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Crevillente, Semana Santa 2008 46 Mis raíces. Mi camino Crevillent cuenta con la celebración de Semana Santa más atractiva, porque la devoción y el fervor se respiran en cada rincón de la ciudad “Y es que Crevillent, en su austera elegancia, representa, para ese niño de hace 50 años, criado al amor de una familia clásica, el reducto misterioso de sus padres, de las calles retorcidas” Pregón 2007 Semana Santa

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Crevillente, Semana Santa 200846

Mis raíces. Mi caminoCrevillent cuenta con la celebración de Semana Santamás atractiva, porque la devoción y el fervor se respiran en cada rincón de la ciudad

“Y es queCrevillent, en

su austera elegancia,

representa, paraese niño de hace

50 años, criado alamor de una

familia clásica, el reducto

misterioso desus padres,

de las callesretorcidas”

Pregón 2007Semana Santa

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Senyores i senyors.

Estimats amics.

Quan a primers del mes de desembre, ungrup d'homes de Crevillent, presidits perEn Francisco Polo, em visitava a Alacantper a notificar-me la decisió de la Federacióde Cofradies i Germanors de Setmana San-ta, que jo realitzara el Pregó, em va ompliruna profunda emoció. En uns segons, van passar pel meu cap lesil·lustres figures d'aquells que em van ante-cedir, aquells que, atorgant-me la seuacàrrega genètica, em van ensenyar a esti-mar a Crevillent i a reconèixer-lo com elmeu poble. Vi, en primer torbellino, el rostro de mipadre, quien tantas cosas me había enseña-do de la Villa. Mi abuelo Francisco, retrata-do por Casteig en 1920, en un hermoso óleocuyo fondo transcribe la esencia de Crevi-llent, y que preside mi despacho, me aguijo-neó el pecho, como si de una opresión angi-nosa se tratara. Mi abuelo Francisco, cuyasabia figura me ha llevado a rebuscar enarchivos y bibliotecas, institutos científicosy universidades, hasta encontrar las raícesy el camino de un hombre tan ilustre. Misraíces. Mi camino.Mi abuelo, en su casa de Alicante, sentadosalrededor de la mesa camilla, me narrabacómo curiosamente había llegado a la con-clusión de una nueva tinción que facilitabael estudio sobre la tuberculosis. Me lo contaba a mí, a un niño de 6 ó 7 añosque abría la boca con emocionada sorpresa,percibiendo la oratoria de un viejo sabio quehablaba con acento valenciano, pausada-mente, con voz bronca y huertana. Así, entanto, entre virus y virus, me contaba suscorrerías por su viejo pueblo. Y el nieto, que tenía doce años cuando suabuelito volaba al Cielo, ese Cielo asombro-so en donde le esperaban, con los brazosabiertos, su venerado padre, y su queridísi-ma madre, y con el anhelo de correr a ver asu muy amada Virgen de los Dolores, aque-lla que tantas veces mentara en sus histo-

rias, el nieto, digo, elucubraba un mundo deilusión y fantasía en torno a ese pueblomaravilloso, el Crevillent de sus ancestros.¿Cómo no va a calar en el corazón de quienos habla desde esta tribuna, tanto amor ytanta pasión? Como que cada poro de mipiel expele estima, ternura, fidelidad a latierra de su familia.Y entre tanto, la Semana Santa trascurre

en la infancia como una escena más de lavida cotidiana. Papá, ¿Cuándo vamos aCrevillent a ver las procesiones? No en Sep-tiembre, contestaba mi padre. Y sistemáti-camente la exigencia del niño: ¡Es que quie-ro salir de alabardero!Cuando seas mayorFrancisco. Y este diálogo, con mi padre, y los otros, conmi abuelo, y siempre protegido en elambiente de amor a la terreta, al poble, a esepequeño lugar amparado por la sierra, endonde la ternura de sus gentes había trans-formado la historia de una familia, la fami-lia Magro, els Maltesos, y que contada díatras día a un pequeño e inquieto corazón,capacitado para absorber todas las fábulas,los cuentos, las jácaras del mundo, y conuna cabeza capaz de transformarlas en milhistorias de ensueño, acabó enamorándolode Crevillent, absorto en la posibilidad deque un día mi padre me dijera: ¡Aquí tienestu traje de alabardero!Pero no fue mi padre, fue Francisco Polo, enrepresentación de la Federación de Cofra-días y Hermandades, en representación delpueblo de Crevillent quien me ha regaladoel sueño.Ya sé que no es salir en la Semana Santa deCrevillent vestido de alabardero. Es algotanto o más importante, es ser su Pregone-ro. Y, nuevamente, la mirada se desvía al fren-te, al cuadro del abuelo.En un rincón, como una pequeña ventana,Crevillent. Corre el aire fresco del ambienteoriental de la villa. En un primer plano, lafigura del hombre ilustre. El hombre seriocrevillentino. El ambiente se empapa deemociones: Aire, hombre, palmera…Y esque Crevillent, en su austera elegancia,

Crevillente, Semana Santa 2008 I

Pregón de la SemanaSanta 2007En Crevillent existe una trascendencia que se apoya entres columnas, que asientan en el recio carácter del crevillentino, honrado, trabajador, fiel

“Tres niñasrubias, bajan consu padre tras delpaso de la Madredel Dolor. Se trastocaron loshechos. Otraépoca, mismossentimientos.Ahora son ellas,Ana, Paula, Elena,quienes felizmenteansían cantar,como su padre leshabía enseñado”

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Crevillente, Semana Santa 2008II

representa, para ese niño de hace 50 años,criado al amor de una familia clásica, elreducto misterioso de sus padres, de lascalles retorcidas, en donde al amparo de lafelicidad que aportaban sus gentes, trabaja-doras, cultas, se figuraban, en la cabeza delniño rubio, mil y una historias, todasenvueltas en los profundos sones de los cla-rines. Esas trompetas gigantes que abren elespectáculo más grande del mundo. Es laConvocatoria. Y Crevillent se teñía, en sus infantiles ojos,de color malva. Y la torre de la iglesia gran-de, se representaba en las lanzas de los ala-barderos, esas que el niño anhelaba tenerentre sus manos. "Papa yo quiero ser alabardero", es mimemoria que llega hasta los cantos, esos queya había sentido en mi casa de Alicante, yque se quedaron tan profundamente embu-tidos en mi corazón, tanto que formaronparte de mi voluntad, como el color de misojos.Quiero ser alabardero, suponía el reconoci-miento, infantil e ignorado de la larga his-toria de un pueblo, que ya existió en tiempode romanos, con el nombre de CampusSpartarius. Y hasta ahora. Algunos años después. Stabat Mater Dolorosa… Tres niñasrubias, bajan con su padre tras del paso dela Madre del Dolor. Se trastocaron loshechos. Otra época, mismos sentimientos.Ahora son ellas, Ana, Paula, Elena, quienesfelizmente ansían cantar, como su padre leshabía enseñado. Plorans plorans Ploravit… Y una lágrima,no disimulada, rueda por la mejilla, mien-tras las manos se entrelazan. Allí van, bisa-

buelo, abuelo, padre, hijo y nietas, caminan-do con la Madre hecha arte por el genialBenlliure, acompañándola en su bajada delCalvario.Cuando hablamos de Semana Santa, enCrevillent tenemos que profundizar en suconcepto. No se trata de una misión lúdica,nacida de la necesidad de atraer al turismo.Ni siquiera de actividad para conseguir unbeneficio económico.En Crevillent existe una trascendencia quese apoya en tres columnas, que asientan enel recio carácter del crevillentino, honrado,trabajador, fiel. Es este carácter del puebloquien conforta la tradición, la cultura ytodo envuelto por la fe. Esa fe que, en estecaso, es fundamentalmente religiosa, peroque puede estar estructurada en una creen-cia del sentimiento intimo del corazón cre-villentino, aunque exento de matices piado-sos.En si mismo,¡qué más nos da!, si es el cre-villentino quien soporta todo el ceremonial,y todo él se dirige a conmemorar algo tras-cendental, único en la historia, como es lapasión y muerte del Señor.Y así, Crevillent cuenta con la celebraciónde Semana Santa más atractiva, porque ladevoción y el fervor se respiran en cada rin-cón de la ciudad.La Semana Santa es arte que se plasma enlas figuras salidas del extraordinario talen-to artístico de los grandes escultores e ima-gineros, y, todas, ensalzadas con los corosque las acompañan, en una explosión de fer-vor hecho música vocal.Y es que, la médula de Crevillent está con-formada por infinidad de variables que con-fluyen en la exaltación de esa Pasión, con

“Se tornó la Cruzde Malta, por la

Cruz de laCuaresma, la queluce en lo alto de

la torre de laIglesia Principal,

nos toca elcorazón y nos

llama. Es la señalde la Fé y es la

señal de laidentidad de ser

crevillentino”

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mayúsculas, que marcó la historia de lahumanidad.Por esto dice Gemma Guillamón, en unexcelente artículo publicado en una recienteRevista de Semana Santa: "Cuando losestudiosos hablan del "relevo generacio-nal", dicho relevo será entendido como con-secuencias del proceso de socialización (enel sentido de "apropiación"), a través delcual los hijos aprenden de su interaccióncon los padres, con la familia, y con el restode la sociedad, una serie de formas y valoresque interiorizan, haciéndolos suyos pro-pios".Visto desde la filosofía del corazón, existemucho más. Fenómenos inevitables en laVilla de Crevillent.Es el propio pueblo quien se transforma enpadre y madre, y, sustancialmente, tornalos valores interiores, y empapa el corazóndel que habita en Crevillent, aunque seaforáneo, un recién llegado a la pequeñapatria, transformándolo en esencia dellugar.Es la tradición la que mueve la montaña dela fe. Y en su fuerza, arrastra y conmuevecorazones de otras latitudes, de otras cos-tumbres, de otras formas de pensar; otrosproyectos políticos, otras ideas religiosas. Otras metas, dispares de la idea de origen,se ven atraídas por la fuerza de ese imán queemana del corazón del pueblo.

"Crevillent, Crevillent,en los siete días santostus hijos vienen de lejospara rezar en tus brazos"

Así dice el Romance al Sábado de Gloria,publicado en "Patria Chica" el 27 de marzode 1953, y cuyo autor, Molina Manchón,sigue diciendo en su verso:

"El huerto del Canastelde esmeralda y amapolas,recibe a la Primaveraniña rebelde y mimosaque trae un vestido de luces con alas de mariposa.San Juan con las tres Maríasen el sepulcro se posandonde Dios dejo el sudarioluz y verdad en las sombras".

Y eso ocurre en Crevillent, mas no en otroslugares, en donde adversidades políticas osociales han mermado temporal o definitiva-mente la práctica de la Semana de Pasión.En Crevillent, esto no es posible. No es,

siquiera, pensable. Porque es el pueblo, susgentes, los crevillentinos, quienes llevanescrito es sus cromosomas, cada paso, cadatradición, cada uno de los cantos.Nacen los niños con el "Stabat Mater" mar-cado en la esencia. Y esta cualidad se trans-mite de padres a hijos, y hasta los nietosperciben la fuerza que les impulsa a ser cre-villentinos, como sus antepasados. Da igualque ese niño nazca en Crevillent, o en Ali-cante, como es mi caso. La fuerza de la san-gre, que es como siempre se ha llamado a latransmisión genética, te devuelve, como lasolas del mar, a tus raíces.I per açò jo estic ací ara, en aquest ambón,inclinat sobre el paper, pensant, reconcen-trant la meua imaginació, que vola cap alpassat. Días felices, de niño, con mis abuelos y mispadres, viviendo la Semana Santa de Crevi-llent. Una historia, como un árbol de pro-fundo raigón, que inevitablemente me man-tiene unido a este pueblo. Pero, ¿qué tiene Crevillent? ¿Qué fuerza,qué seducción, qué imán posee este pueblo,para que una familia, procedente de una islalejana, la isla de Malta, perdida más cercade África que de Europa, con un idiomaextraño, con una cultura entre fenicia e ita-liana, al llegar a estas tierras, huyendo de latiranía francesa a principios del siglo XIX,se sintiera no solamente acogida, si no tam-bién integrada plenamente en sus costum-bres? Crevillent les llamaba "los malteses". Comotantos emigrantes actuales llegaron y sesintieron en su propia patria.Yo soy uno de ellos, cinco generaciones des-pués. Se tornó la Cruz de Malta, por laCruz de la Cuaresma, la que luce en lo altode la torre de la Iglesia Principal, nos tocael corazón y nos llama. Es la señal de la Féy es la señal de la identidad de ser crevi-llentino.Una Fé y una identidad que los tiemposobliga a participar y compartir con todosaquellos que, procedentes de lejanos países,acuden a nosotros en busca de bienestar. Esa Cruz significa que Crevillent sigue.Continúa su caminar, como hasta ahora,calladamente, acogiendo al emigrante, dan-do ejemplo de amor, dando cultura y tradi-ción al mundo, dando hijos ilustres, dandocalor, dando, sin limites, el fruto del sudory del trabajo.Crevillent sigue, como sigue su sierra y susviejos barrancos: "Els Plans; el Pico de lesMoreres; Els Llisos de Marxant". SanCayetano; Sanyuri; el Puntal de Matamo-

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“Crevillent siguepermaneciendoleal a su esencia,integra en su tradición, queson, en definitiva,el abuelo, elpadre, la madre,el hermano,desaparecidos enla materia, perovivos en la condición”

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Crevillente, Semana Santa 2008IV

ros; los vértices geodésicos de tercer ordende Monte Alto; Caminanto, y el vértice deCrevillent.Sábado de pasión, después de este pregónsaldremos todos a la llamada del paso-guiónde las procesiones. Saldremos, atraídos por el sonido de lasgigantescas bocinas, encumbradas en untrono obra de Policarpo Ramón. El tercertrono que soporta los portavoces del llama-miento. Esas bocinas que llamaran poderosamentemi atención de niño. Clarines y tamboresles harán coro, y, nosotros, sentiremos queun año más, que en el año 2007, todo nue-vamente sucede, como si el tiempo volvieraa décadas anteriores, a siglos pasados. Volveremos a sentir todo aquello que nosemociona cada año de nuestra vida, tornare-mos a apreciar que, a pesar de todo, haycosas que no cambian e invariablemente tor-nan a nuestro corazón. Inconscientemente, buscaremos a nuestrosabuelos, a nuestros padres, a nuestros her-manos, sin darnos cuenta de que la vida hapasado, de forma inexorable. Rebuscaremos entre la gente, nuestro cora-zón saltará por encima de sus cabezas, y lamirada se nublará en un gemido de perseve-rante realidad; porque han sido, mas no losencontramos. Porque muchos ya no estánfísicamente entre nosotros. A pesar de queapreciemos su presencia, fuerte, real, con sucierto olor melancólico de siempre.Y la noche nos acogerá con ese sentimientoque confirma, que a pesar de todo, nuestrospadres, siguen formando parte la condiciónde crevillentinos. Porque gracias a este pue-blo, Crevillent sigue permaneciendo leal asu esencia, integra en su tradición, que son,en definitiva, el abuelo, el padre, la madre,el hermano, desaparecidos en la materia,pero vivos en la condición. Vivos en las costumbres. Las tradiciones denuestros padres.Y así transcurrirá la semana. Entre la laborcotidiana de cada uno y los actos procesio-nales.Desfilará el Domingo de Ramos, dejandoatrás la Entrada de Jesús en Jerusalén, obrapóstuma de Mariano Benlliure. Crevillent tiene la rúbrica del escultorvalenciano en su Semana Santa. Fue élquien dio forma a muchas de las escenas quemarchan por las estrechas calles de subarrio antiguo.Pasará el Martes Santo, con su silencio, ylas antorchas sobrecogedoras escoltando elpaso del Cristo, cuya Cruz es portada por

los penitentes. Una serena oscuridad domi-nará las estrechas calles medievales, en lasque se agolpará la gente para ver pasar laprocesión del Stmo. Cristo de Difuntos yÁnimas. Acompañada por los cofrades, sólo se deja-rán oír el golpeteo de un tambor y el cánti-co de una composición de siglo XVI, inter-pretada por un coro, como una saetamultitudinaria.Llegará el Miércoles Santo, con uno de losmomentos más esperados por los crevillenti-nos. La concentración de los pasos en elrecinto de la plaza: los ecos afligidos de "LaOración del Huerto"; "El beso de Judas";"El Lavatorio"; "La Cena"; "La Negaciónde San Pedro"; "El Santísimo Cristo de laCaída"; "San Juan"; "La Santa MujerVerónica; "El Prendimiento"; "La Colum-na: el Ecce Homo", con la centuria de roma-nos que embriagó mi corazón de niño; "ElCristo de la Victoria"; "Las Tres Marías";mi "Virgen Dolorosa", envuelta en el "Sta-bat Mater" que cantará el pueblo... Y recorreran, por lo tanto, obras de PérezFigueroa, de Riudavens, de Jeriqué y Chust,de Carlos Rodríguez, de Antonio Parera,de Carlos Monteverde, de Juan GarcíaYudez… Flotats, Carmelo Vicent, GarciaTalens, Navas Parejo... Mariano Benlliure.Y Crevillent seguirá trabajando, como ciu-dad industrial que es, ejemplo en España,porque el esfuerzo de su gente sobrepasa loslímites de su geografía. Pero no se olvidaráde hacer un hueco, a pesar del cansancio dela jornada, para asistir en familia, a losactos litúrgicos y, cómo no, participar enlas diferentes cofradías.Y herirá el Viernes el aire de la Villa, en laturbación de la espera del día más largo yhermoso. Y van ustedes a permitirme que en estepunto efectúe un alto. El Viernes Santo nose puede pasar disimuladamente. ¡ViernesSanto, el gran día!De niño, en el caserón de la plaza grande,frente a la Iglesia, la ilusión se arropaba enel amor de mis tíos, Álvaro, Carlos, MariaLuisa, Mariángeles. Magros que, ya desdeel cielo, contemplan con orgullo a su Crevi-llent del alma.Después, en la casa de la calle Blasco Ibá-ñez, en la que vivían mis tíos Manuel MásGalván, y Maria Dolores de Leyva, a quie-nes he querido, y quiero, con verdadero sen-timiento, y que, unidos en el Cielo al restode mis antepasados, permanecen en estaVilla, formando parte de su esencia históri-ca.

“Y Crevillentseguirá trabajando,

como ciudadindustrial que es,

ejemplo en España,porque el esfuerzo

de su gente sobrepasa los límites de su

geografía”

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En la madrugada, las rondallas y bandas decornetas pasearán las populares "dianas";esas dulces melodías que se funden en elsilencio de la noche para marcar el inicio deldía.Crevillent despierta, despabila a la gran jor-nada. La música, esa cultura que impregnael alma de los crevillentinos, y les haceamar, como pueblo alguno ama, el ritmo, labella amistad de voces e instrumentos de laque nacen dulces habaneras, sentidos cantosapasionantes himnos.Son bandas, coros y cantores que prolonganel nombre de Crevillent más allá de las fron-teras de nuestra España.Hace unas semanas, sentado en la primerafila del templo, por ese privilegio que meconcedía la Federación de Cofradías, tuve elhonor de asistir al estreno del "Himnario",compuesto por el ilustre maestro D. RamónMas López, y a quien tuve la dignidad desaludar y reconocerle el profundo contenidode la obra.Y, fue entonces, cuando vi frente de mí,como lo contemplo ahora, ese hermoso viejoórgano, modernamente restaurado. El quepreside el atrio del templo. Alguien "soto voce", comentó el alto respe-to que Crevillent otorgaba a ese antiguoinstrumento. "Solamente manos muyexpertas tienen permiso para tocarlo", meconfesaba.

Y recordé cómo presumía mi abuelo Fran-cisco del viejo y familiar armonio de su pue-blo, y de las veces que él lo tocara para lamisa del domingo. Probablemente no serefería al actual. Seguramente se referiría aalgún otro, quizás destruido en los tristesaños de la guerra.Crevillent es música, y la música es Crevi-llent. Música cada uno de los crevillentinos,música es el pueblo. Su Semana Santa es música. ¿Qué sería deella sin los coros, sin las bandas, sin unpueblo rezando entre cánticos?Por eso, el primer acto de todo el Misterio esel Septenario. Ese Septenario en honor aNuestra Señora de los Dolores, la que pron-to será coronada. Sí, ayer nuestro ObispoRafael nos dió la primicia: la CoronaciónCanónica de la Dolorosa de Benlliure, de laVirgen Dolorosa de Crevillent, la que ayerpresidió el hermoso pórtico de lo que nosespera en la semana que viene. Los cantosde Marcelino Sempere, transcurrieron comocada año, dejándonos el sabor de lo añejo, elque nos arruga y, a la vez, rejuvenece. Nos hemos emocionado. Pero seguimos elrelato. Al amanecer del Viernes Santo, LaMorquera es ocupada por una impresionan-te concentración de gente. Todos quierenpresenciar, con fervor, el acto realmentemás sentido por los crevillentinos: el abrazoentre la Madre y el Hijo, que ocurre duran-

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“De niño, en elcaserón de laplaza grande,frente a la Iglesia,la ilusión se arropaba en elamor de mis tíos,Álvaro, Carlos,Maria Luisa, Mari Ángeles.Magros que, yadesde el cielo,contemplan conorgullo a suCrevillent delalma”

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te la procesión camino del Calvario. ¡Cuánto fervor atesorado en un multitudi-nario grito de dolor!

"Viernes Santo en la mañana,el Calvario rebullente,con tanto Paso y la gente,es digno de visitar;como el enjambre se agrupasalido de la colmena,así la multitud llenaeste bendito lugar".

Son versos de Juan Martínez García, crevi-llentino. En 1937, cuando los escribe, eracanónigo de la Catedral de Tudela. Su"Retablo Crevillentino", es una expresiónde amor al pueblo que le vio nacer.

Lo recuerdo con bastante claridad. Su figu-ra adusta y alargada, seria en su presenciay afable en su trato. Imagen que se me anto-jaba como la de un alto y recio tronco; sota-na en ristre hasta los talones, botonadura depredicador vertical y roja. Rostro afilado,rapada cabellera, mirada penetrante. De niño, gustaba de sentarme a su lado, yprocurar oídos a la apacible conversación,desenfadada, en ese valenciano de verdad, elvalenciano de Crevillent. El habla que hesaboreado de chico, y ha envuelto todas lasevocaciones que la memoria es capaz devalerme, desde esa infancia peculiar que meregalaron los abuelos.

"Al promedio del Calvario,y al centro de su avenida,Jesús, y su Madre querida,se disponen a encontrar;óyese, ¡misericordia!Es el pueblo que está al centroque ha presenciado el encuentro,viéndolos casi besar".

En la Morquera, ocurre el milagro. Es allí,en ese lugar del corazón de Crevillent, en elque crecía el hisopillo, una planta con pode-res medicinales, donde el pueblo se rompeen clamores, abrazos, coplas y lágrimas.Sentimientos indefinibles que brotan de laesencia de sus gentes.Es el primer abrazo. Y también el primerdolor. Esa infinita amargura de nuestraVirgen amada, esta Madre que Crevillentlleva incrustado en el corazón, como una desus divinas espadas.

Es cierto que la Virgen Dolorosa de Crevi-llent no derrama lágrimas. Os habéis dadocuenta de esto. Es un rostro tan golpeadopor el sufrimiento que palidece su piel ceni-cienta; sus ojos cárdenos poseen una miradaincierta. Es el mismo dolor de cualquiermadre; el humano dolor por la muerte delHijo. Su propia muerte.

"Deshecha en un mar de llantobuscas al Hijo amoroso.Yo le perdí caprichoso.¿Y no muero de quebranto?"

La fe y el entusiasmo remontan la penosasubida de la cuesta del Calvario. Elevan alcielo de Crevillent el espíritu del lugar,transformado en sudor. Corazones despren-didos a favor de un esfuerzo común que cul-minará, allá arriba, en el segundo abrazo. Dos horas después del primer encuentro enel nuevo puente, Jesús y su Madre, esamaravillosa Dolorosa, señal realizada alfuego que es pasión por la tierra de nuestrospadres, vuelven a abrazarse, en esa segundaentrega de dolor.

"¿Cómo tu angustia medir?Contemplas el improperio,a tu Hijo sin refrigerio,

y en tormento atroz morir".

Tras ésta, la tradición exige que los partici-pantes repongan sus fuerzas en un almuer-zo único y peculiar. Así dice Juan Martínez:

"Precisa la rapidez;y aprovechar los minutos,los instantes, los momentos,para almuerzos suculentos,y continuar otra vez".

El "pà torrat", se adueña de la Villa, con-virtiéndose en el componente más genuinode la gastronomía de Crevillent: pa, bacallài alls al forn, acompanyat de faves i cebestendres. Vi del lloc. Obviamente, una comida sin carne acordecon la fecha.Y sigue versificando el reverendo:

"Siendo inmenso el ajetreo,para trasladar los Pasos,de peso no muy escasos,del uno al otro lugar;

“Crevillent esmúsica, y la

música esCrevillent. Música

cada uno de loscrevillentinos,

música es el pueblo”

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reparando así las fuerzas,con abundante comida,sin prescindir la bebida,para poder terminar."

La participación de multitud de masas cora-les da color a la bajada del Calvario, en lamañana.El pueblo se amontona en los márgenes delrecorrido. Se empujan mujeres, hombres yniños, con la intención de ser los primerosen ver cómo descienden de lo alto de la lomalos hermosos tronos, arte mecido por lossones de los himnos corales. Transcurren las imágenes, el arte manifes-tado de Crevillent. Aparece Nuestro PadreJesús Nazareno, y al cabo, la sublime Dolo-rosa. El pueblo sale al encuentro. Quiere abrazar-la. La envuelve, rodea el trono y en eseorden de respetuoso grupo, acompaña eldolor de la Virgen de Benlliure.

"Amor, se escribe con sangre,amor, las tres de la tarde".

Reza y canta, mezclándose coros, gentesbuenas, banda de música, porteadores,ardor de lágrimas…, hasta que en la plaza,frente a la Iglesia, se inflama, de nuevo, enel arrebato del tercer encuentro.

"Bañado en sangre y sudor,le encuentras sin Figura.– Madre, ¿cuál fue tu amargura?– Hijo, ¿cuál fue tu dolor?"

Estalla el espíritu de las multitudes, y latarde se deja caer apaciblemente.

"Amor, ahí tienes a tu Madre;amor, las tres de la tarde".

Y Cristo entrega el alma al Padre.

"Su Cuerpo yerto cuelga del madero.Todo para Él ha sido consumado...Sangran aún manos y pies clavadosTras exhalar suspiro ya postrero."

Las rimas de Luís Gallardo Espinosa, escri-tas en 1943, dan esplendor al luto. En el atardecer, la Procesión de la Muertede Cristo. Los pasos del escultor MarianoBenlliure marcan tramo a tramo los cami-nos del centro de la villa, invadidas por un

absoluto silencio, quebrado, solamente, porlos motetes y cantos de la pasión que inter-pretan las corales. Y en Crevillent, todo concluye, incluso laSemana Santa desaparece en el paso impla-cable del tiempo. Han sonado los últimos clarines en el cre-púsculo de la Villa. El aire fresco de la ano-checida; la mirada perdida en el cansancio.Una robusta palmera asciende hacia el tejarde la iglesia, se asoma por entre la muche-dumbre que regresa de las calles.Los hijos, los niños, mozos y adultos, hancrecido en el ensueño de un pueblo enraiza-do en mil historias. En el corazón persisteny en el alma perduran eternamente.

"Quedo sin mi dulce Amado,no me llaméis venturosa.¡Ay, una fúnebre losaesconde su cuerpo helado!"

Y ahora son mis tres hijas, mi mujer queri-dísima, escultora de sus vidas. Ya Elena me aprieta la mano, cuando Anaexplota en un suspiro de complacencia. Losgrandes ojos azules de Paula en Crevillentde nuevo. Todas en su circunstancia. Lashistorias que oyeran de pequeñas revividas,un año más, en la realidad de la Semana.Las Tres Marías bajan en su luto del Calva-rio. Son tres mujeres, como las tres hijasmías emocionadas. Ya hemos procurado,Teresa y yo mismo, como lo hicieran ante-riormente mis padres y mis abuelos, interio-rizarles el misterio del pueblo, su pueblo, elque guarda en su vientre el cuerpo de susantepasados.Gràcies, Crevillent. Gràcies per haver-meconcedit l'honor d'estar hui ací. Notant l'a-mor dels meus avis i dels meus pares. De lameua llarga família que, des d'allí dalt, sen-ten l'orgull d'haver estat capaços de trans-metre la vanagloria de ser crevillentins. Ara, isquem tots a la plaça. Escoltem el sode la Convocatòria, i seguim-la. Perquè és la nostra Convocatòria. La nostratradició i la nostra vida. Que visca Crevillent, i que visca pels tempsla nostra Setmana Santa.

Gràcies.Gracias.

Francisco Mas-Magro y Magro

Crevillente, Semana Santa 2008 VII

“Gràcies,Crevillent. Gràciesper haver-me concedit l'honord'estar hui ací.Notant l'amordels meus avis idels meus pares.De la meua llargafamília que, desd'allí dalt, sentenl'orgull d'haverestat capaços detransmetre lavanagloria de sercrevillentins”

Pregón 2007Semana Santa