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NOS TOCÓ DEJAR LA TIERRITA, PERO LA TIERRITA NO NOS DEJA. Margarita Navarro De Arco Semillerista Oraloteca

Nos tocó dejar la tierrita, pero la tierrita no nos deja

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NOS TOCÓ DEJAR LA TIERRITA, PERO LA TIERRITA NO NOS DEJA.

Margarita Navarro De ArcoSemillerista Oraloteca

Nos tocó dejar la tierrita, pero la tierrita no nos deja.

Margarita Navarro De Arco

ada día al tomar el bus, pasaba por una calle del barrio Altos Delicias, más conocida como “la del Torito”. Al pasar cada día veía una casa que se diferenciaba de las demás.

En realidad no parecía una casa, era como una “mini-finca urbana” con una gran terraza llena de habichuelas, yuca y berenjenas -como lo esperaba dicha frondosa cosecha no estaba ahí porque sí-. A la lejanía, en uno de los tantos días que pasaba a tomar el bus, divisé a un hombre mayor, con un sombrero, ruana, abarcas y machete que cortaba una mata de yuca. No podía omitir tal detalle, de que en una de las zonas más calurosas de Santa Marta, en donde rara vez se encuentra un árbol en una terraza, hubiese un hombre con ruana y sombrero, que también regaba habichuelas. Me acerqué a la casa una mañana de lunes y muy amablemente me recibió doña Dora, quien me presentó a don Francisco Luis, un hombre mayor casi sordo que a pesar de no escuchar mis preguntas, me contó su historia.

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C

Don Francisco Luis: o me vine a acompañar a mi hija, porque el marido estaba enfer-

mo, ya el murió, murió el 5 de diciembre del año antepasado. Con mi nieto que está en España, vino por acá a pasear. Le gustó esto y nos mandó la plata para comprar esto. Y nosotros estábamos que si nos que-dábamos o nos devolvíamos para Montería. Hasta que conseguimos la escritura de esto, nos quedamos en esta casa y esta casa la hice yo. Aunque ya estoy un poco frega’o, viejo y cansa’o. Sobretodo que me metieron ahí un marca-paso y… y que no puedo trabajar, pero yo trabajo así. Hasta que... cualquier día me muero.

Y

¿Qué cultivaba antes de venir acá?

llá yo cultivaba: maíz, yuca, plátano. Sembraba también en una finquita de un

hijo mío, estuvimos en esa finquita como dos o tres años. Nosotros nos vinimos porque era muy difícil salir a Montería, el camino era muy malo y a veces se quedaba para’o uno en el camino y le señora que es pata gruesa, tenía que subir esas lomas de a pie. Nos vinimos pa’ acá, hace ya como dos años que nos vinimos del todo. Yo me puse a hacer esta casa, hace ya un año que vivimos aquí. Y a mí me gusta mucho sembrar, no pa’ vender, yo no he vendido nada de eso, lo regalo, se lo regalo a los que sean conocidos y así y pa’ comer uno. Habichuelas, berenjenas, yuca también tengo ahí. Ya hay una sola mata ya. fhgkjdhfghdfkjghdfkghkdfghkdhgkdd

A

o tengo agua permanente aquí y riego todo eso. Yo cultivaba en todas partes, yo vengo de un municipio de

Antioquia, de Ituango. Allá cultivaba el maíz, porque era tierra fría, papa, lenteja. Nosotros teníamos una

finca, una finca que nos dejó mi papá. Lo que pasa es que cuando yo me casé en el año 59, yo vi que eso iba a

producir muy poquito y que no íbamos a hacer nada allá. Entonces nos fuimos para Tierra Alta, Tierra Alta

Córdoba y ahí duramos como 35 años. Mi esposa trabajaba en Montería de profesora y de ahí se pensionó y

con eso vivimos, yo ya no puedo trabajar, hago cualquier cosita por ahí. Otros me buscan y… nombe yo ya no

sirvo, ya yo no hago las cosas bien hechas. Las cosas se me embolatan. Eso allá en Montería uno producía muy

poquito, uno guardaba las poquitas cosas para comer. Ni el maíz, ni el fríjol se apolilla uno los guarda tres

meses y eso está ahí bien. Pero eso no daba casi para vender. Y bueno, de aquí me sacan ya para el cementerio.

La gente me pregunta ¿Usted por qué hizo esa casa por allá? ¡Ah! pues porque yo la quería por acá, así me

queda todo ese espacio adelante. Una señora de allá arriba me preguntó ¿Usted que le echa a la habichuela? Y

yo le dije: yo no le echo nada, yo lo que le echo es agua. A eso le cae la plaga y lo corto, vale más el gasto que

voy a hacer, y cogerlo pa’ regalarlo, yo no vendo eso yo lo regalo. He vendido, he vendido algunos 10 mil pesos

de berenjena. A un muchacho de allá arriba que me dijo: “deme un manojo de habichuelas y berenjenas” yo se

los llevé y al día siguiente me los pagó. Después le llevé berenjena otra vez y fui y que se había ido y que pa’

Maicao y la señora me dijo: “no, yo no tengo plata” y yo le dije “¡Ah! bueno cójala” eso fue regalado, la yuca

también se la regalo a los amigos. Es mejor tener amigos, que plata. gjkfjgkjkgfjgkfjgkjfkgjkfjgkfjgjgjgjgkjggjfj

Y

Habla Rocío su hija:ueno, mi nombre es Rocío, yo estudié y luego me casé, con mi

marido que era administrador de fincas, teníamos unas parcelas en el Alto Sinú, luego cogimos para la Gua-jira, de ahí regresamos para el Alto Sinú, teníamos unas parcelas propias y ahí cultivábamos, cultivábamos papaya de exportación, plátano, yuca, también tuvimos cultivo de patilla, pero a la larga eso no daba… la via era buena para pasar el cultivo de yuca, pero luego se nos metía el invierno, se nos inundaban las parcelas y teníamos problemas con el transporte. De ahí yo empecé a estudiar con mucha dificultad, me transportaba en bicicleta y tardaba dos horas en llegar a la universidad. lfkjgkjdfgdfhgjfdhgjdfhgjdfhgjdfhgjdhgd-

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B

ero ahí había mucho peligro, a mí nunca me hicieron nada, pero uno por el miedo, por el

temor… en un lado estaba la guerrilla y en el otro los paramilitares, entonces lo veían a uno pasan-

do a cada rato. Y estaban los de allá y los de acá y era una sola dificultad. Si lo veían a uno de este

lado había problema y si lo veían del otro lado también había problema. De ahí nos vinimos para

Montería, estuvimos como dos años en Montería y de allá nos vinimos para acá, como en el año

2000 y nos quedamos aquí; nos declararon como desplazados. Mi esposo murió hace ya un año y

allá arriba por Luis R. Calvo, tengo una casita y tengo un cultivo de patilla, plátano, limón. En

invierno eso crece y da bastante. Yo me vine para acá a estar con mis papás y acá los cuidos. Y

bueno, esa es mi historia. jdfhgjdfhgjhdfgjhdfgjhdfgjhdfjghfdjhgjfhgjfhgjfhgjfhgjfhghfjghjfhgjfhgf

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