Modelo Nacional Industrial

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    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL

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    MODELO NACIONAL

    INDUSTRIALLMITES Y POSIBILIDADES

    CLAVES PARA TODOSCOLECCIN DIRIGIDA POR JOS NUN

    MARTN SCHORR

    CAPITAL INTELECTUALC i

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    Director general Ariel GranicaDirector de la coleccin Jos NunEditor jefe Jorge SigalEdicin Luis GrussCoordinacin Cecilia RodriguezCorreccin Mariana SantngeloDireccin de arte Martn MarottaDiagramacin Vernica FeinmannIlustracin Miguel RepProduccin Nstor Mazzei

    Derechos exclusivos de la edicin en castellano reservados para todo el mundo:

    2005, Martn Schorr

    2005, Capital Intelectual

    Francisco Acua de Figueroa 459 (1180) Buenos Aires, Argentina

    E-mail: [email protected] Telfono: (+54 11) 4866-1881

    1edicin: 7.500 ejemplares

    Impreso en Sociedad Impresora Americana S.A., Lavardn 157, Cap. Fed., en

    marzo de 2005. Distribuye en Cap. Fed. y GBA: Vaccaro, Snchez y Ca. S.A.

    Distribuye en interior y exterior: D.I.S.A. Queda hecho el depsito que prev

    la ley 11.723. Impreso en Argentina. Todos los derechos reservados. Ninguna

    parte de esta publicacin puede ser reproducida sin permiso escrito del editor.

    CAPITAL INTELECTUALC i

    PRODUCE:Le Monde diplomatique, Edicin Cono Sur MLQTD, Mir lo que te digo

    Fem, femenina y singular Mir Quin Vino, Vinos y Gastronoma

    NDICE

    Introduccin 11

    Primera parte: Tiempo de crisis 151. Gnesis de un modelo 152. Sectores golpeados 213. La sombra menemista 26

    Segunda parte: Nuevas orientaciones 371. Una opcin polmica 372. Piloto automtico 533. Los lmites 714. Desafo principal 80

    Tercera parte: Propuestas para el debate 95

    Bibliografa 105

    El autor 111

    Schorr, Martn

    Modelo nacional industrial. Lmites y posibilidades

    1a ed. Buenos Aires: Capital Intelectual, 2005

    112 p.; 20x14 cm. (Claves para todos, dirigida por Jos Nun, N 24)

    ISBN 987-1181-26-4

    1. Economa-Industria I. Ttulo

    338

    CDD

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    AGRADECIMIENTOS

    A Daniel Azpiazu, por estar siempre y por apoyar

    y estimular en todos los proyectos.

    A Andrs Wainer, por su generosa y valiossima colaboracin,

    sin la cual este libro no hubiera sido posible.

    A Jos Nun, por la oportunidad.

    A Enrique Arceo, por su permanente disposicin a ensear.

    A Julieta Pesce, por la paciencia, la ayuda

    y la amistad constantes.

    A Nicols Arceo, Eduardo Basualdo y Bruno Capra,

    por sus agudas observaciones.

    A Ximena Espeche y Cecilia Rodriguez,

    por la buena onda.

    A Mariela, por los proyectos compartidos.

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    La dura crisis econmico-social que ha signado la entrada deArgentina al siglo XXI ha vuelto a colocar en el centro del debateciertos conceptos que la hegemona neoconservadora de las l-timas dcadas haba logrado relegar al ostracismo: industria, nacin,burguesa nacional.

    En el marco de los nuevos y refrescantes vientos que soplansobre nuestro pas desde hace unos aos, parecera existir hoy

    un amplio consenso acerca de la importancia de contar con unmodelo econmico que, motorizado por el sector industrial y elempresariado nacional, garantice altas y sostenidas tasas de cre-cimiento de la produccin y el empleo.

    De esta forma se argumenta podrn revertirse los procesosde desarticulacin productiva y de extranjerizacin a los que nos lle-

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    INTRODUCCIN

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    . Existencia o no en Argentina de una burguesa nacional (en-tendiendo como tal a aquella fraccin de la burguesa que, ademsde tener intereses nacionales en lo econmico, est dispuesta aenfrentarse y efectivamente se enfrenta al capital extranjero, asus representantes orgnicos y a los organismos multilaterales decrdito en trminos ideolgicos y polticos).

    . Ms especficamente, el empresariado nacional-industrialque est llamado a convertirse en la locomotoradel modelo eco-nmico en boga tiene un proyecto de desarrollo de pas de largoplazo opuesto al imperialismo?; o su apuesta de fondo pasapor presentarse como burguesa nacional con vistas a posicionar-se estratgicamente en el actual escenario domstico, regional ymundial sin mayores preocupaciones por el destino de la Nacin?

    Ms de un lector podra pensar que se trata de cuestionesarbitrarias. Y tendra razn. Pero de lo que se trata, en ltima ins-tancia, es de aportar algunos elementos para una discusin que

    se considera de lo ms relevante en la hora actual de nuestro pas.Y ese debate pasa por determinar cul es el modelo de pas quequeremos para nosotros y, ms importante aun, para las futurasgeneraciones de argentinos

    2.

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    v la aplicacin del modelo neoliberal. Y, por esa va, empezar a re-solver la dramtica situacin del mercado de trabajo y la no menospreocupante que se registra en materia de distribucin del ingreso.

    La notable recuperacin experimentada desde mediados de2002 por la economa local, en especial por su sector fabril, no s-lo ha permitido empezar a dejar atrs la crisis ms prolongada y

    profunda de la historia argentina contempornea, sino tambin areforzar el mencionado consenso

    1.

    En ese contexto, el propsito central de este ensayo es poneren discusin algunos supuestos del denominado modelo nacional-industrial vigente desde que se abandon la convertibilidad. Paraello en los captulos que siguen se intentar dar respuesta a un con-junto de interrogantes estrechamente relacionados entre s.

    . Caractersticas del aparato manufacturero y de los empresariosnacionales con los que Argentina ha ingresado en el nuevo siglo.

    . Aspectos salientes de la dinmica fabril verificada desde el

    fin de la convertibilidad.. Elementos de continuidad y de ruptura entre el modelo na-

    cional-industrial y el vigente en los noventa.. Potencialidades y limitaciones del modelo nacional-industrial

    para avanzar sobre ciertos legados crticosde la dcada pasada:crisis fabril, hiperdesocupacin, precariedad laboral e inequi-dad distributiva.

    . Procesos socio-econmicos, polticos e ideolgicos que con-fluyeron en la emergencia y la consolidacin del modelo nacional-industrial.

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    1. Segn informacin oficial, entre 2002 y 2003 el PBI global (valuado a precios cons-tantes de 1993) creci aproximadamente un 9%, mientras que el correspondiente ala industria se expandi un 16%. Asimismo, al comparar la evolucin de ambas varia-bles entre el primer semestre de 2004 (ltimo dato disponible) y el mismo perodode 2003 se verifican incrementos del 9% y de ms del 14%, respectivamente. Vase:http://www.mecon.gov.ar/peconomica/informe/informe50/apendice_estadistico.htm

    2. Para facilitar la lectura se ha optado por incluir en el texto la menor cantidadposible de citas bibliogrficas. A los lectores interesados en los diversos temasabordados se les recomienda consultar el listado de bibliografa que se presentaal final del ensayo.

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    1. GNESIS DE UN MODELOEl anlisis de la trayectoria que sigui el sector manufacturerolocal en la dcada pasada debe necesariamente enmarcarse en unproceso de largo plazo. El mismo se inici con la dictadura militarde 1976-1983 y deriv en la conformacin de un nuevo patrnde acumulacin del capital en Argentina que desplaz al rgimende sustitucin de importaciones, que haba estado vigente desde

    aproximadamente comienzos de los aos treinta.Dicho proceso se ha visto reflejado, entre otras, en las siguien-tes caractersticas: la industria dej de ser el eje ordenador de laactividad econmica, as como el sector de mayor tasa de gananciade la economa, tal como haba ocurrido durante el modelo ante-rior, y su lugar pas a ser ocupado por la valorizacin financiera;

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    PRIMERA PARTETIEMPO DE CRISIS

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    sariado nacional estrechamente vinculados a la expansin del mer-cado interno con eje en el sector fabril. En otras palabras: se buscmodificar las bases econmicas que haban hecho posible la irrup-cin de fenmenos sociales como el Cordobazo.

    Al respecto cabe recordar un sealamiento realizado por Da-niel Azpiazu, Eduardo Basualdo y Miguel Khavisse: El anlisis de

    las motivaciones bsicas que sustentaron al rgimen militar de1976 revela la persistencia de un objetivo fundamental: refundarestructuralmente la sociedad argentina, tanto en trminos econ-mico-sociales como polticos, consolidando un nuevo proyectodominante (...). Este objetivo implicaba entonces, en primer lugar,agredir una estructura econmico-social constituida a lo largode varias dcadas en el marco de las distintas etapas de la indus-trializacin sustitutiva. En ellas se fue conformando una sociedadurbana con una compleja articulacin de sus sectores sociales. Ensegundo lugar, por la propia solidez de la estructura econmico-

    social de la Argentina y las propias contradicciones y necesidadesde la economa capitalista, esta reestructuracin tena que produ-cirse necesariamente a travs de una crisis y no mediante unafase de expansin econmica, que lograse as la marginacin deciertos sectores sociales, la redefinicin de otros y finalmente elpredominio de los restantes. En tercer lugar, los cambios a produ-cir en los pilares fundamentales de la industrializacin sustitutivay los rasgos del nuevo patrn de acumulacin deberan volverseirreversibles, en tanto no se buscaba pasar de una variante deindustrializacin distribucionistaa otra concentradorade los in-

    gresos, sino de remover las propias bases econmicas y socialesde aquel modelo3.

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    se redujo en forma considerable su importancia agregada tan-to en trminos productivos como en materia ocupacional; se fueconsolidando una matriz industrial mucho menos densa y arti-culada que la vigente durante el esquema sustitutivo; todo elloen un contexto de creciente concentracin y centralizacin delcapital y de un marcado deterioro en la situacin salarial y ocu-

    pacional de los trabajadores.Cabe aclarar que la interrupcin del modelo sustitutivo no so-

    brevino en nuestro pas en razn de su agotamiento. Basta con men-cionar, en tal sentido, que entre 1964 y 1974 la tasa de crecimientoanual del PBI global a precios constantes fue de alrededor del 5 porciento (en el mismo perodo el valor agregado manufacturero se ex-pandi a un promedio anual cercano al 7 por ciento), y que en 1975las exportaciones de productos industriales representaban el 24 porciento del total contra slo el 3 por ciento en 1960.

    Por el contrario, de forma similar a lo acontecido en Chile (dicta-

    duras militares mediante), se busc transformar de cuajola comple-ja estructura econmico-social que se haba generado tras largasdcadas de desarrollo industrial (proceso que no estuvo exento decontradicciones y limitaciones de distinta naturaleza). Dos de losobjetivos centrales de los militares que usurparon el poder el 24 demarzo de 1976 fueron redefinir el papel del Estado en la asignacinde los recursos y restringir drsticamente el poder de negociacinque posean los trabajadores en el marco de un rgimen de acumu-lacin en el que el control de cambios impeda la fuga de capitales,el nivel de los salarios no estaba limitado por la competencia exter-

    na y exista una reducida desocupacin.Pero tambin, y fundamentalmente, se apunt a alterar de ma-nera radical y con carcter irreversible la relacin de fuerzassociales derivada de la presencia de una clase obrera industrialacentuadamente organizada y movilizada, cuya fortaleza se po-tenciaba por su alianza histrica con ciertos sectores del empre-

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    3. Azpiazu, D., Basualdo, E. y Khavisse, M. (1986): El nuevo poder econmico en laArgentina de los aos ochenta, Legasa.

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    naturales. Es decir los capitales provenientes en gran medida delas fracciones empresariales oligrquicas que haban destinadoparte de la renta agraria obtenida a insertarse en la produccinmanufacturera y en algunas actividades vinculadas a la misma:servicios, finanzas, comercio, etc.

    El proyecto refundacional de la dictadura militar que vino a

    concretar esta transformacin extrema de la economa y la socie-dad argentinas una suerte de revancha clasista fue impuestomediante el disciplinamiento represivo de los sectores populares.La expresin ms acabada del procedimiento fueron los 30 mildetenidos-desaparecidos, los campos de exterminio, la compli-cidad empresaria con la represin en los lugares de trabajo (con-ducta que fue flagrante sobre todo en Acindar, Astarsa, Ford yLedesma), la intervencin de los sindicatos y el cercenamiento deconquistas laborales de larga data.

    En ese marco la industria domstica se contrajo significati-

    vamente: en los aos posteriores al golpe de Estado ms de 20mil establecimientos cerraron sus puertas, el producto bruto delsector cay cerca de un 10 por ciento entre 1976 y 1983, la ocu-pacin disminuy en forma pronunciada (casi un 35 por cientoentre esos aos) y se redujo el peso relativo de la actividadmanufacturera en el conjunto de la economa (pas del 28 al22 por ciento).

    Todo ello se produjo como resultado de la aplicacin de di-ferentes medidas de poltica econmica como la represin sala-rialde 1976 (que consisti en el congelamiento de los sueldos

    y en la eliminacin del sistema de control de precios ms unafuerte devaluacin de la moneda domstica que derivaron en unimportante aumento de la inflacin), la reforma financiera de1977 y, a fines de 1978, el enfoque monetario de balance de pa-gos(la recordada tablitade Jos Alfredo Martnez de Hoz) quese articul con una drstica apertura comercial, aunque marca-

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    Para comprender ms cabalmente la naturaleza de la ltimadictadura militar argentina, es conveniente establecer algunascomparaciones con la brasilea. Pese a tener como denominadorcomn sus fundamentos en la llamada Doctrina de Seguridad Na-cional y un enemigo compartido (la supuesta amenaza comunista),existe una diferencia sustantiva en el origen de ambos regme-

    nes: la orientacin desarrollista del brasileo contrasta con elsesgo anti-industrialista y refundacional del argentino.

    De all que en el primer caso se pusiera nfasis en la relacinexistente entre crecimiento econmico y seguridad interna y ex-terna, mientras que en el segundo el centro estuvo puesto en elterrorismo de Estado y la eliminacin del esquema de sustitucinde importaciones, y consecuentemente de la industria como n-cleo ordenador y dinamizador del proceso econmico-social. Laexistencia de tan dismiles objetivos estratgicos no slo condi-cion la orientacin y los resultados en trminos de performance

    de la poltica econmica, sino que tambin deriv en muy distin-tas bases sociales de sustentacin: el capital industrial en Brasily grupos empresarios altamente diversificados y muy ligados a laespeculacin financiera en Argentina.

    CAMBIO ESTRUCTURALEn nuestro pas la participacin econmica y poltica de lostrabajadores fue percibida como una amenaza por los sectoresdominantes, lo cual permiti que stos aceptaran el drstico pro-

    grama de cambio estructural propugnado por el tradicional sectorexportador aliado al gran comercio de exportacin e importa-cin y, tambin, al sector financiero. A ellos se les agregaron losgrandes capitales con peso industrial en ramas no dependien-tes de un elevado nivel de proteccin, por ser procesadoras dematerias primas o por descansar en la explotacin de recursos

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    rada en torno de la especulacin financiera y con fuerte orientacinhaciael exterior (exportaciones de escaso valor agregado, endeu-damiento externo, fuga de capitales, etc.).

    A partir de entonces, estos actores econmicos han tenido lacapacidad de definir el rumbo de la economa interna no slo porser propietarios de muchas de las grandes empresas industriales,

    sino tambin, y fundamentalmente, por controlar conglomeradosde firmas que actan en los ms diversos sectores. Todo ello lesha conferido una enorme capacidad de coaccin poder de vetosobre el sistema poltico que, por cierto, han sabido utilizar a sufavor con notable eficacia en determinadas coyunturas clave porlas que atraves nuestro pas en las ltimas dcadas. Puedenmencionarse, por ejemplo, las crisis econmicas de 1981 y 1989,el vasto programa de privatizacin de empresas de servicios p-blicos encarado en los aos noventa, la ms reciente pesificacinasimtricay dems situaciones conexas.

    2. SECTORES GOLPEADOSSi bien logr redefinir en forma radical la fisonoma y el funciona-miento del capitalismo domstico y, en ese marco, sentar las basespara la conformacin de un nuevo bloque de poder econmico,la dictadura militar no logr articular un nuevo eje productivo.

    El propsito del ministro Martnez de Hoz y su equipo era el decompatibilizar la especulacin financiera (aprovechando la fenome-nal masa de divisas que daba vueltas por el mundo bajo la forma depetrodlares) con la expansin de los sectores agropecuario, pes-quero, energtico y minero. Tambin se estimularon unas pocasactividades manufactureras, en general ligadas al aprovechamientode la abundante dotacin local de recursos naturales.

    Todo esto fue plasmado siguiendo el arcaico principio de lasventajas comparativas estticas, segn el cual cada pas debera

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    damente asimtrica en cuanto a sus efectos sobre los distintosmercados y actores fabriles.

    Pero sera un error pensar que se trat de una crisis generali-zada, dado que algunas ramas pudieron escapar a la tendenciageneral y, en especial, determinadas fracciones concentradas del em-presariado se posicionaron exitosamente ante el nuevo esquema.

    La mayor carga de la profunda crisis recay sobre las pequeasy medianas empresas y las grandes firmas asociadas al anteriorpatrn de acumulacin (principalmente a aquellas industriasvinculadas al complejo metalmecnico con eje en la produc-cin automotriz que en su mayora eran de origen extranjero).

    Ahora bien, a pesar de esta considerable reestructuracindesplegada en el interior de la clase capitalista, los principalesperjudicados por las medidas de poltica no slo econmica ins-trumentadas por la dictadura militar, fueron los asalariados: en1976 el salario promedio de la industria disminuy en un 33 por

    ciento con respecto al vigente en 1975; a partir de entonces seestableci un nuevo nivel, muy inferior al que se haba registradoen los aos anteriores, en torno al cual ha oscilado el salario realhasta la actualidad, siempre dentro de una tendencia decreciente.

    De esta manera, en un contexto agregado de involucin sec-torial, un reducido nmero de grupos econmicos nacionales yextranjeros y de grandes empresas multinacionales logr accedera una posicin de privilegio. Entre otros factores, este ascenso de-vino de una estrategia de integracin y diversificacin productiva,estrechando fuertes lazos con un sector financiero en expansingracias a la reforma de 1977.

    Todo esto se deriv del acceso a numerosas prebendas esta-tales, la intensa centralizacin del capital que trajo aparejada la cri-sis y, ms ampliamente, la consolidacin de un proceso de transi-cin desde una estrategia de valorizacin productiva con base in-dustrial y de realizacin en el mercado interno, hacia otra estructu-

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    En suma, la revancha clasista que pone en marcha la dicta-dura militar a partir de marzo de 1976, est dirigida (mediante larepresin, la tortura y la desaparicin de miles de compaeros)a terminar con la identidad popular, sus representaciones polticasy bases estructurales. De all que en este retorno al sometimientoimperialista y oligrquico sea fundamental la desindustrializacin

    de nuestro pas a travs de la imposicin de la valorizacin fi-nanciera que concentra el ingreso en manos de los acreedores ex-ternos, la oligarqua diversificada (grupos econmicos locales) yla oligarqua terrateniente en general. Esta revancha clasista de-sencadena una profunda regresin estructural y social, en lacual el ncleo del proceso econmico es ocupado por fraccionesde clase que se sustentan, fundamentalmente, sobre una apropia-cin del excedente desvinculado de un aumento en la generacinde ste. Se trata de una expansin de los ingresos a partir deabsorber una porcin creciente de los percibidos por los restan-

    tes sectores sociales va la degradacin de los salarios, obtencinde rentas financieras y destruccin, a travs de la apertura econ-mica asimtrica, de las fracciones empresarias protegidas hastaese momento

    4.

    IMPACTOS HETEROGNEOSSi bien en los aos ochenta, en especial bajo el gobierno de RalAlfonsn (1983-1989), la poltica econmica se modific en algu-nos aspectos

    5, el modelo impuesto por la dictadura militar no se

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    especializarse en la elaboracin de aquellos bienes cuya produc-cin le resultara menos costosa. En aquellos das se argumentabaque la explotacin de estas ventajas le haba hecho muy bien alpasdurante el modelo primario exportador que haba estadovigente entre 1880 y 1930, por todo lo cual la historia deba repe-tirse. Eran fundamentos sumamente endebles, basados ms

    en mitos que en realidades.En este sentido debe tenerse presente que a mediados de

    la dcada de los setenta, Argentina estaba potencialmente encondiciones de ocupar con una adecuada estrategia tendien-te a incrementar las ventajas dinmicas adquiridas tras largosy complejos aos de industrializacin sustitutiva un lugar enla divisin internacional del trabajo de caractersticas similaresa las de algunos pases del Sudeste Asitico en la actualidad.Esto, alcanzando posiblemente tasas de crecimiento bastanteinferiores a las de esas naciones. En esas condiciones el progra-

    ma de reprimarizacin y desindustrializacin era necesariamen-te un proyecto de regresin cuyos resultados finales no resultanpara nada sorprendentes.

    Entre las actividades industriales ms daadas por la orien-tacin de las polticas pblicas puestas en prctica entre 1976 y1983 se encontraron varias de las que haban dinamizado el cre-cimiento sectorial durante las diferentes etapas por las que habatransitado la sustitucin de importaciones (textil e indumentaria,metalmecnica en general y bienes de capital en particular, etc.).Esto contrasta con el caso de Brasil: durante el rgimen militarque gobern al pas vecino entre 1964 y 1985, se logr mantenere incluso acrecentar en ciertos sectores la complejidad y diver-sificacin del aparato productivo y, en consecuencia, profundizarel esquema sustitutivo. No puede soslayarse, de todos modos,que dicho proceso tuvo impactos negativos en trminos dedistribucin del ingreso y de autonoma externa.

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    4. Basualdo, E. (2004): Notas sobre la burguesa nacional, el capital extranjero yla oligarqua pampeana, en Realidad Econmica, N 201.5. Por ejemplo, se establecieron ciertas restricciones a las importaciones, a ladisponibilidad de divisas y a la liberalizacin del sector financiero ante la crisis dela deuda externa y la existencia de un desfavorable contexto internacional.

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    con la naturaleza y el sentido de la reestructuracin fabril en curso.En este sentido puede afirmarse que los regmenes de promocinindustrial produjeron una doble fractura en la clase obrera industrial.

    De hecho se gener un nuevo estrato de trabajadores constitui-do por los operarios ocupados en fbricas radicadas en las regionespromocionadas (en la generalidad de los casos estaban situadas en

    el interior del pas). Estos sectores tienen un reducido grado desindicalizacin y muy escasa tradicin gremial y perciben, paraigual calificacin, salarios mucho ms reducidos que los trabaja-dores de los centros fabriles tradicionales. De all que no sea casualque, sobre la base del muy reducido piso salarial fijado por el proce-so militar, entre 1983 y 1989 el salario promedio real en la industriahaya cado cerca de un 20 por ciento.

    Por otra parte, dado que en buena medida las nuevas plantasindustriales fueron el resultado del traslado de los establecimien-tos que estaban radicados en las zonas tradicionales, las polticas

    promocionales tendieron a consolidar la desocupacin y la mar-ginalidad social en los lugares de origen. Esto fue as porque sibien se trasladaron las plantas industriales y/o parte de los proce-sos productivos, no ocurri lo mismo con los trabajadores quehasta ese momento estaban ocupados en dichas fbricas. Por lotanto, de ese proceso surge otro estrato dentro de la clase traba-jadora que son los desocupados. Estos ltimos mantienen obviasdiferencias con los empleados, as como los desocupados y elnuevo proletariado industrial contrastan con los trabajadores fa-briles tradicionales.

    En conclusin: la principal caracterstica de la etapa que seinicia con la dictadura militar y que se afianza durante el primergobierno de la reconquista democrtica es una crisis manufactu-rera que se caracteriza por la desigualdad y la heterogeneidadde sus impactos. Primero porque gener una profunda dicotomaentre ganadores y perdedores. Segundo por la naturaleza

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    alter en lo esencial; por el contrario se tendi a consolidar con sucorrelato en materia de desindustrializacin, concentracin y cen-tralizacin del capital y distribucin regresiva del ingreso. La con-tinuidad tuvo lugar en el marco de una aguda crisis econmico-social que fue particularmente intensa en el mbito industrial(entre 1983 y 1989 el PBI global, valuado a precios de 1986, re-

    gistr una cada de casi el 5 por ciento, mientras que el del sectormanufacturero disminuy ms de un 8 por ciento).

    Por otra parte se procedi a la aplicacin de diversos meca-nismos de subsidio al capital concentrado interno que, reiterandolo sucedido entre 1976 y 1983, favoreci especialmente al ncleodel poder econmico. Entre otros mecanismos promocionalessedestacaron la estatizacin de la deuda externa privada, los subsidiosa las exportaciones fabriles, los abultados sobreprecios pagadospor el Estado y las compaas pblicas a sus proveedores, losprogramas de capitalizacin de la deuda externa y los regme-

    nes de promocin industrial.A diferencia del exitoso comportamiento de las firmas pertene-cientes al establishment productivodurante el gobierno de la UninCvica Radical, nuevamente los trabajadores fueron quienes resulta-ron ms perjudicados. Si bien ello fue resultado de mltiples factores(mayor precarizacin laboral, erosin de los ingresos populares co-mo producto del rgimen de alta inflacin existente, etc.), interesadestacar la cada vez ms acentuada heterogeneidad dentro de la cla-se trabajadora argentina registrada desde la dictadura en adelante.

    Como lo ha planteado Eduardo Basualdo en sus ltimas inves-tigaciones

    6, esa diversidad se encuentra estrechamente vinculada

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    6. Basualdo, E. (2004): Ensayos de historia econmica argentina. Deuda exter-na y sectores dominantes desde mediados del siglo XX a la actualidad, BecaGuggenheim 2002-2003, Documento Final, indito, y Las reformas estructuralesy el Plan de Convertibilidad durante la dcada de los noventa. El auge y la crisis dela valorizacin financiera, en Realidad Econmica, N 200.

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    cinde los mercados y la apertura comercial y financiera; el planfue, adems, fervientemente apoyado por el establishmentlocal(empresario, poltico y acadmico); y cont, hay que subrayarlo,con amplio respaldo de la sociedad.

    Estas polticas tuvieron notables impactos directos e indirec-tos sobre el sector industrial, aunque con un similar sesgo que los

    vigentes durante los casi tres lustros precedentes (en trminos desus efectos desiguales sobre los diferentes actores y entre los sec-tores manufactureros). En este sentido cabe mencionar algunosde los aspectos ms salientes del desenvolvimiento industrial quetuvo lugar durante la dcada pasada.

    Lo primero a sealar es que se agudizaron los procesos dedesindustrializacin y de reestructuracin regresiva del sectorfabril local iniciados a mediados de los setenta. Luego de la re-cuperacin econmica del perodo 1990-1992, entre 1993 y 2001el PBI global (a precios constantes) creci aproximadamente un

    12 por ciento mientras que el manufacturero declin alrededorde un 6 por ciento.Como resultado de ese proceso la participacin de la indus-

    tria en el PBI total se redujo en forma considerable, a tal punto queen el ao 2001 fue de apenas un 15 por ciento (a mediados delos aos setenta dicho porcentual se ubic en el orden del 30 porciento). Asimismo, a fines de la convertibilidad la industria argen-tina tena un menor tamao que un cuarto de siglo atrs y un perfilproductivo marcadamente diferente digamos que mucho menosindustrial que el vigente durante la sustitucin de importaciones.Esto ltimo es un indicador contundente de la magnitud asumi-da por el retroceso sectorial de las ltimas dcadas.

    Hay que decir, respecto de estas cuestiones, que en numero-sos pases centrales se ha venido asistiendo a un proceso de dis-minucin en la incidencia relativa de la industria en el conjuntode la actividad econmica. En esta constatacin se basan aquellos

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    muy diferencial de sus efectos: en el marco del nuevo esquemade funcionamiento del capitalismo argentino, de un perfil produc-tivo diferente y de una distinta modalidad de insercin del pas enel escenario internacional, se produjo una notable redistribucindel ingreso desde el trabajo hacia el capital.

    Dentro de los sectores empresariales hubo quienes se vie-

    ron seriamente afectados (esencialmente, como ya hemos se-alado, las pequeas y medianas compaas y algunas de gran-des dimensiones) y quienes captaron beneficios sustancialesque dieron lugar a la emergencia y la consolidacin de un nuevobloque de poder econmico estructurado en torno de unos po-cos y sumamente influyentes grupos econmicos de capital na-cional y extranjero.

    Entre ellos se destacan Acindar, Alpargatas, Arcor, Astra, Ba-g, Bemberg, Bridas, Bunge y Born, Clarn, Celulosa Argentina,Fate/Aluar, Fortabat, Garovaglio y Zorraqun, Ledesma, Macri,

    Perez Companc, Roggio, Soldati, Techint y Werthein. No por ca-sualidad cuando se alude a estos poderosos actores econmi-cos suelen utilizarse trminos como capitanes de la industria,popes fabrileso generales de la economa.

    3. LA SOMBRA MENEMISTALa dcada de los noventa trajo aparejadas nuevas y decisivas trans-formaciones derivadas de los profundos cambios registrados enla orientacin de las polticas pblicas. En forma casi simultneacon la llegada de Carlos Menem a la Presidencia (julio de 1989),se empez a implementar un programa de reformas estructuralessumamente abarcativo.

    Dicho plan estuvo basado en las recomendaciones de losorganismos internacionales de crdito; todo se estructur alrede-dor de la privatizacin de empresas pblicas, de la desregula-

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    . La insercin sectorial de las principales firmas de la activi-dad, algo que denota un importante y cada vez ms acentuadogrado de primarizacin productiva.

    . El sentido adoptado por la apertura comercial implementa-da. Un hecho que indujo una fuerte desintegracin de la produc-cin fabril local derivada de la creciente importancia que asumi

    la compra en el exterior de insumos, maquinaria y equipo y/o pro-ductos finales por parte de las firmas industriales.

    . La conformacin de una estructura de precios y rentabilida-des relativas de la economa que tendi a desalentar la inversinenel mbito manufacturero. Esto ltimo favoreci sobre todo a losservicios pblicos privatizados y las finanzas.

    . La importancia de la especulacin financiera en el procesode acumulacin y reproduccin del capital de las compaas lde-res que operan en el mbito fabril.

    . La crisis en que se vieron inmersos los segmentos empresa-

    rios menos concentrados, en gran medida como resultado de laorientacin que adopt la poltica econmica.La instrumentacin de polticas inspiradas en los postulados

    bsicos de la ortodoxia neoconservadora durante esos aos tam-bin llev a la profundizacin de ciertos procesos caractersticosdel desenvolvimiento sectorial post-sustitutivo: disminucin en lacantidad de obreros ocupados, fragmentacin y precarizacin delmercado laboral y regresividad en materia distributiva.

    En el transcurso de la dcada pasada se verificaron aumentossignificativos en la productividad laboral, los cuales estuvieronmucho ms relacionados con el importante proceso de expulsinde asalariados que con incrementos productivos; en otros trmi-nos, con fuertes aumentos en la intensidad de la jornada detrabajo, es decir, en el grado de explotacin de los obreros.

    Esos crecientes recursos generados por la mayor productividadno tuvieron como correlato incrementos en los salarios sino

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    sectores que, desde los campos acadmico, poltico y empresarial,han impulsado y se han beneficiado con el programa desindus-trializador de nuestro pas.

    Sin embargo, lo que esos grupos omiten es que el menciona-do proceso en los pases desarrollados ha estado estrechamenteligado a la maduracin y la modernizacin del sector manufactu-

    rero. Y que esto ha derivado en fuertes aumentos en la producti-vidad por incorporacin de tecnologa que generaron una cadaen los precios relativos de los productos industriales frente a losservicios, y la expansin de distintos tipos de actividades inmate-rialesde naturaleza cerebro-intensiva asociadas al dinamismode sectores fabriles de punta.

    Por el contrario, la desindustrializacin en Argentina se derivade la desarticulacin productiva y la reestructuracin regresiva. Am-bas lneas se verificaron en el transcurso de las ltimas dcadas y,asociado a ellas, se registr un aumento en la brecha que separa

    a la economa domstica de la de los llamados pases centrales(estancamiento relativo). En otras palabras: la desindustrializacindebida a la modernizacincontrasta con la desindustrializacinoriginada en la crisis.

    La profundizacin del proceso desindustrializador ennuestro pas estuvo estrechamente asociada, en los noventa,a la conjuncin de distintos fenmenos. Entre los ms rele-vantes se destacan:

    . Las principales caractersticas estructurales de las ramasde mayor dinamismo y significacin agregada de la actividad (laagroindustria, la produccin de petrleo y derivados, algunaselaboraciones de insumos intermedios de uso difundido, etc.).

    . El profundo retroceso experimentado por un nmero consi-derable de actividades con elevado desarrollo tecnolgico e inge-nieril. Muchas de ellas, como la elaboracin de bienes de capital,son claves para la articulacin de todo sistema industrial.

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    timas dcadas: el control de un nmero importante de las princi-pales empresas del pas por parte de algunos grandes gruposeconmicos de origen nacional y extranjero.

    En otros trminos: el ndice sealado subestima el grado deconcentracin real del conjunto de la industria manufacturera local,por cuanto son mucho menos de un centenar de grandes actores

    los que controlan casi la mitad de la produccin fabril.En buena medida este incremento en el grado de concentra-

    cin del conjunto del sector se explica por la capacidad que tuvieronlas empresas lderes de desempearse con cierto grado de auto-noma con respecto al ciclo econmico interno, as como de crecerpor encima del promedio sectorial.

    Esa tendencia estuvo estrechamente ligada, a su vez, a queestos actores son fuertes exportadores y, en consecuencia, poseenuna significativa capacidad de respuesta contracclica por el ladode las ventas al exterior, es decir, que pueden eludir o reducir los

    impactos de una crisis domstica colocando una porcin crecientede su produccin en los mercados externos.Este ltimo aspecto diferencia a esos sectores de una parte

    mayoritaria de los restantes agentes manufactureros, que fue-ron deficitarios en materia de comercio exterior

    Adems, las grandes empresas destinan una proporcin con-siderable de su produccin al consumo de los estratos de mayorpoder adquisitivo de la poblacin. Hay que tener presente que du-rante la dcada pasada en Argentina se asisti a un proceso muyacentuado de redistribucin regresiva del ingreso.

    Asimismo, el crecimiento diferencial de muchas de las em-presas que integran el ncleo selecto de las de mayor envergadu-ra de la industria local se vincula con otro hecho. Y es que en supropiedad participan capitales que adicionalmente controlan unaimportante cantidad de firmas no slo industriales, muchas de lascuales son lderes en sus respectivos mercados.

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 31

    que, por el contrario, lo que se manifest fue un persistente de-terioro de las remuneraciones medias (tendencia que afect fun-damentalmente a los trabajadores precarios, en particular a lacategora de los que laboran en negro).

    La conjuncin de ambos procesos trajo aparejada una mayorinequidad en la distribucin interna del ingreso fabril, lo cual indica

    que los empresarios del sector (en particular, los estratos ms con-centrados) se apropiaron de los recursos generados por la mayorproductividad y las menores retribuciones a la mano de obra.

    Al respecto, cabe destacar que en los aos noventa la traslacinde ingresos desde los obreros hacia los capitalistas industriales du-plic a la muy intensa y regresiva transferencia de recursos que sehaba verificado entre 1976 y 1983, una de las etapas histricas demayor disciplinamiento de la clase trabajadora argentina.

    Sin duda el desenvolvimiento de las variables mencionadasbrinda importantes elementos de juicio para comprender muchos

    de los acuciantes problemas que enfrenta la economa argentinaen el inicio del siglo XXI: una elevadsima tasa de desocupacin,una persistente precarizacin de las condiciones laborales de lamano de obra ocupada, bajas retribuciones salariales y, comoresultado de todo ello, una profunda injusticia distributiva.

    LOS GRANDES ACTORESLa creciente concentracin de la produccin en torno de un con-junto reducido de grandes empresas es otro de los rasgos carac-tersticos de la evolucin industrial de los noventa. A tal puntofue agudo este proceso que hacia fines del modelo de la conver-tibilidad, las cien firmas ms grandes del sector daban cuenta deaproximadamente el 50 por ciento de la produccin total.

    Se trata de un muy elevado nivel de concentracin productiva(el ms alto de la historia argentina), el cual hace abstraccin deun fenmeno caracterstico de la economa domstica en las l-

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    portaciones agregadas (bsicamente, las industrias alimenticia,del petrleo y siderrgica).

    Adems han modificado la composicin de sus activos totalese intensificado de modo notable el proceso de internacionalizacinproductiva, comercial y, sobre todo, financiera que venan experi-mentando desde fines de los aos setenta.

    No ha sido casual, por tanto, que la contrapartida de lasabultadas sumas de dinero que recibieron estos actores a me-diados de la dcada pasada por la venta al capital extranjero dealgunas de sus principales empresas haya sido el considerableincremento que registraron los activos de argentinos en el exte-rior. Recordemos que a fines de la convertibilidad por cada dlarde endeudamiento externo exista aproximadamente un dlarperteneciente a residentes locales que se haba fugado al exterior.

    En consecuencia se trata de actores que han reorientado su es-trategia de negocios; en ese marco sus intereses y el proceso de

    acumulacin se encuentran cada vez ms fronteras afuera. En con-secuencia su suerte est cada vez ms alejada de la del pas, lo quelos ubica, en principio, en las antpodas de lo que constituira unagenuina burguesa nacional.

    CRISIS EN LAS PYMESDel aumento registrado en el peso relativo de las firmas de mayortamao dentro de la actividad, en un marco general de involucinsectorial, se desprende que en el transcurso de la dcada pasadauna parte mayoritaria del entramado manufacturero local debitransitar por un sendero crtico.

    Al respecto las pequeas y medianas empresas (pymes) re-sultaron sumamente afectadas por la orientacin que adopt elproceso de liberalizacin comercial instrumentado. Este ltimo, aligual que el implementado por Martnez de Hoz, fue de tipo shock

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 33

    As puede haber ocurrido que un grupo econmico subsidiarauna estrategia de expansin en alguna produccin manufactureraa partir de su participacin en alguna actividad en la que por lacombinacin de diversos factores pudiera internalizar altas tasasde ganancia. Por caso: los servicios pblicos privatizados y/o labicicleta financiera.

    La mayor concentracin econmica que se verific durante elmodelo de los noventa se dio a la par de transformaciones de sig-nificacin en los liderazgos empresariales. Esos cambios derivaronen un importante aumento en el grado de extranjerizacin de laproduccin y en la declinacin relativa de los grandes gruposeconmicos de capital nacional que haban venido ejerciendo elliderazgo industrial desde mediados de los setenta.

    Respecto de este proceso de desnacionalizacin, bastacon mencionar que en el ao 2001 las empresas controladas porcapitales extranjeros que integraban el selecto grupo de las tres-

    cientas firmas ms grandes del sector dieron cuenta de ms del75 por ciento del valor agregado generado por dicho universode firmas.

    La contracara de este aumento en la extranjerizacin de laactividad y, como consecuencia, la aparicin de nuevos generalesde la economaha sido la contraccin registrada en la presenciaen la actividad y en el conjunto de los principales grupos empresa-rios de origen nacional. Pero no debera inferirse que tales actoreseconmicos han atravesado un proceso de disolucin (de todosmodos no puede dejar de mencionarse que algunos quebrarony/o debieron afrontar fuertes procesos de reestructuracin y achi-camiento y otros debieron asociarse con el capital extranjero co-mo mecanismo de supervivencia).

    En el mbito manufacturero muchos grupos han logrado pre-servar, e incluso incrementar, su significativa participacin en ramassumamente importantes por su aporte a la produccin y las ex-

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    1. UNA OPCION POLMICAComo resultado de los auspiciosos indicadores macroeconmicosy del fuerte crecimiento industrial que se han venido registrandodesde mediados de 2002, en la actualidad es muy difcil encontrarvoces crticas.

    Tanto el empresariado, el sistema poltico, buena parte de lacomunidad acadmica local e internacional, y amplias capasde la sociedad argentina han venido respaldando, de una uotra manera, el denominado modelo nacional-industrial en vi-gencia. Esto oscurece el hecho de que el proceso de salida de laprolongada y profunda crisis del rgimen de convertibilidad fue

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 37

    el deterioro y la desnacionalizacin del aparato productivo, lahiperdesocupacin y la inequidad distributiva.

    Todo esto invita a reflexionar acerca de si el modelo econmicoque rige en Argentina desde comienzos de 2002 supone un cam-bio radical y auspicioso respecto del modelo de los noventa. Y,ms en general, del sistema iniciado a partir de la ltima dicta-

    dura militar y profundizado a lo largo de los gobiernos democr-ticos que la sucedieron. Tambin es oportuno preguntarse por lascontinuidades y las rupturas entre ambos modelos.

    Asimismo resulta posible preguntarse si la globalizacinefectivamente nos ata de pies y manos y si, por lo tanto, debeafianzarse la reprimarizacin industrial. Por otra parte uno podrainterrogarse si existen mrgenes de maniobra para sacar los piesdel plato e impulsar un proceso de reindustrializacin de nuestropas sobre bases de sustento distintas a las que guiaron el pro-ceso vigente durante los ltimos aos. Estas son algunas de las

    cuestiones que se intentarn dilucidar en las prximas pginas.

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    SEGUNDA PARTENUEVAS ORIENTACIONES

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    honrado, de acuerdo a la particular jerga empleada en diferentesmbitos del poder.

    Esto debera ser complementado con una dolarizacin de laeconoma que permitiera preservar en moneda dura los ingresosy los beneficios de las empresas que impulsaban esta salida de laconvertibilidad, as como el valor de sus activos fsicos. Un mo-

    vimiento de este tipo eliminara el riesgo cambiario y, por esa va,facilitara la reanudacin del flujo de capitales hacia nuestropas. Se supone adems que eso nos colocara una vez ms en unsendero virtuoso de crecimiento, tal como haba ocurrido en losprimeros aos de vigencia del modelo convertible. De esta formase argumentaba la economa argentina podra retornar a su pun-to de equilibrioy recuperar su lugar en el mundo. Se trataba deuna poltica que haca recaer el grueso del costo de la crisis sobrelos sectores populares; en ese marco una gran parte de las activi-dades productivas debera subsistir durante un largo perodo en la

    recesin. Lo que se esperaba as era que la disminucin de lossalarios inducida por el aumento de la desocupacin y la cada dela tasa de inters hicieran posible una reactivacin de la economa.

    Esto ltimo ocurrira por medio de las exportaciones y el consu-mo de los sectores de mayores ingresos. En otras palabras, losdolarizadoresimpulsaban un ajuste que sera gradual, pero muy brus-co y regresivo en cuanto a sus implicancias econmicas y sociales.

    Entretanto los grupos econmicos nacionales y varias empre-sas extranjeras de grandes dimensiones (que a lo largo de la d-cada haban primarizado su estructura productiva y acumuladouna enorme masa de moneda dura en el exterior, adems de con-

    solidarse dentro de la cpula exportadora local), impulsaron elreemplazo de la convertibilidad por un modelo de dlar alto.

    Aunque nunca fue planteado de manera explcita, la opcindevaluacionista buscaba reducir de inmediatolos salarios, tornan-do las exportaciones mucho ms competitivas. Se buscaba, asi-

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    resultado de duros conflictos dentro de los sectores dominantesde nuestro pas

    7.

    Tras casi cuatro aos de recesin econmica y fabril, y luegode una dcada de acentuada y regresiva reestructuracin produc-tiva, en 2001 las disputas giraban casi exclusivamente en torno deltipo de cambio, aun cuando no se manifestaran explcitamente de

    esta manera.En trminos generales se pueden distinguir dos grandes prota-

    gonistas de esta puja de intereses: de un lado estn los sectores delempresariado productivo, mayormente nucleados en la Unin In-dustrial Argentina (UIA); del otro encontramos a buena parte del sec-tor financiero local (bancos y AFJPs) y de las empresas privatizadas.

    En el medio, desplegando una peculiar adems de oportunistay para nada inocente estrategia pendular, se encuentra el principalrepresentante institucional de los acreedores externos el Fondo Mo-netario Internacional que pas de realizar una defensa a ultranza del

    modelo convertible a cerrar filas detrs de la salida devaluadora.Frente a un modelo incapaz de sostener, va el endeudamientoexterno, la especulacin financiera y la fuga de capitales localesal exterior, y en el marco de un adverso cuadro internacional, lafraccin liderada por los bancos y las privatizadas propugnaba unabrutal reduccin del gasto pblico.

    La misma girara sobre el despido de numerosos empleadospblicos y una brusca rebaja en los sueldos estatales y de ciertaspartidas presupuestarias dedicadas bsicamente a salud y educa-cin. Esta opcin eliminara la necesidad de producir un nuevoendeudamiento para el pago de los intereses de la deuda, cuyo

    cumplimiento se sostena deba ser puntualmente observado u

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    7. Basualdo, E. (2001): Sistema poltico y modelo de acumulacin en la Argentina.Notas sobre el transformismo argentino durante la valorizacin financiera (1976-

    2001), FLACSO/Universidad Nacional de Quilmes/IDEP.

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    En ltima instancia lo que estaba en discusin era si la formaen que se saldra de la convertibilidad (con devaluacin o medianteuna dolarizacin) derivara en el mantenimiento del esquema deganadores y perdedores dentro del bloque dominante o bienen su modificacin.

    No obstante la agudeza del conflicto se deduce de lo expues-

    to que los dos grupos contendientes coincidan en un punto: laprincipal variable de ajuste seran los ingresos y, por ende, lascondiciones de vida de los trabajadores y de los marginados oexcluidos del sistema.

    El final de esta historia es bastante conocido; sin embargointeresa analizar con cierto detenimiento cules fueron los facto-res que hicieron posible el triunfo del bloque devaluacionista y,como resultado de ello, el surgimiento y la consolidacin del lla-mado modelo nacional-industrial.

    LA CONSTRUCCIN IDEOLGICASi bien se pueden encontrar algunos antecedentes a lo largo dela dcada pasada, el cambio discursivo en los sectores domi-nantes de Argentina comenz a acrecentarse a partir de lasdevaluaciones acaecidas en el exterior Sudeste Asitico (1997)y Brasil (1999) y, fundamentalmente, del comienzo en el niveldomstico de una etapa de recesin econmica a mediadosde 1998.

    La gnesis del nuevo modelo no parece estar disociada delhecho de que esta crisis tuvo impactos negativos sobre la per-formanceeconmica de la mayora de las compaas integrantesde la elite empresaria local. Ello sucedi a diferencia de lo acon-tecido en 1995, cuando estas firmas lderes prosiguieron con el fuer-te proceso de expansin que haban venido experimentando des-de el lanzamiento de la convertibilidad.

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 41

    mismo, incrementar significativamente el valor en moneda do-mstica de los capitales fugados.

    La orientacin elegida implicaba una seria licuacin de los ac-tivos de los bancos imposibilitados de recuperar sus crditos endlares y de los activos y las ganancias de la mayora de lasempresas privatizadas (que en dlares seran menores como con-

    secuencia de la necesidad, para que la devaluacin fuera efectiva,de que sta no se trasladara enteramente a las tarifas).

    El incremento del tipo de cambio derivara en una mayor gravi-tacin en las cuentas pblicas de la deuda en dlares. Esta salida tam-bin debera ser acompaada de un considerable ajuste fiscal y, lue-go del inevitable default, de una muy dura renegociacin de la deuda.Esto afectara no slo a buena parte de los acreedores externos, sinotambin, nuevamente, al sector bancario local y a las AFJPs, titularesde una porcin importante de bonos de la deuda externa argentina.

    As, lo que se dirima en esos aos era un enfrentamiento entre

    dos fracciones del poder econmico que durante los noventa ha-ban usufructuado la apertura econmica y financiera, la desindus-trializacin y la reprimarizacin, la regresin del aparato productivoy el desmantelamiento del Estado; frente al agotamiento del mode-lo y ante la imposibilidad de transferir la totalidad de los costos dela crisis sobre los sectores populares, procuraban que fuera la otrafraccin en pugna la que asumiera los costos remanentes.

    Dicho esto en otros trminos: la magnitud de la crisis econ-mica y poltico-social imposibilitaba, como haba sido posible acomienzos de los noventa, la conformacin de una nueva comu-nidad de negociosque aglutinara poltica, ideolgica y econmi-

    camente a los distintos sectores del gran capital8.

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    8. Basualdo, E. (2000): Concentracin y centralizacin del capital en la Argentinadurante la dcada de los noventa. Una aproximacin a travs de la reestructura-

    cin econmica y el comportamiento de los grupos econmicos y los capitales ex-

    tranjeros, FLACSO/Universidad Nacional de Quilmes/IDEP.

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    devaluaciones [se refiere a las registradas en otros pases]... llega-r un momento en que habr que discutir la convertibilidad,declar a la prensa en agosto de 1998.

    Asimismo, hacia fines de 2001 este importante referente de laUIA destacaba que la vulnerabilidad externa se fue agudizandoa lo largo de los aos noventa como consecuencia de la falta de

    una poltica de desarrollo de los sectores productivos y del empre-sariado nacional, lo cual determin un significativo dficit comercial,transferencias crecientes de utilidades y dividendos y, tambin,un aumento vertiginoso del endeudamiento externo.

    Sostuvo adems que la prdida de competitividad del sectorproductivo argentino es una realidad innegable. Desde los inicios dela dcada del noventa, se gener una distorsin en los precios rela-tivos de los sectores transables que se tradujo en una apreciacin dela moneda nacional y la consiguiente prdida de competitividad

    9.

    En esa lnea, el grupo econmico Techint, pilar decisivo de la

    UIA tanto en materia econmica como poltica, cumpli un rol msque destacado a la hora de criticar el modelo convertible a pesarde haberse visto ampliamente beneficiado por l, siendo sus pro-pios directivos los que llevaron ms lejos el ataque al uno a uno. Enpalabras de Roberto Rocca: Todo el mundo se da cuenta de queel tipo de cambio [fijo] es un problema lleg a declarar entonces.Este no es momento para tocar el tipo de cambio. Pero cuandoest consolidado el prximo gobierno, no tendra que haber in-convenientes en poder anunciar con tranquilidad un rgimen defluctuacin cambiaria, como flucta el yen contra el dlar, o elmarco contra el dlar, o las monedas europeas entre s, y no pasa

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 43

    Fue en ese momento cuando los representantes de la indus-tria o, como les gusta autodenominarse, los sectores de la pro-duccin, el empresariado productivo o la burguesa nacionalreclamaron en forma manifiesta medidas que compensaran elatraso cambiario. Hace siete aos que no se toca el tipo decambio y mientras tanto en el mundo pasaron cosas apunt Clau-

    dio Sebastiani, entonces titular de la UIA. Hay que tomar medidasurgentes; por ejemplo, la suspensin de los aportes patronales:sera una devaluacin compensada(24 de marzo de 1998).

    A pesar de que no se peda directamente el abandono de laconvertibilidad, ya que sta an gozaba de amplio consenso entrelos organismos multilaterales de crdito, los sectores dominanteslocales, la clase media e incluso buena parte de los sectores po-pulares, el tipo de cambio se fue constituyendo en el eje de lasdisputas sobre la poltica econmica.

    En ese contexto, y tras largos aos de presionar por la retirada

    del Estadode los ms diversos mbitos, importantes integrantesdel establishment productivo(en particular, los grupos econmi-cos de capital nacional, ya sea de manera directa o a travs de susnumerosos intelectuales orgnicos) empezaron a plantear en formacada vez ms radicalizada que para salir de la recesin e ingresaren un sendero virtuoso de crecimiento de la produccin y el em-pleo era imprescindible encarar la reindustrializacin del pas coneje en los mercados externos.

    Y sostenan tambin que para la concrecin de este procesoera imperiosa la aplicacin de polticas activas por parte del Es-tado y, fundamentalmente, el abandono del esquema de la con-

    vertibilidad y la conformacin de un modelo de dlar alto.Esta avanzada se vio reflejada en el espacio que fueron ganan-

    do personajes como Jos Ignacio de Mendiguren, quien no tuvoreparos en poner en tela de juicio el rgimen convertible. Si lacompetitividad de las empresas se ataca desde afuera con estas

    42 MARTN SCHORR

    9. Unin Industrial Argentina (2001): La visin de la Unin Industrial Argentinasobre las causas de la depresin. Propuestas para el crecimiento, exposicin rea-lizada por el Dr. Jos Ignacio de Mendiguren ante representantes del gobiernode Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Ban-co Interamericano de Desarrollo.

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    resortes centrales del aparato productivo, creciente transnacio-nalizacin financiera, etc.

    El carcter contradictoriode los planteos de estos grandescapitalistas queda palmariamente de manifiesto en las recientes de-claraciones del propietario del grupo Macri. En la Argentina ac-tual estamos necesitando de lderes que convoquen a un Nuevo

    Acuerdo, ofreciendo prioridad de proyectos al empresariado nacio-nal... No conozco la solucin ptima, pero s s que no se encuentraen el liberalismo ilimitado, irrestricto, sin reglas de juego ni con-troles eficientes. Nuestra solucin no es el neoliberalismo, cuyasconsecuencias son bien visibles: vaciamiento del Estado, extranje-rizacin de la economa, marginalidad de sus fuerzas empresariasy productivas, una gigantesca injusticia social. Las propuestas y con-signas de una empresa extranjera nunca son las mismas que las deuna empresa nacional. A qu se tendra que dedicar la burguesanacional? A todo, pero especialmente a cuidar que no entre nadie

    al pas a menos que lo haga de la mano de un argentino. Esa burgue-sa puede asegurar a los inversores extranjeros mayor confianzay buena disposicin si sus espaldas son cuidadas por socios loca-les que respalden sus inversiones... Recuerdo que, en los inicios delgobierno de Ral Alfonsn, cuando dialogu con los jvenes de laCoordinadora, les confirm que si nosotros no empezbamos a crearuna burguesa nacional, un empresariado industrial nacional,nunca podramos romper con ese mecanismo perverso que permi-te que los que vienen de afuera se lleven toda la riqueza y nosdejen a cambio algunos espejitos de colores... En sntesis, no haymodelo de pas sin un empresariado nacional (7 de agosto de 2004).

    AMPLIANDO LA BASE SOCIALEstos planteamientos favorables a establecer un nuevo modeloeconmico a partir de una modificacin del tipo de cambio conta-ron con el invalorable apoyo de amplios sectores del espectro

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    nada. Brasil pudo devaluar con xito porque nunca tuvo ese pro-blema psicolgico que existe en Argentina, pero que en algnmomento se va a superar (19 de agosto de 1999).

    La salida devaluacionista de la convertibilidad logr congre-gar a muy diversos sectores estructurndose en lo ideolgico-discursivo sobre la defensa de la produccin, la industria, la com-

    petitividad, el trabajo, el regreso del Estado y la Nacin, etc.Ahora bien, por la naturaleza y los objetivos de las fracciones delcapital concentrado interno que conducan y conducen el bloquedevaluacionista, tales conceptos estaban y estn definidos de unamanera un tanto peculiar.

    Por qu? Porque esta defensa de la industria y de lo nacionalfue y es realizada por buena parte de los mismos actores que resul-taron ampliamente favorecidos por la aguda, aunque heterog-nea y asimtrica, desindustrializacin que se ha venido registrandoen nuestro pas desde la ltima dictadura militar en adelante.

    Dichos sectores, adems, recibieron ingentes sumas de dineropor la venta de sus principales empresas a capitales forneos. Enotras palabras, se trata de los mismos actores econmicos quepromovieron (y se beneficiaron con) la crisis fabril y la extranje-rizacin del aparato productivo local que hoy tanto cuestionan ytanto los preocupa.

    Y ello sin mencionar que durante la dcada pasada destina-ron una parte considerable de sus recursos a actividades no in-dustriales, como la prestacin de servicios (en especial, lospblicos privatizados) o a la bicicletafinanciera y la fuga decapitales al exterior. Todo esto les permiti consolidar una in-

    sercin productiva y una estrategia de expansin y acumulacinque por diversos factores poco tienen que ver con lo que se es-pera de una burguesa nacional: posicionamiento en sectorescon reducido dinamismo en el mercado mundial y con escasasarticulaciones fronteras adentro, cesin al capital extranjero de

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    ya estaba en retirada y que se apoyaba crecientemente sobre elsector financiero y las privatizadas a esta altura en manos de gran-des empresas o conglomerados extranjeros, con lo cual optaronpor tener como interlocutores a los candidatos presidenciales porla Alianza UCR-Frepaso y el Partido Justicialista.

    Desde el ya conformado Grupo Productivo (integrado por la

    UIA, la Cmara Argentina de la Construccin y las Confederacio-nes Rurales Argentinas) se gestaron intensas reuniones con Fer-nando de la Ra y Eduardo Duhalde, as como con otras figurasrelevantes que pudieran sumarse al reclamo industrialista ynacional, entre ellos la CGT y la Iglesia.

    Con el gobierno de la Alianza, si bien al comienzo hubo algunasseales hacia el frente productivo, la situacin prcticamente nose modific: al ser nombrado como ministro de Economa un hom-bre ligado a la UIA (Jos Luis Machinea), la poltica econmicasigui una senda muy similar a la de su predecesor.

    En ese contexto, a medida que se haca cada vez ms evidenteesta falta de cambios profundosen la poltica econmica, a lo quese sumaba el pobre desempeo de la economa domstica en elmarco de un escenario internacional desfavorable, la disputa entorno del tipo de cambio volvi a emerger con fuerza.

    As lo expres Guillermo Gotelli, organizador de la VI Conferen-cia Industrial: No es lo mismo tener su propia poltica monetaria,su moneda, que ser un pas satlite de armadura sin soberanasobre sus mercados. No es igual un pas que integra armnicamen-te sus actividades primarias con las industriales y con los serviciosque el que privilegia a un sector por el otro

    11.

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 47

    poltico-sindical nacional. Recurdense, en tal sentido, las decla-raciones de Eduardo Duhalde en relacin con la necesidad de des-plazar a la comunidad financiera como requisito para hacer unpas industrialista a partir de la celebracin de una concertacinpatritica que nuclee a empresarios de la produccin, a los tra-bajadores y a la clase poltica.

    Tambin se pronunciaron los lderes sindicales Rodolfo Daer yHugo Moyano sealando que el abandono de la convertibilidadva una devaluacin del peso, as como la conformacin de unfrente productivo, constituan requisitos indispensables para re-vertir la crisis econmica. El ex presidente Ral Alfonsn, asimis-mo, dijo lo suyo en plena crisis terminal del rgimen convertible:No creo que el ministro de Economa Domingo Cavallo est pen-sando en una devaluacin declar. Pero tampoco veo inters enEstados Unidos. Lo que s veo es que de 27 mil millones de pesosslo quedan 17 mil y, si sigue ahondndose este proceso, la deva-luacin terminar dndose de hecho

    10.

    Con la mira puesta en construir una amplia fuerza social ca-paz de impulsar y convalidar este proyecto productivo, se insistien que estas medidas mejoraran el ingreso de los sectores popu-lares y beneficiaran principalmente a las pymes. A fines del ao2000, Osvaldo Rial, en ese momento titular de la UIA, sintetizabaesta idea de la siguiente manera: La sociedad, los industriales,los productores agropecuarios, los pequeos comerciantes, lostrabajadores, los sectores de la cultura y los religiosos debemosentender que de la crisis salimos con un modelo que estimule laproduccin y el poder adquisitivo de la gente.

    En las postrimeras del gobierno de Menem, estos actores noencontraron demasiadas respuestas por parte de un gobierno que

    46 MARTN SCHORR

    10. Schorr, M. (2004): Industria y nacin. Poder econmico, neoliberalismo y alter-nativas de reindustrializacin en la Argentina contempornea, Edhasa.

    11. Unin Industrial Argentina (2000): Sntesis del Panorama de la Industria Objetivos de la 6 Conferencia Industrial Argentina, a cargo del Ing. Guillermo Go-telli, VI Conferencia Industrial, octubre.

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    25/57

    gislativas de octubre de 2001, en las que el voto negativo (enblanco y nulos) logr un rcord absoluto, sumado a altos nivelesde abstencin.

    Asimismo, durante el transcurso de ese ao tambin se regis-traron crecientes niveles de movilizacin popular con cortes de ru-tas, huelgas, escraches, etc. Y en el mes de diciembre una consulta

    popular realizada por el Frente Nacional contra la Pobreza logrreunir ms de tres millones de votos a favor de un cambio radicalen la orientacin de las polticas pblicas y de un profundo replan-teo del funcionamiento poltico-institucional del pas.

    En el marco de esta compleja situacin, las disputas en el in-terior de los sectores dominantes se tornaron cada vez ms abier-tas. En ese sentido la campaa que lanz el Grupo Productivocontra la propuesta de dolarizacin de la economa esgrimidafundamentalmente por sectores empresarios muy favorecidosdurante el gobierno de Menem, por el propio ex presidente ypor el ultraortodoxo y reaccionario Centro de Estudios Macroeco-nmicos de Argentina (CEMA) cont con el apoyo de muchospersonajes que estaban enfrentados al sector financiero y lasempresas de servicios pblicos privatizadas.

    Una vez ms el eje de la discusin estuvo puesto casi exclusi-vamente en la cuestin cambiaria, como lo manifestaron la UIA yla CGT en un documento conjunto: Ms all de las obvias razo-nes de autonoma y dignidad nacional, [la dolarizacin] significa-ra privarnos para siempre de instrumentos esenciales de polticaeconmica. Abandonaramos definitivamente la posibilidad detener poltica monetaria. Argentina pasara a importar definitiva-

    mente y de forma pasiva la poltica monetaria de Estados Unidos ya depender de su fase del ciclo econmico y de su aumento deproductividad (9 de diciembre de 2001).

    Con posterioridad a la instrumentacin del corralito, y tras lashistricas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, no haba du-

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 49

    Este viraje hacia un tono ms crtico se cristaliz con la asun-cin como presidente de la UIA del industrial De Mendiguren enmayo de 2001, quien comenz reclamando la incorporacin delpeso brasileo (el real, ya devaluado) en la futura canasta demonedas que lanzara el ministro Cavallo como una nueva etapade la convertibilidad.

    Tambin es a partir de este momento cuando, con la intencinde sumar el apoyo de los sectores populares, de la clase media yde las fracciones ms dbiles del empresariado, se hace ms ex-plcita la intencin de construir otro modelo que contemple unaredistribucin del ingreso y una situacin ms favorable para elpequeo y mediano empresariado. Entre otras cosas esta estrate-gia implic que se retomaran, vacindolas de contenido, ciertaspropuestas de poltica genuinamente progresistas impulsadas porotros sectores sociales (como por ejemplo el planteo de la Centralde los Trabajadores Argentinos de garantizar un seguro de em-pleo y formacin a todos los jefes y jefas de hogar desocupados).

    Sin embargo, paradjicamente, en materia de poltica socialla UIA impulsaba medidas que iban en el sentido opuesto a estosobjetivos, como el congelamiento del salario mnimo y la flexibi-lizacin de las condiciones de despido

    12.

    En ese contexto se destacan dos hechos. Primero, la agudi-zacin de las crisis econmica e industrial (entre 1998 y 2001el PBI total valuado a precios constantes se contrajo ms deun 8 por ciento, mientras que el del sector fabril disminuy un18 por ciento). Segundo, una cada vez ms acentuada crisis po-ltica que se manifest con toda intensidad en las elecciones le-

    48 MARTN SCHORR

    12. Vase el Informe del Departamento de Poltica Social del Anuario 2001 de laUIA. Sobre estas cuestiones, consltese Gaggero, A. y Wainer, A. (2004): Crisisde la convertibilidad: el rol de la UIA y su estrategia para el (tipo de) cambio, enRealidad Econmica, N 204.

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    26/57

    gadas por el FMI se decidi establecer la libre flotacin cambiaria,lo cual deriv en un fenomenal incremento del tipo de cambio.

    A partir del inicio del gobierno provisional de Duhalde se haido conformando un nuevo modelo econmico, el nacional-indus-trial, que cuenta con amplio consenso social en gran medidapasivo y que se sostiene en una renovada base social de susten-

    tacin. La misma es hegemonizada por los sectores productivoso la autoproclamada burguesa nacional, es decir, por algunosgrupos econmicos de capital nacional los sobrevivientes delmodelo de los noventa y por diversos conglomerados y grandesempresas extranjeras con importante presencia en el mbito ma-nufacturero, en especial el vinculado a las exportaciones

    13.

    En otras palabras: se ha revertido de modo considerable la re-lacin de fuerzas en el rin de los sectores dominantes en relacincon lo sucedido durante el decenio pasado; este cambio se ha ma-nifestado principalmente a travs de una ostensible mejora de losprecios relativos de los bienes transables (agro, industria, petrleoy minera) frente a los no transables (banca y servicios).

    Atento a la importancia de las transformaciones registradasen el funcionamiento del capitalismo local y en la composicin delbloque de poder econmico, reviste sumo inters analizar culesson los principales aspectos que han caracterizado al modelonacional-industrial desde sus orgenes. En particular buscamos

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 51

    das de que la convertibilidad haba llegado a su fin. Quienesquedaron en mejor posicin fueron los sectores que venan pre-sionando por la salida devaluacionista. Ello sucedi como productode haber generado un esquema de alianzas sociales mucho msslido, inclusivo y heterogneo en lo que respecta a la composi-cin de sus integrantes, que el que haban conformado los impul-

    sadores de la opcin dolarizadora.Inmediatamente despus de la renuncia de De la Ra trascen-di que el Grupo Productivo dara a conocer una propuesta de planeconmico que inclua la flotacin de la moneda nacional, la pe-sificacin de la economa, una moratoria en el pago de la deudaexterna y subsidios al desempleo.

    Luego de doce convulsionados das en los cuales, entre otrascuestiones, se sucedieron cinco mandatarios presidenciales y seanunci la declaracin de la cesacin de pagos de una parte de ladeuda externa, el 1de enero de 2002 la Asamblea Legislativa de-sign como presidente provisional al entonces senador EduardoDuhalde, quien en su discurso de asuncin se propuso poner fina un modelo cuestionado. Mi compromiso a partir de hoy es ter-minar con un modelo agotado que ha sumido en la desesperacina la enorme mayora de nuestro pueblo para sentar las bases deun nuevo modelo capaz de recuperar la produccin, el trabajode los argentinos, su mercado interno y promover una ms justadistribucin de la riqueza.

    A los pocos das de iniciada la nueva gestin se sancion laLey de Emergencia Pblica y Reforma del Rgimen Cambiario(la que lleva el nmero 25.561). La misma determin cambios de-

    cisivos en el plano macroeconmico; como el abandono de laconvertibilidad a partir de la devaluacin del peso. Si bien origi-nalmente esa ley estableci el reemplazo de la paridad converti-ble por otra, tambin fija (1,4 pesos = 1,0 dlar) a los pocos mesesde ser sancionada, y en respuesta a las fuertes presiones desple-

    50 MARTN SCHORR

    13. Hasta el momento, tanto el sector financiero local como gran parte de las com-paas privatizadas y los acreedores externos (con la excepcin de los organismos

    multilaterales que lograron quedar a resguardo del default) integran las posicio-nes subordinadas dentro del bloque de poder. Al respecto, consltese Arceo, E. ySchorr, M. (2004): Argentina: del modelo de la Convertibilidad al modelo de d-lar alto, rea de Economa y Tecnologa de la FLACSO, mimeo, y Schorr, M. y Wai-ner, A. (2004): Argentina: muerte y resurreccin? Notas sobre la relacin entreeconoma y poltica en la transicin del modelo de los noventa al de dlar alto,en Realidad Econmica, en prensa.

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    27/57

    pero tampoco que una apertura salvaje, con comercio desleal y dumping

    en bienes, servicios y financiaciones, nos destruya, porque nosotros, nues-

    tra gente y nuestros obreros vivimos ac (E. Baglietto, titular de la C-

    mara Argentina de la Construccin y directivo de Techint, 10/10/99).

    . La nica salida de la crisis es mediante un proyecto nacional. Para

    hacerlo se necesita consenso y liderazgo. Si no estn los polticos para

    ejercerlo, entonces la UIA y sus amigos del Frente Productivo son quie-nes deben actuar como tal (R. Rocca, presidente de Techint, 6/9/00).

    . [Sobre la disparidad cambiaria con Brasil y la posibilidad de deva-

    luar el peso] Sera un error gravsimo. Lo creo profundamente. La con-

    vertibilidad es un patrimonio de Argentina. Tenemos que lograr un buen

    posicionamiento industrial para Argentina, manteniendo la convertibili-

    dad. Para eso, tenemos que negociar seriamente con Brasil y compensar

    los desfases (P. Rocca, presidente de Techint, 3/6/01).

    2. PILOTO AUTOMTICOCon la finalidad de convalidar socialmente el modelo nacional-in-dustrial, sus defensores destacan que, como resultado directo dela maxidevaluacin de la moneda domstica que se ha registradoa partir del abandono de la convertibilidad, el sector manufactu-rero local y, por esa va, el conjunto de la economa argentina, hanlogrado ingresar en un sendero de crecimiento.

    Mencionan tambin otros beneficios como la generacin depuestos de trabajo, lo cual permitir revertir el profundo deterioroindustrial y el cuadro de inequidad distributiva heredados del mo-

    delo de los noventa. Todo ello por dos razones bsicas. Primeroporla vigencia de un proceso de sustitucin de bienes importados porproduccin local, viabilizado por el hecho de que la suba del tipode cambio encarece las importaciones y genera estmulos para suelaboracin fronteras adentro.

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 53

    evaluar si los argumentos que esgrimieron los impulsores delmismo en las postrimeras del modelo de los noventa y en suenfrentamiento con el bloque dolarizador se verificaron en la prc-tica. O si se trat de recursos poltico-ideolgicos destinados aconvalidar una determinadasalida de la convertibilidad.

    DECLARACIONES DE POCA. Nosotros estamos contra la devaluacin. Pero el Gobierno debe

    tomar medidas inmediatas para sostener la convertibilidad. Si no ser

    inviable la paridad (J. De Mendiguren, 23/4/99).

    . Sin una promocin ms ofensiva en las exportaciones Argentina

    no tiene salida de este proceso recesivo... Sin duda la gran asignatura

    pendiente de este Gobierno es una poltica industrial... Del tipo de cam-

    bio [fijo] no se habla (E. Duhalde, 23/6/99).

    . Para nosotros, Brasil est ahora mejor que Argentina... [La deva-

    luacin del real] fue una medida exitosa que hizo ganar competitividad a

    Brasil (T. Ter Minassian, funcionaria del FMI, 25/6/99).

    . El Fondo Monetario ve estructuralmente bien a Argentina. Tiene

    problemas, pero no serios (C. Loser, funcionario del FMI, 25/6/99).

    . Existen diferencias de intereses muy fuertes entre el sector indus-

    trial y el financiero, ya que adems del perjuicio que ocasionan las altas

    tasas de inters, existen dos proyectos distintos de pas. La UIA quiere un

    modelo productivo de fuerte generacin de empleo, priorizando las pe-

    queas y medianas empresas, con un fuerte sentido social. En cambio

    los bancos priorizan un esquema de concentracin de la riqueza y extran-

    jerizacin del capital, que genera exclusin (O. Rial, 22/8/99).. A m me molesta mucho cuando dicen: Esta gente se junt para

    poner el compre nacional, porque estamos lejos de eso... [Desde el Grupo

    Productivo se est] discutiendo una serie de polticas activas que ayuden

    a la industria nacional a ayudarse a s misma... No queremos proteccin,

    52 MARTN SCHORR

  • 7/31/2019 Modelo Nacional Industrial

    28/57

    mentacin y el mantenimiento de una adecuada poltica ma-croeconmica es lacondicin para resolver los problemas econ-micos heredados y que casi no se precisan polticas activas si lamacro funciona bien.

    Algunos indicadores parecen darles la razn a aquellos queimpulsan y sostienen el modelo nacional-industrial desde los

    campos acadmico, poltico y empresarial; a tal punto que enla actualidad se estara transitando el perodo de consolidacindel mismo

    15, lo cual ha sido saludado fervientemente por nues-

    tros burgueses nacionales.Sobre esto ltimo vale citar un conjunto de declaraciones ms

    o menos recientes. Kirchner quiere respaldar seriamente a lasempresas nacionales para que sean las protagonistas centralesdel nuevo crecimiento econmico subray Franco Macri en di-versas entrevistas concedidas a la prensa durante 2004. Claro, esun Gobierno que recin se est consolidando, todava no hayposibilidades de que las empresas puedan planificar su expansinen el mediano y largo plazo. Pero yo estoy muy esperanzado enque el principal cambio de este Gobierno, respecto a todos los an-teriores, sea el fomento a la empresa nacional. Kirchner es elhombre indicado para cambiar a Argentina en esa direccin (...).El Gobierno ha comprendido el desafo que significa desarrollarnoso sucumbir, y se ha puesto a la altura de las graves circunstanciasque enfrentamos con decisin y valenta. El empresariado debeapoyar al Gobierno y ponerse a su disposicin, para que los ar-gentinos logremos revertir la decadencia y disfrutar del pas quesoamos y merecemos. Por mi parte, estoy decidido a dedicar a

    esos objetivos esta ltima etapa de mi vida.

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 55

    En segundo lugar debido al incremento de las exportacionesde bienes industriales que son mucho ms competitivas en trmi-nos internacionales con la nueva paridad cambiaria.

    De all que a juzgar por la orientacin que asumieron las prin-cipales medidas que se instrumentaron durante el gobierno deDuhalde, y en lo que va del de Nstor Kirchner, tanto para los

    hacedores de poltica del pas como para los think tanksdelestablishmenty las fracciones del capital que ambos repre-sentan, la vigencia de un tipo de cambio real elevado parecera seruna condicin necesaria y suficiente para la concrecin de losprocesos mencionados.

    Esto explicara los motivos por los cuales hasta el presenteprcticamente la nica poltica concreta hacia el sector industrialha sido la megadepreciacin del peso, y por qu ms all de la im-plementacin de ciertas medidas menores, atento a la magnitudy las caractersticas asumidas por la desindustrializacin de lasltimas dcadas

    14, se puede afirmar que an no existe en nues-

    tro pas una estrategia de largo plazo de desarrollo productivoen general e industrial en particular.

    La lgica del piloto automticoque caracteriz al modelo delos noventa parece seguir vigente; esto es, la idea de que la imple-

    54 MARTN SCHORR

    14. Como, por ejemplo, la aplicacin de restricciones a las importaciones de cier-tos productos de la llamada lnea blanca y la puesta en prctica de un rgimende promocin de inversiones en bienes de capital destinados a la actividad in-dustrial y a obras de infraestructura (se trata de un programa de incentivos fis-cales que pivotea sobre la devolucin anticipada del IVA por la adquisicin demaquinaria y equipo y su amortizacin acelerada en el pago del impuesto a las

    ganancias). En cuanto a este plan de fomento a la inversin asociado a impor-tantes subsidios estatales, vale mencionar que el mismo ha logrado seducir aun nmero considerable de grandes empresas industriales que en su mayoraforman parte de los principales grupos econmicos del pas. Entre las firmas quepresentaron proyectos para su aprobacin se destacan: Aceitera General Deheza,Alpargatas, Aluar, Cargill, Fate, General Motors, Peugeot-Citron, Repsol-YPF,Siderar, Siderca y Volkswagen.

    15. Vase el Mensaje de remisin del Presupuesto 2005 elevado por el Poder Eje-cutivo Nacional al Honorable Congreso de la Nacin (en: http://www.mecon.gov.a-r/onp/html/proy2005/mensaje/mensaje2005.pdf).

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    29/57

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 57

    En trminos similares se expres Paolo Rocca a fines del2003: Roberto [Lavagna] est haciendo un gran trabajo elo-gi. Est conduciendo la economa con mucho pragmatismoy mucha firmeza... El mundo de la produccin hoy tiene una opor-tunidad y Lavagna es una pieza clave en este proceso. LuisPagani, titular del grupo Arcor no se qued atrs: Creo que Kirch-

    ner es el presidente adecuado seal. En estos cinco mesestom medidas correctas como los cambios en la Corte Supremade Justicia y encamin la negociacin con los organismos mul-tilaterales de crdito (7 de noviembre de 2003). A su vez HctorMndez, vicepresidente primero de la UIA, apunt: El gobiernoha dado muestras de que tiene una poltica industrialista. Losque tenamos algunos problemas ramos nosotros, que afortu-nadamente pudimos superar, y ahora haremos todo lo posiblepara que la industria vuelva a ser lo que fue aos atrs (28 denoviembre de 2004)

    16.

    En el marco de este optimismo, y a pesar de que la informa-cin con que se cuenta no cubre un perodo de tiempo muy exten-so, vale la pena plantear algunas digresiones vinculadas con ciertosrasgos distintivos del esquema nacional-industrial. En tal sentido,los datos aportados por el Cuadro Uno permiten arribar a algunasconclusiones interesantes.

    56 MARTN SCHORR

    16. En esta lnea, a fines de noviembre de 2004 se cre una nueva entidad em-

    presaria con la finalidad de respaldar el modelo de dlar alto y la gestin delministro Lavagna: el grupo Campo-Industria para la Produccin, el Empleo y laCompetitividad. Entre otros conglomerados econmicos, firmas e individuosque impulsaron su creacin, figuran Arcor, Biognesis, Peugeot-Citron, Sancor,Techint, Jos Ignacio de Mendiguren, Guillermo Gotelli, Osvaldo Rial y FernandoGioino y Mario Raiteri (ambos de Coninagro, una cmara que nuclea a com-paas del sector agropecuario). C

    UADROU

    NO

    INDUSTRIAARGENTINA.EVOL

    UCINANUALYTRIMESTRALD

    ELOSPRINCIPALES

    INDICADORES

    DECOMPORTAMIENTO.2002-2

    004.PORCENTAJESDEVARIACINRESPECTODEL

    MISMOPERO

    DODELAOANTERIOR.

    Volum

    en

    Obreros

    Horas

    Productivid

    ad

    Horastrabajadas/

    Salariomedio

    Costomedio/Productividad

    fsicodela

    ocupados

    trabajadas

    obreros

    real1

    salarial2

    costosalarial

    produc

    cin

    I

    II

    III

    IV=I/II

    V=III/II

    VI

    VII

    VIII=IV/VII

    2002

    -9,9

    -9,2

    -11,3

    -0,8

    -2,4

    -19,0

    -36,0

    59,9

    I2002

    -20,3

    -11,7

    -22,3

    -9,8

    -12,0

    -14,1

    -19,7

    12,4

    II2002

    -16,3

    -11,2

    -14,8

    -5,7

    -4,0

    -21,9

    -40,1

    57,5

    III2002

    -5,7

    -9,1

    -8,3

    3,7

    0,9

    -21,0

    -42,9

    81,7

    IV2002

    4,1

    -4,2

    1,0

    8,7

    5,5

    -19,2

    -41,6

    86,1

    2003

    17,2

    5,2

    12,1

    11,2

    6,5

    7,7

    -0,1

    8,2

    I2003

    18,9

    1,6

    15,8

    17,1

    14,0

    -8,7

    -28,0

    62,7

    II2003

    15,0

    4,6

    11,6

    9,9

    6,6

    7,0

    1,8

    7,9

    III2003

    15,6

    6,5

    10,9

    8,5

    4,1

    12,6

    14,3

    -5,0

    IV2003

    19,3

    8,1

    10,7

    10,4

    2,4

    21,5

    23,0

    -10,3

    20043

    ---

    ---

    ---

    ---

    ---

    ---

    ---

    ---

    I2004

    16,1

    9,6

    14,1

    5,9

    4,1

    30,7

    29,0

    -18,0

    II2004

    15,0

    10,4

    7,6

    4,2

    -2,6

    25,4

    22,3

    -14,8

    1SalariomedionominaldeflactadoporelndicedePrecios

    alConsumidor.

    2SalariomedionominaldeflactadoporelndicedePrecios

    MayoristasdeProductosmanufacturados

    deorigennacional.

    3Alafechadecie

    rredeestetrabajolainformacincorrespondienteatodoelao2004noestabadisponible.

    Fuente:Elaboraci

    npropiaenbaseainformacindelaEncuestaIndustrialdelINDEC.

  • 7/31/2019 Modelo Nacional Industrial

    30/57

    parada de los precios minoristas y mayoristas que trajo apareja-da la devaluacin. Hacia fines del gobierno de Duhalde se logrcierta contencin de la escalada de precios. Tuvo lugar a un nivelmuy superior al de los aos previos, lo cual afect sobre todo alos sectores de la poblacin de menores ingresos, con el consi-guiente impacto regresivo sobre la distribucin del ingreso

    18.

    Vale sealar, en segundo lugar, que luego de la brusca con-traccin del empleo fabril acaecida en los noventa y en el primerao de vigencia del nuevo modelo (entre 1993 y 2001 la ocupa-cin en la industria declin un 30 por ciento, mientras que en2002 disminuy un 9 por ciento ms), la mencionada expansinproductiva deriv en un aumento en la ocupacin (5 por ciento) y,con mayor intensidad, en las horas trabajadas por los obrerosocupados (12 por ciento).

    Qu sugieren estos datos? Que durante lo ms lgido de lacrisis los empresarios del sector no slo despidieron a muchosoperarios, sino que tambin hicieron ajustes por el lado de las ho-ras trabajadas: redujeron la extensin de la jornada laboral y, poresa va, la intensidad de la explotacin medida en horas de labor.

    Esto les gener un colchnque les permiti, en un primer mo-mento de la recuperacin, no incorporar mano de obra o hacerlo a

    MODELO NACIONAL INDUSTRIAL 59

    PRODUCCIN, EMPLEO Y DISTRIBUCINLo primero que se observa es que desde mediados de 2002 se ha ve-nido asistiendo a un importante aumento de la produccin manu-facturera. Esto se explica fundamentalmente por un proceso derecuperacin con respecto a niveles sumamente reducidos y que seasienta sobre la creciente utilizacin de capacidad ociosa instalada.

    En 2003 (ltimo ao para el que se dispone de informacincompleta) la produccin sectorial se increment alrededor de un17 por ciento. Recordemos que entre 1998 y 2002 haba acumula-do una cada de aproximadamente el 30 por ciento. La utiliza-cin de la capacidad instalada se ubic en promedio en el 65 porciento, cuando en el ao 2002 fue del 56 por ciento

    17.

    Al margen del ostensible estmulo a la produccin de bienestransables (como la mayora de los industriales) que brinda untipo de cambio elevado, el inicio de la reactivacin fabril derivatambin de la recomposicin de la demanda interna por efecto dediversos factores.

    Por un lado hay que considerar el gradual desmantelamientodel congelamiento bancario(a mediados de 2003 la relacin en-tre los fondos atrapados en el corralito y los depsitos fue inferioral 20 por ciento frente a un 75 por ciento a fines de 2002).

    Por otra parte debe tenerse en cuenta la puesta en prctica delPlan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados y de los incrementossalariales y otras medidas en esa lnea aprobadas por el go-bierno. Estas ltimas recayeron sobre todo en el sector de lostrabajadores en blanco.

    El tema, finalmente, se relaciona con una relativa desacele-

    racin del proceso inflacionario. sta se produjo luego de la dis-

    58 MARTN SCHORR

    17. Los datos parciales del ao 2004 indican que la produccin sigui expandin-dose a tasas elevadas (aunque algo inferiores a las del ao anterior) y que siguiaumentando el coeficiente de uso de la capacidad instalada.

    18. Entre 2001 y 2002 el empeoramiento de la distribucin del ingreso se acelerde manera indita, sobre todo para un perodo tan corto. La participacin del 10%ms rico se increment en 1,6 puntos porcentuales; fue el nico decil cuya partici-pacin en el ingreso aument; y el aumento en un solo ao fue superior al regis-trado entre puntas en el perodo 1991-2000. En trminos de incrementos y cadas,en un solo ao el 10% ms rico aument su participacin en 4,3%, el 40% ms

    pobre sufri una cada del 4,0% y el conjunto del 40% de menores ingresos msel 20% de ingresos medio-bajos aproximadamente el mismo porcentaje. El au-mento de participacin del 10% ms rico, claramente, se hizo a expensas de la cadadel 40% ms pobre y del empobrecimiento de la mitad del estrato medio (queusualmente se identifica con la clase media). Nocht