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MUJERES EN EL EJERCICIO DEL PODER
Un balance cualitativo de la participación de las mujeres en la
gestión pública
Inés Gonzales Salas
Investigación, redacción y edición:
Inés Gonzales Salas
Ilustración de la portada:
La pintura de la portada del libro es una reproducción de “Girl before a mirror” de
Pablo Picasso
Diseño y diagramación:
Editora PRESENCIA SRL.
DR. 2015
Elaborado por educación radiofónica de Bolivia
Teléfono (591-2) 2204011 – 2205434
Av. Ballivián 1323 esq. Colón
Sitio web: www.erbol.com.bo
MUJERES EN EL EJERCICIO DEL PODER. Un balance cualitativo de la
participación de las mujeres en la gestión pública
educación radiofónica de Bolivia, 2015
PP. (número de páginas)
Primera edición: 500 ejemplares
DL 4-1-539-15
MUJERES Y PODER / GESTIÓN PÚBLICA Y MUJERES / PARTICIPACIÓN
POLÍTICA DE MUJERES / INCLUSIÓN POLÍTICA DE MUJERES
INTRODUCCIÓN
I. METODOLOGÍA DE TRABAJO
Este trabajo tiene como objetivo central, hacer un balance cualitativo
de la participación de las mujeres en la gestión pública a partir de sus
experiencias personales y difundir sus logros y dificultades para
visibilizar la problemática del acoso y la violencia políticas y el grado
de empoderamiento de las mujeres en el espacio político.
Para tener un panorama más o menos completo y que refleje la
diversidad de opiniones desde las diferentes tiendas políticas, hemos
convocado a 16 mujeres de diferentes niveles de gobierno, diferentes
regiones del país y, por supuesto, diferentes tiendas políticas y
agrupaciones ciudadanas. En este sentido, las protagonistas de este
balance son:
1. Nardy Suxo Iturri (abogada), actual Ministra de Transparencia
Institucional y Lucha contra la Corrupción (Movimiento al
Socialismo - MAS)
2. Centa Rek (psicóloga), Senadora por el Departamento de Santa
Cruz (Plan Progreso Bolivia – Convergencia Nacional - PPB-
CN)
3. Carmen García Mamani (maestra en educación bilingüe),
Senadora por el Departamento de Potosí (Movimiento al
Socialismo - MAS)
4. Rebeca Delgado (abogada), Diputada Plurinominal por el
Departamento De Cochabamba (Movimiento al Socialismo -
MAS) hasta julio de 2014.
5. Norma Piérola (abogada), Diputada Plurinominal por el
Departamento de Cochabamba (Plan Progreso Bolivia –
Convergencia Nacional - PPB-CN) hasta julio de 2014.
6. Claudia Bravo (abogada), Asambleísta del Gobierno Autónomo
Departamental de La Paz (Unidad Nacional - UN), hasta julio de
2014.
7. Soledad Delgadillo (abogada), Asambleista del Gobierno
Autónomo Departamental de Cochabamba (Movimiento al
Socialismo - MAS)
8. Vilma Magne Singuri (auditora), Asambleísta del Gobierno
Autónomo Departamental de La Paz (Movimiento Sin Miedo -
MSM).
9. Rosemary Sandoval (comunicadora social), Asambleista del
Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz y Diputada
electa por Santa Cruz (Verdad y Democracia Social - VERDES)
10. Gabriela Niño de Guzmán (economista), Concejala del
Gobierno Autónomo Municipal de La Paz (Movimiento Sin
Miedo - MSM) hasta julio de 2014.
11. Sandra Masías, Concejala Suplente del Gobierno Autónomo
Municipal de Sacaba (Movimiento al Socialismo - MAS)
12. María Isabel Caero (arquitecta), Concejala del Gobierno
Autónomo Departamental de Cochabamba (Movimiento al
Socialismo - MAS)
13. Ninoska Lazarte Caballero (periodista), Concejala del Gobierno
Autónomo Departamental de Cochabamba (Todos por
Cochabamba)
14. Justa Cabrera fue alcaldesa de Paurito, del Gobierno Autónomo
Municipal de Santa Cruz (Santa Cruz para Todos). (ES DECIR,
SANTA CRUZ TIENE DOS ALCALDES)
15. Irma Meneses, Concejala suplente del Gobierno Autónomo
Municipal de Sacaba (Movimiento al Socialismo - MAS)
16. Desirée Bravo (abogada), Concejala del Gobierno Autónomo
Municipal de Santa Cruz (Santa Cruz para Todos)
Para comprender mejor este balance, es importante hacer una breve
revisión de las normas y de los avances de la participación de las
mujeres en los últimos años, de modo que realizaremos una breve
cronología de las normas que garantizan la inclusión y la participación
de las mujeres en política desde la Reforma Electoral de 1997, que
establecía cuotas mínimas de presencia femenina en las listas de
candidatos para lo que en aquella época se llamaba el Poder
Legislativo hasta la Ley del Órgano Electoral que deriva en la
alternancia y paridad. Posteriormente, realizamos una somera revisión
de la progresiva inclusión de las mujeres en los espacios públicos de
decisión.
Finalmente, en base de las declaraciones de cada una de nuestras
entrevistadas, se hace un balance cualitativo de la participación de las
mujeres para concluir con algunos lineamientos para la acción.
II. AVANCES NORMATIVOS
Los avances normativos en materia de inclusión y participación política
de las mujeres en nuestro país, son consecuencia de una serie de
convenios, convenciones y programas mundiales que desde los años
noventa ya plantearon cuestiones como la participación equilibrada de
hombres y mujeres en política, la incorporación multicultural de
mujeres en las estructuras del Estado, etc. Mencionamos algunos de
ellos: La Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer, la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, los
convenios de la Organización Internacional del Trabajo relativos a la
igualdad, la Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial
sobre la Mujer (Beijing, 1995), el Programa de Acción de la
Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (El Cairo,
1994), el Programa de Acción de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Social (Copenhague, 1995), el Programa de Acción de la Conferencia
Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las
Formas Conexas de Intolerancia (Durban, 2001), la Declaración del
Milenio de la Asamblea General de las Naciones Unidas (Nueva York,
2000), la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de
los pueblos indígenas (aprobada por el Consejo de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas en 2006), las recomendaciones
emitidas por el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las
Naciones Unidas, así como otros acuerdos posteriores en los que se
reitera la adhesión de los gobiernos a la agenda internacional de las
mujeres.
También es importante mencionar algunos de estos eventos
internacionales que puntualmente plantearon la participación políticas
de las mujeres.
Conferencia de Atenas (1992) que proclama la necesidad de
alcanzar un reparto equilibrado de los poderes públicos y políticos
entre mujeres y hombres y reivindica la igualdad de participación de
las mujeres y de los hombres en la toma de decisiones públicas y
políticas. Asimismo, destaca la necesidad de realizar modificaciones
profundas en la estructura de los procesos de decisión con el fin de
asegurar dicha igualdad.
Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la
Mujer (Beijing, 1995) que reconoce que la potenciación del papel de
la mujer y la plena participación de la mujer en condiciones de
igualdad en todas las esferas de la sociedad, incluidos la participación
en los procesos de adopción de decisiones y el acceso al poder, son
fundamentales para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz.
Consenso de Quito (2007) acuerda adoptar medidas en todos los
ámbitos necesarios, incluidas medidas legislativas, presupuestarias y
reformas institucionales, para reforzar la capacidad técnica y de
incidencia política de los mecanismos gubernamentales para el
adelanto de las mujeres, así como garantizar que alcancen el más alto
nivel jerárquico en la estructura del Estado y se fortalezca la
institucionalidad de género en su conjunto, a fin de que puedan
cumplir sus mandatos. También acuerda adoptar todas las medidas de
acción positiva y todos los mecanismos necesarios, incluidas las
reformas legislativas necesarias y las asignaciones presupuestarias,
para garantizar la plena participación de las mujeres en cargos
públicos y de representación política con el fin de alcanzar la paridad
en la institucionalidad estatal (poderes ejecutivo, legislativo, judicial y
regímenes especiales y autónomos) y en los ámbitos nacional y local,
como objetivo de las democracias latinoamericanas y caribeñas.
Finalmente, en materia de inclusión política de las mujeres, acuerda
ampliar y fortalecer la democracia participativa y la inclusión igualitaria,
plural y multicultural de las mujeres en la región, garantizando y
estimulando su participación y valorando su función en el ámbito social
y económico y en la definición de las políticas públicas y adoptando
medidas y estrategias para su inserción en los espacios de decisión,
opinión, información y comunicación y ampliar y fortalecer la
democracia participativa y la inclusión igualitaria, plural y multicultural
de las mujeres en la región, garantizando y estimulando su
participación y valorando su función en el ámbito social y económico y
en la definición de las políticas públicas y adoptando medidas y
estrategias para su inserción en los espacios de decisión, opinión,
información y comunicación.
Convención Belém do Pará (1994) que conviene que las mujeres
tienen el derecho a tener igualdad de acceso a las funciones públicas
de su país y a participar en los asuntos públicos, incluyendo la toma
de decisiones.
Sin duda, la lucha de las mujeres bolivianas por participar en los
espacios públicos tiene larga data y sus frutos comienzan a hacerse
lentamente visibles desde la recuperación de la democracia, pero los
avances normativos, que de algún modo garantizan esa participación,
no se hacen tangibles sino hasta bien entrados los años noventa.
Erika Brockmann, Especialista de iKNOW Politics (Red Internacional
de Información sobre Mujeres y Política) a propósito de este tema, ha
hecho una cronología de avances normativos para la inclusión política
de las mujeres bolivianas1. De ese trabajo extraemos la lista de
normas que desde 1997, garantiza la participación política de las
mujeres.
Ley de Reforma y Complementación al Régimen Electoral (1997)
aprobada en el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. En su
acápite sobre la inscripción de listas de candidatos, esta norma
establece “estas listas deben incorporar un mínimo de 30% de
mujeres distribuidas de modo que de cada tres candidatos al menos
1 Brockmann Erika. Paridad y alternancia en Bolivia: paradojas y nuevas preguntas. Disponible en http://iknowpolitics.org/sites/default/files/opinion_de_especialista-erika_brockmann_0.pdf
uno sea mujer”. Esta ley fue promulgada en marzo del 97 y regía a
partir de las elecciones de junio de ese mismo año.
Ley de Partidos Políticos (1999), aprobada en el gobierno de Hugo
Banzer Suárez, reconoce explícitamente que hay desigualdades entre
hombres y mujeres en la participación política, razón por la cual
establece la incorporación de al menos 30% de presencia de mujeres
todos los niveles de dirección partidaria y también en las listas de
candidatos.
Código electoral (1999), también aprobado durante el gobierno de
Hugo Banzer Suárez sobre la inscripción de candidatos, dispone
puntualmente que las listas deben presentar candidatos a senadores
titulares y suplentes, en las que en cada departamento al menos uno
de cada cuatro candidatos será mujer. Candidatos a diputados
plurinominales por cada departamento, en estricto orden de prelación
de titulares y suplentes. Estas listas serán formuladas de modo que,
de cada tres candidatos, al menos uno sea mujer. Este código
también norma las candidaturas para los gobiernos locales: Las listas
de candidatos a Concejales municipales serán representadas de
modo tal que al primer Concejal hombre-mujer, le corresponda una
suplencia mujer-hombre. La segunda y tercera concejalías titulares
serán asignadas de forma alternada, es decir, hombre-mujer, mujer-
hombre.
Ley de Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos Indígenas (2004),
aprobada durante el gobierno de Carlos Mesa, destina un artículo
específico para la participación política de las mujeres: “Las
Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos Indígenas, establecerán una
cuota no menor al cincuenta por ciento (50%) para las mujeres, en
todas las candidaturas para los cargos de representación popular, con
la debida alternancia”.
Ley Especial de Convocatoria a la Asamblea Constituyente
(2006), aprobada en el primer gobierno de Evo Morales, establece que
en la postulación de constituyentes debe existir alternancia tanto en
las listas de uninominales como en las de plurinominales.
Constitución Política del Estado (2009), aprobada por Referéndum
Constitucional Ratificatorio y promulgada el 7 de febrero del mismo
año por el gobierno de Evo Morales. En el capítulo correspondiente a
los Derechos Políticos establece que “Todas las ciudadanas y los
ciudadanos tienen derecho a participar libremente en la formación,
ejercicio y control del poder político, directamente o por medio de sus
representantes, y de manera individual o colectiva”. La participación
será equitativa y en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.
En cuanto a la elección de miembros del Órgano Legislativo se
dispone que “debe garantizar la igual participación de hombres y
mujeres”.
Ley de Régimen Electoral Transitoria (2009) lógica consecuencia de la Constitución Política del Estado, esta ley incorpora el criterio de equidad en la participación ciudadana y en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres. Sobre las listas establece “Las listas de candidatas y candidatos a Senadoras y Senadores, Diputadas y Diputados titulares y suplentes, asambleístas Departamentales, Consejeros Departamentales, Concejales Municipales y autoridades en los municipios deberán respetar la igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres, de tal manera que exista un candidato titular varón y enseguida una candidata titular mujer, una candidata suplente mujer y un candidato suplente varón, o viceversa. En el caso de las diputaciones uninominales la alternancia se expresa en titulares y suplentes en cada circunscripción”
Ley Marco de Autonomías y Descentralización (2010). Esta norma
aprobada en la segunda gestión de gobierno de Evo Morales y en
coherencia con la Constitución Política del Estado establece la
obligatoriedad de incorporar tanto en los estatutos autonómicos como
en las cartas orgánicas de los municipios, un sistema electoral que
facilite la inclusión del principio de paridad.
Ley contra el acoso y violencia política hacia las mujeres (2012)
Aprobada en la segunda gestión de gobierno de Evo Morales,
garantiza el ejercicio de derechos políticos y establece mecanismos de
prevención, atención, sanción contra actos individuales o colectivos de
acoso y/o violencia política hacia las mujeres, para garantizar el
ejercicio pleno de sus derechos políticos.
Ley Integral para garantizar a las mujeres una vida libre de
violencia (2013) aprobada en el gobierno de Evo Morales, tipifica los
tipos de violencia que se ejercen y los sanciona. Esta norma es uno
de los logros tangibles de la participación de las mujeres en la gestión
pública.
III. AVANCES EN LA INCLUSIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES
DESDE LA RECUPERACIÓN DE LA DEMOCRACIA
Sobre los avances de la inclusión política de las mujeres en nuestro
país, Erika Brockmann2 hace un interesante recuento en el que
muestra la progresiva inclusión numérica de mujeres en los diferentes
espacios políticos, desde la recuperación de la democracia en 1982.
Ella analiza siete períodos constitucionales entre 1982 y 2007 y toma
dos espacios políticos específicos: el Poder Legislativo con sus dos
Cámaras y los gobiernos municipales.
Los datos más llamativos, según el trabajo de Brockmann, se registran
en la Cámara de Senadores, en la que: “…desde 1982 hasta la
elección del 2005, de un total de 189 escaños asignados sólo 9
mujeres accedieron a la titularidad”. No se menciona nada sobre
suplencias pero es de suponer que tampoco allí hubieron muchas más
mujeres, aunque ya en 1997 la Reforma Electoral establecía la cuota
mínima de 30% de presencia femenina en las listas para el poder
Legislativo.
En el mismo período, dice Brockmann: “en la Cámara de Diputados
conformada por 130 miembros: de un total de 910 escaños asignados
sólo 83 mujeres accedieron a la titularidad como Diputadas
Nacionales”. Eso quiere decir que en esos 23 años, menos del 10%
de la Cámara de Diputados fue ocupada por mujeres y como este
Poder del Estado representa a la población, significa que las mujeres
tuvieron una representación mínima de sus intereses y
preocupaciones.
2 Idem.
De estos datos podemos deducir que en 23 años de vida democrática
las mujeres no fueron tomadas en cuenta como parte del sistema
político y eso significa que la mitad de la población boliviana no
participaba de la democracia, no tenía posibilidad de ser elegida para
definir sus prioridades de desarrollo, sus necesidades y miradas sobre
nuestra realidad y, por lo tanto, participar en la inversión de los
recursos del Estado.
Tuvieron que transcurrir todavía cinco años (1997– 2002) desde que
las primeras normas establecían la cuota mínima del 30%, hasta que
se aplicaran en la realidad y aún así, las mujeres no lograron
completar esa cuota mínima. Según los datos que proporciona Erika
Brockmann, en el período 2002-2005 se registró la mayor presencia
femenina en ambas Cámaras: 18% en la de Diputados y 15% en la de
Senadores. Como puede apreciarse, muy por debajo de lo establecido
en las normas.
Recién el año 2010, a partir de aprobación de la Nueva Constitución
Política del Estado y la implementación de los criterios de equivalencia
y principios de paridad y alternancia a la legislación electoral, la
Asamblea Legislativa Plurinacional (antes Poder Legislativo) tiene en
el Senado 47% de presencia femenina y 25% en la Cámara de
Diputados.
A pesar de obligatoriedad de la norma, las mujeres aún no lograban
tener una presencia paritaria en la Cámara de Diputados, que es la
que representa a la población. Hubo sin embargo, un gran avance en
términos numéricos en la representación territorial (Cámara de
Senadores)
Sobre los poderes locales, Erika Brockmann brinda los siguientes
datos: “En el período municipal previo a la aplicación de la moción de
cuotas la representación femenina en los Concejos Municipales no
superó el 9%”. Suponemos que este 9% se refiere sobre todo a
concejalas. La presencia de una alcaldesa, habrá sido excepcional.
Después de aplicada la moción de cuotas del 30% mínimo de mujeres
con sistema cremallera, las concejalas llegaron a superar el 20% de
representación.
No cabe duda que la norma que impuso el sistema de paridad y
alternancia, en las elecciones municipales de abril del 2010,
contribuyó mucho a incorporar mujeres en los poderes locales; según
el trabajo realizado por Brockmann, de 337 municipios, 22 Alcaldesas
fueron electas por voto directo y subió a 43% la presencia de mujeres
en los Concejos Municipales (786 Concejalas titulares electas, 1044
Concejales varones).
Desde la recuperación de la democracia en 1982 hasta este 2014 han
transcurrido 32 años y recién en los últimos cinco, las mujeres
participan de modo más evidente y activo en la gestión de los recursos
públicos. Antes, era una presencia minoritaria y probablemente
insignificante en términos de incidencia en las decisiones que se
tomaban en las esferas del poder.
En 32 años, el país ha abierto brecha y hecho camino en materia de
inclusión y participación de las mujeres. Los avances normativos y la
presencia numérica progresivamente mayor de mujeres en esferas de
decisión, son logros innegables si además tomamos en cuenta que
hoy mujeres de todas las identidades culturales son protagonistas de
la política nacional en todos los espacios y niveles de gobierno.
Pero desde ese cada vez más lejano 1982 hasta este 2014, son
apenas cinco años en que podría decirse que las mujeres participan
casi en igualdad de condiciones numéricas, respecto de los hombres.
En este período también se ha puesto de manifiesto, la violencia hacia
las mujeres en el espacio político. Entre el 2000 y el 2011 la
Asociación de Concejalas de Bolivia (ACOBOL), recibió alrededor de
300 denuncias de concejalas por hechos de acoso y violencia política.
Es importante tener en cuenta que además hay un gran número de
casos no denunciados, con todos ellos la cifra podría cuadruplicarse.
Con todos estos elementos, surgen varias preguntas ¿qué implica
esta presencia numérica significativamente más grande en la gestión
pública? ¿En qué medida habrá aportado esta incorporación, por decir
de algún modo, masiva de mujeres en los espacios de toma de
decisiones? ¿Qué dificultades habrán atravesado las mujeres que con
o sin experiencia política previa se desenvolvieron estos cinco años en
las diferentes instituciones públicas? ¿Qué logros podrán dejar como
legado a las mujeres que se incorporen en estos espacios a partir de
las elecciones generales de octubre del 2014 y las municipales y
departamentales de marzo del 2015?
Son preguntas que intentamos responder a través de las experiencias
personales de 16 mujeres que han hecho gestión pública en
diferentes niveles de gobierno.
IV. BALANCE CUALITATIVO DE LA PARTICIPACIÓN DE LAS
MUJERES EN LA GESTIÓN PÚBLICA A PARTIR DE LAS
ELECCIONES DE 2009
Este trabajo se propone hacer un balance cualitativo de la
participación de las mujeres en la gestión pública en los últimos cinco
años, a partir de las Elecciones Generales y Municipales del 2009,
comicios en los que se incorporaron en la Ley Electoral, los criterios
de paridad y alternancia, lo que implica garantizar plenamente la
incorporación de las mujeres en la gestión de los recursos públicos.
Este sería un logro producto de largas luchas de varios movimientos
defensores de los derechos de las mujeres.
Recordemos que en el país, las gestiones de los gobiernos central,
departamental y municipal, duran cinco años y a fines del año 2014,
se ha cumplido la primera gestión de estos tres niveles de gobierno
que han incorporado mujeres como nunca antes en la historia de
Bolivia. Se hace este corte temporal precisamente en virtud de una
presencia más evidente y mayoritaria de mujeres en la gestión de la
cosa pública, con el fin de conocer los pormenores de estas
incorporaciones, los logros y dificultades que se hubieran presentado
en estos cinco años.
1. Contexto social
Todos, hombres y mujeres, somos producto de determinados
contextos familiares, institucionales y sociales, los cuales configuran
nuestras percepciones y lecturas de la realidad. Por eso, se hace
importante saber en qué contextos se han desarrollado y formado
nuestras entrevistadas. Al respecto son significativas las respuestas
de algunas de ellas.
Justa Cabrera nació y creció en una comunidad guaraní, ella describe
así su contexto familiar:
“crecí en un contexto machista, la mujer le tenía que
servir al hombre, así fue mi infancia… veía que mis
hermanas mayores hacían todo para los varones de mi
casa; veía que sus maridos las pegaban…”
Ninoska Lazarte, Concejala del Gobierno Municipal de Cochabamba,
dice:
“Tengo un núcleo familiar extraordinario y adoro a mi
padre pero él tiene su lado machista; sin embargo, no nos
ha criado así; ha dejado que los hijos nos desarrollarnos y
quizá su machismo se expresaba más con mi mamá…”
Rebeca Delgado también argumenta:
“He vivido un poco de inequidad en mi familia; mi madre
sólo veía por el esposo y los hijos, lo que ha afirmado
nuestros valores pero no nos ha ayudado ni preparado
para la vida…”
Como ellas, Desirée Bravo admite haber crecido en un ambiente
familiar proclive a los estereotipos en los roles que hombres y mujeres
debían desempeñar.
“mi infancia fue todavía llena de machismo; en mi tiempo
lo máximo para las mujeres era salir bachiller y ser
secretaria y el hombre si estaba obligado a tener
profesión. Era así en mi familia y en todo lado”.
Según la psicología social, las actitudes son procesos unitarios
propios de la personalidad y están constituidos por un complejo de
aspectos que influyen en las esferas emocional e intelectual de la
historia de una persona y le proveen los elementos para relacionarse
con uno(a) mismo (a), con los demás y con la sociedad en su
conjunto. Así, nuestras entrevistadas han tenido contextos familiares
que han contribuido a configurar un determinado modo de
relacionarse y de actuar en la sociedad y más tarde en la política.
2. Experiencias de discriminación o violencia de género
Bolivia figura entre los países de la región que más violencia ejerce
contra las mujeres. El castigo físico y la desvalorización del trabajo
son algunas de las peores formas de violencia que se ejercen
cotidianamente. Eso, sin mencionar las otras formas de violencia que
han sido tipificadas en la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres
una Vida Libre de Violencia, como la violencia psicológica, la laboral o
la violencia en el ejercicio político que son algunas de las formas de
violencia que han sufrido nuestras entrevistadas en algún momento de
sus vidas pero sobre todo en los contextos políticos en los que
actualmente se desenvuelven.
Gabriela Niño de Guzmán recuerda algunas de esas experiencias de
discriminación y violencia que la marcaron:
“Hay una gran acumulación de discriminación y
desigualdad y yo lo he sentido toda mi vida desde
el colegio…entrar a trabajar fue otro problema
porque si eras joven, tenías que cuidarte tanto de
que la gente no crea que por tus atributos físicos
u otras cosas habías entrado y a partir de eso, en
todo lo que es el desarrollo de mi trabajo en todo
tipo de instituciones, indudablemente había que
luchar contra esos estereotipos. No me olvido que
cuando estaba en el Banco Central y el Gerente
General debía elegir a juniors para que los
asesoren, me dijo que me correspondía pero que
no quería perjudicarme en mi carrera porque ‘si te
llevo de mi asesora, la gente puede pensar otras
cosas. Lo siento mucho pero no quiero tener
problemas’. Entonces, toda mi vida he sufrido
discriminaciones por ser mujer…”
Ninoska Lazarte también comenta algunos de los episodios que le ha
tocado vivir en su contexto laboral (un canal de televisión).
“…todavía en Cochabamba, pienso que cuando
una nace mujer, nace con el delito de ser mujer
porque cuando yo empecé a tener un desarrollo
profesional rápido, algunos de mis colegas e
incluso algún jefe de prensa me decía ‘es
suficiente ser mujer para entrevistar a un
presidente’ y si yo había conseguido una buena
entrevista era porque alguien era “muy amigo
mío” para que yo haya logrado un buen trabajo…
entonces siempre he vivido eso”
Nuestras entrevistadas cuentan estas experiencias como hechos que
cuando sucedieron los asumieron como cosas normales que deben
enfrentar las mujeres. A propósito, Centa Rek hace la siguiente
reflexión:
“…aunque sentía estos actos discriminatorios,
intentaba hacer de cuenta que no era tan grave y
que no debía cuestionarlos tanto. Es como un
mecanismo de negación que una administra para
responder al condicionamiento al que somos
sometidas las mujeres pero cuando miro
retrospectivamente, me cuestiono yo misma y me
pregunto ¿por qué lo toleré, por qué con una
sonrisa lo dejé pasar? Ahora, con el tiempo,
comprendo que eran cosas mucho más graves
de lo que en el momento en que las viví,
justamente porque antes estaba más
condicionada a ser tolerante con esas
prácticas…”
Para todas nuestras entrevistadas, estas experiencias fueron duras
pero aceptadas como parte de una relación normal entre hombres y
mujeres. Hoy, todas ellas son conscientes de que esas son formas de
violencia que se ejercen cotidianamente contra las mujeres y que no
hay que tolerarlas.
Precisamente por eso, pueden identificar con claridad cómo todavía
hoy, en los espacios de poder, se discrimina a las mujeres y nos lo
refieren de la siguiente manera.
Justa Cabrera recuerda cómo recibieron las organizaciones sociales
de Santa Cruz, su nombramiento como subalcaldesa de Paurito:
“me discriminaron mucho, no sólo por ser mujer,
sino por ser indígena y por no ser profesional;
cuando me nombraron, incluso querían sacar una
resolución para que yo no fuera subalcaldesa de
Paurito y tuve que llamar a todo el pueblo para
decirles que yo iba a estar a su servicio…”
Norma Piérola recuerda algunos de los episodios más violentos de la
Cámara de Diputados.
“En la asamblea había un clima muy machista, los
parlamentarios son muy groseros. Desde el
principio hubo una gran cantidad de insultos y
culpas que nos cargaban del pasado de cuando
nosotros no estábamos y no nos dejaban ni
opinar… hubo una ocasión en que no me daban
la palabra, no me dejaban pasar a la testera... me
catalogaron como mentirosa para desmerecer mi
trabajo y perder yo credibilidad, cuando yo sólo
estaba haciendo mi trabajo que era fiscalizar. Al
final, me he dado cuenta de que ahí estaba
sola…”
Gabriela Niño de Guzmán, en base de su experiencia personal en
política, analiza:
“…cuando una llega a los espacios de poder,
tiene que demostrar tantos atributos para que
recién los demás reconozcan nuestras
capacidades, de modo que las mujeres que
estamos en estos espacios, debemos esforzarnos
el doble o el triple que nos los hombres que están
en los mismos niveles y cuando se llega a cargos
altos, y estás con tus pares tampoco es lo mismo.
Todavía existen algunos mitos como que las
mujeres somos chismosas y esas cosas; por lo
tanto, en las mesas chicas del poder todavía se
mantienen las lógicas masculinas…”.
Otros mecanismos de discriminación suelen ser más sutiles, pero
igualmente inaceptables por su dureza. Algunas de ellas mencionan
por ejemplo la obstaculización de su gestión a través de presiones al
personal técnico de apoyo, la negación de información, incluso el uso
de los medios de comunicación para distorsionar sus declaraciones y
el rumor destinado a mellar su dignidad como mujeres. Ellas afirman
que entre los políticos hombres las relaciones extramaritales, por
ejemplo, no constituyen un elemento de desprestigio político pero si
se usa esos argumentos para eliminar un liderazgo femenino, surte
efectos inmediatos.
Varias de las mujeres que hemos entrevistado afirman que la
violencia no es ejercida sólo por hombres sino también por otras
mujeres que son instrumentalizadas por esferas de mayor poder. Por
ejemplo, Norma Piérola relata en detalle un momento por demás
escabroso:
“la primera vez que me enfrenté en la Cámara de
Diputados, recibí de pronto un bloqueo de
mujeres. Alguna de ellas me echó café caliente y
sentí además que me punzaban con agujas,
ganchos o algo así y me botaron coca mascada…”
Claudia Bravo también narra cómo los asambleístas departamentales
varones orquestaban trifulcas para que las mujeres oficialistas
arremetan contra las opositoras.
“…como somos mujeres, siempre nos decían las
locas y nos decían que gritábamos mucho, trataban
de callar nuestra voz… nos hacían pelearnos entre
nosotras. Cuando yo levantaba la mano o pedía la
palabra en el pleno, al tiro se activaban los
micrófonos de las mujeres para enfrentarlas
conmigo y los hombres no se atrevían ellos a dar la
cara, las empujaban a las mujeres del oficialismo
para enfrentarse con nosotras porque es mucho
más fácil promover que nos peleemos entre
nosotras y ellos se lavaban las manos justamente
argumentado que somos locas y ellos miraban de
palco…”
Como hemos mencionado antes, hay una serie de normas que
garantizan a las mujeres una vida libre de violencia, participación
política en igualdad de condiciones y protección para ejercer cargos
públicos sin presiones de ningún tipo. Resulta, entonces, paradójico
que se produzca este tipo de hechos cotidianamente, en estos
espacios, como expresan nuestras entrevistadas.
Esto, una vez más, nos pone ante la evidencia de que el país ha
avanzado enormemente en el plano normativo pero se necesita
mucho más que eso para desterrar las prácticas machistas que
derivan en violencia permanente y sistemática contra las mujeres,
sobre todo en las esferas del poder donde, se supone, hay mayores
grados de reflexión puesto es allí donde se definen normas y políticas
para la convivencia armónica entre ciudadanos y ciudadanas.
3. Miradas de la sociedad boliviana respecto de las
relaciones de género
Como otras sociedades, la boliviana ha dado saltos cualitativos en
materia de roles de género. Todas nuestras entrevistadas reconocen
que respecto de otros, éste es un tiempo en que tanto hombres como
mujeres han roto con los roles tradicionales asignados históricamente
y se han insertado en muchos espacios que hasta hace algunos años
estaban reservados según el sexo. Cuenta por ejemplo Rebeca
Delgado que su hija menor asiste a una escuela de futbol y Norma
Piérola tiene un hijo chef.
Sin embargo, todas coinciden en que la sociedad boliviana es aún
machista y cada una de ellas fundamenta su opinión con diversos
argumentos. Centa Rek cree que el machismo está en la filogénesis
de la sociedad boliviana.
“La sociedad boliviana es muy machista todavía le
falta mucho porque es algo que está en la
filogénesis de cada uno de nosotros, está en la
médula misma de nuestra sociedad porque es tan
larga esta historia y tan profunda su huella en
cada uno…”
La ministra de Transparencia Institucional y Lucha contra la
Corrupción, Nardy Suxo, hace un apunte para tomar en cuenta:
“…por mi experiencia veo que el machismo viene
más de las mujeres, ya que ellas educan a los
hijos y usan términos como divorciada o
concubina, como algo peyorativo; incluso he oído
a colegas mujeres decir mi hija no puede hacer
determinadas cosas porque es mujer”.
Varias de nuestras entrevistadas concuerdan con Nardi Suxo; entre
ellas, María Isabel Caero.
“creo que un avance muy importante es nuestra
Constitución pero lo que no ha cambiado todavía
es la mentalidad de nuestra sociedad y no digo
sólo de los hombres sino también de las mujeres.
Esa mentalidad patriarcal que siempre supone
que el ser humano varón es superior en todo
sentido y a veces son las mismas mujeres las que
refuerzan esta concepción que nos hace víctimas
sumisas, calladas… ”
Para Claudia Bravo todavía las mujeres que entran en los espacios
públicos son discriminadas. La incorporación y la apertura de estos
espacios a las mujeres aún es aparente y formal.
“Todavía estamos en una sociedad muy
patriarcal, con una visión muy machista. Se está
transformando por supuesto, pero esto es gracias
a la lucha de las mujeres… es todavía muy
complicado acceder a cargos de decisión, la
sociedad todavía nos discrimina y en el área rural
es todavía más complicado…”
A partir de las miradas de nuestras entrevistadas, podemos concluir
que la sociedad boliviana todavía tiene que andar mucho camino para
lograr condiciones de igualdad entre hombres y mujeres y
definitivamente queda como tarea pendiente de encarar, el trabajo
con las mujeres sobre las concepciones de sí mismas instaladas
históricamente para, finalmente, plantearse relaciones horizontales.
4. Criterios sobre la paridad y alternancia
La nueva Constitución Política del Estado en su artículo 26, sobre
derechos políticos, establece que la participación será equitativa y en
igualdad de condiciones entre hombres y mujeres; esto se concreta en
la Ley Electoral Transitoria que además incorpora un criterio que, en
opinión de todas nuestras entrevistadas, es fundamental: se trata de la
paridad y alternancia. Esto significa que en las listas de candidatos
deben alternar hombres y mujeres en titularidad y suplencia, sobre
todo en la franja de seguridad, de modo que siempre haya 50% de
hombres y 50% de mujeres en la gestión pública.
A pesar de la norma, después del proceso electoral del 6 de diciembre
del 2009, se logró un 30% de presencia femenina en la Asamblea
Legislativa Plurinacional, según un análisis de AMUPEI (Articulación
de Mujeres por la Equidad y la Igualdad): 17 mujeres en el Senado
(47%) y 33 mujeres en la Cámara de Diputados (25%). Sin duda, hubo
un avance, respecto de las elecciones del 2002, ocasión en que las
mujeres lograron apenas un 18,5% en la Cámara Baja y 14,81% en la
Cámara Alta, según el mismo análisis.
El ámbito municipal tenía todavía datos menos alentadores, pues
únicamente 20 alcaldesas fueron elegidas de un total de 337
municipios.
Todas nuestras entrevistadas están de acuerdo en que la ley
garantiza un espacio para las mujeres, pero para ellas, la ley por sí
sola no garantiza la participación plena. Esta es la posición de Centa
Rek, por ejemplo, quien sostiene que:
“… yo, en mi posición principista, tenía una crítica
hacia este tipo de discriminación positiva para
darle a las mujeres participación política
porcentual, pero en la medida en que yo he
estado en función pública me doy cuenta que si
no existiera esta ley, no nos dejan participar;
encuentran cualquier pretexto para que no
estemos y muchas veces, definitivamente, he
visto esta ley como un salvavidas ¡por suerte
existe la ley que sí o sí impide que nos
discriminen más de lo que ya nos discriminan
porque el político es un mundo de hombres,
todavía!…”
Nardi Suxo aspira a prescindir de la ley en el futuro.
“… esperemos que algún día no necesitemos
estas normas, que se nos respete en la paridad.
No tenemos por qué tener una cuota. Ahora hay
más amplitud pero tenemos que seguir exigiendo
que la norma se cumpla. Tenemos que llegar a un
momento en el que no necesitemos normas y que
sea natural que tanto hombres como mujeres
participemos de manera igualitaria en todos los
espacios. Es un proceso que les cuesta entender
sobre todo a los varones”
Rebeca Delgado, encuentra limitaciones en la calidad de la
participación.
“Las mujeres tenemos todavía desventajas
históricas en cuanto a educación y participación
política. Creo que es importante haber logrado
paridad en las normas; hasta ahí hemos ido bien
pero no importa sólo la cantidad sino la calidad de
la gente que entra en la política. Nos damos
cuenta que las mujeres por esta formación social
patriarcal que tenemos, podemos resultar tan
patriarcales como los hombres que hacen política”
María Isabel Caero cree que la ley no sólo pretendía una presencia
numérica. Los aportes desde la construcción de género son
importantes para ella.
“éste es un avance pero no sólo porque tenemos
que entrar porque somos la mitad de la población,
sino que por nuestra construcción de género, las
mujeres cumplimos otros roles en la sociedad y
por eso tenemos otras miradas diferentes a las de
los hombres; entonces, lo que se pretende con la
norma no sólo es número que ya es importante,
sino también y sobre todo una participación
sustantiva que realmente trabaje por la equidad,
porque los hombres ven más cosas materiales o
están más entusiasmados con la energía nuclear
o el satélite pero nos estamos descuidando de los
niños de la calle, de luchar contra la violencia, por
eso es importante que las mujeres lleguemos a
los niveles de decisión”
Todas nuestras entrevistadas consideran que la inclusión es positiva
pero, por la experiencia que han vivido, creen que no se ha tomado en
cuenta procesos de formación para las líderes que incursionan en los
partidos políticos y movimientos. Las mujeres de todas las tendencias
políticas son críticas con sus propias agrupaciones, movimientos y
partidos y reclaman su inclusión sin previa preparación y capacitación
por ejemplo, sobre normas y procedimientos. Así lo expresa Rosemary
Sandoval.
“lo único que hace la ley es rayar la cancha pero
la mayoría de los partidos ha tenido problemas
porque no tenía mujeres y, claro, era ponerlas
como sea, donde sea y hay mujeres valiosísimas,
pero los partidos las han puesto donde sea y eso
ha hecho que en muchos espacios se haya
utilizado nombres, que se las lleve de un partido a
otro y se las convierta incluso en basureros… eso
evidentemente lastima. La ley ayuda, pero tiene
esos riesgos”
Esta es la opinión de Vilma Magne:
“Me parece que en todos los partidos ocurre que
no hay seriedad para formar a los y las líderes; de
manera general, se lo toman muy a la ligera, de
ahí que muchos hombres y mujeres, llegado el
momento, no responden… Otra cosa mala es que
no siempre se recurre a lo que se tiene en el
partido; normalmente, a última hora están
consiguiendo candidatos o prestándose, cuando
debería ser primero seleccionada la mejor gente
del mismo partido”.
Lazarte también es crítica con su agrupación ciudadana:
“Creo que la norma tiene sus vacios que permite
hacer trampas para instrumentalizar a la mujer…
Este año (2014) ha sido difícil para las mujeres
políticas; se ha sabido de persecuciones,
asesinatos y amenazas con los hijos… muchas se
han hecho a un lado simplemente porque no
quieren pelear o porque no quieren exponerse y
esto ha venido hasta de nuestros mismos
partidos… además, ni oposición, ni oficialistas
quieren gastar en capacitación para las mujeres
porque no lo ven conveniente y lo digo con
claridad… los hombres son implacables, no
aceptan estar en un rango más bajo que la mujer
y para eso si hay unidad para ver cómo le bajan a
una mujer...”
Entonces, las normas por sí mismas no son suficientes para una
garantía real de participación en igualdad de condiciones. Aún con la
ley, es dificultoso lograr una presencia paritaria de mujeres en las
esferas de decisión política del país y si la cuestión numérica ya es
complicada, lo es mucho más la calidad de la participación de las
mujeres por falta de voluntad de la clase política, de formar cuadros
femeninos y por la acumulación de poder masculino que todavía se
resiste a compartir el poder de decisión con las mujeres.
5. Formas de vinculación a la política
Hasta los años noventa, las mujeres se insertaban en la política como
individualidades o representantes de movimientos que reivindicaban
los derechos de las mujeres y lo hacían perteneciendo siempre a una
estructura política. La llegada del MAS al gobierno, cambió ese
panorama incorporando una gran cantidad de líderes mujeres
campesinas e indígenas en cargos públicos como asambleístas
nacionales, departamentales y concejalías municipales.
Por sus historias personales sabemos que la mayoría de nuestras
entrevistadas han estado involucradas en política desde muy jóvenes,
de diversos modos. Varias de ellas, desde el activismo feminista;
algunas más en la dirigencia sindical. Son pocas las que han llegado a
la política por la vía de la militancia en un partido político.
Vilma Magne y Desirée Bravo son probablemente los dos únicos
casos de militancia partidaria, y de ambas, Vilma es la única que
empezó desde las bases de su partido:
“…yo fui con mis pies al MSM, no me invitó nadie, no
sabía ni cómo funcionaba…para mi buena suerte
llegué a una reunión de mujeres y tuve protagonismo
desde el principio…desde ese momento me
incorporo al MSM y termino en el cargo de
asambleísta departamental…”
Nardi Suxo, Rosemary Sandoval, Soledad Delgadillo, Norma Piérola y
Claudia Bravo comenzaron como activistas desde las áreas para las
que se habían formado; luego fueron invitadas para postular a los
cargos que posteriormente ocuparon y hoy son convencidas de las
propuestas políticas que acompañan. Sin embargo, todas excepto
Nardi Suxo, afirman librar pequeñas batallas dentro de sus
agrupaciones
Justa Cabrera, Irma Meneses y Sandra Masías llegaron a sus cargos
por la vía de la dirigencia sindical. Sandra Masías comenzó
reemplazando a su papá en las reuniones de su sindicato; Irma
Meneses reemplazó a su esposo en la organización de los regantes
de Cochabamba. Ambas tuvieron que lidiar mucho para lograr
posicionarse dentro de sus organizaciones. Una vez encumbradas y
como parte de la lógica de constituir un gobierno de las
organizaciones sociales, el MAS las tomó en cuenta para sus listas de
candidatos a la alcaldía de Sacaba pero sólo como suplentes. Sandra
Masías opina al respecto.
“…un poco nos ha molestado porque a las
mujeres nos han puesto en suplencia para que
cumplamos lo que dice la norma pero qué vamos
a hacer… si queremos decir la verdad, hay que
estar ahí nomas ¿no?... en principio, la
participación está bien, pero el convenio era que
la suplente también asumir el cargo porque todos
hemos aportado por igual para la campaña… los
titulares eran invitados en su mayor parte y ahí es
donde nos preguntábamos ¿por qué en su
momento no hemos dicho nada?… nos han
utilizado, decíamos..”
El resto de las mujeres con las que hemos conversado, ha llegado a
sus cargos, por invitación producto del reconocimiento a sus méritos
profesionales o su activismo ya sea en derechos humanos o en la
reivindicación de derechos de las mujeres.
Las experiencias de algunas de ellas no son de las más gratas. Casos
como el de Nardi suxo y Soledad Delgadillo son las excepciones a los
tratos discriminatorios que dicen haber recibido en el intento de asumir
sus cargos y cumplir las funciones que les otorgaba la ley, al interior
de las agrupaciones o movimientos a los que fueron invitadas.
Norma Piérola y Rebeca Delgado son probablemente los casos más
emblemáticos del maltrato de sus propios compañeros de partido.
Están otros casos que no fueron públicos como los de Carmen García,
Ninoska Lazarte y Centa Rek que también refieren haber sido
marginadas de las esferas de decisión a través del rechazo a su
designación como jefas de bancada, obstaculización de su gestión,
etc.
Al parecer, el camino de la militancia es el más llano para legitimarse
ante sus pares y los líderes dentro del partido. Las mujeres que
llegaron a cargos públicos por la vía de la dirigencia sindical se
confrontan a menudo con la sombra de la duda sobre sus
capacidades reales a la hora de asumir la gestión, quizá por su falta
de formación académica, pero sobre todo porque equivocadamente,
se considera que las mujeres en general tienen menos capacidades
desarrolladas en la administración de la cosa pública. Por su parte, la
mayoría de las invitadas enfrentan muchas dificultades para engranar
en las lógicas instaladas dentro del partido y en su afán de romper con
esas lógicas y replantear las relaciones; muchas veces, se ven en el
brete de romper la alianza y buscar su libertad de acción.
6. Clima institucional en materia de género
Plantearse una participación de las mujeres en política en igualdad de
condiciones tiene un sentido histórico profundo que es participar del
tejido institucional del Estado para eliminar la sistemática marginación
que ha sufrido la mujer, reconocer el valor de su trabajo y su aporte
intelectual para dotarle a la gestión pública de un rostro humano; un
rostro que los hombres que hacen política no han podido darle a pesar
de su condición humana.
Entonces, se plantea a nivel planetario una larga lucha que a
principios del siglo XXI recién puede vislumbrar algunos logros, no
poco significativos si se mira en retrospectiva.
Por lo menos en Bolivia, se ha conseguido que las mujeres ocupen
cargos de decisión en espacios políticos importantes: hoy, tenemos
mujeres ministras, diputadas, senadoras, alcaldesas, asambleistas
departamentales, concejalas, etc.
En los acápites que siguen trataremos de identificar los puntos
neurálgicos del balance de la participación de las mujeres en la
gestión pública dado que los largos años de demandas, luchas y
propuestas se coronan con una importante presencia femenina en los
órganos de gestión estatal; presencia que debería reflejarse en una
gestión pública renovada, con miradas de mujer.
Dedicamos este acápite a la exploración de las experiencias que han
vivido nuestras entrevistadas en los diferentes espacios del Estado en
los que se han desempeñado.
Centa Rek, que se desempeñó como senadora, cuenta algunas de
sus experiencias dentro de su propia bancada:
“En mis funciones no me he sentido amenazada
en forma grotesca pero siempre se nota que hay
mejores posibilidades para un hombre que para
una mujer… incluso cuando fui jefa de bancada,
me dijeron abiertamente ‘pero por qué una mujer’
al final lo aceptaron; con mucha oposición pero lo
logré”.
Éstas, junto a otras actitudes tanto de oficialistas como de su propia
bancada, dice Centa Rek, determinaron que no realice los proyectos
que se había planteado.
“Al llegar yo al Senado, tenía ciertas expectativas,
pero no se han cumplido plenamente; sin
embargo no voy a descansar y quiero trabajar en
mi región porque es un espacio más pequeño
pero quizá sea más efectiva allá”.
Y así ve a las cosas en el partido oficialista:
“En el caso del MAS, ocurre que quieren poner
mujeres por hacerse los pioneros pero el rato de
ejercer no las dejan, así que la cosa sigue igual;
generan las mismas acciones y resistencias”.
Claudia Bravo fue asambleísta departamental en la Gobernación de
La Paz y desde su perspectiva, el clima institucional era adverso por
las imposiciones partidarias que limitan la libertad de acción política de
las mujeres.
“En la Asamblea Departamental el clima era
adverso... No había posibilidad de debate porque
los asambleístas oficialistas lo ven al Gobernador
como a un jefe…no fiscalizan como debería
ser….Uno de los mayores retos que teníamos era
la paridad pero hemos logrado muy poco…no
hemos logrado salir de los grupos vulnerables,
como mujeres, por ejemplo…. hay muchas
actitudes discriminadoras machistas y fomentadas
por la propias mujeres. Los hombres impulsan la
pelea entre mujeres por no enfrentarse ellos. A
pesar de todo, hemos logrado pequeñas cositas,
hasta que se imponía la línea política…”
Rebeca Delgado fue diputada por Cochabamba en representación del
MAS tuvo que enfrentar serias tensiones que llegaron al punto de una
ruptura con el partido oficialista. Ella cuenta algunos pormenores de
esa relación y las razones de la ruptura:
“La Asamblea Constituyente fue mi mejor
experiencia política; fue ese el momento en el que
me constituí en una militante ideológica en un
proceso de transformación política… pero a estas
alturas, se han vulnerado todos los principios del
estatuto orgánico del MAS y, ni qué decir de la
Constitución, todos los días se la vulnera. Durante
la Asamblea Constituyente tuvimos muchos
momentos de tensión, pero entonces, todavía nos
cohesionaba tener una Constitución garantista,
pluralidad en todos los ámbitos… y ahí ya vimos
una actitud bastante vertical de Evo Morales…en
algún momento incluso me botó de una asamblea.
Yo me sentí tan mal… Recuerdo que los
dirigentes me explicaron que así funcionan las
cosas en los ámbitos sindicales…”
Es esta lógica sindical la que, según Rebeca Delgado, imprime una
dinámica particular en el partido de gobierno. Ella explica cómo es esa
lógica.
“… hay relaciones verticales entre las dirigencias
y las bases y la cúpula de Evo Morales respecto
de las dirigencias… todo lo que dice Evo y su
cúpula tienen que cumplir los dirigentes y hacer
cumplir a las bases. Lo cierto es que las bases
hacen lo que les dicen, pero no están contentas,
hay gente que reclama por lo que está pasando
pero los controlan con los temores de retorno de
la derecha, etc…”
Desde el principio y quizá de modo inconsciente, Rebeca tuvo que
enfrentar a los principales líderes del MAS.
“… fui presidenta de la Cámara de diputados
elegida por mi bancada y en contra de la decisión
de Evo Morales y Álvaro García. Quizá esa fue la
primera vez que medimos fuerzas y fue algo que
ni yo misma había calculado. Su candidato era
Héctor Arce y la candidata de la bancada del MAS
era yo. Ambos, como hombres dirigieron la
reunión, confiando en que la bancada iba a actuar
por temor, pero a pesar suyo, gané yo”.
Y estos son algunos de los momentos más difíciles, según
Delgado:
“En la bancada lo más difícil fue la modificación
de leyes, especialmente cuando se hablaba sobe
el derecho a la propiedad; me quisieron obligar a
sesionar y hubo una ruptura, más bien tuve apoyo
y paramos esa ley que era inconstitucional y
atentaba contra nuestros bienes”.
Al final, todo le indicaba que debía tomar un camino diferente al
del MAS:
“En el gobierno, no sólo hay discriminación hacia
las mujeres sino también hacia los indígenas. Yo
creía que los representantes ante los organismos
supranacionales tenían que salir de manera
legitima de sus bancadas y elegimos en su
mayoría a dirigentes campesinos y el Ejecutivo
cambió nuestra decisión porque decían que los
campesinos no podían ir a organismos
supranacionales. Esa era una prueba de que la
discriminación y el racismo parten del palacio de
gobierno. En ese momento me doy cuenta de que
una cosa es el discurso y otra la práctica.
Mientras tengamos autoridades de esa
naturaleza, que no asumen en su conciencia y en
su corazón que luchar contra la discriminación
parte de la propia vida personal, por supuesto que
en política sólo va a ser una cáscara.”
Vilma Magne dice haber cosechado algunas satisfacciones en la
Asamblea Departamental de La Paz; sin embargo, considera que los
logros son todavía pequeños pues todavía se imponen los criterios de
las mayorías con métodos poco democráticos y transparentes.
“Al entrar como asambleísta departamental, no he
podido cumplir todas mis expectativas pero me
siento conforme porque he logrado que me
entiendan muchas cosas… nosotros más bien
hemos logrado hacer aprobar una ley que es la
del homenaje a la señora Ana María Romero de
Campero, que era declarar el 25 de octubre como
Día de la Participación de la Mujer para impulsar a
más mujeres para que se formen y participen de
la política… hasta ahí llegamos; a pesar de la ley
departamental, no se hace nada. Del mismo
modo, y pese a haber una ley de fiscalización, el
Gobernador hasta hoy nunca nos ha mostrado los
estados financieros, sólo se ha hecho una
comisión y hasta ahora no hay estados
financieros. Si las normas se cumplieran, la
Gobernación de La Paz ya debería tener sus
cuentas congeladas por la Contraloría pero como
también la Contraloría es oficialista, no pasa
nada”.
María Isabel Caero que cumplió las funciones de Concejala en el
Gobierno Autónomo Municipal de Cochabamba, también ha sentido la
obstaculización de su gestión:
“…personalmente, no voy en contra de mis
principios y no estoy en función del partido. Si no
estoy de acuerdo, lo digo. En mi gestión como
presidenta del Consejo he notado mucha
resistencia a veces muy sutil y otras de frente. A
pesar de todo, hemos hecho cosas interesantes
como poner en marcha un trabajo que estaba
archivado que era la restricción del ingreso por
placas al centro porque era un centro urbano muy
colapsado y fue una medida muy importante; sin
embargo, algunas autoridades (hombres) querían
sacar ventaja y tuve un problema grave con esto.
Otro aspecto molestoso es que entre los varones
algunos concejales no enfrentan las cosas, las
manipulan o se ponen con chismes…”
Ninoska Lazarte, concejala en el Gobierno Autónomo Municipal de
Cochabamba, lamenta que incluso los compañeros de partido,
contribuyen en un clima institucional adverso para el buen desempeño
político de las mujeres.
“… en la concejalía hubo mucha violencia, se
meten con tus hijos y cosas así… tenía que hacer
campaña y estaba operada del ojo, aún así
trabajé y saqué cinco Concejales; después de las
elecciones, mis propios compañeros después me
dieron la espalda y la contra. Estos años fueron
para mí de mucha soledad porque no tenía con
quién hablar por no preocupar a nadie también...
Después de todo, me siento feliz porque la
ciudadanía que es por la que he trabajado, me
apoyaba y me apoya…De todos modos, el
problema es siempre ser mujer; en la Concejalía
es más interno pero igual cuestionan tu autoridad.
Personalmente, creo que no he hacho un mal
trabajo pero siempre me cuestionaban hasta de lo
que faltaba papel argumentaban mi mala gestión
y eso te hace sentir que estás en una cuerda floja
todo el tiempo… no te dejan avanzar, te jalan
hacia abajo y usan incluso mujeres para eso…”
Sandra Masías fue Concejala en el Gobierno Autónomo Municipal de
Sacaba y así fue su experiencia en la gestión de su municipio
“Quizá nuestro peor calvario ha sido la discriminación
por la gente del mismo color; tal vez porque hemos
sufrido las injusticias de aquellos años, nos queda
eso de decir haré justica por todos pero en este caso
no hemos justicia para nadie. Uno quiere hacer lo
correcto y sale perdiendo… por ejemplo, nosotros
hemos aprobado una ordenanza que dice que todo
presupuesto asignado a tema de género como SLIM,
defensoría, etc. debe usarse sólo en esa área y no
para empedrado. Cuando planteamos eso, qué nos
han dicho ‘no tienen que hacer, para qué quieren eso
ustedes las mujeres, si no van a invertir ese
presupuesto”.
Sandra Masías y sus compañeras Concejalas, a menudo pasan por
situaciones complicadas en su gestión, por su condición de mujeres.
“A veces nos dicen por qué tanto habla si ella no
tiene tanto conocimiento o con qué va a
fundamentar. Cuando pedimos un informe, no nos
facilitan; piensan que las mujeres somos incapaces,
pero en todos los rubros somos aptas. Todo hemos
hecho nosotras y por ese lado no nos sentimos
chicas, cumplimos todas las obligaciones; no
estamos obstaculizando, sólo queremos
transparencia en el municipio…”
A partir de estas experiencias, reflexiona sobre lo que pasa en su
propio partido:
“Hoy por hoy, hemos llegado a la silla pero ¿a
qué? no con poder de decisión. Tenemos que ser
autocríticos; algunos sin experiencia, estamos por
estar, no con el sentimiento de trabajar… A veces
manejan el discurso sin entender nada, dicen:
‘estamos en proceso de cambio’, pero… ¿qué
proceso de cambio estamos llevando? a mi forma
de entender el proceso de cambio ¿de dónde
viene? de cambiar nuestra forma de proceder, de
nosotros también, de ahí tendría que nacer. El
proceso de cambio no es sólo cambiar
nombres…”
Para Gabriela Niño de Guzmán, el poder todavía se resiste a aceptar
a las mujeres y aquellas que logran conquistarlo, casi ineludiblemente
conviven con la soledad y el anonimato:
“La mujer tiene toda la capacidad para hacer
gestión pública, pero nos exigen el doble y eso es
en cualquier rubro y cuando una mujer llega al
poder, la recibe con reticencias, le calcula, le
frena. Es muy difícil que una mujer llegue a los
más altos cargos porque aunque llegara,
encuentra soledad, así que tiene que adecuarse
porque le pasan la factura… el panorama no es el
más adecuado porque se las mantiene en el
anonimato”.
Lo expuesto por nuestras entrevistadas nos permite concluir que la
cultura machista todavía está muy bien instalada en las estructuras
institucionales del Estado y ha desplegado una serie de recursos para
desgastarlas.
Después de años de luchas para ser parte activa de la gestión del
Estado, las mujeres finalmente logran su propósito pero, como bien lo
expresa Gabriela Niño de Guzmán, “cuando una mujer llega al poder,
la recibe con reticencias, le calcula, le frena”.
Por lo visto, las mujeres que están en política, todavía tienen que
enfrentar muchas batallas para lograr una participación plena y el
reconocimiento de sus capacidades y aportes.
7. Presencia de las mujeres y cambio en la gestión pública
En este acápite veremos las opiniones de nuestras entrevistadas
sobre cuánto ha influido la presencia de las mujeres en los espacios
públicos.
Rebeca Delgado es escéptica al respecto y explica sus razones:
“La incorporación de las mujeres en la política no
ha modificado nada, precisamente por la faltad de
calidad en la participación, pero no sólo de las
mujeres, de los hombres también. Ahora, hay
mujeres que se instrumentalizan a sí mismas”.
Claudia Bravo, como Rebeca Delgado, cree que no hay avances
significativos, aunque si excepciones honrosas y eso se debe,
fundamentalmente, a la instrumentalización de las mujeres.
“Muchas mujeres hemos hecho diferencia, nada
de impacto, pero si pequeñas luchas como las de
Carmen Eva Gonzales que ha ganado una lucha
por la justicia y transparencia en casos muy
complicados, pero aún hay mujeres con bigote y
mujeres floreros. Yo creo que ya no deberíamos
dejar que se instrumentalice a las mujeres, ya no
deberíamos ser como la carne de cañón de
nadie…”
Para Vilma Magne también hay avances logrados por algunas de las
mujeres que han entrado en el mundo político, pero todavía no son la
regla, sino la excepción.
“Me parece que las mujeres han logrado algunos
cambios y hay algunas que están haciendo
esfuerzos para marcar diferencia como Rebeca
Delgado, quien se opuso tenazmente a una ley
inconstitucional y eso muestra cómo debería ser
una mujer en la política. Estamos para hacernos
escuchar tanto con el que dirige como con el
pueblo; esto descarga responsabilidad para con la
gente”.
Gabriela Niño considera que las mujeres tienen modos diferentes de
encarar la gestión pública, pero el patriarcado aún ejerce un fuerte
poder sobre las mujeres que están en política.
“En este momento hay patriarcalismo y en el siglo
XXI. Al entrar como mujer en el ámbito político
están dos posibilidades: tomar las riendas o ser
instrumentalizada, pero en el poder todas
deberíamos incidir porque en los gobiernos ha
primado los bienes materiales y se refleja en la
inversión pública, pero se ha dejado de lado al
individuo, su salud educación, seguridad que es lo
que hace las vidas de hombres y mujeres frente a
las obras publicas y las mujeres en los cargos
públicos deberían incidir en los temas que hacen
a nuestras vidas”.
María Isabel Caero encuentra en la desvalorización de la sensibilidad,
una de las causas por las que las mujeres no han podido imprimir una
tónica propia de mujer a la gestión pública.
“Se ha desvalorizado la sensibilidad; se nos llama
hormonales pero, finalmente, si tenemos que
defender la objetividad la defiendo y si tengo que
defender la sensibilidad, también porque somos
seres humanos y por nuestra construcción de
género, somos menos corruptas…”
Ninoska Lazarte, como varias de sus compañeras, considera que aún
se impone un criterio machista en la gestión pública.
“La gestión pública no contribuye al desarrollo
humano; para nuestros líderes, el sinónimo de
desarrollo es el pavimento pero hay mujeres muy
interesantes en la gestión pública de hoy; por
ejemplo, la alcaldesa de Cobija tiene buses
escolares pagados por el municipio gratis. En
cambio en Cochabamba, a Desarrollo Humano
ponen a una mujer porque es la cartera más
ch’api… es la oficialía a la que no dan bola
nunca… Me parece que es porque no hay poder
de decisión con sensibilidad. Entonces, cuando
hay una mujer en la gestión pública, las cosas
pueden cambiar”
Irma Meneses reconoce y valora la incorporación de las mujeres en la
gestión pública pero reconoce que la burocracia es difícil de vencer.
“Como mujeres ahora nos toman en cuenta y por
eso algo ya hemos hecho, pero cuesta hacer
cumplir y hacer que las cosas se hagan rápido;
como hay funcionarios y autoridades que, como le
decía, ni viven aquí y por eso mismo hacen lento
las cosas, hasta los informes y a ellos no se los
puede sacar a veces por antigüedad, es difícil”.
Para Sandra Masías, la fiscalización es muy complicada de hacer, por
las consignas y disciplina partidarias que no les permite asumir sus
roles con plenitud.
“…los concejales varones están más detrás de las
pegas, pero las mujeres están más por mostrar
capacidad y en la concejalía deberíamos hacer
fiscalización, pero no es así la realidad; hay cosas
que observamos y ya nos catalogan mal, nos
dicen oposición o libre pensantes y el proceso de
cambio es sólo discurso, no nace de las
autoridades, no hay cambio, quizá hay cambio de
ropa y de personas pero no de actitudes…”
Para Soledad Delgadillo, los cambios en la gestión son paulatinos y
hay que entender que la participación de las mujeres en política es
también un proceso.
“…donde está una mujer se generan cambios, por la
sensibilidad que las mujeres tenemos para ver cosas
más allá de las racionales; vemos una realidad
diversa al mismo tiempo… cuando las mujeres estén
mayoritariamente en la gestión va a ser diferente…
ahora todavía la presencia de las mujeres es débil;
necesitamos mayor fuerza, convicción y capacidad
de influencia para imponer nuestras características
en las políticas públicas”.
En conclusión, la incorporación de mujeres aún no ha logrado
imprimirle un nuevo rostro a la gestión pública, por varias razones
expuestas por nuestras entrevistadas: primero, las mujeres que llegan
a los espacios públicos deben lidiar con las actitudes y prácticas
machistas que apuntan a desvalorizar sus aporte y su trabajo;
segundo, la imposición de consignas políticas que ata la libertad de
acción de las mujeres a través de una supuesta disciplina partidaria y
por último, una burocracia institucional difícil de superar.
8. Las mujeres y su actuación en política
“Un movimiento de emancipación que cuestione los valores y la
estructura de una sociedad determinada y que actúe para corregirlos o
transformarlos es un movimiento que navega, irremediablemente, por
aguas de lo político y de lo ético3”, afirma Marta Monasterio.
Recordemos que las luchas de las mujeres bolivianas como la de
todos los movimientos feministas y de derechos de las mujeres,
también se mueven en esa doble dimensión: política y ética. Por lo
3 Monasterio Martín, Marta. ¿Es el feminismo una teoría política o una ética?. Instituto
Complutense de Estudios Internacionales. Madrid 2005.
tanto, es importante recoger a través de nuestras entrevistadas, las
miradas sobre las prácticas políticas de las mujeres, en estos años.
Soledad Delgadillo concluye que hombres y mujeres, definitivamente
tienen modos diferentes de hacer política: mientras los hombres
sobreponen sus competencias individuales, las mujeres siguen
procesos colectivos, dice y también identifica un elemento subjetivo
que tiene sus riesgos en política.
“Es hermoso ver cómo nos relacionamos las
mujeres en la diversidad cultural que tenemos…
Las mujeres tenemos sensibilidades muy
particulares: compartimos, por ejemplo, nuestras
experiencias duras y dolorosas y en ese marco
podemos hermanarnos, identificarnos, hacer
fuerza y reconocer que a pesar de nuestras
diferencias, nuestros desafíos son compartidos.
En el caso de los hombres eso es más difícil, las
competencias individuales se sobreponen más.
Otra cosa que nos diferencia es la subjetividad
que nos hace tendientes a resentirnos con
mucha frecuencia entre nosotras, pero en la
medida en que racionalizamos las cosas, nos
sobreponemos y no lo resolvemos en un partido
de futbol o con cervezas de por medio…”
Rosemary Sandoval cree que las mujeres que han entrado en el
mundo político todavía se dejan absorber por las dinámicas políticas
tradicionales que giran en torno de la imagen del líder.
“Hay voces firmes, pero el tema de decisión sigue
al mando de los hombres; entonces, hay que
trabajar para el líder y no para el proyecto… en el
caso de Santa Cruz hay exigencia de participar de
las mujeres, pero hay que avanzar en la gestión y
en la construcción de los partidos en sí”.
María Isabel Caero es más radical en sus opiniones sobre la forma de
actuar de las mujeres en política pues cree que se plantean
competencias entre mujeres por ganar visibilidad ante el líder del
partido:
“…me he chocado con mujeres que son iguales o
peores que los hombres, no crean alianzas sino
compiten pero compiten por caerle mejor al jefe o
por responder mejor a lo quiere el jefe y uno de
los problemas que yo he tenido es que las
mujeres aceptan este sistema patriarcal y
fomentan sumisamente todo lo patriarcal”.
Gabriela Niño de Guzmán, como María Isabel Caero y Rosemary
Sandoval, considera que todavía las mujeres todavía están en un
segundo plano y no logran liderar los partidos políticos.
“Noto diferencia entre las mujeres y las formas de
hacer política de la mujer, pero no son notables
liderando todavía, la gente no las reconoce como
líderes de cambio, sino como ayudantes del
protagonismo político, aunque la mujer sea la que
hace el trabajo de base, incluso”.
Para Centa Rek, es preocupante la pérdida del afecto como rasgo
femenino capaz de imprimirle un rasgo diferente a la política.
“En general las mujeres están despersonalizadas
y desafectivizadas; es como si para cumplir un rol
público deben olvidarse de ser femeninas.
Identifico actos de violencia y negación total de la
afectividad, copian el rol del hombre y hasta se
extrañan de sí mismas. Esta clase de mujeres
para nada contribuyen a que se pierda el
machismo, ya que han sido anestesiadas y
además fomentan esto”.
Wilma Magne, como las anteriores entrevistadas, cree que las
mujeres no logran consolidar sus propios liderazgos y en el afán de
hacerlo, algunas reproducen las tradicionales conductas políticas.
“En relación a las mujeres, la mayoría reproduce
la forma de hacer política de los hombres, son
muy tradicionales, deben ser contadas las que
profundizan en su propio liderazgo”
Finalmente, Ninoska Lazarte intenta una explicación a estas formas de
hacer política que, en apariencia, no difieren de las maneras de hacer
política de los hombres.
“Siendo mujer y muy subalterna además, no
quieres generarte problemas porque igual tienes
que trabajar para vivir y hay que adaptarse a la
corriente del centro laboral o, de pronto y que es
peor, empiezan a producir mecanismos machistas
pero es una estrategia de sobrevivencia…”
Lo expuesto por nuestras entrevistadas nos permite concluir que si
bien hay una reproducción de las formas poco éticas de hacer
política, se debe sobre todo a una estrategia de sobrevivencia en el
mundo político y que como en otros aspectos, en este también se
trata de un proceso de aprendizaje y madurez para asumir el poder.
9. Violencia política hacia las mujeres
Desde que se abrieron las puertas del poder para las mujeres en
nuestro país, muchas entraron a los poderes locales (alcaldías) y
desde entonces, son muchísimas las denuncias de acoso y violencia
por ejercer sus funciones. Como nuestras mismas entrevistadas lo han
manifestado, esas actitudes violentas no son exclusividad del ámbito
municipal, sino que se manifiestan en todos los niveles de gobierno y
todos los Órganos del Estado.
María Isabel Caero se atreve a contar su propia experiencia:
“…hay mucha violencia contra las mujeres en
función pública a través del chisme, de hacerla
callar. Los hombres son irónicos y recurren a
muchas cosas; por ejemplo en mi caso, obligan a
los técnicos a que no me presten apoyo o los
presionan para informes desfavorables y esto es
algo que me pasa todo el tiempo y es por ser
mujer y por oposición política. Se me tilda de vieja
loca… esto también es violencia y si uno denuncia
que un insulto así es violencia, el fiscal no lo va a
considerar así por qué él, como hombre, no lo
siente ni nunca lo sentirá, hay cosas de esas que
pasan todos los días pese a la ley”.
Norma Piérola que ha trabajado en la Asamblea Legislativa
Plurinacional, afirma que las mujeres legisladoras han sido víctimas de
acoso y violencia política, permanentemente.
“En el Órgano Legislativo sólo Rebeca Delgado
ha denunciado acoso político y hasta por medios
internacionales… nosotras, las diputadas hemos
sufrido todos los días acoso y violencia pero no sé
por qué no se está denunciando quizá porque no
tenemos ni los medios ni el tiempo. Hay varias
denuncias en el ámbito municipal, pero hasta el
día de hoy, no hay un solo sentenciado por
violencia política y las Cámaras de Diputados y
Senadores la ley nunca ha funcionado”.
Como ellas, la mayoría de las entrevistadas considera que en los
diferentes espacios en los que se han desenvuelto, existe acoso y
violencia política. Lamentablemente, la mayoría de los casos no se
conocen porque no se hace la denuncia y, desde la perspectiva de las
mujeres entrevistadas, no se lo hace sobre todo por temor de
mayores represalias a ellas y sus familias. A propósito de este tema,
Gabriela Niño de Guzmán recuerda:
“Después de las denuncias ¿qué? Nada,
absolutamente nada. Los movimientos de
mujeres, las instituciones impulsan a denunciar y
después de la denuncia, te quedas sola, nadie te
ayuda. A nadie más le interesa: noticia de
periódico y punto. En el tema de las concejalas,
ha quedado en la denuncia y hasta hoy no hay
una sola sanción”.
Gabriela ilustra con un ejemplo concreto:
“En Luribay había una concejala joven acosada
permanentemente por el alcalde, no sólo en el
plano personal sino que la presionaba para que
firme una serie de cosas. Ella hizo las denuncias.
Otro concejal y yo fuimos hasta Luribay a exigir
toma de decisiones, pero nunca se hizo nada,
aunque las pruebas saltaban a la vista. Qué
sucedió: el pueblo fue a apedrear su casa. Ella
tuvo que renunciar y se tuvo que venir a vivir a La
Paz y ahora debe hacer cualquier trabajo y como
ese hay muchos casos en los municipios…”
A propósito, hay que recordar dos casos emblemáticos: los
asesinatos de las concejalas Daguimar Ribera Ortiz del municipio de
Guayaramerín y la concejala Juana Quispe del municipio de
Ancoraimes. Ambas muertes sin aclararse.
Las declaraciones de nuestras entrevistadas nos ponen ante varias
evidencias: La institucionalidad del Estado todavía se mueve en
función de los intereses de los más fuertes; las leyes son de
avanzada pero no logran implementarse y las personas víctimas de
violencia quedan en absoluta soledad en su búsqueda de justicia.
10. Logros y desafíos de la participación de las mujeres en
política
Norma Piérola inicia este último acápite con un deseo vehemente:
“Tengo la esperanza de que en algún
momento la política tengan rostro de mujer”
Y como ella, todas las mujeres entrevistadas tienen entre sus
expectativas, un mundo político que las tome en serio. Todas, en
definitiva, coinciden en señalar que el gran logro es haber roto la
hegemonía masculina en la política nacional, un protagonismo político
femenino cada vez más evidente, aunque todavía débil.
Hasta ahí se ha llegado. Queda mucho camino por andar, dicen ellas
y se plantean algunos retos:
- Empoderarse en los espacios públicos que se conquisten.
- Adquirir autonomía política para eliminar la instrumentalización
política de la mujer.
- Exigir la participación de las mujeres en la elaboración de los
planes y programas de partido para aceptar una candidatura.
- Trascender la agenda de género para perfilar un proyecto de
país.
- Abrir espacios de mutuo aprendizaje y formación permanente.
11. Lineamientos de acción para consolidar la participación
plena de las mujeres en la gestión pública
Rescatando el pensamiento de Hannah Arendt, Marta Monasterio
afirma que “las feministas hacen política porque actúan, porque
combinan la capacidad del pensamiento, del discurso y de la acción,
creando de esta manera algo nuevo en el mundo, son iniciadoras,
“begginers” (en terminología de la filósofa alemana) que tienen la
capacidad de generar algo nuevo, de innovar, de cambiar lo que les
ha sido dado….”4. Esto mismo podemos aplicarlo a todas las mujeres
que han incursionado en la política en nuestro país. A ellas les ha sido
dada la posibilidad de hacer política no desde la cotidianidad del
ciudadano común, sino de incorporarse en las esferas del poder;
entonces, se trata precisamente de combinar sus capacidades de
4 Ibidem
pensamiento y discurso con la acción decidida para, finalmente,
cambiar la forma y estructura que hoy tiene el poder y con él, la
gestión pública.
Consideramos necesario revisar a Hannah Arendt en su concepción
de la política y la violencia para tener una comprensión cabal de los
lineamientos de acción que se proponen más adelante.
“La política es entendida, en cierta forma, como en una abierta
contraposición entre la guerra y la violencia y la acción y el diálogo
entre iguales”5. Concebida la política como diálogo entre iguales y
tomando en cuenta las miradas de nuestras entrevistadas, queda
claro que para los políticos hombres, las mujeres no son sus iguales y,
por lo tanto, asumen la violencia como camino fácil para no perder la
hegemonía del poder, entendido en términos clásicos como el domino
de unos sobre otros y, en este caso, de ellos sobre ellas. Hannah
Arendt nos propone otra concepción de poder “el poder se
corresponde a la capacidad humana no sólo de actuar sino de actuar
en concierto. El poder no es nunca una propiedad de un individuo;
pertenece al grupo y existe sólo mientras éste no se desintegra”6.
Ahora, es innegable que los gobiernos utilizan el poder para alcanzar
metas, pero aun así ella considera que “la misma estructura del poder
precede y sobrevive a todas las metas. Así que el poder, lejos de ser
el medio para llegar a un fin dado, llega a ser la condición para que un
grupo de personas piense y actúe en términos de la categoría de
medios y fines”7. Para Hannah Arendt el poder “brota dondequiera que
la gente se una y actúe de concierto”8.
Según la misma Arendt la naturaleza del poder es completamente
distinta e incluso opuesta a la de la violencia y observa que los
gobiernos suelen recurrir al incremento de la violencia cuando el poder
que los sustenta disminuye. En este contexto, dice Anabella Di Pego
en su análisis del pensamiento de Arendt, la violencia se concibe
5Di Pego, Anabella. PODER, VIOLENCIA Y REVOLUCIÓN en los escritos de Hannah Arendt. Algunas notas para repensar la política. En http://www.scielo.org.mx/pdf/argu/v19n52/v19n52a6.pdf 6 H. Arendt, Sobre la violencia (trad.: Miguel González), México, Joaquín Mortiz, 1970, p. 41. 7 Ibid., p. 48. 8 Ibid., p. 48.
como un sustituto del poder que, de todas formas, resulta impotente
debido a que “cuando la violencia carece del apoyo y el freno del
poder, se opera la famosa inversión de medios y fines. Entonces, los
medios destructivos determinan el fin, con la consecuencia de que el
fin será la destrucción de todo poder”. La violencia aparece donde el
poder se halla en peligro.
Con estos valiosos elementos podemos concluir que el machismo
construido sobre el basamento de la violencia, no es en realidad un
poder y que las virulentas manifestaciones contra las mujeres políticas
no son sino la expresión del miedo a perder la hegemonía masculina
en el espacio político.
A partir de los criterios expuestos por nuestras entrevistadas vamos a
esbozar algunos lineamientos de acción que contribuyan, por un lado,
a empoderar a las mujeres que asumen cargos públicos y, por otro, a
delinear acciones que combatan la violencia contra las mujeres que
incursionan en política.
Para el diseño de estos lineamientos de acción se plantea tres áreas
de acción en dos ámbitos:
ÁREAS
ÁMBITO POLÍTICO
ÁMBITO PÚBLICO
SE
NS
IBIL
IZA
CIÓ
N
Entre los hombres políticos hay un discurso público favorable al derecho de participación de las mujeres en la gestión del Estado. Sin embargo, en el plano de las actitudes y de las prácticas, la mayoría de los hombres no han logrado superar los prejuicios instalados en sus procesos de formación. Por eso, se plantea que las mujeres políticas generen consensos para incorporar en las dinámicas del trabajo político, espacios de reflexión y sensibilización para los hombres con el fin de trabajar sistemáticamente en procesos de sensibilización y desestructuración del pensamiento machista que pone a las mujeres en subalternidad respecto de los hombres en el espacio político.
También es importante trabajar en la sensibilización de la sociedad en general, develando las formas de discriminación, acoso y violencia ejercidos en el espacio público. Acciones que deben realizarse de la mano de los medios de comunicación masiva, a través de campañas pero además incorporando la temática en la agenda informativa y en la programación de los medios masivos de comunicación.
INF
OR
MA
CIÓ
N
Socialización intensiva y sistemática de la normativa entre los políticos hombres y mujeres para que asuman que sus acciones discriminatorias y machistas constituyen un delito penado por ley.
Diseñar y difundir campañas mediáticas sistemáticas para informar sobre las normas que sancionan los delitos de acoso y violencia política con el propósito de visibilizar y generar conciencia ciudadana sobre esta problemática.
Construcción de mecanismos estatales efectivos (sanciones y sentencias) en contra de la discriminación, acoso y violencia política, entre las mujeres políticas de todos los Órganos y niveles de gobierno.
Articulación de demandas de acción estatal efectiva con organizaciones e instituciones de la sociedad civil para erradicar la el acoso y violencia política contra las mujeres.
FO
RM
AC
IÓN
Trabajar estatutos partidarios que comprometan formación política y en gestión pública (normas y procedimientos) permanente de sus cuadros en igualdad de condiciones para hombres y mujeres. Exigir la incorporación de formación en gestión pública en todos los Órganos y niveles de gobierno. Ambas acciones están destinadas a empoderar y dotar de autonomía política y ética a las mujeres que accedan a un cargo electo.