan una aldea, confunda a Eva con la seora Nora. Pero bastaba con entrecerrar los ojos y el propio Karel poda creer que las piedras eran casas. Es que no le ha ba envidiado a mam su perspectiva durante toda la semana? Cerr por lo tanto los ojo s y vio delante suyo, en lugar de Eva, a la antigua beldad. Guardaba de ella un recuerdo secreto e inolvidable. Tena unos cuatro aos, mam y l a seora Nora estaban con l en algn balneario (no tiene ni idea de cul era el sitio) y l tena que esperarlas en un vestuario vaco. Se qued all pacientemente, abandonado e ntre los vestidos femeninos. Entonces entr en la habitacin una hermosa y alta muje r desnuda, le dio la espalda al nio y se estir para alcanzar su traje de bao que co lgaba de la pared. Era Nora. Nunca se le borr de la memoria la figura de ese cuerpo desnudo estirado, visto desde atrs. l era pequeito, lo miraba desde abajo, desde la perspectiva de una rana , como si hoy mirase desde abajo una estatua de cinco metros de alto. Estaba al lado suyo y sin embargo inmensamente lejano. Doblemente lejano. Lejano en el esp acio y en el tiempo. Aquel cuerpo se ergua sobre l ms lejos en la altura y estaba s eparado de l por una cantidad inescrutable de aos. Aquella doble distancia le prod uca vrtigo a un muchacho de cuatro aos. Ahora volva a sentirlo de nuevo dentro de s, con una enorme intensidad. Miraba a Eva (segua de espaldas a l) y vea a la seora Nora. Estaba de l a una distan cia de dos metros y de uno o dos minutos. Mam dijo , has sido muy amable de venir a charlar con nosotros. Pero las chicas tie nen que irae a la cama. Mam te march humilde y obediente y l enseguida le cont a las dos mujeres su recuerdo de la seora Nora. Se agach delante de Eva y volvi a darle vuelta para que quedara de espaldas y poder as seguir las huellas de la antigua mirada del muchacho. De repente el cansancio haba desaparecido. La arrastr al suelo. Ella estaba acos tada boca abajo y l agachado junto a sus pies dejando deslizar la mirada con sus piernas hacia arriba, hacia el trasero, entonces se lanz encima de ella y le hizo el amor. Y sinti como si ese salto hacia su cuerpo hubiese sido un salto sobre un tiempo inmenso, el salto de un muchacho que se lanza de la edad de la infancia a la ed ad del hombre. Y cuando despus se mova encima de ella, hacia atrs y hacia adelante le pareci que segua haciendo ese movimiento desde la infancia a la madurez y vuelt a, el movimiento desde el muchacho que mira desvalido el enorme cuerpo de una mu jer hasta el hombre que abraza y doma ese cuerpo. Ese movimiento que por lo gene ral mide apenas quince centmetros, era largo como tres decenios. Las dos mujeres se adaptaron a su ferocidad y l pas enseguida de la seora Nora a Marketa y luego otra vez a la seora Nora y de vuelta otra vez. Llevaba mucho tiem po as y tuvo que descansar un rato. Tena una sensacin maravillosa, se senta fuerte c omo nunca. Se tumb en el silln mirando a las dos mujeres que delante suyo yacan en el ancho sof. En ese corto rato de pequeo descanso no vea delante suyo a la seora No ra sino a sus dos viejas amigas, testigos de su vida, Marketa y Eva, y se vea a s i mismo como a un gran ajedrecista que acaba de derrotar a sus contrincantes en dos tableros. Esa comparacin le encant y no fue capaz de callarse: Soy Boby Fischer, soy Boby Fischer grit rindose. MIENTRAS Karel gritaba que se senta como Boby Fischer (que aproximadamente por aq

uella poca ganaba en Isln- dia el campeonato del mundo de ajedrez), Eva y Marketa yacan apretadas una a la otra en el sof y Eva le susurraba a su amiga al odo: Vale? Marketa le respondi que vala y peg sus labios con fuerza a los de ella. Cuando estaban solas en el cuarto de bao hace una hora Eva le pidi que alguna vez fuese, en compensacin, a visitarla a ella. Le gustara invitarla junto con Karel, p ero tanto Karel como el marido de Eva son celosos y no soportan la presencia de otro hombre. A Marketa le pareci al principio que era imposible aceptar y no dijo nada, slo s e sonri. Un par de minutos ms tarde, sentada en la habitacin, mientras por sus odos pasaban las historias de la mam de Karel, la oferta de Eva le pareci tanto ms irrec hazable cuanto ms inaceptable le haba parecido al comienzo. El espectro del marido de Eva estaba con ellas. Y despus, cuando Karel gritaba que era un nio de cuatro aos, se pona en cuclillas y miraba desde abajo a Eva, le pareci como si de verdad tuviese cuatro aos, como s i hubiese huido de ella a su infancia y ellas dos se hubiesen quedado solas, sol as con su cuerpo extraordinariamente eficiente, tan mecnicamente en forma que par eca impersonal, vaco y era posible ponerle cualquier alma. Por ejemplo el alma del marido de Eva, ese hombre perfectamente desconocido, sin rostro y sin aparienci a. Marketa dejaba que ese cuerpo mecnico masculino le hiciera el amor y luego vea a ese cuerpo lanzarse cont las piernas de Eva pero se esforzaba por no verle la c a para poder pensar que era el cuerpo de un desconocido Era un baile de mscaras. Karel le puso a Eva la mscara de Nora, a s mismo la mscara de un nio y Marketa Ir qu it al cuerpo de Karel la cabeza. Era aqul el cuerpo de un hombre sin cabeza. Karel desapareci y se obr el milagro: Marketa estaba libre y alegre. Pretendo con esto q ui- zs dar por buena la sospecha de Karel de que sus pequeas orgas caseras haban sid o hasta entonces para Marqueta slo un abnegado sufrimiento? No, sa sera una simplificacin excesiva. Marketa de verdad deseaba, con el cuerpo y los sentidos, a las mujeres que crea amantes de Karel. Y las deseaba tambin con la cabeza: fiel al presagio del viejo profesor de matemticas, quera al menos en el marco del infeliz contrato llevar la iniciativa, ser traviesa y sorprender a Kare l. Slo que cuando se encontraba con l desnuda en el ancho sof, las fantasas voluptuos as se le iban de la cabeza y una simple mirada al marido la devolva a su papel, a l papel de aquella que es mejor y a la que se lastima. Aun cuando estaba con Eva , a quien quera y de quien no tena celos, la presencia de un hombre demasiado quer ido se le vena encima y amortiguaba el placer de los sentidos. En el momento en que le quit la cabeza del cuerpo sinti el desconocido y embriag ador contacto de la libertad. La anonimidad de los cuerpos era un paraso repentin amente hallado. Con una rara satisfaccin, alejaba de s su alma lastimada y excesiv amente vigilante y se converta en un simple cuerpo sin pasado y sin memoria y por eso ms atento y vido. Acariciaba con ternura la cara de Eva mientras el cuerpo si n cabeza se mova poderosamente encima suyo. Y entonces, de repente, el cuerpo sin cabeza dej de moverse y con una voz que d esagradablemente le record a Karrl dijo una fraae increblemente estpida: Soy Boby Fiacher, soy Boby Fischer. Fue como ai un despertador la hubiese despertado de un sueo. Y fue en ese moment o cuando se peg a Eva (tai como el que duerme se pega a la almohada para esconder se de la lux turbia del da), y Eva le pregunt vale? y ella le dijo que s y bes con fu erza sus labios. Siempre la haba querido pero hoy por primera vez la quiso con to dos los sentidos, por ser ella misma, por su cuerpo y por su piel y aquel amor c orporal la embriagaba como un descubrimiento repentino. Despus se quedaron acostadas boca abajo las dos juntas, con los traseros levemen te levantados y Marketa sinti en la piel que aquel cuerpo inmensamente eficiente volva a dirigir su mirada hacia ellas y que dentro de un rato volvera a hacerles e l amor. Se esforzaba por no or la Y;>Z que afirmaba ver a la seora Nora, se esforz aba por ser slo un cuerpo que no oye, que se arrima a una dulce rnica y a un hombr e sin cabeza. Cuando todo termin, su amiga se durmi en un segundo. Marketa le envidia ese sueo a

nimal, quiere respirarlo de su boca, quiere dormirse con su ritmo. Se arrim a ell a y cerr los ojos para engaar a Karel que crey que las dos se haban quedado dormidas y se fue a acostar a la habitacin de al lado. A las cuatro y media de la maana ella abri la puerta arinnes iunto il ls|o. J" i a verbos irregulares: primero las vacaciones junto al lip>; 'iespus Yugoslavia, el lago y el balneario o el balneario. Yugoslavia y el lago; despus los Tatra, despus Bulfiru. despus se pierde la huella; despus Praga, el balnesno. J final Italia. La violenta respiracin de Hugo interrumpi sui re- j cuerdo. Abri los ojos y en el armario blanco vio la can Ir de ni marido. i U Tambin Hugo abri de repente los ojos. \io el ojo con examen I **ro de Tamina y el placer lo atraves como un rajo. CUANDO SU hermano visit a la suegra de T que forzar la cerradura. El eajn estaba a blT*' ** ^ all los once diarios. No estaban en ninguna daseT^0 . 7 " tlulse Oe paiuete sino simplemente unos encuna de otros I ? i. L,a8 cartas tambin estaban sueltas, en un montn informe de Da peles. El hermano las meti con los diarios en un maletn8 los llev a casa de su padr e. Tamina le pidi a su padre por telfono que volviera a envolverlo todo con cuidado

y, sobre todo, que ni l ni el liermano leyeran nada. El padre le asegur casi indignado que ni en sus sueos se le ocurrira imitar a la suegra y leer algo que no es suyo. Pero yo s (y Tamina lo sabe tambin) que hay mir adas jue ningn hombre es capaz de evitar; por ejemplo, uando se produce un acciden te de coches o cuando se tu ne acceso a una carta de amor. Los escritos ntimos han sido por fin depositados en i na del padre. Pero sigue t eniendo Tamina inters por ?los? No ha dicho cien veces que las miradas extraas son c omo la lluvia que borra los carteles? No, se equivoc. Los desea ahora an ms que antes, le >B an ms queridos. Son anotacion es saqueadas y viola- ? igual que ella ha sido saqueada y mancillada, tienen ( . r lo tanto, ella y sus recuerdos, un mismo destino fraternal Los quiere an ms. Pero se aiente humillada. fl I Hre mucho tiempo, cuando era una nia de siete . to la sorprendi desnuda en la habitac in M*6 nsa horrible y su vergenza se transform en Se h.an a < misma la .Irmne promesa .rf.nt de no volver u mirarlo en la vida. Ya podan recriminarle, insultarla, rerse de ell a, que nunca volvi a mirar a aquel to que los visitaba con frecuencia. Ahora se encontrabn CTI una situacin similar. Al padre y ai hermano les estaba agradecida, pero no quera volver a verlos. Saba ahora mejor que nunca que nunca re gresara junto a ellos. EL INESPERADO xito sexual le trajo a Hugo un desengao igualmente inesperado. A pes ar de que poda hacerle nhorn el amor cuando quisiera (difcilmente le podra negar lo que ya una vez le haba permitido), senta que no haba logrado atraerla ni deslumhra rla. Oh, como puede un cuerpo desnudo bajo su cuerpo ser tan indiferente, tan ina lcanzado, tan lejano, tan extrao! Y l haba querido hacerla parte de su mundo interno , de ese magnfico universo compuesto de su sangre y sus ideas! Est sentado enfrente a ella en el cate y dice: Quiero escribir un libro, Tamina, un libro sobre el amor, s, sobre ti y sobre m, sobre nosotros dos, nuestro diario liis ntimo, el diario de nuestros dos cuerpos, s, quiero romper as todas las barrer as y decir sobre m mismo todo, lodo lo que soy y lo que pienso, y ser al mismo tie mpo un libro poltico, un libro poltico sobre el amor y un libro de amor sobre ln p obtica. Tamina mira a Hugo y l de repente no soporta su mirada y pierde el hilo del dis curso. Quera que estuviera en el universo de su sangre y sus ideas pero ella est p erfectamente enccrrnda en su propio mundo, de modo que las palabras de l, que nad ie comparte, se vuelven en su boca cada vez ms pesadas y su flujo es cada vez ms l ento: ...un libro de amor sobre poltica, s, porque el mundo debe ser hecho a la medida del hombre, a nuestra medida, a la medida de nuestros cuerpos, de tu cuerpo, Tam ina. de mi cuerpo, s, para que llegue un momento en que el hombre pueda besar de otra manera y amar de otra manera... Las palabras son cada ve. ms pesadas, son como pandes trozos de carne dura sin ma8ticar H amina era hermosa y l la odiaba T^ ^ * ^ aprovechaba de su destino. Que e habU er lT ** - Pasado de viuda y emigrante como sobre u^ ^ falso orgullo desde el cua. mtraba a Z^T^ Hugo piensa celoso en su propia torre, que bten" V** * enfrente de l rascacielos de ella y que ella 2 una torre coastruida con el artculo publicadoT j .T que prepara sobre su amor. Entonces Tamina le dijo: Cundo irs a Praga? Y a Hugo se le ocurri que nunca lo haba amad,, v haba estado con l slo porque neces itaba qi - fuese a Praga. Lo atac un deseo irreprimible de iril(,,rit Tamina dice , cre que t misma te darai cuenu Habrs ledo mi artculo! Lo le dice Tamina. No le cree. Y si lo ley no le interes. No le habl del tema. Y Hugo siente que el n ico sentimiento imprtame de que es capaz es la fidelidad a esa torre despreriadi * abandonada (la torre del artculo publicado y el libro rn preparacin sobre su amo r hacia Tamina), que es capu de luchar en defensa de esa torre y que va a obliga r a Tamin a tenerla en cuenta y a asombrarse de su altura. Ya sabes que escribo sobre la cuestin del poder Analizo el funcionamiento del po

der. Y me refiero a loque sucede en vuestro pas. Y hablo de eso abiertamente. Por favor, de verdad crees que en Praga conocen tu artculo? Hugo se siente herido por su irona: -Hace ya mucho que vives en el extranjero y ya ol daMe de lo que es capaz vuestra polica. El artculo tuvo un X efecto Recib muc hsimas cartas. Vuestra pohca ha Odo hablar de m. Lo s. ^ Tamina permanece en sdencio y es cada mosa. Dios mo, estara dispuesto a ir cien veces a Praga y volver, con tal de que e lla tuviera un poco en cuenta ese universo al que l quiere incorporarla el univers o de su sangre y sus ideas! Y de repente cambia el tono de su voz: Tamina dice con tristeza , yo s que te enfadas porque no puedo ir a Praga. Yo tambin pens en un prim er momento que podra haber retrasado la publicacin del artculo, pero despus comprend que no poda seguir callando. Me entiendes? No dice Tamina. Hugo sabe que todo lo que est diciendo son contrasentidos que lo han llevado a donde no quera llegar, pero ya no puede dar vuelta atrs y est desesperado. Le han s alido manchas rojas en la cara y la voz le falla: T no me entiendes? No quiero que aqu termine todo como en vuestro pas! Si todos nos allamos nos convertiremos en esclavos! En ese momento una horrible repulsin se apoder de Tamina, se levant de la silla y corri hacia el water y el estmago se le suba hasta la garganta, se agach frente a l a taza, vomit, el cuerpo se le retorca como si estuviese llorando y vea delante de sus ojos los huevos, el pito y los pelos de aquel muchacho y senta el olor agrio de su boca, senta el contacto de sus muslos en su trasero y se le pas por la cabez a que ya no era capaz de acordarse del sexo y los pelos de su marido, que la mem oria del asco es por lo tanto mayor que la memoria de la ternura (ay, Dios mo, s, l a memoria del asco es mayor que la memoria de la ternura!) y que en su pobre cab eza no quedara ms que este pobre muchacho al que le huele la boca y vomitaba y se retorca y vomitaba. Despus sali del water con la boca (llena an de olor agrio) fuertemente cerrada. l dudaba. Quera acompaarla a su casa, pero e la no doria ni una palabra y segua co n la boca fuertemente rvada (como cuando en el sueo guavdaba el anillo de ovo) l le hablaba, pero ella n o contestaba y nicamente apuraba el paso y l ya no supo qu decirle, sigui un vai0 en silencio junto a ella hasta que al final se detuvo. F.1U sigui andando y no volv i la vista. Sigui sirviendo caf y ya no volvi a llamar por telfono a Bohemia. QUINTA PARTE LTTOST Quin es Kristina? KFISTINA tiene treinta aos, tiene un hijo, un carnicero con el que vive en matrim onio bien avenido y una relacin amorosa muy de vez en cuando con el mecnico local que, con escassima frecuencia, le hace el amor en condiciones bastante incmodas, e n el taller,