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NEGRI. El Derecho de Lo Común

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Discussão teórica sobre a possibilidade de um direito comunal.

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  • UTOPA Y PRAXIS LATINOAMERICANA ~ AO 19. N 66 (JULIO-SEPTIEMBRE, 2014) PP. 9 - 17REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFA IBEROAMERICANA Y TEORA SOCIALISSN 1315-5216 ~ CESA FACES UNIVERSIDAD DEL ZULIA. MARACAIBO-VENEZUELA

    El derecho de lo comn*Law of the Common

    Antonio NEGRIColectivo Italiano Uninomade, Italia

    RESUMEN

    El presente texto gira en torno a la siguientepregunta: cmo se plantea el tema de lo comn con-forme tiene lugar la disolvencia, tanto jurisprudencialcomo conceptual, de las categoras del viejo derecho?En este sentido, primero, se indica que la governanceha deconstruido las formas tradicionales del derecho yla soberana. Segundo, que el otro trmino implicadoen la globalizacin es lo comn, pero que un derechode lo comn no encuentra su fundamento en la historiadel derecho. Por ello, tercero, resulta necesario pen-sar un derecho de lo comn como formas de regula-cin que comprendan y que desarrollen la potenciali-dad de las relaciones productivas sociales.Palabras clave: Derecho, lo comn, governance,soberana.

    ABSTRACT

    This paper focuses on the following question:How does the common theme arise when the catego-ries of old law, both jurisprudential and conceptual, aredissolving? In this regard, first, the study indicates thatgovernance has deconstructed the traditional forms oflaw and sovereignty. Second, the other term implied inglobalization is the common, but a law of the commondoes not find its foundation in law history. Therefore,third, it is necessary to think about a law of the commonas forms of regulation that understand and develop thepotential of productive social relationships.Keywords: Law, the common, governance, sover-eignty.

    ESTUDIOS

    Recibido: 22-02-2014 Aceptado: 18-06-2014

    * In: CHIGNOLA, S (2012). Il diritto del comune, Verona, Oobre Corte. Trad, cast., de Jacinta Gorriti y RamiroGorriti.

  • 1. DISOLVENCIAS

    Los cientficos del derecho han puesto en evidencia algunas caractersticas fundamentalesde la governance global: la tendencia de los procesos y de las prcticas de governance a exceder larigidez de los sistemas jurdicos y de las estructuras normativas, la fragmentacin de los sistemas ju-rdicos bajo la presin de los conflictos del sistema global, y el choque entre diferentes gneros y es-pecies de normas. La governance vuelve vano cualquier intento de unificacin de los sistemas jurdi-cos globales frente a la necesidad de hacer funcionar una lgica modular con la cual administrar losconflictos y asegurar la compatibilidad jurdica de los fragmentos del mundo global. En consecuen-cia, la governance es efectivamente un gobierno del estado de excepcin (en sentido obviamenteopuesto al que emplea Schmitt para definir la soberana).

    Creemos que esta conclusin es correcta y que en el mundo globalizado la deconstruccin delas formas tradicionales del derecho y de la soberana es inevitable. Es necesario aceptar que la go-vernance global es postdemocrtica en el sentido de que ya no se apoya en el aparato del sistemarepresentativo que ha sostenido y garantizado la legitimidad del Estado. Asimismo, que los rganos,las tcnicas y las prcticas de la governance tienen la flexibilidad y la fluidez necesaria para adaptar-se de manera constante a los cambios de las situaciones, y que su ejecutividad depende de una plu-ralidad de formas de regulacin controladas -a menudo indirectamente- por las oligarquas, en parti-cular por aqullas econmicas.

    Ahora bien, este anlisis de la crisis del derecho y de la soberana en la globalizacin, con elfuerte contenido deconstruccionista que lo caracteriza, no llega a confrontarse con el otro trmino que(contempornea si no sincrnicamente) est planteado en el mbito de la globalizacin: el tema de locomn. En primer lugar, observamos que global y comn no son trminos coextensivos. Pensarlos deesa forma significa vulgarizarlos (Nancy, Espsito, etctera). Por el contrario, sean cuales fueren lassuperposiciones polticas y jurdicas, global es un trmino espacial y comn es un trmino productivo(con una incidencia significativa en el terreno de la ontologa). Por qu entonces yuxtaponer estos tr-minos? Por qu la globalizacin es causa de este pasaje? Ciertamente lo es de manera primaria, perono por eso es un dispositivo de definicin ni mucho menos de constitucin de lo comn. En realidad, laglobalizacin es causa de rupturas caticas y/o de conexiones imprevistas, a menudo incluso determi-nadas por flujos residuales (pero no por eso menos eficaces) de accin soberana.

    Si no se confa en una aproximacin ideolgica, se corre el riesgo de suponer que el trminocomn interviene en la discusin como tema central, cuando en la globalizacin y en las prcticasjurdicas que la acompaan vemos declinar, como cifra definidora, los trascendentales del derechoprivado y del derecho pblico y las consiguientes prcticas jurdicas. Parece que hay aspectos, di-mensiones, perfiles de lo comn que si no dan respuesta a esa crisis- recalifican el terreno. Msadelante retomaremos esta cuestin. Preguntmonos, mientras tanto: Cmo se plantea el tema delo comn conforme tiene lugar la disolvencia, tanto jurisprudencial como conceptual, de las catego-ras del viejo derecho?

    2. HISTORIA

    Una hiptesis mayoritaria sostiene que el viejo derecho se define esencialmente a partir delconcepto de propiedad privada. No es superable este horizonte? Y entonces, frente a las disolven-cias que se producen en el terreno de una governance global del derecho, cmo configurar la per-manencia de este ltimo? Desde cualquier punto de vista desde el que se desarrolle un anlisis his-trico sobre este argumento, parece poder confirmarse que detrs de las disolvencias que la globali-zacin ha determinado hay historias que muestran, con su crisis actual, la imposible evolucin delderecho privado y del derecho pblico hacia otra especie de derecho, hacia un tertium genus. Mucho

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  • menos, explcitamente, hacia un derecho de lo comn. Adase de inmediato que el trmino dere-cho resulta aqu tan equvoco y dudoso como el trmino comn.

    Esto se confirma sobre todo cuando se considera el derecho continental. En occidente, la dimen-sin jurdica ha devenido fundamental a partir del momento en el que se la articul en torno a la figura delindividuo-propietario. El cuadro institucional (y conceptual) del derecho occidental tiene sus races en lasexigencias del individuo, modelado dentro de las relaciones conflictuales (a suma cero) que mantiene consu contraparte procesal. El establecimiento del Corpus Juris de Giustiniano sirve de eplogo a una evolu-cin jurdica en el mundo romano que dio curso a dos mil aos de historia jurdica posterior. Ms tarde, elderecho romano ser retomado y recalificado en funcin de las necesidades del capitalismo naciente, yvale de este modo para organizar e interpretar de manera adecuada la acumulacin primitiva de capital.Es caracterstico de esta historia el hecho de que los procedimientos jurdicos, procesales y jurispruden-ciales consolidan el derecho del individuo-propietario y producen un mecanismo de validacin uniformepara la propiedad (el mercado) y para la soberana (el Estado). Ambos sistemas concentran el poder so-bre el individuo y excluyen cualquier otro sujeto decisional en la esfera de jurisdiccin dada. Hic Rhodus,hic salta. Buscar en este mbito un pasaje a otra cosa que la estrecha concepcin privatista del derecho yde sus procedimientos de aplicacin y de verificacin, as como tambin una definicin de lo comn, seraen vano. Como quiera que sea interpretado, el derecho continental no permite reconocer lo comn. Lasfronteras (del conflicto a suma cero) de lo pblico y lo privado no dejan, por el momento, espacio algunopara la definicin de un tercer polo.

    Ese mismo vaco conceptual se aprecia cuando se sigue la tradicin del viejo derecho ingls,right of common que podramos traducir como derecho a lo comn. Se trata del derecho arcaico,estrechamente implicado en las estructuras comunales de las ciudades medievales. Cuando Mait-land y Pollock analizan este derecho a lo comn reconocen que, lejos de ser un derecho de lo co-mn, es un derecho individual que no mantiene una relacin de ruptura con el individualismo jurdi-co, es decir, con el inters propietario. Ms an, se trata de un derecho que el individuo puede oponera un gobierno colectivo de los comunes, un derecho que de ningn modo puede reconducir la exi-gencia de lo comn a aquella de la igualdad en la coproduccin de normas jurdicas no estatales(como ha sido recientemente definido, en sus aspectos formales, el derecho de lo comn). No escasual que las antiguas definiciones comunales hayan sido retomadas en los aos cincuenta, porejemplo, por Hayek, y se sabe perfectamente en qu sentido.

    Parece entonces muy difcil reconocer un derecho de lo comn que nace al interior de las vie-jas estructuras jurdicas, y que se emancipa de ellas. Mucho ms si (como se sostiene a menudodesde el socialismo jurdico) se piensa que la evolucin del derecho pblico, en funcin antagnicadel derecho privado, ofrece una base para el pasaje al derecho de lo comn. A propsito de esto, esinteresante referirse a la experiencia sovitica. Pasukanis el jurista ms grande de todos los tiem-pos lo vio inmediatamente con gran lucidez. No se da declara derecho proletario: con el pasaje alestadio de un socialismo desarrollado, la desaparicin de las categoras del derecho burgus signifi-car la extincin del derecho en general, es decir, la desaparicin gradual del momento jurdico en larelacin entre los hombres. Eso, en relacin al Estado sovitico, es definido como capitalismo deEstado proletario. En l se dan, segn Pasukanis, dos realidades del cambio y del derecho. La pri-mera consiste en una vida econmica que se desarrolla de acuerdo a modalidades pblicas (pro-gramas generales, planos de produccin y de distribucin, etctera), mientras que la segunda con-siste en la conexin entre unidades econmicas que desenvuelven su actividad en las formas de va-lor de las mercancas circulantes y, por lo tanto, en la forma jurdica del contrato. Es evidente ahoraque la primera tendencia (la del derecho pblico y la planificacin) no comporta ninguna perspectivaprogresiva y que abre el camino a una extincin gradual de la forma jurdica en general, traducindo-la en la gestin econmica de la sociedad. La segunda tendencia es aquella que, retomando la auto-

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  • noma de las formas econmicas y considerndolas en su cooperacin, podr en cambio desarro-llarse hacia lo comn.

    Es interesante notar cmo en el discurso sovitico (minoritario, pero marxsticamente correc-to) de Pasukanis, se subraya la imposibilidad de extraer el derecho de lo comn del derecho pbli-co y se considera, en cambio, la posibilidad de jugar con la cooperacin del trabajo colectivo, no slocomo salida del derecho propietario sino como construccin de nuevas formas de vida y de organiza-ciones sociales no capitalistas (el mercado campesino comn chino sin capitalismo de Arrighi esun modelo con las mismas resonancias).

    La historia actual, en la que los procedimientos de governance se estn afirmando, ofrece al-guna indicacin positiva del camino hacia lo comn? Es posible entrever en los procedimientos degovernance una tendencia a la descentralizacin contra la todava ms fuerte tendencia a una con-centracin del poder capitalista en el terreno global, a la fragmentacin de los poderes contra su sli-da unidad econmica, a la posibilidad de un control difuso por parte de una opinin pblica activa, ala experimentacin desde abajo de mecanismos de participacin en la divisin del trabajo social y enla redistribucin del producto? Se lo podra quizs conjeturar con mucho optimismo; pero con realis-mo hay que admitir que una governance concebida como ejercicio del poder y produccin de normasjurdicas -como modalidad institucional abierta, flexible, de geometra variable, en un programa jur-dico privado de centro y apoyado en mecanismos de conflicto entre normas y de competencia entrerdenes- suena mucho a utopa y la historia actual muestra, ms bien, la imposibilidad de un desa-rrollo lineal de los actuales sistemas jurdicos hacia lo comn.

    3. CONSIDERACIONES DE HECHO

    Despus de todo lo que hemos dicho, queda por preguntarnos por qu lo global reclama lo co-mn. Lo reclama porque la globalizacin nos ha puesto inmediatamente frente a un comn, por asdecir, malvado: lo comn del capital. La transformacin de las leyes del valor, cuando la medidatemporal del trabajo es sustituida por la potencia de la cooperacin, y los dispositivos de circulacinde las mercancas, de los servicios productivos y de la comunicacin se ponen como agentes de lavalorizacin capitalista; cuando el proceso de subsuncin real, o el pasaje de la produccin industrialde mercancas al control de la vida social en el trabajo, con la automatizacin y la informatizacin pro-ductivas, tiene lugar; todo eso, en definitiva, presenta al capital como biopoder global. La nueva basesobre la que se instaura la explotacin consiste en un pasaje progresivo del comando capitalista dela fbrica (la organizacin fordista de la industria y la disciplina de la masa obrera taylorizada) a la so-ciedad entera (a travs de la hegemona productiva sobre el trabajo inmaterial, la valorizacin a tra-vs del trabajo cognitivo, el control financiero, etctera): es decir que la nueva base sobre la que ope-ra el capital consiste en la explotacin de la cooperacin, de los lenguajes, de las relaciones socialescomunes (reside, en general, sobre las llamadas externalidades sociales, internalizadas en la pro-duccin capitalista a escala global).

    Tan solo un ejemplo, partiendo de la actual crisis econmica global. Muchas son las lecturasque se han hecho, pero en cada caso, viniesen de derecha o de izquierda, las razones de la crisiseran adjudicadas a la separacin entre finanzas y produccin real. Si se asumen los nuevos presu-puestos de los que hasta aqu hemos hablado, que remiten a la emergencia de una nueva cualidadcomn del trabajo vivo y a su explotacin, se deber insistir en el hecho de que la financiarizacinde la economa global no es una desviacin improductiva o parasitaria de cuotas crecientes de plus-valor o de ahorro colectivo, sino ms bien una nueva forma de acumulacin del capital, simtrica alos nuevos procesos de produccin social y cognitiva del valor. Es intil creer que la respuesta a estacrisis pueda evitar construir nuevos derechos de propiedad social de bienes comunes que con todaevidencia se oponen al derecho de propiedad privada y que exigen la ruptura con ese derecho pbli-

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  • co que representa la fuerza legal de la propiedad privada. [Repitiendo lo elaborado en los seminariosde UniNomade: si hasta ahora el acceso a un bien comn ha tomado la forma de una deuda privada(y es justamente en torno a la acumulacin de esta deuda que la crisis ha explotado), de ahora enadelante es legtimo reivindicar el mismo derecho en la forma de una renta social. Hacer reconocerestos derechos comunes es la va nica y justa para salir de la crisis].

    4. APROXIMACIONES I

    El derecho tradicional no logra, por lo tanto, definir (y ni siquiera volverse sobre) lo comn. Selimita siempre, en la crisis actual, a una accin de governance por as decir restrictiva y est conde-nado a una ambigedad sustancial. La governance no puede, en realidad, ms que volver fluido elintercambio social y optimizar el desplazamiento de los flujos. Esto significa transcribir la soberanaen trminos de negociaciones, desjerarquizar la estructura de las decisiones, introducir una pers-pectiva fragmentada y policntrica de las relaciones y debilitar la separacin tradicional entre pblicoy privado pero no puede hacer ms que esto. Como nos recuerda Chignola, siguiendo a John For-tescue y al juez Coke, con el trmino governance se hace referencia, inicialmente, tanto al gobiernodel prncipe, a su derecho de mando y a la jerarqua de las funciones administrativas que de l de-penden, cuanto al conjunto de normas, costumbres, estatutos y libertades que define la trama de de-rechos y de poderes de la organizacin poltico-civil. En el ocaso del estado de derecho destellanotra vez las luces del alba.

    Atenuando la sospecha con la que hasta aqu se ha hablado de la governance, admitamos sinembargo que sta puede abrirse, en trminos constituyentes, ms all de sus condiciones actualesde funcionamiento. Asumamos, igualmente, que el terreno de lo comn se nos presenta aqu msprximo, como un terreno de transicin de lo pblico a lo comn, y que la governance se adapta si-guiendo la trama de ese pasaje. La pregunta a hacernos en este punto podra ser: si el derecho tradi-cional no logra definir (controlar, transcribir e instituir) lo comn, de qu manera puede la governan-ce hacerlo? O en otras palabras: podr la governance (ambiguamente, expresando una especie deconatus) construir el nuevo derecho?

    5. APROXIMACIONES II

    Desde el punto de vista reflexivo o de la filosofa del derecho podemos intentar plantear el pro-blema de cmo se define lo comn. Los ejemplos que propongo representan casos extremos (entrelos que caben infinitas combinaciones), pero quiz puedan ayudarnos a proseguir.

    Por un lado, lo comn ha sido definido en trminos de darwinismo sociopoltico como el efectode relaciones de coproduccin econmico-polticas. Se conoce a este respecto la famosa frmula deSaint Simon, tomada de Marx y Engels, segn la cual la administracin de las cosas tomar el lugardel gobierno de los hombres. Lo comn se revela aqu como la administracin econmica de la so-ciedad por parte de s misma. Al autoequilibrio de los intereses que el mercado liberal propone, el so-cialismo responde con la autorganizacin econmica consciente de los hombres. En el socialismo,esta frmula se retoma continuamente, al menos hasta Lenin. Se trata con toda evidencia de una te-leologa de lo comn, inervada de la racionalidad tecnolgica industrial. Lo comn es un hecho (parti-cipio del verbo hacer), un movimiento real que realiza el estado de las cosas presentes.

    Un modelo opuesto de definicin de lo comn es el sociolgico-institucional. El desarrollo dela sociedad civil a las formas de organizacin pblica, a un comn concebido como resultado socie-tario y asociacionista, es visto precisamente como producto de una actividad continua. A la necesi-dad econmica y tecnolgica del primer modelo se opone aqu un activismo procedimental y social.Considerado en sus figuras ms recientes, lo comn institucional se define (por ejemplo en Luc

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  • Boltanski) mediante el abandono de las sociologas que ponen el acento sobre dimensiones vertica-les y sobre la opacidad de la conciencia alienada de los actores, en virtud de una sociologa que insis-te sobre relaciones horizontales (y evidentemente sobre las redes) y sobre la accin situada de ac-tores guiados por motivaciones estratgicas o por exigencias morales. Los elementos de performa-tividad social son puestos en relieve, y toda vez que lo pblico (el Estado) es invocado y asumidocomo elemento equilibrador de los procesos, este institucionalismo sociolgico pragmtico recono-ce tanto las contradicciones dentro de las que, de ese modo, el proceso se cierra, cuanto la potenciade sus dispositivos abiertos. En definitiva, un movimiento real que produce el estado de las cosaspresentes.

    Un tercer modelo interesante el trmino medio entre dos extremos, siempre en la perspecti-va de una definicin de lo comn, consiste en la recuperacin filosfica de una teora dialctica (d-bil) de la relacin. Era el camino en el que avanzaba el formalismo de Habermas y por el que prosigueel realismo de Honneth. Lo comn es visto como una Aufhebung (dbil), carente de necesidad; la di-ficultad de su realizacin consiste en determinar en el indefinido contexto de las condiciones lacomposibilidad de las diferencias. Se experimentan as, entre otras, las dificultades que evidencia eldesarrollo del proyecto foucaultiano cuando se lo considera un modelo epistemolgico en lugar deun dispositivo poltico.

    Todas estas aproximaciones combaten la idea de que lo comn pueda ser de alguna manerapresupuesto y sostienen que slo podemos pensar en prcticas sociales de produccin de lo comn.Cmo podr la governance interpretar estas premisas, y eventualmente ir ms all de ellas, por uncamino que conduzca hacia lo comn?

    Para sortear futuros obstculos, podemos preguntarnos si la determinacin comn del actuaren comn debe tomar necesariamente la forma de la institucin, cuando se ingresa en este terreno.Respondiendo negativamente a esta cuestin, se podr insistir ms bien en el hecho de que la pro-duccin de reglas que no derivan de la ley puede tomar la forma de usos negociados, de prcticas delo comn que no pueden darse ms que a travs de determinaciones concretas y de relaciones defuerza. En este marco, ser posible preguntarnos: cmo articular el terreno de la propiedad con elde esas prcticas? Cules son las condiciones de composibilidad de los individuos/singularida-des? Cmo evitar que la solidez de las identidades cierre cualquier posibilidad de copresencia delas singularidades? Cules son los procesos de subjetivacin que atraviesan estos procesos cons-titutivos? La constitucin de un comn no aditivo ni integrativo, de un comn que no sea suma,as como tampoco organismo, puede darse fuera de una progresin (o regresin, fuerte o tenue)dialctica de tipo hegeliano?

    Para responder a esta cuestin, introducimos las siguientes preguntas y experimentos.

    6. EXPERIMENTO I

    Si asumimos que el contexto de la governance, en el que la pluralidad de los actores desarro-lla su accin, carece de cualquier determinacin teleolgica o de valor; si cada determinacin es unapotencia que gana (o pierde) respecto a otras potencias, el primer ejemplo jurdico al que se puedereferir la investigacin de lo comn es aquel tradicionalmente representado por el derecho interna-cional de guerra. All, de manera paradjica, lo comn se conecta nuevamente con lo global. Se trataciertamente de un terreno libre de formalismos. Son de hecho evidentes los riesgos que se correranen caso que se intentara operar en este mbito con los conceptos liberales del Estado de derecho ocon las doctrinas de la justicia ancladas en los esquemas abstractos del racionalismo metafsico.Operando as, la prctica jurdica se reduce al mero registro de los hechos es la manera en que pro-ceden la sociologa y el empirismo realista y se ingresa en un mbito (que Carl Schmitt ha definido

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  • para el derecho internacional como no-derecho) donde la governance se define en ausencia de cual-quier posibilidad de nomos. Estamos, de nuevo, inmersos en la disolvencia. El experimento del dere-cho internacional no modifica las disolvencias sino dislocndolas. Precisamente aqu, en el terrenode la globalizacin, es que debe darse una nueva reflexin que reconozca los antagonismos funda-mentales entre los que se mueve el proceso de la reorganizacin global; que elimine cualquier ho-mologa con el pasado, cualquier referencia a las viejas constituciones internacionales; que busqueconstruir regulaciones provisorias y eficaces sobre nuevos espacios y temas (biopoltico, meditico ysobre todo financiero), etctera.

    Un segundo ejemplo es el del derecho sindical en la lucha de clases. En la etapa postfordis-ta y en el curso de la crisis econmica colapsado el compromiso renano y en general el contrac-tualismo industrial, ms o menos corporativo el problema de la regulacin del trabajo social y dela redistribucin del producto bruto interno se han convertido en temas liberados ya de todo con-dicionamiento jurdico, desplazados del terreno productivo directo a aquel de la produccin social.Tambin en este caso cualquier homologa con el derecho sindical pasado es intil, y tambin aquhay una iniciativa constituyente que abrir. Sin embargo, lo que hoy se nos presenta es un terrenocaracterizado por determinaciones similares a aquellas definidas por el derecho internacional unverdadero desastre de las formas jurdicas tradicionales. Por el momento slo parecen posiblesoperaciones tcticas de resistencia.

    7. EXPERIMENTO II

    Es la lnea del Commonwealt, que nos lleva a afrontar el problema de un eventual derecho delo comn desde el punto de vista de la ontologa de lo comn. Esta va parte del reconocimiento de laconstruccin y del sometimiento funcional de lo comn por parte del capitalismo global, financiero ymilitar. Lejos de proponer procesos de puro reconocimiento o de apropiacin de las estructuras y delas figuras del comunismo del capital y de su Estado, esta lnea propone en primer lugar concebirlos procesos de governance como instrumentos para una ulterior desestructuracin del derecho tra-dicional, y en segundo, tiene por objetivo precipitar al interior de este proceso la emergencia de nue-vas figuras productivas de la cooperacin.

    Por lo tanto, la nica salida a estos problemas parece ser:1. La reinstalacin del tema de lo comn en un terreno que no es socialmente homogneo,

    que no prev institucionalidad ni homologas preconstruidas, pero que est atravesado por antago-nismos originales: de un lado, tenemos una fuerza-trabajo cada vez ms precaria, que reconoce laautonoma del capital; del otro, la relacin de mando que el capital busca continuamente renovar. Lasolucin a estos conflictos no puede darse de acuerdo a ninguna determinacin teleolgica o dialc-tica. El contexto en el que se mueve es maquiavlico. Cada determinacin es una potencia que gana(o pierde) respecto a otras potencias. []1

    2. En este marco, lo comn no puede ponerse en continuidad con la tradicin jurdica; no pue-de configurarse como un terreno dentro del cual se proponen, desde fuera, ideas de justicia. Slopuede contener, construir usos y gobernarlas en la inmanencia, en su reciprocidad y comunidad. El

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    1 El texto que sigue consta de dos lneas intraducibles, seguramente fruto de un error de transcripcin: Il senso del pro-cesso identifica qui assimilato e prodotto dalla potenza della decisione collettiva. Probablemente deba leerse omi-tiendo la palabra identifica: El sentido del proceso es asimilado y producido aqu por la potencia de la decisin colecti-va (Nota de los traductores).

  • derecho internacional (precisamente en tanto que no-derecho) es desde este punto de vista el mo-delo de referencia (pero al contrario del modo en que Carl Schmitt ha planteado el problema).

    3. La inversin de la perspectiva schimittiana, es decir no la recuperacin de la excepcinsino la insistencia sobre el excedente del trabajo cognitivo, la asuncin de un contexto biopolticoadecuado, etctera; en sntesis, el estudio de las doctrinas y de las prcticas desestructurantes delderecho occidental y el ejercicio (dentro de la desestructuracin del derecho) del poder constituyen-te, configuran la nica salida viable de estos problemas.

    Evgenij BronislavoviPasukanis, en los aos 20 del siglo pasado, propuso algunas lneas ex-tremadamente interesantes: es evidente que la lgica de los conceptos jurdicos corresponde a la l-gica de las relaciones sociales en una sociedad que produce mercancas, y que precisamente en ta-les relaciones y no en la permisin de una autoridad tiene su raz el sistema del derecho privado. Lalgica de las relaciones de dominio y de subordinacin reingresa slo en parte en el sistema de con-ceptos jurdicos. Por eso la concepcin jurdica del Estado no puede jams convertirse en teora yquedar siempre como una alteracin ideolgica de los hechos.

    Para imaginar un derecho de lo comn (pero por qu hablar todava de derecho?) har falta,por lo tanto una vez desestructurada la constitucin propietaria-, pasar de la pluralidad, de la red derelaciones de trabajo a formas de regulacin que comprendan y que desarrollen la potencialidad delas relaciones productivas sociales que constituyen, en la igualdad y en la coproduccin, normas ju-rdicas no estatales para regular la vida comn.

    Ser necesario, por ejemplo, seguir los fenmenos de la cooperacin de la fuerza-trabajo, dela autovalorizacin, que introducen un excedente de capacidad productiva de la fuerza-trabajo sin-gular y colectiva; har falta atravesar el conjunto de los fenmenos financieros revelando desde den-tro la potencia de las relaciones simtricas entre produccin social y sistema de signos reinventan-do probablemente, en este nivel, una teora del valor-trabajo (y de su medida). Slo en este casoser posible establecer lneas que, por ejemplo (no ya simplemente trminos tcticos sino finalmen-te estratgicos), vayan del welfare a lo comn (que bajo esta luz comienza a definirse como una are-na de participacin democrtica y de igualdad distributiva).

    8. NOTA A LA NOTA DE TEUBNER (HARDT Y NEGRI)

    Teubner comienza interpretando algunos conceptos del Commonwealth de manera a vecesconfusa, pero en su caracterizacin final de las diferencias y similitudes entre su recorrido y el nues-tro es bastante correcto y generoso.

    Son dos las similitudes a subrayar:1. El reconocimiento de la insuficiencia de la alternativa entre las soluciones neoliberales de

    mercado y las soluciones keynesianas o socialistas (de Estado). Si todava no se invent una tercerava, ser necesario inventarla.

    2. La apreciacin de la pluralidad del campo social y la insistencia en un movimiento polticobasado en la multiplicidad. Hasta aqu, todo muy bien.

    Pero hacia el final de su discurso, la primera crtica de Teubner es, de hecho, que nosotrossostenemos una solucin poltica unificada y totalizante que traiciona nuestra confianza inicial en lamultiplicidad. Sobre este punto, adherimos a la insistencia de Teubner acerca de la multiplicidad, po-niendo en este contexto simplemente la necesidad de hacer multitud, o ms simplemente de hacersociedad no como una totalidad social unificada sino como un contexto coherente de relaciones so-ciales estables. No creemos estar muy lejos de Teubner en este propsito.

    Antonio NEGRI16 El derecho de lo comn

  • Sin embargo, creemos que la discusin se profundiza con el empleo de los conceptos de p-blico y privado. Estamos de acuerdo, en primera instancia, con el uso que Teubner hace de lo pbli-co. l desea arrancarlo del Estado y usa el concepto para muchas de las determinaciones que noso-tros nombramos con el trmino comn. Pero cuando quiere recuperar lo privado, la cuestin secomplejiza. Teubner afirma de pasada que si bien puede estar de acuerdo con nuestra crtica de lapropiedad privada, hay sin embargo muchos otros usos de lo privado que l desea mantener. Noso-tros jams hemos afirmado que todas las garantas que Teubner quiere conservar para lo privadodeben ser desechadas. Al contrario, quisiramos caracterizarlas, ms que usando la nocin de pri-vacidad (privacy), con los conceptos de autonoma y de libertad, bastantes diferentes porque se fun-dan no sobre la separacin y la proteccin sino sobre nuestra potencia (power).

    Finalmente algo quizs ms importante pensamos que Teubner subestima la intensidad denuestra crtica a la propiedad privada, o ms bien, subestima la transformacin social radical que re-quiere la abolicin de la propiedad privada. De hecho, l asume que todos los otros significados de laprivacy (fuera de la propiedad) son neutrales respecto a lo privado de la propiedad mientras quepara nosotros se implican mutuamente. En sntesis, nos gustara profundizar con Teubner el argu-mento de Pasukanis, cuando demuestra que la propiedad privada funda el derecho burgus (y capi-talista) mientras que las otras energas de la singularidad (la responsabilidad en el trabajo, el placerde la investigacin cientfica, la solidaridad social, etctera) permitenconstruir lo comn. A tal puntoestamos convencidos de esto, que no nos parece extrao que lo comn pueda construirse a partir deesas virtudes privadas ms que de la fuerza de lo pblico, es decir del Estado (siempre tendiente a ladefensa de la propiedad). Quizs Teubner no se da cuenta de cunto las condiciones de la propie-dad privada, en todo contexto, ponen en peligro los juegos lingsticos que l desea preservar.

    Utopa y Praxis Latinoamericana. Ao 19, No. 66 (2014), pp. 9 - 17 17

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