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NOTAS EGW
LECCIÓN 4 JUSTIFICACIÓN POR MEDIO DE LA FE
Sábado 21 de octubre
El evangelio de las buenas nuevas no debía ser interpretado como algoque permite que los hombres vivan en continua rebelión contra Dios,
transgrediendo su ley justa y santa. Los que pretenden entender lasEscrituras, ¿por qué no pueden ver que el requisito de Dios bajo la gracia
es exactamente el mismo que impuso en el Edén: perfecta obediencia a suley? En el juicio Dios preguntará a los que dicen ser cristianos: ¿por qué
afirmasteis creer en mi Hijo pero continuasteis transgrediendo mi ley?¿Quién exigió esto de vuestras manos: hollar mis reglas de justicia?
“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestaratención que la grosura de los cameros”.
El evangelio del Nuevo Testamento no es la norma del Antiguo
Testamento, rebajada para llegar hasta el pecador y salvarlo en suspecados. Dios pide obediencia de todos sus súbditos, obediencia
completa a todos sus mandamientos. Ahora, como siempre, demandaperfecta justicia como el único título para el cielo. Cristo es nuestra
esperanza y nuestro refugio.
Su justicia solo es atribuida al obediente. Aceptémosla por fe para que el
Padre no encuentre ningún pecado en nosotros. Pero los que hanquebrantado la santa ley no tendrán derecho a pedir esa justicia. ¡Ojalá
pudiéramos contemplar la inmensidad del plan de salvación como hijosobedientes de todos los requerimientos de Dios, creyendo que tenemospaz con Dios por medio de Jesucristo, nuestro sacrificio expiatorio!
(Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista delséptimo día, t. 6, p. 1072).
Hay dos errores contra los cuales los hijos de Dios, particularmente losque apenas han comenzado a confiar en su gracia, deben guardarse en
forma especial. El primero...es el de fijamos en nuestras propias obras,confiando en algo que podamos hacer para ponemos en armonía con
Dios. El que está procurando llegar a ser santo mediante sus esfuerzospor observar la ley, está procurando una imposibilidad. Todo lo que el
hombre puede hacer sin Cristo está contaminado de egoísmo y pecado.Solo la gracia de Cristo, por medio de la fe, puede hacemos santos. El
error opuesto y no menos peligroso consiste en sostener que la fe en
Cristo exime a los hombres de guardar la ley de Dios, y que en vista de
que solo por la fe llegamos a ser participantes de la gracia de Cristo,nuestras obras no tienen nada que ver con nuestra redención. Nótese, sin
embargo, que la obediencia no es un mero cumplimiento externo, sino unservicio de amor.
La ley de Dios es una expresión de la misma naturaleza de su Autor; es lapersonificación del gran principio del amor, y es, por lo tanto, el
fundamento de su gobierno en los cielos y en la tierra. Si nuestroscorazones están renovados a la semejanza de Dios, si el amor divino estáimplantado en el alma, ¿no se cumplirá la ley de Dios en nuestra vida?
Cuando el principio del amor es implantado en el corazón, cuando elhombre es renovado a la imagen del que lo creó, se cumple en él la
promesa del nuevo pacto: “Pondré mis leyes en su corazón, y también ensu mente las escribiré” (Hebreos 10:16). Y si la ley está escrita en el
corazón, ¿no modelará la vida? La obediencia, es decir el servicio y lalealtad que se rinden por amor, es la verdadera prueba del discipulado.
(El camino a Cristo, p. 60).
Domingo 22 de octubre:
Las obras de la Ley Desde el principio de la gran controversia, se propuso
Satanás desfigurar el carácter de Dios, y despertar rebelión contra su ley;y esta obra parece coronada de éxito. Las multitudes prestan atención a
los engaños de Satanás y se vuelven contra Dios. Pero en medio de la obradel mal, los propósitos de Dios progresan con firmeza hacia su
realización.
Él manifiesta su justicia y benevolencia hacia todos los seres inteligentescreados por él. A causa de las tentaciones de Satanás, todos los miembros
de la raza humana se han convertido en transgresores de la ley divina;pero en virtud del sacrificio de su Hijo se abre un camino por el cual
pueden regresar a Dios. Por medio de la gracia de Cristo pueden llegar aser capaces de obedecer la ley del Padre. Así en todos los tiempos, de
entre la apostasía y la rebelión Dios saca a un pueblo que le es fiel, unpueblo “en cuyo corazón está” su “ley”. Isaías 51:7 (Patriarcas y profetas,
p. 351). Y a los que insistían en que “la predicación del evangelio satisfacetodas las exigencias de la ley”, Wesley replicaba: “Lo negamos
rotundamente.
No satisface ni siquiera el primer fin de la ley que es convencer a loshombres de su pecado, despertar a los que duermen aún al borde del
infierno”. El apóstol Pablo dice que “por medio de la ley es el
conocimiento del pecado”, “y mientras no esté el hombre completamente
convencido de sus pecados, no puede sentir verdaderamente la necesidadde la sangre expiatoria de Cristo... Como lo dijo nuestro Señor, ‘los sanos
no tienen necesidad de médico, sino los enfermos’. Es por lo tantoabsurdo ofrecerle médico al que está sano o que cuando menos cree
estarlo. Primeramente tenéis que convencerle de que está enfermo; deotro modo no os agradecerá la molestia que por él os dais.
Es igualmente absurdo ofrecer a Cristo a aquellos cuyo corazón no hasido quebrantado todavía”. De modo que, al predicar el evangelio de lagracia de Dios, Wesley, como su Maestro, procuraba “engrandecer” la ley
y hacerla “honorable”. Hizo fielmente la obra que Dios le encomendara ygloriosos fueron los resultados que le fue dado contemplar (El conflicto
de los siglos, pp. 267, 268). Nuestra aceptación delante de Dios es segurasolo mediante su amado Hijo, y las buenas obras no son sino el resultado
de la obra de su amor que perdona los pecados.
Ellas no nos acreditan, y nada se nos concede por nuestras buenas obras
por lo cual podamos pretender una parte en la salvación de nuestrasalmas. La salvación es un don gratuito de Dios para el creyente, que solo
se le da por causa de Cristo. El alma turbada puede hallar paz por la fe enCristo, y su paz estará en proporción con su fe y confianza. El creyente
no puede presentar sus obras como un argumento para la salvación de sualma (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista
del séptimo día, tomo 5, p. 1096).
Lunes 23 de octubre:
La justicia de Dios Pablo se explayó especialmente en las abarcantesexigencias de la ley de Dios. Explicó que alcanza a los profundos secretos
de la naturaleza moral del hombre y derrama un raudal de luz sobre loque se ha ocultado de la vista y el conocimiento de los hombres. Lo que
las manos pueden hacer o la lengua puede declarar, lo que la vida enterarevela, no muestra sino imperfectamente el carácter moral del hombre.
La ley discierne los pensamientos, motivos y propósitos. Las obscuraspasiones que yacen ocultas de la vista de los hombres, como el celo, el
odio, la concupiscencia y la ambición, las malas acciones meditadas enlas obscuras reconditeces del alma, aunque nunca se hayan realizado por
falta de oportunidad: todo esto lo condena la ley de Dios.
Pablo trató de dirigir los pensamientos de sus oyentes hacia el gransacrificio hecho por el pecado. Señaló los sacrificios que eran sombra de
los bienes venideros, y presentó entonces a Cristo como la realidad
prefigurada por todas esas ceremonias: el objeto al cual todas señalaban
como la única fuente de vida y esperanza para el hombre caído... Dios nopuede rebajar los requerimientos de su ley para satisfacer la norma de
los impíos; ni pueden los hombres, por su propio poder, satisfacer lasdemandas de la ley. Solamente por la fe en Cristo puede el pecador ser
limpiado de sus culpas y capacitado para prestar obediencia a la ley desu Hacedor (Los hechos de los apóstoles, pp. 338, 339).
Cuán asombroso el amor que Cristo manifestó al venir al mundo a cargarcon nuestros pecados y enfermedades, y caminar el sendero delsufrimiento, a fin de mostramos por medio de su vida intachable cómo
hemos de caminar, y vencer como él venció... El mundo había perdido elmodelo original de la bondad, y se había sumergido en la apostasía
universal y en la corrupción moral; y la vida de Cristo fue de esfuerzolaborioso y abnegado para atraer de vuelta al hombre a su primitivo
estado y para imbuirlo del espíritu de la generosidad y del amor divino.
Aunque estaba en el mundo, no era del mundo. Era un constante dolor
para él estar en contacto con la enemistad, la depravación y la impurezaque Satanás había producido; pero tenía una obra que hacer para poner
al hombre en armonía con el plan divino, y a la tierra en relación con elcielo, y no consideraba ningún sacrificio demasiado grande para cumplir
este propósito (God’s Amazing Grace, pp. 164, 165; parcialmente en Lamaravillosa gracia de Dios, p. 165).
La fe salvadora no es un mero asentimiento intelectual a la verdad. El que
aguarda hasta tener un conocimiento completo antes de querer ejercer fe,no puede recibir bendición de Dios. No es suficiente creer acerca de
Cristo; debemos creer en él. La única fe que nos beneficiará es la que leacepta a él como Salvador personal; que nos pone en posesión de sus
méritos. Muchos estiman que la fe es una opinión. La fe salvadora es unatransacción por la cual los que reciben a Cristo se unen con Dios mediante
un pacto. La fe genuina es vida. Una fe viva significa un aumento de vigor,una confianza implícita por la cual el alma llega a ser una potencia
vencedora (El Deseado de todas las gentes, p. 312).
Martes 24 de octubre:
Por su gracia El reino de la gracia fue instituido inmediatamente despuésde la caída del hombre, cuando se ideó un plan para la redención de la
raza culpable. Este reino existía entonces en el designio de Dios y por supromesa; y mediante la fe los hombres podían hacerse sus súbditos. Tan
pronto como hubo pecado, se manifestó el Salvador. Cristo sabía que
tenía que sufrir, no obstante lo cual llegó a ser el sustituto del hombre.
Tan pronto como Adán pecó, el Hijo de Dios se presentó a sí mismo comola garantía de la raza humana, con tanto poder para desviar la
condenación pronunciada sobre el pecador como cuando murió en la cruzdel Calvario. ¡Qué amor! ¡Qué asombrosa condescendencia! ¡El Rey de
gloria propone humillarse a sí mismo para ponerse al nivel de lahumanidad caída! (La maravillosa gracia de Dios, p. 23).
Es peligroso considerar que la justificación por la fe pone mérito en la fe.Cuando aceptamos la justicia de Cristo como un regalo, somosjustificados gratuitamente mediante la redención de Cristo. ¿Qué es fe?
“La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Hebreos11:1. Es el asentimiento de la mente a las palabras de Dios, que ciñe el
corazón en voluntaria consagración y servicio a Él, quien dio elentendimiento, enterneció el corazón, y tomó la iniciativa para atraer la
mente a fin de que contemplara a Cristo en la cruz del Calvario.
La fe es rendir a Dios las facultades intelectuales, entregarle la mente y la
voluntad, y hacer de Cristo la única puerta para entrar en el reino de loscielos. Cuando los hombres comprenden que no pueden ganar la
justificación por los méritos de sus propias obras, y con firme y completaconfianza miran a Cristo como su única esperanza, no hay en sus vidas
tanto del yo y tan poco de Jesús. Las almas y los cuerpos estáncorrompidos y contaminados por el pecado, el corazón está alejado de
Dios; sin embargo, muchos luchan con su propia fuerza finita para ganarla salvación mediante buenas obras. Piensan que Jesús obrará parte de la
salvación, pero que ellos deben hacer el resto. Los tales necesitan ver porfe la justicia de Cristo como su única esperanza para el tiempo y la
eternidad (Fe y obras, p. 24).
Lo que más necesitamos es fe en Dios. Cuando miramos el lado oscuro delas cosas, perdemos nuestro punto de apoyo en el Señor Dios de Israel.
Cuando abrimos nuestros corazones al temor, la senda del progresoqueda obstruida por la incredulidad. No abriguemos nunca el sentimiento
de que Dios ha abandonado su obra... Id adelante con fe. Confiad en queel Señor abrirá camino delante de su obra. Entonces hallaréis reposo en
Cristo (Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 202).
Miércoles 25 de octubre:
La justicia de Cristo El Señor Jesús asumió la forma del hombre pecador,y revistió su divinidad con humanidad. Pero era santo, tal como Dios es
santo. Si no hubiera sido sin mancha de pecado, no podría haber sido el
Salvador de la humanidad. Era el Portador del pecado; no necesitaba
expiación. Puesto que era uno con Dios en pureza y santidad de carácter,podía presentarse como propiciación por los pecados de todo el mundo...
Cuando la verdad controla la vida, hay pureza y liberación del pecado. Lagloria y la plenitud del plan evangélico se cumplen en la vida. La luz de la
verdad irradia desde el templo del alma. El entendimiento se adueña deCristo (Cada día con Dios, p. 355).
¿Y qué es creer? Es aceptar plenamente que Jesucristo murió comonuestro sacrificio; que Él se hizo maldición por nosotros, que tomónuestros pecados sobre sí mismo, y nos imputó su propia justicia. Por eso
reclamamos esta justicia de Cristo, creemos en ella, y es nuestra justicia.Él es nuestro Salvador. Nos salva porque dijo que lo haría.
¿Hemos de participar en todas las discusiones en cuanto a cómo puedesalvamos? ¿Tenemos en nosotros mismos la bondad que nos hará
mejores y que nos limpiará de las manchas y las tachas del pecado,habilitándonos entonces para acudir a Dios? Nosotros simplemente no
podemos hacerlo... [El joven rico] no había guardado los mandamientosen absoluto. Debería haber aceptado a Jesucristo como su Salvador, y
haberse asido de su justicia. Entonces, al poseer la justicia de Cristo,hubiera podido guardar la ley de Dios.
El joven magistrado no podía hollar la ley. Debía respetarla; debía amarla.
Entonces Cristo habría aportado el poder divino para combinarlo con losesfuerzos humanos... Tomó la humanidad sobre sí para demostrar que
con la divinidad y la humanidad combinadas, el hombre podía guardar laley de Jehová. Si separan la humanidad de la divinidad, ustedes pueden
tratar de labrar su propia justicia desde ahora hasta que Cristo venga, yno lograrán otra cosa que un fracaso (Fe y obras, pp. 70, 71).
El corazón de Dios suspira por sus hijos terrenales con un amor más
fuerte que la muerte. Al dar a su Hijo nos ha vertido todo el cielo en undon. La vida, la muerte y la intercesión del Salvador, el ministerio de los
ángeles, las súplicas del Espíritu Santo, el Padre que obra sobre todo y portodo, el interés incesante de los seres celestiales, todos son movilizados
en favor de la redención del hombre... ¿No apreciaremos la misericordiade Dios? ¿Qué más podía él hacer? Entremos en perfecta relación con
Aquel que nos amó con amor asombroso. Aprovechemos los medios quenos han sido provistos para que seamos transformados conforme a su
semejanza y restituidos a la comunión de los ángeles ministradores, a laarmonía y comunión del Padre y del Hijo (El camino a Cristo, pp. 21, 22).
Jueves 26 de octubre:
Sin las obras de la Ley ¿Es posible que no entendamos que lo más costosoen el mundo es el pecado? Su costo es la pureza de conciencia, que se
pierda el favor de Dios y que el alma se separe de él, y finalmente lapérdida del cielo. El pecado de ofender al Santo Espíritu de Dios y de
caminar en oposición a él ha costado a demasiados la pérdida de sualma... Una y otra vez me ha sido presentado el peligro de abrigar, como
pueblo, ideas falsas sobre la justificación por la fe.
Por años se me ha mostrado que Satanás trabajaría de una maneraespecial para confundir las mentes en este punto. La ley de Dios ha sido
ampliamente tratada y presentada a las congregaciones casi tandesprovistas del conocimiento de Cristo Jesús y su relación con la ley
como la ofrenda de Caín... No hay un punto que precisa ser consideradocon más fervor, repetido con más frecuencia o establecido con más
firmeza en la mente de todos, que la imposibilidad de que el hombre caídohaga mérito alguno por sus propias obras, por buenas que éstas sean. La
salvación es solamente por fe en Cristo Jesús (Fe y obras, pp. 15, 16).
Con frecuencia la mejor evidencia que podemos tener de que noshallamos en la senda recta consiste en que el menor de los progresos nos
cuesta esfuerzo y que las tinieblas envuelven nuestra senda. De acuerdocon mi experiencia, las más elevadas cumbres de fe se pueden alcanzar
solo a través de tinieblas y nubes... Lo que nos impide perfeccionar uncarácter cristiano se encuentra dentro de nosotros mismos. Jesús lo
puede eliminar.
La cruz que quiere que llevemos nos fortalecerá más de lo que nos va aconsumir, y eliminará nuestras pesadas cargas para conferimos la de
Cristo, que es liviana. Al cumplir nuestro deber enfrentaremos conflictosy pruebas. Cristo nos ha llamado a participar de la gloria y la virtud. La
vida que preparó para que la siguiéramos, por medio de su sufrimiento ysu muerte, nunca nos hubiera costado ni una pena ni un pesar si nunca
la hubiéramos abandonado. Cada acto de abnegación que realizamos ycada sacrificio que hacemos para seguir a Cristo, son los pasos que da la
oveja perdida para regresar al redil (Cada día con Dios, p. 210).
La guerra contra la ley de Dios, que empezó en el cielo, continuará hastael fin del tiempo. Cada hombre será probado. El mundo entero ha de
decidir si quiere obedecer o desobedecer. Todos serán llamados a elegirentre la ley de Dios y las leyes de los hombres. En esto se trazará la línea
divisoria. Habrá solamente dos clases. Todo carácter quedará plenamente
definido; y todos demostrarán si han elegido el lado de la lealtad o el de
la rebelión. Entonces, habiendo sido completado el plan de la redención,el carácter de Dios quedará revelado a todos los seres creados. Se verá
que los preceptos de su ley son perfectos e inmutables.
El pecado habrá manifestado entonces su naturaleza; Satanás, su carácter.
Entonces el exterminio del pecado vindicará el amor de Dios y rehabilitarásu honor delante de un universo compuesto de seres que se deleitarán en
hacer su voluntad y en cuyo corazón estará su ley (El Deseado de todaslas gentes pp. 712, 713).
Viernes 27 de octubre:
Para estudiar y meditar Mensajes selectos, tomo 1, “La justicia de Cristo
en la ley”, pp. 278-281. Mensajes selectos, tomo 1, “La perfecta obedienciamediante Cristo”, pp. 438, 439.