20
TEMA DEL MES 19 de enero 2013 • Número 64 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada RESERVA EL TRIUNFO VOLVER DEL FIN DEL MUNDO ¿QUIEREN SEGUIR SIENDO CAMPESINOS LOS CAMPESINOS? Pág. 18 Pág. 20

NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Hace un mes hablábamos aquí de los nhú de Texcatepec: de cómo corrieron a los caciques, de su agricultura milpera y del riesgo que supone el que hoy uno de cada diez esté viviendo en Estados Unidos. Porque es cierto que migrando conoces mundo y las remesas alivian carencias e incrementan los haberes familiares, pero preocupa la ruptura de la cadena generacional ocasionada por el alejamiento quizá definitivo de muchos jóvenes. Y es que las estrategias campesinas son de largo plazo, de modo que en tiempos de vacas gordas se crea patrimonio productivo para subsistir cuando enflaquen, y con la migración y desapego de los hijos, esta visión de futuro se hace borrosa. Pero hoy no hablaré de migraciones sino de ciertos usos y costumbres agrícolas, económicos y políticos que encontré en Texcatepec y que cuestionan la imagen de los campesindios que hemos ido construyendo algunos de los que pretendemos acompañarlos en su andar.

Citation preview

Page 1: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

TEMA DEL MES

19 de enero 2013 • Número 64

Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver

Suplemento informativo de La Jornada

RESERVA EL TRIUNFOVOLVER DEL FIN DEL MUNDO

¿QUIEREN SEGUIR SIENDO CAMPESINOS LOS CAMPESINOS?

Pág. 18

Pág. 20

Page 2: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 20132

La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 5355-6702. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo número 04-2008-121817381700-107.

Suplemento informativo de La Jornada 19 de enero de 2013 • Número 64 • Año VI

Hace un mes hablábamos aquí de los nhú de Texcatepec: de cómo corrie-ron a los caciques, de su agricultura milpera y del riesgo que supone el

que hoy uno de cada diez esté viviendo en Esta-dos Unidos. Porque es cierto que migrando cono-ces mundo y las remesas alivian carencias e in-crementan los haberes familiares, pero preocupa la ruptura de la cadena generacional ocasionada por el alejamiento quizá definitivo de muchos jó-venes. Y es que las estrategias campesinas son de largo plazo, de modo que en tiempos de vacas gor-das se crea patrimonio productivo para subsistir cuando enflaquen, y con la migración y desapego de los hijos, esta visión de futuro se hace borrosa.

Pero hoy no hablaré de migraciones sino de ciertos usos y costumbres agrícolas, económicos y políticos que encontré en Texcatepec y que cuestionan la imagen de los campesindios que hemos ido construyendo algunos de los que pre-tendemos acompañarlos en su andar.

Hay una visión muy socorrida de lo que deben y no deben hacer las comunidades en resistencia. Por ejemplo: debieran abstenerse de emplear agro-químicos en sus cultivos, en lo económico han de ser autónomos y no gestionar recursos públicos y en lo político lo indicado es autogobernarse por usos y costumbres y no meterse con los partidos ni en las elecciones. Pero a los nhú de Texcatepec les dio por ser políticamente incorrectos, de modo que en casi todo se apartan del canon. Veamos.

En la sierra se “hace milpa”, sistema de cultivo que de arranque embona bien con los principios de la agroecología. Sin embargo los otomíes no hacen mucho caso de las recetas con que los agen-tes externos promueven esa práctica. Por ejemplo, a raíz de la emigración, hay escasez de brazos y se elevaron los jornales, de manera que las fami-lias optan por los manejos agrícolas ahorradores de mano de obra. Así, en cuanto a las labores, la quema sigue siendo habitual y consideran que abandonarla, además de resultar muy trabajoso, traería plagas y fauna dañina. En lo tocante a los agroquímicos, consideran que en ciertas tierras, sobre todo las altas y pobres, el uso de fertilizante es indispensable si se quiere tener cosecha. Y es-pecíficamente en lo que respecta a los herbicidas, me informaron que casi todos los aplican, pero cuando –escandalizado– les dije que el Gramoxo-ne era muy dañino, de plano se burlaron de lo atrasado de mi información. Y es que los milperos otomíes conocen bien los muy diversos productos disponibles y emplean aquellos que consideran menos tóxicos y compatibles con las siembras asociadas. Finalmente la socorrida recomenda-ción de entreverar en la milpa, leguminosas que hacen suelo, conservan la humedad y nitrogenan, es mayoritariamente rechazada porque el trabajo aumenta mucho y entre las plantas se ocultan las serpientes. “El ‘nescafé’ cría vívoras”, dicen.

El desapego al manual agroecológico no signi-fica, sin embargo, que los ñhú no preserven e intercambien las semillas criollas, no conserven la fertilidad de los suelos mediante la rotación entre cereales y leguminosas y ateniéndose al ciclo largo monte-maíz-potrero-monte, no prac-tiquen sistemáticamente el policultivo: maíz, frijol, calabaza, chile, tomatillo, camote…, todo lo cual les proporciona una sólida seguridad alimentaria. Los otomíes de Texcatepec no apli-can la receta pero sin duda saben lo que hacen.

En la región es largo el obituario de proyectos productivos con financiamiento público que fraca-saron y algunos de aquellos que antaño los promo-vían quedaron escamados. Sin embargo hace un par de años los miembros del Comité de Defensa Campesino (CDC) y de la Unión Campesina Za-patista (UCZ), dos organizaciones hermanas que marchan juntas, decidieron volverlos a gestionar.

Y es que en tiempos de elecciones, tanto locales como estatales y nacionales, la derrama cliente-lar de recursos fiscales se hace torrente y, pese a que CDC y UCZ no son corporativas, en las asambleas la gente comenzaba a preguntarse: “¿Por qué los panistas y los priistas reciben re-cursos públicos para proyectos productivos y nosotros no?”. Sensible a la demanda, la direc-tiva evaluó los pros y los contras, apercibió a los campesinos de los peligros que entraña entrar en ese terreno, diseñó criterios para minimizar los riesgos y emprendió la gestión de proyectos cuyo sentido primordial es la subsistencia y no tanto el negocio o el mercado.

Dos años después están en marcha 14 pequeños emprendimientos asociativos, algunos de ga-nado mayor, otros de puercos, una panadería, una tienda de ropa…, que fueron financiados con recursos de diferentes fuentes, sobre todo de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indios (CDI). Los proyectos fueron seleccionados por las comunidades en asamblea y de manera participativa, para evitar que fuera motivo de división el que en un primer momen-to unos recibieran apoyos y otros no, y para ga-rantizar que su gestión sea transparente.

El trato con la CDI es tortuoso, sus normas ba-rrocas y el papeleo una monserga. Por si fuera poco, la gestión de proyectos económicos aso-ciativos palanqueados con financiamiento del gobierno es un terreno resbaladizo. Pero las ne-cesidades existen y la gente tiene derecho a los recursos públicos. Ahora que estuve ahí, pude ver las porquerizas en construcción, comer el buen pan que hacen las cooperativistas, mercar un par de rojos paliacates en la tienda de ropa y, sobre todo, pude ver a la gente sonriente y orgu-llosa de sus nuevas actividades. Les puede salir cola, cierto, pero vale la pena correr el riesgo.

Los campesindios de la región comenzaron a participar ordenadamente en las elecciones municipales hace unos 20 años, tiempo después de que en 1983 se agruparon en el CDC y en 1986 en la UCZ. Su propósito es que ocupen las alcaldías personas identificadas con el pueblo, no con los caciques, y para lograrlo han impul-sado sus candidatos por medio de partidos de oposición como el PRD y el PT.

En el municipio otomí de Texcatepec los candi-datos de CDC registrados por el PRD ganaron cinco veces sucesivas la alcaldía y sólo la per-

dieron en las dos últimas elecciones, en la más reciente por apenas cuatro votos. Según me di-jeron se proponen recuperarla. En el municipio tepehua de Tlachichilco también ha ganado la izquierda en dos ocasiones por medio de candi-datos postulados por el PRD, y en el municipio nahua de Zontecomatlan han llegado a la alcal-día candidatos campesinos registrados por el PT.

En términos generales los alcaldes progresistas lo han hecho bien y la experiencia electoral ha sido positiva.

Sin duda hay riesgos. Al operar por el sistema de partidos, las elecciones dividen a los pueblos entre adherentes de uno u otro instituto, cuan-do algunos indianistas desearían que la perversa “política” no tocara la impoluta unidad comuni-taria. Sin embargo lo cierto es que, cuando me-nos en esta región, los alineamientos en torno a las diversas opciones partidistas sólo transitoria-mente se ponen en primer plano y, por lo gene-ral, las tensiones que provocan son manejables, de modo que pasados los comicios la comuni-dad restaura su cohesión en torno a los proble-mas compartidos, la fiesta, la costumbre…

Que algunos serranos de la Huasteca sean contreras y una parte de sus prácticas agrícolas, económicas y políticas se desvíe del canon, no resta méritos a los principios de la agroecología, ni cuestiona la validez de la autosostenibilidad económica, ni pone en entredicho las virtudes de la autonomía india. Interpela, sí, al integris-mo con que, desde fuera, se predican ciertos valores. Y es que los agroquímicos –bien usa-dos– son compatibles con la sostenibilidad am-biental, el acceso a los recursos públicos no ne-cesariamente invalida la autogestión y está visto que las comunidades indígenas organizadas y cohesivas pueden interactuar con los partidos políticos sin morir en el intento.

Sin duda emplear agroquímicos, recibir recursos públicos y aliarse con los políticos profesionales conlleva el riesgo de contaminar el entorno, caer en el clientelismo y partidizar la vida comuni-taria. Pero para muchos es un riesgo necesario. Y los que piensan que las comunidades organi-zadas no lo van a poder manejar es porque en el fondo confían muy poco en los campesindios.Además de que es muy fácil llamar a desyerbar manualmente, sin que el convocante tenga si-quiera que agacharse; es muy cómodo alertar contra los efectos corrosivos del dinero del mal gobierno mientras se disfruta del gasto público que se concentra en las ciudades; es muy sen-cillo satanizar la participación electoral cundo cuando no se vive en pueblo chico, donde el día a día depende de las veleidades de un alcalde.

*** Me despido de los otomíes de Texcatepec, que nos han acompañado en dos entregas del suple-mento, con la remembranza de un amanecer que resultó mágico:Porque estuve en su tierra, ahora entiendo a qué se debe que los ñhú avecindados en el Bronx re-gresen a Pericón. Es que ahí los cerros hablan. Tantas y tan encontradas son las cumbres que rodean el poblado, que durante la fiesta de To-dos los Santos el eco multiplica los tronidos de los cohetes, en una telúrica conversación que se aleja rebotando por las cañadas…

PORT

ADA:

Jose

fi na

Mor

ales

COMITÉ EDITORIAL

Armando Bartra Coordinador

Luciano Concheiro Subcoordinador

Enrique Pérez S.Lourdes E. RudiñoHernán García Crespo

CONSEJO EDITORIAL

Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Yolanda Massieu Trigo, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuellar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

Publicidad Rosibel Cueto FloresCel. 55 2775 8010 Tel. (55) 2978 [email protected]

Diseño Hernán García Crespo

BUZÓN DEL CAMPOTe invitamos a que nos envíes tus opiniones, comentarios y dudas a

[email protected]/jornadadelcampofacebook.com/La Jornada del Campoissuu.com/la_jornada_del_campo

So a I. Medellín Urquiaga, Mauricio González González y Milton Gabriel Hernández García fueron coeditores en este número del suplemento

LLEVANDO LA CONTRARIA

Page 3: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

El gusto. 40 años de son huasteco es una antología, “la más amplia en términos de número de tríos y años de grabaciones incluidas”, que fue publicada por Discos Co-rasón en 2011, con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta); este libro, que incluye dos CDs, da secuen-cia a La antología del son de Mé-xico (1985) y a El caimán (1994), de la misma empresa disquera.

Entre los textos que incluye El gusto, está “Que me en erren con huapango”, de Eliazar Veláz-quez, “quien describe el son huas-teco y las andanzas de los músicos que los interpretan. He aquí algu-nos fragmentos de este texto:

“En la Huasteca, región que com-prende parte de los estados de San Luis Potosí, Hidalgo, Vera-cruz, Tamaulipas, y en menor medida Puebla y Querétaro, el huapango o son huasteco defi ne un género poé co musical, de baile zapateado, y la fi esta don-de se consagra perpetuamente. Esta tradición, perteneciente al gran árbol del son mexicano, amalgama de modo fi no y miste-rioso danzas, música y recursos literarios de origen hispano, con la cultura originaria de esta erra prodigiosa, hecha de diversas so-ciedades indígenas, migraciones, conquistas, tropelías, resisten-cias, y del cruce azarozo de mun-dos porteños y de sierra adentro.

“En la actualidad, los conjuntos huapangueros ejecutan violín, guitarra quinta o huapanguera y jarana. Se dis nguen por el vigor de sus interpretaciones y por su virtuoso manejo de los instrumentos y por las fi guras de su canto que, entre otros recur-sos, hace uso del ‘falsete’, que cons tuye una de las caracterís- cas singulares. Su poé ca com-

bina versos de an gua factura con improvisaciones. Mediante quin llas o sextetas octosílabas, seguidillas y ocasionalmente dé-cimas, los trovadores describen sen mientos amorosos, invocan poblados, devociones, fl ores, otorgan voz y sen miento a los animales terrestres, marí mos

y oponen a la muerte la certe-za del instante desbordado.

“El empo ha ido decantando un repertorio de so-nes ‘mayores’–en su mayoría anóni-mos– que se vol-vieron clásicos y que con su sola in-sinuación desatan pasiones y brillos en la mirada (pe-teneras, malague-

ñas, bejuquitos, gustos, llorares, azucenas, aguanieves, huerfani-tos, conchitas…). Se ene no -cia de que por lo menos desde fi nales del siglo XIX, múl ples generaciones de huapangueros han abrevado en este manan al primigenio para trazar sus pro-pias veredas desde su respec va sensibilidad serrana o de la pla-nicie, todos iluminados por esa misma luz de luna que dio origen a esa tradición, al mismo empo tes go y fundadora de una ma-nera de sen r la Huasteca”.

La antología incluye otros textos de Mary Farquharson, Eduardo Llerenas y Juan Jesús Aguilar.

A con nuación transcribimos algunos sones contenidos en esta antología:

La rosita arribeña

Ayer en la mañanitame dijiste unas cosasme diste con tus manitasun ramillete de rosasa pesar de estar marchitastodavía están olorosas

Eres una bella rosadel jardín de Napoleóny como eres muy hermosate traigo en el corazóncomo virgen milagrosa

Sembré matas de cafépara regarlas con el hielome dicen que con ustedderechito voy al cieloquién sabe si llegarénomás ese riesgo llevo

El caballo

De mi caballo me aburroque no le puedo montarsi la panza le apachurrosiento que se va a quebrarles hablaba de mi burroel que uso pa’ planchar

La música es mi fortunade alegría estamos rodeadosdel huapango eres la cunadesde los antepasadosHuasteca, cómo haces unadividida en seis estados

Yo le monté a un burro fl acoy no me pudo tumbarmi abuelita grita, Chamaco,no lo vayas a quebrardespués, de dónde yo sacootro burro de planchar

La malagueña

Qué bonitos ojos enesdebajo de esas dos cejassi ellos me quieren mirarpero si tú no los dejaspero si tú no los dejasni siquiera parpadear

Malagueña salerosabesar tus labios quisieray decirte niña hermosaque eres linda y hechiceraque eres linda y hechiceracomo el candor de una rosa

Si por pobre me despreciasyo te concedo razónyo no te ofrezco riquezaste ofrezco mi corazónte ofrezco mi corazóna cambio de mi pobreza

El llorar

Ay la la lay, la la lay la la lacontento voy a cantaraquí lo estoy demostrandooyeay la la lay, la la lay la la layo he venido a este lugar a can-tarles el huapangooyeay la la lay, la la lay la la laa cantarles el huapangoque lo nombramos Lloraroye

Ay la la lay, la la lay la la laya me cansé de lloraruna esperanza perdidaoyeay la la lay, la la lay la la lasi no estás en mi lugar

mi corazón no te olvidaoyeay la la lay, la la lay la la lacon go quisiera estartodos los años de mi vidaoye

Ay la la lay, la la lay la la lasi me ves en el panteónno me vayas a lloraroyeay la la lay, la la lay la la larézame con devociónpara poder alcanzaroyeay la la lay, la la lay la la lapara poder alcanzar

de mis culpas el perdónoye

Ay la la lay, la la lay la la lala mujer es el encantoen el valle donde estamosoyeay la la lay, la la lay la la lay nosotros por lo tantoal verla llorar lloramosoyeay la la lay, la la lay la la laal verla llorar lloramospara consolar su llantooye

El gusto

Cantando el gus to estabacuando me quedé dormidocuando me quedé dormidocantando el gus to estabacuando tu mamá me hablabayo me hacía el desentendidopara ver si me dejabaotro ra to con go

Ay Huasteca tan hermosaque nunca podré olvidarque nunca podré olvidaray, Huasteca tan hermosame paso horas deliciosascontemplando tu palmary tus mujeres hermosasson más bellas que un cantar

Date gusto vida míaque yo me daré otro tantoque yo me daré otro tantodate gusto vida míano vaya a ser que algún díael gusto se vuelva llantoel gusto se vuelva llantoy llores por la vida mía

el son huasteco, mÚsica de amor que invoca poblados, flores y devociones

Page 4: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 20134 Cuechtlán revisitado

Veracruz

FRACTURAS DEL PROYECTO PETROLERO PALEOCANAL DE CHICONTEPECMauricio González González ENAH/Cedicar

Los habitantes de la Huas-teca meridional vieron cómo a mediados de la primera década de este

siglo, la presencia de técnicos, contratistas y directivos de Petró-leos Mexicanos (Pemex) arreció. Región de por sí atravesada históri-camente por la explotación petro-lera que desde finales del siglo XIX vio florecer empresas norteameri-canas, inglesas y holandesas. Esta tendencia encontró límite con la expropiación cardenista, mas la extracción continúa hasta nuestros días con vaivenes que fluctúan en intensidad. Durante el sexenio de López Portillo hubo un descubri-miento que agitó la avaricia de al-gunos empresarios y funcionarios públicos: el Paleocanal de Chicon-tepec, yacimiento cuya vastedad requeriría de aproximadamente 16 mil pozos. El proyecto se canceló por inviabilidad en los años 80’s; no obstante, Felipe Calderón lo revi-vió como uno más de sus artefactos de legitimación que, a la manera de su “guerra antinarco”, tiene cos-tos de vida.

La gente del norte de Veracruz re-cuerda que primero comenzaron los “tronadores”, trabajadores que hacían explosiones de exploración en algunos terrenos que eran pa-gados a quienes los usufructuaban

sin incluir autoridades ejidales o municipales, siempre y cuando no hubiera problema alguno que hiciera necesaria tal mediación, modus operandi que niega las cua-lidades colectivas y comunitarias

de la gran mayoría de esas parce-las. Tales detonaciones anuncia-ban algo que no sólo hizo que más de un colado doméstico se viniera abajo. La implementación de una técnica que actualmente está a debate en diversos países por sus funestos efectos fue el siguiente paso: el fracturamiento hidráulico (fracking, en inglés, como se le co-noce normalmente).

Esta operación, patentada en los años 40’s por Halliburton, útil para romper formaciones rocosas que impiden el f lujo de gas e hi-drocarburos, requiere de perfora-ciones e inyección de gran canti-dad de agua, lubricantes y arena. Se calcula que un pozo necesita de ocho a 30 millones de litros de agua, dependiendo de las condi-ciones geológicas del yacimiento, inyectados a gran presión junto con arena gruesa y lubricantes que minimizan la fricción del agua, anticorrosivos y estabiliza-dores. Parte de estas sustancias son recuperadas, parte no, las cuales quedan en el subsuelo y

en la superficie, lo que hace que no sólo los mantos freáticos sean afectados, sino también cauces y, por supuesto, los terrenos en que estas técnicas se efectúan. Nada hay de extraño entonces cuando escuchamos a pobladores del mu-nicipio de Venustiano Carranza, en Puebla, denunciar enfermeda-des del ganado que abreva cerca de los pozos. De sobra se sabe que muchas de esas sustancias son tóxicas y otras más canceríge-nas. Los estudios sobre su impac-to en la región apenas están en curso, el deterioro lleva ya más de un lustro.

Sin embargo, el negocio va y la fractura es múltiple. En 2010 el entonces director general de Pe-mex, José Suárez Coppel, afirma-ba que la apuesta petrolera nacio-nal era Chicontepec, teniendo por meta 60 mil barriles diarios para finalizar ese año, lo que consiguió dos años más tarde. No obstante, los contratos incentiva-dos se consolidaron sin contra-tiempo alguno, sólida vía

IMPACTOS DE LA ACTIVIDAD MINERACarlos A. Rodríguez Wallenius Profesor Investigador de la UAM Xochimilco

La región Huasteca, que abarca parte de los estados de San Luis Potosí, Vera-cruz, Hidalgo, Tamaulipas,

Puebla y Querétaro, es una zona rica en distintos recursos naturales como agua, bosques, petróleo, etcé-

tera. Son relativamente escasos los yacimientos de minerales metálicos (como el oro, la plata o el cobre), aunque existen minerales no ferrosos como el manganeso o no metálicos como el caolín o la fosforita, que tie-nen concentraciones importantes.

El repunte a nivel mundial en los precios de los minerales después del bache del 2008 al 2010 (pro-ducto de la crisis financiera) ha incentivado la exploración y ex-plotación de dichos recursos y la región de la Huasteca no ha sido

la excepción. Por poner algunos ejemplos de los minerales de la zona, el precio del manganeso se incrementó 55 por ciento desde 2010, y la fosforita 110 por ciento en el mismo periodo.

El aumento en la exploración y explotación de los minerales está provocando una serie de tensio-nes y conflictos en las comunida-des campesinas de la región, pues cerca de 60 por ciento del territo-rio huasteco corresponde a ejidos y comunidades agrarias, aunque debajo de su terrenos se ubican concesiones mineras.

Veamos los impactos que se pre-sentan en la región Huasteca, es-pecialmente en los estados de San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo y Tamaulipas, donde hay una activi-dad minera relevante.

En la Huasteca Potosina, la acti-vidad minera se concentra básica-mente en la región de Tamazun-chale-Xilitla, en la que se extrae fosforita, la cual es un insumo para la elaboración de fertilizan-tes. Ahí en los municipios de Xi-litla y Aquismón operan minas de la empresa Fosforitas de México.

Por su parte, en la Huasteca Vera-cruzana, se encuentran yacimientos con alto contenido de caolín, el cual se utiliza para la fabricación de por-celanas, insumos para la elaboración de medicamentos y como agente ad-sorbente. De hecho, los municipios de Huayacocotla y Zacualpan cuen-tan con 80 por ciento de las reservas nacionales de caolín. En estos

FOTO

: Arc

hivo

Page 5: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 2013 5Cuechtlán revisitado

para garantizar la operación de trasnacionales en la extracción petrolera de México, a contrapelo de la defensa que amplios secto-res de la sociedad han sostenido sobre ello y de los intereses terri-toriales de los pueblos origina-rios, de raigambre campesina.

Y si en los últimos años la produc-ción ha aumentado, caballito de batalla de ideólogos extractivis-tas, sus resultados no se acercan ni por mucho a lo prometido, por ejemplo, sólo aumentó 21.6 por ciento en el primer bimestre de 2012 respecto del año anterior, lo que está lejos, muy lejos del mi-llón de barriles diarios previsto para 2014. Más aún, las fisuras re-

velan franco manejo oneroso. En febrero de 2012 la Auditoría Supe-rior de la Federación (ASF) emi-tió un dictamen negativo al pro-yecto Aceite Terciario del Golfo (nombre oficial del Paleocanal de Chicontepec) después de la revi-sión a la Cuenta Pública de 2010, pues del monto invertido desde 2002, es decir, 93 mil 810 millo-nes 345 mil pesos, sólo se obtu-vieron 63 mil 483 millones 709 mil 900 por comercialización de crudo y gas, resultando una pérdi-da de 30.4 centavos por cada peso invertido. La razón económica y productiva aprieta la viabilidad del proyecto, pero la razón de los legítimos poseedores de la tierra aún está invisibilizada.

Pemex ajustará la estrategia del proyecto petrolero, pero el con-dicionamiento de las comunida-des huastecas no está previsto. Alejandro Nadal ha señalado la contribución del fracturamiento hidráulico al cambio climático; Antonio Gershenson no cesa de denunciar el negocio velado y sus efectos sobre la soberanía nacional; diversas organizacio-nes y varias comunidades se han pronunciado en contra de las afectaciones a cuerpos de agua y parcelas ¿Qué se necesita para suspender y reorientar este pro-yecto? ¿Escucharon?...

municipios se ha desarrolla-do una experiencia de explotación campesina del mineral, mediante la Unión de Ejidos Caolineros “Rafael Hernández Ochoa” (Unicaolín), que integra a cinco ejidos. Además, se han ubicado yacimientos de esta-ño en la zona de La Lagunilla del municipio Huayacocotla.

En la Huasteca Hidalguense hay importantes yacimientos de man-ganeso, de hecho la Unidad mi-nera de Molango está ubicada en uno de los diez yacimientos más grandes del mundo, que es pro-piedad de Compañía Minera Aut-lán. En esta zona ya han ocurrido movilizaciones campesinas en protesta por la contaminación que genera la minera en 26 ejidos y co-munidades de los municipios de Molango, Lolotla y Tlanchinol.

En la Huasteca Tamaulipeca es donde hay más presencia de mine-rales metálicos, por ejemplo, en el municipio de Llera de Canales se tiene plomo y zinc, los cuales están en explotación en la mina Las For-tunas, enclavada en la reserva de la Biosfera El Cielo. Por otra par-te, ante los incrementos del precio de la plata, el cobre y el plomo, se han intensificado los proyectos de exploración, como en el municipio de Aldama, donde la empresa ca-nadiense Formation Capital Corp impulsa el proyecto El Milagro. Cerca de ahí está el proyecto El Hijo, de la Minera General Ro-dolfo Fierro. Por su parte, en el

municipio de Llera de Canales se investiga la existencia de minerales de plata y plomo en el proyecto El Cabrito de la empresa Cascabel.

Como se puede observar, en las dis-tintas zonas de la Huasteca hay un creciente interés por sus recursos mineros, sobre todo los vinculados a grandes yacimientos de manga-neso, caolín o fosforita. Además, las empresas están teniendo cada vez más interés en los relativamente es-casos minerales metálicos como la plata, el plomo y el cobre.

Así, las empresas mineras se es-tán convirtiendo en esta región en la punta de lanza de formas de acumulación que despoja de sus recursos a las comunidades campesinas, que destruye su terri-torio y lo contamina, un proceso que ya ha mostrado su crudeza en otras regiones del país.

Veracruz

EL LATIR DEL CORAZÓN ANTE LA EXTRACCIÓN DE HIDROCARBUROS EN COATZINTLAMaría del Carmen Romero Ramos y Victor Manuel Romero Ramos

Coatzintla, “lugar de la pequeña vibori-ta”, es un municipio totonaca. Ubicado

al norte de Veracruz, tiene alta relevancia por su concentración biológica y cultural. Desde el si-glo pasado, su corazón late con gran intensidad debido a la ri-queza que posee en el subsuelo, capaz de mover economías de países enteros, y que ha atraído a agentes externos. Pemex es uno de los que extraen esta riqueza, con efectos de daño ecológico y pérdida del conocimiento local, lo cual pareciera no importar; fi-nalmente es la paraestatal la que viola la Ley General del Equili-brio Ecológico y la Protección del Ambiente (LGEEPA).

Los años 40’s marcaron el auge productivo de la extracción de hidrocarburos en la zona, siendo una década más tarde cuando la producción tendió a decaer, dejando desempleo, mi-gración, deforestación y pérdida del saber local.

Esta zona era un lugar propicio para el cultivo de la vainilla (es-pecie endémica de la región), la cual es polinizada por el campe-sino junto con la abeja melipona. La contaminación generada por los quemadores ha interrumpido los procesos de polinización y de maduración de la vainilla.

La actividad petrolera afecta en todas sus fases operatorias: el rui-do producido en la instalación de baterías ahuyenta la fauna nativa; la contaminación en lagos, ríos y arroyos ha logrado la constante extinción de especies locales; la introducción de las carreteras, que inicialmente habrían significado un ideal de progreso, sólo ha bene-ficiado a las empresas que logran agilizar su transporte (los pobla-dores se quejan del aumento en el número de accidentes). Además, la mayoría de los derrames que los habitantes describen se deben a fallas en el manejo de residuos.

Cambio en las actividades pro-ductivas. Gran parte de los jóve-nes se han visto en la necesidad de alternar el trabajo campesino con el de empleo en las empresas subcontratadas por Pemex, por ser la respuesta inmediata al des-empleo y a los efectos causados por la contaminación en la zona.

Los pobladores consideran a Pemex como principal agente contaminan-te de sus terrenos, debido a los cons-tantes “micro derrames” causados por fallas humanas, ordeña clandes-tina de ductos o por desastres natu-rales como las inundaciones. A par-tir de esto, ocurre una disminución en la producción de sus cultivos: “la tierra ya no da como antes”, dicen ellos. Por esto, se ha incrementado el uso de agroquímicos.

Don Juan comenta: “Lo que pasa es que la tierra está enferma, está cansada, es como cuando tú te enfermas, necesitas medicina, así nosotros también le echamos me-dicina, la andamos viendo, así yo la cuido, y así uno anda buscando a ver cómo, qué se le va a hacer, cómo hacerle pa’ que se dé mi maicito y todo lo que yo siembre”.

De esta manera, co nsiderando que las afectaciones han sido mayores que los supuestos be-neficios de la paraestatal en la comunidad, resulta necesario poner límites a las actividades de la industria petrolera. Dar a conocer a la población los dere-chos que poseen es importante, ya que la ausencia de conoci-miento hace factible que las afectaciones causadas por Pe-mex queden impunes, y que los campesinos carezcan de medios para defender sus tierras.

Resulta indispensable imple-mentar nuevas técnicas que apoyen al campesino a con-trarrestar los efectos causados por la contaminación de los hidrocarburos, evitando el ex-tremo del uso de agroquími-cos, pues de otra forma en un futuro éstos no sólo causarán la pérdida de conocimiento, sino que los despojará de los elementos indispensables para su sobrevivencia.

El aumento en la

exploración y explotación

de los minerales está

provocando una serie de

tensiones y confl ictos

en las comunidades

campesinas de la región,

pues cerca de 60 por ciento

del territorio huasteco

corresponde a ejidos y

comunidades agrarias

Se calcula que un pozo

necesita de ocho a 30

millones de litros de

agua, dependiendo de las

condiciones geológicas

del yacimiento, inyectados

a gran presión junto con

arena gruesa y lubricantes

que minimizan la fricción

del agua, anticorrosivos

y estabilizadores

FOTO

: Mar

ía de

l Car

men

Rom

ero

FOTO

: Arc

hivo

Page 6: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 20136 Cuechtlán revisitado

San Luis Potosí

EL CONFLICTO SOCIOAMBIENTAL EN CERRO DE SAN PEDROMario Martínez Ramos, Héctor David Covarrubias Rendón, Carlos Covarrubias Rendón y Tonatiuh Hernández Correa

La construcción del te-rritorio y del desarrollo, por parte del capital y los pueblos en la zona

conocida como Cerro de San Pe-dro, área metropolitana de la ca-pital de San Luis Potosí, se podría comprender bajo una serie de ten-siones y disputas entre el espacio lineal, universalizante y el lugar, compenetrado de diversidad, de localidad, atravesados por la corta y larga duración histórica.

Estas tensiones –que pudieran partir desde el descubrimiento del mineral en el Cerro de San Pedro en 1592, o incluso antes- son subyacentes a las geografías semidesérticas y están inscritas en la Gran Chichimeca, la Tierra Nómada en términos de Fábregas Puig. Frontera entre cultivadores y cazadores complejos, que obli-gó a formular tecnologías espe-ciales de colonización, disímiles a las hechas en el centro y sur del país. Formas que fraguan preguntas clave para comprender la actual región, entre otras, la presencia tlaxcalteca, el rancho,

la hacienda, la villa, el presidio y la misión.

La presencia del poder colonial en esta zona se dio a raíz de los

hallazgos de la riqueza mineral. Dicha explotación está plagada por la discontinuidad, bajo pe-riodos de bonanza y declive, que provocaron el abandono del lugar

hacia 1622. En 1699 resurge por la extracción de plata sosteniéndose hasta 1736. En 1767, en un perio-do de declive minero, se gestaron “los tumultos”, originados por

el intento de regular la explota-ción minera artesanal. Dichas rebeliones llegaron a la capital potosina, en barrios ocupados por los indígenas nativos, a ex-cepción de aquellos habitados por tlaxcaltecas.

En 1816 renace el lugar con la instalación de la mina Victoria. En 1925 con la política agraria atada a la norma fundante de 1917, se dota de ejido a Cerro de San Pedro. Se intentó hacer la reconversión de la actividad minera a una de producción agrícola, sin embargo, el proce-so se estancó con la llegada de la compañía minera estadouni-dense Asarco en 1928, que duró hasta 1948. Ante ello, la mayoría de sus habitantes y ejidatarios, se trasladaron a otros territorios, principalmente al municipio potosino de Charcas, y a Parral, Chihuahua. Con la reforma a le-yes agrarias y mineras de finales del siglo XX, se propició la llega-da al país de empresas mineras, en el caso que nos ocupa la Mi-nera San Xavier (MSX).

San Luis Potosí

TRASNACIONALES DE LA ELECTRICIDAD EN COMUNIDADES INDÍGENASJessica Itzel Contreras Vargas

La presencia de Produc-tores Independientes de Energía (PIE) ha aumen-tado desde la modifica-

ción a la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica en 1993, la firma del Tratado de Libre Co-mercio de América del Norte (TL-CAN) y el impulso a la iniciativa de reforma energética en materia de petróleo e hidrocarburos de 2008. Según la Comisión Regu-ladora de Energía, la Comisión Federal de Electricidad en el año 2010 pagó a PIE cerca de 143 mil millones de pesos, cifra que para el 2011 ascendió a 168 mil 789 mi-llones. Estos montos representan una serie de negocios que dejan importantes ganancias a las em-presas extranjeras involucradas.

De las 24 plantas que hay en el país a cargo de PIE, nueve están en la Huasteca. Son empresas como Iberdrola y Mitsubishi las de mayor expansión. Su presencia en la región responde a negocios que buscan aumentar ganancias económicas, olvidando aspectos sociales y culturales de los pueblos que son involucrados en la ejecu-ción de Proyectos de Infraestruc-tura Eléctrica.

La construcción de este tipo de obras en pueblos indígenas ha generado diversas problemáti-cas dentro de la dinámica social y cultural de los mismos, dado que no se tiene conocimiento ni respeto sobre cómo estas pobla-ciones viven entre sí y con su en-torno. En el caso de los nahuas de Cuixcuatitla, la Central de Ciclo Combinado Tamazunchale 1

(CCC-T1) configuró un escenario de confrontaciones, sobre todo en lo referente a su forma de organi-zación social, ya que se implantó un orden de convivencia diferente con su territorio, pues afectaron tierras de cultivo por el paso de un gasoducto.

Además, el uso de un discurso so-bre “trabajo y progreso” por parte de empresarios y funcionarios de los tres niveles de gobierno, gene-ró en los habitantes una serie de expectativas sobre el bienestar fa-miliar; les dijeron que “se tendría trabajo en la comunidad, por lo mismo se esperaba el retorno de familiares migrantes”. Tal infor-mación no fue específica en cuan-to al tiempo en que se podría ser contratado, y conforme avanza-ban las obras, los trabajadores de

la región y de otras partes del país fueron despedidos, al final sólo se necesitó mano de obra especiali-zada. El periodo de “jale” no fue suficiente, según los pobladores, y las oportunidades de tener un beneficio económico por la obra disminuían al paso de la construc-ción, siendo esto una de las princi-pales decepciones.

Trabajar en la obra del proyec-to tampoco fue fácil, pues hubo contrariedades en cuanto a las formas de organización laboral. Se trataba de dos formas de traba-jo que no siempre correspondie-ron con las formas de organiza-ción social, por un lado el trabajo asalariado e individual y por el otro un trabajo colectivo

Según la Comisión

Reguladora de Energía,

la Comisión Federal de

Electricidad en el año 2010

pagó a PIE cerca de 143 mil

millones de pesos, cifra

que para el 2011 ascendió

a 168 mil 789 millones

FOTO

: Arc

hivo

FOTO

: Arc

hivo

Page 7: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 2013 7Cuechtlán revisitado

Casi paralelamente, a fina-les del siglo XX, se da el regreso de antiguos habitantes de Cerro de San Pedro, los cuales son los fundadores del movimiento de re-sistencia al actual proyecto mine-ro. Una de sus primeras acciones fue la constitución del Patronato Pro Defensa del Patrimonio His-tórico y Cultural de Cerro de San Pedro. Estos sujetos han resignifi-cado su territorio, presente en su memoria colectiva; en consonan-cia con la movilización social han tejido audiencias dentro y fuera del país y lazos con diversos suje-

tos emergentes. Posteriormente formaron un frente compuesto de ambientalistas, académicos, artis-tas, sindicalistas y estudiantes en-riquecidos con la precisión de los argumentos históricos, culturales, ambientales y jurídicos.

Entre sus herramientas de lucha destaca el uso alternativo del de-

recho; de internet, y la implemen-tación de alternativas económicas y culturales, que van desde la organi-zación de festivales, protección de naturaleza endémica, pequeños pro-yectos productivos e incluso restau-ración de casas con valor histórico.

Se podría advertir que la creación del territorio y de otras nociones del desarrollo desde el lugar, por parte de estos actores, se ha dado en un marco de resistencia mul-tivariada histórica y coyuntural, abierta y carente de dogmatis-mos, en tanto a formas diversas de resignificar el pensamiento y la acción colectiva, presente en sus distintas escalas, enclaves para futuros proyectos societales que lo hacen parte de nuevos actores en resistencia sobre el actual territorio conocido como Latinoamérica.

Acciones colectivas contra-hege-mónicas, en tensión y disputa con la crudeza del actual capitalismo neocolonial, junto a sus síntomas más evidentes de crisis civilizato-ria, la construcción hegemónica del territorio y del desarrollo y su nueva tecnología expoliadora tan-to del ser humano como de la na-turaleza, representada entre otras, en grandes proyectos mineros a cielo abierto.

sin horarios ni exigencias determinadas por “códigos ni le-yes de trabajo”. Esto provocó en-tre contratistas y trabajadores va-rias quejas y demandas laborales que tenían un trasfondo cultural. Por ejemplo, un habitante co-mentó: “no dejaron siquiera pe-dirle permiso a la tierra o al agua para que no se enojaran cuando la estaban revolviendo”. Esta era la explicación que los trabajado-res locales tenían con respecto a los accidentes que padecieron algunos empleados de la obra. Para los contratistas no era váli-do y lo único que se debía hacer “era cumplir con los horarios y reglamentos que exigía la ley del trabajo, pues ésta así era y ellos no la habían inventado”, lo de-más desde su perspectiva no te-nía importancia. También hubo quejas por falta de pago de horas extras y por incumplimiento de acuerdos referentes a servicios de comedor, transporte, horarios de almuerzo, entre otros.

Este tipo de situaciones coexistían con una serie de faltas a las fae-nas y a las normas de convivencia local, había más de dos mil traba-jadores foráneos que no conocían las reglas de la localidad. Au-mentaron las peleas, demandas y quejas no sólo en contra de los de “afuera”, también de los mismos de Cuixcuatitla quienes pensa-ban “que por tener dinero con eso podían resolver los problemas, se les hacía fácil pagar, todo lo que-

rían arreglar con dinero”. Las co-rruptelas aumentaron y el dinero poco a poco fue tomando mayor relevancia con respecto a las for-mas de atención y proceso de re-solución de conflictos en el ejido, afectando las formas de organiza-ción local.

A más de cuatro años de que se inauguró la CCC-T1, las opinio-nes respecto al impacto que dejó la obra coinciden en que fue un proyecto que benefició sólo a los “ricos españoles”. Otros ejida-tarios opinan que incitó la afec-tación de tierras y problemas de convivencia. Sin embargo, reco-nocen que este tipo de eventos permitió que “algunos”, quienes aún tienen algún apego a la tie-rra, reconozcan la importancia de seguir viviendo en comunidad. Otros, como los migrantes y jóve-nes sin tierra opinan que la cen-tral dio la oportunidad de sacar dinero, ya sea como trabajadores o con la renta de solares, “el que quiso aprovechó, el que no, se lo tomó todo y perjudicó al ejido”. La controversia entre generacio-nes aún persiste, pero la labor de las autoridades ejidales ha sido demostrar que mantener su or-ganización comunitaria permite hacer frente a este tipo de proyec-tos, que como sucedió en Cuix-cuatitla, tienden a minimizar e ignorar las prácticas culturales de los pueblos que se ven inmersos en Proyectos de Infraestructura Eléctrica.

San Luis Potosí

LEGISLACIÓN Y EJERCICIO DE DERECHOS INDÍGENASAgustín Ávila Méndez Programa de Agua y Sociedad, El Colegio de San Luis

Para comprender la importancia de este artículo, es necesa-rio destacar antes que

nada que el 94 por ciento de los indígenas potosinos, que representan el 15 por ciento de la población estatal, hablantes del náhuatl, huasteco (teenek) o pame, residen en la porción huasteca de esta entidad.

La experiencia potosina de re-forma indígena se ha distingui-do en el plano nacional como el esfuerzo local más acabado en el ejercicio de los derechos indígenas por: 1) haber eleva-do estatalmente los derechos otorgados por encima de los concedidos a escala federal en la reforma constitucional del 2001, al reconocer a las comu-nidades indígenas la calidad de sujetos de derecho público, per-sonalidad jurídica y patrimonio propio, así como la existencia de la policía comunitaria, entre otras cosas; 2) haber generado los instrumentos que permiten hacer exigible y aplicable el ejer-cicio de derechos, al identificar y reconocer legalmente a los ti-tulares de derechos colectivos, es decir, a las comunidades, las cuales entonces al disponer del instrumento para acreditar ante cualquier juzgado titularidad, cuentan con la potestad con-creta para hacer exigibles las normas jurídicas establecidas, y 3) haber generado una lógica y una mecánica de aplicabilidad inmediata y en buen grado au-toejecutable que no requiere necesariamente de una burocra-cia, la cual invariablemente de-viene en tutelaje y paternalismo.

En lo sustancial, se descrimi-nalizaron las prácticas sociales, políticas y jurídicas de las co-munidades, al darles validez le-gal a todas aquellas compatibles con los derechos humanos y los derechos de las mujeres.

Por otro lado, la reforma devie-ne como resultado de la modi-ficación o emisión de disposi-ciones legales a la legislación secundaria en cascada y con coherencia jurídica para definir ámbitos de competencia.

Esta reforma ha logrado efectos de impacto local y nacional. Se puede citar como ejemplo el cambio en las reglas de opera-ción para definir a los elegibles para recibir fondos de desarrollo e infraestructura. Efectivamente,

el reconocimiento legal de cada comunidad, instaurado median-te un Padrón Estatal de Comu-nidades Indígenas, obligó a que la Secretaría de Hacienda modi-ficara a partir del 2010 la elegibi-lidad. Pasó de involucrar sólo a las localidades donde más del 40 por de habitantes son hablantes de una lengua indígena, a esas y a las “comunidades indígenas re-conocidas por cada gobierno es-tatal”, Así se elevó de 310 a 389 el número de comunidades elegi-bles para recibir financiamiento vinculado al desarrollo indígena.

Esta situación de cambio de reglas para modificar la elegibi-lidad ocurre hasta hoy en San Luis Potosí y Querétaro; en este último estado se replicó en algún grado la metodología del padrón de comunidades indígenas gene-rada en el Colegio de San Luis, a partir de la cual se ha establecido puntualmente quiénes son los derechohabientes de la ley. De ahí es que ahora el registro esta-tal de las comunidades a partir de la auto adscripción, y no de un porcentaje de hablantes de len-gua indígena, se ha convertido en demanda indígena nacional.

Esta reforma se puede resumir como el reconocimiento legal de las prácticas autonómicas de las comunidades indígenas que son vigentes y compatibles con los derechos humanos. Entonces resultó que una reforma modesta y de consenso, que sólo se propu-so reconocer legalmente lo que ya existía, ha sentado sólidas ba-ses para mantener y consolidar el ejercicio histórico de la autono-mía comunitaria, y con ello, po-siblemente sin plena conciencia, los legisladores potosinos dieron un paso fundamental, y como dicen los médicos, una acción fulminante, de efectos inme-diatos para descriminalizar las prácticas autonómicas de las co-munidades. En los hechos todo ello significó entonces instaurar

un cuarto nivel de gobierno, eso sí sin llamarle de esa manera.

Pasaron siete años para lograr la identificación y el registro legal de las 389 comunidades encon-tradas. No obstante, es de recono-cerse que son todas las que están, pero no están todas las que son; los medios son disponibles y los interesados en su caso deberán tomar sus decisiones y encami-nar acciones. La tarea debe pro-seguir. La elaboración del padrón de comunidades indígenas tuvo una duración cercana a los cinco años, pues se realizó directamen-te en campo, donde comunidad por comunidad y en acuerdo con sus autoridades y asambleas, se validaron los datos recogidos, en-tre ellos su propia definición de auto reconocimiento.

Paralelamente se acompañó de una inicial y débil intención por recuperar, en el ejercicio, la existencia de un sistema de go-bierno y sus reglas de comporta-miento como evidencias de que las comunidades cuentan con los elementos propios de un su-jeto de derecho público, decan-tado gracias a una sorprendente y fundamental participación comunitaria que se encargó de recuperar su historia, su mapa comunitario y sus maneras de proceder en ese difícil arte que es la convivencia. Con ello en-tonces es de anotar que reforma constitucional, ley reglamen-taria y padrón de comunida-des han sido en buena medida resultados de la movilización comunitaria cotidiana, misma que en los 80 años pasados les permitió recuperar sus tierras y su patrimonio.

La presencia del

poder colonial en

esta zona se dio a raíz

de los hallazgos de

la riqueza mineral

la existencia de un

sistema de gobierno

y sus reglas de

comportamiento como

evidencias de que las

comunidades cuentan

con los elementos

propios de un sujeto

de derecho público

FOTO

: Vict

oria

Pick

erin

g

Page 8: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 20138 Cuechtlán revisitado

Puebla

UNITONA: DEFENDER EL TERRITORIO, DEFENDER LA VIDABlanca Alejandra Velasco Pegueros* y Milton Gabriel Hernández García** * ENAH **ENAH/ CEDICAR

La Unidad Indígena Toto-naca Náhuatl (Unitona) es una red de organizacio-nes nahuas y totonacas de

la Sierra Norte de Puebla que des-de hace 13 años ha venido luchan-do por los derechos de los pueblos indígenas y por la defensa de la biodiversidad y la espiritualidad del maíz nativo frente a las amenazas transgénicas, entre otras causas.

Referente de lucha en la defensa del territorio, junto con otras organiza-ciones de la región, hoy día la Uni-tona se enfrenta a los intereses de empresas nacionales y extranjeras que intentan despojar a las comu-nidades indígenas de su modo de vida, históricamente configurado en torno a una espacialidad deli-neada culturalmente. Las modali-dades contemporáneas de acumu-

lación de capital, caracterizadas por el despojo, se expresan en la región en la voracidad capitalista de la mi-nería, así como en el control y la privatización del agua por medio de plantas hidroeléctricas, sustentadas en las políticas de control del terri-torio y de desplazamiento forzado que se pretenden materializar en las Ciudades Rurales Sustentables o Centros Integradores de Servicios.

En la Asamblea General de Unitona, celebrada el 4 y 5 de enero pasados, en Zapotitlán de Méndez, la directiva de la orga-nización denunció que existe una avalancha de proyectos mineros y de presas hidroeléctricas en dife-rentes municipios como Ahuacat-lán, Zacatlán de las Manzanas, Olintla, Bienvenido H. Galeana, Xochitlán, Zautla, Ixtepec, Ixta-camaxtitlán y Tetela de Ocampo. En algunos se verifica un avance significativo en el proceso de im-plementación y en otros casos, se sabe sólo de las concesiones que se han dado a diferentes empre-sas como Frisco, Comexhidro y Grupo México, entre otras. Para la Unitona, existe una clara corre-lación entre los proyectos mineros, hidroeléctricos y de reubicación territorial, cuyos efectos serán irreversibles en la transformación del espacio, en la conservación de la biodiversidad y en la identidad cultural de los pueblos originarios de la región: “Todo tiene qué ver, las mismas hidroeléctricas, las mismas mineras van a provocar un éxodo de población donde estos centros integradores de servicios o ciudades rurales van a ser centros receptivos de esa gente que está migrando de sus lugares de origen. O sea, lo que se mira a profundi-

dad es una catástrofe territorial de toda la región, porque en el fondo lo que se observa en términos del concesionar los ríos, pues es la pri-vatización del agua (…) y con las mineras es toda la contaminación porque hacen grandes huecos en las poblaciones (…) toda la pérdi-da de biodiversidad y de la parte también espiritual, porque el río para los pueblos no simplemente es un río, sino que es algo que re-presenta vida para la gente. Aparte de que hay centros ceremonia-les que representan mucho para la espiritualidad de los pueblos. Todo eso está en riesgo y es don-de los pueblos precisamente en su preocupación, pues luchan por-que no se lleven a cabo esos pro-yectos, porque lo que representan es la pérdida o la exterminación de los pueblos como indígenas”.

La Unitona y otros actores que aglu-tinan a diferentes fuerzas políticas de la región, como el Consejo Tiyat-Tlalli en Defensa de Nuestro Terri-torio, han identificado las estrategias que siguen las empresas promotoras del “desarrollo” en la zona. El me-canismo consiste en llegar a los líderes comunitarios por medio de sus operadores, prometiendo mejo-ramiento en los caminos, en los ser-vicios de educación y de salud

CODHHSO: DERECHO A VIVIR CON TRANQUILIDADComité de Derechos Humanos de las Huastecas y la Sierra Oriental (Codhhso)

Los derechos humanos para nosotros no son so-lamente aquellos que hacen respetar nuestra

vida, sino que imponen el respeto a vivir con tranquilidad, que respe-tan nuestros recursos y tradiciones. Dicen los muchachos en la región: “ya sabemos qué son los derechos humanos. Todos tenemos derechos a tener vida, a tener salud, educa-ción, al vestido, la vivienda, pero

también el derecho a tener un am-biente sano, todo esto ya sabemos”.

El Comité de Derechos Humanos de las Huastecas y la Sierra Orien-tal (Codhhso) se conformó el 26 de mayo de 1992, producto de la lucha agraria de los pueblos indígenas en la Huasteca. Principalmente se ha enfocado al registro de testimonios sobre los numerosos agravios acae-cidos contra campesinos y comu-

nidades indígenas de la Huasteca hidalguense y veracruzana, pre-sentados a las Comisiones de De-rechos Humanos estatales y ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), así como a organismos internacionales, bus-cando castigo a los responsables y algún tipo de resarcimiento a las familias de los afectados. Por otro lado, no deja de hacer frente a abu-sos contemporáneos, por ejemplo la esterilización forzada que se practicaba hasta hace menos de una década en la Sierra Oriental.

El Codhhso es una organización solidaria que ha participado en procesos jurídicos comunitarios y mantiene una campaña perma-nente de denuncia ante cualquier tipo de violación a los derechos fundamentales.

Muchos de los indígenas privados de su libertad están en esa circuns-tancia por cometer supuestos deli-tos que en su gran mayoría se vin-culan a las condiciones de pobreza en que viven. Casi ninguno cuenta con recursos para tener un aboga-do que los defienda o para pagar la fianza que se les asigna. Aunado a

ello está el desconocimiento casi total de sus garantías, otorgadas por la Constitución Política, lo que nos hizo ver la necesidad que tienen los indígenas de la región de conocer sus derechos para que, en todo mo-mento, puedan defenderse.

Desde los años 90’s, hemos docu-mentado más de 200 asesinatos en la región vinculados a la lucha por la tierra, junto a diversas violaciones a derechos humanos: desaparicio-nes forzadas, maltrato y discrimi-nación, esterilización femenina sin consentimiento, así como excesos cometidos por cuerpos policiacos estatales y por el Ejército Mexicano. Por medio de talleres, formamos una Red de Monitores en Derechos

Humanos, lo que ha implicado la constitución de una estructura orga-nizativa paralela que abarca varios municipios de Hidalgo y Veracruz. La Red de Monitores surgió como una necesidad impulsada a partir de 2003 para ampliar la zona de aten-ción y tener mayor presencia en la misma. Los talleres empezaron en ese año y finalizaron en 2006.

Una de las líneas de acción a la que últimamente hemos enfo-cado diferentes esfuerzos es la relacionada con el derecho al de-sarrollo. Derecho negado a las co-munidades y violado en casi todas las formas de intervención

Desde los años 90’s,

hemos documentado

más de 200 asesinatos

en la región vinculados

a la lucha por la

tierra, junto a

diversas violaciones

a derechos humanos

Casa de Codhhso, Tecoluco

FOTO

: Zap

atea

ndo

FOTO

: Arc

hivo

Page 9: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 2013 9Cuechtlán revisitado

¿QUÉ PASA CON LOS HUASTECOS DE TAMAULIPAS?NO SOMOS LOS INDÍGENAS QUE LOS ANTROPÓLOGOS QUIEREN ESTUDIAR

Jacobo Castillo Cervantes

No nos han visto. Al pa-recer no somos parte de esa Huasteca “es-pectacular”, pintores-

ca, donde trabajan los estudiosos de la región. Ha de ser que somos mestizos (aunque las lenguas an-cestrales tuvieron representantes hasta principios del siglo XX) y los vestidos que portan nuestras abuelas no tienen la gracia de una blusa chiconera o un quexque-metl potosino, sino la de la toalla con la que se cubren del sol. O nos creen “norteños”, aunque el baga-je cultural norestense es bastante diferente del nuestro. Ni siquiera aquellos que dicen representar-nos, esos de los bailes académicos de huapango, nos voltean a ver, porque lo mostrado en sus eventos se parece a todo menos a nosotros.

Si ven, a veces, la Planicie Huas-teca deforestada a mediados del siglo XX, antes de ser colonizada por migrantes del centro del país, produce una importante canti-dad de granos y alimenta al gana-do. Y sin duda, ven la urbe tampi-queña, enriquecida también por migraciones de todo el orbe.

Cierto, gran parte la Huasteca de Tamaulipas está poblada por migrantes llegados en épocas re-cientes a un medio ecológicamen-te alterado. Parece así que no hu-biera una identidad. Sin embargo, no se puede hablar de una iden-tidad huasteca como tal porque las hay muchas y muy diversas en una región tan vasta. Tenemos ejemplos de ello en los estados de San Luis Potosí y Veracruz, don-de están muy próximas las áreas pobladas con migrantes recientes y las de población ancestral. En ambos existen muchos lugares hoy mestizados pero que conser-van una identidad propia profun-damente arraigada, aun después de perder la lengua antigua. Lo mismo pasa en nuestro estado.

En Tamaulipas, en los valles de la Sierra Madre Oriental (Ocampo, Llera, Gómez Farías, Antiguo Morelos, Nuevo Morelos, inclu-so zonas aledañas de El Mante y Xicoténcatl), hay comunidades donde la gente ha estado arraiga-da por muchas generaciones, en algunos casos desde que las habi-taron pueblos como los pisones, los janambres, los pames, y desde luego, los teenek. Quien escuche una conversación campesina la encontrará plagada de teenekis-mos. Sabrá, por ejemplo, que la madera de chijol es especial para horcones, pero un aquiche bien cortado puede dar una viga; que los chéncheres hacen su nido en troncos viejos, mientras los tulin-ches invaden nidos ajenos; o que las hojas del chacloc remedian

muchos males, y las del chicleque son tan suaves que sirven para el aseo personal; o que el palmar provee lo mismo palmitos para comer que techo para sus casas, y material para artesanías como canastas, muebles, o sombreros.

También verán que, por la orogra-fía y una densidad de población re-lativamente baja, no en todos lados operaron las compañías desmonta-doras (aquí se ubica la Reserva de la Biosfera El Cielo). En la masa forestal serrana, no tan vasta como antes, aún se obtiene chile, miel, palmilla, varas y madera para cons-trucción, entre otros bienes, cuyo conocimiento y administración re-cae en los viejos que aún saben los secretos del bosque.

Los mismos viejos son agricul-tores y conservan celosamente las dos clases de maíz criollo. Dicen que ese maíz es el que debe comer la gente, y no el traí-do de lejos, que es para animales. Siembran sus milpas a estaca, con bestias, o con tractor, y en ellas hay calabaza borrada y de castilla, frijol de varias clases y teja, no lejos de las matas de plá-tano, mango, aguacate y cítricos, entre muchos otros cultivos.

En un cañón entre estas montañas existe una pequeña cueva, donde desde tiempos perdidos en el recuer-do colectivo, va la gente a pedir el agua en “la seca”; llevan las danzas de a pie, de a caballo y guadalupa-nas, tocan los minueteros y cantan los alabanceros para honrar a la ima-gen que mora ahí, en el Contadero.

Hay comunidades donde cada Se-mana Santa los demonios festejan la Pasión y Muerte de Jesucristo, y son devueltos ritualmente al in-fierno cada Sábado de Gloria. In-cluso, quedan en la memoria de algunos ancianos ciertas celebra-ciones de Carnaval hoy perdidas.

Y no faltan, aunque sean muy sobrios, los arcos de las ofrendas con tamales, pan y frutas endul-zadas, para recibir a los que ya se fueron, entrando noviembre.

Se han formado muchos este-reotipos sobre toda la Huastecaque no siempre corresponden a la realidad. Pero en el caso de Ta-maulipas, somos mucho más de lo que se muestra en los escena-rios o se mira por la ventana del autobús. Quizá ya llegue el mo-mento de vernos de otra manera.

No somos indígenas que los an-tropólogos suelen estudiar, pero quien se interese en analizar lo que pasa con los mestizos de Ta-maulipas, y la Huasteca en ge-neral, conocerá nuestra riqueza cultural y caerá en cuenta que la contribución a la zona, va más allá de la dominación política y social. Hemos convivido con los que nos precedieron en diferentes ámbitos y maneras , incluso sufriendo a ve-ces problemáticas muy similares. Somos, al fin y al cabo, también parte de esta gran región.

estatal en la región. Ante ello, se impulsa el “autodesarro-llo”, que si bien no niega del todo apoyos gubernamentales, sustenta su fuerza en la socialización del trabajo y sus excedentes: en la fae-na, la organización cooperativista y la capacitación a pobladores.

Como Comité, vemos todas las necesidades que se tienen a nivel regional. En los años recientes la cuestión ecológica ha ocupado nuestra atención. Un medio am-biente sano es un derecho que tenemos como pueblos. Desde hace más de cuatro años hemos realizado investigaciones que tie-nen que ver con los problemas que trae consigo el proyecto petrolero Paleocanal de Chicontepec, y esta-mos trabajando con el equipo del relator especial de la Organización de las Naciones Unidas sobre De-recho a la Alimentación, Olivier de Schutter, para mantenernos alerta y detener cualquier daño que afecte las fuentes de agua de las comunidades o las parcelas de los campesinos de la región. Te-nemos los ríos, tenemos los ma-nantiales, tenemos los montes que generan humedad para la siembra, pero si la gente no se prepara, no sabrá cómo defenderse. El monte y todo lo que es verde se está destru-yendo, hay que protegerlo.

y en general en las condicio-nes de vida de las comunidades. Al respecto, señalaron los integrantes de Unitona: “La experiencia que tuvimos es que llegan a los líderes de las comunidades, como son los doctores, maestros, misioneras, sacerdotes y personas que tengan algo que ver con la comunidad; de allí les plantean el proyecto de hi-droeléctrica. En este caso tenemos la experiencia de Ahuacatlán, don-de el discurso que se dio es que va a ser para beneficio de la comunidad, que traen además proyectos alterna-tivos para el pueblo”.

Se han dado ya en el pasado inmediato dos interesantes pro-cesos de resistencia contra estos proyectos de muerte. Uno en la comunidad de Tlamanca, del municipio de Zautla, donde la po-blación expulsó organizadamente a los trabajadores de una minera china. Otro digno ejemplo en esta lucha por la defensa de la vida lo constituye el municipio totonaco de Olintla, donde la población im-pidió la entrada de la maquinaria que sería destinada a la construc-ción de una hidroeléctrica. La mo-neda está en el aire: la persistencia de un histórico modo de vida cam-pesino-indígena que se sustenta en la producción y reproducción de la vida humana y del ecosistema, o la imposición de la lógica de acu-mulación que vive de la muerte de todo aquello que cosifica en este inmenso mar de mercancías que es la sociedad capitalista.

FOTO

S: Ja

cobo

Cas

tillo

Cer

vant

es

Page 10: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 201310 Cuechtlán revisitado

Veracruz

EL CURANDERO NO TE VA A CURAR, TE VA A CURAR DIOSGustavo Omar Meneses Camacho

A unos 440 kilómetros de la capital de Veracruz, al norte del estado, y como parte de la región cultu-

ral de la Huasteca, se localiza el municipio de Tantoyuca, el cual en 2007 estaba constituido por 29 congregaciones, integradas por cuatro o cinco localidades cada una. Con una población de 97 mil 949 habitantes, 47 por ciento eran hablantes de huasteco.

El embate modernizador coloca a estas comunidades de la Huas-teca Veracruzana en una lógica opuesta totalmente a su historia, pero a pesar de ello persiste la reinvención de sí mismas. Pue-blos y comunidades indígenas son protagonistas de su propia historia, son ellos los que crean, transmiten y garantizan la con-tinuidad de los procesos cultura-les que dan vigencia, significado

y función a cada práctica de su vida cotidiana, reforzando así su identidad y diferencia respecto de los otros.

Uno de los puntos relevantes de la riqueza cultural de los pueblos y las comunidades indígenas es su cosmovisión, la cual se puede identificar en los conocimientos acerca de la naturaleza, el uso de los recursos naturales (calen-dario agrícola, plantas, anima-les, usos y aprovechamiento); el cuerpo (salud, enfermedad, muerte, gestación y crecimiento), y la salud, como en el caso de la medicina tradicional (síndromes de filiación cultural, parteras y curanderos).

La medicina tradicional entre los huastecos puede ser enten-dida como un sistema de cono-cimientos, creencias y prácticas terapéuticas que se han heredado de generación en generación. Es resultado de un proceso histórico-cultural en el que persisten y pre-dominan los conocimientos indí-genas de la región.

La eficacia del sistema de salud practicado por los huastecos se puede observar en el diagnóstico que realizan los curanderos, quie-nes a partir de tres elementos son capaces de identificar la causa de los síndromes de filiación cultu-ral, a saber: el maíz, el agua ben-dita y la oración. Con siete granos de maíz se barre a la persona que presenta algún padecimiento ha-ciendo una oración, posteriormen-te se echan los granos de maíz en un vaso con agua bendita.

¿Por qué son siete granos? En 2007, Don Juan era uno de los

curanderos al que recurrían los huastecos para atenderse de la envidia, y explicaba que: “Noso-tros tenemos cinco sentidos: ver, escuchar, sentir, oler y el gusto, los otros dos granos van a decir que es lo que tiene usted. Hay que ver cómo está, tengo que ver cómo estás, qué es lo que piensas, es una consulta, el maíz es una con-sulta”. Cada grano es un sentido, “cuando uno tiene todos sus senti-dos no te pasa nada, no te enojas, tienes paciencia, estas completo… calmadito…; cuando te falta un sentido o dos, te enojas y uno está enfermo”.

Los otros dos maíces son la con-sulta, son los que van a decir al curandero qué tiene el cuerpo del paciente. Cuando una persona está enferma de envidia no se sien-te bien, no puede dormir, no tiene ganas de comer. “La envidia es una enfermedad caliente, enton-ces ahí es cuando necesita bajarse la temperatura, necesita limpiarse o bañarse”.

Un elemento importante es la oración: “(…) al comenzar hay que pedirle a Dios que te proteja, que te dé luz y ya después se nos da la curación pero espiritualmen-te. Luego dicen que el curande-ro es el que te va a curar. No, el curandero no te va a curar, te va

a curar Dios. Porque el curandero va a pedirle a Dios que te ayude, te proteja. Así lo hacemos… Dios mismo te da el entendimiento”.

Otro de los malestares identifica-dos por los huastecos es el susto o espanto, en este, las personas que lo padecen, hablan en la noche o se mueven mucho cuando duer-men. Los granos de maíz rojo y el agua bendita nuevamente son el instrumento para diagnosticar al paciente: “Si los granos quedan parados al echarlos al vaso con agua, la persona está bien pero si quedan acostados en el fondo no tiene sombra, si flotan o hacen re-molino tampoco.” En los dos últi-mos casos el curandero puede ver dónde dejo el paciente su sombra.

Estos ejemplos permiten cono-cer el tipo de enfermedades de filiación cultural que abruman a los huastecos, las creencias como imperativo de su salud, el método diagnóstico, la oración a cargo de los curanderos y la fe de las perso-nas han hecho de su medicina tra-dicional, un sistema eficaz vigente que se ha venido amalgamado des-de hace más de 500 años.

FOTO

S: G

usta

vo O

mar

Men

eses

Cam

acho

Trabajo de campo en Zapotal, congregación de Tecomate, municipio de Tantoyuca Veracruz. 2007

Page 11: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 2013 11Cuechtlán revisitado

CHIKOMEXOCHITL, “SIETE FLORES”: COSMOVISIONES NAHUAS SOBRE EL MAÍZRafael Nava Vite Coordinador regional de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) Sede Grandes Montañas

El maíz ha estado presente en la cultura nahua de la Huasteca desde hace miles de años. Su cultivo

en la región lo ha convertido en el alimento fundamental de la dieta y la fuente principal de energía; con él se preparan una variedad de ali-mentos que casi siempre se hacen acompañar de otros productos tanto en el consumo como en el cultivo.

De los productos que generalmen-te se asocian con el maíz, destacan el frijol, chile, ajonjolí, tomate, ca-mote, plátano y cacahuate. En las milpas es común observar otros pro-ductos que acompañan al maíz, ta-les como el epazote, la hierbabuena, el quelite, el xonacate o cebollina, la calabaza y el pipián, entre otros.

Chikomexochitl es el ritual de-dicado al maíz como elemento sagrado, y es el maíz en sí mismo. Por medio de este ritual, se suplica a los elementos de la naturaleza –el agua, el viento, el fuego y la tierra– que favorezcan las siembras que se cultivan en las milpas. También se hacen ruegos para que la familia y la comunidad tengan suficiente alimento durante el año y vivan en paz y seguridad, pues se considera a Chikomexochitl como la hacedora, protectora y sustentadora de la vida.

Chikomexochitl significa “siete flo-res”, nombre que está compuesto

por la voces chikome,“siete”, y “xo-chitl, ”flor”, ambas de gran carga simbólica en las comunidades na-huas de la Huasteca.

A continuación se realiza una des-cripción de las siete etapas de de-sarrollo del maíz, según informa-ción proporcionada por el profesor jubilado Atalo Cruz Reina, quien es hablante de la lengua náhuatl y originario de la comunidad de Ayotochco, que significa “Lugar de armadillos”, perteneciente al municipio de Ixhuatlán de Made-ro, Veracruz.

ACHTOWI XOCHITL,“PRIMERA FLOR”. Kema mowitzmalotia. Esta prime-ra etapa se presenta después de que la semilla de maíz ha perma-necido durante tres días bajo tierra y le brota el primer embrión en forma de aguja, lista para salir a la superficie de la tierra.

OMPAXOCHITL, “SEGUNDA FLOR”. Kema koponi. La palabra kopo-ni significa “brotar de la tierra” o “abrir en pétalos”. Se denomina así a la etapa en que al maíz le brotan las primeras hojitas sobre la super-ficie de la tierra. Es un periodo en que las milpas requieren de mayor cuidado, pues en la mayoría de

ocasiones los tordos buscan la ma-nera de alimentarse de las semillas.

EXPAXOCHITL, “TERCERA FLOR”. Kema mohyawalotia. Esta etapa está relacionada con el proceso de crecimiento de la planta; es el momento en que los milcahuales lucen por su verdor. En algunas comunidades, ciertas familias rea-lizan un ritual denominado milt-lakualtilistli, “ofrenda a la milpa”.

NAHPAXOCHITL, “CUARTA FLOR”. Kema mimiliwi. La palabra mimi-liwi se deriva de miltik, “enrollado o envuelto”, y es la etapa en que se está formando el jilote y que la planta está a punto de espigar.

MAKUILXOCHITL, “QUINTA FLOR”.Kema xiini o xitini. En esta etapa de desarrollo, la planta se abre en forma de flor para después dar pie a la formación del jilote o xilotl.

CHIKUASENXOCHITL, “SEXTA FLOR”.Kema xilotia. Es el momento en que a la mata le brota el xilotl, “jilote”, mismo que más tarde se convierte en elotl, “elote”.

CHIKOMEXOCHITL, “SÉPTIMA FLOR”.Kema tzonkalkawani. La palabra tzonkali significa “cabello” y kawani “crecimiento”, en esta última etapa de la flor al jilote le crecen los cabe-llos dando forma al elote.

Los nahuas de la Huasteca consi-deran que el maíz tiene un cuerpo que se asemeja a la de una perso-na, pues tiene yolotl, “corazón o semilla”; mahtli, “brazos”; tlanko-chtli, “dientes”, y tzonkalli, “cabe-llos”. Además, don Teófilo Jimé-nez señala que si la mata de maíz únicamente da flores o pequeñas mazorcas, entonces es tlakatl, “hombre”, y si da más de un elote, significa que es siwatl, “mujer”.

Por otra parte, se considera que el cuerpo humano está hecho de maíz, tal y como don Teófilo Ji-ménez menciona: ni sintli eli to-nakayo, pampa tlan ax onkaskia sintli amo tiitztoskiah, “el maíz es nuestra carne, porque si no hubie-ra maíz no existiríamos”. El maíz debe recibir buenos cuidados, así como el cuerpo los recibe, porque no hay personas que maltraten a su cuerpo, por tal razón, el maíz debe de recibir los cuidados necesarios para su buen crecimiento.

FOTO

: Raf

ael N

ava

Vite

Elotes que representan a Chikomexóchitl en el ritual de elotlamanilistli, en Cacahuatengo, Ixhuatlán de Madero, Veracruz

Page 12: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 201312 Cuechtlán revisitado

HUITZITZILIN, UNIDOS POR LA CULTURAAideé Balderas Medina DGCP-CONACULTA

Mi región está completade belleza y tradición.

Aquí todo se respetano nos gusta la traición

por eso es que mi Huastecano tiene comparación.

El municipio de Tepe-tzintla, Veracruz, está ubicado al norte del es-tado y forma parte de la

Huasteca veracruzana. Sus habi-tantes, como muchos otros de la región, cuentan con pocas ofertas culturales. Frente a este escenario poco alentador surge el grupo Hui-tzitzilin. Unidos por la Cultura.

Huitzitzilin (palabra en idioma náhuatl que en español significa

chupa rosa o colibrí) se forma en el año 2000 con un grupo de ami-gos que desea ofrecer actividades culturales a los vecinos de Tepe-tzintla y de las localidades más cercanas. Con el paso del tiempo, el entusiasmo, el trabajo y las ne-cesidades se han incrementado, por tal motivo el grupo decide constituirse como asociación ci-vil. La capitana del barco es doña Antonia Vera Baltazar, quien na-vega las intempestivas aguas de la cotidianidad y junto con un grupo de apasionados voluntarios, busca crear alternativas reales desde la comunidad y para la comunidad.

Uno de los ejes rectores de este grupo es fortalecer la identidad

de sus habitantes en torno a lo huasteco. Para lograrlo tienen dife-rentes frentes de acción, entre ellos destacan los talleres de huapango, danza de la Malinche, bordado, clases de náhuatl, la Fiesta Huas-teca, el encuentro de niños y jóve-nes huapangueros conocido como Chiquihuapangueada, la misa huasteca y la fiesta de los elotes.

Todos los fines de semana los jar-dines de la casa de doña Antonia se llenan de música y más de 30 niños vuelan como mariposas a rit-mo de huapango. Los maestros de vocalización, violín, jarana y gui-tarra quinta huapanguera son don Fernando Méndez, Julián Cuer-vo, Yuyultzin Pérez, Luis Miguel

y Daniel Santiago. Ellos ofrecen con mucha dedicación su tiempo y su conocimiento sin recibir remu-neración económica. De hecho ningún integrante del grupo reci-be retribución monetaria alguna.

Los gastos del grupo son solventa-dos con la venta de artesanías, do-naciones voluntarias, rifas y apoyos de alguna fundación o institución pública como el Instituto Veracru-zano de la Cultura, entre otras. Como resultado de estos talleres de música se han formado algunos tríos de jóvenes y señoritas, entre los que destacan Los Cantores del Son y Son de Luna Nueva. El éxito de los talleres ha sido tal que Hui-tziztilin atiende a niños no sola-mente del municipio de Tepetzint-la sino también del de Tantoyuca.

Para mostrar el resultado de las ac-tividades que se realizan durante todo el año, se organiza La Fiesta Huasteca, la cual abre sus puertas a la participación de los huapan-gueros de toda la región. Se esco-ge una temática, por ejemplo la paz, el agua, la mujer, la tierra, etcétera. El tema sirve como pie para que los poetas y trovadores improvisen versos. Las actividades inician con un sabroso desayuno que ofrece la comunidad; desde las ocho de la mañana van llegan-do las cazuelas repletas de platillos propios del lugar: enchiladas de pi-pián, de chile seco y de ajonjolí; bocoles; hongos silvestres; zaca-huil; jacubes con frijoles y cueritos de puerco; palmito con camarón, y una gran variedad de tamales. Mientras los invitados se deleitan con un rico café con piloncillo, la banda de viento anuncia que es tiempo para compartir. Este año la fiesta ha llegado a su emisión número 12 y tuvo como sedes Te-petzintla, Copaltitla y Tecomate.

Un acierto de los muchos que ha tenido el trabajo de Hutzizilin ha sido formar a los niños de manera integral, de tal modo que en un futuro cercano ellos puedan des-empeñarse también como promo-tores, ya que la organización de la Chiquihuapangueada recae direc-tamente en los alumnos. Esto les permite saber el trabajo que impli-ca una fiesta en todos los ámbitos.

Frente a la situación de violencia que actualmente esta viviendo el estado de Veracruz, Huitzizilin ofrece alternativas reales para for-talecer el sentido y el trabajo co-munitario, promueve valores de respeto ycontribuye a la formación de niños y jóvenes tepetzintlecos y tantoyuqueros. Según palabras de doña Antonia, “si un niño agarra una jarana , tenemos la confianza que no agarrará un arma”.

Hago un reconocimiento a todos los integrantes del grupo Huitzizi-lin, en especial a doña Toñita Vera que frente a la adversidad, centra su corazón y su energía en bus-ca de alternativas que permitan la construcción del mejor de los mundos posibles.

Frente a la situación de

violencia que actualmente

esta viviendo el estado

de Veracruz, Huitzizilin

ofrece alternativas reales

para fortalecer el sentido

y el trabajo comunitario,

promueve valores de

respeto ycontribuye a

la formación de niños y

jóvenes tepetzintlecos

y tantoyuqueros

FOTO

: Aid

ee B

alder

as

FOTO

: Arc

hivo

Page 13: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 2013 13Cuechtlán revisitado

EL KATINIKAASPAHUN: PARA QUE NO FALTE AGUA EN EL MUNDOClaudia Guerrero Robledo

Son las dos de la mañana, en lo alto del cerro Tepexquite se espera el momento ade-cuado, el sacrificio de las

aves se acerca, los hombres aguardan ansiosos el momento más importan-te de este acto de reciprocidad con los no humanos: el momento en que los Cerros “pintaran” con la sangre de las aves el porvenir de la comu-nidad. El fresco de la madrugada se empieza a sentir, el violín y la hua-panguera no han parado de entonar sones de costumbre desde la mañana anterior. El negro de la noche reavi-va el resplandor de las estrellas, en este momento no hay ninguna duda de que los Cerros vecinos han llega-do a presenciar el acto...

Nos encontramos en Tecomajapa, comunidad con aproximadamen-te 600 habitantes, ubicada dentro del municipio de Zontecomatlán, al norte del estado de Veracruz. Su idioma es el tepehua y la gente que lo habla se dice a sí misma masipik-ní, “gente o dueños del cerro”. El grupo entoligüístico tepehua cuenta en la actualidad con alrededor de 10 mil hablantes distribuidos en aproxi-madamente 29 localidades de los es-tados de Hidalgo, Puebla y Veracruz.

Uno de los costumbres más impor-tantes en Tecomajapa es el katinika-aspahun, “la fiesta del cerro”, el cual tiene como finalidad pedir lluvia. Se lleva a cabo una vez al año, inicia alrededor de las diez de la mañana del martes posterior al 15 de agosto y termina al día siguiente, aproxima-damente a las tres de la tarde.

Este ritual de tipo agrario es de los llamados “costumbres gran-des”, por su duración y porque es realizado en lo alto del Tempex-quite, el Cerro patrón de Tecoma-japa, Cerro dador de vida, pues es de este sitio de donde provienen todas las especies vegetales comes-tibles que existen sobre la Tierra: “todo lo que se come en el mundo lo dio el cerro”, “el cerro nos da vida y es el que nos mantiene”, “el cerro está mal acostumbrado y si no se le hace la ofrenda no falta que cosa pueda pasar”, escucha-mos constantemente decir a los habitantes de este poblado.

A partir de las 11 de la mañana, en lo alto del Cerro un grupo de hombres construye la galera don-de se llevará a cabo el costumbre: estructura hecha de troncos ama-rrados con bejuco y cubierta toda de hojas de papatla.

En este ritual sólo participan hom-bres, quienes inician la subida al Cerro alrededor de las cinco de la tarde. Después de una serie de ofrendas dirigidas al Maíz y al Agua, llega el momento en que las aves son sacrificadas, la galera se va llenando cada vez más, ningu-na mujer se hace presente.

Del lado sur de la galera son enterra-das en el suelo siete varas alineadas de las cuales se sujetará una manta que tendrá que quedar bien tensa a modo de pantalla, pues en ella se es-pera que las aves sacrificadas “brin-quen” y “pinten” con su sangre.

Los Cerros han llegado del este,no se sabe el momento ni la hora exacta en la que han cruzado el arco con flores construido para darles entrada, lo cierto es que en el instante mismo del sacrificio no hay duda de que están presen-tes. La galera de papatla está a su máxima capacidad, humanos y no humanos se han dado cita para presenciar el acto en que el futu-ro será revelado por medio de la sangre de las aves: se trata de un guajolote, una guajolota y un ga-

llo, los cuales serán colgados de las patas para darles muerte.

Tal episodio inicia con el guajo-lote. Un hombre toma con ambas manos la cabeza del animal, tira con gran fuerza y no dejará de ha-cerlo hasta que la cabeza sea arran-cada del cuerpo; logrado esto, se liberan de inmediato las patas del ave para que ésta caiga y, ya sin cabeza, “brinque” hacia la manta y “pinte” con su sangre algún “di-bujo” que posteriormente será des-cifrado por los asistentes. El mismo procedimiento es usado para dar muerte a las otras dos aves.

Entre los “dibujos” que dejaron los Cerros, está la Sirena, se dejó ver también un ave, para algu-nos un guajolote, para otros un

pato, las espigas de las plantas de maíz y nubes cargadas de agua, imágenes que fueron vistas con beneplácito, pues son indicio de bienestar y buen augurio para el porvenir del pueblo.

Después del sacrificio de los anima-les, los músicos continúan tocan-do toda la noche, la mayoría de los asistentes se retiran, poco a poco la galera va quedado vacía, los hombres se van perdiendo en la oscuridad de la noche, regresan a sus casas con la tranquilidad que les da el saber que el Cerro no los abandonará a su suerte, un año más les proveerá de buena llu-via y por lo tanto de buena cosecha. No se olvida de ellos, les seguirá dan-do vida y los seguirá manteniendo, tal como lo ha venido haciendo desde la época de los “antiguos”.

Libro: Picar piedra. Iniciativas ciudadanas frente a la violencia. Autores: Varios. Editor: Fundación Heinrich Böll Stiftung México, Centroamérica y el Caribe.

Libro: Barcos sobre el agua natal. Antología de poesía hispanoamericana desde el siglo XXI. Autores: Varios. Coordinación y selección: Jocelyn Pantoja y Rafael Saravia. Editores: Literal y Leteo.

Película: Café rebeldía. Director: Jan Braunholz

FOTO

: Eric

Cas

tane

yra

Rebo

llo

FOTO

: Jes

us E

duar

do A

rteag

a Fl

ores

Page 14: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 201314 Cuechtlán revisitado

Veracruz

EL PROYECTO INTERCULTURAL DE LA UNIVERSIDAD VERACRUZANAGuillermo Garrido Cruz y Jaime Mondragón Melo

El proyecto Intercultu-ral de la Universidad Veracruzana (UV) se desarrolla con el esfuer-

zo de la Dirección de la Univer- sidad Veracruzana Intercultural (DUVI) en Xalapa, y sus cuatro sedes: Huasteca, Totonacapan, Grandes Montañas y Las Selvas. En sus inicios, en 2005, la DUVI ofreció dos licenciaturas: gestión y animación intercultural, y de-sarrollo regional sustentable. En 2007 esta oferta se sintetizó en la licenciatura en gestión intercultu-ral para el desarrollo, que abarca cinco orientaciones a manera de especializaciones derivadas de un tronco común: derechos, sustentabilidad, lenguas, salud y comunicación.

La Universidad Veracruzana In-tercultural (UVI) Huasteca se localiza a orillas de la cabecera municipal de Ixhuatlán de Made-ro. Cuenta con nuevas y prácticas instalaciones cuya arquitectura está enfocada hacia el desarrollo y la diversidad cultural, así como a la sustentabilidad, particularmen-te en el consumo del agua. Hoy día se construye un sistema de tra-tamiento de aguas residuales.

La UVI Huasteca atiende en igual proporción de género a alumnas y alumnos, originarios de comunida-des nahuas, ñuhús (otomíes), tepe-huas, totonacas, teenek (huastecas) y mestizas del mismo municipio de Ixhuatlán de Madero, y de los adya-centes: Chicontepec, Benito Juárez, Tantoyuca, Ziltaltépec, Tlachichil-co, Texcatepec, Ilamatlán, Zonte-comatlán, Tepetzintla y Zacualpan. En ocasiones también se han ma-triculado jóvenes de zonas alejadas, del estado de Hidalgo; la Ciudad de México, o la ciudad de Huauchi-nango, de la Sierra de Puebla.

El concepto de interculturalidad de la UVI Huasteca se pone en juego en las actividades estudian-tiles de distintas maneras. En prin-cipio, hay un enfoque de fortale-cimiento de las culturas locales a partir del concepto de desarrollo que se genera en la cotidiana vinculación con las comunidades y los agentes locales desde el pri-mer semestre. Hay también una constante difusión y divulgación de la cultura por medio de acti-vidades formales y extraescolares. Se parte de un firme compromiso de contribuir a conocer, explicar y resolver las problemáticas de estas

zonas y regiones que son parte de las comunidades con menos bien-estar social de México. Asimismo, hay un sentido de revitalización lingüística desde la articulación con los conceptos de multicultura-lidad e interculturalidad, cuando se propone que la relación univer-sidad-localidades se haga a partir de los idiomas pertinentes en el contexto, como un eje del desarro-llo local y del empoderamiento de los sectores menos protegidos en las relaciones intercomunitarias.

Este panorama que se ha plantea-do ha permitido a las y los egresa-dos insertarse en distintos medios

laborales, tanto en instituciones locales y nacionales enfocadas al desarrollo (Radio Huayacocotla, Tlenkuali, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, etcétera), como educa-tivas (DUVI, UV) y de gobierno (ayuntamientos regionales).

La sede Huasteca de la DUVI tiene retos importantes: entre otros, re-quiere nuevas estrategias de vincula-ción para colocar a sus egresados en espacios más adecuados a su perfil y de manera más cercana al egreso.

Este problema se relaciona íntima-mente con la extensiva emigración

de la Huasteca, y la carencia general de fuentes de empleo. También las lógicas de vinculación, desarrollo y revitalización de la universidad requieren replantearse ante las rela-ciones locales de poder: el contexto de sede, más que una “región de refugio”, en realidad se construye a partir del férreo control histórico de los recursos (en particular la tierra para pastizales de ganado y sembra-díos de cítricos) por manos mestizas.

Más allá de la constante cons-trucción académica de concep-tos como “interculturalidad”, “multiculturalidad”, o “desa-rrollo”, el esfuerzo diario de la UVI Huasteca es contribuir a procesos de formación, investi-gación, vinculación, mediación, y difusión de múltiples y pluriét-nicos saberes; a una participa-ción plena de las comunidades de la Huasteca y de México en los espacios nacionales. Se con-sidera imperativo dotar de herra-mientas y un imaginario sobre la libertad y la equidad, en cuestio-nes como los medios masivos de comunicación, la producción, la cultura, el arte, la cobertura sa-nitaria, los derechos humanos y los derechos lingüísticos.

Veracruz

LA ELECCIÓN DE AGENTES MUNICIPALESDaniel Bello López Estudiante del doctorado en Historia y Estudios Regionales en la UV y ex docente de la UVI Sede Huasteca

Durante los talleres de promoción de derechos que realizan en las co-munidades indígenas la

Universidad Veracruzana Intercul-tural (UVI) Sede Huasteca; la Co-misión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), por medio de su centro coordinador de Chicontepec, y organizaciones sociales, se han detectado varios problemas, como es el desconoci-miento de parte de las autoridades municipales y judiciales de las leyes que protegen los derechos indíge-nas y la violación al derecho de las comunidades de definir sus autori-dades de acuerdo con sus formas y mecanismos de elección.

Mediante la exposición dialoga-da, se abordan los artículos más importantes de la Ley Indígena de Veracruz (8, 9 y 12) que reco-nocen los derechos para acceder a la justicia y las competencias de las autoridades indígenas para impartir justicia de acuerdo con sus sistemas normativos comuni-tarios, y los comprendidos en los capítulos I y II, sobre procuración y administración de justicia, y los sistemas normativos indígenas, respectivamente, del título IV. Así

como lo establecido en la ley para el nombramiento de sus autorida-des (artículos 2, 11, 16, 17 y 18).

Después de comentar esa ley in-dígena, los participantes destacan que las comunidades deben man-tener la forma en que eligen a sus autoridades y los principales car-gos en asamblea comunitaria.

Lo anterior ha llevado a revisar la ley orgánica del municipio libre que regula la participación y el gobierno en las localidades. Cada tres años en las comunidades na-huas, teenek, otomíes y tepehuas de la Huasteca Veracruzana, se generan conflictos y movimientos comunitaristas en defensa de sus formas de gobierno y elección de sus autoridades practicadas de ma-nera consuetudinaria y regidas por el derecho propio de las comunida-des indígenas, ante una convocato-ria que los ayuntamientos emiten para la elección de los agentes mu-nicipales, figura reconocida por la ley mencionada, que ejerce la au-toridad en las localidades: congre-gaciones y rancherías de Veracruz.

Hay interés en el nombramiento de los agentes y subagentes mu-

nicipales porque los participantes expresan que el ayuntamiento les impone formas diferentes a sus cos-tumbres de nombrarlos en asam-blea. El artículo 172 de la ley or-gánica menciona tres formas para el nombramiento de autoridades comunitarias: a) Por auscultación, cuando “sólo unos deciden quién es el bueno”; b) por consulta ciuda-dana en asamblea, lo más parecido a la manera en que las comunida-des nombran a sus autoridades, y c) por la vía de elección con voto secreto depositado en urnas.

Consideran que el ayuntamiento impone sólo la tercera modalidad, con el registro de fórmulas de pro-pietario y suplente para apegarse a la convocatoria, pero sobre todo para impulsar su proyecto político partidista, sin respetar las formas de elección y derechos de los pueblos.

Se ha reflexionado sobre la im-portancia de que el ayuntamiento escuche a las comunidades para emitir la convocatoria; establezca la consulta ciudadana en asam-blea como forma de elegir a sus autoridades, y apruebe nombrar los agentes con reglas que respeten los usos y costumbres: votación a

mano alzada, propuesta pública de candidatos presentes en la asam-blea para conocer su anuencia y propuesta, que el registro no sea por fórmula (propietario y suplen-te) para que el candidato perdedor sea suplente del agente o secretario y así incluir a los vecinos que no votan por el triunfador, pero sobre todo hacer realidad lo establecido en el Artículo 185, que dice: “La elección de agentes y subagentes municipales es un proceso que se realizará en forma indepen-

Para las comunidades

queda claro que son

ellas las que deben

nombrar al agente, al

subagente y al juez, en

asamblea, y que no sean

puestos por el presidente

municipal. Así, si son

nombrados en asamblea,

tienen la misma categoría

que el presidente. Son

autoridades, no auxiliares

del ayuntamiento

FOTO

: Uni

vers

idad

Ver

acru

zana

Inte

rcul

tura

l

FOTO

: Mag

nus v

on K

oelle

r

Page 15: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 2013 15Cuechtlán revisitado

Hidalgo

EL MAÍZ ES LO NUESTROIván Hernández Baltazar

Maíz, tierra y cultura se entretejen en la vida cotidiana de las familias de Oxe-

loco, Atlalco, Chiatitla, Atlajco, Xochitl, Mangocuatitla, Paraje, Tepehixpa y Tenamastepec, en la Huasteca Hidalguense. En esta región la defensa del maíz se ha vinculado fuertemente con la ne-cesidad de espacio para la milpa. Ya en los 70’s, ante la escasez de alimentos por la falta de tierra para sembrar, las comunidades se orga-nizaron para recuperar las tierras que ancestralmente les pertene-cían. “Después de que obtuvimos las tierras sembramos más milpa, así la gente dejó de tener hambre”.

Las lluvias abundantes y el clima cálido de esta zona de la Huasteca permiten dos ciclos de cultivo por año; se siembra en cerros, vegas de río y planicies. Las parcelas para la milpa se van rotando para permitir que los terrenos recuperen su fer-tilidad; algunas también dejan de sembrarse por varios años para con-sentir el restablecimiento de la ve-getación. De estas milpas se cose-cha maíz blanco, amarillo, morado y rojo, además se obtienen varios tipos de frijol, cilantros, tomatillos,

cebollines, ajonjolí, calabaza, chi-le, camote, yuca y caña de azúcar; se recolectan especias aromáticas, quelites y plantas medicinales.

Para hacer milpa, las semillas son indispensables. Cuando algún co-munero no cuenta con semilla, siempre hay alguien –algún fami-liar o alguna persona cercana de la comunidad– que se las aportará; empero, las familias valoran sus propias semillas, y para evitar per-derlas existe la práctica de colgar el olote de la mazorcas con algunos granos; este maíz es resguardado hasta que se seleccionan las semi-llas para la siguiente siembra.

Cuando en la milpa hay elotes, hay alegría y fiesta en la comunidad; las mujeres preparan tamales dulces y elotes hervidos que la familia disfru-ta; posteriormente la milpa se sigue cuidando hasta que las mazorcas son cosechadas y guardadas en las casas, en este momento queda ase-gurado por al menos seis meses el maíz para tortillas, bocoles, gorditas con hierbabuena, enchiladas y ta-males de frijol. Antes de que se pon-ga el sol, los ladeados caminos de las comunidades se pintan con los ves-tidos amarillos, verdes, azules y rojos

de las mujeres que caminan con el nixtamal y regresan de los molinos con la masa para tortear. En cual-quier comida del día, las tortillas se colocan sobre una jícara rebosante, son gruesas, tanto que una equivale a cuatro de una tortillería. Sólo en la eventual pérdida de la cosecha de maíz, las familias se ven forzadas a comprarlo. Un compañero de Te-namastepec durante una comida, dice: “aquí la tortilla se come hasta llenarse”.

Mantener este tejido vinculado al maíz es el esfuerzo que ha venido realizado un grupo de comuneros de esta región. Apoyados en el sis-

tema de cargos, han logado una mayor participación en los rituales tradicionales de maíz, donde la música, el baile típico, el copal y las flores acompañan las semillas de maíz en su fiesta y bendición para la siguiente siembra. “El maíz es igual que nosotros, porque cuando cae también le duele”.

Este grupo, en coordinación con las autoridades comunitarias, ha logra-do acuerdos de asamblea para evi-tar que se pierdan las especies que acompañan al maíz en la milpa, deteniendo el uso de herbicidas que impiden su crecimiento, deterioran el suelo y contaminan el agua.

En cuanto al tema del maíz trans-génico, las autoridades comunitarias han reaccionado con preocupación. Uno de ellos así lo expresó: “el maíz es lo nuestro, por eso vivimos aquí en la tierra, por eso vivimos en las comunidades y por eso vivimos con todos los animales. Nosotros nos preocupamos mucho por nuestro maíz, nosotros siempre vivimos de nuestro maíz, y si se contamina por el transgénico, qué les vamos a dejar a nuestros hijos, a nuestros nietos”. Esta preocupación fue retomada en las asambleas, donde se han llegado a nuevos acuerdos que prohíben la entrada o siembra de maíz transgéni-co y se han instaurado medidas que evitan una posible contaminación.

Estas comunidades han defendido al maíz, luchando por el espacio para sembrarlo, cuidando la tierra y la vida que en ella existe, sembrando las semillas de la milpa, favorecien-do la elaboración de alimentos del maíz sembrado, retomando los ritos y fiestas en torno al maíz, así como involucrando a la asamblea comu-nitaria para que logren acuerdos en favor la preservación del maíz.

*Los textos entrecomillados son la voz de compañeros y compañeras de la Huasteca.

diente a cualquier tipo de organización política”.

Otro aspecto preocupante para las autoridades y representantes indí-genas en la Huasteca Veracruzana es el carácter y las funciones del agente y subagente municipal, es-tablecidos en el Artículo 61: “Los agentes y subagentes municipales son servidores públicos que fun-cionarán en sus respectivas demar-caciones como auxiliares de los ayuntamientos”. Les ha causado preocupación el hecho de que al agente y subagente se les considere servidores públicos, como si fueran trabajadores del municipio sin re-cibir salario. Comentan que lo im-portante no es la falta de pago, más bien la falta de reconocimiento a su carácter de autoridad, pues los quieren tratar como empleados.

Para las comunidades queda cla-ro que son ellas las que deben nombrar al agente, al subagente y al juez, en asamblea, y que no sean puestos por el presidente mu-nicipal. Así, si son nombrados en asamblea, tienen la misma catego-ría que el presidente. Son autorida-des, no auxiliares del ayuntamien-to. Por eso los asistentes proponen exponer al congreso local para que se cambie el artículo 61 de la ley orgánica del municipio libre y se reconozca al agente y subagente como autoridades que representan a sus comunidades.

Hidalgo

MUJERES EN BLANCOAPICULTORAS NAHUAS DE XOCHIATIPANTeresita de Jesús Oñate Ocaña Estudiante del doctorado en Desarrollo Rural, UAM-Xochimilco

Teresa es una de las 18 mujeres nahuas de la Huasteca Hidalguense que se han puesto los

pantalones –blancos… y el velo y los guantes para apoyar a sus compañeros en el manejo de las abejas africanizadas.

En los municipios de la región de la Huasteca Hidalguense cayó la actividad apícola, con reduccio-nes importantes en la producción de miel a partir de la llegada de la abeja africanizada en la década de los 90’s. Pero en Xochiatipan, los apicultores nahuas soñaron a sus abejas. Jacinto, apicultor de Tecopia cuenta que “empezó por un sueño”: llegaban dos en-jambres y él los atrapaba. Al día siguiente ocurrió justo como lo soñó. Metió el enjambre en una caja de jabón huasteco y dejó a su esposa cuidándolo para conse-guir una caja buena. Para ellos la apicultura es vocación y destino, y lo reciben así como lo hacen las parteras y curanderos. Traen ese tonal y lo deben aceptar.

Ellos, los mieleros de Xochia-tipan, lograron recuperar la

población de abejas después del arribo de las abejas africanizadas e incluso incrementar notable-mente la producción de miel y ahora de polen. Pero las fuere-ñas trajeron sus dificultades y enredos. Los apicultores nahuas tuvieron que alejar mucho más los apiarios de las casas. Ahora requieren un mejor equipo y ma-teriales para su protección y un adecuado manejo, además que las abejas africanizadas, a pesar de ser más productivas, son mu-cho más sensibles y exigen más atención y cuidados.

Pero quizá uno de los enredos más complicados es que no se encuentran fácilmente trabaja-dores, “aun pagándoles bien el día”, comenta Jesús, compañero de Teresa. Los piquetes por muy dulces que sean, desaniman a muchos. Por eso, las mujeres que antes esperaban en casa, se deci-dieron y formaron un grupo para trabajar también las abejas. Aho-ra trabajan al lado de sus compa-ñeros, aprendieron del manejo y van mejorando en sus conoci-mientos sobre la apicultura, la producción de miel y el polen.

Las 18 son mujeres nahuas, mayores de 40 años, monolin-gües en su mayoría o con un español muy básico, sin estudios o sólo uno o dos años de prima-ria. Viven en las comunidades de Tecopia, Nuevo Acatepec, Cruzhica, Pocantla y Atlajco, to-das pertenecientes al municipio de Xochiatipan y forman parte del Grupo de Mujeres de la Aso-ciación de Apicultores Flor de Guayabo.

En la asociación, las y los mie-leros sólo producen miel orgá-nica, porque es la que mejor precio alcanza, pero eso implica mayores inversiones y una cons-tante capacitación. Los cajones los hacen sus mismos compa-ñeros con madera de la región, pero no pueden pintarlos ni barnizarlos por los residuos de plomo que de alguna manera llegan a la miel. Eso redunda en un menor tiempo de vida de los cajones. Por esta razón necesi-tan invertir periódicamente en la compra de tablas de madera para ir sustituyendo los cajones que la humedad y el sol se van comiendo.

La cera es un importante re-curso e insumo que sabiamente reciclan con extremas precaucio-nes para evitar –de nuevo–, los residuos tóxicos en la miel que producen.

Entre los planes de este grupo de mujeres y hombres nahuas está conseguir una estampadora de rodillo, para poder maquilar ellos mismos su cera y no arriesgarse a contaminarla con parafina u otras mezclas en las tiendas de materiales apícolas.

Ellas junto a ellos han en-contrado en la apicultura una fuente importante de in-gresos, una fórmula para no migrar, para conservar sus ya desgastadas tierras, en fin para construir un mejor futuro para sus familias. Estas mujeres se sienten contentas de pertenecer al grupo y a pesar de que esto les representa una carga más de trabajo, no dejan de ponerse los pantalones y subir a los apiarios para apoyar a sus compañeros y cuidar a sus sayolimej, sus abe-jas, que a su decir ya se “huaste-quizaron”.

FOTO

: Jos

é Lo

jo

Page 16: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 201316 Cuechtlán revisitado

hidalgo

¿CAMBIO O PERMANENCIA DISFRAZADA? LA ATENCIÓN A LA SALUDFernando de Santiago Rivero Sánchez

¿La nueva política intercultu-ral de la Secretaría de Salud (SSa) ha cambiado la atención médica en la Huasteca Hidal-

guense? Es la pregunta que surge al aproximarnos a la visión intercultu-ral de la SSa, la cual, a nivel federal y con casos aislados, ha comenzado a concretar avances en la atención materno-infantil así como en ejer-cicios de recuperación de conoci-miento tradicional herbolario. Sin embargo, esto no es una novedad, ya para 1955 el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), junto al Instituto Nacional Indigenista (INI), promovían la recuperación de conocimientos de herbolaria y la legitimación de la medicina tra-dicional indígena por medio de la legalización de sus practicantes. No es sino hasta nuestros días que la SSA, a partir de las modificaciones a la Ley General de Salud del 2006 y acogiendo las recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), incluye un nue-vo eje abocado a la integración de los derechos de los pueblos indíge-nas a la par del derecho a la salud.

La propuesta contempla trans-formar la práctica médica en clí-nicas y hospitales atrayendo a sus espacios la atención del parto ver-tical, consultorios para médicos

tradicionales, farmacias de herbo-laria, así como el reconocimiento de las particularidades culturales de los pacientes en el historial mé-dico y en las estadísticas de salud.

Cuando queremos identificar dichos cambios en la Huasteca Hidalguense, advertimos primero

que hasta el momento no se ha podido regionalizar el servicio, ya que las entidades federativas care-cen de recursos y un área dedica-da al desarrollo de dicha política, lo que trae como consecuencia acciones aisladas y desvinculadas de las verdaderas necesidades de la gente, así como de los propó-sitos de dicha política. Pequeños avances se pueden observar en las clínicas con carteles escritos en náhuatl, no obstante, los mismos instrumentos de evaluación desa-rrollados por la Dirección de Me-dicina Tradicional y Desarrollo In-tercultural (DMTDI) de la SSa no son cubiertos adecuadamente en los espacios donde se brinda el ser-vicio, dejando fuera aspectos parti-culares de la atención médica.

A lo anterior le sumamos los pro-blemas generados por la aplicación de políticas asistenciales como Oportunidades, la cual merma la organización y participación volun-taria en las comunidades al con-dicionar el pago a la participación en actividades de promoción de la salud. Ello desincentiva la partici-pación de aquellos que no reciben el recurso y afecta la corresponsabi-lidad comunitaria adjudicándosela a los beneficiarios del programa.

En cuanto a las prácticas de sa-lud, se observa una negación sistemática del conocimiento de las parteras dándoles sólo el papel de acompañantes y promotoras de salud, lo que a su vez genera la pérdida de sentido cultural del don y responsabilidad que signifi-ca ser elegidas por los Señores de la Naturaleza, al tiempo que se desvanece la práctica médica que les acompaña. Asimismo, al pen-

sar la otredad sin el Otro se genera una desvinculación institucio-nal entre la medicina tradicional y la concepción de persona del pueblo que la desarrolla, lo que reduce el concepto complejo de salud a su aspecto bio-epidemio-lógico, negando su componente sociocultural.

Cuando observamos estos problemas no queda sino pre-guntar ¿cuál es entonces la diferencia entre las políticas indigenistas y la intercultural?, quizás ésta reside en que la primera podía ser gestionada y desarrollada por el Estado, tal como se realiza actualmente, caso contrario a la visión inter-cultural que requiere, para su realización paradigmática, una nueva forma de relación en la cual se corresponsabiliza a los pueblos indígenas en la elabo-ración, el desarrollo, la aplica-ción y evaluación de las políti-cas de salud. En ese sentido, el problema inicia en el momento en que es un solo actor el que define la relación, negando la intención de horizontalidad y diálogo propia de una relación intercultural. Corresponde a los pueblos indígenas de Méxi-co y en específico de la Huaste-ca Hidalguense profundizar la propuesta intercultural de di-cha política y apropiarse como sujetos de derecho de aquellos espacios que por ley les corres-ponde, tales como el derecho a la autodeterminación y a la participación para actuar junto con el resto de la sociedad en favor de la salud colectiva.

FOTO

: Des

arro

llo y

Ges

tión

Inte

rcul

tura

les

FOTO

: Fer

nand

o de

San

tiago

Rive

ro S

ánch

ez

FOTO

: Des

arro

llo y

Ges

tión

Inte

rcul

tura

les

Page 17: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 2013 17

LAS TRASNACIONALES EUROPEAS Y LOS PLAGUICIDAS ALTAMENTE PELIGROSOSFernando Bejarano González Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas en México (RAPAM) www.rapam.org

El pasado 3 de diciem-bre, con motivo de la celebración del Día Internacional del No

Uso de Plaguicidas, más de 125 organizaciones y diez mil perso-nas en el mundo mandaron una carta a los directivos de las trasna-cionales Syngenta, Bayer y BASF, exigiéndoles que dejen de vender plaguicidas altamente peligrosos por su impacto en la salud huma-na y el medio ambiente. Además de la Red de Acción en Plaguici-das y sus Alternativas en México (RAPAM), varias organizaciones mexicanas se sumaron a este lla-mado, como la Sociedad Mexi-cana de Agricultura Sostenible (Somas), la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), Fronteras Comunes, Huicholes y Plaguicidas y el Movi-miento Agroecológico de América Latina (Maela), ver http://action.pan-germany.org/gbr/home.html.

La carta fue dirigida a la suiza Syngenta, y las alemanas Bayer Cropscience y BASF, por ser en gran medida responsables de los envenenamientos y problemas ambientales causados por los pla-guicidas. Estas compañías son las principales trasnacionales que se benefician de las ventas del mer-cado mundial; en su conjunto registraron 47 por ciento de estas transacciones en 2012 (seguidas de las estadounidenses Monsanto, Dow y DuPont).

La carta fue iniciativa del Pestici-de Action Network, de Alemania, y da seguimiento a su informe Pla-guicidas altamente peligrosos de la BASF, Bayer y Syngenta. Resulta-dos de una investigación interna-

cional (http://www.pan-germany.org/gbr/project_work/highly_ha-zardous_pesticides.html), donde se indica que estas trasnacionales europeas en su conjunto fabrican 50 plaguicidas altamente peligro-sos que en su mayoría no venden o no están registrados en sus paí-ses de origen, y sin embargo los comercializan en países de Asia, África y América Latina.

En este informe se compara la lis-ta de los plaguicidas altamente pe-ligrosos elaborada por el Pesticide

Action Network con los productos que se ofrecen en las páginas elec-trónicas de las compañías en su país de origen y en nueve países de Asia, África y América Latina (Brasil y Argentina).

En México encontramos 27 pla-guicidas altamente peligrosos co-mercializados por Bayer, BASF y Syngenta que están incluidos en el informe citado. Ejemplos de algu-nos de los ingrediente activos de tales plaguicidas presentes en Mé-xico son: en el caso de Syngenta, el herbicida Paraquat (nombre co-mercial Gramoxone), que no tiene antídoto, no está registrado en su país de origen y se asocia con la enfermedad de Parkinson, o el 2,4-D (Hierbamina, Gesapax), un herbicida que es un probable car-cinógeno y puede afectar el balan-ce hormonal. Por su parte, Bayer vende el insecticida Carbarilo (Se-vin), que puede provocar cáncer, es un disruptor hormonal y muy tóxico para las abejas; también el insecticida Thiodicarb (Semevin), que es posible carcinógeno, pue-de dañar el sistema hormonal y es muy persistente en agua y en sedimentos acuáticos. La BASF vende el insecticida Dimetoato(Perfeckthion), que es un posible carcinógeno y muy tóxico para las abejas, y la Permetrina (Tal-cord), un insecticida que no está autorizado en Alemania, probable carcinógeno, disruptor hormonal y muy tóxico para las abejas, por citar algunos ejemplos.

La carta enviada a las trasna-cionales es parte de la campaña mundial por la eliminación pro-gresiva de los plaguicidas alta-mente peligrosos, que se definen

porque tienen una o más de las si-guientes características: una gran toxicidad aguda; estar asociados con algún efecto crónico como cáncer, mutagénesis y efectos en la reproducción; estar incluidos en alguno de los convenios am-bientales internacionales (Rot-terdam, Estocolmo, Montreal), o tener una alta incidencia de efec-tos adversos severos o irreversibles en la salud y el ambiente. Estos son los criterios determinados por la reunión conjunta de expertos sobre manejo de plaguicidas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y de la Or-ganización Mundial de la Salud (OMS) desde el 2008. A estos cri-terios el Pesticide Action Network añade también los que tienen un efecto dañino en insectos polini-zadores como las abejas y los que tienen una acción hormonal po-tencial, también llamados disrup-tores endocrinos.

Las etiquetas de la mayoría de estos plaguicidas comercia-lizados en México aparecen con la leyenda de �ligeramente� o �moderadamente� tóxico bajo la anterior normativa, o con las frases de �Precaución�, según la normativa vigente actual (NOM-232-SSA1-2009), debido a que

consideran sólo los efectos de toxi-cidad aguda o a corto plazo, pero no nos dicen nada de los efectos crónicos a la salud, como cáncer, mutaciones, efectos reproducti-vos, alteraciones hormonales y efectos en el neurodesarrollo. Es-tas características de peligrosidad intrínseca, aunadas a las condicio-nes sociales de su uso –sobre todo cuando se aplica en fumigaciones aéreas–; la falta de vigilancia de las autoridades de Salud, Trabajo y Ambiente, y la desprotección de los trabajadores agrícolas y de las comunidades expuestas, justifican el llamado para su retiro mundial, y son un recordatorio de la nece-sidad de un cambio de la política agrícola para impulsar alternati-vas de control agroecológico de plagas y de aplicar el principio precautorio en el registro de los plaguicidas.

El 3 de diciembre, Día Interna-cional del No Uso de Plaguicidas, es una fecha elegida para conme-morar el fatal accidente de 1984 de la fábrica de plaguicidas de la Union Carbide (ahora propiedad de DuPont) en Bhopal, India, por el que murieron miles de perso-nas y cuyos sobrevivientes aún demandan una atención médica adecuada y la limpieza completa del sitio.

Las etiquetas de la

mayoría de los plaguicidas

comercializados en México

no dicen nada de los

efectos crónicos a la salud,

como cáncer, mutaciones,

efectos reproductivos,

alteraciones hormonales

y efectos en el

neurodesarrollo

FOTO

: Arc

hivo

de

proy

ecto

s

FOTO

: Arc

hivo

Page 18: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 201318

Día Internacional del Migrante

¿DEVERAS LOS CAMPESINOS QUIEREN SEGUIR SIENDO CAMPESINOS?Armando Bartra

El 18 de diciembre fue el Día Internacional del Migrante, y el Instituto Nacional de Geografía y

Estadística (Inegi) nos recordó que hemos sido los mayores expulsores de población, que tenemos 12 mi-llones de connacionales –el diez por ciento del total– en el exilio socioeconómico, que en el mundo una de cada 18 personas que viven fuera de su país es mexicana… Sabemos también que aunque se marchan cada día más los urba-nos, muchos de nuestros trasterra-dos fueron antes campesinos.

Es verdad que en los años recien-tes el flujo de los que se van dis-minuyó hasta equilibrarse con el de los que regresan. Pero aun así, los rústicos siguen migrando, tanto a Estados Unidos como a las ciuda-des. Además, el que ahora viajen menos no consuela, porque lo que enfrío nuestra calentura migratoria fue la recesión gringa y no la pros-peridad mexicana, de modo que en cuanto vuelva a haber jale en el ga-bacho muchos de los jóvenes ahora en stand by agarrarán camino.

Si, como muchos sostienen, el ma-yor movimiento social del campo mexicano es el movimiento mi-gratorio, algo debiera decirnos esta compulsión peregrina respecto de los deseos profundos y generaliza-dos de los rústicos de por acá, hom-bres y mujeres de la tierra que, así como están las cosas, hacen todo lo que pueden por abandonarla.

Al preguntarse por las grandes rei-vindicaciones de una clase como la campesina, lo primero a respon-der es ¿quiénes nacieron campesi-nos quieren seguir siéndolo? y, si lo quieren, ¿están dispuestos a luchar por ello? Y cuando el desapego por la vida rústica es seña de identidad de las nuevas generaciones rurales, la respuesta no es nada obvia.

Con todo, yo apuesto a que sí, a que los labriegos –incluyendo a los jóvenes– quisieran seguir siendo campesinos… siempre y cuando ser campesino ya no fuera cárcel y condena; siempre y cuando mejo-raran significativamente las condi-ciones de vida en el agro o, cuan-do menos, hubiera expectativas de cambio creíbles, esperanzadoras, en lugar del siniestro porvenir que hoy les aguarda.

Para decirlo claramente: los cam-pesinos quisieran seguir siendo hombres y mujeres de la tierra,pero definitivamente no en las condiciones en que hasta ahora lo han sido. Lo digo enfáticamente, los campesinos mexicanos quieren

vivir mejor. Y si a los lectores de fi-liación pachamámica les disgusta la fórmula, digamos que quieren vivir bien… lo que, quieras que no, significa vivir mejor que como hoy viven. Aspiración que –a diferencia de los que buscan a toda costa as-cender en el Sistema Nacional de Investigadores– no significa que los rústicos se hayan adoptado la ideo-logía del progresismo capitalista.

Si hace cien años hubiésemos pre-guntado qué querían los campesi-nos mexicanos, la respuesta hubie-ra sido: tierra y libertad, es decir la recuperación de los campos que habían sido suyos, para vivir digna-mente de trabajarlos, y el derecho a un autogobierno comunitario libre de jefes políticos. Si lo preguntára-mos hoy, seguramente algunos de los bienpensantes que hablan por ellos dirían que quieren soberanía alimentaria, preservación del medio ambiente y dominio sobre sus terri-torios. Yo no lo creo. Hace un siglo los rústicos tomaban las armas para que la tierra perteneciera al que la trabaja y las comunidades fueran libres, ¿moviliza hoy a las mayorías rurales la lucha por producir alimen-tos, defender a la naturaleza y preser-var sus espacios? Me temo que no.

No me malinterpreten. Estoy con-vencido de que la soberanía ali-mentaria, el aprovechamiento sus-tentable de los recursos y la defensa de los territorios, son estrategias justas, y de que habemos muchos, muchísimos, que las reivindica-mos, incluyendo este suplemento. Pero aun así me parece que no son lo que antes llamábamos las “de-mandas más sentidas” de los rústi-cos, las exigencias que aquí y ahora son capaces de movilizarlos a todos o cuando menos a la mayoría.

Dónde queda como bandera rural la soberanía alimentaria, cuando varios millones de los presuntos producto-res de alimentos se han marchado del campo, unos a las ciudades y otros a Estados Unidos, y muchos de los quedados sólo esperan que allá acabe la recesión para escapar.

Dónde queda como demanda compartida la agroecología, cuando la competencia con pro-ductos chatarra baratos desalienta el empleo de técnicas sustentables pero caras, laboriosas y menos “eficientes”, y cuando la migra-ción –que se lleva mano de obra y trae dólares– induce a sustituir trabajo por insumos de fábrica.

Dónde queda como reivindicación generalizada la defensa del territo-rio, cuando de los 26 millones de hectáreas de tierras cultivables 12

millones están abandonadas, prin-cipalmente por la migración y la poca rentabilidad.

Los campesinos organizan ferias del maíz y bancos de semillas criollas, y desde hace años hay una campaña permanente por la soberanía alimentaria llamada Sin Maíz no hay País, que ha moviliza-do a cientos de miles de personas. Pero esto no significa que la pro-ducción campesina de alimentos para abastecer a México sea la rei-vindicación rural por excelencia.

Algunos pequeños productores es-tán revalorando las viejas prácticas de cultivo y exploran alternativas novedosas inspiradas en el ances-tral paradigma de la milpa. Pero el que hoy todos los campesinos tengan –o se inventen– un abuelo que levantaba buenas cosechas sin tanta química no quiere decir que la agroecología sea una exigencia masiva y que entre los rústicos el paquete tecnológico de la revolu-ción verde esté en franca retirada.

En los años recientes decenas de miles de pobladores se han organi-zado para evitar que presas, carre-teras, parques eólicos, desarrollos turísticos y explotaciones mineras los expulsen de sus territorios, y dado que la codicia de los capitales es insaciable, es de suponer que la resistencia continuará. Pero esto no equivale a que la defensa del hábitat ancestral sea la consigna unificadora de los pobladores ru-rales, porque de poco sirve haber evitado el despojo si no puedes vi-vir dignamente en el territorio pre-servado y –para poner un ejemplo– los guerrerenses que lucharon por evitar la construcción del embalse

La Parota hoy están en un comba-te aún más difícil por promover el desarrollo en la cuenca pues, con presa o sin presa, la gente se va…

Para los mexicanos y el país, es de primera necesidad la recupe-ración productiva de la agricul-tura y en particular del sector de alimentos básicos, es urgente susti-tuir las prácticas ecocidas por otras amables con el medio ambiente y es de vida o muerte detener la predadora privatización de territo-rios y recursos. Pero no hagamos de estas grandes causas comunes las responsabilidades y banderas unificadoras de los hombres y las mujeres del campo, campesinos que participando –como todos– de las prioridades nacionales, proba-blemente han definido también prioridades propias, pues tienen pendientes y urgencias específicas.

Y la primera, me parece a mí, es achicar la abismal disparidad en-tre ciudad y campo, reconocer –en serio– el derecho de los rústicos a tener los mismos derechos, servi-cios y oportunidades de los que, bien que mal, disponemos los urbanos. Y no estoy pensando en OXOs, sino en respeto, justicia, se-guridad, dignidad… pero también agua potable, electricidad, vías de comunicación, escuelas, clíni-cas... Porque, ¿con qué derecho les decimos a los campesinos que deben alimentar al país, preservar a la naturaleza que nos cobija a to-dos y defender el territorio nacio-nal de sus depredadores, si vivir en el campo es una maldición?

Lo que necesitan las comunida-des son “escuelas, centros de sa-lud, drenaje, agua potable”, dijo la

chiapaneca Virginia Pérez, una de los transterrados que compareció en el Senado, con motivo del Día Internacional de Migrante. “Pe-dimos que construyan escuelas”, reclamó Mateo, otro chiapaneco del mismo grupo. Y continuó “Yo no estudié más que la primaria y tenía que caminar todos los días dos horas y media para llegar a la escuela”. “Tuve que migrar a Estados Unidos para tener mejor calidad de vida”, dijo en el mismo evento Raúl Atilano, de Tlaxcala.

Los otomíes de Texcatepec, de los que hablo en el editorial de este Suplemento, consiguieron tierra y libertad: corrieron a los caciques, recuperaron el territorio, goberna-ron 15 años seguidos su municipio y sus milpas les dan de comer. Sin embargo se van a Nueva York y al-gunos piensan vender sus parcelas. A ellos las fórmulas: soberanía ali-mentaria, preservación del medio ambiente y defensa del territorio, les dicen menos que a nosotros. Hoy por hoy su problema mayor es de calidad de vida y falta de futu-ro para los jóvenes. Porque –es un ejemplo– si vives en Pericón y te enfermas de algo leve chance y te alivies con la curandera o con las medicinas del botiquín, y si es una dolencia más complicada quizá la compañera responsable de salud del equipo de los jesuitas te pueda llevar a que te atiendan en Poza Rica, pero si tienes una enferme-dad crónico degenerativa… mejor muérete en casa y pronto, porque atenderte en un hospital es dema-siado caro. Y qué decir de los pue-blos serranos –no diré nombres– donde mandan las mujeres porque los hombres se fueron y los viejos que quedan se la pasan bo-

Con la música a otra parte

FOTO

MO

NTA

JE: H

erná

n G

arcía

Cre

spo

Page 19: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 2013 19

rrachos… Esto no es “femi-nización” y “envejecimiento”, esto son chingaderas.

Más que la explotación laboral y el saqueo de sus recursos, lo que jode y aleja de la tierra a los cam-pesinos es la exclusión: el que ni su producción, ni su trabajo, ni su vida valgan para un carajo; el que sean una excrecencia, un molesto estorbo; hombres y mujeres pres-cindibles, redundantes, sobrantes. Y la exclusión es peor en los jóve-nes a quienes se les robó el futuro.

Para enmendar esta injusticia habrá sin duda que reanimar la agricultura. Pero el campo es mu-cho más que el sector agropecua-rio de la producción. Así como a nadie se le ocurre que para hacer vivibles las ciudades basta con fo-mentar las actividades económicas que ahí se ubican, pues es eviden-te que el desarrollo urbano incluye vivienda, transporte, electricidad, abasto, agua potable, drenaje, es-cuelas, salud, parques, deporte, seguridad pública, conectividad, cultura…, nadie debiera sostener –ni siquiera por omisión– que con fomentar la producción agrope-cuaria se desarrolla el campo.

Cierto, la calidad de vida rural requiere soporte productivo, y sin crecimiento económico ambien-talmente sano, redistributivo y en los rubros socialmente necesarios, la deseable equidad para el campo no sería sostenible. Pero también es verdad que si no mejoran pronto los servicios rurales, lo que en poco tiempo no habrá son campesinos.

Después de la reconversión neoli-beral de Salinas, debiéramos saber que en las condiciones de merca-do que prevalecen es suicida para los pequeños agricultores apostar a la competitividad como vía úni-ca de emancipación. “¿No querían que los tratáramos como produc-tores y no como pobres? –dijo el tecnócrata–. Pues no se quejen y pónganse a producir. Y si fracasan es que de plano merecían ser po-bres”. “¡Sí, Chucha!”, dijo el otro.

El Día Internacional del Migran-te, los mexicanos de la diáspora reivindicaron el derecho a no emigrar; el derecho a quedarse en su terruño, a permanecer en su país; el derecho a que cambiar de horizontes sea vocacional y no compulsivo. Y esto se traduce en el derecho a una vida digna y esperanzadora en los lugares de origen de los peregrinos. Mientras este derecho no se haga efectivo, las nuevas generaciones seguirán desertando. Y si los jóvenes se van, convocar a la soberanía alimenta-ria, la preservación de la naturale-za y la defensa del territorio será –literalmente– predicar en el de-sierto. Un pacto nuevo y más justo entre la ciudad y el campo es lo que reclaman los campesinos. Lo demás importa, pero vendrá por añadidura.

Argentina

ASESINATOS EN EL CAMPO EN POS DEL AGRONEGOCIODarío Aranda Periodista e investigador argentino

En Argentina se produ-jeron siete asesinatos de campesinos e indí-genas en sólo tres años.

El caso más reciente: Miguel Gal-ván, 40 años, integrante del Mo-vimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase-Vía Campesi-na), víctima de un sicario que le cortó el cuello con un cuchillo. El trasfondo de la represión: el modelo agropecuario, que preten-de aumentar un 60 por ciento la producción de granos y avanzar sobre territorios donde viven y trabajan campesinos e indígenas. El gobierno nacional no condenó ninguno de los asesinatos y en el Congreso Nacional está congela-do desde hace un año un proyec-to de ley para frenar los desalojos campesinos. El Consejo Plurina-cional Indígena (CPI) llamó a fre-nar el modelo extractivo y exigió respetar los “derechos humanos” de las pueblos originarios.

Javier Chocobar, Sandra Ely Juá-rez, Roberto López, Mario López, Martíres López y Cristian Ferre-yra. Todos campesinos e indíge-nas asesinados en los tres años recientes. A la triste lista se sumó el 10 de octubre Miguel Galván, integrante del Mocase-VC. Desde mediados de este año su familia había comenzado a recibir amena-zas de Paulino Riso, conocido en la zona por ser fuerza de choque de empresarios agropecuarios que pretenden hacerse de territorios de campesinos e indígenas para sembrar soya y maíz transgénicos.

El Mocase-VC, una de las orga-nizaciones referentes de la lucha campesina de Argentina, había emitido el 16 de septiembre un comunicado premonitorio: “Se podría haber evitado, va a volver a ocurrir”, fue el título. El movi-miento campesino recordó que, previo al asesinato de Cristian Fe-rreyra (noviembre de 2011), había alertado sobre la violencia en el norte provincial. “Habíamos de-nunciado con anterioridad lo que terminó ocurriendo. Se podría haber evitado. Y denunciamos que hoy, septiembre del 2012, estamos viviendo en el mismo escenario de muerte y violencia”, advirtió la organización tres se-manas antes del nuevo asesinato.

Como una tragedia anunciada, el Mocase remarcaba: “Compromete-mos nuevamente a las autoridades nacionales y provinciales, hagan todo lo que se tenga que hacer, para que cualquier conflicto vinculado a la tierra tenga resolución civil, constitucional, y que salvaguarde el derecho de los más olvidados”.

En marzo de 1996, cuando el gobierno de Carlos Menem aprobó la soya transgénica con uso de glifosato, la oleaginosa ocupaba seis millones de hectá-reas. En 2003 ya abarcaba 11 mi-llones. En el más reciente ciclo, el Ministerio de Agricultura ce-lebró que llegue a 19.8 millones de hectáreas, el 56 por ciento de la tierra cultivada de Argentina. El Plan Estratégico Agroalimen-tario (PEA), programa presen-tado en 2011 por la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, planifica llegar en 2020 a las 160 millones toneladas de granos (un 60 por ciento más respecto de la actual cosecha).

El “corrimiento de la frontera agropecuaria”, eufemismo técni-co para graficar la avanzada del agronegocio sobre regiones cam-pesinas e indígenas, multiplicó los conflictos en todo el norte de la Argentina. Sólo en Santiago del Estero, el gobierno provincial con-tabilizó –en los cuatro años pasa-dos– 600 conflictos por tierra.

La Red Agroforestal Chaco Ar-gentina (Redaf) –un colectivo que reúne a organizaciones no gubernamentales, organizacio-

nes sociales y técnicos– realiza relevamiento de conflictos. En el más reciente procesamiento de datos, de agosto de 2011, ha-bía contabilizado (para la zona del norte del país) 244 casos: 209 exclusivamente de disputas por tierras, 25 ambientales y diez mixtos. Todos los conflictos por tierras obedecen al corrimiento de la frontera agropecuaria. La superficie en disputa alcanza 11.4 millones de hectáreas y son afectadas un millón 600 mil personas.

“La raíz de los conflictos de tierra se encuentra en la dis-puta por el uso y control del espacio territorial a partir de la imposición de una cultura sobre otra. Por un lado, el agronegocio, donde la tierra es un espacio para producir y hacer negocios, y por el otro la cultura indígena y cam-pesina, donde la tierra constituye un espacio de vida”, denuncia la Redaf en su informe. No es casualidad que el grueso de los conflictos (89 por ciento) se ini-ciaron a partir del 2000: “Coin-cide con el impulso del modelo agroexportador, favorecido por las condiciones del mercado in-ternacional para la comerciali-

zación de la soja, que trajo como consecuencia la expansión de la frontera agropecuaria”.

El 17 y 18 de noviembre se reu-nieron en Buenos Aires organi-zaciones indígenas de todo el país, entre las cuales estaban el Consejo Plurinacional Indígena (espacio de articulación nacido en el Bicentenario argentino -mayo de 2010). Apuntan de lleno al modelo extractivo (agronego-cios, minería, petróleo). “Nunca habíamos tenido tantos derechos reconocidos en normas naciona-les e instrumentos internaciona-les ratificados por el Estado. Sin embargo vivimos una alarmante etapa de negación y exclusión. Nuestra realidad es un tema de derechos humanos. Sin embargo, la relación que propone el Estado con los pueblos indígenas es solo desde un enfoque de pobreza. Nos visibilizan solo como objeto de asistencia o de planes de emer-gencia, cuando somos sujetos de derechos políticos y territoriales”, denuncia el documento que gol-pea de lleno en una de las bande-ras del gobierno kirchnerista: los derechos humanos y la vulnera-ción sistemática en lo que respec-ta a pueblos indígenas.

Page 20: NO. 64 CUECHTLAN REVISITADO

19 de enero de 201320

VOLVER DEL FIN DEL MUNDOVIAJE A LA RESERVA DE LA BIOSFERA EL TRIUNFOLorena Paz Paredes

Con motivo de un foro sobre café y cambio climático en Jaltenan-go, Chiapas, convo-

cado por la organización Triunfo Verde, visitantes fuereños y foris-tas locales emprendimos un “viaje mágico y misterioso” a la Reserva de la Biosfera El Triunfo.

A la travesía nos apuntamos 12 campesinos de La Frailesca; tres chilangos; una chilanga –yo–, y un japonés, el Señor-Ito, que ha vivido más años en México que en su país natal. De los foráneos, íbamos un par de oenegeneros, un fotógrafo con arnés capaz de trepar árboles, un posible comprador de café y un ba-rista de Coyoacán; de la docena de caficultores locales, unos son de la

asociación Triunfo Verde, otros de Cesmach y otros más de La Comon, entre ellos un trío de jovencísimos tzeltales observadores de aves.

Vaya que era un grupo disparejo:una sola mujer y hartos varones; un adulto más que mayor y varios jóvenes muy jóvenes; bastantes chiapanecos, unos cuantos defeños y un oriental; además de la diversi-dad de idiomas maternos, edades,

complexiones, pesos, estaturas, expectativas... Cuando salimos, sólo las ganas de ir a la Reserva nos unificaban. Pero la inmersión en la montaña nos movió el piso, nos abismó cada quien en lo suyo. Lue-go compartir el asombro acabó por hermanarnos. Así los diferentes nos hicimos uno: la güera y el tzeltal, los jóvenes y el abuelo, los del cam-po y los de la ciudad, traspasados todos por un mismo vértigo.

Juan José Vázquez, de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas, fue nuestro guía, maestro y chofer. En una destartalada camioneta nos llevó desde Jaltenango hasta la co-munidad de Santa Rita, en la zona de amortiguamiento de la Re-serva. Y de ahí, seguidos por una

recua de tres mulas que llevaban el agua, los víveres y las mochi-las, caminamos en fila india por estrechos y empinados senderos que nos iban familiarizando con paisajes, sonidos, olores, texturas...

Cuando preguntábamos por el tiempo que iba a tomar el ascenso, Juan José contestaba con evasivas, pero la subida a la sierra duró cin-co horas. Cinco horas trepando

por una vereda que serpenteaba ladera arriba, cada vez más arriba, hasta llegar sudando y sin resuello al pequeño y mágico llano que se ubica en la llamada zona núcleo, en el mero corazón de El Triun-fo, que junto con El Ovando, El Quetzal, El Venado y La Angostu-ra conforma esta Reserva; una de las pocas regiones donde se con-serva, intacto, el alucinante bos-que de niebla y el último reducto de selvas perennifolias de México.

Primero subimos entre pinos, en-cinos y liquidámabar, una espesa vegetación de ramas entrelazadas que atrapan y filtran la luz del sol. Pasamos también bajo árboles po-derosos como el llamado Mano de Danta, y siempre rodeados de bro-melias, que no sólo recubren ramas y troncos caídos sino que tapizan el camino mezclándose con las bello-tas y los aguacatillos. En el último tramo flotamos en el bosque de nie-bla pisando musgos y flores blan-cas, arropados por el frescor de los prehistóricos helechos arborescen-tes y de árboles como el Montón, y el Mezcal también conocido como Rompehacha o Corazón de fierro, un gigante que puede alcanzar más de 70 metros. El campamento, al que llegamos en el ocaso, está ubi-cado en un vallecito cruzado por un río, planicie que hace muchos años fue desmontada para sembrar, y al que hoy está regresando la vegetación del acahual. Un cartel con la imagen del quetzal nos da la bienvenida, y minutos después una cena con tortillas recién hechas, la calidez de la plática y las camas de un dormitorio colectivo donde cae-mos rendidos.

El Triunfo abarca 119 mil 117 hec-táreas de la Sierra Madre y toca varios municipios: Ángel Albino Corzo, Montecristo de Guerrero, Siltepec, La Concordia y Villa Corzo en la vertiente frailesca; Pijijiapan, Mapastepec y Acaco-yagua en la vertiente Costa. “Así

se llama la Reserva –cuenta Juan José– porque cuando no había caminos de la costa al interior, la gente tenía que arriar sus mulas desde Mapastepec, o Tapachula o Arriaga, y cruzar el cerro para salir al otro lado... Era un triunfo llegar. Y se le quedó el nombre: El Triunfo”.

En 1972 la zona se decretó área na-tural y típica del estado de Chiapas para la preservación del quetzal y del rarísimo pavón cornudo, que deveras tiene un cuerno. Luego, en 1990, pasó a ser área natural protegida federal por iniciativa de don Miguel Álvarez del Toro. La Reserva alberga 11 de los 18 tipos de vegetación que existen en Chiapas, con una flora de tres mil especies, y cobija el 22 por ciento de la fauna del país. Pero la tala y las quemas siguen amenazando. “La culpa no es sólo de los talamontes –insiste nuestro guía–, sino también de gen-te sin conciencia, sin aprecio por la naturaleza y por lo que les da... Por eso es bueno estar aquí, para ver, para sentir, para aprender”.

No le falta razón a Juan José, en unos pocos días los visitantes aprendimos a mirar, a oler, a tocar con ojos, oídos y manos diferentes. El silencio atronador del bosque y la inmensa soledad de la selva nos enfrenaron a nuestras peque-ñas, minúsculas vidas. Y no era un sentir citadino, una vivencia exclusiva de quienes caminamos sobre banquetas. A los cafetaleros de la frailesca, impuestos al cam-po pero que nunca habían estado en la Reserva, esa vastedad los traspasó tanto como a los chilan-gos. Y alguno, como Marino, un caficultor de Laguna del Cofre, se dejó embrujar por ella y cada no-che aseguraba haber visto “mana-das de jabalines”, y una vez hasta sorprendió a la danta cuado bajaba a lamer la sal que le dejan las coci-neras. ¿Será?

Y es que adentrarse al Triunfo te trastorna; es como un viaje a los bosques de Avatar: un estallido de colores, formas, sonidos nacidos en una naturaleza no tibia y acogedo-ra sino pura, dura, violenta. Tam-bién es una inmersión en la natu-raleza de adentro, del alma. Pero siendo una vivencia íntima no es solitaria, sino solidaria: un éxtasis en bola, una catarsis en montón.

Atrapados por la magia, seguimos las huellas del tapir y sentimos su calor a la orilla del camino; com-partimos el pan con las zorritas grises; siguiendo a los observadores de aves, caminamos en silencio total y conteniendo la respiración hasta percibir murmullos, cantos y aleteos; perseguimos sin éxito al es-quivo pavón y al invisible quetzal; sorprendimos el hogar del Guarda-barranca, un pajarito que anida en las orillas del sendero, igual que su primo el Mot mot, espiamos al Sal-tapared que se cobija en los desfi-laderos y al Hojarasquero que anda en el suelo y se refugia en troncos huecos. Y mientras buscábamos las pequeñas guaridas, nos sorprendie-ron parvadas de aves migratorias que relampagueaban en el cielo. Daba susto saber que mientras si-lenciosos caminábamos entre la niebla, más silencioso que nosotros nos seguía el jaguar, moviéndose en círculos a prudente distancia.

Por el sendero de la montaña sólo remontamos las nubes, pero por el de la costa divisamos la delgada lí-nea del océano Pacífico y en plena selva nos volvimos náufragos.

También aprendimos jugando a ser plagas, huracanes, sequías; nos hi-cimos lluvia, sol y viento; represen-tamos el papel de árboles derrum-bados y de necios retoños; hicimos de talamontes y de guardabosques simulando la eterna batalla. Estu-vimos juntos en el fin del mundo y regresamos con alas.

FOTO

S: L

oren

a Pa

z Par

edes

Detrás de las nubes, el mar

Helechos prehistóricos

Ramas que atrapan la luz