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 · No es pues, de estrañar que nues- tros caminos estén verdaderamente intransitables, y por tanto que la vergüenza nos ruborice cada vez que algun extrangero visita nuestra co-

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Page 1:  · No es pues, de estrañar que nues- tros caminos estén verdaderamente intransitables, y por tanto que la vergüenza nos ruborice cada vez que algun extrangero visita nuestra co-
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