Multiculturalismo e Interculturalidad _ Julio Chumpitazi _ Patio de Sociales

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  • MULTICULTURALISMO E INTERCULTURALIDAD /JULIO CHUMPITAZI

    CRCULODEESTUDIOSINTERDISCIPLINARIOSJUEVES,28DEJULIODE2011

    La lucha por un mundo regido por el principio deinterculturalidad es, desde luego de enormesdimensiones, pero est a la altura de los grandesretos que necesitan las nuevas generaciones(ZUIGA CASTILLO y ANSIN MALLET 1997, 20)

    Introduccin

    La interculturalidad es un paradigma polticoacadmico que sigue gozando de unapopularidad considerable. En buena medida se debe a que en tanto discurso es unacreacin bastante reciente, pero este no es ni el nico ni el principal motivo.[1]Durante la ltima dcada del siglo XX y lo que va del XXI, las razones y contradiccionesque la globalizacin y la sobremodernidad entraan se han dejado sentir en toda sumagnitud, rebasando grandemente las posibilidades explicativas, aplicativas yacumulativas del multiculturalismo como alternativa viable frente al denominadoliberalismo de la neutralidad. El nuevo paradigma se yergue como la alternativa quemejor responde a los nuevos retos planteados en el mundo contemporneo.[2]Desgraciadamente, a pesar de la difusin que ha tenido en el plano terico, en el planode la praxis la necesidad de tender puentes comunicativos que garanticen el dilogoactivo y creativo entre grupos diversos y sociedades interrelacionadas no deja depresentar acercamientos y aplicaciones bastante superficiales.[3]

    Un caso poco conocido pero muy representativo proviene del mbito de la industriamusical: a mediados de la dcada de 1990 el canal MTV en espaol censur la cancinHoja verde, compuesta por Marcos Senizario e interpretada por Miki Gonzales, queaborda el tema de la lectura de las hojas de coca como medio para acceder alconocimiento del posible devenir personal. El argumento de la cancin coloca a la cocacomo una mediadora entre los seres humanos y las fuerzas sobrenaturales queinfluyen en sus vidas. Sin embargo, para la cadena MTV, la cancin de Gonzales era unamala influencia para sus jvenes televidentes puesto que el uso de la palabra cocaincentivaba directamente el consumo de clorhidrato de cocana.[4] Entre la pretensinde Gonzales y lectura de los representantes de MTV se evidencia un desfaseocasionado por el uso de parmetros culturales distintos para interpretar un mismoproducto cultural. Y esto evidencia la falta de un requisito bsico para lograr un dilogoverdaderamente constructivo: la voluntad de entender la obra (y al otro) tomando encuenta sus propios trminos.[5]

    Este ejemplo de macropoltica de las industrias culturales ser relevante en tanto loconsideremos como un reflejo de aquello que acontece al interior de los campos de lapoltica estatal e interestatal, ilustrando un itinerario que va de la negacin alreconocimiento y de la homogenizacin al dialogo.[6] Siguiendo el esquema propuestopor Fidel Tubino[7], colocar el lente sobre el itinerario mencionado en un intento porreconstruir, en lo bsico, la trayectoria que nos lleva a este cambio de enfoque. Esmenester advertir que este no es un intento por reconstruir una historia de logrosobtenidos por grupos y actores sociales determinados en una suerte de lucha por elreconocimiento de sus derechos ciudadanos (esta pretensin en s puede sercuestionable desde diferentes ngulos que no abordaremos en este trabajo). Se trata

    LO MS VISTO

    ApuntesdeResponsabilidadSocialEmpresarialenelPer/LuisChvez

    LosHroesenelPerysufallidafuncinnacionalista/JosVsquezMendoza

    Minerainformalalaperuana:EntrevistaaNuryGarca(Parte2)/VctorFalconiMiano

    LademocraciasegnGuillermoODonnell:Unarevisincrtica/LuisMelndez

    Postmodernidadenlaantropologasanmarquinaofaltaderigor?/RalRosalesLen

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  • por el contrario de una breve revisin de los cambios acontecidos en el enfoqueterico sobre los derechos ciudadanos a travs del discurso de algunos de losrepresentantes ms reconocidos del multiculturalismo y la interculturalidad.

    Discriminacin implcita en el liberalismo de la neutralidad

    En algunos pases del mundo, la discriminacin explicita fue asumida como poltica deEstado que buscaba fomentar un apartheid general que naturalizara el discurso deinferioridad biolgica promovido por el enfoque seudocientfico de la eugenesiatraducida en una supuesta menor capacidad general de los individuos de sociedadessubordinadas frente a las capacidades de aquellos pertenecientes a sociedadesdominantes.[8]

    El liberalismo de la neutralidad pretenda contraponerse a la discriminacin explicitasocializando la idea de una igualdad a nivel individual entre todos seres humanos,mediante la idea de ciudadano universal. La propuesta consisti en que el individuo,desprovisto de sus rasgos socioculturales particulares, poda ser ciudadano si se lointegraba al tejido simblico de la sociedad hegemnica. Esto propici el trnsito hacialas polticas de la dignidad igualitaria, que buscaban instituir estados de posicinneutral frente a sus ciudadanos y que aseguraran el acceso indiferenciado a losderechos y deberes establecidos por sus respectivos rdenes constitucionales.[9]

    En varias regiones del planeta se efectuaron mltiples esfuerzos cuando menosdiscursivos para lograr la integracin los individuos subalternos, sin embargo suposicin perifrica y jerrquicamente inferior tendi a conservarse. Qu sucedi paraque tales esfuerzos no rindieran los frutos esperados? Las principales crticasargumentaron que la discriminacin dejo de ser una prctica polticamente aceptable,para enmascararse con la figura de inclusin en la modernidad. Bajo esta nuevamodalidad, se daba paso a un escenario en que era posible sostener la ficcin de unaciudadana igualitaria y accesible para todos.[10] Luego, dicho escenario se constituaen una meta en s misma, cuya consecucin estaba en funcin de la adopcin de rasgosculturales hegemnicos y la renuncia a los rasgos propios, como parte de una estrategiade homogenizacin. Dado que no era posible adoptar total y plenamente dichos rasgoshegemnicos, el proceso se constitua en un falso reconocimiento.[11]

    Uno de los mecanismos principales de aquella planificacin asimilacionista de laidentidad consisti en que los actores internalizaran como problema ontolgico la nofuncionalidad de sus patrones culturales para responder a las exigencias de lamodernidad, y no como la construccin histrica que es en realidad.[12] El otromecanismo consista en una distorcin ideolgica que permitiera incorporar una seriede rasgos en los cuales la mayora explotada pueda reconocer sus autnticos anhelos.En otras palabras, cada universalidad hegemnica tiene que incorporar por lo menosdos contenidos particulares: el contenido particular autentico y la distorsin creadapor las relaciones de dominacin y explotacin.[13]

    De esta manera, distorsin ideolgica y nofuncionalidad prctica se constituyeron enlas dos caras de una misma moneda: la discriminacin implcita en el liberalismo de laneutralidad. Dicho de otro modo, mediante prcticas sociales discriminatorias ypolticas estatales de aculturacin, el imaginario social se convirti en un espejismo des mismo: el ejercicio de la ciudadana continuara siendo visto como un privilegioantes que como un derecho.

    El multiculturalismo como bsqueda de una ciudadana diferenciada pero inclusiva

    La aparente superacin del liberalismo de la neutralidad y de su poltica dediscriminacin implcita se da con el reconocimiento pblico de las diferenciasculturales y la aplicacin de polticas pblicas de discriminacin positiva destinadas agarantizar el respeto a dichas diferencias y enfocadas en aminorar las desigualdadesconstruidas a su alrededor. La tolerancia ser el eje central de la poltica dereconocimiento y diferencia del multiculturalismo.

    Para Taylor la poltica de la diferencia surge del desarrollo del concepto moderno deidentidad, cuyo principio es que Cada quien debe ser reconocido por su identidadnica [] La idea es que precisamente, esta condicin de ser distinto es la que se hapasado por alto, ha sido objeto de glosas y asimilada por una identidad dominante o

  • mayoritaria. Y esta asimilacin es el pecado cardinal contra el ideal de autenticidad.[14]

    De este modo, derechos especficos deben de ser otorgados al ciudadano de acuerdo algrupo al cual se pertenece, en arreglo a la cultura en la cual se inscribe, por lo tanto elobjetivo final de las polticas de la diferencia es la ciudadana diferenciada.

    A diferencia de Taylor, que ve estos derechos como objetivos en s mismos, WillKymlicka considera que otorgar estos derechos especificos es ante todo una estrategiapoltica cuyo objetivo fundamental es aminorar las desigualdades existentes:

    En los pases que son politnicos y multinacionales a la vez, los gruposculturales no slo son diversos, sino que tienen imgenes diversas del pas ensu conjunto. La gente no slo pertenece a comunidades polticas separadas,sino que pertenece a ellas de diferentes maneras. Esto significa que losmiembros de un Estado politnico y multinacional no slo deben respetar ladiversidad, sino que tambin deben respetar diversos enfoques sobre ladiversidad [15]

    Tubino analiza estas desigualdades como relaciones de subordinacinhibridacin, quepueden ser recompuestas y equilibradas con la aplicacin de polticas multiculturalesde discriminacin positiva que haran posible el ejercicio de la libertad de opcin.La idea es que la posibilidad de decidir y actuar libremente desde nuestras posicionesculturales particulares aumente.

    Hasta este punto no existen mayores discrepancias entro lo planteado por Tubino yKymlicka, ya que ambos considera que las acciones de resguardo y conservacin delpatrimonio inmaterial de las sociedades ms vulnerables y desfavorecidas por laspolticas pblicas son medidas de corto y mediano plazo que los estados deben asumirnecesariamente. Sin embargo, Tubino va un poco ms all que Kymlicka cuando aclaraque estas medidas deben sentar las bases sociales y culturales para el ejercicio de laautonoma ciudadana, pero en el marco de una estrategia ms dialgica. Y este es supaso decisivo hacia una estrategia de carcter intercultural.

    El establecimiento de las polticas del reconocimiento y diferencia tal como han sidoexpuestas por dos de sus principales promotores (Taylor y Kymlicka), resultainsustancial y poco menos que utpico, debido a que sus ejes discursivos principales Tolerancia, diferencia y reconocimiento no resulta coherente con la realidad aplicativade las acciones que se proponen, como en el caso de las politicas de discriminacinpositiva.

    Slavoj iek explica que el eje de tolerancia multiculturalista impone un esencialismovacuo sobre las formaciones identitarias discretas y presupone que el observadortolerante consigue una especie de acceso privilegiado a la verdad pura; dos aspectosque implican significaciones contrarias a la propia tica que el multiculturalismopregona. [16]

    Por su parte, Giovanni Sartori dirige su lente sobre la paradoja que suscita el programamulticulturalista cuando pone a la diferencia como objetivo final de su poltica delreconocimiento, lo que fabrica y multiplica las diferencias metindonoslas en lacabeza. A lo que hay que aadir que la poltica del reconocimiento no solo transformaen reales unas identidades potenciales, sino que se dedica tambin a aislarlas como enun gueto y a encerrarlas en s mismas. [17]

    La consecuencia inevitable de esto es la negacin del pluralismo, lo que vuelveimposible establecer la sociedad pluralista que el propio multiculturalismo necesitapara ser viable. El propio Kymlicka reconoce los lmites argumentales delmulticulturalismo, fundamentalmente en lo relacionado al tema de la diversidad:

    En mi opinin, la argumentacin de la diversidad no basta, por s misma, parajustificar los derechos de las minoras nacionales. La proteccin de las minorasnacionales beneficia a la mayora, algo digno de tenerse en cuenta, pero esmejor considerar que estas difusas ventajas son un subproducto deseable de losderechos nacionales, que considerar que constituyen la justificacin bsica delos mismos [18]

  • De este modo, la diferenciacin ciudadana a la que apunta el multiculturalismo,aunque pretenda ser horizontal, ya no proporciona una experiencia compartida o unestatus, sino que se convertira en otro factor de desunin en lugar de cultivar launidad frente a la creciente diversidad social. [19]

    Este parece ser el mismo sentido que asume Tubino cuando se refiere que losprogramas compensatorios tienen que empezar por multiculturalizarse para, desde all,hacer posible la interculturalizacin de los procesos formativos. La multiculturalidad esel peldao que nos permite sentar las bases de la interculturalidad.[20]

    De esta manera, el multiculturalismo se convierte en el primer peldao hacia laconsecucin de una estratgia mucho ms completa y horizontal, que est entraadaen el paradigma de la interculturalidad.

    La interculturalidad como bsqueda de una mayor inclusin en la democraciaparticipativa

    El potencial desarticulador de la ciudana diferenciada como objetivo poltico final, loslmites de la tolerancia como concepto central de los planteamientos y el contenidodiscriminatorio del esencialismo ahistrico y paradjicamente antidiacrnico delparadigma multiculturalista, provocaron el replanteamiento del problema de ladiversidad en trminos similares a los que Sartori propone con el concepto depluralismo.[21] Dicho de una manera distinta, la diversidad, como una configuracinsociohistrica de la realidad, debe ser planteada desde la premisa de los intercambiosy de las hibridaciones culturales que configuran el tejido social, en cuyo caso elconcepto clave deja de ser la Tolerancia y pasa a ser el Dilogo. Esto es, en lneasgenerales, lo que se puede entender por interculturalidad, como lectura de la realidadsocial una situacin de hecho, enfocada desde una perspectiva determinada perosobre todo como un principio normativo de la accin poltica.

    Segn como lo plantean Madeleine Ziga y Juan Ansin la interculturalidad entendidade esta manera implica la actitud de asumir positivamente la situacin de diversidadcultural en la que uno se encuentra. Se convierte as en principio orientador de lavivencia personal en el plano individual y en principio rector de los procesos socialesen el plano axiolgico social[22]. En tanto busca propiciar la apropiacin selectiva ycrtica de lo que mi interlocutor cultural me ofrece, de asumir una actitud activa queme permita reestructurar lo propio, autotransformarlo reflexivamente, escogerlo yreinventarlo[23], la interculturalidad se convierte en un ejercicio que se plantea comorequisito indispensable para que la democracia participativa en las sociedadespluriculturales pueda ser desarrollada adecuadamente y sin exclusiones.

    De esta manera el ejercicio de la ciudadana no estara restringido por la nofuncionalidad de las experiencias culturales o por su exotizacin suntuaria. Tampocoestara diferenciada segn esos mismos patrones, sino que la posibilidad de dialogardesde sus propias lgicas, bajo reglas de juego equitativas de las cuales puedan valersesin distincin, permitira identificar intereses comunes a todos.

    Esto significa que no basta con la aplicacin de medidas correctivas para eldesequilibrio de poderes entre sociedades y grupos sociales dentro un mismoterritorio, sino que es necesario generar espacios de intercambio e integracin desdela diversidad, no solo en base al reconocimiento, sino sobre todo dentro de unaperspectiva de hibridacin y transformacin que conciba a la(s) cultura(s) desde supropia historicidad y no tanto bajo atributos ontolgicos estticos.

    No se trata de plantear la homogenizacin de la persona en el Ciudadano universal,sino de generar la posibilidad de que las distintas formas de construccin de laciudadana, llevadas a cabo en experiencias creativas diversas dentro de un tiempoheterogneamente denso, conformen un tejido social construido en base a lacomprensin y el consenso social. Lastimosamente, como suele suceder muchasveces, la aplicacin real de estos principios se tropieza con mltiples inconvenientesen distintos niveles.

    Alejandro Diez[24] identifica dos barreras para la comunicacin intercultural, la primerade ellas vinculada a la distancia cultural entre los interlocutores, mientras que la

  • segunda engloba todas las diferencias (desigualdades) asociadas a las diferenciasculturales.

    Ambas barreras, son tericamente superables en tanto se asegure en primer lugar unejercicio emptico por parte de los interlocutores y en segundo lugar la promocin delDesarrollo y de la disminucin de las inequidades.[25] Pero aplicar ambosrequerimientos a priori no siempre es posible, como el propio Diez constata:

    En los proyectos, la interculturalidad es en la mayor parte de los casos unaapuesta no siempre lograda, pues se basa en la construccin de relacionesequilibradas tanto entre distintas poblaciones como entre los tcnicos de losproyectos y la poblacin beneficiaria. Los campos en los que se manifiesta estarelacin de equidad (o inequidad) intercultural varan de acuerdo a las zonas detrabajo y la naturaleza de los proyectos de transformacin que seimplementan. [26]

    A estas barreras, debemos sumarles la falta de espacios de adecuados para el dilogointercultural. Incluso los espacios pblicos de debate y de toma de decisiones creadoscon el fin de garantizar un mayor acceso continan restringidos, salvo algunos casosdignos de elogio, a unos pocos y estn controlado por los mismos grupos hegemnicosde siempre, que ahora se valen de un tipo diferente de herramientas de exclusinbasadas en otro tipo de mecanismos institucionales.[27] Otro aspecto relacionado alanterior es la burocratizacin de los mecanismos de participacin existentes para lasociedad civil organizada, una prctica muy usada para dificultar y hasta impedir laparticipacin de grupos cuya presencia no es deseada por los sectores hegemnicos.Por otra parte, las polticas de discriminacin positiva no han logrado su objetivo demenguar las desventajas sociales, dificultando an ms la aplicacin de medidasinterculturales y acciones pblicas destinadas a la refuncionalizacin de los patronesculturales propios.

    Adems de estas tres dificultades, existe el problema del conflicto social inherente atoda relacin intercultural (en tanto hecho histrico). Los interculturalistas nodesconocen el fenmeno, pero su nfasis en el dilogo y consenso provoca que este seasuma como un problema metodolgico difcil de superar. La razn de esto pareceencontrarse en la doble atadura que pesa sobre dicha perspectiva, por un lado desde elrelativismo cultural que impregna buena parte de sus discursos y por el otro desde laincomprensin cabal del propio fenmeno de conflicto social.

    Desatar este doble nudo implica tambin una doble operacin de reenfoque. Paracomprender mejor los conflictos sociales es necesario adoptar una perspectivasistmica enfocada en las nociones de cambio (que es conflicto y consenso a la vez),realimentacin, nolinealidad y emergencia. De este modo, podramos aprovechar losmecanismos participativos que suelen abrirse en este tipo de situacin. Esto implicaver los conflictos como oportunidades que pueden y deben ser aprovechadas paraestablecer posibles acciones a poner en prctica por parte de gobiernos locales ynacionales. Algunos investigadores se adentraron en esta difcil empresa, pero anqueda mucho pan por rebanar.

    [1] Cf. CHUMPITAZI RAMREZ, Julio Eduardo. Usos, nociones y visiones sobre la Coca.En: Revista Pacarina del Sur, Ao 2, N 6, Enero Marzo de 2001:http://www.pacarinadelsur.com/home/indoamerica/204usosnocionesyvisionessobrelacoca [2] Cf. TUBINO, Fidel. Entre el multiculturalismo y la interculturalidad: ms all de ladiscriminacin positiva. En: Norma Fller (Ed.). Interculturalidad y poltica. Desafos yposibilidades Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Per, 2002.[3] Cf. CHUMPITAZI RAMREZ, Loc. Cit.[4] Ibdem.[5] Cf. CHUMPITAZI RAMREZ, Julio Eduardo, y Lidia ROJAS MATOS. Dos visionesgenerales sobre la hoja de coca: entre la tradicin y el comercio. XIV CongresoNacional de Estudiantes de Antropologa. Trujillo, octubre de 2007.[6] Cf. CHUMPITAZI RAMREZ, Loc. Cit.

  • Entradamsreciente

    [7] Cf. TUBINO, Loc. Cit.[8] El caso ms conocido es el de Sudfrica, sin embargo no ha sido el nico pas enpracticar alguna forma de discriminacin explicita. Otros pases histricamentereconocidos por este tipo de prcticas son Estados Unidos y Argentina, y nonicamente debido a las polticas antiindgenas que implementaron en el pasado.Referir al Per como un caso podra causar ciertas controversias o incluso la indignacinde los sectores ms conservadores (y ciegos), pero si revisamos detenidamente lahistoria reciente, especialmente la que atae al periodo del conflicto armado internoregistrado por la Comisin de la Verdad y la Reconciliacin, y los recientes conflictossociales de Bagua, Ta Mara, Puno, etc., queda patente que la discriminacin explicita,si bien no es una poltica registrada en el corpus legal del estado, se constituye en unaprctica poltica real, ejercida por gobernantes y representantes del Estado.[9] Ibdem.[10] Ibdem.[11] Cf. TAYLOR, Charles. El multiculturalismo y la poltica del reconocimiento.Mxico D.F.: Fondo de Cultura Econmica, 1993, pg. 20 21.[12] Cf. TUBINO, Loc. Cit.[13] IEK, Slavoj. Multiculturalismo o la lgica cultural del capitalismo multinacional.En Fredric JAMESON y Slavoj IEK. Estudios Culturales. Reflexiones sobre elmulticulturalismo. Buenos Aires: PAIDOS, 1998, pg. 137188[14] TAYLOR, Op. Cit., pg. 32.[15] KYMLICKA, Will. Ciudadana multicultural. Una teora liberal de los derechos de lasminoras. Barcelona: Paidos, 1995, pg. 260.[16] IEK, Loc. Cit.[17] SARTORI, Giovanni. La sociedad multitnica. Pluralismo, multiculturalismo,extranjeros e islmicos. Madrid: Santillana, 2003, pg. 89.[18] KYMLICKA, Op. Cit., pg. 172 173.[19] DEM, pg. 241.[20] TUBINO, Op. Cit., pg. 54.[21] Cf. SARTORI, Loc. Cit.[22] ZUIGA CASTILLO, Madeleine, y Juan ANSIN MALLET. Interculturalidad y educacinen el Per. Lima: Foro Educativo, 1997, pg. 13.[23] TUBINO, Op. Cit., pg. 74.[24] DIEZ, Alejandro. Cultura, interculturalidad e identidad. Discusionesconceptuales. En: Anthropologika, Ao I, n 1 (Arequipa, noviembre 2007): 6780.[25] El primero implica que se logre comprender al otro desde su propia lgicacultural, lo que constituye de por s un ejercicio bastante difcil. El segundo implicaacercar ms o menos los puntos de partida de todos los interlocutores, que es unejercicio mucho ms fcil de realizar, razn por la cual muchos de los planteamientosprcticos suelen privilegiar intervenciones de este segundo tipo.[26] DIEZ, Op. Cit., pg. 78.[27] Un caso de espacio pblico de participacin al que se puede acceder muylimitadamente es el de los Presupuestos Participativos, que por ley todos los gobiernoslocales deben propiciar. Aunque no son espacios propiamente interculturales, en lamayora de jurisdicciones llegan a serlo a fortiori, fundamentalmente en los territoriosque presentan espacios rurales y urbanos bien diferenciados.

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