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RD EN YCAOS O PARALAJES Raíces históricas vs raíces estéticas, una reflexión acerca del pasado musical de México Ricardo Miranda' 2007 71 UNIVERSIOAD OE demás, hay en nuestros museos dis- tintos instrumentos musicales con los que se pretende sustentar una hipóte- sis sumamente problemática, la de la existencia de una práctica musical se- mejante a la nuestra a cargo de "músi_ cos" -ya sea solistas, grupos O ensambles- que habrán utilizado di- chos instrumentos pero cuyo propó- sito estético, sin embargo, resulta por demás nebuloso y seguramente dista mucho de lo que hoy entendemos por práctica musical. El problema, desde luego, radica en que no podemos proyectar en los sig- nos musicales de otras culturas rasgos que no les pertenecen. Por ejemplo, mucho se ha escrito en torno a las flau- tas dobles y triples así como a los so- nidos que éstas y otros instrumentos producen. Pero tal perspecriva no hace sino valorar esos vestigios con parámerros propios de los instrumen- tos occidentales. Lo mismo ha ocu- rrido con el ceremonial prehispánico al que de manera automática se ha querido revestir de un concepto de función social de la música inherente a Europa. Quizá estoS dos ejemplos, sumados a la falta de roda evidencia sonora respecto a la "música" pánica, sirvan para recordarnos que ese pasado musical precolombino es una mera reconstrucción histórica por de- más problemárica que surge al encontrar valores culturales de OCCI- dente donde quizá éstos no existieron. Pero además, ha de aceptarse que las evidencias que sustentan ese pasado musical son de índole documental e hisrórica y que la historia musical prr se no aporta mucho ya que sólo sentido en tanto es mUSIcal, es deCir, Cuando se reflexiona sobre ia historia musical de nuesrro país es inevitable referirse a la cuestión de los orígenes de la música en México. De manera casi condicionada, [al discusión se remonta hacia el pasado prehispánico, a la evidencias arqueológicas al respecto y a distintos datos y vestigios quesusrentan la noción de una cultura musical precolombina. Pero en tanto las evidencias musicales concretas no han llegado a nosotros, la pregunta no acaba de contestarse con roda cer- teza: son nuestros abuelos musicales? Algunos historiadores de la música mexicana, lo mismo que otcOS esru- lliosos del asunto, han señalado diver- sos aspectos sobre las actividades musicales anteriores a la conquista, tejiendo así un hilo que riende un puente entre culturas y que sustenta el auge bien documentado respecto al fervor musical del México del siglo XVI. Robert Stevenson, por ejemplo, ha sugerido que hubo cierta relación de organización y funciones entre los Tlapicutxin aztecas y las capillas mu- sicales novohispanas y que ello expli- ca en buena medida la adopción y el afán de los indígenas por las activida- des musicales llegadas de España. Otros han señalado la importancia ri- tual de la música entre los antiguos, fehaciente en múltiples evidencias Iconográficas como las del Códice Borbónico y las famosas pinturas mura- en Bonampak, cuyo empleo reli- gIoso no habría disrado mucho de las funciones litúrgicas españolas. Por lo t Pianista y musicólogo

MIRANDA - Raices Historicas vs Raices Esteticas

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RDEN YCAOSO PARALAJES

Raíces históricas vs raíces estéticas,una reflexión acerca del pasado musical de MéxicoRicardo Miranda'

2007 71UNIVERSIOAD OE Mt~ICO •

demás, hay en nuestros museos dis­tintos instrumentos musicales con losque se pretende sustentar una hipóte­sis sumamente problemática, la de laexistencia de una práctica musical se­mejante a la nuestra acargo de "músi_cos" -ya sea solistas, grupos O

ensambles- que habrán utilizado di­chos instrumentos pero cuyo propó­sito estético, sin embargo, resulta pordemás nebuloso y seguramente distamucho de lo que hoy entendemos porpráctica musical.

El problema, desde luego, radica enque no podemos proyectar en los sig­nos musicales de otras culturas rasgosque no les pertenecen. Por ejemplo,mucho se ha escrito en torno alas flau­tas dobles y triples así como a los so­nidos que éstas y otros instrumentosproducen. Pero tal perspecriva no hacesino valorar esos vestigios conparámerros propios de los instrumen­tos occidentales. Lo mismo ha ocu­rrido con el ceremonial prehispánicoal que de manera automática se haquerido revestir de un concepto defunción social de la música inherentea Europa. Quizá estoS dos ejemplos,sumados a la falta de roda evidenciasonora respecto a la "música" prehis~

pánica, sirvan para recordarnos que esepasado musical precolombino es unamera reconstrucción histórica por de­más problemárica que surge al quer~rencontrar valores culturales de OCCI­

dente donde quizá éstos no existieron.Pero además, ha de aceptarse que lasevidencias que sustentan ese pasadomusical son de índole documental ehisrórica y que la historia musical prrse no aporta mucho ya que sólo tie~esentido en tanto es mUSIcal, es deCir,

Cuando se reflexiona sobre ia historiamusical de nuesrro país es inevitablereferirse a la cuestión de los orígenesde la música en México. De maneracasi condicionada, [al discusión seremonta hacia el pasado prehispánico,a la evidencias arqueológicas alrespecto y adistintos datos y vestigiosquesusrentan la noción de una culturamusical precolombina. Pero en tantolas evidencias musicales concretas nohan llegado a nosotros, la preguntano acaba de contestarse con roda cer­teza: ~quiénes son nuestros abuelosmusicales?

Algunos historiadores de la músicamexicana, lo mismo que otcOS esru­lliosos del asunto, han señalado diver­sos aspectos sobre las actividadesmusicales anteriores a la conquista,tejiendo así un hilo que riende unpuente entre culturas y que sustentael auge bien documentado respecto alfervor musical del México del sigloXVI. Robert Stevenson, por ejemplo,ha sugerido que hubo cierta relaciónde organización y funciones entre losTlapicutxin aztecas y las capillas mu­sicales novohispanas y que ello expli­ca en buena medida la adopción y elafán de los indígenas por las activida­des musicales llegadas de España.Otros han señalado la importancia ri­tual de la música entre los antiguos,fehaciente en múltiples evidenciasIconográficas como las del CódiceBorbónico y las famosas pinturas mura­l~ en Bonampak, cuyo empleo reli­gIoso no habría disrado mucho de lasfunciones litúrgicas españolas. Por lo

t Pianista y musicólogo

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ORDEN Y CAOS

en tanto se relaciona con una expe­riencia estética concreta y no con lasimplicaciones de cualquier hecho uobjelO.

Aun asf.la cuesrión de la vida musi­cal prehispánica quizá requiera de unadiscusión renovada y de voces múlti­ples. pero un curioso aspecto que serelaciona con el rema llama cada va.más mi arención. Porque. ame la falrade roda evidencia rt!al respecto a la mú­sica del pasado precolombino -real.es decir musical. no histórica- la ig­norancia respecto a la parte de nues­tlO pasado musical de la que si existenmúltiples evidencias -hisróricas yestéticas-, apenas si se conoce entrealgunos especialistas. ¿Cuál es la mú­sica más amigua que se conserva enMéxico? ¿Quién la compuso? ¿Quié­nes la escucharon?

Según el musicólogo Roben Steven­son, la partitura más antigua conser­vada en nuestro país es una copiamanuscrita del primer libIO de misasde Cristóbal de Morales. llamado porsus conremporáneos Luz de España enla música. Asimismo. el libro demúsica impresa más viejo que se guar­da en los archivos mexicanos corres­ponde a una impresión veneciana dealgunos motetes de Francisco Guerre­ro. Estos vestigios -a los que se aña­den múltiples testimonios semejantesguardados en los archivos musicalesdel siglo XVI- nos obligan a reflexio­nar acerca de la historia musical deMéxico y a reconocer que nuestrasralces sonoras esrm en la Europa deCarlos V y no en alguna reconstruc­ción arqueológica cuyos sonidos qui­zá esrm perdidos para siempre.

Ame tales afirmaciones.!a identidadcultural y la hisroria musical se con­frontan de manera un tanto violenta.Porque en el caso de la música, ape­nas si puede hablarse de algún mesri­zaje: la abrumadora mayoría denuestro acervo musical -lo mismo elpopular que el mal Uamado culto ocldsico-- es de estirpe criolla y los soni-

•••7.2!MoYO2002· UNIVERSIDAD DE MEXICO

dos y herramientas musicales que ali­mentan nuestro pasado y nuesuo pre­sente son de innegable raigambreeuropea. Si acaso, serán cierrosmodismos de lenguaje y la influenciade otras culturas -sobre todo la afroan­tillana-las que permitan hablar de unmestizaje musical; pero habrá deconcederse que dicha mezcla ocurre yocurrió a posteriori. tras la adopcióndefinitiva de los modos de hacer yentender la música que nos llegaronde España.

En torno a la identidad musical po­dría emprenderse una discusión entantos sentidos como se quiera, biena favor de las ideas aquí esbozadas oen su contra, bien para proponer unaperspectiva menos tajante atenta a lasculturas musicales indígenas de nues­tro tiempo en las que podrían hallarsevestigios del pasado musical precolom­bino. Sin duda, la discusión está abier­ta. Pero las reflexiones anteriores noquieren esgrimir una posición defini­tiva tanto como insistir respecto alpobre conocimiento que se tiene res­peCIO a la música española de! sigloXVI ysu pape! como detonador de unaculrura musical sorprendente. Esa. quefue la música fundacional de nuesrracultura, casi nunca se escucha y nisiquiera entre nuestros estudiantes demúsica se conoce y estudia en debidaforma. Por lo demás. a nadie se leocurriría interpretar a Morales o aGuerrero a propósito de alguna fechaoficial, por más que ello resulte muchomás apropiado y apegado a nuestrahistoria que la repetición ad nauseam

del Huapango o de los Sones demariachi, piezas convertidas en estereo­tipos oficiales y. por colmo, escritas porencargo oficial y concebidas para e!público de los Estados Unidos.

La comparación entre músicas tandiversas no por extrema deja de serpertinenre y la confusión que de ella sedesprende quizá se entienda mejor alconvertirla en alguna metáfora cotidia­na. Imaginemos entonces que para ce~

lebrar algún importante acontecimien­to familiar, servimos a nuestra mesa loque el vecino piensa que debemoscomer, mientras ,dejamos arrumbadoun maravilloso libro de recetas quenuestros abuelos heredaron de los suyosy que, sin embargo, nunca hemosquerido poner a prueba. Porque. ade­más de la música de Morales y Gue­rrero. de la de Palestrina o Tomás Luisde ViclOria, está la de factura local. ladel indígena Juan de Lienas o la deHernando Franco. el magnífico maestrode capilla de México al finalizar e! sigloXVI. La música de estos autores confor­ma un fabuloso arsenal que nutre y davida a nuestro linaje musical. por más quelos usos y costumbres nos hagan creerque nuestras ralces sonoras están en al­gún otro lado.

¿Será que al reflexionar sobre nues­tra música no tenemos... abuelos?l..,

Distintas obras de autoresnovohispanos y españolesrenacentistas pueden encontrarse enel espléndido álbum Spanish andMexican Renaissance Vocal Music,The Hilliard Ensemble. EMI, COS7543412, londres. 1991. y en losinteresantes volúmenes de Músicabarroca mexicana, CapellaCervantina. Horado Franco, dir.,QUlNDEClM, vol. 1, QPOOS, México,1996 y vol. 2 QPOSO, México, 2000.Asimismo, una Misa de Juan deLienas forma la columna vertebral dela grabación Messe de l'Assomptionde la Vierge, Companfa Musical d~las Américas, Joseph Cabré, FranCIa.K617, K617D24. 1992 (Les Chemins duBaroque. 3),

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