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INTRODUCCIÓN A LA CONFERENCIA: “NEOCONSTITUCIONALISMO EN EL ECUADOR Y LAS NUEVAS ESTRUCTURAS GLOBALES DE DERECHO Y DEMOCRACIA EN LA BÚSQUEDA DE LA REFORMA INTEGRAL DE LA JUSTICIA: DERECHOS, GARANTÍAS, POLÍTICAS PÚBLICAS Y ECONÓMICAS Y SU IMPACTO EN LO SOCIAL”. MONASTERIO DE GUÁPULO CAMPUS UISEK Por: Felipe Asanza Miranda. El Neoconstitucionalismo es una tendencia jurídica muy importante que se viene gestando desde hace varias décadas en el mundo y desde algunos años en el Ecuador. Se trata de una teoría jurídica que plantea que las Constituciones -normas positivas o leyes de la más alta jerarquía-, deben delimitar estrictamente los poderes estatales y proteger con claridad los derechos fundamentales. El Neoconstitucionalismo “eleva” a la categoría de normas o leyes escritas a una serie de derechos considerados como naturales o consustanciales a la dignidad de la condición humana. Las Constituciones que han recibido la influencia de esta forma conceptual de entender su propio rol e importancia, tienen en los contenidos de sus artículos y en su estructura, una presencia importante de principios morales, así como, ciertas características novedosas en el tema de la interpretación y aplicación de la norma constitucional. Asimismo, esta nueva corriente debería pretender perfeccionar al Estado de Derecho, sometiendo todo poder (Ejecutivo, legislativo y Judicial) al Derecho y apelando a la constitucionalidad y no a la legalidad; vale decir, que bajo este nuevo sistema se coloca a la jurisdicción constitucional como garante y última instancia de cualquier materia jurídica a evaluar y decidir vicisitudes de una nueva realidad política, económica y social-global. Estamos, pues, ante el advenimiento y entronización del (aunque no consolidado, ni totalmente desarrollado): “Paradigma del Estado Constitucional”. Es entonces que cabe preguntarnos: ¿cómo podemos efectivizar las garantías constitucionales y el debido proceso de verificación del cumplimiento de los derechos fundamentales y sociales dentro de esta nueva corriente? ¿Cómo podemos pasar del paradigma de garantías de los derechos fundamentales y sociales a su real cumplimiento que signifique respetar la titularidad y exigibilidad de los derechos vulnerados y el reconocimiento de los sujetos de derecho? Como bien señala Hans Kelsen: “la constitución ya no es sólo el fundamento de autorizaciones y marco del Derecho ordinario. Con conceptos tales como los de dignidad, libertad, igualdad y Estado de derecho, democracia y Estado social, la

Neoconstitucionalismo en El Ecuador y Las Nuevas Estructuras Globales de Derecho y Democracia

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INTRODUCCIÓN A LA CONFERENCIA:

“NEOCONSTITUCIONALISMO EN EL ECUADOR Y LAS NUEVAS

ESTRUCTURAS GLOBALES DE DERECHO Y DEMOCRACIA EN LA

BÚSQUEDA DE LA REFORMA INTEGRAL DE LA JUSTICIA:

DERECHOS, GARANTÍAS, POLÍTICAS PÚBLICAS Y ECONÓMICAS

Y SU IMPACTO EN LO SOCIAL”.

MONASTERIO DE GUÁPULO – CAMPUS UISEK

Por: Felipe Asanza Miranda.

El Neoconstitucionalismo es una tendencia jurídica muy importante que se viene

gestando desde hace varias décadas en el mundo y desde algunos años en el Ecuador. Se

trata de una teoría jurídica que plantea que las Constituciones -normas positivas o leyes

de la más alta jerarquía-, deben delimitar estrictamente los poderes estatales y proteger

con claridad los derechos fundamentales. El Neoconstitucionalismo “eleva” a la

categoría de normas o leyes escritas a una serie de derechos considerados como

naturales o consustanciales a la dignidad de la condición humana. Las Constituciones

que han recibido la influencia de esta forma conceptual de entender su propio rol e

importancia, tienen en los contenidos de sus artículos y en su estructura, una presencia

importante de principios morales, así como, ciertas características novedosas en el tema

de la interpretación y aplicación de la norma constitucional.

Asimismo, esta nueva corriente debería pretender perfeccionar al Estado de Derecho,

sometiendo todo poder (Ejecutivo, legislativo y Judicial) al Derecho y apelando a la

constitucionalidad y no a la legalidad; vale decir, que bajo este nuevo sistema se coloca

a la jurisdicción constitucional como garante y última instancia de cualquier materia

jurídica a evaluar y decidir vicisitudes de una nueva realidad política, económica y

social-global. Estamos, pues, ante el advenimiento y entronización del (aunque no

consolidado, ni totalmente desarrollado): “Paradigma del Estado Constitucional”. Es

entonces que cabe preguntarnos: ¿cómo podemos efectivizar las garantías

constitucionales y el debido proceso de verificación del cumplimiento de los derechos

fundamentales y sociales dentro de esta nueva corriente? ¿Cómo podemos pasar del

paradigma de garantías de los derechos fundamentales y sociales a su real cumplimiento

que signifique respetar la titularidad y exigibilidad de los derechos vulnerados y el

reconocimiento de los sujetos de derecho?

Como bien señala Hans Kelsen: “la constitución ya no es sólo el fundamento de

autorizaciones y marco del Derecho ordinario. Con conceptos tales como los de

dignidad, libertad, igualdad y Estado de derecho, democracia y Estado social, la

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Constitución proporciona un contenido substancial al sistema jurídico. Esta

circunstancia se materializa en la aplicación del Derecho a través de la

omnipresencia de la máxima de proporcionalidad, y en una tendencia ínsita a

reemplazar la subsunción clásica de los hechos en reglas jurídicas, por una

ponderación que sopese valores y principios constitucionales”.

Por tanto, dentro del nuevo modelo constitucional ecuatoriano, es importante que exista

la inclusión de verdaderos principios para la protección constitucional de los derechos y

libertades individuales y de la colectividad (principios generales, derechos civiles,

derechos políticos, derechos económicos, sociales y culturales; derechos colectivos).

También, debe existir un reforzamiento de las garantías institucionales de los derechos y

libertades del individuo y de la colectividad (recurso de hábeas corpus, hábeas data,

acción de amparo constitucional, defensoría del pueblo, eficiencia en la administración

de justicia, reformas al sistema penal, etc.)

Es oportuno, en este punto, citar el pensamiento de Carlos Sánchez Viamonte, que dice:

“Es necesario comprender las virtudes del constitucionalismo para respetarlo y

amarlo, para luchar por su implantación y para defender su estabilidad (…). El

Estado de Derecho es, también, un estado de conciencia colectiva. Y una Constitución

debe ser algo así como una puerta que se cierra sobre la injusticia del pasado (…)”.

Pero, ¿qué supone abrir una puerta al presente y dejar lo malo del pasado?, creo que la

respuesta está en la construcción decisiva de un modelo constitucional democrático en

el Ecuador; aquel que busque implantar mecanismos de justicia, dignidad y libertad y

que comprometa al Estado en la lucha por el bienestar común, dejando a un lado utopías

y demagogias y la lucha constante entre ideologías que conllevan a la inestabilidad

política y por ende a la crisis social; no nos olvidemos que el sistema político es un

medio del hombre y del sistema social.

Cabe destacar a su vez, que el Neoconstitucionalismo en el Ecuador debería

implementarse bajo 5 características fundamentales: el predominio de los principios

sobre las reglas, el empleo frecuente de la técnica de la ponderación en detrimento de la

subsunción, la presencia relevante y activa de los jueces por encima de los legisladores,

el reconocimiento del pluralismo valorativo en oposición a lo que sería una

homogeneidad ideológica y finalmente el constitucionalismo funcional que penetra en

todas las áreas del derecho.

Finalmente, esta nueva corriente debe propender al desarrollo de políticas públicas que

impulsen el bienestar común y tengan una aplicabilidad jurídica precisa que elabore

principios de solidaridad, justicia social, libertad de emprendimiento y productividad,

legalidad, seguridad jurídica y participación social y activa en procesos de optimización

y distribución de recursos.

“La mejor estructura de desarrollo, es aquella en que todos cooperamos y producimos

con libertad y creatividad, generando recursos, empleo, políticas laborales, de

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educación, salud, ciencia y cultura; creando una economía dinámica con rendimiento y

resultados. El cambio debe ser constante y con metas claras, pues la estructura

equivocada, es una garantía de fracaso”.

Así, Linares Quintana menciona: “el constitucionalismo actual es social, al rescatar

los principios jurídicos que tratan de buscar solución a los múltiples problemas de la

sociedad contemporánea, para acercar la realidad social al derecho o, mejor dicho,

para que el derecho comprenda integralmente la compleja realidad social”.

“Los campos jurídicos en el proceso de Globalización deben asumir el reto de

construir garantías constitucionales en defensa de los Derechos Humanos y de las

reformas legales que operan en espacios y tiempos locales, nacionales y

transnacionales y deben asegurar que el Derecho tenga un potencial regulatorio y

democrático y deje a un lado el potencial represivo de una emancipación corrupta y

de inestabilidad social y política. La única forma de que la reforma global de la

Justicia funcione, es de que exista una libre movilización democrática, de igual

participación y oportunidades por parte de las fuerzas sociales en competencia”.