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ORIGEN DE ROMA ORIGEN DE LA CIVILIZACION ROMANA-LOS ETRUSCOS Y LOS LATINOS-MONARQUIA ORIGEN DE ROMA Y LA MONARQUIA EL MEDIO GEOGRAFICO: La civilización romana, la más grande y duradera de la antigüedad, se desarrolló en la península itálica, situada al Occidente de Grecia y en el centro del mar Mediterráneo, al que en cierto modo divide en dos cuencas. Dicha península tiene la forma de una bota y está limitada al norte por los Alpes, un semicírculo de montañas muy altas, cubiertas de nieve, que encierra un valle de naturaleza muy fértil, regado por el río Po, que desemboca en el mar Adriático. En forma longitudinal se extienden los montes Apeninos, que descienden hacia los mares laterales, el Adriático y el Tirreno, dando lugar, en la margen occidental, a la existencia de múltiples llanuras, algunas muy feraces, como las surcadas por los ríos Amo y Tíber. Próximas al continente, se encuentran tres grandes islas: Córcega, Cerdeña y Sicilia, esta última apenas separada de la península por el estrecho de Mesina y escasamente distante del continente africano. El clima es benigno, sobre todo en el Sur, con un sol brillante y permanente, lo que favorece el establecimiento del hombre y el cultivo le! suelo. LOS PUEBLOS QUE LO HABITARON Los primitivos habitantes de este privilegiado territorio, fueron los ligures, que hacia el año 1500 a.C. se establecieron en el Norte, en la región que hoy se conoce precisamente como la Liguria. Luego aparecieron los italiotas, procedentes del centro de Europa —indoeuropeos, como los pueblos que invadieron Grecia por la misma época— que se impusieron sobre los ligures y se radicaron en la región central, donde se integraron en numerosas tribus, entre las que podemos mencionar a los sabinos, que fueron los que iniciaron el asentamiento en la Campania; en seguida los siguieron los latinos, que ocuparon el valle del Tíber y su zona adyacente, que se llamaba el Lacio; más tarde arribaron los umbrios, que se quedaron en la llanura del Po; y finalmente, los ilirios, que se localizaron en el Véneto. Otros grupos menores ocuparon distintas posiciones. Los etruscos: Sin embargo, los habitantes de mayor repercusión en la península itálica, fueron los etruscos, a quienes los griegos llamaron tirrenos, cuyo verdadero origen se desconoce, pero se supone llegados del mar Egeo, hacia el año 1000 a.C., como consecuencia de la gran expansión griega que los empujó hacia el Oeste y los obligó a establecerse en las ostas itálicas, en la región de la Toscana, entre los ríos Amo y Tíber. Los etruscos fundaron varias ciudades independientes entre sí, aunque unidas federativamente, y rápidamente se extendieron desde los Alpes hasta la Campania, alcanzando elevados niveles culturales, en cuyas expresiones se advierte la

Monarquia, Republica e Imperio

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ORIGEN DE ROMAORIGEN DE LA CIVILIZACION ROMANA-LOS ETRUSCOS Y LOS LATINOS-MONARQUIA

ORIGEN DE ROMA Y LA MONARQUIA

EL MEDIO GEOGRAFICO: La civilización romana, la más grande y duradera de la antigüedad, se desarrolló en la península itálica, situada al Occidente de Grecia y en el centro del mar Mediterráneo, al que en cierto modo divide en dos cuencas. Dicha península tiene la forma de una bota y está limitada al norte por los Alpes, un semicírculo de montañas muy altas, cubiertas de nieve, que encierra un valle de naturaleza muy fértil, regado por el río Po, que desemboca en el mar Adriático.

En forma longitudinal se extienden los montes Apeninos, que descienden hacia los mares laterales, el Adriático y el Tirreno, dando lugar, en la margen occidental, a la existencia de múltiples llanuras, algunas muy feraces, como las surcadas por los ríos Amo y Tíber.

Próximas al continente, se encuentran tres grandes islas: Córcega, Cerdeña y Sicilia, esta última apenas separada de la península por el estrecho de Mesina y escasamente distante del continente africano. El clima es benigno, sobre todo en el Sur, con un sol brillante y permanente, lo que favorece el establecimiento del hombre y el cultivo le! suelo.

LOS PUEBLOS QUE LO HABITARON

Los primitivos habitantes de este privilegiado territorio, fueron los ligures, que hacia el año 1500 a.C. se establecieron en el Norte, en la región que hoy se conoce precisamente como la Liguria. Luego aparecieron los italiotas, procedentes del centro de Europa —indoeuropeos, como los pueblos que invadieron Grecia por la misma época— que se impusieron sobre los ligures y se radicaron en la región central, donde se integraron en numerosas tribus, entre las que podemos mencionar a los sabinos, que fueron los que iniciaron el asentamiento en la Campania; en seguida los siguieron los latinos, que ocuparon el valle del Tíber y su zona adyacente, que se llamaba el Lacio; más tarde arribaron los umbrios, que se quedaron en la llanura del Po; y finalmente, los ilirios, que se localizaron en el Véneto. Otros grupos menores ocuparon distintas posiciones.

Los etruscos: Sin embargo, los habitantes de mayor repercusión en la península itálica, fueron los etruscos, a quienes los griegos llamaron tirrenos, cuyo verdadero origen se desconoce, pero se supone llegados del mar Egeo, hacia el año 1000 a.C., como consecuencia de la gran expansión griega que los empujó hacia el Oeste y los obligó a establecerse en las ostas itálicas, en la región de la Toscana, entre los ríos Amo y Tíber.

Los etruscos fundaron varias ciudades independientes entre sí, aunque unidas federativamente, y rápidamente se extendieron desde los Alpes hasta la Campania, alcanzando elevados niveles culturales, en cuyas expresiones se advierte la combinación de elementos de origen griego y cretense.

Las ciudades tenían un rey, que concentraba la suma del poder. Los descendientes de los invasores constituían la nobleza, en tanto que el resto de la población vivía en servidumbre. La principal actividad económica fue la agricultura, que prosperaba en las tierras fértiles, debido a las importantes obras de desecación de los pantanos que llevaron a cabo.

Su religión, como la de los pueblos orientales —salvo los hebreos—, fue politeísta, aunque reconocían una trinidad común, integrada por Júpiter, Juno y Minerva. Los muertos eran objeto de un culto especial, a la manera de los egipcios. Además ofrecían a los dioses sacrificios de animales y, en ocasiones, de seres humanos, como resultado de combates singulares. Creían también en los presagios, que se hacían sobre la observación del vuelo de las aves o del análisis de las entrañas de los animales sacrificados; y efectuaban plegarias de impetración a

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los dioses. Los arúspices estaban encargados de interpretar las recopilaciones en las que estaban contenidas las normas para la organización de ¡a comunidad y las relaciones entre sus miembros.

Las manifestaciones artísticas también tuvieron reminiscencias de los griegos y orientales, pero con el aporte de nuevos elementos de gran originalidad. En arquitectura se destacaron por la construcción de puentes, acueductos y cloacas, cuya excelencia los hace valederos hasta la actualidad. También fue muy importante la construcción de carreteras y la erección de murallas hechas de piedras, sin cemento. En estas construcciones aplicaron el arco y la bóveda, que luego tanto difundieron los romanos.

La civilización etrusca floreció hasta el año 600 a.C. aproximadamente, en que al chocar con los italiotas y con los griegos, terminó por desaparecer. La decadencia comenzó con la derrota en la batalla naval de Cumas, en el año 520 a.C., librada contra la flota griega en un intento de apoderarse de las colonias próximas a Nápoles.

Aprovechando esta circunstancia, en el año 509 a.C. se sublevaron los latinos y lograron que los etruscos se retiraran de la margen opuesta del Tíber, abandonando la región del Lacio.

Para esa época penetraron los galos por el Norte de Italia, Qbligando a los etruscos a desalojar la rica zona del Po, que desde entonces se conoció como la Galia Cisalpina (de este lado de los Alpes). De esta manera, los etruscos quedaron reducidos a sus primitivas posesiones en la Toscana, hasta ser dominados por los romanos.

LA MONARQUIA: Como vimos, los latinos, se establecieron en el valle del Tíber y su comarca circundante, que se llamaba el Lacio, llanura escasamente fértil que se recostaba sobre el mar Etrusco, que más tarde se denominó mar Tirreno. La región no era muy favorable, por sus terrenos bajos y pantanosos, y estaba cercada al Norte por los etruscos y al Sur por los griegos. Esta circunstancia hizo que sus habitantes buscaran la forma de poder defenderse mejor de sus vecinos.

En el año 753 a.C., un grupo de familias procedentes de Alba Longa resolvió establecerse en el monte Palatino, donde fundaron una aldea, llamada en un principio Germal, y más tarde conocida como Palatina.

Con la llegada de otras familias, fueron ocupando los montes vecinos, hasta completar siete poblaciones, las cuales se unieron federativamente, a la manera de los etruscos, constituyendo el Septimontium o Liga de los Siete Montes, que conservó una relación muy estrecha con Alba Longa, que era la ciudad de origen de sus miembros.

Sin embargo, poco después aparecieron los etruscos, quienes conquistaron toda la región del Lacio y sometieron a Alba Longa y a todas las ciudades de la Liga, que se unificaron en una sola ciudad a la que llamaron Roma, nombre que deriva de la palabra etrusca rumón, que significa río.

La leyenda: Según la leyenda, narrada por el famoso escritor Virgilio en su obra La Eneida, el príncipe troyano Eneas, después de la toma de su ciudad por los griegos, huyó hacia Italia en busca de refugio, y llegó hasta el Lacio, donde se estableció y fundó la ciudad de Lavinio.

Ascanio, hijo de Eneas, que había acompañado a su padre, lo sucedió como rey de Lavinio y, a su vez, erigió otra ciudad a la que llamó Alba Longa.

Mucho tiempo después, Numitor, descendiente de Ascanio, fue derrocado por su hermano Amulio, quien ordenó que Romulo y Remo, hijos de Rea Silvia, hija, a su vez de Numitor, fueran abandonados en las márgenes del Tíber para que murieran de hambre. Sin embargo, los niños fueron alimentados por una loba, hasta que un pastor los encontró y los crio en su casa. Cuando Rómulo y Remo crecieron, fueron reconocidos por su abuelo Numitor, y al enterarse de

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su origen noble, derrocaron a Amulio y restablecieron a Numitor en el trono de Alba Longa

Fue entonces cuando Rómulo y Remo decidieron fundar una nueva ciudad en el monte Palatino, a escasa distancia del mar, de manera tal que pudiera recibir por el Tíber las mercaderías necesarias y a la vez estuviera suficientemente alejada para resguardarse del ataque de los piratas.

Ambos hermanos trazaron los límites de la ciudad a la que llamaron Roma— y abrieron un foso que la rodeaba. Rómulo dio aviso que castigaría severamente a quien se atreviera a cruzarlo, y como Remo lo hizo, le dio muerte sin piedad.

Además, como la ciudad se fue poblando de pastores, sin el aporte necesario de mujeres para fundar familias, Rómulo organizó una fiesta e invitó a sus vecinos, los sabinos, que confiadamente fueron, acompañados de sus mujeres y sus hijas. Durante el transcurso de la misma, a una señal convenida, los romanos raptaron a las mujeres, lo que dió origen a una guerra con los sabinos, que terminó por mediación de las mismas mujeres raptadas, las que habiéndose convertido en esposas de los romanos, se interpusieron entre los combatientes y los reconciliaron.

Posteriormente, en el año 715 a.C., el fundador de Roma desapareció en forma misteriosa. En cierta ocasión en que pasaba revista a sus tropas, se produjo una terrible tempestad, pasada la cual nadie volvió a verlo, lo cual dio lugar a que se tejieran muchas conjeturas, entra ellas la de su asesinato y, finalmente, a que se lo adorara como a un dios.

A Rómulo le sucedió Numa Pompilio, un jefe de origen sabino, que era famoso por su sabiduría. Durante su reinado se dictaron las primeras leyes que rigieron a los romanos. Además dió forma definitiva a su religión.

A Numa Pompilio le siguió Tulio Hostilio, de inspiración guerrera, quien atacó a los albanos y los venció por completo después de una larga contienda, con lo que Alba Longa quedó subordinada a los romanos.

La guerra se definió por el enfrentamiento de tres hermanos, los Horacios, que combatieron por los romanos, con los tres Curiacios, que lo hicieron por los albanos. En el primer choque murieron dos Horacios y fueron heridos los tres Curiacios. Entonces el último Horacio fingió huir y ultimó por separado a los Curiacios, que estando heridos no pudieron perseguirlo a la misma velocidad.

Luego ocupó el trono Anco Marcio, también de origen sabino, que ordenó la construcción del puerto de Ostia.

Después fue encumbrado Tarquino el Antiguo, nacido en Tarquinia, ciudad de Etruria, que introdujo en Roma las costumbres etruscas. Tuvo especial preocupación por el embellecimiento de Roma y ordenó la construcción de un templo consagrado a Júpiter, que se llamó el Capitolio, debido a que cuando se estaba excavando para colocar los cimientos del edificio, se encontró una cabeza (capitis en latín), lo que según los augures, indicaba que Roma’ llegaría a ser la capital o cabeza del mundo. Durante su reinado también se construyeron el Circo, el Foro y la Cloaca Máxima.

A Tarquino el Antiguo le sucedió su yerno, Servio Tulio, que era hijo de una esclava y había sido criado en el palacio de Tarquino. Este rey incorporó los distritos etruscos a la alianza romana y dividió a la sociedad en clases, según su fortuna. Además rodeó a la ciudad de una fortificación y creó registros para los ciudadanos. Debido a este hecho, que perjudicaba a las antiguas familias, pereció víctima de una conspiración.

Le siguió Tarquino el Soberbio quien desvirtuó la obra realizada por su antecesor y pretendió gobernar con poderes absolutos. Con el propósito de conquistar a las colonias griegas del Sur, organizó una campaña que, como vimos, le resultó adversa. No obstante, según la leyenda, su caída se produjo por una tropelía cometida por su hijo Sexto quien, abusando de la hospitalidad

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de su pariente Tarquino Cola tino, violó a su esposa Lucrecia, quien se mató de desesperación. Su esposo ultrajado, que se encontraba en campaña, y Lucio Junio Bruto, sublevaron al pueblo y derrocaron a Tarquino el Soberbio, quedando abolida la monarquía (510 a.C.). El rey fue reemplazado por los cónsules y comenzó la República.

ROMA:LA MONARQUIAORIGENES DE ROMA-LOS GOBIERNOS EN ROMA-LA MOMARQUIA ROMANA-

LA MONARQUÍA ROMANA

LA SOCIEDAD: La sociedad se integraba con una clase alta o nobleza, que estaba constituida por los patricios, que detentaban todos los privilegios; y una clase baja, la plebe, compuesta por los extranjeros y vecinos, que carecían de derechos y no tenían ninguna participación en el gobierno. Los plebeyos podían incorporarse a una familia de patricios, en calidad de protegidos o clientes, con lo cual lograban mayor seguridad. Patricios y clientes reunidos, formaban lo que se llamaba la gens.

Además se encontraban los esclavos, que eran los prisioneros de guerra y los plebeyos deudores, a los cuales no se los consideraba como personas sino como cosas. Los que lograban su liberación mediante un pago, se convertían en clientes.

Dentro de la organización social, la familia ocupaba un lugar sobresaliente y constituía la institución más sólida del estado. Estaba integrada por todos los que rendían culto al mismo antepasado, es decir, no sólo, el padre, la madre y los hijos, sino también los clientes y los esclavos.

De acuerdo con el principio de la patria potestad, el padre ejercía la máxima autoridad sobre la familia, no obstante lo cual, la mujer gozaba de consideración y respeto, aunque no participaba de la vida política.

El matrimonio tenía carácter religioso y era indisoluble, lo que aseguraba la solidez de la sociedad romana. Con la corrupción de las costumbres durante la republica se introdujo el divorcio, que contribuyó a la decadencia y la disolución de la sociedad.

Las Clases Sociales en Roma Monárquica:

Patricios: Formaban la aristocracia romana, el sector dirigente y privilegiado. Los únicos considerados como “ciudadanos romanos, con derecho a votar, ocupar los cargos políticos y religiosos. Además eran el sector más rico, dueño de las grandes extensiones de tierra.

Se consideraban descendientes de los fundadores de Roma y estaban organizados en un consolidado sistema familiar. Las familias patricias se agrupaban en gens: integradas por los descendientes de un mismo genio, semidios, al que veneraban. Las gens se agrupaban de a diez y formaban una curia, congregación religiosa de las familias. Con el tiempo, las curias se convirtieron en instituciones políticas, las votaciones se realizaban por medio de ellas (cada familia votaba dentro de la curia a la que pertenecía). El nombre de patricios deriva de patris (padre), y alude a los jefes de las gens.

Clientes: Eran personas que no pertenecían a ninguna gens, extranjeros o refugiados pobres, que se ponían balo la protección de un patricio. Este les brindaba ayuda económica, los defendía ante la lusticia y les permitía participar de las ceremonias religiosas. A cambio, el cliente lo acompañaba en la guerra y lo ayudaba en algunos trabajos, o en todo lo que se le solicitase. Las familias patricias se enorgullecían de tener clientela importante o numerosa.

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Plebeyos: A medida que la ciudad romana crecía, apareció un elemento social nuevo: la plebe. La integraban los extranjeros, los refugiados y los clientes que se habían enemistado con sus patronos. Se los consideraba hombres libres, pero no ciudadanos, por lo tanto se hallaban excluidos de la vida política y también religiosa (no participaban del culto oficial). Antes de las reformas de Servio Tulio, tampoco podían integrar el ejército. Les estaba prohibido contraer matrimonio con los integrantes del patriciado.

Esclavos: Se encontraban en la escala inferior de la sociedad. Se dedicaban a las tareas serviles y no tenían ningún derecho. En los primeros tiempos de Roma formaban un grupo poco numeroso, que se fue incrementando con el desarrollo de las conquistas y la expansión romana.

EL GOBIERNO: El gobierno solamente podía ser ejercido por los patricios, (imagen: patricio romano) que eran los descendientes de los fundadores o padres de la ciudad. Los patricios constituían una aristocracia, integrada por un grupo reducido de familias, cuyos jefes formaban parte del Senado, que era la institución más importante de Roma. Era presidido por el rey y a su muerte ejercía transitoriamente el poder hasta que elegía a su sucesor.

Además, existía la Asamblea del Pueblo o Comicios por curias, que era convocada por el rey para reunirse al pie del Capitolio. Allí se concentraban las treinta curias que agrupaban a los patricios y clientes de una misma zona.

La autoridad suprema era ejercida por el rey que era, a la vez, jefe militar, sumo sacerdote y juez supremo. Sin embargo, la monarquía era electiva y su poder estuvo limitado por el Senado y La Asamblea del Pueblo

Organización Política:La Realeza: El rey elegido por la Asamblea, duraba  en su cargo de por vida. A su muerte el poder volvía al estado. El Senado designaba a un rey interino, mientras se elegía un sucesor.

El Senado: lo integraban los jefes de las familias patricias. Sus funciones en esa época eran esencialmente consultivas: asesor al rey en sus actividades.

La Asamblea o Comicios por Curias: Formada exclusivamente por los ciudadanos, sus funciones eran variadas , desde las legislativas (votar leyes, declarar la guerra)  y las judiciales hasta la elección de los reyes. Cada familia votaba dentro de su curia.

LA ECONOMIA: La economía se basaba en la explotación de la tierra, por lo cual la mayoría de la población era de campesinos. Las familias de mayor fortuna poseían grandes rebaños de bueyes y carneros.

Como medio de cambio se utilizó el ganado, pecus, en latín, de lo que derivó la palabra pecunia, que significa dinero. En los primeros tiempos la economía estuvo limitada a estas manifestaciones porque la vida de los romanos era primitiva y sencilla. Recién con el proceso de expansión y conquista, estas características cambiaron para dar lugar al lujo y los placeres. Roma se convirtió entonces en un parásito del Imperio.

Roma contó con algunas riquezas minerales: las salinas en la desembocadura del Tiber y minas de oro y de plata. Estos recursos ayudaron mucho para que desde su comienzos tuviera una actividad comercial importante.

Los hombres  de la ciudad se dedicaban a las artesanías, carpinteros, herreros, y algunos también abastecía al pueblo de alimentos y útiles necesarios para la vida diaria, como carniceros, panaderos, tenderos.

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Estatuilla del siglo VI a.C. indicando el origen campesino del pueblo romano. Hasta el comienzo de las guerras contra Cartago , no se emplearon esclavos como fuerza de trabajo para la agricultura.

LA RELIGION: La religión romana fue politeísta y resultó de la combinación de elementos de distinta procedencia. En un principio, los latinos practicaron un culto doméstico, cuyo sumo sacerdote era el padre de familia. En todas las casas ardía el hogar o fuego sagrado y se veneraba a los menes, que eran los espíritus de los antepasados; a los lares, que eran los espíritus protectores de la casa; y a los penates, o genios del bien. A Vesta, (imagen) diosa del hogar, se le dedicaba un culto especial. En su honor se fundó un colegio de sacerdotisas, llamadas vestales, que mantenían en el altar de la diosa el fuego sagrado. Las vestales debían permanecer vírgenes y si faltaban a su compromiso eran enterradas vivas.

Con la dominación de los etruscos, se introdujeron nuevas creencias, principalmente la adoración a la trinidad constituida por Júpiter, Juno y Minerva. También alcanzaron popularidad la adivinación y los presagios.

El culto público estuvo a cargo de sacerdotes, subordinados al colegio de Pontífices, que presidía el pontífice máximo, o sea el rey.

Posteriormente, cuando los romanos se vincularon a los griegos, adoptaron todos sus dioses, a quienes cambiaron de nombre, de tal manera que Zeus fue Júpiter; Hera, Juno; Atenea, Minerva; Artemisa, Diana; Afrodita, Venus; Démeter, Ceres; Hermes, Mercurio; Ares, Marte; Hefestos Vulcano; Poseidón, Neptuno; Hestia Vesta; y Apolo, que no cambió de denominación

Lo que más llama la atención fue la relación contractual que los romanos establecieron con los dioses, a quienes les ofrecían promesas  a cambio de favores que, si no se cumplían , daban lugar al repudio y la recurrencia a otros dioses.

ROMA:LA REPUBLICACONQUISTA DE ROMA-LOS GOBIERNOS-LA REPUBLICA ROMANA-

LA REPUBLICA

Con la caída de Tarquino el Soberbio, se extinguió la monarquía en Roma. El rey fue sustituido por dos cónsules que eran elegidos anualmente por las Curias. Con ello comenzó la república (de res, cosa; y pública, del pueblo), por la mayor participación que se concedió a los ciudadanos en el gobierno, que fue más aparente que real, porque los cónsules gozaban de igual poder que los reyes y presidían el Senado y la Asamblea del Pueblo.

Por esta época se creó la Asamblea de las Centurias, que tuvo mayor importancia que la antigua Asamblea de las Curias. Los comicios por centurias se reunían en el campo de Marte (dios de la guerra) y en ellos se votaba por centuria.

En su desplazamiento, los cónsules utilizaban la silla curul y llevaban un acompañamiento de doce guardias o lictores que portaban el fascio, que era un haz de varas con un hacha en el centro, que simbolizaba la autoridad.

Cuando la seguridad pública se hallaba amenazada o en circunstancias de extrema gravedad, TUlos cónsules eran reemplazados por un dictador, que ejercía poderes extraordinarios durante

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el término de seis meses. En ese lapso tenía derecho de vida y muerte sobre todos los ciudadanos e iba acompañado de veinticuatro lictores.

Primeros Cónsules:

Los primeros cónsules fueron Bruto y Tarquino Colatino, esposo de Lucrecia. El primero convenció al segundo para que se alejara de Roma porque por su parentesco con el último rey se hacía sospechoso de conspiración.

Efectivamente, la familia de Tarquino el Soberbio se había propuesto recuperar el poder, lo que dio origen a una larga lucha que se prolongó hasta el año 496 a.C. en que los Tarquinos fueron derrotados en la batalla del lago Regilo.

Conflictos Entre Patricios y Plebeyos:

A pesar de haber desaparecido la monarquía, el pueblo romano continuó dominado por los patricios. La autoridad estaba en manos de los cónsules y de los senadores que salían de sus filas.

Los plebeyos, que por lo general eran pequeños propietarios y artesanos, sufrieron las consecuencias de las guerras contra los Tarquinos y abrumados por las deudas quedaron a merced de los patricios, que los subestimaban y escarnecían.

Esta diferencia de situación social provocó un conflicto que duró dos siglos, desde el año 496 al 302 a.C., y culminó con el triunfo de los plebeyos que obtuvieron el reconocimiento de sus derechos y la igualdad con los patricios.

Fue en el año 496 a.C., cuando los patricios, para amedrentar a los plebeyos crearon la dictadura, hasta entonces desconocida, por lo cual éstos resolvieron abandonar la ciudad de Roma y establecerse en una colina situada a corta distancia de la ciudad: el monte Sacro. Entonces, los patricios enviaron a un hombre elocuente, el cónsul Menenio Agripa que, según la tradición, les refirió el apólogo de los miembros y el estómago y logró que regresaran a Roma, con la promesa previa de la creación de dos nuevos magistrados, los tribunos de la plebe, que serían los defensores de sus derechos.

Menenio Agripa les había dicho que los miembros del cuerpo humano, cansados de alimentar al estómago, que aparentemente no trabajaba, tramaron una conspiración y se rebelaron, negándose a llevar alimento a la boca, pero al poco tiempo el cuerpo se debilitó y los miembros cayeron en un estado de postración. Entonces los miembros comprendieron que el estómago no permanecía ocioso y mediante la digestión de los alimentos mantenía a todo el cuerpo en actividad. En consecuencia, Menenio Agripa les explicó que los plebeyos eran los miembros y el Senado el estómago y para que toda la sociedad funcionara en armonía, era necesaria la concordia.

El Tribunado: Los tribunos de la plebe debían proteger a los ciudadanos y procurar que ninguno fuese avasallado en sus derechos. Carecían de poder para obrar, pero lo tenían para impedir. Para ello tenían el Derecho de Veto (Prohibo), que ejercían ya sea cuando se proponía una ley contraria a los intereses del pueblo; cuando un ciudadano era detenido, con lo que quedaba libre hasta el día de la sentencia; o cuando los cónsules convocaban al ejército para emprender una expedición.

Para complementar la tarea de los tribunos, se creó un cuerpo de ediles, elegidos también entre los plebeyos, los que se ocupaban de la administración de la ciudad, mediante la vigilancia de la limpieza, el control de los precios, el buen uso de las pesas y medidas; y además ejercían una función de policía para velar por la seguridad de los habitantes.

Plebiscitos: En el año 471 a.C. el Senado reconoció a las Asambleas por Tribus (barrios), —en las que se votaba por cabeza, lo que le daba ventaja a los plebeyos— el derecho de votar leyes que se llamaron plebiscitos.

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Los decenviros: Como los patricios aprovechaban la circunstancia de que no había leyes escritas para administrar justicia de acuerdo con sus intereses, los tribunos lograron que en el año 451 a.C. fueran nombrados diez magistrados, llamados decenviros, a quienes se les encomendó la misión de redactar las leyes, confiriéndoles para ello el poder supremo.

En estas condiciones, los decenviros redactaron diez tablas de leyes y gobernaron con prudencia. Al cabo de un año, como no habían finalizado su tarea, se nombraron diez sucesores que no se comportaron de la misma manera y abusaron de su poder. Esto provocó como consecuencia un amotinamiento de la plebe. El ejército se sublevó y los decenviros fueron derrotados y se vieron obligados a abdicar. En consecuencia, fueron restablecidos el consulado y las antiguas magistraturas.

Las Leyes de las Doce Tablas: Además, se dictaron nuevas leyes que se grabaron en doce tablas de bronce, que fueron expuestas en el Foro, para que todos pudieran consultarlas. De acuerdo con las Leyes de las Doce Tablas, desaparecieron las diferencias entre patricios y plebeyos y todos fueron iguales ante la ley. Sólo quedó vigente la imposibilidad del matrimonio entre patricios y plebeyos, disposición que fue derogada en el año 445 a.C., con lo que también quedó establecida la igualdad social.

Al año siguiente los tribunos obtuvieron nuevas ventajas, por lo cual los patricios crearon los censores, magistrados que cada cinco años debían hacer el censo o recuento de la población. Además ejercían sobre todos los ciudadanos la más estricta vigilancia y podían eliminar de la nómina de senadores a quienes juzgaban indignos, lo que les daba la posibilidad de manejar las candidaturas.

No obstante, en el año 366 a.C. los patricios aceptaron que los plebeyos pudieran ejercer el consulado, con lo que quedó también consagrada la igualdad política; pero los patricios desprendieron consulado la función de justicia que quedó a cargo de magistrados especiales llamados pretores.

Con el curso del tiempo, los plebeyos pudieron ejercer también censura y la pretura, y en el año 302 a.C. se les autorizó a entrar en santuarios y ejercer el sacerdocio. (Ley Olgumia) De esta forma la igualdad completa y todos se consagraron al servicio de la nación, lanzándose conquista de los pueblos vecinos.

Las Magistraturas Romanas:La Carrera de los Honores:

En Roma las magistraturas eran anuales, colegiadas, colectivas y gratuitas. Formaban parte de una "carrera de Honores" que permitía que algunos ciudadanos escalaran posiciones ordenadamente desde magistraturas menores hasta las más importantes.

El Senado era una institución de carácter fuertemente conservador. Sus miembros ocupaban el cargo de por vida (vitalicio). Sus decisiones no tenían fuerza de ley, pero los cónsules difícilmente tomaban medidas contrarias a la opinión del Senado.

Los cónsules: En número de dos ejercían el poder ejecutivo. Manejaban la administración, dirigían el ejército. Por otra parte, resolvían cuestiones judiciales de suma importancia.

Los pretores. Eran dos magistrados encargados de administrar justicia. El pretor urbano atendía los problemas presentados por los ciudadanos romanos, y el pretor peregrino se ocupaba de los presentados por los extranjeros. Duraban un año en sus funciones, lo que nos indica que en Roma no había jueces permanentes.

Los censores. Eran elegidos por un período de cinco años. Estos magistrados, en número de dos, realizaban el censo de la población, de tal manera que establecían la base para integrar las diferentes centurias. Indagaban a vida de los votantes y determinaban quiénes eran dignos para ocupar las magistraturas. Es decir, que en sus manos se concentraban importantes decisiones; por lo tanto, el poder del censor era elevadísimo.

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Los tribunos. En sus orígenes eran magistrados exclusivamente plebeyos. Hábilmente los patricios los integraron o la carrera de los honores para poder ser ellos también tribunos. Como contrapartida, los plebeyos tenían ¡a posibilidad de llegar a ser senadores. Sus atribuciones consistían en proponer proyectos de ley y convocar a las Asambleas Tribales y al Senado.

Los ediles. Se ocupaban del control de los aspectos económicos y urbanísticos de las ciudades: la construcción de puentes, la vigilancia, los precios de los artesanos. Sus funciones eran análogas a las que cumplen actualmente el municipio, el intendente y sus funcionarios.

Los cuestores. Con este cargo se iniciaba la carrera de los honores. Se encargaban de las cuestiones financieras, cobraban los impuestos, calculaban los gastos de los guerras y pagaban o los empresarios.

CONQUISTA DE ITALIA:

Los romanos fueron un pueblo guerrero, lo que no es sinónimo belicoso. Los ciudadanos estaban preparados para la guerra y dispuestos a participar en ella siempre que la nación se los exigiera.

Cuando eran convocados, concurrían con sus armas y bagaje (equipaje militar), para formar las legiones. La legión fue integrada en principio por 3.000 hombres y más tarde por 6.000. Se dividía en 10 cohorte, las que, a su vez, se subdividían en centurias. Comprendía la infantería la caballería y todos los pertrechos de guerra, con lo que formaba, en misma, un pequeño ejército.

El soldado romano era ejercitado para soportar las más penosas fatigas y tenía una perfecta disciplina que lo convertía en un combatiente casi invencible.

Durante la campaña el cónsul usaba un manto rojo. Era asistido por dos ayudantes de campo, los legados, y por un cuestor, que tenía a cargo asegurar el abastecimiento y pagar los sueldos. El botín de guerra se repartía al finalizar la campaña en forma proporcional al sueldo que percibía cada uno. Una parte se reservaba para el estado. También reservaba la venta de los prisioneros como esclavos.

Primeras Guerras:

Roma siguió un proceso lento de expansión que en una primera etapa abarcó el Lacio. En los dos siglos y medio de la monarquía sólo llegó a incorporar la ciudad de Alba Longa y luego Ostia y la desembocadura del Tíber.

En la época subsiguiente de la República, durante un siglo debió defenderse de los ecuos y los volscos.

Los volscos, conducidos por Coriolario, que era un joven patricio romano que se había pasado a sus filas por no haber podido obtener el consulado, se lanzaron a la conquista de Roma. Triunfaron en la batalla de Circei y luego sitiaron la ciudad, que estuvo a punto de caer, pero la oportuna mediación de la madre de Coriolano impidió que se consumara. Coriolano ordenó la retirada, pero los volscos, indignados, le quitaron la vida. A partir de entonces los volscos debieron aceptar la instalación de colonias romanas en su territorio.

Luego fueron los ecuos quienes amenazaron a Roma. Los romanos designaron dictador a Cincinato, quien con gran rapidez organizó las fuerzas y logró abatirlos, concluido lo cual volvió a sus tareas agrícolas.

Más tarde fueron los etruscos los que trataron de recuperar su antiguo poder sobre Roma, pero los romanos, conducidos por el dictador Camilo, se dirigieron contra la ciudad de Vey es, importante puerto sobre el Tíber, que era el reducto de sus enemigos y después de un prolongado sitio de diez años lograron tomarla en el año 395 a.C. Luego Camilo marchó contra la ciudad de Falerios, que se rindió sin combatir ante la grandeza de su oponente, lo que

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disgustó a los soldados romanos que se quedaron sin botín. Por esta circunstancia y por el prestigio que había alcanzado, víctima de la ingratitud de sus compatriotas, Camilo fue desterrado.

Invasión de los galos:

Hacia el año 390 a.C., las poblaciones de la Galia, empujadas por el avance de otras corrientes migratorias, invadieron las comarcas circunvecinas y ocuparon el Norte de Italia.

Para esa época, los etruscos se enfrentaron con los senones, que reclamaban parte de sus tierras. Como sus fuerzas no eran suficientes Para resistirlos, pidieron ayuda a los romanos, quienes enviaron varios diputados, los cuales, en vez de comportarse como mediadores, tomaron partido por los etruscos. Esto provocó la ira de los galos, que reclamaron ante Roma y como no obtuvieron una respuesta satisfactoria, marcharon contra ella, dispersaron a un ejército romano en las márgenes del Alia, entraron en la ciudad —que saquearon e incendiaro— y sitiaron el Capitolio, donde se había refugiado un grupo de Jóvenes patricios acaudillados por Manlio.

Después de un año de sitio, viendo que era imposible tomar la fortaleza, los galos, a las órdenes de Breno, celebraron un pacto con los romanos y se retiraron, luego de cobrar una importante indemnización. No obstante, no lo hicieron definitivamente, porque volvieron en cuatro nuevas oportunidades en el lapso de medio siglo.

Guerras con los samnitas:

Ante la presencia de los galos en el Norte, la expansión romana continuó necesariamente hacia el Sur, donde se encontraban los samnitas y la Magna Grecia.

Entre los años 343 a 290 a.C., los romanos se empeñaron en tres largas guerras contra los samnitas, un pueblo guerrero y pastor que ocupaba los montes Apeninos.

En el año 321 a.C. los samnitas obtuvieron un gran triunfo sobre sus enemigos. El ejército romano debía atravesar un valle rodeado de altas montañas, que sólo tenía salida por dos desfiladeros llamados Caudinae Fauces (Horcas Caudinas), donde los samnitas los derrotaron completamente y luego los humillaron, haciéndolos pasar bajo el yugo, que consistía en inclinarse en señal de sumisión bajo un yugo u horca, formado por tres lanzas, dos plantadas en el suelo y la tercera atravesada.

Los romanos se rehicieron y al reanudarse la guerra pudieron imponerse sobre los samnitas y, a su vez, los hicieron pasar bajo el yugo.

En estas circunstancias, los samnitas recibieron ayuda de los demás pueblos de Italia, etruscos, umbriaríos, galos, que se aliaron con ellos para destruir a los romanos, pero éstos lograron vencerlos eo las batallas del lago Vadimón, en Etruria (311 a.C.) y de Aquilonia, en Apulia (293 a.C.). De esta manera, todo el centro de la península, desde el Tirreno al Adriático, quedó bajo el poder de Roma.

Conquista de Italia Meridional:

Sintiéndose amenazadas por la expansión romana, las colonias griegas del Sur de Italia, que constituían la Magnu Grecia, solicitaron el auxilio de Pirro, rey del Epiro, émulo de su primo Alejandro, para que concurriera con su ejército a aplastar a los romanos.

Pirro desembarcó en el Sur de la península y se dirigió contra los romanos, venciéndolos en la batalla de Heraclea, en el año 280 a.C., pero a costa de grandes pérdidas, por lo cual quiso entablar negociaciones de paz, a cuyo efecto envió un emisario a Roma, que no tuvo éxito.

Continuada la lucha, Pirro obtuvo otra victoria en Ausculum, que no le reportó grandes ventajas. Decidió entonces trasladarse a Sicilia para conquistar esta isla ‘y reclutar tropas, pero

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fue derrotado en Benevento, en el año 275 a.C. Finalmente resolvió volver a Grecia, donde fue muerto de una pedrada en la ciudad de Argos.

Desaparecido Pirro, los romanos completaron fácilmente la ocupación de la Magna Grecia. pues las ciudades se fueron entregando sin combatir. En ese entonces sólo quedaba el Norte de la península en poder de los galos.

Hacia el año 133 a.C. Roma había acrecentado sus dominios de tal manera que, ademas de Italia, Sicilia, Córcega y Cerdeña, poseía en el occidente , España, y el Norte de Africa, y en el oriente , Macedonia ,Grecia y en Asia menor. Estos territorios fueron gobernador por el Senado, quien designaba proconsules o pretores.

Con ello Roma se convirtió en la primera potencia del mundo antiguo, con una fuerza aparentemente incontrastable. Sin embargo, al ponerse en contacto con el helenismo subsistente en el Oriente cercano, no sólo asimiló sus prominentes valores culturales, sino también la molicie que conduce a todos los vicios.

Paulatinamente, las sobrias costumbres de los romanos, que le habían dado la fortaleza necesaria para construir un imperio, fueron dando paso al lujo, al ocio y a la corrupción, que se constituyeron en los síntomas visibles de tina decadencia inevitable.

Consecuencias socio-económicas: Las guerras y la conquista militar cambiaron la mentalidad de los romanos y modificaron su estructura económico-social.

Paralelamente al crecimiento demográfico, decayó la producción agrícola en la península itálica y hubo necesidad de importar cereales desde Egipto, Sicilia, la Galia e Iberia; con lo cual Roma se convirtió en un parásito del Imperio.

Más que cualquier otro pueblo de la antigüedad, los romanos apelaron al trabajo de los esclavos, que fueron la mano de obra especializada en los talleres y en las fábricas estatales. No obstante, en Roma no hubo grandes empresas. El Oriente siguió siendo más desarrollado industrialmente que el Occidente.

El comercio tuvo lugar fundamentalmente en el mar Mediterráneo, pero fue negativo para Roma, que se vio obligada a exportar metales preciosos para compensar el ingreso de mercaderías. Con el curso del tiempo hubo grandes problemas para el abastecimiento de los grandes centros urbanos.

La crisis de la República: Como ya se ha dicho, con el crecimiento de Roma se produjo la decadencia moral y la ruina material.

Algunos romanos distinguidos, entre quienes se encontraba Catón, procuraron evitar que este proceso se agudizara y clamaron contra la corrupción de las costumbres, el lujo desenfrenado y el vicio.

Desde el consulado Catón trató de impedir que se derogara la ley Oppia (del tribuno Cayo Oppio), del año 215 a.C., que limitaba el lujo de las mujeres. Luego, cuando ejerció el cargo de censor, en el año 186 a.C., llevó a cabo una campaña para desterrar los abusos en las costumbres en la que llegó, inclusive, a excluir del Senado a aquellos magistrados indignos por su conducta.

Desde el consulado trató de impedir que se derogara la ley Oppia (del tribuno Cayo Oppio), del año 215 a.C., que limitaba el lujo de las mujeres. Luego, cuando ejerció el cargo de censor, en el año 186 a.C.,

llevó a cabo una campaña para desterrar los abusos en las costumbres en la que llegó, inclusive, a excluir del Senado a aquellos magistrados indignos por su conducta.

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En este clima, la autoridad paterna comenzó a declinar, aumentaron los divorcios y se propagaron vicios aberrantes como el homosexualismo.

Esta profunda decadencia moral, provocó, además, una crisis social porque se produjo una diferencia irritante entre unos pocos beneficiados por las conquistas, que poseían grandes riquezas, y quienes no poseían nada, entre los cuales se contaban una cantidad excesiva dE esclavos. Es decir, que desapareció la clase media, integrada por artesanos y campesinos que no pudieron competir con la mano de obra esclava proveniente de las conquistas.

Los Gracos:

Ante esta crítica situación, dos ciudadanos, Tiberio y Cayo Graco, nietos de Escipión el Africano, que habían sido educados con esmero por su madre Cornelia, encabezaron el partido popular, que aspiraba a diversas reivindicaciones.

El hijo mayor, Tiberio Sempronio Graco, que fue nombrado tribuno del pueblo en el año 132 a.C., propuso repartir entre los pobres las tierras públicas o fiscales, ganadas con las conquistas, que hasta entonces eran ocupadas por los más pudientes y constituían verdaderos latifundios (grandes extensiones improductivas).

Los Hermanos Gracos

Para evitar que este proyecto se convirtiera en ley, los patricios sobornaron al joven tribuno Octavio, que opuso su veto. Indignado, Tiberio destituyó a Octavio, con lo cual desconoció la inviolabilidad de los tribunos. Por ello, no fue respetado y cayó asesinado, en el año 133 a.C.

Al cabo de diez años, su hermano Cayo Sempronio Graco continuó h obra comenzada por Tiberio y obtuvo la sanción de las leyes denominadas sempronias, en virtud de las cuales se establecieron numerosas colonias agrícolas en las que se repartieron tierras entre los plebeyos.

Además, logró que se distribuyera gratuitamente trigo al pueblo y dio comienzo a la realización de grandes obras públicas para solucionar e] problema de los desocupados.

El segundo de los Graco ejerció el tribunado por dos años seguidos, pero los patricios buscaron la forma de desacreditarlo y la ocasión llegó cuando propuso conceder la ciudadanía romana a todos los italianos, que gozarían de los beneficios de la ley agraria; proyecto que no satisfizo a ninguno de los bandos en pugna, porque amenazaba convertir a todo el país en un conglomerado de pequeños propietarios.

Finalmente, el Foro se convirtió de nuevo en un campo de batalla y Cayo pereció asesinado en el año 121 a.C. y sus reformas fueron anuladas.

ROMA:LA REPUBLICAGUERRAS CIVILES EN ROMA-LOS GRACOS-MARIO Y SILA-LOS TRIUNVIRATOS

LA REPÚBLICA: GUERRAS CIVILES EN ROMA ANTIGUA

La lucha entablada entre las clases sociales, fue el preludio de las guerras civiles que se produjeron más tarde, durante las cuales, con el apoyo de fuerzas militares, se disputaron el poder, sucesivamente, Mario y Sila; luego Pompeyo y César; y más tarde Antonio y Octavio.

Cayo Mario, que pertenecía al partido popular, alcanzó prestigio con la denominada guerra de Yugurta. Yugurta, sobrino del rey Micipsa, de Numidia, en el Norte de Africa, que había quedado dependiente de Roma, a la muerte de su tío heredó una parte de sus bienes y para

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quedarse con el resto no trepidó en dar muerte a sus primos.

Al tener conocimiento de lo ocurrido, los romanos lo citaron para que diera cuenta de sus actos ante el pueblo de Roma. Para librarse de esta difícil situación Yugurta sobornó a un tribuno, quien el día del proceso [e impidió hablar y lo hizo salir de Roma impunemente.

Esto dio lugar a que los romanos enviaran a Africa un ejército a las órdenes de Metelo, cuyo teniente era Mario. Este logró captarse la simpatía de los soldados y obtuvo ser nombrado cónsul. En tal carácter se constituyó en defensor de los pobres y se comportó como los Graco. Además, realizó una reforma militar que dio cabida a los extranjeros en el ejército, con lo cual éste ya no fue más un reflejo de la sociedad romana. A partir de entonces los soldados fueron más leales a sus jefes que al estado.

Luego, Mario fue designado para reemplazar a Metelo en el mando del ejército en la guerra contra Yugurta y con el apoyo de las legiones, obligó al rey númida a huir y luego a que se lo entregaran prisionero (106 a.C.). En esas condiciones lo envió a Roma, donde murió de hambre y de frío en un calabozo subterráneo.

Por esa época, unas hordas de bárbaros procedentes de Germania, los cimbríos y los teutones, habían invadido la Galia y derrotado sucesivamente a seis ejércitos de Roma, entre los años 110 y 105 a.C. En esas circunstancias se temía que cruzaran los Alpes y se lanzaran sobre Roma, pero sorpresivamente se dirigieron hacia Iberia. Esto dio el tiempo necesario para llamar a Mario, que estaba en Africa, con el fin de que acudiera en defensa de Roma.

Mario reorganizó las legiones, preparándolas para una lucha decisiva y las estableció en un campamento bien fortificado cerca de Aix, en el Sur de la Galia. Al regreso de los teutones, porque los cimbrios tomaron otro camino, Mario se valió de una estrategia que le permitió derrotarlos completamente en una sangrienta jornada, en el año 102 a.C. La tradición asevera que la tierra fue abonada por cientos de cadáveres y que los marselleses cercaron sus viñedos con los huesos de sus enemigos.

De inmediato, Mario se dirigió al Norte de Italia, donde habían llegado los cimbrios, y les dio batalla en los llanos de Verceli, en la región del Piamonte, venciéndolos en el año 101 a.C.

Esta serie de triunfos le valieron a Mario ser proclamado segundo fundador de Roma y designado cónsul seis veces consecutivas.

El hecho de perpetuarse en el poder le hizo alentar aspiraciones para convertirse en Soberano, a cuyo efecto, para contar con el apoyo de las tropas, ordenó repartir tierras entre los soldados.

MARIO Y SILA:

En pleno apogeo de Mario, surgió un temible rival, Mario Cornelio Sila, que era un patricio que había servido a sus órdenes en la guerra contra Yugurta. La ocasión se presentó cuando Roma se vio amenazada por una rebelión de los pueblos italianos, que eran aliados o socios; pues como Mario, que simpatizaba con su causa, procedió contra ellos con absoluta energía, Sila asumió el mando y concluyó rápidamente la guerra, quedando al frente de un poderoso ejército.

Tiempo después, cuando se originó una nueva guerra, esta vez contra Mitrídates, rey del Ponto, en el Asia Menor, Mario debió disputarle a Sila el mando de las tropas y obligarlo a salir de Roma. En consecuencia, Sila fue en busca de sus legiones y se enfrentó con Mario hasta vencerlo.

Mario huyó y se escondió en los pantanos de Minturnas, donde fue encontrado y tomado prisionero, pero nadie se atrevió a cumplir la orden de Sila de ejecutarlo; por lo que pudo fugar

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y trasladarse a Africa, pero allí no obtuvo asilo.

Entretanto, sus partidarios, ante la ausencia de Sila, que había pasado al Asia Menor para luchar contra Mitrídates, lograron recuperarse Con el apoyo del cónsul Cinna. Mario regresó a Roma y llevó a cabo Una cruel venganza contra sus enemigos. En esas circunstancias fue nombrado cónsul por séptima vez, pero falleció en el curso del mismo año 86 a.C., víctima de los excesos que había cometido durante su vida.

A Pesar de la muerte de Mario, su partido siguió controlando la Situación en Roma por el término de tres años más, pero en el año 83 a.C., Sila regresó del Oriente, luego de haber vencido a Mitrídates y  sofocando las rebeliones de Grecia.

Dictadura de Sila:

Rápidamente recuperó el poder y erigido en dictador perpetuo, puso en ejecución una sistemática venganza contra {os partidarios de Mario, quienes quedaron sojuzgados en sus vidas y bienes. Los tribunos perdieron el derecho de vetar y proponer leyes. Además, se modificaron las leyes para devolverles a los patricios sus antiguos privilegios. En ese momento pareció que el partido popular había sido eliminado.

Durante tres años Sila ejerció el poder supremo, al cabo de los cuales renunció (79 a.C.) y volvió a ser un simple ciudadano. Al año siguiente falleció en su casa de Cumas, por los efectos de una terrible enfermedad, que lo consumió gradualmente.

Entretanto, Sertorio había reconstruido el partido de Mario en España y se enfrentó con los seguidores de Sila, pero fue vencido y muerto.

A su vez, en Italia, se produjo una sublevación de los gladiadores, acaudillados por Espartaco, un esclavo de raza númida, que organizó un formidable ejército integrado por esclavos y pastores de los Apeninos, que se enfrentó con éxito contra las legiones romanas. La lucha se sostuvo durante dos anos, pero finalmente fue vencido en el año 71 a.C., a orillas del Silaro, en la Apulia por el cónsul Marco Licinio’ Craso, rico propietario que organizó un ejército con sus propios recursos.

Pompeyo:

Durante la dictadura de Sila comenzó a distinguirse uno de sus jóvenes lugartenientes llamado Cneyo Pompeyo . Cuando volvía de España, una vez finalizada la guerra contra Sertorio, Pompeyo se encontró con los últimos grupos de gladiadores que seguían resistiendo, y los derrotó por completo.

Más tarde, en el año 67 a.C. se le encomendó la tarea de librar a las costas de Italia del ataque constante de los piratas, para lo cual se le acordaron plenos poderes. En efecto, aprovechando el desorden provocado por las guerras civiles, los piratas se habían apoderado del puerto de Gaeta, incendiado una escuadra romana en Ostia y saqueado la isla de Delos, que era el mercado más importante de Oriente.

Pompeyo, en menos de tres meses alejó a los piratas y los persiguió hasta sus bases de apoyo, situadas en el Asia. En estas circunstancias, Pompeyo pareció ser la gran figura que Roma necesitaba para recuperar su antigua grandeza.

Guerra contra Mitridates: Como vimos, Mitrídate era rey del Ponto, una pequeña provincia de Asia situada a orillas del Ponto Euxino, pero hacia el año 88 a.C. había extendido SUS dominios a toda el Asia Menor.

Durante cuatro años Sila luchó contra Mitrídates y finalmente logró vencerlo reduciéndolo nuevamente a un pequeño territorio.

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A la muerte de Sila, Mitrídates volvió a la acción, por lo cual los romanos enviaron contra él al procónsul Lucio Licinio Lúculo, quien lo aplastó por completo, apoderándose de un vasto tesoro, que lo convirtió en uno de los hombres más ricos de Roma.

Luego Pompeyo fue destinado al Asia y completó la obra comenzada por Lúculo, convirtiendo en provincias romanas al Ponto, Cilicia y a Fenicia; y sometiendo a la Palestina a la autoridad de Roma (64 a.C.)

Mitrídates, a quien se creía muerto, pensaba entretanto en seguir la lucha contra los romanos, mediante una gran expedición que pasara a Europa, siguiera el curso del Danubio y llegara a Italia por el Este, así’ como antes lo había hecho Aníbal por el Oeste. Sin embargo, esta vez sus tropas se negaron a seguirlo y fue traicionado hasta por su propio hijo Farnaces. Como no quiso entregarse vivo a los romanos, se suicidó, en el año 63 a.C.

Con la desaparición de Mitrídates, Pompeyo quedó dueño de la. situación y consolidó el poder romano sobre el Oriente cercano.

Conspiración de Catilina:

Entretanto, en Roma, Lucio Sergio Catilina que, aunque desprestigiado por sus antecedentes, debido a la persecución de los amigos de Mario, ejercía gran atractivo entre sus conciudadanos, tramó una, conspiración para adueñarse del poder. Entre sus planes figuraba el asesinato de todos los magistrados y el saqueo de la ciudad.

Sin embargo, la conjuración fracasó debido a la inteligencia y energía de Marco Tulio Cicerón, célebre abogado y distinguido político que fustigó a Catilina en una serie de discursos que se recuerdan como las catilinarias.

Luego de descubrir la conspiración, Cicerón obligó a Catilina a salir Roma e hizo ejecutar a sus cómplices. Catilina intentó resistirse por las armas, pero fue vencido y muerto durante la lucha. No obstante, a pesar de haber salvado a la República, Cicerón fue acusado de no haber respetado las formas legales; pero su conducta fue: aprobada por el pueblo romano que lo aclamó.

César:

Para esta época, regresó Pompeyo del Asia y aunque pudo ejercer el supremo poder, quiso respetar las instituciones romanas y cedió el gobierno al Senado, que le había exigido licenciar las tropas y entrar. Roma desarmado. El Senado aprovechó las circunstancias y humilló a Pompeyo negándole tierras para sus soldados y no ratificando la paz que había acordado en el Asia.

Poco después surgió un rival de Pompeyo, que no tuvo tales escrúpulos: Cayo Julio César.

César era sobrino de Mario y por ese motivo estuvo a punto de ser víctima de las proscripciones de Sila, pero logró escapar y cayó en manos de unos piratas que respetaron su vida, lo que no impidió que cuando César pudo liberarse los persiguiera y los hiciera ahorcar.

Finalizada la dictadura de Sila, César fue nombrado edil y luego recorrió todas las magistraturas y obtuvo el mando de una expedición; que se dirigía a España.

César alentaba grandes ambiciones y para lograr sus propósitos se hizo amigo de Pompeyo, que era el más respetado de los romanos, también de Craso, que era el más rico, y formé con ellos una alianza secreta que dio existencia a lo que se conoce como el Primer Triunvirato.

Valido de esta influencia obtuvo el nombramiento de cónsul, cargo desde el cual realizó una importante obra de gobierno que acrecentó su popularidad. Cuando finalizó su período se hizo nombrar. procónsul (gobernador) de la Galia, de la que los romanos poseían solo una parte, por

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lo que se propuso conquistarla por completo, par obtener la gloria y la riqueza necesarias para llegar al poder en Roma. ~

Guerra de la Galia:

En un principio, César se presentó a los galos como aliado (58 a.C.) rechazó a los helvecios, que querían establecerse en la Galia, y luego los germanos, que habían cruzado el Rin y dominado a varios pueblos del Este, por lo cual fue considerado como un libertador.

Ante esta situación, los galos del Norte o belgas, interpretaron sentido de la campaña de César y pretendieron resistirlo, pero fuero vencido en la batalla del río Sambre.

De esta manera, en pocos años, los romanos se apoderaron de la Galia, por lo cual, los jefes de dos importantes ciudades, Tréueris y Leodiuin (Lieja), iniciaron en el año 54 a.C. una sublevación, que fue reprimida por Cósavtun extrema severidad. Esto dio lugar a una conjuración, de la que participaron la mayor parte de las ciudades galas, la que fue encabezada por un joven y valiente guerrero que había servido en las tropas auxiliares de Roma reclutadas en la Galia, llamado Vercingetorix.

César, que se encontraba en Italia, regresó de inmediato para hacerle frente, pero el jefe galo destruyó más de veinte poblaciones a su paso para que los romanos perecieran de hambre. Solamente quedó en pie Avaricum (Bourges), que era la capital de la Galia, la que cayó en poder de César luego de haber doblegado la heroica resistencia de sus habitantes.

De allí se dirigió a Gergouia, situada en una elevada meseta, de laderas muy abruptas, que la hacían casi inexpugnable. César intentó tomarla, pero sus esfuerzos resultaron infructuosos, por lo que decidió retirarse.

Fue entonces que la caballería gala, desobedeciendo la orden de Vercingetorix, se empeñó en un combate con los romanos, cerca de Dijón, y sufrió un serio revés.

Esta circunstancia le dio la oportunidad a César de encerrar en la ciudad de Alesia, próxima a Dijón, a las’fuerzas de Vercingetorix. No obstante, no pudo tomar la plaza de inmediato porque le ofreció una denodada resistencia.

Un ejército galo de más de 140.000 hombres que concurrió en ayuda de sus compatriotas no pudo sortear los obstáculos opuestos por los romanos y fue completamente derrotado (52 a.C.). Al conocer este hecho, Vercingetorix, para salvar a los galos, se entregó a César, quien lo envió a Roma, donde permaneció seis años preso, hasta que fue ejecutado.

César se quedó un año más en la Galia para consolidar su victoria y pacificar la región.

Entretanto, en Roma, en la medida que se acrecentaba el prestigio de César, decaía el de Pompeyo, que ni siquiera podía mantener en orden la ciudad. Craso había muerto en una campaña contra los partos.

Caída de Pompeyo:

Esto lo decidió a César para derrocar a Pompeyo. A pesar de que estaba prohibido a los gobernadores romanos salir de su provincia acompañados de las tropas que se encontraban bajo su mando, César cruzó el Rubícón, que era el límite impuesto por el Senado, y marchó sobre Roma. Fue en esta ocasión cuando César pronunció su famosa frase: Alea jacta est (La suerte está echada).

Julio Cesar Cruza el Rubicòn

Ante esta atrevida actitud, el Senado lo declaró enemigo de la República y nombró a Pompeyo dictador. Sin embargo, éste, a pesar de estar investido de plenos poderes, no atinó a

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reaccionar y huyó a Grecia, acompañado por los miembros del Senado y la mayor parte de los nobles.

Vencidos todos los obstáculos, César entró en Roma sin resistencia alguna, aclamado por el partido popular. De inmediato constituyó un nuevo Senado con quienes lo apoyaban. Luego, para asegurar su posición, se dirigió a España, donde se encontraban las mejores legiones de Pompeyo y se impuso sobre ellas.

En seguida regresó a Italia y luego cruzó al Adriático para ir en búsqueda de Pompeyo. Este, en principio quiso eludir la batalla, pero presionado por los nobles que lo acompañaban, se vió obligado a enfrentar a César en Farsalia, en el año 48 a.C., donde fue completamente derrotado. Nuevamente en necesidad de huir, Pompeyo se trasladó al Asia Menor para reunirse con su familia y desde allí a Egipto. donde esperaba encontrar ayuda o al menos asilo, pero fue víctima de la traición de los ministros de Ptolomeo que lo asesinaron y entregaron su cabeza a César cuando éste llegó a Alejandría. César repudió este crimen y ordenó castigar a los asesinos; además, reemplazó a Ptolomeo por su hermana, la hermosa Cleopatra.

Con el. resultado de la batalla de Farsalia, César quedó en posesión de la Macedonia, Grecia, el Asia Menor y Egipto.

En esas circunstancias, Farnaces, hijo de Mitrídates, se propuso reconquistar el Asia Menor, pero César se movilizó con tanta rapidez que, en poco tiempo logró desbaratarlo de tal manera, que pudo decir con acierto: Vini, vidi, Vinci (Vine, ví, vencí), frase que reflejaba el apogeo de su poder.

Del Asia Menor, César volvió al Norte de Africa, donde derrotó a los tenientes de Pompeyo, que continuaban resistiendo, en la batalla de Thapso (46 a.C.). Solamente los hijos de Pompeyo quedaron en pie con un ejército en España, donde también acudió César y logró vencerlos en la batalla de Munda (45 a.C.), después de lo cual quedó dueño absoluto de todo el mundo antiguo y con una fama comparable a la de Alejandro. Roma lo consagró con el honroso título de Padre (le la Patria y lo nombró dictador perpetuo, con derecho a designar a todos los magistrados; imperator, o sea, jefe supremo de las fuerzas armadas; y pontífice máximo, es decir, la suprema jerarquía religiosa.

La dictadura: En la cumbre del poder, César se mostró magnánimo con sus enemigos y procuró atraérselos a su causa. Además, emprendió una obra de gobierno destinada a unificar el mundo romano con las mismas instituciones, a fomentar el desarrollo económico y a embellecer a Roma.

Sus planes eran todavía más ambiciosos, pero su fortuna se vid interrumpida bruscamente por una conspiración que acabó con su vida.

En esta conjura participaron todos quienes temían Su despotismo creciente, y no titubearon en asesinarlo en una ocasión en que visitaba el Senado.

Los conjurados lo rodearon y le dieron muerte a puñaladas(44 a.C.). Entre ellos se encontraba Bruto, que era el hijo adoptivo de César.

Antonio y Octavio

A la muerte de César, su sobrino Cayo Octavio manifestó sus intenciones de asumir el poder, por lo cual tuvo que enfrentarse con Marco Antonio, antiguo amigo de César que se había proclamado su vengador. Para ello contó con el apoyo de los republicanos y de Cicerón, que se convirtió en su consejero.

No obstante, el enfrentamiento no se produjo porque Octavio se reconcilié con Antonio y se repartió con él y Lépido, jefe del ejército de las Galias, el gobierno de las provincias; con lo que quedó constituido el Segundo Triunvirato. Para lograr este acuerdo, Octavio lo entregó a

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Cicerón, que fue asesinado por orden de Antonio (43 a.C.). A esta ejecución siguieron muchas otras que hicieron recordar los tiempos de Sila.

Entretanto, Bruto y Casiu, que habían participado del asesinato de César, al frente del partido republicano, lograron reunir un ejército de mas de 100.000 hombres en Macedonia para disputarle el poder al triunvirato.

Antonio y Octavio se dirigieron a su encuentro y los derrotaron en dos batallas sucesivas en los llanos de Filipos. Al ser vencidos, Casio y Bruto se suicidaron.

Los vencedores se repartieron las posesiones de Roma, correspondiéndole a Octavio el Occidente, a Antonio el Oriente y a Lépido (imagen derecha) el Africa, aunque este último resigné sus dominios en favor de Octavio.

Antonio, instalado en Egipto, se enamoré de Cleopatra y se entretuvo en fiestas y placeres, mientras Octavio consolidaba su poder en Occidente. Finalmente, advertido de su error, Marco Antonio organizó un gran ejército, con el que se dispuso a combatir a Octavio. Inducido por Cleopatra resolvió hacerlo por mar. Ambas flotas se encontraron al Norte de Grecia, en el golfo de Ambracia, cerca de Accio, y ante el primer embate, Cleopatra, atemorizada, se retira con las naves egipcias y Antonio, en lugar de seguir combatiendo, optó por seguirla. Octavio los persiguió hasta Egipto, donde Antonio, sintiéndose derrotado, decidió suicidarse; y Cleopatra, luego de haber tratado infructuosamente de seducir al vencedor, siguió el ejemplo de su amante.

Egipto quedó convertido en una provincia romana y Octavio, que tomó el nombre de Augusto hasta entonces reservado a los dioses en emperador de Roma y amo del mundo (31 a.C.).

SIGLO DE AUGUSTO: Con el encumbramiento de Octavio, el Imperio romano llegó al máximo de su extensión y abarcó todo el mundo civilizado de aquella ¿poca, que en conjunto abarcaba una superficie aproximada a los 9 millones de kilómetros cuadrados.

Sus vastas posesiones limitaban al Oeste con el Océano Atlántico; al Norte con los ríos Rin y Danubio, el Ponto Euxino (mar Negro) y el Cáucaso; al Este con el mar Hircanio (Caspio) y el río Eufrates; y al Sur con el mar Eritreo (Omán), Arabia, el golfo Arábigo (mar Rojo) y los desiertos de Africa.

La población de estos territorios alcanzaba a los 100 millones de habitantes.

ROMA:EL IMPERIOSIGLO DE AUGUSTO-LOS EMPERADORES ROMANOS

EL IMPERIO ROMANO

La muerte de César causó grandísimo desconcierto en Roma. Los asesinos del dictador quisieron restablecer la antigua constitución. Cometido el crimen, salieron del senado llamando al pueblo a la libertad. Pero en el pueblo, las personas pudientes estaban hartas de las guerras civiles y de cincuenta años de anarquía; en cuanto a los pobres, el sistema de voto expuesto anteriormente no les habla permitido jamás tomar una parte efectiva en el gobierno.  El pueblo sintió pues el gobierno de César, que habla dado a Roma el orden y el bienestar, y no lo ocultó en sus manifestaciones. Por su parte los senadores vacilaban, temiendo siempre la aparición de un nuevo señor, lo cual no tardó en suceder.

Marco Antonio y Octavio: Un antiguo lugarteniente de César, llamado Antonio, entonces cónsul, quiso aprovechar las circunstancias. Era un oficial valeroso, muy ordinario de maneras y muy popular en las tabernas por su alta estatura, su uniforme de soldado y su reputación de

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gran bebedor, que pronto dio pruebas de ser un gran político. El día de los funerales de César, organizados por él, pronunció en el Foro un elogio del dictador, leyó un testamento que colmaba al pueblo de larguezas y causó emoción general presentando a la vista de todos la toga ensangrentada y agujereada con veintiocho puñaladas que recibió el cuerpo de la víctima. El pueblo, al ver aquella toga, se amotinó contra los asesinos, y Bruto y los amigos de éste tuvieron que huir para salvarse.

Estorbó los proyectos de Antonio la llegada a Roma de Octavio, sobrino e hijo adoptivo de César, que venia de Atenas, donde hacia sus estudios, para reclamar la herencia de su tío. Era un joven de diez y nueve años, pequeño, cojo, delicado y tímido. Hablaba mal, y le faltaba bravura, hasta el punto de tener miedo del estampido del trueno y de las tinieblas; pero bajo aquella apariencia mezquina ocultaba gran audacia política. Representó el papel de un joven honrado que buscaba el apoyo de todos lisonjeó al senado, llamó a Cicerón « padre mio » asalarió a los antiguos soldados de César y no tardó en encontrarse a la cabeza de un ejército. Cicerón y el senado creyeron haber hallado el hombre que los desembarazaría de Antonio. Este habla salido de Roma en persecución de Bruto. Cicerón pronunció entonces sus famosas arengas, las Filipicas, declaró a Antonio fuera de la ley y obtuvo para Octavio el mando de las operaciones contra él. Octavio, vencedor, 1 reclamó el consulado como recompensa, puesto que le negaron. Habiéndose aliado entonces Antonio con los gobernadores de Galia y España, volvía a Italia a la cabeza de un ejército. Empero, los dos ambiciosos comprendieron que era conveniente unirse, por propio Interés, contra el senado, que favorecía a los asesinos de César, y como Lepido (imagen) , gobernador de la Galia Narbonesa, se unió a ellos, fundaron los tres por un trienio un segundo triunvirato, que más tarde ratificó -un plebiscito. Se dividieron las provincias e hicieron del titulo de triunviro una nueva magistratura (43).

EL SEGUNDO TRIUNVIRATO: Las Proscripciones: El primer cuidado de los triunviros consistió en proscribir a sus enemigos. Las proscripciones fueron anunciadas por -un cartel concebido en estos términos « Si la perfidia de los malos no hubiera respondido con el odio a los beneficios; si los que César, en su clemencia, había salvado, enriquecido y colmado de honores después de su desgracia no hubieran 4 resultado ser sus asesinos, nosotros hubiéramos también olvidado a los que nos hemos visto obligados a declarar enemigos públicos. Ilustrados por el ejemplo de César, vamos a prevenir a nuestros enemigos antes que éstos nos sorprendan... He aquí lo que se ordena: Que nadie oculte a ninguno de los que figuran en la lista siguiente; que el que ayude o favorezca la evasión de un proscrito, será a su vez proscrito. Que se nos presenten sus cabezas. En recompensa, el hombre de condición libre recibirá 25.000 dracmas, y el esclavo 10.000  y además su libertad con el titulo de ciudadano. Los nombres de los asesinos y de los denunciadores se tendrán secretos. » De esta manera se asesinaron metódicamente trescientos senadores y dos mil caballeros, entre los cuales figuró Cicerón, que Octavio había sacrificado para satisfacer los rencores de Antonio.

Después de esas matanzas, Octavio y Antonio pasaron el Adriático para atacar en Macedonia a las legiones que habían reunido los conjurados Casio y Bruto, legiones que fueron vencidas en Hlipos, al cabo de dos días de batalla. Bruto, desesperado, se hizo dar muerte, exclamando: « Virtud no eres más que una palabra! » (42).

RUPTURA ENTRE MARCO ANTONIO Y OCTAVIO: Antonio partió a oriente para castigar a Egipto, que habla facilitado socorros a Bruto. Pero, seducido por Cleopatra, olvidó sus deberes por los deleites. A Octavio le cupo el cuidado de pacificar a occidente. Tuvo que combatir primero las intrigas de Fulvia, esposa de Antonio, que murió a tiempo para evitar una guerra entre los triunviros; después sometió a Sexto Pompeyo, hijo del gran Pompeyo, que habla logrado reunir una flota sólida y era dueño del Mediterráneo. Triunfó al cabo de dos años de guerra, gracias a los talentos militares de su amigo Agripo (38-36). El tercer triunviro, Lépido, representaba en todos estos acontecimientos un papel insignificante; Octavio lo depuso y lo nombró sumo pontífice: desde aquel momento quedaban dos ambiciosos uno frente al otro, y era preciso que uno de ellos desapareciese. Quien desapareció fue Antonio.

Después de una expedición desastrosa contra los partos, Antonio habla vuelto al lado de Cleopatra, a Alejandría, donde se entregó a todos los desórdenes de una vida crapulosa que ha quedado célebre con el nombre de « vida inimitable ». Soñó fundar un imperio de oriente en

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provecho de aquella reina, dando a sus hijos reinos asiáticos.

Octavio explotó hábilmente esa actitud para excitar la indignación de los romanos contra Antonio, y ocultando su rivalidad personal bajo la máscara de una guerra nacional, hizo decretar una expedición contra « aquella mujer, que pretendía la caída del Capitolio y la ruina del imperio Antonio y Cleopatra esperaron a Octavio en Grecia con una flota y un ejército. La flota fue vencida cerca de Accio, en el Adriático, a la entrada del golfo de Arta, y Cleopatra huyó, llevándose consigo a Antonio (3’)• Octavio los siguió a Egipto y batió a Antonio en los alrededores de Alejandría. Cleopatra trató en vano negociar con el vencedor. Antonio se dio muerte, y, viendo que todo estaba perdido, imitó su ejemplo haciéndose picar por un áspid. Octavio quedó siendo dueño del mundo. El fin de la república, había llegado.

EL IMPERIO: Se llama Imperio, el gobierno personal de Octavio, aunque, en apariencias el funcionamiento de las instituciones romanas no hubiera cambiado. A fin de no suscitar los mismos odios que César, Octavio se dedicó a reinar sin parecerlo. No quiso aceptar el titulo de dictador; dejó subsistir el senado, los cónsules y los comicios, y aceptó solamente que sus súbditos lo llamaran con un nombre nuevo. Pensó en llamarse Rómulo, segundo fundador de Roma, pero después se decidió por el nombre de AUGUSTO que servia para designar los lugares santos.

Cual César, reunió todas las funciones y asumió todos los poderes, porque tenía todos los títulos. Por consiguiente, el p4mero de éstos fue el de imperator (general victorioso), que indicaba el origen de su poder y le daba autoridad legal sobre todos los ejércitos. Fue además tribuno, lo cual le hacia inviolable; censor o prefecto de costumbres, lo que le permitía nombrar a los senadores y vigilar a los ciudadanos; sumo pontífice, es decir, jefe de la religión, y, por último, príncipe, o presidente del senado, es decir, dueño de las deliberaciones.

Augusto tenía, pues, un poder absoluto; pero en torno suyo todo parecía subsistir como anteriormente. El senado hacia las leyes, los comicios las votaban y los magistrados las ejecutaban en nombre del pueblo. Las insignias de las legiones continuaban llevando S. P. Q. R., iniciales de la inscripción latina Senatus Populusque Romanus. Augusto vivía como los demás ciudadanos; tomaba parte en los votos, recomendaba a sus amigos en las elecciones, hablaba en el senado cuando le correspondía y habitaba en el Palatino una casa modesta, abierta a todo el mundo. Quería imponer el orden en Roma y empezaba por dar el ejemplo.

Aquella vida pública no era más que una apariencia Augusto lo dirigía todo. Un consejo privado, que se llamó el consejo del príncipe, administraba en realidad el imperio. Porque así convenía a sus designios, creó una guardia llamada guardia pretoriana, formada de nueve cohortes y encargada de mantener el orden en la ciudad. A la cabeza de esas tropas estaba el prefecto del pretorio, principal agente del emperador, con el prefecto de la ciudad , el prefecto de los vigiles (serenos) o prefecto de policía, y el prefecto del anona, encargado de abastecer a Roma. Una multitud de secretarios estaban colocados bajo las órdenes de aquellos magistrados. Casi todos eran libertos, porque se estaba más seguro de que fueran fieles.

ROMA BAJO EL IMPERIO DE AUGUSTO: Con el orden, reinó la prosperidad en Roma, y la ciudad se pobló de monumentos. Augusto pudo vanagloriarse de haber encontrado una ciudad de ladrillos y haber dejado una ciudad de mármol. Se dedicó especialmente a la organización del servicio de las aguas, hizo construir acueductos y creó a este efecto un cuerpo de ingenieros especiales. Emprendió también la tarea de moralizar a Roma donde la corrupción había llegado al limite. Quiso restablecer las antiguas prácticas religiosas. Procuró restaurar el antiguo sentimiento de familia, combatiendo el abuso del divorcio y del celibato.

Tuvo por colaboradores a sus amigos Agripa, el vencedor de Antonio, y a Mecenas, hombre de gusto, que protegía las letras y las artes. En torno suyo se agruparon los historiadores Tito Livio y poetas Virgilio y Horario y muchos otros que tanto contribuyeron a la gloria de aquella época llamada por la historia siglo de Augusto.

LAS PROVINCIAS BAJO EL IMPERIO DE AUGUSTO: Las provincias ganaron mucho con el establecimiento del imperio. En vez de ser oprimidas, como antes, por los procónsules fueron

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administradas regularmente por funcionarios con sueldos fijos, llamados legados, que nombraba el emperador y que debían dar cuenta de su gestión. Los provincianos tuvieron además el derecho de elegir asambleas que podían dirigirse directamente al emperador. El mismo Augusto hizo numerosos viajes para darse cuenta de sus necesidades. Se construyeron carreteras, se ejecutaron grandes trabajos y la seguridad sentó sus reales en todas partes. Los vencidos reconocieron los beneficios de la dominación imperial, que dieron en llamar la pax romana. Virgilio la celebró en sus versos. «i Gracias a ti, César, el buey vaga por las praderas; Ceres y la feliz abundancia ¿fecundan nuestros campos; los barcos navegan sin temor en el mar pacificado, y la buena fe se alarma cuando hay la más mínima sospecha! »

LA DEFENSA DEL IMPERIO: Todas las provincias estaban protegidas por una línea de fronteras naturales que eran el Rin, el Danubio, el Éufrates y los desiertos de Asia y de Africa. Más allá vivían los pueblos bárbaros que eran para el imperio un peligro siempre amenazador. Augusto atendió a tenerlos en raya por la parte de allá de dichas fronteras, y organizó un ejército permanente de veintitrés legiones reforzadas con gran número de auxiliares> lo cual formaba un total de 400,000 hombres. Repartidos en campamentos situados en todos los puntos peligrosos, bastaron para asegurar la tranquilidad de las provincias que prosperaban sosegadamente al abrigo de aquella cortina de tropas. Augusto no tuvo que luchar de veras sino contra los germanos en el Rin y en el Danubio, como se verá más adelante.

FIN DE REINADO DE AUGUSTO: Augusto no habían tenido hijos con su esposa Livia. Sus herederos eran los hijos de su amigo AgrIpa, que habla adoptado, y que murieron jóvenes; tuvo que adoptar a monio. Los Tiberio, que su mujer Livia tuvo de su primer matrimonio. Los últimos años de Augusto fueron tristes para él a causa de sus duelos. Tuvo además la pena de tener que desterrar a su hija Julia por su mala conducta, y de saber el desastre del ejército de su legado Yaro en Germania. Murió a los setenta y seis años (14 d. de J. C.) y fue enterrado con gran pompa en un monumento que se llama aún el Mausoleo de Augusto.

El emperador muerto, fue considerado como un dios. Se instituyeron ceremonias en honor suyo, y se fundó un colegio de sacerdotes especiales para celebrarlas. Ese culto de los emperadores se- llamó apoteosis. Todos los magistrados, todos los jefes de ejército y todas las asambleas tuvieron que rendir ese culto a la memoria de los emperadores. Fue un juramento de fidelidad al régimen imperial, así como un lazo moral que unió a todas las partes del imperio y que nada tenia que ver con las religiones particulares. La fundación de ese nuevo culto fue más bien, pues, un acto político que un acto de servilismo.

TIBERIO: El imperio pasó de Augusto a Tiberio, sin trastorno. El pueblo y las provincias se habían acostumbrado al nuevo régimen que les proporcionaba la paz y la abundancia- Sólo los senadores se lamentaban por sus antiguas prerrogativas; pero estaban demasiado corrompidos o demasiado envilecidos para sacudir la coyunda imperial. Tiberio tenía de parte suya al ejército que habla mandado en Germania. Frisaba en los cincuenta y seis años, pareció tomar el poder con desagrado, desdeñó títulos y honores y no quiso ser más que príncipe El senado fue asociado al gobierno y tuvo que ratificar todas las decisiones del príncipe. Los gobernadores de provincia fueron escogidos según sus méritos y vigilados con rigor.

Pero aquel administrador honrado, se convirtió de pronto en una especie de loco furioso cuando vio perecer a Germánico, el sobrino de Augusto, vencedor de los germanos y a su propio hijo Druso. Descubrió que el asesino había sido su favorito Seyano, que quería hacer desaparecer la familia de César para llegar al trono. El emperador concibió odio violento contra los patricios a quienes llamaba « gente dispuesta a todo servilismo». Las ejecuciones se multiplicaron; mandó matar a Seyano y se retiró a la isla de Caprea, presa de terror supersticioso, que le hizo rodearse de adivinos y astrólogos. Esa locura sangrienta duró hasta su muerte (37)~ y el relato de sus crímenes nos ha sido transmitido por el historiador Tácito. Perú las proscripciones alcanzaron solamente a la nobleza; el resto del imperio, bien administrado, permanecía indiferente a lo que ocurría.

CALIGULA CLAUDIO: El imperio recayó en Calìgula, hijo de Germánico, llamado así porque llevaba el mismo calzado que los soldados (cáliga). Empezó por ser un buen príncipe; pero, atacado de epilepsia desde su infancia, llegó a ser completamente loco. Su reinado fue una serie no interrumpida de extravagancias, de libertinaje y de asesinatos. Se le vio arrojar dinero

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al pueblo en el circo, iluminar montañas, hacerse adorar en lugar de Júpiter, y nombrar cónsul a su caballo. Deseaba públicamente que el pueblo romano no tuviese más que una cabeza para matarlo de un tajo. El prefecto de los pretorianos, Quereas, fue el que libró al mundo de aquel loco furioso (41).

Quereas deseaba una restauración republicana; pero los soldados no la querían. Descubrieron en el palacio, oculto detrás de una cortina a un hermano de Germánico, llamado Claudio, y lo hicieron emperador mediante el donativo, esto es importante gratificación. Éste fue el primer emperador nombrado por los soldados y aprecio de dinero. Era viejo, calvo, embrutecido por la embriaguez y, aparte de los negocios públicos, entregado a estudios de arqueología. A ese ser débil lo gobernaron sus mujeres y sus libertos, que de antiguos esclavos llegaron a ser dueños de Roma. Uno de ellos, Palas, lo decidió a casarse con Agripina, hija de Germánico, la cual envenenó a Claudio con un plato de setas para asegurar el trono a su hijo Nerón (54).

NERON: Agripina había esperado reinar en nombre de su hijo, que tenía diez y siete años; asistía a las sesiones del senado, oculta detrás de una cortina, y gobernaba por mediación del filósofo Séneca y del general Burro, que eran los preceptores de su hijo. Incitado Nerón por el liberto Narciso, se cansó bien pronto de 1 aquella tutela. Inquieta Agripina, le opuso a Británico, hijo de Claudio; pero Nerón lo hizo envenenar en un festival. Cuatro años después tocó la vez a Agripina, a quien trató de ahogar durante un paseo por mar y que pudo salvarse a nado. Entonces Nerón pretendió que estaba implicada en una conspiración contra -él y la hizo degollar. Toda la nobleza mostró « maravillosa emulación de bajeza » y Séneca mismo hizo el elogio de aquel crimen.

Nada contuvo ya las pasiones de aquel príncipe envidioso, vanidoso e hipócrita. Repudió a su mujer Octavia, la condenó a muerte y se entregó a todo género de desarreglos con sus libertos. Creía ser un gran artista y le gustaba presentarse en público para que lo aplaudiera una cuadrilla de aduladores bien adiestrados. Se le vio conducir o guiar 1 carros en las carreras, declamar versos en el teatro, pulsar la lira y dar una vuelta por Grecia de donde trajo ,800 coronas, conducta que los romanos consideraban infame y digna solamente de un esclavo. Un día, Roma fue presa de las llamas, y corrió la voz de que el incendiario era ese emperador que, para divertirse, ordenó la primera persecución contra los cristianos.

Trece años de semejante, régimen provocaron la sublevación de los soldados de las fronteras, y Roma, donde varías conspiraciones hablan sido ahogadas en sangre, siguió el ejemplo. Nerón huyó a una casa de campo y alli se dio muerte no sin declamar: « Conmigo muere un gran artista! » (68).

LOS SUCESORES DE NERON: Las legiones sublevadas se batieron unas con otras para nombrar un emperador, porque el príncipe elegido recompensaba con largueza a los soldados. Los primeros que consiguieron su objeto fueron los soldados de España, que eligieron por jefe a Galba, que a la sazón tenía setenta y tres años. No quiso dar dinero a los pretorianos de Roma y de aquí que le opusieran a Otón, a migo de Nerón. Galba fue asesinado por los pretorianos. Entretanto, las legiones de Galia acudían con su general Vitelio. Otón fue vencido en Bedríaco y se mató. Vitelio no gozó mucho tiempo de aquella victoria, que le permitió, sin embargo, llegar a ser célebre por su golosina. El ejército de oriente, muy superior a los otros porque lo formaban soldados veteranos que habían combatido contra los partos, llegó a su vez para imponer por jefe a Vespasiano. Este ejército triunfó en Cremona (69), y la paz reinó en Roma con la nueva dinastía de los Flavios.

LOS FLAVIOS: Vespasiano, hijo de un recaudador de impuestos, que alcanzó las dignidades militares por su propio mérito, fue un emperador burgués, trabajador y económico. Reorganizó la hacienda que Nerón dilapidó con sus locuras, restableció la disciplina en los ejércitos y dominé las revueltas de los germanos y de los judíos. Depuró el senado y abrogó la "ley de la majestad a, al amparo de la cual se habían dictado tantas proscripciones. Murió de muerte natural, burlándose de los honores divinos que se habían rendido a los emperadores difuntos. « Siento que llego a ser dios », dijo con sorna.(79)

Tito, su hijo, que terminó la campaña de Judea con la toma de Jerusalén, sólo reiné dos años,

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lo cual fue bastante para que lo llamaran las del delicias del género humano. Se quejaba de haber perdido el día cuando no había hecho una buena acción. Durante su reinado fue cuando hubo la famosa erupción del Vesubio, cuyas cenizas sepultaron las ciudades de Herculano y Pompeya (79).

Domiciano, su hermano, que le sucedió, no fue menos prudente durante los trece primeros años de su reinado; jamás fueron tan dichosas la provincias. Después, el 93, llegó a ser como Nerón, tirano cruel que Cortó cabezas sin discernimiento expulsé a los filósofos de Roma, persiguió a los cristianos y murió asesinado (96). Su propia mujer estaba metida en la conjuración.

LOS ANTONINOS: El senado dio el imperio a uno de sus miembros, llamado Nerva moderado en el gobierno, buen jurisconsulto, que casi se limitó a designar su sucesor. Fundó la dinastía de los Antoninos, pero en lugar de reglamentar la sucesión al trono por el parentesco, procedió por adopción, lo que dio al imperio una serie de excelentes monarcas (96-98). Trajano, a quien adoptò, era buen general y buen administrador.

Rechazó a los dacios (Transilvania actual) en el Danubio y a los partos en el Éufrates. En memoria de sus campañas, se erigió en el Foro la famosa columna trajana.

En Roma devolvió al senado sus antiguos honores y aparentó una gran sencillez. « Seré con los demás, decía, como hubiera querido que los emperadores fuesen conmigo, siendo ciudadano ». Emprendió grandes trabajos el puente del Danubio, en las Puertas de Hierro, para poder atacar a los dacios; el puente de Alcántara, en España, y el Poro de Trajano, en Roma. Tomó prudentes medidas para reanimar el comercio, la agricultura las artes y las letras. Por último, dio muestras de humanidad instituyendo la beneficencia pública, institución desconocida hasta entonces, en favor de los niños pobres, que fueron educados a costa del estado. A partir de aquella fecha, el senado adoptó por fórmula de saludo a los emperadores, la frase siguiente « Sé más feliz que Augusto y mejor que Trajano ». Murió en Asia, año de 117.

Adriano, su sucesor, fue un emperador pacifico. Artista ilustrado viajero infatigable, recorrió el mundo entero con un séquito de arquitectos, reconstruyendo ruinas y edificando nuevos monumentos. Atenas donde residió, llegó a ser « la ciudad de Adriano a, por lo mucho que la hermoseó. Su principal titulo de gloria fue haber fundado la administración. Los empleos de oficinas se habían confinado hasta entonces, a los libertos; Adriano decretó que en lo sucesivo se darían a hombres libres, e instituyó al mismo tiempo la jerarquía. Por lo que hace relación a la justicia, reunió los edictos publicados por los pretores desde siglos atrás y los coordinó formando un texto único, llamado el Edicto Perpetuo. Se puede decir que desde entonces data verdaderamente la organización del imperio (117-138).

Adriano fue reemplazado por Antonino Pío, cuyas relevantes virtudes merecieron que se diera su nombre a esta serie de emperadores. El escogió un digno sucesor en la persona de Marco Aurelio (161).

Marco Aurelio era un filósofo que, en el trono, continuó practicando las máximas de la filosofía. Fue bueno, humano y desinteresado, y pasó sus ratos de ocio escribiendo los Pensamientos, «admirables sentencias de la sabiduría antigua». Protegió a los esclavos y aumentó las instituciones benéficas. Por una ironía de la suerte, este emperador, que no amaba sino los libros, estuvo obligado a vivir en campamentos. Tuvo que defender a Roma amenazada en el Danubio y en el Éufrates, y murió en campaña, en Viena (178).

Cometió el error de dejar el imperio a su hijo Cómodo, que llegó a ser un orate sanguinario como Diocleciano y Nerón, y que pereció asesinado (192).

HISTORIA EXTERIOR DEL IMPERIO:Los Bárbaros:  Augusto habla rodeado el Imperio Romano con una cintura de tropas y una línea de campamentos permanentes o campos militares que debían contener las irrupciones ataques de los bárbaros. Creyó que era preciso tenerlos distantes, para que el resto del mundo pudiese gozar de paz y de prosperidad. Empero, esa prosperidad era un incentivo para

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aquellos pueblos bárbaros que, ávidos de pillaje, atacaban sin cesar las fronteras romanas. De aquí las continuadas guerras que duraron hasta el fin del imperio y que fueron guerras de defensa y no de conquista.

Ya hemos visto que el Rin, el Danubio, el Éufrates y los desiertos formaban las fronteras. Todas no estaban igualmente amenazadas en el Sahara sólo vivían algunas tribus de merodeadores; el mar protegía a España y a las costas de Galia; los enemigos más temibles eran por consiguiente en el Rin, los germanos el alto Danubio, los cuados (Moravia) y los marcomanos (Bohemia) en el bajo Danubio, los dacios y, en el Éufrates, los partos.

Guerras en el Fin: Augusto, que hizo suyos los planes de César, pensaba que sólo se acabaría con los germanos sometiéndolos. Su general Druso pasó el Rin y conquistó todo el país hasta el Elba. Pero murió por accidente, y su sucesor Varo se &4ó sorprender en el bosque de Teutberg (el Teutoburger Wald) por el germano Arminio, y fue deshecho con tres legiones. Se dice que Augusto, loco de dolor> no cesaba de gemir "Varo, devulveme tus legiones! "

El desastre de Varo no pudo ser vengado sino en el reinado de Tiberio, por Germánico, que destrozó la confederación de los queruscos y asoló el país de los bàtavos. Los trastornos consiguientes a la muerte de Nerón permitieron a los germanos, que hasta entonceS hablan estado tranquilos alzar el estandarte de la rebelión. El bátavo Civilis, con el concurso de la profetisa Véleda, trató de fundar en el Rin un reino galo que fue destruido casi inmediatamente. Domiciano fue a su vez batido a orillas de ese rìo (81-96).

Trajano, desde que ocupó el trono, se dio a pacificar el país; sus armas se pasearon victoriosas por todas partes, mas para proteger el punto débil de la frontera en la región del Rin y del Danubio superiores, hizo construir una inmensa fortificación parecida a la muralla de China, que iba desde Maguncia hasta Ratisbona. Se componía ésta de un reducto con parapeto de tierra y estacadas en el fondo del foso; detrás, una muralla de piedra con bastiones, y luego Una carretera militar orillada de una serie de campos atrincherados, a 9 kilómetros de distancia unos de Otros; nueva muralla y nuevo foso completaban la fortificación. Un atrincheramiento del mismo género fue construido por Adriano al norte de Inglaterra, para contener las invasiones de los bárbaros de Escocia.

GUERRA EN EL ALTO DANUBIO: Bajo el reinado de Marco Aurelio, una invasión de cuados y parcomanos, pueblos de Moravia y de Bohemia, se dirigió a Grecia e Italia y penetró en ellas. El terror fue grande en Roma. El emperador vendió las joyas imperiales para reclutar tropas, y se puso a la cabeza de la expedición. Fueron necesarias varias campañas para rechazarlos y hubo que fortificar sólidamente La ciudad de Viena (hoy capital de Austria) para vigilarlos.

GUERRA EN EL BAJO DANUBIO: En la parte de allá del Danubio, en la región que corresponde hoy a Transilvania y a Rumania, vivían los dacios, pueblo tan fiero como los germanos. Invadieron el imperio en tiempo de Domiciano, que no pudo contenerlos. Trajano, para atacarlos útilmente, empezó por construir una carretera que seguía el Danubio y cuyos restos se ven aún en el flanco de las locas que orillan el río, en el celebre desfiladero de las Puertas de Hierro.

Después hizo construir a la salida del desfiladero, un colosal puente de piedra, de más de mil cien metros, que le permitió penetrar en Dacia. La guerra duró cinco años (101-106); la capital de los dacios fue tomada, su rey Decebalo se dio muerte, y el país quedó siendo provincia romana. Esta provincia de la parte allá del río , fue como una fortaleza poblada de colonos romanos a los que debe su nombre y su lengua el pueblo actual de Rumania.

GUERRAS EN EL ORIENTE: Los caballeros partos tenían persistente empeño en pasar el Éufrates. Vencedores de Craso y después de Antonio, las derrotas no los hicieron nunca decaer. La guerra fue continua contra ellos. En tiempo de Nerón, el general Corbulón los deshizo muchas veces; Vespasiano, Trajano y Marco Aurelio hubieron de organizar nuevas expediciones contra ellos. Aprovechando la oportunidad que ofrecían esas campañas, menudearon las construcciones en oriente. La más célebre es la de los judíos, vencidos por Tito, después del memorable sitio que recuerdan los bajos relieves de su arco de triunfo en

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Roma, y cuyo resultado fue la destrucción de Jerusalén y la dispersión de aquel pueblo.

Mientras las legiones peleaban encarnizadamente en las fronteras, las provincias, administradas con justicia por los emperadores, gozaban de los beneficios de la pax romana.