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Leyenda Azteca sobre la creacion del maiz. Los huicholes estaban cansados de comer cosas que no les gustaban. Querían alguna cosa que pudieran comer todos los días, pero de maneras diferentes. Un joven huichol oyó hablar del maíz y de sus famosos mets, unas tortillas, los chilaquiles y la sopa de tortilla que se preparaba con este cereal. Pero el maíz se encontraba muy lejos, al otro costado de la montaña. Eso no lo desalentó y se puso en marcha. Al cabo de poco tiempo vio una hilera de hormigas y como él sabía que ciertas de ellas eran las guardianas del maíz, las siguió. Pero cuando el joven se durmió, las hormigas, sin ningún problema, se devoraron todas sus vestimentas, dejándolo sólo con su arco y sus flechas. Sin ropas y hambriento el huichol se puso a lamentar. Fue entonces que un pájaro se posó sobre un árbol próximo. El joven apuntó su arco sobre él, pero el pájaro le regañó y le dijo que ella era la Madre del maíz. Lo invitó a seguirla hasta la Casa del Maíz donde ella lo autorizaría a tomar todo lo que él buscaba. En la Casa de Maíz se encontraban cinco bellas doncellas, las hijas de la Madre del Maíz: Mazorca Blanca, Mazorca Azul, Mazorca Amarilla, Mazorca Roja y Mazorca Negra. Mazorca Azul lo encantó con su belleza y su dulzura. Se casaron y volvieron a la villa Huichol. Como él no tenía aún casa, durmieron un tiempo en un lugar dedicado a los dioses. Después, como por encantamiento, la casa de los recién casados se llenaba cada día de espigas que la decoraban como flores. Las gentes venían de todas partes porque Mazorca Azul les ofrecía espigas a manos llenas. La bella esposa enseñó a su marido a sembrar el maíz y a cuidar los cultivos. Enterándose qué delicias ofrecía este nuevo alimento, los animales intentaron robarle. Mazorca Azul enseñó a las gentes a colocar fuego alrededor de los cultivos para espantar a las bestias en busca de espigas tiernas.

Mitos y Leyendas 10 y 10

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MITOS Y LEYENDAS 10

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Leyenda Azteca sobre la creacion del maiz. Los huicholes estaban cansados de comer cosas que no les gustaban.Querían alguna cosa que pudieran comer todos los días, pero de maneras diferentes.Un joven huichol oyó hablar del maíz y de sus famosos mets, unas tortillas, los chilaquiles y la sopa de tortilla que se preparaba con este cereal.Pero el maíz se encontraba muy lejos, al otro costado de la montaña. Eso no lo desalentó y se puso en marcha.

Al cabo de poco tiempo vio una hilera de hormigas y como él sabía que ciertas de ellas eran las guardianas del maíz, las siguió.Pero cuando el joven se durmió, las hormigas, sin ningún problema, se devoraron todas sus vestimentas, dejándolo sólo con su arco y sus flechas.Sin ropas y hambriento el huichol se puso a lamentar. Fue entonces que un pájaro se posó sobre un árbol próximo. El joven apuntó su arco sobre él, pero el pájaro le regañó y le dijo que ella era la Madre del maíz. Lo invitó a seguirla hasta la Casa del Maíz donde ella lo autorizaría a tomar todo lo que él buscaba.

En la Casa de Maíz se encontraban cinco bellas doncellas, las hijas de la Madre del Maíz: Mazorca Blanca, Mazorca Azul, Mazorca Amarilla, Mazorca Roja y Mazorca Negra.Mazorca Azul lo encantó con su belleza y su dulzura. Se casaron y volvieron a la villa Huichol.Como él no tenía aún casa, durmieron un tiempo en un lugar dedicado a los dioses.Después, como por encantamiento, la casa de los recién casados se llenaba cada día de espigas que la decoraban como flores.Las gentes venían de todas partes porque Mazorca Azul les ofrecía espigas a manos llenas.La bella esposa enseñó a su marido a sembrar el maíz y a cuidar los cultivos. Enterándose qué delicias ofrecía este nuevo alimento, los animales intentaron robarle. Mazorca Azul enseñó a las gentes a colocar fuego alrededor de los cultivos para espantar a las bestias en busca de espigas tiernas.

Los Ancianos cuentan que Mazorca Azul, después de haber enseñado todo lo que ella sabía, se molió ella misma y es de esta forma que los hombres conocieron el excelente atole, una bebida caliente que se prepara con granos de maíz.

EL Forastero y La Niña

Leyenda real de una niña de 8 años que anda en los pueblos de la sierra del Perú.

Esta leyenda nacio en un pueblo alejado de las carreteras, rodeado por chacras donde las casas estan a 600 metros de distancia entre si.

La historia ya era conocida en ese pueblo. Un dia un forastero decide hospedarse por unos dias en una casa de ese pueblo por una semana y luego continuar su viaje.

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En ese dia el forastero ya dormido a la media noche escucha la puerta : pod pod pod. Él se desperto y se pregunto quien toca a estas horas, al abrir la puerta se encuentra con una niña con rasgos de quemaduras, entonces el forastero le pregunta: ¿que necesitas niña a estas horas?, ella responde, ¿me regalaria un vaso con agua?, y el le dice si claro que si , despues de darle el vaso con agua la niña se retira.

Al dia siguiente la misma niña fue a la misma hora donde el forastero y lo mismo le pidio; pasaron 4 dias seguidos que la niña iba. Entonces el Forastero decide hacerle unas preguntas, esperó que sea la media noche, y llegada la hora la niña toca la puerta, pod pod pod, el forastero abre la puerta y la niña le pide si le pudiera regalar un poco de agua en su vaso, el forastero saca un poco de agua y le da a la niña.

Cuando la niña se iba ,el forastero decide preguntarle y le dice: ¿niña para quien llevas ese vaso con agua?..ella dice para mi papà , y el forastero pregunta ¿y donde esta tu papá?..ella le dice: él se esta quemando...el forastero queda sorprendido y le pregunta: ¿QUIEN ES TU PAPA?..y la niña grita con una voz terrorizante: ¡es EL DIABLOOO!.

Aquel grito fue escuchado por todo el pueblo y el forastero fallecio 2 dias despues..se dice que la niña sale a penar los 21 de febrero de todos los años, durante 2 semanas atacando a turistas ....quien sera la proxima victima?

La confesión de un muerto

Se dice que una noche a principios del siglo XVII el Abad de la antigua Basílica de Guadalupe vió que entraba un hombre de elegante apariencia que le solicitó la confesión, por lo que el Abad pidió a unos familiares que lo esperaban unos minutos. Después de un rato, el Abad salió con el rostro pálido, y cerró las puertas, por lo que sus familiares se extrañaron y le preguntaron por qué cerraba si el hombre elegante aún no había salido, sin embargo, el Abad se negó a contestar y los apresuró a dejar el lugar.

Ya en casa de los familiares, uno de sus sobrinos le preguntó al Abad qué le había pasado, sin embargo, el Abad llevó su mano derecha hacia su oído, haciendo notar que se le dificultaba escuchar. Después de que el sobrino le hiciera nuevamente la pregunta, el Abad le respondió que el hombre que había entrado a la Basílica horas antes era un muerto que había venido de ultratumba para confesarse, y que después de escuchar la confesión había tenido dificultad para escuchar por el oído derecho.

El Abad nunca pudo contar lo que le había dicho el misterioso personaje, guardando el secreto de confesión, quedando la duda para siempre.

El callejón de la Condesa

La Casa de los Azulejos, ahora mejor conocida como el Sanborn's de los Azulejos, tiene una fachada que da al Callejón de la Condesa. Su nombre se debe a que por ahí salían los carruajes de la Condesa del Valle, y ese callejón, llamado de Dolores, con el tiempo y hasta nuestros días se le conoció como el Callejón de la Condesa.

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Sólo a través de los siglos y en aras de la tradición, ha llegado hasta nuestros oídos una curiosa anécdota, referente al Callejón de la Condesa, que tomó su nombre de alguna de las del Valle. Cuentan las consejas que cierta vez entraron por los extremos del callejón, dos hidalgos, cada uno en su coche y que por lo estrecho de la vía se encontraron frente a frente sin que ninguno quisiera retroceder, alegando que su nobleza se rebajaría si cualquiera de los dos tomara la retaguardia.

Por fortuna, como asienta un grave autor, la sangre no llegó al arroyo ni mucho menos, ni si quiera hirvió en las venas de los dos Quijotes; pero a falta de cuchilladas salió paciencia a los hidalgos quienes estuvieron en sus coches tres días de claro en claro y tres noches de turbio en turbio. De no intervenir la autoridad, de seguro se momifican los hidalgos; el Virrey previno, pues, que los dos coches retrocedieran hasta salir, uno hacia la calle de San Andrés, y otro hasta la Plazuela de Guardiola.

El fantasma de la Basílica de GuadalupeAlgunas personas que visitan la moderna Basílica de Guadalupe en las noches o mendigos que duermen en sus escalinatas cuentan haber visto a una mujer saliendo de la antigua Basílica de Guadalupe, portando una vela que sigue encendida a pesar de la lluvia o del viento, y caminando hasta la moderna Basílica donde entra atravesando las paredes.

Algunos por curiosidad han entrado a la Basílica y la han visto dejar la vela en ofrenda, rezar y después desaparecer. Se rumora que es un alma en pena que cumple una manda que no cumplió.

El charro y la partera

En cierta localidad a la parte norte del pais solía cabalgar un misterioso charro que se aparecía repentinamente a los habitantes. Una noche allí llegó un charro a solicitar los servicios de una partera y la llevó a su jacal, donde la partera asistió a su mujer hasta que parió. El charro regresó al lugar y le pago con varias monedas de oro, pero le advirtió que guardara en secreto el parto o se moriría. Indignada y asustada por la advertencia la partera entró a su hogar y espero a que se retirara el charro. Como no escucho las pisadas de su caballo pensó que seguía fuera de su casa y se asomó a la ventana para descubrir asombrada que no había nadie.

Ella estuvo confundida y recelosa durante varios días por la advertencia y la silenciosa desaparición del charro. Durante varias semanas estuvo absorta en sus pensamientos, y miraba extrañada a sus conocidos. Cierto día le platicó todo lo sucedido a una vecina quien le aconsejó no contárselo a nadie más y dejar las monedas en la iglesia, así lo hizo la partera. Sin embargo, a la mañana siguiente la partera amaneció muerta, pero con el aspecto de seguir durmiendo y algunos rumoraron que escucharon cabalgar al charro cerca de ahí. Se cumplió la advertencia de aquel charro, aquellas monedas desaparecieron y se rumoró que el charro regresó a recogerlas.

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El Escudo de Armas

Existe una leyenda referente al Escudo de Armas, el Doctor Regino F. Ramón escribió una historia sobre el estado de Coahuila que nunca se público pero que otro a su vez al leerla, transcribe un documento que se encontró en el Archivo de la Nación y que en la parte que interesa dice lo siguiente: que Urdinola, desde Saltillo mandó por el rumbo del oriente a Don Diego de Montemayor, quien emprendió la marcha el 22 de Agosto de 1555, hasta que llegó a una gran planicie donde corría un hermoso riachuelo a cuyas márgenes estaban acampadas numerosas tribus indígenas, seguramente eran lo ojos de agua de Santa Lucía, estos indios medios domesticados no eran belicosos. Al salir el sol practicaban una curiosa ceremonia, se formaban todos dando frente al oriente y al aparecer el astro del día por entre los picachos del cerro de la Silla, le disparaban sus flechas, no de una manera hostil, sino con cierta humildad y reverencia que indicaba ser un acto de homenaje y veneración.

Don Diego de Montemayor quedó tan impresionado que muchos años después, que fundó en ese propio lugar de la ciudad de Monterrey, pidió y le fue concedido por el virrey, que el emblema de la ciudad metropolitana fuera un sol sobre el cerro de la Silla, al que disparaba un indio sus flechas.

Sin embargo y haciendo caso omiso de lo anterior, lo que si puede asegurarse sin lugar a dudas, es que el escudo data de mediados del siglo XVII, pues en la carta que envío el Gobernador de Nuevo Reino de León. Don Nicolás de Azcárraga a la reina Doña Maríana de Austria el 29 de Septiembre de 1667 y en la siguiente de fecha 5 de Abril de 1669, le decía textualmente que la ciudad necesitaba de privilegio de armas y que se cediesen según el escudo que hubiese acostumbrado, lo que confirma que el blasón ya existía para entonces.

Milagro del diluvio

La leyenda nos relata que por el año de 1718 cayó en la ciudad una lluvia torrencial que duró 40 días e inundó gran parte de esta localidad. En ese entonces, afuera de la ciudad hacia el poniente, vivía una India tlaxcalteca esposa de un zapatero, que guardaba en su casa una imagen de la virgen de La Purísima y cuando las aguas desbordadas del río llegaron a ese barrio, se dice que la piadosa mujer acercó con fé la imagen al borde de las olas. Casi de inmediato, la corriente perdió fuerzas y se salvaron de la inundación aquella barriada y la ciudad también. Este milagro influyó para que esa mujer construyera una pequeña capilla que llamó casa de la virgen, donde las mujeres de esa época iban a rezar todos los sábados, aunque el lugar estaba fuera de la ciudad. Actualmente el templo que se encuentra en ese lugar refleja la arquitectura religiosa moderna de la ciudad.. Templo de El RobleEn la época de La Colonia surgió otra leyenda que mantiene arraigo popular. Se dice que una mujer del pueblo comenzó a contar que una imágen que ella tenía en su casa, escapaba de noche y atravesaba el canal de los ojos de agua de Santa Lucía, e iba a refugiarse en el hueco del tronco de un roble, que existía exactamente en el mismo lugar donde se levanta el templo de El Roble. La mujer agregaba que todas las noches iba por ella y la encontraba con la falda húmeda y con algunos cadillos en los pies. El asombro crecía y más mujeres solían ir a rezar a ese lugar.

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El Callejón del Beso

Se cuenta que Doña Carmen era hija única de su padre intransigente y violento, pero como suele suceder, siempre triunfa el amor por infortunado que este sea. Doña Carmen era acortejada por su galán Don Luis, en un templo cercano al hogar de la doncella, primero ofreciendo de su mano a la de ella el agua bendita. Al ser descubierta sobrevivieron al encierro, la amenaza de enviarla a un convento, y lo peor de todo, casarla en España con un viejo y rico noble, con el que, además, acrecentaría el padre su mermada hacienda

La bella y sumisa criatura y su dama de compañía, Doña Brígida lloraron e imploraron juntas. Así, antes de someterse al sacrificio, resolvieron que Doña Brígida llevaría una carta a Don Luis con la nefasta nueva.

Mil conjeturas se hizo el joven enamorado, pero de ellas hubo una que le pareció la más acertada. Una ventana de la casa de Doña Carmen daba hacia un angosto callejón, tan estrecho, que era posible, asomado a la ventana, tocar con la mano la pared de enfrente. Si lograra entrar a la casa frontera podría hablar con su amada, y entre los dos, encontrar una solución a su problema. Preguntó quién era el dueño de aquella casa y la adquirió a precio de oro.

Hay que imaginar cuál fue la sorpresa de Doña Carmen, cuando, asomada a su balcón, se encontró a tan corta distancia con el hombre de sus sueños. Unos cuantos instantes habían transcurrido de aquel inenarrable coloquio amoroso, y cuando más abstraídos se encontraban los amantes, del fondo de la pieza se escucharon frases violentas. Era el padre de Doña Carmen increpando a Brígida, quien se jugaba la misma vida por impedir que su amo entrara a la alcoba de su señora.

El padre arrojó a la protectora de Doña Carmen, como era natural, y con una daga en la mano, de un solo golpe la clavó en el pecho de su hija. Don Luis enmudeció de espanto...la mano de Doña Carmen seguía entre las suyas, pero cada vez más fría. Ante lo inevitable, Don Luis dejó un tierno beso sobre aquella mano tersa y pálida, ya sin vida.

El lugar existe y es sin duda uno de los más típicos de la ciudad de Guanajuato, y precisamente se le llama El Callejón del Beso.

El Mole Poblano

Cuenta la leyenda, que en una ocasión Juan de Palafox, Virrey de la Nueva España y Arzobispo de Puebla, visitó su diócesis, un convento poblano le ofreció un banquete, para el cual los cocineros de la comunidad religiosa se esmeraron especialmente.

El cocinero principal era fray Pascual, que ese día corría por toda la cocina dando órdenes ante la inminencia de la importante visita. Se dice que fray Pascual estaba particularmente nervioso, y que comenzó a reprender a sus ayudantes, en vista del desorden que imperaba en la cocina. El mismo fray Pascual comenzó a amontonar en una charola todos los ingredientes para guardarlos en la despensa, y era tal su prisa, que fue a tropezar exactamente frente a la cazuela, donde unos suculentos guajolotes estaban ya casi en su punto. Allí fueron a parar los chiles, trozos de chocolate y las más variadas especias, echando a perder la comida que debía ofrecerse al Virrey.

Fue tanta la angustia de fray Pascual, que éste comenzó a orar con toda su fe, justamente cuando le avisaban que los comensales estaban sentados a la mesa. Un rato más tarde, él mismo no pudo creer cuando todo el mundo elogió el accidentado platillo.

Incluso hoy, en los pequeños pueblos, las amas de casa apuradas invocan la ayuda del fraile con el siguiente verso: "San Pascual Bailón, atiza mi fogón".

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Mitos

Los Alóadas, gigantes que desafiaron a los Dioses

Los Dioses del Olimpo luchaba a menudo contra las fuerzas monstruosas que amenazaban con alterar el orden natural de la vida en la Tierra. Una de las tantas célebres historias que hablan de estas encarnizadas batallas, en la mitología griega, es la llamada

“La lucha con los Alóadas”.Ésta cuenta que Ifidemia, mujer de Aloeo, una mujer de gran belleza, estaba enamorada de Poseidón. Sin embargo, éste no le correspondía, lo que le causaba en la joven una gran aflicción. Desconsolada, acudía a la orilla del mar donde se acariciaba imaginándose que el Dios la poseía. Finalmente, Poseidón se apiadó de ella, dejándola embarazada con las aguas del océano.Fruto de este furtivo encuentro, nacieron Otos (”búho orejudo”) y Efialtes (”el que salta”), portentosos gemelos en fuerza y de gran estatura (medían 13 metros de alto con sólo trece años), y muy agresivos. Su nombre de “Los Alóadas” tiene su origen en que su madre se casó con Aloeo estando embarazada de ellos.Obnubilados por su propia fuerza y convencidos de que eran invencibles (les habían profetizado que ningún Dios u hombre podría derrotarlos), los hermanos declararon la guerra a los Dioses, causando desastres en la tierra con el único objetivo de “conquistar” el Olimpo.Para ello, amontonaron dos montes, el Ossa y el Pelión, para que el cielo les fuese más accesible, además de amenazar con derribas montañas enteras para cubrir el mar. Asimismo, sus aspiraciones eran tales que sentenciaron su deseo de “ultrajar” cada uno a una diosa. Se atrevieron a reclamar a la Diosa Artemisa (Otos) y a Hera (Efialtes). No contentos con sus peticiones, secuestraron y encerraron al mismísimo Ares en una cárcel de bronce por treces meses (ésto lo narra Homero el Canto V de la Ilíada). Sin embargo, a pesar de que eran habituales las rencillas entre los moradores del Olimpo, tanto Hermes como Zeus ayudaron a escapar al Dios de la guerra.Pero todas estas extravagancias verían su fin cuando Zeus, soberano de hombres y dioses que reina en las alturas luminosas del cielo, decide acabar con los Aloadas, condenándolos a los eternos suplicios en los Infiernos -otra versión afirma que Artemisa se ofreció a acostarse con Oto, provocando que los Alóadas se pelearan; la Diosa apareció en forma de ciervo y ambos hermanos lanzaron sus jabalinas para demostrar quién era el mejor lanzador. En ese momento, ella se quitó del medio, asesinándose mutuamente con sus armas.Para los filósofos clásicos esta decisión de Zeus responde al triunfo del Orden y la Razón sobre el caos, la violencia y la fuerza bruta.

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El origen de las rosas según la mitología clásica

Se considera generalmente que las rosas representan al amor, aunque su simbolismo varía según el número de pétalos y su color: rojo para la pasión, blanco para la pureza, azul para lo imposible, dorado para el poder… Están relacionadas también con la primavera,

la regeneración, el orgullo, la victoria y lo místico. En realidad, existen innumerables interpretaciones que dependen del contexto histórico y cultural.Igual de numerosos son los mitos y las leyendas que intentan explicar su origen. A la mitología clásica se le atribuyen al menos cuatro, aunque la verdad es que resulta difícil localizar estas versiones en los textos de los autores antiguos. Recogemos a continuación las cuatro, por tanto, sin atrevemos a decir cuál es griega, cuál romana o cuál aportación apócrifa posterior.Una primera versión afirma que Cibeles creó esta flor como venganza contra Afrodita, para que su belleza hiciese competencia a la de la diosa del amor, hasta entonces sin rival.Otra variante atribuye su creación a la propia Afrodita, quien mientras nacía de la espuma del mar habría querido poner a prueba su poder creando algo igual de hermoso que ella. De su seno surgió entonces una rosa blanca que utilizaría a partir de ese momento como adorno. Un día, Dionisio se acercó a ella y vertió unas gotas de su copa de vino sobre la flor, con lo que esta adquirió su característico tono rosado.Se dice también que las rosas brotaron de la tierra por primera vez a partir de la sangre de Afrodita, cuando esta se cortó en un pie mientras corría hacia el agonizante Adonis, herido de muerte por un jabalí.Una cuarta versión cuenta que Dionisio creó los rosales a partir de un zarzal. Una ninfa a la que perseguía se quedó enganchada en las espinas de un arbusto. Al presentarse Dionisio ante la ninfa, esta se sonrojó, y el dios, agradado con la visión de sus mejillas, ordenó al zarzal que se adornase con flores del mismo color. Lo toco con su varilla y de él brotaron entonces las primeras rosas que hubo en el mundo.Excepto esta última historia, las demás relacionan a la rosa con Afrodita. Lo cierto es que, junto a la anémona y el mirto, era su flor sagrada. Los griegos la apreciaban por encima de cualquier otra flor, y con ella tejían coronas, adornaban a los comensales de los banquetes y honraban las

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tumbas de los muertos; su imagen aparecía además tallada en las monedas.

Atenea, diosa de la guerra, la sabiduría y las artes

La gran diosa Atenea de la mitología griega, conocida por los antiguos romanos como Minerva, nació siendo ya una mujer adulta de la frente de Zeus, el cual antes había engullido a Metis, titánide caracterizada

principalmente por su precaución. Zeus, a causa de haberse comido a Metis, comenzó a sufrir unos dolores de cabeza intenso e insoportable así que pidió a Hefesto, el dios de los herreros, que hiciera algo. Y sí que lo hizo, de un fuerte golpe en la divina cabeza del gran Zeus se abrió la brecha por la que Atenea llegó al Olimpo.Y este es el comienzo del mito de Atenea, la diosa de la guerra, la de la inteligencia y de la artesanía, la que dio su nombre a la magnífica Atenas, su ciudad protegida y consentida. Abanderada de su virginidad, tenía como símbolos al olivo, (fue ella la que lo entregó a los griegos) y a la siempre observadora lechuza. Solía llevar consigo el escudo de Zeus o égida, una lanza y un casco que lleva incorporado un penacho de plumas en su parte superior.Por otra parte, cuentan que en su ánimo estaba defender también a la ciudad de Troya, pero que cuando descubrió el hasta entonces oculto altar que sus habitantes levantaron en honor a Casandra, hija de los reyes de Troya, Hécuba y Príamo, y sacerdotisa de Apolo que contaba con el don de la profecía, se sintió profundamente herida y quiso vengarse de ellos. Entonces pidió a Poseidón que mandara una fuerte tormenta que mermara la flota griega que protegía la ciudad.

Atenea y PegasoClaro que otras versiones cuentan que tras la violación de Casandra ejecutada sin piedad por un guerrero mientras ella rogaba abrazada a una estatua de Atenea, la diosa se sintió tan ultrajada que pidió al dios del mar que diera castigo al sacrílego Áyax, y, de hecho, se dice que él murió durante la feroz tormenta.Y es que Atenea era tremendamente vanidosa y no soportaba que nadie, ni tan siquiera otros dioses o diosas, parecieran superarla en algo, o que osaran cualquier acto que pudiera manchar su divina presencia. De hecho, según cuenta la mitología Medusa, joven sacerdotisa de gran hermosura, fue poseída contra su voluntad por Poseidón en el templo de Atenea. Esto le pareció una gran ofensa a la susceptible diosa, la cual no sólo transformó el cabello de Medusa en horribles serpientes sino que la maldijo con una mirada que convertía a quien la sostuviera en piedra. Cuando Perseo cortó

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la cabeza de Medusa, ésta fue entregada a Atenea para que la llevara en su escudo.Como ya hemos dicho, Atenas recibió su nombre en honor a esta divinidad griega. Y ésto fue después de que Atenea compitiera frente a Poseidón por controlar la gran urbe. Poseidón regaló a los atenienses un pozo nacido de un golpe de su tridente en el suelo, pero el agua resultó ser salada y de poco sirvió. Atenea, por su parte, hizo surgir un olivo de las entrañas de la tierra y esto sí que gustó a los ciudadanos de la ciudad que, a partir de ese momento, pasó a llamarse Atenas

El mito de la caja de Pandora

Cuando Prometeo osó robar el fuego que portaba el dios Sol en su carro, Zeus entró en estado de cólera y ordenó a los distintos dioses crear una mujer capaz de seducir a cualquier hombre. Hefesto la fabricó con arcilla y le proporcionó formas sugerentes, Atenea la vistió elegante y Hermes le concedió facilidad para seducir y manipular. Entonces Zeus la dotó de vida y la envió a casa de Prometeo.

Allí vivía el benefactor de los mortales junto a su hermano Epimeteo que, a pesar de estar advertido de que Zeus podría utilizar cualquier estrategia para vengarse, aceptó la llegada de Pandora y, enamorándose perdidamente de sus encantos, la tomó por esposa.Pero Pandora traía algo consigo: una caja que contenía todos los males capaces de contaminar el mundo de desgracias y también todos los bienes. Uno de los bienes era la Esperanza, consuelo del que sufre, que también permanecía encerrada en aquella caja. Y es que, por aquel entonces, cuentan que la vida humana no conocía enfermedades, locuras, vicios o pobreza, aunque tampoco nobles sentimientos.Pandora, víctima de su curiosidad, abrió un aciago día la caja y todos los males se escaparon por el mundo, asaltando a su antojo a los desdichados mortales. Cuentan que los bienes subieron al mismo Olimpo y allí quedaron junto a los dioses. Asustada, la muchacha cerró la caja de golpe quedando dentro la Esperanza, tan necesaria para superar precisamente los males que acosan al hombre.

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Apresuradamente corrió Pandora hacia los hombres a consolarlos, hablándoles de la Esperanza, a la que siempre podrían acudir pues estaba a buen recaudo.Este es el conocido como Mito de la caja de Pandora, que forma parte de la mitología griega.

El mito de Ares, dios de la guerraSegún cuenta la mitología griega, Ares era hijo de Zeus y Hera, por tanto dios e inmortal, y pronto se proclamó como dios de la guerra. A pesar de ser inmortal sí que sentía dolor, (sus gritos podían oírse desde el más alejado de los confines), y cuando se encontraba herido siempre buscaba el poder sanador de su padre, el gran Zeus. Sin embargo, éste lo despreciaba por su fanfarronería violenta y su sed de sangre.

Entre sus luchas a muerte, (en las que siempre se presentaba con su coraza, su escudo, su lanza, su espada y su casco), podemos citar la que concluyó con la muerte de Halirrotio, hijo de Poseidón, el cual había osado violar a Alcipe, hija de Ares, a manos de éste. Tras esta muerte se produjo el primer juicio de la historia por asesinato en el que Ares salió absuelto.Compañeros de aventuras de Ares, (Marte para la mitología romana), fueron su hermana Eris, (también conocida como Éride, la Discordia), y sus vástagos Fobos y Deimos, (Terror y Temor, hijos nacidos de la diosa Afrodita). También Enio, la conocida como “Destructora de ciudades”, solía acompañarlo. Padre de las Amazonas, su residencia estaba establecida en Tracia.Curiosa es la leyenda que cuenta que cierto día dos gigantes, que por cierto eran gemelos, llamados Oto y Efialtes, pretendieron hacerse con el control del Monte Olimpo y como primer paso, secuestraron a Ares y lo introdujeron encadenado en una vasija de bronce impidiéndole salir de ella durante trece largos meses. Para conseguir su liberación, la diosa Artemisa prometió yacer junto a Oto, pero entonces Efialtes se enfadó preso de la envidia y se enfrentó a su hermano. Aprovechando el momento de confusión, Artemisa se convirtió en cierva para escapar y pasó entre los dos… Los hermanos le lanzaron sus lanzas afiladas para cazarla y terminaron matándose el uno al otro.En otra ocasión, mientras Ares copulaba con Afrodita, (con quien engendró también a Eros), el dios de la guerra encomendó al inexperto Alectrión la guarda y custodia de la puerta para que nada ni nadie entrase, pero he aquí que éste se durmió en la guardia y Helios, el dios Sol, se coló en la estancia. Desde entonces, Alectrión, al que Ares convirtió en gallo, canta cada mañana cuando el sol aparece por el horizonte.Ares, dios Olímpico, no es recordado precisamente por sus hazañas, como se puede ver, sino más bien por su ansia eternamente insatisfecha de violencia y muerte y por lo mal parado, herido y humillado que solía terminar en las trifulcas en las que se metía.

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La Sirena y Taqsjoyut (Mito)

Un día la Sirena, que vivía en el mar, salió a pasear a la Tierra. En todas las casas por las que pasaba pedía hospedaje, pero nadie la aceptaba. En el quinto pueblo al que llegó la aceptaron en una casa. Agradecida, la Sirena le pidió a la dueña una jarra para ayudarla a acarrear agua, y le solicitó que una sus hijas le indicase donde estaba el pozo.

Cuando llegaron la Sirena le dijo a la niña que no tuviera miedo de lo que iba a presenciar. Tomó la jarra, la echó al pozo e inmediatamente el agua se arremolinó, salió un arcoíris y el viento se levantó. Entonces, la Sirena se arrojó al agua. La niña corrió a la casa a buscar a su padre. Cuando ambos llegaron al pozo vieron que el agua estaba arremolinada y lodosa.

El padre, al darse cuenta de que se trataba de la Sirena, fue a buscar al presidente del pueblo. Llegaron al pozo acompañados de toda la comunidad y se dieron cuenta de que se había convertido en una laguna. Acudieron a los adivinos para que les dijesen cómo podían sacar a la Sirena del agua, pero éstos se declararon incapaces y remitieron al presidente y compañía, con el sacerdote del pueblo. El sacerdote efectuó una misa cerca de la laguna, pero la Sirena no salió. El presidente decidió ir a consultar con el mejor adivino. El adivino sacó sus cristales mágicos y confirmó que la Sirena se encontraba dentro de las aguas. Se puso a la orilla del pozo y rogó a la Sirena que saliese.

Ella vaticinó que al final del año habría un tremendo diluvio que terminaría con la Tierra. Les dijo que saldría si le traían doce pollitos, trece gallos, doce guajolotas, trece guajolotes, doce puercas, trece puercos, doce muchachas y trece muchachos. Las personas, muy asustadas, decidieron ir a consultar a los Truenos para que las ayudasen, pero los Truenos respondieron que la Sirena era una compañera y que nada podían hacer para que saliera, pero si Taqsjoyut, El Hombre que Come Brasas, les ayudaba, ellos desatarían al Relámpago para que lloviera. Cuando fueron a verlo, Taqsjoyut les dijo que cuando sacara del agua a la Sirena la Tierra iba a temblar muy fuerte, pero que no debían asustarse.

Taqsjoyut dio cita a los Truenos en la cima de una colina en donde se encontraba un árbol enorme. Al llegar los Truenos se posaron en las ramas del árbol. Durante una hora discutieron lo que debían hacer. Al término, ordenaron a las personas que buscaran dos cargas de leña, les prendieron fuego, hasta que no quedaron sino pequeñas brasas. Taqsjoyut tomó las brasas de la primera carga de leña y se las tragó; a continuación se revolcó en las brasas de la segunda carga y todo el cuerpo se le incendió. Mientras tanto, se escuchaban fuertes tronidos y la lluvia caía a torrentes.

Taqsjoyut dio tres saltos y se arrojó al pozo. Al sentir el agua caliente la Sirena gritaba que no quería salir, pero el pozo acabó por secarse; entonces, Taqsjoyut la tomó de su trenza, la amarró y la sacó fuera del pozo. Hecho lo cual, El hombre que Come Brasas, se fue volando a su casa. En agradecimiento, toda la población le obsequió con pollos, guajolotes, ranas, y demás animales comestibles. Sonia Iglesias y Cabrera

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El Cielo, la Tierra, y el Inframundo

Para los antiguos pueblos purépecha el cosmos estaba conformado por tres importantes partes. En Cielo recibía el nombre de Avándaro; la Tierra era conocida como Echerendo; y al Inframundo se le denominaba Cumiechúcuaro. Las tres partes del mundo formaban planos superpuestos. En todos ellos los dioses moraban. Así pues, había dioses del firmamento: los astros y las aves; dioses terrestres, y dioses de la muerte. Todos ellos podían tener la apariencia de los hombres y de los animales. En cada una de las partes que componían al universo, se encontraban cinco rumbos sagrados, cuatro laterales y uno central. El estos puntos reinaba un dios y estaba regido por un color determinado. Los Dioses de la Mano Derecha se encontraban en el Norte, y en el Sur moraban los Dioses de la Mano Izquierda. Los dioses del Cielo, de la Tierra y del Inframundo se encontraban simbolizados por el número Tres. A su vez, el número Cinco representaba a los dioses de los cinco rumbos sagrados mencionados. Por otra parte, al número Cuatro se le asignaba la connotación de los dioses llamados Las Cuatro Partes del Mundo. A los dioses que habitaban las cinco regiones míticas, los purépecha los adoraban en templos de piedra revestidos de arena y cal, a los que se les anexaba canchas de juegos de pelota y casas para el baño. De las deidades más antiguas de este pueblo, podemos mencionar a Xaratanga, cuyo templo principal se encontraba en la población de Tzintzuntzan. Se trataba de la diosa de la Luna, a la que ofrendaban frutas y maíz, pues ella los había creado. El más importante de los dioses tarascos llevó por nombre Curicaveri, El Gran Fuego, al cual representaban en una lanza de pedernal o como un guajolote, y que había creado a todos los demás dioses del panteón. Este dios tuvo como hermanos a los Tiripemencha, quienes rigen las cinco casas del la Tierra: el centro y los rumbos sagrados. En Zacapu se le conoció como Querenda Angápeti, La peña que está en el Templo. Cuando el dios iba por el Cielo tomaba la forma de un águila, cuando se encontraba en la Tierra era un coyote, y cuando deambulaba por el Inframundo, se arrastraba cual una serpiente. Este dios era acompañado en importancia por Cuerahuáperi, la Madre Naturaleza, La que hace Nacer. La Diosa Madre esposa de Curicaveri. Representación de la Luna, diosa dual de la vida y de la muerte. Moraba en Zinapécuaro, acompañada de sus cuatro hijas: la Nube Roja, la Blanca, la Amarilla y la Negra. La plata provenía de sus heces sagradas. Diosa múltiple de varias advocaciones: Pehuame, Parturienta, esposa del Sol Poniente, en Zacapu, dueña de los hurínguequa, los temazcales, y patrona de las parturientas; Xaratanga, Luna Nueva, habitante de la casa central de Xarácuaro, desde donde se dirigía a los otros cuatro rumbos cardinales , madre de Mano-Uapa, llamada Mauina en su advocación de diosa de la fertilidad. Sonia Iglesias y Cabrera

Los dioses y el Zempoaltépetl

Naaxwyu’ini, la Madre Tierra, es la diosa-espacio sagrado donde habitan los seres humanos a quienes cobija y ayuda, morada de algunos de los dioses del panteón mixe, los Inää, los elementos de la naturaleza: el Sol, Xï, el Agua, Nï, la Boca del Cerro, Tun’a, el Rayo, Jitsuk, la Tona, Tso’ok, y los Vientos, mensajeros informadores de la Madre Tierra a quien ponen al tanto de lo que acontece sobre ella, y causantes de no pocas enfermedades en los seres humanos. Los Inää se localizan en los Inääpatajk, donde se les rinde culto. El dios superior del Agua, llamado Kontiji. Kong-Änää, es el Trueno, a quien se le pide la lluvia que da vida y alimentos; Ana-Witsuk, el Rayo

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Trueno. El Padre es el Sol, nombrado Yikkospe; la Madre, la Luna, quienes en el inicio de los tiempos crearon al universo. Los Ayos Mayores y a los Ayos Menores representan los temblores, la lluvia, el viento, y los huracanes. La Serpiente de Petate vive en un hermoso manantial, gusta de ver el Arcoíris que es la Lluvia del Sol, mismo que aparece cuando el Trueno lo bautiza. Los nahuales de las personas poderosas son los Rayos, habitantes de los cerros. Cuando los Rayos se pelean entre ellos, sus machetes se van rompiendo en trocitos y forman las obsidianas que los hombres encuentran en los cerros. Cuando los Rayos pasan por algún sitio, dejan una huella de serpiente reptando. En el tiempo en que los mixes van a sembrar la milpa, se dirigen los dioses de la Tierra en los Kiyajktaajk, con las siguientes palabras: Tú Lluvia, tú Viento, tú Rayo, tú Dueño de la Noche, tú Dueño de los Nahuales, tú Madre, tú Senos te pido perdón porque te he cortado, porque he derribado, porque he sembrado. Pido el favor para que me ayudes, para que los animales no hagan daño en el cultivo, para que éste sea abundante, para que pueda dar de comer a mis hijos, encontrará precio esta ofrenda, tendrá valor porque lo hago con toda humildad y todo respeto, en este momento estoy depositando el respeto ante ti, pido para que cuides los cultivos, para que no haya demasiada agua, ni demasiado viento. Por eso te vengo a dejar esta guajolote y este pollo, este mezcal, estos cigarros, aquí te traigo tu limosna y tu veladora. Los dioses viven en los cerros y las montañas. De entre ellas, la de mayor importancia por el centro cósmico es el cerro Zempoaltépetl, donde se unen la Tierra y el Cielo al cual sostiene firmemente. Los Dueños, los Espíritus de la Naturaleza y los Ayos, junto con la Vírgenes y los Santos católicos, viven en las cuevas, los cerros, y en los manantiales del Zempoaltépetl, Cerro de los Veinte Cerros, en el se asientan los montes sagrados: La Mitra, La Malinche; y las cuevas sagradas: la de La Virgen y la de El Trueno. El Zempoaltépetl es alto, tiene tres mil quinientos metros de altura; su nombre en lengua mixe es Ipyx Ukp. El Zempoaltépetl, el corazón de la cosmovisión mixe, inicio y fin de todo lo existente. Sonia Iglesias y Cabrera

Los dioses y el Zempoaltépetl

Naaxwyu’ini, la Madre Tierra, es la diosa-espacio sagrado donde habitan los seres humanos a quienes cobija y ayuda, morada de algunos de los dioses del panteón mixe, los Inää, los elementos de la naturaleza: el Sol, Xï, el Agua, Nï, la Boca del Cerro, Tun’a, el Rayo, Jitsuk, la Tona, Tso’ok, y los Vientos, mensajeros informadores de la Madre Tierra a quien ponen al tanto de lo que acontece sobre ella, y causantes de no pocas enfermedades en los seres humanos. Los Inää se localizan en los Inääpatajk, donde se les rinde culto. El dios superior del Agua, llamado Kontiji. Kong-Änää, es el Trueno, a quien se le pide la lluvia que da vida y alimentos; Ana-Witsuk, el Rayo Trueno. El Padre es el Sol, nombrado Yikkospe; la Madre, la Luna, quienes en el inicio de los tiempos crearon al universo. Los Ayos Mayores y a los Ayos Menores representan los temblores, la lluvia, el viento, y los huracanes. La Serpiente de Petate vive en un hermoso manantial, gusta de ver el Arcoíris que es la Lluvia del Sol, mismo que aparece cuando el Trueno lo bautiza. Los nahuales de las personas poderosas son los Rayos, habitantes de los cerros. Cuando los Rayos se pelean entre ellos, sus machetes se van rompiendo en trocitos y forman las obsidianas que los hombres encuentran en los cerros. Cuando los Rayos pasan por algún sitio, dejan una huella de serpiente reptando. En el tiempo en que los mixes van a sembrar la milpa, se dirigen los dioses de la Tierra en los Kiyajktaajk, con las siguientes palabras: Tú Lluvia, tú Viento, tú Rayo, tú Dueño de la

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Noche, tú Dueño de los Nahuales, tú Madre, tú Senos te pido perdón porque te he cortado, porque he derribado, porque he sembrado. Pido el favor para que me ayudes, para que los animales no hagan daño en el cultivo, para que éste sea abundante, para que pueda dar de comer a mis hijos, encontrará precio esta ofrenda, tendrá valor porque lo hago con toda humildad y todo respeto, en este momento estoy depositando el respeto ante ti, pido para que cuides los cultivos, para que no haya demasiada agua, ni demasiado viento. Por eso te vengo a dejar esta guajolote y este pollo, este mezcal, estos cigarros, aquí te traigo tu limosna y tu veladora. Los dioses viven en los cerros y las montañas. De entre ellas, la de mayor importancia por el centro cósmico es el cerro Zempoaltépetl, donde se unen la Tierra y el Cielo al cual sostiene firmemente. Los Dueños, los Espíritus de la Naturaleza y los Ayos, junto con la Vírgenes y los Santos católicos, viven en las cuevas, los cerros, y en los manantiales del Zempoaltépetl, Cerro de los Veinte Cerros, en el se asientan los montes sagrados: La Mitra, La Malinche; y las cuevas sagradas: la de La Virgen y la de El Trueno. El Zempoaltépetl es alto, tiene tres mil quinientos metros de altura; su nombre en lengua mixe es Ipyx Ukp. El Zempoaltépetl, el corazón de la cosmovisión mixe, inicio y fin de todo lo existente. Sonia Iglesias y Cabrera

Los dos mundos

Tääy-Jërëëny, los espíritus principio y fin de todas las cosas, dispusieron formar otro mundo, el Ja Tuk It, cuando se dieron cuenta que los seres humanos, de los cuales descienden todos los indios mixes, eran muy desobedientes, y por lo tanto no tenían derecho para la inmortalidad. En ese nuevo mundo los hombres vivirían y morirían, era muy parecido al que vivimos ahora, pero mucho más bello: la naturaleza era más hermosa, los hombres y las mujeres también. Habría tranquilidad, paz, armonía, e igualdad; las penas no existirían, ni las enfermedades ni el egoísmo ni la maldad. Ya que los Tääy-Jërëëny no dejaron pasar a Ko’oypyë, El Malo, que había llevado la maldad y la desobediencia a Tuk It, el primer mundo donde, viven los hombres. Los habitantes del mundo alterno son muy superiores a los que viven en Tuk It, son más sabios y aprenden mucho más rápido; son fuertes y tienen mucha energía.

Cuando estos hombres privilegiados van a visitar el mundo Yuk It, nadie puede verlos, solamente los seres superiores y sabios tienen la facultad de poderlos ver, por esta razón, son los intermediarios entre los humanos y Tääy-Jërëëny. Para tenerlos contentos, los mixes llevan a cabo en el nacimiento y en la muerte celebraciones con comidas, bebidas, danzas y ofrendas a los dioses.

Ya que una persona muere, anmajä’äwën, su alma, sale del cuerpo, e inicia su recorrido por las cuatro grandes aguas, los cuatro grandes caminos de la vida: el camino rojo, el del nacimiento; el camino blanco de la bondad, siempre pleno de luz; el camino amarillo, el de la muerte; y el camino negro, siempre lleno de maldad y oscuridad.

Al momento en que el alma se desprende del cuerpo se dirige al camino amarillo, el mismo camino del dios Sol, cruza una región oscura, hasta que vuelve a encontrar el camino rojo y vuelve a nacer, de la misma manera que sucede con el Sol, nuestro dios. Tal es la razón por la cual todo en los pueblos mixes está orientado hacia el camino rojo: las comunidades, las casas, las iglesias…

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Durante el camino de regreso, las personas pueden observar todas las acciones que efectuaron en vida, desde que eran chiquitas, hasta que muere en el Tuk It, y llega al momento en que nació, al límite entre este mundo y el más allá. Cuando el alma llega a este punto está sumamente cansada, es cuando los familiares le ofrecen agua y comida para mitigar su hambre y su sed. En este punto, el alma se demora y no puede pasar, entonces emplea el machete que siempre debe llevar para poder abrirse camino, así como los obligatorios huaraches le permiten no espinarse. Este paso es mucho más difícil para los aatsu’ux’okpë; es decir, los que murieron en accidentes, llenos de desgracias o se suicidaron. En cambio, las personas muertas por muerte natural no tienen dificultad en dar el paso. A los primeros se debe ayudarlos con rezos y ceremonias, y con ofrendas para la Madre Tierra y demás dioses.

Al lograr pasar, las almas se encuentran con un río, que divide a los dos mundos. Ahí se encuentran el Tecolote, el Águila, la Comadreja, la Culebra Prieta, el Wakoo (especie de zopilote que se ríe a carcajadas cuando anuncia desgracias) y otros muchos animales más. Todos estos animales son los mayuut, los mensajeros al servicio de los dioses, que anuncian a los humanos cuando ya deben acudir al Ja Tuk It. Para ayudar a cruzar el río que llevará a las almas al Más Allá hay un perro negro, pues las aguas del río nunca se deben tocar porque están impuras, y al llegar al más allá no podrían volver a nacer por estar sucias. Al cruzar el río el camino es bello, lleno de luz, flores y plantas; continuamente lo están barriendo para que esté impoluto. Ahí se reciben las almas que deben estar muy limpias, por lo cual al muerto se le debe bañar, vestir con sus mejores ropas y zapatos. Si se trata de una mujer, los familiares le agregan sus collares y aretes, que colocan en su cuello y orejas y en el ataúd, porque a donde llegan es un lugar de alegría donde las almas siempre están felices. Donde empieza la verdadera y mejor vida.