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Los de la t real de Perú NGENESPANOL.COM | JUNIO DE 2014 CÓMO CRIAR MEJORES PECES El futuro de la 0 37634 13674 4 06 ESTADOS UNIDOS 4.95 DLS. PUERTO RICO 3.95 DLS. REP. DOMINICANA $115.00

NATGEO Junio - 2014

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Revista National Geographic, Junio 2014

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Losde la t real

de Perú

NGENESPANOL.COM | JUNIO DE 2014

CÓMO CRIAR MEJORES PECESEl futuro de la

0 37634 13674 4 0 6 ESTADOS UNIDOS 4.95 DLS. PUERTO RICO 3.95 DLS. REP. DOMINICANA $115.00

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VOL. 34 • NÚM. 6

R E V I S TA O F I C I A L D E N AT I O N A L G E O G R A P H I C S O C I E T Y

En portada La representación de un noble sentado en una balsa en esta figurade cerámica podría ser una pista de quelos huaris invadieron el territorio andinopor vía marítima.Fotografía de Robert Clark

El momentoAyer

Editorial

Foto del lectorFotodiario

• Pelirrojos

• Las mujeres

en la agricultura

• Alas repelentes

• Queso adictivo

• La lucha por las

corridas de toros

• El tráfico y los

pingüinos

• Cebollas

sin lágrimas

• Linaje andino

26

2

26

46

48

68

IntactaEn Perú, un arqueólogo polacologró ganarles a los saqueadoresy descubrió un tesoro andino.Por Heather PringleFotografías de Robert Clark

La evoluciónde la acuicultura

Ahora comemos más pescado cultiva-do que carne de res, y apenas es elcomienzo.Por Joel K. Bourne, Jr.Fotografías de Brian Skerry

El uso de los tenedoresEste instrumento no tiene muchotiempo de haberse vuelto esencialen la mesa de ocidente.

Tren paralos olvidadosPara los habitantes aisladosde Siberia, la asistencia médicaestá en el vagón de un tren.Por Joshua YaffaFotografías de William Daniels

Perros de guerraEn los campos de batalla del mundo,los perros de combate y sus entrena-dores están en la primera línea.Por Michael PaternitiFotografías de Adam Ferguson

IMÁGENES

MAÑANA

JUNIO DE 2014

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EDITORIAL

ROBERT CLARK

Morir bien La impor-

tancia de la muerte en las culturas

precolombinas aún nos sorprende.

Hoy celebramos tanto la vida, que ra-

ramente aceptamos la muerte como

parte de la cultura: es una travesía

violenta que destruye posibilidades

y aniquila sueños. Nos preparamos

poco, o nada, para ella. Queremos ale-

jarla a toda costa y olvidarla a diario.

Sin embargo, la muerte nos acosa de

manera incómoda desde los noticia-

rios. “Los niños no tienen lugar en los

velorios”, sentenciaba mi abuela.

Porque la muerte se viste de negro, se

susurra y no se habla en voz alta. En

cambio, entre las culturas antiguas, la

muerte y la vida estaban siempre pre-

sentes como parte del devenir huma-

no. Es a través de este culto que

hemos descubierto la mayoría de lo

que sabemos de culturas tan impor-

tantes como la maya, la inca y la egip-

cia. Entre el polvo milenario de los

entierros descubrimos los secretos de

las tradiciones que nos preceden. En las culturas preíncas de Perú, la muerte era

parte del paisaje de todos los días. Basta ver la necrópolis recién descubierta de El

Castillo, que sobresalía imponente y pintada de rojo para demostrar la importancia

de los ancestros y su conexión con el universo. El último hallazgo de las tumbas

reales es asombroso: huesos, vasijas y textiles de hace 1200 años desenterrados

cuidadosamente por un grupo de arqueólogos liderados por Miloz Giersz. Las muje-

res nobles eran tratadas con un respeto absoluto hasta en la muerte, y desde el en-

cuentro con ellas empiezan a tejerse sus historias. Sin este culto al linaje mortuorio

no tendríamos pistas sobre los huaris y muchas otras culturas del pasado. Hoy, el

paso entre la vida y la muerte lo hemos suplantado por el culto a la juventud. Nada

más efímero. Son estos descubrimientos, como la tumba llena de tesoros finamente

labrados, los que nos recuerdan la importancia de morir bien

Entre las culturasantiguas la muertey la vida estabansiempre presentescomo parte deldevenir humano.

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Inspiración para cuidar el planeta

National Geographic Society fue fundada en Washington, D. C., como institución científica y educativa sin fines delucro “para el incremento y difusión del conocimiento geográfico”. Desde 1888, la Sociedad ha apoyado más de 9000exploraciones y proyectos de investigación, contribuyendo al conocimiento de la Tierra, los mares y los cielos.

TELEVISA PUBLISHING INTERNATIONALDIRECTOR GENERAL / VP CENTRO Y SUDAMÉRICA Rodrigo SepúlvedaDIRECTORA GENERAL / MÉXICO, EUA Y PUERTO RICO Martha Elena Díaz LlanosDIRECTOR GENERAL EDITORIAL Javier Martínez StainesDIRECTOR GENERAL DE ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS Mauricio Arnal

© NATIONAL GEOGRAPHIC. Marca Registrada. Vol. 34 núm. 06 fecha de publicación: junio de2014. Revista mensual, editada y publicada para los distintos países por EDITORIAL TELEVISA,S.A. DE C.V., Av. Vasco de Quiroga N° 2000, Edificio E, Col. Santa Fe, Del. Alvaro Obregón, C.P.01210, México, D F., tel. 52-61-26-00, por contrato de licencia celebrado con NATIONALGEOGRAPHIC SOCIETY, Washington, D.C. Oficina Internacional de Redacción: Av. Vasco deQuiroga N° 2000, Edificio E, Col. Santa Fe, Del. Alvaro Obregón, C.P. 01210, México, D.F., Tel.:52-61-26-00 Oficina Internacional de Publicidad: 6355 N.W. 36th. Street, Miami, Florida 33166U S.A. Tel: (305) 871-6400. Editor responsable: Francisco Javier Martínez Staines. Impresa por:Reproducciones Fotomecánicas, S A. de C.V. Durazno No. 1 Esquina Ejido, col. Las PeritasTepepan, Xochimilco, México, D F. C.P. 16010, tel: 55 53 34 17 50. INFORMACIÓN SOBREVENTAS: ESTADOS UNIDOS: ET Publishing International, Inc. 6355 N.W. 36th. Street, Miami,Florida 33166 U.S.A. Tel: (305) 871-6400. Editorial Televisa Puerto Rico, Inc.,Calle Diana #29 Amelia Distribution Center Guaynabo, Puerto Rico 00968. Tel. (787) 273-0800.Fax (787) 273-0861. ET Publishing International, Inc. office of publication: 6355 N.W. 36th.Street, Miami, Florida 33166 U S.A. Suscripciones en USA y Puerto Rico: para servicio al sus-criptor, llamar al 1 800 288-6677 o visítenos en: www.televisapublishing.com. NationalGeographic en Español (USPS # 021-701). Published monthly by ET Publishing International, Inc.,6355 N.W. 36th. Street, Miami, Florida 33166 USA by permission of NATIONAL GEOGRAPHICSOCIETY. Periodicals Postage Paid at Miami, FL 33152, and at additional mailing offices. Annualsubscription rate is US$32.00. Price per copy is US$3.95 in the USA and Puerto Rico only.POSTMASTER: Send address changes to National Geographic en Español, Subscription ServiceDepartment,P.O.Box420235,PalmCoast,FL32142orbyemailat:[email protected]. El material editorial que aparece en esta edición es propiedad regis-trada de NATIONAL GEOGRAPHIC SOCIETY. EDITORIAL TELEVISA S.A. DE C.V. investiga sobrela seriedad de sus anunciantes, pero no se responsabiliza con las ofertas relacionadas por losmismos. Prohibida la reproducción parcial o total del material editorial publicado en esta edición.Edición en español de National Geographic Magazine. Exportada por Editorial Televisa, S.A. de C.V.

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IMÁGENES

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Alemania

Esta ardilla roja se asoma porla tapa de una alcantarilla enIsernhagen. La policía logróliberar al roedor al empujarsuavemente sus orejas haciaatrás y ponerle aceite de oli-va en el cuello. Sin embargo,la odisea fue demasiado es-tresante para la ardilla y nosobrevivió.

POLICÍA DE HANNOVER/AP IMAGES

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Inglaterra

Para celebrar el aniversario60 de la coronación de la rei-na Isabel II, el vestido de laprincesa Ana destaca en elPalacio de Buckingham. En elmomento del ascenso de sumadre al trono, Ana tenía dosaños y fue consideradademasiado joven para asistira la ceremonia.

LEFTERIS PITARAKIS, AP IMAGES

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Ve más imágenes en ngenespanol.com

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Polonia

Camino a la cosecha de granoen Policzna, una mujer y sunieto comparten la carretacon una voluntaria disfraza-da con una cabeza de caballopara promover un festival am-bulante. Los lugareños, con-centrados en los cultivos,hicieron caso omiso de la ves-timenta surrealista.

TOMASZ TOMASZEWSKI

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Veronika Kolev Toronto, Canadá

Durante la Oktoberfest en Múnich, Alemania,Kolev apuntó su cámara a una monja sentadaen las sillas voladoras. Cuando la monja (alcentro) se bajó del juego mecánico, Kolev lafelicitó por su valentía. La mujer respondió quehabía sido su mayor sueño subirse a las sillas.

Nicholas Paoni California, Estados Unidos

En un pequeño puente sobre la laguna SanElijo, en California, Paoni fotografió unagarceta cazando en aguas poco profundas.Cuando desapareció bajo el puente, Paonimovió su cámara para capturar al avesaliendo del otro lado.

La misión: imagina si... Para la foto del lector de junio pedimos escenas que te hagan soñar.Para enterarte de futuras misiones, visita yourshot.nationalgeographic.com/assignments-stories.

IMÁGENES |FOTO DEL LECTOR

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Tarek Touma Beirut, Líbano

Durante su hora de comida, Touma, doctor en osteopatía, salió de su clínica al norte de Líbano para sacar algo de sucoche. Fuera del edificio se dio cuenta de que su siguiente paciente, una anciana, observaba fijamente mientras espe-raba su cita y tomó esta foto con un teléfono inteligente.

IMÁGENES |FOTO DEL LECTOR

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Ilona Szwarc

Palomas solitarias Mi primer contacto con la culturadel rodeo fue durante el bachillerato, cuando era una estudiante de inter-cambio de Polonia en Canadian, un pequeño poblado en la parte norte deTexas. Recordaba el rodeo como algo que hacían los adultos, principalmentelos hombres. Durante una de mis visitas recientes me percaté de que máschicas participaban en los rodeos, incluso compitiendo profesionalmente.

Este trabajo se basa en mi proyecto previo, una serie de retratos de ni-ñas estadounidenses que coleccionan muñecas personalizadas para quese parezcan a sus dueñas. Me interesaron las niñas del rodeo porque pare-cen tener una idea fundamentalmente diferente sobre su feminidad, encomparación con las niñas que he fotografiado antes. Las niñas del rodeoparticipan en actividades que tradicionalmente están reservadas a loshombres. Tienen gran fuerza y condición física y demuestran su dominiosobre los animales.

Viajé a competencias en Texas, Oklahoma y Nuevo México, donde foto-grafié niñas al lado del ruedo y en los ranchos de sus familias. La mayoríavive en zonas remotas. Su conexión espiritual y emocional con los caballosme pareció muy hermosa. Les encanta la sensación de ser una con el animal.

Remi Didway, de 11 años, monta hacia los establos tras las finales de la Asociación Junior Rodeo Cowboys en Vernon, Texas.

Ilona Szwarc es una fotó-grafa cuya base es la ciu-dad de Nueva York. Sepuede encontrar másde su trabajo enilonaszwarc.com.

LA FOTÓGRAFA

IMÁGENES | FOTODIARIO

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Fotografié a Carsen y Cooper Norris,ambas de 10 años, en el evento sema-nal de Canadian Barrel Racers. Lasgemelas usan cinturones con hebillasque su padre ganó cuando competía.El rodeo se hereda a las siguientesgeneraciones.

Madalyn Richards, de 10 años, está enun campo de sorgo en Hereford, Texas.Para Szwarc, estas fotos celebran labelleza del territorio y la idiosincrasiadel rodeo como una antigua tradiciónestadounidense.

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Carly Christian, de 11 años, sujeta lacrin trenzada de su caballo en un ro-deo en Clarendon, Texas. Las niñas seadhieren a las reglas de vestimentadel rodeo, pero adornan las crines ycolas de sus caballos y usan mantasque combinan con la silla de montar.

Sam Spillers, de 15 años, decoró suhabitación en Clarendon, Texas, conretratos de John Wayne. Szwarc notaque Spillers en realidad no tiene muje-res que sirvan como ejemplos a seguiren el rodeo, así que admira el trabajoduro y la disciplina en el arquetipomasculino del vaquero.

Ilona SzwarcIMÁGENES | FOTODIARIO

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Tayln Wright, de siete años, se acuestasobre su poni en el rancho de su fami-lia cerca de Canadian, Texas. Su tata-rabuelo ayudó a desarrollar losprimeros terrenos para rodeo en supueblo natal. Su padre montaba toros,su hermano monta novillos.

Lariat Larner, de 14 años, sostiene sucabello para evitar que lo agite el vien-to. Se fotografió junto a sus girasolesfavoritos en un rancho en Gruver,Texas.

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MAÑANA

La vidaen rojoLa mayoría de los pelirrojospercibe el dolor de maneradistinta que el resto de noso-tros. El color de su cabello sedebe a una mutación en elgen receptor de la melano-cortina-1 de la piel, la cual“activa involuntariamente”receptores similares en elcerebro que procesan ansie-dad y dolor, explica AnthonyG. Doufas, del consorcio Out-comes Research de aneste-siólogos clínicos.

La evidencia anecdótica haestablecidos desde hace mu-cho que los pelirrojos son másdifíciles de anestesiar. El con-sorcio hizo pruebas a partir deesta teoría y descubrió que lospelirrojos requerían 19% másgas para una anestesia gene-ral. También son más sensi-bles al dolor térmico y másresistentes a la anestesia lo-cal. No es de sorprenderse,entonces, que la revista de laAsociación Dental de EstadosUnidos informe que los pelirro-jos tienen “dos veces más pro-babilidades” de evitar la citacon el dentista. —Eve Conant

REBECCA HALE

Page 19: NATGEO Junio - 2014

ASÍ COCINAN LOS HOMBRES DE VERDAD

SACO ASGana cualquierencuentro con

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En promedio, un hombre gasta 15,000 pesos al año encomer en restaurantes / Un sujeto invierte unos 8,000pesos al año en comprar entradas para conciertos yeventos deportivos / Un hombre común gastaen promedio 6,000 pesos anuales en alcohol /Y gasta entre 25,000 y 30,000 pesos en ropa.

Hombre promedio (de compras)

Page 20: NATGEO Junio - 2014

870 millones

TERRATENIENTESPORCENTAJE DE TERRATENIENTES POR GÉNERO

43%

564millones

POBLACIÓN DESNUTRIDADEL MUNDO

Cada figura = 10 millones de personas

8%11%

MUJERES EN LA AGRICULTURA

América Latina y el Caribe

África subsahariana

Sur y sureste de Asia

África del norte y oeste de Asia

Oceanía

0% 20 100

MAÑANA | COMIDA POR NÚMEROS

Agricultoras Las mujeres son tan buenas para cultivar como los hombres, dice la

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Pero el difícil acceso a los recursosdisminuye su producción. Para 2050 habrá 2300 millones de personas más y la demanda de alimento crecerá60%. Cerrar la brecha de género combatiría el hambre con “efectos secundarios positivos –dice Anna Fälth, deONU Mujeres–. Las mujeres empoderadas tienen hijos más sanos y mejor educados”. —Kelsey Nowakowski

ElproblemaLa diferencia prome-dio en la producciónentre hombres y mu-jeres es de 20 a 30%por una variedad derazones.

LasoluciónCerrar la brechade género podría au-mentar la producciónen los países en de-sarrollo hasta en 4 %.Esto reduciría la can-tidad de personasdesnutridas en 130millones, o 15 %.

En los países en desarrollo, solamente entre10 y 20% de los dueños de la tierra son mujeres.

Las mujeres agricultoras representan 8% de lapoblación mundial; los hombres, 11 por ciento.

DE LA FUERZA LABORAL EN LA AGRICULTURAEN LOS PAÍSES EN DESARROLLO ESTÁ

CONFORMADA POR MUJERES

Las mujeres representan 20% de la fuerzalaboral en América Latina y casi 50% enAsia oriental y en África subsahariana.

Page 21: NATGEO Junio - 2014

130 illones

TECNOLOGÍAUSO DE FERTILIZANTES

GANADO

AVES,HUEVOS Y

CTE

EDUCACIÓNPROMEDIO DE AÑOS DE EDUCACIÓN DEL JEFE DEL HOGAR PROPIEDAD DE MUJERES

5 10

Bolivia

Ecuador

Guatemala

Nicaragua

Bangladesh

Indonesia

Pakistán

Tayikistán

Vietnam

Ghana

Malaui

Nigeria

años

FINANZAS

SINCRÉDITO

Cerrar la brecha de género podría alimentar Las poblaciones de

CHADETIOPÍA

BURUNDIERITREAZAMBIAHAITÍ

O

Brecha

0

GRÁFICAS: ÁLVARO VALIÑO. FUENTES: ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONAES UNIDASPARA LA ALIMENTACIÓN Y LA AGRICULTURA; BANCO MUNDIAL

En la mayoría de los países,la cifra de mujeres con granjaspequeñas que tienen acceso alcrédito es entre 5 y 10 % menorque la de los hombres.

Las mujeres tienen menoracceso al crédito y eso dificul

ta la compra de fertilizante.

Es menos probable que las mujerestengan animales de granja grandes;con menos ganado sus proyectos de

productos lácteos son de poco alcance.

Las mujeres tienen menos acceso a la educación,en especial en las zonas rurales. La brecha educativa

es mayor en Asia y en África subsahariana.

Estos países tienen algunasde las mayores tasas de

desnutrición.

Page 22: NATGEO Junio - 2014

KYLE HOUNSELL, ADAM PAXSON, JAMES BALES, JAMES BIRD, Y KRIPA VARANASI (ARRIBA); JAMES BIRD, HYUK-MIN KWON, RAJEEV DHIMAN, ADAMPAXSON Y KRIPA VARANASI (RECUADRO); WILL HEAP, DORLING KINDERSLEY/GETTY IMAGES. ILUSTRACIÓN: ÁLVARO VALIÑO

MAÑANA

Alas impermeablesLas alas de las mariposas no solo les ayudan a volar. Tam-bién repelen agua, y hacen tan buen trabajo que un equipointernacional de ingenieros las ve como posibles modelospara la construcción de aviones en el futuro. La humedadhace menos eficiente el vuelo. El hielo lo afecta aún más.Las alas de la mariposa, con sus bordes intrincados y su co-bertura cerosa, pueden repeler una gota de agua 40 % másrápido que la hoja del nenúfar, famosa por su hidrofobia.

Cada milisegundo cuenta. “Si podemos reducir eltiempo de contacto con el agua, la superficie permane-cerá seca por periodos más largos”, dice Kripa Varanasi,de MIT. Esto significaría vuelos más rápidos y menor ne-cesidad de cubrir las aeronaves con anticongelantes,motivo del retraso de miles de vuelos en Estados Unidosen 2013. Si la idea emprende el vuelo, no será la primeraocasión en la cual los seres humanos se hayan inspiradoen el diseño eficiente de la naturaleza. —Daniel Stone

Dosis de queso Tenemos razones para amar el queso. Contiene cantidades

pequeñas de sustancias potencialmente adictivas. Algunos de estos químicos provienen

de la caseína, una proteína de la leche que se concentra durante la elaboración del que-

so. Al digerirse la caseína se crean químicos similares a la morfina llamados casomorfi-

nas. Pero eso no es todo. La leche en sí puede contener trazas de morfina producidas en

el hígado de la vaca. Estas drogas naturales son benéficas para los becerros: tienen un

efecto tranquilizador y hacen que el becerro desee tomar más leche, lo que impulsa a la

vaca a amamantarlo para que obtenga toda la nutrición que requiere. —A.R. Williams

La piel de un humano adulto cubre una superficie de alrededor de dosmetros cuadrados, el equivalente a media mesa de ping pong.

Silicio superhidrofóbico

Page 23: NATGEO Junio - 2014

DANIEL OCHOA DE OLZA, AP IMAGES (ARRIBA); REBECCA HALE

MAÑANA

Toreros en peligro“Torear es el único arte en el cual el artista arriesga suvida”, escribió Ernest Hemingway. Actualmente, esearte parece estar en peligro. El número de corridas quese realizan al año en España ha descendido 57% desde2007. Los matadores desempleados están migrando alas arenas latinoamericanas y la región de Cataluña haprohibido este espectáculo de siglos de antigüedad.

Al igual que el toro en la arena, el toreo también harecibido varias estocadas. Los nacionalistas en las re-giones autónomas de España rechazan las corridas porser demasiado españolas, mientras que los grupos de-fensores de los animales opinan que son muy crueles.Sin embargo, las heridas más profundas provienen dela crisis económica en España. “Si estás desempleado–dice Vicente Royuela, economista de la Universidadde Barcelona–, no hay forma de asistir a una corrida detoros”. El año pasado, después de que 590000 espa-ñoles firmaran una petición, el gobierno otorgó a las co-rridas de toros el estatus de Patrimonio Cultural paraevitar prohibiciones regionales en el futuro. Cuando serecupere la economía, afirma Royuela, “no dudo que lascorridas de toros regresen”. —Rachel Hartigan Shea

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MAÑANA

Factor de lágrimas La mayoría de la gente no puede picar

cebollas sin llorar. Esto se debe a algo llamado factor lacrimatorio: un

compuesto que desprenden las cebollas al cortarlas y que provoca la-

grimeo. En la naturaleza, señala el químico orgánico Eric Block, tal vez

se trate de un mecanismo de defensa. En la cocina, es una molestia.

Así que un grupo de investigadores de Japón y Nueva Zelanda crearon

una variedad “libre de lágrimas”, suprimiendo la enzima que detona el

irritante. Los bulbos genéticamente modificados (izq.) son solo para

investigación, pero la meta es criar una versión comestible de manera

natural, lo que sería un placer para los ojos. —Catherine Zuckerman

Nepal es el único país que no tiene unabandera rectangular o cuadrada.

Control de multitudes Aunque la Antártidaes el continente más despoblado del mundo, los pingüinos emperador prefieren el tráfico.¿Por qué? Mantenerse juntos ayuda a los machos a conservar el calor y la energía paraincubar. A diferencia de los embotellamientos automovilísticos, donde cada persona actúaindividualmente, los pingüinos lo hacen como una unidad. El otoño pasado, un grupo de in-vestigadores descubrió que cuando un ave se mueve, aunque sea unos centímetros, provocaondas de movimiento en todas direcciones mientras el resto de los pingüinos se ajusta.

“Lo que hace diferentes a los emperadores es que intentan mantener el espacio entreunos y otros (por el calor)”, dice Richard Gerum, físico de la Universidad de Erlangen-Nú-remberg, . Su modelo de grupos de pingüinos (der.) algún día podría ayudar a un mejor flujodel tráfico humano. Al imitar los movimientos de los pingüinos y las respuestas de sus veci-nos, en el futuro se podría lograr que los autos sin conductor recorrieran las callesa unos cuantos centímetros de distancia. —Daniel Stone

DAVID TIPLING (PINGÜINOS); KEVIN MIYAZAKI, REUTERS. ILUSTRACIÓN: ÁLVARO VALIÑO (ARRIBA)GRÁFICA: LAWSON PARKER. FUENTE: RICHARD GERUM, UNIVERSIDAD DE ERLANGEN-NÚREMBERG

HACER LA OLA

Ondas de movimientorestauran el espacio idealentre pingüinos vecinos.

0 segundos

3 segundos

Pingüinoen reposo

Pingüino enmovimiento

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MAÑANA

EDUARDO RUBIANO MONCADA

Los primeros en los AndesEn el altiplano andino existe un gran número de poblaciones indígenas.Tansolo en Perú existen más de 70 etnias, –30 % de la población nacional–, entreellos los quechuas, aymaras y arawaks. Sin embargo, hay un grupo minorita-rio que se ve a sí mismo como descendiente de la cultura que se cree fue laprimera y, en su momento, la predominante en los Andes: los urus.

Se estima que unos 2000 urus viven en el Perú. Su origen continúa siendoincierto: mientras que ellos afirman que descienden de las culturas urus dela antigüedad, otros aseveran que los verdaderos urus desaparecieron hacemucho tiempo y que la supuesta herencia ancestral es un pretexto para atraerturismo y hacer valer derechos especiales sobre los recursos del Titicaca.

Para dar respuesta, el Proyecto Genográfico obtuvo muestras de ADN de388 indígenas de Perú y Bolivia. Se analizaron los datos del cromosoma Y, asícomo del ADN mitocondrial, para identificar las relaciones genéticas entre losurus y sus vecinos. Se encontró que ambas poblaciones tienen una ascenden-cia genética distintiva que podría remontarse a unos 3700 años.

“Los primeros asentamientos humanos en el altiplano andino son uno delos grandes misterios de la odisea de nuestra especie por el mundo –declaróSpencer Wells, director del Proyecto Genográfico e investigador residente deNational Geographic Society–. El estudio arroja luz sobre cómo nuestra espe-cie se adaptó a ecosistemas dispares desde su reciente éxodo del suelo afri-cano, hace menos de 70 000 años”. —Erick Pinedo

A pesar de que elos urus compartenmuchas características genéticas conlas poblaciones andinas vecinas, hanmantenido su propio linaje distintivo.

LAGOTITICACALAGOTITICACA

AMÉRICADEL NORTE

AMÉRICADEL SUR

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EL MOMENTO Robert Clark

Sombras del pasado Robert Clark ha foto-grafiado muchos artículos de arqueología para la revista, incluyendo varios en Perú.Pero el artículo de este mes sobre la tribu huari (“intacta”) del norte, le pareció“simplemente sorprendente. Por mucho, la excavación más rica en la que he estado”.

Una tumba de 1 200 años de antigüedad que ha permanecido intacta en un sitiode saqueos constantes, el Castillo del Huarmey, proporciona nuevas perspectivassobre los primeros constructores de imperios en Sudamérica. Sin embargo, aúnabundan los misterios y uno de ellos se encontraba en el hotel de Clark.

“Detrás de la recepción había una vasija huari –cuenta–. El dueño dijo que lahabía comprado a un saqueador de tumbas, al igual que mucha gente del pueblo”.

Durante las siguientes tres semanas, al fotografiar la excavación y los objetosque se estudiaban en el laboratorio, Clark pensó en la vasija: “Quería mostrar subelleza –afirma–; me preguntaba sobre su historia. ¿Dónde había estado? ¿Quiénla robó? Era un objeto misterioso a mi parecer”.

En su último día en la ciudad, unos minutos antes de partir hacia Lima, le diovida a la imagen. Haciendo uso de su experiencia como retratista tomó la siluetade un empleado del hotel sosteniendo la vasija frente a una pared.

“Fue la última foto que tomé –dice Clark–, y todo sucedió muy rápidamente.Es común que hagamos muchos planes por adelantado, pero a veces la fotografíase toma en el momento”. —Jeremy Berlin

ROBERT CLARK

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En notable estado de conservación, la mano de una noble andina aún sujeta un trozo de su mortaja.

3

El sitio peruano fue saqueado durante décadas,pero los ladrones pasaron por alto una tumba real

que permaneció oculta por más de 1000 años.

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Fragmentos de túnicascon diseños vivos yvasijas pintadas pararepresentar a los seño-res huaris, constructo-res del primer imperioandino, son algunos delos tesoros de la tumbaintacta de El Castillode Huarmey.TODAS LAS FOTOGRAFÍAS FUERONTOMADAS CON AUTORIZACIÓN DELGOBIERNO PERUANO.

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Cae la tarde en la costa de Perú y los obre-ros se congregan mientras los arqueólo-gos Miłosz Giersz y Roberto PimentelNita abren una hilera de pequeñas cá-maras selladas, próximas a la entrada de

una tumba antigua. Ocultos durante más de un mileniobajo una capa de adobes pesados, los recintos reducidoscontienen grandes jarrones de cerámica, algunos deco-rados con lagartos y otros pintados con rostros humanossonrientes. Giersz hace una mueca al aflojar los ladrillosdel último compartimiento. “Huele espantoso aquí aba-jo”, farfulla. Cauteloso, echa un vistazo dentro de unagran vasija sin decorado; está llena de envolturas puparesdescompuestas, restos de moscas atraídas por el conte-nido. El arqueólogo retrocede y se pone de pie, sacu-diendo de sus pantalones una nube de polvo de 1200 añosde antigüedad. A lo largo de tres años de excavaciones,

Una criatura alada adorna la orejera de plata y oro que usara una mujer de la élite huari.

Por Heather Pringle

Fotografías de Robert Clark

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8 national geo graphic • junio de 2014

Giersz ha descubierto un inesperado ecosiste-ma de muerte en el sitio conocido como El Cas-tillo de Huarmey, desde rastros de insectos quese alimentaban de carne humana y serpientesenroscadas que murieron dentro de vasijas decerámica, hasta abejas africanizadas que salíanen enjambres de las cámaras subterráneas paraatacar a los obreros.

Mucha gente le advirtió que excavar los es-combros de El Castillo no solo sería difícil, sinouna pérdida de tiempo y dinero dado que, almenos durante un siglo, los ladrones de tum-bas habían abierto túneles en las laderas de laenorme colina, buscando sepulturas que alber-garan esqueletos antiguos adornados con oroy envueltos en algunos de los tapices más mag-níficos jamás tejidos. A cuatro horas en auto alnorte de Lima, la loma lucía como una combi-nación entre superficie lunar y vertedero de ba-sura, con infinidad de agujeros, vetustos huesoshumanos regados por doquier y montones debasura moderna.

No obstante, Giersz – inconformista afableque imparte la cátedra de arqueología andinaen la Universidad de Varsovia– estaba decididoa seguir adelante con la excavación, convenci-do de que algo importante ocurrió en El Casti-llo hace 1 200 años, porque en las laderas habíafragmentos de textiles y vasijas de la casi desco-nocida civilización huari, cuyo territorio yacíamucho más al sur. El arqueólogo y un grupopequeño de investigadores utilizaron un mag-netómetro para obtener imágenes de lo queyacía bajo la superficie y tomaron fotografíasaéreas con una cámara montada en una come-ta; sus estudios revelaron algo que generacio-nes de saqueadores pasaron por alto: la siluetasutil de una muralla enterrada que se extendíasobre una estribación rocosa en el lado sur de ElCastillo. De inmediato, Giersz y un equipo pola-co-peruano solicitaron autorización para comen-zar las excavaciones. El contorno tenue resultóser un laberinto colosal de torres y paredes altas

que abarcaba todo el extremo austral de ElCastillo. Antaño pintado de carmesí, el extensocomplejo parecía un templo huari dedicado ala veneración de los antepasados, pero en elotoño de 2012, mientras excavaban bajo unacapa de pesados ladrillos trapezoidales, descu-brieron algo que pocos arqueólogos andinosimaginaron hallar: una tumba intacta que al-bergaba los entierros de cuatro reinas o prin-cesas huaris, al menos otros 54 individuos dealcurnia y más de 1 000 artefactos de élite, desdeenormes orejeras de oro hasta cuencos de plata

Heather Pringle es autora de The Mummy Con-gress. Robert Clark ha fotografiado más de 30reportajes para National Geographic.

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y hachas de aleación de cobre, todo de la másfina manufactura.

“Es uno de los descubrimientos más impor-tantes de los últimos años”, asegura Cecilia Par-do Grau, curadora de arte precolombino en elMuseo de Arte de Lima. Los hallazgos han arro-jado información nueva sobre los huaris y suopulenta clase reinante.

Mucho antes del advenimiento de los incas,los huaris emergieron del anonimato en el vallede Ayacucho y alcanzaron su esplendor alrede-dor del siglo vii d.C., época de reiteradas sequías

El arqueólogo Miłosz Giersz mide la distan-cia entre la tumba imperial y las vasijas quelos saqueadores dañaron. “Estuvieron apunto de encontrar la tumba”, señala.

0 mi 400

0 km 400

Extención de la influenciadel imperio Huari, 800 d. C.

NGM MAPS

OCÉANOPACÍFICO

El Castillode Huarmey

HuariLima

PERÚ

COLOMBIA

ECUA.

BRASIL

BOL.

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En el laberinto de cámaras, el arqueólogo Ro-berto Pimentel Nita se acuclilla para examinarun hallazgo. El clima en la zona de El Castillo estan árido que hasta las fibras más delicadaspueden sobrevivir siglos enterradas en el suelo.

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Zona delpalacio Colina

TumbaPlataforma

Después de conquistar a los señores locales, los huaris erigieron una tumba imperial imponente en

El Castillo. Con muros carmesí, el edificio sagrado era visible desde varios kilómetros a la redonda,

recordatorio constante del poderío de un nuevo régimen. En el nivel inferior, los huaris sepultaron a

58 damas de la nobleza, incluidas cuatro reinas o princesas. En una cámara superior, los arqueólogos

hallaron un trono para exhibir la momia de un personaje importante, tal vez el propio emperador.

Los constructores abrieronuna cámara mortuoria en lacumbre rocosa. La tumbapermaneció abierta variosmeses mientras la llenabancon cuerpos momificados.

Obreros ampliaron la plataforma, sellaron la cámara mortuoria con toneladas de gravay una capa de adobes, yencima construyeron habitaciones para momias yofrendas.

Un noble encabeza la procesión ceremonial paratransportar un fardo demomia al sitio del entierro.

Fardosfunerariosy ofrendas

Guerrero

Plataformafase 1

Plataformafase 2

Adobes

Piedra

FERNANDO G. BAPTISTA Y DANIELA SANTAMARINA; AMANDA HOBBS

FUENTE: MIŁOSZ GIERSZ, UNIVERSIDAD DE VARSOVIA

FASE 1 FASE 2

El interior de una tumba huari

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Jarrones conofrendas

Cámarafuneraria

Noble

Grava

Ladrillo

Tierra

Sacrificiohumano

Fardo demomia

Dos guardianes, un hombre y unamujer, fueron sepultados a laentrada de la tumba. Ninguno teníael pie izquierdo, quizá para impedirles abandonar sus puestos.

Aun cuando se desconocen la altura dela tumba y la cantidad de pisos, unaescalinata larga y muros gruesos decarga sugieren que hubo un segundonivel y hasta un tercero.

Altura de laestructuraexistente

Pequeña cámara mortuoria reservada a losaristócratas menores.

Reina(página 14)

Este trono o altar talvez se utilizó paraexhibir la momia delsoberano.

Como corresponde a la realeza, losfardos funerarios de las reinas o princesas ocupaban tres cámaras privadas bajo el salón del trono. Estabanacompañadas de 54 mujeres de lanobleza y seis sacrificios humanos.

Cámara funeraria

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Reina

Corte transversal

Nobles Guardianes

Trono

Altura de laestructuraexistente

Reconstrucciónhipotética

Fallecida hacia los 60 años, esta importante noble huari fue sepul-

tada con riqueza y esplendor. Los asistentes dispusieron su

cuerpo en la tradicional postura sedente, la vistieron con una

túnica y un chal finamente tejidos y la adornaron con magníficas

joyas. Luego la envolvieron con capas de tela para crear el fardo

funerario.

Un entierro digno de una reina

La reina fue sepultadacon seis pares de orejeras, algunas de oro.

Alfiler de aleaciónde cobre

Cuenco de plata

Quero de piedra blanca

Lecho rocoso

Tatuajesgeométricos

Como preparación parael entierro, los asistentespintaron su rostro con unpigmento rojo sagrado.

El cuerpo de la reinafue envuelto con tela,una manta rayada y unamalla amplia de cordones anudados. La capaexterior era una frazadasencilla.

Cajas de carrizo cortadodecoradas ricamente,contenían preciadaspertenencias, como orejeras y husos de oro,cuchillos de metal yobsidiana.

Alrededor de la reinahabía frascos de cerámica, jarros y tazas, losmás finos hallados en latumba.

FERNANDO G. BAPTISTA Y DANIELA SANTAMARINA; AMANDA HOBBSFUENTE: MIŁOSZ GIERSZ, UNIVERSIDAD DE VARSOVIA

RECREACIÓN ARTÍSTICA BASADA EN CONSULTAS CON EXPERTOS.

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tumba huari 15

y crisis ambientales en Perú. Maestros de la inge-niería, construyeron acueductos y sistemas decanales complejos para irrigar campos en terra-zas, y cerca de la actual Ayacucho fundaron unacapital extensa, hoy conocida como Huari. Du-rante su apogeo, la ciudad albergó hasta 40000residentes –más grande que París en el mismoperiodo, con apenas 20000 habitantes– y desdeaquella fortificación los señores huaris extendie-ron sus dominios por cientos de kilómetros a lolargo de los Andes y hasta los desiertos costeros,forjando lo que para muchos arqueólogos fue elprimer imperio en la Sudamérica andina.

Desde hace tiempo, los investigadores se hanpreguntado cómo fue, exactamente, que loshuaris construyeron y gobernaron su enorme einsubordinado reino; si lo hicieron mediante laconquista, la persuasión o una combinación deambas. Carecían de un sistema de escritura y nolegaron registros históricos; sin embargo, los ha-llazgos de El Castillo, ubicado a unos 850 kiló-metros de la capital huari, están respondiendomuchas interrogantes.

Es posible que los invasores extranjeros lle-garan a esa franja costera a fines del siglo viii,cuando la región yacía en lo que entonces era lafrontera sur de los ricos señores moches y don-de, al parecer, no había fuertes líderes locales. Sibien se desconoce cómo lanzaron su ofensiva, unaimportante copa ceremonial, descubierta en latumba imperial de El Castillo, representa a gue-rreros huaris que esgrimen alabardas y comba-ten contra defensores costeros armados conlanzadardos o átlatl. Al disiparse el humo de la

guerra, los huaris tenían el control. El nuevo se-ñor construyó un palacio al pie de El Castillo y,con el tiempo, él y sus herederos comenzaron atransformar la colina empinada en un temploimponente dedicado a la veneración de los an-tepasados.

Cubierto por casi 1000 años de escombros ysedimentos arrastrados por el viento, hoy día ElCastillo semeja una enorme pirámide escalona-da, un monumento construido de la base a lacúspide. Pero Giersz supo que el sitio no era loque parecía, así que invitó a un equipo de exper-tos en arquitectura para inspeccionar las escale-ras y paredes recién desenterradas. Sus estudiospusieron de manifiesto lo que el arqueólogo po-laco sospechaba: los ingenieros huaris iniciaronla construcción en la parte superior de El Casti-llo, una formación rocosa natural, y de allí des-cendieron gradualmente.

En la cumbre, los obreros tallaron una habi-tación subterránea que se convirtió en la tumbaimperial y cuando estuvo lista para sellarse,echaron dentro unas 30 toneladas de grava, ce-rraron la cámara con una capa gruesa de adobespesados y encima levantaron una torre mauso-leo cuyas paredes carmesí eran visibles desdevarios kilómetros a la redonda. La élite huaridejó ofrendas ricas en los pequeños recintosinteriores, incluyendo textiles finos que los an-tiguos pueblos andinos valoraban más que eloro, cordones anudados llamados quipus –uti-lizados para llevar el registro de los bienes im-periales– y partes del cuerpo de un cóndorandino, ave asociada estrechamente con la aris-tocracia huari.

En el centro de la torre había una habitaciónque contenía un trono; hace algunos años, unossaqueadores informaron a un arqueólogo ale-mán que habían hallado momias dispuestas enlos nichos de sus paredes. “Estamos bastante se-guros de que la cámara sirvió para venerar a losantepasados”, dice Giersz; tal vez incluso se usa-ra para reverenciar la momia del emperador,misma que el equipo aún no ha encontrado.

Cráneo de la gran reina en El Castillo.

Beca de la Sociedad El trabajo del arqueólogo Miłosz

Giersz fue financiado, en parte, gracias a tu suscripción.

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16 national geo graphic • junio de 2014

La aristocracia reservó lugares en la cúspidepara sus propios mausoleos y, una vez agotado elespacio disponible, recurrió a la ingeniería paraconstruir terrazas escalonadas que descendíanpor las laderas de El Castillo, llenándolas con to-rres funerarias y tumbas. Giersz explica queel conjunto arquitectónico fue tan importantepara la nobleza huari que “utilizaron a todos losobreros locales disponibles”; así, la argamasaseca de muchos de los muros recién expuestosestá estampada con huellas de manos humanas,algunas de niños de apenas 11 o 12 años.

Al concluir la construcción, tal vez entre losaños 900 y 1000 d.C., El Castillo comunicaba unpoderoso mensaje político a los vivos: los invaso-res huaris eran ahora sus gobernantes legítimos.

en un pequeño recinto cerrado, en la laderaoccidental de la necrópolis, Wiesław Więc-kowski se acuclilla junto a un brazo humanomomificado y con un cepillo retira la arena quecubre los dedos descarnados. Durante casi unahora, el bioarqueólogo de la Universidad deVarsovia ha limpiado esa sección de la cámara,recogiendo los despojos de un fardo funerarioy buscando el resto del cuerpo. La tarea es lenta

dentro y en las inmediaciones de la tumba im-perial. Dice que aunque los tejidos blandos nose preservaron bien en la cámara sellada, susestudios ya están proporcionando detalles cla-ve sobre la vida y muerte de los aristócratas ysus guardianes.

Casi todos los personajes sepultados en lacámara eran mujeres y niñas que, al parecer,fallecieron en el lapso de varios meses, proba-blemente de causas naturales, y todas fuerontratadas con gran respeto. Sus asistentes las vis-tieron con túnicas y chales de ricos bordados,

El rango social era tan

importante en la muerte

como en vida.

y delicada. Al introducir su paleta en la esquinade la habitación deja expuesto parte de un fé-mur humano atrapado en un agujero irregularde la pared. Więckowski frunce el ceño, decep-cionado. Comenta que, posiblemente, los sa-queadores trataron de arrastrar la momia fuerade la cámara contigua y, literalmente, la hicie-ron pedazos. “Solo podemos afirmar que era elcuerpo de un varón de edad muy avanzada”.

Especializado en el estudio de restos huma-nos, Więckowski ha empezado a analizar losesqueletos de todos los individuos hallados

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tumba huari 17

pintaron sus rostros con un pigmento rojo sa-grado y las adornaron con valiosas joyas, comoorejeras de oro y delicados collares de cuentas decristal. Luego, los dolientes dispusieron sus cuer-pos en la tradicional postura sedente, con las ex-tremidades flexionadas, y envolvieron a cada unacon un gran lienzo, formando el fardo funerario.

Więckowski señala que la clase social era tanimportante en la muerte como en vida, de ma-nera que los asistentes colocaron a las mujeresde más alto rango –tal vez reinas o princesas–en tres cámaras privadas laterales. La de mayor

alcurnia, una dama de unos 60 años, se encon-traba rodeada de singulares lujos que incluíanvarios pares de orejeras, un hacha ceremonialde bronce y un cuenco de plata. Semejantes ri-quezas y alarde maravillaron a los arqueólogos.

Más allá, en una amplia zona común, los asis-tentes distribuyeron a las nobles de menor rangoa lo largo de las paredes y, con contadas excepcio-nes, junto a cada una depositaron una urna máso menos del tamaño y la forma de una caja dezapatos, hecha de carrizos cortados, donde guar-daron todos los utensilios de tejido necesarios

Con las piernas cruzadas, el hombre quehacía guardia vigiló los tesoros de la tumbadurante más de 1 000 años. Junto a él ya-cían una copa y un calabacino.

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La figura decorada en el frasco de cerámica (izq.), representa a un gran señor sentado enuna balsa, tal vez una pista de que los huaris invadieron el territorio por mar. La tumba in-tacta de El Castillo ha producido más de 1000 artefactos hechos, específicamente, para laaristocracia huari, incluidas orejeras de madera incrustadas con oro, concha y piedras pre-ciosas (arriba), y dos jarrones que contenían ofrendas para los antepasados venerados.

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Las aristócratas huaris de alto rango lucían orejeras,a veces tan grandes como pomos de puerta. El descubri-miento de artefactos de oro y plata causó desvelos a losarqueólogos, temerosos del saqueo.

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La élite huari vestía bien y hasta el calzado era de piel pin-tada con colores vivos. También bebían con estilo. Un arte-sano talló este vaso para una reina utilizando una piedraandina parecida al alabastro.

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24 national geo graphic • junion de 2014

para elaborar textiles de alta calidad. Las huariseran tejedoras consumadas y creaban telas se-mejantes a tapices, con cuentas de hilos superio-res a las que producían las legendarias tejedorasflamencas y holandesas del siglo xvi.

Cuando la cámara estuvo lista para sellarse,los asistentes subieron por la ladera de El Casti-llo con las últimas ofrendas: los sacrificios hu-manos, seis en total, tres niños –entre ellos, loque podría ser una pequeña de nueve años– ytres adultos jóvenes. En opinión de Więckowski,es posible que las víctimas fueran hijos de nobles

conquistados. “Si eres el gobernante y quieresque la gente demuestre su lealtad al linaje, tomasa sus hijos”, informa. Concluida la matanza, losasistentes arrojaron los cadáveres dentro de latumba, luego cerraron la cámara y, a modo deguardias, colocaron en la entrada los cuerposamortajados de un varón en la flor de la vida yde una mujer mayor, ambos sin el pie izquierdo,tal vez para asegurarse de que no abandonaransus puestos.

Mientras Więckowski aguarda los resultadosdel análisis de ADN y de las pruebas isotópicas

En un cementerio moderno, cerca de El Cas-tillo, un saqueador exhibe a clientes poten-ciales un textil robado. Hoy día, la tumba deEl Castillo es celosamente resguardada.

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tumba huari 25

para averiguar más de las mujeres sepultadas ysu lugar de origen, Giersz utiliza la evidenciareunida para crear una imagen detallada de lainvasión huari en la costa norte. “Que hayanconstruido un importante templo aquí, en unsitio prominente de la antigua frontera moche,indica que conquistaron la región con la inten-ción de quedarse”.

En un cuarto trasero silencioso del Museo deArte de Lima, los arqueólogos de El Castillo son-ríen satisfechos mientras examinan algunos delos hallazgos recién limpiados. Durante varias

semanas, los conservadores retiraron la pátinagruesa y oscura que cubría muchos de los arte-factos de metal, revelando sus diseños relucien-tes. Acunadas en papel tisú había tres orejeras deoro, cada cual del tamaño aproximado de unpomo de puerta y con la imagen de una criaturamítica o deidad alada. Patrycja Prządka-Giersz,arqueóloga de la Universidad de Varsovia, espo-sa de Miłosz e integrante del equipo, las observacon alborozo. Todos los adornos, dice, “son dis-tintos y solo podemos apreciarlos bien despuésdel proceso de conservación”.

Mientras inspecciona el interior de una grancaja de cartón que descansa sobre la mesa, Gierszadmira uno de los descubrimientos más impor-tantes del equipo: un frasco de peregrino en ce-rámica, profusamente pintado y decorado, querepresenta a un señor huari en suntuosos ropa-jes viajando en una balsa por aguas costeras re-pletas de ballenas y otros seres marinos. Halladoentre los bienes funerarios más preciados de ladifunta reina de El Castillo, el frasco de 1200años de antigüedad parece señalar un gran acon-tecimiento –mitad mítico, mitad real– en la his-toria de la costa norte: la llegada de un importanteseñor huari, tal vez el propio emperador. “Y así,

empezamos a escribir el relato del emperadorhuari que se hizo a la mar en una balsa –informaMakowski, con una sonrisa–. Un emperador quemurió en la costa de Huarmey, acompañado desus esposas”.

Por ahora, solo un relato, una conjetura ar-queológica. Sin embargo, Giersz todavía cree quela tumba del gran señor huari yace oculta en al-gún lugar de ese laberinto de muros y cámarassubterráneas. Y si los ladrones no la hallaronantes que él, el arqueólogo polaco no descansaráhasta encontrarla. j

La tumba del gran señor hua-

ri yace oculta en algún lugar

del laberinto de cámaras.

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¿Puedela“revoluciónazul”resolvereldesafío

alimentariodelmundo?

Para2050tendremosquealimentara2000millonesmásdepersonas.Estaserieespecialdeochomesesexploracómopodemoshacerlosin

agobiaralplaneta.

El futuro de la ngenespanol.com/comida

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27

Por Joel K. Bourne, Jr.Fotografías de Brian Skerry

Cómocriarmejorespeces

En la actualidad se producenmás peces de granja que carnede res y apenas es el principio.

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Solaiman Sheik muestra la cosecha del pequeño estanquede su padre, cerca de Khulna, Bangladesh: langostinos deagua dulce, un producto de exportación rentable. La fa-milia también cría peces en el estanque y, en la estaciónseca, arroz fertilizado con las excreciones de los peces,un policultivo que ha triplicado su producción con pocosinconvenientes ambientales.

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Los filtros acuáticos de la naturaleza, las vieirasjaponesas gigantes, se alimentan con las excrecionesde los peces en una piscifactoría experimental a lasafueras de la isla de Vancouver, en Canadá. La piscifac-toría también utiliza pepinos de mar y kelp para queconsuman las excreciones de los corrales cercanosde bacalao negro nativo.

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Los corrales de tilapia en la Laguna de Bay, el lago másgrande de Filipinas, están siendo sofocados por unaproliferación de algas que ellos ayudaron a crear. Ellago sobrepoblado produce grandes cantidades depeces de granja, pero el exceso de nutrientes fomentael crecimiento poblacional de algas que consumen oxí-geno y matan a los peces.

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34 national geo graphic • junio de 2014

del Nilo, blancas y gordas, salen a la superficie.Martin, presidente de Blue Ridge Aquaculture,una de las piscifactorías bajo techo más grandesdel mundo, sonríe ante el frenesí por la comida.

“Este es el pez de san Pedro, el pez con el queJesús alimentó a las multitudes”, dice con voz depredicador. Sin embargo, a diferencia de Jesús,Martin no regala sus peces. A diario vende 5000kilogramos de tilapias vivas a los mercados asiá-ticos en Norteamérica, desde Washington, D.C.,hasta Toronto, y planea otra piscifactoría en lacosta oeste. “Mi modelo es la industria avícola–afirma, la diferencia es que nuestros peces sonperfectamente felices”.

“¿Cómo sabe que son felices?”, pregunto y ob-servo que la densidad de las tilapias en el tanquees tan tupida como para que san Pedro caminesobre ellas.

“Por lo general, demuestran su infelicidad mu-riendo –responde Martin–. Aún no pierdo ni unsolo tanque de peces”.

Un parque industrial en los Apalaches puedeparecer un lugar extraño para que crezcan unoscuantos millones de nativos del Nilo, pero laspiscifactorías de escala industrial están surgien-do por todas partes en estos días. La acuiculturase ha multiplicado aproximadamente 14 vecesdesde 1980. En 2012, su producción global, des-de salmones plateados hasta feúchos pepinos demar que solo le pueden gustar a un cocinero

chino, alcanzó más de 66 millones de toneladas,superando de manera contundente la produc-ción de carne de res por vez primera y ascen-diendo a casi la mitad de todos los alimentosacuáticos que se consumen en la Tierra. Se es-pera que el crecimiento de la población, el in-cremento del ingreso y la reputación de losalimentos acuáticos como saludables para el co-razón aumenten la demanda en 35% o más soloen los próximos 20 años. Con la captura globalde peces silvestres estancada, los expertos dicenque prácticamente todos esos nuevos alimentosacuáticos tendrán que ser cultivados.

“No hay modo de que obtengamos toda la pro-teína que necesitamos de peces silvestres –afirmaRosamond Naylor, experta en política alimen-taria que ha investigado los sistemas de acui-cultura–. Pero la gente está muy recelosa de quevayamos a crear otra industria de engorda en elocéano, así que quieren hacer las cosas bien desdeel principio”. Hay buenas razones para desconfiar.

la nueva “revolución azul”, que ha llevado abajo precio camarón, salmón y tilapia empaca-dos al vacío a los congeladores de los super-mercados, ha traído consigo muchos problemassimilares a los de la agricultura en tierra: des-trucción de hábitats, contaminación del agua ytemor por la seguridad alimentaria. Durante losaños ochenta del siglo pasado, extensas zonas de

En una oscura y húmeda bodega en lasfaldas de la Cordillera Azul de Virginia,Bill Martin recoge un balde de pequeñosgránulos marrones y los arroja en untanque grande de concreto.Unas tilapias

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GRÁFICA Y TABLA DE VIRGINA W. MASON Y JASON TREAT; SHELLEY SPERRY

FUENTES: MALCOLM BEVERIDGE, WORLDFISH; RODNEY HILL, UNIVERSIDAD DE IDAHO; ROBERT SWICK, UNIVERSIDAD DE NUEVA INGLATERRA, AUSTRALIA; CONSEJO PARAEL DESARROLLO DE LA AGRICULTURA Y LA HORTICULTURA DEL REINO UNIDO

Ganado*

.45 kilogramos de pienso

Cerdo Pescado**Pollo broiler

0.83.1 0.51.3

.45

kilogramos

MASA

CORPORAL

La cantidad exacta de piensonecesaria varía, dependiendode la calidad y la composición deeste, la salud y la edad del animal,el medio ambiente y otrosfactores.

Kilogramos depienso necesa

rios para producir un

kilogramo demasa corporal

* Tasa para res Hereford; las tasas para otras razas de ganado vacuno varían** Tasa del salmón; las tasas para otros peces son ligeramente superiores

Kilogramos por kilogramo

Las diferentes fuentes de proteína animal en

nuestra dieta plantean distintas demandas de

recursos naturales. Una medida de esto es la

“tasa de conversión alimentaria”: una estima-

ción del alimento que se requiere para obtener

un kilogramo de masa corporal. Según esta

medida, criar salmón es aproximadamente siete

veces más eficiente que criar ganado vacuno.

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36 national geo graphic • junio de 2014

“Recibí mucha influencia de la revoluciónverde en granos y arroz”, dice Li Sifa, un gene-tista de peces de la Universidad Shanghai Ocean.Li es conocido como “el padre de la tilapia” porhaber desarrollado una raza de rápido creci-miento que se convirtió en la columna verte-bral de la industria de la tilapia en China, la cualproduce 1.5 millones de toneladas anuales. “Lasbuenas semillas son muy importantes –afirmaLi–. Esa es mi obligación. Producir mejores pe-ces, más peces, para que los piscicultores se ha-gan ricos y la gente pueda tener más comida”.

¿Cómo hacerlo sin propagar enfermedades nicontaminación? Para el piscicultor de tilapia BillMartin la solución es sencilla: criar peces en tan-ques en tierra, no en corrales en un lago o en elmar. “Hay piojos marinos, enfermedades, fugasy muertes –comenta Martin–. Compare eso conun ambiente 100% controlado, con un posibleimpacto en los océanos lo más cercano a ceroque podamos obtener”.

Sin embargo, la piscifactoría de Martin nodeja tranquilos ni la tierra ni el aire, y operarlano es barato. Para mantener vivos a sus peces ne-cesita un sistema de tratamiento de agua tangrande como para una pequeña ciudad; la elec-tricidad para operarla proviene del carbón.Martin recircula alrededor de 85 % del agua desus tanques y el resto –alto en amoniaco y excre-ciones de peces– va a la planta de tratamiento deaguas residuales local, mientras que la volumi-nosa basura sólida es transportada al relleno sa-nitario. Para reemplazar el agua perdida bombea

manglares fueron arrasadas para construir pisci-factorías que actualmente producen una porciónconsiderable del camarón mundial. La conta-minación de la acuicultura –un coctel pútridode nitrógeno, fósforo y peces muertos– es actual-mente un riesgo generalizado en Asia, dondese localiza 90% de las piscifactorías. Para mante-ner vivos los peces en corrales densamente po-blados, algunos piscicultores asiáticos recurren aantibióticos y pesticidas cuyo uso está prohibidoen Estados Unidos, Europa y Japón.

La industria moderna del salmón, que du-rante las tres décadas pasadas ha colocado cer-cados de malla densamente repletos de salmóndel Atlántico desde Noruega hasta la Patagonia,ha estado plagada de parásitos, contaminacióny enfermedades. Las piscifactorías escocesas desalmón perdieron casi 10 % de sus peces en2012 por una amebiasis branquial; en Chile, laanemia infecciosa ha matado salmones porun valor estimado de 2 000 millones de dólaresdesde 2007.

El problema no es el arte antiguo de la acui-cultura per se, sino su rápida intensificación. Losagricultores chinos empezaron a criar carpas ensus arrozales hace por lo menos 2500 años. Peroen ese país, con la producción actual de la acui-cultura de 42 millones de toneladas al año, loscorrales de peces se alinean en muchos ríos, lagosy costas marinas. Los piscicultores llenan sus es-tanques con razas de rápido crecimiento de carpay tilapia, y utilizan alimento concentrado parapeces para maximizar su crecimiento.

FUENTE: FAOSTAT

La piscicultura se expande

mientras la pesca silvestre

se estanca

Con el aumento de la demanda y lasobreexplotación de la población depeces marinos silvestres, casi la mitadde los alimentos acuáticos provieneactualmente de la acuicultura, que hacrecido a un ritmo de dos dígitosdurante décadas. Casi todo el creci-miento es en Asia, que alberga hasta90 % de las piscifactorías.

47 %

53 %3 %

97 %

Resto del mundo

ASIACriado

Capturado

20111950 1980 199019701960 2000

100

0

200

Producción mundial de la industria

pesquera, 1950-2011

Millones de toneladas

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el fu turo de l a comida 37

más de un millón de litros diarios de un acuífero.Sus metas son recircular 99% del agua y produ-cir su propia electricidad baja en carbono captu-rando metano de la basura. Pero para lograrlasfaltan algunos años. Y aunque Martin está con-vencido de que los sistemas de recirculación sonel futuro, hasta ahora solo unas cuantas compa-ñías producen peces –incluidos salmón, esme-dregal y trucha– en tanques en tierra.

a trece kilómetros de la costa de Panamá,Brian O’Hanlon –presidente de Open Blue, de 34años y pescadero de tercera generación de NuevaYork– va exactamente en dirección opuesta.

A principios de los noventa, el desplome de lapesca de bacalao del Atlántico norte y las tarifasde importación impuestas al salmón noruegoquebraron el negocio de la familia de O’Hanlon.Su padre y sus tíos siempre dijeron que el futurode la industria era la acuicultura. Por lo tanto,siendo adolescente, O’Hanlon empezó a criarpargo rojo en un tanque gigante en el sótano dela casa de sus padres.

Ahora, en la costa de Panamá, opera la pisci-factoría marina más grande del mundo. Cuentacon unos 200 empleados, un criadero en tierra yuna flota de barcos de color anaranjado brillan-te para dar servicio a una docena de jaulas gi-gantes, las cuales pueden contener en conjuntomás de un millón de esmedregales. Especie po-pular de la pesca deportiva, el esmedregal hasido capturado comercialmente solo en peque-ñas cantidades –en estado silvestre, el pez es muysolitario–, pero su explosiva tasa de crecimientolo hizo popular entre los piscicultores. Al igualque el salmón, está lleno de los saludables ácidosgrasos omega 3 y produce un filete blanco suavey cremoso. El año pasado envió 800 toneladas deesmedregal a restaurantes de lujo de todo Esta-dos Unidos. El año próximo espera duplicar esacantidad y por fin obtener ganancias.

Los costos de mantenimiento y operación sonelevados en aguas marinas. Aunque casi todas lasoperaciones con salmón se meten en calas prote-gidas cerca de la costa, las olas sobre las jaulas deO’Hanlon pueden alcanzar seis metros o más.Pero todo este torrente de agua es la clave: está

usando la disolución para evitar enfermedadesy la contaminación. Sus jaulas no solo están auna fracción de la densidad de la típica pisci-factoría de salmón, sino que también, al estarasentadas en aguas profundas, constantementeson lavadas por la corriente y las olas. Hastaahora, O’Hanlon no ha tenido que tratar los es-medregales con antibióticos y los investigadoresde la Universidad de Miami no han encontradoninguna traza de excreciones de pez fuera de suscorrales.

“Este es el futuro –asegura–. Esto es lo que laindustria tendrá que hacer para seguir creciendo,especialmente en los trópicos”. Los sistemas derecirculación como los de Martin, señala, nuncaproducirán suficiente biomasa. “No hay manerade que puedan satisfacer la demanda del merca-do. Y para hacer que uno de ellos sea rentablesucede lo mismo que en la engorda de ganado: seapiñan tantos peces que lo único que uno hace estratar de mantenerlos vivos. No les están propor-cionando el mejor ambiente posible”.

ya sea que uno críe peces en una jaula en maradentro o en un tanque filtrado en tierra, hay queseguir alimentándolos. Tienen una gran ventajasobre los animales terrestres: requieren muchomenos alimento. Los peces necesitan menos ca-lorías porque son de sangre fría y porque, al viviren un ambiente flotante, tampoco luchan tantocontra la gravedad. Se necesita aproximadamen-te un kilogramo de alimento para producir unode pez de granja; se requieren casi dos kilogra-mos de alimento para producir uno de pollo, al-rededor de tres para un kilogramo de puerco yalrededor de siete para un kilogramo de res.Como fuente de proteína animal que puede sa-tisfacer las necesidades de 9000 millones de per-sonas, con menor demanda de los recursos de laTierra, la acuicultura –en particular para omní-voros como la tilapia, la carpa y el bagre– pareceser una buena apuesta.

Sin embargo, algunos de los peces de granjaque a los consumidores adinerados les gusta co-mer tienen también una desventaja: son carní-voros voraces. La tasa de rápido crecimiento quehace que el esmedregal sea un buen pez de granja

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Jaulas de peces en forma de diamante emergen del aguapara su limpieza en Open Blue, la piscifactoría más gran-de del mundo en mar abierto, a 13 kilómetros de la costacaribeña de Panamá. Los buzos que se encuentran en lapunta bombean aire comprimido por la apertura centraldel palo para subir las jaulas. Las piscifactorías marinaspodrían abrir una nueva frontera alimentaria.

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Un buzo pesca con red un esmedregal de cinco kilogramospara muestreo antes de la cosecha, en uno de docenas decorrales marinos de Open Blue. Con una capacidad paracontener cientos de miles de peces, pero menos densa-mente poblados y con mejores corrientes de agua que loscorrales de salmón cerca de la costa, producen poca con-taminación. El esmedregal aporta tanto aceite de pesca-do saludable como el salmón.

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Al amanecer en la costa de Fujian, en China, los agriculto-res de algas marinas salen para atender sus campos acuá-ticos. Estas granjas ayudan a China a cultivar 12 millonesde toneladas de alimento al año, sin terrenos, agua dulceni fertilizantes, excepto los que provienen de la escorren-tía de la tierra. Los océanos ocupan 71% de la superficieterrestre pero proporcionan menos de 2% de nuestros ali-mentos, por el momento.GEORGE STEINMETZ

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Rick Barrows, quien ha desarrollado alimentopara peces en su laboratorio del Departamentode Agricultura de Estados Unidos en Montana,durante las tres décadas pasadas. “Los peces norequieren carne de pescado –comenta Barrows–sino nutrientes. Hemos alimentado con dietasmayormente vegetarianas a truchas arcoíris des-de hace 12 años. La acuicultura podría prescindirhoy de la carne de pescado si quisiera”.

Reemplazar el aceite de pescado sigue siendomás complicado, porque contiene los preciadosácidos grasos omega 3. En el mar son produci-dos por las algas, luego pasan a la cadena alimen-taria y se acumulan en concentraciones más altasa lo largo del camino. Algunas compañías depienso ya están extrayendo los omega 3 directa-mente de las algas: el proceso utilizado para ellose usa en huevos y jugo de naranja. Esto tiene elbeneficio agregado de reducir el DDT, los PCBy las dioxinas que también pueden acumularse enlos peces de granja. Una solución aún más rápida,apunta Rosamond Naylor, de Stanford, podríaser el aceite de canola genéticamente modificadopara producir altos niveles de omega 3.

averiguar qué alimenta a los peces de granjapuede ser, en última instancia, más importantepara el planeta que la pregunta de dónde criarlos.“Todo el concepto de moverse a aguas profundasy a tierra no se debe a que se haya acabado el es-pacio en la zona costera”, dice Stephen Cross, dela Universidad de Victoria en Columbia Británi-ca, quien durante décadas fue consultor ambien-tal para la industria de la acuicultura. Aunque lacontaminación de las piscifactorías costeras desalmón le acarreó mala reputación a toda la in-dustria, comenta, en estos días incluso las pisci-factorías de salmón están produciendo de 10 a 15veces los peces que producían en los años ochen-ta y noventa del siglo pasado, con una fracciónde la contaminación de entonces. En un rincónremoto de la isla de Vancouver, Cross está inten-tando algo nuevo e incluso menos dañino.

es propiciada en estado silvestre por una dieta depeces o crustáceos más pequeños que proporcio-nan la perfecta mezcla de nutrientes, incluidos losácidos grasos omega 3. Los piscicultores de esme-dregal como O’Hanlon alimentan sus peces conpequeños gránulos que contienen hasta 25% decarne y 5% de aceite de pescado, y el resto son ensu mayoría nutrientes a base de grano. La carne yel aceite provienen de peces forrajeros como sar-dinas y anchoas, que se concentran en cardúme-nes en enormes bancos de arena frente a las costasdel Pacífico de América del Sur. Estas pesque-rías forrajeras están entre las mayores del mundo,pero son propensas a colapsos espectaculares.

La participación de la acuicultura en la captu-ra de peces forrajeros casi se ha duplicado desdeel año 2000. En la actualidad consume cerca de70% del suministro global de carne de pescado ycasi 90% del aceite de pescado del mundo. Elmercado tiene tanto auge que muchos paísesestán enviando buques a la Antártida para reco-lectar más de 200000 toneladas de kril, una fuen-te de alimento importante de pingüinos, focas yballenas. Aunque mucho del kril termina en pro-ductos farmacéuticos y de otra índole, a los críti-cos de la acuicultura les parece una insensatezecológica la idea de aspirar desmesuradamente elfondo de la cadena alimentaria para producir enmasa placas de proteína relativamente barata.

En su defensa, los piscicultores han estadoproduciendo peces omnívoros de granja más efi-cientes, como la tilapia, y emplean alimentos quecontienen frijol de soya y otros granos; el ali-mento del salmón en la actualidad por lo gene-ral no contiene más de 10% de carne de pescado.La cantidad de peces forrajeros utilizados porkilogramo de producción ha disminuido alre-dedor de 80% respecto de la que se empleabahace 15 años. Podría reducirse mucho más, dice

Las piscifactorías de salmón dieron mala reputación a laindustria, pero hoy incluso estas producen de 10 a 15 veceslos peces que producían en los años ochenta y noventa delsiglo xx, con una fracción de la contaminación de entonces.

Joel K. Bourne, Jr., trabaja en un libro sobre la co-mida. Brian Skerry fotografió el atún de aleta azulpara nuestra edición de marzo.

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Su inspiración proviene de China. Hace más de1000 años, durante la dinastía Tang, los granjerosdesarrollaron un intrincado policultivo de carpas,cerdos, patos y vegetales en sus granjas familiares,utilizando el estiércol de patos y cerdos para ferti-lizar el estanque de algas con las que se alimenta-ban las carpas. Luego las carpas eran arrojadas enlos arrozales inundados; ahí engullían plagas deinsectos y malas hierbas y fertilizaban el arroz.Este policultivo arrozal-carpa se convirtió en unpilar de la dieta tradicional de arroz y pescado deChina. Aún se utiliza en más de tres millonesde hectáreas de arrozales en el país.

En la costa de Columbia Británica, Cross haideado por sí mismo un policultivo. Alimentasolo una especie: el bacalao negro. Un poco másadelante, corriente abajo de sus corrales, ha colo-cado canastas colgantes llenas de berberechos,ostras y vieiras nativos, así como mejillones quese alimentan de las finas excreciones de los peces.Junto a las canastas cultiva largas líneas de kom-bu de azúcar, empleado en sopas y sushi; estasplantas acuáticas filtran el agua aún más, con-virtiendo casi todo el fósforo y los nitratos res-tantes en tejido vegetal. En el fondo del mar, 25metros por debajo de los corrales de peces, lospepinos de mar –considerados un manjar exqui-sito en China y Japón– absorben la basura orgá-nica más pesada que las otras especies pasan poralto. Sin el bacalao negro, explica Cross, su siste-ma podría utilizarse en las piscifactorías exis-tentes para servir como un filtro gigante queproduciría alimento y ganancias extras.

Perry Raso, ostricultor de Rhode Island, em-plea un monocultivo, no un policultivo, pero noles proporciona ningún tipo de alimento a susanimales acuáticos y aun así ha obtenido 12 mi-llones de ejemplares. Un elemento clave para lasustentabilidad es aprender a alimentarnos deproductos que se encuentran en las partes bajasde la cadena alimentaria. Los mariscos estánsolo un paso arriba del fondo de esta. Y ademásde cultivar un producto sano, bajo en grasa yalto en omega 3, los acuicultores de crustáceoseliminan nutrientes excesivos del agua.

Raso inició su piscifactoría en su último añode universidad y pronto estaba vendiendo sus

ostras en los mercados de productores. Raso aho-ra atiende en el verano a 800 personas diariamen-te en el Matunuck Oyster Bar. Mientras tanto, laUniversidad de Rhode Island lo ha enviado enviajes de enseñanza a África, donde la acuicultu-ra está en rápido crecimiento y la gente necesitacon desesperación proteína saludable y asequible.

Unos pocos kilómetros hacia el norte, en lasheladas aguas de la bahía Casco, dos barquerosde Maine, Paul Dobbins y Tollef Olson, han des-cendido aún más en la cadena alimentaria. Trasver cómo el cierre de las pescaderías comerciales,una tras otra, devastaba las comunidades coste-ras de Maine, comenzaron en 2009 su primeragranja comercial de kelp en Estados Unidos. Em-pezaron con 900 metros lineales de línea de kelpy el año pasado cultivaron 9000, con tres espe-cies que pueden crecer hasta 13 centímetros dia-rios, incluso en invierno. Su compañía OceanApproved vende kelp, congelado inmediatamen-te después de su recolección, como verdura paraensaladas sumamente nutritivas, ensalada de coly pasta a restaurantes, escuelas y hospitales a lolargo de la costa de Maine. Delegaciones de Chi-na, Japón y Corea del Sur han visitado la granja;la industria de las algas marinas es un negocio de5000 millones de dólares en Asia oriental.

¿Que todos comamos kelp? “Decimos que lasalgas son el vegetal virtuoso –agrega Dobbins–,porque podemos crear un producto alimenticionutritivo sin tierra cultivable, sin agua dulce, sinfertilizantes y sin pesticidas. Y estamos ayudan-do a limpiar el océano mientras lo hacemos.Creemos que el océano lo aprobaría”. j

PRÓXIMAMENTE EN JULIO

Compañías ricas están comprando tierra agrícola en África.

¿Puede la tierrade cultivo fértil deÁfrica alimentar

el mundo?

EN LA RED

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La revista agradece a la Fundación Rockefeller y a los miembros de National GeographicSociety por su generoso apoyoa esta serie de artículos.

El futuro de los alimentos

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El tenedor en acciónAunque los antiguos romanos utilizaban puntas de metalpara sacar caracoles de su concha, el tenedor no fue un artícu-lo común sino hasta el siglo xvii. En la Edad Dorada de Es-tados Unidos, a finales del siglo xix, los juegos de cubiertospodían incluir hasta 30 tipos de tenedores: variedades paracamarones, sardinas, langostas, vieiras y ostras. “Los esta-dunidenses se obsesionaron con los tenedores. Eran símbolode categoría social”, dice Sarah Coffin, curadora del MuseoNacional de Diseño Cooper Hewitt, en la ciudad de NuevaYork. No hay por qué preocuparse frente a una mesa conmúltiples tenedores. La regla es empezar con el másalejado a la izquierda y continuar con los siguientes.

Tenedorpara ostras

La forma y el tamaño determinanel uso de un tenedor. Este es elmejor para sacarlas ostras de suconcha.

Tenedorpara coctel

También para carnes frías, este tenedor art déco deGeorg Jensen fuediseñado en 1930.

Tenedorpara pescado

Los tenedorespara pescado yensalada suelenser parecidos eintercambiables.

Tenedor paracamarones

Como es más largo, el comensalpuede pincharlos camaronesfríos de un tazón.

El futuro de la www.ngenespanol.com/comida/

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Tenedorde servicio

Los dientes separados ayudan a servircarnes frías o alimentos rebanadoscomo el limón o losencurtidos.

Tenedorpara sardinas

Los dientes anchos llevan los lomos largos ydelgados intactosa la boca.

Tenedorpara langosta

El diseño de estetenedor es idealpara sacar la carne del caparazónde la langosta.

Tenedorpara coctel

Los comensalesde la Edad Doradano comían muchopulpo, pero sí botanas de mariscos.

REBECCA HALE

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Una vista desde la parte trasera del tren médico Matvei Mudrov cuando se detiene en la diminuta aldea siberiana de Kenái.

EL TRENDE LOS

OLVIDADOS

49

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El personal médico prepara unEEG para Nadezhda Gaskevitch,de 38 años, quien resbaló en elhielo hace 10 años y aún necesitaescaneos cerebrales frecuentes.

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52 national geo graphic • junio de 2014

Los enfermos y los heridos espe-ran el tren en cada estación. En Jani,una aldea de 742 habitantes incrus-tada entre las cumbres nevadas delos montes Stanovói, los pacientes

emergen de edificios de concreto y se reúnen alo largo de las vías. Todos buscan tratamientomédico. Un hombre cayó de las escaleras cuandoestaba borracho y se rompió ambos tobillos. Unmaestro de la única escuela del lugar necesitaque revisen a su hija de 14 años, quien enfermóde apendicitis hace un mes y por suerte pudo serevacuada en un tren de carga. Le extirparon elapéndice en Chara, a una angustiosa distanciade tres horas.

Estos y otros pacientes esperan para abordarel tren médico Matvei Mudrov, la principal lí-nea salvavidas de Jani: una clínica médica mó-vil con equipo básico, cuartos para exámenes yentre 12 y 15 médicos. El Matvei Mudrov, ad-ministrado por la agencia de ferrocarriles ru-sos y bautizado en honor del médico del sigloxix que ayudó a establecer la práctica clínicaen Rusia, va de aldea en aldea, se detiene un díapara ver a los pacientes y después continúa a lolargo de los miles de kilómetros de vías férreasque cruzan el extremo oriental de Rusia.

Jani es en muchos sentidos una aldea típicaentre las comunidades a lo largo de la ruta deltren: un patio de grava gruesa y piedra rodeadode edificios de departamentos prefabricados for-ma el centro del pueblo, que en su mayoría se vedesierto. La gente no tiene un médico propio ni,mucho menos, especialistas; cuentan apenascon una pequeña clínica con equipo de la erasoviética y un médico multiusos con formaciónde dentista. Para mucha gente, el tren MatveiMudrov representa la única atención expertaque podrán recibir.

Por la tarde camino con el único oficial depolicía de Jani, Nikolái Kolesnik, de 29 años,con la piel tan suave como la de un niño y el pelo

POR JOSHUA YAFFAFOTOGRAFÍAS DE WILLIAM DANIELS

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el tren siberiano 53

Los aldeanos de Litovko esperan a -15 °C hasta que las puertas del tren médico se abren a las 9:00 a.m.El Estado cubre el costo del servicio que ofrece el tren.

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el tren siberiano 55

línea Transiberiana, que es más conocida, soloque a unos 650 kilómetros al norte. Construidaa finales de los años setenta y principios de losochenta del siglo xx, fue el último gran proyectode construcción de la era soviética, cuyo objeti-vo, al igual que las obras anteriores, era ostentarla superioridad del hombre sobre la naturaleza,gracias a las proezas de la ingeniería soviética yla voluntad del pueblo. En cierta medida, lagrandiosidad y el mesianismo del proyecto mis-mo eran el objetivo.

El líder soviético Leonid Brézhnev dio granparte de la responsabilidad de la construcciónde la BAM al Komsomol, la sección juvenil delPartido Comunista, que imbuyó el proyecto conun espíritu de exuberancia. Entre 1974 y 1984,500000 personas se vieron involucradasen la construcción. Les atrajo el roman-ticismo de dormir en barracas de ma-dera en el bosque y también los salariosque triplicaban el promedio soviético.A muchos trabajadores se les prometie-ron vales por un automóvil nuevo, unlujo casi mítico en esa época.

Estos pioneros no tenían idea deque su experimento heroico duraríapocos años. En 1991, cuando la UniónSoviética se desintegró, también lo hicieron losrecursos y el entusiasmo por promover y man-tener la BAM. Para mediados de los noventa, laregión ya era presa del alcoholismo, la pobrezay el aislamiento. Muchos se fueron, y los que sequedaron crecieron en un ambiente despiada-do. Las temperaturas invernales a menudo lle-gaban a los 50°C bajo cero. En una región conpocos caminos apropiados para los autos, la rutaprincipal de entrada o salida es el ferrocarril. Nosorprende que el acceso a los cuidados de saludconfiables sea limitado.

El Matvei Mudrov no está equipado ni para elmenos invasivo de los procedimientos, ya no di-gamos una cirugía, aunque sus médicos puedendar un diagnóstico y recomendar tratamiento.Sin embargo, el tren médico es uno de los pocospuntos de contacto que tienen quienes viven a lolargo de la BAM con el resto del país (los lugare-ños se refieren a las otras partes de Rusia como

“en tierra”). El tren les ofrece una señal de que elresto de Rusia sabe que existen, los recuerda y, encierta forma, se preocupa por si viven o mueren.

el poblado de berkakit está compuesto deunas cuantas calles y filas de edificios de depar-tamentos prefabricados, cuya pintura se desva-neció hace tiempo y cuyos cimientos amenazanconstantemente con hundirse en el húmedo per-mafrost. Se construyó a mediados de los seten-ta como un centro de transbordo de la BAM yalguna vez fue hogar de hasta 9 000 personas.Actualmente quedan menos de la mitad. Alre-dedor de las 9:00 a.m., cuando los médicos delMatvei Mudrov empiezan a ver pacientes, yahay una fila a lo largo de las vías.

Entre los que esperan pacientemente está Mi-jáil Zdanovich, un hombre de 61 años. Su brazoderecho, con el hombro dislocado, está en uncabestrillo de tela: espera cirugía en Jabárovsk, aunos 1600 kilómetros de distancia. Eso tardarámeses y quiere preguntar a los médicos si puedetrabajar mientras tanto.

Zdanovich me dice que lo enviaron a la BAMen 1976, cuando recién terminó el servicio mili-tar soviético. En ese tiempo, Berkakit era unasentamiento pequeño de unos 100 jóvenes quevivían en dormitorios construidos con premura.La vida era difícil, pero también simple y encan-tadora. El trabajo en el clima gélido era rudopero se hacía tolerable por las fiestas nocturnascon coñac y champaña soviética. En la escuela, elalmuerzo de los niños era pan untado con caviarnegro; las pocas tiendas que había en el pueblotenían cosas casi inauditas, como ropa japonesay mermelada húngara que llegaba con grandes

EL TREN LES OFRECE UNASEÑAL DE QUE EL RESTODE RUSIA SABE QUE EXISTEN,LOS RECUERDA Y, EN CIERTA FORMA, SEPREOCUPA POR SI VIVEN O MUEREN.

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El Matvei Mudrov se estacionaen Kun, que significa “valle denieve”. No hay agua corrienteen la aldea; solo quedan algu-nas familias.

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Liza Bazhanova, de ocho años,espera los resultados de unarevisión general. Incluso estaniña de primer grado se quejade la falta de un cuidado de lasalud decente en su aldea.

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costos para mantener contentos a los trabajado-res. Después de un año, Zdanovich conoció auna mujer que trabajaba en la panadería del pue-blo y que se convirtió en su esposa.

Actualmente está empleado como reparadoren el depósito local. Hace tres años se dislocó elhombro al empujar un vagón. Sus jefes en laagencia ferroviaria lo urgieron a que se fuera acasa y descansara, pero que no presentara unreporte. Desde entonces vive con el hombroprácticamente inmóvil y con dolor; de algunamanera no le molesta, o por lo menos no lo su-ficiente como para tomar un tren para el largoviaje hacia el hospital.

Prácticamente, el único empleo que hay en laBAM está en la agencia ferroviaria, que mantiene

las vías para aquellos que viven a lo largo de ellay no tienen otro medio para moverse. Es un sis-tema cerrado y de este modo, y muchos otros, lavida se siente como en los años finales de la UniónSoviética.

El acelerado auge de construcción, lubricadopor el petróleo de Moscú, no significa nada aquí.No han aparecido ni edificios de departamentosni cines ni centros comerciales nuevos en los úl-timos 20 años. Los beneficios prometidos por elcapitalismo de libre mercado no han llegado ymuchos de los privilegios que ofrecía el sistemasoviético, como las vacaciones subsidiadas al marNegro, han desaparecido.

Tan pronto como Zdanovich entra en el con-sultorio de Yelena Miroshnichenko, la médicogeneral del tren grita: “¡Ah, Mijáil Pavlovich, sa-bía que conocía esa voz!”. Él saca el brazo lasti-mado y la doctora le revisa el hombro. Se suponeque sus jefes debían reasignarlo a trabajo técnico,

pero le siguen dando trabajo físico en la termi-nal. “No puedo trabajar, pero eso no parece in-teresarles”, dice. Le pregunta a Miroshnichenkosi necesita pagar más para avanzar en la filapara una cirugía. Ella le responde que probable-mente no, pero le escribe una carta donde indicaque no está apto para trabajar por el momento.Él se va feliz y regresa al cabo de unos minutoscon pasteles de repollo recién horneados y unfrasco de leche de cabra. “Tómelos”, insiste. Des-pués de años de tratar pacientes en las aldeas pe-queñas de la BAM, Miroshnichenko dice: “Nosolo conoces a la gente, sino hasta a sus perros”.

al día siguiente, el tren se detiene para verpacientes en Zolotinka, una aldea de edificios

de departamentos semivacíos sobre unacolina. Desde que la taquilla de la esta-ción cerró en 2012, Zolotinka se ha ais-lado aún más. Ahora, los residentes quequieren viajar en la BAM se ven obliga-dos a conducir 70 kilómetros sobre uncamino sin pavimentar hasta Nériun-gri para comprar boletos. Es complica-do ir a cualquier parte, así que la gentesuele evitarlo.

Unos cuantos vagones atrás, cerca dellaboratorio del tren, me encuentro con una niñade chaqueta rosa y una larga trenza rubia, queanda por el corredor en espera de su madre. Sunombre es Anya y está en séptimo grado, una dedos niños en su clase. Anya me dice que le gustanlas ciudades grandes, aunque la mayor que havisto es Blagovéshchensk, una estación de trans-bordo regional de 200000 personas en la fronteracon China. “Ya le dije a mi mamá, tan prontocomo acabe la escuela me voy a mudar a Moscú”,explica. Como ella la imagina, la capital es unaciudad de “grandes plazas abiertas, con muchoslugares para tomar fotos y torres con relojes”. Aun-que quizá le gustaría vivir en Londres, donde“tienen una torre grande también con un reloj”.

Después, esa misma tarde me encuentro conAnya y unos cuantos de sus amigos en la zona dejuegos, que es su única fuente de entretenimien-to en Zolotinka, y camino con ellos colina arri-ba hacia unas barracas de ladrillo abandonadas.

LAS BABUSHKAS VIENEN ENBUSCA DE ULTRASONIDOSPARA TODO PORQUE SUPIERON DEELLOS EN UN PROGRAMA DE TELEVISIÓNQUE PROTAGONIZA EL DOCTOR AGAPKIN.

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Después de recibir una de las escasas visitas a domicilio del médico general del Matvei Mudrov, AlbertPopov, de 45 años, parapléjico, lleva a cabo su primera terapia de rehabilitación en un año.

Suben por las escaleras podridas y saltan sobreastillas de vidrio en donde juegan a las escondi-das de manera ruidosa y vertiginosa. Después deunos minutos, una mujer de unos 60 años co-rre a regañar a los niños y a gritarme. O quizáno le grita a nadie en particular, quizá solo quie-re divertirse con el escándalo que hace. Los niñosse van a casa y yo regreso al tren.

Tras una semana en el Matvei Mudrov, la vidase asienta en un ritmo que es relajante en su re-petición: los pinos verdes de los bosques circun-dantes, el ronroneo gutural del motor del tren, elclac, clac, clac hipnótico de los rieles abajo. Elcocinero, un bromista de 27 años llamado Vitya,

sirve tres comidas al día; descubro que despiertocon antojo de sus masudos blinis fritos con mer-melada, que los doctores comen de pie detrás demostradores laminados, como las ancianas ba-bushkas que vienen en busca de ultrasonidos paratodo porque supieron de ellos en el programa detelevisión que protagoniza el doctor Agapkin.

El tren visita cada aldea a lo largo de la BAMmás o menos dos veces al año. Su fuerte es eldiagnóstico: tiene un laboratorio para análisis desangre y orina, monitores para ECG y EEG, ymáquinas para ultrasonidos y rayos X. Los mé-dicos prescriben tratamientos y recomiendanmedicamentos, e igualmente ofrecen consuelo e

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“Si tienes apendicitis, te puedes irdirecto al cementerio”, dice Vladi-mir Petrenko, residente de Bolon(der.). Él tendría que hacer una se-rie de transbordos complicados entren y autobús para llegar a uncentro de urgencias.

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instrucción básica, como la amonestación de queel café instantáneo no ofrece la suficiente hidrata-ción para prevenir los cálculos renales. Escucho amuchos pacientes alabar al personal médico porsu honestidad y competencia. Los médicos en lasaldeas a lo largo de la BAM, según me comentan,a menudo tienen largas filas de pacientes estan-cadas por formalidades burocráticas o tratan decanalizar a los pacientes después de sus horariosoficiales para cobrar las consultas.

Estas se dan principalmente en el tren, pero devez en cuando los médicos hacen visitas a domi-cilio. Una vez en Lopcha me subí a un viejo Jeepcon la doctora Miroshnichenko para ir por elúnico camino, lodoso e irregular, de la aldea. Lle-gamos a un bloque de departamentos de losas deconcreto que se ve idéntico a cualquier otro blo-que de departamentos que he visto en la BAM.Subimos por un cubo de escaleras oscuro y nosdetuvimos afuera de un departamento en el ter-cer piso. Una mujer llamada Vera Popova abre lapuerta. Popova tiene 67 años, llegó a la BAM en1980 con su esposo, un soldador de los ferroca-rriles que murió hace tres años de un infarto.

Nos lleva a una recámara en la parte traseraen donde nos encontramos con su hijo Albert,de 45 años. Una mañana de 2007, Albert cami-naba sobre una viga transversal en un edificio dedepartamentos abandonado cuando se resbalócon una mancha de hielo invisible. Cayó dosmetros hacia el suelo frío y húmedo. “Tenía lasensación de que todo mi cuerpo era de gelati-na”, me cuenta. Estuvo ahí tirado hasta que algu-nos amigos llegaron, lo cargaron de pies y manospara esperar un tren que se dirigiera a un hospi-tal a unas cinco horas de distancia. Estaba para-lizado de la cintura hacia abajo. Los médicos loenviaron a casa y el Estado le dio un certificadoque lo declaraba médicamente inválido. “No fuetanto un diagnóstico sino una sentencia”, pensó.

Ahora pasa el tiempo viendo documentales yenfrascándose en discusiones sobre historia,política y psicología en salas de chat en internet.Su madre lo asea y le da masajes en la espalda ylas piernas. No puede usar el baño, así que yacesobre su espalda en pañales, que su madre cam-bia varias veces al día.

Algo de esperanza vino cuando un viejo ami-go le habló de unas instalaciones de rehabilita-ción avanzada en Krasnoyarsk, una ciudad grandehacia el oeste, en Siberia. Ahí los médicos le die-ron ejercicios para aumentar su fuerza y, algúndía, posiblemente recuperar la capacidad de ca-minar. Pero la última vez que estuvo ahí se lasti-mó la rodilla. No se ha levantado de la camadesde entonces. Podría ver a un médico en Tyn-da, a cinco horas de distancia en tren, pero paraeso tendría que pedir a sus amigos que lo carga-ran hasta la estación y de ahí tener que soportarun viaje incómodo sentado en una banca rígida,y simplemente ya no tiene la energía para eso.Por eso, él y su madre pidieron a los médicos deltren que lo fueran a ver.

Quieren saber si su rodilla ya se curó y si pue-de retomar un programa de rehabilitación ligeroen casa. Miroshnichenko lo revisa, alza su pier-na y prueba sus reflejos. “Puede ponerse de pie yponer peso en ella, vamos”, le anuncia. La madrede Albert se ilumina al escuchar que puede reto-mar sus ejercicios. Junta las manos y luego va aabrazar a Miroshnichenko. “Bendito Dios, gra-cias, gracias”, le dice mientras le da una bolsa depapel con dos pescados ahumados.

La última parada de este viaje del Mudrov esKuvykta. La mañana es gris y lluviosa, y los char-cos se forman en el camino de terracería frenteal tren. En este punto del viaje, más de tres se-manas después de que el tren saliera por primeravez de Jabárovsk, los médicos están cansados,un poco más lentos para contar chistes. Me de-tengo en el consultorio de Alexánder Komarov, elneurólogo del tren. A mediados de los ochenta,antes de graduarse como médico, Komarov lle-gó a Kuvykta como parte de una brigada delKomsomol enviada a trabajar en la BAM. “No hevuelto en 30 años”, me dice.

Decidimos ir a caminar por la aldea. Komarovtenía 22 años cuando vino por primera vez, comoun estudiante de medicina recién salido del ejér-cito soviético. “Nos preguntaron: ‘¿quieren pagarsu deuda con la madre patria y trabajar para laBAM?’”. ¿Por qué no?, pensó. “Todo el país estáconstruyendo ferrocarriles, estaciones, aldeas”, yél quería “ofrecer algo propio”. Todo mundo vivía

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en un asentamiento temporal en una franja detierra seca cerca del río. “Había colinas alrededor,estaba quieto, no había gente… el fin del mundo”.Había romanticismo en la rudeza de la vida en laBAM: se levantaba a las 6:00 a.m., caminaba fuerade su tienda para lavarse los dientes en el río, de-sayunaba con otros trabajadores jóvenes de laBAM y pasaba el día en labores de construcción,contando chistes y bronceándose con el sol delverano. En la noche, el grupo encendía una fogatay tocaban la guitarra.

Komarov ya no recuerda dónde exactamentese ubicaba el campamento. Una planta para ca-lentar ladrillo y metal se oxida y nadie la usa.

“Duele que todo este trabajo haya sido en vano–señala–. Lo intentamos, en verdad luchamospara lograr algo y resulta que actualmente ya na-die necesita nuestro trabajo”. Nos afanamos entreel lodo por seguir un camino que nos lleve a laribera. Komarov recoge un puñado de piedraspequeñas y frota la tierra mojada entre sus de-dos, tratando de evocar un recuerdo de dondevivió, trabajó, durmió y cantó tantos años atrás.Fue por aquí, dice. O quizá no. Nos detenemospor unos minutos sin decir mucho, viendo la co-rriente lenta del río y sentimos cómo nuestroszapatos chapotean en el lodo. Después nos da-mos la vuelta y caminamos de regreso al tren. j

Dos miembros del personal celebran el cumpleaños de la directora médica Vera Scherbakova. En el fondohay un retrato de Matvei Mudrov, médico pionero del siglo XIX por quien se nombró el tren.

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El personal se toma un descan-so después del trabajo. Bebenvodka, comen carne asada yqueman una efigie de paja paracelebrar la fiesta local antes dela Cuaresma ortodoxa rusa.

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El cabo de la Infantería de Marina, John Dolezal, posa con Cchaz, un pastor belga,en Twentynine Palms, California. A los perros criados en la base de la Fuerza Aérea de

Lackland, en Texas, se les ponen nombres que comienzan con una letra repetida.

LOSPERROS

DE LAGUERRA

CANES DE COMBATEY SUS MANEJADORES

GUÍAN A LAS TRO-PAS ESTADOUNIDEN-

SES POR ENTRE LOSCAMPOS DE BATALLA

MÁS PELIGROSOS.

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El sargento Terry Young y su pastor alemán, Wero, buscanexplosivos en un control en Kandahar, Afganistán. Hay másde 500 perros de trabajo de Estados Unidos desplegadosen algún sitio del mundo.

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El sargento Thomas Sager carga el cuerpo deDinomt, un perro que fue víctima de un dispo-sitivo explosivo improvisado (DEI) durante unpatrullaje en Kandahar. Su muerte les salvó lavida a los soldados que estaban cerca. “Escomo perder a un compañero de equipo”, diceel mayor y veterinario Bryan Hux (izq.).

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Es lo que más les gusta. Jose le ordena a Ze-nit que se siente, lo cual hace obedientemente,luego corre 50 metros y esconde un juguete dehule, un Kong, en un muro de adobe, y lo cubrecon tierra. Cuando Jose le da la orden, Zenitsale disparado a buscarlo, zigzagueando y me-neando la cola. Es una danza compleja. Coman-dos de voz a los que obedece con una accióncanina precisa, siempre con la misma meta enmente, encontrar el juguete. Mañana, ya en suspuestos de patrulla, el objetivo no será encon-trar un juguete sino un dispositivo explosivoimprovisado (DEI), una de las armas más bru-talmente efectivas de los talibanes contra lastropas estadounidenses.

Jose ha pasado los últimos tres meses en labase militar de Alcatraz, en el límite de una ciudad

llamada Sangin en la provincia de Helmand,sin un solo “hallazgo”. A pesar de su optimismo–el hombre siempre dispara una sonrisa cauti-vadora–, la falta de hallazgos comienza a pe-sarle casi tanto como el calor de 37 ºC, que sesiente aún más intenso cuando uno lleva enci-ma 35 kilogramos de equipo.

En agosto de 2011, la misión en Sangin fueasegurar la presa Kajaki, de 97.5 metros de al-tura, y prevenir que los talibanes la volaran einundaran el valle de Helmand. Los soldadosdel tercer batallón de reconocimiento, en gru-pos de 12 aproximadamente, se turnan paradesarticular las acciones del enemigo y ras-trean la ubicación de los grupos pequeños decombatientes talibanes. A Jose y Zenit les tocaacompañar prácticamente cada misión. Cada

POR MICHAEL PATERNITI FOTOGRAFÍAS DE ADAM FERGUSON

AQUÍ ESTÁ EL CABODE LA INFANTERÍA DEMARINA DE EUA, JOSEArmenta, en su tienda la nocheantes de ser herido por unaexplosión en Afganistán. Bro-mea con Mulrooney y Berry.Le da de comer y beber a superro, Zenit, un pastor alemán.Luego lo lleva a entrenar afueraen la luz menguante de este de-sierto polvoriento que parecede otro mundo.

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vez que salen de la base, van adelante del grupojunto con un soldado que lleva un detector demetales, lo cual los convierte en los primerosblancos, mientras Zenit peina la zona en buscade cualquier olor de nitrato que pueda indicarun DEI enterrado. Por agotador que sea, Josesiempre dice que sí.

En este lugar en particular, la amenaza espalpable. Sangin está plagado de DEI y pulu-lan los combatientes enemigos, escondidos de-trás de muros de lodo. Es el lugar donde lasfuerzas británicas, antes de retirarse por com-pleto en 2010, perdieron más de 100 soldados.Desde entonces ha sido un cementerio paramuchos estadounidenses y un lugar donde nu-merosos soldados de ese país han sufrido heri-das desfiguradoras.

Esas son las cosas con las que un manejador deperros trata de no obsesionarse: el riesgo asocia-do con la necesidad de encontrar bombas y conla posibilidad de pasar una por alto. En la base aveces las oyes explotar a distancia, detonadas poruna cabra o un aldeano desprevenido. A veces,lugareños frenéticos corren para llevar a un niñoensangrentado a Alcatraz en busca de ayuda mé-dica. Y las noticias recientes acerca de dos com-pañeros manejadores de perros, Jeremy y Jasco, ensu propio grupo, han sido malas. Ambos fueronvíctimas de explosiones y perdieron las piernas.Jose lo tiene claro: preferiría morir que perder unmiembro o alguna parte vital. Preferiría morirque ser media persona. Lo necesario para alejar lamente del miedo es exactamente lo que Jose haceahora, lo mismo que ha hecho en los últimos dos

Tropas estadounidenses atienden a un can de combate herido durante la Segunda Guerra Mundial.

W. EUGENE SMITH, TIME & LIFE PICTURES/GETTY IMAGES

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Cuando entrenan en la base de la Fuerza Aéreade Lackland en San Antonio, los manejadoresdeben aprender a utilizar la correa y a dar órde-nes manuales antes de empezar a trabajar conun perro. Durante ese periodo, una lata de mu-niciones usada hace las veces del can.

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Los entrenadores de K2 Solutions, un contra-tista privado de Carolina del Norte, entrenan aBassie para trabajar en cuerpos de seguridadmilitares y policiales. Está aprendiendo a des-cender en rapel y a saltar a través de una ven-tana para confrontar al enemigo, lo cual reduceel riesgo para los hombres que vienen detrás.

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El sargento de artillería Kristopher Knightacostumbra a Ronnie al sonido de los disparosen el campo de pruebas de Yuma, en Arizona,para que el perro aprenda a mantenerse tran-quilo durante un tiroteo. Algunos entrenado-res se ponen turbantes, entonan llamados a laoración y traen animales de granja a fin depreparar a los perros para las imágenes, soni-dos y olores de Afganistán.

años: entrenas a tu perro, haces tu trabajo y el res-to se lo dejas al destino.

La mañana siguiente, el 28 de agosto, el ter-cero de reconocimiento sabe que los talibaneshan estado ocupados. Alcatraz yace sobre unaelevación en los campos de maíz, no lejos de unwadi, y la inteligencia ha averiguado que hayDEI plantados por todos lados. “Sabíamos quealguien iba a resultar herido en esa misión –dirámás adelante el sargento Ryan Mulrooney–. Sa-bíamos desde el inicio que era un movimientomuy arriesgado”.

Así que, por primera vez desde que está enAfganistán, Jose se pone sus blast briefs, ropa in-terior hecha de kevlar que ayuda a limitar lasheridas genitales, y monta una cámara en su cas-co con la esperanza de documentar su primerhallazgo. Luego le pone a Zenit un suero intrave-noso para mantenerlo hidratado en el calor.

El equipo sale a las 10 a.m. formado en unafila y Jose calcula que ya están a 49ºC. Los solda-dos bajan la colina lentamente y cuando llegan ala carretera 611, Jose siente un brote de adrena-lina. Su boca se seca cuando le da órdenes a Ze-nit, orquestando cada movimiento del perro. Elequipo gira bruscamente entre el maíz para evi-tar la carretera, hasta que se topan con el wadique corre paralelo a esta, de 2.5 metros de pro-fundidad y tres metros de ancho, sin agua.

Jose guía a Zenit de una margen a la otra. Mul-rooney, que tiene el detector de metales, grita:“Creo que hallé uno aquí”. Jose se acerca, mira latierra abultada y con un cable expuesto, le regalauna sonrisa a Mulrooney y dice “Ajá”. Se le notifi-ca al líder del equipo. Jose avanza, detecta otro.Cuando intuye que se trata de un patrón, mandaa Zenit al otro extremo del wadi, donde el perrose paraliza, meneando la cola y poniendo su na-riz a trabajar a marchas forzadas. El cambio decomportamiento marca el lugar. Después de casi100 días ahí, este es su primer DEI como equipo.

Jose sabe que debe permanecer tranquilo,mantener a Zenit enfocado, pero, ¿cómo no estar

Michael Paterniti escribió sobre Hong Kong en laedición de junio de 2012. Este es el primer trabajodel fotógrafo Adam Ferguson para la revista.

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perros de guerra 81

emocionado? Se le notifica al líder del equipode nuevo. Jose y Zenit continúan por el wadibajo el calor mortal. El sol calcina a los hom-bres formados que caminan lentamente sobrelas huellas de sus compañeros, utilizando cremade rasurar para marcar los sitios seguros. De unsegundo a otro ya van tres hallazgos seguidos.El lecho del río está lleno de explosivos pero,¿dónde está el siguiente? Con esa pregunta, laeuforia de Jose cede el paso al deber. Él y Zenitson los responsables de averiguarlo.

zenit, un pastor alemán de 35 kilogramos,con un amor irreprimible por ir a buscar pelo-tas, nació la noche de brujas de 2007. Fue criado

por un contratista privado en Europa, quien lepuso su extraño nombre (se pronuncia zínit),cuyo significado, si hubo tal, Jose nunca cono-ció. Tras pasar una serie de exámenes médicos,Zenit fue adquirido por el ejército de EstadosUnidos justo después de su primer cumplea-ños y enviado a la perrera de la Base de la FuerzaAérea de Lackland, en San Antonio. Ahí, el es-cuadrón de entrenamiento 341 en un inicio en-trena perros de trabajo en “fortalecimiento de lamotivación y desarrollo del entendimiento, yestabilidad ambiental y social”, según el Depar-tamento de Defensa. Los días están reglamenta-dos, a los perros solo se los suelta en horariospreestablecidos para comer y beber, ejercitarse y

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Fuente del olor

VIENTO

Olor

Perro

Manejador

Edificio

Receso

olfatorio

Cerebro

HACIAEL

RECES

OO

LFAT

ORIO

HACIAEL SISTEMA RESPIRATORIO

CÓMOFUNCIONALA NARIZEl extraordinario sentido del olfato de

los perros –hasta 100 000 veces más

agudo que el del humano– depende

en parte de una estructura llamada

receso olfatorio (der.). Este laberinto

de huesos tan delgados como una

hoja de papel está recubierto de

millones de receptores de aromas

unidos mediante neuronas al cerebro,

donde se analizan. Al olfatear, un

perro vigila constantemente sus alre-

dedores e incluso sabe por cuál orifi-

cio nasal ha detectado un olor. Todo

esto les permite a los perros de com-

bate localizar DEI.

Misión: encontrar DEI

Los ejercicios de entrenamiento desa-rrollados por la Oficina de InvestigaciónNaval de Estados Unidos enseñan a losperros a rastrear la fuente del olor delos DEI hasta su escondite entre los edi-ficios (izq.); los perros trabajan sueltos,para que sus manejadores aprendan amandarlos a buscar DEI con el viento encontra. En el campo de batalla, un perroque zigzaguea para investigar olorespuede cubrir hasta tres kilómetros porcada uno que recorre su manejador.

El rápido olfateo de los perroscrea un patrón de flujo de aireque transporta las moléculas delos olores al receso olfatorio,donde ocurre la detección.

JASON TREAT. ILUSTRACIÓN: BRUCE MORSER

FUENTES: OFICINA DE INVESTIGACIÓN NAVAL, LABORATORIODE INVESTIGACIÓN NAVAL; K2 SOLUTIONS;

BRENT A. CRAVEN, UNIVERSIDAD ESTATAL DE PENSILVANIA

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entrenar. Durante estas sesiones de entrena-miento, los soldados evalúan qué papel se ajustamejor al perro: patrulla, detección o rastreo. Apesar de que el ejército se abstiene de dar infor-mación particular sobre los perros, los registrosindican que Zenit pasó 13 meses en las perre-ras de Lackland. Como los lapsos de atención delos perros son cortos, sus clases deben haber du-rado una o dos horas diarias, y algunas de ellasapenas tres o cinco minutos a la vez. Al final delcurso, Zenit fue certificado para detección de ex-plosivos y patrulla.

No obstante, en 2010, cuando a los dos añosZenit fue asignado finalmente a Jose en Oki-nawa, Japón, el perro era prácticamente materiaprima. Dado que no había logrado ser desplega-do con su perro anterior, Jose sentía una presiónadicional para lograrlo con Zenit.

No todos los perros militares son aptos parael combate. Algunos no aguantan el calor o seexcitan demasiado con el sonido de los disparoso las explosiones, aun después de las sesiones dedesensibilización que forman parte del entre-namiento.

Algunos son demasiado leales, demasiadoflojos o demasiado juguetones. Cada perro esun universo de características propias, a vecesmuy peculiares. Aun así, algunas razas por logeneral son mejores en el campo de batalla queotras, como es el caso de los pastores alemanes,los labradores y, en especial, los pastores belgas,conocidos por ser valientes, determinados y ca-paces de tolerar el calor.

Pero lo que funciona en un ambiente dadopuede no funcionar en otro. La historia sugiereque cada situación de batalla exige su propiaraza y su propia táctica. Durante la PrimeraGuerra Mundial, ambos bandos utilizaron de-cenas de miles de perros como mensajeros.

En la Segunda Guerra Mundial, la Infanteríade Marina de Estados Unidos desplegó perros enlas islas del Pacífico para olfatear posiciones ja-ponesas. En Vietnam, alrededor de 4000 canesse utilizaron para liderar patrullas en la selva,lo cual salvó numerosas vidas (no obstante, lasfuerzas armadas decidieron dejar muchos allácuando Estados Unidos se retiró). En lo más

álgido de las guerras de Afganistán e Irak, lasfuerzas armadas de Estados Unidos tenían uncontingente de alrededor de 2500 perros de tra-bajo en las milicias.

Este lazo antiguo entre el hombre y el perroes la esencia de nuestra fascinación por estosequipos: la dependencia en los sentidos supe-riores de los animales (los perros están hasta100 000 veces más alertas a los olores que loshumanos); la seriedad del empeño del militar,en contraste con la alegría inconsciente del pe-rro que está al acecho o jugando; la abnegacióny lealtad con las que el manejador y el perro seponen en peligro –uno consciente de ello y elotro sin saberlo– para salvar vidas.

En general, la burocracia militar considera unperro de trabajo como una pieza de equipo, algoque Jose entendió la primera vez que vio el nú-mero de identificación de Zenit –N103– tatuadoen su oreja. Después de sus sesiones de entrena-miento en Okinawa, Jose siempre regresaba aZenit a su perrera de acuerdo con el protocolo ysabía que era vital establecerse como el alfa me-diante el tono y la acción. “Los perros son comoniños pequeños –dice el sargento de artilleríade la Infantería de Marina, Kristopher Knight,quien entrenó a Jose y a Zenit en el campo depruebas de Yuma, en Arizona–. Necesitan queles digan qué hacer. Necesitan saber que sus mo-tivaciones primarias –oxígeno, comida, agua–están bajo control. Dos betas jamás lo van alograr. Uno de los dos tiene que ser el alfa, y tie-ne que ser el manejador”.

La verdad es que, hasta Afganistán y hastaantes de ese día de agosto de 2011, Jose habríacoincidido con la creencia oficial. Si Zenit pisa-ra un DEI y muriera, lo más seguro es que Joseno hubiera dejado escapar ni una sola lágrima.Su relación era estrictamente profesional y ne-cesitaba permanecer así. Si Zenit explotaba, Josecomenzaría de cero con otro perro.

jose armenta creció como un tipo rudo, sim-plemente porque nada le fue fácil. Su familia vi-vía al este de Los Ángeles, sus padres pertenecíana pandillas y se separaron cuando Jose era chico.Su madre, que era de origen puertorriqueño, se

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El sargento Jason Cartwright pone a su labra-dor Isaac a olfatear en busca de armas y ex-plosivos en un sótano de Kandahar. A losperros se les enseña a sentarse o acostarse,sin ladrar, cuando localizan el olor de un obje-tivo. El manejador gratifica al perro dejándolomorder su juguete.

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El sargento Cartwright intima con Isaacdurante una misión para desarticular una rutade abastecimiento de los talibanes. Los perrosson muy sensibles a las emociones de sus ma-nejadores. Jay Crafter, entrenador de las fuer-zas armadas, dice que “si tienes un mal día, tuperro va a tener un mal día”.

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ocupó de los niños lo mejor que pudo; su padre,de origen mexicano, iba y venía. Uno de los pri-meros recuerdos de Jose es el del accidente deauto del que se salvó, pero en el que murió suhermana menor. Él tenía cinco años; ella, cuatro.Con frecuencia se atrasaban con la renta y a ve-ces su familia simplemente se iba a otra casa, aotra escuela, 15 en total.

Siempre era el nuevo, el “extraño”. Durante lapreparatoria vivía en su cochera, con músicaheavy metal a todo volumen. Tocaba la bateríaen una banda. Llevaba un corte mohicano y unarete en la nariz. Pero incluso los extremos de larebeldía de Jose eran relativamente anodinos:faltar a clases, tomar cerveza, fumar cigarrillos,

jugar videojuegos. Por vivir en un mundo vio-lento de pandilleros y aspirantes a serlo, tiroteosaleatorios y tráfico de drogas, él quería escapar.Lo que más quería era lo opuesto de ese mundo:ser soldado.

En julio de 2007, a los 18 años, se enroló yterminó en Camp Pendleton. Al haber crecidosin raíces y sin religión, inmediatamente se ena-moró del sentido de tradición y el ritual delas fuerzas armadas. Lo apodaron “Socks” porsu uniforme civil de pantaloncillos holgados ycalcetines hasta la rodilla. Tras graduarse delcampo de entrenamiento, se alistó para entre-nar como policía militar y con el tiempo lo asig-naron a la base de Estados Unidos en Okinawa.

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Como uno de los más sobresalientes de su clase,se le ofreció la oportunidad de ir a Lacklandpara comenzar el entrenamiento de manejadorde perros.

A Jose siempre le encantaron estos animales.Fueron un elemento constante en sus años errá-ticos de crecimiento. En distintos momentostuvo un dálmata, un pit bull y una mezcla depekinés con chow chow llamado Bandit, legen-dario por haber mordido una vez a un amigo enel trasero. Pero Jose entendía que un perro mili-tar era un instrumento que debía dominar, delmismo modo que un técnico tenía que entenderla ecolocación en un submarino.

A pesar de que el trabajo le gustó desde elinicio, también lo inspiraba una causa superior.Una bomba encontrada en el campo podíaequivaler a varias vidas salvadas.

La primera impresión de Jose acerca de Ze-nit era que se trataba de un perro demasiadodulce y un poco rebelde, con energía de cacho-rro. Jose ya tenía un perro, un pastor belga,pero estaba ansioso por probar un pastor ale-mán y él mismo escogió a Zenit.

Cada perro de trabajo nuevo en la Infanteríade Marina aprende a buscar DEI por pasos.Después de que dominan la obediencia básicase les enseña a reconocer un rango de oloresasociados con los explosivos, entre ellos el ni-trato de amonio, que se utiliza en la mayor par-te de los DEI de Afganistán.

Luego empiezan a practicar un ejercicio co-nocido como birding, o caza de aves, diseñadopara permitirle al manejador dirigir los movi-mientos del perro a distancia. Primero, el ma-nejador le quita la correa y le ordena moversehacia un “lanzador de aves” escondido, una ca-tapulta de control remoto cargada con unapelota de tenis. La obediencia a las órdenes ver-bales y las señas manuales es crucial y, con fre-cuencia, difícil de obtener. Cuando el perro seacerca al lanzador, el manejador lo activa y lapelota se dispara al aire. El perro la persigue y sela devuelve al manejador, quien felicita y acari-cia al perro.

A medida que el perro se vuelve mejor paraacatar órdenes, el manejador comienza a esconder

El sargento de la Fuerza Aérea, Jonathan Bour-geois, corta las uñas de las patas a Oopey antesde una misión en Afganistán. Los manejadoresse ocupan de todas las necesidades de sus pe-rros: aprenden a darles RCP canina y a detectarel síndrome de estrés postraumático que afectaa 5% de los perros en servicio.

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Después de varios combates, Kimberley, unaperra de detección retirada, tiene una nueva fa-milia en Texas. Muchos perros militares se po-nen después en adopción, con prioridad paralas agencias federales, los cuerpos de seguri-dad locales y los antiguos manejadores. La es-pera es de un año a 18 meses.

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objetos aromatizados con todo tipo de materia-les explosivos en el espacio circundante. Al mo-ver constantemente el lanzador y esparcir losolores cerca y lejos, el perro se vuelve experto enbuscar en áreas grandes y alertar al manejadorde cualquier cosa que huela a explosivo.

Después ya no hay lanzador de aves ni pelotasde tenis, solo olores. Tras encontrar cada uno deellos, se llama al perro de vuelta y se le premiacon el Kong. Y a eso se reduce el proceso para elperro. La búsqueda de DEI es un juego, identifi-car un olor y recibir un juguete.

Zenit era un rastreador motivado y una parejaperfecta. En el otoño de 2010 la pareja fue selec-cionada para salir a una zona de combate yenviada al campo de pruebas de Yuma, en Ari-zona, para un entrenamiento intensivo de tressemanas, una cristalización final de todo lo queun manejador y un perro necesitan saber en unazona de guerra, y una prueba final para demos-trar que están listos. En un pueblo afgano falso,un manejador y su perro deben buscar unacomplicada variedad de DEI. Algunos estánaromatizados para que el perro los encuentre.Otros no tienen olor pero se dejan expuestospara que el manejador los detecte. Si entre losdos encuentran más de 80%, la pareja recibe laaprobación final para salir a la zona de combate.

“Jose era un poco como el típico tipo listo deleste de Los Ángeles cuando se unió a la Infante-ría de Marina –dice uno de sus supervisores, elsargento Alfred Nieto–. Pero él y Zenit sabíanen serio lo que hacían, eso no estaba en duda.Creo que crecieron mucho juntos”.

Después de pasar el curso de entrenamientoen Yuma, ambos abordaron un avión militar, pa-saron una noche en Alemania y volaron a la baseprincipal del Camp Leatherneck de la Infanteríade Marina, en Afganistán. De ahí, Jose y Zenitfueron enviados a Alcatraz. Rápidamente pasa-ron de un pueblo afgano ficticio del desierto deArizona a uno real, en la provincia de Helmand,donde tendrían que valerse por sí mismos.

ahora han pasado tres meses. Están en elwadi afuera de Sangin, rodeados de DEI. Loshallazgos son cada vez más frecuentes y oscilan

entre Mulrooney, Jose y Zenit. “Tengo uno…Por aquí… Ajá”.

Jose cree que ya ha descifrado el patrón. Pa-rece que los talibanes enterraron DEI en los pun-tos de acceso al wadi, suponiendo que las tropasse sentirían más seguras fuera de la vista, en ellecho del río seco, que expuestas en los cam-pos abiertos. En este momento todo comienzaa suceder con mucha rapidez. Respira profun-damente para calmar su emoción y mantener-se enfocado.

La nariz de los perros generalmente funcio-na mejor –o es más sensible– en climas frescosy calmados. Los olores se vuelven más volátilescuando las temperaturas son más altas y elviento puede diluirlos y dispersarlos en unazona más amplia, lo cual oculta su origen. Esoes lo bueno: aquí no hay viento. Pero es me-diodía, el calor es tan seco y penetrante queJose siente la sal del sudor que chorrea hastasus labios.

Zenit revisa la ladera opuesta, atento a las ór-denes de Jose, con las orejas aguzadas y las pa-tas en movimiento, excitado también. El perroestá buscando todos esos aromas que sabe quese traducirán en su juguete. ¿Dónde están?Aquí, un camino ancho lleva del terraplén alwadi y Zenit lo pasa sin alterar su comporta-miento. Jose lo sigue a distancia, midiendo suspropios pasos. Los hombres detrás de ellos si-guen más atrás, marcando una ruta de cremade rasurar de acuerdo con el progreso de Jose.

En el camino, Jose se aleja de la zona mástransitada y sube por una elevación pequeña. Daun paso, luego otro. Y ahí es cuando la tierracede y un rugido ensordecedor llena sus oídos.

Cuando abre los ojos, está acostado de espal-das. Lo único que alcanza a ver es el cielo. Salióvolando seis metros, de vuelta al wadi. Sabe exac-tamente lo que está pasando pero no puede asi-milar nada. Su boca se encuentra llena de tierra ysu cuerpo está en un grito, como si estuviera que-mándose. No puede respirar. Mulrooney es el pri-mero en llegar a su lado y le corta el chaleco. Joserepite: “La cagué. ¿Todavía tengo piernas?”. Y lue-go: “¿Dónde está Zenit?”. Mulrooney le dice: “Es-tás bien, hermano, vas a estar muy bien”.

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Hay un procedimiento para cuando a alguien“le toca” –así le dicen los hombres a golpes comoeste–. Los soldados aseguran la zona; el médicohace un T-POD, un torniquete en la cintura paradetener el sangrado de Jose; Buyes llama un he-licóptero y todos hacen lo posible por vencer la“hora dorada”, el tiempo en que los militares seempeñan en sacar a un soldado herido del cam-po de batalla para aumentar sus probabilidadesde supervivencia.

Pero el helicóptero más cercano está lleván-dose a otro soldado herido fuera de la zona y setarda dos horas en llegar. Jose ha perdido mu-cha sangre pero de alguna manera se mantieneconsciente, preguntando de nuevo por Zenit. Elperro, que estaba a seis metros de la explosión,sabe que algo salió mal. Zenit está echado juntoa Jose, con las orejas pegadas a la cabeza, querecuesta sobre sus patas. Permanece ahí mien-tras hacen lo posible por salvar a Jose en lo quellega el helicóptero. De acuerdo con el protoco-lo, tanto el manejador como el perro son subi-dos a bordo y evacuados del lugar.

una luz en la lejanía –Jose recuerda eso–.Recuerda que se dejó caer hacia ella, invadidopor una sensación de mucho cansancio. Esofue en el helicóptero. Recuerda que percibía aZenit cerca. Recuerda que pensaba en sus treshermanas y su hermano, todos más jóvenes (alno haber tenido él mismo modelos a seguir, sepregunta quién será el de ellos), su prometida(¿cómo se enterará?) y luego su hermana quemurió (¿la verá pronto?). Recuerda que se alejóde la luz en la lejanía, sacudiéndose el sueño yreintroduciéndose en su cuerpo.

Lo que siguió no fue fácil. Se despertó enAlemania y luego de 10 días se despertó de nue-vo en el hospital Walter Reed. Pasaron 12 ope-raciones y lo mudaron al Centro Médico Navalde San Diego. Tuvieron que amputarle ambaspiernas arriba de la rodilla. Durmió 20 horas aldía durante un mes. Soñó que alguien hacía ex-perimentos en él con delfines. Se despertó apalea-do, llamando a Zenit, para enterarse de que N103no lo había acompañado a casa, sino que habíasido reasignado a un nuevo manejador, también

por protocolo. “Estaba furioso –admite Jose–. Yceloso. Nunca culpé a Zenit por lo que pasó.Éramos un equipo. Si fuese culpa de alguien,sería mía. Solo quería a mi perro”.

De diferentes maneras, al parecer, amboseran herramientas, equipo, hasta que uno deellos dejó de servir. De vuelta en Afganistán,Zenit había regresado al Camp Leatherneck,donde pronto pasó por lo que se conoce comouna prueba de validación con otro manejadory luego salió a más de 50 patrullas a pie conotras unidades. Halló un DEI más.

En casa, durante los meses posteriores a lasoperaciones, Jose esperó a que se curasen susincisiones, luego trabajó para fortalecer su torsoy lo que quedaba de sus piernas. Le dieron shor-ties, prótesis de práctica sin articulaciones enlas rodillas para que aprendiera a balancearsey a pararse, y se acostumbrara a la presión enlas piernas. Más adelante recibió prótesis conarticulaciones en las rodillas para aprender acaminar de nuevo.

La recuperación física es una cosa, pero larecuperación mental es un asunto muy dife-rente. La esposa de Jose, Eliana, con quien secasó seis meses después de resultar herido, re-cuerda algunos días muy oscuros: Jose, a los 24años, en una silla de ruedas en la casa, con lascortinas cerradas, tratando de hacerse a la ideade su nueva vida. “Pasé de ser un soldado muy

JOSÉ HA PERDIDOMUCHA SANGRE

pero se mantieneconsciente, y pregunta por

Zenit. El perro, a seis me-tros de la explosión, sabe

que algo salió mal y estáacostado junto a Jose.

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rudo a un joven en una silla de ruedas –comen-ta Jose–. Para tu mente no es un cambio fácil.No estoy seguro de que algún día lo sea”.

Mientras tanto, Jose estaba decidido a recu-perar a Zenit. “Era como mi escudo gastado–dice–. Cada rasguño cuenta una historia. Ynada estaba en su sitio sin él”. Jose no era elúnico que percibía esa sensación de vacío. Al-gunos manejadores heridos habían podidoadoptar a sus perros una vez que los animalesterminaban su misión. Otros habían empezadoa pedir a sus perros aun cuando estos seguíanactivos.

No hay un programa formal en las fuerzasarmadas para reunir a los perros con sus mane-jadores heridos, y algunos de ellos han encon-trado el proceso inescrutable y frustrante en unmomento en el que lo que necesitan es clari-dad. Para Jose fueron llamadas y trámites, in-soportables meses de espera. EventualmenteZenit fue enviado al Centro de Combate Aero-terrestre del Cuerpo de Marina en California.Pasaron más meses y finalmente, en junio de2012, después de que el Cuerpo de Marinesaprobó la adopción, Jose y su esposa hicieronun viaje de tres horas en auto hasta la base. Seacercó a Zenit en su silla de ruedas y el perro locubrió de besos babosos. “No podía parar desonreír –recuerda Jose–. Durante días. De he-cho sigo sonriendo. Se sintió como el inicio deesta nueva vida”.

es la hora del crepúsculo en San Diego.Jose está sentado al lado de la alberca de sucasa, tomando una cerveza, descansando desus prótesis y aventándole a Zenit una pelotade tenis. Jose lo consiente como nunca antespudo hacerlo. El pelaje brillante, color sable,del pastor alemán destella cuando sale trascada lanzamiento con un entusiasmo feliz,luego le devuelve la pelota a Jose, quien lo con-gratula una y otra vez con un “muy bien”. Estoestá muy lejos de la guerra y sin embargo pare-ce estar siempre presente. “Durante muchotiempo me flagelé por ese día –dice Jose–. Mepreguntaba qué pude haber hecho distinto.Creo que el DEI se detonó desde donde puse a

Eliana y Jose Armenta descansan con sus Bos-ton terriers, Oreo y Sassy, y su pastor alemánZenit. Este manejador de la Infantería de Marinaretirado perdió las piernas por la explosión de unDEI mientras patrullaba con Zenit. En 2012 loadoptó. “Los perros completan nuestra familia”,dice, una que pronto incluirá un bebé.

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Zenit a buscar, o estaba enterrado demasiadoprofundamente. Siempre dicen que no hay pe-rro 100 % certero”.

Durante más de un año después de ese díaen el wadi, Jose tuvo que aprender a caminarcon sus nuevas piernas.

Iba a rehabilitación varias veces por semana.“Siempre entraba bromeando, positivo –comen-ta su fisioterapeuta Dawn Golding–. Podías oír-lo con su música motivacional a todo volumencuando caminaba por el pasillo”.

Ha aprendido a navegar y esquiar, y ha salidoa Colorado y Alaska. Trabaja como coordinadorde patrullas para la policía militar en el turno delas 4 a.m. a la 1 p.m. Luego vuelve a casa con su

esposa, quien está embarazada, y llevan a Zenita la playa. “Es como mi compañero silencioso–señala Jose–. Es el puente entre tres mundos: lapersona que era yo antes de Afganistán, la quefui allá y aquella en la que me convertí después.Le digo en broma que cuando se muera, lo man-daré disecar para ponerlo junto a la cama. Perola verdad es que no puedo imaginarlo. No sé quévoy a hacer entonces”.

Jose –hermano y esposo, y muy pronto padre–echa el brazo para atrás y suelta la pelota, la cualdescribe un arco en el cielo que se oscurece,como una esperanza abandonada. Antes de quebote por segunda vez, Zenit ya la tiene en la bocay se apresura a devolvérsela a su amo. j

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JONATHAN BLAIR, NATIONAL GEOGRAPHIC CREATIVE

Club calienteLas mujeres solían ser afi-cionadas esta gran bañeraa 43 °C los lunes, miércolesy viernes en el EuropeanHealth Spa –donde la ligere-za en el vestir era símbolode estatus–, en San Peters-burgo, Florida. Los hombrestenían acceso a las instala-ciones los martes, jueves ysábados. No se tiene infor-mación sobre qué se hacíalos domingos.

Esta foto se publicó enNational Geographic en laedición de noviembre de1973, en un artículo titulado“El floreciente y atormenta-do corazón de Florida”. Ac-tualmente, los visitantesque llegan al sitio dondeestuvo el spa pueden en-contrar un tipo distinto derelajación: hoy es una lico-rería. —Margaret G. Zackowitz

AYER

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