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Mugriento en Seychelles

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Poesía argentina contemporánea. Poesía y dibujos trash, urbano, prosaica. Autor Derian Passaglia (poemas), Gustavo Derfler (dibujos)

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MUGRIENTO EN SEYCHELLES

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© 2009, Derian Passaglia (textos)© 2009, Gustavo Derfler (dibujos) © 2009, Zorra/Poesía

[email protected] www.zorrapoesia.blogspot.com

ISBN: 978-987-22511-8-5

Hecho el depósito que indica la ley 11.723. Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra sin previa autorizacion de la editorial o los autores

Passaglia, Derian Mugriento en Seychelles / Derian Passaglia ; ilustrado por Gustavo Derfler. - 1a ed. - Buenos Aires : Zorra Poesía, 2009. 60 p. : il. ; 17x15 cm.

ISBN 978-987-22511-8-5

1. Poesía Argentina. I. Derfler, Gustavo, ilus. II. Título

CDD A861

Fecha de catalogación: 06/10/2009

Tapa y contratapa: Gustavo Derfler.De la serie “Cactus,” 2008.Acrílico sobre tela, 50 cm x 70 cm.

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Derian Passagliatextos

Gustavo Derflerdibujos

Zi! Colección Zorra Ilustrada

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Para los que paran o pararon alguna vez en el 5to 19, para mis viejos y sus hijos,para la pata derecha de Mabel.

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¿Qué ocurriría si yo me pusiera a llorar aquí, delante de toda esta gente?

Felisberto Hernández

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Días de gloria

Sigo sin escribir nada, días de gloria parecen.Me duele un poco el hígadoo lo que sea que esté ahí, molestando,bajo las costillas. Hoy no hice hamburguesaspero miré un par de películas, escuché lloversin prestar mucha atencióndesde las diez.Nada ladró a las tres de la tarde(las ventanas siguen quietas)hora en que me levanté,fui al baño, me miré al espejoy me regalé esta sonrisa que se fue apagandoa medida que mi cara tomaba el colorde todos los días.

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Un poema escrito ayer En este momento estoy masticando mi uñadel dedo gordo del pie derecho. Me doy cuenta de cómo creció en estos últimos meses; está, incluso,más gruesa, más dura, más resistenteque en otra época: de aquellos años recuerdo la satisfacción que me producíala cara repulsiva y ajadade las personas que me veían jugarcon la uña blanca y mugrosaen los dientes blancos y mugrosos.

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Luciérnagas

Podría no estar en calzoncillos, a esta, la hora del almuerzo. Pero estoyy cocino hamburguesas mientras un viejito sin imaginación no puede contar ovejitas para dormir su siesta. En días como estos todo podría irse a la mierda en cuestiones de segundos. Para no leer la sección necrológica del diario, enciendo la tele y pongo el noticiero, que vendría a ser lo mismo. Si mi vieja me vieraen este momento diría que parezco Tarzán. Visto desde algunos metros, mi calzoncillo celeste me recuerda a las luciérnagasque alguna vez vi en el campo. Ningún Homero Simpson del mundopodría arrebatarme esta alegría de ser patético.

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Brigitte Mi perra se mira al espejo y no sabeque la imagen proyectada es de ella.Olfatea y mira: presiento que somos dos los que miramos un lugar que no nos pertenece (yen el que estamos). En general, mi amorhacia los animales no es como el de Brigitte Bardotni como el de Juan L. Ortiz, que le escribía larguísimospoemas a su perro muerto. Si pudiera ladrarno preguntaría nunca qué es lo que estoy viendo.

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Estadística Siete de cada diez odontólogos escribepoesía en el baño, mientras caga o se masturbay los pacientes esperan en una sala contiguacruzados de piernas en tanto leen revistas de moda.

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No es Alzheimer

Los apuntes sin leer de la facultad se acumulan a un costado de la mesa. Muy cerca, próximo a la mesa y los apuntes,me acumulo yo en una silla de madera. Algo de absoluto hay en todo esto: algoproféticamente siniestro, que ocupa todos,cada uno de los lugares de este mundo.A continuación, una imagen poéticaque no me ha dejado dormir por varios días:un hombre, un hombre cualquiera que estudia inglés;aprende el idioma y olvida, por alguna razóny para siempre, el español; después decide aprender francés y olvida el inglés; estudia por muchosaños ruso y nunca más recuerda el francés; aprende rumano, etcétera.

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Sunday morning

La campanada de la iglesiade un domingoa las diez de la mañana, anunciala hora de ir a la cancha. Y así todo anuncia algo:un grito en la noche, gemidos crepusculares, el caño de escape de una Peugeot 505, la sonrisa de una nena autista,el sonido de la cucharita revolviendo el té de las cuatro de la tarde, comer con la boca abierta,la trompeta militar, los gatos cogiendo en el techo,el televisor a todo volumen, el ruido del abuelocuando traga la pastilla.

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Ombú

Mi viejo levantándose después de una larga siesta dominguera.Todavía tiene cara de dormido, de cansado. Abre la heladera, busca algo para comer,se sienta enfrente mío (no me mira)y vemos la tele. Toda su energía vital,su cristianismo no confeso estáconcentrado en el acto de sacarse, de a uno, los mocos, hacerlos bolita y pegárselos en el pantalón del laburo.

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La selección

Los pibes juegan a la pelota, en el medio de la calle, hasta el anochecer. Desde el piso de mi edificio se los ve formar un rectángulo: juegan fútbol tenis. Cada dos o tres minutos, los interrumpe un auto pidiendo paso.La línea de brea negra sobre la explanada conforma una red imaginaria que delimita la cancha, los espacios de uno y otro equipo. Llegado el momento (cuando los pájaros, atontados y mecánicos, dejen de cantar) se escuchará el grito de campeón. Mientras tanto, el público está atento: curiosos en las ventanas del edificio, amas de casa extendiendo ropa interior, perros callejeros echados al sol del domingo, a un costado de la cancha, como porristas rubias de polleras cortas que los jugadores profesionales de diez años, intuyen, están coreando sus nombres.

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Es verano

Te parecés a un cartel de helados en un día invernal, de mucho frío y camperas beige cruzando la avenida. Yo me parezco, no sé muy bien a qué, pero arriesgo: a esto que soy. Dos personas incompatiblesbajo un mismo techo; supongo que todos, absolutamente todos somos incompatibles. Y eso lo tenemos claro: las heladerías cierran en invierno, los carteles quedan.

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Una versión sobre el plagio

Ginsberg, lo recuerdo, escribió un poema similar a este. Salvando las diferenciasde calidad y otras cuestiones,a diez años y un poco más de su muerte,hoy yo escribo lo mismo. Que el dolorde espalda es permanente,la tos crónica a causa del tabaco,la rodilla resentida, las porquerías diariasque como, un par de uñas encarnadas,las caries en los dientes.

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Escribiendo esto

Cuatro de la madrugada escribiendo esto;ya desde el comienzo me parecía interminable.Ahora sé que voy acabarlo pronto.Las cosas quietas en la calle miden los espacios: en la remisería de enfrentela telefonista sale a la vereda con un balde de agua y se dispone a regartodo lo que afuera es oscuridad,algunas luces y más oscuridad.Dentro de esta pequeña ficción sería bueno interrogarla por los dispositivos que la impulsan a limpiar lo que de manera inmanente amanecería fresco,perdurable, reluciente.

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Laura

Esto es vivir para los padres de mi amiga. Tener un auto, una casa, una familia. Esto es la vida, estar unidos, conversar. Tenerlo todo: yo lo tengo tambiénpero en otro orden de las cosas: el amor, el dolor, la muerte. Viajamos ahora, cómodamente, en su auto. Escuchamos la temperatura en la radio; nadie habla. Su padre maneja, la madre observa (lo mismo que yo) por la ventanilla. Está bien, pienso,compartimos un espacio, un momento. Pero no tenemos nada en común. Ella va a llegar a casa,a calentar su cuerpo junto a la estufa, a decir hasta mañana, que duerman bien, sueñen con los angelitos. La suma de muchas restas, en cambio, van haciendo una nada que soy yo,como esos domingos primaverales o de otoño si prefieren, donde la gente ríe y se divierte, los más chicosjuegan a la pelota, los grandes toman matetirados a la sombra de un árbol. En algún momento pensé: a ese paisaje le hace falta un barrileteque estalle, como una bomba luminosa, en el cielo.

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Rubén

Estamos en el séptimo grado de una escuela pública cualquiera. Un chico habilidoso, adentro del aula, recorta meticulosamente los bordes de un papel,forma un cisne con la hoja manchada de tinta azul. Le muestra el trofeo a sus compañeros, se lo tira a la maestraque escribe algo en el pizarrón moviendo exageradamente el culo. El cisne vuela por el aire,pero no significa nada que vuele, volar puede cualquiera si es de papel. Golpea en la cabeza de la maestra y los ochenta ojos del alumnado se queda mirando fijo el cisne que caemientras la maestra prepara el alarido en la garganta y se corta la tiza en dos,dibujando un límite desconocido, líneas deformes parecidas a una frontera, una república verde que al contacto de los dedos puede hacerse polvo;un país donde no hay nadie porque nadie habla.

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Diálogo

Habla dormida. No se le entiende mucho lo que dice,palabras, palabras, palabras sueltas;casi todas incomprensibles y sin sentido.Yo la escucho, a veces también le hablo. Le hago preguntas, ella me responde. Así se va pasando el insomnio, poco a poco, hasta que me duermo también yo, profundamente. Pareciera un diálogo de sordos, un atentado al lenguaje: una persona consciente y otra no,hablando, por las noches, sobre la realidad de este mundo.

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Vivir

La gran epopeya de no saber quién sos te hostiga en el mo-mento justo en el cual lo único que necesitabas era el aire del ventilador de techo en el torso desnudo. Es abril y mucha gente vive indistintamente como si fuera pleno verano, y otros, como si el invierno ya los estuviese acosando. Un mes que da gusto pronunciar pero no vivir. En medio de todas las cosas que me rodean parezco, yo también, rodear a algo más. Veces en las que me quedo quieto y algo retumba muy en el fondo: los vecinos salen a tirar la basura, a saludarse,dos autos chocan en la esquina, el almacenero del barrio se queda con un vuelto de veinte centavos y dice, con una gran sonrisa, que tenga un buen fin de semana.

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A José

Un poema verídico

El polvillo se eleva en el aire y los cubre.¿Estarán, esos dos obreros que ríen fuertemente,hablando de Poe, de Victoria Ocampo, de Dios?Uno se para arriba de un montículo de arena,y se apoya, como si fuera un bastón, sobre la pala. Ahora ya no hablan; tampoco ríen: apenas bastó con las tres o cuatro palabras, después la risa y finalmente la coronación. Soy el rey del mundo, dice, y tal vezpor el ruido de las máquinas o el polvillo que sigue elevándose como un humo viejo, nadie lo escucha.

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Los pajaritos cantan

Por la mañana el único sonido perdurablees el de las persianas de los negocios levantándose. Sistemáticamente, comienza primero el de lapollería ubicado en la esquina de la cuadra, seguido por el de la librería (no venden libros sinoobjetos escolares como lapiceras, reglas, cuadernos, pero se llama librería);después el almacenero, la lavandería, el kiosco, el carnicero;más allá la peluquería y por último la inútil casa de abogados. Todos ofrecen su corazón al aire matutino y a la calle despoblada.Más tarde, ocurre lo de siempre: el almacenero habla con el kiosquero de la bronca que guarda por el pollero,porque dice que vende los mismos quesos que ély que en algún lugar de la tierra a eso le llaman traición.

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a Leandro

Otro poema verídico

En el colectivo y de camino al centroun hombre pasa justo por una iglesiay duda en si hacer o no la señal de la cruz. Como tantas otras veces, decide que si el señor de al lado se la hace, él también. Entonces, el señor mira al hombrey el hombre mira al señor;mientras todos se miran de reojola iglesia se pierde en medio de la calle.

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Un asesino serial

El portero de mi edificio es pelado;es decir, no pelado pero se rapa la cabezay así consigue crear el efecto. Casi todos los días(la otra vez estuvo enfermo, con gripe) baldeala vereda y todo se encuentra impecable, reluciente. Riega las plantas ymantiene el parque trasero limpio. Cuando recoge la basura, piso por piso, lo escucho silbar y el sonido de una canciónque no conozco se cuela por los pasillos y escaleras.Todo en su vida pareciera ser normal.

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La eternidad y un día

Los que en este momento piensan como yo en Rimbaud,sacándose la ropa en la pieza luego de una larga jornada,con ninguno y todos los problemas en la cabeza; en algún lugar del cuerpose engreda una lucha con el cansancio. Los mismos que más tarde experimentan el placerde no pensar en nada, de no hacer nada,de no ser pensados por nadie ni esperar que algo suceda,echados boca arriba, con los brazos y las piernas abiertasmirando el techo y creyendo que es el infinito.

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Sunday

Porque no me gusta, no me interesa, no entiendo a la gente que come zapallitos rellenos y se tiende después en el sillóncon la panza hinchada y dolores de estómago.Tu mamá dice que no tengo paladary vos seguro pensás lo mismo. Yo, que me conformo con dos buenos y grandes panchos: debería estar haciendo un curso intensivo de cocina a distancia. La familia come ahora tranquilamenteen un domingo con ambiente a fútbol;después, traen el postre entre el ruidode cucharitas que chocan con los platos y,mientras tu viejo cuenta las anécdotas de siempre, todos pensamos en una misma cosa.

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Derian Passaglia. Nací en la zona sur de la ciudad de Rosario en 1988. Mugriento en Seychelles es mi primer libro. Mi comida favorita es la pizza de la Santa María con champán. Estudio, siempre que esté de buen humor y no sea feriado, Letras en la UBA.

gustavo Derfler. Nací en el 1969 y ya por el año ´88 estudiaba teatro,más tarde pasaba por la fotografía, la cual finalmente me condujo a las artes plásticas. Licenciado en Artes Visuales (UMSA). Hoy mi obra se desarrolla en torno a la pintura, la perfomance, el collage, la poesía o el dibujo.

A Martín Loire malvada fuente de inspiración.

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Otros títulos de editorial Zorra/Poesía

Colección Zi!

Every girl has a garden. Fiesta en un patio de Temperley –Noelia Rivero y Pablo Besse–

Vísperas –María Cecilia Perna y Alfonso Piantini–

Colección Autores

Lengua Materna –Martín Loire–

Querer decir, querer pensar, querer valer. Literatura y trabajo social. –Autores varios–

Balcón con cactus –Paola Ferrari–

Donde el eco –Horacio Espasandin–

Más claro todo –Noelia Rivero–

De amor (dientes paredes arrugadas) –Susana Cella–

Cherokee y Sistema de Alucinaciones –César Bandin Ron–

Colección Edicionesx10

encontrá sus títulos en:www.zorrapoesia.blogspot.com

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Este libro se terminó de imprimir en Bibliográfikaen el mes de Octubre 2009