16
1 No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS Número 4 / Febrero 2012 COMUNIDAD PARA LA MISIÓN CÓMO VIVIÓ FRANCISCO JAVIER LA PERTENENCIA A LA COMPAÑÍA DE JESÚS LA VIDA COMUNITARIA, EXPERIENCIA DE UNIDAD EN LA DIVERSIDAD Estos Artículos los puedes encontrar en: www.ciemexico.mx

No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

1    

 

No. 4 REFLEXIONES

IGNACIANAS Número 4 / Febrero 2012

COMUNIDAD PARA LA MISIÓN

CÓMO VIVIÓ FRANCISCO JAVIER

LA PERTENENCIA A LA COMPAÑÍA DE JESÚS

LA VIDA COMUNITARIA, EXPERIENCIA DE UNIDAD EN LA

DIVERSIDAD

Estos Artículos los puedes encontrar en: www.ciemexico.mx

Page 2: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

2    

 

Presentación Las reflexiones que aparecen en este número tienen un denominador común muy claro: la vida en común en la Compañía de Jesús. Mario López Barrio va al fundamento bíblico de la idea ignaciana de comunidad: Jesús llama a sus discípulos a formar un grupo, para enviarlos a predicar. No ha faltado algunas veces la tentación, dice López Barrio, de virar hacia una comunidad de tipo monástico, pero los jesuitas han optado siempre por el ideal primero: la comunidad para la dispersión (apostólica). Hoy en día, se presenta otra tentación: la del desánimo ante la disminución numérica y el natural envejecimiento de muchos jesuitas. No se debe caer en “el conformismo y la rutina decadente”, responde López Barrio.

Francisco López Rivera recupera el inspirador ejemplo de Francisco Javier y su manera de vivir la pertenencia a la Compañía. Subraya el papel fundamental que tiene para Javier el afecto hacia los compañeros; nada de un activismo racionalista o ideológico. Dice Javier: la Compañía de Jesús es “Compañía de amor y no de rigor ni temor servil”. Ese amor permea todas las relaciones de Javier con sus compañeros. López Rivera nos muestra cómo el fondo de estas actitudes de Javier está en su íntima relación con el Señor.

Álvaro Quiroz Magaña ubica su reflexión en el lanzamiento del Proyecto Apostólico 2011-2020 de la Provincia Mexicana, lo cual le da un especial carácter de actualidad, y conecta aquella experiencia primaria con la experiencia recentísima y muy importante, de la Congregación General 35 realizada en 2008. Quiroz se inspira básicamente en la “Deliberación de los Primeros Padres”, en la cual los primeros jesuitas buscaron la voluntad de Dios para su grupo, en un profundo ambiente de discernimiento. Ir a las fuentes con fidelidad creativa, es lo que hace Quiroz.

 

REFLEXIONES  IGNACIANAS    

Revista  de  Espiritualidad  Ignaciana  Centro  Ignaciano  de  Espiritualidad    Provincia  Mexicana  de  la  Compañía  de  Jesús    

Director:                              Francisco  López  Rivera,  S.J.    

Consejo  Editorial:                              Francisco  López  Rivera,  S.J.                              José  Luis  Serra  Martínez,  S.J.    Revisor                              José  de  Jesús  Rojas  García,  S.J.    

Impresión                              Rayas  Impresión                              Garibaldi  No.  663,  Guadalajara,  Jal.                              Tels.  3613-­‐6555  /  3614-­‐6796    

Cuarto  Número    FEBRERO  2012  

 INDICE  

   Comunidad  para  la  Misión    Mario  López  Barrios,  S.J.  ……………………………..….  4      Cómo  vivió  Francisco  Javier  la  pertenencia  a  la  Compañía  de  Jesús    Francisco  López  Rivera,  S.  J.  ……………….……….  8      La  vida  comunitaria,  experiencia  de  unidad  en  la  diversidad    Alvaro  Quiroz  Magaña,  S.J.  …………………………...  12  

Page 3: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

3    

 

DICHOSOS  

Dichosos  los  que  trabajan  por  la  paz,  y  hacen  de  la  vida  oasis  de  encuentro,  

fraternidad  y  manos  dadas.  Dichosos  los  que  son  mansos  y  dulces  

en  sus  ojos  mirando  al  otro,  en  sus  manos  siempre  alargadas,  en  su  escucha  sin  prisa  alguna,  

en  su  palabra  hecha  de  un  corazón  que  es  sincero  y  habla.  

A  ésos,  Señor,  tu  Padre  les  va  a  llamar  hijos  suyos,  Hijos  

porque  la  paz  la  has  dicho  al  mundo  en  la  noche  de  tu  cruz  

y  en  el  raya  del  día  primero  cual  el  mundo  de  nuevo  comenzaba.  

Dichosos  los  no  violentos,    los  que  llevan  la  paz  y  la  cantan,  

los  que  abren  al  mundo  los  brazos,  los  que  ríen  y  aguardan    

que  las  cosas  sigan  creciendo    con  la  fuerza  de  Dios  en  el  fondo  enraizada.  

Para  ellos,  la  tierra  en  herencia,  una  tierra  sin  lucha  ni  conquista,    una  tierra  salida  de  tus  manos  

y  por  tus  manos,  dada.  

En  esta  casa  hay  algo  más  que  cuartos,  algo  más  que  gente,  prisas  y  trabajos…  

¡Hay  una  mesa  de  hermanos!  En  esta  casa  hay  calor  de  estufa,  

calor  de  sueños,  calor  de  manos…  En  esta  casa  también  entra  el  frío:  

¡para  despertarnos!  

En  esta  casa  hay  sitio  para  más  encuentros,  y  encontramos  sitio  para  más  hermanos:  

hermanos  de  la  calle  que  esperan  ser  llamados  por  su  nombre.  

Tomada  de  Revista  Frontera    -­‐  Hegian  No  35  pág.  33  

Page 4: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

4    

 

COMUNIDAD PARA LA MISIÓN

Mario López Barrio, S. J.

I – Orígenes

Ignacio comenzó su itinerario de conversión como un peregrino solitario. Pero muy pronto, antes de terminar los estudios, en la etapa parisina, mostró su deseo de compartir con otros compañeros la experiencia que había vivido. Era demasiado rica y profunda como para dejarla escondida entre los secretos personales. Tenía que ser compartida. La vida del Espíritu tiende a comunicarse. Y así comenzó a buscar compañeros y a conformar un grupo inicial, que será conocido después como el de “los primeros compañeros”. La pasión de Ignacio los había alcanzado. El Ignacio que había empezado solo será encontrado en adelante en medio de un grupo.

Desde su nacimiento, los jesuitas son animados por un espíritu que invita a “levantar la mirada”, más allá de los límites conocidos. No se detienen en una ciudad ni en un país. Su horizonte de interés se extiende más allá de las fronteras exploradas. Los mueve un deseo profundo: dar a conocer a Jesucristo en todas partes, especialmente donde hay más necesidad.

Pudieron haber tomado otros rumbos en su definición como grupo. Por ejemplo, una orientación monástica, de una vida común de oraciones y celebraciones litúrgicas largas y solemnes, dentro de una casa, con una vida regulada por horarios y normas de claustro, como era habitual entre religiosos de vida conventual. Pero Ignacio sentía un llamado diverso. Aunque personalmente disfrutaba las devociones monásticas, no era aquella la orientación que él consideraba acertada para su grupo. Sentía vivamente la urgencia de la predicación del Evangelio en medio del mundo como una tarea para ellos. Sin mucha claridad todavía sobre lo que tendrían qué hacer, se aventuraron por los caminos y las ciudades, primero de Europa, y después, progresivamente, de Asia, África y América. El Espíritu les iría indicando lugares y situaciones donde deberían “ayudar” a los prójimos.

Así se explica que la comunidad jesuítica haya sido concebida como una comunitas ad dispersionem. La comunidad nuestra no es un fin en sí misma, por más importancia que tenga. Es lugar de encuentro, de convalidación, de apoyo mutuo, pero es para la misión. Esto queda estatuido desde el principio, según se expresa en nuestros documentos fundantes, concretamente en la Fórmula del Instituto, presentada al Papa Julio III, y aprobada por él mismo el 21 de Julio de 1550:

Cualquiera que en nuestra Compañía, que deseamos se distinga con el nombre de Jesús, quiera ser soldado para Dios bajo la bandera de la cruz, y servir al solo Señor y a la Iglesia su Esposa bajo el Romano Pontífice Vicario de Cristo en la tierra, tenga entendido que una vez hecho el voto solemne de perpetua castidad, pobreza y obediencia, forma parte de una Compañía fundada ante todo para atender principalmente a la defensa y propagación de la fe y al provecho de las almas en la vida y doctrina cristiana por medio de predicaciones públicas, lecciones y todo otro ministerio de la palabra de Dios, de ejercicios espirituales, y de la educación en el Cristianismo de los niños e ignorantes, y de la consolación espiritual de los fieles cristianos, oyendo sus confesiones, y administrándoles los demás sacramentos. Y también manifiéstese preparado para reconciliar a los desavenidos, socorrer misericordiosamente y servir a los que se encuentren en las cárceles o en los hospitales, y a ejercitar todas las demás obras de caridad, según que parecerá conveniente para la gloria de Dios y el bien común, haciéndolos totalmente gratis, sin recibir ninguna remuneración por su trabajo, en nada de lo anteriormente dicho.

II – Un probable fundamento bíblico1

¿Dónde pudo haberse inspirado Ignacio, para infundir esta identidad a su grupo de compañeros, que se iría transformando en pocos años, hasta convertirse en una Orden apostólica, misionera en varios países? Sin duda,

                                                                                                                         1 En un sentido amplio, tendríamos que ir a la misma experiencia fundamental de Ignacio y de todos los jesuitas, que se encuentra en los EE, cuya inspiración es profundamente bíblica. Me permito referirme, para este punto, a mi libro La Palabra en el Dinamismo Ignaciano, donde trato de hacer ver la fundamentación bíblica de los mismos Ejercicios.

Page 5: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

5    

 

en la contemplación del Señor y de los apóstoles en el Evangelio. Como sabemos, la imagen de Jesús en su vida histórica lo impresionó profundamente. El texto de Mateo que presenta a un Jesús activo en la misión tuvo que haberlo marcado, muy probablemente: Y Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia (9,35). Estas palabras de Mateo parecen resonar en el primer preámbulo del ejercicio de la contemplación del Reino: “Ver con la vista imaginativa sinagogas, villas y castillos donde Cristo Nuestro Señor predicaba” (EE 91). En el término “castillos” pudo haber influido la traducción de la Vulgata: Et circuibat Jesus omnes civitates et castella (Mt 9,35).

Igualmente, el texto de Mt 10, en que Jesús llama “a sus doce discípulos”, pudo haber movido el corazón de Ignacio a hacer lo mismo con sus compañeros: Jesús los llama, pero para enviarlos, para darles la misión apostólica: ir a proclamar la cercanía del Reino de los cielos, a sanar y hacer toda clase de bien, con la advertencia sobre las dificultades, oposiciones y peligros que sin duda les sobrevendrán. En la historia de la Compañía será una experiencia repetida.

Es interesante notar que este capítulo 10 de Mateo, denso en instrucciones misioneras, se encuentra entre dos textos de misión referidos a Jesús: Jesús recorría todas las ciudades y pueblos, enseñando… proclamando la Buena Noticia y sanando… Viendo la multitud, se conmovió por ellos. Entonces dijo a los discípulos: La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los campos que envíe trabajadores para su cosecha (9,35-38). Y el segundo texto: “Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a los doce discípulos, se fue de ahí a enseñar y predicar por aquellas ciudades (11,1).

Si se tienen presentes estos textos, se entiende que Ignacio imagine a Cristo invitando a conquistar “todo el mundo, a trabajar en el día y vigilar en la noche”, etc. (EE 93; 95) y se entiende, desde luego, la historia de la Compañía.

III – Una mirada a nuestra historia

No se puede negar que la Compañía se ha visto afectada, en su larga historia, de tendencias monacales, que presionan hacia estilos de vida sospechosos, de supuestas protecciones con muros y clausuras, de normas que pretenden regular las actividades y los tiempos, a veces excesivamente, minando la flexibilidad y la iniciativa personal, y que han llevado a nuestras comunidades a aislamientos del mundo, extraños a nuestro espíritu original. Esto ha sucedido. Sin embargo, a pesar de estos fenómenos que ciertamente nos han afectado, el espíritu misionero ignaciano se ha conservado vivo. Nuestras comunidades han continuado su orientación fundamental, sin negar, como digo, las desviaciones sufridas. Basta asomarse a la historia de las Provincias.

Para descubrir cómo encarnó la Compañía la inspiración cristológica original de Ignacio, conviene recorrer la historia de la Orden. Sus páginas desbordan audacia, planeación y realización de proyectos riesgosos y aventurados, y desde luego, no faltaron las reacciones contrarias de incomprensión, contradicción y persecución. Para constatar si la Orden fue fiel a la inspiración original de Ignacio y consecuente con la dirección marcada por él, basta seguir el recorrido de tantas obras, de índole tan diversa. Corremos el riesgo de ser triunfalistas. Por lo menos, se suscita en nosotros el reconocimiento y la gratitud, aunque también la responsabilidad de estar a la altura en la tarea de ser continuadores de esta misión, que sigue siendo novedosa, desafiante y difícil.

Si la Compañía ha sido calumniada y perseguida, fue precisamente a consecuencia de su audacia misionera. Moverse en las fronteras, entre la ortodoxia tradicional y la propuesta de nuevas concepciones teológicas, entre los estilos de apostolado probados y aceptados y los experimentos requeridos por las nuevas circunstancias, no sólo no ha sido sencillo, sino que ha provocado las críticas y reacciones, muchas veces violentas, de distintos grupos de poder, civiles y eclesiásticos.

Cuando la gente nos pregunta a qué nos dedicamos, qué hacemos o hemos hecho, conviene, para responder, referirnos a la historia. Como diría Ignacio: ver las personas, oír lo que dicen, ver lo que hacen, etc. Y aquí sería: observar con atención la vida de nuestras comunidades. Lo mejor para conocer lo que es la comunidad en la Compañía, en su realidad concreta, en su identidad misionera, es asomarse a ver lo que son nuestras comunidades en su vida y práctica ordinaria, en sus diferentes estilos, según las circunstancias de las diferentes

Page 6: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

6    

 

latitudes donde nos encontramos. Ver, tocar lo concreto de nuestra historia. Tal vez encontremos ejemplos menos elocuentes, incluso pobres o poco inspiradores. Pero por todas partes hallaremos hombres comprometidos con su mundo, en el intento de servirlo, de transformarlo, con toda clase de proyectos: misioneros entre indígenas, profesores de universidad, educadores en escuelas, quienes estén inmersos en los medios de comunicación social, o en actividades artísticas o de difusión, en el propio y en países extranjeros. Para ver lo que es la comunidad jesuítica en lo que tiene de esencial, su carácter misionero, hay que observar su realidad histórica.

IV – Nuestra Tradición escrita

Pero también conviene echar una mirada a nuestra tradición escrita. Bastaría un recorrido breve por esta tradición para hacernos una idea de lo que ha sido históricamente la identidad de nuestras comunidades. En un escrito breve, sólo podemos hacer una simple referencia. Para empezar, cito las conocidas palabras del Examen sobre el Instituto de la Compañía, documento que se propone a los posibles candidatos a entrar a la Orden:

El fin de esta Compañía es no solamente atender a la salvación y perfección de las ánimas propias con la gracia divina, mas con la misma intensamente procurar de ayudar a la salvación y perfección de las de los prójimos: Examen [3]

Se note, cuando se refiere a la segunda parte del fin, sobre “ayudar” a los prójimos, el adverbio “intensamente”. Tal énfasis ignaciano, desde luego, pervade toda la vida y actividad de la Orden.

Por la brevedad requerida en este escrito, sólo haré referencia a algunas orientaciones fundamentales de nuestras últimas cuatro Congregaciones Generales, nuestro máximo organismo de gobierno. Se podrían citar otros incontables documentos de los superiores generales (cartas, discursos, etc.) que iluminarían sin duda lo que es una comunidad nuestra en su aspecto misionero. Pero me concentro en las Congregaciones Generales.

1. La CG XXXII, 1974-1975: ha sido muy conocida, comentada y aun criticada por su famoso decreto 4º sobre Nuestra Misión hoy: el servicio de la fe y la promoción de la justicia. Durante años, este decreto cuestionó e hizo pensar a no pocas Provincias, tal vez demasiado tranquilas con sus propios trabajos. Sacudió conciencias, cuestionó estilos de vida, inspiró nuevos proyectos. Pero también, como era de esperarse, provocó críticas severas desde quienes se sintieron cuestionados. Bastaría la relectura atenta de este decreto, que hace eco a las voces del apenas transcurrido, en esos años, Concilio Ecuménico Vaticano II, para sopesar lo que significa la comunidad de la Compañía hoy, en su aspecto de misión. Así se formulaba en esos años el objetivo que se pretendía alcanzar. Así, la CG definía al jesuita como hombre con una misión. Como una continuación del intento de redefinir nuestra misión, de acuerdo a la evolución de los tiempos, las Congregaciones Generales siguientes, siguieron tratando de definir nuestra respuesta a la problemática mundial y al sufrimiento de tantos millones de seres humanos.

En este mismo decreto 4º, la CG 32 dedica varios números (62-69) a la comunidad, a la que se refiere como “un cuerpo para la misión”. Si la CG 31 había ya explicitado las exigencias de la vida comunitaria en la Compañía (decr. 19), este d. 4º de la CG 32 habla de “la necesidad para las comunidades de llegar a ser más resueltamente apostólicas, aun cuando sus miembros estén dispersos en trabajos diversos” (n. 64).

2. La CG 33, 1983, más breve, tiene un decreto principal titulado Compañeros de Jesús enviados al mundo de hoy. Señala precisamente lo que distingue a estos compañeros: su ser de enviados. Nuestro modo de ser, nuestra identidad, nos viene de ser imitadores y seguidores del Enviado. Sigue siendo actual, como lo era ya en tiempos de Ignacio, lo que expresa el subtítulo de la 2ª Parte del decreto: La situación del mundo nos apremia.

3. Me parece notable que la CG 34, 1995, sin dedicar ningún decreto a la vida de comunidad, ofrece lo más denso de su legislación en los decretos sobre nuestra misión: Servidores de la misión de Cristo. Nuestra misión y la justicia. Nuestra misión y la cultura. Nuestra misión y el diálogo interreligioso.

4. Finalmente, la reciente CG 35, 2008, trata aspectos de nuestra misión en tres de sus seis decretos: Los desafíos de nuestra misión hoy. El gobierno al servicio de la misión universal. La colaboración en el

Page 7: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

7    

 

corazón de la misión. Orientaciones todas que, de una y otra forma, influyen en la configuración de nuestros proyectos comunitarios.

V – El Hoy

La comunidad jesuítica de hoy se encuentra entre un pasado glorioso, de una herencia de grandes realizaciones apostólicas, que durante siglos inspiraron y llevaron adelante tantos jesuitas, y un futuro incierto, problemático, que se prevé difícil. El presente es lo que tenemos: un mundo moderno complejo, aceleradamente cambiante, que nos reta cada día con nuevos interrogantes, y que parece no alcanzamos a responder satisfactoriamente. Los desafíos son impresionantes. Además, nuestra propia realidad de jesuitas ha cambiado. Si hasta hace poco sentíamos la tentación del protagonismo, nuestra actual condición nos va llevando a posiciones más modestas. Nuestras comunidades se encuentran disminuidas en número, envejecidas, desgastadas. ¿Qué hacer?

La tentación del desaliento se puede presentar, y con fuerza; de dejarse llevar sencillamente por lo ordinario de lo que ya manejamos, sin buscar y dejar espacio a nuevas iniciativas. La audacia de tiempos pasados puede degenerar en un conformismo y rutina decadente. Desde luego que tenemos que reaccionar y, como diría Ignacio, con la mirada puesta en el Señor, pero también con atención al palpitar del mundo, buscando ejercitar comunitariamente la “fidelidad creativa”, para actualizar y renovar nuestros proyectos apostólicos, tratando de escuchar la voz del Espíritu, para situarnos con acierto y entusiasmo en medio de las complejidades y sufrimientos del mundo. El carisma ignaciano sigue siendo oferta válida para nuestros tiempos. Depende de la calidad de nuestro testimonio y de nuestro entusiasmo apostólico, el que nuestro carisma continúe siendo fuente de vitalidad para nuestros contemporáneos. La condición fundamental es nuestra propia vitalidad, y ésta se explica desde nuestra experiencia de Dios. Si ésta se ha desdibujado, lo que contagiaremos será tristeza y desilusión, en lugar de la esperanza que se espera de nosotros. Nuestra comunidad será fuente luminosa, si sus miembros contemplan y viven en contacto con la Luz: “Miradle a El, y seréis radiantes” (Sal 34,6).

Page 8: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

8    

 

Cómo vivió Francisco Javier la pertenencia a la Compañía de Jesús

Francisco López Rivera, S. J.

En este ensayo se trata de presentar cómo Francisco Javier vivió la pertenencia a la Compañía de Jesús o, lo que es lo mismo, cómo vivió y expresó su afecto hacia sus compañeros jesuitas. Ignacio nos marca el camino por el que transita la pertenencia a la Compañía, cuando dice, en las Constituciones, que el jesuita debe conducirse con humildad y paciencia, “en todo procurando y deseando dar ventaja a los otros, estimándolos en su ánima como si les fuesen Superiores…, con llaneza y simplicidad religiosa”, de manera que mutuamente se ayuden a crecer en devoción (Const, 250).

*Unidad en la diversidad. La diversidad de los compañeros se supera en la unidad. Han llegado a un nivel de relación en el cual es posible disentir sin romper la unión. En las Deliberaciones de 1539, en Roma, los primeros compañeros decidieron mantener el vínculo que Dios había creado entre ellos: “No nos toca separar lo que Dios ha unido así” (MI, Const., I, 1).

*Ignacio y Javier eran muy diversos y a la vez muy amigos. Ignacio escribe a su hermano Beltrán para presentarle a Javier: “Hablará de todo en mi nombre, como si fuera yo en persona…” Javier, a su vez, escribe a su hermano Juan, el “Señor de Azpilcueta”: “Suplico a v. merced le haga (a Ignacio) aquel recogimiento que me haría a mi misma persona…, le dé crédito tanto como a mi misma persona daría” (1,6).2 Llama a Ignacio: “Verdadero padre mío” (97,1). A su muerte, se descubrió que Javier llevaba al cuello un pequeño relicario con la reliquia de Santo Tomé, primer apóstol de la India y la firma de Iñigo recortada de una carta, además de la fórmula de su profesión en la Compañía. Leamos unos párrafos de la carta que escribe a Ignacio desde Cochín, en 1552.

Mi verdadero padre: nada más llegar del Japón, he recibido noticias tuyas, de tu salud y tu vida, que sabes cómo aprecio. Sólo Dios sabe la enorme alegría que he sentido. Entre otras muchas palabras y consuelos de tu carta, al leer las últimas que decían: “todo tuyo sin poderme olvidar en tiempo alguno, Ignacio”, así como las leí con lágrimas, con lágrimas te las escribo, acordándome de los tiempos pasados y del gran amor que siempre me tuviste y tienes… Y me añades el deseo que tienes de verme antes de que se acabe esta vida. Dios sabe qué impresión me han hecho estas palabras de tan gran amor, y cuántas lágrimas me producen cada vez que me vienen al recuerdo. Sé además que para la obediencia nada es imposible… De Cochin a 29 de Henero anno de 1552 [Javier murió el 3 de diciembre de ese año]. Menor hijo y en destierro mayor. Francisco (EX II Ep. 97, pp. 286-287).

Había escrito cuatro años antes a los compañeros de Roma: “No sé con qué mejor acabe de escribir que confesando a todos los de la Compañía, que si alguna vez me olvidare de la Compañía del nombre de Jesús, sea entregada al olvido mi diestra, pues por tantas vías tengo conoscido lo mucho que debo a todos de la Compañía” (59,22).

*Por otra parte, la soledad fue una dura prueba para Francisco. Vivirá solo la mayor parte del tiempo en India e Indonesia. En sus primeras cartas pide continuamente consejo a Ignacio y a los compañeros. Cuando recibe una carta de ellos su alegría es inmensa. “Llevo sus nombres escritos de su puño y letra, junto al voto de profesión que he hecho, y los llevo continuamente por la consolación que de ellos recibo”. “Y porque me temo que sus ocupaciones no os darán lugar, para poderme escribir tan largo, mucha caridad recibiría que encomendaseis a algún hermano que fue con vos, que me escribiese todo lo que allá pasó, porque con esta carta sería muy consolado” (107,16 a Simón Rodríguez). “Queda el P. Henríquez solo, sin tener otro padre de misa en la Costa; manda pedir ayuda… Por amor de Dios que en esto pongáis mucha diligencia, porque es cosa que mucho importa” (119,1).

Como muestra de su unión con los compañeros a la distancia, narra Javier una experiencia bastante original. Dice que sueña con frecuencia a los compañeros. “Demandáronme (los brahmanes) que, cuando un hombre moría, por dónde le salía el ánima; y cuando un hombre dormía, que soñaba estar en su tierra con sus amigos y                                                                                                                          2 Félix Zubillaga, S. J. (Ed.), Cartas y escritos de San Francisco Javier (Madrid: BAC, 1968).

Page 9: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

9    

 

conocidos (lo que a mí muchas veces acaece, estar con vosotros carísimos), si es que su ánima va allá dejando de informar al cuerpo” (20,11). Francisco se arrodilla cuando escribe a Ignacio. “Así ceso rogando a vuestra santa caridad, padre mío de mi ánima observantísimo, las rodillas puestas en el suelo al tiempo que ésta escribo…” (70,16). Y así termina su carta a un novicio: “Vuestro amigo del alma. Francisco” (89,9).

Es interesante el cómo se despide Javier de un compañero al que había reprendido: “No digo más sino que os recuerdo con cuánto amor escribo yo esta carta; y esto para que la recibáis con aquella sana intención, amor y voluntad con que os escribo” (102,10). A otro en las mismas circunstancias: “¡Oh Cipriano!, si supieseis el amor con que os escribo estas cosas, de día y de noche os acordaríais de mí, y por ventura lloraríais recordando el amor grande que os tengo; y si los corazones de los hombres se pudiesen ver en esta vida, creed, hermano mío Cipriano, que os veríais claramente en mi ánima” (113,8; cf. 90,60; 104,2).

No se hace el ánimo a la incomunicación, al contrario, desea recibir largas cartas de los compañeros. “Deseo ver una carta vuestra tan larga que para leerla se requieran tres días. En realidad, de alguna manera se deben acordar de mí, puesto que yo, acordándome de sus santos deseos (de padecer por Cristo), he ido en años pasados al Japón y ahora a China para abrir camino, de modo que ellos cumplan sus santos deseos y hagan el sacrificio de sus personas”. Y a Simón Rodríguez le escribe: “Este es mi vicio, que escribiéndoos a vos no encuentro fin; de donde podréis inferir el grande gozo que en ello tengo, sobre todo que me he puesto a escribir estimulado por vuestra carta” (79,22).

*Javier es humilde y magnánimo. Escribe desde Malaca a Diego Pereira, capitán de un navío en el cual habían viajado al Japón, pero que había naufragado, para pedirle perdón por haberle causado muchos contratiempos. “Con mucha razón, señor, os podéis quejar de mí, que os destruí a vos y a todos los que venían en vuestro navío. Os destruí, señor, con gastos de cuatro o cinco mil pardaos que por ruegos míos gastasteis en piezas para el rey de la China, y ahora la nao y toda vuestra hacienda” (122,1).

Dice de sí mismo: “Rogad a Dios nuestro Señor que me dé gracia de abrir camino a otros, ya que yo no hago nada” (98,9). ¿Simple retórica? No, Javier, como todos los santos, hila más finamente que los demás. A pesar de la ingente obra evangelizadora que realizó, al fin de su vida se siente como abandonado: “Yo voy a las islas de Cantón, desamparado de todo favor humano” (125,4).

*Javier está completamente centrado en Dios. Desea estar definitivamente con Dios (como Pablo, como Ignacio y tantos otros santos). “¡Oh Señor, no me des muchas consolaciones en esta vida, o más bien, puesto que me las concedéis por vuestra infinita bondad y misericordia, acogedme en vuestra santa Gloria, ya que es una gran pena vivir sin veros, una vez que os comunicáis tan íntimamente a vuestras creaturas!” Así se expresa Pablo en la carta a los Filipenses (Fil 1,23-26).

Tiene un buen conocimiento de los demás, para ayudarles mejor. El servicio de los demás lo hace crecer en la fe—confianza en Dios. Dios lo instruye por medio de las tribulaciones. “Pensábamos nosotros hacerle algún servicio en venir a estas partes a acrecentar su santa fe, y agora por su bondad dionos claramente a entender y sentir la merced que nos tiene hecha, tan inmensa, en traernos a Japán, librándonos del amor de muchas criaturas que nos impedían tener mayor fe, esperanza y confianza en él” (90,43). Esta es una experiencia que a menudo tenemos en el trabajo por el Reino de Dios: pensamos hacerle un servicio a Dios y a su pueblo (y algo hacemos, con la gracia de Dios) y resulta que nosotros somos los más beneficiados.

*Para Javier, hay que vencerse a sí mismo, aceptar humillaciones. Esto no lleva al endurecimiento, sino a la disponibilidad y a la apertura interna. ¡Y, de ahí, a la consolación! Dice S. Ignacio: “Porque piense cada uno que tanto se aprovechará en todas cosas spirituales, quanto saliere de su proprio amor, querer y interesse” (Ejs. Esp. 189). Y Javier: “Los que viven con deseos de servir a Dios, deben trabajar a humillarse mucho, deshaciendo siempre en sí, haciendo grandes y muchos fundamentos en Dios…” (90,9). “¡Qué descanso vivir muriendo cada día, por ir contra nuestro propio querer, buscando no los propios intereses sino los de Jesucristo!” (15,15). “Si los hombres se disponen a buscar a Dios encontrarán mucha suavidad y consolación en el servirlo”. Para Javier, es necesario mover el centro de sí mismo hacia Dios. Son necesarios la confianza y el esfuerzo (ascesis). Encuentra las mayores consolaciones en los problemas más terribles. “Hallar un grandísimo pecador lágrimas de placer y consolación en tanta tribulación, para mí, cuando me acuerdo, es una grande confusión” (59,21).

Page 10: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

10    

 

*El amor agradecido de Javier. “¡Qué muerte tan grande es vivir, dejando a Cristo, después de haberlo conocido, por seguir las propias opiniones o aficiones!” (15,15). “Las tentaciones en los flacos suelen impedir tanto bien y conocimiento de la suma bondad de Dios y descanso de esta trabajosa vida; pues vivir en ella sin gustar de Dios, no es vida, sino continua muerte” (90,26). En esta carta dominan la confianza en Dios y el impulso a vencerse a sí mismo. “Sepan esperar en la suma bondad y misericordia de su Creador…” Al fin de cuentas, uno se abandona en la ternura de Dios3. Si bien, por otra parte, no falta en Javier una teología más bien rigurosa sobre la salvación de las ánimas, como era común en ese tiempo (cf. 90,25).

Javier pide mucha humildad a los compañeros en la relación de unos con otros. “A los otros padres tendréis mucho acatamiento, y mirad que a ninguno despreciéis; seréis amigo de todos… para vivir en humildad en nuestra Compañía, acordaos cuánta más necesidad tenéis vos de la Compañía, de lo que la Compañía tiene de vos” (102,1.3). Lo mismo se aplica respecto al pueblo. Que el pueblo vea en el misionero mucha humildad. “Si fueseis humilde y prudente, espero en Dios que haréis mucho fruto”. “La experiencia os enseñará muchas cosas si sois humilde y prudente” (104,1-2). En general, recomienda mucha humildad a los predicadores (116, Instrucción tercera al P. Barzeo. Sobre la humildad).

*En cuanto a la formación, dice Javier que hay que recibir en la Compañía a pocos y cualificados. Que sean pocos, que pasen por muchas experiencias. Algunos, más que recibirlos, deberían despedirse. Mirar más a la calidad que a la cantidad. Exige mucha transparencia a los jesuitas. Insiste en pedir al formando que integre virtud y letras. “Confío en Dios nuestro Señor que las letras de los de nuestra Compañía han de estar señoreadas del espíritu de Dios que en ellos habitará” (85,13).

*En cuanto a la obediencia, Javier “No busca una obediencia servil, sino aquella que sigue a las virtudes, las pruebas de la formación que las refuerzan (las virtudes), la humildad que las hace florecer en la confianza” (C. Coupeau). “En el caso de Javier, no se trata del poder de la seducción, sino del poder del contagio” (J. Melloni). “El amor fue la lente a través de la cual los jesuitas miraron el mundo que los rodeaba”4 dice Chris Lowney. El amor no solamente cambió la manera como miraron a los demás, sino aquello que captaron en ellos. Así pues, el amor estará a la base de la obediencia (tanto de parte de la autoridad, como de parte del que obedece).

Con todo, hay que reconocer que Javier ejercitaba la autoridad en forma vertical; no consultaba mucho. Pero se adapta a la persona, a su índole. A un joven de 29 años lo exhorta a caminar hacia la humildad. Le hace sentir que tiene esperanza en él, “como hombre que tiene virtud y perfección” (102,10). A un jesuita de 65 años, algo testarudo, lo exhorta a no negar sus defectos, sino más bien a corregirlos. “Bien sé cierto que, si presentes estuviésemos, que me diríais que no tenéis culpa en lo que tenéis hecho, sino que, por amor de Dios y de la salvación de las almas, lo hacéis. Sabed cierto y no lo dudéis, que ninguna disculpa os recibiría, y con ninguna cosa tanto me desconsolaríais como con justificaros; y así también confieso que con ninguna cosa tanto me consolaríais que con acusaros” (113,6).

Javier conoció la Formula Instituti, la Regla de la Compañía (1540). Fue secretario de Ignacio en la redacción de las Constituciones. Pero no conoció la redacción final del Examen General y de las Constituciones. Vivió el espíritu de la regla fundamental. Con todo, pide que las Constituciones sean conocidas.

*Javier esboza una especie de Perfil del superior. Este debe conocer bien a los formandos y, en general, a todos los compañeros, incluidas sus imperfecciones. Sea firme pero no riguroso. Las mortificaciones (experiencias de servicio pobre y humilde, no penitencias físicas) que se han de dar al formando, sean proporcionadas a su capacidad humana y espiritual. “Cuando estas mortificaciones hubiereis de dar, mirad bien primero el sujeto del que las ha de hacer, y según la virtud que viereis en él, así sean las mortificaciones; de manera que la virtud que en él veis exceda a tal mortificación; y no deis mortificaciones, ni pequeñas ni grandes, que sean mayores que la virtud y perfección del que las ha de hacer; porque haciendo lo contrario, en lugar de aprovecharlos los lanzaréis de lejos y se tientan, y pierden después el ánimo para cualquier otra mortificación” (80,27).

                                                                                                                         3 Así se expresa Ambroise-Marie Carré, O. P. 4 Chris Lowney, El liderazgo al estilo de los jesuitas (Ed. Norma, 2004).

Page 11: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

11    

 

El superior sea afable y pacato, no riguroso, se haga amar. “La primera cualidad es mucha obediencia para hacerse amar, en primer lugar de todos nuestros superiores eclesiásticos y luego de los seculares que gobiernan el país, de manera que no sienta que hay soberbia en él, sino mucha humildad”. Francisco otorga mucha autoridad a los superiores que le están subordinados, o sea, sabe delegar (cf. 105,6; 56,4).

*Javier fomenta la Unión de los ánimos. “También consideraré cómo me vino este bien por las oraciones y méritos de los de la Compañía, los cuales, con mucha caridad y amor y humildad, piden a Dios gracias y dones para los de la Compañía, y esto para mayor gloria de Dios y salvación de las almas” (116,4). Así pues, es necesario rezar unos por otros.

Para ello es necesario comunicarse mutuamente. “Me habéis de hacer saber de continuo nuevas vuestras y de los cristianos, y daros prisa a hacer la iglesia” (29,1). Al hacer esta petición, se remite al mismo Ignacio, al cual escribía Javier en este sentido: “Yo así lo haré, como me lo enviáis a mandar, cuanto a lo del escribir a menudo, guardando el orden de las hijuelas” (5,1). Pide a los compañeros que le escriban a menudo (cf. supra, “Relaciones afectuosas”).

Se debe mostrar una especial solidaridad a quienes se encuentran en alguna situación más difícil. “Proveerlos heis de las cosas necesarias que mandaren pedir, pues tantos trabajos llevan en servir a Dios, principalmente los que están en Maluco y en el Cabo de Comorín; porque estos son los que llevan la cruz de veras” (81,5).

Finalmente, para Javier, en la Compañía lo fundamental es el amor. “Y a los que me parecía que eran para la Compañía, con amor y caridad tratarlos, para más los confirmar en ella, pues tantos trabajos llevan en estas partes por servir a Dios nuestro Señor; y también por me parecer que Compañía de Jesús quiere decir Compañía de amor y conformidad de ánimos, y no de rigor ni temor servil” (70,5).

Page 12: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

12    

 

LA VIDA COMUNITARIA, EXPERIENCIA DE UNIDAD EN LA DIVERSIDAD

Álvaro Quiroz, S. J.

“No podemos contentarnos con sentirnos más o menos unidos en un cuerpo apostólico universal; nos hace falta crecer unidos como servidores de la misión de Cristo en la realidad actual de la vida comunitaria.”

P. H. Kolvenbach S.J., 1998.

1. Nuestra provincia y su reciente proyecto apostólico.

En los últimos tres años nuestra provincia mexicana de la Compañía de Jesús se ha implicado en un importante proceso de reflexión, diálogo y discernimiento que la ha conducido a la formulación de un nuevo proyecto apostólico para la década 2011-2020.5

Dicho proceso ha sido para nosotros una valiosa experiencia de unidad en la diversidad, tanto a nivel comunitario como a nivel provincia. Durante este tiempo nos hemos sentido más cercanos y unidos; aportando, cada quien, constructivamente, desde su propia riqueza. Hemos podido hablar con mayor libertad y serenidad de temas difíciles y aun conflictivos, hemos intentado entendernos mejor en nuestras diferentes posiciones, hemos procurado ir juntos a lo más hondo de nuestra vida y nuestra vocación. En resumen, hemos podido llevar a cabo un diálogo y un discernimiento decisivos en la búsqueda en común de la voluntad de Dios para nuestra provincia hoy.

En los orígenes del proceso al que estamos aludiendo fue de particular aliento la percepción de que, en nuestra provincia, hay una mayor unión de los ánimos. Hay respeto, y también aprecio, por los diversos apostolados. Es real, y se valora, el acercamiento y la comunicación entre el sector social y el educativo. Se ha hecho más viable el diálogo en lo que respecta a la opción por los pobres como una opción que nos compete a todos. En definitiva ha crecido el sentido de cuerpo y, por tanto, ha habido condiciones para emprender juntos la búsqueda de nuevas formas para responder hoy día a los retos que se plantean a nuestra vida y misión.

2. Hacia una renovación permanente de nuestra vida comunitaria.

Esto valioso que hemos vivido, nuestra provincia quiere mantenerlo e impulsarlo. Por ello el proyecto de planeación apostólica resultante establece como una prioridad6 continuar dando atención a la situación actual de nuestro cuerpo apostólico y nos anima a una adecuada renovación del mismo. Más en particular nos pide un esfuerzo sincero con miras a la revitalización de nuestra experiencia comunitaria, orientada a rectificar las deficiencias y a aprovechar las oportunidades para un auténtico crecimiento que fortalezca nuestra identidad y dé nuevo vigor a nuestra misión.

En lo que se refiere a nuestras comunidades este impulso de renovación se ha concretado en el segundo objetivo de la primera prioridad: “Propiciar en nuestras comunidades procesos que nos permitan actualizar y profundizar nuestra propia espiritualidad y nuestro compromiso con los pobres de tal manera que permanentemente actualicemos la vivencia comunitaria del Evangelio.”

                                                                                                                         5 El P. General, Adolfo Nicolás S.J., concluye con estas palabras su carta del 27 de septiembre de 2011, en la que da su aprobación al proyecto: “Confío en que el Espíritu del Señor seguirá siendo generoso con todos ustedes y los guiará en el camino del ‘mayor servicio’ para la mayor Gloria de Dios. Por ello, termino como lo haría Ignacio: pidiendo a Dios que, una vez que les ha permitido conocer su voluntad para la orientación apostólica de la Provincia hasta el 2020, por su ‘divina y santa bondad’, les dé ahora la gracia para ‘cumplirla perfectamente’.” 6 Dice así la primera de nuestras prioridades: “Renovar el cuerpo apostólico de la Provincia desde su carisma y su misión al servicio del Reino, particularmente en nuestra comunión, articulación y estructura.”

Page 13: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

13    

 

Se trata, pues, de reemprender, con mayor conciencia e impulso, el camino de hacernos comunidades en las que permanentemente actualicemos la vivencia del Evangelio, comunidades que nos permitan positivamente ahondar en nuestra espiritualidad y fortalecernos para la misión. Para ir avanzando hacia ese objetivo, nuestro proyecto apostólico propone en primer lugar la siguiente línea de acción: “Buscar cauces comunitarios que favorezcan el diálogo, la escucha mutua y la reflexión en común que nos permitan renovar, actualizar y compartir la riqueza de nuestra espiritualidad en deliberación y discernimiento.”

Esta propuesta de una vida comunitaria más honda y fraterna, con mayor diálogo y discernimiento, es una forma concreta de asumir lo dicho por la CG 35, que ha dado centralidad y relevancia al tríptico identidad-comunidad-misión: Los jesuitas nos sabemos llamados para entregarnos a la misión, y encontramos que nuestra identidad profunda está mediada por la comunidad.7 La comunidad es signo de esa comunión que deseamos construir mediante la realización de la misión fe-justicia. La comunidad es fuente inspiradora y espacio de discernimiento de la misión a la que queremos vivir entregados. Por lo tanto, la comunidad es algo que hemos de trabajar con gran esperanza.

En este contexto, el propósito de este escrito es invitar a seguir reflexionando sobre el tema y sugerir algunas pistas para irlo trabajando constructivamente en esta nueva etapa de operativización de nuestro proyecto apostólico. Pistas que podemos encontrar en un sencillo repaso de la experiencia de los primeros compañeros, en el origen mismo de nuestra Compañía.

3. Unidad y diversidad en la Compañía naciente.

La Deliberación de los Primeros Padres (1539) es un testimonio vivo y entrañable de que, para los primeros compañeros, era una gracia muy especial la comunión que Dios les había dado al hacerlos grupo, al hacerlos “compañía”. Precisamente por eso les preocupaba y cuestionaba la dispersión inminente a causa de las misiones que podría darles el Papa. Por ello deciden abordar su vocación y modo de vivir en honda reflexión y discernimiento:

“La cuaresma recién pasada, como se nos viniera encima el tiempo en que sería necesario dividirnos y separarnos unos de otros –lo que también esperábamos con los mayores deseos, para llegar cuanto antes al fin que habíamos prefijado y pensado de antemano, y con vehemencia deseado- determinamos reunirnos, por muchos días antes de separarnos, para tratar unos con otros de esa vocación nuestra y modo de vivir.”8

En esta deliberación lo que está en juego es su unidad, su vocación, su modo de vivir. Por una parte, se sienten impulsados por el fuego de la misión, del servicio de Cristo, del bien de las ánimas, en la Iglesia. Por otra, experimentan hondamente que la comunión recibida y vivida es algo que pertenece a esa misión. Intuyen que puede potenciarla y mantenerla orientada. Por eso toman la decisión de reunirse “por muchos días” para hacer de este asunto objeto de un serio discernimiento comunitario.

Es iluminador constatar que, en este discernimiento comunitario con vistas a la unidad en la misión, son ellos muy conscientes de su propia diversidad: “diversos orígenes (franceses, españoles, saboyardos, cántabros), diferentes sentencias y opiniones sobre este estado nuestro”.9 En esta frase está incluida la pluralidad de temperamentos, de culturas, de experiencias, de comprensiones de la realidad, de proyectos y esperanzas para el futuro. Diversidad, particularmente, en lo que se refiere a las “sentencias”, a los puntos de vista sobre la conservación de la comunión y las formas para lograrla. A este respecto sienten, incluso, la necesidad de ofrecer                                                                                                                          7 “De hecho, concluida la elección del Prepósito General, la mayor parte de nuestros trabajos se concentró en temas que afectan nuestra identidad, vida y misión.” (CG 35, d. 1, n. 2) “La identidad del jesuita y la misión del jesuita están enlazadas por la comunidad; efectivamente, identidad, comunidad y misión son una especie de tríptico que arroja luz para entender del mejor modo posible nuestra condición de compañeros.” (CG 35, d. 2, n. 19)

8 DPP 1, 1. 9 Ib.

Page 14: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

14    

 

alguna justificación: La diversidad de sentencias a ninguno debe parecer extraña; la han experimentado los apóstoles y la Iglesia en su historia.10 Más aún, esa diversidad la va integrando desde ahora el Espíritu de Dios en una fecunda unidad: “una sola mente, una voluntad común, a saber, buscar la voluntad de Dios que fuera perfectamente de su agrado conforme al objeto de nuestra vocación.” 11

Teniendo claro el fin que pretenden ponen ellos todos los medios de su parte para que su discernimiento realmente llegue a lo que Dios quiere. Acuerdan insistir en oraciones, Sacrificios y meditaciones, con mayor fervor de lo acostumbrado y con toda diligencia posible: “…todo lo dicho y lo que se dirá, queremos que se entienda de esta manera: absolutamente nada afirmamos por impulso y ocurrencia nuestra, sino sólo, sea lo que sea, lo que el Señor inspire y la Sede Apostólica confirme y apruebe.”12

Llama la atención la duración del proceso de intercambio, reflexión y discernimiento con miras a buscar “lo que el Señor inspire”; casi tres meses, “de la mitad de la cuaresma a la fiesta de san Juan Bautista”.13 Y resulta sugerente el método utilizado: proposición de dudas que, analizadas y oradas, se convertían en respuestas votadas por la mayoría y abrazadas por todos. Así es como, poco a poco, van llegando a resultados firmes y positivos.

a) Mantener la unidad como fuerza para la misión.

La pregunta inicial, la fundamental, pudieron responderla con notable prontitud. Hay razones de mucho peso a favor de mantener la unidad, de permanecer ligados como un cuerpo, teniendo cuidado los unos de los otros:

“Para que esto se aclare con un ejemplo, tenemos que el Sumo Pontífice envía ahora a dos de nosotros a la ciudad de Siena: ¿debemos tener nosotros cuidado de los que van allá y ellos de nosotros, y reconocernos mutuamente, o tal vez no cuidar de ellos más que de los de fuera de la Compañía?” 14

Planteado así el asunto la respuesta que dan es contundente: no debemos romper la unión que el Señor nos ha dado, hemos de tener cuidado los unos de los otros. Se trata de una comunión que da más fuerza a nuestro apostolado. “Para buscar con ahínco cualesquiera bienes arduos, la misma fuerza unida tiene más vigor y fortaleza que si estuviera fragmentada en muchas partes.”15

b) ¿Voto de obediencia a alguno del grupo?

Ahora bien, asegurada con firmeza indubitable la conveniencia de mantener esa unidad, comunión y cuidado mutuo, a los primeros compañeros les resultaba menos clara la forma concreta de hacerlo: “Sin embargo, en los medios más acertados y de mayor fruto tanto para nosotros como para nuestros demás prójimos, había alguna pluralidad de sentencias.” 16 Era, pues, necesario afrontar una segunda pregunta, que quedó formulada así:

“Si después que habíamos emitido el voto de castidad perpetua y el voto de pobreza en manos del Reverendísimo Legado de Su Santidad, cuando estábamos en Venecia, convendría emitir un tercero, o sea el de obediencia a alguno de nosotros, para que más sinceramente y con mayor alabanza y mérito pudiéramos cumplir en todo la voluntad del Señor, Nuestro Dios”.17

c) Insistir ante la falta de resultados.

                                                                                                                         10 Ib. 11 Ib. 12 DPP 1, 3. 13 DPP 1, 9. 14 DPP 1, 3. 15 Ib. 16 DPP 1, 1. 17 DPP 1, 4.

Page 15: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

15    

 

La búsqueda de fondo es la misma: “cumplir sinceramente en todo la voluntad del Señor, Nuestro Dios”. La dificultad se presenta, como suele suceder, a la hora de proponer los cómos. Los primeros compañeros no encontraron pronto una respuesta satisfactoria a su pregunta. Le dedicaron tiempo y energía durante muchos días pero no se les ocurría nada que los dejara en paz, en gozo y consuelo espiritual: “Después de haber orado y pensado muchos días, y nada nos ocurriera que satisficiere nuestros ánimos…”18 Por ello se preguntan si no debían retirarse a un lugar apartado a fin de llegar a una buena elección. No lo vieron conveniente, en buena parte porque podía resultar desedificante para el pueblo de Dios. La gente podría considerarlos ligeros y poco firmes en sus propósitos. Por otro lado, era mucho el bien realizado con las confesiones, predicaciones y demás ejercicios espirituales. No podían, sin más, dejarlo.

Descartada, pues, la posibilidad de apartarse, toman el acuerdo de continuar el proceso, de la misma manera, pero con una mejor preparación: orando más, no haciendo comentarios particulares entre ellos, buscando cada uno con hondura y con gran libertad espiritual; tomando la actitud de quien mira la cosa “de fuera”.

Así, al final de un día ponían en común los contras: “la religión no tiene buena fama; el Papa nos puede enviar a una orden ya constituida; con obediencia entrarían menos en nuestra Compañía;…”

Otro día consideraban las razones a favor: “sin obediencia no habría quien se encargara de las cosas prácticas; sin obediencia nuestra Compañía no se conservaría por mucho tiempo; la obediencia capacita para actos heroicos, y debilita la soberbia y la arrogancia; el Papa no puede ocuparse de nuestras cosas particulares;…

d) Consenso de comunión.

Después de ese itinerario largo y costoso llegan finalmente a una opinión consensuada. Una opinión de comunión que ha sido y está llamada a ser como un pilar de la comunión de la Compañía a lo largo de siglos.

“Concluimos, no por parecer de la mayoría, mas sin que nadie disintiera: que nos es más consiente y más necesario dar obediencia a alguno de lo Nuestros, para poder realizar mejor y más exactamente nuestros primeros deseos de cumplir en todo la divina voluntad, y para que se conserve más seguramente la Compañía, y, finalmente, para que se pueda proveer como conviene a los negocios particulares que se ofrezcan, tanto espirituales como temporales.”19

Han logrado, pues, con esto, realizar sus deseos más hondos de cumplir en todo la divina voluntad. Se trata, precisamente para cumplir esa voluntad, de que se conserve más seguramente la Compañía, y también de que se provea como conviene a los negocios particulares espirituales y temporales. Por ello, les parece importante subrayar la honda comunión con la que han llegado al final de lo que se proponían:

“Desde mitad de la cuaresma hasta la fiesta de San Juan Bautista inclusive. Ese día llevamos a término y concluimos todos los asuntos con suavidad y profundo acuerdo, no sin [que] grandes vigilias, oraciones y trabajos de alma y cuerpo, precedieran antes de que los determináramos y decidiéramos.”20

4. Llamados a reproducir la experiencia de los primeros compañeros en la operativización de nuestro proyecto apostólico.

Visto a la luz de lo vivido por los primeros compañeros, nuestro proyecto apostólico común, y el itinerario que ha supuesto su elaboración, nos están invitando a reproducir, una y otra vez, lo fundamental de esta experiencia en nuestra vida comunitaria. Nos están invitando a integrar, reconociendo su riqueza innegable, la diversidad y pluralidad presente en nuestras comunidades en la búsqueda constante de la voluntad de Dios. A sabiendas de que eso es lo que puede unificarnos en la realización de la misión “en cuerpo”.

                                                                                                                         18 DPP 1, 5. 19 DPP 1, 8. 20 DPP 1, 9.

Page 16: No. 4 REFLEXIONES IGNACIANAS - Centro Ignaciano …ciemexico.com.mx/old/reflexiones/reflexiones4.pdf · 2015-08-24 · 1" " " no. 4 reflexiones ignacianas número 4 / febrero 2012

16    

 

Búsqueda particularmente importante en este momento en el que estamos iniciando la operativización de dicho proyecto; búsqueda en comunidad, en grupo, en cuerpo, de la voluntad de Dios a la hora de concretar en programaciones definidas las grandes orientaciones a las que hemos llegado y que, en obediencia, queremos ir asumiendo cada vez con mayor profundidad.

En esa búsqueda común volveremos a experimentar, como gracia, la unidad en la pluralidad que nos lleva, en palabras de la CG 35, a reconocer, en la historia de nuestras vidas, numerosas experiencias de unidad-en-multiplicidad:

“Nosotros jesuitas quedamos con frecuencia sorprendidos de que, a pesar de nuestros contextos y culturas diferentes, nos sentimos notablemente unidos. A través de un discernimiento orante, de diálogo franco y de conversaciones espirituales, una y otra vez hemos tenido el privilegio de conocemos como uno en el Señor: un cuerpo unido, apostólico, que busca lo mejor para el servicio de Dios en la Iglesia y para el mundo.”21

Asimismo, en esa búsqueda común nos iremos incorporando cada vez más a la historia que los primeros compañeros comenzaron: “Encendieron un fuego que fue transmitido de generación en generación a todos aquellos que se encontraron con la Compañía, haciendo posible que las historias personales de generaciones se hayan integrado en el conjunto de la historia de la Compañía.”22

Y experimentaremos con mayor hondura el carácter comunitario de nuestra vida y vocación. La CG 35 insiste con fuerza en ello: no encontramos nuestra identidad solos sino en compañía. Por eso remite a la visión de La Storta:

“Los jesuitas encontramos nuestra identidad no solos, sino en compañía: en compañía con el Señor, que llama, y en compañía con otros que comparten esa llamada. Su raíz hay que encontrarla en la experiencia de San Ignacio en La Storta. Allí, «puesto» con el Hijo de Dios cargando con la cruz, y llamado a servirle, Ignacio y los primeros compañeros respondieron ofreciéndose al Papa, Vicario de Cristo en la tierra, para el servicio de la fe. El Hijo, la imagen única de Dios, Cristo Jesús, los une y los envía por el mundo entero.”23

Enraizados en Él, pues, podremos reproducir esa experiencia de unidad en la diversidad, como cuerpo universal, es verdad, pero también en la humildad de nuestra vida comunitaria; en el esfuerzo de hacer de ella, cada día más, un lugar de acogida fraterna, de apoyo mutuo, de diálogo abierto y discernimiento fiel. Aportando cada uno lo suyo propio, lo que ha recibido como don para bien del cuerpo. Asumiendo todos y cada uno los contextos y los rasgos culturales diferentes, la diversidad de edades, de formación, de experiencias apostólicas, de maneras de interpretar nuestra historia vivida como provincia.

Como hicieron los primeros compañeros, hemos de seguir encontrando los mejores caminos para buscar fielmente la voluntad de Dios para nuestra vida y nuestra misión hoy. Ellos hablan de oraciones, Sacrificios y meditaciones con mayor fervor que el acostumbrado. La CG 35 habla de discernimiento orante, diálogo franco y conversaciones espirituales. Nosotros habremos de traducirlo en un itinerario que pueda, una vez más, darnos “el privilegio de conocernos como uno en el Señor: un cuerpo unido, apostólico, que busca lo mejor para el servicio de Dios en la Iglesia y para el mundo.”24

                                                                                                                         21 CG 35, d. 2, n. 2. 22 Ib. 23 CG 35, d. 2, n. 3. 24 Ver nota 17.