Mutaciones en Arte y Literatura

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    JOS LUIS MOLINUEVO

    MUTACIONES EN ARTE

    Y

    LITERATURA

    Del creador al trabajador

    ARCHIPILAGOS 5

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    Jos Luis Molinuevo

    Salamanca, 2013

    Archipilagos, 5

    Distribuido bajo licenciaCreative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 UnportedUsted es libre de copiar, distribuir y comunicar pblicamente la obra bajo las condicionessiguientes:Reconocimiento: Debe reconocer los crditos de la obra de la manera especificada por el autoro licenciador (pero no de manera que sugiera que tiene su apoyo o apoyan el uso que hace de suobra).

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    Lo que muestran estas mutaciones es que en la industria cultural de ayer y de hoy las

    prcticas nuevas en la forma se abren paso con teoras viejas en el fondo. Es la

    condicin ineludible de su triunfo meditico. Significa el fin del romanticismo del

    creador y la llegada de la modernidad del trabajador. Un artista moderno no triunfa si no

    se presenta como barroco. La modelo mira y se limita a decir: eres pattico. Comienzauna nueva vida como hombre pstumo, sobrevivindose a s mismo, repitindose,

    poniendo la firma. Un acto de suprema generosidad.

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    LA PATRIA DE LOS CUADROS

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    Hace un momento hablbamos de la fatalidad que nos parece triste, pero

    no existe otra, la fatalidad encantadora? (Carta de Vincent Van Gogh a

    Villemien Van Gogh, 26/08/1888). 1

    Las afinidades electivas entre Arte y Literatura.

    En su Manual de pintura y caligrafa dice Saramago: reparando bien en estas

    sutilezas (existen realmente o slo en mi cabeza?) vengo a descubrir que las

    diferencias no son muchas entre palabras que a veces son colores, y los colores que no

    consiguen resistir al deseo de querer ser palabras. Van Gogh est describiendo a su

    hermana Willemien un cuadro en que aparecen ella y su madre: No s si comprenders

    que solo se puede decir poesa disponiendo bien los colores, al igual que decir cosas

    consoladoras en msica (Carta a Villemien Van Gogh, 12/11/1888). En otro momento,

    mezclando los colores de los impresionistas con la textura caligrfica japonesa, escribe

    a Emile Bernard el 29/07/1888 que su ideal sera que la pintura fluyera en l como la

    escritura: esto me interesa infinitamentepero una cosa completa, una perfeccin

    nos hace el infinito tangible, y gozar de semejante cosa es como el coito, el momento

    del infinito. Y, sin embargo, le puntualiza en otra carta: tomemos a Baudelaire como

    lo que es, un poeta moderno, como tambin lo es Musset, pero que nos dejen en paz

    cuando hablamos de pintura (30/07/1888). Ms todava, se enoja mucho con su

    admirado Zola en literatura, pero que a su juicio sobrevalora a Manet en pintura.

    Toda esta serie de citas ayudan a situar las cartas de Van Gogh dentro del mbito

    ms general del arte y la literatura y el ms concreto de su vida y su obra. Pero deberanser ledas con cuidado, ya que los vuelven problemticos y ponen en cuestin los

    tpicos adheridos a ellos. Como resultado la imagen de Van Gogh cambia, se hace ms

    compleja, llena de constrastes. Es lo que vamos a intentar mostrar en este ensayo y,

    principalmente, a travs de la obra seleccionada. No sera difcil partiendo de ellas

    interpretar su arte en la estela del ut pictura poesis, e incluso dar un paso ms viendo

    en Van Gogh al sinestsico en el que revive el viejo sueo romntico de la obra de arte

    1 Agradezco a la editorial Treviana el permiso para reproducir una versin anterior de este trabajo sobreVan Gogh all publicada.

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    total. De hecho pone en relacin su obra con la msica de Wagner. No faltan razones

    para ello.solo que las cartas acaban diciendo lo contrario. Toda la tesis de la novela

    de Goethe se resume en el proceso qumico que da ttulo a la misma: las afinidades

    electivas son las que producen las mayores separaciones. Toma de Zola su definicin de

    arte: una obra de arte es un rincn de la creacin visto a travs de un temperamento

    (21/04/1885). Pero le reprocha el no haber visto que es Millet y no Manet quien abre la

    pintura moderna. Y, en cuanto a Baudelaire, el tema es ms grave ya que estima que es

    precisamente l, Vincent Van Gogh, y no el sr G. de su ensayo, el verdadero pintor de

    la vida moderna. Se enfrentan as dos conceptos de arte y de modernidad en los inicios

    mismos de la modernidad esttica.

    Este encuentro y desencuentro entre arte y literatura no es casual y debe hacernos

    reflexionar. Especialmente desde que a finales del siglo pasado esas relaciones han

    ElSembradorde Millet hasido copiadoen variasocasiones porVan Gogh.Una figuramodernacuyaejecucin le

    atrae y leangustia a lavez

    Para m, no es Manet, esMillet el pintoresencialmente moderno,gracias a quien el horizontese ha abierto para muchos(Van Gogh)

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    acabado en conflicto, en particular desde la perspectiva del arte. Desde entonces, y para

    decirlo brevemente, hay una queja casi unnime de la literaturizacin del arte. Esto se

    habra agravado especialmente con el arte contemporneo, arte que pocos entienden, y

    necesita de mediadores. Una mediacin no exenta de conflictos debido al inevitable

    papel del arte como elemento clave de la industria cultural y tambin institucional. El

    arte necesita llegar al pblico, pero la falta de un pensamiento en imgenes hace que esa

    mediacin sea generalmente de naturaleza textual. Es frecuente en los catlogos de

    exposiciones y monografas sobre artistas encontrar textos con pretensiones literarias

    que no informan tanto sobre la obra del artista como del cmulo de emociones,

    ocurrencias, ms a menudo perifricas citas a pie de pgina, que le provoca al escritor

    de ocasin. A este fenmeno se le conoce como la estetizacin del arte, y consiste en

    disolver el arte en experiencias estticas de variado signo y dudoso gusto. Como en la

    novela de Goethe la estetizacin es el elemento disolvente de la unin bien avenida

    entre arte y literatura.

    A esta disolucin de la obra de arte en experiencias estticas se une otra queja. Y

    es que, al parecer, no solo la obra queda desatendida sino que la reflexin se separa de

    la creacin. En este sentido los artistas sealan con acritud que no se les tiene en cuenta

    y no se escucha su voz. Ciertamente, estamos ya lejos de aquel estereotipo de artista,

    falsamente romntico, que no sabe lo que hace aunque lo haga bien, el genio creador

    inconsciente, al que explican otros su obra. Hoy da creacin y reflexin van unidas en

    el arte. Mxime como cuando, y este es el caso, tenemos no solo la obra de un artista,

    Van Gogh, sino tambin instrumentos de primera mano como es su correspondencia, a

    travs de los cuales se puede ir documentando el proceso de la misma, ver, retomando

    las palabras de Saramago, esos momentos en que las palabras han mutado en colores y

    viceversa, amplindose a sonidos, dando lugar a la autntica experiencia poliesttica del

    arte, que se beneficie de la aportacin literaria, evitando caer en sus extremosestetizantes. Se trata de que hable el artista pero no solo como este caso a travs de sus

    cartas sino, fundamentalmente, de la obra. En la ltima carta no enviada a su hermano

    Theo vuelve sobre el tema de la venta de arte, en otras ocasiones sobre los crticos, para

    concluir que a los artistas solo les queda hacer que hablen sus obras. Pero, habra que

    aadir, si es posible la totalidad, o al menos una buena muestra, de la obra.

    Esto nos lleva al ltimo punto, y es el lugar que ocupan las cartas para entender su

    vida y obra. Es decisivo pero, en qu sentido?. En susPapeles sobre VelzquezOrtegay Gasset sent las bases de una nueva hermenutica aplicada a la pintura diciendo que

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    solo se puede comprender la obra de un artista si se es capaz de situar las pinceladas de

    la misma en el momento vital en el que surgieron. No parece difcil en el caso de Van

    Gogh, pues las cartas mostraran que en pocos artistas parece estar tan ligadas vida y

    obra. No en vano le escribe a su amigo Anthon van Rappard: lo que uno es como ser

    humano afecta a lo que es como pintor (15/07/1885). Cierto. Pero solo en la

    hermenutica acadmica, no en las cartas, se advierte, ms all de la evidente relacin,

    una unidad entre vida y obra. A travs de ellas se constata, ms bien, que en pocos

    momentos lleva la vida que quiere y, en consecuencia, hace la obra que puede. De

    hecho, se pasa toda su vida queriendo ser otra cosa que la que realmente es. Al final cae

    rendido: nunca har lo que hubiera querido, podido y tenido que hacer.

    Por lo tanto, la obra no se entiende solo desde

    las presencias sino especialmente en las ausencias.

    Amante de la familia, y de los nios en particular,

    rompe con la suya, siendo lo ms parecido a ella la

    que lleva durante un tiempo con una prostituta;

    deseoso de ser un predicador modelo, es rechazado y

    solo le queda el desolado Borinage; prepara con mimo

    la casa de artistas, la casa amarilla y lo que obtiene

    es una automutilacin. Esta no es solo una ancdota

    magnificada, ha sido la constante de su vida. La obra es una automutilacin de la vida

    (entendida como gesto desesperado no como sacrificio) y solo al final, haciendo

    balance, decide resignarse al presente (acepta asumir su condicin de loco) y desconfa

    del xito futuro, en crtica y ventas, pues significar para l que est muerto, fsicamente

    y tambin para la obra que querra hacer. Todo ello sin dejar de fantasear en una posible

    mejora de la salud que le permita alistarse a la Legin.

    El resultado de esta relacin que no unidad- entre vida y obra es la paradoja deque Van Gogh tuvo una trayectoria vital trgica, de rupturas, pero su obra artstica es

    eclctica, con una voluntad integradora. Sucumbir a la tentacin de destacar un Van

    Gogh esencial y representativo es al precio de una traicin al conjunto de la misma:

    son cientos los Van Gogh que entonces no pareceran suyos. Este eclecticismo no se

    refiere solo a las influencias externas, sino al reciclado de la propia obra, que vuelve

    sobre s misma, especialmente al final de su vida, por lo que quiz fuera ms acertada la

    imagen de la oscilacin del pndulo para entender su conjunto o, si se prefiere, la delfaro intermitente, que gustar emplear en atribucin errnea a Vctor Hugo.

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    Rilke, el poeta, le afe que escribiera sobre su obra en las cartas. No le entendi.

    En ellas, y es el sentido de la cita inicial de este pargrafo, Van Gogh no escribe sobre

    lo que hace, hermenutica, sino que hace lo que escribe, crea. Arte y literatura estn

    fundidos. Pero s acert Rilke en el modo de acercarse a su obra y a la de Czanne. Se

    resume en una palabra, a la vez mtodo y contenido de la obra: trabajo. Lo que se llama

    crtica en arte debera ser no un trabajosobre, sino un trabajo en paralelo, desde. As se

    comprendera mejor el trabajo de un nufrago de la vida en la obra.

    El cuaderno de bitcora de un nufrago

    En torno a 1818 Gricault con La balsa de la Medusa expresa pictricamente lo

    que es ya una creencia del siglo en la crisis del idealismo: que no solo hay naufragios en

    la vida, como describiera Lucrecio en su De rerum natura, sino que la vida misma es

    una naufragio. Y el arte, la pintura, es la balsa en la que mantenerse a flote en medio del

    mar del dolor y sufrimiento como nunca haba visto Europa, desde las guerras

    napolenicas a las revoluciones de 1848. Van Gogh, nos dice, se siente un hombre de

    1848, ms que de 1884, cuando escribe esas lneas el 30/09/1884. Es, puntualiza, el

    hombre de una cifra invertida (48

    versus 84).

    El 09/02/1886 constata que

    estamos en el ltimo cuarto de

    un siglo que terminar en una

    revolucin colosal [] vivimos

    en plena angustia, pero las

    generaciones futuras podrn

    respirar ms libremente. Sloqueda el trabajo: me imagino

    que si uno se queda solo viene la

    neurastenia, porque los tiempos son poco divertidos, a menos que se encuentre la

    felicidad en el trabajo. Merece la pena detenerse en estos dos aspectos: crisis y salida a

    travs del trabajo.

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    En la carta de 29/01/1886 se aprecia la conciencia de la aguda crisis econmicapor la que est pasando desde hace tiempo Europa, y que ha llevado a una emigracin

    masiva del campo a la ciudad. El mundo que ha pintado Van Gogh los aos anteriores a

    esa fecha no es un mundo idlico, sino amenazado, de campesinos pobres y sufrientes,

    sembrando y cosechando de la tierra unas humildes patatas; de mineros en jornadas

    embrutecedoras de trabajo en las profundidades, de sus mujeres encorvadas bajo el peso

    de los sacos de carbn; de tejedores autmatas que dejan sus manos cuarteadas en los

    telares; de crisis en el campo, con tremendas hambrunas, a lo que se une un paisaje yatransformado por la industrializacin.

    Cuando nos presenta despus, en el ao 1888,

    los trigales que rodean a Arls no puede evitar el

    humo de la alta chimenea que se avizora en el remoto

    horizonte, o sus estilizadas figuras que escoltan la

    alameda de Les Alyscamps.

    La presencia de este contexto socioeconmico

    es un elemento que diferencia claramente, a pesar de

    La siembra de la patata, 1884.El humilde tubrculo tiene una presencia decisiva en la obra de la primera poca

    de Van Gogh: es el sustento principal del campesino y el objeto de sus trabajos.No lo embellece idealmente sino que lo presenta tal como es, recin salido de latierra, apenas sin limpiar, rebosando los viejos cestos, en la belleza amable de sufealdad, para nutrir o dar una nueva vida. Los campesinos en sus laboresaparecen encorvados, casi sin rostro, consumidos en el esfuerzo para obtener unamagra cosecha. Contrasta la figura iluminada y cuidada del buey con las msoscuras y primitivas de los campesinos.La patata es la protagonista en la obra del Norte, como los vergeles y los trigaleslo sern del Sur.

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    las influencias indudables, a sus cuadros de campesinos de los ms espiritualizados de

    Millet. Y lo que imposibilita tambin el reducirlos a una interpretacin romntica del

    campo propia de los artistas ciudadanos visitantes del mismo en vacaciones o fines de

    semana. La idealizacin romntica de la naturaleza es un producto ciudadano, no del

    campo mismo. Y as sera inconcebible la trajeada figura de espaldas del Caminante en

    un mar de nubes de Friedrich en un cuadro de Van Gogh. En su obra no hay

    espectadores sino solo actores. l mismo he sealado repetidamente en sus cartas lo que

    echa de menos en ese tipo de cuadros que representan campesinos: no estn trabajando.

    El otro elemento de la carta

    que estamos comentando es la

    salida a la crisis en el trabajo,

    pero no en soledad. Este punto es

    de gran importancia para

    comprender la obra en la

    circunstancia personal: Van

    Gogh casi siempre se sinti solo,

    pero lament estarlo. Llega a

    decir que estar solo en el campo

    embrutece. La automutilacin despus de la fallida convivencia con Gauguin puede

    entenderse mejor a la luz de las grandes expectativas depositadas en ella. Durante

    numerosas cartas Gauguin es lisa y llanamente el deseado.

    Con gran esfuerzo haba rehabilitado la casa amarilla para convertirla en una

    casa de artistas al estilo de la hermandad prerrafaelita. No concibe su trabajo como algo

    aislado sino colectivo, transitorio, pues no cree que deje una gran huella, pero transitivo,

    para que lo acaben y se beneficien de ello las generaciones venideras. Van Gogh se vio

    siempre, no como protagonista, sino intermediario, entre l y el pueblo, y para otrosartistas del presente y del porvenir. Hombre errante con la nostalgia de una casa, tuvo lo

    ms parecido a un hogar durante su tormentosa estancia con la prostituta Sien, y solo le

    qued, all donde estuviera, lo que alguna vez llam metafricamente la patria de los

    cuadros.

    Por todo ello, para la vida y la obra es de la mxima importancia la figura del

    nico amigo que tuvo en el pleno sentido de la palabra. Como seala en la

    correspondencia solo ha tenido un amigo verdadero y duradero, su hermano Theo: teres para mi siempre Theo, le dice, y yo ya no soy un Van Gogh, a raz de las

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    desavenencias familiares. Las 651 cartas que le enva (ms otras 7 a l y a su esposa),

    desde 1872 hasta su muerte en 1890, dan cuenta de una relacin entraable aunque no

    exenta de complicaciones. Durante interminables misivas le sirve como pblico cautivo

    de sus enloquecidos sermones bblicos, llenos de admoniciones y amonestaciones. Pero

    tambin es el confidente de sus primeros y titubeantes dibujos entretejidos en los textos.

    l le empuja a dedicarse al arte en el decisivo verano de 1880. Vincent acusa recibo de

    los billetes de banco que recibe en las cartas, necesitando siempre ms, pues es un

    psimo administrador que da cuenta minuciosa de sus gastos, sin saber casi nunca

    organizarse. No es aventurado suponer que en el suicidio de Van Gogh tuvo mucho que

    ver, ms que explicaciones trascendentales, el incipiente desplome fsico, psquico,

    familiar, profesional y financiero del hermano que dejan entrever las ltimas cartas.

    Vincent agradece el apoyo, pero no quiere caridad:

    ofrece su obra a cambio de ayuda, como otros artistas,.

    Sin embargo, las crticas le escuecen, no se siente

    apreciado. Ms an, le dice a Theo: no has vendido

    nada mo, de hecho ni siquiera lo has intentado

    (21/03/1884). En el episodio de Sien, que provoca el

    rechazo de toda la familia, la postura de Van Gogh no

    puede ser ms trgica: reconoce a Theo que sin su ayuda

    no puede vivir, pero que tampoco puede hacerlo con

    condiciones, al fin y al cabo es su obra, no su vida

    privada, la que le entrega a cambio de los 150 francos mensuales. Demasiado orgulloso

    para aceptar dinero, pero tambin demasiado necesitado para rechazarlo le dice,

    literalmente, que pone el cuello para ser cortado si as lo decide, pero que no puede ser

    ni obrar de otra forma. Para l, la autntica miseria del futuro que sufre todo

    verdadero artista consiste en tener que estar pidiendo siempre algo a un mundo que sedesprecia.

    En el otro extremo del pndulo, Vincent le da consejos (que ha ledo en Michelet)

    a su hermano cuatro aos menor sobre las mujeres; le pide, casi exige, que abandone la

    profesin de marchante de arte, por la que no siente gran estima, y siga su vocacin

    como pintor, siendo una magnfica ocasin para trabajar juntos. Ve en l oculto un

    esplndido paisajista. Ms adelante contemplar una posible redencin a su actividad

    fenicia, recomendndole que sea el Mouret de los marchantes de arte como el personajede Zola enAu bonheur des dames. Y no duda en ponerle como cabeza administrativa de

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    la Brotherhood de los impresionistas en Arls, que aspira a fundar al estilo de la

    hermandad de los prerrafaelitas. Aunque, habida cuenta de lo efmero de tal hermandad,

    sera ms acertado para los propsitos de Vag Gogh verle en el papel de William Morris

    y su exitoso socialismo del arte como continuacin de los efmeros ideales de la

    hermandad.

    Por todo esto, por ser el ms socorrido asidero vital, quiz no sea aventurado ver

    la correspondencia con su hermano como el cuaderno de bitcora del naufragio de Van

    Gogh en la pintura. A veces menciona en l que quiere ser un perro. Y la mente no

    puede evitar la referencia a la pintura negra de un pintor al que admiraba mucho, Goya,

    a su obraPerro semihundido.

    No est pintado tambin con el color de la tierra en que est parcialmente

    hundido o sobresale su magnfico Campesino cavando, de 1882?. A travs de sus cartas,

    de su paleta de colores, con clara predileccin inicial por el oscuro, los estados de nimo

    de Vincent se entremezclan, no sabiendo si se hunde o est saliendo a flote en la obra.

    Hay un momento en que ya no puede ms: Si yo pensara, si yo reflexionara en las

    posibilidades desastrosas, no podra hacer nada; me arrojo con la cabeza perdida en el

    trabajo, resurjo con mis estudios; si en el interior la tempestad retumba demasiado

    fuerte, me bebo un vaso de ms para aturdirme (22/07/1888). Porque mantenerse a

    flote es una gran y bella cosa pero es muy difcil y requiere mucho cuidado

    (13/01/1883).

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    Esta actividad cultural natatoria de intentar mantenerse a flote a travs de la

    pintura es lo que hace refractaria la obra de Van Gogh a los tpicos y simplificaciones:

    no es nihilista ni pesimista, siendo habituales los episodios de exaltacin y esperanza,

    (marcho como una locomotora de pintar) incluso de un cierto hedonismo ingenuo;

    tampoco es espiritualista, sino que mezcla el materialismo ms extremo (es el caso de la

    obra Dos Cestos de patatas) con la transfiguracin sentimental de la realidad. Todas

    estas contradicciones estn en la vida y obra de Van Gogh y, lejos de intentar anularlas,

    lo que busca es un equilibrio precario entre las mismas. No encontramos una sntesis

    entre ellas sino momentos oscilatorios diferentes. Millet s es el pintor de la sntesis

    ideal entre hombre y naturaleza, Van Gogh no. De esas oscilaciones dan cuenta los

    textos de las cartas, los dos grandes motivos de los retratos y los paisajes, los cambios

    del dibujo a la pintura al leo, y dentro de ella, sobre todo, del color. El color es la retina

    de las cosas en el cerebro. Y por ello, la obra de Van Gogh, especialmente la ltima, es

    un ejemplo de manual en los trabajos de Neuroesttica actuales. Pero, si bien es cierto

    que es un tardo pintor, su obra no puede quedar reducida tampoco a la obra tarda.

    Los momentos de ruptura en ese equilibro siempre buscado y raramente

    conseguido, ms que una explicacin trascendental, tienen la mayor parte de las veces

    otra fisiolgica, sumamente prosaica. Van Gogh alude repetidas veces a ella desde fecha

    temprana y la ha simplificado en una antinomia: o comida u obra (14/03/1883).

    Pendiente de la llegada de los 100 primero, luego 150 francos de Theo, como

    asignacin mensual, se queda con mucha frecuencia a primeros de mes sin blanca,

    siendo angustiosas sus demandas de dinero adicional, en perodos de obligado ayuno,

    con el nico alimento del caf y el alcohol, a crdito. A ese desarreglo alimentario le

    atribuye buena parte de la causa de sus crisis y de su derrumbe final. Cabe fantasear, l

    mismo lo hace, siguiendo la lgica de Por un bistec (Jack London), del boxeador que

    con ese modesto suplemento poda haber ganado el combate decisivo, sobre cmohubiera sido la vida y, especialmente, la obra de Van Gogh de haber tenido esa vida

    regular que tanto anhelaba de, simplemente, haberse alimentado bien. Porque, no nos

    engaemos, si algo muestran las cartas no es al hombre con vocacin de bohemio, que

    detesta, sino a alguien que, como el Wertherde Goethe, quiere dar salida a una gran

    pasin llevando una vida familiar normal, corriente, en compaa de su amada, de sus

    amigos pintores, posibilidad negada, en no pequea medida, por su propia obstinacin,

    hasta que le es imposible seguir viviendo ms.

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    Desde esta perspectiva, qu nos aporta la correspondencia para la comprensin

    de su obra? Ante todo, da cuenta de esa oscilacin entre esperanza y simple necesidad

    vital (pero la esperanza, el deseo de triunfar est quebrantado y trabajo por

    necesidad, por no sufrir tanto moralmente, para distraerme) en que transcurre el trabajo

    de una vida. Llegando a un situacin lmite: Yo siento, hasta el extremo de quedar

    moralmente aplastado, y fsicamente aniquilado, la necesidad de producir

    (25/10/1888). Lo que aporta, en definitiva, es una imagen polidrica, ms compleja, de

    Van Gogh, acostumbrados como estamos a reducir el conjunto de una trayectoria a una

    serie limitada de obras, a ser posible de una determinada poca. Es decir: entre el tpico

    del Van Gogh mrtir de la pintura en su primera poca y el neurtico perdido de la

    ltima, la correspondencia revela muchas zonas intermedias que iluminan su obra.

    Aspecto este esencial ya que se trata de una obra de trnsito.

    La correspondencia de Van Gogh tiene un aspecto que la hace decididamente

    singular: a menudo es un texto pictrico. No es que sirva para entender la obra, es que la

    tiene incrustada. Los esbozos en ella incluidos no solo sitan vitalmente la obra sino que

    forman parte de ella, pudindose establecer una continuidad absolutamente original

    entre pintura y caligrafa. El cuaderno de bitcora del nufrago del que venimos

    hablando es un cuaderno de artista, pudindole situar en la tradicin enriquecida de los

    mismos. Efectivamente, y a diferencia de otros epistolarios, como los de Czanne,

    estamos en muchos casos ante verdaderas obras literarias, ilustradas con dibujos,

    esbozos, con referencias y descripciones de cuadros, que conforman un verdadero texto

    pictrico.

    Ya no es solo la descripcin de su

    obra sino los motivos de la

    misma, atesorados en esos paseos

    de 6 horas en los que guarda en laretina las imgenes de los

    campesinos, carboneros, mineros,

    tejedores,

    sembradores.trabajando; junta

    nidos de pjaros y se asoma a los

    nidos de los hombres, a las

    cabaas, en las que descubre los maravillosos contraluces de los campesinos comiendopatatas al final de la jornada, ya sea iluminados por la luz parpadeante que cuelga del

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    techo o la incierta que penetra por la ventanita. Van Gogh pinta como escribe y escribe

    como pinta: en directo. Cuenta lo que ve, pinta lo que siente y eso es lo que pasa

    primero a sus dibujos y luego a los cuadros. Y es este carcter directo de las cartas y de

    su obra lo que precisamente le lleva a chocar con sus contemporneos y,

    paradjicamente, le acerca al presente.

    En cuanto texto pictrico sus cartas no solo tienen un valor interno, respecto al

    devenir de la obra, sino tambin respecto a sus fuentes literarias, decisivas para

    entenderla. En otra dirigida a su amigo y artista van Rappard (21/05/1883) Van Gogh

    afirma que no est de acuerdo con quienes afirman que un pintor solo deba pintar sino

    que tambin debe leer buenos libros. Y menciona a autores que salen constantemente en

    sus escritos inspirando dibujos, litografas, pinturascomo Dickens, Balzac, Hugo y

    Zola, entre otros. Tambin monografas de artistas, como la imprescindible de Sensier

    sobre su adorado Millet. Los caracteres de los personajes que lee en sus obras guardan

    una estrecha relacin con las figuras de las que se ocupa. As en la carta 18/08/1888

    cuenta que est pintando un campesino y que puede parecer una caricatura, pero, qu

    nos importa! Nosotros hemos ledoLa Tierra y Germinal, y si pintamos un campesino

    nos gustara mostrar que esta lectura ha acabado un

    poco por encarnarse en nosotros.

    En general, se puede decir que hay dos temas

    comunes que se repiten constantemente en las

    fuentes literarias de su pintura: defensa de los

    oprimidos y apelacin a la solidaridad humana.

    Desde una actitud compartida, como es la de hacer

    figuras del pueblo para el pueblo (13-18/12/1882).

    Este aspecto es importante ya que Van Gogh

    subraya, primero el influjo, y luego el paralelo entreliteratos y pintores franceses. En ambos hay el

    imperativo de veracidad: Por el mismo motivo que cuando pinto aldeanas quiero que

    sean aldeanas, por la misma razn cuando son putas, quiero que tengan una expresin

    de putas

    En la decisiva carta del 28/12/1885 en que comenta el retrato de mujer con una

    cinta roja en el pelo resalta: adems he sentido hasta la mdula la infinita belleza de

    los anlisis femeninos de los grandes maestros de la literatura, Zola, Daudet, de

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    Goncourt, Balzac. No solo esto sino que piensa que al igual que los literatos franceses

    son los grandes maestros del momento as deben serlo los artistas.

    De esos literatos, y de su propia experiencia, Van Gogh ha recibido, adems, lo

    que constituye la columna vertebral de su vida y de su obra, los cursos gratuitos de la

    universidad de la miseria. Hace suyas tanto las declaraciones de Millet en el sentido de

    que hay que dejarse la piel en la obra, como las de Dickens en el prefacio aEl cuento de

    dos ciudades de acabar siendo posedo por ella. Y no pierde ocasin de citar (22/06/83)

    la sentencia Carlyle: el resultado de una idea no tiene que ser un sentimiento sino una

    accin. Van Gogh se ve en todo momento como un hombre de accin, que busca su

    camino a travs de la obra, experimentando sin cesar, y concibiendo en la fidelidad a

    ella su propia honestidad.

    La imagen paradjica de Van Gogh que trasmiten las cartas es la de un desvalido

    en el mundo que se ve como hombre de accin en la obra. Pero esto no debe llevar a

    conclusiones precipitadas: el arte no tiene en l un carcter compensatorio (de huida

    hacia el ideal como compensacin del dficit de lo real) sino que hay una continuidad

    entre su temprana vocacin como predicador y la de artista. No es para s mismo sino

    para los dems. En ese sentido le cuadra la sentencia de Walter Benjamin: solo por amor

    a los desesperados mantenemos la esperanza, aunque ya no sea para nosotros.

    Qu espera, en definitiva, Van Gogh en la correspondencia?: correspondencia. A

    veces la tuvo, otras no, y siempre est la nostalgia de la casa.

    Los cursos gratuitos de la universidad de la miseria: dolory tristeza.

    Dice en una carta a Theo 21/07/1882: Ya sea en las figuras o en los paisajes me

    gustara expresar, no algo sentimentalmente melanclico, sino un profundo dolor. Este

    tema, el dolor, el sufrimiento, es una constante que entreteje vida y obra convirtindolaen un tejido vital. A travs de las cartas esa obra se siente latir, el latido es el

    sentimiento, lo que funde la antigua triloga de autor, obra y espectador. Se suele cifrar

    en agosto del 1880 el momento en que Van Gogh decide abandonar sus intentos de ser

    un predicador para convertirse en pintor. Pero es difcil entender, no solo la decisin,

    sino la pintura misma, sin el proceso que ha llevado a ella. Porque, en el fondo, Van

    Gogh no ha dejado de ser un predicador durante toda su vida, ya sea por la palabra o la

    pintura.

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    Lo que le ha llevado a compartir no solo la doctrina sino la vida con los mineros

    del Borinage es la solidaridad con su sufrimiento. Y es su propsito de comprometerse

    hasta el ltimo extremo lo que admira pero tambin inquieta a sus superiores religiosos,

    apartndole finalmente de su misin. Porque no solo se limita a explicar la Biblia sino

    que ve el presente en trminos bblicos y viceversa: En el curso de una reunin, esta

    semana, he comentado el texto,Hechos, XVI, 9: . Y se me ha escuchado con atencin cuando he tratado de

    describir el aspecto de ese macedonio que tena sed de las consolaciones del Evangelio

    y del conocimiento del nico Dios verdadero. Cmo debemos representrnoslo?, como

    un obrero con facciones de dolor y de sufrimiento y de fatiga, sin ninguna apariencia de

    belleza, pero con un alma inmortal vida de alimento que no perece, especialmente la

    palabra de Dios (26/12/1878).

    Si el campesino es la figura moderna, como veremos, el obrero es la figura bblica

    por excelencia. Pero no es una figura, cabe precisar, del Antiguo sino del Nuevo

    Testamento. Y es esta pequea matizacin lo que separa definitivamente a Van Gogh,

    tanto de la Iglesia estatutaria como del arte romntico anterior al giro que experimenta a

    partir de 1818. Lo que quieren expresar los dibujos de esta poca es la experiencia

    profunda del sufrimiento, pero tambin el ansia de redencin. Van Gogh aspira a ser

    con la obra como esa pequea lmpara de minero, de claridad plida y descolorida

    que le gua y ayuda en su peligroso trabajo. Cuando aos ms tarde recuerde esta poca

    de misticismo obsesivo, guardar algo, lo mismo que cuando emprenda el ltimo viaje

    al Sur: la figura de Cristo. l es el salvador y redentor, primero, y luego el artista de

    artistas por excelencia mediante su obra de la redencin. Es decir, en ese perodo en que

    Van Gogh se refiere con frecuencia a laImitacin de Cristo, la tarea de ambos se funde:

    salvar. Es precisamente el deseo y la imposibilidad de la salvacin lo que acerca ysepara a Van Gogh de otra gran figura literaria, Bchner, que se aproxima al mundo con

    parecida perspectiva.

    Quiz esto pueda apreciarse mejor en el contraste con el arte romntico. Nada hay

    del ennui romntico, especialmente presente en la literatura francesa del XIX, desde el

    Ren de Hugo a Las flores del mal de Baudelaire, al que no aprecia Van Gogh.

    Tampoco del sufrimiento (ese otro gran extremo del pndulo romntico) como

    sentimiento individual de no encaje con el mundo. Y no encontramos tampoco unacrtica social del sufrimiento en las cartas, en el sentido de crtica poltica. S que

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    aludir, al final de su vida, a que este mundo es un esbozo chapuza que sali mal al

    artista Dios (pero no hay que tenrselo mucho en cuenta), que intent luego remediar

    Cristo, y que de alguna manera habra que tratar de mejorar. La dimensin social del

    sufrimiento es una dimensin solidaria en Van Gogh porque se siente uno de ellos.

    Hasta el extremo de creer que uno tiene que ser lo que pinta y, todava ms, con lo que

    se pinta. De ah que, lo anticipamos, sus retratos no son una reivindicacin del sujeto,

    sino un elemento ms del giro al objeto, a las cosas mismas.

    Como un nuevo Quijote lleno de buenos consejos para los dems, pero que no

    tiene para s, hay una decidida voluntad de salvar lo real en el sentimiento. Van Gogh es

    moderno y, como veremos, as se percibe con frecuencia, pero no se trata de la

    modernidad filosfica, sino de la esttica. La primera es interioridad, un volverse hacia

    s mismo, la otra es exterioridad, un verterse en las cosas. De modo genrico la resumi

    Rimbaud con una frase: Yo es otro. Sin querer imitarlos Van Gogh comparte su

    enfoque y es el de no idealizar la realidad, sino mostrarla tal cual se ofrece al

    sentimiento del artista. Por ello, Van Gogh se siente ms prximo al espritu del 48 que

    al del 84, es decir, a ese momento de convulsin social y artstica en el que se pone

    definitivamente un fin a esa unidad secular de lo verdadero, lo bello y lo bueno, en que

    surgen los artes-ya-no-bellos. La verdad es que la realidad es injusta y no puede ser

    embellecida. En ese sentido concluye la referencia bblica que estamos comentando que

    la figura del obrero no es bella. Pero tampoco est exenta de belleza, pues inaugura

    precisamente una nueva belleza en medio de la fealdad. Y de ello da fe la literatura

    decimonnica de los novelones por entregas tanto en Inglaterra como en Francia, que

    Von Gogh lee y cita asiduamente: almas bellas en medio de una srdida realidad.

    l mismo se ve como una de esas figuras del dolor (17/08/1883) y afirma que es

    un pobre pintor que despus de aos de lucha tiene que arreglrselas como un

    trabajador de granja y un obrero de una fbrica. No se encuentran en las cartas alusionesa una misin divina en la pintura propia del genio romntico, destinada a intentar

    presentar imgenes del infinito en la obra. Por el contrario, s encontramos lo que Rilke

    vio muy bien en su pintura y es un sentimiento franciscano ante las cosas, un deseo de

    santificar la realidad, tal como es, sin idealizarla, en el sentido de disolverla en el ideal,

    pero s en el de realizarla, es decir, como har Czanne, el tratar de mostrar el ideal de

    cada cosa, sacado de ella misma.

    Van Gogh concibe su arte desde un punto de vista existencial y esencial.Existencial, en cuanto pone su vida en la obra, y esencial, ya que no se pierde en los

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    detalles de las figuras, sino que intenta mostrar su carcter de una manera simplificada.

    La confluencia de ambos aspectos radica en que l se ve como un extraordinario creador

    de atmsferas. Y quiz sea este el aspecto ms caracterstico de su arte. Pero siempre

    que se matice desde el contexto, las cartas y las fuentes literarias mencionadas. La

    tradicin hermenutica muestra cmo Van Gogh ha sido utilizado desde una perspectiva

    de esttica rural, cuando no descontextualizadota, que tiene poco que ver con su obra.,

    aunque su xito es innegable. Por el contrario, no alimenta la polmica tpica entre

    campo y ciudad, ya que en ambos ve las figuras del dolor que le interesan.

    De entre esas figuras del dolor si hubiera

    que destacar una sera la del dibujo titulado

    Sorrow (1882), del que saldrn varias litografas.

    La versin ampliada, a la que se refiere en varias

    ocasiones por su esperanza de venta, no se ha

    encontrado. Sorrow es Sien, la prostituta

    embarazada, abandonada por el padre de su hijo,

    y a la que Van Gogh encuentra por las calles,

    enferma y sola. La recoge y lleva a su casa,

    iniciando una relacin lo ms parecida a la

    familia que Vincent siempre ha querido tener y

    cuya ltima tentativa ha sido el episodio

    desgraciado con Kee Vos, el cual le deja absolutamente desequilibrado durante meses.

    La familia desaconseja esta relacin, Theo se opone, pero le sigue sosteniendo

    financieramente.

    Van Gogh ha puesto al pie del dibujo la siguiente leyenda que parafrasea aMichelet: Por qu hay una mujer sola en la tierra, abandonada?. Muestra a Sien

    desnuda, acurrucada en s misma, embarazada, ocupando toda la lmina, transmitiendo

    soledad y desamparo, aunque algunos brotes de plantas permiten abrigar esperanzas.

    Vincent no se engaa, no siente por ella la pasin que ha tenido por Kee Vos, dice que

    no es lista, ms bien fea, perezosa, con tendencia a recaer en el alcohol y la prostitucin,

    le ha contagiado la gonorrea, pero la cuida mientras est enferma hasta que se repone

    mantenindola con sus limitados recursos, sirvindole como modelo, perotraicionndole al fin, y vindose obligado a abandonarla. Y, sin embargo, dice que ve en

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    ella algo sublime. Esta es la versin oficial, pero lo cierto es que Vincent tendr despus

    de la separacin una mala conciencia. No todo debi ser culpa de ella.

    Por qu la ha recogido entonces y la mantiene? Porque son dos desgraciados que

    se necesitan el uno al otro, y en ello hallan consuelo y hasta algo de felicidad. Y, ms

    tarde, dir (06/07/1882) que cuando est con ella (tan solitaria e infeliz como yo

    era) tiene el sentimiento de estar en casa. Esta es la palabra clave, casa, desde cuya

    presencia o ausencia se puede entender la peculiar relacin entre vida y obra en Van

    Gogh. La casa, segn Bachelard, (Potica del espacio) ha sido en la tradicin occidental

    una de las grandes metforas de ser. Es la metfora del arraigo, del cobijo, de la

    seguridad. Adnde vamos?- se pregunta Enrique de Ofterdingen en la novela de igual

    nombre de Novalis- a casa, siempre a casa, se responde. Para el romntico el arte y la

    poesa hacen el mundo habitable, le convierten en una casa. Y este es el ansia que anima

    a Van Gogh a travs de todas sus cartas, siendo una muestra postrera el mimo con que

    prepara la casa en que convivir con Gauguin. Y, despus del desgraciado episodio, lo

    nico que le pide es que no hable mal de la pobre y pequea casa amarilla. Es una faceta

    ms de su fatalidad encantadora: estoy lleno de un nuevo placer en las cosas porque

    tengo una esperanza fresca en m mismo de ser capaz de hacer algo con algo de alma en

    ello(11/09/1882). Si Sorrow es la expresin de la fatalidad triste, tambin lo es

    encantadora, de la esperanza. Las dos componen esa faz jnica que se revela en los

    autorretratos de Van Gogh.

    Viejo con la cabeza en sus manos. 1882.Van Gogh le ha puesto el subttulo significativo de A las puertas dela eternidad. El anciano cercano a su final repasa toda una vida de

    esfuerzos y trabajo. Es un ndice de su relevancia que el artistavolviera en su ltimo ao de 1890 con una nueva litografa sobre ella,acentuando si cabe la tristeza y cerrando un ciclo vital y artstico.

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    El dibujo que dialoga icnicamente con

    Sorrow lleva por ttulo Races. Estudio de

    rbol(1882). Lo que tienen en comn los dos

    dibujos, finalizados a la vez, lo ha puesto de

    manifiesto el mismo Van Gogh (01/05/1882)

    cuando dice que simbolizan algo de la lucha

    por la vida. Si el primero es Sien, bien podra

    ser l mismo el segundo dibujo. De hecho: S, para m el drama de una tempestad en la

    naturaleza y el drama del dolor son lo mximo (05/09/1883). La tempestad ha

    desarraigado las races del rbol de la arena, y el entorno est dibujado/pintado con el

    mismo sentimiento en el que predominan, como en el de Sorrow, lo blanquecino en

    contraste con el negro. No hay prcticamente diferencia entre ramas y races, se dira

    que es un rbol de races areas, nudosas, que avanzan, retorcidas por el esfuerzo y la

    resistencia, haciendo frente a la adversidad. Pues, hay salvacin en medio del peligro

    (29/12/1881) en cita que, aparte de otras posibles referencias, nos recuerda a Hlderlin.

    No se cansa de repetir por las tinieblas a la luz, es decir, ni es pesimista ni considera

    el sufrimiento como un elemento purificatorio, sino como una esperanza de redencin, a

    conseguir mediante el trabajo. Desarraigado s, pero tambin con la fuerza elemental de

    la naturaleza que le hace avanzar en las races fantasmales del rbol como esa fiera que

    l cree descubrir cuando se encuentra con un autntico campesino, o como Delacroix

    que, gusta recordar, pintaba como un len devora un trozo de carne. Es la fuerza del

    trabajador y es, como vamos a comprobar, esencialmente moderna, la otra modernidad

    dentro de la esttica, la del campesino.

    La esttica del trabajador.

    En su gran novela Esttica de la resistencia, Peter Weiss afirma que nunca ha

    habido una esttica del trabajador, que siempre se ha hecho desde fuera y por otros. Es

    casi seguro que no tena en mente la obra de Van Gogh. En su novela se plantea una

    paradoja y es el silencio embarazoso con el que los obreros reciban de los estudiantes

    sus charlas en medio de la pausa para comer. Van Gogh lo sinti en sus primeras

    experiencias en el Borinage con los obreros: hay que ser uno de ellos para llegar a ellos.Primero, lo ser con los mineros, luego con los campesinos. En todo caso trabajando. Y

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    en esto, tras el breve parntesis de Paris, no hay diferencias entre la poca del Norte y la

    del Sur. En eso consiste su esttica del trabajador como una esttica de la resistencia.

    Efectivamente, hijo de una poca de revoluciones, l ha optado por la revolucin

    interior, por la obra.

    Y cmo se ve Van Gogh como trabajador? Como una pasin til. En la decisiva

    carta de 22-24/06/1880 encontramos la clave de su trayectoria posterior desde la

    perspectiva del balance de los aos transcurridos hasta ese momento. Ha sido rechazado

    finalmente como pastor, despus de una estancia tormentosa en casa con riesgo de ser

    incapacitado, vuelve al Borinage, lleva casi un ao sin escribirse con Theo, pero al

    recibir dinero suyo se cree obligado a responder, a corresponder dando cuenta de su

    vida pasada. Reconoce que es un hombre de pasiones, y este es el primer elemento a

    tener en cuenta, pues si solo nos quedamos en l entonces Van Gogh queda confinado al

    malditismo romntico. Para los romnticos, en particular Goethe, el sentimiento puede

    ser educado, pero la pasin no puede ser controlada. Van Gogh obra a impulsos, debera

    reflexionar ms, esperar, pero reconoce que no es peligroso, incapaz sabemos

    nosotros- de hacer dao a nadie, si acaso a s mismo. No puede renunciar a la

    individualidad, pero no se busca a s mismo.

    Pero la pasin no es mero impulso que se pierde o pierde por obra de la fatalidad,

    como en el Werther, sino que quiere ser una pasin til, es decir, de servicio a los

    dems. Y aqu est la gran diferencia con los romnticos. Pero tambin es el comienzo

    del drama. Si se mide por los resultados, reconoce que se trata de una pasin intil, que

    puede ser llamado holgazn. Pero hay, precisa, el holgazn por pereza, y el holgazn

    a pesar suyo, corrodo interiormente por un gran deseo de accin, que no hace nada

    [] porque la fatalidad de las circunstancias le reduce a este punto. A qu fatalidad se

    refiere? Se puede contestar con el ttulo de una novela a la que acude y cita en esta y

    otras pocas: Tiempos difciles de Dickens. La ciudad de Coketown, ennegrecida por elhumo de las chimeneas de las fbricas, est gobernada por hombres de realidades, que

    proscriben la imaginacin a favor de la ciencia. All, en medio de un cmulo de

    desgracias involuntarias, se labra la ruina del tejedor Stephen Blackpool, una figura

    equidistante entre los patronos y los sindicatos, maltratado por los primeros y

    marginado por los segundos. La nica posibilidad de redencin viene de la clase

    trabajadora, del amor de Rachel y la abnegacin de Cecilia. Tiempos difciles en los que

    solo se puede sobrevivir a travs de trabajo y amor.

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    El dilogo es difcil. Van Gogh insiste una y otra vez que se trata de una verdadera

    pasin, anteponiendo el ethos de la autenticidad a todo, pero los tiempos le contestan

    que s, que es una verdadera pasin, pero que no es verdadera. Y aqu interviene la

    censura de las instituciones religiosas, acadmicas y familiares. La direccin de la

    pasin no era romntica, pero s la naturaleza misma: cuando no encuentra salida es

    autodestructiva. De momento, se propone cultivar una melancola activa. Melancola

    por la inutilidad de los esfuerzos anteriores, pero activa, ya que se ve como el ave Fnix

    que renace una y otra vez de sus cenizas.

    Van Gogh no tiene un gran concepto de s mismo, de su obra, es humilde, pero no

    as de su trabajo, respecto al que se comporta siempre como un titn, al lmite de las

    propias fuerzas. En agosto de 1880, toma la decisin de ser pintor, pero no tanto como

    consecuencia de su fracaso institucional, que no personal, como predicador, sino como

    una continuidad del mismo. Podemos verlo en las descripciones que hace de sus dibujos

    sobre los carboneros entrando y saliendo de la mina. En trminos de Rosenkranz ha

    bajado al infierno de lo bello y all encuentra a los ms despreciados de los obreros,

    los carboneros, de rostros cansados y miserables, ennegrecidos por el polvo del carbn,

    pringosos. No hay admiracin, ms bien compasin (sufrimiento compartido).

    Mientras que en Arls aparecen los nombres de los amigos como Roulin, aqu apenas

    hay nombres propios. Su vocacin de pintor es una metamorfosis, no una huida. Cuando

    se va a pique en el Borinage, all en el fondo se encuentra a s mismo y se pone a

    dibujar, decide ser pintor. Yo, en cuanto pintor y obrero, todava dice al final

    (18/02/1889).

    Van Gogh ha elegido a

    mujeres para describir con ms

    fuerza esta esttica deltrabajador, de la mujer

    trabajadora, en el caso de los

    mineros. Hay un dibujo que

    ilustra muy bien todo esto:

    Viudas de mineros llevando

    sacos (The bearers of the

    burden) (1881). La composicin del dibujo y los smbolos religiosos en l puestos loconfiguran como una escena de pasin. Las mujeres caminan encorvadas, aplastadas

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    ms que por el peso de los sacos de carbn, por una horizontalidad que hace las veces

    de una cruz, por el peso de toda una vida. Unas buenas mujeres las contemplan al fondo,

    compadecidas, llevndose las manos a la cabeza, esbozando una suerte de grito. Esta

    escena de pasin es presidida por un humilde calvario que cuelga del tronco de un rbol

    seco y que simboliza una posibilidad de redencin, que no les brinda la tierra sucia, las

    casuchas del fondo, el puente demasiado alto, las torres de las iglesias del pueblo.

    El dibujo se

    complementa con una

    singular acuarela,Mujeres

    de mineros llevando sacos

    de carbn (1882). Los

    pesados sacos forman ya

    parte de ellas, carga y

    vestimenta a la vez, que

    avanzan de espaldas al

    espectador en un camino de nieve, muy diferente de las costumbristas escenas de nieve

    que vemos en Brueghel.

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    La composicin de las figuras define su estilo: frente a las verticales estilizadas,

    espiritualizadas de Millet, las encorvadas, horizontales, un grumo oscuro de color, a

    menudo sin rostro de Van Gogh. As en Campesinas recogiendo turba (1883): apenas

    dos manchas de color oscuro en medio del cuadro, entre una tierra spera y un cielo

    inhspito, amenazante. Aqu el trabajo no tiene un carcter santificador, religioso,

    tampoco de pertenencia a la tierra, sino que es la pintura de las consecuencias de la

    maldicin bblica en la expulsin del paraso. Incluso en la humildad del cuadro de las

    espigadoras de Millet hay una dignidad, aqu no. El trabajo embrutece y necesita de una

    redencina travs del trabajo mismo. En estos ejemplos la esttica del trabajador es

    una esttica de pasin.

    Si bien es cierto que

    veremos en el apartado

    siguiente otra dimensin del

    campesino de Van Gogh, lo

    que destacaramos ahora de

    su mundo es su primitiva

    materialidad. En pocas

    ocasiones se pone de

    manifiesto como en toda la

    gama de figuras cavando,

    sembrando, cosechando, comiendo patatas. La imagen Naturaleza muerta con dos

    cestos de patatas (1885) es una buena muestra de ello. No hay una disposicin de las

    mismas, sino que rebosan de unos bastos cestos. Son rugosas, pequeas, sucias, recin

    sacadas de la tierra, una viva naturaleza muerta. Imponen por su primitivismo no

    artificioso, lleno de cavidades y protuberancias, apenas iluminadas en una gama deoscuros. De ellas en otro cuadro ha escrito: recibirs una gran naturaleza muerta que

    representa patatas, a la que he tratado de darcuerpo; quiero decir expresar la materia de

    tal modo, que se vuelva masas que tienen peso y que son slidas, que se sentiran si se

    las tuviera que arrojar, por ejemplo (04/10/1885).

    Qu es lo ms valioso y significativo de estos dibujos y cuadros, lo que le

    diferencia de los otros? La creacin de atmsferas. Sobre este punto no sabramos

    insistir lo suficiente. Se han inspirado muchos en ello, no solo la plstica sino el cine. Laencontramos en lo que luego llamar los cuadros incoloros del Norte y en el esplndido

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    azul cobalto del Sur. Pero, la esttica del trabajador es la gran diferencia- no es una

    esttica del paisaje. Van Gogh se encarga de recordar que, a diferencia de Ruisdael,

    organiza el paisaje a partir de la figura y no al revs. Ms precisamente, no a travs de la

    esttica del paisaje sino de la esttica de la accin del trabajador. De ah que la

    naturaleza siempre est viva, movindose, los cielos generalmente turbulentos, agitados

    por el esfuerzo del trabajador y la intensidad del sentimiento del artista. Porque el ser

    humano no es aqu el centro del universo, pero s del inters del artista.

    Dice que tiene la

    costumbre de salir al campo

    por las maanas para observar

    lo que la gente hace en los

    campos o en casa. Ha pintado

    ahora muchas cabaas de

    campesinos, volver en sus

    ltimos aos sobre este

    motivo y aunque cambie el color mantiene la disposicin. Si el campesino, ms que

    apegado, de puro inclinado parece pegado a la tierra, lo mismo sucede con sus moradas,

    como lo muestra el impresionante cuadro Cabaas (1983). De entre ellas destaca en

    particular la Cabaa al anochecer(1885). En una de las ventanas se advierte una luz de

    hogar. Lo que se ve bien pudiera ser una escena como la de Los comedores de

    patatas(1885).

    En la carta que lo describe hay

    un detallado boceto del cuadro,conformando una unidad visual de

    texto e imagen de primer orden.

    Este cuadro, que ha estado de

    pintando tres das sin parar hasta

    que, dice, no tena nada ms que

    pintar, es uno por los que ms

    estima senta Van Gogh. Pero,vamos a adelantarlo, siempre lo consider feo. Lo que debe entenderse ya como un

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    cumplido. Refleja su propio ideal de vida como pintor nunca conseguido: ganarse su

    sustento a travs del trabajo manual como pintor. No se queja de que no le compren los

    cuadros, de que no le aprecien los jvenes pintores, en general, como resaltar luego

    haciendo un ltimo balance, no se queja. Pero lo que no logra entender nunca es que no

    pueda conseguir alimentarse, como lo consigue hasta el ms humilde campesino, con su

    trabajo. De las cinco figuras que componen el cuadro las dos del fondo miran al hombre

    y a la mujer mayor, situados respectivamente a su derecha e izquierda, que permanecen

    ensimismados. Los hombros parecen pesarles. La descripcin que hace de l Van Gogh

    en la importante carta de 13/04/1885 es, respectivamente, una exaltacin del trabajo y

    una declaracin de principios: He querido dedicarme conscientemente a expresar la

    idea de que esa gente que, bajo la lmpara, come sus patatas con las manos que meten

    en el plato, ha trabajado tambin la tierra, y que mi cuadro exalta, pues, el trabajo

    manual y el alimento que ellos mismos se han ganado tan honestamente.

    Van Gogh ha explicado que las cabezas preparatorias de los mismos, y otras de

    campesinos, son autnticas cabezas de patata, es decir, que han sido pintadas con el

    mismo color de las patatas polvorientas que ha pintado en la cesta. Siguiendo a Millet,

    estn pintados con la misma tierra que siembran.

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    Van Gogh cree que es una verdadera pintura de campesinos. Verdadera s, pero,

    y es la declaracin de principios, he querido que haga pensar en una manera de vivir

    completamente distinta a las personas civilizadas. As, pues, no deseo en lo ms mnimo

    que nadie lo encuentre ni siquiera bello ni bueno. Aqu est la clave de la novedad: el

    arte-ya-no-bello. Van Gogh prefiere al aldeano en su labor, no endomingado,

    embellecido. Pero no se trata simplemente de que los campesinos sean seres rudos a

    pintar en su rudeza, de sus tejidos bastos a pintar en su bastedad, sino que, adems, y

    sobre todo: un cuadro de campesinos no debe estar jams perfumado. Es lo que suele

    hacer la crtica acadmica: perfumarlos estticamente. Por ello, y esto es una novedad

    de la carta, tenemos la invitacin de Van Gogh a ver el cuadro desde una experiencia

    poliesttica singular. El cuadro huele mal: si una pintura de campesinos huele a grasa,

    a humo, a olor de patatas, perfecto!. Despus de un duro da de trabajo en el campo

    los campesinos huelen mal, a sudor agrio, las cabaas estn mal ventiladas para guardar

    el calor, ha quedado en la pared la huella y el olor a humo, a guiso lento de puchero y,

    especialmente, a aquello que necesita el que trabaja duro en el campo y evita el

    civilizado: la grasa.

    Lo que pide Van Gogh, frente a la belleza convencional, es la verdad,

    adelantndose a esa corriente del arte que a comienzos del siglo XX dir que ya ha

    dejado de cultivar la belleza para convertirse en una exigencia de verdad. Pero en el

    caso de Van Gogh con matices. Esos matices se refieren, por una parte, al rechazo de la

    belleza normativa de canon griego tal como, por ejemplo las Frin, que explcitamente

    contrapone a la belleza de las campesinas. Si de acuerdo con ese canon las campesinas

    son feas, ahora se trata de la belleza moderna, que es la belleza de la fealdad, de lo real,

    distinto de la belleza ideal. Y as prefiere Sorrow a la Phryne after Grme (10/01/78).

    De hecho, ms tarde encontrar el cuadro de los comedores de patatas feo, aunque

    crea durante un tiempo que es su mejor cuadro, sin renunciar a volver a trabajar sobrel. No es el modelo de belleza corporal el que busca sino el de la belleza interior.

    Sin dejar nunca la estela de Millet, va ms all. Como dice a su amigo: ahora

    Rappard, la edad de Balzac y Dickens, la edad de Gavarni y Millet, est lejos detrs

    nuestra (19/09/1882), porque ha habido muchos cambios despus. Se siente fuerte y

    consciente de su camino. Siguiendo a Carlyle cree que el fin del hombre es la accin y

    no el pensamiento. De ah su crtica a lo abstracto y a los principios que no se plasman

    en una accin. Entiende el ser como hacer, ya no es el pienso luego existo, sino el hagoluego existo. Un hacer manual, el arte como artesano. Van Gogh cree que solo si se es

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    lo que pinta se puede pintar, de ah que afirme que es uno de ellos, que es un pintor

    campesino, en sucesivas frmulas con variantes.

    Y con ello entramos en el corazn de la otra modernidad. Si afirma que es Millet y

    no Manet el verdadero moderno (03/02/1884), su modernidad no viene tanto de su

    pintura sino de lo que pinta y como lo pinta. La modernidad es la del campesino, la

    verdadera figura de la modernidad para Van Gogh, la de la singular belleza que surge de

    la fealdad poliesttica. El siguiente texto puede verse como una alternativa a El pintor

    de la vida moderna de Baudelaire: Mostrando la figura del campesino en accin,

    entonces es lo que es lo repito- una figura esencialmente moderna el corazn del arte

    moderno mismo- lo que ni los griegos, ni el renacimiento, ni la vieja escuela holandesa

    han hecho (14/07/85). Y as, ser verdadero es lo que queda (25/02/1882) siguiendo

    los dictados de un ethos, un temple, forma de ser, que no de una tica. Ese ethos es el de

    Robinsn Crusoe (19/09/1882), solitario a pesar suyo, pero enormemente activo y

    llevando una vida ordenada con la que saca adelante a su trabajo. Es la modernidad de

    la accin, del trabajo, que debe plasmarse en la obra. No eterniza lo efmero, como

    quera Baudelaire, sino que hace efmero lo eterno, separndose tambin de Millet. No

    contrapone el campesino a la civilizacin sino a la forma civilizada de ver al campesino.

    Retratos y autorretrato.

    En enero de 1886 dice que ha comenzado a leerLa obra de Zola. Van Gogh

    encuentra la novela muy realista, pero no se da por aludido. Efectivamente, su caso no

    es el mismo. No busca la obra maestra, sino seguir experimentando, trabajando, sincesar, y ms que reconocimiento lo que busca a travs de ella es sustento. Cuando en el

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    ltimo ao la fama empiece a rondarle retrocede asustado, ya que puede cambiarle su

    forma de vida. Pero es que, adems, hay una razn profunda de la asimetra con el

    personaje de Lantier pues, nos dice, l pinta para el pueblo, no para s mismo. La gran

    paradoja, constata, es que no hay ninguna oportunidad de ganar dinero en el campo,

    solo en la ciudad. Y hay otra todava ms profunda: al pueblo no le gusta el arte de

    vanguardia. Como ya constat Sartre, las revoluciones sociales son estticamente

    conservadoras, y solo los burgueses financian las vanguardias. Sus cuadros se van

    amontonando en la oficina de Theo, que tendr que contratar un almacn. En esa

    experimentacin que no cesa, la obra de Van Gogh no sigue una direccin sino que es

    eminentemente eclctica y la va descubriendo a travs de la circunstancia cambiante.

    Los retratos y paisajes son el lmite mvil de su vida y obra. Pero casi nunca

    voluntarios: Van Gogh suele ir a un lugar huyendo de otro, del campo a la ciudad y

    viceversa.

    En la interseccin de ambos espacios est el fabuloso ao de 1888, iluminando lo

    anterior y lo posterior, que ya hemos citado ampliamente en cuanto a las cartas, y que

    merece un comentario ms detenido respecto a la obra. Al inicio, el viaje al Sur despus

    de la locura creativa y desgaste vital de la estancia en Pars, luego la puesta en marcha

    del proyecto casa de artistas y, finalmente, en la navidad el desplome, la

    automutilacin.

    Le escribe a Villemien: Y yo siempre busco la misma cosa, un retrato, un

    paisaje, un paisaje y un retrato (31/07/1888). De los retratos hay ejemplos muy

    abundantes y en todas las pocas, tanto en la ciudad como en el campo. A veces el

    retrato es un rostro que con mucha frecuencia se nos ha hurtado en los cuadros para

    reforzar el mimetismo con el paisaje. En l avanzan situndose en primer plano, o se

    recortan en una escena de familia. Estn las numerosas cabezas de campesinos (mejor

    de campesinas) de la primera poca reducidas a una mancha ovalada en los cuadros depaisaje. Como figura moderna encarnan ese de nobis silemus (sobre nosotros

    callamos), que inaugurara Roger Bacon y copiara Kant al final de la modernidad

    filosfica, para dirigir la mirada hacia la obra y no al personaje. Entre los retratos

    propiamente dichos destacan de la primera poca las cabezas preparatorias de Los

    comedores de patatas: las campesinas con cofia blanca, oscura, roja, verdosa, ellos con

    gorra. En el fondo oscuro de una iluminacin sin matices suele destacar un rostro de

    pincelada gruesa, elemental, casi espectral. No los abandona, volver luego con otrocolor, pero conservando la mirada.

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    En especial la Cabeza de una campesina con cofia

    verdosa (1885): sus ojos tienen ese tono afligido de los

    antiguos cristianos que Van Gogh crea ver en los

    viejos caballos de tiro. En todos ellos practica ese

    propsito de ir a lo esencial, prescindiendo de los

    detalles. A veces se amarga ante las crticas por su

    falta de tcnica.

    Sin embargo, conviene volver a

    recordar cul es su objetivo. Es el pintor de

    la miseria material humana, y de su

    esperanza de redencin a travs del trabajo.

    No es una pintura para provocar emociones

    religiosas, dice, como la de Millet. Por el

    contrario se basa en la aceptacin de lo real

    tanto en los retratos como en los paisajes. De este modo, la realidad no queda

    embellecida. Un ejemplo est en la figura del Tejedor al telar junto a una ventana

    abierta (1884). Aunque al fondo se advierte como motivo de esperanza la vieja torre de

    la iglesia, pronto comenzar su demolicin que pinta con el nombre de Cementerio de

    campesinos (1885). Tambin arrecian las dificultades de convivencia con el vecindario.

    Es hora de marchar.

    La vuelta a la ciudad, a Amberes, Pars, o las pequeas de Arls, finalmente a

    Auvers (lo ms parecido a su Norte), marca una inflexin en la obra. De esa mutacin

    van dando cuenta las cartas: menos teora, ms presencia del color. Ya se aprecia la

    evolucin en Amberes, con el Mujer con una cinta roja en el pelo (1885): la cinta rojaen el negro pelo dialoga con los rojos labios y la rotundidad del busto en pinceladas

    blancas que evocan una sensualidad inhabitual en l. Como contraste otra muestra de la

    fatalidad encantadora: Calavera con cigarrillo encendido (1886). Aparte de su

    componente humorstico tiene las caractersticas de un autorretrato por el valo del

    crneo y la aficin al tabaco y el alcohol que desarrollar despus en Paris, hasta dejarle

    exhausto. Sin embargo, es aqu donde realiza en un perodo relativamente corto un gran

    nmero de obras. Vive a fondo cada momento, llevando al extremo su ideal de pintura

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    rpida y al primer golpe. Lo que se pone de manifiesto en cuadros en los que la pintura

    aparece arrojada furiosamente sobre la tela.

    As en el cuadro Escena de calle celebrando

    el da de la Bastilla (1886).

    Ha recorrido en interminables paseos estas calles y

    los alrededores de Pars, pintando huertas y

    molinos, dejando el recuerdo gastado de esas

    andanzas en pares de zapatos que pinta

    repetidamente, como el clebre Un par de zapatos

    (1886). Los zapatos del artista, desgastados por las

    caminatas y la dureza del pavimento parisino, se

    ofrecen como una naturaleza muerta.

    Sus autorretratos se van

    entreverando con los retratos, las

    figuras y los objetos. Aunque sea

    habitual reducirlos a los ms

    luminosos del sombrero de paja o

    los ms inquietantes de la oreja

    cortada, lo cierto es que hay de todas

    las clases y en todos los momentos.

    No es tanto narcisismo como quiz

    pobreza de recursos econmicos para alquilar otros modelos la razn de la abundanciade los mismos. En ellos, ms que una evolucin, es posible apreciar unos contrastes

    que, como los del color, permiten a la distancia relacionar vida y obra, tomar el pulso a

    su tensin.

    Por eso, junto a los ms conocidos, s conviene mencionar otros que dan una

    imagen distinta y, a veces contradictoria, pendular de su fisonoma. Entre ellos, el

    Autorretrato con sombrero oscuro (1886) distinto de los posteriores y ms conocidos,

    con la pose del pintor parisino, habitual en sus, por entonces, amigos impresionistas.Lejos del acusado contraste posterior hay una perfecta integracin entre figura y fondo.

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    En el verano de 1887 comienzan ya los autorretratos con las pinceladas rojas y amarillas

    y el caracterstico sombrero de paja que se generalizarn en el perodo de Arls.

    Sin embargo, de este mismo verano hay unAutorretrato que se sale de lo habitual.

    En l se presenta Van Gogh de lado, volviendo el rostro al espectador, en una intensa

    mirada entre inquisitiva y desconfiada, la cabeza y barba en tonos pelirrojos, la blusa de

    azul. Volveremos a encontrarle en otro de 1889.

    La clave de esta faceta oculta de su personalidad

    se desvela en el retrato que le ha pintado Russell en

    1886, y que probablemente intercambi con Vincent

    por alguno de los dedicados a exponer grupos de

    zapatos. Es un cuadro inquietante, casi siniestro, por la

    amenaza preventiva que se advierte en el gesto de Van

    Gogh: la mirada esquiva en el gesto ladeado se torna

    amenazadora para el espectador a travs de la mano

    que avanza con el lpiz de dibujo como un arma.

    Revela la pasin demencial de la obra.

    En Pars se sumerge en la vorgine de la

    modernidad impresionista, nombre genrico que

    utiliza para referirse a los diversos movimientos

    activos en ese momento en Pars, desde el

    neoimpresionismo, el puntillismo, el simbolismo, o

    las influencias omnipresentes de la pintura

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    japonesa en todos ellos. En este contexto, el retrato de Agostina Segatori en el caf du

    Tambourin (1887) quiz destaca todava ms si se compara con los Bebedores de

    absenta de Degas, en el que pudo inspirarse. Pero Agostina no es la frgil figura

    femenina de aqul, sino ms bien un ejemplo de esa melancola activa con la que

    gustaba definir Van Gogh sus esfuerzos. Esa misma atmsfera se respira, no ya en las

    terrazas nocturnas cuyo protagonista es el contraste de la iluminacin, sino en la

    ambigedad de la Terraza de un caf (La Guinguette) (1886).

    Lo caracterstico de los diversos perodos de la obra de Van Gogh es que los

    retratos se mezclan con las figuras y los objetos con los que y de los que viven. En carta

    a Theo del 03/08/1888 dir que es lo que mejor sabe hacer. No tenemos ningn retrato

    suyo de Gauguin, pero ha dejado el de su silla, dialogando con la suya propia, dos

    presencias que evocan ausencias. El retrato y las figuras se inscriben en ese originario

    proyecto de modernidad que sufre otra metamorfosis en Pars. Le escribe a Willemien:

    me gusta estar tanto con los modernos porque no moralizan como los ancianos

    (1887). Es decir, hay una voluntad de objetividad, del objeto, no de su representacin,

    ni tampoco de ejemplaridad.

    Hay un cuadro, El pintor camino del

    trabajo (1888) que le muestra como pintor

    obrero, que como cada da va cargado al tajo de

    la pintura, en la que trabaja rpido, a destajo,

    siempre que el dinero se lo permite. La

    diferencia entre el pintor obrero y el pintor genio

    es que no busca ni pretende realizar la obra de

    arte total, sino la obra de arte parcial. Lo que

    busca es la cercana de lo real, estar en su

    compaa. A veces cabe pensar que, como enCzanne, la pintura es en Van Gogh una excusa para estar en la cercana de las

    personas y las cosas. Los retratos hablan de esa cercana.

    Este cuadro, junto a la falta de ejemplaridad artstica,

    reclama a otro, a otra compaa, que pone de relieve su falta

    de inters en la ejemplaridad humana. En el cuadro Pareja

    paseando (fragmento) (1888) se ve a dos figuras de espaldas

    paseando, la mano de ella por encima del hombro de l,

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    vestido como Vincent. Qu no hubiera dado por estar ah, por ser l!. Algo cotidiano, y

    sin embargo, negado. Le escribe a Willemien: Esto no me gusta en absoluto, de veras,

    porque de ningn modo deseo la vida de un mrtir. Siempre he perseguido algo distinto

    al herosmocierto es que lo admiro en otros, pero, y lo repito una vez ms, no lo

    considero ni mi deber, ni mi ideal. No busca ponerse en situaciones lmite, huye de

    ellas, lo que practica es lo que entiende como herosmo de lo cotidiano, que es hacer lo

    que tiene que hacer cada da. Hay un quijotismo singular en la obra de Van Gogh que es

    el salir todos los das a la aventura en busca de la pintura, pero una bsqueda que es

    siempre un encuentro: el dejar sorprenderse por lo

    real.

    Es en el entorno de los retratos donde se advierte

    siempre, especialmente en el perodo del Sur, una

    cercana al personaje retratado, el Tanguy de Pars

    tiene su contrapunto en la bonhoma socrtica de

    Roulin, probablemente el ser humano que le gustara

    haber sido. Es su amigo fiel y desinteresado de la

    poca final, que le cuida en la enfermedad y se ocupa

    de sus cosas en un Arls parcialmente hostil. Le ha

    pintado de cuerpo entero con su uniforme de Correos,

    pero en este retrato Vincent quiso destacar su cabeza de Scrates cartero, de rostro

    encendido que rinde ocasionales homenajes a Baco. Este republicano amable tuvo la

    felicidad domstica que l envidi y supo reflejar en los cuadros en que toma como

    modelo a su mujer e hijos.

    Se perciben las afinidades en los del Boch y el

    Dr. Gachet, la simpata por La Berceuse y la

    Arlesiana. As como la enorme delicadeza con quehan sido pintados los retratos de la Mousm en

    estilo japons y el esplndido de Adeline Ravoux,

    en junio de 1890, un mes antes de la fecha fatdica.

    Es justo entonces cuando realiza tambin el de

    Joven campesina con un sombrero de paja delante

    de un trigal. Esta vez la ha dejado lucir sus mejores

    galas. Tambin destaca el de Marguerite Gachet alpiano, de impecable blancura y factura. Nada hacer sospechar en estos retratos, alguno

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    de 1890, el signo agorero que se ha querido ver en los paisajes ltimos. Los cuervos

    simplemente se dedican a comer en los

    trigales.

    Estamos ante una metamorfosis

    pendular. Van Gogh vuelve a Millet y

    ah estn las figuras de ltima hora sobre

    motivos de la primera: el trillador, el

    leador, el segador, el agavillador, la

    hilandera, los esquiladores, dos

    campesinos cavando y el sembrador.

    Mencin aparte merece la figura del

    sembrador, un cuadro siempre demorado que le atrae y le aterra: es el Sembrador a la

    puesta del sol, en Arles, noviembre de 1888. No hay juegos de luz sino de color, cada

    uno por su lado, el rbol, esqueltico, sanguinolento, pero siempre con flores de

    esperanza. El viejo motivo del sembrador es aqu una sntesis de espacios: Nuenen,

    Arls y Japn. Una figura oscura, un inmenso sol amarillo, las ramas floridas del rbol

    que se inclina. Est la constancia del violeta en los campos, como en otras versiones, el

    cielo amarillo y verde, el azul Prusia del rbol y el sembrador. No hay una sntesis, solo

    contrastes.

    Si no acaba de estar contento con las

    versiones del cuadro del sembrador s que lo est

    con el del jardinero Patience al que llama el

    campesino, Patience Escalier, el campesino

    (1888). Ya no lo relaciona con los impresionistas

    sino con las docenas de retratos de campesinos que

    hizo en Nuenen, situndolo nada menos que en laestela de Los comedores de patatas, pero pasados

    ahora por Zola. La diferencia se aprecia muy bien

    en la carta a Emile Bernard de 21/08/1888: pero

    vosotros ya sabis lo que es un campesino, cmo se siente a la fiera cuando se encuentra

    alguno de raza. Y en esta versin de las que dedic a Patience, cree, creemos

    advertirlo.

    Y tambin en su autorretrato de septiembre 1889 (JH 1740). Por la carta a sumadre 21/10/1889 se le puede considerar como su autntico autorretrato, la suma de

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    todos a travs de las pocas: el retrato del campesino de Zundert que siempre quiso ser.

    Y hecho sin ninguna complacencia, no es el aureolado que pinta en septiembre de ese

    mismo ao. Es el retrato del verdadero campesino en el que, efectivamente, se siente

    tambin a la fiera. Es el fruto de la metamorfosis: l como campesino, pero el

    campesino desde l. Al parecer le tena colgado en su dormitorio de Arls, aparece en la

    tercera versin consagrada al dormitorio, cuando ya no estaba en pequea ciudad, sino

    recorriendo asilos y manicomios. Pero nostlgico de la seguridad de la casa amarilla y el

    reposo del cuarto.

    Este es el autorretrato de un humanista, un

    elogio erasmiano de la locura, cuando ya sabemos

    por las cartas que ha decidido aceptar, no su

    estado, sino su condicin de loco, entre otras

    cosas, porque all, con los otros enfermos, no se

    siente solo. Pero no de un humanista del discurso

    edificante de la dignidad humana por su origen,

    sino de la indignidad humana por su

    circunstancia. l mismo, sus campesinos, intentan

    encajar y vivir en un mundo que no ha sido hecho

    para ellos. De ah la dureza de la condicin humana, en la que no existen ms alegras

    que las que se puedan extraer de ella, como de la locura artstica misma entendida ya

    por l al final como un contraveneno de la locura de la vida.

    Figuras y paisajes del color.

    No es la levedad del ser sino el peso de lo real lo que aparece en los dibujos y

    cuadros de Van Gogh.

    En el autorretrato que te envo vers que, aunque he pasado varios aos en Paris,Londres y tantas otras grandes ciudades, todava sigo pareciendo un campesino deZundesty a veces me parece que siento y pienso como tal, solo que loscampesinos son de mucha utilidad en el mundoCreo que soy bastante inferior alos campesinos. Ahora cultivo mis cuadros igual que ellos sus campos (Carta a sumadre, 21/10/1889)

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    As Alameda en otoo (1884) no es un ocaso sino

    ms bien una naturaleza que sangra al morir el da. No es

    un pretexto para la sublimacin, ya que Van Gogh no

    encuentra tanto el infinito en la naturaleza como en la

    mirada de un nio en la cuna. Es decir, y como puntualiza,

    (ms exactamente, le puntualizan) lo que le interesa es el

    infinito habitado.

    La modernidad que buscan otros en los

    mares del sur la encuentra Van Gogh en casa, en

    lo primitivo moderno, es decir, en lo rstico, en ese cruce fatdico ya entre campo e

    industrializacin. De hecho, concibi la casa amarilla como un apeadero entre frica,

    los trpicos y el Sur. Japn est aqu!, exclama entusiasmado en las cartas. Es la

    modernidad de lo elemental que se expresa fundamentalmente a travs del color, y en

    cuyo manejo de los contrastes ve a los japoneses como los autnticos maestros. Habla

    de los colores puros, pero utiliza tambin, y sobre todo, los de los contrastes, queenumera detenidamente.

    No es el suyo un arte de la impresin sino de la percepcin, est entre ambas, de

    ah que conjugue como pocos la sensorialidad del color y la conceptualizacn de la

    abstraccin. La teora esttica es sinestsica, la artstica es eclctica. Su pintura es una

    sntesis de porosidad y de clculo como tambin sucede con Czanne. De trazo rpido

    pero despus de una profunda reflexin. Llama la atencin su extrema tactilidad, su

    carcter corporal, ms all de toda lgica. Pero se trata de un arte del cuerpo a costa delcuerpo. En definitiva, no es solo una posicin mental la que define la pintura de Van

    Llega la hora del crepsculo en otoo. Es el momentodel infinito vertical, sugerido por las dos altas yestrechas filas de lamos. Pero lo que le interesa alartista en los diversos cuadros sobre los lamos es,ms bien, el color del infinito en la gama casi infinita

    de colores que le ofrece la estacin reflejada en lashojas de los rboles. Todo ello crea una melanclicaaz.

    Avenida de lamos.1885

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    Gogh, sino una distancia corporal: Lo mo, visto de cerca, es de un rojo verdusco, gris-

    amarillo, negro y muchos tintes neutros, y generalmente colores inclasificables. Pero se

    vuelve exacto, cuestin de color aparte, cuando se retrocede un poco, y entonces el aire

    circula alrededor y hay en el interior una especie de ondulacin luminosa. Adems, el

    ms mnimo punteado de color con el cual se hubiera eventualmente velado, se pone a

    hablar (28/01/1886). As la espiral flamgera de los azules y amarillos.

    El viaje al Sur, la

    experiencia de Arles significan

    una modulacin en todo esto. El

    color pasa a primer plano: el

    pintor del futuro es un colorista

    como no ha habido hasta ahora

    (05/05/1888). Ya antes ha soado

    en ello como una tarea colectiva:

    creo en la necesidad absoluta de

    un nuevo arte del color, del

    dibujo, de la vida artstica (16/03/1888). La visin de los trigales se traduce en grandes

    manchas de color amarillo, clido y a la vez espectral. Si antes afirmaba que el

    protagonista es la figura, ahora lo es el color. Lo explica en la carta programtica de 19

    de junio de 1888 a Emile Bernard. Ah expresa su pesar por no haber venido al Sur

    cuando tena 25 en vez de 35 aos, cuando estaba ocupado con Millet y predominaba el

    gris e incluso lo incoloro. Incluso ahora ve su mtica figura deEl Sembrador, que tanto

    ha copiado, como incolora. Y todava es ms significativo que, como muestra del

    cambio, le enve un croquis de su cuadro Sembrador a la puesta del sol (1888). La

    diferencia en el mismo motivo se ve por la descripcin que hace del cuadro donde

    predomina el color, el amarillo y el violeta, del sol y de la tierra. Pero ms interesantean es el sentido de la utilizacin del color: recalca que no le interesa su veracidad,

    puesto que no se trata de un almanaque. Esta postura aclara lo que hizo el ao pasado

    en Paris y los dos ltimos en el Sur.

    Sobre un campo labrado, un gran campo de montones de tierra violetas, subiendohacia el horizonte un sembrador azul y blanco. En el horizonte, un campo de trigomaduro corto.Sobre todo esto, un cielo amarillo con un sol amarillo.T sientes, ante la simple nomenclatura de las tonalidades, que el colorjuega en esta

    composicin un papel muy importante [] He trabajado ayer y hoy en elSembrador, que est completamente retocado. El cielo es amarillo y verde; elterreno violeta y anaranjado(Carta a Theo, 21 y 23 /06/1888)

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    Ya en la carta de 18/08/1888 dice

    que va olvidando lo que ha aprendido en

    Pars y que vuelve a las ideas que me

    haban venido en el campo antes de

    conocer a los impresionistas. De hecho,

    no le extraara que le criticaran los

    impresionistas pues en lugar de intentar

    reproducir exactamente lo que tengo

    delante de los ojos, me sirvo ms

    arbitrariamente del color para expresarme con fuerza. A ese proceso le denomina

    poesa visual. Un ejemplo de ello es el Sembrador a la puesta del sol(1888). Un esbozo

    de ese cuadro mayor sobre el sembrador cuya ejecucin le angustia desde la primera

    poca. No solo por el peso de Millet, sino por la concepcin misma del cuadro en el que

    ya no predomina el dibujo sino el color. No son ya los paisajes incoloros, sino del

    color.

    En ellos cabe destacar varios momentos

    definidos en un comienzo por las estaciones:

    vergeles y trigales, luego vendrn las vias. Ya

    en el viaje a Arls va descubriendo el contraste

    del rojo de los viedos con el blanco de la

    nieve. Pronto llega la primavera y se pone

    frentico a trabajar en medio de la explosin

    del color en los rboles en flor. Coloca en un

    vaso y pinta una pequea ramita de almendro, a

    los melocotoneros, perales, ciruelos, en flor.

    Destaca el cuadro Melocotoneros en flor(Recuerdo de Mauve) (1888). Cuando ya lo

    haba pintado le llega la carta de su hermana con la noticia de la muerte de Mauve, su

    antiguo mentor en pintura y del que se haba distanciado. Un ramalazo de nostalgia del

    Norte le sacude y aade su nombre y el de su hermano al cuadro como recuerdo.

    Haba trabajado una tela de 20 al aire libre; en un vergel un terreno lila labrado,un cercado de caas, dos melocotoneros rosas contra un cielo glorioso azul y

    blanco. Probablemente, el mejor paisaje que he hecho (Carta a Theo,

    01/04/1888)

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    Cuando llega el verano la

    naturaleza comienza a quedar abrasada

    por el calor, con algunos restos de verde

    intenso, el azul cobalto del cielo y, sobre

    todo, las diversas tonalidades de los

    trigales, desde el amarillo al cobre. Todo

    est en su obra maestraLa llanura cerca de Arls con Montmajour

    al fondo (1888). Esta obra debe verse,

    segn indicacin de Van Gogh, en el contraste de La cosecha de Czanne (1877). Al

    comprobar su vecindad en el color Vincent constata que su ojo se va haciendo a la

    naturaleza. Efectivamente, es la llanura de la Crau la que ambos pintores comparten y

    de la que Van Gogh cree que Czanne ha reproducido el lado spero de la Provenza.

    Pero es este lado el que la atrae precisamente a l. EnEl viedo verde (1888) se

    impone la materialidad del cuadro, la primera parte es un sotobosque de troncos y races

    nerviosas en el que difcilmente se aventurara alguien. La nitidez, paradjicamente,

    solo se advierte en el horizonte. Por el contrario, en El viedo rojo (1888) el sol solo

    calienta en el horizonte, el primer plano no invita a entrar al espectador, son cuadros de

    la distancia, no de cercana.

    Este aspecto de lo spero, duro, primitivo, elemental es la otra cara de los rosas y

    blancos de los vergeles, los amarillos de los trigales o los azules de las marinas quepinta. Y se pone de manifiesto en la cosecha, en cuya pintura dice que sufre l tanto

    como pintor como los campesinos recolectando. Incluso, ms todava, cuando sopla un

    mistral a punto de enloquecerlo. Van Gogh establece en las cartas curiosas secuencias

    entre los paisajes de campo y ciudad. As entre El Sembrador, la cabeza de El viejo

    campesino Patience Escalier(1888), yEl caf nocturno de la plaza Lamartine de Arls

    (1888).

    Esto se ha vuelto una cosa completamente distinta que en primavera; pero nopor eso dejo de querer a la naturaleza que desde ahora comienza a serabrasada. En la actualidad, hay por todas partes oro viejo, bronce, hasta cobre,se dira, y esto con el azul verde del cielo calentado al blanco; esto da un colordelicioso, excesivamente armonioso, con tonos quebrados al modo deDelacroix (carta a Theo, (12-13/06/1888)

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    Merece especial atencin este

    ltimo al que considera (no es un

    demrito) un cuadro tan feo

    como Los comedores de patatas.

    El mtodo que ha elegido para

    expresar todo el potencial de un

    mismo motivo es, como se ha

    dicho, el de los contrastes, que

    toma de los japoneses. Puede

    apreciarse en los dos cuadros sobre la terraza y el interior del caf, sereno el uno,

    violento el otro compartiendo el mismo color azufre plido. La raz no est tanto en los

    colores como en su contraste, y en las diversas maneras de tratar el mismo motivo,

    como es el caso de la cabeza de Patience, amable en unos, brutal en otro.

    Olivos tranquilos en su tierra corren de repente el peligro de ser desarraigados por

    la tormenta de color; la garganta dibujada con precisin se transforma en furiosa

    tormenta de color sacado directamente del tubo. Lo mismo sucede con los paisajes

    finales: las diversas fincas de labor re