Montenegro - Condiciones, Premisas y Criterios Para Emprender Un Proceso de Reestructuración Militar

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     Condiciones, Premisas (3) y Criterios (6) para emprender un proceso de

    reestructuración mil itar.

    Objetivo: Describir en conjunto de condiciones socio-políticas en cuyo contextose desenvuelve las fuerzas armadas en la actualidad, señalar el agotamientode las estructuras orgánico-funcionales y los despliegues actuales(remanentes); y postular un conjunto de premisas vigentes y criterios que serianecesario contemplar, en torno a los cuales se debería encarar un proceso detransformación de las fuerzas armadas.

    El modelo tradicional: autonomía política, seguridad nacional, hipótesis deconflicto vecinales y desarrollo de fuerzas independiente (1955-1982)

    A lo largo del período que se extiende entre 1955 y 1982 las fuerzas armadas argentinasse constituyeron en el actor dominante del sistema político argentino y esto semanifestó bajos diferentes modos de intervención política y esencialmente orientadas

     por la proscripción del peronismo. En ese contexto político y a lo largo de esos años segestó y afianzó una modalidad de relación cívico-militar asentada en el predominiomilitar con respecto a las autoridades civiles. De modo tal, las fuerzas armadas sedesempeñaron como actores políticos autónomos y altamente corporativizados, es deciractores políticos e institucionales con capacidad para definir e impulsar efectivamentesus propios intereses políticos de manera individual y auto-referenciada; tanto comoentes centrales del sistema político, así como desde la perspectiva de la organización yel funcionamiento de las instituciones castrenses, como organismos militaresintegrantes del dispositivo de defensa nacional.

    Con el tiempo se fue conformando un dispositivo militar constituido por tres fuerzasarmadas mutuamente autónomas, de esta manera cada institución se convirtió, a lo largode esos años prácticamente en una fuerza independiente en materia de doctrina,organización, estructura operacional, formación, material y personal; sin que serespondiera de manera real a consideraciones relacionada con un accionar militarintegral. Algunas veces esto respondió a las necesidades del desarrollo militarindividual y auto-diseñado de las mismas, en otras oportunidades a interesesespecíficos –por ejemplo: apropiarse de un rol particular o impulsar la compra o

    desarrollo de algún tipo de armamento codiciado-; y en otras a la intención de fortalecerel poder político específico de una fuerza frente a las otras, en el marco del rol políticoque asumieron las fuerzas armadas en el sistema político.

    Asimismo este dispositivo se fue estructurando en torno a un conjunto claro dehipótesis, a saber: i) las disputas limítrofes y/o territoriales históricas, potencialmentesujetas a resolución militar y derivadas de los procesos de conformación de los Estados

     Nacionales; ii) los antagonismos y competencias derivados de la confrontaciónestratégica Este-Oeste, en tanto los países latinoamericanos constituían una reserva delos Estados Unidos en el marco de su lucha contra la Unión Soviética; y iii) losconflictos resultantes del enfrentamiento contra grupos políticos internos armados u

    opositores.

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    De tal modo fue tomando forma una concepción securitista de organización de defensanacional y de las fuerzas armadas, que se consolidó entre la segunda mitad de los años´60 y principios de los ´70 y que se basó en la consideración de la defensa nacionalcomo el esfuerzo estatal destinado a lograr la “seguridad nacional”; abarcando tanto la

     protección frente a agresiones militares convencionales perpetradas por otros Estados

    así como la conjuración de riesgos surgidos en la esfera interior de la Nación. Lasanción de la Ley 19.679 en 1966 -que reemplazo a la anterior la Ley 23.234 deOrganización de la Nación en Tiempos de Guerra de 1948-, le otorgó un marco legal aesta concepción y al rol profesional y político autónomo que las Fuerzas Armadasfueron construyendo a lo largo de estos años1.

    El desenvolvimiento de estas estructuras por cierto cada vez más grandes, numerosas,desplegadas territorialmente, y que incorporaba progresivamente material y equiposcada vez más modernos y sofisticados; fue apuntalado por la posibilidad de acceder ydisponer de recursos económicos relativamente importantes, en función del rol y larelevancia política que las Fuerzas Armadas desempeñaron a lo largo de estros años. En

    este sentido se puede señalar que entre 1970 y 1982 el promedio del gasto en defensacomo porcentaje de los gastos totales del Estado alcanzó 10,90 %.

    El desarrollo de nuevas condiciones políticas y sociales, como contexto para el

    desenvolvimiento castrense: subordinación política, escenarios cooperativos sub-regionales y defensa nacional

    Ahora bien, durante el período de tiempo que se extiende entre 1983 y la actualidad, sefueron manifestando una serie de procesos, circunstancias y acontecimientos queimplicaron una alteración drástica y sostenida de las condiciones político-institucionales, estratégicas y económicas mencionadas precedentemente, en cuyocontexto obviamente las fuerzas armadas debieron continuar desempeñándose durantelos años subsiguientes sus actividades institucionales.

    A partir de la restauración democrática de 1983 se comenzó a consolidar un proceso dedemocratización, cuya transición había comenzado con anterioridad. Por cierto que eldesempeño profundamente deficiente de la gestión política, económica y social de ladictadura militar, sumado a la derrota militar en la guerra por las Islas Malvinas, va aterminar evaporando de manera abrupta el conjunto de condiciones que había permitidoel desarrollo y la consolidación de aquel modelo de organización militar desenvuelto

     previamente.

    1 La Ley 16.670 subsumió a la Defensa Nacional dentro de la órbita integral de la Seguridad Nacionalestructurando la organización de la Defensa, de las Fuerzas Armadas y del Estado Nacional en suconjunto, a los parámetros propios de la doctrina de la seguridad nacional, en el marco de la vigencia dela Guerra Fría, de la creciente proyección política autónoma de las Fuerzas Armadas y de laincorporación de conceptos doctrinarios y operativos relacionados con el establecimiento de capacidadesde control interno. Asimismo estableció un esquema institucional dedicado al logro de la seguridadnacional –por ej: el Consejo de Seguridad Nacional, el Comité Militar y el Comité de Zonas de SeguridadInterior, entre otros- en el cual las Fuerzas Armadas asumieron en un rol protagónico de manera

    individual.

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    La reinstalación democrática acontecida en 1983 derivó en la desarticulación porcolapso del rol dominante que habían logrado desempeñar las Fuerzas Armadas en elsistema político desde mediados de los ‘50. A partir de ese momento se revirtió lasituación de dominio militar en el plano de las relaciones civil militares, imperante hastaese momento y comenzó a imponerse un predominio político-institucional por parte de

    los sucesivos gobiernos civiles. Como consecuencia de ello las Fuerzas Armadasdejaron de constituir un actor político autónomo y corporativizado, convirtiéndose conrelativa rapidez, en un organismo más dentro de la estructura del Estado Nacional.Continuando esa tendencia, luego de la resolución de la conflictividad carapintada(1987-1990) y la estabilización del frente militar, durante los años ´90, este atributo dela relación civil - militar se apuntaló y consolidó.

    En este contexto, se llevó adelante un proceso de cambio significativo en los parámetroslegales e institucionales sobre los que se asentaba la defensa nacional y elfuncionamiento de las instituciones militares que, básicamente institucionalizó lasubordinación de estas a las autoridades civiles. La nueva Ley 23.554 de Defensa

     Nacional sancionada en 1988 con el consenso mayoritario del parlamento, entre otrascosas reafirmó legalmente el rol del Presidente como Comandante en Jefe de lasFuerzas Armadas y del Ministerio de Defensa como el órgano político delegado deconducción de las mismas, distinguió con claridad las actividades atinentes a laseguridad interior y a la defensa nacional, definió a las Fuerzas Armadas como losinstrumentos del Estado Nacional dedicados de manera exclusiva a ejercer la defensafrente a agresiones militares externas, fijo contundentes criterios de organización yfuncionamiento conjuntos y le otorgó al Estado Mayor Conjunto de las FuerzasArmadas un rol institucional significativo en materia de asesoramiento estratégicomilitar, doctrina, planeamiento estratégico militar y adiestramiento militar conjunto2.

    Desde la perspectiva de la seguridad internacional se puede señalar que las mutacionestambién fueron significativas. En el plano global la desactivación del enfrentamientoEste – Oeste se fue desarrollando aceleradamente entre 1989 y 1991. En el planoregional las relaciones tradicionalmente teñidas de desconfianza estratégica y militarentre Argentina, Brasil y Chile cambiaron drásticamente. El Cono Sur de Américalatina fue un ámbito privilegiado del despliegue de procesos de vinculación económicay social e integración física e infraestructural entre los países que lo componen; allítambién se operó la desactivación de los diferendos y de las competencias estratégicas yel incremento de las medidas de confianza mutua, la cooperación militar y de diálogo

     político. Todo ello contribuyó a gestar entre fines de los ´80 y a lo largo de los ´90 un

    cambio de clima, que aún persiste y que previsiblemente se sostendrá en el futuro. Esteconjunto de circunstancias sumado a la ausencia de sectores o grupos políticos armados,insurgentes o revolucionarios; diluyeron el conjunto de amenazas y conflictos

     potenciales, sobre los cuales se habían organizado y estructurado los institutos armadosargentinos desde los años ’50.

    Finalmente se debe señalar que de manera paralela a estos procesos, se produjo unareducción significativa de los recursos presupuestarios afectados a la defensa. Estatendencia se vio particularmente agudizada durante el transcurso de los anos ’90, con laaplicación de políticas económicas que enfatizaron la reducción del déficit fiscal y elcontrol del gasto. De esta manera durante el período que se extiende entre 1983 y 1990

    2 La Ley 24.948 de Reestructuración de las Fuerzas Armadas, reforzó más detalladamente este conjuntode criterios sobre los que se tenía de reformular el dispositivo de defensa de la República Argentina.

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    el promedio del gasto de defensa como porcentaje del gasto total se redujo a 7,39 % yfue de 1,24 % como porcentaje del PBI. Entre 1991 y 2000 el promedio del gasto dedefensa como porcentaje del gasto total fue de 4,82 % y fue del 0,76 % como

     porcentaje del PBI. Esta situación de franca caída de los recursos presupuestariosasignados a la defensa, se desarrollo sin que mediara un proceso de readecuación

    orgánico-funcional general de la estructura de las fuerzas armadas y en un contexto enel cual era necesario por un lado continuar funcionando y por el otro continuar pagandosalarios. En ese marco el gasto en materia de inversiones fue reduciéndose

     progresivamente y se mantuvo en niveles extremadamente bajos.

    La desarticulación por colapso de las condiciones de predominio militar y la ausencia deenemigos externos tangibles e inmediatos, dio lugar a que durante los añossubsiguientes a la reinstalación democrática y en especial a partir de la desactivación delos conflictos carapintadas, se gestaran condiciones políticas favorables para eldespliegue de un ejercicio efectivo e integral de la conducción política civil de lasfuerzas armadas. En este aspecto vale la pena señalar una distinción; la conducción

     política civil fue eficaz con relación a una dimensión más “política”  de los asuntoscastrenses. Efectivamente durante los años del gobierno de Carlos Saúl Menem seestabilizó efectivamente el frente militar, desactivándose el problema “carapintada” ytambién se consolidó la situación de subordinación política de las fuerzas armadas a lasautoridades constitucionales, que se había instalado formalmente y de hecho a partir dela restauración democrática3.

    Sin embargo por otra parte, esta conducción fue endeble e ineficaz a los efectos deconducir un proceso de adecuación y reestructuración integral de las fuerzas armadas alas condiciones políticas, económicas y estratégicas que había comenzado a despuntaren esos años y que se fueron estableciendo aceleradamente a lo largo de los años ´90.En este sentido fue notoria la ausencia de lineamientos e iniciativas integrales tendientesa reorganizar y adaptar (o por lo menos a pretender hacerlo) a las instituciones militaresal escenario estratégico en desarrollo, a los drásticos cambios político-institucionales ylegales y a la existencia de presupuestos en franca caída. Las sucesivas administracionesgubernamentales que continuaron, limitaron los esfuerzos a un conjunto de medidasmenores y de coyuntura, sin que el cambio en las condiciones, fuera acompañado poruna reforma integral orgánica y funcional de las fuerzas armadas.

    Ante la falta de una estrategia de readecuación integral, las instituciones castrensescontinuaron arrastrando una estructura y un despliegue que hoy continúa siendo el

    remanente formal y deteriorado de una organización gestada y construida durante lasdécadas de los años ´50, ´60 y ´70 y que resulta a la luz de las nuevas condiciones, en un

    3  En este marco el gobierno menemista impuso exitosamente su propio criterio político en cuestionesconflictivas o que se sabía, eran resistidas por las conducciones de las fuerzas armadas; por ejemplo yentre otros casos: a) produciendo y sosteniendo una drástica reducción presupuestaria que tuvo unaincidencia central en el proceso de deterioro operacional y logístico de las mismas, b) sancionando la Ley24.059 de Seguridad Interior, con lo cual se desactivo definitivamente cualquier intentona de incluir a lasFuerzas Armadas en dispositivos de seguridad interior de manera permanente, c) retirando de la órbita delMinisterio de Defensa dependencias organizacionales y desactivando programas considerados críticos

     para la concepciones castrenses, d) reemplazando el Servicio Militar Obligatorio, -dispositivo que había

    central para la profesionalización y modernización fundamentalmente del Ejército Argentino y sobre elcual se asentaba la configuración orgánica y funcional operativa de esa fuerza-, por un sistema de tropasvoluntario.

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    conjunto orgánico y funcionalmente anacrónico, operacionalmente frágil yfinancieramente insostenible.

    En general el conjunto de condiciones que se fueron instalando en las décadassiguientes a la reinstalación democrática, con relación a las fuerzas armadas, parecen

    haberse consolidado. Después de 27 años de democracia ininterrumpida, las FuerzasArmadas están claramente subordinadas a la conducción política civil y no haycondiciones ni perspectivas de que esta situación se revierta.

    Durante el período que se extiende entre 2005 y la actualidad se desarrollaron una seriede iniciativas tendientes a comenzar a zanjar las deficiencias de la conducción civilsobre las fuerzas armadas precisando y ajustando el marco normativo y dictando unconjunto de directrices políticas referidas a la organización de las fuerzas armadas y

     particularmente a la institucionalización y puesta en ejecución de un proceso de planeamiento de defensa. En ese sentido se consolidaron los criterios establecidos en laLey 23.554, a través de su reglamentación mediante el Decreto 727/06, se sancionó el

    Decreto 1691/06 de Organización y Funcionamiento de las Fuerzas Armadas, sesancionó el Decreto 1729/07 a través del cual se estableció un ciclo de planeamiento dela defensa y el Decreto 1714/10 mediante el cual se aprobó el primero documento decarácter político del ciclo de planeamiento precedentemente señalado. Así mismo seavanzó en la implementación efectiva de algunas iniciativas relacionadas con lareorganización de las fuerzas armadas, en especialmente aquellos asuntos queimplicaron la materialización de criterios conjuntos.

    Por otra parte el Cono Sur de América latina continúa siendo un espacio relativamente pacífico, por cierto en un contexto regional y global más complejo y tenso que lo quefue en décadas pasadas. Más allá de diferencias y conflictos coyunturales y sectorialesentre los principales países que los componen, las tendencias son favorable para: a) laconsolidación de un ámbito geopolítico pacífico en donde no hay margen parasolucionar conflictos políticos por la vía militar y b) la continuación de la construcciónde vinculaciones e interese mutuos, comerciales, financieros, sociales así como físicos einfraestructurales. En este contexto, se han profundizado los vínculos cooperativosdesarrollado entre las a fuerzas armadas e incluso se está incursionando en una nuevainstancia de diálogo, en este caso político, en materia de defensa, el Consejo deDefensa Suramericano. De tal modo que en lo inmediato e incluso en un plazo medianode tiempo, no se percibe la posibilidad de que se produzcan conflictos que puedanamenazar militarmente la integridad territorial y la independencia política de la

    República Argentina.

    Es decir que en función de la continuidad general de los condiciones vigentes, parece previsible que los recursos asignados a la defensa para los próximos años van a ser máso menos los mismos que han sido asignados para financiar el sector por lo menosdurante los últimos en términos de participación proporcional del presupuesto nacional.Por cierto que el promedio de estos, entre el ejercicio 2004 y el 2009 fue equivalente,como porcentaje del gasto total a un 4,91%, prácticamente le mismo promedio que parael período 1991-2000. En términos nominales ascendieron de $ 4.492,6 millones (2004)a 10.703,1 millones (2009); al respecto vale señalar que las asignaciones han crecidosostenidamente, aunque esos incrementos han sido en parte consumidos por factores

    ajenos a la jurisdicción, tales como el ajuste del tipo de cambio y la inflación y además

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    en buena parte su incremento respondió a la necesidad de acompañar la política salarialque adoptó el gobierno nacional.

    Condiciones, Premisas y Criterios para emprender una transformación militar (se

    pueden agregar más)

    Como es evidente, las condiciones que caracterizan este período histórico que arrancó a principios de la década de los ´80 son muy diferentes, en cada una de las dimensionesque las componen (es decir: la política – institucional, la seguridad internacional y losaspectos presupuestarios), de aquellas que enmarcaron la conformación histórica de lasactuales fuerzas armadas en la etapa previa, vale decir entre 1955 y 1982.

    Ahora bien, en un contexto en el cual está consolidada una pauta de dominio políticocivil, en que no se avizoran problemas militares que puedan amenazar a la RepúblicaArgentina y en donde en general parecen consolidarse las condiciones contextuales que

    enmarcaron el desenvolvimiento de las Fuerzas Armadas y de la defensa durante losúltimos 25 años, cual es el principal desafío que afronta la Argentina con respecto aestas cuestiones?

    Por lo menos dos problemas aquejan al dispositivo militar argentino en estos momentos,a los efectos de lograr conformar una organización militar que pueda desempeñar demanera más eficaz y eficiente su misión -o por lo menos, lo más que se pueda obteneren este sentido-: a) la persistencia de concepciones y estructuras orgánicas-funcionales ydespliegues sobredimensionados, originados en las condiciones político-institucionales,estratégicas y presupuestarias de la etapa previa y b) la aguda des-inversión de la que hasido objeto el sector a lo largo de los 25 años que han pasado. En función de esto se

     plantea la necesidad de avanzar especialmente sobre dos ejes; a) el diseño y la propuestade una reestructuración militar que permita redimensionar la estructura de las fuerzasarmadas a los efectos de adecuarlas a las condiciones históricas vigentes y b) eldesarrollo de un programa de inversión, asociado a esta reestructuración, que permita larecuperación progresiva los años de des-inversión que el sector ha sufrido.

     A los efectos de diseñar y proponer un nuevo modelo de organización militar la

    instancia de conducción ministerial y las conducciones castrenses, deberían tener

     presente la existencia de un conjunto de premisas que están asociadas a las nuevas

    condiciones políticas, estratégicas y económicas que se han desplegando en la

     República Argentina y que condicionan el desenvolvimiento y la potencialconfiguración de las fuerzas armadas.

    i) Por un lado es necesario reconocer, sin caer en prejuicios políticos e ideológicos, nivisiones apocalípticas, que las fuerzas armadas está atravesando efectivamente un

     período crítico en cuanto a la posibilidad de desempeñar su misión efectivamente y a lasostenibilidad del sistema de cara al futuro. Ya a mediados de los años ´90 se señalaba,tanto desde ámbitos académicos como desde instancias militares, la existencia de unatendencia que, de no mediar un proceso de reforma y recuperación, podría derivar enuna virtual desactivación de nuestro aparato militar. En tanto no se produjo este procesode reforma/recuperación, esas condiciones por cierto se han agudizado de manera

    sostenida a los largo de los siguientes años, generando un proceso de limitación progresiva de la capacidad operativa y afectando la posibilidad su viabilidad futura. En

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    eminentemente político y depende de las consideraciones y evaluación de prioridadesque la conducción política efectúe, en el marco del ejercicio general del gobierno. Esdecir esto no es algo que este determinado, sino que muy por el contrario, como todadecisión política es contingente. En este sentido, no está tan claro que se vayan aadoptar decisiones y soluciones políticas integrales y decisivas que atiendan los

     problemas señalados y de hecho esto a lo largo de casi 25 años esto no ocurrió.

    Señalado este conjunto de premisas que en mi opinión hay que tener en consideración

    cuando se plantean los problemas de la defensa y los asuntos militares y las opciones

     para atender a su resolución; voy a señalar un conjunto de parámetros que estimo

    deben contemplarse y en algún caso profundizarse, a la luz de la necesidad de

    desarrollar un proceso de transformación orgánico-funcional de las fuerzas armadas

    dirigido a conformar un dispositivo militar efectivamente operativo, o por lo menos,

    que permita revertir de alguna manera, progresivamente y a lo largo del tiempo, el

    estado de limitación operacional que actualmente arrastran las instituciones

    castrenses.

    i) Por un lado es necesario consolidar la vigencia de una concepción defensiva deldispositivo militar, que nos permita, por un lado conformar una fuerzas militar que

     pueda estar en condiciones de ejercer la autodefensa militar de la Nación y deconstituirse en un instrumento efectivo al servicio del Gobierno Nacional para elcumplimento de las actividades que este le demande; y que por el otro, que puedacontinuar siendo un instrumento efectivo en el proceso de consolidación de laconfianza, la seguridad internacional y la paz en la región.

    ii) En tanto la misión de la defensa nacional es la defensa militar de la Nación, elcriterio central de la organización y el funcionamiento de las fuerzas armadas entiempos de paz debe ser la preparación para la guerra, es decir el adiestramiento del

     personal y el mantenimiento de los medios disponibles a tal efecto. Esta actividad esuna atribución exclusiva de las fuerzas armadas, es la que le otorga legitimidad a lasmismas en una sociedad democrática y es aquella sobre la que se asienta laespecificidad de la profesión militar. Además que es lo que indica la ley y la concepción

     política vigente con relación al rol de las Fuerzas Armadas. La estructura de las fuerzasarmadas debe conformarse de manera tal que, aquellas actividades directamenterelacionadas con la preparación militar concentren la mayor cantidad relativa derecursos y esfuerzos. Es decir las estructuras orgánicas, la distribución del presupuesto yla asignación de recursos humanos, deberían privilegiar claramente esta dimensión.

    iii) Es necesario incorporar de manera efectiva y definitiva criterios de planificación,organización, funcionamiento, doctrina y formación conjuntos; rompiendodefinitivamente con una lógica militar de organización y funcionamiento excesivamenteindividualista, independiente y mutuamente autónoma; que caracterizó el desarrollo delas fuerzas armadas históricamente y que aun tiene núcleos activos de resistencia en elinterior de las mismas. Debemos asumir la existencia de un instrumento militar únicoque debe ser entendido como integrador de diferentes formas y modalidades deactividad militar. A estos efectos es necesario profundizar la acción y la organizaciónconjunta en aspectos neurálgicos de la actividad militar; por ejemplo incrementar demanera sustancial el desarrollo de actividades de adiestramiento conjunto, hoy

     prácticamente inexistentes y empezar a conformar de manera efectiva unidades militaresintegradas, por ejemplo aprovechando las existencia de unidades de especialidades

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    comunes en las tres fuerzas (Por ejemplo: unidades de comunicaciones, de vigilanciaaérea, de helicópteros, entre otras).

    iv) Un aspecto central en la transformación militar y que se encuentra fuertementevinculado al inciso precedente, es producir una profunda transformación orgánica y

    funcional de la estructura de cada una de las tres fuerzas armadas. Estas, aun hoycontinúan siendo entidades sobredimensionadas para la magnitud relativa de ladotación humana y material que las integran y para las que las integraran

     previsiblemente en el futuro. De hecho, salvo algunas unidades y organismos y pese a lacambiante situación del contexto, la estructura orgánica y funcional y el despliegueterritorial de las fuerzas armadas continúa siendo prácticamente el mismo, que hacetreinta años.

    Es necesario efectuar un esfuerzo de imaginación y romper los moldes tradicionalessobre los cuales históricamente se han construido las mismas, -por cierto moldesexcesivamente ligado a una concepción de ocupación espacial, de presencia política

    institucional en el territorio y de desarrollo orgánico mutuamente independiente-; ya que justamente las condiciones en las cuales estas deben funcionar en la actualidad se hanmodificado sustancialmente. Al respecto se debe reflexionar seriamente sobre laconformación de nuevas formas de organización para cada una de las tres fuerzas,dejando de lado estructuras orgánicas y despliegues excesivos en todos los niveles, enla conducción superior, la administración y el apoyo, la formación y en el nivel de la

     preparación.

    En materia operativa se debe considerar el agrupamiento de aquellos elementosampliamente desplegados, que dificultan la actividad de preparación; la reducciónsignificativa de las estructuras orgánicas y de apoyo administrativo de las unidades, quegeneran cargos y actividades que es necesario sostener en desmedro de la actividadoperacional. Pensar también, como ha sido mencionado precedentemente, en laconformación de unidades integradas o en alojamientos comunes para unidades de lasmismas o similares especialidades.

    Los grandes dispositivos de formación y de especialización básica de las tres fuerzasarmadas, son ámbitos en donde se puede avanzar el proceso de reestructuración de lasfuerzas. Primero porque ya se han dado pasos concretos en este aspecto que habría queinstitucionalizar para consolidarlos; después porque se trata de grandes estructurasorgánicas, de personal y actividades, que pueden ser objeto de una adecuada

    racionalización y tercero porque apuntala la concepción conjunta. El Curso de AviadorMilitar Conjunto, el Curso de Piloto de Helicópteros Militar Conjunto y la EscuelaSuperior de Guerra Conjunta son hitos en este camino, pero deberían ser el principio deun proceso de expansión de esta modalidad de formación; hoy aún fuertementecentralizada y resistidas en cada una de las fuerzas.

    Finalmente las dependencias y actividades no relacionadas de manera directa con la preparación militar -por ejemplo: la administración y los servicios de apoyo-, deberíanser objeto de una drástica y aguda racionalización orgánico-funcional y en la medida delo posible conformar organismos conjuntos en base a estos elementos (Por ejemplo:servicio jurídico, sanidad militar, administración de personal, etc.).

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    v) Es necesario virar hacia un modelo militar, operacionalmente sustentable  para losrecursos que la Nación dispone para la defensa; organizado sobre la base de criterios deracionalidad orgánica y  funcional y de optimización de estructuras, medios humanos ymateriales. Dotado de capacidades que permitan un alto grado de movilidad estratégicay táctica y de proyección veloz en la jurisdicción nacional; ejercer una adecuada

    vigilancia y comando y control, y asegurar un conveniente sostén logístico, que asegurela continuidad operacional. Además, privilegiar un despliegue que implique unaconcentración proporcionada de medios –en atención a la magnitud territorial de la

     Nación-, así como criterios de polivalencia y flexibilidad operacional, esto es conformarunidades, poseer sistemas de armas, equipamiento y preparar al personal, paradesarrollar actividades bélicas diversas, en el marco de las misiones asignadas.

    vi) Cualquier proceso de transformación que se emprenda - y que a mi criterio seemprenderá de cualquier manera, por voluntad propia, planificada y progresivamente odrásticamente y por colapso del sistema actual-, debe ser programado para ser ejecutadosostenidamente por fases y a lo largo de un prolongado período de tiempo; en razón de

    las previsibles limitaciones en la asignación de recursos presupuestarios para suimplementación. Porque por otra parte, si bien indefectiblemente se debe contar conrecursos asignados para financiar este proceso de transformación orgánica y funcional,es muy probable que estos recursos sean relativamente limitados.

    Esta situación no debería evitar la elaboración y definición de un programa concreto detransformación de las fuerzas armadas, es decir establecer “un norte” con respecto alcual se deberá ir ajustando progresivamente y en la medida en que se pueda, laorganización, el funcionamiento y el despliegue de las fuerzas armadas. En este aspectoes necesario también romper con la tendencia tan aquerenciada en nuestra dirigencia

     política, de impulsar proyectos de transformación que solo puedan ser iniciados yconcluidos en el corto tramo de un período presidencial. En las condiciones políticas,sociales e institucionales en las que estamos inmersos, un proceso de reestructuraciónmilitar de esta envergadura indefectiblemente llevara más de cuatro años y esto nodebería ser un obstáculo para su no implementación.

    Consideraciones finales

    La realidad es que la actual situación estratégica de relativa paz en la inmediatez denuestras fronteras, la baja prioridad política que tiene la defensa y la dificultad que estamanifiesta para instalar sus temas en la agenda de asuntos prioritarios gubernamentales

    y sociales; sumado a los elevados precios de los sistemas de armas y sistemas y loscostos de mantenimiento y habilitación de los mismos; conspiran seriamente contra lavigencia estructuras de grandes dimensiones y a formas de organización yfuncionamiento independientes que aun hoy persisten. De hecho estas, hoy no son másque un reflejo debilitado y bajo los mismos parámetros claramente irremontable, de lasorganizaciones que fueron hace casi 30 años.

    En definitiva de lo que se trata en de determinar cual es el modelo de fuerzas armadasque la Nación necesita y está en condiciones de sostener, para que esencialmente, estedispositivo pueda cumplir con relativa eficacia y eficiencia la misión que tiene asignadaen tiempos de paz; esto es prepararse para la guerra y poner a disposición del

    Gobierno Nacional elementos lo mejor preparados posible, para cumplir con las tareasque este demande. Hoy, tal como están las cosas, estimo que la opción más racional,

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    conveniente y posible; es apostar a desarrollar fuerzas armadas que van a ser más pequeñas en relación a aquellas que tuvimos históricamente. Que posean estructurasorgánicas-funcionales de menores dimensiones, con despliegues más concentradosterritorialmente, que sean más ágiles y polivalentes, más asentadas en la tecnología, lascomunicaciones y la informática; y más articuladas efectivamente en torno a lo

    conjunto. Efectivamente estimo que es imposible pensar en fuerzas armadas de lamisma o igual magnitud orgánica-funcional que las que Argentina tuvo en el pasado.

    De hecho, en la actualidad las fuerzas armadas tienen estructuras que son prácticamentelas mismas que en el pasado; sin embargo el nivel de operatividad es sustancialmentelimitado y la sustentabilidad del sistema hacia el futuro, en estas condiciones, estaciertamente comprometido. Es decir, en realidad son más chicas y débiles que en el

     pasado. Se trata de intentar conformar un instrumento militar de menores dimensioneshistóricas, pero adecuado a las condiciones políticas, estratégicas y presupuestariasvigentes y previsibles para el futuro, que permita recuperar de manera progresiva lacapacidad operacional y que sea además sostenible en el tiempo.

    Es notable el hecho que aun en la actualidad y dadas las circunstancias descriptas,algunos sectores civiles y militares continúen planteando una profunda aversión, paraavanzar en un proceso de racionalización y achicamiento que la realidad estáimponiendo día a día. Me refiero entre otros a jefes militares que no desean asumir laresponsabilidad de un previsible achicamiento producto de la racionalización queindefectiblemente -por las “buenas” o por las “malas”- se va a imponer y quevislumbran a mi entender equivocadamente este tipo de iniciativa atenta contra lasobrevivencia de las fuerzas armadas. A políticos, especialistas y diplomáticos que, ami criterio guiados por una errada interpretación “realista” sobre la finalidad de lasfuerzas armadas, consideran que el hecho de un “achicamiento” debilitará el poder de la

     Nación, en un contexto internacional que continúa basado en la autodefensa; y adirigentes políticos de raigambre local, que temen perder herramientas de acción

     política territorial y de influencia política a nivel nacional.

    Creo que las condiciones que se han ido estructurando y consolidado a lo largo de losúltimos años, hace necesario abandonar viejos preconceptos que aun hoy están muyanclados en algunas instancias. Aquellos que continúen apostando a que “esto” va a

     pasar y que en algún momento se recuperaran “niveles históricos” de recursos que permitan sostener “estructuras históricas”, apuesta claramente a favor de una fuerzasarmadas cada vez más frágiles para el futuro.

    De lo que se trata es de reorganizar a las fuerzas armadas, evidentemente esto va asignificar reducir un tamaño orgánico-funcional insostenible en las condiciones actualesy dirigir esta racionalización sobre la base de parámetros y criterios políticamenteestablecidos, a los efectos de lograr constituir una fuerza militar que pueda seradiestrada, mantenida y alistada de manera más eficiente, que le de a aquellosciudadanos que eligen la carrera de las armas un horizonte de desarrollo profesionaladecuado y reconocido socialmente; que permita legitimar de cara a la sociedad el rolde las fuerzas armadas como instrumentos que conforman uno de los atributos centralesdel Estado Nacional.

    Germán Montenegro