Museo del Árbol No.13

Publicación mensual de arte y culturadel árbol en Costa Rica

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Año 1 No. 13 Setiembre 2011museo del árbol


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Publicación independiente sobre arte, cultura y sostenibilidad en Costa Rica, circula en Internet a través de la plataforma Issu.com.Por la calidad de diseño y concepto, obtuvo el Sello de Respaldo de la Presidencia de la Asociación Latinoamericana de Diseño, 2010.

Llama del bosque, Spathodea campanulata. Familia botánica: Bignoniaceae. Fotografía de Maurizio Bianchi


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Portada: Llama del bosqueFotografía Maurizio Bianchi

museo del árbolAño1 No. 13 Set iembre 2011


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Museo del Árbol brota como un espacio contemplativo, de reflexión crítica y valorativa, y de sensibilidad acerca de la figura del árbol en la naturaleza y en nuestras vidas.

No es un museo físico, sino virtual, se puede acceder a su espacio en la red y movernos por sus páginas-salas.

Fotografía Maurizio Bianchi


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Grupo editorLuis Fernando QuirósRodolfo Uder

Amigos de la publicaciónRolando CastellónIlse UderMiwako SuzukiCarmen CubillosCecilia ParedesLuis ChacónHelen TempleGiancarlo PucciOscar PamioAna María SavareikasAurelio HortaPaolo BergomiRodolfo MoralesNaín ArtjoyJoaquín MurilloRoberto CastilloIrina YébenesFermín NavascuésRicardo Ávila Nelson MoyaJavier GuerraMauricio BianchiFranca RosiCecilia BrugniniTom CrownCarolina ValenciaLucía Madriz

Jorge PovedaAlfredo GonzálezDunia MolinaRodrigo QuirósDinorah CarballoCarlos PovedaFUNDECONGO Mundo ForestalDunia Molina

Colaboran en esta edición:Iris OdioSylvia FournierJenny ArroyoNelson MoyaJoaquín MurilloLuis Mauricio PinedaLuis MongeVíctor Gibelo BravoCarolina ValenciaLidilia AriasMaurizio BianchiRaymond PaulyManrique SuárezIrina YebenesFernando Quirval

Créditos:Revisión textos, Ilse UderDiseño: L.F.Q.Mundo ForestalSetiembre 2011

Museo de ÁrbolCr

éditos


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Conten

idos

Museo del Árbol, Créditos, pág. 6

Los Editores: El Primer Año, pág. 8

Evocaciones: Fotografías de Joaquín Murillo,

Raymond Pauly, Lidilia Arias, Maurizio Bianchi,

Manrique Suárez, Irina Yebenes, Luis Mauricio

Pineda y Carolina Valencia, pág. 18

Iris Odio: Floraciones y matices, pág. 38

Sylvia Fournier: Color en el entorno, pág. 50

Jenny Arroyo: Montañas y crestones, pág. 58

Nelson Moya: Pinceladas de la naturaleza, una

nueva vestimenta, pág. 64

Luis Monge: Árboles del crepúsculo, pág. 72

Luis Mauricio Pineda: Espíritus del bosque, pág. 80

Fotografías del naranjo en flor de Víctor Gibelo

Bravo, pág. 88

Para contemplar el árbol, pág. 92


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Se abren nuevos desafíos para Museo del Árbol -en el primer año-, hemos andado el camino que nos cambia a todos, en tanto genera experiencia. Andarlo, nos hace emerger diferentes, no podemos ser los mismos, en tanto el árbol y el bosque transforman nuestra vida, espiritualidad, y acercan a la inmanencia del Creador.

¡El Primer AÑO! Lo

s ed

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Jardínes de las oficinas de Escuelas y Rectoría de la Universidad VERITAS,Zapote, San José.Fotografía L.F.Q.


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Hemos invitado a deleitarse con las fotografías y textos, y quizás, hasta nos ha permitido encontrar aperturas por donde fluir hacia otras fronteras de la imaginación; son activadores que -como el árbol-, aunque parezcan similares nunca son los mismos. No todos los observamos de la misma manera, ni tampoco ellos –los árboles-, nos afectan por igual a todos; depende del grado de entrega nuestro hacia ellos.

Árboles en los jardínes de la Universidad VERITAS, Zapote, San José. Fotografía L.F.Q.


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Tratamos de abrir un espacio de gratitud para contemplar al árbol y al bosque, así demostrarles cuán bellos son y elogiarlos por cuánto beneficio traen al planeta, con solo estar ahí plantados en la montaña o la selva, en las ensenadas de los ríos, en las planicies y potreros, o en los parques urbanos y hasta en los patios, huertos o jardines de nuestros hogares; han estado ahí purificando el aire, neutralizando el carbono y combatiendo el calentamiento global, pero también para dar sombra benéfica y vida a muchas criaturas.

Árboles en los jardínes de la Universidad VERITAS, Zapote, San José. Fotografía L.F.Q.


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Algunos mirarán estas publicaciones y sólo encontrarán errores; que es cierto que los tiene, pero nos han servido para mejorar y poder decirles que en un camino también encontramos escollos que nos maltratan al andar, pero que se tiene la suficiente motivación para continuar. Conlleva una actitud de altruismo y altruista no es quien jamás se equivoca, sino quien sabe superar las equivocaciones para mantenerse en el camino.

Árbol frutal de “manzana de agua” en los jardínes de la Universidad VERITAS, Zapote, San José.


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Sin embargo, como expresa una frase de León Tolstoi subida a la página de Museo del Árbol en Facebook: Hay quien cruza el bosque y sólo ve leña para el fuego, a pesar de todo, también existen personas que han visitado nuestras publicaciones y no han apreciado su esencia, ni se cuestionan la naturaleza de lo observado, tan sólo observarán “leña para atizar el fuego”. Hacer riqueza de los recursos naturales no está mal, pero debe hacerse con todo lo que significa respeto, un correcto aprovechamiento sostenible, observando a largo plazo el tesoro que debemos legar a las futuras generaciones.


17Eucalipto floreado en El Rincón de Paraíso, provincia de Cartago. Fotografía L.F.Q.


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Para evocar al árbol, reunimos a ocho colaboradores de las distintas ediciones del primer año de Museo del Árbol, con

Fernando Quirval:Evocaciones Co

labo

rado

res


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fotografías de esos árboles que tienen algún interés particular para cada uno de ellos.

Joaquín Murillo, “ Tilarán” 2011.


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Joaquín Murillo nos cautiva con dos fotografías de Tilarán, Guanacaste. En la primera, un árbol esquelético sobre un pastizal -con diversidad de matices de verdes cálidos contrapuntea con las vaquillas color negro, al otro lado de la escena. La segunda, el árbol y pastizal son sacudidos por esas ráfagas del clima norteño, y el árbol -dispuesto en la zona áurea superior- activa la escena con armonía de análogos y elegancia compositiva.

Joaquín Murillo, “El árbol y el viento” 2011.


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De Raymond Pauly ofrecemos un árbol viejo cuyo tratamiento del plata lo vuelve dramático, como un viejo señor canoso; además de sus ramajes, bejucos, musgos y raíces que intensifican el estado de misterio y contemplación de su “gracia” arbórea. La segunda foto es típica de la zona del Pacífico Seco, en un recodo del camino creció un hermoso árbol de floración amarilla, que nos habla del verano y su atmósfera candente.


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Raymond Pauly, “Árbol viejo” 2011.


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Raymond Pauly, “Allá en el camino” 2011.


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Lidilia Arias nos obsequia su “Quinceañera”, un roble sabana floreado cuya textura del tronco en el primer plano acrecienta la tensión con el rosa de las flores.

Lidilia Arias, “Q uinceañera” 2011.


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Lidilia Arias, “Trampas” 2011.

En “Trampas”, Lidilia capta el árbol que extiende los ramajes en forma de garfios como para atrapar con cadencia y poesía la inmensidad del firmamento.


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Maurizio Bianchi, enamorado de un enorme higuerón o “matapalo” juega con el contraluz, cuando el sol se esconde detrás de los ramajes e ilumina los

Maurizio Bianchi, “Matapalo” 2011.


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pastizales que sinuosos, musicalizan el candente panorama.

Maurizio Bianchi, “Matapalo” 2011.


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Manrique Suárez nos brinda una fotografía de los árboles del “Cerro de la Muerte” mirando también a contraluz, como si fueran encajes espesos para protegerse de la refrigerante sensación térmica del cerro.

Manrique Suárez, “Cerro de la Muerte”, 2011.


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La segunda foto de Suárez fue tomada en los parajes selváticos del Caribe, con sus árboles cundidos de espesos musgos, bejucos, trepaderas y esa expresión casi salvaje, propia de los humedales caribeños.

Manrique Suárez, “Caribe”, 2011.


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Irina Yebenes va al parque de Zarcero y retrata a esos gigantones modelados en los crespos cipreses; por nuestra innata capacidad s e n s o p e r c e p t i v a apreciamos gestos juguetones que sorprenden y estimulan la imaginación.


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Irina Yebenes, “Parque de Zarcero”, 2011.


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Luis Mauricio Pineda presenta la fotografía de un humedal en Guyana, donde las raíces penetran a las aguas que devuelve sus reflejos (en esta edición, presentamos otro artículo suyo con más fotografías de ese fenómeno perceptivo titulado “Espíritus del bosque”). En la segunda, se observan las semillas del sotacaballo (Zygia Longifolia) que fluyen con las aguas del río; se sabe que tarde o temprano crecerán en alguna de sus orillas.


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Luis Mauricio Pineda, “Espíritu del bosque”, 2011.


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Luis Mauricio Pineda, “Semillas de sotacaballo”, 2011.


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Carolina Valencia, “Higuerones en Sabana Sur”, 2011.


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Finalmente, de Carolina Valencia nos llegan dos fotografías de unos higuerones cuyas raíces se ciñen a las tapias, localizados en Sabana Sur, San José; muestra su tejido como si fuera el rebozo de una hermosa y coqueta señora capitalina.


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Acompañemos -con la mirada de la imaginación-, a la fotógrafa Iris Odio por la geografía del país, sorprendiéndonos por las especies de árboles y los escenarios que logra encontrar y captar para nosotros con su cámara.

Iris Odio:Floracionesy matices

Foto

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Iris Odio, “Bagaces”, 2011.


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En la primera imagen, de la zona de Bagaces, Guanacaste, aparecen dos terneras que quizás no se explican por qué el pasto está encendido de color amarillo; ese viejo cortez, de repente, tiñe el paisaje y por tres días se apodera de todo con sus áureos matices propios del verano. Damos un salto a barrio Córdoba, ciudad capital San José, para meternos con el violeta de un jacaranda que engalana el azul firmamento.


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Iris Odio, “Barrio Córdoba”, 2011.


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Volvemos al verano guanacasteco, para apreciar un lindo árbol de carao (Cassia grandis), aviva la pampa con su característico rosa, tocado del siena natural, sepias y ocres de las vainas, que quizás nos motiva a recordar aquella canción de Jesús Bonilla con letra de Aníbal Reni, cuando dice Pampa, pampa, te vio el sabanero, y más nunca te pudo olvidar…


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Iris Odio, “Carao en Guanacaste”, 2011.


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Vamos a Alajuela para encontrarnos con la brillantez del rojo naranja del malinche que brota entre el verde ramaje y el azul del cielo.

Iris Odio, “Malinche en Alajuela”, 2011.


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De la zona de Atenas, una hermosa muestra de la floración miel del carao amarillo.

Iris Odio, “Atenas” 2011.


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Una vez más vamos a Guanacaste para sumirnos a disfrutar la fuerza de los sangrillos floreados en amarillo; de retorno, pasar por Puntarenas a apreciar la floración de otro carao rosa

Iris Odio, “Guanacaste”, 2011.


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(Cassia grandis) y, finalmente, terminar el recorrido en Santa Ana para llenarnos del rosa claro del roble sabana. Para la próxima edición queremos acompañar de nuevo a Iris Odio en su

Iris Odio, “Cassia Grandis en Puntarenas, 2011.


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subida al Norte de Cartago, a apreciar los árboles de altura de San Juan de Chicuá y adentrarnos a las montañas, pero sin olvidarnos de los atardeceres pamperos cuando el sabanero canta:

Luego viene la tarde divina y el contorno se mira sangrar; hay marimbas que truenan lejanas y la pampa se vuelve inmortal.

Iris Odio, “Roble sabana en Santa Ana”, 2011.


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Captar fotografías en ocasiones nos lleva a andar, pero en otras, es suficiente con abrir la ventana y mirar el entorno desde la habitación; sin embargo no todo es inmediato, se requiere esperar el momento justo, como en el caso de la arquitecta y fotógrafa Sylvia Fournier, quien paciente esperó la llegada del verano, cuando florean los corteces

Sylvia Fournier:Color en el

entorno

Foto

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Fotografía de Sylvia Fournier, 2011.


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amarillos y los malinches en Villa Colón, cuya floración, tan solo en tres días, tal y como apareció, desaparece, dejando la memoria henchida del gozo y gratitud al Creador por darnos tanto prodigio.



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Captó el dúo cromático del cortez y el malinche floreados. En otras imágenes las florecillas al caer dejan una alfombra amarilla que deleita a sus niños. La finca posee una muralla casi impenetrable de enorme biodiversidad: árboles como el poró gigante, el cortez amarillo, el surá, entre otros, y en el fondo yergue un centenario guanacaste, impresionante, por su ramaje y envergadura de copa que arroja cientos de “chorejas” (frutos del árbol de guanacaste) y ese frescor que aliviana la sensación candente del verano en esa parte occidental del Valle Central.

Fotografía de Sylvia Fournier.


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Esta artista registra fotografías con una memoria de lo que significó la subida al Cerro Chirripó, Parque Nacional Chirripó, Cordillera de Talamanca (a su vez parte del Parque Internacional La Amistad), a unos 20 Km al noreste de la ciudad de San Isidro de El General.

Jenny Arroyo:

Montañas y crestones

Foto

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Jenny Arroyo, ascenso al Cerro Chirripó. 2011.


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El recorrido comienza en el Valle del General para ir ascendiendo las montañas y llegar a la cumbre. Los caracteres de los árboles observados en estas fotografías lo demuestran: miramos primero el bosque secundario o reforestado, luego el bosque primario con sus copas crespas muy elevadas con troncos recubiertos de verdes musgos, y, al culminar, ver las cumbres con el páramo, donde despuntan pétreos crestones que se muestran desnudos frente a los vientos, y soportan los refrigerantes aires de los 3820 metros de altura.

Jenny Arroyo, Fotografías de su ascenso al Cerro Chirripó. 2011.


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Tremenda subida por angostos trechos, entre arbustos húmedos, con manos congeladas y pies cansados pero con un espíritu valiente que empuja a subir y a subir sin mirar atrás.


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Arriba, entre rocas y lagunas, el páramo resistente al frío, los musgos, los líquenes agarrados a las rocas y un aire liviano, que permite ver sobre las nubes la lejanía terrestre, la inmensidad que nos donó Dios para que nos sorprendamos con su inmanente creación.


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Jenny Arroyo, Fotografías de su ascenso al Cerro Chirripó. 2011.


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Por Nelson Moya Moya / Periodista Como dejar pasar desapercibido el espectáculo que nos brinda la Madre Naturaleza, obviamente intervenida por la mano de Dios, con respecto a las pinceladas que le da a los árboles de sotacaballo (Zygia Longifolia) en determinada época del año.

Pinceladas de la naturaleza,

una nuevavestimenta

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Nelson Moya,fotografías del árbol de sotacaballo. 2011.


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La apreciación se logra al observar cómo se conjugan en el follaje del árbol, las hojas nuevas de color escarlata con hojas maduras del color del jade, lo cual permite visualizar un espectáculo de color y textura, gracias también, al brillo que emiten las hojas. Y es que en realidad pareciera que han sido pintadas solo por el simple hecho antojadizo del Ser Supremo, para darle una nueva vestimenta como para ir a una fiesta de gala, en el cual, por supuesto, sólo ha sido invitado, en esta ocasión, la especie que se menciona. Este árbol nativo de todas las regiones del país desde el nivel del mar hasta los 1200 metros de elevación, es ripario, lo cual significa que a través de millones


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Nelson Moya, fotografías del árbol de sotacaballo. 2011.


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de años de evolución, se ha adaptado a sobrevivir justo en las orillas de las quebradas y de los ríos más caudalosos de las llanuras. Esto es posible gracias a un extraordinario sistema de raíces que permiten al árbol aferrarse a las orillas de los ríos y resistir las más violentas correntadas de agua, ya que cuenta con una amplia base y una masa densa y apretada de raíces fuertes como cables de acero, que se extienden hasta el borde del agua del río. En otros países, invierten en cubrir la orilla de los ríos con


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pesados “tapetes” de material sintético para protegerlas de la erosión durante las inundaciones, pero en Costa Rica, la labor la realizan gratuita y naturalmente los nobles árboles de sotacaballo.



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Aparte de esta extraordinaria cualidad ambiental, el sotacaballo produce una vez al año una abundante cosecha de legumbres y semillas que sirven de alimento a muchas especies de reptiles y peces que viven en o cerca de los ríos.



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Información recopilada de la revista digital Mundo Forestal.



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Quizás, el artista Luis Monge -arquitecto y fotógrafo-, se levanta al rayar la claridad que precede a la salida del sol, y encuentra a los árboles aún envueltos en ese denso blancor de las montañas de Monteverde. Carga su cámara y, como el astro del nuevo día, va rastreando los parajes

Luis Monge:

árboles del crepúsculo

Foto

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73Luis Monge, árboles del bosque nuboso. 2011.


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que a plena luz o de noche no se verían igual: el abrir, el inicio, el umbral antes de disipar el signo del cotidiano. En algunas, el árbol y el cerro apenas son distinguibles entre la espesa capa brumosa, en otras se encienden los

Luis Monge, bosque nuboso. 2011.


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Luis Monge, fotografías del bosque nuboso de Monteverde. 2011.


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perfiles desdibujados por el vacío, cuando el vacío lo es todo, conquista la perfecta armonía. Algunas fotografías fueron sometidas a la “posterización”, que las sintetiza en tres grises activadores de una trama o encaje terso, por ello sensible a los sentidos, y en cuya imagen quisiéramos quizás volar, como ave mañanera que anuncia la jornada. Luis etiquetó en nuestra página de Facebook estas fotografías acompañadas por un hermoso poema de Mario Benedetti:

“no existe un puente para cruzar el cielo

pero aunque consiguieras llegar a la otra orilla

a fuerza de memoria y pronósticos

y comprobarás que no es tan difícil

siempre te faltaría el pino del crepusculo

eso es porque se trata de un cielo que no es tuyo

aunque sea impetuoso y desgarrado

en cambio cuando llegue al que te pertenece

no lo querrás lavar ni tocar ni cruzar

pero estarán el pájaro y la nube y el pino.


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Jamás hubiera imaginado que para el diseño de personajes de películas de ficción, o de animación, pudiera encontrarlos en el entorno de la misma naturaleza. Dice Luis Mauricio Pineda que la serie “Espíritus del bosque” fueron tomadas por él en los bosques inundados cerca de la comunidad indígena de

Luis MauricioPineda:

“Espíritus delBosque”.

Foto

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Luis Mauricio Pineda. “Espíritus del bosque”.


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Moruca, en Guyana, durante una de sus experiencias como Ingeniero Forestal asesorando a una empresa maderera para que incorporara buenas prácticas de manejo forestal en sus operaciones, implementar procedimientos en línea, con estándares internacionales del FSC (Forest Stewarship Council), basados en la sostenibilidad económica, técnica y social. Con detalle, él mismo nos relata: “Mis incursiones a los bosques partían de Georgetown hacia el puerto de Parika, allí debía cruzar



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el río Essequivo (uno de los más anchos de Sur América), luego de un recorrido en carro se llega al poblado de Charity, para abordar otro bote por un trayecto de aproximadamente 5 horas saliendo al mar Atlántico; de ahí entrar a otros ríos que sumergen entre distintos tipos de vegetación como manglares, sabanas inundadas, bosques inundados, y bosques húmedos tropicales que son atravesados por el río Barama, hasta llegar a lo interno de las selvas”.



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Las fotografías afectan nuestra carga de lectura emocional en las cuales miramos perplejidad y asombro, como si fueran espejos, pues esa es nuestra propia expresión al observar a esos espíritus que pueblan el humedal. Estos fenómenos se le llama “pareidolia”, cuando encontramos caras en los jaspes de las maderas, en los nubarrones, en los objetos e incluso, como en este caso, en las raíces de los árboles que se engullen bajo las aguas cenegosas de las selvas tropicales.



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Porque me encanta la música del Sur, el tango, en especial el electrónico, cuando escuché por primera vez la interpretación de “Naranjo en flor” por Bajofondo Tango Club, me prendí de aquella imagen musical del árbol florecido como “promesas vanas de un amor, que se escaparon con el viento”.

Fotografías del Naranjo en Flor de

Víctor Gibelo Bravo

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Víctor Gibelo Bravo. “Flor del naranjo”.


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Encontré luego la también significativa creación de Virgilio y Homero Expósito interpretada por Roberto Goyeneche, que me condujo de nuevo a sentir aquel espíritu nostálgico del tango, y del partir del tiempo cargado de quimeras, desvelos, ansiedades cundidos en los perfumes del azahar. Desde que fue creada esta publicación, pensé que en una de nuestras páginas merecía estar la letra de este tango con fotografías de un árbol de naranjo floreado; sin embargo, no encontré la fotografía apropiada, por lo que en un post de FB solicité a nuestros amigos capturar un árbol de naranjo florecido y, apareció la promesa de Víctor Gibelo Bravo quien muy amablemente esperó


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Víctor Gibelo Bravo. Árboles de naranjo en la ciudad de Sevilla, España.


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ver los naranjos de su ciudad florecer. Hace unos días aparecieron estas ansiadas fotografías del naranjo en flor, que –como la pasión con que se canta el tango-, creció en una esquina no de Buenos Aires, sino en la señoril ciudad española de Sevilla, donde tanto representa los naranjos florecidos, cuyos perfumes acompañan las celebraciones de primavera conocidas como “Fiestas de los Azahares”.


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Naranjo en flor

Era más blanda que el agua,que el agua blanda,era más fresca que el río,naranjo en flor.Y en esa calle de estío,calle perdida,dejó un pedazo de viday se marchó...

Primero hay que saber sufrir,después amar, después partiry al fin andar sin pensamiento...Perfume de naranjo en flor,promesas vanas de un amor

que se escaparon con el viento.Después...¿qué importa el después?Toda mi vida es el ayerque me detiene en el pasado,eterna y vieja juventudque me ha dejado acobardadocomo un pájaro sin luz.

¿Qué le habrán hecho mis manos?¿Qué le habrán hechopara dejarme en el pechotanto dolor?Dolor de vieja arboleda,canción de esquinacon un pedazo de vida,naranjo en flor..

Víctor Gibelo Bravo. Árboles de naranjo en flor, conocidas como azahares.


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Don Minor Cordero envía dos fotografías, la primera es una palmera, que según los conocedores, tiene aproximadamente 130 años, fue traida por los primeros pobladores de la comunidad de Muelle de Florencia en San Carlos, una familia de cubanos de apellido Chiroldes; se dice que de esta variedad solo existen dos plantas, una en su propiedad y otra en su vecino el Hotel Tilajari. La segunda fotografía es un árbol de malinche en floración.

Para Contemplar

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Minor Cordero, fotografía de una palma en Muelle de Florencia.


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Minor Cordero, fotografía de un malinche, en su finca en Muelle de Florencia. Cantón de San Carlos.


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Amanda Pacheco etiqueta en nuestra página de Facebook dos fotografías alegres y vistosas, se trata de la copa de un añoso árbol captada desde abajo. En la otra observa varios troncos donde colgaron tiras de color, quizás para realizar alguna fiesta.

Fotografías de Amanda Pacheco.


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