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ISSN 1669-7456 Número 3 Buenos Aires - 2007

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ISSN 1669-7456

Número 3

Buenos Aires - 2007

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Esta publicación ha recibido el apoyo del Fondo Nacional

de Las Artes mediante la obtención de una Beca Na-

cional para Proyectos Grupales (2007).

Realizado con el apoyo del Fondo Metropolitano de las

Artes y las Ciencias del Ministerio de Cultura del GCBA

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Comité Académico

Dr. Alejandro Acosta (INAPL)

Dra. Elvira Inés Baffi (CONICET - Departamento de Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA)

Dr. Luis Alberto Borrero (DIPA, IMHICIHU, CONICET)

Dra. Adriana Callegari (Instituto de Arqueología, FFyL, UBA)

Lic. María Magdalena Frère (Instituto de Arqueología, FFyL, UBA)

Dr. Luis González (Departamento de Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA)

Dra. María Isabel González (Instituto de Arqueología, FFyL, UBA)

Dr. Daniel Loponte (INAPL)

Dra. Liliana M. Manzi (DIPA, IMHICIHU, CONICET - UBA)

Dr. Javier Nastri (CONICET - Museo Etnográfico „J.B. Ambrosetti‰, FFyL, UBA)

Dr. Axel E. Nielsen (CONICET - INAPL - UNC)

Dr. Daniel E. Olivera (CONICET - INAPL - UBA)

Dr. José Antonio Pérez Gollán (CONICET - Director del Museo Histórico Nacional)

Dra. Myriam N. Tarragó (CONICET - Directora del Museo Etnográfico „J.B.Ambrosetti‰, FFyL, UBA)

Dra. Beatriz N. Ventura (CONICET - Instituto de Arqueología, FFyL, UBA)

Dra. Verónica I. Williams (CONICET - Instituto de Arqueología, FFyL, UBA)

Dr. Hugo D. Yacobaccio (CONICET - Instituto de Arqueología, FFyL, UBA)

Directores

Fernando Cabrera

Vanina Cejas

Jennifer Grant Lett-Brown

Comité Editorial

Nicolás Ciarlo

Paula Granda

Catriel Greco

Irene Lantos

Clarisa Otero

Ana Clara Scambato

Gisela Spengler

La Zaranda de Ideas, Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología es una publicación anual de la Sociedad Argentina de Antropología (SAA) que tiene como objetivo la publicación de los resultados de las investigaciones de estudiantes de grado y egresados recientes de carreras de arqueología o disciplinas afines. Publica artículos e informes de investigación originales que son evaluados en consulta con dos evaluadores, pudiendo ser alguno de los integrantes del Comité Académico, o bien evaluadores ad hoc. Notas breves, entrevistas y otros contenidos de la revista son evaluados por los editores. Tanto los directores como los integrantes del Comité Editorial son estudiantes y egresados recientes de la licenciatura en Ciencias Antropológicas, orientación Arqueología, de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA.La presente publicación ha sido financiada gracias a la venta de números anteriores de la revista, a las actividades organizadas por el Comité Editorial y al otorgamiento de dos subsidios, uno del Fondo Nacional de las Artes (Beca Nacional para Proyectos Grupales 2007) y otro del Fondo Metropolitano de las Artes y las Ciencias del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Subsidio Línea Creadores 2007).

Impreso en la Argentina

(2007) Número 3 - ISSN 1669-7456Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología Sociedad Argentina de AntropologíaMoreno 350 (1091) Ciudad Autónoma de Buenos [email protected]

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Auspicios Institucionales

Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. Resolución NÀ 1715.

Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Resolución NÀ 249/2004.

Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires (UBA). Resolución NÀ 3300.

Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario (UNR). Resolución NÀ 969/2004.

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy (UNJu). Resolución NÀ D-164/04.

Instituto de Arqueología y Museo, Facultad de Ciencias Naturales e I.M.L. Universidad Nacional de Tucumán (UNT). 08/06/04.

Museo Etnográfico „Juan Bautista Ambrosetti‰, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. 17/05/04.

Sección Arqueología, Instituto de Ciencias Antropológicas (ICA), FFyL, UBA. 16/04/04.

Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina (AAPRA). 5/9/04.

Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta (UNSa). Resolución 1261/05.

Dra. Ma. del Carmen Bermejo Lorenzo Cátedra de Historia del ArteUniversidad de Oviedo (España)

Dra. G. Roxana Cattáneo Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Universidad Nacional de La PlataMuseo de AntropologíaFacultad de Filosofía y HumanidadesUniversidad Nacional de Córdoba

Dra. Aylén Capparelli Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Facultad de Ciencias Naturales y MuseoUniversidad Nacional de La Plata

Dra. Dánae Fiore Asociación de Investigaciones AntropológicasConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET)Unviersidad de Buenos Aires Dra. Lidia C. García Instituto de ArqueologíaFacultad de Filosofía y LetrasUniversidad de Buenos Aires Dra. María Bernarda Marconetto Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Museo de AntropologíaFacultad de Filosofía y HumanidadesUniversidad Nacional de Córdoba

Arql. ˘lvaro Martel Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET)Instituto de Arqueología y MuseoUniversidad Nacional de Tucumán

Dr. Jorge G. MartínezConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET)Instituto de Arqueología y MuseoUniversidad Nacional de Tucumán

Dra. Diana L. Mazzanti Laboratorio de ArqueologíaFacultad de HumanidadesUniversidad Nacional de Mar del Plata

Dra. María Fernanda Rodríguez Instituto de Botánica DarwinionConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Lic. ˘lvaro Romero Guevara Museo Arqueológico "San Miguel de Azapa"Universidad de Tarapacá de Arica Mag. Lorena Sanhueza R. Departamento de AntropologíaFacultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile Dra. María Carlota Sempé Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET)Laboratorio de Análisis CerámicoFacultad de Ciencias Naturales y MuseoUniversidad Nacional de La Plata Dra. Marcela Sepúlveda R. Departamento de AntropologíaFacultad de Ciencias Sociales, Administrativas y EconómicasUniversidad de Tarapacá de Arica Lic. Patricia Solá Instituto de ArqueologíaFacultad de Filosofía y LetrasUniversidad de Buenos Aires Dra. María Eugenia Solari Laboratorio de Arqueobotánica e Historia AmbientalInstituto de Ciencias SocialesFacultad de Filosofía y HumanidadesUniversidad Austral de Chile Pablo Teta Departamento de Ecología, Genética y EvoluciónFacultad de Ciencias Exactas y NaturalesUniversidad de Buenos Aires

Dr. Andrés TroncosoDepartamento de AntropologíaFacultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile

Evaluadores del Número 3

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

5

¸ndice

Editorial .................................................................................................................................................. 07

Artículos

Apuntes sobre el conjunto lítico de la Quebrada de Urcuro (Provincia de Salta): primera

caracterización.

Cecilia Mercuri .................................................................................................................................... 09

Los roedores en la localidad arqueológica La Guillerma y los sitios San Ramón 7 y Río

Luján.

Paula D. Escosteguy ............................................................................................................................ 21

Grabados rupestres en el borde de Puna: sitio La Damiana (Quebrada de Incahuasi,

Salta).

María Eugenia De Feo y Lorena Ferraiuolo ..................................................................................... 41

Petrografía de la cerámica de Tebenquiche Chico (Puna de Atacama).

Verónica Schuster ................................................................................................................................ 57

œCómo, dónde y cuánto? El uso de recursos vegetales y actividades de mantenimiento

en grupos cazadores recolectores patagónicos.

Pamela Violeta Chavez ....................................................................................................................... 79

La arqueología funeraria y la Masonería.

Diego Figueroa .................................................................................................................................... 93

Informes de Investigación

Recursos vegetales en Finca Elías 1 (Depto. La Cocha, Pcia. de Tucumán).

María Josefina Pérez Pieroni .............................................................................................................. 111

Notas

Relevamiento fisonómico de la cubierta vegetal de Floridablanca.

Paula Palombo ..................................................................................................................................... 125

Percepciones y reflexiones sobre la situación actual de la arqueología en la Universidad

Nacional de La Plata.

Giovanna Salazar Siciliano ................................................................................................................. 131

La práctica de una arqueología alternativa. Experiencias en torno al Museo de Laguna

Blanca y su comunidad.

Raúl Alejandro Díaz y Valeria Elizabeth Espiro ................................................................................ 137

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Misceláneas ........................................................................................................................................... 143

Ollas y Cucharines: Recetas de campaña.

por Guillermo Mengoni Goñalons ...................................................................................................... 145

Recursos de Internet: Arqueometalurgia.

por Nicolás Ciarlo ................................................................................................................................ 147

Desde afuera: Palabras para un paisaje.

por Gabriel Rosales ............................................................................................................................. 151

Rescate Humorístico.

por Marcelo Vitores ............................................................................................................................. 154

Normas Editoriales ........................................................................................................................... 157

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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El momento reflexivo de escribir la editorial es un ejercicio que nos lleva a recordar aquellas metas que nos propusimos al principio del trabajo, y que número tras número nos permiten poner a vuestro alcance (esperamos) una mejor revista.

Nos es grato, sin duda, darnos cuenta que mucho de aquello que es importante para nosotros, como editores, fue cumplido. La regularidad anual y la calidad son, en este sentido, motivo de orgullo. La seriedad del proyecto y la confianza que logramos generar en los investigadores (jóvenes o más horneados) las percibimos a través del constante aliento de muchos integrantes de nuestra comunidad, y de una mayor recepción de trabajos que se supera en cada número.

Para esta tercera publicación también se sumaron, al anterior reconocimiento, el Fondo Nacional de las Artes de la Secretaría de Cultura de la Nación y el Fondo Metropolitano de las Artes y las Ciencias del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que, en forma de subsidios, nos permitieron financiar la impresión y evitar, por otro año más, la „inexistente‰ inflación. A lo dicho, también contamos con el gran apoyo recibido por la Dra. Paola Ramundo, que en el mes de mayo dictó el seminario „Pasado y Presente de la Arqueología Argentina: el devenir histórico de una ciencia‰. Agradecemos aquí también a los asistentes al mismo, quienes con su confianza y participación nos ayudaron a continuar con esta complicada tarea.

Creyendo que en lo cotidiano se forma lo venidero, para los viejos editores es fantástico darle la bienvenida al grupo a Irene Lantos y Nicolás Ciarlo, noveles editores que, por capacidad y dedicación (aunque jamás ceben un mate) nos dan confianza a la hora de un futuro recambio del grupo editorial, no inmediato pero natural, que asegure la continuidad de la revista. Queremos dedicar un espacio también para agradecerle a Julia Olub, quien participó activamente en la edición y realización de los dos números anteriores, y hoy nos brinda su apoyo de una manera distinta.

Éste fenómeno de recambio también se dio en los representantes que nos ayudan en la distribución de la revista en las distintas provincias. Con lágrimas despedimos y quedamos en deuda por esto y por mucho más con ˘lvaro Martel y Nuria Sugrañes, y recibimos a Ezequiel del Bel (Tucumán), Silvina Rodríguez Curletto (Tucumán), Mabel Mamaní (Salta) y Laura Roda (Rosario). No queremos dejar de agradecer también a todos los demás distribuidores por su compromiso y permanente disposición para con nosotros.

Los evaluadores y el ˘rea de Extensión Educativa del Museo Etnográfico son abonados directos de nuestros agradecimientos, producto de actuales y pasados favores recibidos. Y como nuestros agradecimientos não tem fin..., entre corrección y corrección nos aman, alimentan y cada cual sabrá que más...

Por último y, no menos fundamental, queremos agradecer a nuestros mecenas y amigos quienes, con su apoyo incondicional, siempre colaboran espiritualmente en la consecución de nuestro proyecto. Ellos son: Vanina di Franco, Carolina Postiglioni, Sebastián Matera, Marisa Kergaravat, Pablo Ochoa, Laura Caruso, Paola Cristiano, Lorena Grana, Javier Nastri, Mathias de Breyne, Diego Carabajal, Tomás Bril, Agustín ˘lvarez, Maximiliano ˘lvarez, Mónica Ferraro, etc.

Por último, confesamos que cada nuevo número es un desafío para nosotros, donde trabajamos en una revista que, como medio de transmisión de información y en su justa medida, esperamos que aporte sus méritos al avance del conocimiento arqueológico como parte de un todo.

EDITORIAL

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Editorial

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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Mercuri, Cecilia. 2007. Apuntes sobre el conjunto lítico de la Quebrada de Urcuro (Provincia de Salta): primera caracterización. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 3:9-19. Buenos Aires.

ART¸CULOS

* CONICET- Instituto de Arqueología, FFyL, UBA. 25 de Mayo 217 3º piso, Buenos Aires - [email protected]

APUNTES SOBRE EL CONJUNTO L¸TICO DE LA QUEBRADA DE URCURO

(PROVINCIA DE SALTA): PRIMERA CARACTERIZACIŁN

Cecilia Mercuri *

RESUMEN

En este trabajo se presenta un análisis de los conjuntos líticos de la Quebrada de Urcuro, localizada en la puna de Salta, datados en torno al 2000 AP. Dicho análisis se orientó a la caracterización de los conjuntos considerando como punto de partida el uso de las materias primas. Principalmente, el interés consiste en explorar el rol de la tecnología lítica en las adaptaciones humanas a un ambiente de riesgo y observar las principales tendencias, lo que nos permitirá comparar los patrones generales en relación con las materias primas y con otros observados en la región y discutir acerca de las redes de interacción en momentos tempranos de ocupación (ca. 2000 AP).

El análisis del material proveniente de excavaciones estratigráficas nos permite afirmar que los patrones del conjunto lítico de Urcuro son consistentes con lo propuesto para otras áreas de la puna argentina. Sin embargo, presentan diferencias con lo previamente observado en la Quebrada de Matancillas, a tan sólo 5 km del sitio de estudio. Aquí se presenta una hipótesis que podría explicar las diferencias observadas.

Palabras clave: Tecnología lítica - Redes de interacción social - Ambiente de riesgo - Materias primas - Período Temprano

ABSTRACT

We present an analysis of lithic assemblages from Quebrada de Urcuro in Salta ProvinceÊs puna, dated ca. 2000 BP. This study was oriented towards the characterization of the assemblages considering the use of lithic raw material as a starting point. The salient objective is to explore lithic technology in human adaptations to risky environments -puna in this case study-, and to observe main tendencies that will allow us to compare lithic raw material patterns with other sites in the region and discuss about social interaction networks during early moments of occupation.

Throughout the analysis of stratigraphic materials we observed that lithic assemblage patterns from Urcuro are consistent with those cited for other areas in ArgentinaÊs puna. Nevertheless, there are differences with patterns previously detected in Quebrada de Matancillas, only 5 km from the site. An hypotheses that may explain this difference is also presented.

Key words: Lithic technology - Social interaction networks - Risky environment - Raw material - Early period

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Cecilia Mercuri - Apuntes sobre el conjunto lítico de la Quebrada de Urcuro...

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INTRODUCCIŁN

Este trabajo se enmarca dentro de un proyecto que estudia las redes de interacción social en la puna salteña durante los momentos iniciales de la producción de alimentos1. En el mismo, se analiza la variabilidad del registro lítico proveniente de sitios localizados en el área del valle de San Antonio de los Cobres (SAC) y de la cuenca hídrica de Santa Rosa de los Pastos Grandes, que presentan diferentes estrategias económicas, agricultura y pastoralismo, respectivamente (López et al. 2004). Un aspecto importante de este proyecto es que permitirá discutir el rol de los condicionantes ecológicos y económicos de escala local en la confección, uso de artefactos líticos y la circulación interregional de materias primas durante el período Temprano (sensu González 1977) en el Noroeste Argentino (NOA).

Como ya se dijo, el área de estudio se encuentra en la puna salteña. Su baja productividad primaria y las variaciones climáticas interanuales y locales impredecibles hacen de éste un ambiente de alto riesgo para las economías productivas, ya que representa un impacto negativo en el rendimiento de la producción agropecuaria. Con una media de precipitaciones anuales de 103 mm, las variaciones negativas llevan muchas veces al fracaso de los cultivos y promueven altas tasas de mortalidad de rebaños (Muscio 2004). Las estrategias son procesos de resolución de problemas que responden a las condiciones creadas por el interjuego entre los hombres y su ambiente (ver al respecto Nelson 1991). Estas condiciones pueden variar a lo largo del tiempo y del espacio. Las estrategias tecnológicas interactúan con otras culturales y las condiciones materiales del contexto en que se generan. Ahora bien, en ambientes de riesgo, como el caso de estudio, el intercambio interregional de larga distancia entre poblaciones ocupando ambientes en donde las fluctuaciones no están sincronizadas espacialmente puede

ser funcional como estrategia de minimización de riesgos (Winterhalder y Goland 1993), al igual que la dispersión espacial de huertos y los puestos de pastoreo, sobre todo teniendo en cuenta que nos encontramos frente a economías productivas.

Los materiales analizados en este trabajo pertenecen al sitio U1-S11 en la Quebrada de Urcuro, que se encuentra en el departamento de Los Andes. Dicha Quebrada se ubica en la cuenca del río San Antonio de los Cobres, aproximadamente a 35 km al noroeste de la población del mismo nombre. Para este sitio existe un fechado radiocarbónico sobre hueso en torno al 2000 AP (Muscio 2004), dentro de lo que Alberto Rex González (1977) denomina período Temprano, refiriéndose a grupos agropastoriles y alfareros.

Algunas características de las estrategias tecnológicas líticas de este Período son el uso de lascas como formas base de instrumentos con filos y escasa formatización o „informales‰ (ver Escola 2004a sobre esta definición), junto con puntas de proyectil triangulares de tamaños medianos o pequeños. A este patrón podemos sumarle la existencia de redes de interacción social que actuaron intra puna (e.g. Yacobaccio et al. 2002) y extra puna (Núñez y Dillehay 1995) desde momentos tempranos. La transmisión cultural sesgada (sensu Boyd y Richerson 1985) implica por lo general comportamientos imitativos, mediante los cuales se tienden a disminuir los costos involucrados en las innovaciones, reduciendo los riesgos de error. Así, la difusión de estos conocimientos y comportamientos mediante este mecanismo representa una solución al problema del manejo del riesgo, disminuyendo la probabilidad de falla tecnológica, y por ende, de subsistencia, permitiendo amortiguar los costos de experimentación (Boyd y Richerson 1985). Este mecanismo de respuesta al riesgo parece haber sido utilizado en las ocupaciones tempranas de la Quebrada de Matancillas y Urcuro (Muscio 2004; Mercuri y Camino 2005).

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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En estos términos, la frecuencia y el modo de uso de materias primas alóctonas pueden ser indicadores de diferentes formas de adquisición, tales como el intercambio.

El objetivo de este trabajo es realizar una caracterización del material lítico del sitio U1-S11 que permita explorar el rol de la tecnología lítica en las adaptaciones humanas a ambientes de riesgo, en nuestro caso, la puna salteña, y observar las tendencias principales para luego poder comparar con los patrones observados en la quebrada de Matancillas, sitio que se ubica a unos 5 km de Urcuro y fue estudiado anteriormente (ver entre otros Mercuri y Vázquez 2001; Muscio 2004; Mercuri 2006); y discutir las estrategias tecnológicas respecto a las materias primas y las redes sociales durante momentos iniciales de la producción de alimentos.

CASO DE ESTUDIO Y ALGUNOS CONCEPTOS TEŁRICOS

La Quebrada de Urcuro se encuentra en la puna de la Provincia de Salta y, como ya se mencionó, este bioma se caracteriza por la baja productividad primaria y las variaciones climáticas interanuales y locales impredecibles (Margalef 1974), lo que hace del mismo un ambiente de riesgo para las economías productivas. La Quebrada de Urcuro es una quebrada lateral, con sectores de mayor diversidad y productividad de recursos, que secciona transversalmente el fondo de cuenca de SAC. Los cursos de agua y fallas menores proporcionan rutas naturales que la comunican con otros ambientes, hacia el valle de SAC y la Quebrada del Charco, al este y oeste respectivamente, que son utilizadas por animales silvestres y pastores con sus rebaños. La Quebrada de Urcuro es poco extensa (10 km de longitud, aproximadamente), en forma de U y se conecta directamente con la Quebrada de Matancillas, una quebrada lateral contigua, por una serie de sendas (Muscio 2004).

Las tareas de prospección arqueológica realizadas durante las campañas de 1999 y 2002 permitieron identificar la presencia de dos zonas de concentración de estructuras arquitectónicas de planta circular, localizadas en los sectores intermedios y más protegidos. U1 se ubica directamente en el fondo de quebrada y presenta 39 estructuras. U2 se sitúa en un faldeo de ladera en el extremo norte de la quebrada y presenta 83 estructuras arquitectónicas (Muscio 2004). Dadas las características del emplazamiento de U2, los procesos de formación del registro arqueológico no propiciaron la sedimentación y el hallazgo en capa de materiales (Muscio 2004) y, por lo tanto, los trabajos de excavación comenzaron por U1.

Todas las estructuras arquitectónicas son circulares con cimientos de lajas paradas en doble hilera y de diferentes tamaños, la mayor parte de las cuales se encuentran saqueadas (ver Muscio 2004). Esto es claro por la existencia de pozos en el interior de las mismas. Las estructuras más pequeñas son las más afectadas (Muscio 2004).

Sin embargo, el Sondeo 11 (U1- S11), emplazado dentro de un corral en uso actualmente, ha sido preservado del saqueo (Muscio 2004) y presenta una conservación relativamente buena. Se excavó un área de 10,5 m2 alcanzándose una profundidad máxima de 1,1 m (nivel 7). La excavación de esta unidad puso en evidencia concentraciones de material antrópico entre los 60 y los 70 cm (Muscio 2004). Estos hallazgos se restringen a capas de sedimento limo arenoso relativamente homogéneo y extenso (aproximadamente 70 cm de potencia). No obstante, existe cierta variación en la consolidación de este sedimento que podría ser indicativa de discontinuidades ocupacionales. Del último nivel alcanzado (nivel 7) se obtuvo un fechado sobre una muestra de hueso directamente asociada con cerámica San Pedro de Atacama Negro Pulido (sensu Tarragó 1989), que arrojó una fecha de 14C 1470 µ 60

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Cecilia Mercuri - Apuntes sobre el conjunto lítico de la Quebrada de Urcuro...

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AP (GX-30399), que calibrada abarca el rango 540-650 cal DC (p=68,2%).

Para poder realizar una comparación con el material analizado proveniente de la Quebrada de Matancillas (Mercuri y Vázquez 2001), pasamos a hacer una somera descripción de este último. Al igual que la Quebrada de Urcuro, Matancillas es una quebrada lateral. En su parte media, presenta dos zonas de concentración de estructuras arquitectónicas de las mismas características que Urcuro, aunque sin evidencias de saqueo sistemático. Se han obtenido varios fechados radiocarbónicos sobre carbón y hueso. Todos los fechados calibrados (p=68,2%), giran en torno al cero de la era (Muscio 2006:11). En cuanto a los artefactos líticos se advierte un marcado uso de las obsidianas alóctonas, siendo un 89% de la muestra analizada para Matancillas 2 (N= 484), mientras que el 11% restante están confeccionados en diversas materias primas locales. Los artefactos con presencia de corteza son apenas el 5% de la muestra total. Los desechos de talla representan el 82% (N= 406) de la muestra total, siendo las microlascas el 95% de éstos (N= 387). Es destacable que el 93% de estas últimas están confeccionadas en materias primas no locales (obsidianas). Los instrumentos representan el 18% de la muestra y se observa que el 51% de ellos están confeccionados en obsidianas foráneas. De estos últimos, el 45% son artefactos con baja inversión de energía involucrada en su confección en términos de reducción, formatización y complejidad de la pieza, siendo mayormente artefactos de manufactura sumaria (sensu Aschero 1983). Del 55% restante, siempre refiriéndonos a materias primas alóctonas, el 66% (N= 14) son puntas de proyectil apedunculadas y pedunculadas en tamaños pequeños. El 33% son raederas (N= 5) y raspadores (N= 2).

Dentro del contexto de ocupaciones tempranas (sensu Gonzalez 1977) de la puna, un objetivo general del proyecto es explorar cómo la tecnología lítica pudo haber sido sensible a un ambiente de riesgo, donde existe una relación

compleja entre ambiente y conducta humana, en la que pueden aparecer innovaciones en el momento adecuado o no, ser buscadas intencionalmente, o no. Aun así, el ambiente es un importante factor selectivo de las opciones posibles, y más cuando son impredecibles. Ante el riesgo son esperables estrategias que tiendan a minimizarlo, ya que éste se constituye en un factor clave a la hora de tomar decisiones. En las sociedades humanas, el conocimiento tecnológico o cualquier otra información cultural, permite responder al stress y al riesgo. Éste se puede enfrentar con diversas estrategias, diversificándose, especializándose en determinados recursos o también por medio de redes de interacción, no siendo ninguna de éstas excluyente.

Winterhalder y Goland (1993) proponen que el intercambio interregional puede ser funcional como estrategia de minimización de riesgos en economías productivas de ambientes fluctuantes. Generalmente, en economías productivas de baja escala, son las unidades domésticas las que organizan el trabajo y la distribución de los recursos, y las que establecen las redes de intercambio interregional que permiten amortiguar el riesgo (Winterhalder y Goland 1993). Por otra parte, en la escala de los Andes centro sur, Núñez y Dillehay (1979, 1995) propusieron que entre los 900 AC- 400 DC se intensificaron las redes de intercambio interregional, amplificándose el tráfico interregional de movimientos giratorios de bienes y gentes. Para el NOA, Scattolin (1994), Lazzari (1997), Scattolin y Lazzari (1997), Escola et al. (1997) y Escola (2000) presentaron mediante el análisis de procedencia de obsidianas la existencia de múltiples fuentes relacionando sitios de la vertiente oriental y occidental de los Andes, durante el período Temprano. En esta línea de evidencia, Yacobaccio et al. (2002, 2004) establecieron diferentes esferas de interrelación, una de las cuales vinculó poblaciones de la puna norte de Argentina e incluyó sitios del valle de San Antonio de los Cobres como Matancillas (Muscio 2004).

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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Ahora bien, para que las redes de relación social persistan, la transmisión cultural sesgada (sensu Boyd y Richerson 1985) se torna un mecanismo adecuado. Cuando los costos de experimentar son altos, existe la tendencia a implementar la variación sesgada (Boyd y Richerson 1985), que con sus comportamientos imitativos, permite disminuir el riesgo de error, ya que no hay una experimentación individual que ponga a prueba si son eficaces o no determinadas estrategias o pautas. Vale aclarar que esta forma de transmisión cultural actúa en simultáneo con otros mecanismos desarrollados teóricamente por Boyd y Richerson (e.g. variación guiada) (1985: 83-98), aunque es esperable que alguno predomine en un determinado momento.

Este es el marco en el cual se propone una primera caracterización del material lítico y sus principales tendencias respecto a la procedencia de materias primas. Los resultados permitirán discutir estrategias tecnológicas y su relación con las redes sociales durante los momentos iniciales de la producción de alimentos.

RESULTADOS

Se analizó la totalidad de artefactos (N= 191) provenientes del Sondeo 11 (U1-S11). Aunque la excavación fue realizada por niveles artificiales, como ya se aclaró, los hallazgos antrópicos se restringen mayormente entre los 60 y 70 cm en la capa limo arenosa, motivo por el cual nos referiremos de manera general a este material.

Dado que el principal objetivo de este trabajo es ofrecer una caracterización del conjunto a partir de sus materias primas según sean locales o no, como primera medida se organizó todo el material según este criterio.

De acuerdo con Franco (2004) un buen comienzo para entender las estrategias de uso de los recursos líticos es por propiedades

medibles: en lo ecológico, accesibilidad y disponibilidad de materias primas. Así, como parte de la propuesta metodológica, por local se entiende operativamente a las materias primas de la cuenca del valle de SAC (Mercuri 2006). Éstas están representadas por un conjunto de materiales de diversa calidad en función de la talla. Según un primer estudio exploratorio de la estructura de recursos líticos en la Quebrada de Urcuro, realizado mediante un reconocimiento asistemático, se puede afirmar que, al igual que en la Quebrada de Matancillas, predominan las metacuarzoarenitas (identificación realizada por Patricia Solá [2001]). Aunque se presenta en distintos granos, influyendo en su calidad para la talla, es por lo general buena (para ver un ranking de materias primas Mercuri y Tonarelli 2006) y aparece en tamaño grande a bloques enormes, lo que permite un buen aprovechamiento sin mayores costos de aprovisionamiento. El material alóctono está representado por obsidianas que provienen principalmente de Cerro Zapaleri, que tiene un área de influencia de 350 km (Yacobaccio et al. 2002) y se encuentra a más de 200 km del sitio, y en menor medida de Alto Tocomar, a unos 70 km de aquel.

Del conjunto analizado, la mayor parte de las materias primas son locales (66% de la muestra, ver Figura 1). En su mayoría son metacuarzoarenitas, que como ya se mencionó, es la materia prima local más abundante en la Quebrada y que no presenta grandes costos en su procuración.

A partir de esta primera división de materias primas locales/no locales, se calcularon: presencia de corteza, proporción de microlascas y diversidad artefactual. Al medir estos índices con relación a materiales foráneos o locales, podemos, potencialmente, observar la dependencia de materias primas no locales.

La presencia de corteza indica, entre otras cosas, de qué modo está llegando el material al sitio, si fue previamente preparado o no. En

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el caso de Urcuro podemos observar que el 20% de las materias primas alóctonas tienen evidencias de corteza, mientras que en las locales, es decir, las que están disponibles sin mayores costos, el 40% tienen corteza (Tabla 1). El índice de corteza en las materias primas no locales podría estar en relación con el tamaño original de los bochones que se transportan, ya que la distancia a la fuente sería un limitante a la hora de transportar grandes pesos.

Para evaluar la presencia de microlascas e instrumentos por procedencia de materias primas, como primer paso se realizó una categorización de los artefactos en clases tipológicas: artefactos de filos formatizados, artefactos sin formatización, núcleos y desechos (Aschero y Hocsman 2004).

El tamaño de los desechos de talla permite, entre otras cosas, hablar de la producción local de artefactos y del patrón de reducción (Shott 1994). Como se ve en la Tabla 2, la proporción de lascas y microlascas sugiere producción local de los instrumentos y, posiblemente,

conservación (sensu Nelson 1991) de los mismos. En nuestra muestra, las proporciones de microlascas en materias primas locales y no locales son similares (19% y 21,9% respectivamente); sin embargo, se observa una diferencia en cuanto a la presencia de corteza (Figura 2), siendo mayor la diferencia existente entre microlascas con corteza y sin ella en materiales foráneos. Esto tendría que ver tanto con la presencia de corteza en general en las materias primas alóctonas, como con la reducción de artefactos (Shott 1994). Es decir, por ejemplo, en las materias primas locales sólo presentan adelgazamiento dos piezas de 16, mientras que en materias primas alóctonas, cuatro de las cinco están adelgazadas (Aschero y Hocsman 2004). Por el momento no se hallaron núcleos en materiales no locales, pero sí locales. Los desechos en las alóctonas, no superan los tamaños pequeños y muy pequeños (siendo bajo el índice de fractura, 8%).

Como ya se dijo, la diversidad artefactual en relación con la materia prima nos estaría mostrando patrones de uso y dependencia de las mismas. Los costos involucrados en el aprovisionamiento, reducción inicial y transporte de las distintas materias primas deberían verse reflejados en las características de su aprovechamiento. En este sentido es esperable que los conjuntos líticos evidencien variaciones en lo que respecta al uso de técnicas alternativas de manufactura y mantenimiento de artefactos, así como diferencias en la celeridad

Figura 1. División del conjunto en materias primas locales y alóctonas (N= 191).

Locales (N=127)

No locales(N= 64)

Corteza 40% 20%

Sin corteza 60% 80%

Tabla 1. Proporción de corteza en materias primas locales y no locales.

Figura 2. Microlascas: frecuencia de corteza según sean locales o alóctonas (N= 79).

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de descarte (Escola 2004b). En función de evaluar la diversidad artefactual por materiales, se elaboró una tabla (Tabla 3) que permite un primer acercamiento hacia el análisis del aprovechamiento de materias primas, en este caso con mayor interés en las alóctonas.

Puede observarse en la Tabla 3 que las materias primas alóctonas fueron principalmente utilizadas para la confección de instrumentos con relativamente alta inversión de energía. Como ya se especificó en el desarrollo de los conceptos teóricos, consideramos la inversión de energía en términos de reducción, formatización y complejidad de la pieza. Este patrón estaría indicando un máximo aprovechamiento de las materias primas que son costosas. Hay dos piezas en particular que muestran esta tendencia con las obsidianas no locales. Por un lado el raspador filo frontal corto, que fue trabajado sobre una punta de proyectil con pedúnculo diferenciado y hombros. Esto muestra que una vez agotada la vida útil de la punta, se retomó la pieza enmangada para comenzar la vida útil de otro instrumento, siendo conservada la materia prima (Nelson 1991). Por otro lado, también es de destacar el artefacto de formatización sumaria con retoque o microrretoque sumario (Aschero 1983). Si bien una primera impresión nos haría pensar en su poco aprovechamiento, vemos que la forma base es de tamaño pequeño y que además mantiene corteza, lo que estaría implicando el máximo aprovechamiento de pequeñas lascas de materiales alóctonos. Con respecto

a la inversión de energía involucrada en la confección de instrumentos en materias primas locales, podemos afirmar que son en su mayoría (ver más arriba) artefactos informales (Escola 2004a).

DISCUSIŁN Y PALABRAS FINALES

Los patrones observados en el material lítico de Urcuro presentan ciertas características que comparamos con los de la Quebrada de Matancillas. Un punto de contraste es la representatividad de las materias primas alóctonas, que en Urcuro no superan a las locales y en cambio, en Matancillas, la representatividad de éstas conduce a pensar en una dependencia de la estrategia tecnológica (y probablemente social) sobre estos materiales (Muscio 2004). No obstante, en Urcuro podría interpretarse una dependencia en cuanto a la confección de instrumentos como puntas de proyectil, ya que no aparecen en ninguna materia prima autóctona (Tabla 3).

Con respecto a la presencia de corteza, si bien en Urcuro podemos reconocer que la misma es relativamente baja (si retiramos de la muestra las locales, 20% de las materias primas alóctonas tienen evidencias de corteza), en Matancillas, la evidencia es aún menor. Esto tal vez se deba a patrones de descarte y reducción, además de costos de transporte (ver más arriba) que merecen ser explorados en mayor profundidad, así como también acerca de lo

Tabla 2. Clases tipológicas: división por proveniencia de materias primas.

Clase tipológicaLocales (N)

(% sobre Ntotal)No locales (N)

(% sobre Ntotal)Totales

Artefactos Formatizados 16 (8,37%) 5 (2,61%) 21 (10,98%)

Artefactos sin Formatización 10 (5,23%) - 10 (5,23%)

Núcleos 2 (1,04%) - 2 (1,04%)

Desechos Tamaños pequeño a muy grandes 56 (29,31%) 23 (12,04%) 79 (41,35%)

Tamaño muy pequeño (microlascas) 37 (19,37%) 42 (21,98%) 79 (41,35%)

Totales 127 (66,46%) 64 (33,49%) 191 (100%)

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que ocurre con el tamaño de los desechos de talla, que si bien su proporción es alta en ambos conjuntos, al cambiar de escala y concentrarnos en microlascas, vemos que la proporción que se observa en Matancillas es muy superior.

Ahora bien, como se puede apreciar en los resultados, con la presencia de cierta clase de instrumentos y artefactos conservados, la tendencia en Urcuro es maximizar las materias primas alóctonas. Sin embargo, en Matancillas, existen instrumentos de materias primas no locales que tienen muy baja inversión de energía en su producción (Mercuri y Vázquez 2001). Esta es una diferencia importante en cuanto a los patrones de uso e inclusión en las redes de interacción.

Como ya se menc ionó, entre l as características de las estrategias tecnológicas líticas del período Temprano pueden citarse el uso de lascas como formas base de instrumentos con filos y escasa formatización

o „informales‰, junto con puntas de proyectil triangulares de tamaños medianos o pequeños. Este patrón no sólo caracteriza el conjunto de Urcuro, sino también los de las ocupaciones como las de Casa Chávez Montículos y Real Grande 1 (Antofagasta de la Sierra, Catamarca) (Escola 1999, 2000). Asimismo, se evidencia un aprovechamiento al máximo de las obsidianas alóctonas. Entonces, la dependencia y uso dado a estos materiales observados en Matancillas, sugieren una relevancia distinta de las redes de interacción en esta Quebrada.

Retomando lo planteado en la introducción, las estrategias como proceso de resolución de problemas responden a las condiciones creadas por el interjuego entre los hombres y su ambiente (Nelson 1991) y éstas pueden (y seguramente lo hacen) variar a lo largo del tiempo y del espacio. En este aspecto, la transmisión cultural de tipo sesgado, al mantener un mayor control permite que los lazos y las relaciones a largas distancias persistan más allá del tiempo y la distancia.

Subgrupo tipológico Locales No locales

Raedera filo lateral largo 3 -

Raedera filos convergentes en ápice romo 2 -

Raedera filo lateral largo + raspador filo lateral corto 1 -

Raspador filo frontal corto sobre punta de proyectil con pedúnculo diferenciado y hombros - 1

Cuchillo de filo retocado filo lateral sin ápice activo + raedera filo lateral largo 1 -

Puntas de proyectil apedunculadas - 1

Puntas de proyectil con pedúnculo diferenciado y hombros - 1

Punta entre muescas angular 1 -

Filos naturales con rastros complementarios laterales 4 -

Artefactos de formatización sumaria con retoque o microrretoque sumario 7 1

Artefactos manufacturados por picado, abrasión, pulido 2 -

Filos naturales con rastros complementarios frontales 3 -

Fragmento no identificado de artefacto formatizado 1 1

Placas lisas, plaquetas 1 -

Totales 26 5

Tabla 3. Localidad/alocalidad de los diferentes subgrupos tipológicos (Aschero 1975) de la muestra de instrumentos.

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Así, la población que habitó las Quebradas de Matancillas y Urcuro formaba parte de una más amplia que ocupaba todo el valle de San Antonio de los Cobres e incluso zonas más lejanas (recordemos que la obsidiana preponderante proviene de una fuente a unos 250 km). Por lo expuesto, podemos hipotetizar que las redes de interacción social que conectaban diversas áreas no sólo permitirían amortiguar los efectos de las fluctuaciones climáticas mediante la obtención de recursos alóctonos, sino que también, en situaciones en las cuales las fluctuaciones no pueden ser manejadas adaptativamente, estas redes posibilitarían el desplazo de la población hacia otras quebradas laterales.

Muscio (2004) propuso que la breve ocupación, en la escala arqueológica, de Matancillas sugiere la extirpación del grupo local del ambiente, lo cual no implica extinción biológica. Así se podría pensar que la población pudo haberse desplazado a otras quebradas laterales del valle de SAC, como Urcuro (Muscio 2004). Entonces, asumiendo que si la situación espacial y temporal cambia, las estrategias tenderán a cambiar, podemos hipotetizar que las diferencias en los patrones de uso de materias primas alóctonas entre Urcuro y Matancillas podrían estar reflejando cambios con respecto a las redes de relación e interacción sociales entre la fuente de materia prima y el valle de SAC. Si nos remitimos a los fechados de ambas Quebradas, observamos que Matancillas tiene fechas más tempranas que Urcuro (540- 650 cal DC), y siguiendo, por ejemplo, a González (1977) hacia el 500 DC comienzan a desencadenarse cambios hacia una mayor complejidad social, lo que seguramente influyó en las redes de interacción. Por lo tanto, si hablamos de una metapoblación, puede plantearse que estos cambios son parte de una estrategia dinámica a largo plazo, que seguramente incluyó el poblamiento de otras quebradas y el fondo de valle en procesos recurrentes de colonización y recolonización de espacios. Esto podría evidenciarse en la relativa

variación en el sedimento de los hallazgos de Urcuro. Sin embargo, por el momento no puede ser una afirmación y permanece a nivel hipotético, ya que por un lado las tareas realizadas en Urcuro se limitan a un sondeo, y por otro sólo se tiene un fechado y el sitio está muy huaqueado, factor que indudablemente, acarrea sesgos. No obstante merece más estudios para poder contrastar estas hipótesis de cambios o estrategias a largo plazo en la puna salteña.

Recibido en marzo de 2007Aceptado en septiembre de 2007

NOTAS

1 Proyecto de doctorado financiado con beca posgrado CONICET: Redes de Interacción Social en la Puna de Salta a través del estudio de la variabilidad de estrategias Tecnológicas Líticas Durante El Periodo Agro-Alfarero Temprano, Facultad de Filosofía y Letras, UBA , dirigido por la Dra. Patricia Escola.

AGRADECIMIENTOS

A Ulises por sus comentarios, a Patricia por su aliento. Al CONICET por su apoyo para realizar este proyecto. A los evaluadores, que me hicieron repensar algunos puntos de este trabajo.

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* Cecilia Mercuri es licenciada en Ciencias Antropológicas, con orientación en Arqueología, egresada en Marzo de 2006 de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Su investigación actual esta dedicada al análisis de material lítico de contextos tempranos de la puna salteña, con hincapié en las obsidianas no locales para ver la acción de redes de interacción social. El presente trabajo forma parte de sus investigaciones realizadas en el marco de una beca doctoral de CONICET. Dirección de contacto: [email protected].

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LOS ROEDORES EN LA LOCALIDAD ARQUEOLŁGICA LA GUILLERMA Y LOS SITIOS SAN RAMŁN 7 Y R¸O LUJ˘N

Paula D. Escosteguy *

RESUMEN

Los roedores son muy abundantes en el registro zooarqueológico de la subregión Pampa Húmeda. Su presencia puede deberse tanto a causas naturales como culturales, ya que en muchos casos el ser humano los aprovechó con regularidad. Las causas naturales pueden ser: la acción de predadores (aves rapaces o carnívoros), cuestiones eto-ecológicas o eventos catastróficos. Se examinó su presencia en la localidad arqueológica La Guillerma (sitios LG1, LG4 y LG5), el sitio San Ramón 7, ambos ubicados en el área de la Depresión del Salado, y el sitio Río Luján del área norte de la provincia de Buenos Aires. A partir de este estudio se determinó que Myocastor coypus e Hydrochaeris hydrochaeris fueron acumulados por el Hombre, en cambio la presencia de los otros taxones (Cavia aperea, Ctenomys, Holochilus brasiliensis y Reithrodon auritus) se debe a causas naturales. Myocastor coypus fue un elemento importante en la dieta ya que formó parte de una estrategia de intensificación y diversificación.

Palabras clave: Roedores - Pampa Húmeda - Agente natural - Origen antrópico - Dieta

ABSTRACT

Rodents are abundant in the zooarchaeological record from the sub Humid Pampean Region. Their presence could be a consequence of natural and/or cultural agents, since humans often used them to obtain different products. Natural causes could be: predator activities (avian predators or carnivores), rodent behavior, etho or ecological behavior or catastrophical death. In this paper, we analyzed rodent remains from sites of the archaeological locality La Guillerma (LG1, LG4 and LG5 sites) and the site San Ramón 7, both situated in the Depresión del Salado. Another site (Río Luján) from northern Buenos Aires province is also analyzed with the aim to distinguish between natural and cultural causes. We recognized that Myocastor coypus and Hydrochaeris hidrochaeris were accumulated by people; however Cavia aperea, Ctenomys, Holochilus brasiliensis and Reithrodon auritus were introduced in the archaeological context by natural agents. We determined that Myocastor coypus was significant in human diet as part of an intensification and diversification strategy.

Key words: Rodents - Humid Pampas - Natural agents - Cultural origin - Diet

* CONICET- Instituto de Arqueología, FFyL, UBA - [email protected]

Escosteguy, Paula D. 2007. Los roedores en la localidad arqueológica La Guillerma y los sitios San Ramón 7 y Río Luján. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 3:21-39. Buenos Aires.

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INTRODUCCIŁN

Los roedores están presentes en contextos arqueológicos de diversas regiones y desde tiempos muy tempranos (Mazzanti y Quintana 2001; Martínez y Gutiérrez 2004). Su presencia fue a menudo adjudicada a factores netamente ecológicos o etológicos (Salemme y Tonni 1983; Ceruti 1985; Salemme 1987). Sin embargo, en muchos casos se demostró el aprovechamiento antrópico de los mismos con distintos fines: su carne, sus huesos para la confección de artefactos, su grasa y su piel (Quintana et al. 2002; Santiago 2004; Acosta 2005; González 2005; Quintana 2005; entre otros). Varios autores (Loponte y Acosta 2004; Martínez y Gutiérrez 2004) consideran que su presencia podría estar indicando estrategias de diversificación de la dieta al incluir recursos de bajo ranking e intensificación en su explotación, lo cual también pudo estar vinculado con un aumento en el tamaño de las bandas de cazadores recolectores (Mazzanti y Quintana 2001; Quintana et al. 2002). Otros creen que los bajos costos de captura y procesamiento podrían haber influido en las decisiones tomadas por las sociedades del pasado, quienes se especializaron en su explotación, haciendo un uso más intensivo de estas especies y que al mismo tiempo tuvieron consecuencias en otros aspectos culturales, ya que permitieron la permanencia prolongada en los mismos asentamientos (González 2005).

En el caso de los roedores que están incluidos en el registro, los estudios tafonómicos son muy útiles porque permiten apreciar las distintas instancias en las que se vieron involucrados sus restos e identificar los agentes implicados en la acumulación, preservación, destrucción o desplazamiento de los vestigios arqueológicos (Behrensmeyer 1978; Andrews 1990; Fernández-Jalvo y Andrews 1992; Lyman 1994). Asimismo, en varios casos, esta clase de mamíferos puede contribuir a comprender las condiciones paleoecológicas que imperaban tanto durante la ocupación humana de ese

espacio como a posteriori del abandono del mismo (Fernández-Jalvo y Andrews 1992; Pardiñas 1999; Pardiñas et al. 2000; Teta et al. 2004, 2005; Salemme et al. 2006).

En este trabajo se presentan los datos de varios sitios ubicados en la subregión Pampa Húmeda, en los que se recuperaron huesos de mamíferos pertenecientes al orden Rodentia con y sin evidencias de aprovechamiento por parte del ser humano. Nuestro objetivo principal es interpretar el registro de los roedores en la localidad arqueológica La Guillerma; y los sitios San Ramón 7 y Río Luján; los primeros se encuentran localizados en el sector inferior de la Depresión del Salado, mientras que el último se ubica en el área norte de la provincia de Buenos Aires.

Estos sitios son asignables al Holoceno tardío, período significativo en los desarrollos culturales pampeanos tales como la ocupación reiterada o prolongada de los sitios, las innovaciones tecnológicas (trampas, cerámica, arco y flecha), intercambio a grandes distancias, presencia de materiales exóticos y gran diversidad de recursos faunísticos explotados (Politis y Madrid 2001; Loponte y Acosta 2004; Martínez y Gutiérrez 2004; González 2005). Aunque pertenecen a la misma subregión, no están ubicados en la misma área, lo cual es importante porque nos permite establecer una comparación de los procesos culturales y naturales que afectan el registro zooarqueológico; es decir, al analizar los restos de roedores en ambas áreas, se plantea distinguir aquellos que están presentes por cuestiones naturales y los que son producto de la actividad humana. Asimismo, en los casos en los que se evidencie su consumo, se considerará la incidencia de estos animales en la economía de los pobladores de estos yacimientos.

Dentro del registro faunístico de los sitios seleccionados nos centramos en el estudio de los roedores porque consideramos que ellos son una fuente de información tanto de

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aspectos del entorno medioambiental como cultural, ya que muchos de ellos formaron parte de las estrategias de subsistencia y a la vez pueden haber sido agentes tafonómicos.

LOS ROEDORES EN CONTEXTOS ARQUEOLŁGICOS

En muchos de los sitios ubicados en las áreas mencionadas se registran en distintas proporciones elementos óseos de mamíferos pertenecientes al orden Rodentia. Su presencia puede deberse tanto a agentes antrópicos (pueden hallarse porque las poblaciones humanas interactuaron con ellos), como a factores ecológicos (como los carnívoros, las catástrofes naturales, la muerte natural) y a la propia conducta del animal (Andrews 1990, Kligmann et al. 1999; Pardiñas 1999; Gómez 2000). Por lo tanto, para discriminar su origen son fundamentales los estudios tafonómicos, es decir, los análisis de los procesos de formación de los sitios que permiten identificar aquellos agentes culturales y naturales que contribuyeron a la formación del registro arqueológico (Politis y Madrid 1988; Lyman 1994; Gómez 1996; Frére et al. 2004). En estos procesos los roedores suelen jugar un papel particularmente importante.

En general, el estudio de todos los microvertebrados y dentro de ellos los roedores, brinda información sobre los aspectos paleoambientales y paleoclimáticos, ya que suelen estar estrechamente ligados a un tipo de medio en particular (Fernández-Jalvo y Andrews 1992; Pardiñas et al. 2000; entre otros). Asimismo, se considera que son mejores indicadores que los macrovertebrados para inferir cambios ambientales a escala temporal amplia (Salemme et al. 2006). Otro factor importante es que los datos obtenidos de su estudio contribuyen a la configuración de las cronologías relativas de las secuencias estratigráficas tanto de sitios arqueológicos como de los yacimientos paleontológicos

(Fernández-Jalvo y Andrews 1992; Kligmann et al. 1999; Pardiñas 1999; Gómez 2000). En los últimos años se han desarrollado numerosos trabajos que estudian a los micromamíferos (dentro de los que se incluyen algunos roedores) desde distintas perspectivas (Gómez 2000). Los mismos se llevaron a cabo a partir de la incorporación de nuevas metodologías y técnicas de análisis, ya que los procedimientos habituales no son los más adecuados para la recuperación de la microfauna y pueden estar en juego importantes sesgos de recuperación y preservación que estén distorsionando notablemente la muestra (Stahl 1982, 1996; Andrews 1990). Esto se debe a que los huesos pequeños y frágiles son muy susceptibles a la pérdida, reubicación y fragmentación, lo que dificulta el poder reconocer si tuvieron algún significado en la dieta de las personas que ocuparon el sitio (Armour-Chelu y Andrews 1994; Stahl 1996).

En este trabajo se tomarán en consideración mamíferos del orden Rodentia que entran dentro de la categoría de pequeños (hasta 3 kg), pequeño-mediano (hasta 15 kg) y mediano-grande, que pueden llegar a pesar 50 kg (como Hydrochaeris hydrochaeris) (Mengoni Goñalons 1999).

Para determinar las causas que acumularon los elementos óseos de los pequeños y medianos roedores es relevante tomar en cuenta las características etológicas de los mismos. Principalmente, en el caso de los animales cavadores como lo son Ctenomys, Lagostomus maximus, Myocastor coypus, Reithrodon auritus, que pudieron afectar el registro arqueológico al construir sus túneles o madrigueras.

En ambas áreas de estudio este tipo de mamíferos pudo introducirse accidentalmente en la matriz sedimentaria. Sin embargo, su asociación con rasgos antrópicos es frecuente ya que tanto las poblaciones humanas como algunas de los roedores (por ejemplo Ctenomys) buscaron lugares altos y secos bien drenados

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ubicados cerca de cuerpos de agua (Olrog y Lucero 1981; Politis y Madrid 1988). Igualmente, la presencia de estos roedores permite en muchos casos inferir ciertos aspectos del paleoclima o paleoambiente permitiendo distinguir variaciones ecológicas a lo largo del tiempo. Tal es el caso de la rata Holochilus brasiliensis, sigmodontino de tamaño corporal grande (Massoia 1976; Olrog y Lucero 1981) que está presente en numerosos sitios tanto en el noreste de la provincia de Buenos Aires (Brunazzo 1999; Teta et al. 2004) como en las áreas Interserrana (Salemme 1987; Pardiñas 1991) y de Tandilia (Quintana 2001).

Lagostomus maximus es muy abundante en otros sitios de la Región Pampeana (Quintana 2001). Este mamífero, que constituye un agente tafonómico importante por sus hábitos cavícolas y que fue también aprovechado por el Hombre, no se encuentra presente en los contextos zooarqueológicos analizados.

˘REAS DE ESTUDIO Y MÉTODOS

Localidad arqueológica La Guillerma

La localidad arqueológica La Guillerma está ubicada en la cuenca inferior del río Salado, en el Partido de Chascomús (35À 50Ê 10‰ Latitud Sur y 57À 38Ê 50‰ Longitud Oeste) en la provincia de Buenos Aires (Figura 1). La misma se localiza dentro de la subregión Pampa Húmeda, en el área Depresión del río Salado que abarca la cuenca del río Salado (Politis 1985). Este río conforma la mayor corriente autóctona de la Pampa Húmeda, a la cual cruza en su parte central diagonalmente de Este a Oeste, formando el eje de drenaje de la Pampa Deprimida (Dangavs et al. 1983) y constituyendo la parte más baja de la provincia de Buenos Aires.

Los sitios que componen esta localidad presentan un rango de ocupación que abarca el período comprendido entre ca. 1700 a 400

AP (González 2005). La misma está compuesta por cinco sitios: La Guillerma 1 (LG1), La Guillerma 2 (LG2), La Guillerma 4 (LG4), La Guillerma 5 (LG5) y La Guillerma Ñandú (LGÑ). Los mismos se encuentran aproximadamente a 40 m de la margen izquierda del río Salado (González y Zárate 1993/94).

Estos sitios están distribuidos sobre pequeñas elevaciones del paisaje, llegando a ubicarse hasta 5 m sobre la planicie de inundación (González y Zárate 1993/94). Son sitios que presentan gran abundancia de tiestos cerámicos, artefactos líticos y en hueso, restos de vegetales y de animales (González 2005). Los mismos son considerados como sitios someros, con características diferentes a los sitios en superficie y en estratigrafía, principalmente porque los hallazgos se encuentran en el horizonte A del suelo (Zárate et al. 2000/2002), estratigráficamente tienen un bajo grado de resolución y muchas veces el sepultamiento pudo ser provocado por la dinámica pedológica (González 2005). Para una descripción más detallada de la estratigrafía y geología de los sitios ver González (2005) y Zárate et al. (2000/2002).

El conjunto faunístico de esta localidad comprende 6.583 especímenes óseos que pudieron identificarse a nivel familia, orden o clase. Dentro de este total un 45% corresponde a Myocastor coypus (NISP=2.979), mientras que un porcentaje menor (4%) pertenece a otros roedores más pequeños: Cavia aperea, Ctenomys sp., Holochilus brasiliensis y Reithrodon auritus. En la Tabla 1 se presentan los valores de NISP y MNI de los roedores. Asimismo, un elemento pudo ser identificado a nivel de la subfamilia Sigmodontinae y otros sólo a nivel del orden Rodentia. Junto al coipo, los peces constituyen los animales más abundantes del registro con un 35%, luego siguen en frecuencia las aves (14%) y el venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus) (2%); el ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus) también está representado pero con un valor menor al 1% (González 2005).

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Figura 1. Ubicación de los sitios analizados.

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San Ramón 7

Este sitio también se encuentra en la Depresión del río Salado a 36À 37Ê 675‰ Latitud Sur y 58À 07Ê 625‰ Longitud Oeste, en el partido de Chascomús (Figura 1). Al igual que los anteriores, es un sitio a cielo abierto ubicado en una loma cercana al río Salado y los materiales arqueológicos se encuentran en el horizonte A del suelo (González et al. 2007).

En el mismo se encuentra abundante alfarería y material lítico; sin embargo, los restos faunísticos no presentan una conservación óptima, principalmente debido a las características de la matriz sedimentaria, tomando en cuenta que el grado de meteorización es bajo o nulo (estadíos 0 y 1 de Behrensmeyer 1978). Aún así pudieron identificarse diversas especies, aunque algunos fragmentos sólo pudieron ser adscriptos a nivel de género, orden o familia.

Entre los roedores, el único taxón identificado fue Myocastor coypus, principalmente se hallaron fragmentos maxilares, mandibulares y dientes (tanto molares como incisivos). También fueron reconocidos escasos elementos que pudieron ser remitidos al orden Rodentia (NISP=4), pero que pertenecen a otros roedores más pequeños (Tabla 1).

Además pudieron ser identificados otros vertebrados. Se hallaron elementos óseos pertenecientes a aves, en la forma de cilindros de tamaño pequeño y cáscaras de huevo de Rhea americana. En el grupo de los mamíferos se

pudo determinar que en el orden Artiodactyla está presente la familia Cervidae con un bajo porcentaje (menor al 1%). Asimismo, se identificaron dos calcáneos correspondientes a zorro (Pseudalopex sp.). Sin embargo, un alto porcentaje (30%) se corresponde con fragmentos indeterminables menores a 5 mm, lo que está resaltando el alto grado de fragmentación de la muestra.

Río Luján

Este sitio fue excavado por personal del Museo de Ciencias Naturales „C. Ameghino‰ (Mercedes, provincia de Buenos Aires). Se encuentra ubicado en el Partido de Campana, provincia de Buenos Aires y desde 1990 fue incorporado en los límites de la Reserva Natural Otamendi (Haene y Pereira 2003). Está localizado en la orilla del río Luján a una distancia de cerca de 1 km de Laguna Grande. Está encuadrado en el área norte (sensu Politis 1985). Sus coordenadas son 34À 17Ê 05‰ Latitud Sur y 58À 52Ê 30‰ Longitud Oeste (Salemme 1987) (Figura 1).

El abundante material cerámico y lítico, los artefactos en hueso y los enterratorios con ajuar hallados en el sitio fueron analizados por Kriscautzky (1975), Petrocelli (1975), Caggiano (1977) y Pérez Jimeno (2004). En cambio, el material faunístico que es muy rico, debido a su gran diversidad y abundancia, fue estudiado desde un punto de vista cultural y paleoambiental por Salemme y Tonni (1983) y Salemme (1987).

Tabla 1. Cálculos de abundancia taxonómica en los sitios LG1, LG4, LG5, SR7 y Río Luján.

LG1 LG4 LG5 SR7 Río Luján

Taxones NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI

Cavia aperea 5 1 0 0 20 4 0 0 11 6

Ctenomys sp. 5 2 0 0 1 1 0 0 6 3

Holochilus brasiliensis 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0

Hydrochoerus hydrochaeris 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1

Myocastor coypus 320 15 42 2 2617 25 802 412 92

Reithrodon auritus 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0

Hydrochaeris hydrochaeris

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Dentro de los taxones identificados, se encontraron distintas especies pertenecientes a Rodentia: Cavia aperea, Ctenomys sp., Hydrochaeris hydrochaeris y Myocastor coypus (Tabla 1). Asimismo se identificaron otros especímenes óseos pertenecientes a este orden, pero que no pudieron ser adscriptos a nivel genérico y/o específico (Salemme 1987).

En cuanto al ambiente todos los sitios mencionados se ubican en humedales (Haene y Pereira 2003; González 2005). Estos ambientes son definidos como ecosistemas en los que gran parte del espacio se encuentra temporal o permanentemente anegado o inundado a lo largo del año (Bó y Porini 2001), lo cual tiene como consecuencia una alta diversidad y productividad biótica. Por esto mismo, es que aún con un gran impacto de la actividad agropecuaria, en la actualidad puede apreciarse una variedad de recursos faunísticos y vegetales. Los grupos humanos, tanto en el pasado como en el presente, se han integrado a este ecosistema explotándolo y modificándolo, en muchos casos con consecuencias muy graves como la actual degradación del ambiente (Bó y Porini 2001, Bó et al. 2005).

Se seleccionaron los sitios anteriormente descriptos ya que en sus componentes faunísticos se encontraban presentes los roedores. Sin embargo, estos conjuntos se trabajaron diferencialmente ya que en los casos de La Guillerma y Río Luján ya habían sido analizados por otros investigadores.

En el caso de los sitios que componen la localidad La Guillerma, el conjunto faunístico fue analizado por las Dras. Mónica Salemme y María Isabel González y posteriormente fue estudiado por Matilde Lanza. En el caso de los huesos de roedores pequeños, la identificación estuvo a cargo del Dr. Ulyses Pardiñas. Myocastor coypus había sido analizado en más detalle que el resto de los roedores ya que se habían calculado el NISP y MNI y se habían identificado evidencias de procesamiento antrópico

(termoalteraciones y huellas de corte) (para más detalle ver González 2005). Por lo tanto, en este trabajo se calcularon los valores de NISP y MNI para el resto de los roedores presentes.

Para el sitio San Ramón 7, el componente faunístico está siendo estudiado por la autora, con la colaboración de Mónica Salemme y Matilde Lanza. Se analizó con el objetivo de identificar anatómica y taxonómicamente. Luego se realizaron cálculos de abundancia taxonómica (NISP) que pudieran brindar un panorama de todo el conjunto faunístico.

Los huesos provenientes del sitio Río Luján, como se mencionó anteriormente, fueron objeto de diversos análisis, entre ellos la identificación anatómica y taxonómica que fue realizada por Salemme (1987:101).

En los tres casos, se estudiaron todos los elementos y registraron posibles modificaciones sobre las superficies óseas con el fin de identificar los agentes tafonómicos que pudieron afectarlos (actividad antrópica, roedores, raíces, etc.); esto se realizó de forma macroscópica y utilizando lupas de bajos aumentos.

LOS RESULTADOS

A continuación se presentan los resultados del análisis de los roedores registrados en los conjuntos arqueofaunísticos de los sitios analizados.

Cavia aperea

De la familia Caviidae, sólo se halló Cavia aperea en Río Luján y en La Guillerma (LG1 y LG5).

En el primero de los sitios el MNI es de 6, calculado a partir de las hemimandíbulas (Salemme 1987), mientras que en los sitios ubicados en la Depresión del Salado el MNI

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es de 1 para LG1 y de 4 para LG5 (Tabla 1). En ellos, no se han identificado evidencias de procesamiento. Este último es un tema muy controvertido debido a que existen sitios en donde Cavia aperea manifiesta numerosos rastros de manipulación antrópica, como en Cueva Tixi y Cueva El Abra, en Tandilia (Quintana 2001, 2005; Quintana et al. 2002) y en otros donde no se dan en gran cantidad o son nulos, como Laguna Grande, La Bellaca II y Las Vizcacheras, en el área norte, entre otros (Lezcano 1991; Brunazzo 1999; Acosta 2005; Acosta y Pafundi 2005).

Estas diferencias en la documentación de huellas de corte en Cavia aperea fue atribuida por algunos autores a diferentes formas de captura, procesamiento o grado de aprovechamiento, formas de consumo o importancia en la dieta (Acosta y Pafundi 2005). Feuillet Terzaghi (2002) coincide al decir que un procesamiento previo al consumo de esta presa podría implicar mucha pérdida de masa cárnica potencialmente comestible.

Para los casos de Tandilia, se identificaron dos especies pertenecientes a la familia Caviidae: Cavia aperea y Galea tixiensis, y ambas presentaron evidencias directas de manipulación antrópica en la forma de huellas de corte (Valverde 2001; Quintana et al. 2002; Quintana 2005).

En cambio, en otros sitios los huesos de cuis pampeano (Cavia aperea) no presentan esta clase de evidencia, sino que sólo se registraron algunos elementos termoalterados. Un ejemplo es Laguna Grande, que está muy próximo a Río Luján y en donde se calculó un elevado número de individuos (MNI=21) presentes en un espacio reducido. Estos datos hicieron suponer a Lezcano (1991) que fue una presa consumida por parte de los habitantes de este sitio. En los humedales del Paraná Inferior también se encuentra este taxón con altos valores de MNI pero son escasos los especímenes que están quemados (Acosta 2005, Acosta y Pafundi 2005).

Ctenomys sp.

Este roedor habita áreas altas no inundables (Olrog y Lucero 1981; Salemme 1983; AA.VV. 1986), lo que coincide con las preferencias de los pobladores prehispánicos, quienes se asentaban en sitios altos, como ocurre en la localidad arqueológica La Guillerma, donde se establecieron en lomadas (González 2005) o en la cuenca del Paraná, en donde pudieron ocupar los llamados „Cerritos‰ (Ceruti 1985, 2000).

En la actualidad es un taxón que ha desaparecido de la Reserva Otamendi. Esta desaparición se ha registrado para momentos previos a la llegada de los españoles y se la atribuye a causas naturales que aún no han podido determinarse (Haene y Pereira 2003).

El género Ctenomys se encuentra tanto en Río Luján como en LG1 y LG5. En el primero, su MNI es de 3 (Salemme 1987) y en los sitios de la Depresión del Salado es de 2 para LG1 y 1 para LG5. En estos sitios los elementos más registrados son mandíbulas, a partir de las cuales se obtuvieron los valores mencionados (Tabla 1).

Aunque es muy probable que por tratarse de animales de hábitos fosoriales su presencia en estos sitios se deba a cuestiones naturales (Salemme 1987), está documentado etnográficamente el consumo de tuco-tuco (Gusinde 1931) y el uso de sus pieles por parte de los aborígenes de la Patagonia (Bond et al. 1981). Su captura habría estado a cargo de hombres, incluyendo a los niños en sus primeras experiencias de caza (Gómez 1996). No obstante, Salemme (1987:213) resalta debido a su tamaño pequeño que „⁄los indígenas habrían necesitado poblaciones de Ctenomys muy numerosas para ser utilizadas en la dieta, aún como recurso complementario‰.

Si bien en los sitios bajo estudio no se han registrado evidencias directas de manipulación antrópica, en otros casos sí está documentada, como en Arroyo Seco 2, en el

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área Interserrana Bonaerense donde „⁄la presencia de fracturas helicoidales en huesos parcialmente quemados de Ctenomys indicaría que fueron expuestos al fuego para su cocción y que al consumirlos se quebraron los huesos largos, triturados en partes junto con carne durante la masticación⁄‰ (Gómez 1996:78). Otro elemento que sustenta su consumo son los altos valores de MNI registrados en cada nivel (Gómez 1996).

Holochilus brasiliensis y Reithrodon auritus

En el caso de los roedores pertenecientes a la familia Cricetidae, la rata anfibia Holochilus brasiliensis está registrada sólo en LG5. Este Sigmodontino habitualmente se encuentra en costas de arroyos y ríos cerca de pajonales y pastizales (Massoia 1976; Haene y Pereyra 2003). Se halla en numerosos sitios arqueológicos del área norte de la subregión Pampa Húmeda (en los sitios La Bellaca II, Las Vizcacheras, La Norma, entre otros), en Tandilia (Cueva Tixi) y en el área Interserrana Bonaerense (Fortín Necochea, La Moderna) (para más detalles ver Salemme 1987; Pardiñas 1991; Brunazzo 1999; Quintana 2001; Martínez y Gutiérrez 2004; Teta et al. 2004; González 2005).

Reithrodon auritus fue registrado también en LG5, por la presencia de un hemimaxilar. Ambos mamíferos tienen un valor de MNI de 1, lo que estaría sustentando un origen natural, tema que se desarrollará en mayor profundidad más adelante (Tabla 1). Es un roedor cricétido que también fue hallado en baja proporción en La Norma (Brunazzo 1999), Fortín Necochea (Pardiñas 1991) y Cañada de Rocha (Salemme 1987). En cambio, en una secuencia del área de Tandilia (Cueva Tixi) es muy abundante ya que se recuperaron más de 4.000 restos de este taxón (Quitana 2001).

Hydrochaeris hydrochaeris

La familia Hydrocharidae está presente con su único representante Hydrochaeris

hydrochaeris, que es el mayor roedor conocido para América del Sur (puede llegar a pesar unos 50 kg). El carpincho o capibara habita sitios bajos y pantanosos. Al igual que el coipo, se lo puede ver cerca de las orillas de los ríos y lagunas con espesa vegetación. Su distribución abarca la mayor parte de América del Sur, exceptuando la región andina y la Patagonia. En nuestro país, especialmente ocupa las tierras bajas e inundables del Río de la Plata y sus afluentes (AA.VV. 1986).

Entre los sitios analizados, sólo fue identificado en Río Luján con un sólo elemento (un axis fragmentado), lo que podría estar sustentando su incorporación ocasional en la dieta (Salemme 1987). Aunque éste es un recurso que se ha encontrado en otros sitios de la Cuenca del Paraná en el norte de la provincia de Buenos Aires, como Cañada Honda e Isla Lechiguanas (Salemme 1987 y bibliografía ahí citada) no se halló en sitios arqueológicos de la Cuenca del Salado (Escosteguy y Gónzalez 2006). Esto plantea ciertos interrogantes y diferencias con el área norte y con el nordeste de nuestro país. En esta última región, que es similar en varios aspectos a los sitios analizados, este taxón está registrado en sitios del Paraná en su margen entrerriana durante el Holoceno tardío (Ceruti 1985) y en varios sitios de la provincia de Santa Fe, como Playa Mansa 1 (Feuillet Terzaghi 2002), Barrancas del Paranacito y Cerro Aguará, presentando evidencias de manipulación antrópica, como alteración térmica y marcas de corte (Santiago 2004). Este contraste puede deberse a una disponibilidad diferencial o a cuestiones ideológicas (Salemme 1987; González 2005; Politis 2005).

Myocastor coypus

Es el taxón más abundante en todos los sitios analizados, comúnmente llamado nutria, falsa nutria o coipo. La distribución de este roedor de tamaño mediano-pequeño incluye Argentina, Chile, Bolivia y Uruguay (Kinler

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et al. 1987) y también está documentado en Paraguay (AA.VV. 1983). Ocupa habitats semi acuáticos, pasando la mayor parte de su vida en el agua, por lo que suelen encontrarse en cercanías de lagunas y ríos (Rusconi 1930; Massoia 1976). Puede llegar a pesar alrededor de 10 kg, aunque su peso promedio es de 5 kg (AA.VV. 1983) y su captura no requiere de implementos tecnológicos complejos ya que se lo puede atrapar por la cola con las manos y matar con un simple golpe en la cabeza, lo que implica bajos costos de obtención.

En la localidad arqueológica La Guillerma, este roedor constituye el 45% de los elementos óseos identificados. Sus valores de MNI son de 15 para LG1, 2 para LG4 y 25 para LG5 (González 2005), siendo la presa que domina el registro arqueofaunístico de mamíferos (Tabla 1).

En San Ramón 7, la frecuencia es del 56% del conjunto arqueofaunístico (Tabla 1), principalmente representado por dientes (incisivos y molares) y fragmentos pertenecientes al maxilar o la mandíbula. El valor de MNI aún no se estimó y el NISP es de 802 especímenes.

Para el sitio Río Luján, el MNI es de 92, uno de los más altos de la subregión Pampa Húmeda (Tabla 1). Se ha considerado a esta presa como recurso principal en la dieta de los habitantes del sitio (Salemme 1987). Asimismo, para el norte de la provincia de Buenos Aires se han estimado números elevados de MNI:25 en Anahí, 56 en Garín y 34 en La Bellaca II (Acosta 2005).

En estos sitios, como en La Lechuza y Playa Mansa 1, en la provincia de Santa Fe (Feuillet Terzaghi 2002; Solomita Banfi et al. 2005) y La Bellaca I, Anahí y Garín, en el nordeste de la provincia de Buenos Aires (Acosta 2005), fue aprovechado como alimento, pero también pudieron explotarse sus cueros, en el marco de una optimización de los recursos naturales permanentes, convirtiendo esta presa en un recurso estratégico para la economía de los habitantes del sitio.

En los sitios analizados en este trabajo, su presencia se explica como causa de la actividad antrópica. Esto se sostiene por un conjunto de evidencias: elementos termoalterados, presencia de huellas y fracturas antrópicas y el contexto de hallazgo. Esto último se debe a que no se hallaron galerías en los sitios, los cuales están emplazados en lugares altos que habitualmente no ocupa el coipo.

Se analizaron las huellas en todos los conjuntos. En la localidad arqueológica La Guillerma, sólo el 0,78 % de los huesos de coipo presenta corte con filos líticos (Escosteguy y González 2006). En el caso de San Ramón 7 no se han registrado huellas en huesos de Myocastor coypus que den cuenta de la manipulación antrópica, pero esto no descarta que hayan podido ser preparados y consumidos sin dejar rastros evidentes.

En Río Luján, las huellas se localizan en las hemimandíbulas, aunque en diversas regiones de las mismas. Los cortes se encuentran mayormente en la cara dorsal y presentan largos variables entre 2 y 11 mm. Se han registrado huellas paralelas a la diastema, paralelas al proceso condilar, entre el proceso condilar y el proceso coronoides, junto al proceso coronoides y debajo de los incisivos y molares. En el esqueleto apendicular el fémur es el elemento que presenta mayor cantidad de huellas. Estos cortes también se registraron en: radio, cubito, tibia, calcáneo, metapodio, ilion e isquion. En los huesos largos, las huellas se ubican tanto en las epífisis como en las diáfisis, lo que podría estar indicando distintas acciones ejecutadas para aprovechar la presa (desarticulación y descarne).

En LG1 y LG5 también se registraron cortes en el proceso condilar, lo que indica la separación de la mandíbula del cráneo (González 2005) y en la rama mandibular paralelas a la diastema, lo que podría estar sugiriendo el procesamiento de la presa con el fin de extraer su cuero (Escosteguy 2007a), como lo propone Valverde (2001) para el procesamiento de lagarto overo

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(Tupinambis cf. merianae). Estas últimas huellas, que suelen encontrarse sobre los laterales de las diastemas, pueden estar asociadas a la separación del cuero del resto del cuerpo durante la etapa final del cuereado. Asimismo se hallaron en: fémur, tibia, húmero, metapodio, falange, ilion, isquion y calcáneo.

Los cortes en calcáneos, metapodios y falanges probablemente se realizaron durante el procesamiento de la presa para la extracción del cuero, ya que por datos etnoarqueológicos con nutrieros actuales se sabe que al animal se le corta la pata y se la deja unida al cuero, que posteriormente se envara para el secado (Escosteguy 2007b). Estos datos estarían sustentando que las presas ingresaron enteras al sitio, en donde fueron procesadas (González 2005; Escosteguy 2007a).

Sin embargo, la ausencia de estos indicadores que denotan una manipulación antrópica, no excluye que estos restos hayan sido acumulados por la actividad humana, ya que algunas técnicas de extracción de los cueros y de procesamiento no suelen dejar huellas (Valverde 2001; Acosta 2005).

En los casos en donde las huellas son escasas esta situación podría estar relacionada con el tamaño de las presas y con las modalidades de preparación de alimentos. Debido a que el coipo es un mamífero de tamaño pequeño-mediano, es factible que estas presas no requirieran procesamiento para el transporte. No obstante, hay evidencias de otras especies de tamaños similares como los conejos que sirvieron de alimento durante el Paleolítico Superior en Portugal y que presentan abundantes signos de manipulación antrópica como las fracturas para extraer la médula, termoalteraciones y huellas de corte (Hockett y Ferreira Bicho 2000). Entonces estos patrones diferenciales podrían deberse a técnicas distintas de caza, preparación o consumo, como por ejemplo que se optara por el hervido y/o asado de la pieza entera

en el momento de cocinarla (Acosta 2005; González 2005).

DISCUSIŁN Y CONSIDERACIONES FINALES

Siguiendo a diversos autores que han estudiado los roedores en sitios arqueológicos de distintas regiones (Sthal 1982, 1996; Andrews 1990; Simonetti y Cornejo 1991) y particularmente en nuestro país en la Región Pampeana (Pardiñas 1991; Quintana 2001; Quintana et al. 2002; Teta et al. 2004, 2005; Acosta y Pafundi 2005; entre otros), la Patagonia (Bond et al.1981; Pardiñas 1999; Salemme et al. 2006) y el Noroeste (Kligmann et al. 1999) y, sobre la base de lo presentado en este trabajo, se concluye que sus restos pudieron introducirse a la matriz arqueológica por diversas causas, las cuales desarrollamos a continuación.

Agentes antrópicos

Los elementos óseos que presentan evidencias de manipulación antrópica, como huellas de corte y termoalteraciones o selección de partes esqueletarias, pueden atribuirse a la acción humana. Las huellas de corte son un indicio directo de manipulación antrópica; en cambio, las alteraciones térmicas y la selección de partes anatómicas se consideran como datos que, aislados, pueden llegar a ser ambiguos ya que los huesos pueden quemarse accidentalmente por estar contenidos en los sedimentos sin implicar la utilización por parte del ser humano y la representación anatómica diferencial puede también ser producto de otro animal predador.

Agentes naturales

Aves rapaces

Los roedores cricétidos son presas habituales de aves como Tyto alba (ver

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bibliografía citada en Pardiñas y Cirignoli 2002; Haene y Pereyra 2003). En muchos casos, la presencia de bolos de regurgitación en los cuales aparecen paquetes de huesos de microroedores junto con pelos o elementos óseos de otros animales muy pequeños, constituyen una clara evidencia del origen natural de los restos. En estos conjuntos generados por las aves rapaces se podría esperar la aparición de mandíbulas con dientes y huesos enteros y desarticulados, variedad en los taxones representados, algunas partes esqueletarias con evidencias de corrosión y sesgos en la muestra, con tendencia a la conservación de los elementos óseos más resistentes (Andrews 1990; Fernández-Jalvo y Andrews 1992; Kligmann et al.1999). Otros indicadores pueden ser el hallazgo de elementos óseos, excrementos y nidos de estas aves (Pardiñas 1999).

Los dientes, y en especial su esmalte, son los elementos más tempranamente alterados por los ácidos durante la digestión de los predadores (tanto aves rapaces como carnívoros). El grado de corrosión fue utilizado por Andrews (1990) y Fernández-Jalvo y Andrews (1992) para identificar el predador responsable de la acumulación de los restos.

Diversos autores (Pardiñas 1999; Gómez 2005; Salemme et al. 2006; entre otros) realizaron estudios tanto de las egagrópilas de rapaces como de sus hábitos y lo relacionaron con ciertos rasgos conductuales de los roedores, como sus períodos de actividad, con el fin de comprender el impacto de predación que estos reciben y de discriminar la posible causa natural del ingreso de sus huesos en los yacimientos arqueológicos.

Carnívoros

Esta clase de mamíferos suele dejar testimonio de su acción en la forma de marcas características como punctures, hoyuelos o surcos producto del ranurado (Andrews y

Fernández-Jalvo 1997; Mengoni Goñalons 1999). Andrews y Fernández-Jalvo (1997) han establecido ocho categorías que describen estas marcas que pueden dejar los carnívoros en los restos esqueletarios de macromamíferos, las cuales también fueron utilizadas por algunos autores como Gómez (2000) para el análisis tafonómico de pequeños mamíferos. Sin embargo, es raro que dejen este tipo de impronta en huesos tan pequeños, aunque pueden producir el redondeamiento y la fractura de los huesos largos (Andrews 1990; Fernández-Jalvo y Andrews 1992; Stahl 1996; Andrews y Fernández-Jalvo 1997) y lo más probable es que produzcan una gran destrucción sin dejar muchos de ellos identificables (Escosteguy 2007a).

También pueden evaluarse los elementos recuperados de las fecas que suelen presentar un alto grado de destrucción debido a la masticación, especialmente en algunos huesos largos y las cinturas pélvicas, junto a las evidencias de corrosión en las epífisis (Salemme et al. 2006) y otros elementos afectados por sus jugos gástricos (Andrews 1990; Fernández-Jalvo y Andrews 1992; Stahl 1996; Kligmann et al.1999; Pardiñas 1999).

Causas eto-ecológicas

Los animales fosoriales como Lagostomus maximus, Myocastor coypus, Ctenomys, Euphractus sexcintus y Chaetophractus villosus, además de algunos cánidos, pueden modificar y en muchos casos verse incorporados al registro arqueológico, al construir sus túneles o madrigueras (Stahl 1996; Pardiñas 1999; Frontini y Deschamps 2007, entre otros). Por esto mismo, son muy importantes los estudios tafonómicos y sedimentológicos realizados durante la excavación (Politis y Madrid 1988), o trabajos que incluyen un aspecto actualístico (Frontini y Deschamps 2007) donde se evalúa cómo Chaetophractus villosus transporta materiales arqueológicos a sus cuevas, o el análisis de la „lluvia‰ natural de huesos (Acosta et al. 2004).

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Al mismo tiempo, el estudio de las marcas presentes en los materiales arqueológicos permitirá identificar la presencia intrusiva de ciertos roedores. Por ejemplo, en La Guillerma 1 y 5, se hallan especímenes óseos con marcas de roedores muy pequeños (Escosteguy 2007a), los cuales pudieron ser atraídos por los desechos de comida que abandonaban los habitantes del sitio.

Teta y colaboradores (2004) al analizar los elementos óseos de cricétidos de los sitios La Bellaca II y Las Vizcacheras proponen que la baja riqueza y diversidad de especies, junto a una baja densidad de hallazgos estarían indicando un origen por causas eto-ecológicas. Asimismo, la muerte natural in situ actúa como perturbador del registro arqueológico. Para poder discriminar este origen son relevantes aspectos cuali-cuantitativos de los restos óseos (Stahl 1996). Por ejemplo, Kligmann et al. (1999) proponen que se encuentran esqueletos aislados cuando el animal muere naturalmente, salvo que la muerte fuera por eventos catastróficos, como grandes inundaciones o estrés ambiental, que produciría un registro en el que estarían representadas todas las clases de edad, todas las partes esqueletarias, sin evidencias de huellas ni corrosión producto de los jugos gástricos.

También en casos de inundaciones los animales buscan refugio en lugares altos donde cuevas y túneles de animales cavadores pueden convertirse en trampas naturales. La consecuencia de estos eventos es la aparición de carcasas articuladas y en muchos casos completas (Gómez 2000; Acosta et al. 2004).

Al evaluar la presencia de los roedores registrados en el contexto de estos sitios, se intentó presentar un panorama de los procesos naturales y culturales que actuaron en la última parte del Holoceno.

Si bien en diversas áreas de nuestro país (norte de Buenos Aires, Cuenca del Paraná,

área de Tandilia, Interserrana) hay casos (Gómez 1996, 2000; Brunazzo 1999; Quintana 2001, 2005; Quintana et al. 2002; Acosta 2005; Acosta y Pafundi 2005) en que Cavia aperea y Ctenomys son muy abundantes, reflejado en altos valores de MNI, y evidencian huellas de procesamiento y termoalteraciones que estarían indicando un consumo humano, no sucede lo mismo para los sitios estudiados. Esto se debe a que ambos taxones no aparecen de forma abundante, sus valores de MNI son bajos (Tabla 1), las termoalteraciones son escasas y no existen otras evidencias que sustenten el aprovechamiento por parte del ser humano. De la misma forma se puede descartar su origen por la actividad de aves rapaces y carnívoros ya que no se identificaron evidencias de corrosión estomacal en las superficies óseas y otros testimonios como bolos de regurgitación o fecas.

Lo mismo sucede con los cricétidos que se recuperaron en LG5 ya que la baja densidad de estos elementos supondría un origen natural, por cuestiones etológicas o muerte natural, sustentado por la ausencia de bolos de regurgitación, excrementos de carnívoros o evidencias de corrosión estomacal. Tampoco serían producto de una muerte catastrófica, debido a la escasa cantidad de elementos óseos recuperados. No obstante, hay que tener en cuenta que los restos de los vertebrados tan pequeños como los cricétidos, suelen presentar problemas en su recuperación, identificación y posterior interpretación (Andrews 1990; Stahl 1982, 1996; Kligmann et al. 1999 entre otros), implicando importantes sesgos.

En los casos analizados, el Myocastor coypus e Hydrochaeris hydrochaeris fueron aprovechados por el ser humano, ya que presentan huellas, termoalteraciones y selección de partes esqueletarias. El contexto de hallazgo (sitios emplazados en lugares no frecuentados por dichos mamíferos) permite sostener esta hipótesis.

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En cuanto a Hydrochaeris hydrochaeris existen ciertas diferencias en relación a su aprovechamiento entre sitios de la Depresión del Salado y aquellos vinculados a la llanura aluvial del Paraná (en los que se incluye el sitio Río Luján). Esto se debe a que fue ampliamente consumido en los sitios ubicados más al norte (Ceruti 1985, 2000; Salemme 1987; Feuillet Terzaghi 2002; Pérez Jimeno 2004; Santiago 2004; Acosta 2005), mientras que en la cuenca del Salado no está registrado.

Su ausencia podría deberse a factores ideológicos o simbólicos (Salemme 1987;

Acosta 2005; Politis 2005; Carlos Ceruti, com. pers. 2002), constituyendo un tabú alimenticio. Esto se desprende si consideramos que es relativamente fácil de cazar y predecible, con abundante carne y otros subproductos (cuero, huesos) por lo que podría haber constituido un recurso útil y pudo haber estado disponible durante el Holoceno tardío.

En cambio, la abundancia del coipo podría estar sugiriendo que fue, junto a los macromamíferos como los cérvidos (Ozotoceros bezoarticus y Blastocerus dichotomus), uno de los recursos que ofreció más cantidad de proteínas. Además, pudieron aprovecharse otros subproductos de este roedor como su piel, su grasa y sus huesos y dientes para la confección de artefactos utilitarios y

ornamentales.

La explotación intensiva de coipo estaría de acuerdo con lo propuesto por Martínez y Gutiérrez (2004:88) quienes postulan que para la Región Pampeana, durante el Holoceno tardío la estrategia empleada para la obtención de recursos fue la de „Economías areales de diversificación e intensificación‰, la cual básicamente habría implicado un aumento en el número de taxones consumidos con un uso más intensivo de fauna pequeña y mediana como los roedores, aunque los patrones de explotación presentaron diferencias según las áreas. Esta intensificación pudo

estar relacionada con todos los desarrollos culturales que se dan en el Holoceno tardío: el aumento demográfico, la introducción de nuevas tecnologías que permitieron el aprovechamiento de otros recursos, la ocupación reiterada de los sitios y la obtención de materias primas provenientes de regiones distantes.

Existen diversos estudios realizados en Europa para el Paleolítico (Hockett y Ferreira Bicho 2000; Stiner et al. 2000; Stiner 2001; entre otros) que plantean el aprovechamiento de presas medianas y pequeñas que se explotan intensivamente pero que en momentos previos no eran consumidas en gran cantidad. Esta intensificación se debería al aumento demográfico, que lleva a las poblaciones humanas a cambiar de estrategia económica en la cual se incluye la explotación de recursos con mayores costos de captura si no se dispone de la tecnología adecuada. Estas presas son consideradas rápidas o ágiles: conejos, liebres y algunas aves (Stiner et al. 2000; Stiner 2001). Asimismo, se observa un énfasis en presas lentas, que en muchos casos implicó una disminución en el tamaño de los animales capturados con respecto a épocas anteriores (Stiner et al. 2000).

Una estrategia similar podría estar dándose en los sitios estudiados, en donde se combinó el consumo de grandes mamíferos como los cérvidos, junto a los peces y los mamíferos pequeños y medianos como los roedores. En el caso de los mamíferos de tamaño menor, aunque tienen un bajo retorno, permiten reducir el riesgo ya que en general son predecibles y sus costos de captura no son elevados. Así se maximizó el beneficio en relación con las energías gastadas y el menor tiempo de búsqueda de las presas.

Además se aprovecharon otros animales de tamaños reducidos cuya captura pudo requerir tecnología especializada. Tal es el caso de las aves y los peces que se encuentran muy

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disponibles en las áreas de estudio pero que pudieron implicar el uso de hondas, redes u otros artefactos especializados.

Otro factor que pudo hacer que estas presas se posicionaran mejor en el ranking de la dieta (para más detalles ver Madsen y Schmitt 1998) fue su gran disponibilidad, debido a que tienen altas tasas de reproducción y difícilmente sufren estrés cuando se las sobreexplota o cuando acontecen bruscos cambios medioambientales. Estas características distinguen a los animales pequeños de los de mayor tamaño los cuales, en general, tienen una tasa limitada de crecimiento y son muy vulnerables a la sobreexplotación (Hayden 1981). Al mismo tiempo, la utilidad de los distintos subproductos (carne, piel, grasa, plumas, dientes y huesos) de estos recursos de tamaño menor, pudo haber influenciado en el momento en que los seres humanos del pasado tomaron sus decisiones.

Recibido en marzo de 2007Aceptado en septiembre de 2007

AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer a las Dras. Mónica Salemme y María Isabel González de Bonaveri por la lectura crítica de una versión preliminar de este trabajo y por sus consejos. A Matilde Lanza por su colaboración en el análisis e identificación de los restos. Asimismo, quiero expresar mi profundo agradecimiento a la dirección y al personal del Museo de Ciencias Naturales C. Ameghino (Mercedes, Bs. As.). A los evaluadores se les agradecen los comentarios y sugerencias bibliográficas que enriquecieron este manuscrito. Este trabajo está enmarcado dentro de los proyectos: PICT 2003 15015 y UBACyT F 104 y es parte de una Beca de Postgrado de CONICET.

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* Paula Daniela Escosteguy es profesora de Educación Media y Superior en Ciencias Antropológicas, egresada en Marzo de 2006 de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. El presente trabajo forma parte de sus investigaciones realizadas en el marco de una beca de postgrado del CONICET. Sus temas de estudio son la etnoarqueología de nutrieros, la tafonomía de mamíferos pequeños y medianos y el aprovechamiento de roedores. Dirección de contacto: [email protected]

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GRABADOS RUPESTRES EN EL BORDE DE PUNA: SITIO LA DAMIANA (QUEBRADA DE INCAHUASI, SALTA)

María Eugenia De Feo*Lorena Ferraiuolo**

RESUMEN

El objetivo en este trabajo es brindar una caracterización general del conjunto de grabados rupestres correspondientes al sitio La Damiana (SSalLD 1), el cual se localiza en la Quebrada de Incahuasi, al pie de la ladera Noreste del Nevado de Acay (Pcia. Salta). Como resultado de prospecciones sistemáticas realizadas durante noviembre de 2006, se logró ampliar el número de bloques grabados y motivos registrados en trabajos de campo previos. En primera instancia, se describen los aspectos tecno-morfológicos que caracterizan al conjunto abordado. A partir del análisis de sus condiciones de emplazamiento en el paisaje y la relación con otro tipo de instalaciones, se elaboran algunas hipótesis respecto de su articulación con las estrategias de uso y organización del espacio. Al respecto, se plantea la hipótesis que el sitio La Damiana pudo participar de circuitos de movilidad vinculados al desarrollo de actividades pastoriles. Asimismo, se sugiere una reocupación del área y una reutilización de los soportes, durante un prolongado lapso temporal.

Palabras Clave: Representaciones rupestres - Emplazamiento - Circuitos de movilidad - Pastoreo - Cronología

ABSTRACT

The aim of this paper is to describe a set of engraved rock art depictions, located in La Damiana site, situated in the Incahuasi Gorge, at the foot of the Northeastern slope of the Nevado de Acay mountain (Salta Province). Systematic surveys carried out during November 2006 allowed us to extend the number of engraved rock blocks and motifs registered in previous field works. First, we discuss issues related to techno-morfological aspects of the rock art assemblage. Then, through analyses of the spatial distribution of the assemblages and their relationships to other archaeological features in the same area, some hypotheses were elaborated concerning the articulation with use strategies and spatial organization. We suggest that La Damiana could have played a role within the herding circuit mobility. We also propose the reoccupation of the area and the reutilization of the same rock art panels for an extended period of time.

Key words: Rock art - Location - Circuit mobility - Herding - Chronology

* CONICET- [email protected]

** FCNyM, UNLP- [email protected]

De Feo, María Eugenia y Lorena Ferraiuolo. 2007. Grabados rupestres en el borde de Puna: sitio La Damiana (Quebrada de Incahuasi, Salta). La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 3:41-56. Buenos Aires.

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INTRODUCCIŁN

Si bien las referencias bibliográficas sobre la presencia de manifestaciones rupestres en la Quebrada de Incahuasi (Salta) datan de más de un siglo, su estudio sistemático permanecía hasta el momento como un tema pendiente en las investigaciones arqueológicas. Boman (1908) da a conocer la existencia de un bloque de cuarcita con inscripciones rupestres de tipo abstractas. Por otro lado, la presencia de grabados rupestres es reconocida por los pobladores actuales de la zona, en especial, aquellos vinculados con actividades ganaderas. Fue justamente a través del testimonio de pastores que pudimos localizar un conjunto conformado por 12 bloques grabados, asociados a estructuras arquitectónicas prehispánicas (De Feo 2006). La posterior realización de prospecciones sistemáticas permitió ampliar significativamente el número de bloques y la variabilidad de motivos registrados. Se han documentado hasta la fecha un total de 81 bloques, los cuales se espera aumenten considerablemente con las futuras ampliaciones del área prospectada.

Nuestro objetivo aquí, es brindar una primera caracterización de las representaciones rupestres registradas hasta el momento en el sitio La Damiana (SSalLD 1), ubicado en la Quebrada de Incahuasi, al pie de la ladera Noreste del Acay. En esta dirección, se han tenido en consideración aspectos tecno-morfológicos del conjunto, así como también las características de su emplazamiento, su relación con el paisaje y su asociación con otro tipo de instalaciones presentes en el área. Asimismo, se discute la participación de las representaciones rupestres en el marco de estrategias de uso y organización del espacio. Se plantea que el sitio La Damiana y las representaciones rupestres allí presentes participaron en circuitos de movilidad vinculados al desarrollo de actividades pastoriles. La hipótesis sugerida posee varias implicancias. Se espera por un lado, un alto porcentaje de motivos recurrentemente

asociados a prácticas pastoriles tales como: camélidos, camélidos enlazados, figuras humanas guiando camélidos. También es esperable un contexto propicio para el desarrollo de dichas actividades: buenas pasturas, agua permanente, asociación a vías de circulación y la presencia de otro tipo de vestigios vinculados a estas prácticas, como por ejemplo corrales.

MÉTODOS Y TÉCNICAS

De Campo

El conjunto de grabados analizados fue localizado a partir de una serie de prospecciones, que incluyeron las áreas de fondo de valle y pie de la ladera Noreste del Nevado de Acay (Figura 1). Una vez ubicados los distintos bloques, se realizó la documentación

Figura 1. Mapa con la localización de los sitios mencionados.

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de las manifestaciones rupestres, así como también de las estructuras arquitectónicas asociadas. Con relación a los primeros, ésta incluyó el registro fotográfico de cada bloque desde diferentes perspectivas y detalles de los motivos representados. Además, se confeccionaron planillas descriptivas en las cuales se tomaron en consideración: tipo, dimensiones y orientación del soporte, técnica de ejecución, motivos representados, tonalidad de la pátina, estado de conservación de los bloques y motivos en ellos presentes.

Cada bloque localizado fue volcado en un croquis junto a distintos datos topográficos tales como: cursos de agua, quebradas, vegas o pastizales, áreas agrícolas, e información relacionada con las estructuras arquitectónicas. La ubicación geográfica de cada bloque y estructura fue georreferenciada mediante el uso de GPS (Global Position System).

El levantamiento planimétrico de las estructuras arquitectónicas asociadas se realizó con brújula y cinta métrica, en los casos en que el buen estado de conservación lo permitió. La recolección superficial de material se llevó a cabo por estructuras. No se halló material en superficie fuera del área donde se ubican cada uno de estos conjuntos arquitectónicos.

De Gabinete

Esta primera etapa de trabajo de gabinete estuvo orientada hacia la descripción y clasificación de las distintas representaciones rupestres presentes en el sitio. Con este fin, previamente se aplicaron diversos procesos digitales sobre las fotografías, que permitieron realzar los motivos observados para su digitalización. La información referente a cada bloque se organizó en bases de datos para su análisis cuali-cuantitativo.

La unidad de análisis utilizada es el motivo (sensu Gradín 1978, Hernández Llosas 1985), la

cual ha sido definida a partir de los siguientes criterios: forma de la representación, modo de ejecución y estado de conservación, en nuestro caso, estado de la pátina (Gradín 1978, Hernández Llosas 1985). Estos criterios han servido además para diferenciar motivos simples (constituidos por un solo elemento), de aquellos compuestos (formados por dos o más elementos) (Gradín 1978). Asimismo, tomando en consideración la morfología de cada representación, discriminamos entre figurativas y abstractas. Las primeras incluyen las categorías: antropomorfas, zoomorfas y zooantropomorfas, cada una de ellas compuesta de distintos tipos de motivos. Por su parte, en las representaciones abstractas, distinguimos entre simples y complejas.

Las actividades de gabinete también incluyeron el análisis de los materiales cerámicos y líticos recuperados en superficie. En la clasificación de fragmentos cerámicos se tuvieron en cuenta los atributos superficiales de la cerámica: coloración, cocción, tratamiento y morfología. La caracterización del material lítico se realizó en base a sus atributos técnicos y morfológicos, a nivel macroscópico.

EMPLAZAMIENTO DEL CONJUNTO

Por sus características y ubicación, la Quebrada de Incahuasi, corresponde a una zona transicional o ecotono. Hacia el Norte, la quebrada da paso hacia el ambiente de Puna propiamente dicho, mientras que hacia el Sur, transitando alternativamente la Quebrada de Las Cuevas o Las Capillas, se accede al área de valles húmedos y cálidos, atravesando en el segundo de los casos, las vegas de altura.

El ambiente es el propio de borde de Puna, caracterizado por quebradas altas y angostas; el clima es de tipo continental árido-semiárido, con bruscas oscilaciones de temperatura diurna-nocturna, elevado índice de heladas y precipitaciones de régimen

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estival que no superan los 100 mm anuales. Fitogeográficamante se incluye en el Dominio Andino, Provincia Puneña, con una vegetación de tipo estepa arbustiva xerófila, con algunas ingresiones de bosque xerófito caducifolio hacia el sur (Cabrera 1976). En las zonas de mayor humedad cercanas a los cursos de agua abundan las gramíneas (Stipa sp.) y la cortadera (Cortadeira sp). En el resto del paisaje se presenta el cardonal (Trichocereus sp y Cereus sp), la tola (Lepidophillum) y la yareta (Azorella yareta) junto con otras especies típicas de zonas de puna y borde de puna. En los fondos fértiles de valle se concentran las actividades agrícolas y pastoriles durante la época estival. Mientras que las vegas ubicadas por sobre los 4000 msnm constituyen las principales reservas de pasturas en otoño e invierno.

Dentro de este marco, el conjunto que analizamos se localiza en un extenso cono de deyección, ubicado sobre la ladera NE del nevado de Acay, (Departamento de Rosario de Lerma, Salta) (24À 22Ê 7‰ Lat S; 66À 5Ê 4‰ Long O), entre los 3700 y 3900 msnm. Posee aproximadamente unos 1700 m de extensión. Se vincula a dos cursos de agua, los cuales corren en forma paralela al conjunto de bloques. Uno de ellos es el arroyo Incahuasi, el otro, el río que desciende desde el Acay por la Quebrada de Las Capillas, la que desemboca en la localidad de Santa Rosa de Tastil, unos 30 km hacia el Sur (Figura 2).

Estas características geomorfológicas han hecho que hasta hace pocas décadas, el área fuera recurrentemente utilizada para el tránsito de ganado a pie hacia el Altiplano argentino y Norte de Chile. En la actualidad, Las Capillas continúa funcionando como ruta natural de tránsito para desplazar la hacienda hacia los puestos invernales, ubicados en las quebradas y vegas de altura y en donde permanecen desde abril a octubre. Dichas rutas también son importantes porque en esas zonas existe mayor disponibilidad de leña, la cual constituye un recurso escaso en el área.

LOS GRABADOS

El conjunto de representaciones rupestres registrado en el sitio La Damiana está dispuesto en 81 bloques grabados, en los cuales se han contabilizado un total de 389 motivos.

Se ha utilizado como soporte una serie de bloques basálticos, disponibles naturalmente en el área. Bloques de este tipo se hallan dispersos prácticamente en todo el cono de deyección donde se ubica el sitio, aunque sólo algunos de ellos muestran grabados. Los bloques seleccionados se presentan alineados en dirección NE-SO, en forma paralela al río. En términos generales éstos aparecen grabados sólo en una de sus caras, aunque hay casos que poseen dos o tres de ellas grabadas.

La técnica de ejecución mayormente empleada fue el picado, con profundidades del surco que oscilan entre 1 y 2 mm. Entre las

Figura 2. Plano con la localización del sitio La Damiana: bloques y estructuras registradas.

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representaciones registradas existen figuras de contorno lineal, así como también otras que han sido realizadas mediante picado plano. Sólo en limitados casos la técnica ha sido el raspado superficial, la cual se estima está más vinculada a motivos actuales. Un 23% de los bloques presentan diferencias de pátinas entre los motivos.

Con relación al estado de conservación de los grabados, éste es bueno y en rasgos generales presentan un bajo grado de deterioro. Se han observado fracturas y exfoliación de los bloques como producto de la gran amplitud térmica y la acción de agentes erosivos. En casos limitados los líquenes dificultan la observación de los motivos. Sólo en dos ocasiones se verificó perturbación por la acción humana, la que afectó la disposición original de los bloques, más que los motivos en ellos representados.

El análisis porcentual de los motivos muestra un marcado predominio de las representaciones figurativas por sobre las no figurativas o abstractas (73% y 20%, respectivamente) (Figura 3). Entre las primeras, las de tipo zoomorfa son las más representadas (75%), seguidas por las antropomorfas (22%) y zooantropomorfas (3%). Los motivos

abstractos simples predominan sobre los complejos (Figura 4).

Representaciones Antropomorfas

La figura humana muestra una amplia diversidad en sus diseños y dimensiones. Más comúnmente representada de forma esquemát ica , a veces tendiendo a la geometrización, ya sea de cuerpo entero o restringida al torso. Aparece de manera aislada o agrupada y en algunos casos unidas por sus miembros superiores. A veces muestra importantes tocados cefálicos y atavíos corporales, o porta objetos en sus manos. No poseen indicación de sexo. Las modalidades más recurrentes son:

Figura 3. Porcentaje de representaciones figurativas, abstractas e indeterminadas.

Figura 4. Porcentaje de motivos figurativos y abstractos discriminados por categoría.

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Figura 5. Figuras humanas geometrizadas.

Figura 6. Figuras humanas de tratamiento lineal.

Figura 7. Figuras humanas de tratamiento estilizado.

- Figura humana geometr izada: Cuerpo representado por un rectángulo alargado, rel leno con diseños como diagonales entrecruzadas, triángulos concéntricos, círculos y medios círculos. Con piernas, pies, brazos y manos formados por líneas rectas o curvas. Cuerpo en norma frontal, piernas en 3/4 perfil. Tocados cefálicos definidos por diseños radiados (Figura 5).

- Figura humana esquemática de tratamiento lineal: Cuerpo y extremidades definidas por surcos simples. Se muestra en norma frontal, lateral o 3/4 perfil. Puede presentar tocados cefálicos, colas zoomorfas o colas emplumadas (Figura 6).

- Figura humana est i l izada: Conservan relativamente las simetrías corporales. Las figuras muestran un mayor naturalismo. Siempre en norma frontal o 3/4 de perfil, con tocados, vestimentas y objetos en sus manos, que asemejan cetros o bastones (Figura 7). Presentan tratamiento plano o de cuerpo lleno.

- Rostros humanos o Mascariformes: Generalmente se destaca por su mayor tamaño por sobre los restantes elementos. Siempre se lo representa de frente, con su boca, ojos, nariz y orejas definidas. De contorno cuadrangular, circular o triangular (Figura 8).

Representaciones Zooantropomorfas

Combinan personajes humanos con atributos zoomorfos, o viceversa (Figura 9).

Representaciones Zoomorfas

- Figura ornitomorfa (suri): En norma frontal o lateral. En ocasiones se ejecuta por picado plano, de forma sumamente estilizado y en otras de manera lineal, con sus alas desplegadas. Los cuellos son largos y verticales, y en la cabeza se distingue claramente el contorno del pico. Patas definidas por dos líneas rectas,

en algunos casos con el autopodio insinuado o totalmente desarrollado (terminación tridígita). Puede presentarse solo o en agrupaciones que incluyen ejemplares de diversos tamaños (Figura 10).

Existen además, otras figuras ornitomorfas, las cuales se muestran en vuelo, con sus alas desplegadas, pecho de frente y cabeza en norma lateral, en donde se distingue el pico.

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En algunos casos, la figura del ave ha quedado limitada a sus huellas de tipo tridígito.

- Camélidos: Muestran diversas modalidades de ejecución. Pueden ser de tipo esquemático, dibujados mediante trazos simples, en norma lateral, con orejas y cola insinuadas o de tipo estilizado, con cabeza, ambas orejas y cola bien definidas y autopodio esbozado. Otro tipo menos común, de contornos rectilíneos, altamente geométrico, presenta el tronco rectangular ancho o angosto, cuello largo, generalmente dos patas cortas o largas. Ejemplares de camélidos bicéfalos también están presentes (Figura 11).

La figura del camélido en ciertos casos se presenta con abdómenes abultados o van acompañados de sus crías, ubicadas por debajo.

Pueden aparecer aislados, en hileras o pequeños grupos y, en escasos casos, vinculados a figuras antropomorfas mediante líneas o sogas.

- Figura ofídica: De cuerpo ondulado, dibujada mediante línea simple o doble, formando rombos. En este último tipo, la cabeza es de forma circular con punto central (Figura 12).

- Figura zoomorfa estilizada: De cola enroscada, con cabeza alargada y orejas, posiblemente cánido o felino. Uno de los felinos representados presenta además, fauces, garras y pelaje moteado (Figura 13).

- Saurios (Figura 14).

Representaciones abstractas (Figura 15)

Los motivos pueden ser de tipo simple:

- Puntiformes, solos o agrupados.- Circunferencias o círculos aislados; círculos concéntricos, a veces con un punto interior; círculos radiados; espirales aislados

Figura 8. Mascariformes o rostros humanos.

Figura 9. Representaciones zooantropomorfas.

Figura 10. Distintas modalidades de representación de motivos ornitomorfos.

Figura 11. Diversos motivos de camélidos.

Figura 12. Ofidio complejo.

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o unidos por líneas.- Cuadros y cuadros subdivididos en cuatro cuadrantes.- Cruces.- Líneas onduladas, cerradas o abiertas. - Grecas.- Líneas rectas, cortas o largas, que forman diseños no definidos.

O motivos complejos, como los motivos laberintiformes.

Finalmente, existen representaciones pintadas o grabadas, que han sido realizados por arrieros y pobladores actuales (Figura 16).

VINCULACIŁN CON OTRASINSTALACIONES

Cercanos a los bloques con manifestaciones rupestres se encuentran varios conjuntos de estructuras, las cuales presentan gran variabilidad morfológica y temporal.

El conjunto 1 consiste en varias estructuras modernas, viviendas y corrales, actualmente en uso por la familia Coria. Por su parte, los conjuntos 2 y 3, sin evidencias de reocupación, consisten cada uno de ellos en dos o tres

Figura 15. Representaciones de tipo abstractas simples (arriba) y compleja (abajo).

Figura 16. Representación moderna.

estructuras cuadrangulares de grandes dimensiones (15 x 20 m aproximadamente), emplazadas a escasos metros de los bloques con grabados. Si bien aún no han sido excavados, por su morfología podrían tratarse de corrales. El conjunto 4 está conformado por un corral en funcionamiento y un depósito ya abandonado, que han sido construidos por encima de las estructuras arqueológicas. Estas últimas consisten en cinco estructuras subcuadrangulares de paredes de piedra. En superficie se halló cerámica y material lítico (lascas grandes y pequeñas de basalto). Entre las distintas estructuras que conforman el

Figura 13. Representaciones de felinos y cánidos.

Figura 14. Motivo donde se representa un saurio.

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conjunto, se hallan varios bloques grabados. Los conjuntos 5 y 6 se ubican en la parte más baja del cono aluvial. En dicha área los bloques con representaciones se hacen menos frecuentes hasta desaparecer. La identificación y registro de las distintas estructuras en piedra que los conforman fue dificultosa debido al deterioro que han sufrido por la construcción de caminos y la alta sedimentación del área donde se emplazan. Ambos han sido considerados independientemente, separados por el trazado de la Ruta Nacional 51, aunque originalmente formaban parte de un mismo conjunto. Sólo hemos podido identificar varias estructuras de paredes de pirca, algunas de formas cuadrangulares y grandes dimensiones y otras más pequeñas de morfología circular y alrededor de 2 m de diámetro. Por la mayor densidad de estructuras creemos que se trataría de un posible sector habitacional.

El material arqueológico de recolecciones superficiales realizadas en los conjuntos de estructuras no constituye, hasta el momento, un indicador cronológico preciso por tratarse de fragmentos toscos, sin decoración. Sin embargo, podemos afirmar que algunos fragmentos presentan similitud con los tipos Tastil Roja Tosca Pulida y Roja Pulida, característicos del Período de Desarrollos Regionales (900/1000 al 1480 DC) (Cigliano et al. 1973).

Se observó también frente a la alineación de bloques grabados, sobre la ladera del Acay, segmentos de un antiguo camino acondicionado, que dado su emplazamiento y técnica constructiva, puede tratarse de un tramo del camino incaico. A escasos metros del conjunto de representaciones existe además, una serie de rastilladas, de dudosa cronología.

DISCUSIŁN

Nos interesa el arte rupestre en función de la información que puede aportar respecto

de los procesos sociales y económicos experimentados por las poblaciones que lo produjeron, reutilizaron y/o resignificaron. En particular, estamos interesados en ver cómo las distintas manifestaciones rupestres se articulan con las estrategias de uso y organización del espacio implementadas por dichas poblaciones. Si bien este estudio se halla en una etapa preliminar, intentaremos abordar dichas cuestiones. En los párrafos siguientes se analiza la cronológica del sitio y las representaciones rupestres allí presentes y se discuten aspectos referentes a su funcionalidad.

La heterogeneidad de las temáticas y los diseños representados, la superposición de motivos y los diferentes grados de patinación, han servido como indicadores de la diacronía del conjunto. En este mismo sentido se ha utilizado la información derivada de los materiales asociados al conjunto y las semejanzas con diseños presentes en el arte rupestre y mobiliar, provenientes de otras áreas del Noroeste de cronología establecida.

La cerámica hallada superficialmente en las estructuras arquitectónicas corresponde a los Desarrollos Regionales, no existiendo hasta el momento, materiales que sugieran una ocupación previa del sitio. Además, los grabados de La Damiana muestran similitud estilística con representaciones ubicadas en Abra de Romero, también atribuidas a los Desarrollos Regionales (Raffino 1967), aunque en un trabajo anterior planteamos la presencia de manifestaciones posiblemente más tempranas para dicho sitio (De Feo 2006). Entre éstas últimas se destaca la existencia de diseños mascariformes y felínicos característicos del Período Temprano y Medio (Lorandi 1966; González 1977; Olivera y Podestá 1993; Aschero y Korstanje 1995).

Otro rasgo diagnóstico son las repre-sentaciones de camélidos que siguen un patrón altamente estandarizado, tendiente a la geometrización, y que han sido atribuidas

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a los Desarrollos Regionales (Aschero 2000). También lo son las representaciones serpentiformes complejas características de la cerámica Santamariana, que si bien no ha sido registrada en La Damiana, se halla presente en el área, en sitios como Santa Rosa de Tastil (Cigliano et al. 1973)1.

Por otro lado, algunos motivos de La Damiana presentan similitudes en los patrones de diseños y temáticas registrados para el Formativo en diversas áreas del Noroeste argentino. Por ejemplo, representaciones de la figura antropomorfa de cuerpo elongado, conocidas como Hombres cigarro que aparecen en La Damiana, también lo están en la Puna de Salta: sitios como Matancillas 1, 2 y 3 (Muscio 2006: figura 7); en la Puna de Jujuy: sitio Inca Cueva (Aschero et al. 1991: figura 2b7), Cueva Cristóbal (Fernández 1988-1989: figura 11 y 12), Cerro Bayo, Barconte y Torre (Coch 39) (Fernández Distel 1998:105); en Antofagasta de la Sierra, en sitios como Peñas Coloradas 1, Real Grande 3 (Podestá 1986-1987: figura 4; Olivera y Podestá 1993: figura 12); y en el sitio Quipón, en Valle Calchaquí (Lanza 1996: figuras 5a y b).

También se han registrado motivos actuales realizados en pintura, donde se han dibujado inscripciones o un personaje humano montado sobre un burro (Figura 16). Por otro lado, en la información etnográfica se menciona el uso del área de emplazamiento del sitio, como una ruta tradicional usada por arrieros para el desplazamiento estacional de ganado desde hace más de un siglo.

En nuestro intento de arribar a la funcionalidad del sitio partiremos de la propuesta de Aschero (1994), quien sugiere tres escalas espaciales de análisis a partir de las cuales encarar el estudio del arte rupestre, que van desde el paisaje local, pasando por la microrregión hasta la región arqueológica. En cada una de ellas los individuos o grupos establecen distintos tipos de interacción con

su entorno y con otros grupos humanos y en donde el arte rupestre, se espera, participe de manera diferencial (Aschero 1994, 2000).

En la escala local, los camélidos como motivo recurrente (aproximadamente un 60%) (Figura 17), la cercanía del conjunto a áreas de alta concentración de recursos forrajeros (vegas con pasturas naturales), la presencia de corrales y la ausencia de estructuras agrícolas asociadas, señalan para las manifestaciones rupestres de La Damiana, un contexto de producción (sensu Aschero 1988), vinculado a estrategias de caza y/o pastoreo de camélidos. Este planteo es reafirmado por la inexistencia de grabados entre las estructuras de lo que creemos, correspondió al sector habitacional del sitio (conjuntos 5 y 6).

Respecto de la vinculación con un contexto de caza o pastoreo, la presencia de representaciones de auquénidos no constituye por sí misma una evidencia a favor de la existencia de prácticas pastoriles. La información disponible sobre los sistemas de subsistencia implementados en la región (Raffino 1977; Raffino et al. 1977), sugiere un alto aporte de animales de caza en la dieta, tanto en el Formativo como en los Desarrollos Regionales. Sin embargo, existen algunos indicadores que vinculan las representaciones de La Damiana con la implementación de prácticas pastoriles más que con actividades predatorias: representaciones de camélidos

Figura 17. Porcentajes por motivos figurativos.

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formando hileras o asociados a figuras humanas que portan bastones o sogas (Figura 18); escenas de camélidos en espacios restringidos, posibles corrales o vegas (Figura 19). También el diseño de los camélidos puede ser utilizado como evidencia a favor del pastoreo: camélidos esquemáticos, en actitud estática, o camélidos con pechera (Figura 11i) han sido interpretados como animales domésticos (Aschero 2000).

Por otra parte, los grabados rupestres de La Damiana se asocian también a espacios de tránsito naturales o senderos artificiales (posible camino incaico y rastrilladas). La presencia de diversas manifestaciones rupestres, en especial motivos de auquénidos, formando hileras, guiados o enlazados por figuras humanas, asociados con vías de circulación es recurrente en el ˘rea Centro Sur Andina. Dicha asociación ha servido como argumento para sostener la hipótesis de su relación con rutas vinculadas a circuitos ganaderos, como al tráfico caravanero (Yacobaccio 1979; Núñez 1985; Núñez y Dillehay 1985; Berenguer 1994, 2004; Muñoz y Briones 1998; Aschero 2000; Muscio 2006).

El conjunto de evidencias disponibles para La Damiana hacen factible pensar que el sitio y los grabados allí presentes, pudieran desempeñar la función de señalización de rutas y territorios en el contexto de circuitos de movilidad vinculados a prácticas pastoriles. Aunque seguramente no se limitaron a dicha función (Berenguer 2004; Sepúlveda et al. 2005). En relación a esto último, Aschero y Korstanje (1995) interpretan que los motivos donde se asocian mascariformes o rostros y camélidos, emplazados en bordes de áreas productivas, habrían cumplido funciones vinculadas con la fertilidad de las pasturas y reproducción de los animales. Esta asociación está presente en La Damiana en tres ocasiones (Figura 20).

Figura 18. Camélidos vinculado a figuras humanas.

Figura 19. Camélidos, figuras humanas y un posible corral.

Figura 20. Motivo donde se asocia mascariforme y camélidos.

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Las ev idenc i a s que sug ieren una interpretación vinculada al pastoreo son:

- Las características ambientales y geomorfológicas del área donde se emplaza el conjunto analizado. La asociación con recursos restringidos en área de borde de Puna, tales como fuentes permanentes de agua y buenas pasturas, requisitos indispensables para el pastoreo y la movilidad del ganado.

Asimismo, el hecho de tratarse de una zona transicional, posibilita la articulación entre ambientes ecológicos contrastantes, como las tierras altas de la Puna Oriental Salto Jujeña y los Valles fértiles como el de Lerma, cada una de ellos con oferta diferencial de recursos para el pastoreo.

- Proximidad a sendas artificiales y rutas naturales. Ya se ha hecho referencia a la presencia cercana de un camino, probablemente de filiación incaica y un conjunto de rastrilladas de las cuales desconocemos su cronología. Por su parte, la Quebrada de Las Capillas, en cuyo acceso se ubican los grabados, es un importante paso natural para la circulación hacia vegas de altura ricas en pasturas, Altiplano puneño y hacia asentamientos de importante magnitud tales como, Santa Rosa de Tastil.

- El hecho de que existan rutas naturales no prueba que fueran utilizadas. Una evidencia respecto de su uso es la similitud entre las representaciones del conjunto de Incahuasi y otro ubicado en el otro extremo de la Quebrada de Las Capillas, en un área conocida como Abra de Romero, cercana al sitio tardío de Santa Rosa de Tastil (Boman 1908; Raffino 1967). También hacia el Norte, en la Quebrada de Matancillas (Puna de Salta), se han registrado petroglifos con motivos similares a los de La Damiana, en contextos de tipo Formativos (Muscio 2006).

- Motivos y escenas representadas. Composiciones que reúnen figuras humanas

y/o camélidos junto a líneas onduladas o grecas y puntos, pueden ser interpretados como personajes transitando senderos o caminos (Figura 15). Otros autores (Quiroga 1931, Sepúlveda et al. 2005) han propuesto una interpretación alternativa para dichos motivos, según la cual estas líneas onduladas, grecas y puntos estarían representando acequias para el riego de vegas naturales y/o cultivos de pequeña escala2. Hasta el momento no se han hallado en el área evidencias de estructuras agrícolas. De todas maneras ambas interpretaciones (senderos o riego de vegas) remiten a espacios relacionados con el pastoreo.

Se suman a éstos, motivos y temas antes descriptos como camélidos en hilera, enlazados o guiados por figuras humanas.

- Orientación de las caras grabadas. La

función de señalización se desprende del análisis referente a la orientación de las caras que presentan grabados. Éstas no muestran una disposición azarosa, por el contrario, existe una marcada recurrencia en su orientación. Excepto los dos bloques que han sido removidos de su posición original y otros dos bloques emplazados entre las estructuras del conjunto 4, todos los restantes se ubican alineados y sus caras grabadas se orientan de forma tal que sólo pueden ser vistos si uno se desplaza en forma paralela a ellos. Además, la cara grabada es siempre alguna lateral u superior levemente oblicua.

- La alta visibilidad de los bloques y motivos representados también apoya la función de señalización. Los rasgos geomorfológicos, topografía relativamente llana y la escasa vegetación permiten la alta visibilidad de los bloques con grabados, no habiendo restricciones en el acceso visual a los motivos. Existe además una interconexión visual entre bloques; es decir, que desde un bloque es posible divisar el siguiente y el anterior, aunque no el motivo representado. Éstos sólo pueden ser visualizados transitando, por momentos,

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por encima de la barranca del río y, por otros, por la barranca opuesta en donde se ubica el camino incaico. En resumen, el orden espacial que se materializa a través de los bloques puede percibirse incluso desde fuera de dicho ordenamiento, no así el mensaje que allí se representa, el cual sólo puede ser visualizado transitando en forma paralela a la alineación que los grabados definen.

La interpretación que atribuye a los grabados de La Damiana funciones de señalización de espacios productivos y rutas de desplazamiento vinculadas al pastoreo, es compatible con el Modelo de adaptación vertical propuesto por Cigliano y Raffino (1973:178) para explicar el funcionamiento de la economía en el sitio tardío de Santa Rosa de Tastil. Este modelo inspirado en el de Modelo de control vertical de Murra (1975) propone que la población localizada en dicho sitio habría explotado en forma directa ambientes con oferta diferencial de recursos, entre ellos el altiplano puneño, cuyo aporte habría estado relacionado principalmente con el pastoreo de camélidos. La Damiana y Abra de Romero, sitios con motivos similares, emplazados a ambos extremos de la Quebrada de Las Capillas, podrían ser exponentes de estos circuitos de desplazamiento estacional del ganado organizados desde el sitio Santa Rosa, entre los valles fértiles del sur y las vegas de Puna y Prepuna.

En una escala regional amplia de análisis, el sitio La Damiana podría corresponder al tipo de asentamientos que Berenguer (1994) denomina como estancias y vincula con funciones productivas relativas al pastoreo. Este tipo de sitio no habría tenido una relación directa con circuitos de interacción e intercambio ligados al tráfico caravanero planteados por diversos autores para el ˘rea Andina Centro Sur (Yacobaccio 1979; Núñez 1985; Núñez y Dillehay 1985; Berenguer 1994, 2004; Muñoz y Briones 1998; Aschero 2000; Briones et al. 2005). Al respecto, están ausentes en La Damiana una serie de indicadores

tradicionalmente vinculados al caravaneo y al tráfico interregional tales como camélidos con carga. Tampoco se han registrado en el sitio bienes exóticos provenientes de regiones distantes, aunque la información sobre este punto no es concluyente hasta no contar con datos provenientes de excavaciones.

Asimismo, la presencia de algunos motivos recurrentemente asociados al caravaneo como personajes guía (figuras humanas con bastones o brazos alzados), camélidos unidos por sogas, círculos concéntricos, espirales, círculos con punto interior (Yacobaccio 1979; Núnez 1985), impide descartar de antemano la vinculación del sitio con circuitos de interacción o tráfico caravanero. Esta posibilidad plantea la necesidad de realizar estudios regionales y excavaciones intensivas. Por el momento, estas son cuestiones pendientes.

PALABRAS FINALES

La alta redundancia en la ocupación del sitio se evidencia a partir de la gran concentración de las representaciones rupestres, la diversidad de motivos y diseños y las diferencias de pátina. Del análisis comparativo con motivos presentes en otras áreas, inferimos que esta ocupación se habría extendido, al menos, desde momentos Formativos hasta la actualidad.

Al parecer, los contextos de producción (sensu Aschero 1988) se mantienen, sin que esto implique atribuir a los grabados idéntico/s significado/s. El arte rupestre persistió, aún hasta nuestros días como una estrategia de comunicación visual vinculada al pastoreo. No obstante, los patrones de diseño y fundamentalmente su significación seguramente sufrieron modificaciones en función de transformaciones sociales, económicas y/o políticas.

En el estado actual del conocimiento, las interpretaciones arriba discutidas son

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meramente hipótesis que deberán ser puestas a prueba a partir de un análisis más exhaustivo de los motivos representados y la incorporación de información de otros elementos del registro arqueológico obtenidos en contextos de excavación.

Recibido en marzo de 2007Aceptado en septiembre de 2007

NOTAS

1 y 2 Ambas observaciones fueron realizadas oportunamente por los evaluadores de este trabajo.

AGRADECIMIENTOS

En primera instancia, a los pobladores de Las Cuevas e Incahuasi por brindarnos la posibilidad de acercarnos al fascinante mundo del arte rupestre. Mario Brizuela, por su apoyo invaluable durante nuestros trabajos de campo y por su amistad. Al Lic. Diego Gobbo, por socorrernos, una vez más, en el diseño del material gráfico. Lic. Gabriela Raviña por sus acertados comentarios. Finalmente, a los evaluadores y editores que con sus observaciones y sugerencias contribuyeron a mejorar este texto. No obstante, todo lo aquí expresado es absoluta responsabilidad de las autoras.

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* María Eugenia De Feo es licenciada en Antropología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, desde el año 2001. En la actualidad es becaria del CONICET y tesista doctoral de dicha facultad. Su tema es el estudio de las formas de uso y organización del espacio durante el Período Formativo en la Quebrada del Toro y tributarias. Dirección de contacto: [email protected]

** Lorena Ferraiuolo es estudiante de la carrera de Antropología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. Actualmente realiza una pasantía en el marco del proyecto “Uso y organización del espacio durante el Formativo en la Quebrada del Toro y tributarias”. Dirección de contacto: [email protected]

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Schuster, Verónica. 2007. Petrografía de la cerámica de Tebenquiche Chico (Puna de Atacama). La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 3:57-78. Buenos Aires.

* Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET). Puerto Madryn, Chubut - [email protected]

PETROGRAF¸A DE LA CER˘MICA DE TEBENQUICHE CHICO (PUNA DE ATACAMA)

Verónica Schuster*

RESUMEN

Este trabajo presenta los resultados obtenidos de 45 secciones delgadas realizadas en cerámicas provenientes del compuesto doméstico TC1 del sitio arqueológico Tebenquiche Chico. Estas cerámicas -algunas aparentemente de producción local y otras consideradas alóctonas- corresponden a ocupaciones de entre el I y II milenio DC (Haber 1999). El propósito fue caracterizar mediante análisis petrográficos los grupos cerámicos macroscópicamente identificados por Granizo (2001). Los resultados alcanzados permitieron avanzar sobre aspectos composicionales de las pastas, identificar variabilidad en la manufactura y describir otros rasgos tecnológicos no contemplados por los análisis macroscópicos. Este estudio, además, permitió un replanteo de las posibilidades e inconvenientes de esta técnica analítica empleada en el estudio de estos materiales.

Palabras clave: Cerámica - Tecnología - Petrografía - Cortes delgados - Inclusiones

ABSTRACT

This paper presents the results obtained from 45 thin sections applied to pottery belonging to the domestic compound TC1 from the archaeological site Tebenquiche Chico. These examples of pottery -some of them may have been of local production and some others are considered to be alloctonous- correspond to settlements in the area during the I and II millennium AD (Haber 1999). The purpose of this study was to characterize through petrographic analysis the ceramics groups macrocospically identified by Granizo (2001). The results allowed to advance on compositional aspects of paste, to identify variability in manufacture, and to describe other technological features previously disregarded during the macrocospic analyses. Moreover, this study suggests new interpretations of the advantages and disadvantages of this analytic technique applied to these archaeological materials.

Key words: Pottery - Technology - Petrography - Thin sections - Temper

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INTRODUCCIŁN Y ANTECEDENTES

Aspectos relativos a la cerámica en Tebenquiche Chico fueron abordados por primera vez en los trabajos de Krapovickas (Krapovickas 1955, 1958-1959). Sin embargo, un aporte significativo lo otorgó Haber (1999) al considerar no sólo la alfarería de las tumbas sino, fundamentalmente, la de los compuestos domésticos, escala de observación que hasta ese entonces no se había considerado (Weisser 1923; Krapovickas 1955, 1958-1959).

Posteriormente, Granizo (2001) abordó un análisis macroscópico del tratamiento de la superficie y de las pastas de los materiales recuperados en una unidad doméstica del sitio (TC1). Siguiendo la misma perspectiva iniciada por Haber (1999), esta autora consideró algunos atributos -por ejemplo, las inclusiones de las pastas, las perforaciones de reparación, la característica pintura post cocción, etc.- como patrones significativos que representan „modos de hacer‰ (Orton et al. 1997). Por lo tanto, a través de las relaciones surgidas entre los elementos tecnológico-funcionales, las asociaciones contextuales, la relación espacio-tiempo y la situación en la práctica social, Granizo (2001) buscó reconocer y caracterizar qué papel jugaban estos materiales dentro de los contextos domésticos del sitio, específicamente en TC1. De este análisis se obtuvieron 50 cerámicas tecnológicamente definidas y relacionadas a períodos de ocupación, a representatividad de fragmentos y a tipos locales y/o alóctonos (Tabla 1).

Respecto de las investigaciones realizadas hasta el momento, podemos decir que han estado centradas fundamentalmente en las prácticas cotidianas de vivir en la casa (TC1) y en los contextos de uso y/o depositación en los cuáles la cerámica ha quedado relacionada. Por lo tanto, el trabajo propuesto aquí se orientó a la descripción y evaluación tecnológica, intentando responder algunas preguntas como œcon qué materiales se han elaborado?, œcómo

se elaboraron?, œpodemos decir con ésta técnica algo más sobre la manufactura local-alóctona?, entre otras. Para ello se consideró la realización de cortes delgados como técnica complementaria a las observaciones macroscópicas de Granizo (2001), ya que éstas pueden ser ajustadas, por ejemplo, en la identificación de los minerales propios y/o los agregados a las pastas.

EL SITIO ARQUEOLŁGICO TEBENQUICHE CHICO

Localizado dentro de la denominada Puna de Atacama -que se extiende por el Noroeste

Período I (Oasis)

Cerámicas de Tebenquiche más representadas:

Cerámica 2, 4 y 8

Cerámicas Alóctonas:

a) alóctonas decoradas de los valles y bolsones catamarqueños y riojanos:

Hualfín (Cerámicas: 34, 42, 48, 49)

Saujíl Pulido en Líneas (Cerámica 32)

Cerámica 45

Ciénaga (Cerámicas: 46, 47)

b) alóctonas con decoración modelada:

San Pedro Negro Pulido (Cerámica 39)

Candelaria (Cerámicas 36, 37, 38)

c) alóctonas decoradas atacameña y de los Valles Calchaquíes:

San Pedro Rojo Inciso (Cerámica 17)

Vaquerías (Cerámica 19)

Cerámicas de Tebenquiche menos representadas o complementarias:

Cerámica 3, 5, 6, 7, 24, 40 y 44

Período III (Colonial Temprano)

Caspinchango Ordinario (Cerámica 1)

Yocavíl Polícromo (Cerámica 9)

Cerámica 13

Cerámica 41

Tabla 1. Caracterización de cerámicas del Período I y III de ocupación de TC1 según Granizo (2001).

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Argentino, nordeste de Chile, oeste de Bolivia y sur de Perú- la altitud del sitio asciende desde los 3.500 a los 4.000 msnm. Por lo tanto, se caracteriza por una extrema aridez, clima seco y frío, bajas precipitaciones, y escasa flora y fauna (Figura 1).

Las es tructuras arqueo lóg icas se distribuyen sobre dos terrazas paralelas que se formaron debido a la erosión de los depósitos morréicos provocada por un curso de agua permanente (Haber 1999). En esta quebrada se han identificado 13 compuestos domésticos1 aunque sólo tres de ellos han sido excavados hasta el momento: TC27, TC2 y TC1. Éste último -cuyos materiales

forman parte de éste trabajo- se ubica en la terraza Este de la quebrada y se compone de dos recintos contiguos TC1A1 y TC1A2, que se comunican por un vano de dirección este-oeste. El acceso se realiza en dirección norte-sur por el recinto TC1A1, que se comunica también con un pequeño patio TC1A5 (Figura 2).

De acuerdo con los datos obtenidos -fundamentalmente para TC1- se podría sugerir que la construcción de los compuestos domésticos comenzaría alrededor del siglo IV con un desarrollo continuo hasta aproximadamente el siglo XII DC. El Período

I o Paisaje del Oasis2, se caracterizaría por

Figura 1. Mapa de la Puna Atacama con la ubicación de la quebrada de Tebenquiche Chico (Tomado de Haber 1999).

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la fundación de la mayor parte de los compuestos domésticos, constituyendo el momento de asentamiento y ocupación más extenso, según lo observado en los contextos estratigráficos excavados. La casa (TC1) habría sido ocupada continuamente por casi 800 años hasta que en algún momento fue

abandonada, tal vez sin prever retorno, ya que no quedaron elementos útiles en los recintos. Éste período de desocupación denominado Período II3, fue seguido de una reocupación sólo del recinto TC1A1 en el Período III o Colonial (Haber 1999).

Figura 2. Localización del compuesto doméstico TC1 (Tomado de Haber 1999).

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ALGUNOS ASPECTOS DE LACER˘MICA DE TC1

Según la apreciación de Granizo (2001), para la primera ocupación del sitio (Período del Oasis) se registró una mayor variedad de formas para almacenar alimentos, a diferencia del Período III (Colonial Temprano) donde las formas reconocidas son más acotadas. De igual modo, estas diferencias se manifiestan en los tamaños de las piezas, específicamente más grandes para el primer período de ocupación4.

Por otra parte, también debe aclararse el

aspecto alóctono definido para algunos grupos cerámicos. Granizo (2001) consideró así a aquellos fragmentos y/o piezas que pudieron ser correlacionadas con tipos ya definidos para otras áreas (Tarragó 1976, 1984; Sempé 1977; González 1998; Korstanje 1998), conforme su semejanza en aspectos de pasta, tratamiento de la superficie, forma y decoración.

Por el momento, los únicos datos materiales

que sustentarían una manufactura local en el sitio Tebenquiche Chico son los escasos fragmentos alisados o intencionalmente rodados de la Cerámica 40, que podrían haber sido utilizados como modeladores (Granizo 2001). Sin embargo, la información es muy escasa y poco concluyente para afirmar o negar esta hipótesis.

Por otro lado, la disponibilidad local de leña se debe considerar como un indicador indirecto. La probable cocción en lugares abiertos debió necesitar especies leñosas de alta capacidad combustible. Localmente, la leña disponible que se podría haber utilizado para estos propósitos puede coincidir con algunos de los taxones determinados en TC1 por Jofré (2004): Parastrephia, Ephedra, Adesmia y Acantolippia. Esta última, que todavía se utiliza en Antofalla para la cocción en hornos de barro, produce combustiones con altas temperaturas pero poco regulares, ya que es muy fina e inflamable. Pudieron utilizarse, sin embargo,

otros taxones más resistentes como Adesmia que permitirían llevar a cabo combustiones con temperaturas regulares, uniformes y de larga duración (I. Carina Jofré, com. pers. 2004). Sin embargo, no debe excluirse la posibilidad de que se empleara también guano de animales (camélidos en este caso) para producir y/o aumentar dichas combustiones (García 2001; Palamarczuk 2004).

Para confirmar este carácter local-alóctono sería necesario realizar análisis de procedencia de materias primas. Éstos no fueron previstos aquí; no obstante, se considera que la propuesta de cortes delgados puede resultar una vía indirecta para poner a prueba esta hipótesis y/o aclarar algunas dudas al respecto.

Período I � Oasis

Como se muestra en la Tabla 1, la cerámica del Período del Oasis fue presentada en tres categorías: las „locales más representadas‰, las „ locales menos representadas‰ o „complementarias‰ y las „alóctonas‰ (Granizo 2001).

Cerámicas Alóctonas

Al referirnos a la presencia de cerámica alóctona en la quebrada de Tebenquiche Chico debemos considerar que este oasis puneño se vinculó regionalmente en un contexto más amplio, por lo cuál pudo resultar un ambiente ventajoso para grupos que realizaban intercambios a larga distancia (Tarragó 1976; Haber 1996, 1999).

En la excavación de TC1 algunos de los materiales recolectados -como las valvas de moluscos del océano Pacífico- evidenciarían estos posibles contactos (Haber 1996). La alfarería, del mismo modo, es una evidencia de interacción. En relación con esto, a continuación se describen brevemente algunos tipos alóctonos identificados en TC1 que fueron analizados en esta investigación:

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San Pedro Negro Pulido. (Cerámica 39): Tarragó (1984) plantea que la alfarería negra pulida se dispersó principalmente a través de un tránsito que vinculaba San Pedro de Atacama, Tebenquiche, Laguna Blanca, Hualfín y Saujil. Esta misma autora señala que en el oasis de Tebenquiche se registran piezas importadas San Pedro Negro Pulido de Forma I, III y IV, que se corresponden con las piezas recolectadas por Krapovickas en 1955. Para Tarragó (1976) estas formas corresponderían a la denominada „alfarería funeraria‰ dentro de los oasis de Atacama. En Tebenquiche, este tipo se ha recolectado dentro de contextos domésticos, además de registrarse en las tumbas en donde aparece con formas no registradas en las casas (como por ejemplo pipas). Asimismo, cabe señalar que es la segunda más representada luego de la Cerámica 8, y según Granizo (2001) mantiene estrechas semejanzas de acabado de superficie y formas con este grupo local.

San Pedro Rojo Inciso. (Cerámica 17): comúnmente aparece en un porcentaje menor con relación al estilo negro pulido (Tarragó 1976). En Tebenquiche, proviene de contextos secundarios y también su registro es mucho menor que su variante negro pulido (Tabla 2).

Vaquerías. (Cerámica 19): la asociación de esta cerámica es temprana en la parte oriental del NOA (siglo III AC al V DC), y su registro se extiende hasta los oasis de Atacama (Tarragó 1984). Nuñez y Dillehay (1995) afirman que Vaquerías establece „giros‰ con San Francisco, Candelaria, Condorhuasi y Tebenquiche conectando los oasis de Puna y los valles. Korstanje (1998) plantea además que, aunque su distribución es muy amplia, su representación es siempre escasa. Así es como se presenta en el conjunto cerámico de Tebenquiche donde se manifiesta con un equivalente a dos vasijas. Cabe mencionar también que no se registró su presencia en tumbas.

Candelaria. (Cerámicas: 36, 37, 38): a diferencia de otras cerámicas del primer milenio DC,

I Período

Cant. Frag. % Subtotal % Total

Más representadas:

Cerámica 2 602 27.7% 10.9%

Cerámica 4 893 41% 16.3%

Cerámica 8 678 31.2% 12.3%

SUBTOTAL 2173 39.7%

Menos representadas / complementarias:

Cerámica 3 140 12.4% 2.5%

Cerámica 5 213 18.8% 3.8%

Cerámica 6 217 19.2% 3.9%

Cerámica 7 220 19.4% 4%

Cerámica 24 145 12.8% 2.6%

Cerámica 40 139 12.3% 2.5%

Cerámica 44 55 4.8% 1.0%

SUBTOTAL 1129 20.6%

Alóctonas:

Cerámica 34 57 6.4% 1.0%

Cerámica 42 48 5.4% 0.8%

Cerámica 48 89 10.1% 1.6%

Cerámica 49 12 1.3% 0.21%

Cerámica 32 123 13.9% 2.2%

Cerámica 45 35 3.9% 0.63%

Cerámica 46 75 8.5% 1.3%

Cerámica 47 147 16.7% 2.6%

Cerámica 39 115 13% 2.1%

Cerámica 36 53 6.0% 0.96

Cerámica 37 26 2.9% 0.47%

Cerámica 38 71 8.0% 0.93%

Cerámica 17 17 1.9% 0.31%

Cerámica 19 11 1.2% 0.20%

SUBTOTAL 879 16.0%

III Período

Cant. Frag. % Subtotal % Total

Cerámica 1 1214 93.9% 22.1%

Cerámica 9 35 2.7% 0.63%

Cerámica 13 8 0.61% 0.14%

Cerámica 41 35 2.7% 0.63%

SUBTOTAL 1292 23.6%

TOTAL 5473

Tabla 2. Frecuencias y porcentajes de las cerámicas de TC1.

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se registra en porcentajes muy parejos en los recintos TC1A1 y TC1A2, donde por lo general, la mayor frecuencia se presenta en el último como consecuencia de no haber estado reocupado en el período Colonial. Algunos fragmentos se identificaron también en una de las tumbas relevadas por Weisser (1923) -TC40W1- (Granizo 2001). Finalmente, cabe destacar que se describieron cinco tipos distintos de impresiones sobre pastillaje entre los fragmentos recolectados en Tebenquiche (Granizo 2001).

Ciénaga. (Cerámicas: 46, 47): aparentemente emergente entre los siglos III AC y V DC (Tarragó 1984), en Tebenquiche se han clasificado dos tipos: gris con incisiones finas y gris inciso (Granizo 2001).

Hualfín. (Cerámicas: 34, 42, 48, 49): algunos fragmentos recolectados en Tebenquiche se corresponden con las descripciones hechas por González (1998). Los tipos cerámicos pintado interior negro, gris grabado, gris inciso, polícromo y gris liso son los representantes más variados y abundantes dentro de los fragmentos alóctonos.

Saujíl Pulido en Líneas. (Cerámica 32): alfarería temprana que se relacionaría con el estilo Ciénaga (Sempé 1977; González 1998).

Cerámicas locales más representadas

Cerámica 2: podría haber sido usada para el almacenamiento y preparación de alimentos debido a la relación establecida entre el tamaño, el peso y la posición de las asas respecto al cuerpo (Granizo 2001). Su representación es alta no sólo debido a la cantidad en que aparece, sino también por la cantidad de contextos en que está representada (la construcción de la casa y como ajuar funerario en tumbas).

Cerámica 4: aparece representada en tamaños que varían de medianos a grandes y podría inferirse que fue usada para la cocción de alimentos (Granizo 2001).

Cerámica 8: presentaría según Granizo (2001) cierta similitud formal con la Cerámica 39, San Pedro Negro Pulido. Posee un amplio repertorio de formas (vasos, escudillas, jarras, probablemente fuentes o platos) y tamaños con predominio de módulos pequeños y medianos. Debido a la alta variación, no se podría definir una función específica asociada (Figura 3).

Cerámicas locales menos representadas

Cerámica 3: está representada por recipientes pequeños abiertos como escudillas con poca capacidad (1 y 2 litros). En contextos funerarios se encontraron vasos y escudillas; significativamente no fueron hallados en la casa. Ningún fragmento presenta hollín, por lo que no habrían sido usadas para cocción de alimentos. Cerámica 5: no se registra para contextos funerarios. Los recipientes son medianos y pueden haber servido para almacenamiento (probablemente de agua). Cerámica 6: se trata de vasijas medianas de preparación o almacenamiento de alimentos. La mayor representación se encontró en la casa -TC1- no registrándose en contextos funerarios. Cerámica 24: se distingue por recipientes cerrados de tamaño mediano y grande, probablemente de a lmacenamiento o preparación de alimentos. No se encontró en contextos funerarios.

Cerámica 40: incluye recipientes pequeños y medianos para servicio tales como boles y escudillas con terminación cuidada.

Cerámica 44: se caracteriza por recipientes pequeños y medianos.

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Período III - Colonial

En TC1 las cerámicas representativas de este período se registran exclusivamente para el recinto A1, ya que éste fue el único reocupado. Estas son:

Caspinchango Ordinario (Cerámica 1): en el registro de Tebenquiche, supera ampliamente en número a las otras de éste período (Figura 4).

Yocavil Polícromo (Cerámica 9): decorada a través de motivos pintados tanto en el exterior como en el interior de las piezas.

Cabe aclarar que a pesar de que se identificaron también las Cerámicas 13 y 41 (Tablas 1 y 2), en este estudio no se las consideró debido a la técnica de muestreo desarrollada que se comenta en detalle en la siguiente sección.

ASPECTOS TEŁRICO - METODOLŁ-GICOS DE LA INVESTIGACIŁN

En este trabajo se propuso alcanzar una interpretación de los cortes delgados, dando cuenta de que lo que se observa en ellos (arcillas, minerales, rocas, etc.), se sustenta sobre un aspecto social. A diferencia de los análisis petrológicos que se realizan en rocas -y se relacionan con procesos naturales- cuando analizamos este tipo de material arqueológico bajo la misma técnica presumimos que se advierte un factor humano interviniente. Por lo tanto, cabría suponer que una cerámica -o su corte delgado- sería el resultado de una sumatoria de acciones o prácticas humanas (Cremonte 1996). Sin embargo, debemos aclarar que sólo algunas pueden dejar huellas o rastros, y que únicamente una parte de éstas, puede llegar a ser reconocidas en este tipo de registro. La acción concreta de hacer una pieza implica, a su vez: la selección de la arcilla y/o inclusiones, el tamizado de estos materiales, el agregado del agua necesaria, el amasado de la

Figura 3. Jarrita modelada de la Cerámica 8 recuperada debajo de la mampostería externa del muro este de TC1A1 (Haber 1999).

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pasta, el modelado, el alisado, la aplicación de pinturas o engobes, la realización de motivos decorativos y/o funcionales, la selección y recolección de combustible, la preparación del pozo u horno de cocción, la activación y mantenimiento del fuego, actividades que pueden o no dejar registro. Sin embargo, cabe aclarar que no todas estas son imprescindibles, y por lo tanto no siempre son realizadas por los alfareros (por ejemplo: tamizado, alisado y decoración).

Lo mismo ocurre con los métodos y técnicas que seleccionamos para estudiar estos materiales: algunos brindan cierto tipo de información que no se obtiene aplicando otros. Así, la escala macroscópica resultó útil para determinados objetivos mientras que el nivel microscópico puede serlo para ampliarlos y/o para proponer otros nuevos.

En relación a esto, un aspecto importante

que deberíamos plantear es el de la „centralidad de las categorizaciones‰ (Granizo 2001) -o los „divisores-acumuladores‰ para Orton et

al. (1997)- que daría sentido a que algunos fuesen „mejores ejemplos‰ que el resto de los miembros. Así, en cada pieza hay características centrales de forma, pasta y tratamiento de superficie que marcan su tipicidad y las características periféricas que marcan sus límites. Sin embargo, la definición de estas características periféricas puede ser muy arbitraria a la

hora de trabajar macroscópicamente. Por ejemplo, en algunos grupos ciertos atributos pueden ser más heterogéneos que en otros, y así, los criterios de centralidad (o tipicidad y periferia) no resultan tan sencillos de aplicar. En algunos de los casos descritos por Granizo (2001) vemos un ejemplo de lo anterior: los fragmentos de las Cerámicas 3, 4 y 5 son macroscópicamente muy heterogéneos, lo que nos lleva a preguntar si éstas reflejan un problema de la aplicación del criterio de centralidad-periferia. La realización de cortes delgados puede resolver parte del problema planteado, ya que la identificación precisa de las inclusiones, así como su distribución dentro de la pasta, puede mostrar si se corresponden a una sola práctica o a diferentes prácticas de manufactura.

Podemos suponer el caso en que dos alfareros tomaran las mismas arcillas y antiplásticos para realizar una pieza (siguiendo las mismas pautas de forma, acabado superficie, etc), pero que el procesamiento de los materiales y las técnicas de manufactura no estuvieran igualmente pautados. Al respecto nos sería lícito suponer que el producto final a ojo desnudo sería el mismo, pero a nivel microscópico se observaría una gran variabilidad entre ambas piezas. Si a este ejemplo se le suma la posibilidad de que las fuentes de arcillas, así como los antiplásticos fueran distintos, veríamos microscópicamente pastas muy variadas a pesar de la similitud macroscópica. A este tipo de información apunta este trabajo y es la que no se tendría en cuenta al contemplar exclusivamente una escala macroscópica.

Selección de las muestras

Inicialmente, para seleccionar los fragmentos a estudiar se tuvo en cuenta el índice de porcentaje de bordes, cuellos, cuerpos, bases y asas asentados en la base de datos de TC1. El registro cerámico presentaba un problema respecto de la representación de bases y asas, ya que no todos los grupos contaban con

Figura 4. Olla Caspinchango Ordinario del Período III de ocupación de Tebenquiche Chico (Haber 1999).

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dichos segmentos. Si bien los cuerpos y cuellos estaban muy representados, se seleccionaron los fragmentos de bordes ya que éstos pueden ser cómodamente diferenciables, sobre todo, con relación al porcentaje de la circunferencia registrada.

La selección se basó en un examen macroscópico previo y, teniendo en cuenta la variabilidad interna dentro de los grupos cerámicos, se planteó tomar fragmentos que pertenecieran a vasijas distintas. Además, se consideraron aspectos de peso, priorizando fragmentos por arriba de un umbral mínimo para poder realizar el corte del material cerámico. También se tuvo en cuenta la posición estratigráfica y asociación contextual de los fragmentos, eligiendo aquellos que pudieran aportar información en la interpretación final (descartándose materiales provenientes de zaranda y de flotación).

Teniendo en cuenta que esta técnica es destructiva, se optó por no perder fragmentos relevantes -y únicos- para futuros análisis. Por lo tanto en la medida de lo posible, y cuando había muchos fragmentos seleccionables, tampoco se escogieron los que estuvieran ensamblados, decorados, con perforaciones de reparación y/o con pintura o engobe.

Las muestras (Tabla 3) quedaron reducidas a 45 fragmentos de bordes, ya que se obtuvieron dos por cada grupo cerámico a fin de ser comparables entre sí. Teóricamente, cada una de éstas debía constituir vasijas diferentes dentro del mismo grupo de pasta. En algunos casos, debido a que el EVE5 registrado fue inferior a dos vasijas sólo se pudo realizar una sección (Cerámicas: 19, 34, 36 y 37). Cabe aclarar además, que la Cerámica 49 del Período I y las Cerámicas 13 y 41 del Período III quedaron excluidas del análisis debido a que en el repertorio de fragmentos no había bordes para seleccionar.

Debe indicarse por último que para este

trabajo se resolvió orientar y cortar todos los fragmentos en sus secciones verticales.

La cuantificación por EVE de borde no resultó significativa para algunos grupos cerámicos, ya que algunos no pudieron ser representados, y otros, sólo lo fueron con un corte delgado. Deberían considerarse otros segmentos de la vasija (ej: cuello, cuerpo etc.) para emprender nuevos análisis y reducir este sesgo en los resultados obtenidos.

La técnica de cortes delgados

Respecto de esta técnica podemos decir brevemente que es una especialidad de la geología que fue introducida al análisis arqueológico de éstos materiales inicialmente por Shepard en 1954 (1995). Entre otras tantas posibilidades, nos permite identificar mineralógicamente las inclusiones (composición de las pastas), el tamaño, forma y abundancia de las mismas, modos tecnológicos, técnicas de cocción, procedencia de materias primas, etc.

La realización de cortes delgados no es demasiado costosa, pero hay que considerar que esta técnica es destructiva e implica bastante tiempo, por lo tanto, no es posible aplicarla a todo el conjunto cerámico. Se deberá, siempre, seleccionar una muestra representativa de acuerdo a los objetivos que se persiguen en cada investigación.

Específicamente, los cortes se realizan en un fragmento cerámico de por lo menos 2 o 3 cm2, que tras un pulido constante con varios tipos de abrasivos (malla 80, 180, 3f y óptico), debe adquirir un espesor de entre 25 y 30 micrones (ø). Este espesor se logra controlando constantemente el pulido con el microscopio petrográfico, teniendo en cuenta los colores de interferencia de los minerales (el cuarzo es el más usado en este aspecto). Si se adelgaza demasiado se pierde parte del material cerámico y/o algunas inclusiones pueden desprenderse. Por el contrario, si se

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Tabla 3. Algunos datos macroscópicos (Granizo 2001) y microscópicos de las cerámicas de TC1.

DATOS MACROSCÓPICOS DATOS MICROSCÓPICOS

CERAMICA MUESTRA Peso (kg) Espesor (mm) EVE Bordes Cant. Fragm. Color Textura Otras observaciones

13.43 14,8 4,8

69 1214pardo gruesa

2.38 - 4,5 negro fina

273.7 41,5 9

21 602pardo gruesa

5.10 14,5 5,3 pardo media

327.29 10,9 2

16 140pardo media

114.201 9 5,9 pardo media distrib. heterogénea inclus.

4108.555 22 5,5

57 893negro media

19.545 18,4 7,5 pardo media

518.215 102,2 12

12 213pardo media

0.58 9,6 6,5 pardo media

6104.114 12,4 6,6

2 217negro media

114.16 3,8 8 pardo gruesa distrib. heterogénea inclus.

7108.18 2 8

3 220pardo gruesa distrib. heterogénea inclus.

8.1 3,2 4,5 pardo gruesa distrib. heterogénea inclus.

8541.415 26,2 7

81 678pardo gruesa

157.31 13,7 4,7 pardo gruesa

93.15 3 5

7 35pardo fina

3.29 5,5 4 pardo fina

172.19 5,9 5,5

3 17pardo fina distrib. heterogénea inclus.

2.12 1,9 8 negro fina

2418.ZG 6,2 6

4 145pardo media

30.16 11,3 5,4 pardo media distrib. heterogénea inclus.

3220.392 4,3 4,3

21 123gris media distrib. heterogénea inclus.

53.12 4,9 4,6 pardo media distrib. heterogénea inclus.

395.6 6,6 -

22 115negro media

5.11 8,1 3 pardo gruesa

40108.4 19,8 -

11 139pardo media

26.16 3,7 4,3 pardo media

42108.433 4,3 -

3 48pardo fina

24.348 0,9 4,3 pardo media

44108.662 3,5 3

4 55pardo fina

4.1 4,6 5,6 pardo fina

45102.ZG 10,7 4,6

6 35pardo media

19.417 9,3 6,8 negro media

4623.66 7,2 3,4

14 75pardo fina

29.79 11,1 4,4 gris media

47160.17 4,8 4,2

30 147negro fina

541.385 4,9 4,5 pardo fina

48541.754 2,7 2,8

16 89pardo fina

24.24.ZG 4,1 4 pardo fina

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adelgaza menos de lo indicado, los minerales no van a quedar transparentes al microscopio y no podrán ser identificados. Con relación a esto, se debe mencionar que el microscopio petrográfico es el requerido para esta técnica porque tiene la particularidad de proyectar luz polarizada que permite que los minerales transparentes puedan ser identificados según sus propiedades ópticas.

Interpretaciones microscópicas de los cortes

Para identificar los minerales en cortes delgados es imprescindible conocer las propiedades ópticas que éstos presentan bajo microscopio. Basándonos en Kerr (1965) para esta tarea se elaboró una ficha de identificación en la cuál se registraron todos los tipos minerales y sus propiedades en cada una de las muestras.

En el momento de describir un corte delgado es importante delimitar no sólo las metas, sino además es conveniente definir algunos rasgos. A continuación, se detallan algunos de los más importantes:

Inclusiones: son los agregados artificiales o intencionales de las pastas. Estos materiales también suelen recibir otros nombres: antiplásticos (Serrano 1958; Cremonte 1986-1987, 1996), inclusiones no plásticas (Bishop et al. 1982; Lorandi et al. 1991; Sinopoli 1991; Shepard 1995; Orton et al. 1997; Cremonte 1999) o desgrasantes (Orton et al. 1997). Entre las inclusiones artificiales más recurrentes podemos nombrar los tiestos molidos, los restos vegetales, las rocas volcánicas, las fibras textiles, etc. (Cremonte 1986-87; Shepard 1995).

Esta distinción entre minerales naturales y artificiales es fundamental para los análisis de composición, ya que a través de los materiales que se adicionan será posible interpretar diferentes grupos de pastas, como así también distinta procedencia de las materias primas

empleadas. Las variables usualmente más consideradas para la distinción entre inclusiones y matriz son el tamaño y la forma de los granos (Bishop et al.1982; Stoltman 1990; Sinopoli 1991).

Matríz: compuesta tanto por las arcillas como por sus inclusiones naturales, que en general, tienden a ser finas -inferiores a 0,002 mm- (Cremonte 1996).

Poros: también llamados cavidades, son pequeños espacios de aire que pueden formarse posiblemente por un amasado inadecuado de la pasta o por el tipo de cocción efectuada. Según Cremonte (1996), se producen poros también como consecuencia de algunas técnicas de modelado en las que quedan espacios entre las uniones, o bien, por la calcinación de algunos materiales orgánicos de las pastas. Lo importante a tener en cuenta es que la porosidad afecta algunas de las propiedades físicas (resistencia a la abrasión y golpes, permeabilidad, eficacia calórica, entre otras), por lo tanto resulta una vía útil para el estudio tecnológico y funcional de las pastas.

DETERMINACIONESCUALI-CUANTITATIVAS

1) Color de la pastas (Tabla 3)

Las observaciones se efectuaron bajo microscopio petrográfico con nicoles paralelos y para describir el color se trabajó con cuatro estados: pardo, rojo, negro y gris. En las muestras se observó una preponderancia del pardo (73%) sobre los otros (negro 20%, gris 7%). Esta variable -determinada también macroscópicamente por Granizo (2001)- resultó en ambas escalas de análisis, con una marcada distribución irregular en un alto índice de fragmentos. Este dato es importante porque podría relacionarse con atmósferas poco controladas y/o con escaso dominio del

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ambiente de cocción por parte de los alfareros. Sin embargo, debemos tener en cuenta que para investigar la tecnología de cocción se requiere de técnicas más complejas como la difracción por Rayos X (DRX), microscopía electrónica de barrido (SEM), espectroscopía vibracional (IR-raman) además de estudios térmicos como activación neutrónica (NAA) y otros análisis químicos convencionales y por microsonda entre otros (Cremonte y Botto 1994).

2) Estimación textural de las pastas (Tabla 3)

Las variables aplicadas generalmente por lo geólogos al estudio de las texturas en las rocas metamórficas (nematoblástica, granoblástica, porfiroblástica y lepidoblástica) fueron puestas a prueba en el conjunto de TC1. Los resultados indicaban texturas asimilables tanto a la variable porfiroblástica como granoblástica, dejando sin representación las nematoblásticas, que son características de los minerales de hábito acicular y prismático. En relación a este sesgo se decidió seguir la propuesta de Shepard (1995) que señala que las texturas de las pastas son influenciadas primariamente por las inclusiones no-plásticas, el tamaño de los granos, la forma y cantidad de los mismos.

De este modo, la textura fue descripta teniendo en cuenta criterios de la Escala Granulométrica de Wentwort de 1922 (González Bonorino y Terugi 1965). Se adoptaron para ello tres tipos en relación con el tamaño de las inclusiones: fina (<0,06 mm) media (0,06-0,25 mm) y gruesa (0,25-1,00 mm), y este aspecto se complementó con la descripción de la ordenación-distribución de las inclusiones dentro de la matriz (homogénea y/o heterogénea). Este análisis textural de las pastas se orientó a describir la variabilidad de los casos estudiados.

3) Escala ordinal de las inclusiones

En el conjunto estudiado se obtuvo una preponderancia de: cuarzo, feldespato, plagioclasa,

muscovita, biotita, fragmentos de roca, minerales

opacos, nódulos de arcilla, tiesto molido.

Las generalidades de estos minerales identificados en las pastas de TC1 pueden ser resumidas de la siguiente manera:

El cuarzo es el mineral más frecuente y el único presente en todos los cortes delgados estudiados (n=45). Generalmente podemos decir que se presentan límpidos y frescos, en algunos casos también, se observaron cuarzos policristalinos.

Los feldespatos -que incluyen especies sódico-cálcicas y potásicas- se presentaron en altas proporciones (n=33), aunque este último grupo fue más abundante. Esta variedad de feldespato-potásico (microclino, ortosa, sabidina) es característica de las rocas ígneas más ácidas, especialmente los granitos. En casi todos los casos, el feldespato potásico fue muy difícil de identificar a excepción del microclino que bajo microscopio presenta un característico maclado en su superficie.

La plagioc lasa , feldespato del grupo calcosódico, es diferenciable en los cortes delgados por su característico maclado. Utilizando los ángulos de extinción en maclas de albita (método Michel Levy) se determinaron plagioclasas con composiciones que varían entre An30 (oligoclasa-andesita) y An50 (andesita-labradorita). Este dato es importante ya que la composición de las plagioclasas tiene estrecha relación con las rocas ígneas que les dieron origen, sean tanto las de enfriamiento rápido como lento (volcánicas). Mineral también muy frecuente (n=33).

De las micas se distingue la biotita (n=33) y la muscovita (n=28). Se puede mencionar que se han identificado agrupaciones de laminillas de muscovita hacia los bordes de algunas muestras, y en otras, laminillas siguiendo un ordenamiento fluidal (González de Bonaveri et al. 2000). También, se observó en algunos

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cristales minerales, laminillas con forma curva alrededor de éstos. Posiblemente, esta curvatura se pueda haber producido por la presión ejercida a la pasta mientras estaba siendo manipulada por el alfarero, ya que sería mas improbable que se pueda relacionar con aspectos de cocción de las piezas (Gustavo A. Toselli, com. pers. 2005).

En el microscopio de polarización se

observaron además minerales opacos (la luz del microscopio no los atraviesa y se observan entonces opacos y/o oscuros). Se puede inferir que dentro del grupo de los óxidos, los minerales que se presentan más rojizos pueden ser atribuidos a hematita, mientras que los más oscuros (negros), pueden atribuirse a magnetita (González de Bonaveri et al. 2000). Aunque los minerales opacos pueden contenerse naturalmente en las arcillas (Orton et al. 1997), éstos podrían deberse a una malograda atmósfera de cocción, como también a un escaso tratamiento de la arcilla y/o escasa molienda de pigmentos. Alta representatividad de éstos minerales (n=34).

Nódulos de arcilla, son cuerpos concrecionales y pequeños -bien pueden ser redondeados, esferoidales y/o elipsoidales- que se observan comúnmente con una coloración pardo-rojiza y opaca. En las pastas, posiblemente deban su origen a un escaso amasado de la arcilla, aunque este tipo de material puede ser común en algunos tipos de arcillas (González Bonorino y Terrugi 1965). Es muy escasa su representación en los cortes estudiados (n=10).

Los fragmentos de roca en los cortes estudiados varían en su granulometría entre 0,07 y 0,01 mm, pudiendo identificarse según la escala propuesta por González Bonorino y Terrugi (1965) como arenisca fina y limonita. También se registraron granos muy finos (<0,004 mm) que corresponderían a rocas sedimentarias y fragmentos de grano grueso y a rocas de composición granítica (feldespato potásico, cuarzo y plagioclasa sódica).

La identificación del tiesto molido resulta dificultosa cuando la coloración del corte delgado es oscura, o bien si la textura de la pasta es gruesa con muchas inclusiones que se presentan heterogéneamente, y en caso de que los tiestos tengan escasas dimensiones. Sin embargo, el reconocimiento de los mismos no puede confundirse con el de los nódulos de arcilla, ya que éstos tienen una mineralogía diferente, generalmente más fina que los tiestos. Se presentaron muy escasos en los cortes delgados estudiados (n=7).

Se identificaron por último otros minerales que se presentaron como pequeños cristales (0,03 mm), muy escasamente distribuidos (n=2). Uno de éstos fue la ftanita (roca sedimentaria de origen químico con alto contenido de sílice: ópalo, calcedonia y principalmente cuarzo), cristales de epídoto (que son alteraciones de la plagioclasa en la etapa póstuma de solidificación magmática) y finalmente, cristales de turmalina (pequeños cristales como inclusiones y algunos de ellos también como componentes de fragmentos de roca granítica).

4) Tamaño, grado de desgaste y ordenamiento de las inclusiones

A través de una comparación visual propuesta por Orton et al. (1997) se estimó para cada uno de las cortes delgados estudiados la esfericidad-

desgaste (para estimar el grado de erosión y desgaste sufrido por los cristales); el tamaño-

porcentaje (para determinar la frecuencia de inclusiones en la matriz); y la medida-ordenación

(para indicar homogeneidad en los tamaños de las inclusiones). Estos parámetros resultaron muy útiles como una primera aproximación al estudio de las pastas, sin embargo deberían realizarse otras determinaciones más exhaustivas a futuro (como point counter).

5) Cristales alterados y/o modificados

Se han identificado cristales alterados, aunque debemos tener en cuenta que el hecho

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de que el cuarzo, la muscovita y los feldespatos potásicos sean los más representados en el conjunto de TC1 no es aleatorio, sino que se relaciona estrechamente con la naturaleza propia de cada uno de ellos (mayor o menor resistencia a la meteorización).

Se registraron cuarzos fracturados, posible-mente por altas temperaturas soportadas durante la cocción, y/o por la contracción-dilatación producida en las arcillas por la entrada de aire repentina, por ejemplo, mientras se seca una pieza. Sin embargo, este hecho sería más factible que se produjera durante el amasado que debido a agentes naturales y/o a métodos de cocción (Gustavo A. Toselli, com. pers. 2005). También se identificaron feldespatos alterados, los cuáles generalmente se alteran durante la fase hidrotermal (-400À) que posteriormente los transforma en arcillas. Aunque varios cortes presentaron este tipo de alteraciones, la Cerámica 8 es la única que se caracteriza con un elevado número de éstos cristales (en el siguiente apartado se retoma e interpreta éste aspecto). Por último, cabe mencionar algunos cristales de plagioclasa deformada con sericita, y algunos fragmentos

de roca con cristales alterados.

6) Rasgos decorativos: engobes y/o pintura

En el conjunto analizado, la pintura fue reconocida a nivel microscópico como muy delgada (0,08-0,17 mm) y opaca (negro). El engobe se distinguió por ser algo más grueso (0,26-0,31 mm) con una coloración diferente (rojizo) sin llegar a ser totalmente opaco. Respecto a la mineralogía, es marcadamente diferente al resto de la matriz, con inclusiones más pequeñas (por ejemplo: cuarzos de 0,03-0,07 mm) agrupadas y equilibradamente ordenadas. Definiciones para indicadores microscópicos de „engobe‰, „falso engobe‰, etc, fueron adoptados del trabajo propuesto por López (2000-2002).

7) Poros y/o cavidades de las pastas

Respecto a esta variable, cabe aclarar que no fue registrada a escala microscópica ya que, al igual que lo planteara Palamarczuk (2002), se consideró que podrían ser inexactas estas mediciones. Para registrar la porosidad y no confundirla con las cavidades propias que pueden quedar después de la instancia del corte y pulido de los fragmentos (donde podrían saltarse algunas inclusiones de las pastas), sería necesario aplicar a priori una resina especial que tiñe de color los poros de las pastas.

CONCLUSIONES EINTERPRETACIONES FINALES

Composición de las pastas

Cabe destacar primeramente que la variedad de minerales identificados en los cortes delgados resultó de una magnitud superior a la registrada bajo lupa binocular. Esto en parte se debe a que ciertas inclusiones de la pasta, como por ejemplo las plagioclasas o el tiesto molido son difícilmente diferenciables bajo lupa binocular. Un ejemplo de ello es la Cerámica 8. Macroscópicamente fue definida, entre otras características, por un conjunto abundante y homogéneo de inclusiones „blancas‰ (Granizo 2001) que no eran a esa escala de análisis identificables al cuarzo. Sólo a través del uso de la petrografía se pudo identificar a estas inclusiones como feldespatos potásicos alterados.

Al respecto cabe mencionar que el uso de la petrografía permitió no sólo identificar este tipo de inclusiones, sino también aclarar algunos aspectos acerca de la relación entre ésta y la 39 (San Pedro Negro Pulido). Granizo (2001) planteó una similitud formal entre ambas en lo que respecta a morfología y decoración.

Las muestras presentan ciertas diferencias a nivel petrográfico a pesar de asimilarse

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macroscópicamente. La principal característica es que ambas pastas de la Cerámica 8 presentan feldespatos potásicos alterados, que no sólo no se registran en la Cerámica 39, sino que no se hacen presentes de la misma forma en ninguna otra del conjunto analizado (Tabla 4). Cabría suponer que, a pesar de utilizarse materiales diferentes en la manufactura de ambas, se estaría imitando -quizás localmente- una práctica de elaboración de la Cerámica 39, originaria de los oasis atacameños (Chile). No sólo se discute esta hipótesis para este caso tan sugestivo, más adelante se retoma para otras del sitio.

Por otra parte, la distinción entre inclusiones naturales y artificiales no resultó tarea sencilla debido a las diversas causas que dan forma a los cristales y a las impurezas propias de las arcillas. Una consideración importante es que, si bien algunas arenas gruesas o minerales gruesos pueden ser residuos de arcillas, éstos se presentan gastados y/o rodados.

En relación a la propuesta de Orton et al (1997), se pudo estimar una baja frecuencia de cristales muy angulosos a sub-angulosos en el conjunto analizado; esto contrasta con una vasta presencia de cristales de esfericidad alta (sub-redondeadas a muy redondeadas). Los componentes con alto grado de esfericidad pueden interpretarse como resultantes del transporte fluvial, mientras que los cristales angulosos pueden ser producto de la fractura característica del transporte eólico (González de Bonaveri et al 2000). Sin embargo, no debemos dejar de considerar que en el área de estudio el trasporte fluvial no es considerablemente importante.

La forma angulosa de algunos minerales quizás podría ser interpretada a causa del procesamiento manual del alfarero, por ejemplo, al moler fragmentos de roca para incorporarlo como antiplástico a la pasta. Sin embargo, esto no siempre habría sido el caso. Por ultimo, también podríamos suponer que

estas arcillas (con alto grado de desgaste) habrían sido extraídas de los depósitos que se originan en la vega del fondo de la quebrada de Tebenquiche y/o en otras quebradas cercanas. Para profundizar en este aspecto, debería ampliarse el número de muestras y considerar una futura localización de bancos o depósitos de arcilla.

Por último, otro aspecto importante a mencionar es la presencia de tiesto molido en algunas pastas (Cerámicas 47, 24, 17 y 4) (Tabla 4). Al identificar este material podríamos interpretar una acción deliberada e intencional, ya que se obtendrían por el procesado de otras vasijas preexistentes (fracturadas y/o agrietadas en desuso). Sin embargo, no podemos referirnos a la práctica de incluir tiestos como un aspecto intencional y estandarizado cuando los mismos se presentan en sólo algunos cortes y en un bajo porcentaje. El hecho que no se haya reconocido en otras secciones podría deberse al sesgo propio que implica este tipo de análisis donde sólo se observa una fracción muy pequeña de la pieza en estudio.

Procedencia de la materia prima

Las inclusiones reconocidas en los cortes delgados de TC1 son bastante homogéneas; el hecho de que el cuarzo, la muscovita y los feldespatos potásicos sean los más representados en el conjunto no es aleatorio sino que se relaciona estrechamente a la naturaleza propia de cada una de ellos.

Entre los minerales y rocas identificados no se detectaron materiales que pudieran indicar un área de aprovisionamiento determinada, ya que todos los minerales pueden ser obtenibles en la región de estudio. Por ejemplo, minerales como el cuarzo, biotita, muscovita y feldespatos son coherentes con granitos del paleozoico temprano que se presentan en la zona de los cerros Tebenquiche y Volcán de Antofalla (Gastaldi 2002). Por el momento sólo se puede mencionar al respecto el sugestivo caso de

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Tabla 4. Presencia-ausencia de algunos rasgos microscópicos identificados en las muestras de TC1.

Cerámica Muestra Fluidal. Inclus. Nódul. arcilla Lám. curv. mica Cuarzos fract. Feld. alterados T. molidos Pintura Adherid. ?

13.43 X

2.38 X

273.7 X

5.10 X

327.29 X

114.201

4108.555 X X

19.545 X X

518.215 X

0.58 X

6104.114 X

114.16 X

7108.18 X

8.1

8541.415 X X

157.31 X X X

93.15 X

3.29 X

172.19 X X X X

2.12 X X

2418.ZG X X

30.16 X X

3220.392

53.12 X

395.6 X

5.11

40108.4

26.16

42108.433

24.348

44108.662 X

4.1 X

45102.ZG

19.417

4623.66 X

29.79 X X

47160.17

541.385 X

48541.754

24.24.ZG X

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la Cerámica 8, cuyas muestras son las únicas de todo el conjunto estudiado que presentan pastas con alta representación de feldespatos alterados. Este hecho permitía suponer que la materia prima pudo haber sido extraída de una misma fuente, sin embargo, seria necesario plantear prospecciones para detectar fuentes de arcillas y afloramientos que podrían haber sido utilizados para la producción local.

Por último, debemos señalar que si bien no contamos con suficientes datos arqueológicos, la región cuenta con los recursos básicos para procurar una manufactura a escala local -combustible (leña y/o guano), agua, y arcilla- por lo pronto no es posible confirmar ni descartar esta posibilidad.

Aspectos Tecnológicos

A través de los cortes delgados se identificaron algunos rasgos que pueden relacionarse con las prácticas de manufactura (Tabla 4):

a) Nódulos de arcilla en las pastas (Cerámicas 3, 8, 9, 17, 44 y 46): son grumos que tienden a formarse en la pasta por la manipulación del material durante la elaboración de las piezas.

b) Fluidalidad de las inclusiones6 (Cerámicas 2, 8 y 48): orientación paralela de las inclusiones que se interpreta como consecuencia de una manufactura realizada por la técnica de rodete (González Bonaveri et al. 2000). Debemos tener presente que esta característica es sólo ocasionalmente observada al microscopio ya que su identificación dependerá de la porción del tiesto seleccionado, como así también de la orientación del corte.

c) Láminas curvas de mica (Cerámicas 1 y 44): podrían originarse por la presión ejercida por el alfarero durante el amasado y modelado de la arcilla. Cabría suponer entonces que esto se relacionaría con el proceso mismo de manufactura y no con aspectos de cocción de

las arcillas. Sin embargo, debería evaluarse esta interpretación en futuras muestras y con más datos experimentales. Por último,

d) Cuarzos fracturados (Cerámica 2, 5 y 46): probablemente vinculados a temperaturas de cocción muy elevadas -posiblemente también muy prolongadas- que provocan el quiebre o fractura de los cristales (Gustavo A. Toselli, com. pers. 2005).

Decoración y acabado de las superficies

En algunos cortes delgados (Cerámicas 17 y 24) se han identificado rastros de pintura, que rectifican las descripciones macroscópicas formuladas por Granizo (2001) para esos casos (Tabla 4). Debería tenerse en cuenta que no siempre es posible hacer estas observaciones en los cortes delgados, ya que al pasar los fragmentos por varias instancias de pulido y corte, se corre riesgo de perder esas delgadas capas que conforman los acabados de superficie. Por lo tanto, si sólo se busca identificar estos acabados, la petrografía no sería la técnica más adecuada.

Por otra parte, algunos fragmentos de las Cerámicas 1, 4, 5, 8, 17 y 24, presentaron un marcado borde isótropo -opaco e irregularmente distribuido- que no ha podido ser identificado como parte decorativa de las piezas (Tabla 4). Una hipótesis a explorar es que el hollín causado por las reiteradas cocciones podría haber impregnado la pieza, aunque también es factible suponer la absorción de alimentos grasos en los casos en que esta isotropía se presenta en ambos bordes de la sección delgada (superficie interna y externa de la pieza). Análisis cromatográficos de gases podrían aclarar este aspecto.

Variabilidad macro y microscópica

Los resultados alcanzados sugieren que algunas de las pastas locales del primer milenio pueden ser comparables macro y microscópicamente (Cerámicas: 6, 7, 8, 24,

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40, 44), más que otras, también locales y del mismo período (Cerámicas: 2, 3, 4, 5). De éstas últimas, la Cerámica 3 es la que presenta mayor variabilidad entre sus fragmentos por lo que deberían plantearse nuevos análisis (a nivel macro y microscópico).

Respecto de las alóctonas resulta interesante que, aunque todas ellas son estilos formalmente identificados y definidos para la arqueología del Noroeste Argentino, sólo tres han podido ser comparables macro y microscópicamente (Cerámicas: 39, 47, 48). Para las restantes alóctonas (Cerámicas: 17, 42, 45, 46) se apreció que piezas similares externamente -o bien que buscaron equipararse- contenían en sus pastas diferentes materiales. Para estas cerámicas -con alta dispersión y diversidad de posibles lugares de manufactura- debería considerarse la eventualidad de que una misma „manera de hacer‰ (Orton et al. 1997) haya sido imitada en diversos lugares.

La Cerámica 9 del período Colonial plantea el mismo caso. La variabilidad microscópica entre ambos cortes no es comparable con las características macroscópicas que comparten ambos fragmentos. Por lo tanto, cabría pensar también que la manufactura se podría haber desarrollado bajo una misma tendencia. Sin embargo, pueden haberse usado diversos recursos o incluso diferentes lugares de producción. Para explorar este aspecto, se necesitará estudiar microscópicamente más fragmentos a futuro. Para concluir, debemos mencionar que el presente trabajo intentó introducir una nueva escala de observación (perspectiva petrográfica) al estudio de la cerámica de Tebenquiche Chico como un medio para acercarse a los problemas planteados en torno a cómo se hacían las vasijas (tecnología).

Debemos desatacar que se logró avanzar en los datos composicionales, en algunos rasgos tecnológicos y en aspectos de la variablidad de las pastas. En relación a esto, se identificaron

prácticas particulares de manufactura en algunos casos alóctonas, quedando planteados aspectos importantes para seguir profundizando en estos casos particulares. No fue posible, sin embargo, explorar en mayor detalle aspectos relacionados a la procedencia de las materias primas (y por lo tanto ampliar aspectos locales y/o alóctonos de las mismas). Creemos que los resultados expuestos abrirán perspectivas para investigaciones futuras.

Recibido en marzo de 2007

Aceptado en septiembre de 2007

NOTAS

1 Haber define “Un compuesto doméstico como el espacio ocupado por un conjunto de estructuras arquitectónicas integrado por un núcleo residencial compacto de habitaciones y patios, generalmente acompañado por estructuras agrícolas (parcelas y/o andenes) en cuyo caso se observan canales de riego. Esta estrecha asociación entre habitaciones, patios y parcelas agrícolas, incluye asimismo a los canales que en cada caso proveían con agua para regar los cultivos” (Haber 1999: 147). Cada compuesto consta de uno o varios recintos contiguos que conforman lo que Haber (1999) denomina “núcleo residencial compacto”.

2 Esta idea de Paisaje del Oasis hace referencia a la construcción de los compuestos domésticos como un conjunto de “pequeños Oasis” autosuficientes por medio de una práctica y representación de una “lógica” claramente agrícola (Haber 1999, 2001).

3 Sólo en la recolección superficial del compuesto TC32 se encontró cerámica Inca. Ésta es la única evidencia de una probable ocupación del Período II en el sitio. Según Haber (1999), es muy probable que Tebenquiche Chico haya estado desocupado durante por lo menos dos siglos antes de la depositación del material Inca, alrededor del siglo XV.

4 Teniendo en cuenta las dimensiones de los fragmentos -radio, altura, etc.- Granizo (2001) confeccionó una reconstrucción virtual de las vasijas, lo que le permitió

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estimar el volumen aproximado de las mismas. En relación a esos valores, se determinaron los siguientes rangos: pequeño (0,3 a 1,5 litros), mediano (2,1 a 5,0 litros) y grande (15,2 a 20,8 litros).

5 “Debido a la dificultad de calcular el número de recipientes representados en un conjunto de fragmentos (sobre todo determinar si los fragmentos que no ensamblan provienen de la misma vasija) la medida se estima a través del Equivalente Estimado de Vasijas (EVE) (Orton 1975) que se fundamenta en la idea de que todo fragmento representa una determinada proporción de la vasija. Para poder realizar este cálculo se considera el porcentaje de borde como si fuera una fracción del total, ya que son los bordes los fragmentos más fáciles de medir como proporción de una totalidad. De esta manera sumando todos los fragmentos de borde se puede estimar la cantidad de vasijas representadas” (Granizo 2001: 33). El concepto de EVE fue tomado de Orton et al. (1997), calculando la sumatoria de los porcentajes de borde/100 (100%=1 vasija).

6 Esta definición corresponde a la asignada por González de Bonaveri et al. (2000) a la “textura fluidal” o “fluidalidad” de algunas inclusiones o microcavidades que se acomodan a los contornos de los otros fragmentos mayores en la misma sección. Cuando estás se presentan caóticamente se las denomina texturas “arremolinadas”.

AGRADECIMIENTOS

En la realización de éste trabajo debo agradecer el apoyo académico otorgado por los Dres. Alejandro F. Haber y Gustavo A. Toselli. También, mi agradecimiento es para la Universidad Nacional de Catamarca y el Departamento de Geología de la Facultad de Ingeniería, Agrimensura y Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Rosario, que han abierto sus puertas a mi formación técnica. Por supuesto, también el apoyo afectivo fue muy importante: mamá, abuelos, sobrinas, amigas y mi esposo, han estado siempre ahí dando lo mejor. No quiero dejar de nombrar a mis nuevos compañeros del Centro Nacional Patagónico (CONICET) y a mi directora la Dra.

Julieta Gómez Otero, que permiten un espacio de trabajo muy cálido todos los días. Finalmente, quiero agradecer el aporte de los evaluadores, fundamental, para delinear e integrar algunos aspectos de contenido y de forma.

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1923. Notas de campo originales no publicadas. Ms. en archivo del Museo Etnográfico „J. B. Ambrosetti‰, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

* Verónica Schuster es egresada de la carrera de Antropología (orientación Arqueología) de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Este trabajo forma parte de su tesis de licenciatura defendida en Noviembre de 2005. Actualmente es becaria doctoral de CONICET, investigando la tecnología cerámica de los grupos cazadores-recolectores de la costa septentrional de la Patagonia Argentina. Dirección de contacto: [email protected]

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œCŁMO, DŁNDE Y CU˘NTO? EL USO DE RECURSOS VEGETALES Y ACTIVIDADES DE MANTENIMIENTO EN GRUPOS CAZADORES RECOLECTORES PATAGŁNICOS

Pamela Violeta Chávez *

RESUMEN

Este trabajo analiza las características del uso de recursos vegetales y su incorporación dentro de las actividades de una localidad que evidencia un uso planificado. El objetivo es analizar las actividades de obtención, procesamiento y consumo de recursos vegetales e implementar nuevos procedimientos metodológicos. Usamos los materiales del Bloque Reciente (1810-990 AP) de Cerro de los Indios 1, Lago Posadas, Santa Cruz. Del conjunto arqueobotánico en cada ocupación realizamos un análisis diacrónico para identificar artefactos y ecofactos vegetales y un análisis sincrónico para ver la distribución espacial. Sobre esta base inferimos las características del uso de los recursos vegetales y las actividades de mantenimiento para una localidad con ocupaciones persistentes. Los resultados concuerdan con lo esperado para la existencia de planificación en el uso de la localidad. Este trabajo es una contribución al diseño metodológico en los análisis arqueobotánicos de Patagonia centro meridional.

Palabras clave: Arqueobotánica - Uso anticipado - Metodología - Abundancia - Mantenimiento

ABSTRACT

This paper analyzes the use of plant resources and their incorporation into the spatial organization of activities at a locality with evidence for a planned occupation. The aim is to study the procurement, processing and consumption of plant resources, as well as implementing new methodological procedures for materials from the Bloque Reciente (1810-990 AP) occupations at Cerro de los Indios 1, Lago Posadas, Santa Cruz province. We carried out a diachronic analysis of the archaeobotanical assemblages of several layers in order to identify plant artifacts and ecofacts and a synchronic analysis to study their spatial distribution. On this basis we inferred the intensity of use for plant resources and maintenance activities for a locality with persistent occupations. The resulting patterns correspond with what is to be expected for a locality with anticipated use. This study is also a contribution to the methodological design of archaeobotanical analyses in Southern Patagonia.

Key words: Archaeobotany - Anticipated use - Methodology - Abundance - Maintenance

* Instituto de Arqueología, FFyL, UBA - [email protected]

Chávez, Pamela Violeta. 2007. ¿Cómo, dónde y cuánto? El uso de recursos vegetales y actividades de mantenimiento en grupos cazadores recolectores patagónicos. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 3:79-91. Buenos Aires.

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INTRODUCCIŁN

El estudio arqueobotánico en contextos de grupos cazadores recolectores provee tanto información paleoambiental como indicios sobre las características de las ocupaciones (Pearsall 1989). A pesar de la potencial información que puede brindar el análisis de los conjuntos vegetales es sólo en forma reciente que los análisis de sitios cazadores recolectores de Patagonia comenzaron a tener relevancia (Pérez de Micou 1991a, 1991b; Ancibor y Pérez de Micou 2002; Marconetto 2002).

Los temas más tratados hasta el momento son el análisis de combustibles, los artefactos y los indicadores de paleoambiente (por ejemplo, Pérez de Micou 1991a, 1991b; Pique i Huerta 1999; Mancini et al. 2005). Los usos estacionales y recurrentes de sitios están en relación con la disponibilidad de recursos vegetales, aunque no de forma exclusiva, como sería el caso de la disponibilidad de un recurso crítico como la leña (Pérez de Micou 1991b; Pique i Huerta 1999; Rodríguez et al. 2003; Pérez de Micou y Ratto 2004). No obstante, el análisis arqueobotánico en Patagonia es aún un tema poco desarrollado en comparación con lo trabajado para estas sociedades en otras regiones (Rodríguez et

al. 2003) y aún falta mayor cantidad de guías teórico-metodológicas para avanzar en este tema en Patagonia meridional.

El objetivo de este trabajo es explorar otras posibilidades del análisis arqueobotánico, ensayando una metodología de grano grueso para responder a interrogantes que surgen de las preguntas de investigación arqueológicas iniciales. Para ejemplificar esta propuesta, tomamos una muestra proveniente de Patagonia meridional, una región con pocos antecedentes de análisis de macrorrestos vegetales. Analizamos las actividades de obtención, procesamiento y consumo de recursos vegetales y su incorporación en las

actividades realizadas en el sitio Cerro de los Indios 1 (CI1), Lago Posadas, provincia de Santa Cruz (47À°35Ê 43ÊÊ Latitud S y 71À 43Ê Longitud O).

CUENCA DEL LAGO POSADAS-PUEYRREDŁN

La localidad arqueológica queda a 11 km al SSE del lago Posadas, una cuenca lacustre muy baja (200-300 msnm) con pendiente hacia el Pacífico. El área se ubica dentro del Distrito Patagónico occidental de la Provincia Patagónica (Cabrera y Willink 1980). El clima general del área es seco, templado-frío, con vientos muy fuertes del oeste, nevadas en invierno y heladas durante casi todo el año (Cabrera y Willink 1980). Por características de temperatura, humedad, geomorfología y otros rasgos locales, la vegetación de esta cuenca corresponde a un ecotono entre los Distritos Occidental y Subandino (Figuerero Torres et al. 2005). La estructura de la vegetación es de una estepa arbustivo-herbácea con especies como Stipa

sp., Festuca palescens, Poa sp., y arbustos como Berberis, Coliguaya, Schinus, Azorella, Mulinum,

Junellia, Lycium, etc. (Figuerero Torres et al.

2005).

La información palinológica disponible sobre el contexto paleoambiental para los 47À- 50À de latitud S indica que desde hace 4000 años AP hubo una transición hacia un clima semiárido con patrones de vegetación semejantes a los actuales (Mancini et al. 2005). Esto coincide con información geomorfológica que indica que desde el Holoceno medio hasta la actualidad no ha habido momentos de aridez significativamente mayores que en el presente (Gilli et al. 2001). Hacia el 900 AP los datos apuntan a una reducción progresiva de la humedad (Goñi y Barrientos 2004). Si bien la información es de naturaleza dispar podemos asumir que las condiciones de humedad no fueron diferentes en los últimos 4000 años, aunque con algunas fluctuaciones

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regionales de escala menor (Mancini et al. 2005; Haberzettl et al. 2007). Por lo tanto, es posible usar el modelo actual de vegetación para ese período. Dentro de este rango temporal se incluye el análisis arqueobotánico propuesto en este trabajo.

USO DE RECURSOS Y PLANIFICACIŁN EN LAS OCUPACIONES DE CERRO DE LOS INDIOS 1

La localidad de Cerro de los Indios 1 (CI1) (Figura 1) fue definida como una localidad dominante, entendiendo por tal un lugar cuya ubicación influye en el emplazamiento de otras localidades dentro de un sistema regional de ocupación del espacio (Mengoni Goñalons y Yacobaccio 2000). Los criterios empleados para esta definición fueron: a) un emplazamiento destacado en el paisaje, b) la

alta densidad de artefactos líticos y descarte óseo, y c) una alta diversidad y grado de concentración del arte rupestre (Mengoni Goñalons y Yacobaccio 2000).

La secuencia de ocupación de CI1 se construyó sobre la base de todos los fechados disponibles. Se divide en dos períodos: el Bloque Inicial, que abarca desde el 3860 hasta 3150 AP, y el Bloque Reciente, entre 1810 y 990 AP (De Nigris et al. 2004). Ambos están separados por un hiato de 1300 años que se extiende entre aproximadamente 3000 - 2000 años AP (De Nigris et al. 2004).

Los restos arqueológicos provienen de tres áreas de excavación (Aschero et al. 1999): (i) área de excavación 1 (AE1) abierta en el año 1977, (ii) el AE2 y (iii) el AE3 excavadas cuando se retomó el trabajo en la localidad en 1993 (Figuerero Torres 2000a).

Figura 1. La localidad de Cerro de los Indios 1 y la ubicación de las excavaciones.

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Un rasgo general de los materiales de la localidad es la gran abundancia y diversidad de material lítico y óseo. Hay una variedad de tecnofacturas en cuero, vegetales, etc., debido al excelente grado de conservación de los materiales (Aschero et al. 1999). Los estudios realizados en el sitio incluyen el análisis de diferentes líneas de evidencia, tales como el estudio de artefactos líticos, de desechos de talla (Guráieb 1998, 2000a, 2000b; Tívoli 2004), arqueofaunísticos (Mengoni Goñalons 1999; De Nigris y Mengoni Goñalons 2000), y de estructuración del espacio (Figuerero Torres 2000a, 2000b).

Para el Bloque Reciente (entre 1810 y 990 AP) se han realizado análisis de los artefactos líticos, de los desechos de talla (Guráieb 2000b; Tívoli 2004), de las tendencias generales de los recursos arqueofaunísticos (De Nigris y Mengoni Goñalons 2000) y de la estructuración espacial (Figuerero Torres 2000a y 2000b, 2004), a partir de los materiales provenientes del ̆ rea de Excavación 2 (AE2).

Los resultados del análisis de los recursos para este bloque temporal sugieren un uso estable. No hay diferencias sustanciales surgidas del estudio arqueofaunístico tanto en la representación de partes anatómicas como de taxones (De Nigris y Mengoni Goñalons 2000). Tampoco hay diferencias importantes en la tecnología y selección de materias primas líticas (Guráieb 1998, 2000a, 2000b; Tívoli 2004).

Esto es concordante con los resultados del análisis de estructuración del espacio dentro de este bloque temporal. Los indicadores se basan sobre tres clases de rasgos: acumulaciones de paja (camadas, planchones, haces dispersos), modificaciones de las superficies (pozos y depresiones) e indicadores de combustión (cenizas, carbones dispersos, fogones). La alta persistencia indica la presencia de un mismo rango de actividades realizadas durante ocupaciones sucesivas y la disposición de

rasgos podría deberse a actividades de mantenimiento durante los eventos de ocupación (Figuerero Torres 2000b). Las ocupaciones de este bloque presentan también un alto grado de congruencia indicado por el poco desplazamiento de rasgos entre capas sucesivas. Tomados en conjunto, estos indicadores permitieron inferir un uso anticipado y planificado de la localidad (Figuerero Torres 2000b, 2004).

De todo lo anterior surge que dentro del Bloque Reciente hubo un uso estable de los recursos, una tecnología lítica semejante con un rango de actividades semejantes. La propuesta de ocupaciones planificadas refiere a la integración de un lugar a un espacio mayor y a la anticipación de uso del lugar (Binford 1987). Esto es también acorde a la propuesta de la localidad como un lugar dominante dentro del paisaje. Este es el contexto de conocimiento sobre el cual se apoya este trabajo de análisis de las actividades de uso de recursos vegetales. Además de brindar resultados sobre un tema poco conocido para Patagonia meridional, es una oportunidad para contribuir con los estudios de otros recursos naturales hallados en las ocupaciones y definir y comparar patrones de obtención, procesamiento y consumo de recursos en el sitio.

MODELOS DE AN˘LISIS ARQUEOBOT˘NICOS

Obtención, procesamiento y consumo

Las actividades de explotación de recursos vegetales, serán clasificadas en este trabajo a partir del modelo elaborado por Schiffer (1990) y aplicado previamente a otros tipos de materiales, como los faunísticos y líticos (por ejemplo Binford 1978; Mengoni Goñalons 1999; Guráieb 2000a). Las etapas involucradas en el uso de recursos vegetales son divididas en: a) la obtención, b) el procesamiento, y c) el consumo (Schiffer 1990).

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La obtención se refiere a las actividades de aprovisionamiento, es decir, la relación entre la disponibilidad regional de los recursos y los recursos efectivamente utilizados por los grupos humanos (Rossen y Dillehay 1997; Rodríguez et al. 2003).

La etapa de procesamiento se da cuando se prepara, se modifica el recurso para un uso específico o en más de una oportunidad, por ejemplo, para la confección de artefactos (Allué Marti y García Antón Trassierra 2004).

El consumo señala el uso del recurso. Este puede ser un consumo primario o directo, cuando hay un uso, en general, inmediato, con una mínima transformación del material previo al consumo; es decir, que se usa una sola vez, como alimento sin cocción o combustible. El otro caso es de un consumo secundario,

que es identificado por la modificación del estado natural de los recursos como parte del proceso de su preparación para el consumo, en este caso se puede distinguir si fueron sometidos a procesamiento.

Para identificar cada una de estas etapas en los productos, es operativo incorporar la distinción entre artefactos y ecofactos. Los artefactos son básicamente objetos discretos, transportables, confeccionados y/o fabricados total o parcialmente por la actividad humana. Ejemplos de estos son fragmentos de astiles, cordeles o cestería (Sharer y Ashmore 1979; Pérez de Micou 1991a, 1991b). Mientras que los ecofactos son restos de origen natural que no fueron confeccionados por la actividad humana, y recuperados en contexto arqueológico. Estos pueden presentar modificaciones de origen antrópico como, por ejemplo, los carbones, leñas o frutos parcialmente quemados. Ambos tipos de hallazgos ofrecen información sobre el comportamiento humano en el pasado (Sharer y Ashmore 1979; Pérez de Micou 1991a; Rodríguez et al. 2003).

Estos conceptos se relacionan directamente con el tipo de consumo. Los artefactos son el producto de la etapa de consumo secundario, que incluye procesamiento, mientras que los ecofactos pueden ser producto de un consumo primario (Sharer y Ashmore 1979; Pérez de Micou 1991a, 1991b; Rodríguez et al.

2003; Allué Marti y García Antón Trassierra 2004).

Modelos de mantenimiento

El uso anticipado y/o planificado de un lugar se infiere por la reocupación del mismo y por una marcada estructuración espacial en capas sucesivas (Binford 1987; Tani 1995). Siguiendo a Binford, la estructuración espacial intrasitio ofrece dos tipos de información, una de carácter sistémico, sobre las actividades realizadas, y otra sobre la organización de las actividades en el lugar (Binford 1987).

La estructuración espacial como indicador de la organización de las actividades en el sitio permite definir la resolución de los eventos de ocupación, la génesis y formación de estas ocupaciones y la existencia de reocupación, a diferencia de los análisis funcionales, concentrados en los conjuntos artefactuales (Figuerero Torres 2000a). Una forma de inferir la duración de estas actividades es por medio del análisis del manejo del descarte, caracterizado por tres variables (Tani 1995):

El destino de los residuos.El mantenimiento de la superficie de ocupación.La generación de depósitos secundarios.

El resultado de las variables que caracterizan el manejo del descarte se refleja en la superficie total cubierta por residuos primarios, es decir arrojados in situ, versus los residuos secundarios (producto de actividades de mantenimiento u otro tipo de prácticas culturales). Por el mecanismo de acumulación, estos depósitos se pueden llamar en otros términos, acrecionales

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y discretos, respectivamente (Lennstrom y Hastorf 1995; Tani 1995).

La variación en el tiempo de ocupación se expresa en la intensidad del descarte generado por las actividades. Siguiendo a Tani (1995) las actividades de mantenimiento aumentan a medida que transcurre el tiempo de ocupación de un lugar. De acuerdo con Binford (1987) hay una correlación positiva entre el aumento de las tareas de mantenimiento y la cantidad de depósitos secundarios o discretos generados en una ocupación. Es decir que con más tiempo de ocupación hay más mantenimiento y se generan mayor cantidad de depósitos discretos. Esto significa que se pueden formular expectativas sobre las actividades de mantenimiento, el lapso de ocupación del sitio y su relación con la explotación de recursos vegetales.

Esta línea de investigación se implementó en el sitio CI1, donde se analizó el descarte total de material (óseo, vegetal y lítico) y la disposición de éstos en relación con los rasgos (Figuerero Torres 2000b). Retomaremos esta línea de análisis centrándonos en el estudio específico del contenido vegetal del conjunto para inferir desde el registro arqueobotánico actividades de mantenimiento.

Identificar la evidencia de algún tipo de consumo de recursos vegetales en el lugar implicaría que fueron incorporados a las actividades realizadas en el sitio. Como ya mencionamos, la organización de las actividades condiciona la distribución de los restos vegetales en las unidades de ocupación. Reconocer el rol de los restos vegetales dentro de estas actividades por medio de un análisis comparativo del contenido y abundancia de este material en depósitos discretos y depósitos acrecionales permite formular expectativas sobre las actividades de mantenimiento a que fueron sometidos, el lapso de ocupación del sitio y las características de la explotación de estos recursos (Pearsall 1988; Lennstrom y Hastorf 1995; Tani 1995).

PROBLEMA, OBJETIVOS EHIPŁTESIS

La secuencia cronológica y estratigráfica del Bloque Reciente de CI1 exhibe una reocupación sistemática. En este momento la estructuración del espacio indicó que el rango y la organización de las actividades fueron semejantes en cada una de las ocupaciones (Figuerero Torres 2000a, 2000b, 2004). La intensidad de descarte versus las superficies libres de residuos en cada capa permitieron inferir que las ocupaciones del sitio fueron de mediano plazo (Figuerero Torres 2000a). Mientras que el análisis de la estructuración espacial en conjunto propone que las ocupaciones fueron planificadas (Figuerero 2000a, 2004). Los análisis líticos y faunísticos disponibles sobre la explotación de recursos indican que ambos recursos se utilizaron de forma similar durante estas ocupaciones (De Nigris y Mengoni Goñalons 2000; Guráieb 2000a; Tívoli 2004), que sería lo esperable para ocupaciones planificadas.

Por lo tanto, vemos que el concepto de planificación puede actuar como factor común para unificar las conclusiones alcanzadas hasta ahora en la interpretación de los niveles de ocupación del Bloque Reciente. Es justamente en este contexto y dentro de este modelo que proponemos el análisis de uso de los recursos vegetales y su incorporación dentro de las actividades en el sitio.

El análisis arqueobotánico está planteado en dos niveles:

1) Definir las características de obtención, procesamiento y consumo de los recursos vegetales en un contexto de uso planificado de la localidad. La comparación entre ocupaciones permitirá evaluar la presencia diferencial de artefactos y ecofactos e implica un análisis

diacrónico de los conjuntos.

2) Evaluar el rol de los recursos vegetales dentro de cada ocupación para definir su incorporación

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y manejo dentro de las actividades en el sitio. La estructuración espacial del conjunto vegetal servirá para definir la distribución en depósitos discretos y acrecionales, lo que implica un análisis sincrónico del conjunto dentro del mismo nivel de ocupación.

Los patrones resultantes sobre la presencia de etapas de procesamiento y consumo de recursos vegetales serán indicadores del tipo de uso de estos recursos. Los resultados obtenidos sobre las actividades de mantenimiento serán indicadores de la organización de las

actividades.

Para los objetivos planteados se proponen las siguientes hipótesis:

1) Las ocupaciones del Bloque Reciente (1810 a 990 AP) no presentan diferencias significativas entre sí en las actividades de obtención, procesamiento y consumo de los recursos vegetales porque son ocupaciones con planificación.

2) La planificación de las ocupaciones produjo áreas de mantenimiento definidas; esto se expresa en una mayor proporción de material en depósitos discretos que en depósitos acrecionales por estar sometidos a tareas de mantenimiento.

Como vemos, las preguntas generales apuntan al tipo de consumo (primario o secundario), intensidad de descarte y actividades de mantenimiento. Resolver estas preguntas permite incorporar este material al contexto de análisis ya propuesto para el sitio.

METODOLOG¸A

Los materiales analizados en este trabajo son los restos provenientes del AE2, pertenecientes al Bloque Reciente dentro de la cronología del sitio. Seleccionamos las capas 6 (a y b) y 7 (a y b) por ser las unidades sobre las cuales se planteó

un uso planificado de la localidad, cuentan con análisis de otros recursos y con un ajustado control de las unidades de recolección y registro espaciales.

El material arqueobotánico fue recuperado durante la excavación por medio del cribado del sedimento con zarandas de 8 hilos por pulgada, o 3 mm de abertura (Mengoni Goñalons, com. pers. 2006). Durante la excavación los macrorrestos fueron recolectados de la superficie de excavación y de la zaranda en forma de muestras representativas de todas las unidades de excavación o recolección con presencia de restos vegetales. Fueron recuperados macrorrestos de leñosas, carbones, frutos, hojas, espinas, agallas, paja y cactáceas.

La integridad del conjunto arqueológico perteneciente a las capas incluidas en este análisis ha sido evaluada por otros autores en base al estudio del material óseo y lítico. Esta evaluación confirma que los procesos postdepositacionales no han afectado la frecuencia y composición de las muestras (De Nigris y Mengoni Goñalons 2000; Guráieb 2000b; Tívoli 2004).

Los objetos formatizados (artefactos) identificados en el campo fueron registrados con ubicación tridimensional, mientras que aquellos identificados en este análisis tienen la ubicación del microsector correspondiente. El grado de conservación, las técnicas de recuperación y las unidades de recolección son suficientes para la comparación prevista para un análisis diacrónico del conjunto de macrorrestos de las ocupaciones analizadas.

Los restos del AE2 fueron recuperados de cada capa en cuadrículas de 1 x 1 m, que a su vez estaban subdivididas en cuatro microsectores de 0,50 x 0,50 m. La presencia de rasgos (fogones, pozos, rebordes, etc.) fue registrada espacialmente (Figuerero Torres 2000a) y muchos fueron recuperados como unidades de recolección discretas (Mengoni Goñalons, com. pers. 2006). La extensión de las capas 6a,

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6b y 7a es comparable (promedio 105,3 cm2), mientras que la capa 7 b es levemente mayor y el espesor promedio varía entre 6 y 10 cm. Más detalles sobre la distribución de rasgos, la extensión y estratigrafía de las capas analizadas se encuentran en Figuerero Torres (2000b). Por lo tanto, contamos con la distribución espacial del conjunto arqueobotánico y con la diferenciación y clasificación del material recuperado en depósitos acrecionales (prima-rios) o en depósitos discretos (secundarios), formando parte de rasgos o concentraciones. Consideramos que la calidad de esta información satisface los requerimientos del análisis sincrónico propuesto.

Los restos leñosos junto con las gramíneas son los más representados en el sitio, tanto si consideramos a los productos no formatizados como los formatizados (artefactos). Para este análisis mantendremos la distinción entre esas dos categorías pero emplearemos solo al grupo de las leñosas no carbonizadas. Esto incluye ramas de distinto largo y de espesor variable con diámetros no mayores a 5 cm. La comparación entre capas y entre rasgos implica la cuantificación de restos. En comparación con las gramíneas, la categoría de las leñosas ofrece una mayor aptitud para inferir actividades de mantenimiento y a la vez satisface los objetivos de un análisis a grano grueso de tipo exploratorio. Para el análisis de los artefactos serán incluidos todos los identificados en las capas analizadas.

Las preguntas generales apuntan al tipo de consumo, intensidad de descarte y actividades de mantenimiento. En esta instancia del análisis arqueobotánico consideramos que no es indispensable la identificación de especies para inferir tendencias en el uso para el consumo o para la organización de las actividades. Entonces la cuantificación se hará sobre la clase general de leñosas para determinar la abundancia y distribución de material, que es lo que brinda la información necesaria para resolver las hipótesis planteadas.

La medida de cuantificación usada en el análisis de los macrorrestos es la de conteos de los macrorrestos por unidad de recolección. Consideramos que es apropiado porque sirve de base tanto para calcular la abundancia del material descartado, como la distribución de recursos leñosos por unidad de espacio (Lennstrom y Hastorf 1995; Turkon 1999). Es posible que la fragmentación de restos se distribuya en forma diferencial. No obstante, esto parece poco probable ya que por provenir de un mismo contexto podemos asumir que la fragmentación actúa en forma homogénea (Lennstrom y Hastorf 1995). En este caso la unidad mínima de recolección es el microsector de 0,50 x 0,50 m, y los rasgos discretos recolectados como unidades independientes dentro de cada nivel de ocupación.

Análisis diacrónico: presencia de etapas de procesamiento y consumo

El objetivo del análisis diacrónico fue identificar las etapas presentes y evaluar si la planificación de las ocupaciones del Bloque Reciente produjo actividades de obtención, procesamiento y consumo de recursos vegetales semejantes en las ocupaciones analizadas. Para identificar las etapas de procesamiento y el tipo de consumo representadas en cada ocupación, analizamos el producto final de cada una de estas etapas (ecofactos y artefactos), registrando la presencia o ausencia de modificaciones intencionales en los macrorrestos.

La Tabla 1 muestra los resultados de esta etapa del análisis. Los artefactos hallados en la unidad 6 a son: un torzal de tres elementos, un fragmento de madera con incisiones (7 cm), un fragmento de madera con la punta aguzada (9 cm) y una plantilla de paja. Mientras que en la unidad 7 b hay tres fragmentos de astiles. Hay una diferencia cualitativa entre las categorías de artefactos y ecofactos. Los restos sin modificaciones, interpretados

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como ecofactos, están presentes en todas las ocupaciones analizadas. La muestra total de ecofactos asciende a 3.300 restos. En cambio, los artefactos no están representados en forma regular entre las capas. La etapa de procesamiento, parte del consumo secundario (artefactos), está presente en dos de las cuatro unidades (6 a y 7 b), mientras que la etapa de consumo primario (ecofactos) lo está en las cuatro unidades analizadas (6 a, 6 b, 7 a y 7 b).

Análisis sincrónico: presencia deactividades de mantenimiento

El objetivo del análisis sincrónico fue identificar la incorporación y manejo de los

restos vegetales dentro de las actividades en el sitio. La planificación de las ocupaciones tiende a producir áreas de mantenimiento definidas y esto se expresa en una mayor proporción de material en depósitos discretos.

Medimos la distribución de elementos en la planta de ocupación según estuvieran incluidos en depósitos discretos o acrecionales. Para esta etapa del análisis contamos el total por capa y además vimos la distribución y proporción del material en estos dos tipos de depósitos.

La Figura 2, mide la abundancia general de leñosas. Como vemos, la abundancia de restos es considerablemente mayor en las ocupaciones correspondientes a las capas 6 a y 6 b. Las ocupaciones de las capas 7 a y 7 b, tienen menos cantidad de restos leñosos. Tomado en forma total, la intensidad de descarte es mayor en las ocupaciones 6 a y 6 b.

La Figura 3 presenta la distribución de material en depósitos discretos (secundarios) y acrecionales (primarios) en las cuatro ocupaciones.

Tabla 1. Presencia de artefactos y ecofactos en las capas 6 (a y b) y 7 (a y b) del AE2.

Figura 2. Intensidad de descarte de restos leñosos en las capas 6 (a y b) y 7 (a y b).

Capa Artefactos Ecofactos

6a Sí Sí

6b No Sí

7a No Sí

7b Sí Sí

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Las ocupaciones 6a y 6b son las que presentan más cantidad de material en depósitos discretos y mucho menos en depósitos acrecionales o primarios, mientras que en las capas 7a y 7b la mayor parte del material se encuentra en depósitos acrecionales. Las unidades con mayor intensidad de descarte (6a y 6b; ver Figura 2) son aquellas que a su vez concentran ese descarte en depósitos discretos. Las ocupaciones 7a y 7b, con menor proporción de descarte, tienen ese material distribuido en depósitos acrecionales.

DISCUSIŁN Y CONSIDERACIONES FINALES

Como conclusión podemos evaluar las hipótesis planteadas. Para el análisis diacrónico

orientado a identificar las diferencias entre las etapas de procesamiento y tipo de consumo, propusimos que las etapas presentes serian semejantes en las ocupaciones con planificación del Bloque Reciente (1810 a 990 AP). Del análisis se desprende una diferencia cualitativa entre las ocupaciones. Las etapas de procesamiento y consumo secundario fueron identificadas en la capas 6a y 7b y están ausentes en las capas 6b y 7a. La capa 6a es la más espesa y la capa 7b es la de mayor extensión, por lo que posiblemente hayan influido diferencias en el tiempo de ocupación en cada caso o en el carácter de las ocupaciones. Esto permite concluir que, a pesar de la existencia de planificación y de ser capas sucesivas, no se realizaron las mismas actividades, por lo menos con respecto al uso de los recursos vegetales.

Figura 3. Distribución de material por tipo de depósitos.

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Para el análisis sincrónico destinado a definir las características de las actividades de mantenimiento, propusimos que las áreas de mantenimiento definidas fueron producto de la planificación de las ocupaciones y que esto se expresaba en la mayor proporción de material en depósitos discretos que en depósitos acrecionales. Como vimos, los materiales de la capa 6a y 6b muestran tanto mayor intensidad de descarte como una mayor cantidad de material en depósitos discretos. Esto permite inferir que estuvieron sometidos a actividades de mantenimiento y concuerda con la hipótesis propuesta. Por su parte, las ocupaciones de las unidades 7a y 7b, presentan un patrón opuesto a las capas 6a y 6b. La intensidad del descarte es menor y la mayor proporción del material se halla en depósitos acrecionales. En comparación, esta ausencia o la baja incidencia de las tareas de mantenimiento permitiría afirmar que las ocupaciones fueron más cortas.

La estructuración espacial manifestó que las ocupaciones de ambas capas fueron planificadas (Figuerero Torres 2000b). No obstante, por medio del análisis de la intensidad de descarte y distribución de material arqueobotánico podemos asumir que la duración de las ocupaciones fue diferente en cada caso, por ende también lo fue la organización de las actividades de mantenimiento. Los patrones resultantes concuerdan con los patrones de descarte general de material, que incluyen los rellenos de rasgos discretos y las estructuras de combustión. Esto permite confirmar estas afirmaciones y avanzar en el conocimiento sobre el sitio (Figuerero Torres 2000b).

En cuanto a las actividades de obtención, procesamiento y consumo, no identificamos un patrón que relacione ocupaciones más largas con mayor proporción de artefactos, que sería lo esperable. Hay presencia de estos productos secundarios en la capa 7b, que tiene una intensidad de descarte baja. Mientras que la capa 6b, que es la de mayor intensidad, no presenta artefactos.

Concluyendo, presentamos una metodología exploratoria donde utilizamos unidades analíticas de grano grueso y medidas que son originales en el análisis arqueobotánico. Estas permiten cruzar los resultados obtenidos con los provenientes desde otras líneas de evidencia e integrar en primera instancia el registro vegetal dentro de la problemática arqueológica integral planteada para el sitio. Estos resultados permitieron aclarar el panorama general sobre los recursos vegetales y facilitan el planteo de preguntas más específicas, como ajustar el modelo de uso de recursos incorporando la etapa de obtención para definir las especies más representadas en el sitio y la relación con la disponibilidad en el área.

Recibido en marzo de 2007

Aceptado en septiembre de 2007

AGRADECIMIENTOS

Agradezco en primer lugar a María José Figuerero Torres, ya que la realización de este trabajo no hubiese sido posible sin su apoyo. También deseo agradecer a Victoria Horwitz por la lectura de este trabajo y sus enriquecedores comentarios, a Danila Falcomer por su colaboración y a Lucas Fucek por su ayuda en la traducción del resumen. Por último, un especial agradecimiento a los evaluadores y editores de la revista, cuyos comentarios, sugerencias y correcciones mejoraron considerablemente este trabajo. El contenido de este artículo es de mi entera responsabilidad.

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* Pamela Violeta Chávez es tesista de la carrera de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo forma parte de su tesis de licenciatura realizada en el contexto de una beca Estimulo (2006/7), cuyo tema de investigación es “El uso de recursos vegetales por grupos cazadores y recolectores patagónicos”. Dirección de contacto: [email protected]

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LA ARQUEOLOG¸A FUNERARIA Y LA MASONER¸A

Diego Figueroa *

RESUMEN

El presente trabajo1 está dedicado al estudio del simbolismo masónico de los cementerios. Para esto, definiremos la Arqueología Funeraria, la Masonología científica y la Masonería. Luego, analizaremos las manifestaciones funerarias masónicas de los cementerios de la Ciudad de Buenos Aires y explicaremos los símbolos masónicos, situándolos en el contexto de la Logia para que adquieran su auténtico significado. Nuestro objetivo es realizar un aporte a todas aquellas investigaciones que centren su interés en la Masonería, especialmente a la „Arqueología Masónica‰.

Palabras clave: Cementerios - Simbolismo - Masonología - Variabilidad - Logia

ABSTRACT

This work is dedicated to the study of masonic symbolism in cemeteries. First, Funerary Archaeology, scientific Masonology and Masonry are defined, mentioning their origin, history, initiatic character and variability, particularly in Argentina. Then, the masonic funerary manifestations in cemeteries of Buenos Aires are analyzed, and masonic symbols are explained in the context of each Lodge. The objective is to build some guide-lines for Masonic studies, especially in the field of „Masonic Archaeology‰.

Key Words: Cemeteries - Symbolism - Masonology - Variability - Lodge

* Carrera de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Segurola 3205, CP 1417, Capital Federal - [email protected]

Figueroa, Diego. 2007. La arqueología funeraria y la Masonería. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 3:93-110. Buenos Aires.

INTRODUCCIŁN

En los últimos tiempos, atravesamos un auge cada vez mayor del interés que despierta la Masonería en los medios de comunicación y en el público en general. Esto también se manifiesta en el creciente número de investigaciones científicas dedicadas al tema y en las investigaciones arqueológicas sobre el simbolismo masónico de los cementerios (Romandetti Dasso 2003; Sempé y Rizzo 2003; Serchio 2003; Cara 2005;

Moya y Nogueira 2005), que proponemos llamar „Arqueología Masónica‰. Pero el estudio del fenómeno masónico exige, por sus propias características, que sean tenidos en cuenta ciertos criterios de investigación para poder acceder a su adecuada comprensión, por lo que el objetivo de este trabajo consiste en establecer ciertas pautas y lineamientos aplicables a las investigaciones científicas sobre Masonería. En primer lugar, definiremos a la Masonería, mencionando su origen, su carácter

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iniciático y su amplia variabilidad, incluso en la Argentina. Posteriormente, caracterizaremos los estudios de la Arqueología Funeraria. Luego, describiremos las herramientas conceptuales y metodológicas de la Masonología científica. Por último, analizaremos las manifestaciones funerarias masónicas que pueden encontrarse en los cementerios de la Ciudad de Buenos Aires, explicando el significado de los símbolos masónicos y la necesidad de situarlos en el contexto de la Logia para poder comprenderlos adecuadamente.

LA MASONER¸A

El nacimiento de la Masonería Especulativa moderna (Figura 1) puede fecharse el 24 de junio de 1717, cuando cuatro logias londinenses, The Goose and the Gridion („La Oca y la Parrilla‰), The Crown („La Corona‰), The

Apple Tree („El Manzano‰) y The Rummer and

Grapes („El Cubilete y las Uvas‰), se reunieron para formar una Gran Logia y elegir un Gran Maestro. Esto significa que no decidieron fusionar las cuatro logias en una sola, sino crear un organismo federal denominado „Gran Logia‰ con un Gran Maestro al frente, siendo Anthony Sayer el seleccionado (Lappas 1958; Ferrer Benimelli 1976; Hutin 1980; Lavagnini 1989; Corsetti 1992). El primer reglamento de la Gran Logia fue adoptado en 1721 y luego, en 1723, el pastor presbiteriano James Anderson redactó las „Constituciones de la confraternidad de los francos y aceptados masones‰, cuya segunda edición apareció en 1738, revisada, corregida y partiendo siempre de los Old Charges (Antiguos Deberes) (Corsetti 1992).

Sin embargo, diversos autores afirman que la Masonería actual deriva directamente de los antiguos gremios de constructores de la Edad Media e incluso, de los Collegia de la época romana. Estos gremios de masones operativos, autores de las catedrales europeas, no eran solamente corporaciones profesionales

sino también hermandades en las que se enseñaban y practicaban los secretos de su oficio: el „Arte Real‰ de la construcción. Los mismos eran guardados celosamente a través de rituales, símbolos, palabras de orden y contraseñas táctiles que permitían a sus miembros reconocerse y ayudarse (Ferrer Benimelli 1976).

Con el paso del tiempo, estas cofradías de constructores comenzaron a admitir en su seno a miembros ajenos al oficio, que podían ser personajes notables o influyentes de la alta sociedad o funcionarios públicos destinados a prestar ayuda, patrocinar y realzar el prestigio de los gremios. Estos miembros, denominados „masones aceptados‰, terminaron imponiéndose a lo largo de los años a los masones operativos. Esto implicó una transformación de la Masonería „Operativa‰ -compuesta por constructores- a la Masonería „Especulativa‰. Esta última conservó los principios, usos tradicionales, signos y, a título simbólico, las herramientas, instrumentos y los términos del arte de construir. Es decir que la Masonería actual no inventó su liturgia y sus símbolos, ni los tomó prestados de otras sociedades secretas, sino que les fueron transmitidos por sucesión directa de estos gremios, convirtiéndose en una institución ética y filosófica con un sistema de moral velado por alegorías e ilustrado por símbolos (Lappas 1958; Ferrer Benimelli 1976).

Figura 1. Masonería Especulativa (http://rayuela.uc3m.es/~nogales/MAS/MAStext02.html).

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La Masonería operativa y su carácter iniciático

Se encuentra instalada la idea de que la Masonería Operativa antigua estaba compuesta simplemente por picapedreros medievales dedicados exclusivamente al oficio de la construcción (Guénon 1970). Sin embargo, ya en el siglo XVIII, el Caballero escocés Andrew-Michael Ramsay, considerado por algunos como el „padre espiritual‰ de los Altos Grados masónicos, afirmó, en su famoso Discurso en la Logia de Lunebourg, que „⁄el nombre de Franc-Masón no debe ser tomado en su sentido literal, burdo y material, como si quienes nos instituyeron hubieran sido simples obreros de la piedra o solamente curiosos que deseaban perfeccionar su arte‰ (Ferro 2006:2).

Según Ferrer Benimelli (1976:29), entre los albañiles medievales se practicaba una doctrina secreta de su oficio y „⁄se daba una enseñanza secreta de la arquitectura a base de símbolos y de una ciencia mística de los números que aplicaban a los trabajos de construcción‰. Justamente, para autores como René Guénon (1970), los masones operativos eran más que simples obreros o artesanos y practicaban un simbolismo en el que se observa la expresión de ciertas ciencias tradicionales relacionadas con lo que puede designarse como „Hermetismo‰. Este último es „⁄una tradición de origen egipcio, revestida después por una forma helenizada, sin duda en la época alejandrina, y transmitida bajo esta forma, en la Edad Media, al mundo islámico y cristiano a la vez‰ (Guénon 1993:396). Esto podría observarse en las figuras simbólicas de diversos monumentos religiosos y en el plano mismo de las catedrales medievales. En realidad, según Guénon, no existirían muchos símbolos que podrían llamarse propia y exclusivamente „masónicos‰, ya que incluso aquellos más específicamente „constructivos‰, como la Escuadra y el Compás, han sido comunes a un gran número de corporaciones, siendo también utilizados en el simbolismo puramente

hermético, como es posible observar en la figura del Rebis hermético del siglo XVII (Guénon 1970).

La Masonería Operativa era verdaderamente completa en su orden, poseyendo a la vez la teoría y la práctica correspondientes, y su designación debería entenderse como una alusión a las „operaciones‰ del „arte sagrado‰, del cual la construcción, según las reglas tradicionales, era una de sus aplicaciones (Guénon 1970). Los dos aspectos -operativo y especulativo- se encontraban reunidos en estas corporaciones de la Edad Media, que utilizaban ciertas expresiones claramente herméticas como aquella de la „Gran Obra‰. Guénon (1970) señala, respecto a esto, que en la antigua Roma, Jano era el dios de la iniciación a los Misterios y también de los Collegia

fabrorum, las corporaciones de artesanos quienes le tributaban un culto especial y en cuyo honor celebraban las dos fiestas solsticiales correspondientes a la apertura de las dos mitades ascendente y descendente del ciclo zodiacal. Esta costumbre continuó siendo practicada en las corporaciones de constructores, pero con el Cristianismo estas fiestas fueron identificadas con los dos San Juan, de invierno y verano (de aquí la expresión masónica de „Logia de San Juan‰) (Guénon 1970). Podría suponerse entonces que, debido a esta relación, aquellas corporaciones eran ya poseedoras de una tradición de carácter auténticamente iniciático. La Masonería Operativa, por lo tanto, tendría un carácter mucho más profundo que el que usualmente se le otorga, lo cual se debería a que en una civilización tradicional, como la cristiana de la Edad Media, los oficios poseían un valor espiritual y un carácter verdaderamente „sagrado‰ y „ritual‰, por lo que pudieron servir de „soporte‰ a una iniciación. Existiría, así, una conexión entre las artes y los oficios por un lado y las ciencias tradicionales por otro, lo que convertiría a la construcción en la realización „artesanal‰ de un modelo cósmico (Guénon 1970, 1988, 1995).

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Estos conocimientos tradicionales, es decir, la Gnosis propiamente dicha, la cual constituiría el fondo común de todas las iniciaciones, se encuentra representada en la Masonería por la Letra G de la Estrella Flamígera (Guénon 1970). Esto conformaría el auténtico secreto masónico y la iniciación masónica comportaría tres fases distintas consagradas a su descubrimiento, representadas por los tres Grados de Aprendiz, Compañero y Maestro (Guénon 1970). Podría afirmarse, entonces, de la misma manera que Dante expresó en la Divina Comedia „–Oh vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos!‰ (Alighieri 2001:42), que en la Masonería „⁄los que tienen ojos para ver no encuentran dificultad alguna en penetrar el lenguaje simbólico e identificar las verdades que vela‰ (Lappas 1958:16-17).

La variabilidad en la Masonería

Como afirma Ferrer Benimelli (1976:58), „⁄resulta cada vez más anacrónico hablar de masonería en un sentido unívoco, debido a la existencia de tantas masonerías independientes unas de otras, y a la variabilidad tan extraordinaria de ritos dentro de las mismas‰. A partir del nacimiento oficial de la Masonería Moderna el 24 de junio de 1717, se produjo con su expansión una multiplicación de Logias, Obediencias y Ritos. Desde el siglo XVIII la Masonería se fue dividiendo en numerosas y diversas ramas por motivos políticos, ideológicos, religiosos, filosóficos, geográficos y culturales, dando origen a la variedad de las Obediencias actuales (Corsetti 1992). Por otro lado, el rápido éxito de la Masonería provocó un desarrollo extraordinario de sociedades secretas herméticas, cabalísticas y esotéricas, además de organizaciones o grupos para-masónicos con fines políticos que se inspiraban en la organización de las Logias (Ferrer Benimelli 1976; Corsetti 1992).

Los rituales también sufrieron importantes modificaciones y a partir de 1740, se produce el

desarrollo de los llamados „Altos Grados‰, los cuales fueron instituyéndose incesantemente (Hutin 1980). Estos Altos Grados, que fueron superpuestos a la Masonería Simbólica (Aprendiz, Compañero y Maestro) y que dieron origen a ritos de 25, 33, 90 y hasta 120 grados, pueden clasificarse, según Guénon (1970), en tres grupos principales. Por un lado, aquellos que reflejan simplemente las concepciones particulares de sus autores, producto de una tendencia de querer inventar un sistema para sí mismos basándose en las propias interpretaciones herméticas o filosóficas. Por otro lado, aquellos grados que tienen un vínculo directo con la Masonería, cuyo simbolismo se relaciona más o menos estrechamente con ella y pueden ser considerados extensiones o desarrollos del grado de Maestro. Como ejemplo de este grupo podemos mencionar el grado de Royal

Arch, el cual es estrictamente masónico y cuyo origen operativo directo es indudable, siendo un complemento de la Maestría. Por último, tenemos el caso de los grados que pueden considerarse vestigios o recuerdos de antiguas organizaciones iniciáticas occidentales, los cuales fueron injertados o se cristalizaron alrededor de la Masonería. Este hecho nos remite al papel „conservador‰ de la misma, ya que la razón de ser de estos grados es conservar lo que aún puede mantenerse de dichas iniciaciones luego de su desaparición como formas independientes (Guénon 1970). A modo de ejemplo, podemos mencionar que en diversos ritos de la Masonería es posible encontrar referencias y simbolismos vinculados a la extinguida Orden del Temple, lo cual nos lleva a considerar los vínculos existentes entre ambas organizaciones y la existencia de lo que podríamos llamar un „Templarismo Masónico‰ (Callaey 2005; Ferro 2005).

A todo esto, también debemos agregar que es posible observar, a lo largo de la historia europea, que diversas familias, linajes o clanes, han sido depositarias exclusivas de determinados ritos y filiaciones masónicas practicadas en el más riguroso secreto por los familiares y un pequeño círculo de amigos

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y allegados. Entre ellos podemos mencionar a los marqueses de Chefdebien de Saint-Amat, señores de Montpellier, jefes hereditarios del „Rito Antiguo y Primitivo de Narbona‰, el cual reveló su existencia en el siglo XVIII. El clan de los Roslin, en Escocia, fue soberano exclusivo de la „masonería de Heredom‰, nombre genérico de la obediencia masónica de la Royal Order of

Scotland. Por último, debemos mencionar la neta filiación de la Casa de Estuardo con la llamada „masonería escocesa‰, la cual, paradójicamente, tuvo su gran desarrollo en Francia, introducida por los círculos de exiliados escoceses estuardistas (Gower 1983).

En la actualidad no existe un poder central único en la Masonería, es decir, „...no es una organización monolítica con una figura central de autoridad, como el Papa de la Iglesia católica, ni tiene un presidente internacional, un secretario general, una junta directiva, ni autoridad global superior alguna‰ (Jeffers 2005:12). Las Logias pueden formar grupos que se administran por sí mismos, pudiendo formar en cada nación una federación dirigida por una Gran Logia. Además, en cada país pueden existir varias Grandes Logias y diferentes Obediencias (Hutin 1980). Por todo lo antedicho, resulta más conveniente referirse a „Obediencias Masónicas‰ que a una „Orden Masónica‰ homogénea y monolítica (Callaey 2004). En otras palabras, no es posible hablar de la Masonería ofreciendo una imagen simplista y estereotípica que no hace más que ocultar la variabilidad existente en la misma y que impide su comprensión.

Lo último a tener en cuenta es la distinción que es necesario realizar entre „masones‰ y „Masonería‰. La Masonería posee una „ortodoxia‰, la cual consiste en seguir fielmente la tradición Masónica, conservando con cuidado los símbolos y las formas rituales que expresa y que se refiere „⁄al conjunto del simbolismo considerado como un todo armónico y completo y no exclusivamente a este o aquel símbolo en particular‰ (Guénon 1970:73). Si estos símbolos y formas rituales no

se respetaran y se modificaran por completo, ya no estaríamos en presencia de una Masonería sino de otra cosa de muy distinto carácter, lo que podría ser una organización „pseudo-masónica‰, „para-masónica‰ o de otro tipo. No obstante, para ser ortodoxa, la Masonería no debe apegarse a un formalismo estrecho ni ser inflexible en lo ritual, sin poder añadir ni suprimir nada, lo cual sería muestra de un dogmatismo muy ajeno al espíritu masónico. La Tradición Masónica no excluye la evolución ni el progreso, y los rituales pueden y deben ser modificados para adaptarse a las condiciones variables del tiempo y lugar, pero solamente en la medida en que no se afecte ningún aspecto esencial del simbolismo y del ritual. Esto nos advierte para poder diferenciar la verdadera Tradición Masónica de aquellas concepciones individuales de los masones que nada tienen que ver con ésta, de la misma forma que las tendencias filosóficas, políticas e ideológicas de los masones no representan necesariamente las de la Masonería. La confusión e ignorancia de esto es lo que ha provocado tantos malentendidos y falsas concepciones, como aquella que asocia a la Masonería con un ferviente anticlericalismo, generalizando las tendencias irreligiosas de algunos masones de ciertas Obediencias.

Para finalizar, todo lo expuesto anteriormente nos muestra la necesidad de considerar la amplia variabilidad existente en la Masonería, la cual debe ser tenida en cuenta por aquellas investigaciones dedicadas a su estudio.

LA MASONER¸A ARGENTINA EN LA ACTUALIDAD

La variabilidad existente en la Masonería se refleja en la actualidad del panorama masónico en la Argentina, en la que es posible encontrar un gran número de Obediencias y Ritos practicados (Ferro 2007). A continuación, realizaremos un breve repaso sobre las mismas.

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Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones

Es la más antigua de las Obediencias Masónicas argentinas y también la más numerosa, fundada el 11 de Diciembre de 1857. Practica el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el cual, con sus 33 Grados, es el de mayor difusión mundial y el más conocido popularmente. Sin embargo, por dispensa especial, algunas Logias practican otros Ritos, como el Emulation o el Escocés de Edimburgo. Además, desde hace algunas décadas se abrió la posibilidad de practicar el Santo Arco Real de Jerusalem, definido como un „complemento de la Maestría‰, y la Masonería de Maestros de la Marca (Ferro 2007).

District Grand Lodge of South America, Southern Division

Es la segunda de las Obediencias Masónicas argentinas, tanto en antigüedad como en importancia y en número. Originalmente se denominó „The Provincial Grand Lodge for the

Argentine Republic‰ y fue inaugurada el 8 de Julio de 1862. Practica los tres Grados Simbólicos (the Craft) del Rito Emulation, a los que se suman los Capítulos del Santo Arco Real (Holy Royal

Arch). También se practica la Masonería de la Marca (Mark Master Masons) y la Marinería del Arca Real (Royal Ark Mariners), así como ciertas Łrdenes de Caballería cristianas descendientes de las Cruzadas (Ferro 2007).

Masonería del Rito Antiguo y Primitivo de Memphis-Misraim

Originalmente el Rito de Memphis y Misraim constituía dos Ritos separados: el Rito de Memphis, constituido en Montauban en 1815, y el Rito de Misraim, constituido en Venecia en 1788. Fue José Garibaldi quien, en 1881, logra finalmente la unión de ambos Ritos egipcios de la Masonería, convirtiéndose en el primer Gran Hierofante (Gran Maestro) del Rito de Memphis-Misraim unido. La primera expansión del Rito en la Argentina se produjo

con la inmigración masiva de italianos, logrando su consolidación hacia 1940. Su rasgo distintivo lo constituye el colorido simbolismo egipcio que decora sus Logias, así como los nombres de las mismas y su extensa Escala de Grados, que alcanza al 96 (Ferro 2007).

Orden Real de Heredom de Kilwinning

Esta numéricamente pequeña Obediencia Masónica comenzó su actividad a mediados de la década de 1980, con algunas breves interrupciones debidas a causas materiales, extendiéndose actualmente al interior del país y a otros países de América. Pertenece a la Masonería Templaria y Jacobita, una rama muy especial de la Masonería, y practica una forma antigua de Masonería Escocesa en siete Grados que fuera, por algún tiempo, denominada Early Grand Scottish Rite. Uno de sus rasgos particulares es el carácter cristiano de sus rituales, heredado de su pasado histórico caballeresco-templario y estuardista, lo que la emparenta con otra Masonería cristiana, el Rito Escocés Rectificado (Ferro 2007).

Orden Masónica Mixta Internacional „Le Droit Humain‰

Fundada por Marie Deraismes, escritora y animadora del movimiento feminista, y Gastón Martín (Masón Grado 31) el 4 de abril de 1897 en París. Practica el Rito Escocés Antiguo y Aceptado y su actividad en nuestro país está regulada por la Jurisdicción Argentina de la Orden, desde su fundación varias décadas atrás (Ferro 2007).

Gran Logia Femenina de la Argentina

El 13 de abril de 2002, en Asamblea de Maestras de las tres Logias de Buenos Aires („Tres Rosas‰, „Aurora del Plata‰ y „Cibeles‰), se aprueba la fundación de la Gran Logia Femenina de la Argentina. Ésta se produce el 6 de julio de 2002, luego de recibir Carta Constitutiva de la Gran Logia Femenina de Chile (Mazur 2003).

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Gran Oriente Federal de la República Argentina (GOFRA)

Es una potencia masónica soberana e independiente, y ejerce autoridad suprema en la jurisdicción territorial de la República Argentina en los grados simbólicos de la Francmasonería Universal. Está constituida, desde su fundación, por una unión de Logias y está compuesta por aquellos cuerpos masónicos que libremente lo integran, y por los diversos organismos que componen el Gobierno Simbólico y por los Grandes Orientes Regionales y/o Provinciales que se constituyan. La sede central de sus autoridades se ubica en Mendoza (Gofra 2005).

Otros Grupos

La actividad masónica, siempre fluctuante y con un alto grado de movilidad, no se agota en estas Obediencias, existiendo otros grupos y cuerpos masónicos, entre ellos varias Logias independientes usualmente llamadas „salvajes‰ en los ambientes masónicos (Ferro 2007).

LA ARQUEOLOG¸A FUNERARIA

La Arqueología realizada en contextos urbanos, entre otros aspectos, aborda el estudio del patrón de asentamiento y poblamiento de una ciudad, el crecimiento demográfico, la expansión urbana, los cambios socioculturales, económicos, etc. Los cementerios, como integrantes del fenómeno urbano, son una parte sustancial del patrón de asentamiento y un testimonio de la historia social (Rizzo 2001; Rizzo y Sempé 2002).

El relevamiento de las particularidades funerarias y su análisis comparativo permiten el establecimiento de recurrencias en el modo en que las sociedades se enfrentan a la muerte. Existe, entonces, una inmensa gama de expresiones funerarias que implican rituales particulares, algunos realizados por los integrantes de la comunidad en homenaje

al muerto y otros referidos a las formas de entierro y a los acondicionamientos mortuorios de carácter ritual. Estas formas de expresión funeraria „⁄se modifican a través del tiempo y pueden ser analizadas dentro del campo de investigación de los procesos de cambio sociocultural y económico de la sociedad, por medio de recursos tales como el análisis estilístico y documental‰ (Rizzo y Sempé 2002:1), que permiten contextualizar históricamente estos procesos y establecer las características funerarias recurrentes, simbólicas y arquitectónicas de los cementerios, permitiendo así su análisis comparativo.

El cementerio, al ser „⁄una entidad dinámica de alto contenido simbólico y de resignificación permanente que manifiesta el sistema de pensamiento, creencias y estructura de la sociedad a la que pertenece‰ (Rizzo y Sempé 2002:3) se convierte en una ventana a la historia de una ciudad y permite comprender la forma de autorepresentación de sus habitantes. La ritualidad funeraria demarca y connota las ideologías de los grupos sociales que conforman la población urbana, y las expresiones artísticas funerarias que origina se convierten en un tema de investigación básico para establecer las ideologías sociales y religiosas que predominaron en determinadas épocas y espacios concretos (Rizzo y Sempé 2002).

El análisis estilístico de los objetos funerarios y las evidencias documentales permiten establecer relaciones entre imágenes, ideas y creencias. La iconología funeraria refuerza los sentimientos de pertenencia y significados del grupo a través de símbolos, y el ritual funerario se encuentra acompañado de una serie de manifestaciones simbólicas que se expresan en la arquitectura funeraria, „⁄cuyas significaciones están estrechamente ligadas al sistema de creencias e ideologías sustentadas por los individuos en vida‰ (Rizzo y Sempé 2002:6). Es decir, el arte funerario, como manifestación social, se encuentra regido por

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las normas establecidas por un determinado grupo en un tiempo y lugar específicos (Rizzo y Sempé 2002).

En síntesis, los estudios funerarios tienen dos objetivos. El primero es caracterizar las expresiones funerarias como indicadoras de la identidad sociocultural de los sectores que conforman la comunidad a la cual pertenecen, poniendo en evidencia estilística y simbólicamente las manifestaciones funerarias de los cementerios; mientras que el segundo es explicitar los procesos de cambio socioculturales y su impacto en las manifestaciones funerarias, siendo el análisis estilístico un recurso de gran efectividad (Rizzo y Sempé 2002).

En las investigaciones de expresiones simbólicas de los cementerios es posible encontrar un conjunto simbólico perteneciente a la Masonería, el cual se manifiesta en diversas bóvedas, panteones, tumbas y otros tipos de monumentos funerarios, y sobre el cual centraremos nuestro análisis.

LA MASONOLOG¸A CIENT¸FICA: OBJETO, MÉTODOS Y PERSPECTIVAS

La Masonología científica es una disciplina relativamente nueva perteneciente al campo de las Ciencias Humanas y Sociales. Tiene como objeto de estudio al fenómeno masónico en sus variadas dimensiones y enriquecen su perspectiva los aportes de la Historia, la Sociología, la Filosofía, la Antropología, la Literatura, entre otras (Ferro 2007). Seguidamente, mencionaremos ciertos aspectos a tener en cuenta respecto a su objeto de estudio, su metodología y sus perspectivas.

Objeto

En cuanto a su objeto de estudio (la Masonería) los límites son sumamente difusos y pueden inducir a errores frecuentes. Esto resalta la importancia de definir con exactitud

sus límites ya que cuando este requisito, propio del método científico, no es tenido en cuenta o no es correctamente aplicado, los resultados de las investigaciones se encontrarán viciados por haber aplicado categorías improcedentes que recogen o analizan datos que no son congruentes con el objeto de estudio (Ferro 2007). El propio concepto de „Masonería‰ exige un análisis y una definición operacional que no siempre se observan en los estudios especializados, en los que se da por sentado que dicho concepto es unívoco y que todos coinciden en su significado. Esto está muy lejos de la realidad ya que muchas veces se han confundido grupos e instituciones de las más diversas con Logias u Obediencias Masónicas sólo por mantener una actitud liberal, por ser laicistas o por cualquier otro rasgo que, según ciertos juicios, es motivo suficiente para calificarlas de „masónicas‰. Es necesario considerar que existen agrupaciones „para-masónicas‰ y „pseudo-masónicas‰, es decir, ciertos grupos que, sin ser estrictamente masónicos, se asemejan exteriormente provocando diversas confusiones tanto entre los investigadores como entre el público en general. Las agrupaciones „para-masónicas‰ serían aquellos grupos sociales fundados por masones, con un elevado número de miembros masones o que desarrollan tareas filantrópicas, sociales o caritativas, pero que carecen de toda cualidad masónica, como por ejemplo el Rotary Club o la Cruz Roja Internacional. Por su parte, las agrupaciones „pseudo-masónicas‰ serían todas aquellas que, de algún modo, imitan a la Masonería, especialmente en sus aspectos rituales y en la utilización del simbolismo, como por ejemplo la Golden Dawn. Todas estas cuestiones vuelven a señalar la importancia de definir con exactitud los límites del objeto de estudio, además de concluir que el hecho de contar con mayor o menor cantidad de miembros masones en sus filas no confiere la cualidad masónica a un determinado grupo social, ni tampoco el hecho de manifestar tal o cual tendencia filosófica, social o política supuestamente considerada como „masónica‰.

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Por lo tanto, lo único que puede conferir dicha cualidad a un grupo determinado es la práctica del ritual iniciático (Ferro 2007).

Métodos

La Masonología utiliza los métodos y las técnicas de investigación comunes a las ciencias sociales ya establecidas y con un estatus epistemológico definido. No obstante, a medida que su sistema teórico�conceptual se enriquece y desarrolla, necesariamente deberá crear instrumentos de recolección, ordenamiento y análisis de datos apropiados para su campo de estudio. Su actual etapa metodológica consiste en la adaptación de los métodos de otras ciencias sociales (sociología, historia, filosofía, antropología, economía, etc.), pero en un futuro cercano deberán diseñarse métodos propios y específicos para los estudios masónicos con sus categorías, escalas y sistemas clasificatorios particulares (Ferro 2007). Ciertamente, algunos métodos pueden resultar poco aptos para los estudios masónicos o, al menos, sufrir ciertas restricciones. Los métodos empíricos, por ejemplo, ofrecen algunos inconvenientes para su aplicación debido a las peculiares características del fenómeno masónico, el cual no es de fácil acceso para encuestas y entrevistas por la discreción que rodea al mismo. En el caso del método de la observación participante, utilizada en los trabajos de campo antropológicos, sería imposible admitir a un „profano‰, por más científico que sea, a una Tenida (reunión ritual de los miembros de una Logia) para realizar sus estudios. La observación participante, entonces, implicaría necesariamente la cualidad masónica del observador para permitirle participar de los Trabajos masónicos, pero existirá siempre la limitación de los grados masónicos, los cuales actuarían a modo de compartimentos estancos separando los diversos niveles de actividad, además de los juramentos de silencio que rodean a la iniciación masónica. A pesar de todo esto, toda ciencia que se precie como tal debe dar respuesta a las necesidades de conocimiento teórico en todas las áreas relevantes para el

ser humano y consecuentemente, mejorar los instrumentos de investigación existentes o crear nuevos cuando estos sean ineficaces. La Masonología científica no escapa a esto y su naciente campo aguarda los desarrollos teóricos que permitan y promuevan la creación de métodos y técnicas de investigación novedosos y apropiados (Ferro 2007).

Perspectivas

Los estudios masónicos han logrado un estatus académico propio en muchas universidades y centros de investigación europeos y americanos. Como ejemplo podemos mencionar el Institut de Hautes Études et Recherches Maçonniques en Sciences Humaines de París, las tesis de doctorado sobre Masonería de la Universidad de París (Sorbona) y el Instituto de Estudios Históricos de la Masonería Española, dependiente de la Universidad de Zaragoza (Ferro 2007). Sin embargo, en muchos países este desarrollo dista de ser una realidad, muchas veces por prejuicios y rencores ocasionados por enfrentamientos pasados que provienen tanto del campo político como del religioso. El desarrollo de estudios objetivos que permitan conocer ciertos aspectos de la estructura y de la organización interna de la Masonería sería beneficioso para dejar de lado las falsas concepciones que, por ejemplo, han asimilado a la Masonería a un gigantesco partido político internacional o a una Iglesia o „contra-Iglesia‰ con el objetivo siniestro de dominar al mundo. Otra confusión, más técnica, es aquella referida a la diferencia entre un Rito2 y una Obediencia, producto de que a veces coincidan sus jurisdicciones y otras veces no, además de que es necesario recordar que ciertos conceptos varían y sufren modificaciones, como la distinción entre una Gran Logia y un Gran Oriente. En todas estas cuestiones y en muchas otras, los aportes científicos son invalorables pues ayudan a clarificar las concepciones erradas que distorsionan la correcta apreciación del fenómeno masónico en toda su dimensión (Ferro 2007).

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EL SIMBOLISMO MASŁNICO DE LOS CEMENTERIOS

Se procedió a la búsqueda de simbolismo masónico en los cementerios de la Ciudad de Buenos Aires (Chacarita, Recoleta, Flores, Británico y Alemán). En el cementerio Británico se observó la presencia de simbolismo masónico en 27 monumentos funerarios, en el de Recoleta se encontraron 7 monumentos, en el Alemán se hallaron 5, en Chacarita 3 y ninguno en el de Flores. Los tipos de monumentos con simbolismo masónico son muy variados: lápidas, placas, tumbas en tierra, sepulturas con monumento, bóvedas, hipogeos y panteones. Se realizó un relevamiento fotográfico de los monumentos funerarios y sus inscripciones fueron volcadas de manera literal en fichas diseñadas especialmente para la investigación. En éstas, además, se detallaba el tipo de monumento, la ubicación en el cementerio y la cantidad de símbolos masónicos presentes3. El estudio del simbolismo masónico de los cementerios puede abordarse desde diversas vías de análisis. Por ejemplo, pueden relacionarse los símbolos con determinados movimientos migratorios según las fechas de nacimiento y muerte de las lápidas, la frecuencia de entierros masónicos, los períodos en los que se realizaron, la relación de los símbolos e inscripciones con las diversas Obediencias y Ritos, la variabilidad inter.-cementerio, etc. Como se afirmó anteriormente, las manifestaciones simbólicas de la arquitectura funeraria están ligadas con el sistema de creencias de los individuos, por lo que en este trabajo explicaremos el significado de los símbolos masónicos, los cuales juegan un papel fundamental en la Masonería ya que la enseñanza de ésta es estrictamente simbólica.

El simbolismo masónico (Figura 2) encierra una gran pluralidad de significados, los cuales pueden abordarse desde múltiples puntos de vista y, lejos de excluirse o contradecirse, se armonizan y se complementan entre sí. En nuestro caso, los explicaremos basándonos en los estudios sobre simbolismo de René

Guénon y en los propios rituales masónicos (Guénon 1946, 1970, 1988; Archivos del Centro de Investigaciones Masónicas Hiram). Este trabajo también cuenta con la colaboración de miembros de diversas Obediencias Masónicas, cuyo conocimiento masónico directo garantiza una mayor exactitud del estudio de la Masonería, dejando de lado posibles errores conceptuales y de interpretación4.

Compás y Escuadra (Figura 3): La Escuadra es el instrumento para encuadrar nuestras acciones y el Compás para circunscribir nuestros deseos. La Escuadra, además, está

Figura 2. Símbolos masónicos(http://esoterismoyocultismofotoblog.blogspirit.com).

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asociada con la figura geométrica del cuadrado, el cual representa tradicionalmente a la Tierra, mientras que el Compás está asociado con el círculo, que representa el Cielo. La manera en que el Compás y la Escuadra están dispuestos entre sí en cada Grado es importante: en el de Aprendiz la Escuadra está por encima del Compás; en el de Compañero uno de los lados de la Escuadra está por debajo del Compás; y en el de Maestro el Compás es el que está por encima de la Escuadra. Esto representa que, al principio, las influencias celestes están dominadas por las influencias terrestres, para luego ir desprendiéndose de ellas gradualmente y finalmente dominarlas. El paso de la Escuadra al Compás, from square to arch, o de la Square

Masonry a la Arch Masonry, representa el paso del estado humano, figurado por la Tierra, a los estados suprahumanos, figurados por el Cielo, es decir, un paso de los „Misterios Menores‰ a los „Misterios Mayores‰ (Guénon 1988). Este simbolismo del Cielo y la Tierra también se encuentra representado en las catedrales e iglesias cristianas, cuyos constructores les daban un carácter „pantacular‰, en el sentido de hacer de ellas un compendio sintético del Universo. Dichas estructuras se encuentran formadas por una base de sección cuadrada (la Tierra) y coronadas por una cúpula o domo hemisférico (el Cielo), en cuya sumidad se halla la keystone

(clave de bóveda), que es la piedra angular que representa el principio único del edificio y

es la perfección de la realización del plan del arquitecto. El conjunto del edificio, entonces, considerado de arriba hacia abajo, representa el paso de la Unidad principial, es decir, el punto central o la sumidad de la cúpula, al cuaternario de la manifestación elemental, mientras que si se la encara inversamente de abajo hacia arriba es el retorno de esa manifestación a la Unidad, lo que convierte a la construcción de un edificio en una imitación de la formación del mundo (Guénon 1988).

Letra G (Figura 4): Significa Geometría, o la Quinta Ciencia, y alude al Gran Geómetra y Ordenador del Universo. Cabe mencionar que en los antiguos manuscritos masónicos, la Geometría se identifica constantemente con la Masonería misma. Esta letra sustituyó al yod

hebreo, símbolo del Principio o de la Unidad, debido a la asimilación fonética entre God y yod,

siendo Dios el „Gran Arquitecto del Universo‰ (G.A.D.U.). Otro significado que puede tomar la Letra G es el de Gnosis(Guénon 1988).

Acacias (Figura 4): La Rama de Acacia es uno de los símbolos del Grado de Maestro y simboliza la parte inmortal del hombre que nunca muere. Una rama de acacia fue plantada sobre la tumba del Gran Maestro Hiram Abbi, el Arquitecto del Templo del Rey Salomón, quien fue asesinado por tres malos Compañeros por no revelarles la Palabra Sagrada de los Maestros Masones (Guénon 1988). Debe observarse, respecto

Figura 3. Compás y Escuadra (Grado de Maestro), Cementerio Británico.

Figura 4. Letra G y Acacias, Cementerio Británico.

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a esto, que en diversas tradiciones aparecen símbolos vegetales como prenda de resurrección e inmortalidad. Además de la Acacia de la iniciación masónica, puede mencionarse la „rama de oro‰ de los Misterios antiguos, el muérdago druídico e incluso los ramos o las palmas del Cristianismo (Guénon 1988).

Delta (Figura 5): El Delta Luminoso contiene el „Ojo que Todo lo Ve‰, el ojo del G.A.D.U., y recibe el nombre de „Delta‰ por la forma triangular de dicha letra griega. Este símbolo es común a la Masonería y al Cristianismo, y el Ojo reemplazaría al Tetragrama Hebreo o al yod, primera letra del Tetragrama, que puede considerarse como una abreviatura de él y que, debido a su significación principial por considerarse el elemento primero a partir del cual se forman todas las letras del alfabeto hebreo, constituye de por sí un nombre divino (Guénon 1988). El triángulo recto se refiere al Principio y ocupa un lugar central entre el Sol y la Luna. El ojo que contiene no debe representarse como un ojo derecho o izquierdo, que corresponden al Sol y a la Luna, sino que debe ser un ojo „frontal‰ o „central‰, es decir, un „tercer ojo‰, que es el que „Todo lo Ve‰ en la perfecta simultaneidad del eterno presente. En otras palabras, la Luna y el ojo izquierdo corresponden al pasado, el Sol y el ojo derecho al porvenir, y el Delta y el „tercer ojo‰ al presente, es decir, al instante indivisible que entre el pasado y el porvenir es como un

reflejo de la eternidad en el tiempo (Guénon 1988).

Estrella Flamígera (Figura 6): La Estrella Flamígera es uno de los ornamentos de la Logia, junto al Pavimento de Mosaicos y el Borde Dentado. Con la Letra G en su centro representa la morada del Gran Geómetra del Universo, de la cual pende la plomada celestial que sirve como eje en torno al cual rota la creación entera, ocupando un lugar central en las Logias. También es un símbolo del Hombre, identificándose sus 5 puntas con la cabeza, los brazos y las piernas, y del masón iniciado, resplandeciente de luz en medio de las tinieblas del mundo profano. Figurada entre la Escuadra y el Compás simboliza al Hombre Primordial, intermediario entre el Cielo y la Tierra, cuyas naturalezas reúne en sí, el cual es un emblema de la perfecta Maestría ya que un Maestro Masón se halla siempre entre la Escuadra y el Compás (Guénon 1946).

Cadena de Unión (Figura 7): Rodea la parte superior de la Logia y está relacionada con el cordel que los masones operativos utilizaban para trazar y delimitar el contorno de un edificio, el cual se construía siempre según un modelo cósmico (Guénon 1988). Al ser la Logia una imagen del cosmos, la Cadena de Unión se convierte en un símbolo del „marco‰ del cosmos. Los nudos que posee de trecho en trecho, habitualmente doce, representan a los

Figura 5. Delta, Cementerio de Chacarita. Figura 6. Estrella Flamígera, Cementerio Británico.

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signos del Zodíaco, constituyendo así un „marco celeste‰ (Guénon 1988).

Pavimento de Mosaicos (Figura 8): Es otro de los ornamentos de la Logia y representa el piso blanco y negro del Templo de Salomón. La yuxtaposición de sus colores simboliza la luz y las tinieblas, el día y la noche, y todos los pares de opuestos y complementarios, es decir, de las dualidades cósmicas derivadas de la unidad de un mismo principio, siendo un equivalente del símbolo oriental del yin-yang.

Evoca también otro símbolo masónico, el del águila bicéfala blanca y negra de ciertos Altos Grados (Guénon 1988).

Calavera y Tibias (Figura 8): Son dos de los símbolos mortuorios que figuran en la Cámara de Reflexiones de las iniciaciones masónicas, junto al ataúd, el gallo, el reloj de arena y la guadaña, entre otros. En el grado de Maestro, representan los despojos mortales de Hiram Abbi y se asocian con otros símbolos del grado

tales como la pala, el ataúd, el paño mortuorio negro y la rama de acacia (Guénon 1970).

Columnas (Figura 9): Representan las Columnas „J‰ (Jakim) y „B‰ (Boaz) del Pórtico del Templo de Salomón, cuyo significado alude a un pasaje de las Sagradas Escrituras. Las mismas se encontraban adornadas con dos grandes capiteles ornamentados con guirnaldas entretejidas con lirios y granadas, que simbolizan la Unidad, la Paz y la Abundancia. Estaban coronadas por dos grandes esferas que contenían todos los mapas y cartas de las esferas celeste y terrestre y los archivos, constituciones y secretos de la Masonería (Guénon 1970). En la Logia masónica, las dos Columnas simbolizan los dos principios complementarios que se vinculan simbólicamente a la luz y a la sombra, es decir, una de las Columnas es activa, positiva, masculina, solar y yang, mientras que la otra es pasiva, negativa, femenina, lunar y yin, lo que significa que una procede de la naturaleza del Cielo y la otra de la naturaleza de la Tierra (Guénon

Figura 7. Cadena de Unión, Cementerio de Chacarita.

Figura 8. Pavimento de Mosaicos y Calavera y Tibias, Cementerio de Chacarita.

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1970). También se encuentran asociadas a los dos San Juan, patronos de la Masonería, y a los dos solsticios de invierno y de verano. El solsticio de verano corresponde al signo de Cáncer y es la „puerta de los hombres‰ que da acceso al pitr-yânâ de la tradición hindú, es decir, a la „vía de los antepasados‰. Por otro lado, el solsticio de invierno corresponde al signo de Capricornio y es la „puerta de los dioses‰ que da acceso al deva-yâna, es decir, a la „vía de los dioses‰. Esto también se vincula al simbolismo de Jano, que porta dos llaves que son las de las dos puertas solsticiales, ianua caeli y ianua

inferni, correspondientes a los solsticios de invierno y verano. Sus llaves, además, eran una de oro y la otra de plata, correspondientes a los „Misterios Mayores‰ y los „Misterios Menores‰, además de representar, respectivamente, el poder espiritual y el poder temporal (Guénon 1988). Por otra parte, las Columnas también pueden representar los tres pilares que sostienen a la Masonería, es decir, la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza (Guénon 1970).

Triple Tau (Figura 10) y Triángulo (Figura 11): La Triple Tau pertenece al simbolismo del grado de Santo Arco Real (Holy Royal Arch) y se forma por la disposición de tres malletes masónicos, que pueden colocarse en el centro de un Triángulo inscripto en un círculo (Ferro 2007). Además, la Triple Tau estaría formada por la superposición de las letras T y H, que serían las iniciales de las palabras Templum Hierosolimae, que se refieren al Templo de Jerusalén (Guénon 1970). El Santo Arco Real es considerado un complemento de la Maestría y se lo practica como un cuarto grado en la Masonería Anglosajona, siendo su título completo Orden Suprema del Santo Arco Real del Templo de Jerusalén.

Figura 9. Columnas en panteón masónico, Cementerio de Chacarita.

Figura 10. Triple Tau, Cementerio Británico.

Figura 11. Triángulo, Cementerio Británico.

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L A L O G I A M A S Ł N I C A Y S U SIMBOLISMO

Una Logia (Figura 12) es una Asamblea de Masones debidamente congregados y sus símbolos y rituales practicados en ella varían según el Rito y el grado en que se trabaje. Esto vuelve necesario situar cada símbolo masónico en el contexto de la Logia para que así adquiera su auténtico significado, de la misma forma que evita que aquellos símbolos ajenos a la Masonería sean confundidos con los que le son propios (Guénon 1988; Lavagnini 1989, 1991). Teniendo en cuenta esto, repasaremos algunos aspectos del simbolismo de una Logia masónica, para mostrar que nada en ella se encuentra librado al azar sino que forma parte de un todo armónico y coherente.

La Logia es un símbolo del Cosmos. Su forma es rectangular y simbólicamente, su largo se extiende de Oriente a Occidente, su ancho del norte al sur, su profundidad de la superficie al centro de la tierra, su alto de la superficie a la bóveda celeste y su cobertura es el cielo estrellado, encontrándose rodeada por la Cadena

de Unión. En su centro se encuentra el Pavimento

de Mosaicos, sobre el cual se levanta el Ara, el altar de la Logia. Encima de éste hay tres luces formando un triángulo equilátero, en medio del cual se encuentran las „Tres Grandes Luces‰ de la Masonería: el Volumen de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra. En el centro de la Logia también puede observarse la Estrella Flamígera

con la Letra G, mientras que en Occidente se hallan las Columnas „J‰ y „B‰. Una Logia tiene tres Oficiales Principales: el Venerable Maestro, el

Figura 12. Logia masónica.

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Primer Vigilante y el Segundo Vigilante. Cada uno de ellos posee una Joya (la Escuadra, la Plomada y el Nivel), mientras que sus respectivas Bancas, ubicadas en el Oriente, Mediodía y Occidente, representan el curso del sol durante el día, lo que marca el sentido en que deben realizarse las circunambulaciones rituales. Cada Oficial también representa un Orden Arquitectónico Clásico: el Venerable Maestro representa el Jónico, que simboliza la Sabiduría; el Primer Vigilante el Dórico, que simboliza la Fuerza; y el Segundo Vigilante el Corintio, que simboliza la Belleza. Justamente, Sabiduría, Fuerza y Belleza son los Tres Grandes Pilares que sostienen la Logia y representan, respectivamente, al Rey Salomón, a Hiram Rey de Tiro y a Hiram Abbi. También, sobre el Trono del Venerable Maestro, en el Oriente, se encuentra el Delta, con el „Ojo que Todo lo Ve‰, en medio del Sol y la Luna, a través de los cuales manifiesta la Luz durante el día y la noche (Guénon 1988; Lavagnini 1989, 1991).

El simbolismo de la Logia no se agota en lo que acabamos de mencionar y su análisis podría ser más exhaustivo, pero esperamos que con estos ejemplos pueda observarse que ella posee un significado armónico y coherente y que es necesario situar los símbolos masónicos en su contexto para comprenderlos adecuadamente.

PALABRAS FINALES

Como hemos mostrado a lo largo de este trabajo, el estudio científico del fenómeno masónico es una cuestión sumamente amplia, compleja y de límites todavía imprecisos debido a los diferentes enfoques y puntos de vista, actualmente en desarrollo, desde los cuales es posible abordar el tema. Esperamos haber logrado con este trabajo un aporte a todas aquellas investigaciones que centren su interés en la Masonería, especialmente a la „Arqueología Masónica‰. Para esto, proponemos las consideraciones conceptuales y metodológicas

de la Masonología científica y resaltamos la importancia fundamental de tener en cuenta la variabilidad existente en la Masonería, lo que permite comprender mejor el fenómeno masónico. Asimismo, creemos necesario situar los símbolos masónicos en el contexto de la Logia, donde forman parte de un todo armónico y coherente. De la misma forma, consideramos imprescindible el testimonio directo y la colaboración de los mismos masones, quienes son los que realmente viven la Masonería y la conocen en profundidad. Son múltiples las vías de análisis para estudiar el simbolismo masónico de los cementerios y nosotros hemos abordado sólo una. Podemos afirmar, tal como lo hizo Corbière (2001:38), que el tema masónico „...aunque hay un océano bibliográfico que lo trata de explicar, es todavía un campo inexplorado y un incitante desafío para historiadores, cientistas políticos y sociales, filósofos, antropólogos y profesionales de diversas disciplinas‰.

Recibido en marzo de 2007

Aceptado en septiembre de 2007

NOTAS

1 Una versión preliminar de este trabajo fue presentado en el VII Encuentro Iberoamericano de Valoración y Gestión de Cementerios Patrimoniales y III Jornadas Nacionales de Patrimonio simbólico en Cementerios, realizadas en noviembre del 2006 en la Ciudad de Buenos Aires y seleccionado para publicarse en la revista internacional Argos de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela, bajo el título “La Masonería y la Muerte: el simbolismo masónico de los cementerios” (Figueroa; Albariño; Gutiérrez; Goldin; Pagés).

2 En Masonería no es lo mismo “Rito” que “rito”. “Rito” es una manera específica de practicar la Masonería, con estructuras jerárquicas, con mayor o menor cantidad de grados, y carácter u orientación propia (Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Rito de Memphis-Misraim, etc). Por otro lado, “rito” es cierto acto ceremonial establecido con un fin iniciático (como el rito de dar la Luz al recién iniciado).

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3 Por motivos de reserva y un pedido expreso de los administradores de los cementerios, en este trabajo no se hace referencia a los propietarios de los monumentos funerarios y sólo se incluyen fotos de los símbolos masónicos.

4 Colaboraron en este trabajo, a través de entrevistas personales, miembros del Rito Antiguo y Primitivo de Memphis-Misraim, de la Orden Real de Heredom de Kilwinning, de la District Grand Lodge y de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.

AGRADECIMIENTOS

Pablo Gutiérrez, Ana Laura Goldin, Antonia Rizzo, Jorge Ferro, Eduardo Callaey, Eduardo Kesting, Pablo Alvarez Rus, Marcelo Weissel, Fundación Azara, Cristian Madregal, Darío Prellezo, Analía Mazzieri y Eliana Figueira.

BIBLIOGRAF¸A

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Diego Figueroa - La arqueología funeraria y la Masonería

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en el Patrimonio Cultural Argentino, pp. 97-107. Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires.

* Diego Figueroa es estudiante de la carrera de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo forma parte de su proyecto de investigación sobre el simbolismo masónico en cementerios, el cual comenzó en el año 2006. Versiones previas de este trabajo fueron presentadas en el X Congreso Nacional de Estudiantes de Arqueología (UNCuyo, Mendoza) y en el VII Encuentro Iberoamericano de Valoración y Gestión de Cementerios Patrimoniales y III Jornadas Nacionales de Patrimonio simbólico en Cementerios (Buenos Aires) del año 2006. Dirección de contacto: [email protected]

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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Pérez Pieroni, María Josefina. 2007. Recursos vegetales en Finca Elías 1 (Depto. La Cocha, Pcia. de Tucumán). La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 3:111-124. Buenos Aires.

INFORMES

* Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, Universidad Nacional de Tucumán - [email protected]

RECURSOS VEGETALES EN FINCA EL¸AS 1 (DPTO. LA COCHA, PCIA. DE TUCUM˘N)

María Josefina Pérez Pieroni *

RESUMEN

Se presentan los resultados del análisis de los macrorrestos arqueobotánicos del sitio

Finca Elías 1 (departamento La Cocha, provincia de Tucumán) con el objetivo de realizar una

primera aproximación al consumo de vegetales en el mismo. El sitio se encuentra dentro del

área pedemontana al sur de la provincia de Tucumán, para la cual existen pocas publicaciones

arqueológicas, ninguna de las cuales aborda temáticas referentes a la arqueobotánica. Se realizó la

identificación taxonómica de los macrovestigios vegetales. Entre los especímenes carbonizados se

pudo reconocer un único taxón: Zea mays L. Se trata de los primeros granos de maíz recuperados

en contextos arqueológicos para el área de estudio. Los no carbonizados corresponden al

género Celtis sp. y a la subfamilia Mimosoideae. Es significativo que solo el maíz esté presente en

estado carbonizado en el sitio. La aparición de los macrorrestos no carbonizados debe tomarse

cuidadosamente, considerando los procesos posdeposicionales que pudieron introducirlos.

Palabras clave: Arqueobotánica - Macrorrestos arqueobotánicos - Zea mays - Provincia de

Tucumán - Piedemonte.

ABSTRACT

The results of the analysis of archaeobotanical macro remains excavated in Finca Elías 1

site (La Cocha department, Tucumán province) are presented here. The aim is to carry out an

initial approach to vegetal species consumption in this site, located in the south piedmont of

Tucumán province. There are few archaeological works published for this area, though none

refer to archaeobotanical remains. Therefore, this study is a first progress on the topic. Botanical

macro remains were identified taxonomically. Amongst the charred specimens, a single taxon was

recognized: Zea mays L. These are the first evidences of maize recovered from archaeological

contexts in the study area. Non-charred remains were identified as Celtis sp. and Mimosoideae

subfamily. The presence of maize as the only charred remain in the site is significant. The existence

of non-charred remains must be evaluated carefully, considering the postdepositional processes

that could have introduced them.

Key words: Archaeobotany - Archaeobotanical macroremains - Zea mays - Tucumán province -

Piedmont.

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María Josefina Pérez Pieroni - Recursos vegetales en Finca Elías 1...

112

INTRODUCCIŁN

El sitio Finca Elías 1 (en adelante FE 1) se

encuentra ubicado en el área pedemontana

de la provincia de Tucumán (Figura 1) y fue

excavado en el año 2003 (ver Aschero 2003).

Los trabajos realizados hasta la fecha plantean

que se trataría de una zona de interacción de

distintos grupos, tanto de la región valliserrana

como de la llanura, aunque también pudo tener

sus rasgos singulares (Núñez Regueiro y Tartusi

1990).

Paradójicamente, si bien distintos autores

reconocen la importancia de esta zona, por

la diversidad de recursos que posee y por su

papel en la comunicación entre llanura y región

valliserrana, las investigaciones desarrolladas

en la región pedemontana hasta la actualidad

han sido escasas, y lo poco que sabemos sobre

sus habitantes prehispánicos se basa casi

exclusivamente en hallazgos aislados efectuados

por pobladores locales. Aunque también se han

realizado una serie de estudios arqueológicos

que identifican ocupaciones portadoras de tipos

cerámicos definidos para el área valliserrana

y santiagueña, planteando vínculos de diverso

tipo entre las regiones implicadas (Gómez 1974;

Korstanje 1992; Scattolin y Korstanje 1994;

Manasse 1996-1997; Núñez Regueiro y Tartusi

1990, 2000a y 2000b).

En cuanto a la utilización de vegetales, en

ninguna de las publicaciones citadas se menciona

el hallazgo para el área sudoeste de la Provincia

de Tucumán de restos arqueobotánicos. Algunos

autores suponen la presencia de cultígenos,

con un aporte importante de productos de

recolección (Korstanje 1992; García Azcárate y

Korstanje 1995). Heredia (1968) halló evidencias

de maíz asociados a cerámica Candelaria en el

norte del área pedemontana (provincias de

Tucumán y Salta) y supone la complementación

con recursos silvestres.

Según Nol i (1998) , en momentos

del contacto hispano-indígena, el área

pedemontana estaba habitada por poblaciones

semisedentarias de agricultores incipientes,

los lules-tonocotés. Si bien el cultivo del maíz

era importante, estos grupos basaban su

subsistencia principalmente en la recolección

de algarroba y en los recursos provenientes

de la pesca.

Fuera de esto, es poco lo que se conoce

sobre la importancia de los recursos vegetales

en la economía de las sociedades prehispánicas

del área, tanto para la subsistencia, intercambio

y otros usos.

El objetivo general de este trabajo es

realizar una primera aproximación al consumo

de vegetales en el sitio Finca Elías 1, a través

de la identificación taxonómica de los

macrorrestos recuperados en excavación. La

relevancia del mismo reside en la ausencia de

trabajos publicados que traten la evidencia

arqueobotánica y la subsistencia de grupos

sociales prehispánicos (excepto Noli 1998)

en el área pedemontanta, además de la falta

general de información arqueológica en la

misma. Por otro lado, la buena preservación de

materiales arqueológicos en este sitio permite

explorar a partir de nuevas evidencias el

problema del uso económico de los recursos

vegetales en el piedemonte tucumano,

tanto para la subsistencia como para otras

actividades económicas.

El sitio FE 1 fue excavado por los alumnos

de la Carrera de Arqueología de la Facultad

de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo

bajo la dirección del Lic. Carlos Aschero. Las

excavaciones revelaron por lo menos tres

niveles de ocupación sucesivos a lo largo del

perfil. La diversidad de la evidencia hallada

sugiere espacios domésticos, con presencia de

posibles fogones, acumulaciones de caracoles

terrestres, restos de peces y camélidos, material

arqueobotánico, abundantes fragmentos

cerámicos, algunos artefactos líticos, y un

entierro probablemente asociado a un piso de

ocupación (Aschero 2003).

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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Teniendo en cuenta la información que

aporta la cerámica recuperada en FE 1, se

pueden establecer tentativamente dos lapsos

cronológicos de ocupación en los niveles

superiores de la excavación: el más tardío con

cerámica tricolor relacionada con los tipos

„Averías‰ o „Yokavil‰, y un momento anterior

con presencia de fragmentos adscribibles al

período Formativo. Asimismo habría tenido

lugar una ocupación más temprana que

no presenta cerámica decorada (Aschero

2003).

CARACTER¸STICAS DEL ˘REA DE ESTUDIO

El sitio estudiado se ubica en el departamento

La Cocha de la provincia de Tucumán, en

la margen sur del río Marapa, próximo a la

localidad de Juan Bautista Alberdi. Esta zona

corresponde a la región pedemontana y de

llanuras, caracterizada por abanicos o conos

de deyección cortados por ríos que conforman

la cuenca del Salí-Dulce (Santillán de Andrés y

Ricci 1980).

La vegetación original de la zona pertenece

al distrito de la Selva de Transición (sensu

Cabrera 1976) o Selva Pedemontana (sensu

Prado 1995), que ocupa las llanuras al pie del

Aconquija, formando el borde oriental de la

provincia fitogeográfica de las Yungas, la cual

se caracteriza por un clima cálido y húmedo y

una vegetación de selva (Cabrera 1976). Hacia

el este la selva se entremezcla con el Chaco

Serrano u Occidental (Prado 1995).

Al el sur de Tucumán, las especies arbóreas

características son: Tipuana tipu (Benth.) O.

Kuntze (tipa blanca), Enterolobium contortisiliquum

(Vell.) Morong (pacará, timbó), Anadenathera

colubr ina (Vell.) Brenan (cebil). Además

son frecuentes: Celtis sp. Gill. (tala), Acacia

Adams, entre otras. Existen además especies

herbáceas, enredaderas y epífitas (Cabrera

1976). También se observaron elementos de la

Provincia Chaqueña, tales como Ziziyphus mistol

Griseb. (mistol), leguminosas de la subfamilia

Mimosoideae, entre ellas el algarrobo (Prosopis

alba (Gris.) Hieron. y Prospis nigra Griseb.) y

cactáceas.

En su mayor parte, la vegetación nativa ha

sido reemplazada por cultivos y desmontada

para la extracción de maderas, lo cual

significa un amplio impacto en la flora, la

fauna, el registro arqueológico y el suelo. Sin

embargo, en muchos casos, la explotación

de este último ha permitido el hallazgo de

sitios que de otra manera permanecen bajo

potentes sedimentos. En el caso de FE 1, los

trabajos se realizaron a partir de la denuncia

del propietario de la finca, tras el hallazgo de

materiales arqueológicos en la realización de

actividades de desmonte.

Figura 1. Localización de FE 1 (modificado de Sayago et al. 1998).

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María Josefina Pérez Pieroni - Recursos vegetales en Finca Elías 1...

114

METODOLOG¸A

En este trabajo nos ocuparemos de los

vestigios macrobotánicos recuperados en el sitio

FE 1 y en particular de los carporrestos (semillas

y frutos). Los macrorrestos comprenden

aquellos especímenes reconocibles a simple

vista o que requieren baja magnificación para

su identificación (Pearsall 1989).

A continuación se detalla la metodología

empleada en la obtención de restos en el campo

y la empelada en su análisis de laboratorio.

Recuperación de macrorrestos en el campo

Hay distintas formas de recobrar macro-

rrestos arqueobotánicos (Pearsall 1989): a)

durante la excavación se recolecta el material

in situ; b) por tamizado y c) usando técnicas

de flotación. La técnica que se emplee va a

determinar el tipo y el tamaño de material de

la muestra y, por lo tanto, las inferencias que

puedan realizarse sobre la misma (Oliszewski

1999, 2004a).

Los macrovestigios vegetales aquí analizados

fueron extraídos durante los trabajos

de excavación empleando las siguientes

estrategias:

a) manualmente durante la excavación: a

ojo desnudo, fueron separados aquellos

restos distinguibles de la matriz. Esta técnica

puede proveer datos sobre asociaciones

entre vegetales y artefactos no botánicos.

Sin embargo, presenta el inconveniente

de introducir una desviación a favor de

los materiales de gran tamaño y depende

de la experiencia e interés del excavador

(Pearsall 1989).

b) por tamizado en seco: se tamizaron

todos los sedimentos extraídos por malla

metálica fina (2 mm de apertura) durante

la excavación, lo cual permitió separar

pequeños artefactos líticos, cerámicos,

huesos y restos vegetales no detectados

durante la misma. Esta técnica permite

recuperar macrorrestos vegetales de

manera más sistemática que a simple vista.

Sin embargo, pueden producir pérdida o

daño de materiales carbonizados (Wagner

1988).

La muestra incluida en este estudio

proviene de nueve unidades de excavación: tres

cuadrículas de 2 m por 2 m, y cuatro pozos

de sondeo de un metro cuadrado, distribuidos

al azar en el área no cultivada de la finca. Se

extrajo el sedimento en niveles artificiales de

10 cm dada la homogeneidad del perfil. Todos

los materiales extraídos fueron embolsados

por nivel y cuadrícula.

Trabajo de laboratorio

En primera instancia, se separaron manual-

mente los materiales arqueobotánicos embol-

sándolos según su proveniencia (unidad de

excavación y nivel), y distinguiendo si se trataba

de semillas, vainas u otras estructuras. Para

ello se empleó una lupa de baja magnificación

(Oliszewski 1999, 2005).

Posteriormente, utilizando una lupa binocular,

se reconocieron los restos individualmente. Se

consideraron caracteres tales como: morfología

externa, tamaño (largo y ancho), superficie y

ornamentación, y otros atributos anatómicos

relevantes (Oliszewski et al. 2001). Los mismos

fueron consignados en planillas especiales

(adaptadas a partir de Oliszewski 2004a). Para

la identificación taxonómica se emplearon

materiales de referencia pertenecientes al

Laboratorio de Arqueobotánica del Instituto

Interdisciplinario de Estudios Andinos (Facultad

de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de

Tucumán), correspondientes a granos de maíz

arqueológicos de distintos sitios del Campo del

Pucará (ver Olizsewski 2004a); y publicaciones

específicas de botánica (Boelcke 1945-47;

Parodi 1959; Hunziker y Dottori 1976).

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

115

Las mediciones se realizaron en una

lupa binocular Arcano (2X a 4X) con papel

milimetrado colocado por debajo de la cápsula

de Petri que contenía los restos. Para las vainas

se empleó un calibre de precisión HL (150 x

0,02 mm).

Se tomó como unidad, tanto para la

determinación como para la cuantificación, a

la porción individual más pequeña sobre la cual

se puede realizar algún tipo de determinación

dentro de los distintos niveles de la taxonomía

vegetal (Oliszewski et al. 2001).

A fin de reconocer su posible procedencia,

se confrontaron los materiales arqueológicos

con bibliografía específica de la vegetación

característica del área de estudio (Cabrera

1976; Prado 1995). Esto puede facilitar la

comparación de la vegetación prehistórica

con la actual, o ayudar en el reconocimiento

de fuentes de procedencia de material

moderno que puede contaminar la muestra.

Teniendo en cuenta que se proponen diversas

ocupaciones desde el Formativo, sería

conveniente considerar la posibilidad de

cambios ambientales, aunque no se conocen

trabajos publicados sobre el tema para el

área.

RESULTADOS

Los carporrestos recuperados se presentan

tanto carbonizados como secos. Entre los

carbonizados se determinó un único taxón: Zea

mays L. (Poaceae). Entre los no carbonizados

se reconocieron los siguientes géneros: Celtis

(Ulmaceae), Acacia Adams, Prosopis L. (Fabaceae,

subfamilia Mimosoideae). Todos los ejemplares

se encuentran depositados en el Instituto de

Arqueología y Museo, Facultad de Ciencias

Naturales e Instituto „Miguel Lillo‰, Universidad

Nacional de Tucumán. Las identificaciones se

describen a continuación.

Poaceae

Zea mays L. (Figura 2)

Zea mays var. minima Bonafus

Nombre común: maíz perla, pororó,

reventón, rosita, etc. (Parodi 1959).

Ejemplares: 181, 182, 183, 184, 185, 186, 187,

188, 189, 191, 192, 193 y 194.

Procedencia: R16 A nivel 6; R16 B niveles 6,

8, 9 y 10; R16 C niveles 8 y 9; X8 A nivel 6;

X8 B nivel 6; X8 C nivel 4 y W7 nivel 8.

Descripción: dentro de esta categoría se

identificaron cuatro cariopsis completos, tres

de ellos reventados, y nueve fragmentados,

de los cuales uno solo se presenta

reventado. Todos se hallaron carbonizados.

Sus dimensiones varían entre 4-7 mm de

longitud y 4-6 mm de latitud. En cuanto a las

formas se registran las siguientes: acuminada

globosa y redondeada globosa. La superficie

es principalmente rugosa y uniforme y, en

algunos casos, rugosa y no uniforme.

Identificación: considerando la forma y

el tamaño pequeño, estos cariopsis se

determinaron como Zea mays var. minima

Bonafus (Parodi 1959). Para ello fue útil la

comparación con materiales provenientes

de los sitios Alamito de Campo del Pucará

(Andalgalá, Catamarca) descriptos por

Oliszewski (2004a, 2005).

Zea mays var. oryzaea Kuleshov

Nombre común: maíz pisingallo (Parodi

1959).

Ejemplar: 190.

Procedencia: R16 C nivel 10.

Descripción: dentro de esta categoría se

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María Josefina Pérez Pieroni - Recursos vegetales en Finca Elías 1...

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identificó un único cariopsis completo

carbonizado, cuyas dimensiones son 7

mm de longitud por 5 mm de latitud

aproximadamente. Su forma es acuminada

y la superficie es rugosa y uniforme.

Identificación: principalmente en base a la

forma y el tamaño pequeño, este cariopsis

se determinó como Zea mays var. oryzaea

Kuleshov (Parodi 1959).

Ulmaceae

Celtis sp.

Nombre común: tala.

Ejemplares: 001 a 180 y 211 a 229.

Procedencia: L14 nivel 7; T9 nivel 3; S12 A

nivel 1; W7 nivel 4, 5, 6 y 7; R16 A nivel 2, 6,

7, 8, 9, 10 y 11; R16 C nivel 10; R16 D nivel

9; X8 A nivel 1, 6, 9 y 10; X8 B nivel 1, 2 y

10; X8 C nivel 1, 2, 6, 7, 8, 9 y 10.

Descripción: se recuperaron en total 180

pirenos, que encierran una única semilla.

Ninguno de ellos está carbonizado: 98

están completos, 82 fragmentados y 6

presentan restos de endocarpo. Las medidas

oscilan entre 3-5 mm de latitud y 3-6 mm

de longitud. La forma más común es la

subesférica, pero también se registran ovales

y subovales. La superficie presenta una

cubierta calcárea con una ornamentación

característica, que en algunos pirenos se

muestra erodada y en otros lisa.

Identificación: en base a la ornamentación se

pudieron distinguir dos grupos principales.

En el grupo 1 (Figura 3) se presenta regular

con alvéolos poco profundos; mientras que

en el grupo 2 (Figura 4) la misma es irregular,

con emergencias variables tanto por su

altura como por su distribución. Otro

grupo incluye pirenos sin ornamentación

o erodados, que no pudieron incluirse en

ninguno de los anteriores. Las características

del primer grupo coinciden con las descritas

para Celtis pallida Torrey por Hunziker

y Dottori (1976), pero el tamaño de los

presentes en este sitio es mayor que el

descrito por estos autores. Las del segundo

grupo se corresponden con los definidos

por Hunziker y Dottori (1976) para Celtis

tala Planchon.

Fabaceae

Acacia Adams (Figura 5)

Ejemplares: 196, 197, 198, 199, 200, 204,

206 y 207.

Procedencia: R16 A nivel 5, R16 C nivel 9,

R16 D nivel 5 y 8, X8 A nivel 10, X8 B nivel

1, X8 B nivel 10 y T9 nivel 3.

Figura 2. Zea mays var. oryzaea (primer cariopsis a la derecha) y var. minima (todas las demás).

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117

Descripción: se dist inguieron tres

semillas completas no carbonizadas, dos

endocarpos y tres fragmentos de vaina,

ninguno carbonizado. Para las semillas, las

dimensiones varían entre 6-8 mm de longitud

por 4,5-5,5 mm de latitud. Presentan formas

subrectangular, subcircular o subovoide.

El extremo chalazar (extremo inferior)

es redondeado en todos los casos y el

extremo hilar (extremo superior, donde

se encuentra el hilum), afinado. Exhiben

una línea fisural (línea que aparece en

ambas caras de las semillas de leguminosas

mimosoideas) en forma de amplia herradura.

Los endocarpos miden 5 x 4 mm y 6 x 3

mm, su forma es subcircular o subovoide.

Los fragmentos de vainas miden entre

10,8-11,9 mm de latitud y 21,8-25,6 mm

de longitud, aunque en todos los casos se

encuentran fragmentados.

Identificación: las tres semillas se asignan,

de acuerdo con el tamaño y la forma, al

género Acacia. La línea fisural, que es el

rasgo más característico de las especies

de leguminosas mimosoideas, permite

adscribirlas a Acacia aroma Gill. (tusca)

(Boelcke 1945-47). Los endocarpos

pueden asignarse al género Acacia en

base al tamaño y la forma. En cuanto a los

fragmentos de vainas, podrían pertenecer

a este mismo género de acuerdo con la

longitud y la latitud de los septos, pero

la identificación no es segura (Boelcke

1945-47).

- Prosopis L.

Ejemplar: 195.

Procedencia: R16 A nivel 5.

Figura 4. Celtis sp. Grupo 2

Figura 3. Celtis sp. Grupo 1

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118

Descripción: se trata de una única semilla

con residuos de endocarpo, no carbonizada,

cuyas dimensiones son 5 x 6 mm. Su

forma es subovoidal, el extremo chalazar

es redondeado y el extremo hilar no se

distingue. Presenta una línea fisural en forma

de amplia herradura.

Identificación: se la asigna al género Prosopis

L. con dudas, en base a la línea fisural, forma

y dimensiones, no pudiendo realizarse

mayores apreciaciones dado el estado de

conservación (Boelcke 1945-47).

Fabaceae

Ejemplares: 201, 202, 203, 205, 208, 209 y

210.

Procedencia: X8 A nivel 4 y 10, X8 B nivel

1 y T9 nivel 3.

Descripción: 7 fragmentos de vainas no

carbonizadas, cuyas dimensiones varían

entre 7,5-11,7 mm de latitud y 8,1-17,8

mm de longitud que en todos los casos se

encuentra fragmentada.

Identificación: en este caso solo es posible la

determinación a nivel familia, dado que los

fragmentos pertenecen a vainas. El estado

de conservación no permite asignarlos

a una categoría taxonómica más precisa

(Figura 6).

DISCUSIŁN DE LOS RESULTADOS

En las Tablas 1, 2 y 3 pueden observarse

las cantidades de Celtis sp. por unidad de

excavación y nivel para cada grupo identificado.

Los pirenos se encuentran presentes en toda

la estratigrafía en abundante cantidad, lo que

permite suponer que han sido introducidos

por procesos posdeposicionales que afectan

a toda la secuencia, dado su estado no

carbonizado. Se han registrado distintos

mecanismos de alteración en todos los niveles

de la excavación que pueden aportar materiales

tales como la acción de raíces y la de insectos

cavadores. La mayor cantidad de pirenos en los

primeros niveles apoya la posible introducción

como resultado de las perturbaciones. Sin

embargo, llama la atención que para el grupo

2 (correspondiente a Celtis tala), se presenten

en mayor cantidad en los últimos niveles,

principalmente en la unidad X8. Ello pone

en duda lo planteado anteriormente para el

origen de los pirenos, al menos en este grupo,

e invita a tener en cuenta otras posibilidades

(por ejemplo su depositación por factores

antrópicos, ya que Celtis tala puede ser usado

tanto para el consumo de sus frutos como

para leña) (Oliszewski 1996). Por otro lado,

hay que destacar que la unidad X8 presenta

las mayores cantidades de pirenos para los tres

grupos distinguidos.

Hay distintas especies de Celtis disponibles

en la selva pedemontana (Prado 1995), pero su

Figura 5. Semillas (tres primeras desde la derecha) y endocarpos (dos primeros a la izquierda) de Acacia Adams.

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

119

Figura 6. Fabaceae (vainas).

Celtis sp. Grupo 1 Nivel

Unidad 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Total

T9 - - 5 - - - - - - - 5

S12 2 - - - - - - - - - 2

W7 - - - 2 - 1 - - - - 3

R16 - - - - - - - - 3 - 3

X8 22 1 - - - 2 - 6 9 6 46

Total 24 1 5 2 - 3 - 6 12 6 59

Celtis sp. Grupo 2 Nivel

Unidad 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Total

W7 - - - 1 1 - - - - - 2

R16 - - - - - - - - 1 - 1

X8 3 1 - - - - - 11 10 - 25

Total 3 1 - 1 1 - - 11 11 - 28

Tabla 1. Celtis sp. Grupo 1 por unidad de excavación y por nivel.

Tabla 2. Celtis sp. Grupo 2 por unidad de excavación y por nivel.

nomenclatura es algo complicada ya que hay

variaciones y desacuerdos entre los autores

para denominar cada una (Hunziker y Dottori

1976; Prado 1995).

Se menciona el hallazgo de pirenos de

Celtis sp. para los sitios de Campo del Pucará,

Catamarca, en montículos mayores de los sitios

„Patrón Alamito‰ (Oliszewski 1996). También

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María Josefina Pérez Pieroni - Recursos vegetales en Finca Elías 1...

120

se ha identificado material leñoso de Celtis tala

en Martínez 3 y El Altillo (Valle de Ambato,

Catamarca) (Marconetto 1999).

En nuestro caso, ninguno de los ejemplares

pertenecientes a la subfamilia Mimosoideae

está carbonizado. Esto nos permite suponer

que se trata de especímenes actuales que

fueron introducidos en el sedimento por

procesos posdeposicionales. Hay distintas

leguminosas mimosoideas presentes en el

área (Prosopis sp., Acacia sp., entre otras)

como elementos intrusivos, pertenecientes

al Monte Chaqueño (Prado 1995). Aunque las

excavaciones se realizaron fuera de la época

de fructificación de estas especies, las mismas

pueden sobrevivir en el sedimento a lo largo

del año e introducirse en la estratigrafía por

la acción de mecanismos de alteración (como

por ejemplo, las raíces).

Los fragmentos de vainas de Fabaceae están

distribuidos en toda la estratigrafía y su número

es muy escaso (ver Tabla 4). Sin embargo,

aunque las semillas obtenidas son pocas (6), las

mismas se concentran en los niveles 5, 8 y 9

de la unidad R16 y una sola en el nivel 10 de la

unidad X8 (ver Tabla 5). En la R16 estos niveles

se corresponden con los posibles episodios de

ocupación que se han determinado, tal como

se mencionó en la introducción. Esta situación

permitiría poner en duda el origen de estas

semillas y considerar otros factores, tales como

su introducción por los habitantes del sitio. Pero

para poder tener mayor seguridad al respecto

se hace necesaria una muestra más significativa

que confirme la tendencia.

En el caso de Zea mays, su carbonización apoya

el origen antrópico. Debe considerarse que las

dos variedades distinguidas son reventadoras y

no tienen diferencias muy relevantes desde el

punto de vista del aprovechamiento humano,

ya que son de maduración temprana, con usos

(mayormente para freír) y tiempos de siembra

y cosecha similares. Se trata de maíces con

espigas pequeñas y granos también pequeños.

Ambas variedades son consideradas como

primitivas, particularmente la variedad minima

(Parodi 1959). En los sitios de Campo del Pucará

(Andalgalá, Catamarca) se hallaron cariopsis

muy similares en su aspecto (Oliszewski 2004a,

2005), con una cronología aproximada del 200

- 500 DC.

La Tabla 6 muestra las cantidades de cariposis

de Zea mays por unidad de excavación y por

nivel. Puede observarse que la mayor cantidad

de granos identificados se encuentra en la

unidad R16, mayormente en los últimos niveles

(9 y 10). Aunque esta cifra es poco significativa,

es interesante considerar que los cariopsis se

asocian con un posible piso ocupacional (nivel

10) vinculado con evidencias de actividades

domésticas. Este piso representaría la ocupación

más temprana del sitio (Aschero 2003).

Tabla 3. Celtis sp. no agrupados, por unidad de excavación y por nivel.

Celtis sp. no agrupado Nivel

Unidad 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Total

L14 - - - - - - 1 - - - 1

T9 - - 3 - - - - - - - 3

S12 1 - - - - - - - - - 1

W7 - - - 6 1 - 2 - - - 9

R16 - - - - - 2 - - 9 - 11

X8 37 5 - - - 6 4 5 8 3 68

Total 38 5 3 6 1 8 7 5 17 3 93

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

121

Por otro lado, hay que tener en cuenta

la gran cantidad de artefactos de molienda

presentes en varias unidades de excavación

y distintos niveles del sitio. Ello puede indicar

una intensa molienda tanto de vegetales de

recolección como de posible cultivo, a pesar

de su escasa preservación como macrorrestos,

lo cual permite inferir la importancia de los

recursos vegetales en la alimentación. No

obstante, se debe tener en cuenta que muchas

veces los instrumentos de molienda tuvieron

otros fines, tales como moler pigmentos,

antiplásticos para manufactura cerámica, etc.,

por lo que no podemos estar seguros de su

vinculación con los vegetales consumidos. El

análisis de microrrestos sobre artefactos de

molienda permitirá intentar dilucidar la función

de tales artefactos.

CONCLUSIONES

A pesar del tamaño reducido de la

muestra tratada, se puede hipotetizar acerca

de la importancia del maíz para las distintas

ocupaciones registradas en el sitio, ya que

es el único macrorresto botánico que está

presente carbonizado, pudiendo asignarle

un origen antrópico. Esto discrepa con lo

que manifiestan las fuentes etnohistóricas

para el área tratada, que otorgan un rol

preponderante en la subsistencia a los frutos

del algarrobo (Prosopis alba y Prosopis nigra),

y en menor grado al maíz (Noli, 1998). Por

otro lado, en FE 1 hasta el momento no se

encontraron frutos de este árbol (solo fue

hallada una semilla posiblemente asignable al

género Prosopis).

Tabla 4. Fragmentos de vainas de leguminosas por unidad de excavación y por nivel.

Fabaceae Vainas Nivel

Unidad 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Total

X8 3 - - - 1 - - - - 2 6

T9 - - 4 - . - - - - - 4

Total 3 - 4 - 1 - - - - 2 10

Mimosoideae Semillas Nivel

Unidad 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Total

R16 - - - - 3 - - 1 1 - 5

X8 - - - - - - - - - 1 1

Total - - - - 3 - - 1 1 1 6

Zea mays Nivel

Unidad 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Total

R16 - - - - - 2 - 2 4 2 10

X8 - - - 1 - 2 - - - - 3

W7 - - - - - - - 1 - - 1

Total - - - 1 - 4 - 3 4 2 14

Tabla 5. Semillas de leguminosas mimosoideas por unidad de excavación y por nivel.

Tabla 6. Cariopsis de Zea mays por unidad de excavación y por nivel.

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María Josefina Pérez Pieroni - Recursos vegetales en Finca Elías 1...

122

Sin embargo los restos botánicos encontra-

dos en el registro arqueológico no dan una

pauta exacta de la importancia de cada especie

dentro del espectro de recursos vegetales

explotados por las poblaciones humanas. Los

procesos de depositación y posdepositación

influyen en diferentes grados en la preservación

de las distintas especies y los cereales suelen

perdurar más que otras (Oliszewski 2004a).

Por lo que la presencia del maíz puede deberse

a la conservación diferencial con respecto a

otros vegetales utilizados.

Por otro lado, también debemos considerar

la posibilidad de diferencias cronológicas

en la relevancia de ciertos recursos para

la subsistencia de los grupos humanos de

piedemonte y llanura. En este sentido, el

aprovechamiento del algarrobo en la etapa

colonial puede deberse no solo a su importancia

en tiempos prehispánicos, como al estímulo

de su recolección por los españoles dada su

condición de excelente forrajera (Noli 1998).

También es destacable que casi todos los

granos de maíz identificados pertenezcan a

la variedad minima, que se ha registrado en

muchos sitios del Noroeste Argentino con

cronologías correspondientes al período

Formativo, tales como el ya mencionado

Campo del Pucará, Palo Blanco y Costa de

Reyes (Tinogasta, Catamarca), Casas Viejas

(Valle de Tafí, Tucumán), entre otros (Oliszewski

2004b).

La asociación de buena parte de los

cariopsis con un probable piso ocupacional,

que a su vez presentaba evidencias de distintas

actividades (restos arqueofaunísticos, de

carbón, artefactos cerámicos y líticos, etc.)

permite apoyar la hipótesis que considera a

estos niveles como espacios domésticos. El piso

corresponde a los niveles 9 y 10 excavados, que

suponemos es la ocupación más temprana del

mismo. Por tal motivo, sería esperable que los

maíces pertenecieran a variedades primitivas

como Zea mays var. minima, que en el NOA

son halladas mayormente en sitios del período

Formativo, como se mencionó anteriormente.

En futuras excavaciones podrían hallarse otras

variedades en las ocupaciones posteriores,

con distintos tiempos de maduración y

posibilidades de uso.

Hay que recalcar que estos son los

primeros granos de maíz descubiertos en

contextos arqueológicos y reportados en la

bibliografía para el área pedemontana y de

llanuras del sur de Tucumán. Por lo tanto, hasta

que no se realicen trabajos arqueobotánicos

más intensivos en esta zona, se trata tan solo

de una muestra muy limitada de los vegetales

usados por las poblaciones prehispánicas.

En cuanto a los especimenes no carbonizados,

la importancia de los procesos posdeposicionales

que se manifiestan en el sitio permite suponer

que los mismos fueron introducidos en el sitio

recientemente. Pero se plantea la duda en el

caso de Celtis tala y de Acacia aroma, tal como

se expresó anteriormente.

Se hace necesario ampliar la muestra

anal izada con futuras excavaciónes y

recuperación de restos mediante tamizado,

incorporando técnicas de flotación. Así se

optimizaría su obtención, dado que los mismos

son poco abundantes, pero su presencia es

significativa, y no fueron hallados en otros sitios

en la zona.

Por otro lado, también sería interesante

analizar las tendencias aquí expuestas a

través de otras líneas de investigación, como

por ejemplo el análisis de microrrestos

arqueobotánicos en los artefactos de molienda.

Los estudios antracológicos pueden a su vez

ampliar el panorama de las especies vegetales

utilizadas por los habitantes del sitio para

distintos fines (madera para combustible,

construcciones, entre otros), teniendo en

cuenta la gran cantidad de carbón recuperada

en las excavaciones realizadas durante el año

2003.

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

123

Finalmente, cabe destacar nuevamente

la importancia de realizar investigaciones

arqueobotánicas en ambientes de selva del

piedemonte tucumano, que en este caso

nos permitieron detectar la presencia de

maíz en ocupaciones tempranas para el sitio

arqueológico estudiado.

Recibido en marzo de 2007

Aceptado en septiembre de 2007

AGRADECIMIENTOS

El presente trabajo fue llevado a cabo

con una beca estudiantil para investigación

de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la

Universidad Nacional de Tucumán (CIUNT),

dirigida por el Dr. Carlos Angiorama. Agradezco

a la Dra. Nurit Oliszewski, quien guió las

tareas en las etapas de laboratorio y por sus

correcciones y aportes en la realización de este

trabajo. También, al Dr. Jorge Martínez quién

tomó las fotos. A su vez, quisiera agradecer al

Sr. Rodolfo Elías, por su buena predisposición

hacia los trabajos de excavación realizados en

su finca y por su generosidad y ayuda durante

el transcurso de los mismos.

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* María Josefina Pérez Pieroni está finalizando la carrera de Arqueología en la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto “Miguel Lillo” de la Universidad Nacional de Tucumán. Este informe surge del trabajo realizado gracias a una Beca Estudiantil para Investigación otorgada por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Tucumán (CIUNT). Dirección de contacto: [email protected]

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

125

Palombo, Paula. 2007. Relevamiento fisonómico de la cubierta vegetal de Floridablanca. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 3:125-130. Buenos Aires.

NOTAS

* DIPA-IMHICIHU-CONICET - [email protected]

RELEVAMIENTO FISONŁMICO DE LA CUBIERTA VEGETAL DE FLORIDABLANCA

Paula Palombo*

INTRODUCCIŁN

La Nueva Colonia y Poblado de Floridablanca fue fundada en 1781 por Antonio Viedma. La misma se realizó en el marco de un Plan de Poblamiento y Fortificación de la Patagonia propuesto por Carlos III y sus ministros ilustrados (De Paula 1974; Entraigas 1982). El poblado se ubica en la bahía de San Julián, provincia de Santa Cruz.

Floridablanca fue pensada como un poblado agrícola (Ramos Pérez 1984), una porción de las personas que allí llegaron lo hicieron con el propósito de labrar la tierra y generar un rendimiento cerealero, el cual debía permitirles su sustento y el de aquellos que desarrollaban otras actividades en la colonia (autoridades, tropa y obreros, entre otros).

Desde 1998 se llevan a cabo trabajos sistemáticos de investigación arqueológica dirigidos por la Dra. María Senatore (Senatore 2007). Antes de estos el sitio fue objeto de excavaciones por parte de aficionados y víctima de pequeños saqueos.

El objetivo de este trabajo es analizar las condiciones de la vida cotidiana de este grupo de pobladores, los labradores. Me propongo entonces identificar espacios útiles para las tareas agrícolas, tanto para la producción cerealera, así como para el sustento de la unidad doméstica, como es el caso de las huertas.

Sin embargo, este objetivo conlleva grandes problemas cuando uno planea las formas de aproximación empírica. El análisis presupone un conocimiento del medio ambiente en el momento de la fundación de Floridablanca que aún no se ha establecido con exactitud. Es indiscutible que no sé cuál era el estado inicial de las tierras que circunscribieron al poblado que, junto con el breve margen cronológico de la colonia de tan sólo cuatro años de vida, transforman en un desafío poder comparar las condiciones actuales con las vividas por los colonos a fines del siglo XVIII.

El ganado cimarrón, introducido desde el comienzo de la colonización, y su creciente distribución, generó alteraciones en los ecosistemas desde tiempos muy tempranos. Posteriormente la explotación intensiva de la ganadería ovina sobre estos suelos, produjo una desertización y empobrecimiento de los mismos. El paisaje que nosotros vemos hoy en día dista mucho de ser aquel elegido por Viedma. A pesar de lo expresado, creo que hay que pensar nuevas formas de abordar el espacio y que éstas van a permitir generar resultados, quizás acotados, pero no por ello menos interesantes.

Para el análisis de la cobertura vegetal se utilizó el método fisonómico, que es una aproximación a la observación del sitio. En este caso en particular fue un ensayo, un acercamiento más entre otros ya efectuados en el intento por establecer cuáles pudieron ser las áreas destinadas al cultivo en Floridablanca.

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Paula Palombo - Relevamiento fisonómico de la cubierta vegetal de Floridablanca

126

una herramienta sencilla de usar para tener un primer reconocimiento del espacio a trabajar. Antes de esta aproximación usé varios diseños de muestreo para cubrir el área, sondeos y prospecciones, entre otros, sin obtener resultados favorables. Cabe destacar que en Floridablanca tan sólo hubo una cosecha en el año 1782 (Archivo General de Indias, Sevilla [AGI], Buenos Aires, 328)1.

El trabajo de Prieto et al. (2003) resultó novedoso por su flexibilidad a la hora de adoptar las estrategias de abordaje del sitio. Lo que ellos hicieron fue comparar la información obtenida de los documentos históricos con los datos que poseían de la zona bajo estudio. En el caso del Proyecto de Floridablanca, el cual lleva nueve años de estudio y búsqueda documental, sabía de antemano que las narrativas no iban a aportar información relevante. Como consecuencia de ello, adapté el método, observando cómo las unidades vegetacionales se presentaban visualmente, diseñando una estrategia para relevar los datos y así poder interpretarlos.

El uso del método fisonómico se dividió en tres etapas. En la primera, el espacio se abordó desde un nivel de observación aéreo, y en la segunda etapa, la aproximación se hizo a nivel terrestre, ampliando todo lo posible el rango de cobertura. En la tercera se relevaron los documentos históricos existentes con el objeto de hacer una lectura enfocada sólo en la cuestión planteada. Luego de estas etapas, se procedió a la integración de la información.

Nivel de observación aéreo

Éste se llevó a cabo sobrevolando el sitio arqueológico y sus alrededores con el objeto de visualizar el paisaje, sus formas y la distribución de la vegetación. Se hizo un registro fotográfico con el fin de analizar e interpretar esta información, para tratarla luego, desde el nivel terrestre. El vuelo se realizó manteniendo una altura de 150 m

OBJETIVOS ESPEC¸FICOS

En primer lugar, me interesa analizar si las especies vegetales actuales responden a condiciones diferentes de crecimiento, y si esto es consecuencia de la modificación del paisaje en función de las actividades agrícolas.

En segundo lugar, busco evaluar si estas condiciones diferenciales se proyectan en el espacio. Es decir, ver si el comportamiento de la vegetación (distribución y asociación de especies) es consecuencia del uso de los espacios para el desarrollo de las tareas de laboreo (cerealeras y en huertas) en el pasado.

Si bien parto del supuesto de que las condiciones actuales son diferentes a las del siglo XVIII, no descarto la posibilidad del continuo en el tiempo y en el espacio de estas características.

METODOLOG¸A

Para el análisis de la cobertura vegetal se utilizó el método fisonómico „⁄que se fundamenta en la identificación de grandes unidades de vegetación tal como se presentan o impresionan al observador, teniendo en cuenta la estructura de la vegetación y la o las especies dominantes‰ (Prieto et al. 2003:617).

El aporte más valioso de este método es poder abordar un espacio del cual se desconoce el estado inicial y, por consiguiente, no hay datos para comparar con las condiciones actuales. El método fisonómico tiene su origen en las ciencias ambientales y ha sido usado por Prieto y su equipo para detectar cambios en los ambientes naturales de la provincia de Mendoza.

Este método es una aproximación no intrusiva al sitio arqueológico, al tiempo que es

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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con orientación tanto de norte a sur, como de este a oeste. El resultado obtenido fue una secuencia fotográfica de todo el sitio arqueológico, en la que se buscó ampliar el rango espacial de éste todo lo que fuera posible. Posteriormente, se trabajó con las imágenes obtenidas identificando, en primer lugar, aquellos conjuntos de vegetación que mostraban una asociación directa con rasgos arqueológicos, como por ejemplo el sector central II, el fuerte. Éste posee una marcada visibilidad aérea, ya que su perímetro está claramente vegetado, transformándolo en un rasgo de fácil identificación (Figura 1). En segundo lugar, se identificaron manchas o formas puramente vegetales, para que una vez en el nivel de observación terrestre, poder observar si éstas poseían algún tipo de asociación con estructuras y/o rasgos arqueológicos.

Figura 1. Detalle de la cubierta vegetal del Fuerte de Floridablanca.

Nivel de observación terrestre

Éste se llevó a cabo una vez concluido el nivel de observación aéreo y el de fotointerpretación de la vegetación. Una vez identificadas las formas que componía la vegetación, se procedió a su relevamiento a través del diseño de un muestreo dirigido. Para ello, se confeccionó una ficha teniendo en cuenta categorías tales como ubicación, forma, límites y superficie ocupada por los diferentes conjuntos vegetales.

En cada una de estas formas o conjuntos de vegetación se estableció una unidad de observación, de 1 m por 1 m, con el fin de poder cuantificar el porcentaje de superficie cubierta por la vegetación y el porcentaje por especie representada dentro de cada uno de estos conjuntos. Se recolectaron muestras de

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Paula Palombo - Relevamiento fisonómico de la cubierta vegetal de Floridablanca

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cada una de las especies vegetales halladas en las unidades de observación para su posterior determinación. También se llevó un registro fotográfico de cada una de las unidades de observación, así como su ubicación dentro del plano del sitio.

Nivel de observación histórico

Se denominó así al uso de documentos históricos. Se relevaron los documentos que se encuentran en el Archivo General de la Nación de Buenos Aires (Archivo General de La Nación, Buenos Aires [AGN], Sala IX, Costa Patagónica años 1778 a 1784), y los del Archivo General de Indias en España (AGI, Sevilla, Buenos Aires, 328 y 410). También se consultó el diario de Viedma (1972), con el objeto de encontrar información relevante sobre la vegetación, e información sobre los espacios usados y/o modificados, pero desgraciadamente este camino resultó ser estéril hasta el momento.

RESULTADOS Y CONCLUSIONES

La observación aérea facilitó la identificación de estructuras arqueológicas a través de su cubierta vegetal, así como la detección de nuevos conjuntos para ser analizados en nivel de observación terrestre. El relevamiento fotográfico me permitió tener una idea más acabada de la totalidad del espacio y de las áreas que eran más relevantes al momento de abordarlas y de establecer sus unidades observacionales.

Con respecto al nivel de observación terrestre, el primer resultado arrojó una idea de cómo estaban distribuidos los conjuntos vegetales. Como se ve en la Figura 1, las manchas de vegetación se asocian al conjunto edificado, siendo una cubierta vegetal de coirón amargo la que aparece a medida que uno se aleja. He identificado las especies que integran cada uno de estos conjuntos, su distribución

espacial y características. En la Tabla 1 se detalla cada una de las especies vegetales determinadas, su nombre vulgar, la referencia bibliográfica que permitió identificarla y en algunos casos aquellas características que la pueden transformar en diagnóstica.

He establecido que todas las especies vegetales son autóctonas. No se hallaron variedades introducidas en ninguna de las unidades observacionales.

He podido concluir también que no hay condiciones diferenciales de crecimiento en las distintas especies vegetales de los conjuntos relevados.

He incluido al molle ya que considero que es la especie a la que hace referencia Viedma (1972:869) en su diario cuando describe un tipo de „leña o matorral de espinillo‰. A pesar de ello y de lo vasto que es el corpus documental, no encontré información con respecto a la asignación de espacios para el trabajo agrícola, así como el de las huertas (Palombo 2007).

Como he expresado en la Introducción este estudio se llevo a cabo como una forma de ensayar nuevas técnicas o métodos que nos permitan estudiar a Floridablanca desde diferentes perspectivas. Los objetivos apuntaban a evaluar el espacio físico, a través de la vegetación y observar si ésta ofrecía alguna pista de cómo había sido utilizado el espacio destinado a la producción en el pasado. Si bien esto no sucedió he observado que existe, eventualmente, una relación entre los lugares donde se desarrolla la Colliguaja integerrima

(duraznillo) y los sitios donde se erigieron estructuras con adobes. Parece acertado recordar que esta variedad se desarrolla en suelos pobres y arenosos. La presencia de adobes dan a los suelos estas características, es por ello que se abre la posibilidad de usar al duraznillo como un indicador potencial de la presencia de estructuras de adobes para futuros trabajos de campo.

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Tabla 1. Especies vegetales determinadas.

Otra relación observada, es la que corresponde a la Verbena tridens (mata negra) A esta variedad es frecuente encontrarla siguiendo redes de drenaje subterráneo en las estepas, de acuerdo a lo señalado por Cuadra y Oliva (1996). Siguiendo esta línea, a simple vista fue fácil determinar que en el área del fuerte, las zonas de mayor conductividad (posible agua subterránea) coinciden en un alto porcentaje con lo que se observa a través de la cubierta de mata negra. La información sobre conductividad es el resultado del trabajo con métodos de detección geofísicas llevado a cabo en el sitio de Floridablanca (Buscaglia 2007). De esta forma es sencillo incluir en la agenda de trabajo la evaluación del resto de las zonas donde la mata negra predomina.

El estudio fisonómico abrió nuevas puertas permitiendo ver posibles relaciones entre algunas especies vegetales determinadas y su correlato cultural o material, como en el caso de los adobes y del agua subterránea, respectivamente. Creo que esta es una línea que aún no se ha terminado de explorar en todo su potencial, e invito a pensar sobre qué nuevas preguntas pueden ser resueltas utilizando esta herramienta, adecuándola a cada sitio en particular.

NOTAS

1 Archivo General de Indias, Sevilla, [AGI], Buenos Aires, 328. “A instancia del Superintendente Antonio de Viedma, el Capitán de Infantería Félix de Iriarte como Juez Comisionado para ella del estado y experimentos de semillas, que se han ejecutado en este nuevo establecimiento presentado los testigos a los pobladores labradores que constan en la certificación”. Félix de Iriarte, 31 de mayo de1783.

Recibido en marzo de 2007

Aceptado en julio de 2007

AGRADECIMIENTOS

A la Fundación Antorchas ya que gracias a su apoyo se ha podido realizar este trabajo. A la Dra. M. Senatore por su constante aliento a la hora de ensayar nuevos procedimientos. A la Dra. M. De Nigris y a M. Bianchi.

BIBLIOGRAF¸A

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Nombre científico Nombre vulgar Referencia bibliográfica Características relevantes

Berberis heterophylla Calafate Tell et al. 1997 -

Stipa speciosa Coirón amargo Tell et al. 1997 -

Colliguaja integerrima Duraznillo Tell et al. 1997 Crece en suelos pobres,

arenosos o rocosos.

Verbena tridens Mata negra Cuadra y Oliva 1996 Es frecuente encontrarla

siguiendo las redes de

drenaje subterráneo.

Senecio - Tell et al. 1997 -

Perezia recurvata Perezia azul Kofalt y Mascó 2000 Frecuente en suelos

secos o rocosos.

Nardophyllum obtusifolium Mata torcida Kofalt y Mascó 2000 -

Lycium chilense Yao-yín Tell et al. 1997 -

Schinus L. Molle Tell et al. 1997 -

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Paula Palombo - Relevamiento fisonómico de la cubierta vegetal de Floridablanca

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* Paula Palombo es egresada de la carrera de Ciencias Antropológicas con orientación en Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, desde el año 2006. Este trabajo forma parte de las investigaciones que vienen llevándose a cabo en el marco del Proyecto Floridablanca, financiado en este caso por la Fundación Antorchas. Actualmente realiza tareas de investigación en la Ciudad del Nombre de Jesús, Estrecho de Magallanes -siglo XVI- estudiando las percepciones temporales que los sujetos poseen de él: historia, memoria, olvido. Dirección de contacto: [email protected]

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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Salazar Siciliano, Giovanna. 2007. Percepciones y reflexiones sobre la situación actual de la arqueología en la Universidad Nacional de La Plata. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 3:131-135. Buenos Aires.

* Facultad de Ciencias Naturales y Museo. UNLP - [email protected]

PERCEPCIONES Y REFLEXIONES SOBRE LA SITUACIŁN ACTUAL DE LA ARQUEOLOG¸A EN LA UNIVERSIDAD

NACIONAL DE LA PLATA

Giovanna Salazar Siciliano*

La lectura del Foro de debate „Estudiantes

e Investigación‰ me generó la necesidad de

escribir a La Zaranda para comentarles cuáles

son, a mi criterio, algunas de las principales

temáticas que se tratan entre los estudiantes de

Arqueología de la Universidad Nacional de La

Plata (UNLP). Al igual que en otras universidades

del país, nosotros discutimos y nos movilizamos

por múltiples problemáticas relacionadas con:

aspectos teóricos, metodológicos y técnicos,

el dictado de la carrera, los alcances del título,

la inserción en el sistema de investigación,

como así también aquellos que refieren a

la práctica antropológica-arqueológica. Con

este escrito pretendo resumir escuetamente

algunas de estas inquietudes, que seleccioné del

conjunto porque me parece que, aunque no son

precisamente las abordadas en el foro, forman

parte del mismo universo de cuestiones.

PROBLEM˘TICAS INTERNAS DE LA CARRERA

Dentro de este núcleo la más importante

de las discusiones actuales gira en torno a la

reforma del plan de estudio de Antropología,

el cual es del año 1985, está desactualizado y

tiene incongruencias, desfasajes y repetición

de contenidos. Las falencias son numerosas y

las notamos mucho en, por ejemplo, la falta de

herramientas básicas para formarnos como

antropólogos (antes que nada somos eso œno?).

Desde hace unos años se está intentando

cambiar los planes de estudio de las distintas

carreras de la Facultad de Ciencias Naturales

y Museo (FCNyM), en la cual se dicta nuestra

disciplina. Dentro de los lineamientos con

los que se trabaja, se trata de acordar en

cuanto a cuáles contenidos compartiremos

con las demás carreras de la facultad, cuáles

serán comunes a las tres orientaciones de

Antropología que, aunque no figuran en el título

actual, son: Antropología Social, Antropología

Biológica y Arqueología; y por último, cuáles

serán los contenidos específicos de cada una

de estas especialidades. Un punto de gran

importancia es la famosa Tesis de Licenciatura,

que bajo este plan nosotros no realizamos,

tema que es discutido profundamente en

relación con las ventajas y desventajas que

traería aparejadas.

Hay otros aspectos en los que no me voy

a extender pero que también son relevantes,

uno de los cuales es el presupuesto para los

viajes de campaña de las diferentes cátedras.

Sucede que la FCNyM, aún con aportes de

la UNLP, no puede solventar completamente

estos viajes, fundamentales para nuestra

formación. En muchas oportunidades (si no

todas) debemos realizar distintas actividades

(como fiestas) para poder llegar a costear los

gastos. Otro tema es la escasa cantidad de

ayudantías para alumnos que tienen las materias

-sumándole a esto que en muy pocos casos

son rentadas-, con lo cual nos perdemos una

posibilidad interesante de adquirir experiencia

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Giovanna Salazar Siciliano - Percepciones y reflexiones sobre la situación actual de la arqueología...

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es el de Inacayal en 1994 y el segundo caso el

de Mariano Rosas en el 2001. En septiembre

de 2006 se adoptó la determinación de sacar

de exhibición los restos humanos y restituir

los que están pedidos, mediante la gestión

con las comunidades. No hay que perder de

vista que deben garantizarse las condiciones

necesarias para la preservación de los restos

que serán sacados de sus actuales ubicaciones

en las vitrinas, en las que se mantienen en las

mismas (malas) condiciones desde hace años,

hasta definir cuáles serán los destinos finales.

No esperamos justamente que los saquen de

donde están para mandarlos a lugares peores,

pero donde nadie los vea. Hay que destacar

que es fundamental que una institución que

se plantea como seria, posea definiciones

respecto a cuestiones tan importantes como

esta, pero tenemos que ser concientes de que

las resoluciones no llegarán desde nosotros

solos, sino que serán producto de la interacción

con los demás actores, que tienen sus propios

fundamentos, necesidades y propuestas. Me

refiero a la tan nombrada co-gestión, muy pocas

veces practicada pero indispensable durante la

totalidad del proceso de discusión y resolución.

No sería ético empezar a desarrollarla cuando

ya tenemos posiciones tomadas y que funcione

sólo como comunicación de posturas.

Entran en juego otra serie de cuestiones,

algunas de ellas son: el origen de las colecciones

y el rol y la responsabilidad del Museo (y

por ende de quienes formaban parte de la

institución) en la legitimación y justificación

de discursos y prácticas. Para ilustrarlo con un

ejemplo, existen dos posturas predominantes

al analizar la formación de las colecciones.

La primera es considerar que la mencionada

campaña en territorios de Pampa-Patagonia

a fines del siglo XIX constituyó el primer

genocidio llevado adelante por el Estado

argentino (ver Badenes 2006), con lo cual

dichas colecciones tienen un origen que

cuestionaría al Museo como su legítimo

dueño. La segunda justifica la formación de

las colecciones con el razonamiento „era el

docente. Hay una alternativa, participando como

colaborador en las cátedras, pero de eso no

queda ninguna constancia oficial, y al ser una

situación no reconocida no puede figurar como

un antecedente docente (lo bueno es que la

experiencia no te la quita nadie, pero...). Además

de lo mencionado previamente, coinciden

también muchas de las cuestiones planteadas en

el foro, pero hay un punto que quiero aclarar y

es que en La Plata son pocos los laboratorios de

Arqueología que son capaces de llevar alumnos

totalmente gratis a las campañas, y son muchos

los casos en los que colaboramos pagándonos

los pasajes.

PROBLEM˘TICAS DE LA CARRERA EN RELACIŁN CON CUESTIONES QUE SUPERAN A LA DISCIPLINA. ALGO AS¸ COMO LA RELACIŁN ANTROPOLOG¸A-SOCIEDAD

Un tema importante y que ha sido debatido

en distintos congresos y reuniones científicas

es el tratamiento de los restos mortuorios

humanos. Es algo crucial en las discusiones

ya que el Museo de La Plata posee grandes

colecciones de dichos restos, parte de los

cuales se obtuvieron durante la Campaña del

Desierto (cabe aclarar que llegaron al Museo

tanto restos mortales como personas vivas,

algunas de las cuales murieron allí y luego

pasaron a formar parte de las colecciones). Hoy

en día se debate sobre dos puntos principales

que son la exhibición y la restitución de dichos

restos. En relación con la exhibición, desde

hace unos meses se están reformando las

salas de Antropología Biológica y Arqueología

Argentina con el objetivo de renovar las

maneras de exhibir, pero fundamentalmente

cambiando lo que se expone. En cuanto a la

restitución sólo existen dos casos, que tuvieron

su comienzo a partir de reclamos realizados por

comunidades originarias (hay varios pedidos

más), y que fueron sancionados como leyes

nacionales, luego de lo cual el Museo accedió

a hacer efectivas las devoluciones: el primero

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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pensamiento de la época‰, derivándose de

ello que no se podría hacer un juicio con los

cánones éticos y científicos actuales ya que

en ese tiempo esas prácticas eran moneda

corriente. Aunque podemos decir que sí a esto

último, deberíamos también reconocer que era

la forma de pensar de ciertos sectores de la

clase dominante de ese momento histórico,

pero sólo de esos sectores. Para esa época no

solo hallamos a aquellos pueblos que estaban

siendo exterminados -y no creo que hayan

aceptado complacientemente el destino que

se estaba planeando para ellos- sino, además,

a amplios sectores de la sociedad criolla y

europea que no compartían los criterios de

„homogeneidad racial‰ para la formación de

la identidad nacional. Por suerte para todos,

los tiempos cambiaron y considero que somos

capaces (y es una tarea ineludible) de hacer

una valoración crítica de esas formas de „hacer

ciencia‰, poniendo en tela de juicio aquellas

acciones que justificaron esa visión de país

y las masacres y despojos que se llevaron

adelante casi con total impunidad. Como ha

sido planteado por algunos investigadores „...

la razón política nacionalista fue lo primero, e

impuso sus intereses a la comunidad científica

y a sus trabajos, en función de la necesidad de

un relato unitario y lineal del pasado común‰

(Navarro Floria et al. 2004:142).

Es destacable que esa manera de pensar la

diversidad y el pasado, establecida fuertemente

a partir de la segunda mitad del Siglo XIX, aún se

mantenga con algunos cambios, como parte del

sentido común de muchos de los habitantes de

nuestro país, a pesar de todo el conocimiento

generado por la Antropología. Un ejemplo claro

es el de la provincia de Mendoza, donde luego

de medio siglo de investigaciones arqueológicas

no se ha logrado modificar la percepción

estática y decimonónica del pasado, ya que

„...las distintas esferas que participan en la

producción y enseñanza del pasado continúan

desarticuladas y no se han abierto canales

de comunicación entre ellas‰ (Cortegoso y

Chiavazza 2003:259).

De lo expuesto hasta ahora se desprende

un aspecto fundamental: la disociación entre la

práctica arqueológica y las problemáticas que

tiene la sociedad. Y esto no se soluciona sólo

dando unas cuantas charlas, sino que tiene que

ser un trabajo planificado y comprometido,

que debe comenzar, en la medida de las

posibilidades, desde el mismo momento en que

pensamos en cuál va a ser nuestro proyecto de

investigación. Está a la vista que existen grandes

limitaciones en cuanto a la elección de temas,

de laboratorios, de directores, de acceso a

financiamiento, etc. Pero si podemos investigar

algo, que sea pensando no sólo en cómo va

a repercutir en nuestra carrera individual de

investigación sino también teniendo en cuenta

qué relevancia podría tener o le podríamos

llegar a dar para el resto de la sociedad, y eso

depende básicamente de la capacidad que

tengamos de comunicarnos y relacionarnos con

los que nos rodean. La cuestión es que esto no

puede quedar a criterio de cada uno, sino que

debemos delinear políticas precisas para tal

propósito. Ya que estudiar e investigar sobre

lo que nos gusta es un privilegio, estamos más

que obligados a que el conocimiento generado

pueda ser apropiado por cualquier persona que

lo desee. Tal como se ha discutido en el Foro,

acuerdo en cuanto a que en la producción de

conocimiento científico es difícil romper con

todas las trabas existentes, pero en principio

tenemos a nuestro alcance el poder hacer

partícipes a muchos de los que hoy en día no

están al tanto del conocimiento que se produce

constantemente. Para ello sólo necesitamos

revisar la bibliografía existente y movernos

un poco, algo que podemos hacer sin grandes

sumas de dinero, sin pedirle permiso a ningún

director y sin tener que ir hasta Salta o Tierra

del Fuego, lugares donde también se debe

hacer pero se puede empezar (como caso

hipotético) por las escuelas de las zonas urbanas

o rurales cercanas al lugar donde estudiamos

y vivimos la mayor parte del año. El acceso

a la información no debe ser sólo para unos

pocos, y no me refiero sólo a que no podamos

comprar una revista o un libro sino, además,

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Giovanna Salazar Siciliano - Percepciones y reflexiones sobre la situación actual de la arqueología...

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a la restricción al acceso dada por el lenguaje

específico de las publicaciones arqueológicas.

Cuántas veces nos pasa que no podemos

explicar con términos no técnicos o fácilmente

comprensibles lo que hacemos. œTan difícil es? –A

veces parece que estudiamos física! Se requiere

formación y capacitación para poder comunicar

conocimientos, y tenemos que pelear para que

eso esté dentro de la currícula de nuestras

carreras. Como muchas veces charlamos:

Extensión, Docencia e Investigación están al

mismo nivel, son iguales en importancia, y

aunque no podamos dedicarnos a todo por falta

de tiempo, interés u otras causas, sí debemos

tener en cuenta que las tres son partes de un

mismo proceso. Hay que estar preparados para

desarrollarnos en cualquiera de dichos ámbitos

si nuestro objetivo es un trabajo integral, que

involucre tanto producción como reproducción

de conocimientos (claro está que para la

posterior acción) hacia el interior pero también

hacia fuera de la academia.

Cabe aclarar que al referirme a la comunidad

o a la sociedad en general no considero que se

trate de un ente homogéneo, sino que incluyo

a todas las personas que no pertenecen al

campo de la Antropología pero constituyen

grupos sociales diferentes, entre los cuales

me gustaría distinguir a aquellos que tienen

un lugar más que relevante en la historia de la

disciplina antropológica (y específicamente en la

Arqueología) y que son los pueblos originarios

americanos. Es reciente el reconocimiento

que reciben como pueblos preexistentes a los

estados sudamericanos, y también la valoración

de la lucha por sus derechos, particularmente

los territoriales. Aquí los arqueólogos pueden

tener gran importancia. La cuestión principal

es si investigamos sobre ellos, con ellos o para

ellos, opciones sustancialmente diferentes

entre sí (Slavsky 2005).

Para cerrar un poco las ideas, „Es ahora

la realidad misma la que golpea la puerta de

la academia; nos preguntamos si estamos en

condiciones de dar una respuesta adecuada

a la expectativa de las comunidades y al

compromiso ético con la profesión. La

posición que adoptemos tiene que basarse

en reflexiones profundas y actos concretos,

debemos prepararnos para practicar la

profesión en una sociedad compleja y dinámica

donde no puede sostenerse un sistema de

investigación, especialmente en disciplinas

como la nuestra, al margen de este tipo de

problemáticas‰ (Cortegoso y Chiavazza

2003:266).

Un último tema que destacaré es el de

patrimonio, œde qué se trata exactamente?

Podemos considerarlo como „...todas las

manifestaciones que dan cuenta de la existencia

y forma de vida de los grupos humanos a lo

largo del tiempo‰ (Endere 2000:38), esto en

referencia al patrimonio cultural, y contemplar

al arqueológico como el conjunto de „...

restos materiales de culturas del pasado que

puedan ser estudiados mediante metodología

arqueológica, así como la información que se

obtenga de dichas investigaciones‰ (Endere

2000:40). Entonces, œa qué viene todo esto? A

que no podemos hablar de leyes de protección

del patrimonio, como si este fuera „algo‰ con

vida propia. El patrimonio es vivido y significado

por los pueblos, lo que es considerado como

parte del mismo en un momento dado

puede no serlo en otros, y aunque existan

regulaciones a nivel nacional, provincial o

municipal no se podrán resolver todos los

conflictos; no es por imposición que se va a

lograr terminar con prácticas como el huaqueo

de tumbas en el noroeste de Argentina (NOA).

Creo que además de preocuparnos por hacer

valer la legislación vigente y que alguien

tenga el poder de policía, una vía posible y

productiva (de varias que se requieren ya que

no hay receta para resolver las complejas y

diversas situaciones que se presentan) es la

proporcionada por la educación sobre el valor

del pasado. Esto implica lograr que la gente se

apropie del mismo y lo llene de sentido -más

allá de la amenaza de cárcel para el que revuelve

tumbas o en última instancia (y a riesgo de

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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perder el honor por ello) el ruego lastimoso

de „––por favor dejá esa vasija estilo Portezuelo

que es la única entera y es fundamental para el

futuro de la arqueología del NOA!!‰. Es a partir

de la educación y la difusión del conocimiento

que pueden establecerse vínculos que generen

la defensa del patrimonio (de todos) por parte

de todos.

FINALMENTE...

La verdad es que no pienso hacer grandes

aportes a la Arqueología con este ensayo, ni

nada por el estilo, simplemente hacer notar

que las temáticas que preocupan y ocupan a

muchos estudiantes son las mismas, a pesar

de vivir y estudiar en diferentes lugares y sin

tener mucho contacto entre nosotros. Me

parece importante la existencia de espacios

de comunicación para que juntos podamos,

además de quejarnos por las mismas cosas,

intentar cambiarlas trabajando para ello. Si

queremos „cortar‰ con ciertas prácticas que

se dan en nuestra disciplina, es imprescindible

reforzar los valores de solidaridad, cooperación

y respeto mutuo, tarea para nada sencilla,

pero sepan que hay personas dispuestas a

emprenderla.

Recibido en marzo de 2007

Aceptado en septiembre de 2007

AGRADECIMIENTOS

Agradezco a Marco Giovannetti y a los

editores de „La Zaranda‰ por los comentarios

realizados.

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Díaz, Raúl Alejandro y Valeria Elizabeth Espiro. 2007. La práctica de una arqueología alternativa. Experiencias en torno al Museo de Laguna Blanca y su comunidad. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 3:137-142. Buenos Aires.

* Escuela de Arqueología e Instituto Interdisciplinario Puneño, UNCa - [email protected]

** Escuela de Arqueología e Instituto Interdisciplinario Puneño, UNCa - [email protected]

LA PR˘CTICA DE UNA ARQUEOLOG¸A ALTERNATIVA.EXPERIENCIAS EN TORNO AL MUSEO DE LAGUNA BLANCA Y

SU COMUNIDAD

Raúl Alejandro Díaz*

Valeria Elizabeth Espiro**

TRES DÉCADAS, EL MISMO COMPROMISO

A partir de la segunda mitad del siglo XX,

en distintos puntos de América Latina, muchos

intelectuales, profesionales y estudiantes

de distintas disciplinas, acompañando una

Latinoamérica „encendida‰, pasaron a formar

parte de un despliegue continental, suscitando

intensos debates intelectuales e incluso, en

algunos casos, integrando directamente grupos

insurgentes. En consonancia, varios arqueólogos

fueron articulando sus discursos legitimados en

manifestaciones precedentes. En este contexto

la arqueología social adquirió un perfil particular,

diferenciándose de las arqueologías sociales del

resto del mundo. Sus seguidores pusieron en

práctica una propuesta que gravitaba en torno al

materialismo dialéctico, interpretando un pasado

vertebrado sobre una visión latinoamericana,

denunciando simultáneamente las injusticias

socio-históricas y político-económicas desde el

pasado hasta el presente (Delfino 2006:2-3).

Así la Arqueología Social Latinoamericana

fue la primera que desde nuestro continente

planteó las consecuencias éticas sobre el

destino del conocimiento producido en el

debate arqueológico, otorgándole a nuestra

disciplina una responsabilidad construida desde

el compromiso social.

En la actualidad la corriente evidencia un

débil protagonismo, acompasando el clima

social continental forjado en un proceso de

mundialización cuyas acciones están teñidas por

políticas neoliberales, cuyas consecuencias se

cuentan en el retraimiento de acciones sociales

vinculados a sectores populares que tenían

por teleología utópica, valores estructurados

sobre una ética tendiente a fortalecer el tejido

social de los grupos subalternos. A pesar

de que el diagnóstico parece devolver un

retraimiento de la corriente, la legitimidad de

sus planteos en cuanto al compromiso social

nos parece en todo vigente. Desde esta idea,

las intervenciones científicas que planteamos

fortalecen una práctica alternativa de la

arqueología, avanzando en la composición de

una arqueología social como instrumento de

producción de conocimiento cuyo parámetro

de rentabilidad sea la utilidad social del mismo

(Delfino y Rodríguez 1991:26-27).

En nuestra práctica arqueológica hemos

adoptado un criterio de validez que parte de

una expectativa signada por la utilidad social

del conocimiento (Delfino y Manasse 1986,

Delfino y Rodríguez 1991). De este modo

se constituye una arqueología como ciencia

útil, es decir, una práctica con actitud crítica

hacia el status quo, reflexiva y politizada, que

se halla comprometida con un proyecto de

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Raúl Alejandro Díaz y Valeria Elizabeth Espiro - La práctica de una arqueología alternativa. Experiencias...

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cambio y emancipación social de los grupos

subalternos; que apunte a la satisfacción de los

fines y necesidades de los sectores populares,

tanto a los de mayor trascendencia histórica

como a los más inmediatos y „prosaicos‰ que

hacen a sus condiciones materiales de vida.

Ello siempre y cuando no sea considerado

desde un marco asistencialista. Desde nuestra

perspectiva, la utilidad social del conocimiento

se definirá en el sincretismo de los intereses

colectivos de los sectores subalternos junto a

nuestras propias expectativas, como jóvenes

investigadores, construyendo un compromiso

mutuo de acciones y prácticas. Sin embargo, al

integrar una „comunidad científica‰ debemos

ser constantes, auto-críticos y reflexivos en

nuestros pasos para no anteponer intereses

individuales utilitarios o ser acarreados por

las tendencias corporativas que la propia

comunidad promueva.

EL MARCO DE LA EXPERIENCIA

Laguna Blanca en la porción más meridional

de la Puna Argentina, representa una transición

entre la puna salada y la puna seca o semiárida.

Aún se pueden observar los vestigios dejados

por los habitantes de esta región desde hace

por lo menos 5000 años atrás, mostrando

una perfecta conjunción entre lo cultural y lo

natural. Sus pobladores en la actualidad suman

unas 600 personas y sus actividades económicas

centrales son el pastoralismo de llamas,

cabras y ovejas, la actividad textil artesanal y

una agricultura de subsistencia a baja escala.

Aunque en los últimos 20 años gran parte de

sus ingresos proviene de empleos públicos y

planes sociales estatales (Delfino 1999:384,

2001a:118).

Por razones de extensión y de correspon-

dencia con nuestros planteos no vamos a

ahondar en una caracterización pormenorizada

de los habitantes de Laguna Blanca. Sin embargo,

diremos que ella podría trazarse apelando

tanto a aspectos religiosos, lingüísticos, de

organización social, económica, incluyendo toda

una serie de actos y situaciones ceremoniales

que muestran una absoluta consonancia con

tradiciones de raíz prehispánica. Muchas de estas

experiencias son enteramente coincidentes con

manifestaciones de otras geografías, situaciones

que encuentran sustento en un „modo de

vida andino‰, nacido desde un conjunto de

tradiciones comunes (Delfino 2001a:117,

2001b:185-186). Vocablos de origen quechua,

aymara, cunza y cacán son utilizados por los

lagunistos para designar animales, plantas y

varios topónimos, así como a una infinidad

de actividades productivas. Así podríamos

recorrer otro conjunto de particularidades

culturales de los habitantes de Laguna Blanca

que sustentan este modo de vida, desde por

ejemplo, varios mitos y leyendas, sus comidas,

música, prácticas mortuorias y la estructuración

del espacio doméstico y productivo (Delfino

1999, 2001a, 2001b).

Así este paisaje caracterizado por impre-

siones culturales pasadas y presentes, por

tolas y checales recorrido por llamas, vicuñas

y suris, se ha constituido en una de las reservas

integrantes de la Red Internacional de Reservas

de Biosfera. En el marco de la declaración de la

Reserva de Biosfera de Laguna Blanca, admitida

dentro del Programa Hombre y Biosfera (MaB)

por la UNESCO en 1982, fue creado el Museo

Integral dependiente de la Universidad Nacional

de Catamarca (UNCa).

El Museo Integral de la Reserva de Biosfera de

Laguna Blanca, se encuentra en funcionamiento

desde 1997. Este Museo pretende integrar

una visión completa del medio natural y

sociocultural de todo el territorio de la Reserva.

Su particularidad radica en que no queda

constreñido a un edificio, ya que su compresión

implica introducirse en un extenso territorio

coincidente con las dimensiones de esta Reserva

de Biosfera. Entre los desafíos planteados se

pretende brindar una imagen de los diversos

aspectos naturales e históricos de esta región

de la Puna catamarqueña (Delfino 2001b:188-

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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189). Para cumplir con sus objetivos, el museo

se articuló sobre cinco componentes: Centro

de Recepción e Interpretación, Predios de

Flora (Parque Botánico Andino „Paul Günther

Lorentz‰) y Fauna, Museos Arqueológicos de

Sitio („Piedra Negra‰ y „Caranchi Tambo‰),

Circuitos con sitios de „Arte Rupestre‰ y los

Sitios Panorámicos de Interpretación (SiPI).

COMUNIDAD, ARQUEOLOG¸A YMUSEO

Nuestra interpretación acerca de la relación

existente entre la comunidad local, nuestra

práctica arqueológica y el Museo Integral de

Laguna Blanca se encuentra en estrecha relación

con nuestra posición teórico-ideológica

esbozada anteriormente.

En principio, podríamos decir que los

museos manifiestan una posición frente a la

sociedad y a la historia. Todos los museos

tienen un sustento ideológico y lo expresan

en su organización, en su estructura, en los

servicios que ofrecen y en la selección de sus

guiones museográficos (Delfino y Rodríguez

1991:38). Aquí es donde la arqueología y la

historia, representan las diversas visiones del

pasado que pueden estar sustentando la forma

en que los objetos son exhibidos (Florescano

1984, Laumonier 1993). Los museos pueden

cumplir un rol alienante en contra del pasado

aborigen, promoviendo la separación histórica

con ese pasado y nuestra identificación con

la tradición occidental. Pueden constituir

„museos de élite‰ donde se exalte el esplendor

de las antiguas clases dirigentes, el boato de

la vida cortesana, la monumentalidad de las

obras de estado. O pueden resaltar la esforzada

labor cotidiana de las gentes de un pueblo, que

sustentaron con su trabajo a la sociedad de

sus tiempos.

Lumbreras, sostiene que un museo que

sólo sea un repositorio de objetos viejos

y muertos no puede dar sino resultados

educativos deprimentes (Lumbreras 1980:23).

Un museo que no muestre los lazos históricos

que unen el pasado arqueológico a nuestro

tiempo no permite que el conocimiento de

ese pasado sirva para la mejor comprensión y

transformación de nuestro presente. Para que

un museo cumpla cabalmente con su función

educativa en forma eficaz para los sectores

subalternos no debe ser un museo de élite.

Debe reflejar una visión crítica de la historia y

unir el pasado con el presente de tal manera

que pueda ser apropiado por la comunidad. Para

ello, ésta debe poder hallarse representada en

él y tener participación en su formación. En

este sentido los Museo Locales - en oposición

a Museos Centralistas o Metropolitanos - se

prestan a la integración con otras actividades

productivas del lugar como la agricultura, la

ganadería, la artesanía, etc., para constituir

museos integrales cooperativos, u otros centros

de actividad comunal.

Siguiendo esta línea, el Museo Integral

de la Reserva de Biosfera de Laguna Blanca

podría considerarse como un Museo Local

Comunitario. En primer lugar, su principal

objetivo es aportar a la construcción de una

conciencia social sobre la importancia que

tiene el resguardo del patrimonio cultural y

natural. Teniendo siempre en cuenta el pasado

y el presente regional, reflejando la vida cultural

y su particular interacción con el resto de los

componentes de la biosfera en su territorio.

En segunda instancia, el Museo Integral

de Laguna Blanca es pensado desde y para

la comunidad local, y se constituye como un

„Centro Comunitario‰ (no sólo realizando

funciones educativas sino que es un referente

donde se expresan diferentes aspectos

atinentes a los propios valores identificatorios

socioculturales e históricos de la comunidad).

Siendo un espacio de integración de los

pobladores locales volcados a las tareas propias

del museo, quienes juegan un papel activo en

la concientización sobre la conservación del

patrimonio cultural y natural.

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Raúl Alejandro Díaz y Valeria Elizabeth Espiro - La práctica de una arqueología alternativa. Experiencias...

140

NUESTRA EXPERIENCIA

Nuestra llegada a Laguna Blanca, a su gente

y al museo sucedió hace siete años mediante

la arqueología. Al iniciar nuestros estudios en la

Escuela de Arqueología de la UNCa, de manera

independiente ambos nos sentimos atraídos por

dos proyectos que se desarrollaban en Laguna

Blanca. Estos eran: „Prospección Arqueológica

en Laguna Blanca (Dpto. Belén-Catamarca) y

„Los Museos de Sitio en el Museo Integral de la

Reserva de Biosfera de Laguna Blanca, Belén‰.

Desde un principio nos integramos a las

actividades de extensión que realizaba el

reciente Museo de Laguna Blanca, además

de las tareas atinentes a los proyectos que

integrábamos como auxiliares de investigación

ad-honorem. Estas incluían en su mayoría, la

realización de talleres educativos, los cuales

tenían como principales destinatarios a los

niños y jóvenes de la comunidad. Esta tarea nos

facilitó la integración con la comunidad local,

especialmente con los jóvenes, con quienes nos

identificamos generacionalmente. Al pasar el

tiempo, nuestro compromiso con la comunidad

y el museo se fortalecieron, fuimos tomando

participación en muchas otras actividades de

la comunidad: via crucis, rupachicos, señaladas,

corpachadas a la pachamama, corridas de burros,

captura y esquila de vicuñas en silvestría, entre

muchas otras. Los vínculos generados llegaron

hasta el punto en que algunas familias nos

integraran a su núcleo íntimo, incluyéndonos

y haciéndonos formar parte en funerales,

bautismos, horneadas, copleadas, etc.

Las relaciones establecidas con los lagunistos

nos condujeron a reflexionar sobre el lugar

que tenemos y representamos dentro de

la comunidad local; reflexión fomentada y

enriquecida por nuestro director, Daniel

Delfino. Desde esta perspectiva nos pensamos

parte de la comunidad, no cómo observadores

externos y neutrales, sino cómo actores con

voces y decisiones propias que se unen a la de

los pobladores locales.

La inauguración del Centro de Recepción e Interpretación

Lo expresado en el acápite anterior,

ayudado por las largas estadías en la región

durante las cuales se intercalaban nuestras

labores de investigación con las actividades

sociales con la comunidad, allanó nuestra

manera de comprender su historia y su

entorno. El conocimiento en profundidad

de estos aspectos de la cultura y naturaleza

de Laguna Blanca fue un hecho primordial a

la hora de llevar adelante el diseño y guión

de las muestras que se exhiben en las salas

de exposición del nuevo edificio del Centro

de Recepción e Interpretación. El cual fue

inaugurado el 1° de agosto de 2004, luego de

casi cinco años de esfuerzos en conjunto tanto

de los actores locales, como de los integrantes

del Proyecto e instituciones públicas y privadas

de la provincia de Catamarca.

El guión museográfico del Museo Integral

fijó como eje la relación entre el pasado

y el presente de la región y la comunidad,

articulando las concepciones de los lagunistos

y de la ciencia bajo un marco socialmente útil.

Partiendo de la idea de que todo puede ser

museable, no sólo los objetos y piezas que

pueden causar admiración, sino mostrando

aspectos de la cotidianeidad del lugar que

forma parte del patrimonio cultural y/o natural

de la región; sin por esto caer en una vana

teatralización del paisaje.

Esto también se vio reflejado en el proyecto

y la elaboración del soporte de las muestras. El

diseño de los paneles se vinculó estrechamente

al guión museográfico, lo cual permitió que

se dedicara mayor lapso de tiempo a la

selección de la información a incorporar y

a su estética, tratando de lograr un ajustado

balance. No obstante, durante la confección

de sus contenidos se tomaron recaudos para

que estos no presentaran dificultades en su

comprensión, tratando de lograr un mensaje

simple y directo incorporando en ciertos

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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casos localismos de los propios lagunistos.

No obstante, como discutimos en aquella

oportunidad, esta estrategia sólo abarcaba las

personas que podían acceder a la información

de forma directa; sin embargo, esta misma

excluía a otras que no podían hacerlo, ya

sea por poseer capacidades diferentes (por

ejemplo no videntes) o por no saber leer. La

forma en que afrontamos esta situación fue a

través de la adquisición de un sistema de audio

y luces que reproduce los contenidos de los

paneles al ubicarse delante de ellos.

Finalmente, también tomamos parte en

los diseños y diagramaciones, junto con la

selección de textos e imágenes, de los folletos

o trípticos, sumando también cuadernillos

educativos que actualmente son incorporados

como material áulico por los docentes de las

escuelas de la comunidad.

PERSPECTIVAS

En la actualidad ambos continuamos siendo

investigadores del Museo Integral de la Reserva

de Biosfera de Laguna Blanca, integrando

numerosos proyectos de investigación y

extensión que el mismo lleva adelante. Se

han realizado muestras itinerantes llevando

la esencia del Museo de Laguna Blanca, más

allá del territorio de la Reserva. Se continúa

con la realización de talleres educativos

en torno a la protección del patrimonio y

la conservación de la biodiversidad, a los

cuales se le han sumado las visitas guiadas,

ambas actividades teniendo como principales

destinatarios a los más jóvenes. Desde el

Museo Integral se impulsan proyectos que

combinan la investigación con el desarrollo

socioeconómico de la comunidad local desde

una perspectiva de sustentabilidad. Estos

proyectos fortalecen diferentes actividades

artesanales, sobretodo la actividad textil y la

producción de alfarería tradicional, junto con

la producción agrícola de cultivos andinos y

la rehabilitación de paleotecnologías agrícolas

andinas. Junto con el personal administrativo,

habitantes de Laguna Blanca, estamos

trabajando la posibilidad de la realización de

una muestra que será diseñada y preparada

por los pobladores locales. La concreción

de este proyecto será un paso firme hacia la

conclusión del proceso de apropiación del

Museo por parte de la comunidad y del valor

de la protección del Patrimonio Cultural y

Natural de Laguna Blanca.

Recibido en marzo de 2007

Aceptado en septiembre de 2007

AGRADECIMIENTOS

A la comunidad de Laguna Blanca, al Director

del Museo Integral Msc. Daniel D. Delfino y

todos nuestros compañeros del Museo. Así

también agradecemos a los editores de la

revista por sus sugerencias y comentarios.

BIBLIOGRAF¸A

Delfino, Daniel

1999. Etnoarqueología en Laguna Blanca (Dpto. Belén.

Catamarca). Consideraciones preliminares. Actas y

Memorias del XI° Congreso Nacional de Arqueología

Argentina (13° Parte). Revista del Museo de Historia

Natural de San Rafael (Mendoza). Tomo XXV (1/4). pp.

383-399. San Rafael.

2001a. Of Pircas and the Limits of Society:

Ethnoarchaeology in the la Puna, Laguna Blanca.

Catamarca. Argentina. En Ethnoarchaeology of Andean

South America: Contributions to Archaeological Method

and Theory. Editado por Lawrence A. Kuznar y Ann

Arbor. pp. 116-137. University of Michigan Press,

Michigan.

2001b. Reserva de Biosfera de Laguna Blanca (Dpto.

Belén. Catamarca): Un Museo Integral en su extensión

territorial. Arqueología Espacial NÀ 23. pp. 175-197.

Teruel.

2006. Práctica arqueológica desde la Reserva de

Biosfera de Laguna Blanca. Planteamientos para la

construcción de una ciencia socialmente útil. Trabajo

presentado en el IIIÀ Congreso de Bolivianistas. Sucre.

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Raúl Alejandro Díaz y Valeria Elizabeth Espiro - La práctica de una arqueología alternativa. Experiencias...

142

Delfino, Daniel y Bárbara Manasse.

1986. Compromiso profesional del Arqueólogo para

con la realidad en que inserta su estudio. Trabajo

presentado en las Jornadas de Política Científica para la

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Molle.

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1991. Crítica de la arqueología „pura‰: De la defensa del

patrimonio hacia una arqueología socialmente útil. Centro

de Estudios Arqueológicos y Antropológicos (CEEA).

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Florescano, Enrique

1984. De la memoria del poder a la historia como

explicación. En œHistoria Para Qué? pp. 91-127. Siglo

XXI editores. Buenos Aires.

Laumonier, Isabel

1993. Museo y Sociedad. Centro Editor de América

Latina. Buenos Aires.

Lumbreras, Luís.

1980. Museo, cultura e ideología. Museología y Patrimonio

Cultural; Críticas y Perspectivas. Escuela de restauración,

conservación y museología. PNUD/UNESCO pp. 19-

23. Bogotá.

* Raúl Alejandro Díaz es tesista de la Carrera de Licenciatura en Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca. Este trabajo es fruto de 6 años de experiencias y participación en diferentes proyectos de investigación llevados a cabo en la localidad de Laguna Blanca, en el norte de la Provincia de Catamarca. Actualmente se encuentra finalizando su tesis de grado y además se desempeña como ayudante docente de la cátedra de Arqueología de América III de la Escuela de Arqueología. También es auxiliar de investigación del Museo Integral de la Reserva de Biosfera y del Instituto Interdisciplinario Puneño. Dirección de contacto: [email protected]

** Valeria Elizabeth Espiro es Licenciada en Arqueología egresando en Agosto de 2006 luego de defender su tesis de grado en la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca. Este trabajo es fruto de 7 años de experiencias y participación en diferentes proyectos de investigación llevados a cabo en la localidad de Laguna Blanca, en el norte de la Provincia de Catamarca. Actualmente participa en diferentes proyectos de investigación y desarrollo en Laguna Blanca, a su vez se desempeña como Ayudante de Primera en las cátedras de Arqueología del Viejo Mundo I y Arqueología de América II en la Escuela de Arqueología. Goza de una Beca de Iniciación otorgada por la Universidad Nacional de Catamarca cuyo tema de investigación es el estudio de la manufactura de cerámica arqueológica y es investigadora del Museo Integral de la Reserva de Biosfera y del Instituto Interdisciplinario Puneño. Dirección de contacto: [email protected]

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Misceláneas

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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OLLAS Y CUCHARINES: Recetas de Campaña

TURNO A UN CL˘SICO

por Guillermo Luis Mengoni Goñalons

Las pastas son un clásico de nuestra actual cultura culinaria. Salvo excepción dominan y se

destacan aquéllas hechas de harina de trigo con gluten, un complejo proteico también presente

en otros cereales. Cortas y largas, frescas y secas, con y sin huevo son algunas de las categorías

que sirven para clasificar sus innumerables variantes.

Por costumbre las asociamos con el domingo pero también solemos comerlas cualquier otro

día de la semana. La salsa a base de tomate también es tradicional. Pero como ustedes bien saben

el tomate es de origen americano. Por lo que la dupla pasta y tomate no puede remontarse más

allá del intercambio postcolombino. Más aún, las pastas se llevan generalmente de maravillas con

otros aderezos, aliños, o acompañamientos.

Persiste aún cierto misterio alrededor de la ruta seguida por la pasta. Si bien su llegada a

Europa se la vincula con los viajes de Marco Polo al Oriente, también se registran antecedentes

de productos similares en la antigua Roma y Grecia (por ejemplo, la lasaña). Algo que ahora es

tan común, no lo era tal hace unos siglos atrás, por ejemplo, en Italia que es de donde nosotros

la recibimos. Durante los primeros siglos después de su presunta llegada a Europa la pasta hecha

con harina de trigo era un alimento de lujo en comparación con el pan. Su popularización data

recién del siglo XVIII cuando se inventa la máquina de amasar y la prensa mecánica.

Llega a nuestro país con los inmigrantes venidos de Italia, en el saber culinario de aquéllos que

provienen de la zona mediterránea. Maccheroni es uno de los términos en italiano más antiguos

para llamar a la pasta, que parece derivar del dialecto napolitano. No resulta una pura coincidencia

que la única receta de pasta que contiene el libro „Cocina Ecléctica‰ de la emblemática escritora

salteña Juana Manuela Gorriti (1890) es de macarrones a la calabresa, receta brindada por una

cocinera napolitana residente de Buenos Aires.

En general, las pastas están ausentes en las recetas tradicionales de la cocina criolla de nuestro

país, salvo en algunas variantes del guiso carrero de la Argentina, o en el ensopado campero, su

equivalente del Uruguay y sur del Brasil.

Sin embargo, otras masas eran conocidas en América. Granos molidos de maíz y otros

cereales, a veces, en forma de harinas, se funden con agua en atoles, tortillas, api, sanco y otras

preparaciones de consistencia variable que califican como bebida o como masa, según los

casos.

Aquí va una receta simple que requiere un mínimo de parafernalia, tan sólo una olla, por lo que

es adecuada para estadías en el terreno. No implica tener que lidiar, luego, con trastos que limpiar

más allá de los inevitables. Se llaman fideos de colorado. Cualquier similitud con otra receta no

es una mera coincidencia sino una natural (o cultural) inspiración.

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Misceláneas - Ollas y Cucharines: Recetas de Campaña

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Ingredientes

Pasta corta (un paquete de 400 gramos alcanza para 4 personas)

Huevos (uno por persona)

Chorizo colorado, tipo cantimpalo. Uno de esos que perfuman el ambiente y colorean todo

lo que tocan, cortado en tajadas bien finas.

Aceite y manteca

Ajos (enteros y pelados). Cantidad a gusto

Queso rallado

Sal gruesa

Pimienta negra

Preparación

Pongan abundante agua a hervir. Cuando alcance el punto de ebullición agreguen un puñado

de sal gruesa. –No se asusten! El instantáneo y generoso burbujeo es parte de la alquimia del

proceso. Echen los fideos al agua y esperen los minutos necesarios para su cocción. Pasado un

tiempo prudencial de 10-15 minutos, según el tipo de pasta, conviene probarlos para que no se

pasen. Cuando estén listos hay que colarlos, rápidamente. Mientras, que algún voluntario unte el

recipiente con ajo para que aromatice lo que vendrá. Sin que pierda temperatura volver la pasta a

la olla que debe estar cerca pero retirada del fuego. Hechar un chorro de aceite para que la pasta

se sienta más cómoda y algo de manteca (si tienen a mano). Agregar los huevos previamente

batidos y las tajadas finas de chorizo. Mezclar todo suavemente con una cuchara de madera. El

huevo debería cocerse con el calor de la pasta. Si la salsa aún está algo líquida poner el recipiente

sobre el fuego unos pocos segundos, no más, cuidando que no se pegue el fondo. El resultado es

algo maravilloso. Los fideos se verán cubiertos de una salsa untuosa, coloreada por el pimentón

del chorizo, perfumada por el ajo y alegrada por el queso que se espolvoreará al final, al igual que

la pimienta recién molida en un mortero improvisado.

–Qué disfruten la receta y con quién la compartan! Será, entonces, hasta la próxima.

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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RECURSOS DE INTERNET

* Programa de Arqueología Subacuática, INAPL y Grupo de Arqueometalurgia, Departamento de Ingeniería Mecánica, Facultad de Ingeniería, UBA - [email protected]

ARQUEOMETALURGIA

por Nicolás Ciarlo*

Continuando con la serie de apartados sobre la información disponible en Internet, debido a la reconocida importancia de la misma para la investigación durante los últimos años, presentamos algunos de los sitios sobre grupos y proyectos en arqueometalurgia (prehistórica e histórica), artículos generales sobre el tema, varios casos de estudio de Argentina, y algunas páginas de metalurgia histórica.

Sólo se detallan aquellos sitios de la Web cuyo acceso es libre y gratuito. Por razones de accesibilidad y espacio consideramos únicamente las páginas en español e inglés, y se realizó una selección de la información disponible, haciendo hincapié en los sitios destacados y aquellos con mayor cantidad de artículos y links. Para los archivos en formato pdf es necesario el programa Acrobat Reader, disponible gratuitamente en la Web (http://www.adobe.com/es/).

Exponemos en general las páginas principales de cada sitio, dentro de las cuales se puede acceder a muchas otras secciones y/o artículos. La vigencia de los mismos está corroborada hasta el mes de octubre. El ingreso se lleva a cabo mediante la introducción de los links en la barra de direcciones.

Grupos y Proyectos de Investigación en Arqueometalurgia

-http://www.fi.uba.ar/dep_doc/67/arqueometalurgia/index - Grupo de Arqueometalurgia (GAM), de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. Este sitio puede hallarse información sobre el grupo, los trabajos que realizan y la formación de recursos humanos, como el curso de postgrado „Metalografía de Materiales Arqueológicos‰, dictado por el Ing. H. De Rosa.

-http://www.lehigh.edu/~inarcmet/ - North Eastern Archaeometallurgy Research Group (NEAR). Laboratory for Artifact Analysis, and Academic Research Program in Archaeometallurgy, Lehigh University. Este sitio contiene trabajos disponibles en formato pdf y html sobre investigaciones del grupo en Europa, Cercano y Medio Oriente, y Sudamérica.

-http://users.ox.ac.uk/~salter/ - Oxford Materials. Material Science-Based Archaeology Group. Oxford University. Este link contiene la descripción de los principales proyectos del grupo y una extensa lista bibliográfica sobre trabajos de arqueometalurgia, algunos con el abstract y unos pocos disponibles completos.

-http://www.wealdeniron.org.uk/ - Wealden Iron Research Group. Aquí puede hallarse información sobre la historia del hierro y trabajos de excavación arqueológica y experimental sobre hornos de fundición (de hierro). Presenta también un listado de las publicaciones del grupo y algunos links muy interesantes sobre fundiciones experimentales, entre otros.

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Recursos de Internet

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-http://www.ucl.ac.uk/iams/ - Institute for Archaeo-Metallurgical Studies, University College London. Este sitio contiene la descripción de los proyectos del grupo, el listado de tesis doctorales realizadas, y los tres últimos números del IAMS Journal (en formato pdf). La mayoría de los trabajos abarcan la metalurgia desde el Neolítico hasta la época Medieval en el Viejo Mundo.

La única base de datos de micrografías de materiales arqueológicos es http://emma.umwhisp.org/index.php Early Metal Microstructures Archive (EMMA). University of Mary Washington, Center for Historic Preservation. Es original pero no tiene mucha información disponible, posee un glosario de términos metalúrgicos muy completo y algunas fichas técnicas para artefactos. Una página interesante con diagramas de fase y numerosas micrografías de aleaciones (no arqueológicas) para hacerse el ojo es http://www.msm.cam.ac.uk/doitpoms/miclib/index.php DoITPoMS, Department of Materials Science and Metallurgy, University of Cambridge.

El principal foro de discusión de arqueometalurgia es ARCH-METALS (http://www.jiscmail.ac.uk/lists/ARCH-METALS.html). En esta página se puede acceder a los archivos históricos del foro y subscribirse al mismo.

Artículos Generales en Arqueometalurgia

Presentamos algunos trabajos que servirán de guía introductoria a la investigación en arqueometalurgia:

Bayley, J., D. Dungworth y S. Paynter2001. Archaeometallurgy. Centre for Archaeology Guidelines, English Heritage Publications. http://www.english-heritage.org.uk/upload/pdf/cfa_archaeometallurgy2.pdf

La guía contiene una introducción general sobre las expectativas arqueológicas de acuerdo a la producción metalúrgica de cada época, enumera las etapas del trabajo arqueometalúrgico dentro de un proyecto, detalla los métodos de fabricación de las principales aleaciones y su correlato arqueológico (con mención de otros procesos de alta temperatura no metalúrgicos y su controversial evidencia), y describe las técnicas aplicadas al estudio metalúrgico y la información que pueden brindar.

Heritage Collections Council1998. Metals. En reCollections. Caring for Collections Across Australia. Caring for Cultural

Material 2, pp. 81-112. Commonwealth Department of Communications, Information Technology and the Arts. http://www.amol.org.au/recollections/2/pdf/metals.pdf

Capítulo de una guía de conservación, dedicado a los metales, donde se describen las principales propiedades, formas de deterioro y métodos de limpieza y preservación de los elementos y aleaciones más comunes.

Summer Institute in Material Science and Material Culture2003. The Metallographic Examination of Archaeological Artifacts. Massachusetts Institute of Technology. http://ocw.mit.edu/OcwWeb/Materials-Science-and-Engineering/3-094Spring2004/Laboratories/index.htm

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Manual de arqueometalurgia del curso „Materials in Human Experience‰, dictado en 2004 por la Dra. Heather Lechtman. Tiene como eje el estudio metalográfico y presenta los principios de la técnica, los datos que se pueden obtener de la misma, cómo preparar una muestra y qué aspectos registrar, el funcionamiento del microscopio, un modelo de ficha de registro de artefactos, cómo determinar la composición de una aleación binaria, etc.

Starley, D.1995. Metallographic examination. Historical Metallurgy Society. http://hist-met.org/hmsdatasheet11.pdf

Breve introducción sobre los estudios metalográficos de aleaciones ferrosas y no ferrosas.

Artículos sobre Investigaciones Arqueometalúrgicas en Argentina

A modo de ejemplo, escogimos algunas investigaciones en Argentina, de sitios prehistóricos y post-hispánicos, que abarcan temáticas tales como la caracterización de materiales, los estudios tecnológicos, la conservación, y el papel de la producción y utilización de bienes metálicos dentro de una sociedad. Entre las más importantes podemos encontrar:

˘lvarez, G. A. M. y M. Garavaglia2002. Estudio de un brazalete prehispánico del Noroeste argentino: resultados recientes y trabajos futuros. III Congreso Virtual de Antropología y Arqueología. http://naya.org.ar/congreso2002/ponencias/mario_garavaglia.htm

Angiorama, C. I.2001. De metales, minerales y yacimientos. Contribución al estudio de la metalurgia prehispánica en el extremo noroccidental de Argentina. Estudios Atacameños 21:63-88. http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/315/31502104.pdf

Angiorama, C. I.2005. Nuevas evidencias de actividades metalúrgicas pre-incaicas en la Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina). Anales del Museo de América 13:173-198. http://museodeamerica.mcu.es/pdf/anales13/capitulo7.pdf

González, L. R.2002. A sangre y fuego. Nuevos datos sobre la metalurgia Aguada. Estudios Atacameños 24:21-37. http://www.scielo.cl/pdf/eatacam/n24/art03.pdf

Lorusso, H., H. G. Svoboda y H. De Rosa2003. Caracterización microestructural de componentes metálicos hallados en el pecio de Reta. Jornadas SAM � CONAMET, pp. 1103-1106. http://www.materiales-sam.org.ar/sitio/biblioteca/bariloche/Trabajos/A15/1501.PDF

Mainieri, A., C. Martignoni y A. Pifferetti2000. Estudio y conservación de materiales metálicos en Arqueología Histórica. II Congreso

Virtual de Antropología y Arqueología. http://www.naya.org.ar/congreso2000/ponencias/Claudio_Martignoni.htm

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Recursos de Internet

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Pifferetti, A. A.2002. La metalurgia de las culturas prehispánicas del noroeste argentino. III Congreso Virtual

de Antropología y Arqueología. http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/adrian_angel_pifferetti.htm

Pifferetti, A. A., L. Nosei, N. Walsöe de Reca y G. Lascalea2003. Estudio químico-estructural de aleaciones de cobre del sitio arqueológico Capiz, San Carlos, Mendoza. Jornadas SAM / CONAMET, pp. 1107-1110. http://www.materiales-sam.org.ar/sitio/biblioteca/bariloche/Trabajos/A15/1502.PDF

Por último, en la página de la Asociación Argentina de Materiales se pueden obtener trabajos de las Jornadas SAM-CONAMET desde 1999 a 2003 (entre ellos algunas otras presentaciones de Angiorama y Pifferetti) http://www.materiales-sam.org.ar/

Páginas de Metalurgia Histórica

-http://hist-met.org/index.html - Historical Metallurgy Society. Se puede acceder a artículos relacionados con metalurgia histórica y prehistórica y con técnicas de análisis metalúrgicas (en formato pdf). Tiene una lista de links de otros sitios relacionados con arqueometalurgia y metalurgia histórica, y de los contenidos del Journal of Historical Metallurgy.

-Algunos sitios muy interesantes y completos sobre el trabajo en metales de épocas pre-industrial e industrial, con información sobre la historia del material, los procesos de manufactura, artefactos y fabricantes (marcas), entre otros, son: The Pewter Society (http://www.pewtersociety.org/), Association of Small Collectors of Antique Silver (http://www.ascasonline.org/), The Oldcooper Website (http://www.oldcopper.org), y A History of Thermal Joining (http://weldinghistory.org/).

-http://archimedes.mpiwg-berlin.mpg.de/docuserver/images/archimedes/info/pdf.html - Esta es la página de la librería virtual de The Archimedes Project, donde se puede obtener el texto completo (versión escaneada del original) de:

Agrícola, G.1950 [1556]. De Re Metallica, Dover Publications Inc., New York.

* Nicolás C. Ciarlo es estudiante de la carrera de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Participa desde 2004 en el Programa de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano y en el Grupo de Arqueometalurgia de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. Es miembro de la revista en la que suscribe y de la Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana. Ha trabajado en varios proyectos con artefactos metálicos provenientes de naufragios de entre los siglos XVII y XIX y actualmente está abordando su tesis de grado sobre la base de la investigación de las tecnologías metalúrgicas del sitio Swift (1770), en Puerto Deseado, Santa Cruz. Dirección de contacto: [email protected]

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DESDE AFUERA

PALABRAS PARA UN PAISAJE

por Gabriel Rosales*

„Anduve en las búsquedas por la búsqueda misma, por indagarme y dije lo que no alcancé a redondear bien

porque œcómo decirlo? œCómo? En la espera serena vi venir imágenes desde adentro y afuera, inválidas y válidas,

y puse lo que puse en el papel, lo aventé hacia‰.

Jorge Leónidas Escudero

I

Un mundo. Un paisaje en el mundo. Un hombre en el paisaje de ese mundo. Un hombre que es el mundo y el paisaje. Un hombre que es una forma de mirar también. Una forma particular de posar los ojos en el horizonte o la memoria.Un hombre que es horizonte y memoria, ojos en el mundo, miradas en el paisaje.œQué busca en el paisaje ese hombre?Se busca en el paisaje, busca indicios, busca huellas de los que le precedieron.

Un lenguaje.Algunas palabras en un lenguaje.Un hombre en el lenguaje, en las palabras.Un hombre que es lenguaje, es palabra y es forma de entonar también, música.Un hombre que es eco de palabras viejas y promesa de grito. œQué busca ese hombre?Busca palabras justas. Se busca en las palabras justas.

œBuscan verdad estos hombres en el paisaje, en las palabras?Buscan verdad, o al menos, la más verosímil de las mentiras.

II

Una palabra en el paisaje.Zaranda. Za-ran-da. Música particular la de esta palabra. Deben ser esas tres „a‰, estratégicamente ubicadas, las que le dan un ritmo alegre, compañero y, por qué no, latinoamericano. Sí, ritmo de América como el Cha-cha-chá o la Zamba donde, y esto no es un dato menor, se suelen zarandear las caderas y las polleras.Zaranda. Za-ran-da. Palabra dotada de una fuerte identidad pero versátil para las transformaciones. Sustantivo es, no hay lugar a dudas, pero no ofrece resistencias para conjugarla como un verbo que, con su música interna, invita al baile. Escuchen sino:

Yo zarandeo. Tú zarandeas. Él zarandea. Nosotros zarandeamos. Vosotros zarandeais. Ellos (sin duda) zarandearán.

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Desde Afuera

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Zaranda. Za-ran-da. Palabra poética, imán de versos se podría decir, dotada de una extraordinaria capacidad para atraer rimas profundas y graciosas, por ejemplo:

Yo zarandeo bonitopara que quede lo gruesoy pase lo finito.

Zaranda. Za-ran-da. Misteriosa y abismática palabra que, si se sabe escuchar, invita a la reflexión, a la pregunta, a la expectativa: œZarandear qué? œZarandear cómo? œZarandear por qué? œZarandear para qué? Zarandear, zarandear pero⁄ œQué pasará? œQué quedará? œNo somos, acaso, cada uno de nosotros zarandas por donde pasa (y queda) el tiempo que nos lleva, el polvo que nos camina, las palabras que nos nombran y las ideas que nos idean?Sí, definitivamente, podemos estar seguros. Nos zarandeamos y luego, solo luego, existimos.

III

Ahora sí, por favor permítanme el atrevimiento. Déjenme conjugar esta palabra en la primera persona del singular para ver qué paisaje, qué palabras, qué música, qué rimas, qué preguntas, quedan después del zarandeo.A ver memoria mía, gíreme en zamba. Alce, por favor, como un pañuelo a los recuerdos, hágalos bailar como usted sabe, haga que venga el embrujo de las palabras viejas.Sí, gracias, ya veo una, una palabra veo venir, acunada en un paisaje de piedras, pequeña, encorvada, renga, tarareando un viejo valsecito criollo viene, toma forma, ya la puedo distinguir, es la Tía Pancha, la de Carolina, la que sabía tocar el acordeón, la que no tuvo hijos pero nos cuidó a todos, la que apenas sentía el murmullo de algún baile se calzaba los tacones altos y, esquivando las piedras, salía a enamorar paisanos.

- œPara donde va tía así tan linda?

- Para Inti Huasi voy, la cooperadora de la escuela organiza una milonga en la gruta.

- œEn la gruta? œPero se puede ahí? œCómo hacen con la música, la luz y todo eso?

- Me dijo tu abuela Cota que vienen „Los Diamantes‰ de La Toma, que traen verdulera, bombo y dos

guitarras, además para cuando ellos se cansen está la vitrola a manija de los Luceros. Por la luz no

hay problema, la gente cuelga faroles por todos los costados y por si hace falta yo llevo una lámpara

a mecha.

- Mire que raro, yo pensé que en ese lugar no se podía hacer nada, por las pinturas, por eso que

habían encontrado adentro.

- Vos decís por esa gente que vino de la ciudad, si⁄eso me lo contó la Macucha. Ella pasaba llevando

la majada para Paso del Rey, ahí por los terrenos de los Luceros al lado de la gruta œviste? Me contó

que había un montón de gente cómo limpiando el piso de tierra, desenterraban cosas creo. Me contó

que había estado charlando con un señor de bigotes, un tal González, viste como es la Macucha vos,

no hace falta darle mucha confianza para que le entre a la charla. Buena gente este González parece,

bastante gauchito, si hasta la invitó a que comiera con ellos, pero la otra andaba muy apurada por que

la agarraba la noche y los chicos la esperaban.

- Si por eso le decía que⁄

- Mirá no sé si habrá quedado algo, pero el baile lo organizan ahí, yo me estoy yendo para la casa de

la Flora, ella ya tiene ensillado el Tobiano que era del marido y el Moro mansito que me sabe prestar

para los viajes largos.

- œPero ha quedado algo ahí, en la gruta?

- Sé que había dibujos o algo así, pero ya se han borrado, creo que es por la humedad y las vertientes.

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Acá atrás del cerro, en las Labores Blancas, pasó lo mismo œTe acordás vos de ese lugar donde te

llevaba a buscar oro? Ahí, cuando yo era chica, la Mamá Lola encontró algo parecido y le avisó al

maestro Samuel que nos llevo a todos los chicos de la escuela a verlos, pero de esto hace añares ya,

historia vieja es, yo el otro día fui y no encontré nada.

- Y su acordeón tía œno lo lleva para la fiesta?

- Ya estoy vieja, ni me acuerdo de cómo se hacía para sacarle música, aunque a veces a los dedos se

les da por la memoria y encuentran los acordes igualito que los perros de tu abuelo hallaban, sin que

les dijéramos nada, los nidales de las gallinas perdidas.

- Bueno tía, que le vaya lindo y ojalá baile mucho

- Eso espero, pero de tan vieja que estoy ya pocos se me animan. La verdad es que no sé que les pasa,

creerán que me voy a desarmar. No se dan cuenta, los muy zonzos, que en este cuerpito todavía hay

cadera para zarandear un buen rato.

Se va la tía. Se va la palabra tía. Se va la palabra tía zarandeando su cadera remendada, con tacos altos va, bonita va, se hace humo, se hace recuerdo, borroso y transparente recuerdo se hace. Como diría el bueno de Cesar Vallejo, ya es otro airecito más en el viento de la historia.

IV

Las palabras se le caen de la memoria a la tía Pancha, los dibujos se le borran de las paredes a la Casa del Sol.Las palabras en las que nos buscamos, los paisajes que somos, están siempre asechados por la nada del silencio o la indiferencia cómplice del olvido.Por eso hay que buscar y decir que no es piedra sola la piel de este mundo que juntos caminamos, que no es remolino de polvo sin memoria eso que arrastra el viento. Decir que este mundo es mundo porque alguien tatuó la historia en sus espaldas, porque algunos, sin saberlo quizás, dibujaron una huella de sal en sus costillas. Decir y excavar, excavarnos, buscar indicios, palabras, dibujos. Buscar lo que fue para saber lo que falta. Mirar atrás para caminar hacia delante. Caminar hacia adelante seguros de donde venimos.

V

Un paisaje florecerá en ese hombre que reconstruye la memoria de los que en el mundo dejaron su huella.Una palabra florecerá en ese hombre que busca en el lenguaje el sonido exacto de los que lo nombraron.œSerán los paisajes justos, las palabras exactas? Escasas son las certezas en este viaje de preguntas pero ellos, como empecinados zarandeadores, buscan la verdad, o al menos, la más verosímil de las mentiras.

* Gabriel Rosales nació muy cerca de la Gruta de Inti Huasi, en La Carolina, provincia de San Luis, el 6 de mayo de 1980. Es docente universitario y bibliotecario. Ha publicado en diversas antologías provinciales y editado, en poesía, “Prohibido el paso” (Editorial Yügen. Córdoba, 2005) y “La huella en ningún lado” (Cooperativa Editorial Revistas Callejeras. San Luis, 2007).

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Rescate Humorístico

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RESCATE HUMOR¸STICO

por Marcelo Vitores*

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DICCIONARIO ARQUEOLŁGICO DE CAMPAÑA.(o cómo decimos cualquier cosa cuando vamos a excavar)

Ampliar la muestra: romper un objeto arqueológico en muchos pedazos.

Arqueópata: arqueólogo que tiene actitud adusta, usa frases sentenciosas y es incapaz de incorporarse a un plano normal de conversación.

Buchónmetro: inclinómetro o instrumento para controlar verticalidad de los perfiles a expensas del orgullo del excavador.

Chucarín: cucharín chúcaro y chabacano que te hace malas pasadas, como por ejemplo desenmangarse.

Control estatal: posesión de damajua-na, ítem prioritario de toda campaña.

Cosofacto: cosa rara en el registro arqueológico.

Cuadriculero: el encargado de excavar una cuadrí-cula.

Cuadrimate (cuadrimeit): compañero de cuadrícula.

Prospectar: Juntar porquerías del suelo.

Litoloco: piedra extraña que quisiéramos creer que es algo.

Palitroque o Pituto: precinto de alambre.

Pantalones Casanova: prenda de vestir común en los años ’40, que cubre desde los tobillos hasta las axilas.

Hermeneuticar: interpretar, no excavar. V.g. “voy a hermeneuticar el paisaje” = “que palee otro”.

Tricornio: deidad propicia-toria de los excavadores, señor de los cardones, ami-go de los chozchori, excusa para perder el tiempo.

Vasija mersa: cerámica tosca.

Plantar palos: relevamiento topográfico.

Redonte: cuadrante redondo.

Regla: mira del nivel óptico.

Sondeo: Pocito a ver qué onda.

Vegetofacto: verdurita arqueológica.

Foucault (fucol): vigilar y castigar. Mazo de madera ajusticiador en una práctica contrahegemónica del sedimento compacto.

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Rescate Humorístico

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*Marcelo Vitores es estudiante de Ciencias Antropológicas en la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, con profundos deseos de recibirse de una vez por todas. Ha sido recientemente incorporado como adscripto en la cátedra de Arqueología Argentina y es becario estímulo UBA en el marco del proyecto del Dr. Eduardo Crivelli, con cuyo equipo colabora desde el 2006. El presente trabajo es resultado de la poca experiencia de campo que puede tener cualquier estudiante, y de una vergüenza inconfesada acerca de nunca haber publicado algo en serio.

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NORMAS EDITORIALES

1. POL¸TICA EDITORIAL

La Zaranda de Ideas es una publicación anual con referato que tiene como objetivo la publicación de los resultados de las investigaciones de estudiantes de grado y egresados recientes de carreras de arqueología o disciplinas afines. Consideramos egresados recientes aquellos que no hayan superado los cuatro años de haber defendido su Tesis de grado (o fecha de egreso en caso de no realizar Tesis) al momento del llamado para publicación y que no hayan completado una carrera de postgrado.

Los autores envían sus contribuciones, las cuales se someten a consideración del Comité Editor, en forma de Artículos, Informes, Notas Breves, Entrevistas y Reseñas de Libros, pudiendo asimismo enviar colaboraciones a la sección Misceláneas.

Todas las contribuciones deberán ser inéditas y podrán presentarse en forma individual o en coautoría, siempre y cuando al menos el 50% de los autores sea estudiante y/o egresado reciente.

Los editores se reservan el derecho de selección de las colaboraciones a publicar. La selección de artículos, ensayos e informes de investigación se realizará a partir de la evaluación que de ellos haga un referato anónimo integrado por un mínimo de dos profesionales especializados en cada tema.

La clasificación de un manuscrito como Artículo, Informe de Investigación o Nota Breve es decisión última del Comité Editor, en consulta con los evaluadores del mismo, aunque los autores deben sugerir a que sección presentan su trabajo. Los artículos son usualmente más extensos y abordan tópicos de mayor importancia y alcance para una amplia audiencia. En contraste, los Informes de Investigación pueden ser más técnicos, describen proyectos de investigación en curso, y aportan información de base tanto de actividades de campo como de estudios de laboratorio. Las Notas Breves pueden implicar comentarios que corrigen errores de hecho o proveen nueva información directamente relevante a un artículo publicado previamente en una de las revistas; también pueden aportar información sucinta sobre proyectos de investigación en curso, tales como resultados preliminares de trabajos de campo, análisis de laboratorio, etc., así como información y discusión relativa a cuestiones académicas, científicas y/o profesionales, conclusiones adoptadas en congresos, etc.

Las contribuciones a la sección Misceláneas refieren al ámbito cotidiano de la práctica arqueológica: anécdotas de campaña, recursos de internet, la visión de la gente no dedicada a la arqueología, relatos, fotografías, humor, etc. Alentamos la colaboración en cualquiera de las subsecciones, así como la sugerencia de nuevos tópicos.

2. INFORMACIŁN PARA LOS AUTORES

2.1. Responsabilidades del Editor

Los Editores se reservan el derecho a no considerar aquellas colaboraciones no pertinentes al perfil temático de la revista o que no se ajusten a las normas de estilo.

Los Artículos e Informes de Investigación serán evaluados por el Comité Editor en consulta con dos evaluadores, pudiendo ser alguno de los integrantes del Comité Académico, o bien evaluadores ad hoc.

En caso de haber discordancia entre las evaluaciones, el trabajo será remitido a un tercer evaluador a fin de desempatar. Los editores serán quienes seleccionen, con el asesoramiento del Comité Académico, los evaluadores pertinentes para cada trabajo. Los informes de los evaluadores serán anónimos, a menos que éstos decidan hacer pública su evaluación. Las decisiones finales serán responsabilidad de los editores. Los autores tienen derecho a recusar o excusar hasta dos posibles evaluadores, enviando a los editores una carta fundamentando dicha decisión. Las Notas Breves, Entrevistas, Reseñas de Libros y colaboraciones a la sección Misceláneas serán evaluadas por los editores

El Comité Editor se reserva el derecho de rechazar o devolver para su corrección aquellos trabajos que no respondan a las modificaciones sugeridas por los evaluadores y/o por los editores. Las correcciones de los trabajos deberán ser enviadas por los autores en las fechas que los editores oportunamente consignen. En caso contrario, los editores podrán optar continuar con el proceso de evaluación y publicar la versión definitiva del trabajo en el siguiente número de la revista.

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Normas Editoriales

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Los autores serán notificados tan pronto como se sustancie la decisión de aceptar o rechazar el manuscrito. La aceptación será a condición de que se realicen las modificaciones de estilo y forma que los editores y/o evaluadores sugieran.

Aquellas contribuciones que hayan sido aceptadas serán remitidas a los autores por correo electrónico en un archivo PDF, una vez realizada la prueba de edición del correspondiente número de la revista, con el único objeto de controlar posibles errores tipográficos. No se admitirá reescritura del texto en esta instancia. Todo cambio o adición representa tan sólo una sugerencia, que puede no ser tenida en cuenta por los editores.

Las contribuciones son voluntarias y los editores no cobran por la publicación en la revista. Los autores recibirán un ejemplar gratuito del número en que aparezca publicado su trabajo.

2.2. Responsabilidades del Autor

Los autores firmantes son responsables del contenido de sus escritos, de adecuar sus trabajos a la presente guía estilística, de la exactitud de los datos consignados y de la correcta atribución de las citas y referencias bibliográficas, de los derechos legales por la publicación del material enviado y del apropiado manejo y tratamiento de las cuestiones relacionadas con la coautoría del mismo. No podrán presentarse manuscritos que están a consideración de otras publicaciones.

Los autores deben firmar una declaración donde reconocen su responsabilidad sobre los contenidos de las colaboraciones, la precisión de las citas efectuadas, el derecho a publicar el material y la autorización para citar aquellos materiales inéditos que se incluyan en la publicación. Asimismo deberán completar un formulario con sus datos personales (uno por cada autor). Ambos documentos pueden descargarse en la siguiente dirección de internet http://www.lazarandadeideas.com.ar/normas.htm y deberán ser enviados en conjunto con el trabajo impreso.

Los autores son responsables de enviar los trabajos, con las modificaciones sugeridas por los evaluadores y/o el Comité Editor, en las fechas que éstos estipulen para ser admitido para su publicación. De lo contrario aceptarán que la versión definitiva sea publicada en un número posterior de la revista.

2.3 Presentaciones

Los trabajos deben enviarse en las fechas estipuladas en el llamado para publicación de dos maneras diferentes:

a) dos copias impresas del texto, las tablas y las figuras a: Sociedad Argentina de Antropología, Revista La Zaranda de Ideas - Museo Etnográfico - Moreno 350 (1091) Ciudad de Buenos Aires.

b) y una copia digital por correo electrónico a [email protected]. El texto debe enviarse en un archivo de Word con tablas y figuras incrustadas en el mismo. Además las tablas y figuras deben enviarse en archivos aparte cuyo nombre sea „Figura 1‰, „Tabla 1‰, etc. (En el caso de que el archivo de Word más los archivos adjuntos superen 10 Mb de tamaño, deben ser enviados a la dirección postal en CD).Las Tablas deben enviarse como archivos de Excel (.XLS). Las Figuras deben estar en blanco y negro o en escala de grises, y deben consignarse en formato BMP, JPG o TIF, con una resolución no inferior a 300 dpi.

Idioma: para todas las secciones se aceptan colaboraciones en castellano y en portugués, o bien bilingües castellano-idioma original.Tamaño de papel: A4, impreso en una sola cara, todas las hojas numeradas.Márgenes: superior, inferior y derecho 2 cm, izquierdo 3 cm.Fuente: texto arial 12 / bibliografía, notas y agradecimientos arial 9Párrafo: sin sangría ni tabulaciones, alineación justificada sin silabeo, interlineado sencillo, con un espacio entre párrafos.

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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Extensión máxima: La extensión máxima para Artículos e Informes será de 20 páginas, incluyendo notas, agradecimientos, figuras, tablas y bibliografía. Las Notas Breves, Entrevistas, Reseñas de Libros tendrán como extensión máxima 5 páginas., y las colaboraciones en la sección Misceláneas no deberán exceder 2 páginas.

3. GU¸A DE ESTILO

La guía estilística de La Zaranda de Ideas está basada en las correspondientes a las revistas Relaciones de

la Sociedad Argentina de Antropología, Intersecciones en Antropología y Latin American Antiquity.

Las consideraciones siguientes son aplicables a todas las contribuciones, salvo los resúmenes (en castellano y en inglés) y las palabras clave (en castellano y en inglés) que sólo deberán ser incluidas en Artículos e Informes de Investigación.

3.1 Secciones del manuscrito

-Título -Autor/es-Resumen en castellano -Palabras clave en castellano-Resumen en inglés-Palabras clave en inglés-Texto (Tablas y Figuras incluidas) -Notas-Agradecimientos-Referencias citadas

3.1.1 Título

El nombre del trabajo debe estar centrado y en mayúsculas.

3.1.2 Autor/es

A dos espacios por debajo del título y alineado a la izquierda. Debe incluirse nombre y apellido del o los autores, incluyendo la pertenencia institucional y dirección postal y/o electrónica.

3.1.3. Resúmenes y Palabras Clave

Los Artículos e Informes de Investigación deben estar acompañados por un resumen en castellano y otro en inglés de alrededor de 150 palabras cada uno. La pertinencia y correcta realización del resumen son tomadas en cuenta en la evaluación. Sugerimos efectuar una síntesis de los contenidos y conclusiones del escrito, referir datos novedosos allí presentados y aludir especialmente a la relevancia del manuscrito. El resumen no debe ser una introducción al trabajo, ni restringirse a enumerar las secciones que este último contiene, sino que debe presentar un panorama de los puntos temáticos sobre los que versa, invitando al lector a interesarse por el material.

Deben incluirse cinco palabras clave en castellano y en inglés. Sugerimos utilizar términos generales de la problemática que abarca el trabajo. Evite incluir palabras que se encuentren en el título del mismo. Las palabras claves son fundamentales para la indexación de los artículos, por lo tanto si son muy específicas pueden resultar irrelevantes.

3.1.4 Encabezados

Los encabezados principales deben estar en mayúsculas, los secundarios en minúsculas con negrita, los terciarios en minúsculas cursivas y los subsiguientes en minúscula normal. Siempre alineados a la izquierda, a dos espacios del texto que le precede y a uno del que le sigue. Es muy importante respetar este esquema para una correcta edición gráfica del texto.

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Normas Editoriales

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3.1.5 Citas

- Las referencias bibliográficas irán en el texto siguiendo el sistema autor-año. Ejemplos: (Rodríguez 1980) o (Rodríguez 1980, 1983) o (Rodríguez 1980a, 1980b) o Rodríguez (1980).- Se citan hasta dos autores; si son más de dos se cita el primer autor y se agrega et al.

- Citas con números de páginas, figuras, o tablas especificadas: (Smith 1977:3), (Jones y Wilson 1971:Figura 2), (Brown 1968:533-534) Utilice los dos puntos para separar el año de publicación con el resto de la información adicional. No debe existir un espacio entre los dos puntos y la información adicional. El número de páginas debe ser solamente indicado cuando se utiliza una cita textual en el trabajo.- Autores diferentes citados dentro de un mismo paréntesis o comentario siempre se deben ordenar cronológicamente. Ejemplo: (Coe 1965; Ashmore 1986; Freidel y Schele 1989). Separe las citas de diferentes autores con un punto y coma.- Evitar la referencia op. cit.

- Las frases citadas textualmente que tengan menos de 8 líneas tipeadas deben incluirse dentro del texto entre comillas („‰). Las citas textuales que alcanzan 8 o más líneas tipeadas deben ser separadas del texto como una cita en bloque, con una línea de espacio arriba y abajo del bloque. Luego de la cita textual, cite entre paréntesis al autor, el año de la publicación, y el número de página(s).

3.1.6. Referencias Citadas

La sección referencias comienza bajo el encabezamiento primario de BIBLIOGRAF¸A. Cada referencia debe tener un espacio con respecto a la siguiente, incluso cuando son varios trabajos del mismo autor.

Los autores se hacen responsables de que las referencias sean exactas y estén completas. Todas las referencias citadas en el texto deben aparecer en la lista de la sección referencias citadas (excepto las comunicaciones personales y los materiales de primera fuente), y todas las entradas en la lista deben estar citadas en el texto.

Los autores se ordenan alfabéticamente por apellidos. Utilice sólo las iniciales de los nombres (con espacios entre ellos) para primer y segundo nombre de autores y editores, del modo que aparecen en el título de sus trabajos. Sólo la inicial del nombre del primer autor va en el orden reverso. Los nombres de los siguientes autores se separan por comas.

Dos o más trabajos del mismo autor deben ser listados cronológicamente. Dos o más trabajos del mismo autor o autores, en el mismo año, deben ser listados en el orden en el cual fueron citados en el texto y diferenciados por letras minúsculas seguidas de la fecha (i.e. 1991a, 1991b). Para números ordinales de edición use: 1ra, 2da, 3ra, etc., separados por puntos.

Ordene las partes de cada referencia de la siguiente manera: Autor/es. Fecha. Título. Publicación, número, páginas. Editorial, Lugar.

Ejemplo de lista bibliográfica:

Ashmore, W.1991. Site-Planning Principles and Concepts of Directionality Among the Ancient Maya. Latin American

Antiquity 2:199-226.

Fritz, J. M.1978. Paleopsychology Today: Ideational Systems and Human Adaptation in Prehistory. En Social Archaeology:

beyond Subsistence and Dating, editado por C. I. Redman, M. J. Berman, E.V. Curtin, W. T. Langhorne, Jr. N. M. Versaggi y J. Wanser, pp. 37-59. Academic Press, Nueva York.

Schiffer, M.B.1976. Behavioral Archaeology. Academic Press, New York.

La presente es una versión resumida de la guía estilística; la versión completa incluye mayores especificaciones que deben ser tomadas en cuenta en la preparación de los manuscritos y puede ser solicitada al e-mail de la revista: [email protected] o bajada de la siguiente página web:

http://www.lazarandadeideas.com.ar/normas.htm

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La Zaranda de Ideas 3 - 2007

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