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ÍNDICE DE CONTENIDOS
UNIDAD 3 – RECURSOS PROPIOS DE LA LENGUA ORAL............................................................... 2
1. Introducción ...............................................................................................................................2
2. La lengua oral: la conversación y el diálogo ...............................................................................2
3. Situaciones no coloquiales .........................................................................................................6
4. La lengua oral en educación infantil ...........................................................................................8
UNIDAD 4 – RECURSOS PROPIOS DE LA LENGUA ESCRITA .......................................................... 9
1. Introducción ...............................................................................................................................9
2. La lengua escrita .........................................................................................................................9
3. Recursos de la lengua escrita ...................................................................................................11
4. El lenguaje escrito y la educación .............................................................................................14
UNIDAD 3 – RECURSOS PROPIOS DE LA LENGUA ORAL
1. Introducción El lenguaje es un instrumento primordial de comunicación utilizado por la lengua oral. Llamamos
lengua oral a la utilizada en todas las comunicaciones habladas. Es una facultad de expresión o
proceso de reacción intencionado propio del ser humano, que constituye el elemento principal de
todos los sistemas de comunicación, especialmente de las lenguas articuladas.
2. La lengua oral: la conversación y el diálogo La dimensión oral supone, primordialmente, diálogo, es decir, una conversación entre
interlocutores, cuyo intercambio tiene como referencia la vida cotidiana, sus necesidades,
costumbres, problemas o deseos. Una situación inmediata, el lenguaje no verbal
(movimientos, actitudes, gestos) y lo que se puede llamar reglas de uso (pragmáticas),
determinan la clase de lengua utilizada
Cualquier momento es apropiado para el diálogo, que afianza los vínculos afectivos entre padres e
hijos
¿Qué importancia tiene el lenguaje no verbal en el diálogo?
Mucha, por ello, varias disciplinas de desarrollo reciente como la Kinésica, que estudia los
movimientos y posiciones corporales, y la Proxémica, que explica cómo el ser humano organiza
inconscientemente su espacio próximo, su “territorio”, han intentado sistematizar cómo la distancia
y ubicación de los interlocutores, los contactos físicos entre ellos, sus miradas y los gestos que
realizan mientras hablan determinan el sentido de los mensajes verbales que intercambian,
orientándolos o precisándolos, haciéndolos creíbles o no, confirmándolos o desmintiéndolos. La
comunicación se produce no entre palabras, sino entre hablantes.
La posición de la cabeza, la inclinación del cuerpo, el modo de sentarse, el movimiento de las manos
o la altura de cada hablante respecto del otro son señales que indican tales relaciones desde el
principio y durante el curso de la conversación. La mirada de quien habla se fija en su interlocutor
cuando empieza una réplica, se desvía a otro lado durante ella, y vuelve a centrarse en el que
escucha para indicar que se espera su respuesta. Este, a su vez, con la mirada fija o mediante señales
varias de asentimiento (inclinación de la cabeza, murmullos de aprobación...) ha seguido la
intervención del primero y puede, con un gesto de extrañeza, una mirada más intensa o la
intercalación de una palabra, solicitar su intervención en el diálogo. El reparto de turnos, tan
esencial en la conversación, se marca, en gran medida, a través de medios corporales.
Los gestos o las miradas tienen mucha importancia en una conversación, para acrecentar aún más
el mensaje que desean transmitir los interlocutores.
Ejemplos
El lenguaje oral es una función y una destreza que se aprende de forma natural a través de los
intercambios con el entorno social en los que se desenvuelve el individuo. Como estos no son iguales
en todos los niños/as se pueden promover en el aula y en casa la estimulación del lenguaje oral a
través de acciones como las siguientes:
Hablarle de manera pausada y clara, sin imitar nunca su forma de hablar.
Darle tiempo para que responda a las cuestiones que se le planteen.
Repetir todo tantas veces como le precise, pero siempre de forma natural, sin alterar el tono
o la frase en sí misma.
Reforzar sus avances por pequeños que sean y darle el modelo adecuado para que los siga
perfeccionando.
Jugar al “veo veo”.
Enseñar canciones fáciles, poesías, refranes...
¿A qué se le llaman presuposiciones?
El sentido de las intervenciones que se suceden en una conversación, igual que todo mensaje,
depende de las presuposiciones de los hablantes. Reciben el nombre de presuposiciones los
significados más profundos de un mensaje, acerca de los cuales existe un acuerdo entre los
interlocutores.
Por ejemplo: “Apaga el televisor” es una petición que, se cumpla o no, implica que el televisor está
encendido; “Rosa sigue tan guapa como siempre”, independientemente de que sea verdad o
mentira, parte del sobreentendido de que, al menos en el pasado, Rosa era guapa (o, si el enunciado
es irónico, de que nunca lo ha sido). Una cosa es, pues, lo que se dice, y otra lo que se da por
supuesto.
En ocasiones, se presupone la existencia del mundo del que se habla, sea en la realidad, sea en la
ficción. Otras presuposiciones afectan a la situación en que se habla: relación entre los hablantes,
roles sociales, experiencias y conocimientos compartidos, concepción del mundo, etc.
Cuando las presuposiciones del emisor no coinciden con las del receptor, no se produce una
comunicación satisfactoria: el intercambio lingüístico se interrumpe de hecho, o bien los
interlocutores deben recurrir a mecanismos que hagan explícitos tales supuestos no compartidos y
los sometan a discusión. Cuando coinciden, la comunicación es eficaz, y esa coincidencia permite
que el diálogo progrese rápida y coherentemente.
Las reglas de la conversación
El desarrollo de la conversación está regido por lo que suele llamarse principio de cooperación, es
decir, el acuerdo implícito entre los hablantes de contribuir a la finalidad que tiene la conversación:
tratar un tema expresamente planteado, como “cuéntame qué has hecho este verano”, o
espontáneamente surgido a lo largo del diálogo: “... y allí nos encontramos con Carmen [...] por
cierto, ¿qué ha sido de ella?”.
Algunos teóricos deducen de este principio de cooperación varias reglas que, supuestamente,
siguen los hablantes, y que pueden resumirse así:
Lo que cada hablante dice debe ser coherente con el tema de la conversación y con la
intervención previa del interlocutor.
Cada hablante debe proporcionar la información exigida por las circunstancias, ni más
(diciendo cosas no pertinentes a la situación) ni menos (callando otras que pueden serle y
le son de hecho requeridas).
No se debe decir lo que se crea falso.
Es preciso argumentar lo que se dice. Las intervenciones de los hablantes deben ser
ordenadas y precisas.
Su extensión debe ser proporcional a lo que se quiere decir y a la extensión de las otras
intervenciones.
Recuerde
Las presuposiciones son los significados más profundos de un mensaje, acerca de los cuales existe
un acuerdo entre los interlocutores.
Tipos de diálogo
Estas reglas pretenden explicar de qué manera se mantiene el razonamiento que todo diálogo
implica. Se incumplen, sin embargo, continuamente por variadas razones, ya sea por el propósito
de engañar, por la desconfianza en quien habla, o por las diferencias culturales entre los
interlocutores. El despliegue de la razón no es lo único que se encuentra en la comunicación
interpersonal: hay diálogos orientados a la reflexión y otros más bien a la persuasión, diálogos que
se proponen que alguien decida algo y otros sin objetivo aparente que aseguran el contacto entre
quienes se encuentran próximos, aunque no existan temas reales para tratar.
El contacto puede ser accidental, como conversaciones entre conocidos sobre el tiempo, sobre
generalidades... o estrecho y continuado, como conversaciones íntimas, charlas familiares... Se
habla para mostrar simpatía, disposición favorable hacia el otro, o bien para transmitir todo lo
contrario, antipatía, hostilidad y odio.
Estos intercambios, donde lo esencial no es el tema sino la actitud y la relación entre los hablantes,
constituyen la conversación propiamente dicha. En ella abundan las expresiones y fórmulas fijas,
como las que sirven para saludar, despedirse, agradecer, pedir, felicitar, condolerse, etc. La
discusión se encuentra más sujeta a un tema explícitamente formulado que al fruto de la
negociación entre los hablantes. En ella el interés del tema sí resulta esencial: discusiones de
negocios, de asuntos familiares, de política. Entre los interlocutores hay un cierto reparto de
actitudes, ya que no pueden estar de acuerdo en todo. No hay diálogo sin opiniones diferentes, sin
controversia, y el objetivo de la discusión es precisamente reducir esas diferencias. Finalmente,
otras clases de diálogo tienen una expresión más formal y estricta, como, por ejemplo, los debates
(es un método para el análisis y solución racional y consensuada de problemas), las mesas redondas
(es la reunión de varias personas, de tres a seis por lo general, para exponer sobre un tema
predeterminado y preparado) y los exámenes orales (prueba o ejercicio que se hace a una persona
para valorar su capacidad en una actividad o sus conocimientos en una materia concreta a través
del lenguaje oral).
¿Lengua oral o lengua coloquial?
Aunque se emplea a veces en situaciones no coloquiales, básicamente la lengua oral es coloquial.
Como ya se dijo, está caracterizada como una variedad de uso de la lengua común y ya hemos
indicado algunas de sus peculiaridades fónicas, gramaticales y léxico-semánticas. Tres rasgos
parecen esenciales para caracterizarla: La deixis, es decir, la necesidad de situar cuanto se dice en
el espacio y en el tiempo, en relación con el hablante y el oyente. Las palabras funcionan como
mostración y ordenación de la realidad extralingüística y su valor depende de la situación en que se
habla. Son palabras deícticas los pronombres personales (“yo” y “tú” señalan a los interlocutores; la
3.ª persona, a todo lo demás), los posesivos, los demostrativos, ciertos adverbios (“aquí”, “allí”,
“ahora”). La elipsis, en su sentido más amplio, supone la expresión de elementos que, gracias al
contexto (palabras de los interlocutores) y a la situación, se pueden recuperar de modo inequívoco.
La abundancia de recursos expresivos y apelativos, además de los de contacto, prevalece sobre la
función referencial del lenguaje. La participación emocional del hablante, el control de las
reacciones del oyente y la intervención sobre este resultan fundamentales.
La lengua oral es, básicamente, coloquial, sobre todo en una conversación entre amigos o familiares.
El nivel de coloquialidad dependerá del grado de amistad o familiaridad.
Todo ello afecta a los tres planos de la lengua: al fónico (peculiaridades de articulación y
entonación), al gramatical (orden de palabras más psicológico que lógico) y al léxico-semántico
(predominio de la connotación).
Conversación y rol social
Es evidente que, cuando dos personas dialogan, no lo hacen al margen del sistema cultural y social
del que forman parte. Por el contrario, los papeles o roles que este entorno les atribuye (padre o
hijo, profesor o alumno, jefe o subordinado...) resultan determinantes a la hora de decidir lo que
van a expresar y, sobre todo, la manera de decirlo, es decir, qué decir y cómo. Por ejemplo,
afirmaciones como “no admito excusas: el trabajo tiene que estar terminado a las ocho en punto”,
o “aquí mando yo y tú te callas y lo haces”, tienen sentido al ser emitidos por un jefe a un empleado
o un padre a su hijo, y serían absurdos dichos por quien no se encontrase justamente en una
situación que permitiera emitirlos. La jerarquización económica y social, la cualificación profesional,
la edad y el sexo son otros factores que determinan la efectiva competencia lingüística de los
hablantes, que se confirman en las afirmaciones, preguntas o peticiones que se suceden a lo largo
de la conversación. Ciertamente, cada individuo asume en su vida diaria diversos roles: es padre o
madre de familia, cliente de una empresa, trabajador de una sucursal bancaria... Ello ocasiona una
adaptación de su lengua al ámbito en que se mueve y al tema de conversación específico. Pero
también puede ocurrir que uno o varios de esos papeles, consciente o inconscientemente asumidos,
priven de su libertad expresiva a los hablantes: es este el sentimiento que provocan los que, como
suele decirse, por ejemplo, hablan “como una madre”, “como un cura” o “como un adolescente”.
Sobre todo, en el llamado código restringido de la lengua, existe una adaptación rígida a esas pautas
y, en definitiva, una orientación más a garantizar el status, lo que da seguridad al hablante, aunque
también lo deja desamparado ante intervenciones o argumentos inesperados, que a intentar
encontrar una expresión individual, matizada y verdadera.
La lengua coloquial: expresión y persuasión
La expresión de la subjetividad del hablante y la actuación sobre el oyente son objetivos esenciales
de la conversación. Estrechamente unidos a la expresión de la subjetividad, se utilizan recursos
como los siguientes:
Afirmaciones y negaciones insistentes.
Fórmulas de engrandecimiento y comparación, como son las metáforas e hipérboles.
Interjecciones, para expresar sentimientos o deseos.
Interrogaciones retóricas, que son preguntas que no esperan una respuesta, simplemente
se hacen, por ejemplo, para engrandecer aquello que se está diciendo o escuchando.
Vocabulario (léxico) muy recurrente en relación con sentimientos elementales como el
amor y odio, deseo y rechazo, dolor y alegría, etc.
Léxico concreto o específico, asociado a experiencias de carácter universal como la muerte,
defectos físicos y morales, sexo, comida y bebida, etc.
Tendencia al contraste: antítesis y paradojas.
Acumulación de sinónimos y repeticiones diversas.
Gusto por la enumeración. Abundantes diminutivos y aumentativos.
Fórmulas para valorar y criticar.
Durante la conversación, dentro de los procedimientos que se evidencian para la obtención de la
respuesta deseada por el interlocutor, es decir, para influir, en la intervención, en la conducta del
receptor, sea práctica o verbal, pueden citarse los siguientes:
Vocativos, con el uso de su nombre, apodo..., etc., durante la conversación.
Preguntas, para confirmar la información que se está recibiendo, interesarse por alguna
particularidad...
Imperativos como “mira”, “oye”, “di” ...
Alabanzas y censuras, elogios e insultos, aprobación y rechazo implícitos o explícitos de las
palabras del receptor.
Eliminación ocasional de la primera persona, que se sustituye por formas generalizadoras o
impersonales, para no ser evidente a quién va dirigida la información, petición...
Eufemismos y disfemismos. Las palabras tabúes son aquellas que socialmente se
consideran de mal gusto por aludir a realidades crudas, vulgares o que se intentan evitar.
Con el uso de eufemismos se sustituyen esas palabras tabúes al querer ocultar una realidad
que se evita mencionar. Por ejemplo, si en el transcurso de una reunión o conversación
usted dice “perdón, voy al baño”, no va a causar impresión o extrañeza en ninguno de los
interlocutores, es socialmente correcta. El disfemismo consiste en utilizar expresiones
despectivas o negativas para describir personas, cosas, hechos, etc. Se trata de ridiculizar lo
que se nombra y puede haber un tono humorístico, pero también puede resultar cruel.
Fíjese en esta expresión: Durante una conversación entre dos adolescentes, una le dice a la
otra: “Ayer vino esa cosa a cenar”, refiriéndose, con el término “cosa”, a la nueva pareja de
su madre.
3. Situaciones no coloquiales La lengua oral se usa también, como se ha dicho, en situaciones no coloquiales, es decir, en las que
no existe espontaneidad ni confianza entre los hablantes, incluso sin proximidad física entre ellos.
Se trata más bien, en estos casos, de una ficción de lengua oral, de la realización hablada de textos
cuya concepción es escrita, que solo aparentemente se someten a la confrontación con el
interlocutor. Este no puede replicar espontáneamente y modificar así el curso de lo dicho. A lo sumo,
puede intervenir al final para preguntar o puntualizar, aunque, básicamente, su papel se limita a
asentir o negar interiormente.
Tres modalidades son las más importantes: la exposición oral, el debate y el discurso:
La exposición oral
Son exposiciones orales una conferencia, una charla, la respuesta a un examen oral, un informe
presentado ante un grupo, la intervención en una reunión formal, una ponencia en un congreso,
etc. Adviértase que, muchas veces, son textos escritos que el autor lee en voz alta para un público.
La impropiedad de considerarlos verdaderamente lengua oral está basada en el grado de explicitud,
muy grande, con una rigurosa construcción lógica, la ausencia de recursos expresivos y apelativos,
y la escasa o nula referencia a la situación física.
El debate
El debate es un tipo de diálogo cuyas características están muy bien delimitadas: el tema aparece
claramente formulado desde el principio y suele ser bastante preciso; las reglas que estipulan su
duración, la de las distintas intervenciones, y el orden de estas, suelen estar también rígidamente
marcadas; la presencia del moderador asegura el cumplimiento de tales reglas; los interlocutores
no pueden hablar a título privado, sino hacerlo en nombre de un grupo, estamento o ideología;
suelen realizarse en público, ante un auditorio que es verdaderamente el destinatario del debate
hasta tal punto que los interlocutores no intentan tanto comunicarse entre sí o convencerse unos a
otros como influir en las opiniones y decisiones de quienes los escuchan. Las intervenciones en un
debate exigen un soporte razonado y argumentado considerable.
El discurso
El discurso se distingue dentro de la lengua oral por su solemnidad y por las consecuencias que se
les atribuye. Tan informativo por su contenido como por la representatividad de quien lo pronuncia,
se pretende con él bien conseguir una situación social particularmente relevante, como, por
ejemplo, el que se pronuncia para abrir un periodo electoral, o el que se realiza para agradecer un
premio o distinción, o bien persuadir a un público sobre un tema. En el discurso, el orador como se
ha visto, es el que posee en todo momento la palabra. Las personas a las cuales dirige sus
argumentos no tienen en ningún momento el poder de réplica para expresar sus opiniones, con lo
cual, a veces, resulta un monólogo. Los discursos quedan limitados a la exposición oral de las
personas preparadas para tal fin. El público o auditorio se limita a escuchar sin tener ocasión de
aportar su opinión, sugerencia o duda.
Tipos de discurso
Los tipos de discurso más característicos son: el político, como mítines o discursos parlamentarios,
orientados a la acción inmediata o a la conservación del aparato institucional; el religioso, como el
sermón o la homilía, cuya trascendencia se limita a los miembros de una creencia concreta; el
forense, propio del ámbito legal, y el académico o la lección magistral, que se confunde
prácticamente con la exposición oral.
4. La lengua oral en educación infantil Vistos, de manera general, los recursos propios de la lengua oral de los que el ser humano hace uso
como instrumentos de comunicación, es necesario señalar la importancia que tiene el aprendizaje
de los códigos, signos y normas que van a facilitar la inserción del pequeño en los diferentes
contextos donde se desarrolla como un ser autónomo.
En el aula infantil, hay que comenzar con dicho aprendizaje a través del juego y las rutinas diarias,
teniendo en cuenta a los pequeños que puedan presentar carencias debido al contexto familiar
privativo donde se desarrollan, cumpliendo con la función compensadora de la educación y
haciendo posible la subsanación de tales insuficiencias. Se potenciarán actividades que favorezcan
el diálogo y la conversación, a través de la exposición de láminas, secuencias temporales,
fotografías, la dramatización de un cuento, etc. y aquellas que estimulan el desarrollo de los
músculos y partes del cuerpo implicadas en la articulación de los distintos sonidos.
Ejemplo
El lenguaje oral es una función y una destreza que se aprende de forma natural a través de los
intercambios con el entorno social en los que se desenvuelve el individuo. Como estos no son iguales
en todos los niños/as se pueden promover en el aula y en casa la estimulación del lenguaje oral a
través de acciones como las siguientes:
Hablarle de manera pausada y clara, sin imitar nunca su forma de hablar.
Darle tiempo para que responda a las cuestiones que se le planteen.
Repetir todo tantas veces como le precise, pero siempre de forma natural, sin alterar el tono
o la frase en sí misma.
Reforzar sus avances por pequeños que sean y darle el modelo adecuado para que los siga
perfeccionando.
Jugar al “veo veo”.
Enseñar canciones fáciles, poesías, refranes...
Aplicación práctica
¿Qué recurso oral utilizaría en su clase de infantil para comprobar las opiniones que tienen los
alumnos y alumnas sobre un tema concreto, por ejemplo, los animales, que va a trabajar con ellos
posteriormente al ser el centro de interés de una de sus unidades didácticas?
SOLUCIÓN
Para saber las opiniones o ideas que los pequeños tienen sobre un tema concreto, lo mejor es
establecer un pequeño debate con ellos. Se puede denominar así porque: El tema es concreto, en
este caso se hablará exclusivamente de los animales y no se divagará sobre el mismo.
Habrá un moderador, que en este caso es el educador o educadora, que dará el turno de palabra
convenientemente y procurará que el resto escuche y preste atención. Al tratarse de niños y niñas
de corta edad, el educador/a irá realizando preguntas para que expresen sus ideas al respecto. Por
ejemplo, “A ver, a Pablo no le gustan los perros. ¿Por qué no le gustarán?”, “¿María, tú tienes algún
animalito en casa?” “¿Quién le da de comer?”, “Pedro dice que tiene un león, ¿puede tenerlo en su
casa? ¿Seguro?”, etc.
Aunque no sea un debate tal y como lo entiende un adulto, sí es curioso utilizar este sistema con
ellos, puesto que promueve la socialización, el intercambio de opiniones fomentando el respeto por
las opiniones de los demás, la atención y la escucha.
UNIDAD 4 – RECURSOS PROPIOS DE LA LENGUA ESCRITA
1. Introducción La escritura es una actividad compleja que resulta altamente necesaria, al igual que la lectura, para
acceder a los saberes organizados que forman parte de la cultura. Algunos niños manifiestan
espontáneamente deseos de escribir por que provienen de con tex tos en los que se valora la lengua
escrita, se usa en sus múltiples funciones. Los demás niños aprenderán a valorar la en el centro
infantil y en la es cuela gracias a la intervención del docente. En esta tarea es fundamental la actitud
del docente, que debe tener información acerca de los diferentes momentos en el proceso de
adquisición del sistema de escritura, así como también saber cuándo es oportuno provocar el
conflicto cognitivo y cuándo se debe aceptar sus respuestas sin perturbarlo.
2. La lengua escrita A diferencia de la lengua oral, la lengua escrita posee un sistema de signos o grafías regidos por unas
reglas que hay que respetar. Estos signos pueden ser de dos tipos: letras y signos de puntuación
(sistema de escritura alfabético) y números (sistema numérico).
La lengua escrita abarca tanto la lectura como la escritura. Frecuentemente, se asocia enseñar a leer
y escribir con el término de alfabetizar, entendiéndose como un proceso indisociable. La situación
física no presenta límites para el trasvase de información y el medio que se utiliza en la lengua escrita
asegura su conservación y permite la comunicación entre personas que pueden estar muy alejadas
en el espacio y en el tiempo. La comunicación es posible porque existe un interés notable sobre la
información que en ella se encuentra. Una obra literaria, un artículo periodístico o simplemente un
tríptico informativo, se realiza sin tener en cuenta la experiencia concreta del receptor, ni sus
necesidades o el nivel sociocultural que posee o el lugar geográfico donde habita. El autor la muestra
como una información abierta a todo aquel que desee participar de ella.
Los rasgos identificativos de la lengua escrita, además de los signos y grafías como instrumento de
comunicación, responden a necesidades lejanas a las de la lengua oral. Se distinguen, entre otros,
los siguientes:
Que el emisor sea una persona o varias es indiferente, lo que sí es característico es cómo el
emisor llega a ser el texto más que el propio autor del escrito, puesto que en muchas
ocasiones se oculta tras él para pronunciarse sobre un tema concreto sobre el que, a lo
mejor, no trataría si la comunicación se efectuara mediante la lengua oral.
Como ya se ha comentado, el receptor puede, y de hecho ocurre así, estar alejado del
emisor tanto espacial como temporalmente, por lo que algunos elementos lingüísticos
carecen de significado. Se ha de evitar la ambigüedad que lleva consigo la
descontextualización, ya que, si el receptor no comprende algo del escrito, no posee la
libertad de preguntar acerca del mismo.
La intensidad o dureza de las proposiciones que el escrito transmite pueden ser muy
diversas: no será lo mismo el registro que utilice el emisor o autor que realiza un escrito
para un público universitario, que el empleado para una amenaza o intimidación.
De modo general, se entiende la lengua escrita como un instrumento informativo más que
expresivo y apelativo. Sus contenidos suelen ser más complejos y abstractos, por ejemplo,
en los temas de divulgación científicos, técnicos, políticos, jurídicos o literarios. El hecho de
que el receptor puede ser capaz de interpretar correctamente un texto va a depender de
estos elementos compartidos.
En los escritos, la forma de presentar los mensajes es clara, estricta y reflexionada. Así, los
textos adquieren unas estructuras más o menos fijas según el propósito, contenido,
estructura, lenguaje o registro... Un ejemplo de ello son los formularios.
El intercambio personal y los textos escritos
En ocasiones, la escritura puede ser el único medio capaz de superar la distancia entre los
interlocutores, es empleada como un fiel reflejo de una conversación que pudieran tener si
estuvieran frente a frente. Por otro lado, también es interesante cuando se pretende dejar validez
o constancia de un mensaje que ha sido enviado para establecer estrictamente su sentido, para que
sea conservado o para que, de manera puntual, repercuta en destinatarios diferentes a los que en
un principio se destinaba. Dentro de este grupo se pueden incluir la carta personal, los telegramas,
la tarjeta postal, los anuncios o manifiestos que, por ejemplo, aparecen en escritos a favor de la
aparición de algún ser querido: “Esteban, regresa a casa. Te necesitamos y echamos de menos”, y,
por qué no, ahora que las nuevas tecnologías e internet están en alza, los mensajes que se remiten
a través de ellos, vía e-mail, redes sociales, etc.
También pertenecen a este grupo algunos tipos de formularios, y se denominan así porque siguen
un mismo esquema, cuyo contenido puede ser expresado de varias maneras: las invitaciones de
boda o las esquelas funerarias
El lenguaje escrito: ¿monólogo o diálogo?
El diálogo, como se estudió en el capítulo anterior, es un recurso propio de la lengua oral. En él, la
situación espacial de los interlocutores, el lenguaje no verbal (gestos, miradas, movimientos...),
entre otras características, determinan la clase de lengua utilizada. La escritura, en cambio, tiene un
carácter monologal: un único hablante que no espera respuesta directa. Se habla de monólogo
también cuando se usa el lenguaje oral, por ejemplo, en las representaciones dramáticas, o cuando
un docente expone un trabajo de estudio para los discentes, etc. Pero el lugar del monólogo es la
escritura. El caso contrario sucede con el diálogo. Puede aparecer en textos escritos, sí, pero es
como consecuencia de la habilidad del autor, que ha sido capaz de formular y responder sus propias
cuestiones, de plantear objeciones a su propio discurso. Pero el verdadero diálogo se plantea
mediante la lengua oral. Cuando alguna persona lee un texto, con o sin diálogos, lo hace suyo, lo
aprende si le interesa o lo descarta si no, puede realizar anotaciones en el mismo, e incluso puede
escribir sobre o contra él.
La escritura: recurso para la socialización
El medio de transmisión utilizado por excelencia en multitud de civilizaciones y pueblos ha sido la
lengua oral. A través de ella han sobrevivido las costumbres, ritos y normas de organización de
muchas sociedades. Pero la aparición de la escritura, como algo imperecedero y estable, hizo surgir
en las civilizaciones la necesidad de conservar mediante este sistema la organización económica:
indicación de propiedades, inventarios de bienes; la institucionalización jurídica y moral: leyes,
preceptos; la memoria de la colectividad: relaciones, historia; y la ideología: mitos, leyendas,
literatura. Se puede exponer entonces que la evolución y continuidad de una sociedad, así como la
incorporación positiva de individuos al grupo, se encuentra en la capacidad de dominar el lenguaje
escrito. El dominio de la lengua escrita y su conocimiento ha sido siempre desigual. La distinción
entre quienes son capaces de leer y escribir y los que no, ha sido y es actualmente considerable y
marca la ruptura entre unas sociedades o grupos y otros, puesto que el ascenso social ha estado
ligado, en muchas ocasiones, a dicho conocimiento.
Los textos escritos, numerosos y heterogéneos, tienen generalmente un destinatario colectivo. Un
libro de historia, un periódico, un texto legal, un tratado científico o un poema, en modo alguno
están escritos para un solo lector, sino para la colectividad o para grupos más o menos
diferenciados. Quienes los escriben son personas poseedoras de una cualificación especial para la
ciencia, la investigación, la política, etc., y con algún tipo de representatividad que les hace
distinguirse de los demás hablantes.
3. Recursos de la lengua escrita Algunas situaciones comunicativas exigen el uso de la lengua escrita. La producción y comunicación
científica y técnica, el ámbito de lo jurídico y lo administrativo, las creaciones literarias son, junto
con la enseñanza, las fundamentales. Los lenguajes especiales utilizados en estos contextos recurren
básicamente a la lengua escrita y producen clases específicas de textos que explican la realidad o
que expresan los saberes, normas y estrategias mediante los cuales se organiza la práctica social.
El texto: características lingüísticas y clasificación
La lengua escrita no se manifiesta de forma aislada, sino en textos. El texto es un elemento
fundamental que aparece en todas las lenguas hasta hoy estudiadas.
Desde un punto de vista tradicional, cuando se piensa en un texto, aparece la imagen de párrafos
incluidos en un libro. Pero no solo eso es un texto. Un texto abarca desde una sola palabra hasta un
libro completo, todo va a depender de la intencionalidad comunicativa del emisor. El texto puede
estar combinado con otros elementos que faciliten su comprensión o aporten una información
adicional, como ilustraciones, esquemas... Las características lingüístico-textuales vienen referidas
al nivel gráfico y morfosintáctico.
A nivel gráfico, puesto que la escritura está condicionada a los signos o grafías y a unas
normas específicas de uso, denominadas ortografía, que precisan de instrucción para su
conocimiento.
A nivel morfosintáctico destaca el uso de la modalidad enunciativa, ya que se trata de una
exposición planificada y con tendencia a las oraciones neutras. El autor suele estructurar las
frases y hacer uso de enlaces, así como de verbos, que no dejan lugar, en la mayoría de los
casos, a la libre interpretación del receptor del texto escrito. El texto escrito va a tener un
desarrollo ordenado: introducción, parte central, conclusiones, y derivadas de esta
planificación se descartan las repeticiones innecesarias y redundantes.
Clasificaciones hay muchas, según sea su función, intencionalidad, etc. En este apartado se hará
referencia a una clasificación significativa por su utilidad en el ámbito escolar. Distingue textos
expositivos, argumentativos, periodísticos, literarios y publicitarios.
Texto expositivo
El texto expositivo o informativo es aquel que tiene por objeto la transmisión de conocimientos o
información sobre un hecho, explicando objetivamente los acontecimientos. En ellos siempre debe
estar presente la coherencia y cohesión, el texto debe mostrarse con lógica y consecuencia con lo
planteado, recordando la correcta relación entre los vocablos empleados. En muchas ocasiones,
estas palabras o tecnicismos, referidas a investigaciones estrictas del ámbito científico, son
conocidas solamente por un grupo concreto de personas porque su difusión es menor. Los textos o
discursos expositivos pueden adoptar diferentes estructuras según el tema a tratar, pudiendo
distinguirse entre tres formas de exposición básicas:
La exposición de estructura narrativa. Trata sobre hechos o acontecimientos que se
producen en el tiempo, en cuyo desarrollo predomina la narración. El desarrollo temporal
es el elemento que caracteriza a este tipo de exposición, que suele adoptar una estructura
secuencial en la que los hechos se presentan ordenados atendiendo, fundamentalmente, a
dos criterios: el tiempo en que se producen, como, por ejemplo, en los textos de carácter
histórico en los que haya una exposición de hechos ordenados cronológicamente; y el orden
en el que se suceden, como, por ejemplo, un texto con instrucciones de montaje de un
mueble o una receta de cocina.
La exposición de estructura descriptiva. En ella predomina la descripción y, por tanto, la
organización espacial. En general tienen forma descriptiva las exposiciones que tratan sobre
seres, objetos, actividades o fenómenos con el fin de describirlos, clasificarlos o
compararlos. Los textos que presentan esta forma pueden tener tres tipos de estructuras:
o La estructura de descripción, propia de aquellos que exponen las cualidades, las
partes o la función de un ser u otro objeto, como, por ejemplo, un informe técnico
sobre un vehículo o un reportaje sobre un país.
o La estructura de comparación-contraste, propia de los textos que presentan las
analogías y diferencias entre dos seres u objetos.
o La estructura de enumeración, propia de los textos en los que se presentan seres,
objetos o actividades que comparten una misma característica o circunstancia, que
a veces se convierten en criterios para agrupar y, en tal caso, hablamos de
clasificación.
La exposición de forma argumentativa. En ella se analiza razonadamente un tema,
estableciendo relaciones causales entre los datos obtenidos del análisis. Se exponen las
razones y los datos que se poseen para defender la propia opinión sobre un tema, con el fin
de que sea aceptada. Los textos expositivos que globalmente tienen forma argumentativa
pueden presentar dos tipos de estructuración:
o La estructura de causa-efecto, propia de aquellos cuyo objeto es analizar las causas
de un hecho determinado o bien las consecuencias que de ese hecho se derivan,
como, por ejemplo, un informe acerca de la contaminación.
o La estructura de problema-solución, característica de los textos en los que se
aportan soluciones a hechos o situaciones adversas como una enfermedad, una
crisis económica, los incendios forestales, el hambre en el mundo...
Texto argumentativo
Se usa para expresar una opinión sobre un tema o acontecimiento. La función del texto es convencer
o persuadir al receptor de que la hipótesis planteada es la acertada.
Son textos argumentativos las editoriales, las cartas al director, artículos, columnas y ensayos.
Texto periodístico
Su objetivo es dar a conocer acontecimientos de interés general por su repercusión. Tiene la función
de informar objetivamente, como es el caso de la noticia, el reportaje o la entrevista; o
subjetivamente, como en el artículo o editorial. Son considerados como un medio de comunicación
masivo, con un vocabulario sencillo y accesible a todo aquel que lo utilice como fuente de
información. Cumplen así, una función social.
Texto literario
Es el empleado para expresar sentimientos, ideas o fantasías, ya sea como elemento principal o
secundario. Predomina en ellos la función poética, es decir, el lenguaje se utiliza para producir
belleza. Los textos literarios se clasifican como: narrativos, dramáticos o líricos.
Textos narrativos. Estas son composiciones escritas en prosa. Contienen un relato sobre
algún acontecimiento real o ficticio, desplazado en el tiempo y en el espacio. Entre este tipo
de textos destacan la novela y el cuento.
Textos dramáticos. Estos textos ofrecen como panorama el conflicto entre dos o más
personas. El desarrollo de la obra está encaminado a presentar cómo se resuelve dicho
conflicto. Destacan el teatro, la tragedia, el melodrama, la tragicomedia, la comedia...
Textos líricos. En estos textos se manifiestan sentimientos y emociones puestos en el yo
del autor o en boca de un personaje determinado. Incluye: himnos, odas, elegías y
canciones.
Texto publicitario
Es el medio empleado para patrocinar o promocionar un evento, producto, recital, etc. Su función
es convencer al receptor mediante una frase a modo de eslogan unida o no a algún símbolo o
imagen. Continuamente se pueden observar textos publicitarios en trípticos, octavillas, vallas
publicitarias, televisión (donde el eslogan es acompañado por la imagen en movimiento y la música),
etc.
4. El lenguaje escrito y la educación Leer y escribir son destrezas fundamentales en la sociedad actual. Es en el centro infantil donde
debe realizarse una aproximación a ambas. La lectura supone algo más que reconocer palabras, de
la misma manera que escribir es más que distribuir y unir letras.
La comprensión y expresión se encuentran en la base de la lectura y la escritura. Sin embargo, hoy
en día aparece un nuevo analfabetismo: el de quienes, una vez abandonada la escuela, no vuelven
a leer ni escribir. Primero, porque no sienten la necesidad de hacerlo e, inmediatamente después,
porque no pueden, quizás por motivos laborales.
La jerarquización social, la estricta separación entre trabajo físico y trabajo intelectual, la extremada
especialización, la preferencia de lo audiovisual y el desarrollo tecnológico, son probablemente
otras tantas causas de este analfabetismo.
En este contexto, es suficiente con el nivel de destreza lingüística que permite responder a las
necesidades del sistema y reconocer el discurso dominante en este. Grosso modo, entender
instrucciones y aceptar afirmaciones o propuestas.
El lenguaje sirve también para cuestionar y plantear objeciones, para decir que no o para,
simplemente, cambiar de conversación. Leer y escribir resultan, entonces, mucho más que
habilidades para la integración social: operaciones intelectuales sin las cuales el conocimiento y la
crítica resultan improbables. Aprender a leer y a escribir es difícil, trabajo de años e incluso se podría
afirmar que nunca acaba dicho aprendizaje, pues a base de leer y escribir se van puliendo los
lenguajes y las formas de utilizarlos. El lenguaje sirve no solo para resolver las necesidades prácticas
de cada día, sino para conocer la realidad y para que el individuo se conozca a sí mismo y pueda
expresarse personal y libremente. El educador infantil y los docentes han de conocer los procesos,
métodos, recursos y periodos de evolución de la adquisición de los lenguajes para incentivar en las
pequeñas actividades que promuevan el desarrollo de las habilidades necesarias para cada uno de
ellos. Tienen que tener presente que, en todo momento, son modelos a seguir para ellos: imitarán
posturas como si estuvieran escribiendo o leyendo... En educación infantil se utilizarán cuentos,
poesías, pictogramas, tarjetas, etc., y todo aquello que sea óptimo para el acercamiento tanto al
lenguaje escrito como al oral, ya que se trabajan globalizados, que si bien, como se señaló
anteriormente, no es un objetivo propiamente dicho en esta etapa, sí lo es el realizar una
aproximación a ambos lenguajes, para que en los primeros años de la educación obligatoria los
afiancen y puedan usarlos en diferentes contextos.
Aplicación práctica
En el entorno escolar, y sobre todo a partir de la escolarización obligatoria, tanto el docente como
el alumno se encuentra con libros, estudios y textos en general de orden educativo. Son los
denominados textos académicos. Conocidas las características de los textos más usuales, explicar
las características que han de tener dichos textos para que sean válidos.
SOLUCIÓN
Los textos académicos son aquellos que se escriben en el entorno escolar. Sus características son
las siguientes:
Para qué: el propósito comunicativo de estos textos es hacer saber, producen
conocimiento.
Quién: el autor del texto académico puede ser el alumno, el docente o un investigador en
la materia.
Para quién: dependiendo de su destinatario se pueden distinguir: los que se escriben para
uno mismo (apuntes, esquemas, resúmenes de estudio...), y los que se redactan para otra
persona (exámenes, tareas, ponencias...).
Estilo: la forma en que se escriben los textos académicos está determinada por su propósito
y se caracteriza por su objetividad, precisión y claridad, tratando de evitar la ambigüedad y
el doble sentido. Se escriben para aprender y, para eso, se tendrá que emplear una
terminología técnica.
Estructura: al igual que con el estilo, la estructura variará en función del propósito,
distinguiéndose la exposición (para hacer entender algo al lector) y la argumentación (para
demostrar la validez de una hipótesis, método, etc.).